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problemas de 3. SEMIOLOGIA DE LA LENGUA* La semiotogia tended mucho que hacer sélo para ver dénde acaba su dominio. FERDINAND DE SAUSSURE* Desde que aquellos dos genios antitéticos que fueron Peirce y Saussure concibieron, desconociéndose por completo y mas 0 menos al mismo tiempo,’ la posibilidad de una ciencia de los signos, y laboraron para instaurarla, surgi6 un gran problema, que atin no ha recibido forma precisa y ni siquiera ha sido plan- teado con claridad, en la confusién que impera en este campo: cual es ct pucsto de Ja lengua entre jos sistemas de signos? Peirce, volvieudo con Ja forma semeiotic a la denominacién sypetotiy, que John Locke aplicaba a una ciencia de los signos y de las significaciones a partir de la légica concebida, por su parte, como ciencia del lenguaje, se dedicé toda la vida a la ela- boracién de este concepto. Una masa enorme de notas atesti- gua su csfuerzo obstinado de analizar en el marco semiético las nociones Iégicas, matematicas, fisicas, y hasta psicoldgicas y reli- giosas. Llevada adelante durante una vida entera, esta reflexién se construyé un aparato cada vez mas complejo de definiciones destinadas a distribuir la totalidad de lo real, de lo concebido y de lo vivido en los diferentes érdenes de signos. Para construir esta “dlgebra universal de las relaciones”, Peirce establecié una division triple de los signos en ICONOS, INDICIOS y SIMBOLOS, que Semiotica, La Haya, Monton & Co., 1 (1969), 1, pp 1-12, ¥ 2 pp. 127-135, Nota manuscritn publicada en los Cahiers Ferdinand de Saussure, 15 (1957), p. 19. aries S. Peirce (1839-1914}; Ferdinand de Saussure (1857-1913) fy universal algebra of relations, with the subjacent indices and and MT is susceptible of being enlarged so as to comprise everything and so, still better, though not to ideal perfection, is the sestem of existential graphs” (Peirce, Sclected Writings, Philip P. Wiener, red., Dover Publications, 1958, p. 389). [47] 48 LA COMUNICACION €s punto mas o menos lo que se conserva hoy en dia ale la in- mensa arquitectura légica que subtiende. Por lo que concierne a la lengua, Peirce no formula nada pre- ciso ni especifico. Para él la lengua esta en todas partes y en nin- guna. Jamés se interesé en el funcionamiento de la lengua, si es que llegé a prestarle atencidn. Para él la lengua se reduce a las palabras, que son por cierto signos, pero no participan de una categoria distinta o siquicra de una especie constante. Las palabras pertenecen, en su mayoria, a los “simbolos’; algunas son “indicios”, por ejemplo los pronombres demostrativos, y a este titulo son clasificadas con los gestos correspondientes, asi el gesto de sefialar. Asi que Peirce no tiene para nada en cuenta el hecho de que semejante gesto sea universalmente comprendi- do, en tanto que e! demostrativo forma parte de un sistema par- ticular de signos orales, Ja lengua, y de un sistema particular de lengua, el idioma. Ademas, la misma palabra puede aparecer en distintas variedades de “‘signo”: como QUALISIGN, como sIN- SIGN, como LEGisIGNn.® No se ve, pues, cual seria la utilidad ope- tativa de semejantes distinciones ni en qué ayudarian al lingilista a construir la semiologia de la lengua como sistema. La dificul- tad que impide toda aplicacién particular de los conceptos peir- cianos, fuera de la tripartici6n bien conocida, pero que no deja de ser un marco demasiado general, es que en definitiva el signo es puesto en la base del universo entero, y que funciona a la vez como principio de definicién para cada elemento y como prin- cipio de explicacién para todo conjunto, abstracto 0 concreto. El hombre entero es un signo, su pensamiento es un signo,® su emocién es un signo.’ Pero a fin de cuentas estos signos, que “As it is in itself, a sign is either of the nature of an appearance, when I call it a quausiew; or secondly, it is an individual object or event, when I call it a snsic (the syllable sin being the first syllable of semel, simul, singular, etc.); ot thirdly, it is of the nature of a general type, when [ call it a trcisten. As we use the term ‘word" jn most cases; saying that ‘the’ is one ‘word’ and ‘an’ is a second ‘word’, a ‘word’ is a legisign. But when we sav of a page in a book, that it has 250 ‘words’ upon it, of which twenty are ‘the's', the ‘word’ is a sinsign. A sinsign so embodying a legisign, I term a ‘replica’ of the legisign” (Peirce, op. cit, p. 391). the word or sign which man uses is the man himself, For, as the fact that every thought is a sign, taken in conjunction with the fact that life is a train of thonght, proves that man is a sign; so that every thought is an EXTERNAL sign proves that man is a external sign” (Peirce, op. cit., p. 71) T “Everything in which we take the least interest creates in us its particular emo- SEMIOLOGIA DE LA LENGUA 49 son todos signos de otros, gde qué podrian ser signos QuE No FUERA signo? ;Daremos con el punto fijo donde amarrar la PRIMERA Telacién de signo? El edificio semidtico que constru- ye Peirce no puede incluirse a si mismo en su definicién. Para que la nocién de signo no quede abolida en esta multiplicacion al infinito, es preciso que en algiin sitio admita el universo una DIFERENCIA entre el signo y Jo significado. Hace falta, pues, que todo signo sea tomado y comprendito en un sisTEMA de sig- nos. Ahi esta la condicién de Ja stcnrFicancia. Se seguira, con- tra Peirce, que todos los signos no pueden funcionar idéntica- mente ni participar de un sistema tinico. Habrd que constituir varios sistemas de signos, y entre esos sistemas explicitar una relacién de diferencia y de analogia. Es aqui donde Saussure se presenta, de plano, tanto en la me- todologia como en la practica, en el polo opuesto de Peirce. En Saussure la reflexién procede a partir de la lengua y Ja toma como objeto exclusivo. La lengua es considerada en si misma, a la lingitistica se le asigna una triple tarca: 1] Deseribir en sincronfa y diacronia todas las lenguas cono- cidas; 2} deslindar las leyes generales que acttian en las lenguas; 3] delimitarse y definirse a si misma." Programa en el cual no se ha observado que, bajo sus aires racionales, trasunta algo raro, que constituye precisamente su fuerza y su audacia. La lingiiistica tendré pues por objeto, en tercer lugar, definirse a si misma. Esta tarea, si se acepta com- prenderla plenamente, absorbe a las otras dos y, en un sentido, las destruye. ;Cmo puede la lingiiistica delimitarse y definirse a si misma, si no es delimitando y definiendo su objcto propio, la lengua? Pero gpuede entonces desempefiar sus otras dos ta- teas, designadas como las dos primeras que, le incunibe ejecutar, la descripcién y la historia de las lenguas? ;Cémo podria la lingiiistica buscar las fuerzas que intervienen de manera perma- nente y universal en todas las lenguas y deslindar las leyes gene- rales a las que pucden reducirse todos los fendmenos particula- tes de la historia, si no se ha empezado por definir los poderes y Jos recursos de Ja lingiiistica, es decir, cémo capta el lengua- tion, however slight this emotion may be. This emotion is a sign and a predicate of the thing” (Peirce, op. cit, p. 67). * F, de Saussure, Cours de linguistique générale (abreviado C. L. C.), 4% ed., p. 21. 