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Cariruto Sértimo PRINCIPIOS DIVERSOS Nacionalidad ~ Principio del nacimiento ~Principio de la sangre~ Principio dela voluatad - Pérdida de la nacionalidad ~Deberes de los nacionales - Efecto retroactivo de las leyes ~ Nombramiento de ciertos funcionarios Fijacién de las contribuciones y de los gastos -Suspensién de las garantias de los derechos individuales —Condiciones del buen servicio puiblico-Uso y comercio de armas ~ Fuerza ptiblica - Reforma de la constitucién. Llamamos nacionalidad la circunstancia de pertenecer los individuos a ésta o aquella nacion. 1 los las constituciones debieran limitarse a aceptar un hecho del cual derivan su origen. Pero las generaciones cambian y con ellas el personal de las naciones, y es indispensable designar quiénes son los individuos que, al través de los tiempos, asumen la responsabilidad nacional y viven sujetos a las respectiv. constituciones y leyes. Han disputado los publicistas sobre cual de dos principios debe determinar la nacionalidad de los individuos; si el del nacimiento o el de lasangre; por el primero, los individuos pertenecen al suelo en que nacen, por el segundo siguen la nacionalidad de sus padres. Nosotros no participaremos de esa discusién, y trataremos de situar nuestro examen donde lo colocan las siguientes reflexiones. Por punto general, la gran masa de individuos vive y muereen el mismo suelo, sea que no haya salido de él, sea que haya vuelto; porque ay en el coraz6a humano un sentiiento de athsién 2 quel que pod oe i es ; asi como se encuentran también en él los elementos de los primeros pasos en la vida industrial. Es, pues, l6gico deducir que, por punto general también, con el principio del nacimiento se consulta el dela sangre, porque los hijos nacen en el suelo donde moran sus padres. La separacién del suelo natal es, relativamente al gran ctimulo de individuos, un hecho accidental; pero en cuanto se refiere a la persona nacida de padres que lo han abandonado, se presentan para ellas las mismas influencias de que hemos hecho mencién al tratar de la adhesi6n al suelo expresado; y, si hemos de atender a la intensidad del sentimiento de adhesin a él, seran muy pocos los casos en que el recuerdo dela nacionalidad paterna sea superior y determine una afeccién patria que no sea la del nacimiento. Mas como no puede ’ainarse sino lo que es amable, y como el deseo de pértenecer-a esta o aquella nacionalidad habr de mantenerse, séguin que Iavida nacional sea mas o menos arménica con la naturaleza humana; no obstante las consideraciones expuestas en los periodos anteriores, habra de sobreponerse el principio de la voluntad, segiin el cual los individuos que han nacido en determinado lugar, pueden no encontrarlo aceptable en cualquier tiempo, y resolver separarse en absoluto de él, para adquirir la nacionalidad que sea més conforme con el modo de ser de ellos. Creemos, en consecuencia, que laigeneralidad de los individuds il suelo di del ay casos en que muchos prefieren otra nacionalidad. En acatamiento a esos dos hechos, los més constantes en la materia de que ahora tratamos, la nacionalidad debe determinarse por el nacimiento y por la voluntad de los individuos. Esto es, pertenecen a la nacién donde nacieron, mientras no muestren voluntad en contrario. 278_| Leccrowes pe CieNcta ConsTHUCIONAL, Por la misma raz6n que hemos encontrado para establecer el modo de adquirir la nacionalidad, ella s6lo se perdera por la voluntad del individuo manifestada claramente, o de un modo implicito por la naturalizaci6n en otro pais. La legislacién de casi todos los paises establece que la nacionalidad se pierde por servir puestos puiblicos en otro pais, o recibir de éste honores y distinciones sin permiso del gobierno de lanacién a que el individuo pertenece. A esa disposicién, como a otras de que nos hemos ocupado en estas lecciones, hacemos el homenaje de nuestro respeto, por la aceptacién que tiene en diferentes tiempos y naciones, pero nuestro espiritu no la encuentra filos6fica. Las aptitudes del individuo, aunque privativas de él, estdn al servicio de la humanidad, pues que los estudios que se hacen del hombre revelan cada dia mas como el progreso de ésta es el resultado de la acci6n individual; ser capaz, ser apto no es ser més limitado en el uso de sus aptitudes y