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Til. El Seal retorico IIl.a. Nombre y definicion de retorica La definicién de retérica no era algo bien deter- minado y ajeno a ta polémica en la Antigiiedad. El maestro Quintiliano incluye la definicién de la retéri- ca, a modo de ejemplo, entre las discusiones posibles sobre el estado de definicién; lo hace en los casos en que la denominaciéa tiene consistencia pero Ja reali- dad es dudosa por su cualificacién; y lo formula asi: qué es Ja retérica éel poder de persuadir o Ja ciencia de hablar bien? (Inst. orat. VII 3 6). Ciertamente no nos enfrentamos, al querer definir la retérica, a un caso de denominacién insegura. Todos hablan de la retérica,' entiendan de la manera que entiendan dicho término, que se impone incluso en latin, por encima de otras posibilidades mas latinas, como oratoria/oratrix. Hay, pues, seguridad acerca de la denominacién. El proble- ma es saber lo que denomina. éEs el poder de persua- dir 0 la ciencia de hablar bien? * Segin LOPEZ EIRE, en su articulo «La etimologia de pirop y los origenes de la retérica» (Faventiz, 20/2 (1998), 61-69), la palabra griega rhétor, de la que deriva rhetoriké, significa’en ‘origen autor de una rbétra, eniendo rhétra un doble signifi- cado: acuerdo verbal, en los dialectos no dorios, y propuesta de ley 0 key en fos dorios. 7” David Pujante / Manual de retérica 72 é Ya se habia enfrentado Quintiliano con este problema en el libro II de su Institucién Oratoria resumiendo cuanto con el transcurrir de la historia de la retorica se habia dejado dicho al respecto. Cuando Quin- tiliano lleva a cabo su magno tratado enciclopédico, hacia muchos siglos que el triunfo filosofico habia desautorizado la retética por su oportu- nismo y su amoralidad. Por eso Quintiliano dice que para muchos la retdrica tan s6lo es una fuerza, una ciencia o una prictica; llegindose a poder definir por este camino como Ia fuerza o el poder de persuadir Cast. orat. II 15 3). Esta definicién se remonta a Is6crates, quien al parecer la llamé obradora de persuasién. A Gorgias le oimos una defi- nicién parecida en el didlogo platénico de su nombre (Gorgias 4520). Definicién que Mega hasta Cicerén, quien considera necesario que todo orador hable de forma que persuada. Quintiliano, conociendo adénde habia levado este tipo de defini- cién y el descrédito que habia reportado a la ret6rica, va argumentando con minuciosidad extrema sobre las carencias que encuentra en las dis- tintas definiciones de retérica que han llegado a su conocimiento y que tienen como base la persuasién, Dado que hay otras cosas que perstia- den (como el dinero, la fama, la hermosura), opina que no podemos remitir la persuasin en exclusiva a la retérica, pues en tal caso un acto de soborno seria un acto retérico. Cuando se haga una definicién de ret6rica desde la persuasién, considera Quintiliano que es necesario que aparezca como elemento basico de dicha definicién la palabra. Sila retérica es un poder de persuasién, lo es por medio de la palabra. Esto confundirla. Pero tampoco es suficiente (siempre segiin el parecer de Quintiliano) hablar de persuasién por la palabra para definir la retérica, porque por medio de la palabra persuaden las meretrices, y también los aduladores y los corruptores, y ninguno de ellos puede considerarse un orador. Es mas, hay ocasiones en que son més persuasivos que los ora- dores. Por tanto la definicién debe enajenarse del éxito persuasivo, habiendo oradores que no consiguen persuadir con sus discursos y otras figuras que siendo persuasivas con sus palabras no las podemos llamar en ningun caso oradores. Recuerda entonces el rétor de Calahorra la definicién de Aristé- teles, que prescinde del éxito de la persuasion: Retérica es la fuerza de hallar todo lo que en el discurso puede persuadir (Rhet. 1 2). Pero le parece aller todo lo queen el discuro puede persuadi ILL. El corpus retérico también defectuosa, pues sigue haciendo referencia a la persuasion como elemento central y ademés reduce la retérica al hallazgo de los elemen- tos de inventio. éY las demas operaciones retéricas? Se puede dar una definicién que excluya, por ejemplo, Ia elocucién (estilo)? (Inst, orat. II 15 13). En este repaso por la historia de la definici6n de retérica, nos dice Quintiliano que otros no 1a han tenido ni por fuerza, ni por ciencia, ni por arte; sino por una practica o empleo del habla (es el caso de Crito- lao), también por un arte de engaitar (Ateneo), y atin otros muchos, ba- sandose en una parcial lectura del Gorgias platénico, por un cierto saber prdctico para producir encanto y placer (Inst. orat. 11 15 23-24). Tomando como punto de partida la conclusin del Gorgias plat- nico —Es pues de toda-necesidad que el retérico rectamente formado sea un hombre justo, y que, por ser justo, quiera obrar justamente (Gorgias 4600)—, Quintiliano se mueve hacia la ret6rica verdadera y bonrosa. Reaparecera en Fedro la idea de que esta arte no puede ser perfecta sin el conocimiento de Ja justicia (Inst. orat. 11 15 29), y también servira a Quintiliano esta re- flexién de la madurez platénica para encaminarse hacia su propia defi- nici6n de retérica. El quiere formar al orador perfecto, que sobre todo quiere que sea un hombre bueno (Inst. orat. II 15 33). Ese hombre bueno tendra como meta social de su arte retérica (un arte retérica util) lo que han propuesto los que mejor opinién han tenido de Ja retérica, como Cicerén, que la considera una parte de la ciencia del Estado, 0 como Isécrates, para quien es una fifosofia. Con estas bases, Quintiliano ofrece la definicién que le convence: La definicj ndré mejor a la esencia de la retérica es [la ciencia de bien decir’ )Pues tal definicién abarca de una vez todas las virtudes del discarso y también fos fundamentos morales del orador, puesto que no puede hablar bien sino el Rombre bue— no (ast. orat. 1 15 34). Asi, para