Cariruto Sértimo
PRINCIPIOS DIVERSOS
Nacionalidad ~ Principio del nacimiento ~Principio de la sangre~ Principio
dela voluatad - Pérdida de la nacionalidad ~Deberes de los nacionales - Efecto
retroactivo de las leyes ~ Nombramiento de ciertos funcionarios Fijacién de
las contribuciones y de los gastos -Suspensién de las garantias de los derechos
individuales —Condiciones del buen servicio puiblico-Uso y comercio de armas
~ Fuerza ptiblica - Reforma de la constitucién.
Llamamos nacionalidad la circunstancia de pertenecer los
individuos a ésta o aquella nacion. 1 los
las constituciones debieran limitarse a aceptar un
hecho del cual derivan su origen. Pero las generaciones cambian
y con ellas el personal de las naciones, y es indispensable designar
quiénes son los individuos que, al través de los tiempos, asumen
la responsabilidad nacional y viven sujetos a las respectiv.
constituciones y leyes.
Han disputado los publicistas sobre cual de dos principios debe
determinar la nacionalidad de los individuos; si el del nacimiento
o el de lasangre; por el primero, los individuos pertenecen al suelo
en que nacen, por el segundo siguen la nacionalidad de sus padres.
Nosotros no participaremos de esa discusién, y trataremos de
situar nuestro examen donde lo colocan las siguientes reflexiones.Por punto general, la gran masa de individuos vive y muereen
el mismo suelo, sea que no haya salido de él, sea que haya vuelto;
porque ay en el coraz6a humano un sentiiento de athsién 2
quel que pod oe
i es
; asi como se
encuentran también en él los elementos de los primeros pasos en
la vida industrial. Es, pues, l6gico deducir que, por punto general
también, con el principio del nacimiento se consulta el dela sangre,
porque los hijos nacen en el suelo donde moran sus padres.
La separacién del suelo natal es, relativamente al gran ctimulo
de individuos, un hecho accidental; pero en cuanto se refiere a la
persona nacida de padres que lo han abandonado, se presentan
para ellas las mismas influencias de que hemos hecho mencién al
tratar de la adhesi6n al suelo expresado; y, si hemos de atender a
la intensidad del sentimiento de adhesin a él, seran muy pocos
los casos en que el recuerdo dela nacionalidad paterna sea superior
y determine una afeccién patria que no sea la del nacimiento.
Mas como no puede ’ainarse sino lo que es amable, y como el
deseo de pértenecer-a esta o aquella nacionalidad habr de
mantenerse, séguin que Iavida nacional sea mas o menos arménica
con la naturaleza humana; no obstante las consideraciones
expuestas en los periodos anteriores, habra de sobreponerse el
principio de la voluntad, segiin el cual los individuos que han
nacido en determinado lugar, pueden no encontrarlo aceptable
en cualquier tiempo, y resolver separarse en absoluto de él, para
adquirir la nacionalidad que sea més conforme con el modo de
ser de ellos.
Creemos, en consecuencia, que laigeneralidad de los individuds
il suelo di del
ay casos en que muchos
prefieren otra nacionalidad. En acatamiento a esos dos hechos,
los més constantes en la materia de que ahora tratamos, la
nacionalidad debe determinarse por el nacimiento y por la
voluntad de los individuos. Esto es, pertenecen a la nacién donde
nacieron, mientras no muestren voluntad en contrario.
278_| Leccrowes pe CieNcta ConsTHUCIONAL,
Por la misma raz6n que hemos encontrado para establecer el
modo de adquirir la nacionalidad, ella s6lo se perdera por la
voluntad del individuo manifestada claramente, o de un modo
implicito por la naturalizaci6n en otro pais.
