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Memoria y autobiografia Seccién de Obras de Sociologia seaonia ¥ avronrognanta colectivo, aquello que qui2s, tentativamente, pueda ser lamado memoria histrica. Curiosamente, a instalacién desplegaba ante mi, sin “revelar” nada, 1 arco temporal de esa historia inconclusa de niftos que habfan escapado | al horrendo destino al que otros habian sucumbido. ¥ ambas escenas, la literaria y la visual, mostraban, en ausencia de todo detall i ‘modo de proponer otros caminos ala reflexién y ala transmisién, donde no prime solamente cl rigor del método sino tambien la apertura, éica y estética, a otras dimensiones de la afectividad y la experiencia IV, Mujeres que narran. Autobiografia y memorias trauméticas! En cuanto cunde el miedo, la penuria oa peste, J narrecién se altera en esos puntos donde se ‘quiebra el orden, y entonces aparecen crénicas de invasiones y ders, ‘episodios oscuros donde hay fieras ocultas yalgin leyenda negra, ‘Ovex Oxozco, “Hl narradoe” Laws que anima este ensayo es la de analizar el modo en que se articu- Jan, en ciertas narrativas del pasado reciente, lo biografico y lo memorial, 0, mas espectficamente, autobiografia, memoria y testimonio, Narrativas ‘de mujeres, en este caso, Uevadas a dar cuenta de las experiencias trau- el foco de mi atencién: no tanto el relato de los “hechos” como los mo- dos de su enunciacién, el trabajo del lenguaje que impone una forma a la experiencia -y no viene meramente a representarla-, los avatares del discurso segin las figuras MuntoniA v AvTosLOGRARIA tortura, confinamiento, asesinato, desaparicién-, su innegable -y nece- jensi6n ética. Tampoco se pone a resguardo del impacto emo- este tipo de relato genera. Intenta més bien srias especificaciones tedricas. fin primer lugar, la ‘nuestra indagacién, donde confluyen el ido por) un Otro: un otro que puede ser tanto el ti de la interlocucién como la otredad misma del len- ‘Busje, y también la idea de un Otro como diferencia radical salidad esencial del enunciado es la de ser destinado, diti- Ho, el destinatrio ~presente, ausente, real 0 imaginado-, ¥ ponder, en definitiva, le dar respuesta como en el de hacerse cargo de la propia palabra y del Otro, ene sentido fuerte de de- 3, respuesta y responsabilidad se anudan en un especial en su vertiente lacanians: Ia idea 10 respecto del lenguaje, al que no domi- rma como un hacedor sino que adviene a él, ocupa un lugar de enuncia- «i6n habitado por palabras ajenas ~aunque pueda hacerlas propias a tra vés del género discursivo que elija y de la expresién de su afectividad~; ‘un sujeto también descentrado respecto de su inconsciente, que aparece como un puro antagonismo, como auto-obstéculo, limite interno que le impide realizar su identidad plena y donde el proceso de subjetivacién de un descentramiento ” MUJERES QUE NAREAN. AUTOBLOGRAFIA ¥ MEMORIAS TRAUMATICAS ~del cual las narra son parte esencial- no serd sino el intento, siem- pre renovado y fracasado, de “olvidar” ese trauma, ese vacio constitutivo, Podemios encontrar aqui una de as razomes del despliegue sin pausa del espacio biogrifico, de esas innimes «ia para y por un otro ~de maneras divers radas- y al hacerlo pone en forma ~y, ps vida que todos llevamos, cuya unided, como relato, Dicho de otro modo: no hay “un sujet , no existe por fuera del “una vida" que el relato tes de la narracién ~sinella~ sélo habré ese sordo rumor de la existencia, temporalidades: ‘dad del recuerdo, la sensacién, a pulsién y la vivencia ~con su inmedia- tea y su permanencia, su cualidad fulgurante y la capacided de expresar, como la ménada, todo un universo-. Desde: ic, Ja historia de una vida se presenta como una mul- idad de historias, ivergentes, superpuestas, donde ninguna puede ala mayor representatividad. ¥ esto no sélo es vélido para la au- se varias veces a lo largo de una vida~ ‘como género reservado a los ihustres de este mundo, sino también para la ‘experiencia cotidiana de la conversacién ese lugar en el que todos somos autobidgrafos, Porque no contamos siempre la misma historia, aunque ‘evoquemos los mismos acontecimientos: cada ve Un lugar ademas, compartido, i con Fes en su libro Autobiographies. A Feminist (1998:225), guna feminists para eponerea cert tea- imizacén de las mujeres como paro objeto de euj- iad de sccién de las mujeres, sus etaegies de ‘Su noc de experiencia et lignda a efeaceién de las minidasconstinyen: fena po su parte Joith Butler gos reguladores gue, como en donde las voces