Quintiliano, y para gran parte de la tradicién posterior (no debemos olvidar nunca que, por su momento histérico, Quintiliano hace balance de la historia de la retérica, desde su eclosion en Grecia hasta su decadencia en Roma, y representa el cierre de la aportacién retérica de la que hemos llamado civilizacin oral), la ret6rica es la ciencia que permite trabajar y cuidar la facultad de decir, facultad que nos B = David Pujante / Manual de retérica distingue de los demés animales. Otros animales tienen cierto tipo de entendimiento que los faculta para tejer nidos, guardar los alimentos para el invierno 0 producir cera y miel, pero como los seres que lo hacen carecen de lenguaje, se llaman mudos ¢ irracionales (Inst. orat. II 16 16). Quin- tiliano, aunque (como no podia ser de otra manera en su época) distin- gue razén de lenguaje, sin embargo en estas iiltimas palabras que he transcrito manifiesta claramente la relacién entre ambas. No se da en la naturaleza razn sin lenguaje. Saquemos de ello las conclusiones que consideremos oportunas. Siguiendo a Cicerén, que lama a la ret6rica elacuencia por arte (De invent. 1 5 6), y también a toda una tradicién que titula a los tratados retoricos arte retérica, Quintiliano también la considera arte, arte con- sistente en acto y no en efecto (en el acto realizado y no en el efecto obtenido). Puesto que Quintiliano distingue tres tipos de arte (arte teo- rética, basada en el conocimiento y evaluacién de las cosas, como la astronomia; arte prdctica, que consiste en la accion, por ejemplo la dan- Za; y arte poética 0 creativa, consistente en el efecto), clarte retérica es un arte practic: Esta definicién quintilianesca, que pasa por la utilidad social de la ret6rica, que se empefia en la justicia y que se muestra como el arte de potenciar el lenguaje de los humanos, ha sido sustituida durante siglos por la acepcién peyorativa de la palabra retérica como falsedad, vaciedad © inoperancia. Actualmente, como nos dice Lépez Eire, recuperada la dimension pragmitica de una retorica entendida como arte de la palabra social- mente eficaz y muy titil, ya no tiene sentido mantener por mas tiempo la acepcién vulgar y despreciativa.* | Cf. Antonio LOPEZ EIRE, La retérica en la publicidad, Madrid, Arco/Libros, a 1998, pag. Il .b. Las operaciones retoricas ae Nos enfrentamos a una compleja teoria de cons- truccidn de distintos tipos de discurso piblico, cuya totalidad de mecanismos se asienta sobre la divisién clisica en cinco operaciones: inventio, dispositio, elocu- tio, memoria y actio © iatic muy elemental, eI discurso retdtio requiere bisica- mente de una_opefacion de hallazgo de las ideas, de otra que las ordene, de una tercera que las manifieste lingiifsticamente, de una cuarta que salvaguarde del olvido Jo que hasta ese momento se ha construido y finalmente de una operacién que ponga voz y gesto a todo. ‘radicionalmente estas cinco operaciones se di- viden a su vez en dos bloques: 1) el de las operaciones que confeccionan el texto discursivo: inventio, dispositio y elocutio, y 2) el de las operaciones no constituyentes de texto, pero igualmente necesarias para la culmina- cién del discurso: memoria y actio. Creo que es impor- tante tener claro que el texto y el discurso no son lo mismo. Entiéndase por discurso el resultado de la inte- gracién del texto discursive en una manifestacion de di- cho texto por medio de la voz y los gestos (€ incluso ef aspecto personal del orador), todo ello dentro del marco del fenémeno comunicativo que es el hecho re- ed Dayid Pujante / Manual de retérica a trico’). Podriamos definir el discurso, pues, como la suma del texto (me- morizado) del discurso (T,), més la voz y el gesto de la actuacion, mas un gradiente de improvisacién textual (gr), que es la diferencia entre el texto preparado y el que realmente ofrecemos a la audicncia. HECHO RETORICO. INVENTIO i DISPOSTIO | TEXTO DEL DISCURSO TT.) giocuTO__| MEMORIA a | ' ACTIO/PRONUNTIATIO. (vox + gesto + gt) | { | | | DISCURSO (T,+ voz + gesto + gr} La distincién que acabamos de establecer entre texto y discurso es la raz6n por la que en muchas ocasiones un texto espléndido puede dar jugar a un fiasco discursivo. Remito a un ejemplo reciente de la politica espafiola que trato en el apartado dedicado a la actio, el que llamo Bjem- plo Borrell. De las operaciones creadoras de texto discursivo (es decir, de las tres primeras operaciones retoricas), la que tenemos en primer lugar, la inventio, en realidad es una operaci6n primaria, preparatoria, consisten- te en ef encuentro o hallazgo de las ideas [...], en extraer las posibilidades de desarrollo de las ideas contenidas mds 0 menos ocultamente en la res (excogita- tio).* La dispositio y la elocutio seran las operaciones propiamente cons- tructoras del texto discursive, mientras que la invencién es la que aporta los materiales. Consiste la inventio —segin otra definicién clasica— en el hallazgo de asuntos verdaderos 0 verosémiles que hagan probable la causa.5 La dispositio, como continuadora, sera la operacién que configure ef orden de + Cf. una moderna definicién del complejo fenémeno de comunicacién orato- q tia, con esta denominacion de hecho retérico, en: Tomas ALBALADEJO, Retérica, Madrid, Sintesis, 1989, pag. 43-57 y 59; Tomas ALBALADFJO, «Retérica y oralidads, Oralia, 2 (1999), 9. * Heinrich LAUSBERG, Elementos de retérica literaria, Madtid, Gredos, 1975, § 260, pag. 235. Cf. Rhet. ad Heren. 12 3; Inst. orat. TIT 3 1. * Rhet. ad Heren. 