You are on page 1of 508
SEPTIMA EDICIO Roger G. Barry Richard J. Chorley a FAlimsira tmosfera, tiempo yclima Esta séptima edicin, ampliada y puesta al dia, de Abmésfera, tiempo y clima demostrata ser de un va- lor incalculable para todos aquellos que estudian la aumésfera terrestre y los climas mundiales, ya sea desde el punto de vista de las ciencias medioam- bientales y de la tierra, la gcografia, la ecologia, la agricultura, la hidrologia u otras disciplinas relacio- nadas con éstas. 1 tiempo y lina proporciona una intro- duccién comprensible a los procesos del tiempo at- mosférico y de las condiciones climaticas. Desde la iiltima edicién, el reconocimiento de la realidad y los posibles efectos de las actividades humanas so- bre el medio ambiente ha revolucionado las actitu- des hacia el estudio de la atmésfera y del clima mundial, Comenzando por una extensa revisién de la com- posicién y la energia de la atmésfera, y haciendo hrincapié en el balance de calor de la tierra y la cau sas del efecto invernadero, los autores prosiguen. con las manifestaciones y la circulacién de la hume- dad atmostérica, incluyendo las distribuciones en el espacio y en el tiempo de las precipitaciones y la es- tabilidad atmosférica. Tras considerar los movi- mientos atmosféricos y ocednicos de pequefia a gran escala y la construccién de modelos de la circula- cidn general, pasan a la discusidn de la estructura de las masas de aire, los ciclones frontales y la pre cidn meteorolégica a diferentes escalas de tiempo. El tratamiento del tiempo y cl clima en las latitudes templadas empieza con estudios de Europa y Amé- rica, extendiéndose hacia las condiciones en sus ‘mirgenes subtropicales y en las latitudes altas, in- cluye el Mediterrineo, Australasia, Africa sepcen- trional, la regidn de los vientos del oeste meri nales, la subartica y la polar. El tiempo y el clima tropicales también se describen a través de un and lisis de los mecanismos climaticos del Asia mon: nica, de Africa, Australia y Amazonia, junto con los margenes tropicales de Africa y Australia y los efectos de los movimientos oceénicos y las ‘con- secuencias a gran distancia de El Nifio y la Osci~ lacién Meridional. Los climas a pequeia escala —in- cluyendo los climas urbanos— se tratan desde la perspectiva de los balances energéticos. EI capitulo final se ha actualizado y reescrito por completo, para hacer hincapié en la estructura y funcionamiento del sistema atmésfera-tierra-oci no y las causas de los cambios climiticos. Se em- prende una discusién de las diversas estrategias de {a construccién de modelos adopradas para Ia pre- diccién de los cambios climiticos, en particular en relacién con los modelos del [PCC (Intergoverna- mental Panel of Climatic Change, Grupo Interna- cional de Expertos sobre el Cambio Climético) 1990-1995. También se incluye el tratamiento de ciertos impactos de los cambios climiticos sobre el medio ambiente, Z ° tmosfera, tiempo y clima SEPTIMA EDICION Roger G. Barry Richard J. Chorley : Q Ediciones omega, .A. plats,26-08006 narcelona La edicién original de esta obra ha sido publicada en inglés por la editorial Routledge, de Londres, con el titulo ATMOSPHERE, WEATHER AND CLIMATE Traducido por Victoria Tarrida M.* Jestis Fortes Fortes Diseito de la cubierta Cilia Valles ‘Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacion escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccién total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos {a reprografia y el tratamiento informatico, y la distribucién de ejemplares de ella ‘mediante alquiler © préstamo puiblicos, asi como la exportacién e importacién de esos ejemplares para su distribucién en venta, fuera del ambito de la Unidn Europea. © 1968, 1971, 1976, 1982, 1987, 1992 and 1998 Roger G. Barry and Richard J. Chorley y para la edieion espafiola © 1999 Ediciones Omega, S. » Barcelona ISBN 84-282-1182-5 Depésito legal B. 33.879-1999 Printed in Sp. ASM Grif Indice de materias Prélogo a la séptima edicin Agradecimientos Introduccién 1 Composicién, masa y estructura atmosféricas Composicién de la atmésfera La atmésfera en general Variaciones com la altura Variaciones con la latitud y la estacin Variaciones con el tiempo Masa de la atmésfera Presion total Presin de vapor Las capas atmosféricas Troposfera Estratosfera Mesosfera Termosfera Exosfera y magnetosfera LALHRG HOw AUK S 2. Radiacién solar y balance energético mundial Radiaci6n solar Emision solar Distancia del sol Altura del sol Duraci6n del dia Insolacién recibida en la superficie; sus efectos Intercambio energético en el sistema atmésfera-tierra Efecto de la atmésfera Efecto de la nubosidad Efecto de la latitud Efecto de la tierra y el mar Efecto de la topografia y la orientacion Variacién de la temperatura con la altura mace A ds fa mals Re UaIASINe be © Radiacién infrarroja terrestre y efecto invernadero 26 5 INDICE DE MATERIAS D Balance de calor de la tierra E_ Energia atmosfériea y transporte horizontal de calor 1. Transporte horizontal de calor 2. Distribucion espacial de los componentes del balance de calor Balance atmosférico de humedad El ciclo hidrolégico mundial ‘Humedad Contenido de humedad Transporte de humedad wee > Evaporacién Condensacién Caracteristicas de las precipitaciones Formas de precipitacion Caractevisticas de las precipitaciones 4 Imensidad de la precipitacion 1b Extension de los temporales de leva Frecuencia de los temporales de lwvia 3 Distribucion mundial de las precipitaciones 4 Variaciones regionales en el maximo de precipizacin segiin la altura 5 Sequis wemoo F Precipitacién éeida Inestabilidad atmosférica, formaci6n de nubes y procesos de precipitacion ‘Cambios de temperatura adiabaticos Estabilidad ¢ inestabilidad del aire A B C Formacién de nubes 1 Nuicleos de condensacién 2. Tipos de nubes 3. Nubosidad global D Formacién de a precipitacién 1 Teoria de Bergeron-Findeisen 2 Teorias de coalescencia 3° Precipitacion sélida E. Tipos de precipitacién 1 Precipitacion “de tipo convective” 2. Precipitacion “de tipo ciclénico” 3 Precipitacion orografica P G Me A ‘Tormentas lovimiento atmosférico: principios Leyes del movimiento horizontal 1 Fuerza del gradiente de presion 4B 7 48 50 66. 7 67 07 67 70 74 76 7 80 83 86 86 88 90 92 93 95 95 %6 96 6 7 9 103 i 1 11 INDICE DE MATERIAS Fuerza desviadora de la rotacién de la tierra (de Coriolis) Vientos geostroficos Aceleracion centripeta Fuerzas de rozamiento y capa limite planctaria Divergencia, movimiento vertical y vorticidad Divergencia Movimiento vertical Vorticidad Vientos locales Vientos de montaia y de valle Vientos originados por barreras topogrificas Brisas terrestres y marinas BRS UNS VauN Movimientos a escala planetaria en la atmésfera y los océanos Variacién de la presion y la velocidad del viento con la altura Variacién vertical de los sistemas de presion Configuraciones medias del aire en las alturas Condiciones de los vientos superiores Condiciones de la presion en la superficie Los cinturones globales de viento Los vientos alisios Los vientos ecuatoriales del oeste Los vientos del veste de las latitudes medias (o de Ferrel) Los vientos polares del este Cireulacién general Circulacin en los planos vertical y horizontal Variaciones en la circulacion del hemisferio norte Estructura y circulacién de los océanos Por encima de la termoclina a Vertical b Horizontal 2 Interacciones del agua ocednica profunda 4 Afloramientos b- Circulaciin ocednica profunda 3 Los océanosy la regulactin atmosférica Si WhIQ Shy ROS E Modelizacién de la circulacién atmosférica y del clima Sistemas sinépticos de las latitudes medias Elconcepto de masa de aire A B_ Naturaleza de las zonas de origen 1 Masas de aire frio 2 Masas de aire cilido c i Modificaciém de las masas de aire Mecanismos de modificaciin a Cambios termodinamicos b Cambios dindmicos 2. Consecuencias de las modificaciones: masas de aire secundarias vii ur 13 113 14 115 116 47. 47 118 "9 120 123 125 125 125 126 128. BI 133 134 134 134 136 137 138 144 “7 47 47 9 153 153 154 137 157 164 64 64 165 166 167 168 168 168 169, vill INDICE DE MATERIAS @ Aire frio b Aire cilido La edad de las masas de aire Frontogénesis Ondas jrontales La depresién de las ondas frontales Caracteristicas de los frentes Elfrente célido El frente frio La oclusién Familias de frentes F Zonas de formacién de ondas y frontogénesis AURA Sg & G Interaccidn entre de depresiones de superficie y el aire superior y su relacién con la formacién 11 Depresiones no frontales 1 Depresion de sotavento 2 Baja térmica 3 Depresiones de aire polar 4 Baja fria 1 Predicciones meteorolégicas 1 Procedencia de los datos 2 Predicciones Predicciones a corto plazo y prolongadas 1b Predicciones inmediatas © Predicciones a medio plazo d Perspectivas a largo plazo 8 ‘Tiempo y clima en las latitudes medias Europa Vientos y presion Oceanided y continentalidad Configuracién de le circulacién atmosférica en Gran Bretaha y sus caracteristcas climaticas Singulavidades y estaciones naturales Anomatlias sindpticas Influencia de la topografia Norteamérica Sistemas de presion La cordillera y las costas occidentales templadas Norteamérica interior y oriental 4 Influencias ocednicas y continentales b Olas de calor y de frio © Precipitacion y balance de bumedad WINNS) Lee BL SS Las regiones subtropicales El Mediterréneo Elnorte de Africa Clima semidrido del sudoeste de Estados Unidos Interior y costa este de Estados Unidos Australasia wR By 169 170 170 it tat 172 175 175 178. 178. 180 180 184 197, 189 189 139 189 190 190 191 192 194 194 196 202 202 202 203 204 208 209 212 24 215 219 21 222 224 225 230 230 236 237 238 241 19 D Latitudes alas 1 Los vientos del sudoeste 2 Laregion subértica 3. Las regiones polares a EL Antico b La Amantida ‘Tiempo y clima de los trépicos A. Laconvergencia imertropical Perturbaciones tropicales Perturbaciones de onde Ciclones & Huracanes b- Otras perturbaciones tropicales Agrupaciones de nubes tropicales ross tt El monzén de Asia Invierno Primavera Comienzos de verano Verano Otoio g Maensg & Monzones de verano de Asia oriental y Australia Africa central y meridional Elmonzén africano Africa meridional Amazonia La Oscilacién Meridional de El Nifio (OMEN) El océano Pacifico Teleconexiones ‘Otras fuentes de variaciones climaticas en los trépicos Corrientes oceénicas frias Efectos de la topografia Variaciones diurnas ener NAO Prediccién del tiempo tropical Predicciones « corto y medio plazo 2. Predicciones « largo plazo Climas microscélicos uilibrios energéticos de superficie Superficies naturales sin vegetacién Roos y arena Agua Nieve y hielo eke & ° Superficies con vegetacién 1 Cultivos bajos 2 Bosques [NDICE DE MATERIAS. 307 310 312 312 312 sit 315 315 316 319 W INDICE DE MATERIAS Modificacin del incercambio de energia Modificacién del flujo de aive Modificacisn de la bumedad ambiental Modificacién del medio ambiente térmico anes 1D Superficies urbanas 1 Modificacién de la composicién atmosférica a Aerosoles b Gases © Distribucién de la contaminacién 2 Modificacién del equilibrio calirico & Composiciin atmosférica b Superfcies urbanas ¢ Produccién humana de calor di Islas de calor 3 Modificacion de las caracteristicas de la superficie 4 Flujo de aire b Hunedad 4 Climas urbanos tropicales El cambio climatico A. Consideraciones generales B_Forzado y retroalimentacién de los circuitos climaticos 1 Forzado externo 2. Retroalimentacién y forzado « corto plazo El registro climatico Elregistro geoligico Condiciones tardoglaciales y postglaciales Los iltimos 500 aiios aproximadamente Cambios en la circulacion Equilibrios energéticos c 1 2 3 D Posibles causas del reciente cambio climatic 1 2 3 Factores antropogénicos E Estrategias sobre modelos para predecir el cambio climstico F Los modelos EICC Otros impactos del cambio climitico Nivel del mar Hielo y nieve Hidvologia Vegetaciin AUR H Epilogo Apéndice 1 Clasificacién de los climas A. Clasificaciones genéricas relacionadas con el crecimiento de las plantas o de la vegetacién B_Clasificaciones basadas en el balance energético y de humedad C Clasificaciones genéticas D_Clasificaciones del bienestar elimatico Bibliogralia 320 321 322 326 328 328 329 331 333 335 337 338 338 338 341 ML 342 3B a8 348 348 350 352 353 353 355 356, 361 362 363 363 366 368 374 374 376 378 379 380 382 382 385 386 386 392 INDIC DE MATERIAS Apéndice 2 Unidades del Sistema Imernacional (SI) ‘Apéndice 3 Mapas sindpticos del tiempo Apéndice 4 Procedencia de los datos A Datos y mapas meteorol6gicos diarios B_ Datos de los satélites © Datos climiticos D_ Fuentes seleccionadas de Internet Bibliografia Notas Bibliografi Indice alfabético xi 393 395 398 398 398 398 399 399, 400 402 423 Prélogo a la séptima edicién Cuando aparecié la primera edicién de este libro, en 1968, fue favorablemente acogido por estar “nota- blemente al dia” (Meteorological Magazine). Desde entonces, diversas nuevas ediciones han ampliado y perfeccionado su deseripeién y andlisis de los pro- esos atmosféricos y los climas mundiales. Y en efecto, los sucesivos prélogos proporcionan un co- mentario de los adelantos mis recientes en meteo- rologia y climatologia, de importancia para los estu- diantes de estos campos y disciplinas relacionadas. En 1971 se atadié mucho texto relacionado con el balance de calor de la tierra, la