Estudios de Psicosomatica
RESPUESTA A UNA PREGUNTA DE MARCEL RITTER
Jacques Lacan
Como tntroduccton a esta serte de sesiones de trabajo
presentamos aqui un extracto importante de lo que
Jacques Lacan aporte en Estrasburgo el 26 de enero de
1975 en respuesta a una pregunta de Marcel Ritter.
Marcel Ritter: Esta mafana la cuestién giraba en torno a
ciertas palabras que comienzan con un; Unbewusste,
Unheimlich. Lo que me hizo pensar en lo Unerkannte que
encontramos en Freud, particularmente en la Traumdeutung,
donde esté bastante mal traducido ya que est4 traducido co-
mo lo desconocido cuando en realidad es lo no-reconocido.
Encontramos este Unerkannte articulado a la cuestién del
ombligo del suefio. El ombligo es ese punto en el que el
suefio -cito a Freud- es insondable. Es decir, el punto en el
que el suefio se encuentra lo m4s cerca posible de lo
Unerkannte, de lo no-reconocido. Dice Freud “Er sitz ihm
auf.” Lo que se traduce literalmente como “est4 sentado enci-
ma”, como un caballero sobre su caballo. Freud agrega que,
a partir de este punto, se eleva una madeja de pensamientos
que no alcanzamos a separar y que no provee otras contri-
buciones al contenido del suefio, es decir al texto manifiesto.
En otras palabras parece ser un punto en el que la con-
densacion falla, en el sentido de que es un punto en cierto
modo ligado por un Gnico hilo o por un solo elemento al
contenido manifiesto. Un punto de falla en la red.
Entonces la pregunta que me hago es si en este
Unerkannte, en este no-reconocido, no podemos ver Io real,
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ae ean asa Ola
uni reat no simbolizado. Algo ante lo que el suefio, en tanto
que red, se detiene, no puede avanzar. Me planteo también
la siguiente pregunta {de qué real se trata? Es lo real pulsio-
nal? Y, ademds: jcudles son las relaciones de este real con el
deseo?, puesto que Freud articula la cuesti6n del ombligo
con el deseo, por ser el lugar en el que el deseo surge como
un hongo.
Jacques Lacan: Voy a dar mi respuesta actual. Es todo lo
que puedo decir acerca de la cuestién, es el punto de
elaboraci6n al que he llegado: no pienso que se trate de lo
real pulsional.
Me llama la atenci6n escucharlos hablar de lo real pulsio-
nal. Por fortuna me llama la atencién, pues es cierto que exis-
te un real pulsional. Pero existe un real pulsional en la medi-
da en que es lo que, en la pulsi6n, reduzco a la funcién de
agujero. Es decir lo que hace que la pulsién esté ligada a los
orificios corporales. Pienso que todo el mundo aqui est4 en
condiciones de recordar que Freud caracteriza la pulsi6n por
la funci6n del orificio del cuerpo. Freud parte de la constan-
cia de lo que pasa por ese orificio. Esta constancia es segura-
mente un elemento de real. Intenté incluso representarla por
algo matemético, algo que en mateméaticas se define como
constante rotacional, lo que est4 bien para significarnos que
se trata de algo que se caracteriza por el borde del agujero.
Creo que es preciso distinguir lo que ocurre a este nivel
del orificio corporal de lo que funciona en el inconsciente.
En el inconsciente algo enteramente andlogo es significable.
Creo que es eso ante lo que Freud se detiene como en el
ombligo del suefio puesto que es a ese propésito que em-
plea el término Unerkannt, no-reconocido. Creo que de lo
que se trata es de lo que llama -y designa expresamente en
otra parte- lo Urverdrangt, lo reprimido primordial. Creo que
el destino de lo reprimido primordial, a saber, de eso que se
caracteriza por no poder ser dicho en ningdn caso, por estar
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Estudios de Psicosomética
en la raiz del lenguaje, es la mejor ilustraci6n de lo que se
trata.
En relaci6n a este Urverdrangt, a este reprimido original -
ya que se planteé recién una pregunta que concierne al ori-
gen-, Freud vuelve a propésito de lo que se tradujo literal-
mente por ombligo del suefio. Es un agujero, es el limite del
anilisis, tiene evidentemente algo que ver con lo real, que es
un real perfectamente denominable. Denominable de un mo-
do que es de puro hecho. No es por nada que pone en jue-
go la funcién del ombligo.