La legislacién de casi todos los paises establece que la
nacionalidad se pierde por servir puestos puiblicos en otro pais, o
recibir de éste honores y distinciones sin permiso del gobierno de
lanacién a que el individuo pertenece. A esa disposicién, como a
otras de que nos hemos ocupado en estas lecciones, hacemos el
homenaje de nuestro respeto, por la aceptacién que tiene en
diferentes tiempos y naciones, pero nuestro espiritu no la
encuentra filos6fica. Las aptitudes del individuo, aunque
privativas de él, estdn al servicio de la humanidad, pues que los
estudios que se hacen del hombre revelan cada dia mas como el
progreso de ésta es el resultado de la acci6n individual; ser capaz,
ser apto no es ser més limitado en el uso de sus aptitudes y
capacidades; es, al contrario, aumentar el radio de los servicios, la
extensién de las capacidades y aptitudes; por eso, si cualquiera
naci6n encuentra que necesita las que un individuo posee, y él
quiere prestarselas, la patria de éste deducira del empleo de elas.
la gratitud de la naci6n a quien sirve, y la honra consiguiente alas
capacidades que se buscan para el desempefio de los puestos
aludidos. Sc RITA MOe ance Io aueRerecon
n
le
Créese que exigir un permiso no es prohibir, sino mantener el
gobierno patrio el medio de impedir que los ciudadanos prote-
gidos por sus leyes desempefien cargos o reciban recompensas
que los obliguen de algtin modo contra su propio pais. Nos parece
una precaucién ilusoria; porque el individuo en quien ese peligro
fuere posible no pedira el permiso, pues desde que é1 acepta la
dificultad de una situacién que pueda hacerlo traidor a su patria,
o renuncia a ésta o acepta la traicién, que en iiltimo resultado es
juan Feux pe Leow | 279lo mismo, porque nunca seré mas terminante la manifestaciénde
separarse de su patria primitiva que cuando se la traiciona
Son deberes de los nacionales: contribuir para el sostenimiento
del gobierno que se han dado, obedecer la ley y respetar los
funcionarios puiblicos; obligaciones sin las cuales el gobierno seria
imposible. Sin las contribuciones se carecerd del servicio publico,
porque no es justo exigirlo gratuito, ni el de esta clase es satisfac
torio; sin la obediencia de la ley no hay seguridad; y el respeto de
los magistrados nace de que ellos son los representantes de la
autoridad de aquélla; asi es que tanto puede un funcionario cuanto
esta facultado por la ley.
Cuando los ciudadanos ejecutan los actos que la ley les
garantiza, se acomodan en la forma de ellos y en la extensién que
les dan ala ley que rige en el tiempo en que aquéllos se practican;
las seguridades de que entonces gozan, y los medios de accién de
que disponen, determinan los procedimientos que adoptan,
siempre al amparo de Ja ley: Son, pues, hechos cumplidos los asi
ejecutados, y’siis efectos se produciran més o menos préxima,
mas 0 menos remotamente, pero en todo caso como consecuencia
de la seguridad de la causa que los produjo!Pero'sidisposiciones
ulteriores fueran de bastante infltiencia para modificar o destruir
lo hecho, la desconfianza de esa eventualidad haria inseguras
todas las operaciones de los ciudadanos, y con la inseguridad
vendria la paralizacién y el desgobierno. Esa influencia de tan
malos resultados es la retroactividad de la ley; es decir, el alcance
de ella a hechos ejecutados con anterioridad a la expedicién de la
misma 0 a los efectos de aquellos hechos. Prohibese, por eso, en
todas las legislaciones que las leyes tengan efecto retroactivo.