distribucion espa- cial de los componentes del balance de calor, la es- tabilidad atmosférica, la precipitaciéin orogrifica, la irculacién ocednica y sus efectos climéticos asocia- dos, la vorticidad, los sistemas mesoscilicos en las latitudes medias, la variabilidad de las precipitacio: nes, y aspectos del clima de las regiones subirtica, mediterranea y del este de Asia La tercera edicidn, de 1976, present6 una reforma sustancial de los Capitulos 2,4 y 7 y la adicién de un juevo apéndice sobre mapas meteorolégicas sinép- cos, Se introdujo nuevo material sobre la composi- cin de la atmésfera y sus variaciones en el tiempo, cel balance de radiaci6n, los cambios adiabiticos de Temperatura, los efectos de las barreras topogrificas sobre los vientos, las brisas terrestres y marinas, la circulacién y las masas de aire del hemisferio sur, la estructura de las depresiones y la distribucién espa- cial de las precipitaciones, las predicciones a largo plazo, el clima del Mediterraneo, la confluencia in- tertropical, las perturbaciones tropicales y los siste- ‘mas subsindpticos, y los climas urbanos. En 1982 se reescribieron, modificindolos sustan- cialmente, los Capitulos 7 y 8 y se estandarizaron las unidades de todo el libro. Los principales aftadi- dos y revisiones se referian al material sobre Ia ra- diacién solar, los mecanismos de las tempestades, las sequias, los sistemas mesoscilicos de precipitacio- nes, la estructura de los tornados, las perturbaciones en los cinturones subtropicales de altas presiones, y el balance energético de las superficies cubiertas de vegetacién, la climatologia urbana, lh polucién mostérica y la naturaleza y causas de los cambios climaticos. Esta cuarta edicién contenia mas de cien ilustraciones nuevas o revisadas y muchas liminas nuevas, en comparacién con la primera edici6n. La quinta edicién, de 1987, incluia una nu cia sobre la construccién de modelos de la ci nuevo apéndice sobre la procedencia de los datos. anadié nuevo material sobre los gases del efecto vernadero y el polvo voleénico, ls actividad de las manchas solares, el albedo, las mediciones de los tdlites del balance energético mundial, la estabilidad atmosférica, los nicleos de condensacidn y los pro- cesos de nubosidad, los mecanismos de la prec cidn orogrifica, la convergencia y la divergencia, la condueta de las altas presiones subtropicales, los trones de circulacién hemisférica, las masas de aire del hemisferio austral, la estructura de los frentes, los sistemas convectivos mesoscalicos, las supercél- las tormentosas, las condiciones de bloqueo en Euro- ‘pa los vientos regionales de la peninsula Ibérica, los temporales de lluvias del sudoeste de Estados Uni dos, la Zona de Coniluencia Intertropical, los siste- ‘mas meteoroldgicos tropicales, los grupos de aubes, la circulacién de los monzones asisticos, el clima del Sahara, el cambio climatico en la zona del Sahel y en Europa, la influencia climatiea de los cambios de la vegetacidn mundial y el uso de modclos maremit cos para la prediccién climatica, Se introdujeron unas setenta figuras y liminas nuevas o revisadas. La sexta edicin, de 1992, respondis al reconoci miento de los posibles efectos de las actividades hu- manas sobre el medio ambiente, asi como a otros avances cientificos actuales, y es con mucho la revi- sin mis extensa hasta la fecha. Se afadieron nuevas sceciones sobre la lluvia dcida, la circulacién de Wal- ker, la construceién de modelos sobre el sistema a céano, los climas de la Amazonia y a meridional, los climas urbanos tropicales, Jos cambios climaticos recientes, los mecanismos del forzado y el citcuito de retroalimentacion del siste- ma atmésfera-tierra-océano, los cambios antropoxé- nicos sobre la composicién atmosférica y el efecto invernadero, asi como sobre la prediccién del clima y los cambios ambientales asociados que podrian e perarse durante el siglo XX1. Se afladié: muevo mate Tial sobre el efecto invernadero, los acrosoles, el ‘ozone, el ciclo del earbono, la capa de nubes mun- dial, cl papel térmico de los océanos, la exosfera ¥ la magnetostera, la precipitacién orogrifica, la rugosi- dad aerodindmica y el flujo de aire sobre los obsticu- los topogrificos, las predicciones a medio y largo plazo, la actividad de los vientos sobre Europa ocei- dental, los huracanes, los mecanismos de los monzo- nes asiticos, las depresiones monzénicas, a intensi~ ddad_y fases de los monzones estivales asiaticos, el monzén de Africa occidental, la climatologia de los bosques tropicals, la polucién urbana, la climatolo~ gia urbana y los cambios climaticos det Pleistoceno. Se utilizaron las unidades de densidad del flujo de ‘energfa del Sl en todo el texto y se incluyeron unas noventa figuras y tablas nuevas o redibujadas. Desde la edicion anterior, aparccida en 1992, cl in- terés por los climas mundiales a una amplia gama de cscalas, acompaviado por el ritmo cada ver. mis ripi- do de ia investigaciin cientifea, han hecho necesario. que la nueva edicién (de 1998) sufriera modificacio= nes y actualizaciones igualmente rigurosas. Aunque se ha mantenido en gran parte el acertado formato anterior, los tres capitulos bisicos del original han sido divididos en dos, de forma que esta séptima edi- cién esti formada por once capitulos principales, que reemplazan a los ocho preexistentes. Los Capitulos 1 y 2 contienen material adicional sobre la produccién {de metano, ls aerosoles volesnicos y las manchas so- lares. Los Capitulos 3 y 4 contienen una mucva sec~ cién sobre el ciclo hidrolégico mundial, junto con un tratamiento mas extenso de la evaporacién, las for- mas de precipieacién, su intensidad, su duracién y su frecuencia, la desertificacisn, el forzado de las nubes, y las tormentas intensas. El Capitulo 5 afiade énfasis 4a capa limitrofe mundial y el Capitulo 6 dedica mucho espacio nuevo a los modernos puntos de vista, sobre la interaecién atmésfera-oeéano, el pape clima- tico de los océanos, Ia estructura y circulacién ocei- nicas, y al significado de la ciculacion en las profun- PROLOGO A LASEPTIMAEDICION xiii didades de los ovéanos. El Capitulo 7 pone al dia el tratamiento de los sistemas sindpticos mesoscalicos, y cl Capitulo 8 se ha alargado mucho afiadiendo los tratamientos regionales de los climas de Australia, Nueva Zelanda, los vientos del sudoeste, las regiones subirtica y polar, y la antigua URSS. Se ha incluido material nuevo sobre los tipos de flujos de aire de Lamb, las tormentas europeas,y la localizacién de las fucrzes tormentas norteamericanas. El Capitulo 9 in troduce una nueva secci6n sobre las influencias a lar- ga distancia, asi como un tratamiento mas extenso de Jos acontecimientos de la OMEN. También se desta- cean la estructura y el movimiento de la ZCI, la pre diccién de los huracanes, las rutas de las depresiones ¥ los tifones y la localizacién de frentes sobre Asia oriental, ef monz6n de Australia septentrional, y la prediccién metcorolégiea de la zona tropical, El Ca- pitulo 10 pone énfasisen la dominancia de la eapa li- ritrofe en los climas locales. Se ha incluide nuevo material sobre los balances energéticos de las superfi- cies oceinicas, cubiertas de agua y heladas, y sobre los climas de los bosques boreales; ademas se han ei fatizado todavia mis los climas urbanos de los am- boiemtestropicales. El Capitulo 11 se ha vuelto a eseri- bir por completo y se ha alargado para hacer hines cn la estructura y actuacién de sistema atmésfera rra-océano y las causas de sus cambios climiticos. Se incluye una discusidn sobre las diversas estrategias de construccién de los modelos adoprados para la pre diccién del cambio climatico, en particular en rela~ cién con los modelos IPCC 1990-1995. También se han considerado otros impactos ambientales del eam- bio climitico. Se ha modificado el Apéndice 1 para reflear las nuevas aplicaciones de las clasificaciones de los climas y los recientes estudios sobre el enfria~ riento debido al viento y los efectos del calor. En el Apéndice 4 se ineluye una seleccion de direcciones de Internet que aportan datos climaticos. Se han incluido més de cien figuras nuevas 0 re- dibujadas, tablas revisadas y liminas nuevas. Cuando ha sido posible, al preparar esta ultima 6m se han tenido en consideraci6n las sugeren- cas criticas de los colegas y otras personas encar- gadas de revisarel texto, R.G.BARRY Instituto de Cooperacién para la Investigacin de las Ciencias Ambientales y Departamento de Geo- ‘grafia de la Universidad de Colorado, Boulder R. J. CHORLEY Departamento de Geografia y Sidney Sussex Colle- ae, Universidad de Cambridge Agradecimientos Los autores le agradecen profundamente al Sr. A. J. Dunn su considerable contribucién a la primera edicién; también al Dr, F. Kenneth Hare, del Birk- beck College de Londres, ahora en la Universidad de Toronto, Ontario, su minuciosa y docta revision del texto preliminar y las valiosas sugerencias que aporté para mejorarlo; también al Sr. Alan Johnson, de la Barton Peveril School, Eastleigh, Hampshire, sus valiosos comentarios sobre los Capitulos 1-3, y al Dr. C. Desmond Walshaw, anteriormente del Cavendish Laboratory de Cambridge, y al Sr. R. HA. Stewart, del Nautical College de Pangbourne, las valiosas crticas y sugerencias que aportaron en una fase preliminar de la preparacién del manuscri- to original. ‘También quieren expresar su gratitud a los siguientes cientificos por sus tiles comentarios con respecto a la cuarta edicién: al Dr. Brian Knapp, de la Leighton Park School de Readings al Dr. L. F Musk, de la Universidad de Manchester; al Dr. A. H. Perry, del University College, de Swan- sea: al Dr. R. Reynolds, de la Universidad de Reading; y al Dr. P. Smithson, de la Universidad de Sheffield. El Dr. C. Ramage, dela Universidad de Hawai, hizo numerosas sugerencias, que nos fueron de gran ayuda, con su revisién del Capitulo 6 para la quinta edicién. El Dr. Z. Toth y el Dr. D. Gil- man, del National Meteorological Center de Was- hington, DC, nos ayudé amablemente en la actuali- zacién del Capitulo 4, I, y el Dr. M, Tolbert, de la Universidad de Colorado, nos ayuds en los temas de quimica medioambiental de la séptima edici6n. Le estamos también agradecidos al Dr. N, Cox, de la Universidad de Durham, por su numerosas suge- rencias sobre el texto, que contribuyeron significa- tivamente a la mejora de la séptima edicion. Los autores se hacen totalmente responsables de cual- quier error que hubiera podide quedar. Las ilustraciones fueron preparadas por los ar- tografos y fotdgrafos de los Departamentos de Geo- grafia de la Universidad de Cambridge (Sr. I. Ag- new, Sr. R. Blackmore, Sr. R. Coe, Sr. I. Gulley, Sra. S. Gutteridge, Srta. L. Judge, Srta. R. King, Sr. C. Lewis, Sra. P. Lucas, Srta. G. Seymour, Sr. A. Shelley y Srta. J. Wyatt, y especialmente Sr. M. Young); de la Universidad de Southampton (Sr. A. C. Clarke, Srta. B. Manning y Sr. R. Smith); y de la Universidad de Colorado, en Boulder (Sr. T. Wise- logel). Cada edicin de este libro, incluyendo esta séptima, ha gozado de la experiencia cartografica y |a imaginacién en la confeccién de las ilustraciones del Sr. M. Young, del Departamento de Geografia de la Universidad de Cambridge, con el que los au- tores tienen una considerable deuda de gratitud. Gracias también a Carol Pedigo, NSIDC, por su apoyo en el procesamiento de textos para la sépti- ma edicién. ‘Queremos dar también las mas expresivas gracias a nuestras familias, por su constante estimulo y pa- ciencia. Los autores quisieran también expresar su agra- decimiento a las siguientes sociedades cientificas, directores, editores, organizaciones y_cientificos por su permiso para reproducir figuras, tablas y Li- minas. Sociedades cientificas American Association for the Advancement of Science por la fig. 6.35 de Science. American Geographical Society por la fig, 1.16 de Geographical Review American Geophysical Union por las figs. 2.13, 7.4, 7.15 y 11.3 de Review of Geophysics and Space Physies, por las figs. 1.3, 1.9, 2.13, 2.23 y 2.27 de Journal of Geophysical Research; por la fig, 10.6 de Transactions y por la fig. 8.43 de Arc tic Meteorology y Climatology por D. H. Brom- wich y C. R. Stearns (eds.). American Meteorological Society por las figs. 1.2, 223A, 2.27C, 4.11 y 8.38 de Bulletin; por las figs. 6.16, 7.8, 842, 10.1 y 11.11 de Jounal of Applied Meteorology; por las figs. 72 y 74 de Meteorological Monographs; por las figs. 4.28, 6.39 y 9.56 de Journal of Atmospheric Sciences; ¥ por las figs. 3.12, 5.11, 68, 6.10, 6.26, 6.27, 6.37, 7.6, 71ly 7.26, 9.2, 9.11, 9.12, 9.33, 9.50 ¥ 9.59 de Monthly Weather Review; por la fig. 6.30 de Journal of Physical Oceanography y por las figs. 7.9, 7.16 y 7.18 de Extratropical Cyclones por C. W. Newton y E. D. Holspainen (eds.). American Planning Association por la fig, 10.39 de Journal. Association of American Geographers por la 3.21 de Annals y por la fig. 732 de Resource Pa per tl Chinese Meteorological Society por las figs. 9.24 y 934, European Space Agency, Darmstadt, por las lis. Ly 28 Geographical Association por la fig. 84 de Geo- graphy. Geographical Society of China por lafig. 