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“Desde ahora, ya no somos Graña y Montero. Ese nombre ya no nos representa”, se escucha en el spot, cuyo mensaje
también ha sido difundido en medios impresos de circulación nacional. En el comercial en blanco y negro, la firma
investigada por el Ministerio Público por participar en la entrega de sobornos junto a Odebrecht en el marco del
caso Lava Jato pidió perdón a los peruanos por “los daños causados, las malas decisiones o los
actos ilícitos de ejecutivos que ya no están en la organización”. La agencia que hizo la producción
de la publicación comenta que “un cambio de imagen iba a ser contraproducente si es que
primero no hacían mea culpa de todos los problemas que había generado la compañía”, idea
que finalmente fue aceptada por el directorio.
Graña y Montero retiró el logo de la fachada de sus oficinas principales en diciembre de 2019, sin embargo parece no
ser suficiente con “decir ya no somos la misma empresa, sino que deberán demostrarlo. La marca (el nombre) es un
tema diferente a la empresa (gestión de recursos). “A nivel de impacto, el cambio de marca es un primer paso. El tema
puede ser cosmético, luego del cambio de nombre, saco a mis directivos a hablar, pero si eso no se traduce en acciones
tangibles y concretas el impacto va a ser negativo” se publicó en El Comercio. “El cambio de nombre no los va a salvar,
lo que podrán hacer es sentar las bases desde cero. Lo que hoy tienen es una empresa, que por más que le cambien de
nombre, está claramente derrumbada y tienen que empezar a ponerle los ladrillos para volverla a levantar”, el mensaje
de la empresa debió ir acompañado de lo que realmente quiere ser ahora la empresa, como ‘ahora somos esto’. Y haber
tenido claro qué significa ese nombre; qué implica ese cambio. Dicen ‘nosotros ya no somos esa empresa’. Ok, pero ¿qué
empresa eres? ¿Cómo te llamas y en qué crees? ¿Cómo me vas a mostrar que ya no harás lo que hiciste?"
LA CONFIANZA Y LA REPUTACIÓN, Si bien el mensaje “tiene implicancias muy fuertes” pues “son pocas las empresas
que piden perdón”, un “desfase de tiempo por lo que el perdón no es tan genuino”. “Me están pidiendo perdón casi
tres años después. Ellos, además, negaron más de una vez que tuvieran algo que ver con temas de corrupción a sus
trabajadores, en comunicados, hasta que no tenían otra opción que aceptar”. A su parecer, ellos tenían un bloque sólido
de imagen construida frente a la sociedad, que se basaba en confianza y recuperarla tomará mucho tiempo. “Un spot
es un buen intento. Ellos han tenido un acto de corrupción gravísimo. Para limpiarse de eso no están empezando de
cero, sino de negativo”.
El grupo empresarial Graña y Montero anunció su cambio de denominación como parte de lo que sería una
reestructuración organizacional para mantenerse en el mercado. ¿Es suficiente el cambio de nombre y pedir perdón?
¿Es acertada la estrategia?, sin embargo, ante el cambio de nombre sus acciones subieron un 16% en Wall Street.
En primer lugar, el contexto. La reputación de Graña y Montero fue duramente dañada dentro del caso Odebrecht y se
fundamenta en hechos, en actuaciones, intencionales o no de la empresa; situación que no solo impactó a la
organización sino también a sus trabajadores. A diferencia de una crisis de reputación (hechos), las crisis de imagen son
generadas por mala comunicación o por su ausencia, dejando que el público se genere percepciones diversas y erradas
sobre un tema. No se puede manejar una crisis de reputación como si fuese una de imagen.
En segundo lugar, el momento: se pide perdón tres años después de estallar el escándalo que fue involucrando a muchas
personas naturales y jurídicas. Desde 2017, la reputación de Graña y Montero se fue deteriorando progresivamente y
no hubo reacción sincera para enfrentar la dura realidad. De hecho, se intentó apelar
al #TodosSomosGrañaYMontero para generar la solidaridad de los trabajadores, familiares y amigos, pero fracasó pues
el enfoque también fue errado.
En tercer lugar, el objetivo: Graña y Montero no comercializa productos de consumo masivo, no está presente en toda
la sociedad; por lo tanto, la estrategia comunicacional puede tener efectos no deseados. Si había quienes no se
acordaban de lo que hizo esta empresa, ahora les removió recuerdos que no eran nada gratos.
Esta empresa es difícil que desaparezca; de hecho, el cambio de nombre tiene que ver con la identidad y la sociedad
solo sabrá lo que pase adentro en la medida que la organización quiera informarlo o los propios trabajadores lo
difundan.
El éxito de esta nueva etapa de la empresa no depende de la confianza de la sociedad, pues no toda es su cliente actual
o potencial. El éxito depende de que los futuros clientes crean que la empresa es realmente otra, distinta, y no porque
lo diga a los cuatro vientos. El pedir perdón, tarde y a un público errado, no hará que los posibles clientes les den permiso
para trabajar con ellos…….
En la actualidad, Aenza ha cambiado todo su directorio, tiene 3 directores externos, nuevo presidente de Directorio, ha
redactado un nuevo Código de Conducta de Negocios de AENZA* que contiene un conjunto de comportamientos que
encarnan sus valores de seriedad, calidad, cumplimiento, eficiencia, seguridad y responsabilidad, los que orientan a
directores, gerentes, colaboradores y en general para todos aquellos que representen a AENZA en cualquier actividad,
a efectos de decidir y actuar éticamente. El documento reemplaza a la Carta Ética (1995), y versiones anteriores y
expone la aspiración de la empresa de ser un referente de la industria en Latinoamérica. En su web, presentan toda la
documentación histórica de la empresa, se ha creado una gerencia corporativa de Riesgos y Cumplimiento (compliance).
El documento en mención considera aspectos de buen gobierno corporativo, transparencia, responsabilidad laboral,
anticorrupción, seguridad, medio ambiente, compromiso con la sociedad, prácticas comerciales responsables, relación
con actores del gobierno, y transparencia de la información. Los rubros en los que opera actualmente son: Ingeniería y
Construcción, Infraestructura e Inmobiliaria.