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MEXPEDIENTE ( De la ciudad compacta a la periferia dispersa CIUDADES 106, abril-junio de 2015, RNIU, Puebla, México Emilio Pradilla Cobos* urbanos, los cientificos sociales y los politicos sobre la magnitud cuantitativa, 1a nattraleza cualitativa, 1a forma que asume el proceso de crecimiento demogrifico, socioeconémico y fisico de las ciudades y os problemas que ‘generan ha sido constante -con altas y bajas sezin la coyun- tura-, desde que la revolucién industrial capitalista europea de finales del siglo XVI € inicios del XIX las convirtié en el asentamiento humano dominante en Ia distribucin territorial de la poblacién, en la economia y la organizacién social (Benevolo, 1979; Ragon, 1979) Entre muchos aspectos de Ia realidad urbana abordados, este interés general sobre el tema se materializ6 en la forma fisica y social que asumié la expansién de las ciudades anglo- sajonas en las décadas de los aiios 1950 y 1960, y de las ciu- dades europeas en los aiios 1970 y 1980, teniendo como pre~ ‘ocupacién central el trinsito de la ciudad compacta tradicional ala ciudad dispersa y fragmentada (Monchis, 1998).' En América Latina y México en particular, el interés sobre esta dualidad y las conceptualizaciones respectivas se reprodujo casi inmediatamente en los afios 1990, como efec~ to tanto de los cambios urbanos introducidos por la aplica- ccién del patrén neoliberal de acumulacién de capital (Pradi Hla, 2010b), como de la dependencia con respecto a las formulaciones tedricas y politicas estadounidenses y euro- ‘peas para explicarlos (Pradilla, 2010a). Dadas las implicacio- ‘nes analiticas y, sobre todo, de politica de desarrollo urbano I @ preocupacién de los urbanistas o investigadores + Universidad Auténoma Metropolitana, Unidad Xochmilo, Divisin de Ciencias y Arts para el Diseo. Core: pradilla@ecore0.xoe am mx. gina: www emiliopradillacobos com. Q SumeeesscmnemceoE del tema, abordaremos esta discusién en dos planos diferen- tes: el tedrico y el de la realidad concreta mexicana, tomando ‘como referencia fundamental, aunque no unica, a la zona ‘metropolitana del valle de México (ZMVM). Las denominaciones maltiples del proceso y/o su resultado El andlisis de la logica actual de la expansion fisica de las ciudades anglosajonas y europeas, caracterizada por la dis- persion y fragmentacién de sus periferias, 0 de sus intersti- cios en él caso de las ciudades-region’ o regiones urbanas, ha dado lugar a maltiples denominaciones en las lenguas de origen de los investigadores: “ex urbs", “outer cities”, “edge cities”, “spraw?”, *métdpolis”, “ville eclatée”, eteétera, usa- das por algunos investigadores locales sin traducirlas a la lengua castellana; incorporéndolas a la lengua castellana como neologismos: “megalépolis, “"metipolis”, “posmetd- polis”, etcétera; 0 traducidas al castellano como “ciudad archipiélago”, “ciudad sin limites”, “ciudad sin confines”, “ciudad difusa”, “ciudad dispersa”, “ciudad fragmentada”, “ciudad red”, entre otras. Estas denominaciones ponen el acento en aspectos diferentes o matizados segin su creador: en el proceso de crecimiento urbano y sus caracteristicas estructurales 0 funcionales; en el resultado formal, fisico 0 funcional final; 0 en sus apariencias imaginarias (Monclis, 1998; Dematteis, 1998; Nel-lo, 1998; Kosak, 2011). En gene- ral, todas estas denominaciones idea de la “ciudad compacta” 0 No utilizaremos en este texto la popular palabra inglesa sprawl (ni otras de origen inglés), por que mantenemos el principio de defender la lengua castellana de los anglicismos depredadores, y porque su traduccién castellana es muy imprecisa, confusa o inadecuada al supuesto contenido que se le asigna: como verbo es “arrellanarse”, “tumbarse” 0 “extenderse”, y como sustantivo es “extensién”; hablariamos ‘quizis de “ciudad extensa” o “extendida”, aunque una ciudad de estas caracteristicas podria ser al mismo tiempo “compac- 1a”. Podriamos usar la idea de “ciudad difusa”, aunque como alegoria no expresa la imagen real que deja el fendmeno en su representacién en la cartografia, la cual se aproxima mis a a de fragmentos urbanos dispersos sobre el territorio, separados por fragmentos no urbanizados, lo que nos condu- ce a la idea de ciudad dispersa. Por nuestra parte, estamos de acuerdo con el plantea- miento de David Harvey de que lo importante, y por tanto en Jo que hay que centrar el andlisis, es en el proceso o la logica historico-social que sigue la urbanizacién (citado en Nel-lo, 1998), lo cual