vemos muchos ejemplos de personas que ayunaron. David cuando cometió su pecado horrible, una de las consecuencias que traería su falta, es que su hijo moriría, esto trajo tanto desespero al rey, que dice la Palabra que ayunó. “Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra.” (2 Samuel 12:16) En este caso el ayuno de David fue por una petición especial, el cual era la salud de su hijo, esta razón para ayunar, por lo que he visto, es la más popular entre los ayunantes. Actualmente vivo en una comunidad cristiana donde el ayuno es algo establecido en la mayoría de los hermanos, pero he visto un patrón entre esos hermanos, y es que muchos cuando ayuna, su razón principal para hacerlo, es por una petición especial para sus vidas.
Y eso está bien, si tú tienes una
petición especial para tu vida, la cual quieras llevar a cabo en oración y ayuno, peticiones como trabajo, estudio, restauración de la familia, salud, etc. Es válido hacerlo por esos motivos, más que todo porque la Palabra nos los permite. “»Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, se le abre.” (Mat. 7:7-8) Pero por la Palabra siento, que esta razón o motivación para ayunar es mínima en comparación con las otras razones, porque de esas razones que hablaremos, son llevadas a cabo, no por cosas terrenales sino por cosas espirituales, que claramente nos servirán a nosotros como cristianos para crecer en el Señor.
Ayuna por restauración espiritual
(Daniel 9) Cuando Daniel lee el libro del profeta Jeremías, se da cuenta que hay una promesa de Dios ahí, que pronto se cumpliría, (9:2) dice la Palabra que cuando Daniel lee esa promesa, no decretó ni la arrebató ni mucho menos le exigió a Dios que cumpliera esa palabra, sino más bien que con humildad hizo lo siguiente: “Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.” (9:3) Ahora, Daniel está en oración y ayuno y les voy a parafrasear todo lo que pidió mientras estaba en esa condición. En su ayuno Daniel reconoce que él y su pueblo han pecado contra Dios, que ha vivido una vida lejos de los mandamientos del Señor, que la desobediencia ha sido el pan de cada día en el pueblo de Israel, que aunque Dios ha mandado mensajeros no han escuchado su Palabra, Daniel avergonzado reconoce que Dios es justo y que su cautiverio en babilonia es merecido, porque han vivido constantemente ofendiendo a Dios con sus formas de vivir, pero en medio de su ayuno Daniel pide que por las misericordias del Señor su pueblo sea restaurado. Daniel en su ayuno reconoce la condición pecaminosa de su pueblo, pero también reconoce que hay un Dios bueno y grande en misericordia que puede perdonarles.
Ahora pues, Dios nuestro, oye la
oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. 18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo. (Daniel 9:17-19) Después de ese ruego y en medio de ese ayuno, Dios envía al ángel Gabriel para decirle: “Cuando comenzaste tu oración, Dios te contestó. He venido a decirte que Dios te ama…” (9:23) El ayuno de Daniel hizo efectos, su oración cargada de reconocimiento de pecados, de exaltación a Dios y de súplicas por restauración espiritual, fueron escuchadas y su pueblo más adelante saldría de ese cautiverio y sería restaurado, entonces noten como aquí la oración y el ayuno tuvo efectos positivos. Si tu hoy sientes que has pecado contra Dios, que has estado lejos de sus estatutos, ve con humildad y ayuna y busca así como Daniel, una restauración espiritual para tu vida, Dios no va a despreciar tu sacrificio siempre y cuando lo hagas con un corazón contrito y humillado (Salm.
Ayuna para que tu vida sea
dependiente de Dios (2 Crónicas 20) Hay momentos en nuestra vida que el afán del diario vivir o de problemas que afrontamos, nos hacen perder un poco de esa dependencia de Dios que todo hijo del Señor debe tener siempre. El cristiano es una persona dependiente completamente de Dios y en el momento que la persona se olvida de eso, todos esos problemas que lo agobian, lo agobiarán el triple, porque nos olvidamos de aquel que nos puede ayudar. Y en las Escrituras tenemos un caso de unas personas que decidieron hacer un ayuno para que Dios los librara de un mal terrible que estaba a punto de suceder, ese ayuno llevó a todo un pueblo a depender completamente de Dios sin importar lo que se viniera.
En los tiempos de Josafat, rey de
Judá, los pueblos de Moab y Amón venían a destruir a Judá, Josafat se da cuenta que los ejércitos de estos pueblos eran enormes, estos ejércitos eran tan grandes que hacían estruendo a su paso, claramente Josafat sabía que su ejército no podía hacer nada ante la inminente destrucción que se les venía, y lo único que pudo hacer, fue acudir a través de ayuno al único que los podía salvar. “Josafat se llenó de temor y buscó la ayuda del SEÑOR, así que proclamó ayuno en todo Judá.” (2 Cro. 20:3 PDT) Si usted lee todo el capítulo verá como a través del ayuno, el pueblo buscó del Señor de una manera excepcional. Y este ayuno así como el de Daniel, también tuvo respuestas positivas.
El pueblo de Judá sobrevivió y lo
mejor de todo es que no hizo nada, porque Dios lo hizo todo. La dependencia a Dios que el pueblo buscó a través de ayuno, trajo consigo grandes cosas para Judá, dice la Palabra: “Por eso el reinado de Josafat tuvo tranquilidad y Dios le dio paz en todas las fronteras.” ( 2 Cro 20:30) El propósito del ayuno no es simplemente un sacrificio que se hace a causa de alguna petición o peticiones en común, esto es válido, pero el ayuno debe ser un tiempo donde sometida la carne aprendamos a vivir en total dependencia y humildad ante nuestro Gran Salvador y Señor Jesucristo, eso fue lo que la Palabra de Dios nos enseñó, así que si algún día decides hacer un ayuno, hazlo por estas razones.