Los cambios en las necesidades administrativas de los pueblos
ocasionan la creacién de nuevos empleados, y no siempre cuida
el legislador de designar quién debe hacer el nombramiento; de
Jo que resulta que quedan comprendidos en la disposicién general
90 bance ts Contained:
de algunas constituciones, que atribuyen al jefe de la rama
ejecutiva la facultad de nombrar los individuos para el desempefio
de aquellos puestos cuya previsién no se haya encargado a otro
empleado. Se han presentado ejemplos, debidos a la omisién
indicada, en que el jefe ejecutivo ha nombrado jueces, hecho que
tiene los inconvenientes relacionados en otro lugar./Llama la
ciencia la atencién de los legisladores a la necesidad de precaver
al ejecutivo de las tentaciones que suele ocasionar el hecho de
dirigir permanentemente los negocios ptiblicos y de disponer de
‘medios capaces de alentar las inspiraciones de la vanidad. Entre
esos mediosinovesiél menos significativo el de recomperisar
servicios; no siempre respetuosos de la libertad con el nombra-
miento para el desemperio de puestos publicos. Importa, pues,
que la ley que establezca un funcionario disponga quién hace el
nombramiento de él, y debe cuidarse de atribuir al jefe ejecutivo
otros nombramientos que el de sus secretarios y agentes.
Cuando tratamos de la propiedad expusimos las razones por
las cuales toda contribucién debe ser general. Ahora examinamos
quién puede imponerla. Desde luego que siendo las contribuciones
piiblicas el pago de la seguridad que da el gobierno, el cuerpo
legislativo, conocedor de la importancia y extensi6n del servicio
de ella y de la riqueza publica, asf como comisionado por los
ciudadanos para representarlos en cuanto pueda afectar los
intereses de éstos, es quien naturalmente esta llamado a fijar el
precio de aquel servicio. Nose decretaré contribuci6n alguna que
no esté fijada por una ley.
Mas para quéla seguridad sea completa no basta la prohibicién
anterior, porque una vez recaudadas las rentas, pudieran invertirse
en usos que no fueran aquellos para los cuales los destinan los
contribuyentes, 0 esos mismos usos acaso causarian erogaciones
mayores de lo que debieran ser, y en uno y otro caso la propiedad
particular seria atacada en tanto cuanto no se aplicara al servicio
piblico, sea que haya extravio en la inversi6n, sea que lo invertido
exceda al precio del servicio prestado. Previéniese el abuso de
luan Feux pe Leow | 281que hablamos dejando que el cuerpo legislative Sea arbitro de los
gastos que deban-hacerse, y de la cantidad’qué en ellos deba
erogarse. Luego no se haré del tesoro publico gasto alguno que
no esté determinado por la ley, ni en mayor cantidad que la
apropiada
Como quiera que las garantias que prestan los gobiernos
aseguran los derechos individuales, que éstos son por naturaleza
permanentes y existen independientemente de la ley, el encargo
confiado a los gobernantes respecto a la aseguracién de ellos es
también permanente; si éste hubiera de suspenderse en algiin caso,
desapareceria consiguientemente la razén de ser del gobierno. No
hay circunstancia alguna en la vida de las naciones que justifique
la impunidad del homicidio, del robo, del incendio o de cualquier
otro delito, ni que sea bastante para disculpar y reconocer como
legales el no cumplimiénto de los contratos o la prescindencia de
losjuiciosante lasautoridades competentes. Si aquella impunidad
no puede justificarse, es porque subsisten los derechos cuya
violacién produce el delito; y si éste se castiga es para hacer efectiva
la garantia dé aquéllos; Si no puede reconocerse como legal él no
Gumplimiento delos contratos, ni lo que comtinmente se llama
hacerse justicia por mano propia, es indudablemente porque de
hacerlo desapareceria el derecho de que es manifestacién aquel
contrato, y el juez garantizador de ese derecho abria perdido su
misién. Luego|sinovhay circunstancia alguna que justifique los
hechos enunciados, es concluyente que el reconocimiento de los
derechos individuales y la garantia que les presta el gobierno no
podran suspenderse en caso alguno.