denominamos patrén proceso de urbaniza- cin (Pradilla, 1981; Pradilla, 1989), y no en el resultado formal 0 morfologico de éste. América Lati particularidades y diferencias Dematteissefiala que desde el periodo medieval, y sobre todo Iuego de la revolucién industrial, en Europa se manifest6 una diferencia sustantiva entre la forma de implantacién y expan- sidn fisica de las ciudades germanas y anglosajonas del cen: tro y norte del continente, y de las latinas del sur mediterra neo: en las primeras fue dispersa o difusa, y en las segundas compacta; fue en los afios 1960 cuando cambié la tendencia ¢n las ciudades latinas hacia la dispersion o “difusion” de su expansién, lo que condujo a la convergencia entre ambos ppatrones de crecimiento urbano (Dematteis, 1998: 17-20). En Jos Estados Unidos, con herencia anglosajona, este patron fue dominantemente disperso, sobre todo a partir del ereci- miento de los suburbios y desde los afios 1930 con la gene- ralizacién del automévil como medio de transporte de las ceapas sociales medias y alta, hecho seitalado por el urbanis- ta Josép Luis Sert en 1942 (Monclis, 1998: 5) En las ciudades latinoamericanas, el patron de crecimien- to urbano ha tenido muchas particularidades debido a la naturaleza de sus procesos hist6ricos econémico-sociales, las cuales las diferencian tanto del patron histérico anglosajén europeo y estadounidense como del latino-mediterraneo ceuropeo actual La “ciudad de blancos” en la colonizacién espaiiola y lusitana de América siguid el patron medieval latino- mediterrinco, siendo en general de tipo compacto. Las ciuda~ des heredadas de la colonia crecieron muy poco hasta finales del siglo XIX; a pesar del crecimiento urbano relativo de ini- cios del siglo Xx, en el marco del poco dinémico capitalismo mercantil dominante en la regidn, este patron compacto se prolongé hasta el inicio del proceso de industrializacién por sustitucién de importaciones en los aiios 1940 (Pradilla, 2009: 28 y siguientes). ‘Appartir de 1940, el incremento de las tasas de erecimien- 10 natural de la poblacién inducido por las politicas sanitarias y¥ de salud, y de las de migracién campo-ciudad determinadas por la industrializacion tardia,” la penetracién del capitalismo cen el campo y el despojo de la tierra a los campesinos, dieron lugar a.un intenso crecimiento poblacional de las ciudades que se industrializaban, el cual se junté con las nuevas implantaciones fabriles para originar una gran expansion fisica periferica. El mantenimiento durante mas de tres déca- das de la intensa industrializacién y la migracion campo- ciudad hizo que el crecimiento periférico fuera continuo, ‘aunque de magnitud variable, en el que dominaba la ocupa- cion irregular de terrenos y la autoconstruccién de vivienda precaria por los sectores de migrantes campesinos o de traba- Jadores ya urbanizados, la denominada urbanizacién popular (Duhau, 1998). La intensidad del crecimiento poblacional general, y diferencialmente de las ciudades, slo empezé a disminuir en la década de 1970. La urbanizacién correlativa al proceso tardio de indus- trializacién dio lugar a un patrén de crecimiento periférico especifico en las grandes ciudades del subcontinente latino- americano, cuyos rasgos fundamentales fueron: a) el domi- nio cuantitativo’ de la urbanizacién popular, caracterizada por la ocupacién irregular de terrenos viables® ~necesaria- mente dispersos en la periferia~ y la autoconstruccién, alar- gada en el tiempo, de viviendas precarias (Pradilla, 1987, caps. 1y 1V; Duhau, 1998); b) la presencia de fraccionamien- tos dispersos de clase media y alta, desarrollados por fraccio- nnadores privados; c) la implantacién de grandes empresas y zonas industriales pablicas o privadas dispersas en las perife- Tias sucesivas, que atraian implantaciones obreras a su alre- dedor; d) la construccién periférica de algunas unidades de vivienda pablica; y e), lo que es mis importante y especifico, el posterior y sucesivo relleno de los intersticios desocupados por nuevas implantaciones de vivienda de los distintos secto- res de acuerdo a los costos diferenciales de los terrenos, incrementados por las nuevas rentas del suelo generadas por Ja urbanizacién inicial y la construccién de infraestructuras, en presencia de procesos especulativos. Para la ZMVM, Emilio Duhau sintetiza este proceso en el ciclo expansién-consolidacién-expansion (Duhau, 1998: 131 y 281; Duhau y Giglia, 2006: 116), el cual implica periodos ‘de extensién periférica dispersa de las implantaciones urba- nas, y