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Introducción

La composición es una letrilla escrita por Fco de Quevedo (Madrid, 14 de septiembre de 1580-


Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1645), poeta barroco por excelencia. Nos encontramos
ante un poema de carácter satírico, pero que no se aleja de aspectos de tipo moral o, incluso,
social.

Tema

El poder ilimitado del dinero.

Estructura externa

El poema de compone de diez estrofas. Se trata de una letrilla, variante del villancico, cuya
estructura es: abbaaccc. La rima es consonante y los versos octosílabos, excepto para los
últimos versos de cada estrofa, que son pentasílabos. Los dos últimos versos forman un
estribillo,  que se repite al finalizar cada estrofa, y es en este donde se encierra el objeto
temático de la composición.

Estructura interna

Son octetos las estrofas que componen este poema: seis versos más dos del estribillo. Cada
una de ellas tiene como denominador común el poder del dinero, por lo cual podemos decir que
la coherencia temática es obvia y eso nos lleva a no dividirlo en partes.

Análisis

De la misma manera que en la obra de Góngora o Lope se puede rastrear la presencia de la


tradición popular, llegados a Francisco de Quevedo también lo podemos decir. El poema tiene
como referente un refrán que, como todos los refranes, guarda gran sabiduría. En este caso,
entendemos que cada octeto tiene el valor de glosa, respecto al estribillo, en este caso, refrán,
con lo cual se va desarrollando el tema apuntado, así como se incorporan matices sobre lo que
se puede conseguir con el dinero.
            Empieza el poema al modo de otras composiciones de carácter tradicional en los que
una joven se dirigía, en primer persona, a su madre para contarle sus penas de amor. Con ello,
la primera palabra, «Madre», inicia el apóstrofe y nos sitúa en el contexto en el que se
desarrollará el poema.
            A lo largo de los versos observaremos diferentes recursos, uno de los más destacados
será el de la personificación, concretamente, consistirá en atribuirle al dinero (o al oro)
características humanas. El fingimiento se observa en que la joven se muestra enamorada del
dinero y habla de él como si se tratase del amado ausente. El estribillo sería un buen ejemplo
de ello. Toda la primera estrofa desarrolla la personificación de considerar al dinero un amante
que recoge las características de los enamorados, aprovechando en este caso el color amarillo
de estos y el amarillo del oro, con lo cual llegamos a una dilogía, recurso que en esta
composición adquiere un papel fundamental. Se trata de un juego de agudeza para dar a
entender no solo lo que se dice, sino también lo que se calla o se agazapa en lo dicho.
            Por otro lado, en los términos «doblón» y «sencillo», el poeta alude a diferentes
monedas, a la de oro, «doblón», y a otra de menos valor, «sencillo», por lo tanto, entendemos
que el dinero, representado en cualesquiera de sus formas, encierra siempre mucho
poder[8]. Tan importante como el significado es jugar con las palabras; aquí el poeta presenta
una antítesis en los términos señalados, con la finalidad de abarcar toda la dimensión que
alcanzan las monedas, desde la que es de oro a la inferior.
            En la segunda estrofa, de forma elíptica para el sujeto, vemos que está dedicada a
presentarnos el recorrido del dinero, desde su origen hasta su pérdida. Se dice que llega desde
América a España, donde, como si se tratase de un ser vivo, muere. La personificación se
continúa para aludir a los banqueros genoveses, que eran quienes sufragaban las campañas
militares de los tercios españoles. Son la mayoría de estrofas las que presentan un doble
tratamiento temático; es decir, se observa en ellas dos partes que, aunque mantienen la
temática del poder del dinero, tales partes se diferencian en que cada una añade diferentes
aspectos al mismo tema. En ese mismo octeto, en un cambio rotundo del rumbo que se tomaba
para enfilar la estrofa,  se trata otra característica del mismo tema, el de acrecentar las
cualidades estéticas de quien posee el dinero.
            Vamos observando las infinitas posibilidades sociales que abre la riqueza a quien la
posea. Vemos que el dinero, además de ensalzar al rico, supera prejuicios de clase y de
religión. Aquí hace su aparición el oxímoron: «tan cristiano como moro». Por lo leído, con el
dinero ya no existe ningún tipo de obstáculo social ni de apariencia. Como sucedía en la estrofa
anterior, en esta también nos encontramos con un segundo aspecto relacionado con el primero.
En esta segunda parte de la estrofa se pasa a hablar de otro logro que se adquiere con lo
material. Partiendo una vez más de la oposición de elementos, en este caso, oposición verbal,
el autor nos lleva hasta una paradoja que alcanza un valor ético: «Pues que da y quita el
decoro», por otro lado, Quevedo no deja de aludir a cuestiones de carácter social: «y quebranta
cualquier fuero», para situar a quien posee la riqueza, por encima de ley.
El conceptismo estruja las palabras y las eleva en un juego cuyo uso aporta
significados nuevos. En la siguiente estrofa nos habla del lujo y de la riqueza provenientes de
Oriente. Una vez más vemos la dilogía, que amplifica los significados léxicos. Leemos: «porque
en las venas de Oriente / todas las sangres son reales». Nos encontramos con el doble sentido
del término «reales», que además de representar a la realeza, también se refiere a la moneda,
por consiguiente, seguimos viendo la exaltación del capital. La dilogía se une, en la segunda
parte del octeto, a una antítesis: «al duque y al ganadero», en la que al poeta le parece
asombroso que el poder del dinero iguale a los miembros de diferentes clases sociales.
En el primer verso de la quinta estrofa destaca el uso de la interrogación retórica, que
pretende abrir la reflexión en los receptores de los versos. Destacará la pregunta por la
presencia de la dilogía en la palabra «Blanca» que, si por un lado se refiere a la princesa de
Castilla, por otro, a la moneda de escaso valor. Como viene siendo habitual, en esta estrofa
también se enlaza la dilogía con la antítesis: «Pero, pues da al bajo silla / y al cobarde hace
guerrero,» En realidad se trataría de una doble antítesis, recurso propio del conceptismo
barroco. Si en un verso se opone al de baja condición, recogido en la expresión «da al bajo», la
idea de alta condición social se recoge en el vocablo, «silla». En el verso siguiente leemos: «y
al cobarde hace guerrero», que de igual manera encierra dos ideas contrarias.
            Tal vez lo más destacado de la sexta estrofa sea el uso que el poeta hace del término
«escudo». Tal palabra responde a tres realidades: referente a las armas; a la moneda; y al
distintivo, escudo nobiliario. El concepto que se presenta es que sin los escudos (monedas) no
se pueden alcanzar los escudos nobles.[9]
            El segundo tratamiento temático, ya en la segunda parte de esta estrofa, nos ofrece una
muestra de conceptismo para referirse a la avaricia que despierta la riqueza:

