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¢Como saber si estoy haciendo la voluntad de Dios? La paz es uno de los signos de que estamos haciendo la Voluntad de Dios en nuestras vidas El signo principal de que estamos haciendo la voluntad de Dios es la paz. Paz que no es una simple tranquilidad psicoldgica porque todo va bien, sino tuna paz que es mucho mas profunda, mucho més intima. Esta paz se pe y se confirma especialmente cuando estoy en presencia de Dios, en la oracién. La paz del que hace la voluntad de Dios va acompaiiada de otros elementos: un sentimiento interior de libertad (incluso cuando la voluntad de Dios puede ser exigente, no se cumple como algo restringido o forzado, sino con una motivacién personal y libre), una cierta dilatacién del corazén (cl corazén se hace grande en el deseo de amar a Dios més y més, en la ternura y bondad hacia el préjimo), una alegria interior. Dicho esto, el sentimiento de paz y aquello que lo acompaiia (libertad, amor, alegria) no siempre se siente intensamente, y esto es por diferentes razones. A veces vivimos tiempos de pruebas, de tentaciones, de preguntas y dudas, incluso tormentas interiores, que son normales en toda vida espiritual ¥y que hacen que, aunque seamos fieles a Dios y hagamos su voluntad, no gocemos sensiblemente de esta paz, Pero estos tiempos de prueba son pasajeros y la paz. vuelve después de un tiempo, mas profunda que antes. Hay que saber también que no siempre podemos tener la certeza absoluta de estar haciendo la voluntad de Dios. Habra de repente tiempos de "tanteat" en la vida espiritual, tiempos de bisqueda, de interrogacién sobre nuestras decisiones, sin que tengamos siempre una respuesta inmediata. La respuesta Hegard algiin dia si tenemos buena voluntad, pero se necesita tiempo. Por otra parte, Dios quiere que nos mantengamos pobres y pequefios, siempre con deseos de progresar. Si alguien tuviera permangjjemente la certeza total de hacer la voluntad de Dios, podria tener el riesgo de caer en un cierto orgullo 0 presuncién, de estar demasiado seguro de si mismo; a veces es mejor para nosotros vivir en una cierta pobreza ¢ incertidumbre, guardando simplemente la buena voluntad. Dios nos da siempre luz para las decisiones esenciales, pero eso no impide que haya una parte de oscuridad o de interrogacién en la comprensién de su voluntad, tras veces puede haber razones psicolégicas que hacen que, aunque estemos en la voluntad de Dios, el corazén no logre sentir paz: un temperamento escrupuloso 0 demasiado inquieto, un periodo de depresién o de angustia, etc. De todo esto se derivan las’siguientes consecuencias practicas: - Cuando estamos en una paz estable y profunda, en general es signo de que estamos en Ia voluntad de Dios. Pero hay que cuidar no caer en la presuncién; debemos mantenernos humildes y pequefios, sabiendo que no estamos exentos de buscar comprender y cumplir cada vez mejor esta voluntad de Dios. Hay que estar siempre en biisqueda... No con inguietud y tensién, obviamente, sino con confianza y paz, deseando siempre y con fuerza avanzar. i - Sino se tiene esta paz hay que intentar comprender por qué. A veces puede significar que no estoy en la voluntad de Dios. Otras veces quiere decir que tengo demasiados escripulos, 0 que estoy en una fase de prueba o de combate spiritual, Y otras veces es el demonio quien, para inquietarme y desmotivarme, me acusa sin un motivo verdadero (en la Escritura, el demonio se llama “acusador de los hermanos"). ~ Cuando no logremos ver claro por nosotros mismos, es bueno pedir consejo a un orientador espiritual que pueda ayudarnos en nuestro discernimiento. Cuando nos abrimos a una persona que conoce a vida espiritual, en general es bastante fécil descubrir si la falta de paz viene de una infidelidad a Dios o de otra causa. Qué entiende Ia Iglesia por Voluntad de Di San Agustin: Dame, Seffor, lo que me mandas, y manda lo que quieras Santa Teresa de Lisieux: La perfeccién consiste en hacer Su voluntad, en ser lo que El quiere que seamos (Mamuscritos autobiogréficos). Catecismo de la Iglesia: 2822 La voluntad de nuestro Padre es «que todos los hombres se salven y leguen al conocimiento pleno de la verdad» (1 Tm 2, 3-4). El «usa de paciencia, no queriendo que algunos perezcan» (2 P 3, 9; cf Mt 18, 14). Su mandamiento que resume todos los demés y que nos dice toda su voluntad es que «nos amemos los unos a los otros como él nos ha amado» (Jn 13, 34; ef 1 Jn 3; 4; Le 10, 25-37). 