periodos sucesivos de relleno de los intersticios. y consolidacién de la estructura urbana, lo que daria lugar a una mancha urbana compacta, aunque porosa y de densidad baja o media (Pradilla, 2011: 259 y siguientes). Esta caracte- rizacién podria aplicarse a muchas de las ciudades medias y grandes de América Latina La presencia dominante del sector popular de muy bajos ‘ngresos, la ocupacién irregular de los terrenos y la autocons- truceién de las viviendas, asi como el continuo relleno de los territorios intersticiales dejados libres, diferencia notable- mente en el aspecto social a la expansién periférica latino- americana de la europea y estadounidense, en donde domi- nan los sectores de ingresos medios y altos poseedores y usuarios de automévil (Nel-lo, 1998: 49). Estas mismas razo- nes nos llevan a discrepar de la utilizacién de los modelos ‘anglosajones de “ciudad difusa” para caracterizar a la 2MVM Y otras metrépolis mexicanas y latinoamericanas hasta la ‘década de 1990 (Delgado, 2003). En este periodo se establece una diferenciacion notoria de tendencias entre diversas ciudades latinoamericanas grandes en términos de la intensidad de construccién en las areas centrales y su correlato, las densidades urbanas medias, que tienen como polaridades a las metrOpolis brasilefas notoria- mente verticales y de altas densidades, de un lado; y a las ——= 3 Foto 1 Ciudad de México, Pasco de la Reforma y alrededores ‘mexicanas extensivas y bajas, de poca densidad promedio, de otro (Pradilla, 2011; Pradilla et al., 2014: cap. 2) La dispersién de las periferias urbanas mexicanas desde 1992 El cambio de patron de acumulacién de capital, del interven- ‘cionista estaral al neoliberal generalizado en los paises lati- noamericanos después de la crisis econémica de 1982, trajo consigo modificaciones sustantivas, directas ¢ indirectas, en las politicas urbanas y de vivienda, que han tenido efectos también en el patrén de expansién urbana, Nos referiremos al ceaso mexicano. En los primeros afios de la década de 1990 se produjeron en México dos cambios legales estructurales fundamentales, de corte neoliberal, que modificaron profundamente el patron de expansion urbana: la contra-reforma a las leyes agrarias emanadas de la revolucién, que llevaron a la fragmentacién individual de la propiedad ejidal y comunal y a la posibilidad de su transaccién en compra-venta en el mercado privado (Pradilla, 1992); y el cambio de la potitica de vivienda y la ‘operacién de las grandes instituciones federales de vivienda (INFONAVIT y FOVISSSTE), las cuales transitaron de su forma de accién como promotoras de la construccién de proyectos de vivienda (seleccién del lugar y adquisicién del terreno, diseio del proyecto, contratacién de constructores, interven toria de obra, asignacién a derechohabientes y cobro subsi- diado del costo), a la de organismos de financiamiento hipo- tecario a sus derechohabientes para que adquieran libremente su vivienda en el mercado privado (Puebla, 2002). Estas ‘modificaciones legales han colocado al capital inmobiliario- financiero como el actor protagénico en la expansién urbana, en Ia produccién de vivienda “de interés social” (Pradilla, 2013), en su mercantilizacién plena (Pirez, 2014), y en las Contradicciones urbanas que de ellas se derivan. Desde entonces, medianas y grandes empresas inmobilia- rias privadas, con capital y financiamiento nacional y trasna~ cional, se lanzaron masivamente a la construccién de mega- proyectos de microviviendas de interés social (Pradilla, 2010b; Pradilla, 2013). Sélo en el Estado de México, sobre 4 todo en el arco norte-oriente de la ZMVM, entre 1999 y 2011 se construyeron 256 conjuntos con 564 mil $32 viviendas (un promedio de 2 mil 206 viviendas por con- junto), para una poblacién de mas de dos millones y medio de habitantes. Las caracteristicas de estos conjuntos son muy similares en todas las ciudades del pais: gran dimensién de los conjuntos en nimero de viviendas; conformacién por viviendas unifamiliares de una 0 dos plan- tas; muy reducida dimensién del terreno y Ta vivienda, insuficiente para una vida familiar satisfactoria; mala calidad de los materiales de construccién; ausencia de unidades de abasto diario de alimentos y otros bienes de uso basico; y carencia de servicios sociales -educacién, cultura y salud y reereativos nevesarios para la poblacién y adecuadosa su tamaiio (Duhau, 2008; Eibenschutz. y Goya, 2009: 55 y siguientes; Mendiburu, 2011; Pirez, 2014), En todas las ciudades medias y grandes del