9.37. Indian. National Science Academy, Nueva Delhi, por la fig. 9.28. Institute of British Geographers por las figs. 3.15, 3.16, 10.26 y 10.40 de Transactions; y también por las figs. 3.22 y 11.22 de Atlas of Drought in Britain 1975-1976 por J.C. Doornkamp y K. J. Gregory (eds.) Institution of Civil Engineers por la fig, 3.16A de Proceedings. International Glaciological Society por la fig. 10.9. Marine Technology Society, Washington, DC, por la fig. 9.52 de Journal National Geographic Society por la lim. 20 de National Geographic Picture Atlas of Our Fifty States. Royal Geographical Society por la fig. 620 de Journal. Royal Meteorological Society por las figs. 7.13, 8.7, 8.8, 9.3 y 10.19 de Quarterly Journal; por la fig. 11.6 de World Climate 8060-0 1c; por las figs 4.17, 8.9, 9.43 y 11.13 de Journal of Climatology; y por las figs. 2.10, 3.8, 3.9, 4.9, 4.14, 4.15, 4.23, 4.24, 85, 8.12, 820, 9.57, 10.27 y 11.7, y por las lims. 11, 17 y 18 de Weather. Royal Society of Canada por la fig. 2.15 de Special Publication 5. Royal Society of London por la fig. 4.21 de Procee~ dings, Section A. AGRADECIMIENTOS xv US National Academy of Sciences por la fig. 115 y la fig. 11.4 de Natural Climate Variability on Decade-to-Century Time Scales por P. Groores. Directores Advances in Space Research por las figs. 2.8 y 4.13. ‘American Scientist por la fig. 951. Climate Monitor por la fig, 11.14. Climatic Change por las figs. 4.24 y 11.21. Endeavour por la fig. 4.19. Erdkunde por las figs. 9.21, 10.41, ALB y A12. Geografia Fisica ¢ Dinamica Quaternaria por la fig. 11.25. Geographical Magazine por la fig. 9.40. Geographical Reports of Tokyo Metropolitan Uni- versity por la fig. 9.36. International Journal of Climatology (John Wiley ‘& Sons, Chichester) por las figs. 3.17, 8.19, 8.35, 837,93 y Al. Japanese Progress in Climatology por la fig. 10.36. ‘Meceorological Magazine por las figs. 6.23, 7.10, 7.12 y 8.6, y liminas 24, D y E. Meceorological Monographs por las figs. 7.2 y 7.4. Meteorologische Rundschau por la fig. 10.12. Meteorologiya Gidrologiya (Moset) por la fig. 9.17. Nature por la ig. 1.11. New Scientist por las figs. 4.12, 4.22, 4.26 y 7.27. Progress in Physical Geography por las figs. 10.31, 1032 y 103 Science por las figs. 6.35 y 10.30. Tellus por las figs. 8.10, 8.11 y 9.25. Zeitschrift fitr Geomorphologie por |a fig. 10.5 de ‘Supplement 21. Editores ‘Academic Press, Nueva York, por las figs. 6.38, 7aA4, 7.15, 4.25, 9:10, 911 y 9:12 de Advances in Geophysics; por la fig. 9.15 de Monsoon Meteoro- logy por C. S. Ramage; y por la fig. 9.40 de Qua- ternary Research. Academic Press, Orlando, Florida, por la fig. 3.13 de Water at the Surface of the Earth por D. H. Miller. Allen y Unwin, Londres, por las figs. 2.14 y 2.16B de Oceanography for Meteorologists por H. V. Sverdrup. Belhaven Press, Londres, por la fig. 9.55 de Recent Climatic Change por S. Gregory (ed.). Butterworth-Heinemann por la fig. 6.29 de Ocean Circulation por G. Berman. xvi AGRADECIMIENTOS ‘Cambridge University Press por la fig. 4.8 de Clouds, Rain and Rainmaking por B. J. Mason; por la fig. 6.7 de World Weather and Climate por D. Riley y L. Spalton; por la fig, 8.31 de Warm De- sert Environment por A. Goudie y J. Wilkins por la fig. 10.24 de Tropical Rain Forest por P. W. Richards; por la fig. 10.28 de Air: Composi- tion y Chemistry por P. Brimblecombe (ed.); por las figs. 7.24 y 9.9 de Weather Systems por L. F. ‘Musk; por las figs. 14, 18, 11.19 y 11.18 de Cli- mate Change: The IPCC Scientific Assessment 1992; por la fig. 6.40 de Climate System Mode- ling por K. E. Trenberth; y por la fig. 9.54 de Teleconnections Linking Worldwide Climate Ano- malies por M. H. Glantz etal. (eds). Chapman y Hall, Nueva York, por la fig. 6.33 de Elements of Dynamic Oceanography por D. Tol- mavin; y por ia fig. 8.44 de Encyclopedic of Cli- matology por J. Oliver y R. W. Fairbridge (eds.). Cleaver-Flulme Press, Londres, por la fig. 5.15 de Realms of Water por Ph. H. Kuenen. ‘The Controller, Her Majesty's Stationery Office (derechos de la Corona reservados) por la fig. 33 de Geophysical Memoir 102 por J. K. Bannon y L. P. Stecle; por la fig. 9.31 de Geophysical Me- ‘moir 115 por J. Pindlater; por las figs. 6.23, 7.10 ¥ 86, y por las lims. 21 D y Ede Meteorological ‘Magazine; por las figs. 7.12 y 7.17 de A Course in Elementary Meteorology por D. E. Pedgl por las figs. .27 y 8.28 de Weather im the Medi- terrancan 1, 2: ed, (1962); por el tefigrama de la fig, 4.1 de RAF Form 2810: y por la fig. 6.36 de Global Ocean Surface Temperature Atlas por M. Bottomley e¢ al Elsevier, Amsterdam, por la fig. 9.38 de Palaeogeo= graphy, Palseoclimatology, Palaeoecology; y por las figs. 948 y 9.49 de Climates of Central and South America por W. Schwerdtieger (ed.); por las figs. 6.13 y 830 de Climates of the World por D. Martyn; y por la fig. 841 de Climates of the Soviet Union por P. E. Lydolph. Generalstabens Litografiska Anstalt, Estocolmo, por la fig, 7.19 de Klimatologi por G. H. Liliequist. Harvard University Press, Cambridge, Massachu- setts, por las figs. 2.20, 10.16, 10.17 y 10.18 de Climate near the Ground (2 ed.) por R. Geiger. Hutchinson, Londres, por las figs. 10.27 y 10.35 de ‘Climate of Landon por TJ. Chandlery por ls figs. 9.41 y 9.42 de Climatology of West Africa por D. F. Hayward y J.S. Oguntoyinbo, Kluwer Academic Publishers, Dordrecht, Holanda, por la fig, 1.1 de Air-Sea Exchange of Gases and Particles por P. S. Liss y W. G. N. Slinn (eds.); y por la fig. 11.21 de Climate Change (Vol. 16) por G. A. Meehl y W. M. Washington. Lorigman, Londres, por las figs. 6.18 de Contempo- rary Climatology por A. Henderson-Sellers y P. J. Robinson; y por las figs. 3.5, 3.6A y 3.18 de Variations in the Global Water Budget por A. Street-Perrott et al. (eds.). McGraw-Hill Book Company, Nueva York, por la fig, 6.25 de Dynamical and Physical Meteorology por G. J. Haltiner y F. L. Martin; por las figs. 10.17 y 10.18 de Forest Influences por J. Kittred- ‘ge; por las figs. 3.10, 4.18 y 6.9 de Introduction 10 Meteorology por S. Petterssen; por las figs. 9.5 y 9.6 de Tropical Meteorology por HI. Riehl; y por la fig. 9.21 de Earth’s Problem Climates por G.T. Trewartha. Methuen, Londres, por las figs. 2.19, 320 y 9.44 de ‘Mountain Weather and Climate por R. G. Barry; por las figs. 3.1, 6.19 y 6.22 de Models in Geo- graphy por R. J. Chorley y P. Haggett (eds.); y por las figs. 10.6, 10.20, 10.25, 10.29, 10.30, 10.33 y 10.37 de Boundary Layer Climates por T. R. Oke. National Academy Press, Washington, DC, por la fig. 11.5. North-Holland Publishing Company, Amsterdam, por la fig. 3.19 del Journal of Hydrology. Oliver y Boyd, Edimburgo, por la fig. 10.15 de Fundamentals of Forest Biogeocoenology pot V. Sukachev y N. Dylis. Oxford University Press, Ciudad del Cabo, por las figs. 6.24, 945, 946 y 947 de Climatic Change and Variability in Southern Africa por P.D. Tyson. Plenum Publishing Corp., Nueva York, por la fig. 8.39 de Geophysics of Sea Ice por N. Unterstei~ ner (ed). Princeton University Press por la fig. A1.5 de De- sign with Climate por V. Olgyay. D. Reidel, Dordrecht, por las figs. 6.12 y 11.9 de Climate of Europe: Past, Present and Future por H. Flohn y R. Fantechi (eds.); por la fig, 832 de Climatic Change; por la fig. 10.34 de Interac- tions of Energy and Climate por W. Bach, J. Pankrath y J. Williams (eds.), Routledge, Londres, por las figs. 941 y 942 de The Climatology of West Africa por D. F. Hayward y J.S. Oguntoyinbos por la fig. 9.53 de Climate Since 4p 1500 por R. S. Bradley y P. D. Jones (eds.);y por las figs. 10-8, 10.19 y 10.14 de Boun- dary Layer Climates (22 ed.) por’. R. Oke. ientific American Inc., Nueva York, por la fig. 2.26 por R. E. Newell; por la fig. 1.12B por M. R. Rapino y S. Self; por la fig. 4.26 por J. Snows y por la fig. 22 por P. V. Foukal. Springer-Verlag, Heidelberg, por las figs. 922, 9.24, 934 y 9.37. Springer-Verlag, Viena y Nueva York, por la fig. 221 de Meteorologische Rundschau; y por las figs. 4.15 y 5.10 de Archiv fiir Meteorologie, Geo- physik und Bioklimatologie. ‘Time-Life Inc., Amsterdam, por la lim. 4 de The Grand Canyon por R. Wallace. University of California Press, Berkeley, por la fig, 9.7 y lim. 27 de Cloud Structure and Distribu- tions over the Tropical Pacific Ocean por J. S. Malkus y H. Riehl. University of Chicago Press por las figs. 2.1, 2.5, 2.20, 10.7, 10.11 y 10.13 de Physical Climatology por W. D. Sellers. University of Wisconsin Press, Madison, por la fig, “arth's Problem Climates por G. T. Tre Van Nostrand Reinhold Company, Nueva York, por la fig. 9.58 de The Encyclopedia of Atmos- pheric Sciences and Astrogeology por R. W. Fair- bridge (ed). Walter De Gruyter, Berlin, por la fig. 82 de Allge- meine Klimageographie por J. Blithgen. Weidenfeld y Nicolson, Londres, por la fig. 723 de Climate and Weather por H. Flobn. Westview Press, Boulder, por la fig. 1.5 de Climate Change and Society por W. W. Kellogg y R. Schrware. John Wiley, Chichester, por las figs. 89, 9.43 y L113 de Journal of Climatology; por las figs. 17 y 1-10 de The Greenhouse Effect, Climatic Change, and Ecosystems por G. Bolin et al; y por la fig. 10.38 de Fuman Activity and Environmental Processes por K. J. Gregory y D. E, Walling (eds.). John Wiley, Nueva York, por la fig. 2.17 de Physical Geography (22 ed.) por A. N. Strabler; por las figs. ALB, Al y Tabla ALI de Physical Geog. B.red,) por A. N. Strabler; por las figs. 23C, 24 y 4.10 de Introduction to Physical Geography por A. IN, Steahler; por la fig. 2.6 de Meteorology, Theo- retical and Applied por E, W. Hewson y R. W. Longley; por la fig. 4.20 de Weather and Climate Modification por W. N. Hess (ed.); por la fig. 729 de Paleoclimate Analysis and Modeling por A. D. Hecht; por las figs. 9.16, 9.29, 932 y 9.34 de Mon- soons por J. S. Fein y P-L. Stephens (eds.); por la fig, 6.32 de Modern Physical Geography (4. ed.) por A. N. Strahler y A. H. Strabler; y por la fig. 6.4 de Ocean Science por K. Stowe. AGRADECIMIENTOS xvii Organizaciones Cemer for Climatic Research, Universidad de De- aware, Newark, Delaware, por la fig. 825. Department of Electronics (NERC Satellite Sta- tion), Univ. de Dundee, por las lims. 21 y 24. Deutscher Wetterdienst, Zentralamt, Offenbach am Main, por la fig. 9.27. Directorate-General Science, Research y Develop- ment, European Commission, Bruselas, por la fig. 8.26. Environmental Science Service (ESSA) por las lis. 8 y 18. Geographical Branch, Department of Energy, Mi- nes and Resources, Ottawa, por la fig. 8.15 de Geographical Bulletin. IGU Study Group on Recent Climate Change. Intellicast Corp. y WS1 Corp. por la lim. 26. Intergovernmental Panel on Climate Change por las figs. 11.8, 11.10, 11.15, 11.17, 11.20 (By ©), 11.22, 11.23 y 11.26 de Climate Change 1995: The Science of Climate Change por J.T. Hough- ton et al. (eds. Laboratory of Climatology, Centerton, Nueva Jer- Administration National Academy of Sciences, Washington, DC, por ha fig. 11.2 ‘National Aeronautics and Space Administration (NASA) por las figs. 1.15 y 6.28 y por las lime. 5,14, 16,25, 30 C. National Geophysical Data Center, Boulder, por la 22. National Hurricane Center, Miami, por Ia lim. 34 National Meteorological Center, Washington, DC, por ha fig. 728. National Oceanic and Atmospheric Administra- tion (NOAA), United States Department of Commerce, Washington, DC, por las figs. 730, 731 y 7.33, y por las lims. 2 y 3 de Technical Memo. NESS 95; y por las lims. 22 y 35. National Snow and lee Data Center, Boulder, por las lims. 9, 23, 27 y A. National Space Development Agency of Japan por Ia lim. 33. Natural Environmental Research Council por la fig. 1.6 de Our Future World y por la fig. 3.44 de NERC News, July 1993 por K. A. Browning. Naval Weather Service Command, Washington, DG, por las figs. 6.3 y 6.11. New Zealand Alpine Club por la fig. 4.16. New Zealand Meteorological Service, Wellington, ‘Nueva Zelanda, por las figs. 9.26 y 9.59 de Pro- xviii AGRADECIMIENTOS ceedings of the Symposivom on Tropical Meteoro- logy por J. W. Hutchings (ed. Nigerian Meteorological Service por la fig. 9.39 de Technical Note 5. Press Association-Reuters Ltd, Londres, por la ki- mina 6, Quartermaster Research and Engineering Com= mand, Natick, Massachusetts, por la fig. 8.18 por JN. Rayner. Riso National Laboratory, Roskilde, Dinamarca, por la Tabla 5.1 y figs. 5.12 y 8.1 de European Wind Atlas por I. Troen y E. L. Petersen. Smithsonian Institution, Washington, DC, por la fig. 112A. United Nations Food and Agriculture Organiza- tion, Roma, por la fig. 10.23 de Forest Influences. United States Department of Agriculture, Was- hhington, DC, por las figs. 10.21 y 10.22 de Cli- mate and Man. United States Department of Commerce por la fig. 8.13, United States Department of Energy, Washington, DC, por la fig. 2.12. United States Environmental Data Service por la fig. 3.11. United States Geological Survey, Washingron, DC, por la fig, 8.33 de Professional Paper 1052 y tam bién por la fig. 8.23 principalmente de Circular 1120-A, United States National Air Pollution Adminis- tration, Washington, DC, por las figs. 10.25 y 10.29 de Public Health Service Publication No. AP-63. United States Naval Oceanographic Office por la fig 6.31. United States Weather Bureau por las figs. 3.12, 3.14, 5.11, 6.10, 6.26, 6.27, 6.37, 7.6, 7.26, 9.2, 9.11 y 9.59 de Monthly Weather Reviews y por la fig. 722 de Research Paper 40. University of Tokyo por li fig. 9.35 de Bulletin of the Department of Geography. World Meteorological Organization por las lims. 13 y 29 de Technical Note 124; por la fig. 9.52 de Global Climate System 1982-84; por la fig. 225 de GARP Publications Series, Rept No. 16; y por la fig, 11.1 de WMO Publication No. $37 por F. K. Hare. Cientificos Climatdlogo Estatal de Arizona, Phoenix, Arizona, por la fig. 8.34, Dr. C.F. Armstrong y Dr. C. K. Stidd, del Desert Research Institute, Universidad de Nevada, por lafig. 