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Seccién: Humanidades ie sme py /-70 ‘Ttlooxgial: Conseratom ‘Traduccdn: Diana Goldberg Mayo ‘Revs: José Antonio Pees Alvar eservados ts las derechos De conformida con lo dispueto ene au S34bis del Cigo Penal vient, podria se catia con penss ‘Se mula y pivacién de liberia quieds teprodsjren'aplagiacn,e0 todo o en pete, una ob Iria, ari 0 clensifer hd en cualquier tipo de’ sopore sn la prceeptiva atorinsion, © 1985 Robert Nabee © Edicoral Pai .A. de CU, México © Alianza Editorial S.A, Madd, 1995 Calle. ILuca de Tena, 15. tel 393 8888; 28027 Madeid ISBN: 8420607282 eps legal M.14.705/1995 [pres en Ferindez Ciudad, S.1. CCatalins Suez, 1928007 Maced Prine Spain Prefacio El conservadutismo es una de las tres ideologis polit ‘cas mis importantes de los dos tims siglos en Occidn. te. Lis oisis dus son ol socialise y of liberlisme, soy consciente de que algunos escritores han evitado el uso de ‘este témino para referise al conservadurismo, aparente- mente apoyados en la teoria de que, por su naturaleza, cstafilosofiacatece de los elementos de activismo y refor ma que supuestamente caracterizan a una auténtica ideo- ‘Pero esto equivale a asumir una visin estrecha yliita- da de la «ideologiay, Sin embargo el significado de este concepto en nuestra época es muy caro y completamente itil si dejamos de lado los significados hist6ricos que ha tenido, tales como la referencia peyorativa a cietto tipo de ideas en la época de Napoleén, o la utilizacién que de la ‘misma hizo Marx como conciencia colectiva de una clase social, Dicho en pocas palabras, una ideologia es un con- 7 2. Los dogmas conservadores Las ideologias, l igual que las teologas, tienen sus dog- ‘mas: grupos de creencias y valores mas o menos coheren- tes y duraderos que tienen una influencia determinante en al menos una parte de la vida de quienes los sustentan. En ‘lima instancia ambos se refieren al gar que ha de ocu- par el individuo bajo un sistema de autoridad, ya sea divi- na o secular. El tratamiento de las tres ideologias moder: ‘as de socilismo, liberalismo y conservadurismo se hace ‘cominmenteen términos de la relacién entre el individuo |. yel Estado, de acuerdo ‘con tina tradicién del pensamien- to politico que se remonta al Renacimiento. Es decir, en E términos dela relacién legitima y deseable entre el indivi- duo y el Estado. Sin embargo una perspectiva més itil agrega a la rela- cién individuo-Estado un tercer factor, el de a estructura | de grupos y asociaciones que se sitian en un lugar inter. medio entre las dos entidades polares. Como hemos visto, 39 ” Robert Nisbet ‘gran parte del drama social de la Revolucién francesa con- Sti6 en el impacto que tuvieron sobre la sociedad inter, media las nuevas declaraciones de derechos individualesy, lo que no es menos importante los derechos recién deca’ tados del poder del Estado revolucionario, El resultado fue, por uPwssto, cuewtionr los derechos hitrios de ‘srupos tales como la Ipesia, la familia, el premio y la cla. se social, El punto de parti de gran parte de a jurispr. dencia del siglo xix lo constituyeron, por una parte los derechos de los viejos ylos nuevos grupos conten el Esta: do y, por otra parte los individuos. Al final dl siglo, emi. nentes eruditos como Maitland, Figgis y Vinogradov, quienes durante un tiempo siguis el joven Harold Laski, situaron gran parte della historia de Europa occidental, de 4a Edad Media en adelante, dentzo de la perspectiva de la ‘elacin triangular del Estado, el grupo corporativoy lin. ividvo antes que en la relacién dual més convencional de Estado e individuo que habia surgido de a tradicin ‘sna. turalista. Maitland escribié acerea de las fuerzas «pulveri. zadoras y macadamizadoras» del Estado y del individuo Contra lo que gran parte del pensamiento racionalista baba intentado ddemostrar, desde el punto de vista de Burke el presente no 6 libre de rehacer I estructura social segtin los dictados de la imaginacién © del «espiritu de innovados», No es cierto que la legitimidad del Estado dependa solamente del consenso tito, dela incesante renovacién del contra- to social por la que clamaba Rousseau. La legitimidad es resultado de la historia y de las tradiciones que van més all de los recursos de cualquier generacién particulae «Ver las cosas como tun conservador auténtico», escribe Mannheim, «es experimentar los acontecimientos de acuerdo con una actitud derivada de circunstancias y si- tuaciones ancladas en el pasado». Desde el punto de vista de Burke, de Maistre, Savigny y otros primeros conserva- dlores, la verdadera historia se expresa no en forma lineal, Conscrvadurome ® cronol6gice, sino en la persistencia de estructuras, comu- nidades, habitos y prejuicios, generacin tras gencracién. El verdadero método hist6rico no es sélo una constante reflexin en el tiempo, mucho menos el relato de historias narrativas; es el método de estudiar el presente de tal ma neta que se haga resaltar fodo lo que se encuentra en el presente, lo que significa una verdadera infinidad de for- ‘mas de comportamiento y pensamiento que no pueden comprenderse cabalmente si no ¢s partiendo del recono cimiento de un anclaje en el pasado. ‘La conerecién dela experiencia y de a historia es un én fasis conservador persistente que puede verse en Burke, en Ranke y en una sucesién que Hlega hasta Oakeshott y Voegelin en nuestros dias, En la Iustracién la ¢historio» caracteristica que utlizaron los philosopbes, y también ‘muchos de los racionalistas ingleses, fue la historia que se ‘aracterizaba a si misma como «natural», «conjeturab», «chipotétiea» 0 . Quiz’ la de bistoria natural fue la ctiqueta que ‘con mis frecuencia se aplicd a esta forma de escritura, ex: presién que abarcaba obras sobre lenguaj, clase socal, Imatematicas,riqueca y casi cualquier otro elemento de la civiliacién, Hutton escribié una ¢historia natural» del universo y la tierra, al igual que Hume escribid una «his- toria naturab> dela religion. ‘Sin embargo, para Burke y el resto de los conservado- res, este tipo de historia era menos que nada como medio ppara comprender la verdadera complejidad y concrecign del pasado y el presente; asimismo era un medio, tan com- pletamente abstracto y deductivo como