pais, estos megaconjuntos de vivienda de interés social han sido locali- zados por las empresas inmobiliarias a gran distancia del limite externo de las ciudades para obtener suelo agrario barato, generalmente de propiedad ejidal o comunal, lo cual, afiadido a la ausencia de satisfactores bisicos para la vida familiar ya sefialada, da lugar a la multiplicacién de despla- zamientos a larga distancia y notorios sobrecostos en tiempo y dinero para sus habitantes. En promedio, las distancias al centro de las ciudades y/o a sus bordes empez6 a erecer en la segunda mitad de los afios 1990 y no ha dejado de hacerlo desde entonces (Fibenschutz y Goya, 2009: 21 y siguientes; Pirez, 2014: 493). Otra implicacién severa de esta localiza- cién es la elevacién de los costos de instalacin de los se ios pblicos por los gobiemos locales financiados por la colectividad urbana mediante la tributacién. El resultado de estas condiciones negativas para el usuario haa sido que cerca de un tercio de las viviendas producidas en estas circunstancias se encuentran sin vender, abandonadas por sus compradores, en muchos casos semidestruidas por el crimen, lo que significa que se ha despilfarrado el capital social invertido en su construccién (Mendiburu, 2011). El capital inmobiliario-financiero nacional y trasnacional que ha construido estos mega conjuntos -y las politicas Uurbanas que los sustentan- son responsables, por tanto, de un crecimiento disperso sin precedentes del perimetro urbano de las ciudades mexicanas, ademas de una caida correlativa en su densidad promedio que podemos ejemplificar con la ZMVM, cuya superficie erecié de 73 mil 753 hectéreas en 1990 a 221 mil 357 hectéreas en 2010, a tasas mucho mayores que las de crecimiento poblacional, y cuya densidad era en 1980 de 212 habitantes por hectérea, en 1990 de 221, en 2000 de 166 y en 2010 de 94 (Pradilla et al, 2014: cap. 2; Plano 1). Pero al mismo tiempo que impulsa este movimiento cen trifugo de expansion periférica de las metrépolis, el capital inmobiliario impulsa otro centripeto, un proceso de re- construccién y re-valorizaciOn de areas interiores de las ciudades, con frecuencia ocupadas anteriormente por vivien- dda popular o industriales deterioradas, que incluye la cons- truceién de centros comerciales, inmue- bles corporatives de gestién, de usos mixtos y de vivienda, en altura -verticali- ‘zacién~ para intensificar el uso del terreno Y Tecuperar-reproducir las rentas del suelo primarias y secundarias, que implica una redensificacién inmobiliaria -no necesa- riamente poblacional~ de la estructura urbana consolidada, orientada fundamen- talmente hacia la actividad empresarial y la vivienda de sectores de ingresos medios yy altos dados los elevados costos del suelo ¥y la construccién, incrementados ademas por la inclusién de las llamadas “amenida- des” 0 actividades recreativas, de con’ vencia, de comercio y servicios, eteétera, que acentian la privatizacién de Ia vida ‘urbana (Pradilla, 2010b; 2013; 2014). Los sectores populares son expulsados de las dreas centrales por la re-produccién inmobiliara, la elevacién correlativa de los precios del suelo y de los impuestos predia- les, impulsada por los gobiemos locales en aras de la moder- nnizacién; y son rechazados en las periferias por el control ‘estatal y/o por la valotizacién del suelo causada por los mega- proyectos que acaparan la tierra, antahio de propiedad social pero privatizada desde 1992 en México. Se ha restringido asi dristicamente, la opeidn histdrica de la urbanizacién popular por la accién articulada del capital inmobiliario-financiero y de los gobiemos que la promueven y facilitan, La tnica ‘opeién, restringida por su costo a sectores de ingresos medio bajos, es entonces la “vivienda de interés social” producida por el capital inmobiliario-financiero en las condiciones ya descritas, En décadas recientes, en diferentes ciudades latinoameri- ‘canas y mexicanas se ha desarrollado otro proceso justificado por la exacerbacién de la mercantilizacién del suelo urbano y la reduecién de la tolerancia estatal ala ocupacién irregular de suelo periférico: el aumento de la altura de la construceién y Ia densificacién inmobiliaria y poblacional en antiguos barrios y colonias populares que fueron perféricas pero ahora son interiores, en muchos casos localizadas estratégi- camente en la estructura urbana, En sintesis, alo que legamos es a procesos simultineos de signo contrario: intensificacién de la densidad inmobilia- ria en una ciudad interior compacta e integrada, y