«y pues a los mismos robles


da codicia su minero[10]»

El poeta quiere decirnos que a los mismos barcos procedentes de América, aquí
recogidos en la sinécdoque «robles», que es el árbol del que se obtiene la madera con el que
se construían, les despierta la codicia, recogida en la palabra «minero», o sea, quien extrae el
oro de la mina.
            En la siguiente estrofa el poeta, llevado por su ingenio, quiere conducirnos a la
confusión léxica. La palabra «gato» adquiere diferentes significados y varios de ellos son
posibles. Si por un lado significa dinero, también es la bolsa donde este se guarda, o bien,
significa ladrón. Al decir «gatos le guardan de gatos», nos dice que en los bolsos se guarda el
dinero para que los ladrones no lo puedan robar, así como que el dinero protege de los
ladrones; pero también que ladrones protegen de otros ladrones. Las combinaciones son varias
y los significados, también. En la segunda parte del octeto entra por primera vez la Justicia, la
cual, en palabras del poeta, parece susceptible de ser corrompida por el brillo del dinero. En
estos versos, vuelve a ser la antítesis el recurso escogido por el autor: «y ablanda al juez más
severo».
En estos versos se pueden enlazar las palabras,  «tratos» y «recatos», que nos
llevarían a entender que las interpretáramos como acuerdos de tipo sexual. Quevedo nos dice
que el recato y la moral dejan de ser obstáculos cuando es el dinero el que aparece.
Entre las cualidades destacadas para el dinero, ya en la octava estrofa, observaremos
que la división de este no afecta a su valor. El dinero se identifica con vocablos como
«majestad», «calidad» o «autoridad», como si se tratase de algo cuasi prodigioso. Por ello
consigue lo que nada ni nadie lograría, dar calidad «al noble y al pordiosero». Observamos que
de nuevo la antítesis resulta esencial para exponer y destacar las propiedades de la vil materia.