Es, en efecto, a un ombligo particular, el de la madre que,
en suma, uno se encontr6 suspendido, reproduciéndolo, si
puede decirse, por el corte del cord6n umbilical. Es evidente
que no es al ombligo de la madre que uno est4 suspendido,
es a su placenta. Es por el hecho de haber nacido de ese
vientre particular, y no de otro, que un ser hablante o lo que
por el momento designo con el nombre de Hablanteser —es
otra designaci6én del inconsciente— es por haber nacido de
un ser que lo ha deseado 0 no lo ha deseado, tnica raz6n
que lo sitéa de un modo determinado en el lenguaje que un
Hablanteser se encuentra excluido de su propio origen. Y la
audacia de Freud consiste simplemente en decir que la marca
est4 en lugar del suefio mismo. El sujeto, por sus produccio-
nes imaginativas -no olvidemos la condicién de la Darstellbar-
keit tan importante en la formaci6n del suefio, su representa-
cionalidad, es decir el hecho de poderse figurar en el suefio -
conserva en algtin lado la marca de un punto donde no hay
nada que hacer. Es justamente el punto de donde sale el cor-
d6n , pero ese punto est4 tan cerrado como el hecho de ha-
ber nacido en ese vientre y no en otra parte. Y en el suefio
mismo esté el estigma, puesto que el ombligo es un estigma.
Es el estigma por el cual, -y es el Gnico punto-, tiene algo en
comiin con todo lo viviparo, pero con el agregado de que se
trata de un ser placentario y que conserva de eso una huella
que alli continda a nivel de la simbolizaci6n.
nNEstudios de Psicosomatiga
eS
Es seguro que s6lo el Hablanteser, el ser‘hablante puede
advenir a la noci6n de la que parti en lo que respecta al in-
consciente. Hay algo, que no por nada se reduce a una cica-
triz, en un lugar del cuerpo, que hace nudo y ese nudo es
sefialable, ya no por cierto en el lugar mismo, puesto que
padece el mismo desplazamiento ligado a la funcién y al
campo de la palabra.
En el campo de la palabra hay un imposible de recono-
cer, de modo que el Un tiene alli otro valor que el que le di-
mos esta mafiana. El Un designa, hablando con propiedad, la
imposibilidad, el limite. Cuando hablamos de lo impoético se
trata del fondo sobre el que se produce lo poético. Cuando
hablamos de lo Unerkannt, eso quiere decir lo imposible de
reconocer. No es simplemente una cuesti6n de hecho, sino
una cuesti6n de imposibilidad.
Lo Unerkannt es.lo imposible de reconocer. Freud no lo
subraya en el pasaje sobre el ombligo del suefio. Es por
otros pasajes que tenemos la nocién de lo reprimido primor-
dial. Pero, por la forma que se le dio, ni siquiera la noci6n
de reprimido primordial pone el acento sobre la funcién de
la imposibilidad. Se trata del sentido del Un en el término
que, en alem4n, designa lo imposible, se trata de lo
Unméglich. Eso no puede ni decirse ni escribirse. Eso no ce-
sa de no escribirse. Es una suerte de negaci6n redoblada por
la que podemos aproximar el empleo absolutamente radical
de la negaci6én. Cuando digo eso no cesa de no escribirse se
juega esa especie de ambigiiedad que resulta por el hecho
de que la tGinica manera de definir, hablando con propiedad,
lo posible, seria decir que lo posible “cesa de escribtrse”. Es
la Gnica manera establecida de seguirlo de cerca. Justamente
en la diferencia que hay en el alcance de dos negaciones. No
es “no cesar de escribirse” locucién que, por el efecto que se
adjudica, habitualmente a la doble negaci6n, lo limitaria a un
“eso cesa de escribirse”. Pero el “no cesa de no escribirse”
ahi est4 lo que me parece el sentido de lo Unerkannt en tan-
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Egtudios de Psicosomatica
—_—— oO
to que Urverdraugt. No hay nada mds que se pueda sacar de
ahi. Es eso lo que Freud designa cuando habla de ombligo
del suefio. Ahi se trabaja inttilmente. No hay manera de tirar
mas de la cuerda, salvo que se la rompa. De modo que esto
designa una analogia enteramente andloga a lo que ustedes
acaban de designar como real pulsional.
gAcaso estoy seguro de este “enteramente”? Digamos que
yo lo considero andlogo. Alli se designa el limite por el que
lo simbélico es afectado, que exista algo que, en lo decible,
sea metaf6ricamente comparable a lo que de esto hay en la
pulsi6n. Es también ahi que la pulsi6n se opaca completa-
mente, se identifica a otra cosa, puesto que ahi se trata de lo
que podria llamarse la esencia del nudo. A nivel de lo sim-
bélico esté anudado ahi, ya no bajo la forma de un orificio
sino de un cerramiento. Comparar este cerramiento a un
agujero es evidentemente algo ante lo cual el pensamiento
se detiene. No resulta simple si a la palabra ombligo se le da
su presencia de nudo corporal. Eso no es simple... lo que
ese nudo ha cerrado es algo por lo cual durante un tiempo
apreciable -nueve meses- provenia todo lo que es vida. Es
esto lo que permite la analogia entre ese nudo y el orificio.
