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El scr humano, conscience de su valor, ha de obrarde ucverdo con sv dignidad Si no fuera asi, seria infiel con su conducta a lo que es for naturaleza. Esta valora- tal, esd siempre puesta en nosotros."* La experiencia éica se plantea, entonces, como una sintesis de libertad y de secesidad, De libertad, porque ia voluntad no estd dererminada hacia ningtin bien en egnereto; de nesesidad, posque'el deseo de felicidad interpela al hombre de snodo absolut © inevitable. Las eriaturas ieacionales se dirigen a su fin sin sa- terlo oi amarlo. Como afirma Toms de Aquino, “no aprehenden el altimo fin, «i pueden orientar los fines préximas al dltimo porque carecen de inteligencia, mente Ia ley moral Se trata, por canto, de respetar al ser humano, algo asf come scatar una espe cie de “ecologfa humana” puts le ley natural viene demandada por ta condicién de la persona como ser racional, Es de tal importancia en la conducta ética que # se puede decir que el homibce y la mujer se perfeccionan en la medidla en que son eles a esa ley, La ley natural es una ordenacién racionsl de la conducta que gufa al hombre a su perfeccién o fin, y es medida que cetermina la proporcisn ée los ‘actos al fin: séio las acciones que se adecuan al civlen de fa ley couducen al fin ¥y ala perfeccién de la persona. Por tanto, la ley reoral regula los uctos humanos fon tant tales, es decir, no segiin un valor telativo, sino segtin un valor absoluto, © sea, como sealizados por un fin ditimo. "La ley aatural aparece como una faci- lidad de lo inteligencia que, de seuerdo con los prineipios supremos de la ley terns, dirige y ordena las acsiones humanas hacis su fin. Por eso, la ley natural se podrfa definir también como ef conjunto de nornas que, con rectitud de inten- cidn, ocientan al hombre para sjercer su libertad de acuerdo con su tltimo fin La nocién de ley moral supone que Dios no sdlo concibe en Ia ereacién cada uno de los distintos sares, sino también el orden existente entre ellos. “ate to- do, hay que decir que sin legislador no bay lay. Arora bien, un legislador cuyos mandatos obliguei 2 toda persona, siempre y en zonciencia, sdlo puede ser al- glen que sea més que los hombres, y ance el que los hombres sean responsables, s6lo puede ser Dios. Damos, puss. por un hecho, la existencia de un Dios Legis- ‘ador, Providente y unte el que somos rasponsables. Por 250, Santo Tomés ve la fey natural como una participacién para la natucalera humana de la ley eterna, di vina, que manda conservar el orden de todas las cosas, es decir, que cada ser pro- eda conforuse a su natuvateza.’™ 3.1.4. Contenido de Ia ley natural La ley natural es ley racional, ys que tener inteligencia es propio de Ja natu- rajeza del hombre, y aburca le totulidad de tas nocmus de moralidad tan claras y tlementales que todas las hombres pueden conocer con su sola razén. Contiene todos los bienes y fines esenciales que Ia persona cebe conseguir y respetar para Pauamo-Lorenre, Asin, “Eley ley vat" en wen. hia de Bodice general, Rial, Max cic, 1956, 9.98. Yauvenne Caos, Anvopalgtn fesse, ENCSP. Valens 1954 p. 2 324 / 1 esato de a etoa lograr su perfeccionamiento integral y alcanzar su finalidad Gltima. Todos los hombres tienen una misma naturaleza, por tanto, abrardn de la misma manera. Como poseen in rhismno origen y estén dotados de les misimas facuitades, tende- rn tambigo a unos Fines esenciales a los que orients Ia ley natural. De agui que los primeros principios de la ley natural sean inmutables y vale~ eros independientemente de las ciseunstancias de tiempo y lugar. Estos princi- pios pueden ser conocidos por todas los hombres. “La ley natural es universal © inmutable, Es una ordenacidn intrinseca de 1a naturaleza hurriand, que es camtin 1 todos y asenciatmente inalterable, Por eso es universal, se exticnde a todos los hombres, para siempre, en todas sus eircunstancias y sobre todos sus actos sin- gulares. Y es inmutable pues los hombres ni fa cream, ni Ja inventan, ni pueden ‘cambiarla ya que tampoce dan origen a le naturaleza. Se limitan 2 conocerla, des~ cubriendo sus resgos esenciales en el orden inexorable puesto por Dios en el hownbve y en el universo.”® De estas propiedades se desprenden varias consecuencins précticas a) si Ia naturaleza humana es la misma no sélo en todag las personas de cada paca sino ea la totalidad de los hombres de todos los tiempos, los cambios hnistérieos, sociales, teonol6gicos no afectan a la esencia de Ia ley natural: son, simplemente, el marco aceidental de [a vida moral del hombre y pueden sec ocasién de un progresa en el conocimiento de algunas de sus determinacio- nes particalares; by el contenido de la ley natural no depende de lo que hace la mayorfa, sino de lo que debe hacerse seguin la recta razén; «) los hombres no erean ni inventan la ley natural, como no crean ni jnventan la naturslezs. Por lo tanto, ninguna ceiatura ni circunstancia puede cambiarla nj ‘aumenter o disminuir su obligatotiedad: la ley naturai no admite dispensas Intentar alguna excepeiga en un caso de la ley natural equivaléria a eximir de raidad a [a naturaleze bumana; Ia ley natural es norma moral pars toda persona en cuanto a que es humana y tno por tener una determinada creencie religiose o particulares convicciones potfticas, Obliga a todos los hombres ya que, como