0 LA COMUNICACION je, y asi la naturaleza y los caracteres propios de esta entidad que es la lengua? Todo se interrelaciona en esta exigencia y cl Hngitista no puede mantener una de sus tareas aparte de las demas ni asumir ninguna hasta el fin si no tiene por principio de cuentas conciencia de la singularidad de la lengua entre todos los objetos de la ciencia. En esta toma de conciencia te- side la condicién previa a todo otro itinerario activo y cognitivo de la lingiiistica, y lejos de estar en cl mismo plano que las otras dos y de suponerlas cumplidas, esta tetcera tarea —“deli- mitarse y definirse a si misma’—, da a la lingiiistica la mision de trascenderlas hasta el punto de suspender su consumacién por mor de su consumacién propia. Ahi esta la gran novedad del pfograma saussuriano. La lectura del Cours confirma facilmen- te que para Saussure una lingiiistica sélo es posible con esta condicién: conocerse al fin descubriendo su objeto. Todo procede entonces de esta pregunta: “ual es el objeto ala vez integro y concreto de la lingilistica?”,” y la primera misién aspira a echar por tigyra_ todas las respuestas anteriores: “de cualquier lado que se mire la cuestidn, en ninguna parte se nos ofrece entero el objeto de la lingiiistica”."” Desbrozado asi el terreno, Saussure plantea la primera exigencia metédica: hay que separar la Lencua del lenguaje. ;Por qué? Meditemos las pocas lineas en donde se deslizan, furtivos, los conceptos esen- ciales: Tomado en su conjunto, el lenguaje es multiforme y heterdéclito; a caballo en diferentes dominios, a Ia vez fisico, fisiolégico y pstquico, pertenece ademas al dominio individual y al dominio social, no se deja clasificar en ninguna de las categorias de los hechos humanos, por- que no se sabe como desembrollar su unidad. La lengua, por el contrario, es una totalidad en si y un principio de clasificacién. En cuanto le damos cl primer lugar entre los heches de lenguaje, introducimos un orden natural en un conjunto que no se Presta a ninguna otra clasificacion.'* La preocupacién de Saussure es descubrir el principio de uni- dad que domina la multiplicidad de log aspectos con que 10s (tad. de A, Alonso). SEMIOLOGIA DE LA LENGUA aparece el lenguaje. Sdlo este principio permitira clasifice: ‘:- hechos de lenguaje entre los hechos humanos. La reduccion +” lenguaje a la lengua satisface esta doble condicién: purisit plantear la lengua como principio.de unidad y, a la vez, ee: trar cl lugar de la lengua entre los hechos humanos, Princ; de la unidad, principio de clasificacién ~—aqui estan intro: dos los dos conceptos que por su parte introduciran la seinia Jogia. Uno y otro son necesarios para fundar la lingiiistica co. ciencia: no se concebiria una ciencia incierta acerca de su oly: to, indecisa sobre su pertenencia. Pero mucho mis alla de c+:. cuidado de rigor esta en juego el estatuto propio del conjent: de los hechos humanos. Tampoco aqui se ha notado bastante la novedad del cant‘: saussuriano. No es cosa de decidir si la lingitistica esta mas cere; de la psicologia o de la sociologia, ni de hallarle un lugar cv» seno de las disciplinas existentes. El problema es planteadv ¢; otro nivel, y en términos que crean sus propios conceptos. i lingiifstica forma parte de una ciencia que no existe today que se ocupard de los demas sistemas del mismo orden en conjunto de los hechos humanos, la seMioLocia. Hay que ¢i tar la pagina que enuncia y sitta esta relacién: La lengua es un sistema de signos que expresan ideas, y por ¢so cow parable a la escritura, a] alfabeto de los sordomudos, a los ritos simbc. licos, a las formas de costesia, a las sefiales militares, cte., etc. Sélo ane es el mas importante de todos esos sistemas. Se puede, pues, concebir una ciencia que estudie la vida de los signe: en el seno de la vida social. Tal ciencia seria parte de la psicologia so cial, y por consiguiente de la psicologia general. Nosotros la Hamarevirr. serniologia (del griego szmeton ‘signo’). Ella nos gnseftara en qué: sisten los signos y cudles son las leyes que los gobiernan. Puesto ate: todayia no existe, no se puede decir qué es lo que ella sera; pero tir derecho a la existencia, y su lugar esta determinado de antemano. La i: gitistica no es mas que una parte de esta ciencia general. Las leyes <1 Ja semiologia descubra serdn aplicables a la lingiiistica, y asi es come ! lingiiistica se encontrar ligada a un dominio bien definido en el co junto de los hechos humanos. Al psicdlogo toca determinar el puesto exacto de la semiologia; ?* ‘ rca del lingilista es definir qué es to que hace de la lengua un sist: ™ Aqui Saussure remite a Ad. Naville, Classification des scicuves, 2# ed., p. 1U4. 52 LA COMUNICACION especial en el conjunto de los hechos semiolégicos. Mas adelante volve- remos sobre la cuestién; aqui sdla_nos fijamos en esto: si por vez pri- mera hemos podido asignar a la lingiiistica un puesto entre las cien- cias €s por haberla incluido en la semiologia.’* Del largo comentario que pediria esta pagina, lo principal quedar4 implicado en la discusién que emprendemos mas ade-- lante. Nos quedaremos nada més, a fin de realzarlos, con los caracteres primordiales de la semiologia, tal como Saussure la concibe, tal, por lo demas, como la habia reconocido mucho antes de traerla a cuento en su ensefianza."* La lengua se presenta en todos sus aspectos como una duali- dad: institucién social, es puesta a funcionar por el individuo; discurso continuo, se compone de unidades fijas. Es que la len- gua su unidad y el principio de su funcionamiento? En su carac- consiste en “un sistema de signos en el que sdlo es esencial Ia unién del sentido y de fa imagen actstica, y donde las dos par- tes del signo son igualmente psiquicas”.