En as guerras intestinas sobreviene la confusi6n, se relajan los
miramientos sociales y aun los de familia, pierden gran parte su
eficacia el respeto por la sancién publica, y la violencia inherente
ala lucha de los partidos hace predominar las pasiones politicas,
que todo lo atropellan. En tal situacién es cuando menos pueden
suspenderse las garantias individuales, porque nunca estan
amenazados los derechos que ellas aseguran. Si entonces hubiera
Leceronss pe Cisncia Const uciona
de cerrarse los tribunales y los juzgados y declararse que cada
cual proveyera a su propia seguridad, abria sido en mucho estéril
la creacién del gobierno, pues desapareceria cuando mas se
necesitaba, cuando la ausencia de él causaba todo exceso, y daba
ala fuerza una accién perturbadora de incalculables malos efectos.
Los gobiernos que han sabido consultar la opinién de los
ciudadanosno necesitan suspender las garantias individuales para
obtener de estos una emergencia, tanto més irrealizable cuanto
més atentos hallan sido al giro de aquellay los recursos de toda
especie que necesiten para atender a las exigencias de una situacin
cualquiera. Permitir a lo gobernantes la suspensi6n que tratamos,
es inspirarles el propésito de prescindir de la opinién porque
juzgan que llegado el caso son duefos de vidas y de haciendas,
que cuentan con el ctimulo de los elementos de que dispone el
pais y que puestos en accién le serdn siempre favorables: error
cuyas desastrosas consecuencias sufren pueblos y gobiernos.
Hemos dado al desempeiio de los puestos ptiblicos el cardcter
tinico que les corresponde; esto es, el del’Servicio de seguridad.
Son condiciones de que este se prestara con la eficacia debida, la
promesa de todo empleado al encargarse de! puesto que se le
confia, de cumplir la constitucién y la ley; la responsabilidad en
el ejercicio de sus funciones, y la permanencia de los sueldos
durante el periodo para que han sido nombrados los empleados.
La primera forma externa a la obligacién implicita que se contrae
al aceptar, y determina la necesidad de sujetarse en el desempefio
de las funciones aceptadas a las prescripciones de las leyes se han
cuales fueren los efectos que ellas produzcan y el juicio que el
empleado forme de la conveniencia de las mismas. La segunda es
el medio mecanico de obtener el buen desempeiio de las
atribuciones de los funcionarios; porque la expectativa de la pena
legal, y, en su caso, el deber de reparar los darios causados o de
resarcir los perjuicios ocasionados, obliga a los empleados publicos
hacer muy cuidadosos de que su conducta sea de todo punto
ajustadaa la constitucién y a la ley. La tercera es la obligacién de
283
Juan Feu pe Leowparte del tesoro piiblico, de ser fiel al compromiso contrafdo para
con los servidores oficiales. Cuando se acepta un nombramiento
preexiste la fijacién del sueldo asignado al empleado, y este calcula
sile conviene aceptar seguir la relacién entre el servicio que va a
prestar y la remuneracién que se le dara por él; examina hasta
donde ella sera suficiente a la satisfaccin de sus necesidades
personales, y decide en atenci6n al resultado de aquel célculo y
de aquel examen, los que seria burlado si continuando el mismo
servicio se disminuyera el sueldo, procediendo que ademas de
Ser injusto alejaria los buenos servidores, porque no hay quien
quiera consagrarse a un servicio que hace insegura la subsistencia.
El gobierno cuyos principios republicanos recomienda la
ciencia, y que hemos desarrollado en la parte conducente de estas
lecciones, esta consagrada la efectividad al derecho de todos y de
cada uno. Funciona sujeto al contrapeso de diferentes fuerzas
resultantes de la organizacién que hemos expuesto y que pueden
compendiarse asf: autorizacién en el gobierno para administrar
los interés puiblicos segiin la voluntad popular; distribucién de
las funciories giubernaméntales y equilibrio de las diferentes ramas
entre las cuales se han’ distribuido; poder soberano y eficaz en el
pueblo para reprimir las usurpaciones de los gobernantes respecto
de aquellos derechos, y encaminar a sus servidores en el sentido
de la opinién popular. La actividad de las fuerzas que actian
ordinariamente se muestra en la accién normal de las leyes; pero
cuando estas son impotentes en razén de procedimientos
gubernativos que las contrarian y que las sustituyan, el pueblo
tiene que asumir su soberania para hacer efectiva su voluntad.
