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CAPITULO IV Diagnéstico diferencial de cinco estilos* prototipicos de la personalidad (histérica, infantil, narcisista, depresivo-masoquista, obsesivo-compulsiva) I. Personalidad histérica (en un nivel alto de organizacién de la personalidad) Esta es un estilo de personalidad en mujeres; sin embargo, excepcio- nalmente también se observa en varones. Considerando su alta preva- lencia en el género femenino, y para evitar el reiterativo especificador “los/las pacientes”, me circunscribo en esta descripcién solamente a mujeres A) ASPECTOS CLINICOS PREDOMINANTES 1) Labilidad emocional Aunque las pacientes sobredramatizan sus actuaciones y circunstan- cias, i sus cambios emocionales guardan un equilibro conelafuera y se _ sittian dentro de lo “relativamente apropiado”; por ende, es facil sentir 2) Seudohipersexualidad No obstante que este tipo de pacientes erotizan seductoramente las “A través de cuatro dimensiones: aspectos clinicos predominantes, organizacién psicoes tructural y naturaleza de conflictos, transferencia, y contratransferencia. 125 “TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD 3) Dependencia Esta, més aparente que real, aparece ‘en escenarios de relaciones con- flictivas “prohibidas” con un tinte edipico. La dependencia sirve de proteccién ante la angustia y culpa depresiva, que resultan de per- mitirse vivir en plenitud su sexualidad. Aunque les gratifica ser vistas como “wuilnerables”, y, por lo tanto, en necesidad de ser protegidas, la verdad es que no se permiten parasitar explotar infantiloidemente: por el contrario, con frecuencia son utilizadas y explotadas por parejas parasitarias. 4) Masoquismo Es un elemento inherente de toda organizacién de cardcter histérico; por lo comiin, al servicio de pagar por anticipado la gratificacién de deseos edipicos prohibidos; o bien de expiar culpas, por “calamida- des” ya consumadas, resultado de haber osado triunfar sobre introyec- 5)Somatizaciones Tienden a ser circunscritas, estables y bien definidas; por lo gene- ral, predecibles y en relaci6n a ciertos contextos interpersonales con- flictivos -sindromes conversivos y depresivo-ansiosos, de variadas intensidades y, por lo regular, no incapacitantes, acompafan a esta ae sah 6) Sobrevinculacién con otros Se relacionan emocionalmente con otros con relativa facilidad; since- ras y hasta, de manera ingenua, “abiertas”, por lo mismo, incapaces de percibir su asiduidad a ser explotadas; fieles y comprometidas con 2 bir. 7) Exhibicionismo Este es un claro rasgo sexualizado y circunscrito al deseo de ser vistas como atractivas y hermosas; al servicio de hacerse més adorables a los ojos de los deméds, por lo mismo, sirve a un propésito mas reparatorio que egoista y posesivo: su seductor exhibicionismo es congruente y en armonia con la estructura de cardcter. 126 CESAR GARZA GUERRERO 8) Sugestionabilidad gia” las relaciones; se cuasiautohipnotizan con el encanto que ellas ~en particular, en relaciones de amor y situaciones de tratamiento-; por lo mismo, suelen ser victimas de 9) Seudoestupidez conmensurable con su nivel real de funcionamiento, tanto intelectual como laboral o profesional. 10) Fobias Por lo general, derivan de conflictos intrapsiquicos edipicos, generado- tes de manifestaciones de angustia y depresion, pero que se desplazan hacia objetos en el afuera ( miedo a ratones, gatos, insectos). Por ello, B) ORGANIZACION PSICOESTRUCTURAL Y NATURALEZA DE CONFLICTOS INTRAPSIQUICOS a) Predominantemente edipicos, b) Cuando presentan conflictos orales y anales, por lo comin, 127 TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD resultan de regresiones funcionales que protegen de conflic- tos edipicos. c) Aparecen, en la clinica, en el contexto de manifestaciones globales de estructuras mentales diferenciadas: conflictos in- tersistémicos entre ego, superego e id. d) Se invierte tiempo en tratamiento antes de que el trabajo ana- litico 0 psicoterapéutico sobre defensas y resistencias carac- terolégicas provoque una permeabilidad regresivo transitoria, entre estructuras, que permita el desdibujamiento de sus fron- teras y una definicién més clara y precisa de las unidades diédicas de relaciones de objeto internalizadas, constituyentes de estas mismas estructuras. C) TRANSFERENCIA a) Idealizaciones depresivamente instigadas las hace sobrevin- cularse en lo emocional con extrema facilidad y confianza con el terapeuta, erotizando con intensidad la relacién. b) Las expectativas de dependencia hacia el analista ocurren en el contexto de empatia y respeto por la vida personal del mismo y su sistema de valores; incluyendo una clara comprensién de aquellos cénones y principios de un orden profesional. c) Contrario a personalidades infantiles, las exigencias y de- mandas de estas pacientes no trascienden la situaci6n de tratamiento. d) La ingenua entrega a la situacién de tratamiento, aunado a conflictos edipicos (p. ¢., suelen conducirse con la con- viccién interna de ser la “preferida de papa”) y vulnerabili- dades masoquistas, facilita la susceptibilidad a ser victimas de analistas o psicoterapeutas con rasgos explotadores. De ahi que no sorprenda como pacientes brillantes, o hasta con una formacién cientifica y académica, idealizan a analistas silvestres, sin la habilidad para pensar en “linea recta”; o bien cémo pacientes con intearidad de cardcter y un consolidado sistema de valores toleran las desviaciones de encuadre de 128 CESAR GARZA GUERRERO psicoanalistas corruptos © con rasgos psicopaticos ~cuando a su organizacién caracterologica se agrega poderfo econé- mico y social en sus vidas, e) En ocasiones expresan’el temor de una vinculacion sexual, ro miedo: no ser lo suficientemente atractivas a los ojos del terapeuta. f) En contraste a personalidades infantiles, la intensa erotiza- cién de la transferencia no se acompafia de celos pueriles ni para las estupideces y falta de profesionalismo de seudotera- peutas o analistas depredadores. h) Una clara capacidad para diferenciar realidad de implicacio- nes de transferencia; pasado de presente, y su vida en gene- ral, de la situaci6n de tratamiento. i) Desprecian a terapeutas del mismo sexo, resultado de la pro- CONTRATRANSFERENCIA, a) La respuesta interna, afecto-cognitiva y sexual del analista a las activaciones transferenciales es congruente con el conteni- do verbal y no verbal de las comunicaciones de sus pacientes. d) Riesgo de que se active una mal alianza cimentada en un seu- doidilio, pero a expensas de escindir elementos agresivamen- te investidos, en virtud del desplazamiento de la transferencia negativa hacia el afuera. 129 ‘TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD e) Riesgo de explotar pacientes, al servicio de saciar una seu- docapacidad de amar no “realizada”; o bien de contraactuar contflictos edfpicos pregenitales derivados de rebeldia y oposi- cionismo ante el padre-establishment. f) Riesgo de no aceptar, contener y metabolizar (comprender) la intensa erotizacién, como un primer paso en direccién de la elaboracin de frustraciones inevitables, en torno a vi- cisitudes edipicas -y que més tarde permita la satisfaccion de derivados impulsivos, en el contexto de relaciones hetero- sexuales sin implicaciones edipico confictivas. Il. Personalidad infantil-histriénica (en un nivel de organizacion limitrofe) A) ASPECTOS CLINICOS PREDOMINANTES. 1) Labilidad emocional Cambios emocionales stibitos, erraticos e impredecibles en sus esta- dos de dnimo, vinculados a contextos interpersonales especificos que evocan contflictos. Su inestabilidad emocional alterna caprichosamente con momentos de un apacible y maduro funcionamiento, en otro con- texto interpersonal sin problemas. 