la teotia del con- ‘rato social, que podria originar cambios imprudentes en el presente sin el escrutinio de los detalles de lo que se es- taba cambiado, Ademés, como Heller subrayo, esta el hhecho de que mientras los racionalistas progresivos ven el presente como el comienzo del futuro, el modo verdadero —conservador— es verlo como el timo punto aleanza- do por el pasado en un crecimiento continuo e inconsut La sociedad no es algo mecénico, no es una miquina cu- yas partes sean intercambiables y desagregables indivi- dualmente, Es orginica en su articulacion de institucio- nes y en su interrelacién de funciones; también en su de- sarrollo necesario, acumulativo irreversible a través del tiempo. Conservaduismo *® Desde el punto de vista conservador la realidad social "se entendia mejor mediante una aproximacién hist6rica, No podemos saber dénde estamos, mucho menos adénde vyamos hasta que no sepamos en'dénde hemos estado, Estos son los fundamentos sélidos de las posiciones de la filosofia conservadora de a historia. Cuando Newman de- cidis responder a las erticas modernists, present6 su ar- gumentacién en forma histérica en su Development of Christian Doctrine, mostrando c6mo la teologia catdlica actual es al resultado histérico de un pasado que se re- ‘monta hasta la crstiandad apostéica, Si el pasado es vital entonces debe serinvestigado meticulosa y objetivamente. De ab Ja famosa admonicién de Ranke a todos los histo- tindores de recuperar el pasado wie es eigentlich gewesen fst, exactamente como éste ocurti singular y realmente. En este apotegma, Ranke critieaba no solo los tratamicn- tos romanticos subjetivos del pasado sino también, y atin iis incisivamente, las chistorias naturales» del siglo xvat y el adesarvollismo progresivon de presociélogos tales ‘como Saint Simon y Comte. Para los conservadores el métoda histrico fe rin me- dio de atacar a los periciosos utilitaristas, empezando por Bentham, Disraeli escribié: «Las naciones tienen ca- ricter,y el carécter nacional es precisamente la cualidad que la nueva secta de hombres de Estado nicgan o pasan por alto en sus esquemas y especulaciones.» La perspect via del Estado divulgada por Austin, abstracta, racionals- tay deductiva, fue totalmente rechazada por los historia dores conservadores, comenzando por Maine. Para la ma- yoria de los conservadores del siglo xrx, el repugnante fecto del utilitarismo fue perpetuar alos wofistas, calcu- adores y economistas» que Burke traté con desdén en sus Reflections, Palabras tales como «sin alma», «helado», smecinico» «inhumano» se aplicaban regularmente pot Jos conservadores a la perspectiva benthamita del Estado y del indiviciuo, A finales del siglo para James Thompson | 46 Robert Naber ‘f Conseradurismo a 2medemided benthainitacra,en el fondo, «Laciudad de Pe sens Jas «constituciones» de los jacobinos como una lanoche espantosa», Fra broma. Estén, escibio, «hechas para el Hosaka ituralmete, los conservadores, en su interés por ln f Poe cow no existe el hombre como tal, Yo he vig, tradcin, no respaldaban todas y cada una dele test | t franceses italianos, sos, etc: Gracias « Montesouien Cran ttansmitidas desde el pasado, La filosofia del trade.) sé. ‘Que uno incluso puede ser persa, pero declaro que nun, Sepalsmo s, como todas as fests, selecuvn, Unites. | caer Visto un Bomtbre, a menos que de hecho tlicén beneiciosa debe provenir del pasado rem wef cas ¥ sea desconocido para mf». De Maistre eserbis bien debe ser deseable en sf misma, Ee nuestro vineulo | acerca de la constitucién norteameticana y sin pecar de con el pasado. «Les muertos ain hablanv, eserbig Bour- | inconsistente, la elogié y la considers un buen Presagio, get en Francia citando a su contemporineo ‘Vogué. Brune- | Sin embargo, y éste es el, ‘enigma, la verdadera constinucién {ated gia citicoliterao ehistoriadory, poreriomee: | delet’ Unidos era, y continuatiasiendo, no el doce fabs et sehicieron eco de exto.La ras madersiges, | mente papel sino toda la constelacién ce costumbresy | eaba en elgin’y derecho, transmtir un aden, | whee? ‘gue e formaron durante los dos siglos de ens, sngradon, 1s de los americanos en el nuevo mundo, Habla, por Son pertinentes unas palabras que; gronuncié Falkland, | $6, una correspandencia admirable entre lo que el docu- Seiad cl héroe mis genuino de in Guerra Cid ingle, | semen consttucién deciay lo que no detia,y las iat» O en una expresién sencilla: “Go te cures en salud», | la gloriosa Nueva Inglaterra de Massachusetts y éreas ad- fitabapo los conervadors, deBurkeen adelante,no } yacentes, La idea de Burke de la verdadera constitucion | Firtualmente veneré la Revolucion de 1688; y su cine, | ane comme Dostoievky, quienes legaron a creer tan pro. porate coloos americancsradicaba cu gran parte Sen fundies oe consttucién» histéric, inalterable y ‘eglstro del desarrollo de la tradicin ingless, faztada, que era inseparable de Rusia, que se cre6 ana dg Heo que Burke y sus sucesores combatieron es lo que fF sate ahimadversién contra los valores occidentales que ams eel espitity perdura todavia hoy, De Maistre se divertia y desdeiiaba Ia idea de los nor. teamericanos que abandonaban ciudades ya constearhes Samp Nusva York y Filadelfa para descender ala cenaye: Sidad y soledad de un pedazo de Maryland con el atic Haste nusstros dis, los conservdores ve han haste [p conoisae ene verdadera capital de la nueva nacién dang anmtante de Ia perspectiva de Burke de que la verda {Nunca duraria, dijo de Maistre, Pero antes de apresurar- ddera constitucién de un pueblo reside nl historia de sus nos demasiado pronto a mofarnos de, ide Maistre el profe- tosiuciones,noen un pedzo de papel. De Maisto coos eta ro ean de lugar aplaudir a de Maistre el socislo. a 6 Robert Nice 0 ttadicionalista, La historia a veces patética y otras gran- diosa, de Washington D.C,,y su interminable lucha por una identidad, y su eterno sentimiento de inferioridad ‘como ciudad en comparacién con Nueva York, Londres y Pais es un justo tributo.