12 3. IIL. El corpus retérico las ideas y pensamientos que hemos encontrado gracias a la inventio’ y \a elocu- tio la operacién que traslada al lenguaje las ideas halladas en la inventio y ordenadas por la dispositio.7 El otro bloque de operaciones retéricas lo constituyen las relacio- nadas con la puesta en acto del texto que ha sido elaborado por las tres primeras. Son, en primer lugar, la memoria,’ que permite memorizar la estructura textual-discursiva, con lo que se consigue una manifestacién més dgil, més eficaz, y permite atender a las reacciones del publico de mejor manera. La memorizaci6n ret6rica no puede entenderse nunca como memorieta (un decir irreflexivo), pues debe ser tan buena que en todo momento dé el orador la impresién de que esta improvisando. Y, por iltimo, la operacién que culmina el proceso es Ia llamada actio 0 pronuntiatio,® la que pone gesto y voz convenientes al texto bien memo- rizado. Quintiliano, que se decanta por el niimero de cinco operaciones retricas, tiene en cuenta que otros tratadistas han afiadido una sexta operacién, el juicio. Y dice que, aunque no la considere una operacion retérica, le parece imposible inventar sin juicio. Sila inventio consiste en hallar el material discursivo, este hallazgo requiere una criba, pues lo todo lo que se presenta como posible material es aceptable: hay que evitar los argumentos inconsistentes 0 que pueden ser de doble filo, también los estupidos. Asi pues, si znventio es hallazgo, el hallazgo con- siste tanto en escoger como en saber evitar. ¥ en todo este proceso el buen juicio resulta de gran valor. Otros hablan de una pre-operacién retérica que es la intellectio, que hace posible la puesta en marcha del conjunto formado por la imventio, la dispositio, la elocutio, la memoria y la actio/pronuntiatio, entendido como globa- Lidad sistemdtica.’° Esta especial operacién, que incrementa el modelo de * Heinrich LAUSBERG, Manual de retorica literaria, Madrid, Gredos, 1975, 3 pou -, § 443. CE Inst. orat. UL 3 1; De invent. 17 9; Rbet. ad Heren. 111 9 7 Tider, § 453. Cf. Rbet. ad Heren. IV 7 10; De invent. 1 7 93 Inst. orat. VIIL Pro. 6. ® C& Inst, orat. X1 2 1-51; De orat. TI 85 350-352 y 88 360; De invent. I 7 93 Rhet. ad Heren. UI 16 ss. ° CE Inst. orat. X13 1; Rhet, ad Heren. WI w 19; De invent. 17 9; De orat. U1 56 $13. © Tomas ALBALADEJO-Francisco CHICO RICO, «La intellectio en la serie de las operaciones retéricas no constituyentes de discurso», en: T. AL~ ae W ~ David Pujante / Manual de retérica 7 ~ las cinco operaciones retéricas tradicionales, surge modernamente de la lectura de Sulpicio Victor y Aurelio Agustin, quienes compendiaron en extensos tratados la tradicién retérica™ y prestaron especial interes al intellegere. Como nos dicen Albaladejo-Chico, las funciones de la intellec- to son: comprobar si la causa del discurso es una tesis o una hipétesis, cual es su consistencia (status), si su especie es ética o patética, cual es su grado de defendibilidad, cual es la figura del discurso y cual es su genus.” Es decir, en virtud de la intellectio sabemos si estamos tratando una cuestion general (tesis) o estamos mas bien ante una cuestién con- creta (hipétesis). Podemos hacer un discurso sobre el asesinato como accién reprobable 0 podemos hacerlo sobre una acusacién concreta de asesinato (un gitano que mata a su hermano). La intellectio también nos permite saber el estado de la causa, si es dudoso o inexistente; 0, si existe, qué es (definicién) y cémo (cualidad). También podemos hablar de un estado de recusaci6n. La intellectio igualmente nos permite deter- minar si un discurso tiene como centro la moral (especie ethica 0 mora- 4s), apela principalmente al sentimiento (especie pathetica) 0 se basa en la confrontacién pura (udicialis). También define el grado de defendi- bilidad de la causa. Igualmente la comprensién de su estructura: un solo asunto, varios, de manera seguida o alternativa. Y final pero principal- mente determina el género del discurso. En realidad la intellectio, mas que una nueva operacién retérica que venga a incrementar la irreal secuenciacién tedrica de la actuacion su- cesiva de las operaciones retéricas, es un concepto que se hacia nece- satio para el entendimiento de Ja simultaneidad actuativa de dichas operaciones retéricas, para manifestar la realidad de su globalidad. Pero I BALADEJO, F. CHICO y E. DEL RIO (eds.), Retérica hoy, Teorta/ Critica, 5 (1998), 341. Cf. también Francisco CHICO RICO, eLa intellec- tio. Notas sobre una sexta operacion retoricay, Castilla, Fstudios de Lite- ratura, 14 (1989), 47-55; T- ALBALADEJO, Retorica, cit., capitulo 4. " Cf. Edgard de BRUYNE, Historia de la estética. La antigiiedad griega y romana, I, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1963, pag. 479. Cf. Sulpicio VICTOR, Institutiones oratoriae, en: Charles HALM (ed), Rhetores Latin minores, Leipzig, Teubner, 1863 (reimp. Frankfurt: Minerva, 1964), 4, §- 18, 315; Aurelio AGUSTIN, De rhetorica liber, 1, em: C. HALM (ed), Rhetorés Latini minores, cit., 4-9, 137. » Cf Tomas ALBALADEJO-Francisco CHICO RICO, «La intellectio en la serie de las operaciones retdricas no constituyentes de discurso», Teorta/ Critica, cit., 340-341. RRL TI. El corpus retérico 79 ~ de esta apreciacion, por su modernidad, trataremos en el apartado se- gundo del capitulo IV. =1II.b.1. El concepto de inventio. Quaestio, causa, status causae Seguin definicién de la Rhetérica ad Herennium, que se perpetuara en los tratadistas posteriores, la invenci6n es el descubrimiento (excogitatio) de las cosas verdaderas 0 verosimiles gue hagan probable la causa (Rhet. ad Heren. | 2 Excogitatio, que es la palabra utilizada por el autor, podemos traducirla 10 3610 como\ encuentro por medio de la reflexién, sino también como imaginacién, como invencién, como Ia facultad de imaginar. vista determinado (defender a un acusado, considerar inexistente la causa, considerar al acusado culpable pero con atenuantes a destacat), su discurso tiene que constituirse sobre la base de una serie de ele mentos que convenzan al auditorio, o al juez, o a ambos, de que el orador se ha situado en el punto de vista correcto, En su discurso tendrd que hacer acopio de elementos que evidencien su postura como ida. Todos los hechos incontrovertibles que pueda hallar tendra que aducirlos, que