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Tras el estallido de la Revolución de Ayutla contra la dictadura de Santa Anna, Vidaurri proclamó el Plan
Restaurador de la Libertad con la que secundó la Revolución en el Norte, logrando el derrocamiento y expulsión
del dictador.
A pesar de haber prestado sus servicios a favor de los liberales, sus deseos de crear una nueva república en el
norte de México le acarrearían varios y múltiples enfrentamientos con Benito Juárez, tanto durante la Guerra de
Reforma, como durante la intervención francesa, lo que lo obligaría a pasarse al bando imperial. Tras la caída
del imperio de Maximiliano, Vidaurri fue fusilado a las pocas horas después de haber sido capturado por tropas
del general Porfirio Díaz.
Intervención Francesa
Reelegido para un nuevo periodo constitucional en febrero de 1863, Santiago Vidaurri gobernó Nuevo León casi
con absoluta independencia del centro. De hecho sus distanciamientos con el gobierno federal son célebres.
En la huida hacia el norte del gobierno de Juárez, perseguido por los conservadores e imperiales, la Presidencia
de la República se instaló en San Luis Potosí. La carencia de recursos era enorme, el ejército, convertido en una
serie de grupos más guerrilla que fuerza regular, bajo presión en todos los frentes.
Juárez pidió a Vidaurri que apoyara a la Federación con el dinero de las aduanas de Nuevo León y Coahuila,
que el gobernador había estado reteniendo. Vidaurri se opuso con el argumento de que eso “le traería la ruina al
estado” y de pasada soltó algunas amenazas contra el gobierno republicano de Juárez.
Juárez, obligado a seguirse replegando, llegó a Saltillo y finalmente se reunió con Vidaurri en Monterrey el 12 de
febrero de 1864. Guillermo Prieto narra en Lecciones de historia Patria el encontronazo. Juárez había llegado
acompañado de su gabinete y Vidaurri se presentó con una multitud:
“La entrevista fue fría y llena de majestad por parte de Juárez. Un hijo de Vidaurri (Indalecio), sacando su pistola,
rompió toda contestación y declaró el motín. Lerdo había previsto el desenlace y tenía listo el coche: con suma
precipitación subieron a él, el mismo Lerdo, Juárez, Iglesias, Suárez y Navarro (...) Entonces se desencadenó el
populacho y siguió al coche, haciendo disparos. El coronel Guiccione, con unos cuantos hombres y haciendo prodigios
Habiéndose refugiado en Texas, Santiago Vidaurri regresó a Nuevo León una vez que Monterrey fue ocupada
por los franceses y se sometió al Imperio; reconoció a Maximilianocomo emperador de México y se comprometió
a serle fiel, dándole la espalda al gobierno al que había jurado lealtad. Durante este periodo fue designado
consejero imperial y llegó a ser ministro de Hacienda.