2) Sexvalidad “Liberacion sexual” y desinhibiciones, resultado de deficiencias super- yoicas y un precario control de impulsos, podrian confundirse con “madurez sexual” y “un criterio amplio”. Lo sexual con frecuencia es sélo el boleto de admisién a situaciones que las proven de nutrimento emocional. necesidad de saciar urgencias infantiles de \dencig. Suelen sentir que fuera de lo sexual, tienen poco o nada ‘que compartir con otra persona. Promiscuidad sexual podria alternar con puritanismo moral y otras expresiones contradictorias. Manifestaciones sexuales perversas (p. e., zoofilias, sadomasoquismo, exhibicionismo), resultado de la 130 CESAR GARZA GUERRERO densacién patolégica de derivados orales y edipicos agresivamen- te investidos, podrian matizar la sexualidad, fi |. fantases ee ada o actuada de , dietas bizarras y el ingreso en grupos de ideologias esclavizantes, 10 Iglesia de la Unificacisn (Moon o Moonies). Fuerte tendencia a jomatizaciones as son de un cardcter mas bizarro que el observado en estructuras Acter del nivel alto o intermedio; menos circunscritas y més ela- . inestables e impredecibles, por ende, cambiantes con suma nen el 6) Vinculacién emocional con otros ente, y hasta en apariencia “encantadoras’, se in- al s con extrema facilidad, pero TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD pero la proclividad para devaluaciones intempestivas =cuando su nece- sidad de control se ve amenazada-, subyace ahf todo el tiempo. En po- cas sesiones dejan la sensacién de que uno las hubiese conocido desde hace 20 afios y de que uno es el responsable de todos sus agravios y carencias pasadas, o bien de la necesidad de retribuirlas en el presente. * 7) Exhibicionismo Sobredramatizan su femineidad a proporciones caricaturescas, para no decir grotescas; sus desplantes exhibicionistas al servicio del panta- gruélico deseo de ser el centro de atencién, cuyas connotaciones mas infantiloides que sexualizadas, provocan repudio mas que empatia por su exhibicionismo -sin refinamiento social, rudas y hasta torpes en sus esfuerzos por imponer su soberania como si fuesen reinas. 8) Sugestionabilidad Aunque sugestionables y vulnerables a ser manipuladas, no guardan fidelidad hacia algo o alguien en forma sostenida; a menudo cambian de convicciones y de su entrega a relaciones, grupos 0 causas diversas. 9) Seudobrillantez En contraste a estructuras histéricas en que su brillantez real es minada por una aureola de seudoestupidez, en areas de conflicto, persona- lidades infantiles pueden aparecer como mis brillantes de lo que en realidad son. La ausencia de inhibiciones superyoicas y una mayor permeabilidad represiva dan acceso a una verborrea y un aparente contacto con lo sublime, que contribuyen a una falsa impresién de “inelinacion psicolégica”, “profundidad” y “sofisticacién” que no se sostiene ante un anilisis psicoestructural mas detallado de su funciona- miento psicolégico. Sus acostumbrados cambios de planes y proyec- tos de vida no les permiten explorar su verdadero potencial. 10) Fobias En contraste a personalidades histéricas, las fobias incluyen a menudo su Area corporal, por ejemplo: miedo de hablar en publico, de rubori- zarse, de comer en restaurantes. Poseen un innegable tinte paranoide como miedo de ser ridiculizadas, atacadas, expuestas, de que la gente 132 CESAR GARZA GUERRERO , y uno no observa los contenidos simbdlicos edipico- angulares, de las fobias encontradas en personalidades histéricas. fobias en personalidades infantiles son mediadas por mecanismos ivos que alivian de ansiedades paranoides y conflictos que con- ensan urgencias orales y edipicas, agresivamente investidas. 11) Competitividad indiferenciada Rivalizan —de modo indiscriminado- con hombres y mujeres, sin la cla- a competitividad diferenciante de personalidades histéricas -sus “Ila- maradas” de competitividad alternan con la apatia y el conformismo. ante una inhabilidad aniquilante para producir, crear y trabajar-. Con frecuencia culminan en un franco parasitismo familiar y social. B) ORGANIZACION PSICOESTRUCTURAL Y NATURALEZA DE CONFLICTOS UICOS a) Existe una condensacién patolégica de conflictos edipi- cos y pregenitales, bajo la influencia de intensa rabia oral, pregenital. b) Las manifestaciones clinicas de conflictos aparecen desde unt inicio en la situacion de tratamiento, a través de formas pri- mitivas de relacionarse; resultado de la activacién de transfe- rencias primitivas -sin las manifestaciones globales atenuadas del funcionamiento psicolégico que tipifica a pacientes con estructuras mentales diferenciadas (p. ej., ego, superego e id), organizadas a un nivel alto o intermedio. c) En esta organizacién de personalidad, la tension dinamica. instigadora de conflictos deriva no de disensiones entre es- tructuras mentales plenamente diferenciadas, sino de la esci- ,gradas de representaciones sin entre constelaciones no inte de self y objeto, agresivas y libidinales. 3 d) El predominio de mecanismos escisivos permite la apari- cién en la consciencia, tanto del contenido ideacional como del componente afectivo de derivados impulsivos (como via deseos). 133 TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD que resulta de poner juntos sistemas diédicos de internali- zacién contradictorios y disociados afectivamente, aunque preservando la continuidad cognoscente o ideacional com lo disociado: se presenta “amnesia afectiva” por lo escindido, Pero no amnesia cognitiva por lo disociado (como ocurre con mecanismos represivos en estructuras de un nivel alto o intermedio). e) La interpretacién de aspectos escindidos tiene un efecto in- tegrador que fortalece el criterio de realidad y pavimenta el camino hacia una concepcién paulatina més diferenciada de si mismo y de otros. ) TRANSFERENCIA a) Hay una intensificaci6n vertiginosa de manifestaciones trans- ferenciales. Desplazamientos transferenciales, de modo caé- tico cambiantes, contradictorios e impredecibles emergen desde el inicio del tratamiento. ‘con des- de tratamiento. Necesidad de establecer los limites de un encuadre definido desde el inicio -y en el contexto de una estrategia y tactica psicoanaliticas que prevengan del desarrollo de mal alianzas y el efecto cré- nico corrosivo de movimientos sugestivo-manipulativos. c) Encuentran dificil separar realidad de implicaciones transfe- d) Las WB aciones del terapeuta guardan una escasa relacién con la realidad de la situacién de tratamiento y los aspectos. reales de la persona del terapeuta; ademés, éstas alternan con apreciaciones contradictorias y la proclividad para deva- luaciones, de igual forma distorsionantes. e) La activacién de paradigmas transferenciales contradicto- rios las hace fluctuar entre la exigencia de una intensa so- brevinculacion emocional y una defensiva indiferencia; entre la demanda infantiloide de ser rescatadas y la negacion de necesitar tratamiento; 0 entre la expresion de expectativas b) 134 CESAR GARZA GUERRERO sobrevaloradas de la persona del terapeuta y el menosprecio de la potencialidad del mismo para ayudarlas. f) La influencia de precursores primitivos idealizantes del su- pery6 no sdlo impone exigencias megalomaniacas al tera- peuta, sino que despierta expectativas complementarias, igualmente grandiosas y omnipotentes en las pacientes quie- nes también buscan cobrarse por carencias y vicisitudes pa- sadas. Ademis, a estas expectativas patolégicas se agrega la activacion de precursores sadicos primitivos del superego, agresivamente investidos, que al proyectarse se complican con ansiedades paranoides. Se evidencian los esfuerzos de las pacientes por despreciar la ayuda brindada, resultado de envidia ¢ intensa rabia oral pregenital. D) CONTRATRANSFERENCIA a) El aspecto oral infantiloide, agresivamente cargado, difi- culta la empatia con los contenidos seudoerotizados de la transferencia. b) Desconcertante y dificil de integrar incongruencias entre con- tenidos verbales y los aspectos no verbales de la comunica- cién (esto es, lo actitudinal). ¢) | nducir a é ypoyo, olvidandose del esfuerzo por entender sus implicaciones defensivas y el significado de rela~ ° d) La interpretaci6n directa y autoritaria de contenidos sin ‘dad de las pacientes para discriminar en- atender la capaci . tre realidad e implicaciones transferenciales, y sin primero ego-distonizar en el aqui y ahora aquello que se pretende ” envi tivas aclaraciones y confron- “interpretar”, en virtud de reiterat nes y contr eee podria inducir a la esterilidad de un ejercicio futil, 0 a sugestiones manipulativas Por parte del terapeuta. 