3.19. Dr. BW. Atkinson, del Queen Mary College, Londres, por la fig. 10.38. Dr. August H. Auer, Jr., del New Zealand Meteo- rological Service, por la lim. 36. Mr. P. E. Baylis, de la Universidad de Dundee, y Dr. R. Reynolds, de la Universidad de Reading, por la kim. 19. Dr. R. P. Beckinsale, de la Universidad de Oxford, por la modificacién sugerida para la fig. 77. Dr. H.N. Bhalme, de Pune, India, por la fig. 9.33. Dr. B. Bolin, de la Universidad de Estocolmo, por las figs. 1.7 y 1.10. Dr. P. Brimblecombe, de la Universidad de East Anglia, por la fig. 10.28. Dr. Otis B. Brown, de la Universidad de Mi por la lim. B. ‘Mr. R. Bumpas, del National Center for Atmosp- heric Research, Boulder, por la lim. 7. Dr. T. J. Chinn del Institute of Geological Dunedin, por la fig. 4.16. Dr. G. C. Evans, de la Universidad de Cambridge, por lafig. 10.24. Dr. H. Flohn, de la Universidad de Bonn, por las figs. 6.15 y 9.14. Dr. S. Gregory, de la Universidad de Sheffield, por las figs. 9.13 y 9.55. Mr. Ernst Haas por la lim. 4. Dr. S. L. Hastenrath, de la Universidad de Wiscon- sin, por las figs. 2.21 y 3.19, Dr. L. H. Horn y Dr. R. A. Bryson, de la Universi- dad de Wisconsin, por la fig. 8.16. Dr. J. Houghton, de la Meteorological Office, Bracknell, por las figs. 1.8 y 11.48 de Climate Change 1992; y M18, 11.15, 11.17, 11.20, 11.22, 11.23 y 11.26 de Climate’ Change 1995: The Science of Climate Change, IPCC. Dr. R. A. Houze, Jr., de la Universidad de Was- ington, por las figs. 4.25, 7.14, 7.17, 9.11 y 9.12. . Jones por la descripcidn de la lam. 33. -E. Kousky, de Sao Paulo, por la fig. 9.59. Dr. Y. Kurihara, de la Universidad de ‘Princeton, por lafig. 9.10. Mr. E. Lantz por la lim. 12. Dr. F. H. Ludlam, del Imperial College, Londres, por las ims. 11 y 17. Dr. Kio Maejima, de la Universidad Metropolita- nade Tokio, por la fig. 9.36. Dr. J. Maley, de la Université des Sciences et des Techniques du Languedoc, por la fig. 9.40. ‘ences, Dr. Brooks Martner, de la Universidad de Wyo- ming, por la lim. 10. Dr. J. R. Mather, de la Universidad de Delaware, porla fig, 8.25. Dr. D. H. Miller, de la Universidad de Wisconsin, Madison, por la fig. 3.13. Dr. Yale Mintz, de la Universidad de California, por ka fig. 6.18. Dr. L. F, Musk, de la Universidad de Manchester, por las figs. 724 y 9.9, Dr. T. R. Oke, de la Universidad de la Columbia Britinica, por las figs. 5.14, 103, 106, 10.8, 10.10, 10.14, 10.20, 10.25, 10.29, 10.30, 1031, 1032 10.37. Dr. W. Palz por la fig. 8.26, Dr. L. R. Ratisbona, del Servicio Meteorolégico Nacional, Rio de Janeiro, por las figs. 9.48 y 9.49. Mr. D. A. Richter, de Analysis and Forceast Divi- sion, National Meteorological Center, Washing ton, DC, por la fig. 726. AGRADECIMIENTOS xix Dr. J. C. Sadler, de la Universidad de Hawai, por la fig. 9.19. Dr. B. Saltzman, de la Universidad de Yale, por la fig. 6.38. Dr. R.S. Scorer, del Imperial College, Londres, y Mrs. Robert F. Symons, por la lim. 13. Dr. Glena E. Shaw, de la Universidad de Alaska, porla fig. L1A. Dr. K. P. Shine, de la Universidad de Reading, por la fig. 11.19. Dr. Tao Shi-yan, de la Chinese Meteorological So- ciety, por las figs. 9.24 y 9.34. Dr. W. G. N. Slinn, por la fig. 1.1B. Dr. K. Stowe, del California State Polytechnic Co- lege, por la fig. 634, Dr. A. N. Strahler, de Santa Barbara, California, por las figs. 23C, 24, 2.17, 4.10, 6.32, AL y Alszy por la Tabla ALLL. Dr. R. T. Watson, de la NASA, Houston, por la fig. 14. Introduccién La finalidad del presente libro es proporcionar tna visin no téeniea de e6mo acta la atmésfera, desa- rrollando por lo tanto la comprensién de los fend- menos meteorolégicos y las climas mundiales. La aumésfera, que es vital para fa vida en la tierra, es tun fino envoltorio equivalente en grosor a menos de un uno por ciento del radio terrestre. La mayor parte de los sistemas meteoroldgicos se forman y se desvanecen en los 10 km inferiores. Se cree que la atmésfera terrestre evoluciondé hasta aleanzar su forma y composicion actuales hace al menos cua- rocientos millones de aos, cuando se desarrollé sobre la tierra una extensa cubierta vegetal. Su pre- sencia nos proporciona un escudo indispensable ante las dafinas radiaciones que provienen del sol, y los gases que contiene, mantienen la biosfera ani- mal y vegetal de la que depende la vida humana. Sobre la mayor parte del globo, el estado de la atmésfera no es ni mucho menos constante, en res- puesta a procesos meteoraldgicos vatiables. Los ex- tremos del tiempo ~tempestades, ventiseas, torna- dos, inundaciones~ afectan dristicamente a las act lades humanas y con frecuer nen como: resultado la pérdida de vidas, incluso cuando se sabe de su existencia con anticipacidn. Por lo tanto, intentando entender los fenémenos atmosféricos, podemos tener la esperanza de predecir sus capri- hos y en algunos casos controlarlos o modificarlos para nuestro beneficio. Esta magna tentativa cons- tituye el dominio de las ciencias atmosféricas. La meteorologist trata especificamente de la parte fisica de los procesos meteorolégicos. Los sistemas me- teoroldgicos ~que producen la gama de fases instan- uineas de la atmédsfera~ difieren en cuanto a su ta- maito y duracién. Generalmente se reconocen cuatro escalas: los sistemas mesoscilicos, tales como las tormentas, se extienden horizontalmente unos 10 km y tienen una duracién de unas pocas horas; los sistema a esata sindptica, tales como los ciclones de las latitudes medias y las tormentas tropicales,tie- nen un didmetro de unos pocos miles de kiléme- tros y duran unos cinco dias; las ondas a escala pla- netaria en la circulacién atmosfériea tienen una cextensién de $000-10.000 km y suelen durar varias semanas. Ademis, los remolinos de pequetia escala cercanos a la superficie de la tierra y los procesos 4que tienen lugar en el interior del dosel vegetal son clobjetivo dela micrometeorologia. El clima comprende las escalas de tiempo mis amplias que operan en la atmasfera. A veces se con- sidera vagamente como l “tiempo promedio”, pero es mucho mas significative definir el clima como un estado de la atmésfera a largo plazo que com- prende el efecto conjunto de los fenémenos metco- rolégicos, tanto los extremos como los valores me~ dios. Tambign se suclen distinguir los macroclima regionales y mundiales por una parte, de los climas locales © topogrificos que estan relacionados con los accidentes del terreno (valle, laderas de las eoli- nas) por la otra. Un reciente punto de vista sobre el clima, que ha surgido en los tltimos veinte afi, considera un sis- tema climético que comprende la interaceién entre la atmésfera, el océano, la superficie terrestre, las ca- pas de nieve y de hielo, y la biosfera. Se considera que las conexiones entre estos componentes, que ‘operan a una escala de tiempo reducida (de horas a meses), y que pueden comprender interacciones en ambos sentidos, representan procesos internos del sistema. Los cambios, que suelen durar de aftos a milenios, en la superficie terrestre, la biosfera, la composicién de la atmasfera y la radiacién solar in- cidente, que pueden afectar ala voraidad del sistema climatico sin ser afectados por éte, se consideran procesos externas. Este punto de vista sobre el siste- ico ha tenido come resultado un aumento nterés que sentian por los procesos climaticos y sus efectos Tos bidlogos, los quimicos, los oceand- _grafos, los glacidlogos, los fisicos solares tificos de otras muchas disciplinas. Este interés por los procesos climaticos ha sido el tema principal de este libro, desde su concepcién hace unos treinta ios. En esta nueva edicidn, el concepto sistema at masfera-tierra-oeéano constituye el tema central. La estructura de este libro representa este punto de vista. Primero trataremos de Ia composicién y la estructura de la atmésfera y su papel en el inter~ cambio energético global, el ciclo de la humedad y los sistemas de vientos. Luego se discuten el tiempo INTRODUCCION xxi y el clima en las latitudes medias y altas y en los irépicos, y los climas a pequefa scala. El capitulo nal examina los mecanismos y caracteristicas de los cambios del sistema climatico terrestre, y tam- bién las proyecciones de las condiciones que se da- rin en el siglo xxi. La clave de los procesos atmos- féricos es la energia radiante que reciben del sol la tierra y su atméstera. Con el fin de poder estu la recepcién de esta energia debemos empezar por ‘estudiar 1a naturaleza de la atmésfera, su composi- cign y sus propiedades bisicas, 1 Composicién, masa y atmosféricas A COMPOSICION DE LA ATMOSFERA 1 La atmésfera en general El aire es una mezcla mecénica de gases, y no un compuesto quimico. La Tabla 1.1, que ilustra la composicién promedio del aire seco, pone de re- lieve que tres gases -nitrégeno, oxigeno y argén- totalizan el 99,9% de su volumen. Ademés, las observaciones realizadas mediante cohetes demues- tran que dichos gases estin mezclados en una pro- porcion notablemente constante hasta unos 80 km de altura. Los llamados gases invemnadero, a pesar de ser relativamente escasos, desempefian un importante papel en la termodinémica atmosférica, atrapando Ia rerradiaciGn terrestre de onda larga, produciendo el efecto invernadero (véase Capitulo 20). Las con- estructura centraciones de estos gises son_particularmente susceptible lades humanas (es decir, an- ropogénicas) 1 El didxido de carbono (CO,) esté implicado en tun complejo ciclo global (véase A4, en este capi- tulo). Es liberado desde el interior de la tierra y producido por la respiracién de los seres vivos, los procesos del suelo, las combustiones y Ia evaporacién oceinica. A su ver es disuelto en los océanos y consumido por el proceso de la foto~ sintesis vegetal. 2 EL metano (CH,) se produce principalmente a través de procesos anaerdbicos (es decir, defi- cientes en oxigeno) en los humedales naturales y en los arrozales (en conjunto responsables de aproximadamente un 40% del toral), asi como por la fermentacién entérica de los animales, por ‘Tabla 1.1 Composicion promedio de la alméstera seca por debajo de 25 km, Componente Simbolo % en volumen Peso molecular (aire seco) Nitrogeno Ne 78,08 28,02 Oxigeno oO 20,95 32,00 “Argon Ar 0.93 39.88 Didxido de carbono co, 0.035 44,00 'Neén Ne 0.0018 20,18 “Helio He (0.0005 4,00 *Ozon0 0, 0,00008 48,00 Hidrogeno # 0,00005 2,02 $Cripton kr 0.0011 "xenon Xe 0,00009 'Motano cH, 0.00017 Notas: “Productos dela descomposicin del potasio y ! urani. "Recombinacién del oxigen. ‘Gases neres ‘Ena super 2 ATMOSFERA, TIEMPO Y CLIMA las termitas, por la extraccién de carbon y petré- leo, por la combustién de la biomasa y por los vertederos. CO, + 4H, 3 CH, + 2H,0 Casi los dos tercios del toral estin relacionados con actividades antropogénicas. EI metano es oxidado a complejo sistema de rea CH, +0,+2e 3 CO, +2eH, donde x indica cualquier elemento 0 compuesto ‘6 elemento destructor del metano especifico (tal gomo N, OH, NO, Clo Br). EI oxido nitroso (N,O) se produce mediante mecanismos biolégicos en los oeéanos y en los suelos, por combustién industrial, en los auto- moviles, aviones, incendios de la biomasa y como resultado del uso de abonos quimicos. Se des- truye por reacciones fotoquimieas de la estratos~ fera, que incluyen la produccién de dxidos de nitrogeno (NO). FI ozono (Q,) se produce por la disgregacién en los niveles altos de las moléculas de oxige- no debida a la radiacién solar ultravioleta, y es destruid por reacciones que incluyen éxidos de nitrégeno y cloro (Cl) (este tltimo genera- do por los CFC, las erupciones volesinicas y la quema de vegetacién) en la estratosfera media y superior. Los clorofluorocarbonos {CFC; principalmente CFCL(F-11) y CF,CL(F-12)] se producen sélo antropogénicamente en la fabricacién de propul- sores de aerosoles, refrigerantes de las neveras (p- chs fre6n), limpiadores y acondicionadores de aire, y no aparecieron en la atmésfera hasta los afios treinta. Las moléculas de CFC se elevan lemtamente hacia la estratosfera y se desplazan hacia los polos, siendo descompuestas por pro- esos fotoquimicos, dando lugar a cloro tras una Vida media estimada que oscila entre 65 y 130 afios. Los _halocarbonos hidrogenados (HFC y HCFC) son también gases totalmente antropo- génicos. Durante las siltimas décadas han au- mentado bruscamente en la atmésfera, debido a ‘su uso como sustitutos de los CFC. El etano (CHCl), por ejemplo, que se utiliza para limpiar en seco y come agente desengrasante, se multiplies por cuatro en la década de los ochen- tay tiene un tiempo de residencia en la atmésfe- rade siete afios. Generalmente tienen una dura- icloro~ cién de unas pocos aiios, pero presentan atin efectos invernadero sustanciales. El vapor de agua (H,O), el gas invernadero prin- cipal, es un constituyente vital de la atmésfera. Constituye como promedio un 1% en volumen, pero es muy variable tanto en el espacio como en el tiempo, ya que se halla implicado en