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Romeo y Julieta Resumen
Romeo y Julieta Resumen
Acerca de
Considerada ya el arquetipo por excelencia del amor desventurado, Romeo y Julieta es una obra
temprana de William Shakespeare: se cree que la escribió en 1595. A diferencia de tragedias
posteriores, esta es una tragedia de destino, dado que es una fuerza exterior e inevitable la que
lleva a los protagonistas a su trágico final.
Como sucedía típicamente en el teatro isabelino, que inspiraba sus obras en historias francesas o
italianas, la historia de Romeo y Julieta está basada en un poema narrativo de Arthur Brooke,
inspirado a su vez en una obra italiana. Sin embargo, la versión shakespeariana sufrió varios
cambios: la historia está mucho más condensada, hay elementos cómicos ausentes en el original, y
el personaje de Mercucio es un agregado del dramaturgo.
Como en todas las obras de Shakespeare, uno de los aspectos más interesantes de Romeo y Julieta
es el complejo uso del lenguaje y la riqueza de recursos de la que da cuenta el dramaturgo.
Aunque la específica versificación de los diálogos, elemento esencial para la caracterización de los
diferentes personajes, se pierde en buena medida en la traducción al español, sí se pueden
apreciar los diferentes registros, las formas poéticas, las figuras retóricas y los juegos de palabras
que atraviesan toda la obra y describen a cada personaje. Así, por ejemplo, la nodriza se
caracteriza por un lenguaje coloquial con elementos cómicos, mientras que Fray Lorenzo utiliza
la forma del sermón, y su discurso es grave, sentencioso. Julieta, por su parte, muestra una gran
destreza para la ambigüedad y los juegos de palabras. En el caso de Romeo, el lenguaje no solo
sirve para caracterizarlo sino que, de hecho, refleja con mucha claridad la evolución del
personaje: si al principio de la obra Romeo utiliza una gran cantidad de lugares comunes para
referirse a Rosalina, su discurso amoroso es mucho más original y complejo cuando se dirige a
Julieta, dando cuenta de un amor genuino.
La obra en su totalidad está plagada de originales juegos de palabras, doble sentidos, antítesis,
oximorones, símiles y metáforas, reflejando una absoluta maestría en el uso del lenguaje.
Aunque Romeo y Julieta fue efectivamente popular en su época, con el tiempo se ha convertido en
uno de los clásicos más importantes de la cultura occidental. Además de las innumerables puestas
en escena que ha tenido en todo el mundo, la obra de Shakespeare ha inspirado una gran
cantidad de películas, libros, óperas, canciones y obras pictóricas, entre otros.
Resumen
Romeo y Julieta tiene lugar en Verona, Italia, en el contexto de una larga rivalidad entre dos
poderosas familias: los Montesco y los Capuleto.
La obra comienza con un enfrentamiento entre los sirvientes de estas dos casas, a la que luego se
suman Benvolio y Teobaldo, miembros de ambas familias. La refriega es interrumpida por el
Príncipe Escalus, quien amenaza a ambas familias con graves castigos en caso de que continúen
los enfrentamientos.
El joven Romeo Montesco, por su parte, se mantiene ajeno a estas peleas y se muestra triste y
melancólico porque su amor por Rosalina no es correspondido. Romeo y su primo y amigo
Benvolio se encuentran con el bufón de los Capuleto, que lleva consigo una lista de invitados a
una fiesta que se realizará en la casa de su amo. Como es analfabeto, Romeo lee la lista para él, y
allí encuentra a su amada Rosalina. Así, Benvolio y Romeo deciden asistir enmascarados al
evento, aunque este tiene lugar en la casa enemiga.
En la fiesta, Romeo se enamora perdidamente de Julieta, única hija de Capuleto, enemigo de su
padre. Y aunque uno de los objetivos de la fiesta era que Julieta conociera y se acercara a Paris,
noble pretendiente de su mano, ella se enamora a su vez de Romeo. Romeo y Julieta
intercambian votos de amor y se besan. Antes de que termine la fiesta, la nodriza de Julieta le
devela a él la identidad de ella, y a ella la de él.
Tras finalizar la fiesta, Romeo entra clandestinamente al jardín de los Capuleto, desde donde
escucha a Julieta, quien no se percata de su presencia, confesar su amor por él. Entonces él se
muestra y le asegura que su amor es correspondido. Antes de despedirse, acuerdan que Julieta
enviará a su nodriza a la mañana siguiente para encontrarse con él y determinar un momento y
un lugar para casarse. Más tarde ese día, los amantes efectivamente se casan en la celda de Fray
Lorenzo, quien acepta unirlos en secreto con el objetivo de que este matrimonio logre terminar
con la rivalidad entre ambas familias.
El mismo día, Benvolio y Mercucio, amigo de Romeo, se encuentran con Teobaldo, primo de
Julieta. Mientras discuten, aparece Romeo, y Teobaldo lo reta a duelo. Romeo, sabiéndolo
pariente, se rehúsa a pelear, y entonces Mercucio inicia un enfrentamiento con Teobaldo para
defender el honor de su amigo. Mientras Romeo se interpone entre ellos, queriendo parar la
pelea, Teobaldo hiere de muerte a Mercucio, quien fallece poco después, maldiciendo a las dos
familias. Cuando Teobaldo vuelve a aparecer, Romeo, furioso por el asesinato de su amigo, se
enfrenta con él, lo mata y huye. Al enterarse de lo sucedido, el Príncipe Escalus condena a
Romeo al exilio.
Es la nodriza quien le cuenta las malas nuevas a Julieta, quien rápidamente supone que Romeo,
lejos de ser un villano, mató a Teobaldo para evitar ser él mismo asesinado. Entonces le da a la
nodriza un anillo para dárselo a su amado.
La nodriza encuentra a Romeo en la celda de Fray Lorenzo, donde él mismo está enterándose de
la condena recibida. Allí, por consejo del fraile y con complicidad de la nodriza, el joven amante
determina escabullirse en la habitación de Julieta esa misma noche para consumar su matrimonio
y huir luego, en la madrugada, hacia Mantua.
Mientras tanto, Capuleto determina el rápido casamiento del noble Paris con su hija, quien,
asume, acatará sin problemas su deseo. Cuando se le informa esto a Julieta, ella se niega a
casarse y su padre se enfurece, amenazándola con desconocerla y desheredarla si no se casa con
el pretendiente elegido.
Julieta entonces visita a Fray Lorenzo para pedirle consejo. Él le propone un plan: ella debe
pretender arrepentimiento frente a sus padres y tomar, la víspera de la ceremonia, una pócima
que la hará parecer muerta durante dos días. Así, eludirá el matrimonio con Paris y Romeo,
informado del plan, la rescatará en secreto cuando ella despierte.
Sin embargo, cuando Julieta se disculpa con su padre, este, entusiasmado, adelanta un día el
casamiento. Julieta toma entonces la pócima y es encontrada, aparentemente muerta, a la
mañana siguiente.
Mientras tanto, el enviado de Fray Lorenzo tiene un problema que no le permite entregarle a
Romeo la carta que le envía el fraile, informándole del plan. En cambio, recibe la visita de su
sirviente, quien le cuenta que Julieta ha muerto. Desesperado, Romeo compra un veneno letal y
se dirige a la tumba de su amada para suicidarse junto a ella.
Por su parte, apenas se entera de que su mensaje no llegó a destino, Fray Lorenzo se dirige hacia
el mausoleo de los Capuleto para rescatar a Julieta cuando ella despierte. Sin embargo, Romeo
llega primero y se encuentra en el cementerio con Paris, quien se dirigía allí para llevar flores a la
tumba de Julieta. Al ver a Romeo, intenta detenerlo por no respetar el exilio. El joven Montesco
trata de evitar la confrontación con Paris, pero ante la insistencia de este por detenerlo termina
enfrentándose con él y matándolo. Romeo cumple con el último deseo de su víctima: yacer junto
al cuerpo de Julieta. Finalmente, él mismo se recuesta también en la tumba y bebe el veneno.