aportarlos. Y tendra que mostrar la verosimilitud de lo que no es objeto de evidencia, por medio de argumentos sélidos, irrefutables. La inventio es por tanto una compleja operacién retorica (es la operacién retérica a la que mas libros dedica Quintiliano, del III al VI), consistente en todo un método de hallazgo de materiales (los ajenos al arte retérica y los propios del arte retorica) que prueben Ia causa por la que apuesta el orador. Y no sélo consiste en hallar los materiales pertinentes (es decir, esos elementos de primer orden —como testigos, escritos, juicios precedentes— conducentes a la ver- dad de la causa, y esos otros elementos argumentativos, conducentes a la verosimilitud) sino que la invencién es también un método para el sabio tratamiento de dichos materiales, con aquel fin persuasive que es propio de todo discurso retérico. Consideradas asi las cosas, la izventio se nos muestra como un mecanismo de investigacién en el nebuloso terreno de los hechos. Lejos David Pujante / Manual de retérica 80 a de encontrarnos con un seferente claro del que dar testimonio discur sivo (con lo que el discurso retérico se limitaria a oralizar una realidad bien perfilada), la causa es objeto de juicio precisamente porque resulta necesario aclarar si realmente existe, qué es y cémo es (lo que veremos como estados posibles de la causa). Y el discurso retérico se construye para dilucidar estas posibilidades. Asi pues, el discurso retérico es un camino interpretativo, un modo de aclarar los lugates dudosos de la realidad humana; y la inventio es la primera de las operaciones retéricas hacia la interpretacion, a través del discurso, de dicha realidad. Una operacién que actia sobre la res. La inventio, lejos de la mas simple de las posibles interpretacio- nes de funcionamiento de esta primera operaci6n retorica, no se limi- ta a la eleccién de elementos pertinentes en el referente (en Ja parte del mundo a que se refiere la causa) para abocarlos en una reorgani- zacién textual en el discurso, pues eso indicaria que el referente tiene perfil significative claro y el discurso retérico se reduciria a ser un testimonio notarial del evidente significado referencial. No es asi_La_ aventura truir_un discurso es la aventura de i retar una parte del_ mundo. ciintliano’ considera fundamental en el estudio de la inventio comenzar por hablar de las quaestiones. Las on aquello de lo que tratan los discursos en general (asesinatos, robos, traiciones), ¢s decir, asuntos generales o tesis (théseis); y cualquier causa es una quaestio concretada, particularizada, hecha objeto de debate (el asesinato de la mujer del César, el robo de unos cantaros de agua en tiempo de sequia). Son los casos particulares 0 hipdtesis (bypothésis). Sobre causas, es decir, sobre cuestiones hechas causa, se hace el discurso. Las causas se definen por su estado de causa, que, segiin Quintilia- no, son tres: de conjetura (el orador se pregunta si existe la causa en realidad), de definicion (el orador se pregunta qué cs la causa), de cua- cidir si hay causa Chay muerte? o éestamos ante el autor de la accién encausada?), para decidir en qué consiste la causa (es asesinato?) y para decidir las circunstancias, atenuantes 0 agravantes (ées asesinato en defensa propia?, écudl fue Ia intencién?). Todavia sefiala Quintiliano un cuarto estado, en virtud de la forma procesal (Inst. orat., U1 10 5). Es el estado traslativo, cuya denominacién proviene de Hermagoras de Tem- IIL. El corpus retérico br nos (écompete a este juez entender este caso?*), Pero su validez de status ha sido impugnada y en ocasiones se incluye en la qualitas."* Igualmente necesario es el negotium o peristasis, es decit el conjun- to de personas, lugares, tiempos, motivos, medios, incidentes, hechos. Ill 5 17). Segiin lo que acabamos de ver (acumulando todo el material que Ie puede servir), el orador decide, determina y constituye con su discur- so si la causa existe, en qué consiste y cémo es. Para Quintiliano esta es la base de las operaciones inventio y dispositio. Lo que indica desde el comienzo que la construccién del discurso por las distintas operaciones ret6ricas es una construccin de significado. La realidad, confusa (por tanto, objeto de debate), se perfila significativamente gracias a la inter- pretacién discursiva que hace el orador de la causa que es objeto de su discurso. El orador construiré un discurso persuasivo que serd el equi- valente social de su discurso personal interpretativo de la causa a deba- te, y en la base de la construccién significativa de 1a parte de la realidad hecha causa, y como garante de que no es una construccién significativa arbitraria, esta la ética personal, tan importante en la tradicién oratoria catoniana y en el propio Quintiliano con su concepcién del vir bonus y su definicién del orador como vir bonus, dicendi peritus (Inst. orat., XT 1D. Recordaré unas pertinentes palabras de George Steiner. Para él bablamas mundos. Asi es. Un discusso retorico articula una estructura de valores, significados, suposiciones. Un discurso, como tantas otras manifes- taciones lingiiisticas, arroja sobre los ricos mares de la totalidad su propia red particular. Con esta reit @zbrae para si tesoros, abismos de comprenston, formas de z de otro modo, no podrian bacerse realidad.