un ciclo hi- drolbgico global muy complejo (véase Capitulo 3). Ademas de los gases invernadero, se producen importantes compuestos gaseosos reactivos en los ci- clos del azufre, l nitrdgeno y el cloro. Estos tienen papeles clave en Ia Ihuvia dcida y en la destruccisn del ozono. El origen de estos compucstos es el si- guiente: Compuestos del nitrigeno. Los compuestos reac- tivos del nitrégeno son el éxido nitrico (NO) y el didxido de nitrogeno (NO,). El término NO, se apli- ca. éste ¥ 2 otros compuestas raros del nitrégeno con el oxigeno. La combustién de combustibles {6- siles (aproximadamente dos tercios en las ealefaccio nes, yun tercio en los coches y otros tipos de trans porte) es la fuente principal de NO, (principalmente NO) que es responsable de 15-25% 10° kg N/afo. La quema de la biomasa y la actividad de los rayos son otras fuentes importantes. Las emisiones de NO, aumentaron aproximadamente en un 200% entre 1940 y 1980. El aumento total de NO, es de aproxi- madamente 40 x 10” kg N/aiio. Aproximadamente un 25% de ello va a parar a la estratosfera, donde sufre una disociacién fotoquimica. También es eli minado en forma de acido nitrieo (HNO,) en las precipitaciones de nieve. Una fuente rara de nitro- geno es también la liberacién de NH, por la oxida cidn del amoniaco de los abonos y por los animales domésticas (6-10 10" kg N/aio). Compuestos del azufre. Los compuestos reacti- vos son el didxido de azufre (SO) y el azufre re- ducido (HS, SDM). El azufre atmosférico es casi enteramente de origen antropogénico: el 90% por | combustidn de carbén y petréleo, y gran parte def restante se produce en la fundicién del cobre. Las fuentes principales son cl didxido de azufre (80-100 x 10’ kg S/afio), el sulfuro de hidrdgeno (HS) (20-40 x 109 g S/ano) y el sulfuro de dimetilo (SDM) (35-35 x 10° kg S/aio). El SDM se origina sobre todo por la productividad bioligica cerca de |a superficie oceanica. Las emisiones de SO, aumen- taron aproximadamente en un 50% entre 1940 y 1980. La actividad volcanica libera unos 10” kg S/aio cn forma de didxido de azure, Debido a que la vida del SO, y el HLS en la atmésfera es solo de COMPOSICION, MASA Y ESTRUCTURA ATMOSPERIC Tabla 1.2 _Estimas de la produccién de aerosoles, de menos de 5 ym de radio (10° kg/afo) y concentraciones tipicas cerca de la superficie (ug m-). Produecién Coneentracion ‘No urbana Urbana Natural Produecion primaria: Sal marina 1300 5.10 Particulas minerales 1500 05-5" Voleanica 33 Incendios forestales y desechos biol6gicos 50 Produccién secundaria (gas ~> particula): Sulfatos de H,S 100 12 Nitatos de NO, 2 Carbohidratos Yagetales convertidos 75 Natural total 3060 Antropogénica Produecion primaria Polvo industrial 400 Combustion (hotin) 8 100-500" Quema de biomasa (halin) 5 PProduccion secundaria (a8 ~> particu): Sullatos de SO, 140 0545 1020 Nitratos de NO, 30 02 05 CCombustién de biomasa (productos organicos) 80 Antropogénica total 370 ‘Procedencia: Schimo eta, 1996, Bridgman 1990 Notas "Tota de particulas en suspension aproximadamente un dia, el azufre atmosférico es ‘en gran proporcidn carbonilo de azufre (COS), que tiene una vida de aproximadamente un aio. La conversién del gas HLS en particulas de azufre es tuna importante fuente de aerosoles atmosféricos. ‘A pesar de su corta vida, el didxido de azuire se transporta con facilidad a grandes distancias. Sale de la atmésfera cuando los micleos de condensa- cin de SO, precipitan en forma de lluvia scida, que contiene acido sulftirico (H,SO,). La acidez de Ja subsidencia de la niebla puede ser més seria debi- do a que puede depositarse hasta el 90% de las go- titas de niebla. En las nieblas costeras californianas, rno son raros unos valores de pH de s6lo 2,0-2,5. Las lecturas de pH mis extremas en el este de Esta- dos Unidos y en Europa son < 4,3 (pH = 7 es neu- tro, véase Capitulo 3F). En estas zona y en China meridional central, las precipitaciones depositan <1 g nv de SO, cada ato. EI papel de los haluros de carbono (CFC y HEC) en la destruccisn del ozono en la estratos- fera se describe en la préxima seccién. En la atmésfera existen también cantidades sigai- ficativas de aerosoles. Se trata de particulas suspen- 10-80 yg mv durante los epsodios de pot del Sahara sobre el Atlantica. didas de sal marina, polvo de minerales (particu- larmente silicatos), materia orginica y humo. Los aerosoles entran en la atmésfera por diversos pro- cesos naturales y antropogénicos (Tabla 1.2). Algu- nos se originan en forma de particulas ~granos de tierra y polvo de minerales de las superficies secas, hollin de carbén de los fuegos de carbon y quemas de biomasa, y polvo voleinico. Otros se convierten en particulas a partir de los gases inorginicos (azu: fre del SO, antropogénico y del HS natural; sales de amoniaco del NH; nitrégeno de los NO.). Hoy en dia, los aerosoles de sulfaro, dos tercios de los cuales provienen de las emisiones de las centrales eléctricas alimentadas con carbon, tienen un im- portamte papel al contrarrestar los efectos del ealen- tamiento global, reflejando Ja radiacién solar entrante (véase Capitulo 11), Otras fuentes de ac~ rosoles son las sales marinas y la materia orginica (carbohidratos vegetales y derivados antropogé- nnicamente) (Fig. 1.1). A escala mundial, las fuen- tes naturales son aproximadamente ocho veces ma- yores que las antropogénicas, pero los eilculos va- rian mucho. Ademds, existe una gran variabilidad espacial. Por ejemplo, cada aio el aire oma unos Distribucion de superticies Diatibucidn de masas 4 ATMOSFERA, TIEMPO Y CLIMA Diametro de las partculas (mm) we ww 1 Tes ae cpgersacon (any are geoute sors ition do Regine a i 2 $ Be 3 Ll] se 2 i Be 1 7 70 de las particulas (um) we i Diametro Figura 1.1 Particulas atmostéricas. A: Distribucién de ‘masas, junto con una descripcién gréfica de los procesos aimdsfera-supetficie que crean y modifican los ‘aerosols almostéricos, que lustra los tres tipos de tamano, Los nucleos de Aitken son particulas solids y liquidas que actian como ndcleos de condensacién y ceapturan iones, y por lo tanto contribuyen a la electriticacién de las nubes. 8: Distribucién de la superficie por unidad de voiumen, Procedencias: A: segun Glenn E. Shaw. Universidad de Alaska, Insttuto de Geotisica. 8 segun Sinn (1983). 1500 Tg (10% g) de materiales de la corteza, aproxi- madamente la mitad del Shara y la peninsula Aré- biga. La mayor parte de ello se deposita sobre el Adlintico, en la direccién del viento. Las particulas grandes se originan a partir del polvo mineral, de las salpicaduras de sal marina, de los incendios y de las esporas de las plantas (Fig, 1.1 A); éstas se hunden répidamente en la superficie o son deslava- dls (barridas) por la Iluvia as unos pocos dias. Las particulas pequefias (de Aitken) se forman por la condensacidn de los productos de reaccién que se hallan en fase gaseosa y de moléculas orgénicas y polimeros, incluyendo fibras naturales y sintéti- cas, plisticos, caucho y vinilo. Las particulas ligeras procedentes de las erupciones volednicas pueden residir en la estratosfera por encima del nivel de los procesos meteoroligicos durante 1-3 afos. Las particulas de tamafio intermedio se originan a par- tir de fuentes naturales, tales como superficies del suelo, de las combustiones, 0 se acumulan por aglutinamiento al azar y por ciclos repetidos de condensaci6n y evaporacién (Fig. 1.1). Las particu- las con didmetros de 0,1-1,0 1 cidn solar con gran eficacia (Capitulo 2B.2), y las de aproximadamente 0,1 jim de diametro son im- portantes cn la condensacién de las nubes. Tras haber hecho estas generalizaciones sobre la atmésfera, pasaremos ahora a examinar las varia~ ciones en su composicidn segin la altura, la latitud y el tiempo cronolég 2 Variaciones con la altura Se podria esperar que los gases ligeros (especial- mente hidrégeno y helio) se hicieran més abundan- tes en la atmsfera superior, pero el mezclado tur- bulento de la atmésfera a gran escala evita tal separacién por difusién incluso a una altura de mu- chas decenas de kilémetros por encima de la super- ficie. Las variaciones que se dan con la altura estin relacionadas con la localizacién de las fuentes de los dos principales gases no permanentes -el vapor deagua y cl ozono, Dado que ambos absorben algo de las radiaciones terrestre y solar, el balance de e2- lor y la distribucion vertical de temperaturas de la atmésfera se ven afectadas en gran medida por la distribucién de estos dos gases. El vapor de agua constituye un volumen de hasta uun 4% de la atmésfera (aproximadamente un 3% fen peso) cerca de la superficie, pero sélo 3-6 ppmv (partes por millén en volumen) por encima de los 10 a 12 km. Es suministrado a la atmésfera por la evaporacién del agua superficial o por la transpia- cidn de las plantas, y es trasladado hacia arriba por la turbulencia atmosférica. Esta es mas efectiva aproximadamente por debajo de los 19 km y dado. que de cualquier forma la maxima densidad posible de vapor de agua en el aire frio es muy baja (véase COMPOSICION, MASA Y ESTRUCTURA ATMOSFERICAS ‘A Formacién de ozon0 5 Figura 1.2 Esquema ilustrativo (Ciclo de Chapman) {de (A) el ciclo de Chapman de la ermacion de ozon0y (8) la destruccion del ozono. X es nikon Bespin. WV esa 2 Ozone | cualquier elemento destructor ‘molecular ———_ attrnico, "| “, ‘de ozono (p. ¢)., H, OH, NO, °, =, =e Cr.B0, M Radiacion UV B.2, en este capitulo), existe poco vapor de agua en las capas superiores de la atmésfera. £1 ozono (O,) se concentra principalmente entre los 15 y los 35 km. Las capas superiores de la at- mésfera son bombardeadas por la radiacién ultra- violeta que proviene del sol (véase C.1, en este capi- tulo), que causa la descomposicidn de las moléculas de oxigeno a alturas de mas de 30 km (es decir, O, = 0 +O). Emtonces estos étomos separados (O + ©) pueden combinarse individualmente con otras moléculas de oxigeno para erear el ozono, tal como vemos en este simple esquema fotoquimico: 0,+0+M>0,+M donde M representa el equilibrio del momento o impulso y la energia que proporciona la colisién ‘con un tercer étomo 0 molécula; en la Fig. 1.2A se esquematiza este ciclo de Chapman. Estas colisio- nes de tres cuerpos son raras a 80-100 km, dada la bajisima densidad de la aumésfera, mientras que por debajo de aproximadamente 35 km la mayoria de la radiaci6n ultravioleta que llega ya ha sido absorbida a niveles superiores. Por lo tanto, el ozono se forma principalmente ente los 30 y los 60 km, donde las colisiones entre el © y el O, son mas probables. ozono mismo es inestable; su abundancia se deter~ mina por tres interacciones fotoquimicas muy tintas, Por encima de los 40 km el oxigeno monoa- témico ¢s destruido principalmente por un ciclo que implica al oxigeno molecular; entre 20 y 40 km. Procedencia: sogin Hales 1096. De Buletin of the American ‘Meteorological Society, con permiso dela American Nateorologcal Society predominan los ciclos NO,; mientras que por deba- jo de los 20 km es responsable de ello un radical hi- drégeno-oxigeno (HO,). Otros ciclos importantes ineluyen a las cadenas del cloro (ClO) y el bromo (BrO) a diversas altitudes. Las colisiones con el oxi- geno monoatémico pueden volver a crear oxigeno (véase Fig. 1.2B), pero el ozono es destruido princi- palmente por los ciclos que incluyen reacciones ¢a- taliticas, siendo algunas de ellas fotoquimicas, y es- tando asociadas con la radiacién ultravioleta de mayor longitud de onda (2,3-2,9 um), La destruc- cién del ozono implica una recombinacién con el oxigeno atémico, que causa una pérdida neta de oxi- geno monoatdmico. Ello tiene lugar mediante el efecto catalitico de un radical tal como el OH (hi- droxilo): H+0,>HO, HO, +O 0H + OH+O>4H+0, neto: 20 +O, Los dtomos de oxigeno monoatémico y el OH provienen de la disociacién del vapor de agua, del hidrogeno molecular y del metano (CH,). De forma parecida, el ozono estratosférico es destruido en presencia de dxidos de nitrogeno (NO,, es decir NO, y NO) y radicales de cloro (Cl, C10). El gas del que provienen los NO, es el 6xido nitroso (N,O), que se produce por las com bustiones y el uso de abonos, mientras que los clo- 6 ATMOSFERA, TIEMPO Y CLIMA rofluorocarbonos (CFC), fabricados para “fre6n”, dan lugar al cloro. Estos gases son transportados hasta la estratosfera desde la superficie y se con- vierten en NO, por oxidacién y en radicales de clo- ro por fotodescomposicién UV, respectivamente. La cadena del cloro implica: 0,3010+0,) Clo +10 5 C1.0, 2 Cl+0,>Cl0+0, ON +0, > HO, +20, Ambas reacciones tienen como resultado una conversin de O, en O, y la desaparicién de todo el oxigen monomolecular. Otro ciclo puede im- plicar una interacci6n de los éxidos de eloro y bro- mo, Parece ser que los aumentos de los compuestos de Cr y Br que han tenido lugar durante las déca- das de los setenta a los noventa son suficientes para explicar la disminucién estratosférica de ozono que se ha observado sobre la Antartida (véase pag. 11). Las mubes estratosféricas polares forman parte de un mecanismo que podria estimular el proceso ca- talitico. Dichas nubes pueden formarse facilmente durante la primavera austral (en octubre), cuando las temperaturas bajan a 185-195 K, permitiendo la formacién de particulas de hielo y de acido nitrico (HNO) y de agua. No obstante, parece ser que las fuentes antropogénicas de estos gases traza cons tuyen un factor principal en la disminucién del ‘ozono. Las condiciones del Artico son algo distin- tas, dado que la estratosfera es algo mas cdlida y se da mucha mas mezcla de aire procedente de alturas menores. La constante metamortosis de oxigeno a ozono y de ozono de nuevo a oxigeno implica una serie muy compleja de procesos fotoquimicos, que tienden a ‘mantener un equilibrio por encima de los 40 km aproximadamente. No obstante, la tasa de mezcla del ozono es maxima a unos 35 km, mientras que la maxima concentracién de ozono (véase Nota 1) se da mis abajo, entre 20 y 25 km en las latitudes bajas ¥ entre 10 y 20 km en las altas. Ello es el resultado, de cierto mecanismo de circulacién que transporta el ozono hacia abajo, a niveles donde su destruccion es menos probable, lo que permite que se dé una acumulaci6n de este gas. A pesar de la importancia de la capa de ozono, es esencial darse cuenta de que si la atmésfera estuviera comprimida al nivel del mar (a una temperatura y una presién normales a di- cho nivel) el ozono sélo contrib. en unos 3 mm al grosor atmosférico total de 8 km (Fig. 1.3). 