capacidades; es, al contrario, aumentar el radio de los servicios, la extensién de las capacidades y aptitudes; por eso, si cualquiera naci6n encuentra que necesita las que un individuo posee, y él quiere prestarselas, la patria de éste deducira del empleo de elas. la gratitud de la naci6n a quien sirve, y la honra consiguiente alas capacidades que se buscan para el desempefio de los puestos aludidos. Sc RITA MOe ance Io aueRerecon n le Créese que exigir un permiso no es prohibir, sino mantener el gobierno patrio el medio de impedir que los ciudadanos prote- gidos por sus leyes desempefien cargos o reciban recompensas que los obliguen de algtin modo contra su propio pais. Nos parece una precaucién ilusoria; porque el individuo en quien ese peligro fuere posible no pedira el permiso, pues desde que é1 acepta la dificultad de una situacién que pueda hacerlo traidor a su patria, o renuncia a ésta o acepta la traicién, que en iiltimo resultado es juan Feux pe Leow | 279 lo mismo, porque nunca seré mas terminante la manifestaciénde separarse de su patria primitiva que cuando se la traiciona Son deberes de los nacionales: contribuir para el sostenimiento del gobierno que se han dado, obedecer la ley y respetar los funcionarios puiblicos; obligaciones sin las cuales el gobierno seria imposible. Sin las contribuciones se carecerd del servicio publico, porque no es justo exigirlo gratuito, ni el de esta clase es satisfac torio; sin la obediencia de la ley no hay seguridad; y el respeto de los magistrados nace de que ellos son los representantes de la autoridad de aquélla; asi es que tanto puede un funcionario cuanto esta facultado por la ley. Cuando los ciudadanos ejecutan los actos que la ley les garantiza, se acomodan en la forma de ellos y en la extensién que les dan ala ley que rige en el tiempo en que aquéllos se practican; las seguridades de que entonces gozan, y los medios de accién de que disponen, determinan los procedimientos que adoptan, siempre al amparo de Ja ley: Son, pues, hechos cumplidos los asi ejecutados, y’siis efectos se produciran més o menos préxima, mas 0 menos remotamente, pero en todo caso como consecuencia de la seguridad de la causa que los produjo!Pero'sidisposiciones ulteriores fueran de bastante infltiencia para modificar o destruir lo hecho, la desconfianza de esa eventualidad haria inseguras todas las operaciones de los ciudadanos, y con la inseguridad vendria la paralizacién y el desgobierno. Esa influencia de tan malos resultados es la retroactividad de la ley; es decir, el alcance de ella a hechos ejecutados con anterioridad a la expedicién de la misma 0 a los efectos de aquellos hechos. Prohibese, por eso, en todas las legislaciones que las leyes tengan efecto retroactivo. Los cambios en las necesidades administrativas de los pueblos ocasionan la creacién de nuevos empleados, y no siempre cuida el legislador de designar quién debe hacer el nombramiento; de Jo que resulta que quedan comprendidos en la disposicién general 90 bance ts Contained: de algunas constituciones, que atribuyen al jefe de la rama ejecutiva la facultad de nombrar los individuos para el desempefio de aquellos puestos cuya previsién no se haya encargado a otro empleado. Se han presentado ejemplos, debidos a la omisién indicada, en que el jefe ejecutivo ha nombrado jueces, hecho que tiene los inconvenientes relacionados en otro lugar./Llama la ciencia la atencién de los legisladores a la necesidad de precaver al ejecutivo de las tentaciones que suele ocasionar el hecho de dirigir permanentemente los negocios ptiblicos y de disponer de ‘medios capaces de alentar las inspiraciones de la vanidad. Entre esos mediosinovesiél menos significativo el de recomperisar servicios; no siempre respetuosos de la libertad con el nombra- miento para el desemperio de puestos publicos. Importa, pues, que la ley que establezca un funcionario disponga quién hace el nombramiento de él, y debe cuidarse de atribuir al jefe ejecutivo otros nombramientos que el de sus secretarios y agentes. Cuando tratamos de la propiedad expusimos las razones por las cuales toda contribucién debe ser general. Ahora examinamos quién puede imponerla. Desde luego que siendo las contribuciones piiblicas el pago de la seguridad que da el gobierno, el cuerpo legislativo, conocedor de la importancia y extensi6n del servicio de