Hacense entonces necesarias las manifestaciones armadas de la
opinién, pero ellos no puede efectuarse convenientemente sino
cuando estén armados los ciudadanos.|El gobemante usurpador
cuida de prepararse contra la reconquista de los derechos usur-
pados, prove los parques, apresta los ejércitos y desafia al pueblo;
éste recoge siempre el guante, seguro de vencer, mas su victoria
seré tardia'y costosisima de sangre y sacrificios, si ha de armarse
en los mismos parques del usurpador. Pero la usurpacion es menos
284 | Leccion
be Ciencia Constrrucionat,
i
posible cuando la resistencia popular es eficaz, pero por estar
provista de las armas que necesita para hacerse respetar: El pueblo.
que vive desarmado esta muy préximo a ser esclavo de sus
mandatarios; el que cuida de armarse es el mejor guardidn de su
libertad. Luego es un-derecho.de:todos los ciudadanos el de
adquirir y conservar las armas que crean conveniente y hacer de
ellos un objeto de industria. El ejército de ese derecho es el freno
de los abusos de los gobernantes y la suprema garantia del
cumplimiento de la ley.
Muchos y muy bien intencionados publicistas opinan lo
contrario; creen que él produce la anarquia y que el pueblo armado
se hace turbulento y rebelde por sistema. Veamos si esto es cierto.
Ya hemos tenido ocasi6n de tratar la raz6n de las rebeliones;
ahora después de recordar que los intereses que se comprometen
en ellas, principiando por el de la vida, da raz6n para creer que
sélo grandes causas las produce, nos permitimos llamar la atencion
de aquellos publicistas al hecho de que la privacién de armas no
es suficiente a impedir las manifestaciones enérgicas de la voluntad
popular que ellos llaman insurreccién; pues no se rebelan los
pueblos porque tienen armas de que disponer, sino que usan de
las armas porque necesitan rebelarse.
Cuando el pueblo esta armado, los que pretenden insurreccio-
narse sin causa que justifique tan grave procedimiento, se detienen
porque saben que tendran que habérselas no séloconelejército
ficial, sino con el resto de los ciudadanos, igualmente armados,
que encontrando: satisfactoria la conducta del gobierno,
engrosarén con sus armas las filas de la legitimidad. Si toda la
nacién es un parque, si cada ciudadano es un soldado, y si el
gobierno a sabido cumplir su misién, el seré siempre el jefe del
gjército nacional, que militara a su servicio contra toda injusta
rebeliGn. Si por el contrario, el gobierno se ha hecho usurpador y
consiguientemente infiel a su misién aquel ejército nacional
cumpliré el deber de derrocarlo. Véase como el libre uso de armas
es una garantia de que el gobierno se consagra a satisfacer la
opinién popular, dando la seguridad de que es de su deber.
Tuan Faux ve Leon | 285arguelle atin que el ciudadano armado consiste individual-
mente la acci6n de los funcionarios encargados de hacerle cumplir
la ley. No parece serio este argumento; sin embargo, lo exami-
naremos. Es poco probable que la generalidad de los casos, los
individuos se vuelvan a medir su fuerza individual con la fuerza
constantemente muiltipla de que disponen aquellos funcionarios;
porque salvo el caso de enajenacién mental, persona alguna
provoca un peligro del que no puede salvarse, ni una lucha en
que necesariamente habra de ser vencido,
a las reflexiones anteriores agregamos que las armas no
siempre se destinan a la agresién, sino que sirven al ciudadano en
los casos en que la accién de la ley no pueden hacerse sentir
inmediata y eficazmente en defensa de él, se reconocerd de la
extensién del servicio que ellas puedan prestar, el cual da origen
a una industria que, como cualquiera otra, merece la proteccién
de la ley.