« Burke y de Maistre y sus teorias de constituciones y capitales, Hay otto aributo en la veneracién conservadora de lo viejo y lo tradicional; la creencia de que, no importa cuin obsoleta pueda ser una estructura o modus vivendi, cs po- sible que en ella haya una funcién continua, incluso vital, dela que el hombre se beneficia psicol6gica o sociol ‘mente, Seguramente, gran parte del pensamiento mis pprofundo de los conservadores sobre las leyes de reforma liberales de los siglos x1x y 2 refle6 esta creencia. Debi- do asu aparente arcaismo, ala corrupcin dels «istrtos podiidos» y la aparentemente impotente Camara de los LLores después cle que los liberales le quitaron sus poderes verdaderos, no era posible que estas entidades todavia rea- lizaran una funcién de valor para la sociedad, para la sol- daridad socal, y para lo que Burke tenia en mente cuando eeerbié que: «La naruraleza del hombre es intriacada, los , declar6 en sus Reflections, «es una libertad conectada con el orden, que no sélo existe junto con el orden y la virtud, pero que no puede existir de ninguna manera sin ellas, El primer tequisito de una sociedad, continga Burke, es que los me~ dios existen para la restriccin de las pasiones de los hom. bres. Bs importante que «as inclinaciones del hombre de ban ser obstruidas frecuentemente, su voluntad eontrola- day sus pasiones someerse a sujecién. Burke pens6 que el efecto fatal de la escucla de los de. techos naturales fue suindiferencia alos muros de autor dad representados por las tradiciones y los cédigos soc! les, Rousseau y ottos se ocuparon de la libertad slo a la luz de las exigencias del individuo y del Estado. Pero esto, angumentaban Burke y los demas conservadores, es igno, rat las exigencias de entidades como la familia, la religiSn, !a comunidad local, el gremio y otras instituciones que ‘tan, todas ellas estructuras de autoridad y que requertan F todas un grado sustancial de autonomia —esto es, de i _ bertad corporativa— para realizar sus funciones necest. “as. El problema dela libertad, insists Burke, es insepa. aso mis y sumentar el émbito de gobierno de esa razén, desde lo puraniente politico y legal hasta lo econdmico, social, moral yespirtual. Fue con grupos inteleetuales I. berales y socialistas en la mente, que Babbitt eseribids «Ningin movimiento iustra més claramente que el mo. | vimiento supuestamente democritico la manera en que la voluntad de minorias altamente organizadas y decidi- las puede prevalecer sobre la voluntad de la masa inerte y desonganizada.» Desde el punto de vista conservador, sélo el prejucio, en el sentido de Burke, puede mantener unida a la eiuda dania en oposicién al tipo de tania que el racionalismo en el gobiemo impone a veces sobre el pueblo, Burke te. nia en. mente a los racionalistasjacobinos cuando escribi6 Jas palabras siguientes: «Es imposible no observar que en lespiritu de esta dstribucin geométtica y de este arre- slo aritmético, estos pretendidos ciudadanos tratan a Francia exactamente como a un pais de conquista» sla critica a Ia burocracia y a la mentalidad racionalista burocritica que hacen los conservadores, y también de cuando en cuando, los lberales y socialistas, que ha surgi- do constante y activamente desde que Burke la dirigiera contra los «geémetcasnjucubines. Burke, y en general los conservadores, han visto que casi toda fa voluntad de resistencia que cominmente se afitma es resultado del conocimiento intemo de los dete. hos natucales o de los instintos internos de libertad, re- sulta, en cambio, de los prejuicios construidos hist mente con lentitud en el pensamiento del pueblo: preju cios acerca de la religidn, la propiedad, la autonomia nacional y los roles de larga tradicién en el orden social Estos, no los derechos abstractos, son el poder impulsor en las luchas de los pueblos por la libertad que nosotros mos. @ Robeet Nabet | ‘que no se pueden encomendat ala inicativa privada.Pero | Burke calla respecto a estos aumentos de la responsabili: dad del gobiemo con sus ciudadanos. A pesar de las insi- rnuaciones ocasionales que de vez en cuando se dan entre ‘quienes a si mismos se denominan conservadores burkea- nos en el sentido de que Burke sigui6 un son distinto al de Adam Smith, no hay de hecho una diferencia seria. entre dllos sobre la funcién del gobierno, Es un hecho establec- do que la admizacién de Burke por The Wealth of Nations de Smith eta inmensa, tan grande como lo fue por la pr- mera obra de Smith, Theory of Moral Sentiments, que Burke reseié con una alabanza casi extravagante en st Annual Regt. Ta estructura feudal-conseevadora de la autoridad pal tica es también intensa en el libro de Burke Thoughts and Details, Acerca de los poderes gubemamentales Burke s- cribe que: ‘A medida que descienden del Estado una provincia, de una provincia a uba patocui,y de una paroguia una casa priv ‘a aceeran su cada. No pueden hacer el deber inferior y en la medida en que lo intentan segurament allan en el deers petor Flos deberan conoce la diferentes esferas dels oss fosque pertenece la ley yo que sl as costumbres pueden re- gular, Los grandes politicos pueden spoyarse en és, pero no pueden legisla. El laissez faire y la descentralizacién son soberanos en Burke. En la obra conservadora la perspectiva esencialmente feudal de Ia autoridad prevalecié en. Alemania, Francia y otras partes de Europa. La Teoria del poder de Bonald, publicada un aio antes de la muerte de Burke y con un re- conoeimiento al estimulo de las Reflections de Burke, ade- Jant6 una filosofia de la autoridad y del poder que pudo provenir directamente de ‘Tomas de Aquino. La sobera- nia, declaré Bonald, existe s6lo en Dios. El delega esta so- > en su propio rein Consens beranfa de manera més o menos igual entre a familia, la Iglesia y el gobierno politico. Cada porcién de esta autori- dad asignada por Dios debe contemplarse como suprema La autoridad —y por lo tanto la liber- tad o la autonomta— de la familia es sacrosanta; ni el Es- tado ni la Iglesia pueden transgredir legitimamente las prerrogativas que pertenecen al parentesco. Precisamente lo mismo se sostene para el gobiemo y la Iglesia, Cada uno tiene su deber y adecuada autoridad en su propio m- bito. La tirania consiste, eseibié Bonald, en la transgre- sidn de una esfera sobre otra El poder total del Estado re- volucionario en Francia provino de su injustificable inva sidn en las esleras de la familia y la Tplesa Este era un punto de vista comtin, En Alemania, Hegel ofrecié en su