Fray Lorenzo llega demasiado tarde. Cuando Julieta se da cuenta de que su amado yace muerto
junto a ella, se suicida con la daga que llevaba Romeo consigo.
Cuando el Príncipe, los Capuleto y el padre de Romeo llegan al cementerio, entre Fray Lorenzo
y los pajes de Paris y de Romeo reconstruyen lo sucedido. Al conocer los hechos, y reconocer la
responsabilidad que su propia rivalidad tuvo en los mismos, Montesco y Capuleto deciden
terminar con el rencor que enfrentó a ambas familias por tanto tiempo.
Lista de Personajes
Romeo Montesco
El joven hijo de la familia Montesco. Es un adolescente que, al principio de la obra, está
enamorado de una señorita que no corresponde su amor. Esto lo lleva a estar melancólico y
taciturno. Sin embargo, después de conocer a Julieta en una fiesta en la Casa Capuleto y
enamorarse de ella, Romeo se muestra más maduro: experimenta el verdadero amor y está
dispuesto a morir por él.
Julieta Capuleto
La joven hija de la familia Capuleto. Es una doncella de 13 años cuando se enamora de Romeo. A
pesar de su corta edad, se muestra como una muchacha decidida y pasional, dispuesta a morir
para no traicionar su amor. Además, Julieta da señales de ser aguda e ingeniosa cuando habla
con sus padres o con Paris: hace uso de la ambigüedad y el doble sentido para no mentir, y aún
así mantener en secreto su amor y su casamiento con Romeo.
Príncipe Escalus
El Príncipe de la ciudad de Verona. Es quien se ocupa de establecer la ley y el orden, y se
muestra al hacerlo como un gobernante justo e imparcial. Es él quien condena a Romeo al exilio
tras la muerte de Teobaldo.
Montesco
Es el padre de Romeo. Representa uno de los polos en la rivalidad que sostienen dos poderosas
familias de Verona.
Lady Montesco
La esposa de Montesco y madre de Romeo. Muere a causa de la tristeza que le provoca el exilio
de su hijo.
Capuleto
Es el padre de Julieta. Representa el segundo polo en la rivalidad que sostienen las poderosas
familias de Verona. En sus conversaciones con Julieta acerca del casamiento de ella, se muestra
temperamental e iracundo. Este perfil contrasta, por otro lado, con su gran felicidad y
entusiasmo cuando Julieta aparenta estar finalmente interesada en casarse con Paris.
Lady Capuleto
La esposa de Capuleto. Aunque conversa con Julieta, queda claro que la nodriza la conoce mejor
y tiene una relación más profunda con ella. Cuando Julieta confronta a su padre por el tema de
su casamiento con Paris, Lady Capuleto se muestra sumisa con su esposo, y acata sus decisiones,
aunque estas perjudiquen el bienestar de su hija y vayan en contra de su deseo.
Fray Lorenzo
Monje de clausura de confianza de Romeo y también de Julieta. Es quien acepta casar a los
enamorados, con el objetivo último de que la unión termine con el antiguo enfrentamiento entre
sus dos familias. También es quien urde el plan para que Romeo y Julieta puedan escaparse
juntos, tras la condena al exilio de él.
Fray Lorenzo es representado como un hombre sabio y leal: no solo posee un gran conocimiento
de la naturaleza, sino que además es reconocido por todos como un excelente consejero.
Nodriza
Cómplice y consejera de Julieta en su relación con Romeo, la nodriza es leal y cariñosa con la
joven Capuleto. Se muestra determinada y de carácter fuerte: incluso confronta a Capuleto
cuando el hombre, lleno de rabia, ataca verbal y físicamente a su hija. Aporta, por momentos,
elementos cómicos a la tragedia.
Mercucio
Pariente del príncipe y amigo de Romeo. Es divertido y gracioso: hay elementos cómicos en su
discurso. De carácter irascible, es también un amigo leal: se preocupa genuinamente por el
bienestar de Romeo, al punto de morir intentando defender su honor.
Benvolio
Primo y amigo de Romeo. Da señales de ser conciliador e intentar evitar la confrontación con los
Capuleto. Tiene un rol esencial como testigo de las muertes de Mercucio y Teobaldo, las cuales
relata al Príncipe.
Teobaldo
Sobrino de Capuleto. Es un personaje agresivo e iracundo que encarna sin contradicciones la
rivalidad heredada de la generación de sus padres. Siempre dispuesto a desenvainar su espada,
mata a Mercucio a traición y es finalmente asesinado por Romeo, que venga la muerte de su
amigo.
Paris
Paris es un joven noble que pretende la mano de Julieta. Bello y rico, es un gran candidato, pero
Julieta no lo ama. A pesar de que el casamiento no llega a consumarse, lleva flores a la tumba de
Julieta, dando señales de ser honesto y leal. Morirá en manos de Romeo hacia el final de la obra.
Primo Capuleto
Invitado a la fiesta en la casa de los Capuleto, recuerda viejas épocas junto a su primo, dando
cuenta de una relación duradera.
Fray Juan
Es el fraile que debe llevarle a Romeo la carta en la que Fray Lorenzo le explica su plan para
evitar el casamiento de Julieta con Paris, pero fracasa debido a hechos fortuitos.
Baltasar
Ayudante de Romeo. Es quien le lleva la noticia falsa de que Julieta ha muerto. Hacia el final de
la obra, tiene también un importante rol de testigo a la hora de reconstruir los hechos para el
Príncipe, Montesco y Capuleto.
Abraham
Sirviente de los Montesco.
Sansón y Gregorio
Dos sirvientes de la familia Capuleto. Con ellos, inicia la obra.
Bufón
Trabaja para los Capuleto. Es uno de los personajes que introducen elementos cómicos en la
tragedia. Además, como es analfabeto, origina accidentalmente el suceso del cual se desprenden
todos los demás: invita a la fiesta de los Capuleto a Romeo, luego de que este le haya leído la lista
de personas a quienes le encargaron invitar.
Pedro
Ayudante de la Nodriza.
Boticario
Un viejo pobre de la ciudad de Mantua. Acepta venderle a Romeo el veneno con el que se
suicidará.
Músicos y sirvientes
Tienen un rol secundario. Su carácter cómico suele tener la función de distender la fuerte tensión
que caracteriza por momentos la obra.
Coro
En esta obra, el coro es una voz ajena a la ficción que presenta y comenta la obra. Tiene dos
apariciones: al principio, como “Prólogo”, resume la historia y adelanta el trágico final; vuelve a
aparecer al final del primer Acto para comentar lo sucedido y dar indicios de las acciones
venideras.
Temas Principales
El amor romántico
Romeo y Julieta trata de un romance que se ha convertido, a lo largo de los años, en el ejemplo más
emblemático de lo que se conoce como “amor romántico”.
El amor romántico nace de un impulso generado por los fuertes deseos de conectarse con otra
persona de manera íntima, por lo que las características de un amor de este tipo se debaten entre
un deseo emocional-afectivo y el deseo sexual, preponderando siempre el primero por sobre el
segundo. Sin embargo, y aunque el amor entre nuestros protagonistas implica un inmediato
compromiso de fidelidad eterna, también se muestra pasional y explosivo. Esto le otorga a la
lujuria y la infatuación un rol importante en el nacimiento y el desarrollo de la historia amorosa.
Esta trascendencia del aspecto sexual, además, se ve reflejado en los numerosos juegos de
palabras con connotaciones sexuales que invaden la obra.
Por otro lado, el amor romántico se caracteriza también por ser eterno (para toda la vida e
incluso más allá de la muerte), incondicional y exclusivo, y por implicar un alto grado de
renuncia. Así, todo, incluso la propia vida, pasa a un segundo plano frente a la importancia de
dicho amor. Este aspecto se ve claramente a lo largo de la obra de Shakespeare.
Finalmente, el amor entre Romeo y Julieta es también trágico: desde el momento en que se
conocen, Romeo y Julieta saben que su mutuo amor tiene, en la rivalidad de sus dos familias, un
gran obstáculo. Esta rivalidad, junto a otros elementos fortuitos y externos, pondrá a prueba un
amor que no sufrirá, a pesar de todo, ninguna modificación. Y ese carácter incondicional, leal e
inclaudicable de su amor será el que lleve a los protagonistas al trágico final.
