You are on page 1of 4

EL CORONAVIRUS Y SU IMPACTO

EN LA SOCIEDAD ACTUAL
Y FUTURA

Arturo Manrique Guzmán


(Compilador)

Mayo, 2020
¿DEMOCRACIA FRENTE A AUTORITARISMO?*

Michel Wieviorka
La Vanguardia: 24 / 03 / 2020

¿No es el autoritarismo superior a la democracia cuando se trata del


bienestar de la población, su seguridad o su salud? China, ante la
epidemia incipiente, ha ofrecido dos imágenes. La de la eficacia de un
sistema centralizado llevando las riendas del país y aplicando sin dilación
las medidas necesarias, construyendo un hospital en ocho días y
frenando la pandemia en tres meses. Y la de un poder mentiroso, cínico
y brutal, acusando de rumores y persiguiendo a los primeros médicos que,
como Li Wenliang el 30 de diciembre del 2019, empezaron a dar la
alarma.

Sin embargo, otras dictaduras también se enfrentan a la pandemia y


demuestran ser ineficaces, como Irán, por ejemplo (que atribuye sus
dificultades a las sanciones impuestas por Donald Trump) o Egipto.

Algunas democracias estaban bien preparadas. Es el caso de Corea del


Sur, por ejemplo, un país muy afectado, pero que se había anticipado,
disponía de máscaras y pruebas, y que utiliza tecnología digital para
seguir a los afectados. En otros lugares, observamos diferentes grados de
falta preparación, incomprensión, vacilaciones, lo cual puede deberse al
temor al colapso económico, como si fuera posible exigir un
confinamiento máximo y pedir a los empleados que sigan trabajando. Se
constatan también lentitudes institucionales, la necesidad por parte del
Gobierno de respetar las reglas o aprobar leyes para poder actuar.

Ocurre con la epidemia como con el terrorismo: fomenta las acometidas


contra el Estado de derecho; fortaleciendo, por ejemplo, al Ejecutivo con
leyes de excepción.

Al forzar a la unidad nacional y a medidas que afectan a los derechos


humanos y la separación de poderes, la epidemia fomenta el
*Fuente:

https://www.lavanguardia.com/internacional/20200324/4874162282/democracia-
frente-a-autoritarismo.html

Colegio de Sociólogos del Perú. 242


Lima – Perú, 2020.
autoritarismo. Ahora bien, al contrario de lo que ocurre en las dictaduras,
esa situación suele ser democráticamente aceptada, por más que
algunas voces protesten, con razón, contra los abusos que pueden surgir.
No todas las democracias mantienen la misma relación con el Estado de
derecho. Allí donde el poder judicial y la policía son sus garantes
irreprochables, existe entre pueblo y autoridades un consenso mayor que
allí donde su legitimidad es puesta en entredicho a causa de los abusos,
la corrupción o las mentiras. La democracia es fuerte cuando reinan la
transparencia, el libre flujo de información, la independencia de la justicia
y el uso limitado de la violencia por parte de las fuerzas del orden.
Debemos comparar las democracias entre sí, antes de confrontarlas con
el modelo chino.

La oposición entre democracia y autoritarismo no es suficiente para


explicar lo que distingue a países como China, Irán, Egipto, España,
Francia, Italia o Corea del Sur en relación con su capacidad para
garantizar la seguridad y la salud. Por ello, merecen movilizarse otros
métodos explicativos.

Al forzar a la unidad nacional y a medidas que afectan a los derechos


humanos, la epidemia fomenta el autoritarismo

Una idea podría ser aquí atractiva: ¿no tiene cada Estado nación una
historia y una cultura propias que explican las variaciones observables?
Semejante razonamiento remite al pasado, a las tradiciones y, en última
instancia, al tema de la identidad. ¿No son China o Corea del Sur
herederas de un pasado que valora lo colectivo por encima de lo
individual? ¿No son los países latinos algo indisciplinados?

Sin embargo, consideremos más bien la relación con el futuro (y no con


el pasado) de ciertos países asiáticos: China, Corea del Sur, Japón,
Singapur. Esos países, es cierto que con inmensas diferencias entre sí, han
adoptado modos de desarrollo hipermodernos recurriendo a la ciencia y
la tecnología de nivel superior y al servicio de una idea de progreso que
se ha debilitado en Europa. No se han desindustrializado y, aunque han
descubierto los encantos del consumismo, e incluso del lujo para los
sectores más adinerados, están impulsados por el proyecto de un futuro
mejor. La confianza en la ciencia es considerable y el deseo de
democracia es intenso, como vemos de modo explícito en Hong Kong y
Taiwán.

Situados en el centro de la globalización económica, y no en sus


márgenes, esos países asiáticos han jugado menos que otros, en otras
partes, la carta de la disociación entre economía y política, y su desarrollo
ha hecho que la hipermodernidad penetre en sectores masivos de la
población.

Colegio de Sociólogos del Perú. 243


Lima – Perú, 2020.
¿Cuál es la participación de la población en los procesos políticos que
están en juego? Tenemos que aceptar aquí que nos enfrentamos a una
paradoja. Por un lado, en democracia, la fractura entre gobernantes y
pueblo ha generado una crisis de representación política, populismos y
extremismos. Y, por otro lado, en dictadura, de modo simétrico,
el autoritarismo depende para su acción de un apoyo popular mínimo, el
terror por sí sólo no basta.

Si el régimen comunista de China logra resultados en materia de


seguridad y salud pública es también porque, más allá de su brutalidad y
del control totalitario que ejerce sobre todos los individuos, ofrece
oportunidades de progreso social y éxito personal, e incluso ciertos
grados de libertad que evitan una ruptura total con la población.

Por lo tanto, la idea de tener que elegir sin más entre democracia y
autoritarismo es un poco simplista; hay que considerar también la relación
de cada sociedad con su futuro, su capacidad de pensarse en términos
históricos, de inventar un futuro posible.

La crisis sanitaria nos invita, en Occidente, a una removilización en torno


al rechazo de la decadencia y a una nueva historicidad por definir. En
términos democráticos, por supuesto.

Colegio de Sociólogos del Perú. 244


Lima – Perú, 2020.

You might also like