libro La filosofa del derecho una perspectiva sustancialmente parecida, Los poderes de la Iglesia, de la aristocracia, de a familia y del gobiemo politico se expo- nen de manera plural. El Estado nunca debe transgredir los derechos y autonomias de los grupos y estratos socia- Jes mis importantes. Haller construy6 su completa y mo- rnumental Teoria de las eiencias poitcas y sociales, alrede- dor de este pluralismo, de esta separacin de esferas y de los derechos de todos los grupos y asociaciones, empezan- do con la familia, Nuevamente es instructivo recordar el ‘mandato demaistreiano de construir una sociedad no me- tamente contrarrevolucionaria sino opuesta a la Revolu- cin, Y esto hicieron los conservadores, empezando por Burke. ‘Nunca han abandonado estos principios de Estado y sociedad al conservadurismo, salvo bajo los estimulos de cemergencias y necesidad politica absoluta, Disraeli, New- ‘man, Tocqueville, Bourget, Godkin, Babbitt, hasta legar en nuestros dias a conservadores tales coma Oakeshott, Voegelin, Jouvenel y Kirk han subrayado sobre todo la ne: cesidad imperativa de que el Estado politico se mantenga tan lejos como sea posible de una intromisién en asuntos | “ Robert Nisa i Oonservadurismo o mo que habia encontrado en ef Renacimiento italiano, en sus ehumanistas» desartaigados en guerra contra tod Io "tradicional y comunal, y siempre deseosos de servir al nue. ye dinero y al nuevo poder de la Italia renacentista, vio el futuro de Occidenteen términos burkeanos. Pensé que la flosficacién de la naturaleza humana, la creencia en la bonded intrinseca de'ls individuos, ea una fuerza capaz en si misma de destruir el tejido social, dejando asi a los seres humanos de ese momento como sujetes desproteg dos frente a una nueva raza de «comandos amotinadoss ‘No existia un verdadero conflicto, atgumentaban los onservadores, entre las necesidades del gobierno politico 4 las exigencias de autonomia de las eseras socal y mora «Como tales divisiones de nuestro pais se han formado or habito y no por tna stbita sacudida de la autoridad, 1o son sino pequefias imgenes del gran pais en la que el corazén encontr6 algo que podria saciar-El amor a lato talidad no se extingue por esta parcialidad subordinada » Esas palabras fueron escritas por Burke en su denuncia de los esquemas franceses de asimetsia geométrice» del Esta do, de una centralizacién del poder en nombre de la raz6n que no sélo destruitia todas las inextirpa. ble que busca constantemente levar la diversidad de la so. «edad bajo su propio molde uniforme e igualitario Burke y Bonald culparon a las fuerzas democriticas de 4a Revolucién del gran incremento de la burocracia del sgobiero. Una vez que el Estado comienza a sustituir con su propia autoridad y patrén distintivo las innumerables formas de la sociedad no hay alternativa a una burocracia siempre creciente. Tocqueville legé mis lejos al declarat que la democracia y la burocracia son tan semejantes en «spirit que se puede predecir el avance de la democracia por el avance de la burocracia y viceverse. De este modo también hay una estrecha afinidad entre Ja democracia y la ampliacién y nivelacion de la gucrta. La ‘Revolucin, como todos os primeros conservadores sf Jaron, fue la que instituyé por primera vez en la historia el reclutamiento nacional, Ia famosa levée en masse. De re- pente la guerra perci6 el cardctr limitado que tuvo en la ra prerrevolucionatia, con propésitos més 0 menos lim tados —normalmente dnistcos o terrtorales—, un or. | den fijo de batalla y una gran cantidad de ceremonial posfeudal. Con los ejrctos revolucionatios en marcha, la auerra se convitié en Ia cruzada de la libertad, a igualdad yi fraternidad que inevitablemente trajo consi los ejé citos cada vez mayores y con propésitos siempre expansi vos que se vieron en el siglo xix. Taine observ6 que la de ‘mocracia coloca una mochila de soldado en cada hombre al concederle la cédula electoral, Durante el siglo xx la guerra masiva del tipo que antes s6lo habia sido un Presagio se convirtié en realidad con la Primera Guetra ‘una multitud innumerable de hombres, todos iguales y semejan- tes aes era ncetemnt prune places pPequerios y mezquinos con los cuales saciar sus vidas... [por ma de ellos) un poder inmenso y tutela.. absoluo, instant ‘neo, constante, prudente y suave. hasta que cada nacién quede reducida a nada mejor que a una multitud de animales timidos y iligentes, dela que el gobiceno es el pastor. ‘De Burke en adelante el pensamicnto conservador ha || tenido esta perspectiva del despotismo democritico en el | primer plano de su consideracion de la democracia. «laa democracia perfecta», escribié Burke, «es la cosa mas ver- gonzosa en el mundo. Asi como la mis vergonzosa tam- 7 Robert Nisbet ‘Mundial, al encerrar a millones de hombres en tn mata- deto militar, suplantando todo el antiguo arte de la guetta ‘con ejércitos enormes, casi inméviles, arrojindose siste- ‘méticamente granadas uno al otto, siendo el premio en una batalla poco mas que el avance de unos pocos cientos de yardas. Winston Churchill escrbio: «La guetra, que solfa ser cruel y grandiosa, se ha convertido ahora en algo sérdido y cruel» Todo, afiadis Churchill, porque la cien cia y la democracia esconden un gran igualador. Fue en Inglaterra, entre las guerras mundial, que el conserva dor mayor general Fuller dio extensi6n y envergadura kis. ‘ricas alas palabras de Churchill, mostrando cn detalle Ia estrecha relacién histérica entre la expansidn de la base cdemogrifica y politica del Estado nacional, yla expansién dl patron total de guerra en Occidente: su masa en térmni- nes pramente humancs, el armamento cada vez ms le L yes te, la ampliacin de los objetivos de, tas basis gocher ereain hate Sis idcolégicos y morales. Como han sefialado Fuller, Daw- son, Churchill y otros conservadores, en la época feudal la guerra estaba limitada en casi todos sus aspectos: pot st tecnologia, el nimero de los implicados, su cédigo de ca- balleria, por contrato u obligacién imitadas para prestar servicio y por las interdicciones de la iglesia. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en contrast, as socieda des democtticas de Occidente habfan alcanzado objet- vos iimitados, términos de rendicién incondicionales, at- ‘mamento que podia matar por cientos de miles, y mayor muerte y devastacién en un solo aio que en todas las an- teriores guerras juntas. ‘Las masas representan atin otra perspectiva del trata- miento conservacor del poder politico: las masas y su re- lacién con la centralizacion y el engrosamiento del poder cen el Estado occidental, Uso el término «masas» aqui en el sentido en el que lo encontramos en las obras de Ortega y | Gasset y Hannah Arendt, entre muchos otros: un agrega- (Conservadurismo n do discernible menos por su ntimero que por su falta de estructura social interna, tradicién integradora y valotes ‘morales compartidos. Buske pens6 que uno de los efectos dela peculiar forma de nihilismo de la Revolucién era su cfectiva desocilizacion de los seres humanes, la atomiza- cién de la poblacién por medio de su destructividad de los vinculos sociales tradicionales, De este modo Burke se refiere a a Revolucién que «despedaza los grupos de su comunidad subordinada, y la convierte en un eaos de par- tela eemenile aoc, aces y desconetada En alguna otra parte escribe que el gobierno revoluciona aan eek eae eee posible, a todo tipo de ciudadanos en una masa homogénea, y luego han dividido esta amalgama en un ntimero de repablicas incoherentes» La idea de la masa se desarroll6 y extendi6 ampliamen te en el siglo x1x. De forma sefalada ‘Tocqueville pens6 que uno de los grandes peligros de Ia democracia era, en primer lugar, su creacion de la masa —a través del énfasis ex in mayen yds valores igang cue elena igualar las poblaciones— y después, su dependencia cre- Giente dle Ia masa, que conducia a una dictadura plebisci- taria, Tanto Burckhardt, como Nietzsche y Kierkegaard, escribieron con aprensién acerca de la llegacla de la socie- dad de masas y su efecto desocializador sobre el indivi- duo; un efecto que convertirfa al gobiemo en una combi- nacién de guardian y déspota. Por tanto, una considerable tradicién en el uso de las «masas» en el pensamiento occidental antes de que Ortega y Gasset publicara su libro La rebelién de las ma- sas en. 1950. Ortega pens6 que habia una relacign estre cha, simbiotica, entre la creacién de las masas en la vida moderna y la creacién del Estado totalitario. ¢Cémo pue deel Estado no ser total en su poder y responsabilidad, se pregunta Ortega, cuando la poblacién que gobierna ha > sido despojada de todas las formas de autoridad y funcio: n Rober Nisbet fF Conseadursmo B ramiento que alguna vez hicieron de ella una organiza- ‘én social? En cambio, pensé «las masas sienten que el | poder del Estado es suyo. A través y por medio del Esta- do, la maquina anénima, as masas actian por sf mismas». Algo més tarde, y principalmente con la Alemania de Hlit- ler en mente, Peter Drucker escribié que «la desespera- ci6n de las masas es la clave para entender el fascismo». Ninguna «rebelion de la multitud, ningtin «triunfo de luna propaganda sin eseripulos», sino «la gran desespera- cién ocasionada por la ruptura del viejo orden y la ausen- «Ga de tno nuevo». Esto, concluy6 Drucker en The End of the Economic Man, es cl origen y la raison d'étre del Esta do totaltario. Hannah Arendt se limit a repetir esta leta- nia conservadora acerca de las masas en st monumental The Origins of Totalitarianism partir de Burke, acerca de Ia relacién entre libertad e igualdad La denuncia de Burke de la Revolucién francesa asi -omo su diferenciacin rigurosa respecto de In Revolu in norteamericana se bas6 en gran medida sobre lo que percibi6 como las soluciones diametralmente distintas della libertad y a igualdad en los dos acontecimientos, La primera revolucin, pens6 Burke, estaba motivada sola- mente por el deseo de libertad: libertad de las colonias del sobicro britnico ya tvés de pom libertad para el pueblo de un gobierno que podria querer imponer preted eed erie taa eerie de los ciudadanos individuales. Pero Burke pens6 que desde el principio la Revolucién francesa hizo de la igual- dad y la naci6n los dos valores dominantes, ambos instru- :mentos posibles de tirania operando consecuentemente la crosién de ls condiciones sociales y morales de la libertad de los ciudadanos. ‘Burke contemplaba la Revolucién francesa, su Declars- ci6n de Derechos, sus constituciones sucesivas y la mult- td de sus eyes, como unt esfueray odes y sin preveden- tes para transferir la primacia de la libertad del individuo ‘Ja naci6n, El Jema revolucionario para la nacién, ume et indivisible, no dej6 grietas ni fisuras en el organismo pol- tio a través de las cuales pudieran surgirindividuos exér gicos. Burke pensaba que la libertad que celebraban los jacobinos era esencialmente Ia libertad del pueblo como comunidad nacional para actuar contra todos los grupos, comenzando por Ia aristocracia y Jos monérquicos, que buscaban limitar o moderar de alguna forma esta comuni- ddad monolitca. El tipo mas alto de libertad no era Ia eli bertad de» sino mas bien la «libertad paray; en una pala brs, particpay en alguna comunidad 0 causa mayor que ‘uno mismo. Esta habia sido la esencia del tratamiento re- vvolucionario dela libertad que da Rousseau en su Contra- to Social. En todas partes, escibié Rousseau de manera Libertad eigualdad No hay ningiin principio mas fundamental en la filoso- fia conservadora, que el de la incompatibilidad inherente y absoluta entre libertad e igualdad. Dicha incompatbil: ‘dad surge de los objetivos contradictorios de ambos valo- res, Elobjetivo constante de la libertad es la proteccién de la propiedad individual y familiar, palabra sada en su sentido més amplio para inchir en la vida tanto lo inmate. rial como lo material. Por otro lado, el objetivo inherente de la igualdad consiste en cierto tipo de redistribucién o nivelacidn de la desigualdad en la participacidn de los va- lores materiales e inmateriales de una comunidad, Més atin, todos los esfuerzos para compensar a través de a ley y del gobierno la diferencia innata de facultades mentales y corporales del individiuo, slo puede lesionar las lberta- des de os aectados, especialmente los ms brillantesy ca pacitados, Esta es, en pocas palabras, la perspectiva per- sistentemente asumida por los escritores consetvadores, a 4 Robert Nisbel cexaltante, el hombre esti encadenado a