ley natural, emerge de 1a propia naturaleza humana y ésta no cambia de un hombre a otro, ni de una ircunstancia a otra, ni tampoco de un acto a otro. a + Ronnies Loko, Angel, dio, tuns, Pompton, 1889, p8 deseo le felicidad y la vida moral / 425 Cetizan todas las normas éricas por las que debe regicse el actuar humeno. De él sagled erivan otros pteceptos. Son aquellos que prescriben lo que hay que hacer o evita preguntarse cules son Jas inclinaciones fundamencale: de Ja persone para saber Ccuiles son tos valores Fundamencales de La vida humana y los preceptos que les eresponden. Tomds de Aquino, en la Summa Theologiae, distingue:* ) una inclinacién natural que corvesponde a la teridencia de todo viviente a con servorse en su ser. De aqui se deriva que hay que resguardar la propia vide y evitar todo lo que la contcarfa, Es #st2 una inclinaciéa natural, eserita en la pro- i pia naturaleza por la cual cdo ser tiende @ conservarse y a permanecer. Apua- ta al bien de la vids, el més primatio, sin el cual no son posibles tos demas; b) una tendenciu a la fecundidad, estrechamente unide al bien de la vida, que co- responde al impufto del ser viviente a la multiplicacién dela especie; ©) una tendencia de la persona humans que corresponde a la inclinacidn del § hombve a vivir como ser racional, es decic, de eascenderse a si mismo y e- tablecer relaciones a su alrededor, reconociendo su radical dependencia ante Dios, y a vivir en sociedad. De aquf se deriva el derecho a vivir en sociedad, y lo que esto coalleva, por ejemplo, conocer la vercad y el respeto a quienes & con &! convives. Estas son, en conjunc, las inclinscfones naturies al bien propias de la nau- taleza cacional, La ley natural las compendia y, a 1 vez, las manifiesta. Seta tambiés eémo deben ordenarse segin la naturaleza del hombre y cudles son las # exigencias éticas que de esas inclinaciones se derivan para cada hombre. “La ley hatural es ia odenacién que, inscrita en Ja.naturaleza del hombre, hace posible que ésie sea capaz de gobernarse 2 sf mismo y tender sacia los bienes que son necesarios para su perfeccionamiento integral como persona, Hay, pues, inelina- clones naturales en el hombre que constituyen el contenido de esa ley plasmada fen nuestra naturaleza que nos determina hacia actos y fines mediante los cuales alcanzamos nuestra propia perfecciéa.”? * Che Todt 08 dquo, Senna Theo. Hi, 94.42 . 2 PousotoLanene, Alia, 8s yy Na on Wes Mona Ye dca grea inp. Mi did, (994. 9. 98. 7 : 326 / © esate ae tn étce ‘Al afirmar-que Ja ley satura! estd inserita en el corazdn de los hombres no se alude 4 una simple férmula poéica, vacta de contenido. Se manifiesta esf, de ma- pera sencilla y grifica, fa existencia en la persona de uns inclinacién natuval a va- Jorar rectamente el contenido moral de sus acciones, es decir, su conveniencia 0 no.con ln mas radical de Sus endenciss: la que lo empuja hacia sy fin dltimo, Ins- tintivamente cualquier sujeto aprecia gue el amor a los dems, decir la verdad, ‘cumplir Tas promesas son coss buenas y deseables y, por el contrario. que [a mmeatira, fa traici6n, Ja injustici Ye vepugaan. Estas verdades estén impresas en los hombres con tal fuerza que todos, si tie- nen buenes disposiciones, aleavzan n conocerias, al menos en sus principios y en sus conclusiones inmediatas. “La ley natural es una ley ao escrita, promulgada a través de [a misma razén que es cape de descubrir lo que es y lo que no s co- herente con la persons como tal. Par ello se explica que s6lo a medida que la ra- 26n ha ido despertando, sélo medida que se ha ido descubriendo més y més lo {gue es la persona humana, se tan ido descubriendo las obligaciones y los dere- chos conersios que Hevu consign ser y actuar como persona, los preceptos de Ja fey natural, Ahora bien, como 4! deserter de la rs26n ha sido muy lento y cier~ tamente ain le queda.mulcho :tIa riz60 por descubrr, se explica que haya habi- do y alin haya muchos ecrores en el conocimiento de los preceptos y de los valo~ res de la ley natural. En algunes pueblos, 1a poligamia, el suicidio, el aborto, la evtanasia, el incesto, el hurto, la esclavitud, ete. no se consideraban inmorales, incluso a veces se estimaban como acciones virtosas. Esto signifier que Ia sa- ‘26n se hallaba en estado erepuscular, Bs ebvio que Ia raz6n ain no esié en pleni- tud y que, andando los afics, la uz6n ird descubriendo mue'ves dimensiones de la persona que hay abn no hemos descubiesto. Les errores cometidos en el condi mmiento de la ley satural no dicen nada contra Ia verdad de cicha ley, como los eores cometidos contra la maematica o Ia astronomia a0 dicen nada contra la verdad de la matemética © de ly astronomnia."