caida de la densidad en una periferia dispersa y fragmentada, Meta fBricamente, seria la ciudad com-fusa (compacta y difusa) de la que habla Pedro Abramo (2012). Pero como la pobla- cién de las ciudades sigue creciendo, aunque a un ritmo ‘menor que en el pasado -y la que llega a residir ala perife- ria es mayor que la media urbana, pues ineluye a la que es desplazada desde sus dreas interiores-, podemos afirmar que alin se mantiene el ciclo de expansién-consolidacién- ‘expansién en la periferia al que hemos hecho referencia anteriormente. Si cambiamos de escala y nos ubicamos en la de las ciu- dades regién o grandes sistemas urbanos regionales, como el que se forma en la regién centro de México (Pradilla, 2008: 263 y siguientes), tanto en América Latina como en México Podriamos acercaros a la metifora de la “eiudad sin umnmeanncEUCEITSRTRSNENEN INGA , Foto 2 Area central de Sio Paulo ‘es, la “métapolis” (Ascher, 1995), pues la expansién centri fuga de las metrépolis, las ciudades y pueblos que los confor- ‘man y el surgimiento de nicleos de servicios a los viajeros carreieros, o aun de asentamientos dispersos de vivienda casi siempre marginal, darian la apariencia que relatan los autores curopeos 0 estadounidenses. Sin embargo, tendriamos que explorar los grados reales de integracién urbana de los distin- tos micleos que los forman, Los costos de Ia dispersién perifériea’ Los efectos negativos del patron de crecimiento urbano peri- férico, disperso y fragmentado, que las ciudades mexicanas han seguido son ampliamente conocidos, pero parece necesa- rio esbozarlos sintéticamente. En las décadas recientes, las ciudades mexicanas se han expandido fisicamente en mayor proporcién que el crecimiento de la poblacién, sobre las ‘ireas periféricas agricolas y de reserva natural (bosques, hhumedales, cafiadas y quebradas, lagunas de regulacién, tc.) destruyéndolas, a pesar de que son indispensables para €l mantenimiento de un medio ambiente sano y sustentable. En muchos casos, se han integrado a la ciudad por fracciona- miento privado o pablico o asentamiento irregular, terrenos ‘minados, inundables, sujetos a deslaves o a trombas de agua, sobre grietas del suelo, eteétera, no aptos para la urbaniza- cién, que luego se han convertido en dreas de alto riesgo para sus habitantes y sus patrimonios. Este crecimiento expansivo continéia aiin en el Distrito Federal, a pesar de que su poblacién se ha estabilizado, debi- do a su continua expulsion hacia las periferias por la destruc- cin de viviendas en los procesos de re-construccién de las reas interiores, ya la construccién de inmucbles para activi- dades terciarias en sub-centros y corredores terciarios, que atienden a la nueva demanda mereantil localizada en la per feria, cuya realizacién esta en manos del capital inmobiliario- financieto (Pradilla et al, 2014: cap. 6). Las rentas y los precios del suelo en toda la ciudad se levan continuamente por la permanente integracion de nue- vas dreas periféricas al crecimiento urbano, las cuales, por el 5 Foto 3 to: Jaime Castillo Palma, revista Ciudades N° 79, 2008 patron de crecimiento, serén ocupadas extensivamente por viviendas de baja altura y densidad reducida. El incremento de las rentas absolutas permite la especulacién con los terre- ‘nos baldios ubicados en los poros dejados por el proceso de expansién. La re-construccién en la ciudad interior, que en ‘ocasiones incluye la sustitucién de estratos sociales de bajos ingresos por otros de altos ingresos, eleva tambien las rentas secundarias del suelo: las diferenciales de comercio, las de ‘monopolio de segregacién 0 las diferenciales de vivienda Garamillo, 2009: cap. 1v), que se imbrican en el alza general de los precios del suelo y los impuestos prediales. Esta alza actia dialécticamente como nuevo factor de expulsion de la ppoblacién de bajos recursos hacia la periferia, y como vector de la pauperizacién de los sectores populares al elevar los costos de la vida urbana. La extensién de las redes troncales de vialidad, transpor- te, comunicaciones, agua potable, electricidad, teléfono, eteétera, para atender a los fraccionamientos y megaconjun- tos periféricos dispersos y de baja densidad relativa, asi como su mantenimiento extensivo, tiene un alto costo social, muy superior al de las adecuaciones que serian necesarias para la reconstruccién vertical en dreas integradas; ese mayor costo piiblico es cubierto por todos los que pagan impuestos loca- les en la metrépoli y no por las empresas inmobiliarias y constructoras o los