ella y de la riqueza publica, asf como comisionado por los ciudadanos para representarlos en cuanto pueda afectar los intereses de éstos, es quien naturalmente esta llamado a fijar el precio de aquel servicio. Nose decretaré contribuci6n alguna que no esté fijada por una ley. Mas para quéla seguridad sea completa no basta la prohibicién anterior, porque una vez recaudadas las rentas, pudieran invertirse en usos que no fueran aquellos para los cuales los destinan los contribuyentes, 0 esos mismos usos acaso causarian erogaciones mayores de lo que debieran ser, y en uno y otro caso la propiedad particular seria atacada en tanto cuanto no se aplicara al servicio piblico, sea que haya extravio en la inversi6n, sea que lo invertido exceda al precio del servicio prestado. Previéniese el abuso de luan Feux pe Leow | 281 que hablamos dejando que el cuerpo legislative Sea arbitro de los gastos que deban-hacerse, y de la cantidad’qué en ellos deba erogarse. Luego no se haré del tesoro publico gasto alguno que no esté determinado por la ley, ni en mayor cantidad que la apropiada Como quiera que las garantias que prestan los gobiernos aseguran los derechos individuales, que éstos son por naturaleza permanentes y existen independientemente de la ley, el encargo confiado a los gobernantes respecto a la aseguracién de ellos es también permanente; si éste hubiera de suspenderse en algiin caso, desapareceria consiguientemente la razén de ser del gobierno. No hay circunstancia alguna en la vida de las naciones que justifique la impunidad del homicidio, del robo, del incendio o de cualquier otro delito, ni que sea bastante para disculpar y reconocer como legales el no cumplimiénto de los contratos o la prescindencia de losjuiciosante lasautoridades competentes. Si aquella impunidad no puede justificarse, es porque subsisten los derechos cuya violacién produce el delito; y si éste se castiga es para hacer efectiva la garantia dé aquéllos; Si no puede reconocerse como legal él no Gumplimiento delos contratos, ni lo que comtinmente se llama hacerse justicia por mano propia, es indudablemente porque de hacerlo desapareceria el derecho de que es manifestacién aquel contrato, y el juez garantizador de ese derecho abria perdido su misién. Luego|sinovhay circunstancia alguna que justifique los hechos enunciados, es concluyente que el reconocimiento de los derechos individuales y la garantia que les presta el gobierno no podran suspenderse en caso alguno. En as guerras intestinas sobreviene la confusi6n, se relajan los miramientos sociales y aun los de familia, pierden gran parte su eficacia el respeto por la sancién publica, y la violencia inherente ala lucha de los partidos hace predominar las pasiones politicas, que todo lo atropellan. En tal situacién es cuando menos pueden suspenderse las garantias individuales, porque nunca estan amenazados los derechos que ellas aseguran. Si entonces hubiera Leceronss pe Cisncia Const uciona de cerrarse los tribunales y los juzgados y declararse que cada cual proveyera a su propia seguridad, abria sido en mucho estéril la creacién del gobierno, pues desapareceria cuando mas se necesitaba, cuando la ausencia de él causaba todo exceso, y daba ala fuerza una accién perturbadora de incalculables malos efectos. Los gobiernos que han sabido consultar la opinién de los ciudadanosno necesitan suspender las garantias individuales para obtener de estos una emergencia, tanto més irrealizable cuanto més atentos hallan sido al giro de aquellay los recursos de toda especie que necesiten para atender a las exigencias de una situacin cualquiera. Permitir a lo gobernantes la suspensi6n que tratamos, es inspirarles el propésito de prescindir de la opinién porque juzgan que llegado el caso son duefos de vidas y de haciendas, que cuentan con el ctimulo de los elementos de que dispone el pais y que puestos en accién le serdn siempre favorables: error cuyas desastrosas consecuencias sufren pueblos y gobiernos. Hemos dado al desempeiio de los puestos ptiblicos el cardcter tinico que les corresponde; esto es, el del’Servicio de seguridad. Son condiciones de que este se prestara con la eficacia debida, la promesa de todo empleado al encargarse de! puesto que se le confia, de cumplir la constitucién y la ley; la responsabilidad en el ejercicio de sus funciones, y la permanencia de