™ En consectencia, las variuciones de la ley natural no implican modificacio- res en sv contenido ontologica —que permanece radicalmente igual—, sino en el conocimiento que el hombre tiene de ella en funcida de su rnisma situacién histrica y en la aplicacin que debe hacer dei precepto segiin las circunstancias de tiempo, de lugar, en In evolicién Ge los grupos sociales, eteétera. Al estar en ‘manos de su libertad, la persora puede prescindir de la guiu ce la ley moral — aunque en ese caso no slcunzaria su fin—, pero no puede hacer que ella deje de actuar como medida de sus uctes. Si el hombre no cumple la ley natural, su cons vawvinoe, Cus, opt. p. 295, 5 deseo de felicidad y ta vida morel J 127 Be € € € @ & Sb O A, ob Gath BO BE & 6 BR OD Gr 2 a cay SD B292SS008 Qe @ 3 Be a GOCGSFSOOSSCECROCOBEO feccidn. La experiencia muestra que cuando una fersona yerra, se da euents da ‘que esa acciéa eo llena su aspiracicn a Ja felicidad ‘Una ley natural que afecta a la persona requier> une inclinaciéa humana maf tural y,a la vez. e! conocimienta racional de esa nisina tendencia por parte del hombre, “Lo primero es un requisite indispensable de tods ley natural concer. riente al hombre porque, pura que una ley sea catural, hace falta que los destina. tarios participen de ella a través de una inclinacidn que les sea natural también. Y Jo segundo es preciso para que una ley afecte al hombre justamente en cuanto’ hombre, E! hombre tiene un conocimiento racional de sus inclinaeiones natura les. Ademds de sentizlas, se forma un concepte de ellas, lo eual hace posible qu fas jazgue y que rezone sobre la rnanera en que cor viene que las satisfaga. No es: ‘gus ef hombce s¢ las invente ni que las haga suyas en un acto de libertad, Las ins linaciones naturales propins del hombre se las encuentra gste como ya dadas en, Gl, ag como algo que él misroa se confiere a sf mismo, pete el hombre Jas enpta. coma ninas inclinaciones que, aunque existen en éIsin que nsdie le hays pedido su opinion ni su previa licencia, recesiton, para poder salistacerse, que é! mismo: determine la manera en que ello puede Jograrse. Se trata asi de unas inctinocio-J res que Ie vienen al hombre de sut propia naturaleza, pero a las cuales el mismo He hombre subviene, haclendo un uso fective de su taz6n y de su libertad™ Por consiguiente, el abrar human ha de ser a la vez naturat y decidido, con- forme 2 una naturaleza dada pero dotada de libertad, que ha de autodeterminar- ‘o han de ser los que eompeten hx naturaleza humana —por la que yo soy kom bre— que por su acto de ser hace de mi individual-dad una persona; y en conse- cuencia, estos actos pueden ser indicados, imperados, mediante una ley univer- ‘al, vilida para todos aquellos que poseen 1a misina naturaleza, aunque su libre Jcucién y Ie responsabilidad consiguiente sean estrictamente personales ¢ in- vansferibles." La ley naturel, por tanto, es aquel ordenamients que brota y se funda en esa raturaleza humana. Sefiala el camino del auténtico y pleno desarrollo del hom tre, La persone ¢s reultucnte libue peso 30 libertad eo ereada: elle no ce au propio: fn porque no es 24 propia causa, Y una accion que no es su propio fin ha de re- cibir de ese fin su regla y su medida: su bondad, su cualificacisn intrfnseca. “De ste modo, el papel de Is Jey es conducir al hombre @ la plena realizacién:; Ia ley » vain Pures, Amen, Léscy lead, Ril, Mei, (BBA 9. 388. Canora, Caos. of 9.4. 328 / er casato do buco ale ces contlici6a natural y necesuria del empleo de la libertad, y por muy paradéjico ‘que pueda parecer, [a ley no es obligatoria mds que parqae el hombre es libre. En luna parspectiva como &sta se desvanece !a antinoria enue ley y libertad. 1a ley ‘parece, por ef contrario, coine la gacanifa de ana verdadera libertad, estando al servicio de} mayor bien de} hombre. ‘Ya que e) hombre esté inevitnblemente determinado hacia el bien, debe encar- sgarse de encontrat Ja relacidn entre lo que as y To que debe llegar a ser, haciendo tis0 de su libertad y siguienc lus inclinaciones de ta ley natural. Secd precisa mente su razdn naturel Ie que descubra y convierta en regla ese vinewlo expresa- do por la ley. 3.2, La recta razén Si todos los seres tienden a un fin whimo y eaula uno lo hace segiin el modo de su oacuraleza propic, el hombre tenders 2 gi de una manera racional y, per tan. to, la norma inmediata y homugénea de las acciones hummanas es la misraa razén de] hombre, La sa2dn es el primer principio de todos os actos “i sen cuanta a que ella corresponde ordenar hacia el fin fos demas actos; asi, 16gica- ments, su operaeibn, por ser ki primera en ese orden. debe constituirse ea la nor~ ma de todo él ‘Ya se ha visto que el objeto de Ja voluntad es accesariamente regulado por la ‘nteligencia: el bien conscido por el entendimiento i a Ja voluntad. "Una cosa, antes dle converse en bien para la voluntad, constituye tne verdad para la inteligencia y npnea una cosa puede ser totalmente buena si no es eonovida antes come vesdadera,"""Pero la inteligencia ag solamente pre senta el objeto a Ia voluntad, sino que Jo propane como ya regulado moraimen- ie, conforme o ng con el fin Por ese motivo, ‘Seconsidera a la cazéo" “Tomas de Aquino afirma que la rizén hurnana gs te regla proxima y homogé- ned de la moralidag” por oposicién a la norma suprema y truscendente —que no fs otra que la ley eterna—. y Rodriguez Lufio explice que "vegla significa crite- fio o unidad de medida, Regla moral es él criterio que mide la rectitud de los jui- clos y actos morales, Reyls p.Gxisaa guiere decir cegla que caté ea ol mismo ou Jeto del acto y de su principio inmediato (In voluntad), sin que nada se interpon- ga entre ellos. La expresi6n regla homogénea quiere poner de manifiesto que la * Som Reno. sa 2 a Py © Rago, Deming of hs 38 ew © Cle Tos 08 AQUINO. Summa Thealugive, tell, Q. 7. a 6 ¢- ice xv i deseo de felicided y ta vide moral ‘Ahora bien, la realidad proporciona una multiple experiencia del biea y del mal y €s preciso abstraer, a purtir de ella, una