usuarios inmediatos. Se trata de la ligica capitalista de socializacién de los costos, con privatizacion de las ganancias y beneficios. El crecimiento de la ciudad expandida y de baja densidad relativa implica el alargamiento sin fin en la distancia, el tiempo, la complejidad y el costo de los desplazamientos laborales y los necesarios para la reproduccién social de la poblacién (abasto para el consumo, educacién, salud, recrea~ cidn, etcétera), sobre todo la de menores ingresos, impactan- do a los sistemas de transporte piblico y, dado su déficit cuantitativo y cualitativo, presionan al crecimiento del par- que vehicular privado y su uso, del consumo contaminante de cenergéticos fosiles, y al aumento en la contaminacién atmos- ‘= Conjunto de vivienda de interés social en Puebla {erica (para la 2MVM, ver Marquez y Pradi- la: 2007; Pradilla et al., 2014: cap. 6). Hay que recordar que las logicas de desplazamiento y relocalizacién del empleo y de la vivienda no son coinciden- tes ni guiadas por los mismos factores determinantes. El movimiento de a vivien- da hacia la periferia genera un alargamien- to del tiempo y costo de desplazamiento, que puede dar lugar a la pérdida del empleo o a una disminucién real del sala- rio debido a los sobrecostos de transporte. Los movimientos del capital y el empleo, derivados de los procesos de desindustria- lizacion registrados en la ZMVM y otras metropolis desde 1980, dificilmente pue- den ser seguidos por la fuerza de trabajo (Marquez y Pradilla, 2008; Pradilla et al., 2014: cap. 3), anclada a un territorio por la vivienda propia que le ha costado a las familias largos afios de lucha y trabajo y que constituye, fuera de su fuerza laboral, su tinico patrimonio El patron de crecimiento periférico disperso implica una costosa paradoja: el continuo desplaza- miento poblacional y el abandono de viviendas de éreas centrales bien dotadas de infraestructura y servicios sociales y culturales, leva a que éstos se hagan excedentarios y obso- letos, al tiempo que se imponen nuevas inversiones en estos rubros en la periferia para los nuevos asentamientos y sus pobladores, a un alto costo y con un resultado siempre defi Citario cuantitativa y cualitativamente. Al mismo tiempo, significa la auseneia de oferta comercial y de servicios pibli- cos y privados en las nuevas dreas de vivienda periférica para atender su demanda cotidiana, y la necesidad de construirla transmite su costo a los compradores y usuarios. Para que se implante la oferta, seré necesario esperar a que la demanda alcance el nivel necesario de rentabilidad derivada de las economias de escala y aglomeracién -lo cual suele tardar colocando a los primeros asentados en una situacién de des- abasto prolongado. En las nuevas periferias, los pobladores enfrentan durante largos periodos la carencia de elementos muy importantes para la vida urbana que solo pueden ser creados colectiva- mente a largo plazo, como lugares y servicios culturales, deportivos y recteativos, espacios e instituciones piblicas, etcétera, Estos elementos existen en mayor cantidad y cal dad en las éreas interiores y de vieja urbanizacién, pero cada vez. son menos usados. En los nuevos emplazamientos peri fricos, los sectores mis vulnerables (nifios, adultos mayo- res, mujeres embarazadas, discapacitados, entre otros) tienen {que recorrer mayores distancias y realizar desplazamientos mas complejos, llenos de barreras interpuestas por las gran des vialidades: En el contexto mexicano de violencia y delincuencia urbana descontrolada, en los nuevos asentamientos periféri- cos se enfrentan mayores dificultades para el mantenimiento de la seguridad piiblica debido al crecimiento del érea a cubrir por los cuerpos de seguridad locales, frecuentemente muy debiles en las municipalidades periféricas, a las condi ciones morfoldgicas de los nuevas colonias © conjuntos, a su Plano 1 Expansién urbana de la zMVvM, 1980-2010 Simbologia Limite zanvat Distrito Federal Limite municipat Expansién urban Chinon Sup. neva Sip ior emma is, sven ie ME isso “Coss” “Conss MME arrss ssa 2000 41,427.38 15,8061 HE 2010 sostrr08 2a13sr09 Fuente: Elaborado por Laura Olivia Diaz Flores (2012). dispersién en el teritorio y a la mayor dificultad para la segu- ridad que en los edificios densos y verticales. Finalmente, tendriamos que trabajar sobre las implicacio- nes que tiene en lo econémico-social y lo territorial el doble movimiento de disminucién de la poblacién residente en las reas interiores y de incremento correlativo de la poblacién