los sueldos durante el periodo para que han sido nombrados los empleados. La primera forma externa a la obligacién implicita que se contrae al aceptar, y determina la necesidad de sujetarse en el desempefio de las funciones aceptadas a las prescripciones de las leyes se han cuales fueren los efectos que ellas produzcan y el juicio que el empleado forme de la conveniencia de las mismas. La segunda es el medio mecanico de obtener el buen desempeiio de las atribuciones de los funcionarios; porque la expectativa de la pena legal, y, en su caso, el deber de reparar los darios causados o de resarcir los perjuicios ocasionados, obliga a los empleados publicos hacer muy cuidadosos de que su conducta sea de todo punto ajustadaa la constitucién y a la ley. La tercera es la obligacién de 283 Juan Feu pe Leow parte del tesoro piiblico, de ser fiel al compromiso contrafdo para con los servidores oficiales. Cuando se acepta un nombramiento preexiste la fijacién del sueldo asignado al empleado, y este calcula sile conviene aceptar seguir la relacién entre el servicio que va a prestar y la remuneracién que se le dara por él; examina hasta donde ella sera suficiente a la satisfaccin de sus necesidades personales, y decide en atenci6n al resultado de aquel célculo y de aquel examen, los que seria burlado si continuando el mismo servicio se disminuyera el sueldo, procediendo que ademas de Ser injusto alejaria los buenos servidores, porque no hay quien quiera consagrarse a un servicio que hace insegura la subsistencia. El gobierno cuyos principios republicanos recomienda la ciencia, y que hemos desarrollado en la parte conducente de estas lecciones, esta consagrada la efectividad al derecho de todos y de cada uno. Funciona sujeto al contrapeso de diferentes fuerzas resultantes de la organizacién que hemos expuesto y que pueden compendiarse asf: autorizacién en el gobierno para administrar los interés puiblicos segiin la voluntad popular; distribucién de las funciories giubernaméntales y equilibrio de las diferentes ramas entre las cuales se han’ distribuido; poder soberano y eficaz en el pueblo para reprimir las usurpaciones de los gobernantes respecto de aquellos derechos, y encaminar a sus servidores en el sentido de la opinién popular. La actividad de las fuerzas que actian ordinariamente se muestra en la accién normal de las leyes; pero cuando estas son impotentes en razén de procedimientos gubernativos que las contrarian y que las sustituyan, el pueblo tiene que asumir su soberania para hacer efectiva su voluntad. Hacense entonces necesarias las manifestaciones armadas de la opinién, pero ellos no puede efectuarse convenientemente sino cuando estén armados los ciudadanos.|El gobemante usurpador cuida de prepararse contra la reconquista de los derechos usur- pados, prove los parques, apresta los ejércitos y desafia al pueblo; éste recoge siempre el guante, seguro de vencer, mas su victoria seré tardia'y costosisima de sangre y sacrificios, si ha de armarse en los mismos parques del usurpador. Pero la usurpacion es menos 284 | Leccion be Ciencia Constrrucionat, i posible cuando la resistencia popular es eficaz, pero por estar provista de las armas que necesita para hacerse respetar: El pueblo. que vive desarmado esta muy préximo a ser esclavo de sus mandatarios; el que cuida de armarse es el mejor guardidn de su libertad. Luego es un-derecho.de:todos los ciudadanos el de adquirir y conservar las armas que crean conveniente y hacer de ellos un objeto de industria. El ejército de ese derecho es el freno de los abusos de los gobernantes y la suprema garantia del cumplimiento de la ley. Muchos y muy bien intencionados publicistas opinan lo contrario; creen que él produce la anarquia y que el pueblo armado se hace turbulento y rebelde por sistema. Veamos si esto es cierto. Ya hemos tenido ocasi6n de tratar la raz6n de las rebeliones; ahora después de recordar que los intereses que se comprometen en ellas, principiando por el de la vida, da raz6n para creer que sélo grandes causas las produce, nos permitimos llamar la atencion de aquellos publicistas al hecho de que la privacién de armas no es suficiente a impedir las manifestaciones enérgicas de la voluntad popular que ellos llaman insurreccién; pues no se rebelan los pueblos porque tienen armas de que disponer, sino que usan de las armas