nocién de bien cacional, conforme alo que es bueno pars el hombre. La sindéresis vegula la direccign racional de a conducta a fin de que las aecinnes ao sean inconsistentes con la integridad de la naturaleza humana, "La luz natural de la razdn prictica alcunza eon evidencia in- mediata algunos conocimientas: los primezos principios y las viewdes considera das 69 su contenido més geneul. A parlir de estos peimeros conociiientos mo- sales lega, discursivamente, 2oltas verdces, mis o menos lejanas de las prime- tas evidencias. Lo que cesuiltatlevisivo a la hora de decir si un aserto moral es de Jey natural ono, no es tanto Is evidencia inmediata o mediata, sino el hecho de que tenga una conexién necesuria con los primeros prineipios 0 128 virtudes. Si esa conexiGn necesaria existe, aunque los hombres huyaln tardado tiempo en des- cubrirla, estamos ante uni regla de la ley moral natural; si no existe, estaremos sin duda anve una disposicién éieo-positiva, establecida por alguna autoridad po- ica, religiosa, del clan familiar, etegteca.” Es importante sefialar que el conocimiento moral esti influenciado por et or den o desotden de la libertad humans, Ast, par ejemplo, el conccimiento de la ley patural y de los primeros principios se da desigualmente entre los hombres: to- dos pueden conceerios pero, de hecho, no todos ucceden a ellos con la misma ex- tensién y claridad, La razén mud ea en que li voluntad mueve a fa inteligencia ha- cia el fin que quiere y por eso ex necesurto que la recta vida moral consolide la idoncidad para acceder al conocimienco moral Una vida moral desordentds manifiesta una voluntad que tibremente decide aparurse del bien. Ese cos lleva necesariamente a un oscurecimiento de las ver dades que fiacen referencia al fn Ultima. Si la persona se empefia cn una mala conducta, se expore a que el conocimiento moral concrete —prudencial—se ob- nubile, pues cuando ao se quiere rectificar el desorden de una accién singular, tuna y otra vez, la voluntad inclina @ la prudencia a que juzyue sin atender a la ley moral. De af, se esié a uv paso de pretender justificar las malas eceiones en el nivel cei conocimiento universal. “De esta forma, el hombre puede corromper fa misma ciencin moral, convirtiéndase en gutor de una nueva norma gue, en reali« dad. es un proyecto subjetive de autojustificacién extensible a toda su vida." Para que esto no suceda, es importante considerar el papel de Ja goneiencia ya ‘que, si una persona obra mul. las primeras veces advertiré la malicia de su con- ducta pero, si ésta se repite una y otra vez hasta tcansformarse ea un habito esta- regia y lo regindo tienen In misma indole: tanto fa razdn como le voluntad sox, sealidades espirituales (racionales) y creadas.”* sazén recta, Como la rectitud de una potencia es {a adeouacian Con Si Objet Ta rk ‘PEPE Ss Ja adecunda a fa verdad. Razén recta equivale totalmente a azn ver dadera. Lartazén Fe recifica eonoviendo la verdad, o 308, descubriendo el order impuesio al universe por Ia ley Ratura). La rects Fa26n esd Huminada por 10s Pi eros prineipios del orden moral. Para entender Ja nocitn de primeios principios conviene recordar que « conocimiento se desurrolia « a luz de ciertos primeros principios evidentes, in’ mismo punto de vista; o que el todo es mayor que la parte, Ssto que sucede en el: conocimiento especulativo se da también en el conacimiento prictico. Cada uno ELhombre Imente dien s6lo cuando acita de acuerdo con su natures Jeza especifica : su sie ‘in, A Est se [sin Obrar segin Ja recta razén, Actuar asf no es dar conerencia a la accién, sino actuar conforme a fo que hay de “més hombre” en ei hombre: {a razén que indigo to mejor para llegar a la plena realiza- BE} ci6n de Ia persona, Una acciGn es buciia moraimente si se realiza conforme al jui io de Ja recta raz6n, de lo contrario es mala, Por ello, Ja naturaleza pone a los hore: bbres ante la tarea de discernir lo que son, para que actie? racionalmente. Es innegable que Ja intoligencin humuna tiene un conseimiento de los pximeros: principios del actuar: “hay que hacer el bien y evitar el mal”, “no hagas a ott lo que’ RO GuTeTaS para 1”, “da a cada cual fo suyo! ipios, que coastimyen Ja sindSresis, eumprenden aguelias verdades acerca 3 rey de su obrar mara, captadas.intuitivamente y que llevan a descubrirel bien mo- Tal. ya amarlo, La sindéresis 25 up HAbIO natural y, por nto, no es adquiride como: Consecuencia de Ia repeticién de actos, “En efecto —sostiene Ana Marta Gonzd- Jea—, al no depender de nuestros actos libres, Ia existencia de la sindéresis como, gaia cadical hacia la buena accida no se ve amenazada gor nuestros actos posterio- res...) Los hbitos se usan con libertad, Ba este sentido, ie conclicién de habito pre- serva una nota esencial de nuestr experiencia de Ja norm moral: podemos cusn~ Plirla 0.20 cumpliria y no por ello desaparece." * Ropniavez Luso, Angel ies years ass Pamplonts (994. pe 23, » Gonaigen, Ans Mans, De Verte, 16 y 17. Lu sindress rte concente. Cunderins de Anuario Fie ies, Pampons, 1998, p12, 430 / © desstio oe ta ica deseo de flicidad y la vide moral / 138 SO we BO & te ae @ é e @ € S @ & € é a é & g @ & 6 € G68 000SSCO88G08 © 69USG9808 039080008 ble, la conciencia puede Megara ewuterizarse y terminar por no diseernie la mali- cia de sus actos. 