Es un orificio que se ha rizado. Por mi parte adhiero a esto,
en el estado actual de las cosas; -y es entonces ahi tal vez
que se puede admitir una revisién posible. Es que, a fin de
cuentas, en el curso de esa pulsaci6n... entre el orificio y el
nudo, entre la identificaci6n del agujero a un punto anuda-
do, haya sido ésto lo que me abrié la via a la formula que
doy .para especificar a este ser que caracterizamos por tener
la palabra. Me he permitido plantear que a nivel de su real,
que es el tercer término, contrariamente a lo que se pueda
creer, es formando im4genes, es decir como enteramente
imaginario que el cuerpo subsiste.
Si hablo de imaginario, de simbélico y de real, puesto que
al fin de cuentas es de ahi que parti, alli vuelvo para decir
que lo real también se indica con un Uno, en el sentido de
13Estudios de PsicosomA4tica
un imposible. Lo siguiente debe ser demostrable -y toda la
experiencia analitica no hace mds que converger en demvus-
trar que la relacién como tal entre los dos partenaires sexual-
mente diferenciados esti marcada por el hecho de que su
relaci6n al sexo es una relaci6n parasexuada. Y que sea po-
sible poner el acento en la bisexualidad, como lo hizo Freud,
es decir, que la identificacién del sujeto a uno de los sexos
es algo que no ocurre sino secundariamente y por casuali-
dad. Y que resulta de algo mas radical que podria ser exacta-
mente correlativo del hecho de que este ser, entre todos los
seres, es hablante.
Sin embargo no hemos llegado mis lejos. Esto puede ac-
tuar alli como tap6n. Después de todo la demostracién es al-
go que proviene de cierto rigor. La experiencia ya atestigua
de ello, de lo que apenas indiqué esta mafiana a propésito
de lo que se llama pulsién, que es algo que deja completa-
mente abierta la formulaci6én de la relaci6én de un sexo en
tanto tal a otro. Parece absolutamente evidente en nuestra
experiencia cotidiana que aquello ante lo que se encuentra
mas obstaculos es escribir una x y una y que serian, propia-
mente hablando el sexo como macho y como hembra. Lo
que manifiestamente no podemos hacer. Hay una relacién al
Falo que instaura un tercero irreductible. No hay que creer
sin embargo, como adelant6 Freud quizds un poco impru-
dentemente, que esta relaci6n al Falo sea el Falo. Digo el Fa-
lo que no es lo mismo que lo que designamos con el 6rgano
que tiene, especialmente en el hablanteser, una importancia
prevalente no porque no la muestre también en otras partes,
aun cuando no podamos en absoluto saber como es la expe-
riencia de la c6pula en animales tan dispares como la rana 0
el sapo....... en los que la c6pula tiene, un caracter manifies-
to totalmente Ilamativo. .
Parece en todo caso que la nocién que no por nada
Freud designé con el término de funcién falica, introduce
irreductiblemente para el Hablanteser, en la relaci6én entre
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Egtudios de Psicosomética
‘Jos sexos, un tetcero cuya importancia no es menor para una
mujer, como suelo, expresarme, puesto que la mujer no es
universalizable. Es decir que no hay la Mujer toda, caracteri-
zada por lo que recién Ilamaba la universalidad. S6lo hay
mujeres, digamos, particulares, y tal vez atin sea demasiado
decir, porque el particular tiene mucho que ver con el uni-
versal. Lo que intento construir por ahora y que enuncié en
mi Gltimo seminario es que para el hombre una mujer es
siempre un sintoma. Esto es evidentemente dificil de digerir
y no es sin precauci6n ni vacilaci6n que lo enuncié. Después
de hacerlo tuve respuestas, reflexiones, y tuve la satisfacci6n
de ver confirmado en esa ocasion que es reciproco. Debo
decir que me alivié un poco, después de haber enunciado
que en la relaci6n al Hombre la mujer es un sintoma, el reci-
bir la confirmaci6n de que justamente algunas mujeres -y no
cualesquiera- sino aquellas para las que el tercero falico es
particularmente resonante, me dijeron, en respuesta a mi se-
minario, que era exactamente la misma formula que se les
habia ocurrido. No tanto el Hombre, ya que justamente la
nocién del Hombre como tal no esta presente para una mu-
jer. Por el hecho de que son una mujer, se trata también de
un hombre. Lo cierto es que tuve como devolucién el testi-
monio de que ellas se habian preguntado por qué amar a
Un-tal. Es un sintoma, fue su respuesta. Ellas comprendieron
lo que les ocurria como siendo algo del orden del sintoma.