se refuerzen mutuamente en la reafirmacién de los di- ‘chos y operan como garantes de verdad. Este carécter relacional que asume la enunciacién, puesto explici- tamente en escena, parece dar la razén a algunas criticas feministas que consideran que la metonimia, el tropo de contighidad y_telacién, es el favorito en la autorrepresentacin figurada de las mujeres en la autobiografla ~siéhIpre ef TERCTONCOT otros. a diferenc nes, que preferirian la metafora, el tropo de la sustitucién, que opera en cl eje asociativa/paradigmitico y connota jerarquia ¢ identidad (de acuerdo con Paul de Man [1984], recordemos, la figura de la autobio- ¢grafla es la prosopopeya). Si esto se tradujera efectivamente en dos mo- dos opuestos de autorrepresentacién, reflexiona Gilmore (1994), tal dis- ‘incion iria més allé de la retorica para adquirir una dimensién politica aunque sabemos que la retérica es poitica-, Politica que, en el relato {que nos ocupa, se torna también, obligadamente, en una politica de la memoria, Si el cuerpo esta tradicionalmente excluido de la autobiografia, vol- cada mas bien hacia estados de alma, intelecto, espiritu, memoria, en este tipo de relatos aparece comprometido de modo prioritario, no s6lo como objeto de tormento sino también como un registro importante de au- toafirmacién. Sin embargo, no es facil traer al presente narrativo escenas «que estremecen de sélo imaginarlas, que ponen en juego ese poder icéni- co de la palabra que hace ver segiin los dictados de cada percepcién. Es- jue dejaron las marcas mds trauméticas. igblemstico-ct- ugar que le propone a su ea que ¢s llevado de algiin modo @ mirar como voyeur, a tras- | d& una y otra vez en relaci6n con Ia image | con las imagenes aterradoras ‘como afirma Didi-Huberman (2004) en una clisica polémica en torno de “cuatro fotografias arrancadas del infierno” sobre las cuales se atrevi6 obligadament, de la imagins 1 conocimiento sino una re DMUTERES QUE NAKRAR. AUTOBIOGRAMIA Y MIEMORIAS-TRAUDMATICAS hasta admirativo que puede producir el relato del suftimiento ~de cual- uier sufrimiento-. Es quiz en este registro, que convoca lo mis crudamente “feme- » sexual, Jo carnal, la imaginerla que tecubre Ta corporaidad- lato de las autoras tropieza con Ia mayor rad enuncia- juriica, pero fuera fo que lees propio y fuera del género Gfscur- sivo capaz de sostenetlo.————————_——~ ‘Yagul Volvemos a la cuestin del lenguaje: el lenguaje no meramen- te viene a expresar la expe en el aquiy ahora dela a veniste (19830), hace posible la emergencia de in dirige a~ un ti, abriendo ast el circ ‘comunicacién, Pero ningin yo habla por fuera discursivo 1% podriamos agregar, tampoco dice lo mismo en cualquier género. Porque cada género discursive conlleva, junto con cirtas regulari- dades temticas. compo: sma de valoracion del m reconocimiento de los gén listincién -drama, comedia, testimo- aio, autobiografia, novela-, esté no sélo en relacién con su estructura formal sino -y sobre todo- con la incidencia que ese sistema valorativo tiene en el plano de la recepcién y la comprensién y, por consiguiente, en eLmodo en que responde alas expectativas de su destinatario, en la doble valencia de respuesta y responsabilidad, lo que Bajtin (1997) Tama el acto ético, La antobiografia el testimonio, por ejemplo, se ajustan ~ideal- ‘mente- aun principio de veridicciSn que no rige para la novela y otros gé- ‘eros libres de invencién, La conversacién cotidiana se dstingue de la en- Itevista periodistica por el caricter institucional de esta siltima, sus participes y -a veces- sus teméticas, pero sobre todo por el “contrato de lectura” de veracidad y de objetividad que sostiene ~tambign idealmente- <1 género de la informacién, En ese registro ético se inscribe justamente concepto de valor biogréfico, al que aludimos en un epartado Sin embargo, y ins all de ea impronta abortive que ‘mente traen aparejada, los géneros son espacios de heterogene bridacién, y aun dentro ‘cme oad . 