1964-1980 SJ) tatitud CA ETETMTATMTSJTA'S OND Figura 1.3. Variacién del total de ezono con la lattud y la estacién en unidades Dobson (cenlimetros miliatméstera) para dos intervalos de tiempo (arriba) 1964-1980 y (abajo) 1984-1993. Los valores superiores ‘4.350 unidades estan sombreados. rocedencia: de Bojkov y Filetov 1995, De Journal of Geophysical Research 100(D), Fig. 18, pig, 18. 548, Contsia {de la American Geophysical Union. 3 Variaciones con la latitud y la estacion Las variaciones de la composicién de la atmésfera con la latitud y la estacién son particularmente im- portantes en el caso del vapor de agua y el ozone, El contenido en ozono es bajo sobre el ecuador y alto en las latirudes subpolares en primavera (véase Fig, 1.3). Si la distribucidn fuese tinicamente el re- sultado de los procesos foroquimicos, el maximo se daria en junio cerca del ecuador, y por lo tanto esta distribucién anémala tiene que deberse a un COMPOSICION, MASA Y ESTRUCTURA ATMOS! transporte de ozono hacia los polos, Parece ser que el movimiento se dirige de niveles altos (30- 40 km) en las laticudes bajas hacia niveles inferio res (20-25 km) en las latirades altas durante los meses invernales. All el ozono se almacena duran te la noche polar, dando lugar a wna capa rica en ‘ozono a principios de la primavera en condiciones naturales. El “agujero” de ozono de la Amtartida ha perturbado precisamente esta caracteristica prima~ veral (véase pag. 11). Atin no se conoce con certeza el ipo de ciulaciéa responsable de esta transferen- ‘unque no parece ser ni directo ni simple contenido atmosférico de vapor de agua esti hi estrechamente relacionado con la temperatura del aire (véase B.2, de este capitulo y Capitulo 3B y C) y por lo tanto es mayor en verano y en las latitudes bajas. Pero existen excepciones obvias tales como las zonas de desicrtos tropicales de todo el mundo. El contenido de didxido de carbono del aire (que como promedio es de casi 360 partes por millén, ppm) tiene una gama estacional mayor en las latitu- des altas del hemisferio norte, asociada con la foto- sintesis y la descomposicién de la biosfera. A 50° N, la concentracién va de 351 ppm a finales del verano 2363 ppm en primavera. Los valores estivales bajos cestin relacionados con la asimilacién de CO, por los frios mares polares. Durante todo el afto tiene lugar una pequefa transferencia neta de CO, des- de las pequenias a las grandes alturas, para mantener un equilibrio del contenido en el aire. 4 Variaciones con el tiempo Las cantidades de didwido de carbono, otros gases invernadero y particulas de la atmésfera pueden es- RICAS 7 tar sujetas a variaciones a largo plazo, que pueden tener un significado especial debido a su posible ‘efecto sobre el balance de calor. Las mediciones de los gases traza atmosféricos evidencian aumentos en casi todos ellos desde que empezé la revolucién industrial (Tabla 1.3). El uso de los combustibles files es la causa principal de este aumento de las concentraciones de los taza, Las actividades industriales, la ealefaccidn y el transporte generan casi 5 x 10” J/aiio de energia. EI consumo de petréleo y gas natural son respon- sables del 60% de la energia mundial, y el carbin aproximadamente del 25%. El gas natural es casi en un 90% metano (CH,), mientras que la combus- tin de carbon y petrdleo libera no sélo CO, sino también nitrégeno (NO), azufre y mondxido de carbono (CO). Owos factores, relacionados con las practicas de la agricultura (el desmonte, a labranza y la ganaderia) también contribuyen a modificar la ‘composicién atmosfériea, Las concentraciones y fuentes de los gases invernadero mas importantes se tratan una a una a continuacién. Diéxido de carbono (CO,). Las principales reser- vvas de carbono son los sedimentos de piedra caliza y los combustibles fésiles que se hallan en la tierra y en los océanos. La atmésfera contiene aproxima- damente 750 x 10 kg de carbono (C), que corres- ponden a una concentracién de CO, de 358 ppm (Fig. 1.4), Los principales flujos de bon atmosférico son el resultado de la solucién/di- solucién en el océano y la fotosintesis/respiracién y descomposicién de los seres vivos. El tiempo pro- medio para que una molécula de CO, se disuelva en el océano o sea captada por las plantas es de cua tro aftos como promedio, La actividad fotosintética Tabla 1.3 Cambios inducidos antropogénicamente en la concentracién de los gases traza atmostéricos Gas Concentracién* Aumento anual (%) Procedencias 1850" 1995 decade de 1980 Didxido de carbono 280 ppm 358 ppm oO Combustibles fesiles Metano 800 ppmmy 1720 ppmmv 06 Arozalos, vacas, hurdles Oxido nitric 280 ppmmy 312 ppmmv 025 Actividad mi abonos, combustibles sles cro. ° 0.27 ppmmv -0 Freént HOFC-22, ° 0,11 ppmmy 5 Sustitutivos de los CFC (Ozono (tropostera) 7 10-50 ppmmy ~0 Reacciones totoquimicas Procedencia: de Shire! e a. 1996, en Houghton et al 1906 horas pm = partes por millon; pam tes por mi milones en volume, "Tt niveles preindustales dervan en prme lugar da mediciones an los nicieos de histo donde han quedado satrapadas burbujas do ‘La produccion empezé en la década de 1930. ‘uando la nieve se acumula Sobre las capes de hilo pores. 8 ATMOSFERA, TIEMPO Y CLIMA. i Figura 144 Reservas munciales arse de carbono (gigatoneladas de Aimestora 750 +2/ano earbono (GtC}: donde Gt 30° toneladas métcas (07k) y fujos anuales a} [sa] bo to se bo brutos (BIC af0") Las cas en cursiva de las eservas, Sugioron la acumulacion anual neta debida a causas antropogenicas. combuatlioa Pe mice | Oosano supericial 1000 > 1ano ‘estes Bootes s SE 3 ‘Aguas intemmedias yprotuncas ta 000 22600. Procedenci:segin Suet, ‘raat Ban logontaler deh 10, que conduce a la produccién primaria sobre la tie- ra implica a 50 x 10” kg de carbono anuales, lo que representa el 7% del carbono atmosférico; ésta cantidad es responsable de la oscilacién de 14 ppm. de CO, observada en el hemisferio norte, debida a su extensa biosfera terrestre Los océanos tienen un papel fundamental en el ciclo mundial del carbono. La fotosintesis que rea- liza el fitoplancton genera compuestos orginicos a partir del didxido de carbono acuético. Finalmente, tuna parte de la materia biogénica se hunde en aguas mis profundas, donde sufre una descomposicion y tuna oxidacién que la convierte de nuevo en didxido de carbono. Este proceso transfiere didxido de car- bono desde las aguas superficiales y lo secuestra llevéndolo a tas profundidades oceinicas. Como consecuencia de ello, las concentraciones atmosfé- ricas de CO, pueden mantenerse a niveles mis ba- jos que en ningiin otro lugar. Este mecanismo reci- be el nombre de “bomba biolégica”; los cambios a largo plazo en su actividad pueden haber causado cl aumento de didxido de carbono atmostérico a fi- rales de la tltima glaciacién. La productividad de biomasa de los océanos se halla limitada por la disponibilidad de nutrientes y de luz. Por lo tanto, a diferencia de la biosfera terrestre, los aumentos de los niveles de CO, no afectarin necesariamente a la productividad oceanica; las entradas de fertilizantes a la erosi6n de los rios pueden ser un factor ras significativo. Finalmente, en los océanos el didxido de carbono produce carbonato cilcico, que en parte se halla en las conchas y en los esqueletos de las criaturas marinas. En la tierra, Ia materia muerta se convierte en humus, que subsecuen- temente puede formar combustibles fosiles. Las transferencias en el interior de los océanos y la li- tosfera implican escalas de ticmpo muy grandes ‘comparadas con los intercambios que incluyen a la atmésfera. Tal como muestra la Fig. 1.4, los inter- cambios entre la atmésfera y otros depésitos estin Pero este equilibrio no es absoluto; se estima que ‘entre 1750 y 1995 la concentracion de didxido de carbono atmosférico ha aumentado en un 28%, desde 280 a 358 ppm (Fig. 1.5). La mitad de este au- mento ha tenido lugar desde mediados de los afios sesenta; actualmente, los niveles de CO, atmostéri- co estan aumentando a una tasa de 1,5 ppmv (partes, por millén en volumen) anuales. La principal fuente es el uso de los combustibles fosiles, responsable de 5x 10! ky Clafio, La deforestacién y los incendios forestales pueden contribuir con 2 x 10” kg C/aiio. as; esta cifra aiin no es segura. Los fuegos destru- yen tinicamente la biomasa existente por encima del suelo, y una gran proporcién del carbono se alma- cena en forma de carbono en el interior del suelo. En realidad el consumo de combustibles fosiles deberia haber producido un aumento doble del ob- servado. La diferencia se debe principalmente a la absorcién por disolucién en los océanos y a la bios- fera terrestre. El diéxido de carbono tiene un impacto signi- ficativo en la temperatura mundial, por absorcién y remisién de la radiacién procedente de la tierra y COMPOSICION, MASA Y ESTRUCTURA ATMOSFERICAS 7 transporte de o7ono hacia los polos. Parece ser que el movimiento se dirige de niveles altos (30: 40 km) en las latitudes bajas hacia niveles inferio- res (20-25 km) en las latitudes altas durante los meses invernales. Alli el ozono se almacena duran- te la noche polay, dando lugar a una capa rica en ‘ozono 2 principios de la primavera en condiciones naturales. El “agujero” de ozono de la Antartida ha perturbado precisamente esta caracteristica prima- veral (véase pag. 11). Ain no se conoce con certeza el tipo de circulacién responsable de esta transferen~ cia, aunque no parece ser ni direeto ni simple. El contenido atmosférico de vapor de agua esti estrechamente relacionado con la temperatura del aire (véase B.2, de este capitulo y Capitulo 3B y C) yy por lo tanto es mayor en verano y en las latitudes bajas. Pero existen excepciones obvias tales como Jas zonas de desiertos tropicales de todo el mundo. El contenido de diéxido de carbone del aire (que como promedio es de casi 360 partes por millén, ppm) tiene una gama estacional mayor en las laitu- des altas del hemisferio norte, asociada con la foto~ sintesis y la descomposicidn de la biosfera. A 50° N, la concentracion va de 351 ppm a finales del verano, 4363 ppm en primavera. Los valores estivales bajos estin relacionados con la asimilacién de CO, por los frios mares polares. Durante todo el afo tiene lugar una pequesia transferencia neta de CO, des- de las pequeiias a las grandes alturas, para mantener un equilibrio del contenido en el aire. 4 Variaciones con el tiempo Las cantidades de didxido de earbono, otros gases invernadero y particulas de la atmésfera pueden es- tar sujetas a variaciones a largo plazo, que pueden tener un significado especial debido a su posible efecto sobre el balance de calor. Las mediciones de los gases traza_ atmostéricos evidencian aumentos en casi todos ellos desde que ‘empe76 la revolucién industrial (abla 1.3). El uso de los combustibles fésiles es la causa principal de este aumento de las concentraciones de los gases trava. Las actividades industrials, la ealefaccidn y cl transporte generan casi 5 x 10 J/atio de energia. El consumo de petréleo y gas natural son respon: sables del 60% de la energia mundial, y el carbon aproximadamente del 25%. El gas natural es casi en tun 90% metano (CH,), mientras que la combus- tidn de carbon y petrdleo libera no sélo CO, sino también nitrégeno (NO,), azufre y monéxide de cearbono (CO). Otros factores, relacionados con las pricticas de la agricultura (el desmonte, la labranza y la ganaderia) también contribuyen a modifiear la ‘composicién atmosférica. Las concentraciones. ¥ fuentes de los gases invernadero mas importantes, se tratan una a una a continuacidn, Diéxido de carbono (CO,). Las principales reser- vas de carbono son los sedimentos de piedra caliza yy los combustibles fésiles que se hallan en la tierra y en los 0 anos, La atmésfera contie dstsemee 750 X10" he de eatonn (C), ave'corres ponden a una concentracién de CO, de 358 ppm (Fig. 14). Los principales flujos de didxido de ear- bin atmosférico son el resultado de Ia solucién/di- solucién en el oeéano y la forosintesis/respiracion y descomposicin de los seres vivos. El tiempo pro- medio para que una molécula de CO, se disuclva en el océano o sea captada por las