porque necesitan rebelarse. Cuando el pueblo esta armado, los que pretenden insurreccio- narse sin causa que justifique tan grave procedimiento, se detienen porque saben que tendran que habérselas no séloconelejército ficial, sino con el resto de los ciudadanos, igualmente armados, que encontrando: satisfactoria la conducta del gobierno, engrosarén con sus armas las filas de la legitimidad. Si toda la nacién es un parque, si cada ciudadano es un soldado, y si el gobierno a sabido cumplir su misién, el seré siempre el jefe del gjército nacional, que militara a su servicio contra toda injusta rebeliGn. Si por el contrario, el gobierno se ha hecho usurpador y consiguientemente infiel a su misién aquel ejército nacional cumpliré el deber de derrocarlo. Véase como el libre uso de armas es una garantia de que el gobierno se consagra a satisfacer la opinién popular, dando la seguridad de que es de su deber. Tuan Faux ve Leon | 285 arguelle atin que el ciudadano armado consiste individual- mente la acci6n de los funcionarios encargados de hacerle cumplir la ley. No parece serio este argumento; sin embargo, lo exami- naremos. Es poco probable que la generalidad de los casos, los individuos se vuelvan a medir su fuerza individual con la fuerza constantemente muiltipla de que disponen aquellos funcionarios; porque salvo el caso de enajenacién mental, persona alguna provoca un peligro del que no puede salvarse, ni una lucha en que necesariamente habra de ser vencido, a las reflexiones anteriores agregamos que las armas no siempre se destinan a la agresién, sino que sirven al ciudadano en los casos en que la accién de la ley no pueden hacerse sentir inmediata y eficazmente en defensa de él, se reconocerd de la extensién del servicio que ellas puedan prestar, el cual da origen a una industria que, como cualquiera otra, merece la proteccién de la ley. El ejército de una nacién debe constituir el elemento material que haya deertiplearse para mantener la integridad del territorio, Ia soberania nacional y'elimperio de la constitucion y de las leyes. Compréndase que los casos de aplicacién de él noserdn constantes, porque no tienen esa condicién las agresiones extranjeras ni las conmociones internas contra las cuales hubiera de servir. El gobierno republicano no tiene pretensiones de conquista, ni consiente clases privilegiadas, ni deduce su importancia sino de su mayor actitud para dar seguridad a los ciudadanos. Es, pues, logico concluir que, en las situaciones ordinarias el ejército no existird en toda la extension del ntimero de hombres de que pueda componerse segiin la poblacién. La reflexi6n anterior habré hecho comprender que, propia- mente hablando, el ejército de una nacién no es el grupo de soldados que vive en los cuarteles sino el conjunto de individuos aptos para llevar las armas en el ntimero que permita la propor- cién que a de guardar aquel con la poblacién; nimero que IENCIA ConsTTTUGONAL 286 _| Lscaos necesariamente habra de ser superior a las exigencias del s piiblico en tiempos normales. Peroél modo de composicién de ese ejército requiere centros de instruccién y formacién, custodia de los elementos militares, acantonamiento conveniente de aquellos y destino de esa custodia a los puntos de donde la circuns- tancias del pais la requieran. Para los objetos que acabamos de indicar sirve una guardia nacional pequefia relativamente al ejército. Como el ntimero de individuos que la compongan debera estar en relacién con el servicio a que se la llama, el mejor juez de este es el cuerpo legislativo; él es quien debe fijarlo, asf como el de que haya de disponer en cualquier emergenciael jefe del ejecutivo, tomado del ejército para componer la fuerza nacional. De ese modo, aquel jefe contaré con la fuerza que el representante del pueblo crea conveniente para poner a disposicién de él, atendidos os recursos del tesoro y la posibilidad de que abusara del elemento material que habria de obedecerle. Resulta de los razonamientos que preceden que, independien- temente de la guardia indicada, la fuerza nacional no seré permanente. Hemos dicho la fuerza nacional y no el ejército, porque aquella puede componerse de la porcién del ejército destinada por el legislador al servicio activo, segxin las situaciones anormales que puedan presentarse; de modo de que por la naturaleza de su empleo