** ;Dénde halla la len- gua su unidad y el principio de su funcionamiento? En su carac- ter semidtico. Por él se define su naturaleza, por él también se integra a un conjunto de sistemas del mismo caracter. Para Saussure, a diferencia de Peirce, el signo es ante todo una nocién lingiiistica, que mas ampliamente se extiende a cier- tos érdenes de hechos humanos y sociales. A eso se circunscribe su dominio. Pero este dominio comprende, a mas de la lengua, sistemas homélogos al de ella. Saussure cita algunos. Todos tie- nen la caracteristica de ser sistemas de sicnos. La lengua es sdlo el mas importante de esos sistemas. ;E] mas importante vistas Jas cosas desde dénde? ;Sencillamente por ocupar mas lugar en Ja vida social que no importa cual otro sistema? Nada permite decidir. El pensamiento de Saussure, muy afirmativo a propdsite de ja relacin entre 1a lengua y los sistemas de signos, es menos cla- to acerca de la relacién entre la lingiiistica y Ia semiologia, cien- cia de los sistemas de signos. El destino de !a lingiiistica sera vincularse a la semiologia, que a su vez formard una parte de la CLL. G, pp. 33-34. ™ La nocién y ef término estaban ya en uma nota manuscrita de Saussure poblica- da por R, Godel, Sources manuscrites, p. 46, y que data de’ 1894 (ef. p. 37). #C.L.G, p. 32 SEMIOLOGIA DE LA LENGUA 53 psicologia social y, por consiguiente, de la psicologia general. Pero hay que esperar que la semiologia, ciencia que estudia “la vida de los signos en el seno de la vida social”, esté constituida para que averigiiemos “en qué consisten los signos y cuales son las leyes que los gobiernan”. Saussure encomienda pues a la ciencia futura la tarea de definir el signo mismo. Con todo, ela- bora para la lingiiistica el instrumento de su semiologia propia, el signo lingiiistico: “Para nosotros... el problema lingiiistico ¢s primordialmente semiolégico, y en este hecho importante co- bran significacién nuestros tazonamientos.” 1 Lo que vincula la lingiiistica a la semiologia es el principio, puesto cn el centro de la lingiiistica, de que el signo lingiifstico es “arbitrario”. De manera general, el objeto principal de la se- miologia sera “el conjunto de sistemas fundados en lo arbitra- tio del signo”.*? En consecuencia, en el conjunto de los siste- mas de expresién, la superioridad toca a la lingitistica: Se puede, pues, decir, que los signos enteramente arbitrarios son los que mejor realizan el ideal del procedimiento semiolégico; por eso la len- gua, el mas complejo y el mas extendido de los sistemas de expresién, es también el més caracteristico de todos; en este sentido la lingiiistica puede crigirse cn el modelo general de toda semiologia, aunque la len. gua no sca més que un sistema particular.'# Asi, sin dejar de formular netamente la idea de que la lin- giiistica tiene una relacién necesaria con la serniologia, Saussu- Te se abstiene de definir la naturaleza de esta relacién, de no ser a través del principio de la “arbitrariedad del signo” que go- bernaria el conjunto de los sistemas de expresién y ante todo de la lengua. La semiologia como ciencia de los signos no pasa de ser en Saussure una visién prospectiva, que en sus rasgos mas precisos es modelada seguin la lingiiistica. En cuanto a los sistemas que, con la lengua, participan de la semiologia, Saussure se limita a citar de pasada algunos, sin siquiera agotar la lista, ya que no adelanta ningin criterio deli- mitativo: la escritura, el alfabeto de los sordomudos, los ritos simbélicos, las formas de cortesia, las sefiales militares, etc.® # CL. G, pp. 3435. CL. G, p. 100. CLG, p. 101. » Antes, p. 51 t LA COMUNICACION ot otro lado, habla de considera: ‘+s ritos, las costumbres, etc., amo signos.7¢ Volviendo a este gran problema en el punto en que Saus- ‘ce lo dejé, deseariamos insistir ante todo en la necesidad de in_esfuerzo previo de clasificacién, si se quiere promover el unilisis y afianzar los fundamentos de la scmiologia. Nada diremos aqui de la escritura; reservamos para un exa- nen particular ese problema dificil. Los ritos simbélicos, las ‘urnas de cortesia, son sistemas auténomos? ;De veras es posi- vc ponerlos en el mismo plano que la lengua? Sélo mantienen ma_relacién semiolégica por mediacién de un discurso: ¢l ‘mmito” que acompajia al “rito”; el “‘protocolo” que rige las for- nas de cortesia. Estos signos, para nacer y establecerse como sistema, suponen Ja lengua, que los produce e interpreta. De cnodo qué son de un orden distinto, en una jerarquia por defi- i. Se entrevé ya que, no menos que los sistemas de signos, ‘a3 RELACIONES entre dichos sistemas constituiran el objeto de la semiologia. Es tiempo de abandonar las generalidades y de abordar por fin el problema central de la semiologia, el estatuto de la lengua entre los sistemas de signos. Nada podra ser asegurado en teo- va mientras no se haya aclarado la nocién y el valor del signo «7 los conjuntos donde ya se le puede estudiar. Opinamos que site examen debe comenzar por los sistemas no lingiifsticos. + “1 papel del signo es representar, ocupar el puesto de otra cosa, ocandola a titulo de sustituto. ‘Toda definicién més precisa, : ve distinguiria en particular diversas variedades de signos, su- una reflexién sobre el principio de una ciencia de los sig- ‘¢ una semiologia, y un esfuerzo de elaborarla. La mds mi- atencién a nuestro comportamiento, a las condiciones de ida intelectual y social, de la vida de relacién, de los nexos _ produccién y de intercambio, nos muestra que utilizamos a 2, LG, p35. SEMIOLOCEA DE LA LENGUA 55 la vez y a cada instante varios sistemas de signos: primero los signos del lenguaje, que son aquellos cuya adquisicién empieza antes, al iniciarse la vida consciente; los signos de la escritura; los “signos de cortesfa”, de reconocimiento, de adhesién, en todas sus variedades y jerarquias; los signos reguladores de los movimientos de vehiculos; los “signos exteriores” que indican condiciones sociales; los “signos monetarios”, valores e indices de Ja vida econémica; los signos de los cultos, ritos, creencias; los signos del arte en sus variedades (musica, imagenes; repro- ducciones plasticas) —en una palabra, y sin ir mas all de la verificacion empirica, est4 claro que nuestra vida entera esta presa en redes de signos que nos condicionan al punto de que no podria suprimirse una sola sin poner en peligro el equilibrio de la sociedad y del individuo. Estos signos parecen engendrarse y multiplicarse en virtud de una necesidad interna, que en apa- riencia responde también a una necesidad de nuestra organi- zacion mental. Entre tantas y tan diversas maneras que tienen de configurarse los signos, ;qué principio introducir que ordene las relaciones y delimite los conjuntos? EI cardcter comin a todos los sistemas y el criterio de su per- tenencia a la semiologia es su propiedad de significar 0 stcntFi- CANCIA, y su composicién en unidades de significancia 0 sicNos. Es cosa ahora de describir sus caracteres distintivos. Un sistema semiolégico se caracteriza: 1] por su modo de operacién, 2) por su dominio de validez, 3] por la naturaleza y el nimero de sus signos, 4] por su tipo de funcionamiento. Cada uno de estos rasgos comprende cierto niimero de va- riedades. E] Mopo DE OPERACION es la manera como el sistema actia, especialmente el sentido (vista, oido, etc.) al que se dirige. El DOMINIO DE VALIDEZ es aque! donde se impone el sistema y debe ser reconocido u obedecido. La NATURALEZA y el NGOMERO DE LOS sicnos son fyncién de las condiciones mencionadas. E] TIPO DE FUNCIONAMIENTO €$ la relacién que’ une los signos y les otorga funcién distintiva. 