4 ra, el narcisismo MA seudogenéticas, resulta- do de equiparar transferencias | primitivas con relaciones de 135 TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD ‘objeto tempranas -como si aqui y ahora fuesen réplicas inal- teradas, del alld y entonces, fallando en entender la natura- leza de defensas prerrepresivas y el impacto de alteraciones estructurales en la situacién actual de la relacién con el te- rapeuta. El aqui y ahora se tiene que conectar al alld y en- tonces, pero ésta es una ardua y dificil tarea reconstructiva, que primero requiere de un prolongado y critico periodo de integracion. La proyeccién de precursores superyoicos idealizantes, en el contexto de la ambivalencia primitiva de estructuras limitrofes, hace que el efecto sugestivo-quasi-hipndtico de falacias genéticas culmine en mal alianzas que obliteran la posibilidad de madurar a ambos, paciente y terapeuta. f) Riesgo de asumir que se podria entrar de manera directa en el nivel del supuesto punto de fijacién-regresién de pa- cientes y desde ahi ofrecerse de “objeto-real”, que brinda un supuesto “acunamiento corrector de carencias pasadas”, sin ofrecer el espacio y encuadre psicoterapéutico, que de modo simultaneo analice los conflictos e impedimentos defensivos ~derivados de secuencias genético patolégicas- con los que se pone a ser “terapéuticamente adoptada”, en contraste a la simplista suposici6n lineal de que se trata de una situacién “preestructural aconflictiva”. g) Riesgo de que la situacién de tratamiento reemplace las me- tas de la vida misma de las pacientes. h) Los intentos de formar una alianza de trabajo, a expensas de evitar la clarificacién, confrontacién y entendimiento de manifestaciones agresivas, concluye, de manera invariable, en una mutua desilusion. i) Riesgo de abandonar un abordaje esclarecedor y confron- tativo (en el sentido psicoterapéutico) e interpretativo, y de sustituirlo con uno de “apoyo” sugestivo-manipulador, argu- mentando un supuesto efecto desintegrador de las interpre- taciones. En palabras de Ramén Ganzarain ~comunicacién personal-: “Como si con las interpretaciones pudiéramos cambiar el curso de las cataratas del Niégara”. 136 CESAR GARZA GUERRERO j) Amenudo se confunde la gratificacion del acting-out (de pa- ciente y terapeuta) en las sesiones mismas del tratamiento, con “la elaboracién regresiva de la transferencia”. k) La oscilacién entre disponibilidades transferenciales contra- dictorias con frecuencia pasa por “la elaboracién de conflic- tos”, mas que la activacién disociada de lados opuestos del mismo conflicto (p.ej., la alternacién entre puritanismo y pro- miscuidad sexual). |) Laactivacién caprichosa y erratica de paradigmas transferen- ciales que condensan urgencias pregenitales y edipicas, tam- bién se confunde con la fluctuaci6n entre distintos planos de organizacién psicoestructural (como preestructural-edipico), que se presume “imponen modelos distintos” de tratamiento (p. ej., la mezcla de técnicas exploratorias y de apoyo), sin atender la naturaleza contradictoria, y, por ende, mutuamen- te nulificante de las mismas. m) No es raro observar que se otorgue un “valor terapéutico”, en las sesiones de tratamiento, a la gratificacion misma e inme- diata del acting-out de transferencias primitivas (incluyendo la manifestaci6n contratransferencial complementaria), que tipifican a la mayoria de estas pacientes como una “regresién terapéutica necesaria”, a ser reforzada con un “acunamiento sostenedor” por parte del terapeuta, remediador de “caren- cias” y de una supuesta “falla basica”, resultado de privacio- nes materno-infantiles pasadas. n) La presencia de alteraciones yoicas y superyoicas ejerce pre~ siones sobre el terapeuta, que de manera contratransferencial podrian llevarlo a desviarse de su encuadre ya verdaderas mal alianzas terapéuticas, entre otras: al abandono seudoheroico de cénones clinicos; a cortupciones superyoicas reciprocas: nihilismo terapéutico; relaciones seudoidilicas y mesidnicas, i i deflexionan “hacia otros; y a escaladas de odio que culminan en interrup- “penitentes” y francas explotaciones psi- ) Contrarreacciones en particular ante pacientes con copaticas son frecuentes, 137 TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD poderio econémico, politico o social. Pequefios favores y ser- vicios “extratransferenciales” culminan en vacaciones paga- das que combinan las familias de la paciente y su terapeuta; la consecucién de bienes raices; la explotacién de pacientes al servicio de saciar la necesidad de “injertos sociales” del analista; la compraventa de obras de arte, y hasta automévi- les, asi como el financiamiento de negocios “colaterales”, por mencionar algunos, aun el abuso sexual de pacientes. p) Es menester clarificar que algunos de estos terapeutas pa- recieran actuar desde la posicién de contraidentificaciones provectivas; es decir, intercambiando roles, complementaria- mente exoacttian en la situacién de tratamiento, el mismo derecho de aceptar, exigir y de explotar de su paciente, via su identificacion con una voraz representacién del self de la paciente, proyectada en él. En otras palabras, el terapeuta se siente justificado en ser “premiado”, en “recompensa” por el maltrato -tal y como su paciente siente que los demas estan en deuda con ella, y ahora quiere no sélo que se le retribuya, sino “que otros paguen por ello” A su vez, la paciente asume el rol de la representacién objetal correspondiente, a través de la activacién de su iden- tificacién con un objeto arcaico, omnipotente, caprichoso y controlador. Por supuesto, en otras ocasiones, el terapeuta acttia desde la posicién de sus propios componentes psicopa- ticos, a secas. De una u otra forma, llama la atencién cémo se tolera, y hasta se defiende y protege, por un gran ntimero de aiios, mal alianzas y situaciones corruptas como éstas, que solo fosilizan el statu quo. La naturaleza de alteraciones estructurales yoicas y superyoi- cas, en estructuras limitrofes, es tal que podria influir sobre el terapeuta para justificar “ampliaciones de técnica clasica”, més alla de lo que en realidad la relaci6n terapéutica puede y debe proporcionar, en el supuesto de acomodar al terapeuta como un “objeto més real” (en contraste al mitico “espejo pantalla transferencial”). @ 138 CESAR GARZA GUERRERO Cuando los esfuerzos para corregir, de manera lineal, aqui y ahora, lo que en hipotesis “fall6” 0 “falt6”, alld y en- tonces, sin ofrecer el marco terapéutico, estrategia, tactica y técnica que permitan apreciar el significado en el presente, epigenéticamente determinado, de alteraciones estructurales, conflictos y defensas de ahi derivados (a diferencia de la so- bresimplificacién que postula una mera falla basica preestruc- tural o déficit no relacionado a conflictos intrapsiquicos), se termina por promover y mantener la distorsion fantastica, y, por lo tanto, irreal de la relaci6n terapéutica; es decir, se alimentan y justifican los deseos y temores de pacientes en torno a una relaci6n irreal con un terapeuta omnipotente (sea libidinal o agresivamente investido). Como con cualquier paciente, abstinencia, en el con- texto del trabajo con pacientes limitrofe, no implica abstener- se de ser real, humano, empatico y célido -implica, eso si, abstenerse de ser forzado a formar parte de fijaciones con- tratransferenciales complementariamente patolégicas, que sostengan la irrealidad defensiva y culminen en reconfirmar, de modo irénico, el caracter “irreal y deshumanizado” de re- laciones pasadas. — III. Espectro de patologia narcisista Es un tipo de personalidad que se observa con mas frecuencia en varo- nes que en mujeres. A) ASPECTOS CLINICOS a) Aunque despliegan un concepto grandioso de si mismos su= fren de una franca contradicci6n entre su seudograndiosidad, por un lado, y su gran dependencia del tributo, amor y admi- racion de otros, para poder mantener su seudomagnificencia. b) Superficiales en lo emocional con escasa empatia por otros 139 TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD e@ incapaces de comprender los valores de los demas; su lige- nada que no satisfaga sus propios intereses, contrasta con su sensibilidad/al rechazo. ¢) Idealizan a otros que alimentan su narcisismo, devaluandolos cuando el aplauso finaliza. d) Son muy activos como explotadores. e) “Encantadores"y/afables’; no obstante, siempre concluyen por revelar la rudeza, indolencia, desconsideracién, lo calcu- lador y la frivolidad que los caracteriza, J) Envidian a aquellos que poseen algo bueno en su vida y se aburren con facilidad, sin poder sostener interés en algo que _trascienda su narcisismo. 