* ® Cf Heinrich LAUSBERG, Manual de retériva literaria, cit., § 131. Bice MOR- TARA GARAVELLI, Manual de retérica, cit., pags. 33-34. * Heinrich LAUSBERG, Manual de retorica literaria, cit., § § 13t Y 132. George STEINER, Errata, Madrid, Siruela, 1998, pig, 118. wear David Pujante / Manual de retérica 82 ~ wane ITT.b.1.1. Los géneros de causa @enera causarum, Cualquier causa, en cualquiera de los estados posibles de la misma (coniectura, definitio, qualitas o translatio), puede ser objeto de una consi- deraci6n discursiva Jaudatorio/vituperativa (podemos alabar una accién divina o humana, podemos alabar el emplazamiento de una ciudad); también cualquier causa puede ser objeto de una consideracién discur- siva que delibere sobre su trascendencia futura (podemos considerar la conveniencia o no de una guerra), y, finalmente, puede ser objeto de juicio, ya sea favorable o contrario (podemos realizar un discurso defen- diendo a alguien de una acusacién de asesinato). Al hablar de estos tres modos discursivos me estoy refiriendo a los Ilamados géneros de causa, que —como dice Albaladejo— son una de las acuftaciones conceptuales mas importantes con que cuenta el corpus teérico de la Rhetorica recepta."° Tal y como se nos dice en el conocido texto de la Retorica de Aristételes que acufia la clasificaci6n de los discursos oratorios (Rhet. 1358a37-1358b8), en todo discurso hemos de contar con tres elementos basicos. El emisor o persona que habla es el primero de ellos, y los otros dos son el asunto sobre el que habla el emisor y 1a(s) persona(s) a quienes) habla de dicho asunto. Aristételes afiade que el fin del discur- so oratorio se refiere al receptor u oyente, es decir, al tipo de partici- pacién del mismo. Forzosamente el oyente es 0 espectador o drbitro, y si drbi- tro, o bien de cosas sucedidas, o bien de futuras” (Rhet. 1358b2-4). Es, pues, fijandose en el receptor, y afiadiendo luego el parametro tiempo, como realiza el fildsofo la division en discurso demostrativo, deliberativo y judi- dial; clasificacién que se adoptara a partir de entonces como valida en los tratados de retorica. La propuesta aristotélica, que atenderemos pormenorizadamente al estudiar cada género, se puede mostrar asi es- quemdaticamente: datsan. » Segin la traduccién de Antonio TOVAR (ARISTOTELES, Retérica, cit., [ * Tomas ALBALADEJO, Retérica, cit, pig i pag. 18). IIL. El corpus retérico & ipo de participacién del audit GENERO Como espectador. ; DEMOSTRATIVO. Tiempo aludide: principalmente presente. Objeto discursivo: estético-moral. Finalidad: conmover sobre lo honroso/feo. Tipo de porticipacién del auditorio: GENERO Come érbitro. DELIBERATIVO Tiempo aludido: futuro. Objeto discursive: lo que puede suceder 0 no. Finalidad: persuadir sobre lo Util/dafioso. Tipo de participacién del auditori Como drbitro. GENERO Tiempo aludido: pasado. JUDICIAL Objeto discursive: accién cometida lievada ante un tribunal. inalidad: persuadir sobre Io justo/injusto. Siguiendo a Halsall" en la ampliacién que hace de la tabla que en su prontuario de la retorica antigua habfa ofrecido Barthes,” podemos aumentar el esquema hasta cinco géneros: ademas de los tres aristoté- licos, un cuarto género bomilético, la retorica de los sermones, afiadido durante la Edad Media y con gran auge durante el barroco (pensemos en el mundo de Fray Gerundio de Campazas), y en quinta posiciéa el ensayo erudito, sea literario o no, donde entran los discursos de tesis doctoral, o los ejercicios de oposicién en el émbito espafol. El esquema inicial quedaria ampliado de la siguiente manera: GENERO DEMOSIRATIVO Tipo de participacion del auditorio: Como espectador. Tiempo aludido: principalmente presente. Objeto discursive: estético-morcl. Finalidad: conmover sobre lo honroso/feo. " Cf. Albert W. HALSALL, «La Actualidad de la Retérica», en: DEJO, ALBALA- CHICO y E. DEL RIO (eds.), Retorica boy, Teoria/Critica, cit., pe 7S ” Cf Roland BARTHES, «La retérica antigua. Prontuario», en: R. BARTHES, La aventura semioligica, Barcelona, Paidés, 1990, pag. 141. eset. David Pujante / Manual de retérica GENERO DELIBERATIVO Tipo de participacién del auditorio Como arbitro. Tiempo aludido: futuro, Objeto discursivo: lo que puede suceder o no. Finalidad: persuadir sobre lo dtil/dafioso, GENERO JUDICIAL Tipo de participacién del auditorio: Come arbitro. Tiempo aludido: pasado. Objeto discursive: accién cometida llevoda ante un tribunal. Finalidad: persuagir sobre lo justo/injusto. GENERO HOMILETICO Tipo de participacién del auditorio: Como congregacién de creyentes. Tiempo aludido: pasado /presente /futuro Objeto discursivo: virtud/vicio. Finalidad: exhortar/condenar. ENSAYO ERUDITO/ Tipo de participacién del auditorio: ARTICULOS/ Conjunto de ptofesores como érbitros. TESIS/ Tiempo aludido: posado/presenie/futuro, EJERCICIOS DE OPOSICION Objeto discursivo: intra @ interciscipiinar, Finalidad: probor ia competencia profesional, * «om I]T.b.t.1.1. El género epidictico o demostrativo Para Aristételes, si los oyentes solamente son espectadores, entes pasivos, que disfrutan del discurso y cuyo juicio se limita a la habilidad del orador, es decir, a los aspectos de interés estético-discursivo 0 al asentimiento moral sobre una alabanza o un vituperio, nos encontramos ante un discurso epidictico (demostrativo). Esta clara unificacion aristotélica marca un Paso importante para el género, porque en los comienzos de la oratoria no se concebian como una unidad los discursos finebres, los discursos para las grandes festi- vidades, los que se hacian para elogio de personajes miticos o reales, 0 aquellos otros para encomiar ciertas ciudades. En la Retérica a Alejandro (previa a la de Aristételes), si bien se sefialan elementos en comin para todo elogio 0 vituperio, no se concede al género epidictico ef mismo IIL. El coxpus retérico tango que a los otros dos, el deliberativo y el judicial.