ha de ser rigurosamente ocasional. Esto consulta, ademés, las consideraciones siguientes. La fuerza nacional permanente puesta, como es de necesidad, a disposici6n del jefe de la rama eecutiva el ntimero mayor de lo que requieren las circunstancias normales de la administraci6n, es ocasionada a inspirar en aquel funcionario la tentacién de imponerse a los pueblos, para asumir el poder soberano y encontrar en las armas el apoyo que le falta en la opinion contra la cual se revela. Este temor es tanto més fundado cuanto que es tendencia inherente al hombre la de aumentar sus facultades 0 el aleance de su accién en cualquier orden de hechos en que le toque figurar sin resistencia bastante eficaz. El gasto de la misma fuerza impone a los pueblos la necesidad de contribuir con sumas mayores en mucho de lo que demanda el Juan Feu pe Leow | 287 buen servicio puiblico y sustraer de las operaciones industriales a un gran ntimero de brazos que reclaman los talleres y los campos. De modo que por una doble accién es sumamente gravosa a la riqueza la permanencia de aquella fuerza. Por mucha que sea la atenuacién de los medios de la disciplina militar, la fuerza permanente establece una especialidad en el modo de vivir de gran mimero de individuos, que los habittia a practicas depresivas de la dignidad del ciudadano, a cierta presidencia de los miramientos sociales y aun domésticos e introduce con los habitos militares una modificaci6n en los que los adquieren, nada favorable al progreso humano: cuando el hombre se ha habituado a moverse 0 detenerse segiin el movimiento de una espada o el redoble de un tambor, siente que su individuo es poca cosa y se amortiguan los estimulos que mantiene la estimacin propia; cuando ha vivido constantemente de un sueldo ode una racién, es inepto para todo trabajo, vive limitadamente y deja a su familia la escasez de su limitacién; cuando los vinculos de familia no se robustecen por el trato intimo y constante, pierden su vigor;el padre mira con indiferencia a los hijos, y los hijos del soldado son generalmentte huiérfanos desde que nacen, no obstante la vida de su padre. Antitesis horrorosa que hace por sf sola el cuadro de la permanencia de la fuerza nacional. Es un sistema federal, donde los ciudadanos permanecen miembros de las milicias de los Estados, no hay otra fuente que elas de donde puedan tomarse los individuos del ejército nacional; por eso la guardia y la fuerza activa se tomardn de aquellas milicias. Mas como en el éxito de todo servicio militar entra por mucho la organizacién, para que el gobierno nacional pueda dirigir a su satisfaccién el servicio militar de que es tinico responsable, debe estar plenamente autorizado para organizar como tenga a bien las milicias de los Estados puesias a las érdenes de él como componentes de la fuerza nacional. No es de la materia de los presentes estudios el examinar los diferentes modos de conscripcién, ni indicar los medios de obtener la organizacién general de las milicias, la instruccién practica de ellas y los conocimientos requeridos en los jefes y oficiales; objetos todos de gran importancia, en cuya consecucién nunca dejarén de ser benéficos los esfuerzos de los gobiernos. Pero como hemos seguido el principio de la seguridad en cuanto lo hemos creido necesario para evitar practicas contrarias a él, debemos analizar la del reclutamiento arbitrario, que es distinto del gradual, del de la suerte y del de enganche voluntario. El primero consiste en la aprehensién, sin sistema ni regla alguna, de todo individuo que el funcionario reclutador crea conveniente llevar a los cuarteles; el segundo en la fijacién de un periodo en la edad de los individuos, dentro del cual les sea obligatorio el servicio militar, de modo que entran y salen de él a medida que cumplen a ciertas edades; el tercero es el de sujetar a todos los ciudadanos a la designacién de la suerte para entrar a prestar aquel servicio; y el cuarto el de aceptar el ofrecimiento de los que se crean con aptitud ¢ inclinaci6n natural para desempefiar el mismo. El reclutamiento arbitrario deja a los ciudadanos sometidos al capricho del funcionario reclutador, y como todos ellos tienen para creer que serén reclutados la misma razén que para creer lo contrario, la incertidumbre al respecto es una verdadera alarma durante el tiempo del reclutamiento. Mas