Esta concepción del mundo puede apreciarse en un monólogo de Fray Lorenzo, personaje
asociado a la sabiduría en toda la obra:
El destino
Podemos caracterizar a Romeo y Julieta como una tragedia de destino porque la sucesión de hechos
parece responder a una fuerza externa e independiente de la voluntad de los personajes, que son,
si se quiere, víctimas de esas circunstancias. Esto se hace evidente numerosas veces a lo largo de
la obra: pequeños hechos fortuitos tienen efectos catastróficos para los protagonistas, como
cuando Capuleto decide adelantar un día la boda entre su hija y Paris, o cuando el mensajero
enviado por Fray Lorenzo a Mantua no llega a entregar el mensaje a Romeo porque es detenido
por oficiales sanitarios.
La fuerza del destino es también tematizada en los diálogos de los personajes, como cuando
Romeo se lamenta, tras asesinar a Teobaldo: “¡Ay, soy el juguete de la fortuna!” (Acto III,
Escena I, p.74).
Otra marca de la ineludibilidad del destino consiste en los constantes presagios que los
protagonistas manifiestan a modo de intuiciones, como cuando Julieta se despide de Romeo tras
su noche de bodas y exclama: “¡Ay, Dios, negros presagios oprimen mi espíritu!” (Acto III,
Escena V, p.93). Estas predicciones suponen un destino ya escrito y, por tanto, ineludible.
La identidad
La identidad es un tema que se instala en la obra desde la primera aparición de Romeo, quien,
melancólico y dolido por un amor no correspondido, se manifiesta inseguro sobre su propia
identidad y su razón de ser en el mundo. El tema es luego explícitamente introducido por Julieta
en su monólogo de la Escena II del Acto II:
Por su parte, cuando se entera de la noticia de su destierro, Romeo saca su daga y amenaza con
matarse, con el objetivo de destruir la parte de su cuerpo en la que habita su nombre: “¿En qué
ruin parte de esta anatomía reside mi nombre? / Dímelo, ¡para que pueda destruir la aborrecible
mansión donde habita!” (Acto III, Escena III).
Esto también puede observarse en las acciones específicas de Capuleto: aunque en principio se
muestra interesado en conocer el deseo de su hija respecto a su potencial casamiento con Paris,
finalmente le impone esta unión bajo la amenaza de desconocerla y desheredarla si ella no actúa
según los deseos de él. En conclusión, el tema de los mandatos sociales se ve estrechamente
ligado al de la relación entre padres e hijos en general, y al de la ruptura generacional en
particular.
La muerte
La omnipresencia de la muerte está clara en la obra. A lo largo de las escenas, esta cumple
diferentes funciones: aparece asociada alternativamente con la cobardía o con la lealtad eterna
cuando se presenta como suicidio, y acompaña el desorden que trae la rivalidad entre los
Capuleto y los Montesco, constituyendo repetidas veces una funesta consecuencia del mismo.
La muerte aparece también personificada en numerosos fragmentos y se repite, sobre todo hacia
el final de la obra, el motivo de la Muerte como amante de Julieta. Capuleto, por ejemplo, le dice
a Paris tras encontrar aparentemente muerta a su hija: “¡Ay, hijo, la víspera de tu día de bodas /
El espectro de la Muerte se ha acostado con tu esposa!” (Acto IV, Escena V, p.115).
El suicidio
El tema del suicidio se presenta rápidamente en la obra y se torna una idea obsesiva en ambos
protagonistas, como una forma honorable y desesperada de escapar de los mandatos sociales que
contradicen sus deseos primero, y su efectivo matrimonio después.
La idea del suicidio aparece ya de forma recurrente a partir del Tercer Acto. Cuando se entera de
que ha sido condenado al exilio por el asesinato de Teobaldo, Romeo toma su daga y amenaza
con suicidarse. Fray Lorenzo lo detiene y lo sermonea:
El suicidio es analizado aquí desde una perspectiva religiosa, según la cual se trata de un pecado
que atenta contra ese orden armónico del universo en el que creía la cosmovisión isabelina.
Al final del mismo acto, Julieta anuncia que hará lo imposible por salvar su amor y amenaza: “Si
lo demás fallara, me queda el poder de terminar mi vida” (Acto III, Escena IV, p.101). Aquí
aparece nuevamente el suicidio como una forma desesperada de defender el honor y la fidelidad.
El supuesto, en esta lectura del suicidio, es esa concepción del amor romántico analizada
anteriormente, que implica un amor eterno más grande que la propia vida.
Por otro lado, ya en este inicio queda claro que nos encontramos frente a una tragedia de destino,
en tanto Romeo y Julieta son caracterizados como dos amantes que nacieron “bajo astros
adversos”.
(...)
Para que los ojos de los vagabundos nocturnos se cierren al descanso, y Romeo
Con vuestro negro manto cubrid esta mi sangre que no ha conocido hombre
Y que me quema las mejillas, hasta que el tímido amor cobre coraje
(...)
Por otro lado, se vuelve a introducir aquí el tema de la muerte ("Dadme mi Romeo y, cuando yo
muera, / Tomadlo y cortadlo en estrellas pequeñas"), que incluso puede leerse como un elemento
de presagio.
Finalmente, es interesante notar la personificación de la Noche, que es además caracterizada, en
un verso, como amante de Julieta ("Venid, gentil Noche, venid, amante Noche de negro rostro").
Más tarde en la obra, será la Muerte, también personificada, la que aparezca de forma recurrente
como amante de la protagonista.
Allí yace,
Con esta reflexión, el Príncipe también da cuenta del final de un ciclo de desorden y el comienzo
de una nueva armonía social, que será inmediatamente confirmada por la reconciliación efectiva
entre Montesco y Capuleto.
Análisis
La obra de Shakespeare comienza con un Coro extradiegético que toma el lugar de narrador,
sintetizando y anticipando la historia. Era típico en el teatro isabelino empezar las tragedias con
un Coro, siguiendo la tradición del teatro clásico. En ese sentido, este Prólogo ubica
inmediatamente a la obra dentro de este género dramático. Aún más, el Coro anuncia que la obra
versa sobre "dos amantes bajo astros adversos", y sobre un amor "a la muerte destinado". En
otras palabras, este Prólogo pone ya en evidencia que Romeo y Julieta es lo que podemos definir
como tragedia de destino, dado que el trágico desenlace será consecuencia de fuerzas externas e
incontrolables, y no de defectos o errores de los protagonistas.
Es interesante notar que el Coro rompe con la cuarta pared del teatro, admitiendo que se trata de
una obra teatral y dirigiéndose directamente al público: “Ocupará las dos horas de nuestro lapso
teatral; / Y si vosotros tenéis la atención de presenciar, / Lo que resulte inadecuado mañana
sabremos enmendar”.
Acto I, Escena II
El Señor Capuleto dialoga con el Conde Paris, quien le confiesa que pretende la mano de su hija,
Julieta. Esa noche se ha organizado una fiesta en la Casa de los Capuleto, y Capuleto lo invita
para que pueda cortejar a su hija, si así lo desea. Capuleto le encomienda entonces a su Bufón
una lista de personas a quienes debe invitar. Como el Bufón no sabe leer, se pone a buscar a
alguien que pueda ayudarlo a cumplir su deber. Entonces se cruza con Benvolio y Romeo, y este
le lee la lista. Entre los invitados se encuentra Rosalina, aquella doncella por la que Romeo sufre
de amor, y el Bufón, sin reconocerlo como hijo de los Montesco, lo invita a asistir. Luego de un
breve debate, Romeo y Benvolio deciden concurrir al evento.
Acto I, Escena IV
Romeo, Mercucio, Benvolio y un grupo de enmascarados se dirigen a la fiesta en la Casa
Capuleto. Mercucio y Romeo conversan: mientras Romeo utiliza una larga serie de lugares
comunes para lamentarse por su amor no correspondido por Rosalina, Mercucio se burla de él, y
luego habla largamente sobre la reina Mab, un hada proveniente del folklore pagano inglés.