® Asi pues, es definitiva para el futuro entendimiento de los géneros la clasificacién de Axistoteles. Es demostrativo el que se aplica a la alabanza 0 vituperio de una persona determinada, nos dice, ya en Roma, el autor de la Retérica a He- renio (Rhet. ad Her., \ 2). Y Quintiliano: e/ que contiene la alabanza yla vituperacion (Inst. orat. III 4 12). Segin parecer del propio Quintiliano, fue precisamente Aristéte- les y luego Teofrasto quienes habrian separado el género demostrativo de la parte activa de la clocuencia, considerandolo tan sdlo para el placer del auditorio. Los romanos —siempre segéin Quintiliano— lo utilizaron para el ejercicio de los nifios, que s¢ veian obligados por los rétores a escribir narraciones y opiisculos cuyo objeto era alabar o vitu- perar a alguien o algo, con la intencién de ejercitar el ingenio y formar el animo de los futuros oradores (Inst. orat. II 4 20-22). Por otra parte, para el rétor calagurritano este género tiene un claro fin practico, y no est tan claramente separado de la actividad politica, pues se encuentra su ejercicio en directa relacién con ciestos actos piiblicos: la defensa de determinadas actuaciones politicas o actuaciones de politicos, las ora- ciones fiinebres por prohombres y otras muchas actuaciones de este tipo que recaen sobre personas que desempefian cargos publicos. EL género demostrativo, més alld de que tenga o no un fin prac tico, requiere como los demés de pruebas, pues hemos de justificar por qué alabamos un hecho 0 a una persona; pero lo propio del elogio, nos dice Quintiliano, es la amplificacién y el ornato (Inst. orat. III 7 6). En cuanto a la materia propia de este género, segiin la tradicién recogida por el mismo Quintiliano, lo son tanto los dioses como los hombres, ¢ incluso otros seres animados e inanimados. Fl gusto romano por el género demostrativo Wev6 a hablar y escribir laudatoriamente sobre asuntos humildes, la llamada adoxografia.* Existe una tradicion bien desarrollada respecto a los lugares de los que debe nacer el clogio o el vituperio humano. Veamos el esquema comparativo que ofrece Jean Cousin respecto a los posibles elementos * Sobre el estatuto del género epidictico en la Retérica a Alejandro, cf. José SANCHEZ SANZ (ed.), Retérica a Alejandro, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1989, pags. 12 ss. * C£ Jean COUSIN, Baudes sur Qyintilien. Contribution a la recherche des sources de 5 F Institution Oratoire, Paris, Boivin & Cie Editeurs, t. I, 1936, pag. 194. pa a 8 “7 David Pujante / Manual de retérica 86 - de alabanza humana que barajan Quintiliano, el autor Ad Herennium y Cicerén: Inst. Oratt Rhet. ad Heren. De Invent. De Orat. Por. Orat. quiz) (16.10 ss.) 177) (1.43 y 341) (69 y 82) Elogio referente al tiempo que ha precedido al nacimiento: Patria Patric: Parenies Genus Genus Genus Moiores Consanguinei_ Propingui Responsa vel quguria Elogio referente a las cualidades del espititu: Indoles Educatio Educatus Diciptinae Facta Facta Quid fecerit Quid gesserit Dicta Eloquentia Quid dixerit Fortitudo Fortutudo Forfiter lustitia lustitia lustitia luste Continentia Modest Temperantia —_Sapienter Ceterae virtutes Prudentia Prudentia: Liberaiiter Humaniter Magnifice Pie Grote Elogio referente a las cualidades de! cuerpo: Pulchritudo Forma Forma Robur vires Uires Velocitas Ualetudo valetudo Ualetudo: Elogio referenie a las circunstancias externas: Fortuna Fortuna Diuitice Divitiae Pecunia Pecunia Potentia Potestas Potentia Opes Grotio Gloriae Honos IIL. El corpus retérico Cd se inst. Orat. Rhet. ad Heren. De invent. De Orat. Par. Orat. 7) (1.6.10 ss.) (77 (N43 y 341) (69 y 82) Elogio referente a la actividad: Quae solus qui Res genere ipso. fecisse dicetur singulares Aut primus Nouitate primae Aut cum paucis Megnitugine Aut supra spem, proestabiles Alienc potius Quae suscepta ‘causa quam sua identur a uiris folibus sine emolumento ac praemio Elogio después de la muerte: Mors Mors Mors liberi Quales fiberos habeat Con una clarisima vision préctica, Quintiliano, en la huella de Atistoteles, considera fundamental el lugar (ubi) donde se vaya a realizar cl discurso de alabanza o vituperio. Debemos saber sila persona ala que Yamos a alabar tiene mala fama en el medio en el que vamos a hacerlo, Si ya existe un desfavorable juicio previo, es casi imposible confeccionay un discurso eficaz; y el orador, consciente de ello, tendri que apurar su habilidad y echar mano de todos los recursos del arte para hacer muder de opinién a sus oyentes, Si bien cualquier estado de causa puede ser tratado por el género demostrativo, ¢s evidente que en lo que mas esta versado es en la cualidad, Son las cualidades de un héroe, la fortaleza de una ciudad, el lustre de unos ciudadanos los que conducen principalmente a la realizacion de este tipo de discursos. El discurso epidictico prevaleci6, frente los otros dos, cuando el discurso oratorio en general perdié su sentido politico, el que habia tenido tanto en la democracia ateniense como en la reptblica romana, David Pujante / Manual de retérica 88 e Desaparecida su relacin con él gobierno de la polis, el discurso reduce su razin de ser a la habilidad que despliega un conferen- ciante para admirar a su publico a la hora de exponer las excelen- cias de cualquier tema, literario, cultural en general o incluso nimio (pues se puso de moda la defensa de pequefios asuntos, algo similar a si hoy construyéramos un discurso defendiendo las exce- lencias del paituclo de papel, la excelencia del Aleenex).” El caracter estético —que, como vimos, diferenciaba a este dis- curso de los otros dos (y era el aspecto discursivo sobre el que juzgaba principalmente el espectador)— es precisamente aquello a lo que, con el paso del tiempo, se le da una especial preponderancia, justamente cuando la retérica empieza a ser retérica literaria, cuando ya no puede proporcionar ningtin bien al estado. Aunque todavia durante un periodo intermedio lo estético confluia con la funcién publica a la que se refiere Quintiliano. Los encomios eran el tipo de composicién adecuada para elogiar al emperador, al gobernador, a la ciudad de Roma, a la propia ciudad, es decir, en buena medida la actividad politica de la época, por mas que se pudiera pensar que era una actividad dependiente, limitada, poco honrosa..., se transfiri6 a este tipo de oratoria.