flotante o itinerante proveniente de las areas periféricas, lo que nos Hleva a pensar en dos densidades demograficas dis- tintas: la diurna alta y la nocturna baja. Un efecto conocido 5 que la poblacion itinerante consume servicios piiblicos en tuna Unidad Politico Administrativa, la de trabajo o abasteci miento, y paga impuesto predial y otras contribuciones loca- les en otra diferente, la de residencia, generando desequil brios iscales. Para el andlisis de la densidad diuma carecemos de informacién estadistica confiable y precisa, asi como sobre los impactos urbanos de esta realidad, El dificil retorno a Ia ciudad compacta y sus implicaciones Los costos que representa para la sociedad el patron de crecimiento fragmentado socialmente y disperso de la peri feria de las ciudades, en particular de las zonas metropoli tanas en las condiciones especificas de la realidad mexicana y latinoamericana, nos llevan inmediatamente a la necesi- dad de regresar a un patrén de crecimiento compacto, tanto enel interior como en la periferia urbana, cuando sea estric~ tamente necesario, Esta pre- ocupacién estaba ya presente en el Programa General de Desarrollo Urbano del Distrito Federal, version 1996 (pDF, 1996), motivé a la creacién del Bando 2 -aplicado de 2000 a 2007— (Tamayo, 2007), y sigue presente en las politicas urba: nas capitalinas; y la dedujo también el actual gobierno federal ante los problemas generados por las politicas de vivienda de los anteriores gobiemos, que Mevaron a la proliferacién antes sefialada de megaconjuntos periféricos dis- persos de vivienda y la profun- da crisis de las “empresas vivienderas” desde 2009 que las llevé a Ia quiebra técnica. Pero la sencilla conclusion i cial se hace més compleja cuando pensamos en qué con- sistiria una ciudad compacta y ccudles son las dificultades para lograrla.? La primera accién a la que Hlegamos cuando pensamos en la compactacién de \as ciuda- des actuales es la necesidad de la resdensificacién habitacio- nal de las Areas interiores ‘mediante la verticalizaciéon y/o cel uso ms intensivo del suelo urbano. Sin embargo, como lo hha demostrado la experiencia del Distrito Federal con la apli- cacién del Bando 2 de 2000 a 2007 en las cuatro “del ¥y con la verticalizacion dispersa en curso, si la densificacion esta regida por las reglas de la economia de mercado el efecto es la sobresaturacion de los terrenos, con tun impacto ambiental negativo y un crecimiento desmesura~ do del costo del suelo y la vivienda, que excluye del aeceso 4 Jos sectores mayoritarios de la poblacién. Para mantener a los sectores mayoritarios en las reas centrales 0 regresarlos a ellas implicaria: a) controlar el ere- cimiento de los precios del suelo construible mediante la introduccién de impuestos sobre la valorizacion de los terre- nos, derivada del crecimiento urbano general y las obras piblicas -las plusvalias urbanas-, y a los terrenos oci0s0s; b) con esta base, aplicar una politica intensa de subsidios ppblicos para el acceso al suelo y la vivienda al interior de las reas ya urbanizadas, para hacerla accesible a los sectores de ‘mas bajos ingresos. Estas medidas no estin incluidas en las politicas urbanas y de vivienda actuales. Cabe seialar que la miniaturizacion de la vivienda de interés social utilizada como método generalizado en la “vivienda de interés social”, més que una solucién se con- verte en parte del problema -como lo observamos en los ‘megaconjuntos actuales-, por lo que habria que redisefiar los ccédigos de construccién para imponer condiciones de susten- tabilidad ambiental y habitabilidad en el diseito de las vivien- —— 7 das para los sectores de bajos ingresos, lo cual implica avan- zar en su desmercantilizacién. Hoy dia, la segregacién socioterritorial de la vivienda y otros elementos necesarios a la vida urbana, cuyo factor eco- némico determinante es el precio de mercado del ensamble suelo-vivienda, es parte fundamental del problema de la poca convivencia y la confictividad urbana. En una ciudad com- acta futura no deberia reproducirse, pues acentuaria la fragmentacién territorial e inhibiria el retomo de la poblacin alas dreas interiores. La re-construceién de la ciudad com- acta supone por tanto mitigar la segregacién y la fragmen- tacién socioterritorial. En América Latina en general y en México en particular, la generalizacién del automévil particular como medio de transporte de los sectores de ingresos medios y altos, y su dominio,* promovidos por el défict cuantitativo y cualitativo del transporte piiblico, y