Con seguridad que eso me alenté a intentar dar mayor
Precision a lo que habia enunciado con enorme dificultad, 0
timidez. No creo -y esto por el hecho de que no hay referen-
cia posible a la Mujer puesto que la Mujer universalmente no
existe-, que el sintoma Hombre tenga absolutamente el mis-
mo lugar para una mujer. Pero esto lleva lejos. Esto implica,
esto cuestiona -como todo lo que es del orden del sintoma-
al inconsciente entero. Es totalmente concebible que la rela-
cién de una mujer al inconsciente sea diferenciable de la del
hombre al inconsciente. Esto por otra parte permitiria expli-
15Estudios de Psicosomati¢a
car unas cuantas cosas. Si el inconsciente est4 menos intima-
mente tejido a la realidad de una mujer gae a la de un hom-
bre, lo cual es perceptible, se explicari4 que lo comprenda
mucho mejor. Hablé de una mujer. Es/un hecho que las mu-
jeres que existen como plurales estén mejor dotadas para
hablar del inconsciente de un modo eficaz que la mayoria de
los hombres. Si el hombre tard6 tanto tiempo en descubrir el
inconsciente, en darse cuenta de que el hecho de habitar el
lenguaje no es algo que no deje huellas, que se haya tardado
tanto tiempo en reconocer las consecuencias de haber naci-
do hablante y de dos seres particulares a través de quienes
habitualmente es vehiculizado el hablante ser, y que tienen
dos funciones totalmente diferentes la de padre y la de ma-
dre, todo esto que Freud acentu6... Que se haya tardado tan-
to tiempo en reconocer que el ser humano cae en un mundo
de lenguaje y el hecho de que sean sus padres quienes lo
orientan... Lef un pequefio libro de Kant ¢C6mo ortentarse
en el pensamitento? La cuestioOn no est4 ahi. No se trata de
orientarse en el pensamiento. Se trata de orientarse en el len-
guaje y de que el ser humano est4, en lo que concierne al
lenguaje en un campo ya constituido por los padres. Es a
partir de esto que hay que ver su relaci6n al inconsciente y
no hay raz6n alguna para no concebir esta relacién al in-
consciente como lo hace Freud, como teniendo un ombligo.
A saber que hay cosas que en el inconsciente estan cerradas
para siempre. Lo cual no impide que, sin embargo, se lo de-
signe como un agujero, no-reconocido, Unerkannt, segin lo
que usted ha dicho hace un momento.
Le pido disculpas por haberme extendido tanto pero la
pregunta que usted planted aqui a mi entender lo requeria.
Al menos para responder a ella puesto que, en efecto, la
pregunta es una simple puesta en palabras del hecho de
que, desde el origen, en el reconocimiento del inconsciente
mismo, est4 la nocién de que lo que le da consistencia, lo
que propiamente hablando constituye su Real, es un punto
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de opacidad. Es un punto infranqueable, un punto de imp
sible. Es justaménte aquello en lo que la nocién de imposi-
ble debe situarse de modo central. Y con cierta imposibilidad
que est ligada, que es coherente, que permitiria caracterizar
en la cadena de seres, al ser humano como ente. No como la
obra maestra de la creacion, el punto de despertar del cono-
cimiento, sino por el contrario, como el asiento de otra Uner-
kennung especial, es decir no sélo un re-conocimiento, sino
una imposibilidad de conocer lo que concierne al sexo.
Esto nos permitiria aclarar que hay algo que el abordaje
cientifico reconocié en la vida: la coherencia del sexo y de
la muerte. No se puede decir que esta no-relacién sexual,
que considero fundamental en lo real, no corresponda a un
pequefio despertar del lado de la universalidad de la muerte.
Hay un pequefio despertar pero un despertar muy limitado.