pesar de que na- <6 libre, Romper las cadenas era el objetivo que Rousseau, transmnitié a todos los futuros revolucionarios y reformis- tas; pero con este mensaje vino otro mas sutil pero mas poderoso, La ibertad verdaderaestriba en el sometimien- | to total del propio individu y de todas sus posesiones, in tdayendo sus derechos, ala comunidad absolut, Desde ‘Rousseau hasta Lenin, ésta ha sido la interpretacin esen- cialmente colecivista —o comunal— de la verdadera li- bertad. EL mensaje ha sido invariablemente objeto del incansa. ble ataque de los conservadores. El poder es l poder, cio ‘en efecto Tocqueville: no importa que el poder sea ejerc- do por un hombre, una camarilao el pueblo entero, Con- tina siendo poder y por lo tanto es opresivo. Desde esta posicidn, expuesta por Burke desde el principio y de la {que se hicieron eco inmnediatanente de Maistre y Bonald, surgié la percepcién conservadora de la naturaleza poten- ‘Galmente despética del gobierno popular. El pensamien- to seductor de que el acrecentamiento de la base de poder disminuiria automaticamente el uso del poder, pues sino el pueblo se tiranizaria a si mismo conducitia, segin la ar- poeen eine una forma nueva dle lespotismo en la que: lo entero o una simple may el Vaca eaten eae ‘as, las elites creativas y otros organismos inferiores de se- res humanos de la sociedad. Un conservador se burl6 de [a perspectiva ousseauniana jacobina de laibertad al es cribir: «todas las mafianas el ciudadano podria mirarse al expejo mientras se rasura,y ver el rosto dela diezmilloné- sima parte de un tirano y a cara de un esclavo completo». ‘Ya se mencioné anteriormente la inclinacién que tienen, Jos conservadores por los grupos sociales intermedios ylas comunidades en el orden social: aquellos que median en- | tre el individuo y un poder politico més grande. Esto se daba en el contexto de una teorfa de Ia autoridad. Aqui es| | duos —clases, comuni “Gonseradurisno ® Jmportante subrayar en qué medida este mismo énfasis en Jos grupos intermedios se convirtio en la base de una pers pectiva conservadora de la libertad. Los grupos de indiv- idades, gremios y corporaciones— Te paregieron tanto a Burke como a Tocqueville haber sido las vietimas principales de la Revolucién de Francia: stos, ‘mis que los individuos abstractos. Burke se refiri6 repeti- ddamente a a violacién de los derechos corporativos y co- imunales de los franceses por los jacobinos: derechos de parentesco,religiosos, econémicos y de ot%0 tipo de aso- ciaciones. Por lo tanto, esta implicita en la defensa conservadora dels grupos en contra del soberano un pluralismo que se ‘convertiria en una de ls filosofias mis distntivas de fina- les del silo x1x. En varios momentos este pluralismo —y también el sindicalismo—, pudo haber sido adoptado, in- lstintamente, por las eausas conservadoras,liberalesy ra “cals, e hizo visible en el anarquismo proudhoniano y iis tarde en el anarquismo de Kropotkin y después en el Tberalismo de Mil, ai cmo en el conservachrismo de Hegel, Tocqueville y Taine. La tesis comiin a todas estas cavsas es exactamente Ta contraria a Ia enunciada por Rousseau los jacobinos. Las exigencias de los grupos in- termedios a sus miembros no se afiaden a a trania, sino a Jos tefuerzos necesarios para la libertad de los individuos. Silos derechos de grupos tales como a familia, la comuni- ‘dad yla provincia son invadidos por el Estado central —o mds predeciblemente cn nombre de individiuos constante mente despojados de sus derechos naturales— los verda- dderos muros de la libertad individual se derrumbarén con. cl tiempo. La posicién conservadora, expuesta de la for- na més elocuente por Tocqueville, es que las asociaciones jntermedias son valiosas como contextos mediadores formativos del individuo ¢ igualmente valiosas como amortiguadores en contra del poder del Estado. Estas asociaciones intermedias son especialmente necesarias en % Robert Niet la democracia, declaré Tocqueville, pues contrapesan en” tendo ba indy pata leaked as canes sus miembros, el poder siempre hipnotizador del Estado socal democnitico y su credo de igualdad EL énfasis conservador en grupos como la familia, la Ilesiay la comunidad local es también en la prictica el éntasis sobre los diversos papeles sociales que existen por fuerza en estos grupos. En consecuencia el ala conserva- dora ha prestado un apoyo minimo a los distintos movi Iientos de liberacin del siglo xx. Dado el remor de las ‘masas, la amenazante disolucién de las moléculss sociales en atomos,elnibilismo generalizado hacia una sociedad y ‘una cultura resultado del hedonismo individualista y el ef famenador tanta del Exado como de la econo- mia sobte las comunidades tradicional, apenas puede Speen que desl d pene Ws Canarias Bi yan estado en ln vanguarcia de la resistencia a los movi ‘nientos feministas. Se puede oir decir al conservador que cl aprecio y el respeto ala mujer en su papel de madre, pos, hija es una cosa; pero algo inaceptablemente distin- to es ver c6mo al iberalismo moderno separa a la mujer de sus papeles histéricos. En gran medida se adopta ‘misma posicién en la religin y en la educacin, sin olvi- dar la ciudadanfa politica misma, donde los conservado- tes se opusieron por mucho tiempo alos derechos de voto (y también a los econémicos) de las mujeres, sobre la base dle que su presencia en el proceso electoral as desfemini- ‘aria ala ve, feminizara lo roles y problemas de a po- Itica. Probablemente en ninguna parte ha sido ms visible el feudalismo innato de la ética conservadora que en la re- cumrente respuesta del conservadurismo a los sucesivos ‘movimientos liberadores del mundo moderno. Donde el liberal ve un probable aumento de la libertad y dela cret- tividad como resultado de esta liberaciones, el conserva- dor es mis probable que vea, o por lo menos tema, inse sgurided y alienacién, Conevadris0 n ‘La acusacién principal hecha en contra del liberalismo por los conservadores es, y ha sido, desde Buske hasta Dawson, y Bliot y Kitk entre los modernes, que ellibers Tismo es na especie de cabeza de turco del totalitarismo. Se argumenta que el liberalismo, debido a su continua funcién liberadora de los roles y autoridades tra de la sociedad, debilita a estructura social, estimula