Aunque Romeo presagia hechos trágicos, decide asistir a la fiesta.
Acto I, Escena V
En la fiesta, Teobaldo descubre que Romeo es uno de los enmascarados y pretende ajusticiarlo.
Capuleto lo detiene argumentando que Romeo respetó todos los códigos de la etiqueta, y que no
es honorable comenzar una disputa en su casa, menos en una fiesta. Teobaldo promete no olvidar
la ofensa. Romeo y Julieta se ven, él la corteja y se besan. En cuanto aparece la Nodriza, esta le
informa a Romeo que Julieta es hija de los Capuleto. Más tarde, también Julieta se enterará por
su nodriza que Romeo es un Montesco. La escena se cierra con la segunda y última aparición del
Coro, que resume y comenta los hechos acontecidos.
Análisis
Si en el análisis del Prólogo veíamos cómo Romeo y Julieta se presenta inmediatamente como una
tragedia, el inicio de este primer Acto subvierte ya, en buena medida, las expectativas generadas
por el Coro: la primera escena se inicia con dos sirvientes en un diálogo cómico y plagado de
divertidas alusiones sexuales. Y aunque la obra puede ser definida, sin duda alguna, como una
tragedia, nos encontraremos con otros personajes y situaciones cómicas alternando con
momentos de gran dramatismo.
La primera parte de la primera escena cumple, más allá de su efecto cómico, la función de
presentar el conflicto entre los Montesco y los Capuleto a partir de personajes secundarios,
dando cuenta de cómo este conflicto familiar se propaga a todos los miembros de las familias, e
incluso a sus sirvientes, generando un caos general. Se observa ya desde el principio, entonces, la
importancia de la concepción isabelina del universo como un sistema ordenado y jerárquico, en el
que el desorden en un lugar implica necesariamente problemáticas réplicas en otros niveles: aquí
vemos la capa más baja del orden social, los sirvientes, repitiendo el caos iniciado por los
Capuleto y los Montesco, mientras la cima de esta jerarquía, el Príncipe Escalus, intenta poner
orden a la situación.
En la tercera escena se presenta, por un lado, la relación que Julieta tiene con su madre y, más
importante aún, la que tiene con su Nodriza, que será fundamental a lo largo de toda la obra, ya
que ella será su principal ayudante en el desarrollo de su relación con Romeo. Por el otro lado,
Lady Capuleto se encarga de introducir un primer conflicto de intereses: el Conde Paris pretende
la mano de su hija y Julieta no está interesada en absoluto en el matrimonio. Aquí se da entonces
la segunda función de la escena: introducir un elemento problemático en el desarrollo de la
relación entre Romeo y Julieta, y anticipar una disputa intra-familiar que se desarrollará en las
escenas inmediatamente posteriores a la fiesta.
En la cuarta escena vemos a un Romeo haciendo gala de una larga serie de metáforas trilladas y
lugares comunes para describir su amor por Rosalina y su sufrimiento porque este no es
correspondido. Mercucio, por su parte, muestra su faceta cómica, burlándose de su amigo y
dedicándole una verborrágica reflexión sobre los sueños. Es interesante que en este discurso
Mercucio haga referencia al hada Mab, personaje pagano del folklore inglés. Sus comentarios
son profundos y poéticos, lo que le da al personaje de Mercucio cierta complejidad, lejos de
limitarlo a un mero rol cómico.
Por otro lado, es importante destacar que esta cuarta escena termina con el terrible presagio de
Romeo, que ya anuncia su propia muerte. El protagonista, sin embargo, reconoce que no puede
sino entregarse a un destino que no puede controlar, y asiste a la fiesta a pesar del oscuro
presentimiento. Nuevamente, hay indicios no solo de que la tragedia tendrá lugar
independientemente del obrar de sus protagonistas que están atados a fuerzas incontrolables,
sino también de la conciencia de Romeo acerca de ello.
En la última escena del primer acto, Romeo y Julieta se conocen, dando inicio al conflicto que se
desarrollará en los actos subsiguientes. Otro elemento que formará parte del conflicto más tarde
es que Teobaldo reconoció a Romeo en la fiesta: como Capuleto no le permite tomar medidas en
el momento, Teobaldo buscará venganza luego, lo que terminará con la muerte de Mercucio y la
suya, así como con el destierro de Romeo. En la actitud de Capuleto es interesante notar la
importancia de la hospitalidad: “Ni por toda la riqueza de esta ciudad querría tratarlo mal en esta
casa”, afirma.
En el cierre de este primer Acto, la nodriza ya asume el rol de ayudante de y comunicadora entre
los protagonistas, papel que conservará a lo largo de la obra. Julieta, por su parte, reconoce,
como lo hizo Romeo antes de ingresar a la fiesta, negros presagios, e introduce un motivo
fundamental en Romeo y Julieta: el matrimonio con la Muerte, o la Muerte como amante de
Julieta. "Es probable que mi tumba sea mi lecho de bodas", le dice a la nodriza.
Análisis
El primer Acto es más bien descriptivo: sirve para contextualizar la historia y presentar a los
personajes antes de terminar con el puntapié inicial del conflicto, que es el primer encuentro
entre Romeo y Julieta. Este segundo acto ya está enteramente orientado a la acción, y va a estar
muy enfocado en la temática del amor: en esta sección se desarrolla el repentino pero genuino
amor entre los protagonistas.
La segunda escena de este acto comienza con el famoso soliloquio de Julieta, que es escuchado
en secreto y luego interrumpido por Romeo. Cabe destacar que un soliloquio oído por otro
personaje es una novedad para el teatro de la época, dado que este constituía, según las
convenciones dramáticas, un monólogo que un personaje compartía exclusivamente con el
público.
En esta escena se presenta por primera vez uno de los motivos principales de la obra, que
consiste en la oposición luz/ oscuridad. En este caso, la luz es asociada con la belleza de Julieta y
al amor en general, y la oscuridad, que viene de la mano de la noche, es el manto que oculta a los
amantes pero también el que, paradójicamente, revela el amor. La relación que se plantea entre el
desarrollo del amor por un lado y la oscuridad por el otro también puede leerse como una
referencia a Cupido, que se caracteriza por ser ciego.
En este intercambio entre Romeo y Julieta aparecen nuevamente oscuros presagios. Dice
Julieta:
La cuarta escena tiene, mayormente, un tono humorístico: tanto Mercucio como la Nodriza dejan
ver su carácter cómico: Mercucio se burla del amor trillado de Romeo hacia Rosalina y utiliza el
doble sentido para introducir divertidas alusiones sexuales en el diálogo con su amigo. Cuando
aparecerá la nodriza, también se burlará de ella, la cual se mostrará furiosa, gritona y
verborrágica, añadiendo otra pizca de humor a la escena, tal como lo hará en la siguiente,
postergando las buenas nuevas para Julieta, que se muestra sumamente ansiosa por recibirlas.
Si habían quedado dudas en las escenas anteriores, acá la nodriza se posiciona fuertemente como
una ayudante necesaria para el desarrollo de la relación entre Romeo y Julieta. Ella y Fray
Lorenzo serán los principales cómplices de los jóvenes.
En estas escenas puede observarse que se han producido importantes cambios en los
protagonistas: si al principio de la obra Julieta se mostraba sumisa con su madre y la nodriza, y
admitía que el casamiento no le interesaba en lo más mínimo, en este acto desoye los llamados de
su nodriza repetidas veces cuando se encuentra en el balcón hablando con Romeo, y luego parece
que el matrimonio es lo único que le interesa. Romeo, por su parte, pasó de ese amor pasional y
egoísta por Rosalina a este por el que pone en peligro su propia vida, ya que lo coloca por encima
de esta.
En la escena que cierra el segundo acto de la obra, Romeo y Julieta se casan. Esto marca un hito
importante en la historia, ya que esta unión es el puntapié inicial que dará a los sucesos
subsiguientes su carácter trágico. A partir de este casamiento, los sucesos empezarán a acelerarse
y escalar, hasta llegar a su clímax al final del siguiente acto.