4g) Incapaces de sufrir depresin auténtica y genuina, respon- den con rabia, resentimiento y vendettas “emocionales” con tintes paranoides, en respuesta a pérdidas objetales, reales y fantaseadas. 1h) Sentimientos de grandiosidad y omnipotencia alternan con sentimientos de extrema inferioridad e inseguridad. i) Por lo general, brillantes con una buena fachada social y una seudocreatividad exhibicionista. J) Swaparente tolerancia a la ansiedad es en realidad producto desu retiro a un espléndido aislamiento narcisista. B) ORGANIZACION PSICOESTRUCTURAL Y NATURALEZA DE CONFLICTOS INTRAPSIQUICOS a) El predominio de representaciones de self y objeto investidas de agresién, resultado de conflictos orales y pregenitales, in- terfieren con su integracién normal, en virtud de mecanismos de defensa escisivos. b) El predominio de mecanismos escisivos, a su vez, contri- buye como consecuencia a una inadecuada delimitacion de 140 CESAR GARZA GUERRERO estructuras intrapsiquicas; en especial un difuminado entre ego y superego, causa de grave patologia del superyé. ¢) Este self-grandioso manifiesto se sobreimpone a un self des- preciable, subyacentemente disociado. d) Lavintegracién patolégica de un self grandioso brinda un re-» e) Existen pacientes, sin embargo, comuna'tipica’personalidad” narcisista:y con-un nivel ‘de funcionamiento inferior, propio de-estructuras limitrofe les. “No poseen el perfil estable, fun- cional en lo’social y:adaptativo de estructuras organizadas 4 i i ecificas de debilidades yoicas (como poca tolerancia a la ansiedad, escaso control de impul- sos y un paupérrimo potencial sublimatoric), quelearacterizan (esto es, en contraste a estructuras del nivel alto o interme- dio), entre manifestaciones sobrevaloradas de simismo (p. ej., el self-grandioso) yrlayexpresién de aspectos intensamente infravalorados (como el self-despreciable). Envestos pacien- tes» fluctuaciones rapidas y'desconcertantes, del polo de lo 141 TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD g) Variaciones distintas en el grado y calidad de alteraciones estructurales, resultan en una gama diversa de manifesta- ciones psicopatolégicas y patologia del superyé, con conno- taciones diferentes de pronéstico, que podrian verse en un continuum: en el polo extremo de severidad, personalidades psicopaticas y personalidades narcisistas con rasgos psicopa- ticos y formas extremas de narcisismo maligno, en donde un claro predominio de precursores sédicos del superyo infiltran el self y permiten su identificacién con objetos agresivos om- nipotentes y crudelisimos, en ausencia de precursores ideali- zantes del superyé que neutralicen y mitiguen la inclemente expresion y sin culpa de agresion y violencia. En el otro extremo, personalidades narcisistas con manifestaciones psicopaticas inespecificas, organizadas a un nivel neurético intermedio con una mejor, si bien atin esca~ sa, disponibilidad de precursores depresivos idealizantes del supery6, que se integran a precursores sédicos para modular xy mitigar en parte, la expresién libre de la agresion. ¢) TRANSFERENCIA a) Susidealizacionescon frecuenciason resultadode relacionesde representaciones disociadas de self, a otras representaciones disociadas de self (no de self a self, como estructura diferen- ciada). Es decir, resultan dela activacion y proyeccién de repre- -sentaciones fusionadas de self-real, se/f- ideal, y objeto-ideal, como componentes del self-grandioso -guardan, por ende, - una escasa 0 nula relacién con los aspectos reales del terapeu- ta’o'de la\situacién:de:tratamiento-. Por lo mismo, la vehe- mencia con que exigen conocer sobre aspectos de la persona del analista, en dreas de su interés narcisista, contrasta con su genuina indiferencia por afios hacia otros aspectos relevantes de la vida personal del terapeuta. b) A diferencia de las idealizaciones depresivas de estructuras neuréticas de nivel alto e intermedio;las*idealizaciones'de » 142 CESAR GARZA GUERRERO (es decir, alivian de la angustia persecutora que resultarfa de la devaluacién de objetos envidiados con intensidad, que se per- ciben como sadicos y retentivos, resultado de la proyeccién de su propia voracidad, envidia, y rabia oral pregenital). c) Una continua devaluacién del terapeuta, sutil 0 burdamente expresada, acompaiia, de manera invariable, la relacion de tratamiento. ) Roban las interpretaciones 0 los esfuerzos del terapeuta por entender sus dificultades, haciéndolas propias y reclamando, ademés, el aplauso por su brillantez, originalidad e “inclina-» “ci6m/psicolégica’. e) Encuentran dificil. confiar y depender del analistay aunque de_ cs -lacién; mientras mayor la necesidad de depender del analista, mayor el odio por la necesidad de depender de él. f) Dificultades de consideracién en admitir sentimientos de gra- titud hacia el terapeuta por el trabajo realizado. @) Su envidia por los aspectos benevolentes de la situacion de tratamiento y la envidia por la persona del analista puede ac- tivar reacciones terapéuticas negativas, las cuales destruyen todo lo construido, h) Toleran, de manera precaria, las separaciones 0 interrupcio- nes del tratamiento; tienden a negarlas con actitud omnipo- tente. i) La proyeccién de precursores sédicos, investidos de agresivi- dad, matizan de un tinte paranoide la relacion y es origen de vicisitudes continuas alrededor de quién controla a quién. D) CONTRATRANSFERENCIA a) Hablan con uno, o en presencia de uno, mas no necesaria- mente con uno; de ahi lasensaciénfrecuenteen.el terapeuta TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD b) Fluctuaciones de la autoestima y apreciaciones contradic- torias sobre los recursos profesionales de uno, que oscilan entre sentirse Juan diputado y Pepe el Invisible; y que co- rresponden, de manera isomérfica, a las manifestaciones proyectadas de aspectos grandiosos y despreciables de estos pacientes, son inevitables. c) Dificultades en aceptar idealizaciones primitivas, que no guar+ dan relacion alguna con nuestra realidad, podrian obligar Luna critica sobre objetividad que rechaza, en lugar de conte~ ner lo suficiente para entender.’ d) Sin embargo, riesgo también, en la otra direccién: la de aceptar sin cuestionar las idealizaciones primitivas, transfor- mando la relacion en “una sociedad de elogios mutuos”, que alivia de desplazamientos paranoides, pero a expensas de vi- lipendiar todo el mundo alld afuera, y fallando en entender sus aspectos defensivos: maniobras que protegen de ansie- dades persecutorias, derivadas de la necesidad de descalificar al analista, por percibirlo como un profesional brillante y valioso, pero por lo mismo, envidiado y, ademas, sddico y retentivo, e) Riesgo de mal alianzas terapéuticas y colusiones patolégi- cas, incluyendo corrupciones superyoicas reciprocas (p. ¢., formas psicopaticas de pagar, que explotan a esposos, fa- miliares, instituciones), que por inmiscuir al analista, cierran la puerta a la posibilidad del andlisis de mal funcionamiento superyoico. J) ‘Cuando personalidades narcisistas ingresan’en tratamiento despreciabilidad subyacente (situacion que complica el derro- tero futuro de ambos), © bienssevan.invictos’ (en términos del doctor Hernan Solis Garza)es:deci»seventretienen por : : ’ CESAR GARZA GUERRERO g) Analistas con una:personalidad narcisista evidencian la né- tesdersus pacientes; ello los conduce a actitudes delicadas © grotescamente seductoras, que racionalizan como calidez, apertura emocional, “la ruptura con ataduras , entre otras. La intolerancia a la agresién y el propio parasitismo hacia sus pacientes, les dificulta comprender la naturaleza del encuadre psicoanalitico e impide trabajar desde una po- sicién de neutralidad, definida como equidistancia entre los diferentes sistemas instigadores de conflicto -no como se le confunde con: frialdad, inactividad, ortodoxia, cientificismo-, sin necesidad de recurrir a la introduccién de movimientos sugestivo-manipuladores, en apariencia tiernos y sentimenta- loides, pero con un tinte explotador. La patologia del superyo y rasgos psicopaticos de ana- listas con una estructura narcisista, los conduce en ocasiones aun abuso sexual, econémico y social de sus pacientes. h) El sentido de despreciabilidad, como el de frustracion y rabia en analistas con una evidente estructura narcisista, infiltra en cada aspecto de su funcionamiento psicolégico -y el paso de los afios sélo los hace cada vez mas vulnerables; de ahf la acentuacién de sus rasgos paranoides y la exacerbacién de su celotipia patolégica y envidia hacia todo aquello que brilla en otros que los emproblema sobremanera hacia mitad de la vida y que, por lo general, sigue un curso de deterioro a partir de entonces, La practica psicoanalitica, con sus dimensiones tan es- peciales de accién, siempre ha sido una atractiva disciplina para personalidades narcisistas; y la naturaleza sui generis de sus grupos y sociedades hace que continuamente sean utilizados como santuarios, donde personalidades narcisistas, con componentes explotadores y parasitarios, no sélo logran disfrazar su repudiada despreciabilidad y mediocridad, sino que, desde aqui, encuentran facil cultivar una imagen de seu- dograndiosidad, desde la que exigen veneracién por la “feli- gresia” psicoanalitica y social. 145 ‘TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD IV. Personalidad depresivo-masoquista (0 espectro depresivo-masoquista-sadico) A) ASPECTOS CLINICOS En mi experiencia, el espectro depresivo-masoquista-sédico de pato- logia del cardcter es de los mas malentendidos en la practica clinica: por ello, es donde la potencialidad para errores de juicio en cuanto a diagnéstico y tratamiento ocurre con mayor frecuencia tanto en hom- bres como en mujeres. Las manifestaciones clinicas de este espectro caracterolégico giran alrededor de: a) Severidad superyoica; ») dificultades con “el metabolismo de la agresi6n’; y, ¢) dependencia y oralidad 1) Severidad superyoica a) Serios y responsables hasta sombrios y taciturnos, aunque aprecian y disfrutan el sentido del humor en otros, sufren de inhibiciones que les bloquea el buen uso del suyo ~con el que internamente cuentan y con verdadera chispa y una abundante “malicia”, matizada de un cinismo mordaz. b) Siempre se puede contar con ellos y depender de ellos, pre- decibles y estables; transparentes en cuanto a valores y su po- sicién ante diferentes situaciones de la vida; su predictibilidad contrasta con la urgencia paranoide de traicionar y cobardia, observables en personalidades narcisistas. c) Se juzgan con severidad a si mismos y a otros, exigentes y demandantes, consigo mismos y con los demas; su perfeccio- nismo depresivo es de naturaleza congraciante: al servicio de expiar culpas, o de confirmar un anhelado sentido de bonho- mia, frente a otros, que alivie de incertidumbre en cuanto ala autoestima. — Su perfeccionismo depresivo-congraciante debe diferen- ciarse del seudoperfeccionismo egoista al servicio de la bisque- da de poder, fama y dinero, que alimenta la seudograndiosidad 146 CESAR GARZA GUERRERO de personalidades narcisistas. Ademas, debe diferenciarse del perfeccionismo impositivo y controlador de personalidades obsesivo-compulsivas, resultado de formaciones de compro- miso que protegen de angustias en relacién a deseos violentos que amenazan con irrumpir y destruir el orden. 4) Capaces de empatizar en profundidad con los predicamentos de los demas y con un mundo interno de representaciones ob- jetales, diferenciado y sensibilizado; pero cuando indignados ante lo que ellos consideran injusticias (resultado de exigencias internas derivadas de precursores sddicos del supery6), pue- den ser ofensivos, tajantes e intransigentes hacia los dema e) Exigentes en sus objetivos y metas de la vida ~si no los alcan- zan se deprimen-. Cuando circunstancias de la vida y facto- res socioculturales favorecen, “a expensas de sacrificios”, el desarrollo de algunas de sus potencialidades, la vida pareciera ser cuesta abajo y cada vez més gratificante, a partir de en- tonces -de ahi la mejoria de un gran ntimero de estas estruc- turas hacia mitad de la vida y en su senectud. ff) Por el contrario, cuando circunstancias de la vida convergen para obstruir y abortar anhelos de redencién y logros perso- nales, se transforman en individuos crénicamente depresivos y hasta amargados con fuerte carga de cinismo, que conciben su sufrimiento como el precio a pagar por cualquier pequeia gratificacién que se permiten extraerle a la vida. Su otrora capacidad interna de responder con empatia hacia proyec- tos y planes de vida, sin envidia ni distorsiones paranoides malignas por lo ya perdido, atin se preserva. En contraste a personalidades narcisistas, cuyo funcionamiento tiende a deteriorarse de la mitad de la vida en adelante. tempranos hace que su rabia hacia otros —aunque justifica- da~ se acompaiie de depresiones con un claro tinte autorre- criminador. | a7 TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD b) Ambivalencia hacia quienes quieren se expresa en ciclos que se inician con coraje hacia quienes aman, por sentirse rechazados; sélo para sentir, subsecuentemente, culpa y re- mordimiento, y por ende deprimirse. Tratando de reparar lo “dariado” se conducen sobresolicitos y hasta medrosos, sdlo para estallar otra vez en rabia, por sentirse explotades, recha- zados y tratados de forma inmisericorde -cerrando un tipico circulo vicioso selectivo de retroalimentacion distorsionante. c) Aunque se presentan con un ostensible concepto despreciable de sf mismas, uno encuentra en ellas la expresin disfrazada de componentes de grandiosidad, omnipotencia y derivados tefiidos de rabia narcisista; “sin perder el glamour” exhiben su dolor, buscan, piden y demandan aquello de lo que sienten que se les ha privado (p. ¢j., aprecio, amor, reconocimiento, respeto, admiraci6n); y no sélo quieren que se les retribuya, sino que alguien sufra y pague por ello. 6 ilgunas personalidades de- presivo-masoquistas, en el momento de percibirse ruines, humilladas y maltratadas, en realidad nutren y reconfirman su “superioridad moral” ante quienes ven como si fuesen inferiores. d) Su vulnerabilidad a sentirse inferiores, asi como su proclividad a situarse como si criticados y despreciados, contrasta con su intenso sentido de competitividad y frustraciones crénicas en relacion a sus deseos de brillar y sobresalir por encima de los demas. e) Revelan serias dificultades para dar, sin sentirse explotados, abusados y manipulados; o recibir, sin sentirse débiles, pusila- nimes, “buenos para nada”, y “que dan lastima”. f) Son extraordinariamente habiles en autosabotearse toda su vida. Su sufrimiento masoquista refleja todo un instrumento sddico de control e imposicién omnipotente sobre los demas, a quienes inducen a que los maltraten y luego culpan por todo su via crucis: son “coleccionistas crénicos de agravios y rechazos”. Como toda patologia del caracter, sus rasgos per- sonales y los de los demas, aunado a las circunstancias de la 148, CESAR GARZA