4, La conciencia moral El conccimiento moral universil, que comprende tanto los primeros principios fa moval, es on saber que se orienta hacia la valoracién coo las nerenas de lacie de situaciones coneretas én Ins que esti en juego e! bien o el mal. La ley moral ine if dica un conjunte de verdades que deven seguir las acciones humanas. Pero éstas son siempre singulares y concretas. De la universalidad de la Jey moral a ta singu- Incidod dle Ia acciéa deterrminada hay una gran distancia. Para salvaria y conocer fa imoralided corereta de sus actos, el hombre necesita plicar la ley a eada uma de sus: aeciones, aterdiendo a sus particulures ciccunstancias. Bs aqui donde aparece la concieneia como medindora entre ls ley general y 1a accién pastioular. La persona humana, cusndo tiene que tomar una decisién. debs emit un juicio sobre el valor del ncto que va a realizar que le permit dilacidar sies bueno o malo, en foncién del ideal perseguido. Es una realidad de experiencia que acompafia ta conducta Gel hombre; todas las pensenas valora al setuar, st fo que hacen esta bien fo mal. Ese juicio patted de la ley morah objetiva, percibida por la razén, y serd la persona intezesuda y s6lo ella quien deba bacerto: ninguna otra pod ooupar su lu 9 gar. Es precisamente tse uicio racional, que vetsa sovce el actuar y sobre la relaci6n if fe este obrar con al fin fundamental, Jo que constituye Ta couciencia moral, Bn Ja experiencia de la moralidad, con todas las exigencias que ésta compor- 1a, la persona edvierte la conveniencia o no d2 une accidn y, por e50, el acto se presenta en cada caso como absolutamente digno ona de ser realizado, Anterior- nente, se ha visto eémo la perfecvién hacia la que tiende el hombre ha de ser al canzada a través de sus acciones. “Cada persona se experimenia a sf misma co- ‘mo un bisn, pero atin ne definitive, sino més bien edmo proyecto. El ser huma- no vive no en la satisfaccién de lo que ya es, sino en la esperanza de lo que de- be logar a ser y que todavia no es, como en tensién hacia ura plenitud atin no posefda, La dimensién ética que caracteriza todos los actos det ser humano mues~ tra que su vida es camino hacia su propia realizacién como persona. La concien- cia es justamente la luz que conduce y orients en ese camino, advistiéndole qué § fctos fealizan su dignidad y cuiiles lu destmyea, Esu es le dimensién propia de 1a experiencia ética, ime sbire ts bllen dese le anyon eran, la. adel, 808.17 332 / fi cesatio de ia etc La conciencia es on juicio del entendimiento pesictics, Es, por tanto, un acto y 90 tuna potencia o un bibito. Le facultad por la que se conoce la moralidad Ge fas accie- nes es la miscna inteligencia. El juicio de la conciencia se atribuye al entendimiento prictico, porque no se limits» enunciar la verdad sobre el ser, sine que sefiaka en ca- da caso qué se debe hacer. Por referirse n acciones singulares, se waca de un juicio panicular que xproeka © prohibe usa aecién singular, ealizada por un sujeto deter rminado en ciceunstancias eoncrecas. “La conciencta morales el primer acto an ei que el conceimiento de Iss exigencius de las virudes y de las nionmas se personaliza, se aplica « la propia sitwscién y es visto como miciendo la propia conéucta."™ Bl juicio de la conciencia es ta norma préxirma e inmediata de las acciones porque ninguna ley puede ser regis cle un acto sino a través de la aplieaci6a que cada sujeto hace de ella al actuar. La conciencia dictamina sobre la moralidad de Ing acciones en: su concreta singulsvidad. Ese juicio, acertado o na, depende del conocimiento mocal universal que cenga el! sujeto sobre la cualidud moral de los sctos, La conciencia es la referencia inmediata que encuentra la persona para ac ‘uar rectamente, paro la conciencia dabe ser verdudera, og decit, adecuada a le verdad sobre el hombre y sobre su digaidad. Mediante la conciencia —que es insustituible en cada persona—, adquiere fuerza obligatoria interior Ja ley moral natural, En cada éaso particular orienta a Ja volunted para que ésta escoia y determine los actos que son conformes a esa ley hnatucat-La conciencia interviene en todo seto libre para indicar a la persona qué valor moral tiene lo que ace y en quign se transforma al hacerlo, "Lo que fs explicitamente conocido én Ia acci6n moral es jastamente el acto que se va a realizar y su interpelaci6n pasisiva o negativa, exigiendo su realizacién © probi- biéndola, ala, libertad humana. Por eso se dice que el conocimiento propio y es pecfficamente moral es un conocimiento prictico, ¢s decir, un conocimiento que acompafia y dirige la acci6n, orientando el recto uso de la libertad." Luego de analizar et papel de la conciencia, es preciso descubeir Ja relacién que existe entre effa, Jos primeras principios, ta ciencia moral y Ia virtud de la pradencia, 4.2. El conoeimiento moral particular La conciencia no es una facultad més, unida Ia inteligencia y a fa voluntad. Se a dicho ya que es la misma inteligencia cuando juga la moralidad de una * Ropkiuvez Luko, Anse, ie eoueral, eusta, Pamplons 1991 9,285 * Run RETEZUL Antoni, “La ie yo Hunetnenncin Baden PHAAs Deonteagta Baldy, Faculte! de Ciencias de Is Universtee’ Je Navi, 198%, p25 A dase flicidad y la vide moral / 23° accién. En la base de ese juicio estén los prineipios morales. Lu conciencia mo- ral es el juicio conereto que Ia persona emit a la luz de la sindéresis sobre el ac- to