56 LA COMUNICACION Ensayemos esta definicién en un sistema de nivel elemental: el sistema de luces del trafico: Su modo de operacién es visual, generalmente diurno y a cielo abierto. Su dominio de validez es cl desplazamiento de vehiculos por caminos. Sus signos estan constituidos por la oposicién cromatica ver- derojo (a veces con una fase intermedia, amarilla, de simple transicién), por tanto un sistema binario, Su tipo de funcionamiento es una telacién de alternacién (jamds de simultaneidad) verde/rojo, que significa camino abierto/camino cerrado, o en forma prescriptiva go/stop. Este sistema es susceptible de extensién o de trasferencia, pero sélo ¢n una, nada mds, de estas cuatro condiciones: el do- minio de validez. Puede ser aplicado a la navegacién fluvial, al abalizamiento de los canales, de las pistas de aviacidn, etc., a condicién de conservar la misma oposicién cromatica, con la misma significaci6n. La naturaleza de los signos no puede ser modificada sino temporalmente y por razones de oportunidad.” Los caracteres reunidos en esta definicién constituyen dos grupos: los dos primeros, relativos al modo de operacién y al dominio de validez, suministran las condiciones externas, em- piricas, del sistema; los ultimos, relativos a los signos y a su tipo de funcionamiento, indican las condiciones internas, se- miéticas. Las dos primeras admiten ciertas vatiaciones 0 acomo- daciones, los otros dos no. Esta forma estructural dibuja un modelo canénico de sistema: binario que reaparece, por ejem- plo, en los modos de votacién, con bolas blancas o negras, le- vantandose o sentandose, etc., y en todas las circunstancias en que la alternativa pudiera ser (pero no es) enunciada en térmi- nos lingiiisticos como si/no. Aqui ya podemos deslindar dos principios que afectan a las relaciones entre sistemas semidticos. El primer principio puede ser enunciado como el PRINCIPIO DE NO REDUNDANCIA entre sistemas. No hay “sinonimia” entre sistemas semidticos; no puede “decirse la misma cosa” mediante * Constrefimientos materiales (niebla) pueden imponer procedimientos suplemen- tarios, por ejemplo sefiales sonoras en lugar de sefiales visuales, pero tales expedien- tes pasajetos no modifican las condiciones normales SEMIOLOCIA DE LA LENGUA ST la palabra y la misica, que son sistemas de fundamento dife- rente, Esto equivale a decir que dos sistemas semidticos de diferen- te tipo no pucden ser mutuamente convertibles. En el caso ci- tado, la palabra y la musica tienen por cierto un rasgo en co- miin, la produccién de sonidos y el hecho de dirigirse al ofdo; pero este nexo no prevalece ante la diferencia de naturaleza entre sus unidades respectivas y entre sus tipos de funciona- miento, como mostraremos mas adelante. Asi, la no converti- bilidad entre sistemas de bases diferentes es la razén de la no redundancia en el universo de Jos sistemas de signos. El hom- bre no dispone de varios sistemas distintos para el MismMo mexo de significacién. En cambio el alfabeto grafico y el alfabeto Braille 0 Morse o el de los sordomudos son mutuamente convertibles, por ser to- dos sistemas de iguales fundamentos basados en el principio alfabético: una letra, un sonido. De este principio se desprende otro que lo completa. Dos sistemas pueden tener un mismo signo en comin sin que resulte sinonimia ni redundancia, o sea que la identidad sustancial de un signo no cuenta, sdlo su diferencia funcional. E] rojo del sistema binario de sefales de transito no tiene nada en comitin con el rojo de la bandera tricolor, ni el blanco de ésta con el blanco del tuto en China. El valor de un signo se define solamente en.el sistema que lo integra. No hay signo transiste- miatico. Los sistemas de signos son entonces otros tantos mundos cerrados, sin que haya entre ellos mas que un nexo de coexisten- cia acaso fortuito? Formularemos una exigencia metédica mas. Es preciso que la relacién planteada entre sistemas semidticos sea por su parte de naturaleza semidtica. Sera determinada ante todo por la accién de un mismo medio cultural, que de una manera o de otra produce y nutre todas los sistemas que le son propios. He aqui otro nexo externo, que no implica necesaria- mente una relacién de coherencia entre los sistemas particula- res. Hay otra condicidn: se trata de determinar si un sistema se- miético dado puede ser interpretado por si mismo o si necesita recibir su interpretacién de otro sistema. La relacién semidtica entre sistemas se enunciard entonces como un nexo entre sIsTE- 58 LA CONUNICACION MA INTERPRETANTE y SISTEMA INTERPRETADO. Fs la que posee- mos en gran escala entre los signos de la lengua y los de la socie- dad: los signos de 1a sociedad pueden ser integramente inter- pretados por los de 1a lengua, no a }a inversa. De sucrte que la lengua serd el interpretante de la sociedad.” En pequena esca- la podra considerarse el alfabeto grafico como el interpretante del Morse 0 el Braille, en virtud de la mayor extensién de su dominio de validez, y pese al hecho de que todos sean mutua- mente convertibles. Podemos ya inferir de esto que los subsistemas semidticos in- teriores a la sociedad serau légicamente Jos interpretados de la lengua, puesto que la sociedad los contiene y que la sociedad es el interpretado de la lengua. Se advierte ya en esta relacion una disimetria fundamental, y puede uno remontarse a la cau- sa primera de esta no reversibilidad: es que la lengua ocupa una situacién particular en el universo de los sistemas de signos. Si convenimos en designar por S el conjunto de estos sistemas y por L la lengua, la conversién siempre sigue el sentido S$ > L, nunca el inverso. Aqui tenemos un principio general de jerar- quia, propio para ser introducido en la clasificacién de los siste- mas semidticos y que servira para construir una teoria semio- légica. Para realzar mejor las diferencias entre los érdenes de relacio- nes semidticas, ponemos ahora en la misma posicién un sistema muy distinto, el de la misica. En lo esencial, las diferencias van a manifestarsenos en Ia naturaleza de los “signos” y cn su modo de funcionar. La misica esté hecha de sonmwos, que tienen estatuto musical cuando han sido designados y clasificados como Novas. No hay en miisica unidades directamente comparables a los “signos” vde la lengua. Dichas notas tienen un marco organizador, la cama, en la que ingresan a titulo de unidades discrctas, discon- tinuas una de otra, en ntimero fijo, caracterizada cada una por un mimero constante de vibraciones por tiempo dado. Las ga- mas comprenden las mismas notas a alturas diferentes, definidas por un ntimero de vibraciones en progresién geométrica, mien- tras los intervalos siguen siendo los mismos. 