la tulkiplicacién de los seres humanos «tipo-masa» y por lo tanto atrae alos amos del totalitarismo al acecho. «Al des- tir los habitos sociales de la gente», escrbié Eliot, «y di- solver la conciencia colectiva natural en sus componentes individuales.. el iberalismo puede preparar el camino para lo que es su propia negacién». Durante el apogeo de Mussolini, Christopher Dawson declaré que el fascismo italiano eta bfsicamente el resultado del liberalismo mo- desno. Ta igualdad no es ms popular en la tradicin conserva dora que la perspectva liberal de la libertad individual Fle subrayado el modelo feudal en gran parte del penss- infento conservador acerca dc la sociedad y el Estado, Fr inguna parte es ms visible este modelo que en ls cara {ersticas de igualdad, nivelacién y uniformidad, la ausen- fda de diferenciacion vital, el carter masivo que puede ‘Seasionat la igualdad descnfrenada en la sociedad, Como themos sefalado, el feudalisino es la aplicacién a Ia polit- te de lateologia de la cadena del ser. A igualdad de fun- Gn, el ol y el poder son tan necesarios para el conjunto el orden social como para la familia. «Desuparezcan las ategoras,desafinen esi cverda. jY escuchen! qué dire pancia le sigue, todo se encuentra en total antagonismo> Fre aqui el eonocido punto de vista de Shakespeare acer- ca dela nivelacién de las categorias. Es el punto de vista de todos los conservadiores. La di- ferenciaciSn social, Ia jrarquia y el consenso funcional, nds que el mecfinico son tan vitales para la libertad como | paral orden, Esta es a esencia de la flosofiaconservado- 18 Rober Ni ta de la libertad e igualdad. Es posible que los socialistas vean a la tltima como esencial para la primeta, El liberal «esti cada vez mis dispuesto a aceptarlo. Pero, con exeep- ion s6lo del tipo de igualdad legal y constitucional que Inglaterra fue la primera en alcanzar en el siglo xv1 lama. Yorta de las formas de igualdad —o mejor dicho, la mayo. tia de los mecanismos para lograr la igualdad—amenazan en opinién de los conservadores las libertades tanto del individuo como del grupo, ibetades que son insepara- | bles de la construccién de la diversidad, vatiedad y clfe. senciacién de oportunidades que tan a menudo constins yen el blanco del igualador. «Aguellos que intentan nivelar, nunca igualan, escri- bio Burke en una nota famosa, De inmediato reconoce la importancia de los canales tanto verticales como horizon tales del movimiento individual en una sociedad creativa y productiva, «Desdichado el pais que techazara loca e in. ppiamente el scrvicio de los talentos y las viruudes» de la gente comtin, Debe haber formas para que los individuos de posicién inferior asciencan a una superior. Pero dicho ascenso no ha de ser demasiado facil. «$i el mérito excep cional es la mas rara de todas las cosas raras, deberia pasar * ais de ali ipo de gradacion» 1 Coningsby Disraeli escribié a sus congéneres judios que la igualdad seria partcularmente opresiva para ellos, ddada su historia. «Su tendencia va hacia la religién, la pro Piedad y la aristocracia natural; y, debiera ser del interes delos hombres de Estado que esta tendencia de una gran taza fuera estimulada y sus energlas y poder creativo ase- gurados para Ja causa de la sociedad existente » Disrach indica que sélo cuando se deniega a los judios los prvi gios de su ciudadania, y la proteccién de gu ariocraci natural, su propiedad y su rligin, se ven abocados alpu 10s de ellos a un comportamiento aberrante y radical. Gran parte de la veneracién conservadora por la fami- lia estriba en la afinidad histérica entre familia y propie eradrima » ‘dad. Generalmente la norma de toda familia es buscar ‘cuantas ventajas sean posibles para sus hijs y el resto de sus miembros. Las leyes mecicrales de prinogeaitura J ~ propiedad vinculada, por medio de las cuales podia pasar |i propiedad familar intacta al hijo mayor y por custodia, ‘sin que pudiera ser alienada, revelaba te un gran ‘pet port familia como el mejor meio pose de pproteccién frente a la dispersion y fragmentacin propiedad, cuyo centro de gravedad era invariablemente la tierra. No hay ningtin tema sobre el cual los conserva cores hayan atacado a ls liberales y socialistas tan tenaz- ‘mente como en el de las amenazas legales que debilitan ell contro familiar de la propiedad, a través de los impuestos © de cualquier otra forma de redistribucisn, El angumento en contra de las protecciones antiguas del privlegio de familia ego hasta las ventajasinjustas que tendria un grupo de hijos sobre otro por razéin de desi- gualdad en la herencia, Sin embargo, contestan los con servadores, no protestamos por la ventaja desigual que tie- ze un detetminado grupo de hijos en virtud de la transmi- sin genética de cualidades de vigor e inteligencia; pot «qué entonces debemos protestar por la herencia de cuali clades cultural-materiales —que pueden haber requerido varias generaciones para su formacién— y que forman parte igualmente de lo que nosotros consideramos como familia y el linaje? Hlayek presenta sueintamente el argu: ‘mento conservador: ‘Admitir esto es sencillamente reconocer que la pertenencia ‘una familia particule forma parte de la personalidad indivi, ‘quel sociedad est integrada tanto por familias como por inl vidluos, y que la transmisicn dela herencia de civzacin en el seno dela familia es un instrumento tan important etl lucha © del hombre por su progreso como lo es la herencia de atrbutos fiscos positives ‘Ademis, dado el deseo probablemente inerradicable de % Robert Nisbet todos os padres por lograr para sus hijs tanto bien como = sca posible la simple transmisién de propiedad es menos costosa para el conjunto de la sociedad que —en socieda- des como las naciones comunistas en donde la herencia de propiedlad ha sido prohibida— la carrera de los padres por colocar a sus hijos en los mejores empleos, sin impor- tar cud sea el coste para el bien de la sociedad. T. S. Eliot sefial6 que la competencia ahora tan frecuente y, a menu do nociva, de los padres para obtener una plaza para sus hijos en las mejores escuelas y colegios, cualquiera que sea la pérdida tanto para el nifio como para su programa de studios, ¢s el rabioso recurso que la gente adopta para poder compensar