Escena II
Julieta espera ansiosamente la noche de bodas en su habitación cuando llega la nodriza, quien
trae la escalera de cuerdas que Julieta debe colgar del balcón esa noche para que Romeo suba
por ella desde el jardín de la casa a su cuarto. Pero también trae malas noticias: Teobaldo ha sido
asesinado por Romeo, y Romeo ha sido desterrado. Julieta se lamenta largamente y finalmente la
nodriza la consuela asegurándole que Romeo, escondido en la celda de Fray Lorenzo, vendrá esa
noche.
Escena III
Romeo llega a la celda de Fray Lorenzo y este le comunica la sentencia del Príncipe. Aunque el
fraile considera a Romeo dichoso por no recibir la pena de muerte, Romeo se desespera,
equiparando el destierro con la muerte. En medio de sus lamentos llega la Nodriza, que les hace
saber que Julieta también se lamenta profundamente. Ante la amenaza de Romeo de suicidarse,
Fray Lorenzo destaca la dicha de haberse casado, de no haber sido asesinado por Teobaldo y de
haber sido desterrado en vez de condenado a muerte. Además, es optimista respecto a la
posibilidad de anunciar el casamiento y reconciliar así a las familias de los jóvenes.
La nodriza se retira, no sin antes entregarle a Romeo el anillo que Julieta le envió. Finalmente,
Fray Lorenzo le ordena a Romeo que vaya oculto a la casa de los Capuleto para pasar la noche
de bodas junto a Julieta, y que se vaya luego a Mantua. El fraile le asegura también que estará
en contacto con el criado de Romeo para enviarle novedades periódicamente.
Escena IV
En la casa de los Capuleto, Capuleto se disculpa con Paris por la ausencia de Julieta, quien se
encuentra en su cuarto, supone él, llorando la muerte de su primo Teobaldo. Sin embargo, da por
sentado que ella aceptará la mano de Paris pues ese es el deseo de su padre. Así, Capuleto se
compromete a casar a su hija con Paris en tres días.
Escena V
Romeo y Julieta están despidiéndose en el balcón de ella; Romeo debe partir a Mantua antes de
que amanezca. Luego de la despedida, en la que Julieta manifiesta sus negros presagios, aparece
Lady Capuleto, instando a Julieta a dejar de llorar la muerte de su primo y asegurándole que la
misma será vengada. Julieta habla con su madre sobre Romeo, asesino de Teobaldo, con
ambigüedad, asegurándose decir la verdad y, al mismo tiempo, que su madre piense que aborrece
al asesino y que le desea la muerte.
A continuación, Lady Capuleto le anuncia a su hija su inminente unión con Paris que, por orden
de Capuleto, tendrá lugar el jueves siguiente. Julieta le agradece pero rechaza la oferta.
Enseguida entra Capuleto y, cuando su hija le comunica su decisión, él se enfurece con ella y le
asegura que, si no se casa con Paris, la echará de la casa y la desheredará. Capuleto y su mujer se
retiran y Julieta le pide consejo a la nodriza, quien le sugiere casarse con el conde Paris, ya que
su marido está desterrado. Simulando aceptar el consejo, pero furiosa en verdad con ella, le
comunica que irá a la celda de Fray Lorenzo. Su objetivo es buscar el consejo de este y, si todo
llega a fallar, suicidarse.
Análisis
Ya la primera escena de este acto da inicio al clímax de la obra. A partir de este momento, la
tensión dramática va a crecer, mientras las acciones que acercan a los protagonistas a su trágico
final tienden a acelerarse. Las muertes de Mercucio primero y Teobaldo después desencadenan el
primer giro argumental de la obra. Hasta el final del Acto II, con el casamiento consumado, todo
parecía ordenarse en función del deseo de los amantes, pero la reyerta con Teobaldo que Romeo
evita, dado que son ahora parientes, y la que Mercucio encara para defender el honor de su
amigo, termina confirmando el curso de la tragedia. Se puede ver cómo el amor, propuesto por
Romeo como herramienta para la reconciliación entre las familias, falla, y se impone la muerte.
En la segunda escena, la nodriza, nuevamente como lazo comunicativo entre Romeo y Julieta, le
informa a esta los trágicos sucesos. Retrasando otra vez esa entrega de la información (como
hiciera en el Acto anterior, cuando las noticias eran buenas), la nodriza le hace pensar a Julieta
que Romeo se suicidó. En sus desesperadas palabras pueden apreciarse elementos premonitorios
respecto a la muerte por envenenamiento que Romeo sufrirá al final: Julieta menciona la
posibilidad de su suicidio como un veneno para sus oídos. Inmediatamente, la nodriza aclara que el
muerto es Teobaldo y Romeo el desterrado. A partir de allí, Julieta despliega nuevamente un
magistral uso de los contrastes, como hiciera en escenas anteriores, en un discurso plagado de
antítesis y oxímorones referido a Romeo:
Sin embargo, luego de estas acusaciones iniciales, Julieta reinterpreta la acción de Romeo y lo
justifica.
En la tercera escena de este acto vuelve a aparecer la premonición del suicidio y de la muerte:
Romeo amenaza con suicidarse y Fray Lorenzo, tras quitarle la daga que sostiene, lo alecciona
sobre la cobardía del suicida, comparándolo con una bestia y con una mujer. Se introduce así una
perspectiva religiosa respecto al suicidio. En este discurso con el que el fraile se dirige a Romeo
puede apreciarse nuevamente su optimismo: destaca del derrotero de Romeo aquellos elementos
que pueden ser interpretados como buena fortuna, y tiene fe en resolver el asunto de la mejor
manera, creyendo aún en la inminente reconciliación entre los Capuleto y los Montesco.
El final del Acto III, punto más álgido de la tensión dramática, encuentra a Julieta y a Romeo
conversando luego de consumar su matrimonio, y antes de la partida de este último a Mantua.
En este diálogo aparecen nuevamente oscuras premoniciones: al despedirse, cada uno ve al otro
como dentro de una tumba.
Además de reforzar la antítesis luz / oscuridad que prevalece a lo largo de la obra, vemos aquí
que el destino se posa como un horizonte inevitable. En ambos, a pesar de la alegría de volverse a
ver, prevalecen las imágenes de oscuridad y los negros presagios. Luego sucederán dos rupturas
importantes. La primera se origina con la visita de Lady Capuleto en la alcoba de su hija. En esta
instancia, Julieta demostrará una gran maestría en el uso del doble sentido, dándole a entender a
su madre exactamente lo opuesto a lo que cree, sin faltar sin embargo a la verdad. Cuando su
madre, y luego su padre, le informan que su casamiento con Paris está confirmado, Julieta
rechazará de cuajo ese destino, y la ruptura entre generaciones llegará a su clímax: el padre la
amenaza con desconocerla y desheredarla, y hasta la golpea, llevando la tensión escénica a su
máximo.
Luego de esto se dará una segunda y significativa ruptura: Julieta maldice a la nodriza luego de
que esta le sugiera desconocer su casamiento con Romeo y casarse con Paris, y pierde así una
importante aliada. Solo le queda el consejo de Fray Lorenzo, y a él va a dirigirse, anunciando
premonitoriamente que, si nada funciona, le queda aún el suicidio. Antes de este momento, sin
embargo, es interesante notar que ya en boca de Julieta aparece este motivo que se repetirá en el
último Acto hasta el cansancio: la imagen de la Muerte como amante de Julieta. Es ella misma
quien le suplica a su madre: "Demora este casamiento por un mes, o una semana, / Y si no es así,
haz mi lecho nupcial / En el sombrío monumento donde yace Teobaldo" (p.99).
Análisis
El cuarto acto abre con una escena en la que Julieta, en la celda de Fray Lorenzo, se vuelve a
mostrar muy hábil en el uso de la ambigüedad y el doble sentido, esta vez con el conde Paris: "Os
confesaré a vos que lo amo", le responde al conde cuando este le pide: "No neguéis al padre que
me amáis" (p.104). Tras quedar a solas con el fraile, Julieta amenaza, como hiciera antes Romeo,
con suicidarse si no puede evitar su casamiento con Paris. Fray Lorenzo, por su parte, pone
paños fríos al drama e intenta calmarla mientras da muestras, nuevamente, de su optimismo:
"Espera, hija. Vislumbro cierta esperanza" (p.105), afirma, antes de comunicarle su plan. Hay
cierto grado de ironía en que el plan del fraile para evitar el suicidio de los amantes consista en
simular el suicidio de ella, que se hará, a su vez, realidad.