El ejército de una nacién debe constituir el elemento material
que haya deertiplearse para mantener la integridad del territorio,
Ia soberania nacional y'elimperio de la constitucion y de las leyes.
Compréndase que los casos de aplicacién de él noserdn constantes,
porque no tienen esa condicién las agresiones extranjeras ni las
conmociones internas contra las cuales hubiera de servir. El
gobierno republicano no tiene pretensiones de conquista, ni
consiente clases privilegiadas, ni deduce su importancia sino de
su mayor actitud para dar seguridad a los ciudadanos. Es, pues,
logico concluir que, en las situaciones ordinarias el ejército no
existird en toda la extension del ntimero de hombres de que pueda
componerse segiin la poblacién.
La reflexi6n anterior habré hecho comprender que, propia-
mente hablando, el ejército de una nacién no es el grupo de
soldados que vive en los cuarteles sino el conjunto de individuos
aptos para llevar las armas en el ntimero que permita la propor-
cién que a de guardar aquel con la poblacién; nimero que
IENCIA ConsTTTUGONAL
286 _| Lscaos
necesariamente habra de ser superior a las exigencias del s
piiblico en tiempos normales. Peroél modo de composicién de
ese ejército requiere centros de instruccién y formacién, custodia
de los elementos militares, acantonamiento conveniente de
aquellos y destino de esa custodia a los puntos de donde la circuns-
tancias del pais la requieran. Para los objetos que acabamos de
indicar sirve una guardia nacional pequefia relativamente al
ejército. Como el ntimero de individuos que la compongan debera
estar en relacién con el servicio a que se la llama, el mejor juez de
este es el cuerpo legislativo; él es quien debe fijarlo, asf como el de
que haya de disponer en cualquier emergenciael jefe del ejecutivo,
tomado del ejército para componer la fuerza nacional. De ese
modo, aquel jefe contaré con la fuerza que el representante del
pueblo crea conveniente para poner a disposicién de él, atendidos
os recursos del tesoro y la posibilidad de que abusara del elemento
material que habria de obedecerle.
Resulta de los razonamientos que preceden que, independien-
temente de la guardia indicada, la fuerza nacional no seré
permanente. Hemos dicho la fuerza nacional y no el ejército,
porque aquella puede componerse de la porcién del ejército
destinada por el legislador al servicio activo, segxin las situaciones
anormales que puedan presentarse; de modo de que por la
naturaleza de su empleo ha de ser rigurosamente ocasional. Esto
consulta, ademés, las consideraciones siguientes.
La fuerza nacional permanente puesta, como es de necesidad,
a disposici6n del jefe de la rama eecutiva el ntimero mayor de lo
que requieren las circunstancias normales de la administraci6n,
es ocasionada a inspirar en aquel funcionario la tentacién de
imponerse a los pueblos, para asumir el poder soberano y
encontrar en las armas el apoyo que le falta en la opinion contra
la cual se revela. Este temor es tanto més fundado cuanto que es
tendencia inherente al hombre la de aumentar sus facultades 0 el
aleance de su accién en cualquier orden de hechos en que le toque
figurar sin resistencia bastante eficaz.
El gasto de la misma fuerza impone a los pueblos la necesidad
de contribuir con sumas mayores en mucho de lo que demanda el
Juan Feu pe Leow | 287buen servicio puiblico y sustraer de las operaciones industriales a
un gran ntimero de brazos que reclaman los talleres y los campos.
De modo que por una doble accién es sumamente gravosa a la
riqueza la permanencia de aquella fuerza.