la pérdida de estratos de posicién més antiguos y reconocidos en el orden social. ero Carlyle lo habia dicho antes por los conservado- res, Sea 0 no reconocido, un hombre ene sus superiores, una jerarquia regulada por encima de él extendidos de manera ascendente, grado sobre grado hasta el cielo mis ‘mo y Dias el Creador, quien hizo Su mundo no para la anarquia sino para la ley y el orden. Antes de que el dine ro —en efectivo— se convirtiera en el tinico nexo uni- versal de hombre a hombre» —prosegui Carlyle— las clases inferiores tenian a quienes poder admirar de forma ‘mas 0 menos natural, «Con el triunfo supremo del Dine- 10 s¢ inici6 una nueva época; debiera aparecet una nueva aristocracia». Carlyle no defendia Ia restauracién de la aristocracia semifeudal del siglo xvar en Inglaterra sino ids bien la de una aristocracia del pensamiento y el esp rita, Pero su perspectiva del nuevo mundo que lo rodea- ba era puro conservadurismo burkeano. Los conservadores reconocieron pronto las potenciali- dades niveladoras cigualitarias del Derecho, derecho for ‘mal y estatutario, Como eseribié Halévy: «De todas las le yes se puede decir que en esencia son igualtarias ¢ indivi- ddualistas en cuanto que tienden a considerar a todos los individuos como iguales y a igualar las condiciones de to- Conservadurisme a dos los individuos.» El Derecho, en suma, es més a menu do el destructor de las costumbres que su creador. ‘La oposicién conservadora—casi abrumadora desde su comienzo mismo— a la redistribucién, a los derechos es- peciales y alos programas de Accién Afirmativa, surge de los efectos inevitablemente devastadores a largo plzo de éstos sobre la diversidad y variedad de la sociedad tanto como, si no mis, sobre sus jerarquias. La jerarquia, de un tipo u otro, nunca sera extirpada por el derecho, Como han mostrado les esfuerzos en este sentido de las socieda- des socialistas, y en ningtin lugar de manera mas evidente ue en la Unién Sovigtica, la erradicacién dela jerarquiaha sido muy inefiea, sino nua; s6lo se ha producido un cam- bio impresionante en las bases del poder y la riqueza de clase. Pero lo que, evidentemente, si se erradica esl diver sidad cultural, social, psicol6giea y socioecol6gica de un pueblo, cuando se aplica una verdaera redistribucién. Jou- veel ha escrito acerca de esto en su Etics of Redistribution: Yo poddsia ver sin pena, por uns ver, la desaparicidn de mu- has das atid gu trven 1 lo con, pero seuramete ninguno podria aceptar gustosamente la desaparicién las actividales que encuentran su mercado en las clases que go- zn de mis de 500 libras de ingreso nero. Cesarfa la produccién de todos los bienes de primera calidad - 2 Jas consecuencias posteriores? En primer lugar, la privacin personal para los individuos con ‘gusts originales; en segundo lugar, la pérdida para la sociedad del esfuerzo especial que haria esta pete para satsfacer sus ne ‘cesidades especiales; en terce lugar, la pérdida para la sociedad dela variedad de formas que resutan de los esfuerzos con éxito pata satisfacerdeseos especiales en cuarto la pérdida para la so ‘edad de esta actividades sustentadas por medios minoritarios. De todas los conservadores que escribieron durante los irom @ Es interesante saber ‘que estas palabras fueron escritas Por su autor en una critica mordaz directa a John ee ells, per no por el papel que desempeto RockeGe, en ladenominada ‘masacre de Ludlow, en: ‘Colorado, cuan- do los trabajadores de la ‘propiedad minera de ‘Rockefeller asesinados por su: ‘Aegativa a dispersarse cuando lo ordené la poicia; de ninguna manera por ests Laake cién de More de que la Propiedad es mas importante que Ja vida fue provocada ‘Por lo que él considers una defensa ipdct, insgurae indecisa de Rockets dee ‘es para prteger a propiedad pried abatin trater una y ot ver, conla mejor se «Es el fae ce la eee aera Burke en . _ We deuneleeePa | unacama de 1793, y ln commenuiorns atk asi deco, la igualdad y hago, después de un elogio nie | SD CAA a Tena dang. ae ge sentiment gene de panies rancesa y la cisis europea producida por la Revolucion Burke hace dl asaltojacobino a la propiedad peda Pi ‘ho como por tradicién fundaciones semipiblica, eclesiéstica ycviles he lonice tismo, los gobernantes jacobinos declararon no Sunt 18 propiedad corporatva en tanto que bajo la tonne ny dlecho natural sélo los inlvidaos podian tener el teas adecuado de propiedad, En esto Butke lega al sues con la propiedad, desde el alimento que comy nartimos 1 estas hasta les productos mip inact aie ‘magi 2 Robert Nisbet os silos pasados acerca de la «nivelacién», ehomogenei- dad dela masa», y la westriizacion de rangos y nel so. recomendacisn es a misma cuando se sborda e posible Yo, eatin Tocqueville, gran parte del egoime'c pore | Papel del gobierno en tiempo de hambruna o de otras er dualisre que él crey6 percbir en el panceone horteame: [sis en la vida del pueblo, fro ndlviual entra en escena. Cano la idea dela Bo ‘Proves a nuestra necesidades no ex alalcance del goice- lia se vuelve vaga, indeterminada e incierta, el hombre | no. ‘Setia una vana presuncign de los hombres de Estado sere Ginnie de cineca presente seencup delesable: aie pen hace ppucblo los mantiene a ellos, no ellen al Simiento de su inmediata generacién sucesora y nada f) pucblo. Esai ea poder del gobiemo evitar muchos males, pero ‘mit Como es tan frecuente en La democrais ox Anat a Si Paste en eo, o gui ninguna ote Sie Tocqueville, no es tanro Estados Uniden enlo-gee a Uncurivcs Pero lo que se pregunta Burke 8 «gqué hacer si el va- teed mom oS sin embargo, el punt esencial lor del salrio del trabajar ext lejos de lo necesas pce 4 u subsistencia y Ja calamidad de la época es tan grande Podemos afiadir que Tocqueville se evela comoun ob- | ™ pent res ea A como para amenazar con una verdadera hamhrimos eee eed pe ee ‘igurosamente consecuente 5 opto totalmente el lissexairey vo las ce, [| Ea ex cao mi opinin cd Siempre que un hombee no Semen como cs ees ce Dio toma Nas. | Pk cit maa gv dese en : igo J Solo prindpios deja, quadafuelrr e jane ict como su economisia modelo y no st unin Seen eee eae ie ‘Stuart Mill; despreciaba al pueblo «débily. que pen- se tie pons Be,

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