La segunda escena de este acto introduce el primer elemento que enfatiza de manera
contundente el carácter fortuito de los hechos que llevarán a los amantes a su trágico final,
poniendo en evidencia un destino escrito, incontrolable e inevitable: feliz por el falso cambio de
opinión de su hija respecto a su casamiento con Paris, Capuleto decide adelantar un día la boda.
Este pequeño cambio, totalmente ajeno a las acciones y las voluntades de los protagonistas, será
funesto para el plan del fraile.
(...)
A esta solitaria y angustiante escena le sigue una atravesada por numerosas voces y llena de
algarabía, dando cuenta de un fuerte contraste que, más allá de aliviar la tensión dramática,
aporta un rasgo irónico y destaca la grieta generacional: la incomunicación entre los adultos que
representan los mandatos sociales (entre los cuales ahora se incluye la nodriza) y la joven es tal
que solo una puerta separa estas escenas diametralmente opuestas.
La quinta y última escena vuelve a la habitación de Julieta y lleva a la mayoría de los personajes
que en la escena anterior irradiaban alegría, a encontrarse con el supuesto cadáver de la niña,
para luego dejar en el escenario a los músicos y sirvientes para volver a bajar la tensión con un
cierre cómico.
Acto V, Escena II
Fray Juan, encargado de viajar a Mantua para contarle a Romeo el plan de Fray Lorenzo, llega a
la celda de este último con una mala noticia: sospechando que el fraile pudiera ser víctima de una
enfermedad infecciosa, los oficiales sanitarios de la ciudad no le permitieron viajar. Fray Lorenzo
le ordena entonces a Fray Juan traer una barra de hierro, y planea ir al mausoleo donde yace
Julieta para que ella no esté sola cuando despierte, en tres horas, y para llevarla a su celda luego,
con el objetivo de esconderla hasta que Romeo llegue.
Cerca de ahí, Fray Lorenzo se encuentra con Baltasar, quien le cuenta que Romeo está en el
mausoleo de los Capuleto hace alrededor de media hora. Se dirige hacia allí y encuentra los
cadáveres de Paris y Romeo sobre el cuerpo de Julieta, que está despertándose. Entonces Fray
Lorenzo le ordena que se levante y se vaya con él antes de que llegue la Guardia. Ella se niega, y
una vez que Fray Lorenzo se aleja, besa a Romeo en los labios para que el veneno la mate
también a ella. Sin embargo, enseguida escucha la voz de un guardia que se acerca y, con el
objetivo de morir antes de que la encuentren, se apuñala en el corazón con la daga que traía
Romeo, y muere.
El paje de Paris y la Guardia, encabezada por el Capitán, llegan al lugar de los hechos. El
Capitán ordena a algunos soldados que revisen el lugar y capturen a todo el que encuentren.
Luego descubre el funesto espectáculo y entonces envía a otro grupo de soldados a buscar al
Príncipe, a los Montesco y a los Capuleto. Enseguida, un soldado captura a Baltasar y otro, a
Fray Lorenzo, que llevaba una azada y una pala. Ambos son llevados frente al Capitán.
Llegan a la escena el Príncipe, Capuleto y Lady Capuleto. El Capitán les narra lo poco que sabe.
Luego de que los Capuleto ven a su hija ensangrentada, llega Montesco, lamentándose porque su
esposa murió de pena tras el exilio de su hijo. Por orden del Príncipe, entre Fray Lorenzo y los
pajes de Romeo y Paris reconstruyen la historia, desconocida por los presentes. Baltasar, además,
le entrega al Príncipe la carta que Romeo le había dado para que se la entregase a su padre.
Luego del relato de los testigos, el Príncipe confirma que la carta de Romeo narra la misma
historia. Finalmente, Montesco y Capuleto se dan la mano. Montesco se compromete a levantar
una estatua de oro en honor a la casta Julieta, y Capuleto promete levantar otra opulenta estatua
en honor a Romeo y emplazarla junto a la primera.
Análisis
El quinto y último acto girará, sobre todo, alrededor del tema de la muerte. La forma más
emblemática, aunque no la única, que tomará es la del suicidio. Sin embargo, cabe destacar que
en el final de la obra el suicidio aparece como una opción heroica, a diferencia del Acto III, en el
que las amenazas de suicidio de ambos amantes aparecen como un escape cobarde a situaciones
adversas. Aquí, ni Romeo ni Julieta amenazan con suicidarse, sino que ambos eligen activamente
y llevan a cabo las acciones necesarias para, de hecho, suicidarse: Romeo compra el veneno, con
todas las dificultades que ello conlleva, y luego vuelve a Verona a pesar de su destierro para
morir junto a su amada. Julieta, por su parte, intenta beber el veneno de los labios de Romeo
para tomar luego la daga de su amante y clavársela. En ambos casos, lejos de huir de un
problema, los amantes optan activamente por suicidarse antes que vivir el uno sin el otro. El
dominio de la muerte constituye, paradójicamente, el triunfo del amor.
Es interesante notar en la primera escena que Romeo, que en varias instancias anteriores se
había entregado al destino a pesar de oscuros presagios y había asumido no solo el predominio de
los astros sobre su suerte sino también una posición pasiva, afirma ahora: "¡Entonces, os desafío,
estrellas!" (p.122) antes de emprender su viaje a Verona y hacia su muerte. Por un lado, llama la
atención este cambio en el protagonista, que ahora toma decisiones y enfrenta su propia muerte
como una elección basada en la lealtad amorosa y no en un escape cobarde. De esta forma, se
muestra que Romeo ha madurado, y que está verdaderamente enamorado y dispuesto a todo por
Julieta.
Frente a esta primera escena, con Romeo desafiando esas fuerzas a las que antes se entregaba,
podemos colocar la segunda, en la que Fray Lorenzo, quien venía urdiendo planes y tomando
decisiones que intentaban torcer el rumbo de un destino aparentemente escrito, recibe la noticia
de que su mensaje no llegó nunca a Romeo por circunstancias externas y hasta triviales.
“¡Adversa fortuna!” (p.125), clama. En cierto sentido, podemos decir que, mientras Romeo toma
(o cree que toma) los hilos de su propio destino, Fray Lorenzo, en un movimiento opuesto,
comienza a reconocer el poder de una suerte que no controla.
Tras el relato de Fray Lorenzo, apoyado por los del paje de Paris y el criado de Romeo, que
reponen todo lo sucedido para los personajes que representan la ley y el deber (es decir, el
Príncipe y los padres de los jóvenes), el Príncipe se pronuncia, asociando explícitamente la
muerte de los jóvenes con la rivalidad de sus padres:
Aquí se cierra una fuerte interpretación de los hechos: las muertes de Romeo y de Julieta
constituyen un castigo divino por el odio entre los Montesco y los Capuleto, y también por la
pasividad con la que el Príncipe mismo lidió con esta rivalidad. Por otro lado, con estas muertes
como castigo acaece la restitución del orden social, que se verá luego confirmada por la
reconciliación entre los padres de los jóvenes. Con este final, la obra pone nuevamente en
evidencia y da especial importancia a la relación entre el plano individual y el social, entre la ley y
el deseo, entre padres e hijos, evidenciando la necesidad de un orden y una armonía en todos los
planos.
Amor condenado
El amor condenado es un motivo en Romeo y Julieta. Desde el comienzo de la primera escena la
audiencia ya sabe que están en presencia de una tragedia: en el prólogo se anuncia que el odio
que sienten las dos familias tendrá como eventual final la muerte de los dos jóvenes que están
predestinados a enamorarse y morir por ese amor. Este motivo está presente en toda la obra, ya
que la misma comienza luego de una breve introducción a la historia general de la familia con el
encuentro de Romeo y Julieta en una fiesta - y el amor es inmediato. La negatividad que carga
ese vínculo está presente cada vez que se encuentran y en cada conversación en la que también
forman parte la nana de Julieta y el cura, ya que la condena a la que se ve atado su amor es parte
inherente del mismo.