singular. Por eso se dice que la cansiencia no es juez svtéaome 0 rbiteo de ia Jey, No crea la ley, sino que la deseubre y in toma como gut. Para juzger los ac- tos concretos se basa en los crizerios de aquella ley objetiva, inenutable, univer- sal, que la inteligencia de} homnbre puede descubrir en el orcen del ser. “EL papel creative de la conciencia consiste cn el hecho de que coafigura las normas, dn- doles esa forma dnica y sin paraleto que adquiersn dentto de la experiencia y cea- lizacign de fa persona." Se afirma que el juicio de la contiencia parte de los primeros principios por- que 4! conocimiento de Ia ley moral se fonda en Ja natueal inclinaciéa a la ver- dad que la inteligencia pose por ef nabico de la sindéresis. Estos primeros pr cipios gufan todo el proceso de Ia adquisiciéa de Ia ciencia moral y su aplicacién al case concreto. La conciencia ao toma como criterio cualquier afitmacién so- bre la conducta préctica. sino s6lo aquellas que, con Ia Laz de los primeros prin- cipios morales, advierte que son yerdaderas. A su vez, Ia luz de Ia sindéresis se explicita y complementa por los habitos de la ciencia moral o conecimiento de las verdsdes sobre el bien del hombre y su conducta. Presupuestos el conoci- miento y el deseo del bien, la persona ha Ue ir desgranendo discursivamente las exigencias concretas que el bien lleva consigo. “Basados en la experiencia, el ejemplo de los demés, 1a lecture y ef‘estudio, las enseanzas de los padres y maestros, etc., adquirimos el hdbito de la ciencia moral o conocimiento de [a principales verdades sobre ei bien del hombre y. su conducta. Se trata de un co- nocimiento especulativo, en el sentido de que, aun haciéndonos saber qué es el bien y qué es el mal, no ineluye de suye la energia necesatia pata aplicar ese co- nocimiento a Ia propia vida, fruto més bien de las disposiciones morales." ‘La conciencie es el juicio practico —un acto— a partic de los primeros pria- cipios que le aftece ta sindéresis un hdbito—. Ambas se combinan para elabo- sar el juicio moral. La sindéresis formula la proposici6n universal: “No se debe hacer el mal”, Seguidamente, la conciencia analiza si tal acto, conereto y parti- cular ~por ejemplo, un robo—, es una accién mala. Y entonces, la conclusién fs: “Este robo debe ser evitado”, Et juicio de la conciencia umiua asf la accién singular y conereta, La gonciencia esl é universles a un acto particular. En- «Shdida de este modo, se distingue también de la prudentin que es uni VTUG que ——EOEO_—TE—S— — ————eor''Tv—/!| outs Worrvis, Karol op sit, p. 192 i Pan BUF, Jorge 9. stp 160, 436 / £1 desafio ce a tien sg esfuerza én aplicar al caso particular los principios generales de la sindéresis, as Sr TERT 7 Tas reulas prdcticas de la CXpETERGE Vivi. 8, La viewd de la prudencia asegura, en Ia medida de sus posibilidades, Te rec- titud tetrien del juiere de 7 El dmbite Ge Ta eccisn es, gor excelencia, el campo de lo particular, pues las ac~ cians son sempre concrusysingulares Para que tm acto ven tel, me ban aa ivelepiiceses | aeecdenta Ss aeeet as Bio ips aie ae vo, sumatmene parculazade. gus ya noc vision intlecivi ed saercentica Univeral sino le vid imeleaely mar oma padencia Cone eda red, ia pnenca ex Mite gue ante moe enetoey poco ato ‘ey el mal —sostenid por a estnin vitudes motes aeons oe rims de la verdad rivers en lor ats sngusceyconersoe primer tga, a prudencia cbs iaprase ante todo en os pnrpospmeren tel oden de! obra oe le popercion ln sndésese Despuce lene tine Gl caso particular ala laze be conoimiomasy tegen ve ise catsooate, Por ata, el hombre prdeste debe conocer ls rnspios universes de ec cigny los casos sn gules, Por mo, a praercia hd Ingpiae cee oon clusions dela iencia cel ues sus prsepon extn fj de detrital cenjent de debres que = ponent la contact del hone ‘Como sha vist hata ae el cococimento marl yesselsltevienen vatior elementos. Praeger a eonocer a moralidad deen sign comeons Ie Seda la ey natal poponen el sluenta paocigelsinchasia nee cel peecpio general «i an Sterminada, a podencia cngiden ets cin Ia conctencajngn. Ur ejemplo ucts cafeat la cesta, Stee te de vnorar Ia moclidad de una rpie, In sides aorta an primer pice “tay que hacer el bien y eval eel nly nau eaublece que “lesa dene ta mnicia’. Lasgo se deten conser a soacatnes deine oe cal que evan a ademas que “hay que evs rons. a prudential pone, tu la aciSn, conclird que “ene acto erate”, Con enc element, coms Ciencia emits ou uci: "Yo deto evi sa acca" En todo exe proceso cabe fe posi de emoe Si bier a sndesis no se aquivocs, ts conienci sf puede hacelo en a muda sv auc nose adeoe alo determinedo por lor pero pncipios nae que indian donde coo en 9 dénde st mal, ese esta perspec aecompreade que pueda dare er jufio de concen, po exo os precio anton santas odedode ue pueden precentsey gu prinpos fay qe apc par segura dicen oe Teconeienia, Bl deseo de felicidad y ta vide moral / 335 ~ 4.2. Modalidades de Ia conciencia SCOSSOSSHSOCOLGOEUSHOTOHOOIDGBROE Antes de planter ls eiversas modalidudes que puede adguiri el iio deta concienci, conviene distinguir que, desde at punto ée visia psicolésic, els tre conciencia l eonocimiento fimo que el hombre tlene deaf mismo y de ss Seon En este Seti, se able de “tener coacieneta delyo™. Sin einborg, con: do se refiere a ia conciencia en sentido aroral, interesa no tanto si an acto