10 en la novela, por ejemplo, la ‘anéedota en un tratado cientifico, la parodia en un discurso politico ey "También se mezclan infringiendo sus limites ~nunca del todo nitidos- y ‘dando lugar a nvevos géneros -o fuera de género: el reality show, la au- toficcién, el documental subjetivo el blog... cada nerard, a su vez, sus propios sistemas valorativos y circuitos de comuni- caciOn, Esos préstamos, migraciones 0 conteminaciones toman a forma ~y por ende, el sentido- que les impone el territorio de adopeién: el dié- logo cotidiano en la novela es novela, y en cl noticiero es informacién. ‘Mis compleja es la confiuencia de géneros vecinos que comparten cier- tas caracteristicas y se distinguen, a veces radicalmente, por otras. iuestras antoras para poner en palabras la exper é esa interlocucién, de notoria convivialidad, cuya cadencia y fluidez sein- tenta conservar, que tiene incluso sus momentos de “charla de mujeres’ con su hamor y su triviaidad ~y su evidente poder reparedor-, no puede cludir esa tension constitutiva que ya sefalamos: la distancia entre lo di- cho y el decir, entre el detalle aterrador propio de este tipo de testimonio ‘yla forma que adopta st enunciacién. Podria pensarse, ante esta disimetria, que fue quizd la conversacién «el modo apropiado -volviendo a nuestro epigrafe de Bloch- en que pudo afforar, alo largo del tiempo, con la contencién y la compatiia de pares, ese relato colectivo del horror ali su “extrafieza’ La cuestion es si finalmente se logra ese resultado, sila modalidad elegida lo torna en. ‘verdad mis soportable o pone en escena una ver: més el limite de lo deci- be, su radical extrafieza. Porquela conversacién trascripta editada, pasada a le escritura, pier- {de su inmediatez, su caricter ‘primario’ se transforma en un género se- cundario -siguiendo a Bojtin-, mas elaborado, producto de un trabajo del lenguaje que opera a distancia de la vor ~elénfasis, la entonaci6n, Ja ‘emocidn- en un proceso de pérdida, de entropfa. Género, por otra par a literara: Ios libros de escritores, poetas, filbsofos, cientifcos. Pero ali el didlogo responde mds bien al modelo de la entre- vista que al dela conversacién cotidiana, hay una relacién a menudo es- pecular entre entrevistador y entrevistado, hay wn personaje que se quie- re construir 0 un retrato que se pretende dibujar, donde la vida personal se entreteje en mayor o menor medida com la profesi6n o la creacién, tra- MUJERES QUE NARRAN. AUTOBIOGRABLA Y EMORIAS TRAUMATICAS tando de mostrar esa incierta articulacin entre arte y vida que tanto in- teresara al pensador ruso®™ En estas “Conversaciones” ~que también podrian pensarse como “fuera de género"-, el objeto es bien otro y quizé su ambivalencia -0 su en definitiva de los avatares de la recepcién. Cum- de la -supuesta- espontancidad del decir, el li- bro vuelve a decir; asume el desafio de la visibilidad, de exponer la in- ‘timidad més recéndita bajo la luz inquisidora de lo piiblico, y en tanto ‘enunciado se dirige a alguien y responde ~anticipadamente— a sus inte- rogantes y a sus expectativas. Tiene sentido aqui, una ver més, la pre- gunta que surge ante toda escritura: gpara quién se escribe, quién es el destinatario al que se intenta responder y del cual el discurso se hace car- 0, en térmings de responsabilidad ética? 4. (IN)conciusionss Silo biografico, lo privado y lo intimo constituyen umibrales hipotéticos hacia la profundidad del yo, una gradacidn donde lo biogréfico puede ser piblico sin marca de privacidad y lo privado puede hacerse publica sin marca de intimidad, lo intimo también puede prescindir, en ocasio- nes, de los pasos atemperados de esa gradacién, irrumpir en lo publico ‘con una violencia de palabra que supera quizé la de la imagen aunque ‘en verdad la palabra tambign es imagen. Esa violencia es justamente la el testimonio en el desnudamiento traumtico de la intimidad someti- daa tormento, en el detalle ominoso del ageavio a los cuerpos, esa “nuda vida" au s presenta sin contornsbiogrfcs sn sqira el ebjo de 36 testimonios, con su horror fantast dilla, han venidlo poblando los tramos suc cia sintomtica segin nuestra hip6tess, para poner nie donde tantas voces fltan y el lengua flla, y "He abordado est tematic en La entre, una inven digi (2010), eewonta ¥ Avromtocnasts 1a posibilidad de decir de verdad en¢ tuna vex més su limite. Sin embargo, al ser acogidos en otras nar itobiografias, relatos de vida, entrevista, cartas, fotografias, das entre fccién y no ficcién-,* ya no dicen To mismo, Pueden hablar sin el despojamiento de la prueba juridica, con la perspectiva de la distancia o el terlocucién, bajo el amparo de la biografia el recuerdo feliz, la vid ola firmeza de la supervivencia, con el apoyo de la metéfora, la imagina- ‘ign, el humor o la reflexin politica. ¥ es sin duda la literatura la que ha ‘rabajado con mayor fortuna la forma del decir la palabra como modo de recobrar el cobijo, de abrigar la destudez, de reencontrar la dimen- sin postica de la existencia*

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