Esta estrofa enlazaría con la séptima en lo referente a la cuestión que arriba se concretaba en
los términos «tratos» y «recatos». La estrofa se refiere a la mujer y a su afición a lo material.
Cuando Quevedo se refiere a «las caras de un doblón», se está refiriendo, de nuevo a través
de la dilogía, tanto a las caras de la moneda como a las caras de los RR. CC. que eran las que
aparecían acuñadas en los doblones. Además, en este texto, escrito al más puro estilo
conceptista, parece que nunca se acaban de agotar todas las posibilidades léxicas. Cuando el
poeta apunta que las mujeres, gracias al dinero son más fáciles de conseguir («que a las caras
de un doblón / hacen sus caras baratas»), se desarrolla la idea a partir de, una vez más, del
encuentro de sus opuestos, en concreto, del uso del oxímoron. 
Llegados a la última estrofa, el primer elemento que nos llama la atención es una nueva
personificación del dinero, pues se le considera «sagaz». A través de ese adjetivo el poeta le
está atribuyendo una característica humana, pues no es en sí sagaz el dinero, sino quien lo
posee.
Hemos de añadir que nos encontramos en estos versos con una serie de oposiciones
que refuerzan la intención del autor, que viene desarrollándose desde el principio del poema,
como es sabido: la exaltación del dinero. La décima estrofa es casi un corolario, pues por el
uso del polisíndeton parece que el autor pretende conducirnos hacia una conclusión.
Veamos las antítesis de este último octeto. A primera vista puede parecernos que en el
verso en el que leemos «sus escudos en la paz», nos presenten una antítesis, sin embargo, y
sin descartar la dilogía, predomina el significado de moneda frente al de arma defensiva. El
equívoco al que pretende aproximarnos el autor se reafirma en la palabra del verso siguiente:
«rodelas», pues se trata de un tipo de escudo, ahora dentro del ámbito guerrero.

El juego conceptista llega hasta el final del poema. En el penúltimo verso leemos: «Y pues al
pobre le entierra». Cuando menos, son dos las interpretaciones a las que nos lleva. De una
parte se puede entender en un sentido literal; es decir, con dinero se paga el entierro del pobre.
Pero ello no sería una excepción, pues podríamos añadir que con dinero se paga el entierro
para cualquier individuo del arco social. Ello nos lleva a una segunda interpretación, que sería
la que nos dice que el afán del pobre por el dinero tiene un final trágico, además de la alusión a
la lucha inútil del pobre por alcanzarlo. Las dos últimas interpretaciones parece que se ajustan
más al aspecto crítico y satírico del poema, que enlazaría con estrofas anteriores en las que se
cuestionaban algunas costumbres.
El cierre de todos los versos nos viene, como decíamos, desde el polisíndeton. La «y»
pretende aportar el último elemento de una enumeración, y en esa última, nos volvemos a
encontrar con el oxímoron: «y hace propio al forastero», por lo tanto, con el dinero suficiente no
nos encontraremos rechazados en ningún lugar.

Conclusión

            Se trata de una letrilla que, como tal, busca un tono satírico con su ineludible crítica
social. A modo de canción, que se acogería a la tradición literaria con un recorrido desde las
jarchas, pasando por las cantigas de amigo, entre otras composiciones, el autor crea a un
personaje, que podría ser una joven, para que esta se dirija a su madre y le muestre su pasión
por un caballero que no es otro que el dinero. Entre los recursos que el autor utiliza para llevar
adelante su propuesta, destacaríamos aquellos que presentan la oposición de elementos, como
la antítesis o el oxímoron, junto a estas, también las dilogías y la personificación. El poema en
su desarrollo mantiene una línea continua; es decir, no hay una parte de máxima tensión, sino
que su evolución es uniforme, peroaunque destacada desde la primera estrofa.

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