plantas es de cua- tro afios como promedio. La actividad fotosintética Tabla 1.3 Gambios inducidos antropogénicamente en la concentracion de los gases traza atmosféricos. Gas Concemracién* ‘Aumento anual (%) —__-Procedencias 1850" 1995 década de 1980 Diéxido de caroono 280 ppm 358 ppm 4 Combustibies fosiles Metano 800 ppmmv 1720 ppmmv O6 Arrozales, vacas, humedales Oxido nitrico 280 ppmmv 312 ppmmv 025 Actividad mierobiol6gica, abonos, combustibies fésiles crc. ° 0.27 ppmmv 0 Freon HOFC:22, ° 0.11 ppmmv 5 Sustitutivos de los CFC (Ozone (tropostera) 2 10-50 ppmmy 0 Reacciones fotoguimicas Procesencia Notas ‘de Schimel eta. 1096, en Houghton ot al 1886. “ppm: partes por mllon: ppm = partes por mil milones en volumen. Ga nivelaspreindustnalee dervan en prime lugar de mediciones en los nucieos de histo donde han quadado atrapadas burbujos de aire cuando la riave ae acumula score las capas de helo poares. "La produccion empezs en la dacada de 1930, 8 ATMOSFERA, TIEMPO Y CLIMA. Figura 1.4 Reservas mundiales {de carbono (gigatoneladas de carbono (GI): donde 1.Gt = 10" toneladas métricas Detorestacion [~ tc sho | /s | F 0 = a conoaahen | HE, Pkiges Shan Sitios io S| seer Eee es | ieee ‘00 —_ | = 10° kg) ytujos anvaies brutos (BIC ano") Las aires fn cursva de las reservas, Sugleten la acumulacicn anual feta debida a causes antropogenices. = ‘que conduce a la produceién primaria sobre la tie- rra implica a 50 x 10% kg de carbono anuales, lo que representa el 7% del carbono atmosféricos esta cantidad es responsable de la oscilacion de 14 ppm de CO, observada en el hemisferio norte, debida a su extensa biosfera terrestre. Los océanos tienen un papel fundamental en el ciclo mundial del carbono. La fotosintesis que rea- liza el fitoplancton genera compuestos organicos a partir del didxido de carbono acuatico. Finalmente, tuna parte de la materia biogénica se hunde en aguas mas profundas, donde sufre una descomposicion y tuna oxidacién que la convierte de nuevo en didxido de carbono. Este proceso transfiere didxido de car- bono desde las aguas superficiales y lo secuestea Hevindolo a las profundidades ocednicas. Como consecuencia de ello, !as concentraciones atmos{é- ricas de CO, pueden mantenerse a niveles mas ba~ jos que en ningsin otro lugar. Este mecanismo reci- be el nombre de “bomba bialégica”; los cambios a largo plazo en su actividad pueden haber causado el aumento de didxido de carbono atmostérico a fi- nales de la iltima glaciacién. La productividad de hiomasa de los océanos se halla limitada por la disponibilidad de nutrientes y de luz. Por lo tanto, a diferencia de la biosfera terrestre, los aumentos de los niveles de CO, no afectarin necesariamente a la productividad ocesnica; las entradas de fertiizantes debido a la erosisn de los rios pueden ser un factor mas significativo. Finalmente, en los océanos el ddidxido de carbono produce carbonato eéleico, que en parte se halla en las conehas y en los esqueletos Aguas rtrmedis y protundas Procedencia: segin Sundqust, Trabaika, Bolin y Siegenthaler, de IPCC 1990) de las criaturas marinas. En la tierray la materia muerta se convierte en humus, que subsecuen- temente puede formar combustibles fésiles. Las transferencias en el interior de los océanos y la li- tosfera implican escalas de tiempo muy grandes comparadas con los intercambios que incluyen a la atmésfera. Tal como muestra la Fig. 14, los inter- cambios entre la atmésfera y otros depésitos estin més 0 menos equilibrados, Pero este equilibrio no es absoluto; se estima que entre 1750 y 1995 la concentracién de didxido de carbono atmosférico ha aumentado en un 28%, desde 280 a 358 ppm (Pig, 1.5). La mitad de este au- mento ha tenido lugar desde mediados de los aftos sesontas actualmente, los niveles de CO, atmostéri- co estan aumentando a una tasa de 1,5 ppmv (partes por millén en volumen) anuales. La principal fuente es el uso de los combustibles fosiles, responsable de 5 x 10" kg Claio. La deforestacién y los incendios forestales pueden contribuir con 2 x 10 kg C/ato mds; esta cifta atin no es segura. Los fuegos destru- ‘yen tinicamente la biomasa existente por encima del suelo, y una gran proporcién del carbono se alma- cena en forma de carbono en el interior del suelo. En realidad el consumo de combustibles fsiles deberia haber producido un aumento doble del ob- servado. La diferencia se debe principalmente a la absorcién por disolucién en los océanos y a la bios- fra terrestre. El diéxido de carbono tiene un impacto signi- ficativo en la temperatura mundial, por absorcisn y remisin de la radiacidn procedente de la tierra y SION, MASA Y ESTRUCTURA ATMOSFERICAS 9 Concentracién de CO., (ppm) Estimas e Callendar Niicloo de hielo de Siple a! / wf / Tendencias proyectacas: ~ observaciones fen Mauna Loa 200 1800 TIT 2000 2040 Figura 1.5 Observacién del aumento de CO, almostérico en Mauna Loa, Hawai (1957-1975), estimas de 1880-1960, basadas en mediciones tempranas, y tendencias proyectadas hacia el siglo x Procedencia: segin Keating Calendar, Machta, Broecker y irs. "Nata: (a) y(b) ndican diferentes proyecciones dela ulizacion global de combustibles fdsles (segin Kelogg y Schware 1981) Lalinea tina da lectures de is burbujas de aire del nicleo de helo de la Estacion de Sipie desde 1800. 200 | 20} i i aa) 7 Ming =| aoe Miles de ahs (transcurndes hasta ahora) Figura 1.6 Cambios en el CO, atmostérico (ppm: partes por millén en volumen) y estimas de las Consiguientes desviaciones de la temperatura mundial comparado con el valor actual. estudiados en el aire alrapado en las burbujas del hielo en nicleos de Vostok la Antara, Procedecia: Our Future World, Natural Environment Research CCounai (NERC) 1989 de Ia atmésfera (véase Fig. 221 y Capitulo 2C). Los cileulos sugieren que ¢l aumento de 379 ppm (esperados para el afio 2002) podria hacer aumentar Ja temperatura media del agua cerca de la superficie 0,5°C, en comparacién con los afios sesenta (en au- sencia de otros factores). Las investigaciones en los asicleos de hielo pro- fundos tomados en la Antirtida han permitido tudiar los cambios de la composicién atmosférica en el pasado, extrayendo las burbujas de aire atra- padas en cl hiclo antiguo. Ello evidencia las grandes variaciones narurales de la concentracién de CO, durante el tiltimo ciclo de la era glacial (Fig. 1.6). as variaciones de hasta {90 ppm fueron contem porineas de unos cambios de temperatura que se estima que fueron de hasta 10 °C. Mas adelante, en el Capitulo 11, se discutird sobre estas variaciones a lo largo plazo del didxido de carbono y del clima. Las concentraciones de_metano (CH,) (1750 ppmmv o partes por mil millones en volumen) son mis del doble que en la era preindustrial (890 ppmmy) y estin aumentando aproximadamente en 19 ppmmv anuales (Fig. 1.7). El metano tiene un tiempo de duracién en la atmésfera de 12 afios y es responsable de aproximadamente el 15% del efecto invernadero. Las poblaciones de ganado han au 10 ATMOSFERA, TIEMPO Y CLIMA 178 1254 1.00 4 o75 4 “Tasa de mezcia del CH, (ppm) 080 1 10,000 50003000 2000 Ar T 1000 700 500 900 200 100 «= 50 10 0 Tiempo (aos transcurrdos hasta ahora) Figura 1.7 Concentracién de metano (partes por milén en volumen) en las burbujas de aire atrapadas en el hielo de hhace 10.000 anos, abtenidas de nucleos de hielo de Groeniandia y la Antartia. Procedencia: datos de Rasmussen y Knall, aig y Chou, y Rabbins: de Bain al. (sds) The Groonhouse Elfec Climatic Change, and Ecosystems (SCOPE 29). Copynght © 1986. Reimpreso con el permiso de John Wily & Sone. Inc 315 310 205 300 295 290 205 + oncertracién de NO (ppmmv) oz oa 00 17501800 185019001950 Ato Concentracién de CFG-11 (ppm) 2000 Figura 1.8 Concentraciones de (A) 6xido nitroso, que hhan aumentado desde mediados del siglo xvi y especialmente desde 1950; y de (B) CFC-11 desde 1850. Ambos en partes por mil millones en volumen, Procedencia: IPCC 1990. mentado en un 5% anual durante 30 aos y los arrozales en un 7% anual, aunque no es seguro que éstos sean responsables cuantitativamente del au- mento anual de 120 ppmmv de metano durante la tiltima década, La Tabla 1.4, que muestra el consu- mo y la liberacién anuales medias, pone de mani- fiesto las incertezas de nuestros conocimientos so- bre sus fuentes y sumideros. El dxido nitroso (N,O), que es relativamente inerte, se origina principalmente por la actividad Tabla 1.4 Liberacién y consumo anuales medios de CH, (Tg) Media Rango A Liberacion Humedales naturales "5 100-200 Arrozales 110 25.170 Fermentacién entérica 80, 65-110 (mamiferos) Perioraciones de gas 45 25-50 Quema de biomasa 40 20-80 Temitas 40 40-100 Vertederos 40 20-70 TOTAL 6 830 B Consumo Suelos 30 15-30 Reacciones con OH 500 400-600 TOTAL 6.530 Procedencia: Tetlow-Smith 1995 10 ATMOSFERA, TIEMPO Y CLIMA 1.75 = 150 2 E12 3 3 1.00 z 3 075 & 050 ae T—18— — T 4 7 10.000 5000 3000 2000 1000 700 500 300 200 100 ©4950 30 0 Tiempo (afos transcurridos hasta ahora) Figura 1.7 Concentracién de matano (partes por millén en volumen) en las burbujas de aire atrapadas en el higlo de hhace 10.000 anos, obtenidas de nucleos de hielo de Groeniandia y la Antartda. Procedoncia: datos de Rasmussen y Khall, Craig y Chov, y Robbins: de Boin etal (eds) The Greenhouse Eiect, Climatic Change, and Ecosystems (SCOPE 23), Copyright © 1986, Helmprezo con al permiso de John Wioy & Sons. no 315 mentado en un 5% anual durante 30 arrozales en-un 7 310 éstos sean responsables cuantitativamente del au 305 mento anual de 120 ppmmy de metano durante la sy los anual, aunque no es seguro que é 5 3 altima década. La Tabla 1.4, que muestra el consu. 5 = mo y la liberacién anuales medias, pone de mani- Sas fiesto las incertezas de nuestros conocimientos so- 3 bre sus fuentes y sumidero: = 290 El dvido nitroso (N,O), que es relativamente inerte, se origina principalmente por la actividad 5 285+ é 2894 Tabla 1.4 Liberacién y consumo anuales medios = To] de CH, (Ta, E B & Mesa Rango = 02 5 A Liberacion 5 Humedates naturales 15 100-200 3 Arrozales 110 25-170 © ot Feimentacién entérica 80 65-110 § (mamiferos) = Perioraciones de gas 45 25-50 5 ‘Quema de biomase 40 20-80 = x9 Termitas 40 10-100 Bes eo Veriedoros 40 20-70 cbosebo 1801850 zoo HE ann B Consumo Figura 1.8 Concentraciones de (A) éxido nitroso, qua —-Suelos 30 1530 han aumantado desde mediados del siglo xv y Reacciones con OH 500 400-600 especialmente desde 1950; y de (B) CFC-11 desde TOTAL 590 1950. Ambos en partes por mil millones en volumen, Procedencia: IPCC 1990. Procedencia: Tetow-Smith 1926, COMPOSICIOD L_Septembie Cero 30 . 1300 2 i 1983 2 g § 250 1985, 3 1801 200 Sl pu 280 280270 200000 Dia jiano Figura 1.9 Modiciones del total de ozono en primavera sobre la bahia Halley, en la Antarida, en los ahos 1980, 1983, 1985 y 1991, que atestiguan la profundizacion del agujero de ozono antartico. Procadancias: da Jang etal 1996. De Journal of Geophysical Research 10104) Lamina 2, pag, 8990, Por conesia de ‘American Geophysical Union mmictobiana (nitrficacién) en los suclos y los océ: nos (428 x 10° kg N/aito), con 0,2 x 10° kg N/afio mas procedentes de la quema de combustibles. tras fuentes antropogénieas son los fertilizantes de nitrdgeno utlizados en agricultura y la quema de Ja biomasa. La concentracién de N,O ha aumenta- do desde un nivel preindustrial de aproximadamen- te 285 ppmmv 2 310 ppmmy (en el aire limpio). El aumento comenz6 alrededor de 1949 y ahora es de unas 0,8 ppmmv/aito (Fig, 1.8A). El principal su- MASA Y ESTRUCTURA ATMOSFERICAS " midero de N,O se halla en la estratosfera, donde se oxida a NO,. Los clorofluorocarbonos (CF,Cl, y CFCL), me- jor conocidos como “freones” F-I1 y F-12 respec se produjeron por primera ver en la digcada de los treinta, y ahora tienen una contribu ci6n total a la atmésfera de 10" kg. Aumentaron en ‘un 4-5% anual hasta 1990, pero ahora se han esta- bilizado o disminuyen suavemente como resulta- tivamente, do de los acuerdos del Protocolo de Montreal para limvitar sw produccién y para el uso de susticuti- vos (véase Fig. 1.8B). Aunque su conventractén es < 1 ppmmy, constituyen un contribuyente signifi= cativo al efecto invernadero. Tienen un tiempo de residencia en la atmosfera de 58-116 afios. Sin em- bargo, mientras que la sustitucién de los CFC por hidrohalocarbonos (HCFC) puede reducir signifi- cativamente [a destruecida del ozono esteatostéri- Jos HCFC tienen también un gran potencial de clseto invernadero. El ozono (O,) se distribuye muy desigualmente con la altura y la latitud (véase Fig. 1.3) como re sultado de los complejos procesos fotoquimicos implicados en su produccién (véase Seccisin A.2, en este capitulo). Desde finales de los aos setenta se han detectado espectaculares. disminuciones del ‘ozon0 total primaveral en las latitudes altas del he- misferio austral. Aparentemente, el aumento nor mal de o7ono en la estratosfera asociado con el au mento de la radiacién solar en primavera ha dejado de desarrollarse. Las observaciones en la Anti da demuestran una disminucién del total de ozono en septiembre-octubre de 320 unidades Dobson (10° em a una temperatura y presién atmosféricas estindar) en los afios sesenta a alrededor de 100 en los noventa. Los resultados de una zona especifica (véase Fig. 1.9), ilustran la presencia de un “agujero dle ozono” por encima de la region polar sur. bign se han evidenciado redueciones parecidas en el Artico a latitudes menores (Fig, 1.10). Entre (979 y_ 1986 hubo un descenso del 30% en el ozon0 a 30-49 km de altura entre las latitudes 20 y 50° N y junto con ello se produjo un aumento del ozono en los 10 km inferiores, como resultado de a acti- vidades antropogénicas. Estos cambios en la distri- bucién de la concentracién de ozono es probable que conduzcan a cambios en el calentamiento de la atmésfera (véase Capitulo 2C), con consecuencias para las futuras rendencias climaticas (véase Capi- tulo 11), £1 total de la columna media global dismi- nuyé de 306 unidades Dobson de 1964-1980 a 297 para 1984-1993 (véase Fig. 1.3). La disminudis 12 ATMOSFERA, TIEMPO Y CLIMA 75° wus9664670 8 47-1 (1970-408 Figura 130 Cambio ono 100 te czbno atmstanc con era (% anual) durante periodos te ‘3 anos en a Reso, “ norte del Canada, y a + (B) Hohenpeissenberg, norte de nara Uns bras 200 4 —{1, hotlzontales indian un intervalo Sercontanca dal 80% E xo Tropopausa § ——~ = : Ly § 3 °S 2 a i ee s00 ba 700] be Procedencia: datos de Logan: de Sora eo tv Guess Bit sie Change ae 1000- o Ecosystems (SCOPE 29). Copyright 8838 400 indice intogrado anual de la capa de polvo '© 1986. Reimpreso con permiso de shin Wiley & Sons. ne L yd0 pepIpUNjaie (xaid2) 1900 Figura 1.11 indice integrado anual de la capa de povo en el hemisterio noree (1500-1982) (segun Lamb), junto con profundidades opticas aproximadas, indicando los nombres y fechas de las principales erupciones volodnicas, Procedoncia: LaMarche y Hirechboock 1984; Gowlog y North 1901; Rampino y Sell 1984, Reimprese con perso de Nature 207, Fig, 3.89. 