Destino vs elección
La idea de destino vs elección está presente en toda la obra. Desde el prólogo se habla de la
tragedia predestinada de los jóvenes, y este aspecto puede verse especialmente cuando se
consideran todas las situaciones y los malentendidos que derivaron en Romeo y Julieta
suicidándose. El amor que sienten Romeo y Julieta por el otro también habla de la falta de
elección que tienen: mientras la madre de Julieta quiere que ella se case con Paris, Julieta sabe
que no puede hacerlo porque está enamorada de Romeo. No tiene elección en cuanto a quién
quiere.
"El amor es un humo que el hálito de los suspiros alimenta" (Romeo, Acto I, Escena I, p.13;
metáfora)
Esta es una de las tantas metáforas trilladas y basadas en lugares comunes del amor romántico
petrarquista con las que Romeo se refiere a Rosalina al principio de la obra y que sirven como
contraste con el lenguaje, mucho más genuino y original, con el que se dirigirá a Julieta.
“Si al tocar este sagrado templo con mi indigna mano / Cometo un pecado, y lo profano (...)
(Romeo, Acto I, Escena V, p.34; metáfora).
La intromisión del discurso religioso y la figura de la mano de Julieta como un templo sagrado
introduce el tema de la Religión del Amor, y contrasta sin dudas con el tipo de figuras utilizadas
poco antes por Romeo para referirse a Rosalina.
"Hay un noble en la ciudad, un tal Paris, que está dispuesto a abordar el barco a cuchillo
limpio (...)" (Nodriza, Acto II, Escena IV, p.62; metáfora)
Esta es una de las múltiples alusiones sexuales en la obra. Estas suelen salir de la boca de
personajes pertenecientes a la clase baja (criados, músicos), pero también son frecuentes en otros
jóvenes, sobre todo en Mercucio. La asociación de la daga, el cuchillo o la espada con el miembro
viril es tan frecuente en la obra que podría constituir un motivo en sí mismo.
“¡Ay, soy el juguete de la fortuna!” (Romeo, Acto III, Escena I, p.74; metáfora)
Esta famosa línea resume en gran medida la concepción que parece predominar en la obra, según
la cual el destino de las personas está regido por fuerzas externas, ajenas totalmente a nuestra
voluntad. En esta exclamación, Romeo lleva esta idea al extremo, reduciendo su propia entidad a
un mero juguete de esas fuerzas.
La muerte de Mercucio
La muerte de este personaje está plagada de ironías. En primer lugar, antes de iniciarse la reyerta
Mercucio le comenta a Benvolio: "Ay, pobre Romeo, que ya está muerto, herido por los ojos
negros de una mujer blanca (...). ¿Y este es el hombre que hará frente a Teobaldo?" (Acto II,
Escena IV, p.54). La ironía está en que Mercucio dice, figurativamente, que Romeo está muerto,
cuando es él mismo el que morirá en instantes. Además, lo hará pensando que su amigo está
enamorado de Rosalina, cuando no solo esto no es cierto, sino que será su amor por Julieta la
causa, en gran medida, de la situación que terminará con Mercucio muerto. Finalmente,
Mercucio se pregunta en este fragmento si es este, es decir Romeo, el que hará frente a Teobaldo,
un poco burlándose de él, cuando será él mismo quien se ponga en ese lugar, exponiéndose a la
muerte.
Otra ironía en esta muerte es que Mercucio morirá por culpa de Romeo, primero porque ataca a
Teobaldo defendiendo su honor, y segundo porque es Romeo el que intenta parar el
enfrentamiento, provocando irónicamente el cuchillazo que terminará con la vida de su amigo.
Finalmente, está presente aquí también la ironía dramática, ya que el público sí sabe que Julieta
está viva.
La sangre
Aunque no es tan frecuente como en otras tragedias de Shakespeare, la imagen de la sangre se
asocia con la violencia, la muerte y con oscuros presagios. Esto se observa, por ejemplo, en el
discurso del Príncipe al comienzo de la obra:
¿Es que no queréis oír? ¡Cómo! ¡Os hablo a vosotros, hombres, bestias!
Los astros
En diversos fragmentos del discurso de los enamorados, aparecen imágenes de los astros: Romeo
compara a Julieta con el Sol en varias circunstancias, destacando su belleza y luminosidad,
mientras que Julieta compara los ojos y el fulgor de las mejillas de Romeo con estrellas en el
cielo. Aún más, Julieta le pedirá luego a la Noche que, cuando ella muera, lo tome y lo corte en
estrellas pequeñas que harán más bella la faz del cielo.
Major Conflict
El principal conflicto en la obra es aquel que se da entre el amor de los protagonistas y la
rivalidad de sus familias, que imposibilita el desarrollo de ese amor en el plano social.
Climax
El clímax se da hacia el final del Acto III. Como tenemos dos protagonistas, podemos decir que el
clímax es doble: por un lado, el destierro de Romeo y, por el otro, el rechazo de Julieta hacia su
casamiento con Paris y el consecuente enfrentamiento con sus padres.
Foreshadowing
La obra está plagada de anticipaciones y presagios por parte de los personajes, lo que es
coherente con una tragedia de destino, que supone una fortuna ya escrita. Como ejemplo,
podemos citar a Romeo en la cuarta Escena del primer Acto:
"(...) presiento
Que algún efecto dependiente de los astros
Comience cruelmente a urdir su fatalidad
Con los festejos de esta noche, y ponga fin
A una despreciada vida, que mi pecho encierra,
Haciéndome pagar con la vil pena de una muerte prematura" (p.30)
Understatement
Un ejemplo significativo de atenuación en la obra se da cuando Mercucio es herido de muerte
por Teobaldo y, cuando Benvolio le pregunta si está herido, responde: “Sí, sí, un rasguño, pero,
por la Virgen, que un rasguño basta” (Acto III, Escena I, p.72).
Allusions
En la obra hay numerosas alusiones. Se repiten, sobre todo en boca de los amantes, las alusiones
al mito de Cupido, mientras que otras referencias a la mitología grecorromana incluyen a Diana,
diosa virgen de la caza asociada a la Luna; a la ninfa Eco; a Jove o Júpiter. Todas estas alusiones
aparecen en los discursos amorosos de Romeo y Julieta.
Paradox
Esperando noticias de la Nodriza, y ante las excusas de esta para dilatar la entrega de la
información esperada, Julieta le marca una divertida paradoja: “¿Cómo puedes quedarte sin
aliento / Si tienes aliento para decirme que estás sin aliento?” (Acto II, Escena V, p.65).
Parallelism
Julieta es quien más utiliza los paralelismos, sobre todo asociados al contraste y/o al doble
sentido. Así, por ejemplo, cuando se entera de que Romeo mató a Teobaldo, clama:
En un sentido más amplio, puede apreciarse cómo el conflicto entre Montesco y Capuleto tiene
su paralelo en la generación más joven (Mercucio, Benvolio y Romeo, por un lado, y Teobaldo
por el otro) y también entre los criados de ambas casas, como se manifiesta ya en la apertura de
la obra.
Personification
La Muerte es constantemente personificada en la obra, y aparece frecuentemente caracterizada
como amante de Julieta. Esta figura se vuelve especialmente recurrente hacia el final de la obra,
sobre todo en boca de Capuleto y Paris.
Sin embargo, otros elementos aparecen personificados. Por ejemplo, Julieta personifica la Noche
("Venid, gentil Noche (...), p.78), la Fortuna ("¡Ay, Fortuna, Fortuna, los hombres dicen que eres
voluble!", p.94) y hasta las cuerdas que Romeo usaría para subir a su habitación y consumar su
matrimonio: “(...) Pobre escala, has sido engañada, / Igual que yo, pues Romeo ha sido
exiliado" (p.82).