Por mucha que sea la atenuacién de los medios de la disciplina
militar, la fuerza permanente establece una especialidad en el modo
de vivir de gran mimero de individuos, que los habittia a practicas
depresivas de la dignidad del ciudadano, a cierta presidencia de
los miramientos sociales y aun domésticos e introduce con los
habitos militares una modificaci6n en los que los adquieren, nada
favorable al progreso humano: cuando el hombre se ha habituado
a moverse 0 detenerse segiin el movimiento de una espada o el
redoble de un tambor, siente que su individuo es poca cosa y se
amortiguan los estimulos que mantiene la estimacin propia;
cuando ha vivido constantemente de un sueldo ode una racién, es
inepto para todo trabajo, vive limitadamente y deja a su familia la
escasez de su limitacién; cuando los vinculos de familia no se
robustecen por el trato intimo y constante, pierden su vigor;el padre
mira con indiferencia a los hijos, y los hijos del soldado son
generalmentte huiérfanos desde que nacen, no obstante la vida de
su padre. Antitesis horrorosa que hace por sf sola el cuadro de la
permanencia de la fuerza nacional.
Es un sistema federal, donde los ciudadanos permanecen
miembros de las milicias de los Estados, no hay otra fuente que
elas de donde puedan tomarse los individuos del ejército nacional;
por eso la guardia y la fuerza activa se tomardn de aquellas
milicias. Mas como en el éxito de todo servicio militar entra por
mucho la organizacién, para que el gobierno nacional pueda
dirigir a su satisfaccién el servicio militar de que es tinico
responsable, debe estar plenamente autorizado para organizar
como tenga a bien las milicias de los Estados puesias a las érdenes
de él como componentes de la fuerza nacional.
No es de la materia de los presentes estudios el examinar los
diferentes modos de conscripcién, ni indicar los medios de obtener
la organizacién general de las milicias, la instruccién practica de
ellas y los conocimientos requeridos en los jefes y oficiales; objetos
todos de gran importancia, en cuya consecucién nunca dejarén
de ser benéficos los esfuerzos de los gobiernos. Pero como hemos
seguido el principio de la seguridad en cuanto lo hemos creido
necesario para evitar practicas contrarias a él, debemos analizar
la del reclutamiento arbitrario, que es distinto del gradual, del de
la suerte y del de enganche voluntario. El primero consiste en la
aprehensién, sin sistema ni regla alguna, de todo individuo que
el funcionario reclutador crea conveniente llevar a los cuarteles;
el segundo en la fijacién de un periodo en la edad de los
individuos, dentro del cual les sea obligatorio el servicio militar,
de modo que entran y salen de él a medida que cumplen a ciertas
edades; el tercero es el de sujetar a todos los ciudadanos a la
designacién de la suerte para entrar a prestar aquel servicio; y el
cuarto el de aceptar el ofrecimiento de los que se crean con aptitud
¢ inclinaci6n natural para desempefiar el mismo.
El reclutamiento arbitrario deja a los ciudadanos sometidos al
capricho del funcionario reclutador, y como todos ellos tienen para
creer que serén reclutados la misma razén que para creer lo
contrario, la incertidumbre al respecto es una verdadera alarma
durante el tiempo del reclutamiento. Mas ese es el menor de los
males del sistema que impugnamos: cuando él es desarrollado,
Jas clases obreras son perseguidas del mismo modo comose hiciera
con los criminales; la violencia toma las mas variadas formas y
los vejdmenes se irrogan a todos los derechos; no hay libertad, no
hay seguridad, no hay domicilio para las clases que viven del
trabajo diario y que ganan en el dia lo que consumen en él, y que
son Ilevadas a los cuarteles cargadas de prisioneros para jurar en
ellos lealtad a un servicio que se les hace odioso por el modo como
se les lleva a prestarlo, y que les recuerda constantemente la
desigualdad de condicién que permite que sean victimas de las
violencias de que han sido objeto. El reclutamiento arbitrario,
creador de tales males, ser prohibido.