GUERRERO vida y del momento, convergen en la consolidaci6n final de la organizacién de personalidades 3) Dependencia y oralidad a) otros; sobre tod més; de ahi que se confundan con personalidades infantiles, orales, entre otras. Su dependencia, sin embargo, es cualita- tivamente distinta; no presenta el tinte explotador ni parasita- tio de estructuras narcisistas o el de personalidades infantiles. Hacen lo imposible por ganarse el amor y la simpatia de los demas, hasta a expensas de ser explotados. A diferen- cia de personalidades narcisistas, incapaces de responder, de manera interna, con amor y gratitud hacia aquellos que los aman y aplauden, estructuras depresivo-masoquistas sienten pl a 4, io a su vez acenttia atin mas su ambivalent ellos —porque es inevitable que esto los confronta con el he- cho de depender de los demas, esto es, demandan con vehe- mencia la aceptacion hasta de extrafios para poder sentirse buenos y valiosos. c) Vulnerables a deprimirse en respuesta a rechazos reales 0 rechacen fantaseados; sedu aie se les ve ‘omo valiosos. Pero como no se consideran merecedores de files muestras, acaban por enardecer el sadismo en otros, les ; 149 TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD terminando por confirmar su temida anticipaci6n: “en efecto soy rechazable”, perpetuando, de esta forma, ciclos predeci- bles de rechazo y desprecio d) A menudo proyectan su propia despreciabilidad, y desde ahi se persiguen con sus propias recriminaciones despreciativas, que le adjudican a los demas (p. ¢j., “se avergiienzan de mi”; “me ven como despreciable”; “debo ser una carga para todos los demés”; “yo deberia desaparecer para ya no estorbar a nadie”). B) ORGANIZACION PSICOESTRUCTURAL Y NATURALEZA DE CONFLICTOS INTRAPSIQUICOS a) Dificultades con conflictos y dilemas en relacién al manejo de la agresién son un comin denominador a los tres grandes en- cabezados en los aspectos clinicos recién delineados: severi- dad superyoica; dificultades en el metabolismo de la agresi6n, y una conflictiva dependencia. b) La integracién de precursores sddicos, agresivamente inves- tidos con precursores depresivos idealizados en un nivel de desarrollo coincidente con el inicio de, o posterior a, la con- solidacién de un sentido integrado de si mismo y de otros; constancia objetal y el establecimiento de la capacidad para reprimir, bajo la predominante influencia de agresi6n, en for- ma tal, que hasta las demandas de los componentes idealiza- dos se transforman en expectativas persecutorias sédicas de perfeccionismo; crea una excesiva represin de motivaciones impulsivas (libidinales y agresivas) +tipico de estructuras neuré- ticas de nivel alto e intermedio en general- y es determinante de los componentes masoquistas observados en toda la gama de psicopatologia de estructuras neuréticas, en particular aquellas con un estilo caracterolégico depresivo-masoquista. c) Aunque con diferencias cualitativas y cuantitativas, en la clinica se observa un espectro’ de rasgos depresivo-ma- soquistas-sédicos en este estilo de personalidad, que po- dria conceptualizarse desde personalidades depresivas en 150 CESAR GARZA GUERRERO organizaciones neuréticas, de un nivel alto, hasta persona lidades depresivo-masoquistas, de un nivel intermedio; por iltimo, personalidades sadomasoquistas funcionando « severas de la autoestima. En este nivel del funcionamiento, la implantacion de ansiedades persecutorias en el funciona- miento psicolégico, resultado de la proyeccién de precursores sddicos primitivos del supery6 determina distorsiones, mas 0 menos severas, en las interacciones personales y son causa de infiltraciones primitivas importantes en la experiencia sub- jetiva de realidad, aunque en el contexto de un criterio de realidad preservado, en el sentido estricto del término. En el nivel inferior o limitrofe predominan componen- ‘tes sddicos sobre aquellos de una calidad depresivo-masoquis- tapen el contexto de un sindrome de identidad difusa y un ostensible mal funcionamiento superyoico. Por lo mismo, no componentes edipicos. domina una ostensible condensacién patolégica de urgencias ee bajo la influencia de intensa rabia 151 TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD e) En dimensiones clinicas correspondientes a niveles mas altos y complejos de diferenciacién y sintesis, en la organizacion de personalidad, existe la capacidad para la utilizacién su- blimada y placentera de derivados agresivos, al servicio de la erotizacién de relaciones sexuales, asi como la capacidad para capitalizar exigencias y demandas del supery6, al servi- cio de sacrificios, en la busqueda de la realizacién placentera de objetivos y metas de la vida. En niveles inferiores de diferenciacién e integraci6n psicoestruetural (como en estructuras limitrofes) se presenta una escasa disponibilidad de derivados libidinales o una inca- pacidad, nacida de impedimentos escisivos, para modular la expresién més cruda de rabia y violencia. f) En dimensiones clinicas mas maduras de masoquismo, la ‘agresion se pone al servicio del erotismo (estructuras neu- réticas); en formas més severas de sadomasoquismo (estruc- turas limitrofes) se explota la relacion sexual al servicio de la agresién. g) Las manifestaciones clinicas de narcisismo y masoquismo en el polo maduro pierden su connotacién patolégica para con- fundirse con los elementos masoquistas y narcisistas, inespe- cfficos e inevitables, propios de la condicién humana. En el polo mas patolégico, la expresién cruda de derivados agre- sivos pierde también su relacién diagnéstica con el sentido més especifico y convencional de masoquismo. Por ejemplo, la severa autodestructividad de personalidades sadomasoquis- tas, organizada en un nivel limitrofe, es muy distinta de la tt pica erotizaci6n de dolor y el gratificante masoquismo moral, que uno observa en personalidades depresivo-masoquistas organizadas a un nivel neurotico. +h) No existe una relacién lineal, directa y simple, entre la expe- riencia subjetiva de grandiosidad o despreciabilidad per se y la inversion libidinal o agresiva, respectivamente, en repre- sentaciones de self. Por ejemplo, en algunas personalidades psicopaticas, con las formas més virulentas de narcisismo maligno, la sensacién interna de grandiosidad proviene de 152 i) CESAR GARZA GUERRERO la identificacion misma con un objeto omnipotente y cruel; la identificacion con este objeto provee de poderio y gozo; bera de inseguridades y temores; y permite la gratificacion de la agresién como tinico modelo significativo de relacionarse con otros. Estas personalidades, a través del acto mismo de ha- cerse mas “ i ali- mentan y reconfirman su “grandiosidad”. Personalidades depresivo-masoquistas, por el contrario, en el acto mismo de sentirse degradados, nutren y reconfirman su superioridad moral ante otros. Diferentes tipos de psicopatologia relacionados con mal fun- cionamiento del superyé -expresados tanto en la alteracin de su funcionamiento prohibitivo como en aquel derivado del ideal del Yo-, se originan de trastornos en el proceso de dife- enciaci6n e integraci6n de esta estructura a diferentes niveles. El grado de organizacién y la integracién del Yo y su- peryé diferencian niveles de psicopatologia masoquista, in- cluyendo perversiones sexuales en general con implicaciones diagnésticas y pronésticas distintas. Por ejemplo, existe una enorme diferencia entre: 1) Conducta sexual masoquista en una relacién objetal esta- ble y en relacién a psicodinamismos edipicos, al servicio de aliviar ansiedad de castracién y “aplacar” un supery6 punitivo y cruel, para poder permitirse una gratificacion sexual con un tinte neuréticamente incestuoso (tipica constelacién psicodinémica de numerosas estructura neuréticas); y 2) una perversion sexual sadomasoquista en relaciones obje- tales inestables y una condensaci6n patolégica de urgen- cias orales y pregenitales, bajo la predominante influencia de agresién y en el contexto de severas alteraciones del Yo y