tuvo, ecisamente esta conciencia moral lugar 0 no, sino su connotucién moral. Y es pr a a que puede presentarse segtin diversus modalidudes ‘La eoncieneia, ¢n retacién con e! acto, puede ser a) antecedents: cuando juaga sobre un acto que se vu a realizar y2 sea para man- datlo, permmititl, acansejarlo o prohibisto; b) consecuente: cuando juzga un acto ya realizado para aprobarlo, si fue bueno Jy esto da lugar a lo alegeia o sutisfaccién, o bien pasa reprobarlo coma malo, ‘caysando dolor o remordimiente. » Teniendo en cuenta'su conformidad con la ley moral, 1a coneiencia puede ser: 5) verdadera 0 recta: cusndo juezs Ja bondadl 0 malicia de um acto ceeramente, en conformidad con Ia ley moral; tb) exrénea o falsa: cuando juaga en desacuerdo von Ja ley moral, al considerar bue~ fpa una accign que es mala o vieeversa. La cause del exror de este juicio es fa ig rotuncia, euya naturaleza y mocalidades ya se han estudiado en el capitulo a. Segue! tipo de consentimiento con que et sujeto asiente al juicio dé concien- cia, ésta puede ser: °) 4) eferta: es ta que juaga con tirmezu que un acta es bueno o male, sin temor & b) probable: no posee seguridad completa, dictemina sobre la moralidad de ba jet0 s610 con prohabilidad, inclindndose por una de ‘as posibilidadess ©) dudosa: e] temor de equivoesrse fa lleva a suspender el juicio: no se decide por la bondad 0 maldad del acto, ® 136 / 1 devote dea tice 4.3. Principios para seguir ia conciencia La conciencis es regia de moralidad en cuanto capacicad de! hombre de tener present la ley y de examinar los actos u su iu2. Come los estados de Ia concien- {ia pueden ser multiples, es necesario tener en cuenta algunos principios para de- tecminar cuando un juicio de conciencia es reximente regia de moralidadt sélo fa conciencia cierta ex regia de moral: quien actia en contra de la con- Ciencia obra mal porque contradice la rorma morel eonocida. Obrar en con- tra del juicio de 1a conciencia es hacer algo conacide como melo y prohibide por Ia ley: por taito, exe acto es necesariamente malo. Nunea se puede obrur ‘en conta de [a propia conciencia. No interesa aqui que la coneiencia sea vec- ddadeca o falsa: e! que resliza un acto presentaéo por ta conciencia cierta coy ‘mo malo, tunque objetivamente sea bueno, quiere mal y, por tanto, aetiia mal Obrar en contra de Jo que dicta la propia coneiencia es, en realidad, actuar en contra de uno misme y 6¢ las convicciones nds profundas; ademss de cierta, la conciencia debe ser verdadera, 0 invenciblemente terrénea, para ser regla de moralidad: como la norma de moralidad es Ie ley natural, s6lo la coneiencia que la aplica rectamente al caso particular (con- ciencia verdadera) es, en sentido estricta, regia legitima de moratidad. Sin embargo. Ia imperfeceién humana hace que el hombre, puesta la diligencia debida, en algunos casos estime sin culpa como recta una coneiencia que, en realidad, es feisa. Por es0, In coneiencia invencibtemente enrénea es también tegia de moralidad, mientras dura el error. No obliga por sf misma —por su contenido—, sino porque aquello que manda 0 prohbe se ha tomado en bue~ nna fe como bueno 0 malo: esto significa que oblign per accidens, en cuanto & ‘bueno Slgo que no Io es; que accidentalmente, por error, se juzge como fa conciencia venciblemente errdnea no es regia moral legftima: no se puede abrar en contra de ella, pues se obcarfa To que se juzga malo, Pero tam- poco #6 Ifcito seguirl, ya yue la accién consiguiente a un error culpable, es calpable en la medida en que fo es el fallo dei que precede, Existe, por tanto, Ja ebligacidn de salir del error antes de obrar; no es Kfelto actuar cou coucieneia dudoaa: ol que obra con una duda pos ‘va, fanduda en serias razones, sobre gi el Seto es bueno o na, se eXPONE & aC- tuar mal y, por es0, debe resolver li ducts antes de cealizar ta acoién, Et deseo ale flilded y fa vida maral / 437 5. La conquista de los valores morales: formacién de la conciencia “EI hombre es un ser que necesita de la ayuda de ottos para llegar a ser lo que Propiamente es, Esto vale también para In conciencia”, afirma Robert Spaemana Y presenta come ejeinplo el tenguaje: “Decimos nawiraimente qua lo hemos aprendido de nuestros padves. Quien no ha ofélo unca hablar sigue mudo y si luno no se comunica de ninguna manera, entonces, no Uega ni siquiera a pensar. Del mismo moda, e! hombre va desacrollando ese sentido de lo que esté bien y de lo que wsté nual a partir del conocimiemto que le proporcionan otras personas. Asf se pone de manifiesto, una vez mas, la necesidad de formar la conciencia, ca- rea que comienza ya desde a infancia, Robert Spaemann lo exptica en un ofvafo, que si bien es largo, merece la pe- ‘na citar por completo: “En todo hombre hay como un gernen de conciencia, un 61 gano del bien y del mal. Quien conoce a los aifias sabe que esto se aprecia fei mente en ellos. Tienen un agudo sentido para la justcia, se rebelun cuando Ja ven Tesionada. Tienen sentido para el tone aucéntico y pra el falso, para la bondad y la sinceridad: pero ese Srgano se atrofia si no ven los valores encaimados en una per- sona con autoridad. Paza.ellos, la palabra es ante todo un medic de transparencia y ce verdad, Pera cuando, por miedo a las amenazas, aprenden que hay que mentir para librarse ce ellas o experimentan que sus padres no les dicen la verdad y