Romeo Y Julieta Preguntas de Ensayo
¿Por qué podríamos decir que Romeo y Julieta es una tragedia de destino?
A diferencia de otras obras de Shakespeare, y de muchas tragedias clásicas, en las que el héroe es
arrastrado a su destrucción por su propia hybris, en Romeo y Julieta lo que parece mover a los
personajes hacia un final trágico es un destino ineludible y ajeno al control de los personajes. En
otras palabras, no es un defecto o un error de uno o ambos protagonistas lo que causa sus
muertes, sino que parece existir un destino ya escrito al que no les queda sino entregarse.
Esta idea ya aparece definida por el Coro en el Prólogo de la obra, cuando se anuncia que se va a
representar la historia de "dos amantes bajos astros adversos"(Prólogo, p.3), y estará presente de
manera constante en el discurso de los protagonistas: tanto Romeo como Julieta anuncian de
forma constante negros presagios asociados a la muerte, como cuando Romeo le dice a su primo,
antes incluso de conocer a su amada: "(...) presiento / Que algún efecto dependiente de los
astros / Comience cruelmente a urdir su fatalidad" (Acto I, Escena IV, p.30). Aún más
explícitamente, Romeo va a quejarse, tras matar a Teobaldo a pesar de haber intentado evitar el
conflicto con él a toda costa: "¡Ay, soy el juguete de la fortuna! (Acto III, Escena I, p.74).
Ya desde el comienzo de la obra, Romeo se muestra ajeno a los conflictos entre los Capuleto y los
Montesco, mientras sus padres manifiestan su preocupación por su estado melancólico y ausente,
reconociendo su incapacidad de comunicarse con él, razón por la que le encargan a su primo
Benvolio averiguar la causa de su malestar. Es decir, se observa una clara falta de comunicación
entre padres e hijo. En el caso de Julieta, la ruptura generacional es aún más evidente: mucho
más cercana a su nodriza que a su madre, Julieta se va a oponer explícitamente al deseo de su
padre cuando este le imponga casarse con Paris, lo que terminará, en el clímax de la obra, en un
tenso cruce de insultos, amenazas y violencia física, graficando con gran dramatismo esta grieta
entre una generación y la siguiente.
De más está decir que el amor mismo entre Romeo y Julieta, eje absoluto de la obra, subvierte
en sí mismo todos los mandatos sociales, representados en las figuras de los adultos,
constituyendo de alguna forma una provocación de hijos a padres. El amor entre los
protagonistas implica el triunfo de los deseos individuales de los jóvenes sobre el deber para con
sus padres. En este sentido, el romance que protagoniza esta tragedia representa, en buena
medida, la conflictiva relación entre padres e hijos en la obra.
Describe los personajes de Fray Lorenzo y la Nodriza. ¿Cómo son y qué funciones tienen en
la obra?
Fray Lorenzo y la Nodriza son los principales ayudantes de Romeo y Julieta en el desarrollo de
su relación. Mientras la Nodriza pierde esta función tras sugerirle a Julieta que se olvide de
Romeo y se case con Paris, al final del tercer Acto, Fray Lorenzo la conservará hasta el final de la
obra.
A pesar de cumplir una función dramática similar, Fray Lorenzo y la Nodriza son personajes
muy diferentes. Mientras que la Nodriza tiene un perfil marcadamente cómico, aportando humor
y distensión a una obra esencialmente trágica, Fray Lorenzo no solo es un personaje serio sino
que, reconocido por todos como sabio y buen consejero, es una voz que aporta conocimiento y
mesura a los otros personajes y también al público. De hecho, el soliloquio con el que el fraile
abre la tercera Escena del segundo Acto ofrece una reflexión sobre la Cadena de la Creación,
mediante la que se define el concepto armonioso del universo que los isabelinos profesaban.
Según esta idea, el cosmos tiene un orden jerárquico en el que cada ser y cada cosa tiene su lugar,
y todo tiene que estar en armonía para el buen funcionamiento del todo. Es el fraile quien
explicita esta idea en la obra, y es con el propósito de devolver a Verona el orden social perdido a
causa de la rivalidad entre los Montesco y los Capuleto que este personaje ayudará a los
protagonistas a unirse en matrimonio. Este soliloquio constituye, si se quiere, una justificación
teórica de su actuar en la obra.
Finalmente, y acorde a las características de uno y otra, Fray Lorenzo y la Nodriza pueden
diferenciarse claramente por sus modos de hablar. Mientras la Nodriza se expresa en prosa,
como el resto de la clase baja, es verborrágica, cómica y hasta obscena por momentos, Fray
Lorenzo se expresa en verso y tiene un discurso grave y sentencioso.
El personaje de Romeo cambia a lo largo de la obra. Describe en qué consisten estos cambios
y qué los causa.
Romeo aparece en la obra como un joven solitario y melancólico que sufre por una joven a la que
se refiere exclusivamente en términos trillados, apelando para ello a todos los lugares comunes
del petrarquismo, ya de más conocidos en la Inglaterra isabelina. Es decir, Romeo se presenta
como un joven enamoradizo que no conoce el verdadero amor.
Habiendo asumido un rol pasivo, no solo en su relación con Rosalina sino también con sus
amigos, por quienes parece casi dejarse llevar a la fiesta de los Capuleto, Romeo toma una actitud
impulsiva, activa e independiente al separarse de sus amigos y adentrarse en la propiedad de los
Capuleto, con todos los peligros que ello implica, para luego intercambiar votos de amor con su
amada.
Otro cambio importante en Romeo puede observarse al comparar sus amenazas de suicidio en el
Acto III con su efectivo suicidio al final de la obra. En el primer caso, su deseo de morir puede
leerse como un cobarde intento de huir de la pena que le corresponde por haber matado a
Teobaldo. Antes que una situación que no le permitiría compartir su vida con Julieta, afirma,
prefiere la muerte. En este caso, tanto Fray Lorenzo como la Nodriza lo acusan de tomar una
postura cobarde e irresponsable. En el Acto V, en cambio, Romeo no amenaza sino que toma la
determinación de suicidarse porque cree que Julieta ha muerto, en solidaridad con ella. En este
caso, además, toma una actitud proactiva, llevando adelante acciones específicas para poder
morir junto a su amada. A diferencia del Romeo temeroso, cobarde y desesperado del tercer
Acto, estamos al final de la obra frente a un Romeo decidido y envalentonado que enfrenta su
muerte con determinación.
¿Cómo podrías explicar el hecho de que la obra no termine con la trágica imagen de los
amantes suicidados, sino con la presencia del Príncipe y los padres de los jóvenes?
La historia de amor entre Romeo y Julieta se presenta, desde el Prólogo de la obra, como aquella
que, nacida en el contexto de una rivalidad entre sus familias, terminó con su trágico final esta
contienda. Bajo la concepción isabelina del mundo como un orden armonioso y jerárquico en el
que cada ser tiene un lugar específico, la muerte de estos jóvenes amantes debe ser comprendida
como una tragedia necesaria para la restitución del orden social en Verona.
Así, el Príncipe determina en el cierre del último Acto: "¡El cielo halló la forma de destruir
vuestra dicha con amor! / (...) Todos fuimos castigados" (Acto V, Escena III, p.38-39). De esta
forma, el representante de la ley en Verona interpreta la muerte de los jóvenes amantes como un
castigo divino por el desorden social generado por sus padres, y también por su propia
indiferencia respecto al mismo. En la reconciliación entre Capuleto y Montesco que tiene lugar a
continuación se confirma que la muerte prematura de sus hijos no fue en vano. El trágico final de
Romeo y Julieta pone fin, entonces, a un caos generado por sus padres.
Este final protagonizado por los representantes del deber, en definitiva, refuerza la relevancia de
la relación entre la historia de amor entre Romeo y Julieta y la rivalidad entre sus dos familias,
que constituye una problemática ajena a nuestros protagonistas. De esta forma, cobra peso el
tema del conflicto generacional (son los hijos quienes pagan por los pecados de sus padres) y el
de la concepción isabelina del universo como un todo que, de verse comprometido en un lugar, se
agrietará en otros niveles, a la espera de recuperar el orden.