* La proliferacién de tratados sobre materia epidictica a partir del siglo 1 y durante los siglos 11 y 11 d. de C. indica el éxito de este género, que se da de forma paralela a la decadencia de los otros dos, mas pro- totipicamente retéricos, en cuanto mas directamente enraizados en la actividad politica. Como nos recuerda Murphy, en realidad la Institucién oratoria de Quintiliano ya era un anacronismo cuando fue escrita, por- que la retérica habia perdido su sentido fundamental; ¢l ser un instru- mento politico de la democracia Octavio reind con el nombre de emperador Augusto durante 44 afios, desde el 30 a. de C. al 14 d. de C. Durante los proximos 84 David PUJANTE, «El discurso politico como diseurso ret6rico. Estado de la cuestiom», Teorta/Critica, 5 (1998), 312. . » Introduccién de Feraado GASCO a: MENANDRO EL RETOR, Dos trata- dos de retérica epidictica, Madrid, Gredos, 1996, pag. 25. emcramerae TIL. El corpus retérico afios toda una larga lista de emperadores, doce en total, iban a ejexcer el poder omnimodo de Roma, desde Tiberio en el afio x4 d. de C. hasta la proclamacién de Trajano en el 98. El Senado romano no iba ya a recobrar su poder. * La actuaci6n dictatorial de los emperadores esté en relacién direc- ta con la supresién de la libertad de expresi6n, aire imprescindible a la retérica para seguir viviendo. A este periodo se le ha denominado ha- bitualmente Segunda Sofistica y durante él es cuando el género epidictico alcanza un gran desarrollo. En esta linea de interés tenemos los hoy perdidos elogios paradéjicos de Dién Criséstomo: Elogio del mosquito, Elogio del loro.” Tambien en Luciano de Samosata nos encontramos con elementos del género, como en su Flogio de la mosca. Se propone Luciano la més dificil de las metas, dentro de la supuesta capacidad que tiene la sofistica para convetir en buena la mala causa, y es, asumiendo un tema repugnante, realizar no una defensa sino nada menos que un elogio. Sale con bien por la gracia, el ingenio y la erudicién que siempre muestra este autor. He aqui un breve fragmento: No trabaja: sin fatiga disfruta de los esfuerzos ajenos y tiene la mesa puesta en todas partes, pues las cabras son ordefiadas para ella, las abejas no trabajan menos para las moscas que para el hombre, los cocineros condimentan para ella los alimentos, que prueba incluso antes que los propios reyes; se pasca por las mesas, participa de sus festines y comparte todos sus goces. ** Destacables son también los panegiricos de Elio Aristides. A él le debemos el famoso Panatenaico, donde encomia la ciudad de Atenas haciendo un recorrido por toda la aportacién helena: sus dioses, sus jefes, su historia, sus costumbres. También es suyo el Contra Platon: en defensa de la retorica.* Sin duda ésta es la pendiente por la que se desliz6 ee ‘| * James M. MURPHY, «Bl fin del mundo antiguo: la segunda sofistica y San i Agustin», en: J. M. MURPHY (¢d.), Sinopsis histérica de la retorica chisica, cit., pag. 246. | * CE FILOSTRATO, Vidas de los sofistas, Madrid, Gredos, 1982, 487, pag. 76. I ** LUCIANO, Obras I, cit., pag. 107. * Cf. Blio ARISTIDES, Discursos 1, Madrid, Gredos, 1987. 89 = David Pujante / Manual de retérica 90 - la desnaturalizada retorica camino de lo exclusivamente literario. Preci- samente es la época en la que aparece una serie de ejercicios escolares que debemos a Teén, Hermégenes 0 Aftonio,”* y que luego fueron base constitutiva de la escritura de muchos literatos. Como nos recuerda Murphy, el libro de Aftonio fue vertido al inglés con el titulo de Founda- tions of Rhetorike Fundamentos de Retérica), por Richard Rainol- de durante Ja época isabelina y ejercié una gran influencia en escritores de Ia talla de Shakespeare. ® omenesca LIT .b.1.1.2. El género deliberativo © suasorio Volviendo a las distinciones aristotélicas que configuran su clasi- ficacién de los géneros del discurso retérico, el filésofo nos dice que cuando el oyente es considerado como arbitro, puede que decida sobre cosas ya sucedidas, del pasado; o bien sobre cosas futuras, Si ef asunto pertenece al pasado, el oyente {...} es considerado y tratado por el orador como un juez. Si el asunto pertenece al futuro [...}, el orador considera y trata al oyente {...] como a miembro de una asamblea popular que toma decisiones politicas.”° Cuando la decisién se refiere a asuntos futuros, que afectan a las sociedades democraticas en general 0 a individuos en particular que integran esas sociedades en las que los discursos de esta indole son posibles, nos encontramos ante lo que llama Aristételes discurso delibe- rativo (también conocido como déscurso suasorio). El autor de la Retérica a Herenio lo definira asi: Se da el deliberativo en los temas sujetos a consejo y compronde persuasion y disuasion (Rhet. ad Heren., I 2). Sus temas, segiin Aristételes, son los ingresos fiscales, la guerra y la paz, la defensa del pais, las importaciones y exportaciones, las formas I * Cf. TEON, HERMOGENES, AFTONIO, Ejercicios de Retorica, Madrid, Gredos, 1991. » James M. MURPHY, «El fin del mundo antiguo: la segunda sofistica y San Agustin», en: J. M. MURPHY (ed), Sinopsis historica de la retérica clasica, cit., pag. 251. » Heinrich LAUSBERG, Elementos de ret6rica literaria, cit., § 60, pig. 107 IIT. El. corpus retérico de gobierno (la legislacién); todos ellos asuntos de maxima utilidad para ua estado. Para Quintiliano, sin embargo, y contra quienes restringen el objeto del género deliberativo a la utilidad, el objeto principal del gé- nero deliberativo es lo honesto (dignitas). Aunque vienen a coincidir ambas lineas de pensamiento, pues, como el propio Quintiliano recono- ce, lo util siempre coincide con Io honesto (Inst. orat. III 8 ». Nos encontramos ante el género consultivo por excelencia. El caso modelo, como nos dice Lausberg, es ef discurso polftico pronunciado ante la asamblea popular, en el que el orador recomienda una accién futura 0 4a desaconseja.