em- plean fa mentira en la vida diaria como normal instrument de progreso, desapaze- ce el brllo de sus conciencias y se deforiman: la conciencia pierde finura™ Para que esto no suceda, se necesita un conacimiento moral. La conciencia no pone en tela de juicio el valor de ia ley moral, sino la adecuucisn de ios actos per- sonales a esa regia. De esto se deriva que, necesatiamente, la ha de suponer y juz~ ‘gar a partir de ella. Por eso, se suete decir que sin ciencia no hay conciencia. Co- mo la conciencia aplica la norma objetiva —ley maral— a las cireunstancies y casos particulares, se deduce con facilidad la obligacisn indeclinable que tiene el hombre de formar su propia conciencia, Esta tarea es susceptible de un mejoramiento continuc que esté en proporcién al progreso de la inteligencia: si ésta puede crecer en el canocimiento de le ver~ dad, también pueden ser més rectes los juicias morales que realice. Es necesario gue cl hombre se vaya haciendo capaz de emitir juicios morates verdaderos y iertos, es decir, tiene le obligaciéu de adquirir, mediante la formacién, una coo clencia verdadera y cierta, La dignidad de la pessonia requiete obvar con concien- cia formada cectamente, Como el ojo no puede prescinds de ta Iu2, ast la con- “ Spnsmints, Rober, ica: cuestonesfanumenttes, ea, Pamplona 1989. p91 totem, 92 138 / 5 desafa de lattice cioncia no puede prescindir de Ia verdad. La conciencia tiene el dececho inate: pable ala verdad y esti intimanenteligeda a la dignidad del hombre. E! puto de partis de la conciencia ese! amor a a versie. Par eso, la formaciéa de la conciencia exige el esfuerze conveniente para adquirir Ia ciencia moral éebida y pedir consejo eporunament, No es suficiente una vaga buena voiuntad i el simple deseo de “ser auténtises” para aleareac la retited moral: la conciencia aplicacién de los principis éicor al set, principios que cootiene y explicita la clencia moral, gor tanto, xige el empefio por adquirir ese saber. Cada persona tiene en sus manos lo responsebilidad de formar la propia con- cieacia, de hacerla objeto de una continua conversion aia vercad y al bien. No fs una tarea compleja que exija Is lectura de grandes y cificiles traados, pero tampoco se queda en un genérico sentido comin: se trata de poner los medios ne- cesarios para adguii la ciensia moral debida que dopender de la capacidad per- sonal, de} tipo de ocupacién y de responsabilidad que se Gene, de las circunstan- cias del ambiente en que se mueve, teétera, Ademés de poreer Ia ciencia moral ecesuria, mustas veces hee falta la peticicn de consejo, Aun ewando se conoz- «a Ja ciencla en universal, para apicarta en las sieueciones concretas puede ser preciso el parecer do otras pesonas mis experimentadas 0 estudiosss. Pero el pe- dir consejo no d:tuye ia respentabilided que asune cada persona al emitir un ju cio de conciencia, Nadie puede reemplazar a uns persona en esa taces , por tn- {0, a cesponsebilidad mora por ia decisidn tomacs es siempre propia Como se ha visto hasta acu, el conoeiniiento coral acomnpefia y cirige a ac- cia, al orientar el recto uso de ‘a libertad. Ahora bien, a rectitad de una acci6n no se deriva directamente de su adecvacién a oormes universaies. Al obra ia persona no converte 52 conceta en un “caso” que reflja exactamente la ly na- tural, Pensar ast equivaldeta# nega wna sevie de cicunstancias y condiciones aque inflayen en la moralidad se cada accion concreia. Una ver analizada la aspi- racign genérics a la felicidad que tiene todo hombre y edmo la concreta através de sus acciones, es preciso examiner de qué modo Ia accién que cealiza involu- cra a a persona en sa totaliad, es desir, cuales son los criterios &ticos que han de considerar para valora la moratidsé de sus eeciones. De ello se ccupa el si- aguiente capitulo, El deseo de felicidad y ta vide moral ¢ 438 1 Pm @ A a a (Bs Gd Sy Od, CB sa i ey BHAGOARBRLA € @ < € @ 4 e a G @ 6 208888 1 & ©06006060000000080000 Capitulo V Criterios para el ju acciones humanas jo moral de las Una vex estudiado ef orden more, es ficil conocer cusindo un acto bumano es bbupno o malo. En efecto, la conciencia juzgnré si es conforme a la ley moral — yen tal easo sera bueno—. 0 st se opone a ella y se tratarS, entonces, de un acto alo. Ahora bien, el obrar huimaso es una realidad compleja y, aunque parece complicnde juzgar la moralidad de Ins accio- sercilfo, en In préctica resulta nes, Frecuentemente, un acto hnumano posee a Ia vez aspectos buenos y malos, To aque hace mis dificil determinar su valor moral. Tal es el caso, por ejemplo, del que desprestigia a una persona. al difundir una calumnia, porque considera que ‘ese sujeto ocasiona ua dave al bien ce todos. La intencién puede ser buena, pe- 0 el medio utilizndo no To es. Cate preguntarse entonces: eémo se debe considerar la acei6n?, ¢se trata de una lesién de la Sarma del préjimo (calumnia) o de una accién que defiende el bien comin? Para resolver lus dificultades con que suele encontrarse en la Jpudctica el juisio moral, an este capitulo ge analizan distintos criterios paca juz ‘gar in bonded o maldad de las scciones, teniendo en cuenta los elementos de la imoralidad y 10s casos en que se derivan de una necién consecuencias 0 efectos secundarios. Chivers pare el juicio moral de las aeciones hursanas f 244

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