Si fueren reducidos a preceptos constitucionales los principios
que nos hemos esforzado en demostrar, la constitucién no
Ivan Faun ve Law| 289contendra sino lo cardinal, las bases del gobierno republicano
federal, las que, fundadas en los razonamientos que hemos
aducido 0 en otros que més felizmente lleguen a la demostracion
de las mismas verdades que encierran nuestras conclusiones, dejan
ancho campo los cambios respecto a puntos secundarios de aquel
sistema. Planteado él, la constitucién cuidaré de que las frecuentes
reformas no hagan instable la forma de gobierno, pues la
mutabilidad de ella es causa de constantes situaciones en los
pueblos y de desprestigio de la nacién ante las potencias
extranjeras, que estiman los cambios frecuentes de constituciones
como indicio de poca circunspeccién y de inseguridad en las
relaciones con los gobiernos tan facilmente mudables. Las
aspiraciones contrariadas de los partidos militantes, las divisiones
que ocasiona la larga preponderancia de alguno de ellos, las
dificultades que pasa adaptar en poco tiempo las précticas a las
disposiciones escritas presentan antiguos habitos de otros
sistemas, y hasta la ineptitud de algunos funcionarios, que hacen
aparecer como resultados naturales del cumplimiento de aquellas
disposiciones los que no lo son sino de la impericia de ellos; todas
son causas- de “que‘sin' el discernimiento suficiente se desee
reformar la constitucién, y ya se comprende que ellas no son
bastantes para aceptar mudanzas que traerén otras en pos de si, y
que reducirdn la vigencia de la constitucin a la de una ley
cualquiera; porque las exigencias de los partidos siguen los
cambios de la politica activa, siempre mudable, y no siempre
filoséfica y bien inspirada. Conviene, pues, que las reformas de la
constituci6n no se efecttien, sino cuando la opinién debidamente
formada y vigorosa haga de la reforma una necesidad general;
cuando aquella sea la voluntad popular; cuando el acto
reformatorio constituya simplemente el cumplimiento de una
formalidad requerida para el pensamiento reformador
generalmente aceptado ya tenga los caracteres de una disposicién
de derecho escrito.
SOE. | Weeviince teeta Timid
{NDICE
INTRODUCCION A LAS LECCIONES DE :
CIENCIA CONSTITUCIONAL DE JUAN FELIX DE LEON
Hern Alejandro Olano Garcia ‘
INTRODUCCION
Juan Félix de Leén,
PRELIMINARES
Ciencias en general ~ Diversidad de las ciencias ~ Ciencias sociales. Ciencias,
politicas ~ El hombre respecto alas unas y ls otras ~ Enlace de las mismas
Fundamento de la materia de estas leccianes ~ Principios y sistemas centificos
‘Anilisis, Ciencia constitucional ~Gobiemo. Examen de dos definiciones de gobierno
Lenguaje comin y tecnicismo cientifico - Origen de los gobiemos— Maldad de a
especie humana ~ Derecho divino - Conquista. Condiciones naturales de la
hhumanidad ~ Misién del gobiemo, La felicidad de los asaciados como objeto de él
“Derecho primitivo ~ Derechos politicos. Derechos civles ~ Sufragio. Flegbiidad.
~ Alternacién ~ Mayoria de edad ~ Condiciones de familia ~ Situaciones en los
‘ontratos ~ Papel de los individuos en los procedimientos judiciales - Soberania
individual ~ Nacin —Soberania nacional ~ Limite de la soberania individual y de
la nacional - Garantia, Autoridad — Relacién entre el derecho y la autoridad
Obediencia de los ciudadanos. Inteligencia. Fuerza ~ Mayoria ~ Minoria —
Ciudadania ~ La asociacidn fija ésta - Edad como condicién del ciudadano —
Capacicad civil inseparable de la ciudadania ~ Unidad ~ El soberano nacional