superyé (una tipica estructura limitrofe). f Del mismo modo, el sometimiento esclavizante y sacrificios al servicio del otro, de algunas personalidades depresivo-ma- TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD relacién imposible o no disponible, aunque en el contexto de un supery6 bien integrado, si bien punitivo y demandante, son distintos de las humillaciones y sacrificios al servicio de intereses egoistas, que uno observa en los “apasionamientos” patolégicos de algunas personalidades narcisistas, resultado de idealizaciones self a self, y en el entramado de un self- grandioso, integrado de manera patolégica. ¢) TRANSFERENCIA a) El sometimiento masoquista a los rigores de la situacion de tratamiento podria, en si mismo, transformarse en un aspec- to resistencial, propio de su organizacién caracterolégica, que gratifica componentes masoquistas y encubre conflictos infiltrados de agresién y a menudo relacionados a situaciones edipicas invertidas (p. ej., el sometimiento pasivo-receptivo- feminoide -de un gran nimero de personalidades masoqui tas- que protege de la rivalidad contra el padre, la institucién, entre otras). Al igual que estructuras de cardcter histéricas de alto nivel, sorprende el grado enfermizo de sujecién maso- quista a seudosituaciones de tratamiento en su pasado —pero a diferencia de pacientes histéricas, que sobredramatizan “cambios y mejorias”, que adjudican a sus analistas anteriores (0 que le perdonan a su ex analista como “fallas humanas”), llama la atencién cémo pacientes con trastornos depresivo- masoquistas, aun conscientes de haber sido maltratados y utilizados buscan prolongar su agonia, o bien reinsertarla en otro contexto con otro terapeuta. Al igual que con per- sonalidades histéricas, sorprende cémo personas brillantes y creativas, cientificamente formadas, toleran y mantienen (pese a quejas y lamentaciones) una relacién de explotacion masoquista (a veces de por vida) ante terapeutas o ex analis- tas insensibles, corruptos y con rasgos psicopaticos. b) Aunque son susceptibles a sentirse ignorados, exigen del ana- lista interpretaciones unilaterales (en contraste a aquellas que ‘emergen como resultado de un mutuo trabajo colaborativo), 154 CESAR GARZA GUERRERO Por ende, potencialmente autoritarias y adoctrinantes, que de modo contratransferencial asignan un papel “sidico” e “impositivo” al analista, y que a su vez consolida su posicién masoquista frente a él. ¢) Personalidades depresivas, de alto nivel, responden con un sentido profundo de auténtica gratitud que proviene de idea- lizaciones con una funcién reparatoria, que alivia de culpas en relacién a la posibilidad de haber dafiado la relacién con su sentido interno de “maldad”. E ‘ i , ue termedio, los sentimientos de graitud hacia el terapeuta se “ven corroidos y complicados por la ambivalencia, envidia y tesentimiento, despertados por la situacién odiosa de tener _ que depender de él. En cambio, en personalidades sadomasoquistas del ni- vel limitrofe se observa una franca imposibilidad de admitir d) La potencialidad para reacciones terapéuticas negativas en personalidades depresivas de alto nivel deriva de sentir que no merecen ser bien tratados por parte del terapeuta. En personalidades depresivo-masoquistas del nivel intermedio, lareacci6n terapéutica negativa comienza a complicarse porla infiltracion de sentimientos de envidia y la necesidad de des- preciar la ayuda brindada, para atenuar envidia y evitar la culpa persecutora, ante la necesidad de tener que reconocer sentimientos de gratitud, hacia objetos que también se han atacado. No obstante, en personalidades sadomasoquistas del nivel inferior, la relacion terapéutica negativa es atin mas maligna: deriva del sédico deseo de triunfar sobre los mejores esfuerzos del terapeuta (p. ej., tipica victoria pirrica). e) Personalidades depresivas de alto nivel abordan el tratamien- to como una tarea que en alin momento los redimird; el 155 TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD proceso adquiere, por ende, un aura cuasibeatificante ahi, el sometimiento y entrega cuasirreligiosa a los y “sacrificios” de la situaci6n de tratamiento. Personalidades depresivo-masoquistas del nivel intermedio, por lo general, encuentran dificil asumir responsabilidad por la necesidad del tratamiento. Se sienten obligados por circunstancias ajenas a ellos. Por ejemplo, culpan a la pareja, al trabajo, al destino, la mala suerte, o circunstancias diversas. Admitir la necesidad de ayuda sélo les confirma su sentido interno de despreciabi- lidad e inferioridad. Personalidades sadomasoquistas del nivel limitrofe, en general, entran en tratamiento con la arrogante y despotica expectativa de que algo se les debe; de que el mundo esta en deuda con ellos y ahora viene a cobrarlo de manera sddica y con intereses, que les retribuya por vicisitudes, carencias y maltratos del pasado. D) CONTRATRANSFERENCIA a) Riesgo de que el paciente induzca de manera paulatina una respuesta contrasadica por parte del analista, patolégicamen- te complementaria, que gratifica el sometimiento masoquista del paciente. b) La capitalizacion masoquista de sucesos (como he seftalado se observa en pacientes “expertos” en la colecci6n y explota- cién crénica de “agravios”, “rechazos” y circunstancias nega- tivas), puede, por otro lado, transformarse en un instrumento de control masoquista con el que de forma sadica, torturan a otros -incluyendo por supuesto al analista~, para exigir y ex- traer nutrimento emocional que restaure, redima y retribuya por fallas y maltratos pasados. ‘A menudo, persiste en el terapeuta la sensaci6n de trabajar desde una situacién culpigena, evocadora de cuestionamien- tos con un tinte persecutorio, entre otros: “habré hecho o dado todo lo mejor a esta situacion”; “podré ayudar a este paciente y ofrecerle todo lo que necesita”. o) 156 CESAR GARZA GUERRERO d) Personalidades depresivas, de un alto nivel, evocan genui- nas fantasfas de rescate y deseos de ayudar —en personalida- des depresivo-masoquistas de nivel intermedio, en cambio, los deseos de ayudar y rescatar oscilan entre sentimientos de impotencia y coraje, vinculados a una sensacién de que, “hagase lo que se haga”, nunca sera suficiente para restafiar heridas pasadas; esto, a su vez, evoca repulsién, que si se des- borda en la contratransferencia, termina por confirmar en la paciente, su sensacién interna de despreciabilidad y malque- rencia, perpetuando asi un circulo vicioso de interacciones patolégicas. En personalidades sadomasoquistas del nivel inferior, el riesgo de contraactuar la induccién inmediata de senti- mientos de rechazo y repudio aparece tempranamente en el tratamiento. e) Riesgo de perder neutralidad, asf como el sentido de equidis- tancia entre estructuras instigadoras de conflicto y realidad, manifestando parcialidad con la parte de su estructura de carécter que explota y capitaliza las circunstancias negativas del afuera y que en apariencia justifican sus desgracias y ori- gen de infelicidad -fallandoles en ayudarles a comprender (sin negar la existencia de esos mismos factores de la realidad) el usufructo masoquista que de los mismos ellos han hecho, y fosilizar un statu quo patolégico. En personalidades sadomasoquistas sorprende el grado de distorsiones fantasticas hacia otros. Capaces de hacer de un franciscano un “monstruo sédico” de ahi la potencialidad para colosales errores en la estrategia y tactica de un tratar miento, cuando tales distorsiones se dan por un hecho. {) Riesgo de seudoidlios benevolentes que compensan por aquellas relaciones explotadoras, opresivas y sAdicas del afue- ra con cOnyuges, jefes, supervisores, ex analistas, maestros: errando en interpretar el papel de su propia contribucién se- ductora a tales situaciones. : 4) Riesgo de ser convencido, de manera contratransferencial, de que en efecto no se puede esperar mucho de ellos (sobre 157 TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD todo en personalidades