2 Este punto seri desarvollado en otra parte. SEMBOLOGIA DE LA LENGUA 59 Los sonidos musicales pueden ser producidos en monofonia o cn polifonia; funcionan en estado aislado o en simultaneidad (acordes), cualesquicra que sean los intervalos que los separan en sus gamas respectivas. No hay limitacion a la multiplicidad de.los sonidos producidos simultaneamente por un conjunto de instrumentos, ni al orden, a la frecuencia o la extensién de las combinaciones. El compositor organiza libremente los sonidos en un discurso que no esta sometido a ninguna convencidn “gra- matical” y que obedece a su propia “sintaxis”. Se ve, pues, por dénde el sistema musical admite, y por dén- de no, ser considerado como semiédtico. Esta organizado a partir de un conjunto constituido por la gama, que a su vez consta de notas. Las notas no tienen valor diferencial mas que dentro de la gama, y ésta es, por su lado, un conjunto que recurre a varias alturas, especificado por el tono que indica la clave. De modo que la unidad fundamental sera Ja nota, unidad dis- tintiva y opositiva del sonido, pero sélo adquiere este valor en la gama, que fija el paradigma de las notas. ;Es semidtica esta unidad? Puede decidirse que lo es en su orden propio, en vista de que determina oposiciones. Pero entonces no tiene ninguna re- lacién con la semidtica del signo lingiiistico, y de hecho es incon- vertible a unidades de lengua, en ningin nivel. Otra analogia, que pone de manifiesto a la vez una diferencia profunda, es la siguiente. La musica es un sistema que funciona sobre dos ejes: el eje de tas simultaneidades y el eje de las suce- siones. Pensaria uno en una homologia con el funcionamiento de la lengua sobre dos ejes, paradigmatico y sintagmatico. Ahora bien, el cje de las simultaneidades en musica contradice el prin- cipio mismo del paradigmatico en lengua, que es principio de seleccién, que excluye toda simultaneidad intrasegmental; y el eje de las sucesiones en musica tampoco coincide con el eje sin- tagmatico de la lengua, puesto que la sucesién musical es com- patible con la simultaneidad de los sonidos, y que por afiadidura no esta sometida a ningin constreniimiento de enlace o exclu- sién con respecto a cualquier sonido o conjunto de sonidos, sea el que sea. Asi, la combinatoria musical que participa dela ar- monia y del contrapunto carece de equivalente en la lengua, donde tanto el paradigma como el sintagma estan sometidos a disposiciones especificas: reglas de compatibilidad, de selectivi- 60 LA COMUNICACION dad, de recurrencia, etc., de lo que depende la frecuencia y Ja previsibilidad estadisticas, por una parte, y, por otra, la posibi- lidad de construir enunciados inteligibles. Esta diferencia no de- pende de un sistema musical particular ni de la escala sonora elegida; la dodecafonia serial la exhibe tanto como la diatonia. Puede decirse, en suma, si la miisica es considerada como una “lengua”, que es una lengua con una sintaxis, pero sin semiética. Este contraste perfila por adelantado un rasgo positivo y necesa- tio de la semiologia lingiiistica que vale la pena anotar. Pasemos ahora a otro dominio, el de las artes Ilamadas plasti- cas, dominio inmenso, donde nos conformaremos con indagar si alguna similitud u oposicién puede esclarecer la semiologia de la lengua. Por principio de cuentas, se tropieza con una difi- cultad de principio: shay algo en comin en el fundamento de todas estas artes, de no ser la vaga nocidn de “‘plastica”? ;Se halla en cada una, o siquiera en una de ellas, una entidad formal que pueda denominarse untpap del sistema considerado? Pero zcual pudiera ser la unidad de la pintura o del dibujo? ;La figura, el trazo, el color? Formulada asi, ztiene atin algiin sentido la cues- tién? Es tiempo de enunciar las condiciones minimas de una compa- racién entre sistemas de drdenes diferentes. Todo sistema semié- tico que descanse en signos tiene por fuerza que incluir: 1] un repertorio finito de sicnos, 2] reglas de disposicién que gobiernan sus Ficuras, 3] independientemente de la naturaleza y del nii- mero de los piscursos que el sistema permita producir. Ninguna de las artes plasticas consideradas en su conjunto parece repro ducir semejante modelo. Cuando mucho pudiera encontrarse al- guna aproximacién en la obra de tal o cual artista; entonces no se trataria de condiciones generales y constantes, sino de una ca- racteristica individual, lo cual una vez mas nos alejaria de la lengua. Se diria que la nocién de unmpap reside en el centro de la proble- matica que nos ocupa ** y que ninguna teoria seria pudiera cons- * No parecié stil, ni aun posible, sobrecargar cstas paginas, que anuncian nuestros puntos de vista personales, con una discusién de las teorias anteriores. El lector infor- mado advertird en particular lo que nos separa de Louis Hjelmslev en puntos esen- SEMIOLOGIA DE LA LENGUA 61 tituirse olvidando o esquivando la cuestién de la unidad, pues todo sistema significante debe definirse por su modo de signi- ficacién. De modo que un sistema asi debe designar las unidades que hace intervenir para producir el “sentido” y especificar la naturaleza del “‘sentido” producido. Se plantean entonces dos cuestiones: 1] zPueden reducirse a unidades todos los sistemas semié- ticos? 2] Estas unidades, en los sistemas donde existen, json stcNos? La unidad y el signo deben ser tenidos por caracteristicas dis- tintas. El signo es necesariamente una unidad, pero la unidad puede no ser un signo. Cuando menos de esto estamos seguros: la lengua esta hecha de unidades y esas unidades son signos. ;Qué pasa con los demas sistemas semiolégicos? Consideramos primero ¢l funcionamiento de Jos sistemas Ila- mados artisticos, los de la imagen y del sonido, prescindiendo de- liberadamente de su funcidn estética. La “lengua” musical consis- te en combinaciones y sucesiones de sonidos, diversamente arti- culados; la unidad elemental, el sonido, no es un signo; cada so- nido es identificable en la estructura escalar de la que depende, ninguno est4 provisto de significancia. He aqui el ejemplo tipico de unidades que no son signos, que no designan, por ser sola- mente los grados de una escala cuya extensién es fijada arbitra- riamente. Estamos ante un principio discriminador: los sistemas fundados en unidades se reparten entre sistemas de unidades sig- ciales. Lo que Hama semiotics es definido como “a hierarchy, any of whose com: ponents admits of 2 further analysis into classes defined by mutual relation, so that any of these classes admits of an analysis into derivates defined by mutual mutation” (Prolegomena to a Theory of Language, trad. de Whitfield, 1961, p. 106). Semejante definicién no seri aceptable mas que dentro de una adhesién global a los principios de la glosemitica. Las consideraciones del mismo autor (op. cit, p. 109) accrea del puesto del lenguaje en las estructuras semiéticas, sobre los limites entre lo semiético y lo no semiético, reflejan una posicién harto’ provisional y todavia impreciss. No podré sino aprobarse la invitacién a estudiar desde un mismo punto de’ vista las diver- sas disciplinas semidticas: “it seems fruitful and necessary to establish 2 common point of view for a large number of disciplines, from the study of literature, art, and music, and general history, all the way to logistics and mathematics, so that froin this com- mon point of view these sciences are concentrated around a linguistically defined’ set- ting of problems” (op. cit,, p. 10B) Pero este vasto programa no pasa de set un pia- doso anhelo mientras no se hayan elaborado los fundamentos tedricos de una com- paracién cutre los sistemas, Es lo que tratamos de hacer aqui. Mas recientemente, Charles ‘Morris, Signification and Significance (1964), p. 62, se limita a hacer constar que para numerosos lingitistas, de quienes cita a algunos, la ‘lingiistica forma parte de la semidtica, pero uo define la'situacién de la lengua desde este punto de vista. 