2823 El nos ha dado a «conocer el Misterio de su voluntad segiin el benévolo designio que en él se propuso de antemano ... : hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza ... a él por quien entramos en hereneia, clegidos de antemano segin el previo designio del que realiza todo conforme a la decision de su Voluntad» (Ef 1, 9-11). Pedimos con insistencia que se realice plenamente este designio benévolo, en la tierra como ya ocurre en el cielo. 2824 En Cristo, y por medio de su voluntad humana, Ia voluntad del Padre fue cumplida perfectamente y de una vez por todas. Jesis dijo al entrar en el mundo: » He aqui que yo vengo, oh Dios, a hacer tu voluntad» (Hb 10, 7; Sal 40, 7). Sélo Jestis puede decir: «Yo hago siempre lo que le agrada a él» (Jn 8, 29). En la oracién de su agonia, acoge totalmente esta Voluntad: «No se haga mi voluntad sino la tuya» (Le 22, 42; ef Jn 4, 34; 5, 30; 6, 38).He aqui por qué Jestis «se entregé a sf mismo por nuestros pecados segin la voluntad de Dios» (Ga 1, 4). «Y en virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblacién de una vez. para siempre del cuerpo de Jesueristo» (Hb 10, 10). 2 2825 Jestis, «aun siendo Hijo, con lo que padeci6, experimenté la obediencian (Hb 5, 8). ;Con cudnta més razén la deberemos experimentar nosotros, criaturas y pecadores, que hemos llegado a ser hijos de adopcién en él! Pedimos a nuestro Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo para cumplir su voluntad, su designio de salvacién para la vida del mundo. Nosotros somos radicalmente impotentes para ello, pero unidos a Jesiss y con el poder de su Espiritu Santo, podemos poner en sus manos nuestra voluntad y decidir escoger lo que su Hijo siempre ha escogido: hacer lo que agrada al Padre (cf Jn 8, 29): Adheridos a Cristo, podemos llegar a ser un solo espiritu con él, y asi cumplir su voluntad: de esta forma ésta se hard tanto en la tierra ‘como en el cielo (Origenes, or. 26). Considerad cémo Jesucristo nos ensefia a ser humildes, haciéndonos ver que nuestra virtud no depende sélo de nuestro esfuerzo sino de la gracia de Dios. E] ordena a cada fiel que ora, que lo haga universalmente por toda la tierra. Porque no dice ‘Que tu voluntad se haga’ en mi o en vosotros ‘sino en toda Ia tierra’: para que el error sea desterrado de ella, que la verdad reine en ella, que el vicio sea destruido en ella, que la virtud vuelva a florecer en ella y que la tierra ya no sea diferente del cielo (San Juan Criséstomo, hom. in Mt 19, 5). 2826 Por la oracién, podemos «discemir cudl es la voluntad de Dios» (Rm 12, 2; Ef 5, 17) y obtener «constancia para cumplirlay (Hb 10, 36). Jess nos ensefia que se entra en el Reino de los cielos, no mediante palabras, sino «haciendo la voluntad de mi Padre que esté en los cielos» (Mt 7, 21). 2827 «Si alguno cumple la voluntad de Dios, a ese le escucha» (Jn 9, 31; cf | Jn 5, 14). Tal es el poder de la oracién de la Iglesia en el Nombre de su Sefior, sobre todo en la Eucaristia; es comunién de intercesi6n con la Santisima Madre de Dios (ef Le 1, 38. 49) y con todos los santos que han sido «cagradables» al Sefior por no haber querido més que su Voluntad: Incluso podemos, sin herir la verdad, cambiar estas palabras: “Hagase tu voluntad en la tierra como en el cielo’ por estas otras: en la Iglesia como en nuestro Seftor Jesucristo; en la Esposa que le ha sido desposada, como en el Esposo que ha cumplido la voluntad del Padre (San Agustin, serm. Dom. 2, 6, 24). Santa Teresa Vuestra soy, para Vos naci, qué mandais hacer de mi Soberana Majestad, eterna sabiduria, bondad buena al alma mia; Dios alteza, un ser, bondad, Ja gran vileza mirad que hoy os canta amor asi: qué mandais hacer de mi ‘Vuestra soy, pues me criastes, ‘uestra, pues me redimistes, ‘vuestra, pues que me suftistes, ‘vuestra pues que me llamastes, ‘Yuestra porque me esperastes, ‘Yuestra, pues no me perdi: ‘qué manddis hacer de mi?

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