depresivo-masoquistas de nivel inter medio), conformandose, en consecuencia, con metas y ob jetivos de tratamiento muy por debajo de lo que en realidac podria esperarse, y contribuir, de este modo, a introducir otra forma de ser maltratado. h) La necesidad de presentarse como mis fragiles y vulnerables de lo que conmensurablemente les corresponde, conforme su nivel real de organizacion de personalidad, podria llevar a una mezcla innecesaria de técnicas de apoyo y exploratorias, que terminan por nulificarse unas a otras, y culminan en un fiasco o desilusion més que sumar a su ya larga lista de agra- vios, rechazos y malas experiencias. V. Personalidad obsesivo-compulsiva |A) ASPECTOS CLINICOS a) Rasgos de caracter (obsesivo-compulsivos) y trastornos obse- sivo-compulsivos podrian coincidir; sin embargo, son entida- des distintas. b) A los pacientes se les describe como ordenados, preocupa- dos con aspectos de limpieza, avaros y obstinades; inflexibles ¢ insensibles. Sin embargo, cada uno de estos rasgos requie- re de algunas calificaciones. Una verdadera organizacion y una preocupacién auténtica y funcional, por el orden de las cosas, al servicio de eficacia y productividad, a secas, debe: diferenciarse de la preocupacién patolégica, improductiva y estéril de estructuras de cardcter obsesivo-compulsivas con aspectos de orden, mas ficticio que real, y que se infiltra de lo puesto: el deseo inconsciente del desorden, de provocar v retar, dejando entrever lo sucio o lo prohibido, y a menudo se traduce en improductividad, ineficiencia y parasitismo (recor- dando a Freud: en estos caracteres, lo racional y lo irracional van siempre de la mano), 158 CESAR GARZA GUERRERO De igual modo, pueden ser rigidos en cuanto a ciertos aspectos de su vida; sin embargo, bastante flexibles y has- ta generosos en exceso en otras areas de su existencia. Lo obstinado puede alternar con indiferencia hacia los mismos elementos en cuesti6n; y la avaricia se acompatia de espord- dicos episodios de despilfarros. c) Una perenne incertidumbre custodia de modo invariable a esta organizacién de carécter. Fluctuaciones del polo mas benigno, en que el acto de dudar se racionaliza como un “sano escepticismo”; hasta la indecision que, de manera lite- ral, paraliza y constrifie al sujeto a la inhabilidad para produ- cir o crear. Dudar protege de la angustia en relaci6n a comprome- terse con algo y justifica la inaccién. Siempre hay algo mas que hacer © que atender -asi sea irrelevante-, antes de lan- zarse a aquellas tareas valiosas: postergar y el eterno dudar, aunado a la indecision, son los tres lastres incapacitantes que interfieren con la explotacién de su potencial sublimatorio. d) Aunque en su interior se sienten inferiores e impotentes, pueden ser exigentes ~hasta el paroxismo- consigo mismos, lo que les proporciona una aureola de omnisciencia y omni- que depresivos (en contraste al perfeccionismo depresivo- congraciante de personalidades depresivo-masoquistas) -dad y la inseguridad de perder el control sobre su vida y la de los demas: e) Su aparente talante de insensibilidad y “austeridad” puede ser desorientador y contrasta con la exquisita y plenamente diferenciada sensibilidad de su mundo interno representacio- nal -no debe confundirse con la congelacién afecto-cognitiva de pacientes esquizoides ni con la superficialidad, ligereza y frialdad calculadora de personalidades narcisistas. La riqueza y profundidad, en la buena calidad interna de relaciones objetales (asi sean sélo fantaseadas), en pacientes obsesivos contrastan con la sorprendente ligereza, vacuidad 159 TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD interna y superficialidad de personalidades narcisistas (pese a pasar por ser el “alma de la fiesta’). timidez, pena y remordimiento. Su connotada habilidad para comunicarse con mucho detalle y sus tipicos circunloquios culminan en verdaderos “enredos”, que rayan en la prestidi- gitacion de afectos e ideas (p. ej., uno termina por no saber lo que en realidad piensan y sienten). B) ORGANIZACION PSICOESTRUCTURAL Y NATURALEZA DE CONFLICTOS a) Rasgos de caracter obsesivo-compulsivos pueden observarse. tanto en estructuras de caracter de nivel alto e intermedio como en limitrofes. b) El sustrato psicoestructural mediador de conflictos, en conse- cuencia, podria corresponder a la tipica organizaci6n neurética con los criterios y variables del nivel alto, o intermedio corres- pondiente, ya establecidos, o al de una estructura limitrofe. ¢) Conflicts anales ligados a vicisitudes ambivalentes en relacin a retener © soltar, controlar 0 ceder, someterse o dominar, amar u odiar, penetrar o recibir matizan los psicodinamismos — subyacentes de estos pacientes (aunque no son los tinicos). d) Una preocupacién constante con la:necesidad de controlar las manifestaciones de derivados agresivos es determinante de numerosos rasgos caracteristicos de estos pacientes, pero ‘con un matiz de ansiedades persecutoras més que depresivas -en contraste al descrito en personalidades depresivo-maso- quistas. C. TRANSFERENCIA a) A menudo, los pacientes proyectan en el terapeuta las repre sentaciones objetales correspondientes a precursores sadicos. 160 CESAR GARZA GUERRERO agresivamente derivados del supery6; por ejemplo, dan por \ austera, sobre- De manera paraddjica, son hipersensibles a las desviaciones del encuadre y a los lapsus en la neutralidad del analista, a quien critican con una sorprendente severidad: rechazan cual fe. b) Vulnerables a sentirse perseguidos ante las “imposiciones” del analista, que amenazan su preciado sentido de autonomia vy su perenne necesidad de afirmar su independencia ante los, dems. Manifestaciones transferenciales oscilan entre las polaridades nn ee penetrante us penetrado, bene= llor6n vs espartano, entre otros. d) La necesidad irresistible, compulsivamente irrefrenable ~en particular durante fases avanzadas del tratamiento, cuando el trabajo gradual sobre defensas caracterolégicas ha permitido una mayor permeabilidad de barreras represivas- de anular y rechazar las intervenciones del analista semeja la formacion de sintomas neuréticos, en especial de ideas obsesivas. Retan ‘y ridiculizan las interpretaciones del analista, aunque siem culpa y deseos “reparadores”. QJ La necesidad de ridiculizar y enlodar todo lo que el analista ” de siveaclereres fancones ‘ el impacto interpretativo de defensas caracterolégicas; alivia un sentido de autonomfa corroido; 3 motnoceoac crea 161 o) TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD 4) reduce la envidia a través de devaluar el trabajo del analis- _ta, tomando el control de él. f) Riesgo de que el tratamiento se transforme en un ritual mas, que se preste a ego-sintonizar conflicts y rasgos patolégicos de caracter. D) CONTRATRANSFERENCIA a) Tentador interpretar de manera directa las implicaciones simbélicas de contenidos, figuradamente significativos y re- levantes, sin atender a la naturaleza defensiva de aspectos actitudinales y los elementos formales del material. b) Crasos y reiterados errores al considerarlos mas enfermos de lo que en realidad les corresponde (sobre todo en ausencia de una adecuada evaluacion psicoestructural al inicio del tra- tamiento), cuando se atiende tinicamente a las implicaciones irracionales de contenidos en apariencia primitivos. «) Dificultad a = Oe eno emocional, resultado de conflictos en relacién a autono- mia y el control de la agresi6n. Necesidad de escudrifiar con verdadero tacto humano la naturaleza sensible y diferenciada de representaciones internas de si mismo y de otros, que contrasta con su rigido estilo. d) Riesgo crénico de contractuar un control sddico y omnis- ciente sobre el paciente que complementa, de manera | transferencial frente al analista. e) La integracién de afectos e ideas en el psicoterapeuta y en el paciente, momento tras momento en cada una de las sesio- nes, es un reto continuo durante el tratamiento. 162

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