62 LA COMUNICACION nificantes y sistemas de unidades no significantes. En la primera categoria pondremos Ja lengua; en la segunda, la miisica.* En las artes de la figuracién (pintura, dibujo, escultura) de imagenes fijas o moviles, es la existencia misma de unidades Jo que se torna tema de discusién. gDe qué naturaleza serian? Si se trata de colorcs, se reconoce que componen también una esca- la cuyos peldafios principales estan identificados por sus nom- bres. Son designados, no designan; no remiten a nada, no sugie- yen nada de manera univoca. El artista los escoge, los amalgama, Jos dispone a su gusto en el lienzo, y es s6lo en la composicion donde se organizan y adquieren, técnicamente hablando, una “significacién”, por la seleccién y la disposicién. El artista crea asi su propia semidtica: instituye sus oposiciones en rasgos que él mismo hace significantes en su orden. De suerte que no recibe un repertorio de signos, reconocidos tales, y tampoco establece ninguno. El color, un material, trae consigo una variedad ilimi- tada de matices que pasan uno a otro y ninguno de los cuales hallard equivalencia con el “signo” lingiiistico. En cyanto a las artes de la figura, ya participan de otro nivel, el de la representacién, donde rasgo, color, movimiento, se com- binan y entran en conjuntos gobernados por necesidades propias. Son sistemas distintos, de gran complejidad, donde la definicién de) signe no se precisara sino con el desenvolvimiento de una se- miologia todavia indecisa. Las relaciones significantes del “Jenguaje” artistico hay que descubrirlas penrro de una composicién. El arte no es nunca aqui mas que una obra de arte particular, donde e] artista ins- taura libremente oposiciones y valores con los que juega con ple- na soberania, sin tener “respuesta” que esperar, ni contradiccién que climinar, sino solamente una visi6n que expresar, segtin cri- terios, conscientes o no, de los que la composicién entera da tes- timonio y se convierte en manifestacién. ™ Roland Harweg, “Language and Music, an Immanent and Sign ‘Theoretic Ap- proach” (Foundations of Language, 4, 1968, pp. 270ss.), verifica atinadamente que “the sign theoretic approach is inadequate for the study of music, for the only thing it can provide with regard to it are negative statements — ‘negative’ taken in a logi al, not in an evaluative sense. All it can state may be comprised in the statement that ‘music’ is Nor a significational-represcntational institution as is language” (p. 273). A esta verificacin Je falta, no obstaute, el sustento de una claboracién tedrica, El problema que discutimos aqui cs prccisamente el de la valider interscmistica de la ndcién de “signo”, SEMIOLOGIA DE LA LENGUA 63 O sea que se pucden distinguir los sistemas en que la signifi- cancia esta impresa por el autor en Ja obra y los sistemas donde la significancia cs expresada por los elementos primeros en es- tado aislado, independientemente de los enlaces que puedan con- traer. En los primeros, la significancia se desprende de las rela- ciones que organizan un mundo cerrado, en los segundos, es in- herente a los signos mismos. La significancia del arte no remite nunca, pues, a una convencién idénticamente heredada entre co- participes.* Cada vez hay que descubrir sus términos, que son ilimitados en niimero, imprevisibles en naturaleza, y asi por rein- ventar en cada obra —en una palabra, ineptos para fijarse en una institucién. La significancia de la lengua, por el contratio, es la significancia misma, que funda la posibilidad de todo intercam- bio y de toda comunicaciér, y desde ahi de toda cultura. No deja de ser valido, pues, con algunas metaforas de por me- dio, asimilar la ejecuci6n de una composicién musical a la pro- duccién de un enunciado de lengua; podra hablarse de un “dis- curso” musical, que se analiza en “frases” separadas por “pausas” o “silencios”, sefialadas por “motivos” reconocibles. También se podrd, en Jas artes de la figuracién, buscar los principios de una morfologia y de una sintaxis."* Cuando menos, una cosa es se- gura: ninguna semiologia del sonido, del color, de la imagen, se formulara en sonidos, en colores, en imagenes. Toda semiologia % Mieczyslaw Wallis, “Mediaevat Art as a Language”, Actes du 5¢ Congrés interna- tional d'esthétique (Amsterdam, 1964), p. 427, 05 “La notion de champ sémantique ct son application a la théorie de PArt™, Sciences de Fart, num. especial (1966), pp. 3 ss., hace utiles observaciones acerca de los signos icénicos, especialmente en el aste medieval: discierne cn € un ‘vocabulario” y reglas de “‘sintaxis". Hs verdad que pue- de reconocerse en la escultura medieval cierto repertorio ieénico que corresponde a ciertos temas religiosos, a ciettas ensefianzas teolégicas © morales. Pero son mensajes convencionales, producidos en una topologia igualmente convencional donde las figu- ras ocupan puestos simbélicos, conformes a representaciones familiares. Por lo demés, las escenas figuradas son la tasposicién icénica de relatos 0 pardbolas; reproducen una verbalizacién inicial. El verdadero problema semiolégico, que no ha sido plantea- do, que scpamos, seria cl buscar cémo se efectéa esta Urasposicién de una enunciacién verbal 4 una representacién icénica, endles son las correspondencias posibles entre un sistema y atco y en qué medida esta confrontacién podria ser perseguida hasta la determinacion de correspondencias entre sicnos distintos. ™ La posibitidad de extender las categorias semiolégicas a las téenicas de 1a imagen, y particularmente al cine, es debatida de mancra instructiva pot Chr. Metz, Essais sur ja signification au cinéwa (Paris, 1968), pp. 66s, 84 ss, 95 s. J. L. Scheffer, Scéno- graphic d'um tableae (Paris, 1969), inaugura una “lectura” semiolégica de la obra pintada y propone un andlisis suyo analogo al de un “texto”. Estas indagaciones:mnucs- tran ya el despertar de una reflexién original sobre los campos y las categorias de la semiologia no Jingiiistica. 64 LA COMUNICACION de un sistema lingiiistico tiene que recurrir a ta mediaeion de la lengua, y asi no puede existir mas que por Ja semiologia de ia lengua y en ella. El que la lengua sea aqui instramento y no ob- jeto de andlisis, no altera nada de la situacién, que gobierna todas las relaciones semidticas; la lengua es el interpretante de todos los demas sistemas, lingiiisticos y nv lingitisticos. Debemos precisar aqui la naturaleza y las posibilidades de las relaciones entre sistemas semidticos. Establecemos tres tipos de telaciones. 