123. Copyright © 1884 MacMllan Magazines Ld durante los altimos 25 aitos ha sobrepasado el 7% cn las latitudes medias y alas, Los efectos de la reduccidn del ozono estratosté rico son particularmente importantes por sus davios bioldgicos potenciales a las células vivas y a la pil namana. Se ha estimado que una reduecién de un 1% en el o7ono total aumentaré la radiacién ultra violeta B en un 2%, por ejemplo, y que la radiacion ultravioleta a 0,30 jum es mil veces mas daiiina para la piel que a 0,33 yum. La disminucién del ozono también aumentaria en latitudes més altas. Sin em- bargo, deberia hacerse hincapié en que los gradi tes medios latitudinal y altitudinal de la radiacién ‘UV-B implican que los efectos de un aumento del 2% de UV-B en las latitudes medias ;podrfan com- pensarse desplazéndose hacia los polos 20 km o ba- jando 10 m de altura! Recientes observaciones pola- res sugieren cambios mas espectaculares. Se ha visto que los totales de ozono estratosfético en 1990 so- bre Palmer Station, en la Antirtida (65° S), habian mantenido niveles bajos desde septiembre hasta principios de diciembre, en vez de recuperarse en COMPOSICIO! ‘8.1883 (ago-nov) , MASA Y ESTRUCTURA ATMOSFERICAS 13. 72 sept 10 oct “a0 12090 wo B 1962 (abril) we aE 780 Figura 1.12 Material voloanico esparcido en la atméstora después do las principales erupciones. (A) Distribuciones ‘aproximadas de los lendmenos dpticos observados en el cielo, asaciados con el polvo volcdnico de Krakatoa lesparcido entre la erupcién el 26 de agosto y el 30 de noviembre de 1883. (B) Polvo volcanico esparcido en forma de ‘nube que siguid a la erupcién principal del volcan El Chichon en México e' 3 de abril de 1982. Se han representado las distribuciones al 5, 6! 15 y el 25 de abril Fuentes: Fussell y Archibald 1808, Simkin y Fiske 1983, Rampino y Sef 1984, Robock y Matson 1983. (A: con parmiso dela ‘Smtheonian lnstittin } noviembre. Por Jo tanto, la altura del sol era y la radiacién de entrada mucho mayor que ¢ previos, especialmente de las longitudes de onda ‘50,30 pm. No obstante, quedan atin por determinar los efectos especificos de un aumento de la radiacidn UV sobre, por ejemplo, los organismos marinos. Los cambios en la concentracién de particulas at- mostéricas, derivadas del polvo volesnico, son muy irregulares (Fig. I-11), pero las emisiones vol individuales se difunden répidamente por la geogra~ fia (Fig, 1.12), Los acrosoles volesnicos se miden con el indice del velo de polvo, que tiene en euenta 1 Poreentaje maximo de disminueidn del prome- dio mensual de la radiacion que entra directa- mente, medida en las latitudes medias del hemis- ferio implicado. 2 Extensidn espacial mixima del velo de polvo. 3. Persistencia del velo de polvo, Tal como se muestra en la Fig. 1.12, a pesar del he- cho de que una fuerte circulacién del vientos del este transport6 la nube de polvo de El Chichon 2 tuna velocidad promedio de 20 m x (45 mph), de forma que rodeo el globo en menos de tres sema- ras, la expansién del polvo de Krakatoa en 1883 fue més rapida y extensa debida basicamente a las mayores cantidades de polvo fino que fueron im- pulsadas a niveles més altos de la atmésfera. En los lilkimos 120 aos, sélo unas doce erupeiones han producido velos de polvo mensurables. Se dieron prineipalmente entre los afios 1882 y 1912, y 1982, y 1992. Por el contrario, la contribueisn de parti- culas producidas por el hombre (particularmente 14 ATMOSFFRA, TIEMPO Y CLIMA de sulfatos y tierra) ha ido aumentando progresiva mente y en la actualidad son responsables de apro- ximadamente el 30% del totaly esta cifra podria du- plicarse en el amo 2000. El efecto general de los aerosoles en la atmésfera inferior es incierto; generalmente la polucién urba- na ealienta la atmésfera debido a la absorcién y re- duce la radiacién solar que alcanza la superficie (véase Capitulo 2C). Los aerosoles pueden hacer disminuir el albedo planetario por encima de un desierto de albedo alto o una superficie nevada, pero lo pueden aumentar sobre las superficies oces nieas. Asi, el papel global de los acrosoles de la tro~ posfera es dificil de evaluar, aunque hoy en di muchos cientificos eonsideran que produce un en- friamiento, Se sabe que las erupciones voleénicas, que inyectan polvo y didxido de azufre a grandes alruras en la estratostera, causan un pequeiio deficit en el calentamiento de la superficie con un efecto global de-0,1 a-0, 2 °C, pero este efecto tiene una vida corta, ya que dura sélo un aio aproximada- mente tras el acontecimiento. Ademas, a menos que | erupeidn se dé en latitudes bajas, cl polvo y los aerosoles de sulfatos permanecen en un hemisferio, y no cruzan el ecuador. B MASA DE LA ATMOSFERA Los gases atmosféricos obedecen a unas pocas leyes: simples en respuesta a los cambios de presién y temperatura. La primera de ellas, la de Boyle, dice que a una temperatura constante, el volumen (V) de tuna masa de gas varia inversamente a la presidn (P), es decir (&, es una constante); y la segunda, Ia ley de Char- les, que a una presidn constante, el volumen varia directamente eon la temperatura absoluta (7), me dida en grados Kelvin (véase Nota 2): Vs ST Estas leyes implican que las tres calidades de pre- sin, temperatura y volumen son completamente interdependientes, de tal forma que cualquier cam= bio en una de elas causari automaticamente un cambio compensarorio en una o las dos restantes. Tas leyes de los gases pueden combinarse para dar |a siguiente relacionz PV=Rmi 80 50 70 40 50 240 230 20 10 10 9 0 wo 8 6 et 6 de masa total de aire por debajo Figura 1.13 Porcentaje de la masa total de la atmésfera ‘gue se encuentra por debajo do jos 80 km. llustra el ‘escaso grosor de la atmostera terrestre donde m = masa del aire y R = una constante de los gases para el aire seco (287 | ky K'!) (vase Nota 3). Sim y T se mantienen fijas, obrendremos la ley de Boyle; si m y P se mantienen fijas, obtendremos fa de Charles. Dado que es convenience utilizar la densidad, (= masa/volumen), mejor que el volu- men al estudiar la atmésfera, podemos reescribir la ecuacidn de la forma conocida como la ecuacién de estado: P= RT Asi, a cualquier presién dada, un aumento de la temperatura causa una disminucién de la densidad, y viceversa. 1 Presién total El sire es muy compresible, de tal forma que sus capas inferiores son mucho mas densas que las de encima. El 50% de lx masa total de aire se encuen- tra por debajo de los 5 km (véase Fig. 1.13), y la densidad promedio disminuye desde aproximada- mente unos 1,2 kg men la superficie a 0,7 kg ma 5000 m, cerca del limite extremo habitable por los humanos. La presidn se puede medir como una fuerza por unidad de superficie. Las unidades utilizadas por los meteordlogos se denominan milibares (mb), siendo 1 mb igual a una fuerza de 100 newtons actuando sobre I'm? (véase Apéndice 2). Las lecturas de COMPOSICION, MASA Y ESTRUCTURA ATMOSFERICAS 15 presidn se realizan mediante un barémetro de mer~ curio, que mide en realidad Ia altura de la columna de mercurio que la atmésfera es eapaz. de empujar en un tubo de cristal vertical. Fl extremo superior ccorrado del tubo tiene un espacio vacio, y su extre- mo inferior abierto esta sumergido en un recipiente con mercurio. Ejerciendo presién hacia abajo sobre la superficie del mercurio del recipiente, la atmisfe- a es capar de empujar la columna de mercurio en el tubo unos 760 mm (aproximadamente 1913 mb). E] peso del aire sobre la superficie en el nivel del mar es de aproximadamente 10,000 kg por metro cuadrado. Las presiones se estandarizan de tres formas. Las lecturas de un barémetro de mercurio se ajustan para corresponder alas de una temperatura estindar de 0 °C (paca permitir la expansién térmica del mer- curio); se las refiere a.un valor gravitatorio estindar de 9,81 ms? a 45° de latirud (para permitir la ligera variaci6n latitudinal de g de 9,78 ms en al ecuador 19,83 ms” en los polos); y se caleulan para un nivel del mar medio para eliminar el efeeto de la elevacin de Ia estacion, Esta tercera correcciGn es la més si nificativa de las tres, debido a que cerca del nivel del ‘mar la presion disminuye con la altura a una tasa de I mb por cada 8 m aproximadamemte. Se debe asu- mir una temperatura ficticia entre la estacidn y el n vel del mar, yen las zonas de momtaia ello sui producir desviaciones en la presién media 2 nivel del mar calculada. (Este método se resume en la Nota4) La presin media a nivel del mar (f,) puede esti- marse teniendo en cuenta la masa total atmosférica (A), Ia accleracion media debida a la gravedad (g,) y el radio medio de la tierra (R): P:=8)= (MARRY) donde el denominador es Ia superficie de la estera terrestre. Sustituyendo los valores apropiados en esta expresion: Af = 5,14 x 10" kg, g, = 9,8 m RE = 6,36 x 10° m, hallamos que p. = 10° kg ms 10* N rm 3,0 10° pascales (Pa es la unidad de presién del SI). Los meteordlogos ain utilizan el milibar (mb), siendo 1 milibar = 10° Pa (o hPa; h = hecto). Asi, la presiGn media a nivel del mar es de apro- ximadamente 10° Pa 0 1000 mb. Fl valor medio global es de 1013,25 mb. Como promedio, el nitrs- geno contribuye eon unos 760 mb, el oxigeno con 240 mb y el vapor de agua con 10 mb. En otras pa- labras, cada gas ejerce una presisin parcial indepen: diente de los demis. La presidn atmosfériea, dependiente como es del peso de la atméstera que descansa sobre una superli- cic, disminuye logaritmicamente con la altura, Esta relacidn se express mediante la eciactin hidrostatica pe az es decir, tasa de cambio de la presisn (p} con Ta al- tura (z) depende de Ia yravedad (g) rmultiplicada por Ta densidad del aire (p). A mayor altura, la disminv: cin de la densidad del aire causa una mengua en esta tasa de disminucisin de la presién. La tempera- tura del aire tambign afecta a esta tasa, que es para cl aire denso y frio (véase C. sar de que la relacién entre presién y altura es tan significativa que los meteordlogos 2 menudo expre san las alturas en milibares: 1000 mb representa ef nivel del mar, 300 mb unos 5509 m y 300 mb unos el Apéndice 2 existe un nomograma de cconversiGn para una atmdsfera ideal (estandar) 2 Presién de vapor ‘A cualquier temperatura dada, existe un limite a la densidad de vapor de agua en el temente un limite superior a la presion de vapor. Ello se denomina presion de vapor saturante (e,) y Ia Fig. 1.144 ilustra céimo aumenta con la tempera- ura (relacidn de Clausius-Clapeyron), que aleanza un maximo de 1013 mb (1 atmésfera) en el punto de cbullicién. Los intentos de introducir mas vapor ‘en el aire cuando la presién de vapor esta en cl pun- to de saturacidn producen condensacién de una cantidad equivalente de vapor. La Fig. 1.14B mues- ta que mientras que la presién de vapor saturante tiene un solo valor a cualquier temperatura por en- cima del punto de congelacisn, por debi la presidn de vapor saturante sobre una superficie de hielo es menor que la que existe en la superficie del agua subenfriada. El significado de este fend- meno se discutirs en el Capitulo 4D.1 La presién de vapor (¢) varia con la latitud y la estacién desde aproximadamente 9.2 mb sobre Si- beria septentrianal en enero hasta mas de 30 mb en los trépicos en julio, pero ello no se refleja en la distribucién de la presién superfivial. La presién decrece en la superficie cuando parte del aire que hay por encima es desplazado horizontalmente, y de hecho el aire de las zonas de altas presiones g¢ nralmente es seco debido a factores dindmicas, particularmente al desplazamiiento vertical del aire (véase Capitulo 64.1), mientras que en las zonas de bajas presiones normalmente es Inimedo, re, y consecuen-

You might also like