El hecho de decir que todo hombre es mortal no significa sin
embargo que haya una prevalencia de la muerte. Que la
muerte al fin de cuentas esté tan bien taponada, por la vida,
en lo vivido de cada uno, es sin embargo algo muy Ilamati-
vo. Pero que sea por la via del inconsciente que alguien ha-
ya podido hablar de pulsi6n de muerte, es decir de algo que
tiene una relaci6n a la muerte mds o menos del mismo mo-
do que tiene una relaci6n al sexo... Hay una relacién al sexo
en tanto el sexo est4 en todas partes, alli donde no deberia
estar; no existe en ningun lado la posibilidad de estableci-
miento formulable de la relacién entre los sexos. Lo mismo
puede decirse en lo que respecta a la pulsi6n de muerte;
también se trata de una relaci6n a la muerte, también despla-
zada. Es porque esta desplazada que de tanto en tanto no lo-
gra abrirse un camino, pero es lo mismo en lo que hace a la
relacion al sexo. Es difuso, est4 desplegado en lugar de ser
aprehensible de cerca. Esta pulsién de muerte a la que
Freud, fue conducido por la experiencia analitica, es aquello
en lo que el inconsciente, debe ser diferenciado de la no-re-
laci6n sexual; en tanto la no-relacién sexual estaria ligada a
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lo Real del ser humano, mientras que a nivel de lo simbélico
este descubrimiento de una cierta relacién a la muette es re-
velable y, de hecho, ha transitado por la pluma de Freud.
Aqui hay, de alguna manera, una disociaci6én de la relacién
sexual, de la que de todos modos es posible concebir que
algo lleva la marca en el inconsciente, mientras que lo que
fue demostrado por todo lo que Freud descubrié es justa-
mente que todo lo que es de indole sexual esté desplazado.
Como decia esta mafiana, lo que es del orden de lo genital
es del orden del mito y del mismo mito al que se liga la reli-
gin. Lo genital es lo que culmina en la reproducci6n. pero
iqué es lo que hace que haya acercamiento de los sexos para
esta reproducci6n? Esto es justamente lo que queda abierto,
en las personas provistas de un inconsciente.
Nadie me interrumpié -y Dios sabe adénde eso me hubie-
ra llevado- para preguntarme qué es la pulsi6n sadomaso-
quista, de la que Freud habla en abundancia. Es curioso sin
embargo que para echarle mano no se haya hablado nunca
de sado-masoquismo antes de Sade y de Sacher-Masoch. Es
por cierto bastante curioso que nunca se haya ni siquiera
enunciado algo semejante. Que haya sido preciso que exis-
tan dos literatos, por otra parte débiles mentales completos
ambos, para que se comience a estar advertido de que no
hay solamente pulsi6n sado-masoquista sino que ésta es fun-
damental en la realidad humana, para que se advierta que el
deseo del hombre es el infierno.
Dije esto un dia delante de un cura. Como era yo el que
hablaba naturalmente vi al cura achicarse. Quiero decir que
estaba alli como un felpudo. El deseo del hombre es el in-
fierno, es evidente a partir del momento en que lo digo y lo
digo por primera vez delante de ustedes pues no lo arries-
gué jam4s hasta el presente salvo delante de este cura.
Es preciso de todos modos que yo me diga que no es
Gnicamente porque soy Lacan que puedo hacer escuchar
ciertas verdades. Esta verdad es evidente. Me consuelo de
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Estudios de Psicosomatica
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ello, ese cura era dantista, no dentista, se ocupaba de Dante
en Dante, es evidente que nadie se interesa en otra cosa
que en el infierno. Sin embargo lo que cuenta acerca del pa-
raiso es también muy interesante. Pero nadie desea siquiera
Jeerlo. Gracias al hecho de que ese cura era dantista, puedo
consolarme. No es Gnicamente porque yo lo dije que él dijo
si, si.... En fin, esto atin no lo dije en mi seminario. Entonces
ven ustedes eso quiere decir que encuentro que aqui estoy a
gusto, no se me plantean preguntas idiotas. Rindo homenaje
a Marcel Ritter por haberme hecho esta pregunta de lo
Unerkannie.
Me entusiasmé un poco, les pido disculpas. De esto hay
que decir mucho para volverlo defendible. Y también para
responder a la persona que me habia hecho la pregunta
acerca del origen del deseo. Asi se riza el rizo. Es por eso
que Freud comenz6 su Traumdeutung con la formula que
ustedes conocen “Si no puedo conmover a los dioses pasaré
-por dénde?- por el infierno”, justamente. Si de todos modos
hay algo que Freud vuelve patente es que del inconsciente
resulta que el deseo del hombre es el infierno y que es el
nico modo de comprender algo. Es por eso que no hay re-
ligin que no le dé paso. No desear el infierno es una forma
del Widerstand, es la resistencia.
[Traducct6n Vera Goralt]