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Madre Yo Al Oro Me Humillo
Madre Yo Al Oro Me Humillo
Tema
Estructura externa
El poema de compone de diez estrofas. Se trata de una letrilla, variante del villancico, cuya
estructura es: abbaaccc. La rima es consonante y los versos octosílabos, excepto para los
últimos versos de cada estrofa, que son pentasílabos. Los dos últimos versos forman un
estribillo, que se repite al finalizar cada estrofa, y es en este donde se encierra el objeto
temático de la composición.
Estructura interna
Son octetos las estrofas que componen este poema: seis versos más dos del estribillo. Cada
una de ellas tiene como denominador común el poder del dinero, por lo cual podemos decir que
la coherencia temática es obvia y eso nos lleva a no dividirlo en partes.
Análisis
El poeta quiere decirnos que a los mismos barcos procedentes de América, aquí
recogidos en la sinécdoque «robles», que es el árbol del que se obtiene la madera con el que
se construían, les despierta la codicia, recogida en la palabra «minero», o sea, quien extrae el
oro de la mina.
En la siguiente estrofa el poeta, llevado por su ingenio, quiere conducirnos a la
confusión léxica. La palabra «gato» adquiere diferentes significados y varios de ellos son
posibles. Si por un lado significa dinero, también es la bolsa donde este se guarda, o bien,
significa ladrón. Al decir «gatos le guardan de gatos», nos dice que en los bolsos se guarda el
dinero para que los ladrones no lo puedan robar, así como que el dinero protege de los
ladrones; pero también que ladrones protegen de otros ladrones. Las combinaciones son varias
y los significados, también. En la segunda parte del octeto entra por primera vez la Justicia, la
cual, en palabras del poeta, parece susceptible de ser corrompida por el brillo del dinero. En
estos versos, vuelve a ser la antítesis el recurso escogido por el autor: «y ablanda al juez más
severo».
En estos versos se pueden enlazar las palabras, «tratos» y «recatos», que nos
llevarían a entender que las interpretáramos como acuerdos de tipo sexual. Quevedo nos dice
que el recato y la moral dejan de ser obstáculos cuando es el dinero el que aparece.
Entre las cualidades destacadas para el dinero, ya en la octava estrofa, observaremos
que la división de este no afecta a su valor. El dinero se identifica con vocablos como
«majestad», «calidad» o «autoridad», como si se tratase de algo cuasi prodigioso. Por ello
consigue lo que nada ni nadie lograría, dar calidad «al noble y al pordiosero». Observamos que
de nuevo la antítesis resulta esencial para exponer y destacar las propiedades de la vil materia.
Esta estrofa enlazaría con la séptima en lo referente a la cuestión que arriba se concretaba en
los términos «tratos» y «recatos». La estrofa se refiere a la mujer y a su afición a lo material.
Cuando Quevedo se refiere a «las caras de un doblón», se está refiriendo, de nuevo a través
de la dilogía, tanto a las caras de la moneda como a las caras de los RR. CC. que eran las que
aparecían acuñadas en los doblones. Además, en este texto, escrito al más puro estilo
conceptista, parece que nunca se acaban de agotar todas las posibilidades léxicas. Cuando el
poeta apunta que las mujeres, gracias al dinero son más fáciles de conseguir («que a las caras
de un doblón / hacen sus caras baratas»), se desarrolla la idea a partir de, una vez más, del
encuentro de sus opuestos, en concreto, del uso del oxímoron.
Llegados a la última estrofa, el primer elemento que nos llama la atención es una nueva
personificación del dinero, pues se le considera «sagaz». A través de ese adjetivo el poeta le
está atribuyendo una característica humana, pues no es en sí sagaz el dinero, sino quien lo
posee.
Hemos de añadir que nos encontramos en estos versos con una serie de oposiciones
que refuerzan la intención del autor, que viene desarrollándose desde el principio del poema,
como es sabido: la exaltación del dinero. La décima estrofa es casi un corolario, pues por el
uso del polisíndeton parece que el autor pretende conducirnos hacia una conclusión.
Veamos las antítesis de este último octeto. A primera vista puede parecernos que en el
verso en el que leemos «sus escudos en la paz», nos presenten una antítesis, sin embargo, y
sin descartar la dilogía, predomina el significado de moneda frente al de arma defensiva. El
equívoco al que pretende aproximarnos el autor se reafirma en la palabra del verso siguiente:
«rodelas», pues se trata de un tipo de escudo, ahora dentro del ámbito guerrero.
El juego conceptista llega hasta el final del poema. En el penúltimo verso leemos: «Y pues al
pobre le entierra». Cuando menos, son dos las interpretaciones a las que nos lleva. De una
parte se puede entender en un sentido literal; es decir, con dinero se paga el entierro del pobre.
Pero ello no sería una excepción, pues podríamos añadir que con dinero se paga el entierro
para cualquier individuo del arco social. Ello nos lleva a una segunda interpretación, que sería
la que nos dice que el afán del pobre por el dinero tiene un final trágico, además de la alusión a
la lucha inútil del pobre por alcanzarlo. Las dos últimas interpretaciones parece que se ajustan
más al aspecto crítico y satírico del poema, que enlazaría con estrofas anteriores en las que se
cuestionaban algunas costumbres.
El cierre de todos los versos nos viene, como decíamos, desde el polisíndeton. La «y»
pretende aportar el último elemento de una enumeración, y en esa última, nos volvemos a
encontrar con el oxímoron: «y hace propio al forastero», por lo tanto, con el dinero suficiente no
nos encontraremos rechazados en ningún lugar.
Conclusión
Se trata de una letrilla que, como tal, busca un tono satírico con su ineludible crítica
social. A modo de canción, que se acogería a la tradición literaria con un recorrido desde las
jarchas, pasando por las cantigas de amigo, entre otras composiciones, el autor crea a un
personaje, que podría ser una joven, para que esta se dirija a su madre y le muestre su pasión
por un caballero que no es otro que el dinero. Entre los recursos que el autor utiliza para llevar
adelante su propuesta, destacaríamos aquellos que presentan la oposición de elementos, como
la antítesis o el oxímoron, junto a estas, también las dilogías y la personificación. El poema en
su desarrollo mantiene una línea continua; es decir, no hay una parte de máxima tensión, sino
que su evolución es uniforme, peroaunque destacada desde la primera estrofa.