la opcién tomada por los gobiemnos en sus diferentes niveles~ por la construccién de vialidad para el automvil, han sido vectores de la dispersién urbana y de la fragmentacién socioterritorial (Marquez. y Pradilla, 2007), pues actian como barreras al libre acceso y movilidad de la poblacién. Un proyecto de ciudad compacta debe revertir el dominio del automévil privado -y la vialidad para su uso— en benefi- cio del transporte piblico y colectivo, lo cual implica tanto politicas pablicas de gran calado, largo plazo y alto impacto (estricciones a la circulacién de automéviles, impuestos a su uso, transformacién de las vialidades, peatonalizacién, pro- yeetos de transporte piblico de nueva generacién, campaias publicitarias, eteétera), como cambios culturales muy signifi- cativos. Los beneficios se expresardn tanto en el ambito de la movilidad de la mayoria de la poblacién, incluida la peatonal y en bicicleta, como en la disminucién de la fragmentacién ‘urbana agravada por las vialidades confinadas, asi como el mejoramiento de las condiciones ambientales, uno de cuyos componentes basicos es la contaminacién atmosférica apor- tada mayoritariamente por el automévil Si queremos avanzar en la sustentabilidad ambiental de Jas ciudades en el marco de la compactacién urbana, tenemos ademas que restringir el crecimiento urbano sobre la periferia rural y promover econdmica, tributaria ¢ ideolégicamente el reuso del suelo baldio interior y el reciclaje, en condiciones adecuadas de las actuales areas interiores deterioradas. Se hhace necesaria una regulacién social urbana nueva y signifi- cativamente distinta, una planeacién urbana democritica € integradora que incluya indices adecuados de ocupacién del suelo, cesién de areas a lo piblico, aumento de las éreas verdes y los mbitos piblicos de libre apropiacién, mas ade- cuada separacién entre inmuebles, etcétera, lo que significa tuna restriccién de la libre accién del sector inmobiliario y constructor en aras del bienestar colectivo. La desindustrializacién de las metropolis, particularmente en sus reas interiores, estésignificando la pérdida de empleos situados cerca de la vivienda, proceso solo en parte compensa- do por la diseminacién del empleo terciario en toda Ia estruc- ‘ura urbana (Pradilla e¢ al, 2014: cap. 4); el efecto ha sido et crecimiento descontrolado de la informalidad y el trabajo pre- cario en los territorios urbanos, el aumento de los desplaza- ‘mientos laborales y de la migracién intraurbana permanente que lleva a la ocupacién de éreas periféricas. Un proyecto de ciudad compacta supone una politica de largo plazo de incre- ‘mento del empleo formal adecuadamente locatizado en rela- cién con las areas actuales de vivienda de los trabajadores, para disminuir los desplazamientos cotidianos y las migracio- nes permanentes hacia las localizaciones laborales. Una rein- dustrializacién sustentable de las ciudades interiores seria necesariamente un componente de la reestructuracién urbana. ‘Todos los aspectos tocados anteriormente nos Hevan a la necesidad de un proyecto de ciudad compacta de largo plazo y a la reconstruceién de la herramienta de la planeacién urbana integral, duramente golpeada por la ideologia neoli- bberal y por el pragmatismo y el espontaneismo dominante en las politicas urbanas actuales (Pradilla, 2009: cap. V): la regulacién social estricta del capital inmobiliario-financiero para quitarle su papel hegeménico actual y avanzar en Ia des- ‘mercantilizacién del desarrollo urbano, y la restauracién- reforzamiento de la intervencién estatal con criterios de equidad, transparencia, rendicién de cuentas y participacién ciudadana democritica. Pensamos, por tanto, que la recons- truccién de las ciudades para hacerlas compactas exige una reforma urbana estructural que es, al mismo tiempo, econé~ ‘mica, politica, cultural, territorial y ambiental. En sintesis, un proyecto no neoliberal o anti-neoliberal. {Camina en este sentido la politica actual de vivienda y desarrollo urbano del gobierno federal de México, de ideolo- ‘gia abiertamente neoliberal? Es evidente que no. Bibliografia ABRAMO, Pedro, “La ciudad com-fusa: mercado y produccién dela cstructura urbana en las grandes metrdpolislatinoamerianas” en URE, Vol. 38, N 114, Santiago de Chile, mayo de 2012. ASCHER, Frangois. Métapolis ou Vavenir des villes, Paris, Editions Odile Tacob, 1995, [BENEVOLO, Leonardo. Origenes del urbanismo mederno, Maid, H. Blume Ediciones, 1979. DELGADO, Javier. 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