* La accion futura sobre la que el orador delibera bien la considera iti! para el estado, y entonces la aconseja, bien la considera ‘nittil, y en tal caso la desaconseja. Dicha accién puede ser: 1) legislar una ley (con lo que este géneto entra en apoyo del judicial desde la perspectiva que le ¢s propia: la utilidad) o bien 2) una accion que ha de influir de manera decisiva en el curso de la historia de ese estado. Se puede afrontar de una manera particular o general (como quaestio finita o infinita). Particular seria la conveniencia de una guerra concre- ta contra algiin enemigo determinado; general, la conveniencia de una politica guerrera, conquistadora con respecto a todos los otros estados © reinos. Aunque por su cardcter, al género deliberativo le corresponda principalmente el estado de cualificacion, también los otros dos, el de conjetura y el de definicién, tienen cabida en él, como nos dice Quin- tiliano (Inst. orat., II 8 4). E incluso tiene cabida el status translationis, que surgiria, segiin Lausherg, si el orador fuera interrumpido con la indicacién de que no tiene derecho para dar un consejo en este asunto, o de que la asamblea en general no tiene el derecho de decidir sobre la accién que se aconseja.* Quintiliano diferencia en este género consultivo cuando la consul- ta es ptiblica y privada, ya que repercute en la estructura del discurso. Si es privada, no requiere de exordio, dado que quien consulta de ma- nera personal sobre algo esta bien dispuesto a atender. Cuando alguien i * Thidem, § 224, pag. 203, i » Ibidem, § 237, pag. 211. or = David Pujante / Manual de retérica 92 r pide consejo sobre algo, tampoco hace falta la narracién, ya que es obvio que el consultante sabe sobre lo que consulta (Inst. orat. III 8 6- 10). Le parece al rétor calagurritano fundamental la autoridad moral en el que aconseja, mas que en ningiin otro género, porque un consejo gana sin duda cuando quien lo da es persona digna (Inst. orat. III 8 13). Ala hora de persuadir, Quintiliano considera tres puntos a tener en cuenta: el objeto de deliberacién, las personas que deliberan sobre él y la per- sona del que aconseja (Inst. orat, III 8 15). Un elemento importante en los discursos de este género son los ejemplos: los hechos anteriores de la historia, el prestigio alcanzado por los consejos de ciertas personas, las empresas similares que acometieron en el pasado pueden ser de gran ayuda en el género suasorio. Esta es la raz6n por la que Quintiliano dedica un lugar destacado a la prosopopeya al tratar del género suasorio (Inst. orat. III 8 49). »ITT.b.1.1.3. El género judicial También en este caso el oyente es considerado arbitro, pero de- cide sobre cosas sucedidas. E/ [género] judicial se basa en la controversia y comprende procesos criminales 0 civiles y la defensa (Rhet. ad Heren. 1 2). Por tanto sus tareas (oficios) fundamentales son dos, la acusaci6n y la defen- sa (Inst. orat. III 9 1). En consecuencia, y como vimos en la considera- cidn general sobre los géneros, estos discursos se realizan con la finali- dad de calificar la accién encausada como justa 0 injusta. Es el discurso mas complejo y el que més atencién ha merecido de los teéricos. Interesa tanto a Quintiliano que, tras hacer la caracteriza- cién general en el tercer libro de la Institucién oratoria, le dedica los libros IV, V y VI, donde ofrece un tratamiento completo de las partes y las peculiaridades de los discursos judiciales. Estos discursos estan fuertemente caracterizados por el aspecto dialéctico, pues siempre nos encontramos con dos discursos similares en los que se defienden puntos de vista encontrados: la defensa y Ia acusacién del mismo asunto. Esto marca de manera muy especial la estructura discursiva del género judi- cial, ya que los oradores deben tener presente no s6lo su particular posicién y argumentar desde su punto de vista, sino que han de consi- TIT. El corpus retérico derar igualmente la perspectiva del contrario y refutarla. Asi pues, como dice Lausberg, la dialéctica se encuentra fuera y dentro, en el enfrenta- miento de las posturas y en cada uno de los discursos, que prueban su planteamiento y refutan el del contrario.” Por el hecho de ser el mas complejo y completo de los discursos, el estudio de su estructura es el que mejor y mas pormenorizadamente se ha Ilevado a cabo entre los retéricos, y es asimismo la base sobre la que se estudian las partes del discurso retorico. Nos dice Quintiliano que las oraciones de este género tienen cin- co partes imprescindibles: exordio (proboemium), natracién. (narratio), prueba o confirmacién (probatio), refutacién (refutatio) y epilogo (perora- tio). Algunos tratadistas afiaden a éstas la divisién (partitio), la proposi- cién (propositio) y la digresion (excessus) (Inst. orat. III 9 3). Son las llama- das partes prescindibles del discurso. sa II.b.1.2. Las partes del discurso Como nos dice Perelman, al discurso cientifico, expositivo-de- mostrativo, le basta con enunciar la tesis de la que parte y demostrarla a continuacién. Sin embargo, en los discursos que requieren la persua- sién del ptblico, porque no se construye sobre evidencias sino sobre interpretaciones, es necesario un tipo de estructuracién conducente a dicho fin. Todo discurso ret6rico es una estructura textual-pragmatica (como en el caso de la tragedia, que analiza Aristételes en su Poética, 1449b21 ss.) cuya finalidad es persuadir al auditorio. En ambos casos, en el discurso retérico y en la tragedia antigua, nos encontramos con unos disefios estructurales y funcionales de los textos, dentro de una doctrina mixta, textual-pragmatica. Porque se tiene en cuenta al receptor a la hora de la constitucién de Ia estructura, y se da una determinada estruc- tura en funcién de su efectividad pragmatica. En el caso de la tragedia griega, Aristételes se encargé de mostrarnos la relacién entre estructura trdgica y catarsis. Resumo la doctrina aristotélica de la tragedia en el esquema siguiente: — ® CE ibidem, §§ 63 y 140-223, pigs. xx y 153 5. B =

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