1) Un sistema puede engendrar otro. La lengua usual engen- dra la formalizacién légico-matematica; la escritura ordinatia en- gendra la escritura estenografica; el alfabeto normal engendra el alfabeto Braille. Esta RELACION DE ENGENDRAMIENTO vale entre dos sistemas distintos y contemporaneos, pero de igual naturale- za, el segundo de los cuales esta construido a partir del primero y desempefia una funcién especifica. Hay que distinguir cuida- dosamente esta relacién de engendramiento de la relacién de derivacién, que supone evolucién y transicién histérica. Entre la escritura jeroglifica y la escritura demética hay derivacién, no engendramiento. La historia de los sistemas de escritura propot- ciona mas de un ejemplo de derivacién. 2] El segundo tipo de relacién es la RELACION DE HOMOLOGiA, que establece una correlacién entre las partes de dos sistemas se- miéticos. A diferencia de la precedente, esta relacién no es veri- ficada, sino instaurada en virtud de conexiones que se descubren o establecen entre dos sistemas distintos. La naturaleza de la homologia puede variar, intuitiva o razonada, sustancial 0 estruc- tural, conceptual o poética. “Los perfumes, los colores y los so- nidos se responden.” Estas “correspondencias” sélo son de Bau- delaire, organizan su universo poético y la imagineria que lo refleja. De naturaleza mas intelectual es la homologia que ve Panofsky entre la arquitectura gética y el pensamiento escolds- tico.27 También sé ha sefialado la homologia entre la escritura y el gesto ritual en China. Dos estructuras lingiiisticas de indole diferente pueden revelar homologias parciales o dilatadas. Todo depende de] modo como se planteen los dos sistemas, de los Erwin Panofsky, Architecture gothique et oa scolastique, trad. de P. Bourdieu (Paris, 1967), pp. 104 55 ef. P. Bourdieu, 152s. citando las homologias entre la escriturt y Ta arquitectura gbties indicadas por R. Marichal SEMIOLOGIA DE LA LENGUA 65 pardmetros que se empleen, de los campos donde se opere. Segiin el caso, la homologia instaurada servira de principio unificador entre dos dominios y se limitard a ese papel funcional, o creara una nueva especie de valores semidticos. Nada garantiza por ade- lantado la validez de esta relacién, nada limita su extensidén. 3] La tercera relacién entre sistemas semidticos sera denoi nada RELACION DE INTERPRETANCIA. Designamos asi la que insti- tuimos entre un sistema interpretante y un sistema interpretado. Desde el punto de vista de la lengua, es Ja relacion fundamental, la que reparte los sistemas en sistemas que se articulan, porque manifiestan su propia semidtica, y sistemas que son articulados y cuya semiética no aparece sino a través de la reja de otro modo de expresién. Se puede asi introducir y justificar el principio de que la lengua es el interpretante de todos los sistemas semidti- cos. Ningtin sistema dispone de una “lengua” en la que pueda categorizarse e interpretarse segtin sus distinciones semidticas, mientras que la lengua puede, en principio, categorizar e ‘ater- pretar todo, incluso ella misma. Se ve aqui cémo la relacién semioldgica se distingue de toda otra, y en particular de la relacién socioldgica. Si se interroga por ¢jempio a propésito de la situacién respectiva de la lengua y de la sociedad —tema de debates incesantes— y acerca de su modo de dependencia mutua, el socidlogo, y probablemente quien- quiera enfoque la cuestién en términos dimensionales, observara que la lengua funciona dentro de la sociedad, que la engloba; decidirA pues que la sociedad es el todo, y la lengua la parte. Pero la consideracién semioldgica invierte esta relacién, ya que solo la lengua permite ia sociedad. La lengua constituye lo que mantiene juntos a los hombres, el fundamento de todas las re- laciones que a su vez fundan la sociedad. Podra decirse entonces que es la lengua la que conticne la sociedad.™* Asi Ja relacién de interpretancia, que es‘ semidtica, va al revés que la relacién de encajonamiento, que es sociolégica. Esta, objetivando las depen- dencias externas, reifica parejamente lengua y sociedad, en tanto que aquélla las pone en dependencia mutua segiin su capacidad de semiotizacién. Por aqui se verifica un criterio que indicamos antes, cuando, * Tratamos mas en detalle de esta relacién en sma exposicién hecha en octubre de 1968 al Congreso Olivetti (cf. mis adelante, pp. 95-106). 66 LA COMUNICACION para determinar las relaciones entre sistemas semidticos, plantea- mos que estas relaciones deben ser, ellas mismas, de natutaleza semidtica. La relacién irreversible de interpretancia, que incluye en la lengua los otros sistemas, satisface esta condicién. La lengua nos ofrece el tinico modelo de un sistema que sea semidtico a la vez en su estructura formal y cn su funciona- miento: 1] Se manifiesta por la enunciacion, que alude a una situacion dada; hablar es siempre hablar de. 2] Consiste formalmente en unidades distintas, cada una de las cuales es un signo. 3] Es producida y recibida en los mismos valores de referen- cia entre todos los miembros de una comunidad. 4) Es la tnica actualizacién de la comunicacién intersubjetiva. Por estas razones, la lengua es la organizacién semidtica por excelencia. Da la idea de lo que es una funcién de signo, y cs la tinica que ofrece la formula ejemplar de ello. De ahi procede que ella sola pueda conferir —y lo hace en efecto— a otros con- juntos la calidad de sistemas significantes informandolos de la relacién de signo, Hay pues un MopELADO. sEMIGTICO que la len- gua ejerce y del que no se concibe que su principio resida cn otra parte que no sea la lengua. La naturaleza de la lengua, su funcién representativa, su poder dindmico, su papel en la vida de relacién, hacen de ella la gran matriz semidtica, la estructura modeladora de la que las otras estructuras reproducen los ras- gos y el modo de accidn. A qué se debe esta propiedad? ;Puede discernirse por qué la lengua es el interpretante de todo sistema significante? ;Es sen- cillamente por ser el sistema mas comiin, cl que tiene cl campo mis vasto, la mayor frecuencia de empleo y —en Ja practica— la mayor eficacia? Muy a Ja inversa: esta situacién privilegiada de la lengua en cl orden pragmatico ¢s una consccuencia, no una causa, de su preeminencia como sistema significante, y de esta preeminencia puede dar raz6n un principio semioldgico sélo. Lo descubriremos adquiriendo concicncia del hecho de que la lengua significa de una manera especifica y que no cs sino suya, de una manera que no reproduce ningtn otro sistema. Esta in- vestida de una DoRLE sicnreicancia. He aqui propiamente un modelo sin analogo. La lengua combina dos modos distintos de SEMIOLOGIA DE 1.A LENGUA 67 significancia, que llamamos el modo sEM16TICO por una parte, el modo seMANTICO por otra.”