ese es el menor de los males del sistema que impugnamos: cuando él es desarrollado, Jas clases obreras son perseguidas del mismo modo comose hiciera con los criminales; la violencia toma las mas variadas formas y los vejdmenes se irrogan a todos los derechos; no hay libertad, no hay seguridad, no hay domicilio para las clases que viven del trabajo diario y que ganan en el dia lo que consumen en él, y que son Ilevadas a los cuarteles cargadas de prisioneros para jurar en ellos lealtad a un servicio que se les hace odioso por el modo como se les lleva a prestarlo, y que les recuerda constantemente la desigualdad de condicién que permite que sean victimas de las violencias de que han sido objeto. El reclutamiento arbitrario, creador de tales males, ser prohibido. Si fueren reducidos a preceptos constitucionales los principios que nos hemos esforzado en demostrar, la constitucién no Ivan Faun ve Law| 289 contendra sino lo cardinal, las bases del gobierno republicano federal, las que, fundadas en los razonamientos que hemos aducido 0 en otros que més felizmente lleguen a la demostracion de las mismas verdades que encierran nuestras conclusiones, dejan ancho campo los cambios respecto a puntos secundarios de aquel sistema. Planteado él, la constitucién cuidaré de que las frecuentes reformas no hagan instable la forma de gobierno, pues la mutabilidad de ella es causa de constantes situaciones en los pueblos y de desprestigio de la nacién ante las potencias extranjeras, que estiman los cambios frecuentes de constituciones como indicio de poca circunspeccién y de inseguridad en las relaciones con los gobiernos tan facilmente mudables. Las aspiraciones contrariadas de los partidos militantes, las divisiones que ocasiona la larga preponderancia de alguno de ellos, las dificultades que pasa adaptar en poco tiempo las précticas a las disposiciones escritas presentan antiguos habitos de otros sistemas, y hasta la ineptitud de algunos funcionarios, que hacen aparecer como resultados naturales del cumplimiento de aquellas disposiciones los que no lo son sino de la impericia de ellos; todas son causas- de “que‘sin' el discernimiento suficiente se desee reformar la constitucién, y ya se comprende que ellas no son bastantes para aceptar mudanzas que traerén otras en pos de si, y que reducirdn la vigencia de la constitucin a la de una ley cualquiera; porque las exigencias de los partidos siguen los cambios de la politica activa, siempre mudable, y no siempre filoséfica y bien inspirada. Conviene, pues, que las reformas de la constituci6n no se efecttien, sino cuando la opinién debidamente formada y vigorosa haga de la reforma una necesidad general; cuando aquella sea la voluntad popular; cuando el acto reformatorio constituya simplemente el cumplimiento de una formalidad requerida para el pensamiento reformador generalmente aceptado ya tenga los caracteres de una disposicién de derecho escrito. SOE. | Weeviince teeta Timid {NDICE INTRODUCCION A LAS LECCIONES DE : CIENCIA CONSTITUCIONAL DE JUAN FELIX DE LEON Hern Alejandro Olano Garcia ‘ INTRODUCCION Juan Félix de Leén, PRELIMINARES Ciencias en general ~ Diversidad de las ciencias ~ Ciencias sociales. Ciencias, politicas ~ El hombre respecto alas unas y ls otras ~ Enlace de las mismas Fundamento de la materia de estas leccianes ~ Principios y sistemas centificos ‘Anilisis, Ciencia constitucional ~Gobiemo. Examen de dos definiciones de gobierno Lenguaje comin y tecnicismo cientifico - Origen de los gobiemos— Maldad de a especie humana ~ Derecho divino - Conquista. Condiciones naturales de la hhumanidad ~ Misién del gobiemo, La felicidad de los asaciados como objeto de él “Derecho primitivo ~ Derechos politicos. Derechos civles ~ Sufragio. Flegbiidad. ~ Alternacién ~ Mayoria de edad ~ Condiciones de familia ~ Situaciones en los ‘ontratos ~ Papel de los individuos en los procedimientos judiciales - Soberania individual ~ Nacin —Soberania nacional ~ Limite de la soberania individual y de la nacional - Garantia, Autoridad — Relacién entre el derecho y la autoridad Obediencia de los ciudadanos. Inteligencia. Fuerza ~ Mayoria ~ Minoria — Ciudadania ~ La asociacidn fija ésta - Edad como condicién del ciudadano — Capacicad civil inseparable de la ciudadania ~ Unidad ~ El soberano nacional

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