* Lo semistico designa ¢l modo de significancia que es propio del sicno lingitistico y que lo. constituye como unidad. Por mor del andlisis pueden ser consideradas por separado las dos caras del signo, pero por lo que hace a la significancia, unidad es y unidad queda. La tinica cuestion que suscita un signo para ser reconocido es la de su existencia, y ésta se decide con un si o un no: drbol - cancién - lavar - nervio - amarillo - sobre, y no *drmol - *pancién - *bavar - *nertio - *amafillo - *sibre. Mas alla, ¢s comparado para delimitarlo, sea con significantes parcialmen- te parecidos: casa : masa, 0 casa: cosd, 0 casa: cara, sea con significados vecinos: casa: choza, 0 casa: yivienda. Todo el estudio semidtico, en sentido estricto, consistira en identificar las unidades, en describir las marcas distintivas y en descubrir criterios cada vez mas sutiles de la distintividad. De esta suerte cada signo afirmara con creciente claridad su significancia pro- pia en el seno de una constelacién o- entre el conjunto de los signos. Tomado en si mismo, cl signo es pura identidad para si, pura alteridad para todo lo demas, base significante de la lengua, material necesario de la cnunciacién. Existe cuando es reconocido como significante por cl conjunto de los miembros de la comunidad lingitistica, y evoca para cada quien, a gran- des rasgos, las mismas asociaciones y las mismas oposiciones. ‘Tal es cl dominio vy ¢l criterio de la semidtica. Con lo semiantico cntramos en el modo especifico de signi- ficancia que cs engendrado por el prscurso. Los problemas que se plantcan aqui son funcién de la lengua como productora de mensajes. Ahora, el mensaje no sc reduce a una, sucesién de unidades por identificar separadamente; ne es una suma de sig- ® sta distincién fue propuesta por primera vez en la sesién inaugural del XHI¢ Congris des Sociétés de Philosophie de Langue Frangaise, celebrada en Ginebra el 3 de septicmbie de 1966, La exposicion fue publicada en las Actes de dicho congreso, IL, 29-411 (con discusion, pp. 41-47) (cf. adelante, cap. 15). Se verd aqui el remate del analisis presentado anterionmente con ef tittle de “Niveaux de Fanalyse linguisti- gue” (cn nuestros Problémes de linguistique générale, 1, 1966, pp. 1193s. (trad. esp., pp. 11855,]). Tabriamos preferido clegir, a fin de hacer mas notoria esta distincién, términs menos parecidas uno al_atro que SkauGrIGA y sEACiNTICA,, pucste que Tas dos asumen agi un sentide tecnico. Hacia falta, con todo, que uno y alzo exoeasen Ja_no- iéu del séma, a la cal se vinenlin ambos, si bien diferentemente, Esta cuestion termrinolégica no deberia pertarbar a quienes tengan a bien considerar la perspectiva comipleta de nuesteo ansilisis 68 LA COMUNICACION nos la que produce cl sentido, es, por el contrario, el sentido, concebido. globalmente, cl que se realiza y se divide en “signos” particulares, que son las patapras. En segundo lugar, lo seman- tico carga por necesidad con el conjunto de los referentes, en tanto que lo semidtico est4, por principio, separado y es inde- pendiente de toda referencia. El orden semantico se identifica con el mundo de la enunciacién y ¢l universo del discurso. El hecho de que se trata, por cierto, de dos érdenes distintos de nociones y de dos universos conceptuales, ¢s algo que sc puc- de mostrar también mediante Ja diferencia en el criterio de va- lidez que requieren el uno y el otro. Lo semidtico (el signo) debe ser RECONOcIDO; lo semantico (el discurso) dcbe ser com- prenpipo. La diferencia entre reconocer y comprender remite a dos facultades mentales distintas: la de percibir la identidad entre lo anterior y lo actual, por una parte, y la de percibir la significacién de un enunciado nuevo, por otra. En las formas patoldégicas del lenguaje, es frecuente la disociacién de las dos facultades. La lengua es cl tinico sistema cuya significancia se articuld asi, en dos dimensiones. Los demas sistemas tienen wna signi- ficancia unidimensional: o semidtica (gestos de cortesia; mu- dras), sin semantica; 0 semantica (expresiones artisticas), sin semidtica. El privilegio de la lengua es portar al mismo tiempo la significancia de los signos y la significancia de la enuncia- cién, De ahi proviene su poder mayor, el de crear un nuevo ni- vel de enunciacién, donde se vuelve posible decir cosas signifi- cantes acerca de la significancia. Es cn esta facultad metalin- giiistica donde encontramos cl origen de la relacién de interpre tancia merced a la cual la lengua engloba los otros sistemas. Cuando Saussure definié la lengua come sistema de signos, eché el fundamento de la semiologia lingitistica. Pero vemos ahora que si cl signo corresponde en efecto a las unidades signi- ficantes de la lengua, no puede crigirselo en principio tinico de Ja lengua en su funcionamiento discursivo. Saussure ue ignord la frase, pero es patente que Ie creaba uma grave dificultad y la remitié al “habla”,** lo cual no resuelve nada; es cosa precisa mente de saber si cs posible pasar del signo al “habla”, y como. CEC. L. G. pp. 144, 172, y las observaciones de R. Godel, Current Trends in Linguistics, TH, ‘Thearetica! Foundations, 1966, pp. 491s. SEAUOLOGIA DE LA LENGUA 69 Ein realidad el mundo del signo es cerrado. Dei signo a la frase no hay transici6n ni por sintagmacién ni de otra manera. Los separa un hiato. Hay pues que adinitir que la lengua compren- de dos dominios distintos, cada uno de los cuales requiere su propio aparato conceptual. Para el que Hamamos scmistico, la teoria saussuriana del signo lingiiistico serviré de base para la investigacién. El dominio semantico, en cambio, debe ser reco- nocido como separado. Tendra necesidad de un aparato nucvo de conceptos y definiciones. La semiologia de Ja lengua ha sido atascada, paraddjicamen- te, por el instrumento mismo que la cred: cl signo. No podia apartarse la idea del signo lingiiistico sin suprimir el caracter mas importante de la lengua; tampoco se podia extenderla al discurso entero sin contradecir su definicién como unidad mi- nima. En conclusion, hay que superar la nocién saussuriana del sig- no como principio anico, del que dependerian a la vez la es- tructura y el funcionamiento de la lengua. Dicha superacién se lograra por dos caminos: En el andlisis intralingiiistico, abriendo una nueva dimension de significancia, la del discurso, que lamamos semantica, en adelante distinta de la que esta ligada al signo, y que sera semidtica. En el andlisis translingiiistico de los textos, de las obras, mer- ced a la claboracién de una metasemantica que scra construi- da sobre la semdntica de la enunciacién. Serd una semiologia de “segunda generacién”, cuyos instru- mentos y método podran concurrir asimismo al desenvolvimien- to de las otras ramas de la semiologia general.

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