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18. La gracia de la compasién Al acercarse y ver la ciudad, loré por ella, diciende ‘Si también ti conocieras en este dia el mensaje de paz! (Le 19, 41-42 Podemos visualizar a Jestis orando por Jerusalén incluso ho: y también por Gaza, Sdo Paulo, y Darfur—. Dolernos por I pasién de la gente de hoy también nos humaniza, Es compart el mismo dolor de Dios. Los viernes por la noche en el Bronx, solfamos arrastrar nos agotados al apartamento de John después de la ultima re unién en el vecindario o la parroquia. Rodeados de edificio quemados y en ruinas, Neil, Angel, Kathy, Mili, John, Louise Gerry, Joe y yo lefamos un texto del Nuevo Testamento. Co el rugido de la Autopista Trans-Bronx como trasfondo, revis bamos los eventos de la semana: familias abatidas por drogas un edificio rescatado de la demolicién. Una noche absorbimo la tragedia de Jesse Small: ella habfa sido sacada de su edificis totalmente congelada, después de que el propietario se habi negado a arreglar la calefaccién, Nuestras sesiones eran infor males: silencio, reflexién compartida, y luego cerveza y botanas Habfa mucho que lamentar, también mucho de qué refrse. Soli ‘mos partir como a medianoche, sintiéndonos renovados. Poca 237 [ESPIRETUALIDAD PARA LA SOLIDARIDAD experiencias me han refrescido y consolado tanto como aque- los viernes por la noche en la avenida Shakespeare y el callején Featherbed. En la Tercera Semana de los Ejercicios y en otros momentos similares de nuestras vidas, pedimos ese tipo de consolacién. Dolerse es un asunto sobrio y serio, pero no siempre deprimen- te: “También es consolacién —dice Ignacio— cuando [uno] de- rama lagrimas que mueven a amar a su Sefior, sea por el dolor de sus pecados, o por la Pasién de Cristo nuestro Seftor” [316] A veces sentimos este tipo de pena al acompaffar a una famil que ha perdido un ser querido. En tal situacién, no desearfamos estar en ninguna otra parte del mundo, Podemos experimentar- Jo también al lamentar el genocidio en Ruanda o la situacién de Jos sin techo en Chicago. Delerse asf por las cruces del mundo (jno por la averia del cepillo de dientes eléctrico!) recoge nues: tros yos fragmentados, nos centra y nos sana, Cuando compar- timos el dolor de los crucificados de la tierra, ya no estamos solos. Somos Ilamados a esto también. Fuimos creados para compartir las cargas ajenas, apoydndonos mutuamente, Cuando estaba en Ia universidad, affos antes de trabajar en el Bronx, tuve que luchar con la fe. iExistird Dios? ;Serén los principios morales arbitrarios? ;Seremos los seres humanos solo un animal més, como el resto? {Habré alguna esperanza para este mundo? Estas preguntas, arremolindndose en mi ca- beza, provocaron la profunda crisis personal que ya mencioné. No sabfa en qué creer. Estaba buscéndome a mi mismo y buscando un futuro. Un dia cuatro aifos més tarde, cuando atin estaba luchan- do, me tropecé con una noticia acerca del brutal asesinato de un nitfo. Era un relato como tantos otros, pero especialmente patético. Al absorber Ia tragedia, un gran dolor me sobrevino, cen cuerpo y espfritu, Al abandonarme a esta pena, mis energfas dispersadas y ansiosas se recogieron para enfocarse en la cala- 258 La aRActa DE LA CoMPASIOS midad de una tierna vida ya apagada, Durante dos dias me ser en mi dolor por ese asesinato, mas centrado. Quizé ordins riamente no dejaba que las cosas me “afectaran” de ese mod Quiz esta vez mi propia crisis me exponta a eso, Conforme | tragedia del nifio me conmovia, empecé a sentirme menos sol y més tranquilo. La experiencia agridulce abrié una nueva et pa en mi caminata, convenciéndome de lo que es realmente in portante en la vida y mostrandome por dénde queda el centr de gravedad del universo, Me ensefié que podia confiar en qu ese tipo de consolacién conduce hacia la lu, EI suftimiento deshumaniza a quienes lo infligen. Pero n necesariamente deshumaniza a todos los que lo soportan 0 todos los que se dejan conmover por él. Asi como nuestra al aria es incompleta hasta que la compartimos con otros, el sur miento es més tolerable cuando Hevamos y compartimos nue tras cargas. Aunque eso no quita el dolor, sf ayuda. Sobre tod genera esperanza y amor en quienes comparten el sufrimient de otros y en quienes encuentran que su suftimiento es compartid por otros que compadecen, En América Latina cantamos: Solo le pido a Dios ‘que la guerra no me deje indiferente [...] ‘que la miseria no me deje indiferente Es muy natural sentir repugnancia ante el sufrimiento. Pero jn sentir nada? {Que Dios nos libre de eso! En el siglo pasado, la humanidad sufrié los horrores del ge nocidio en Armenia, los gulags, el Holocausto, los bombardeo de saturacién, Hiroshima y Nagasaki, los campos asesinos d Camboya, las masacres de Centroamérica, y el genocidio e Ruanda. El nuevo siglo ha comenzado con més de lo mismc guerras en el Africa ecuatorial, terrorismo, barbarismo en Is rael, Palestina, Afganistén, Irak y Colombia. Mientras tanto, ¢ holocausto silencioso de los pobres contintia. Todo esto es pat te de la larga procesién de la humanidad en su marcha por | historia, chorreando sangre en el polvo. Cada uno de nosotrd 259 ESPIRITUALIDAD PARA LA SOLIDARIDAD entré en esta procesién al nacer. Ninguno de nosotros alcanza a comprender sus dimensiones plenamente. En nada nos benefi- ciarfa apartamos de esta marcha, quedado solos y apéticos. Por el contrario, asumimos nuestra humanidad entrando plenamente en esa marcha y dejando que nos moldee, como dice Etty Hillesum, ara ser un “balsamo derramado sobre tantas heridas”’.. Eso es lo que significa la gracia de la compasién. Un bélsamo para las heridas Etty Hillesum fue asesinada en el campamiento de Auschwitz a los veintinueve afios de edad. En los afios antes de su muerte, experiments una transformacién extraordinaria que la capaci- 16 para desempefiar un ministerio en Holanda entre los demas judfos que serfan deportados con ella. Hillesum escribié en di- ciembre de 1942 sobre la vida en el campamento de Westerbork, desde el cual los judfos eran enviados a Auschwitz: La tragedia humana acaecida ante nuestros ojos en el timo me- dio afio y que atin continia acaeciendo, rebasa con mucho lo que cualquier individuo puede asimilar en ese tiempo. Esto es lo que se escucha a diario y en todos los tonos posibles: “No queremos pensar, no queremos sentir, soo queremos olvidar lo antes que poda- mos". Me parece que ello constituye un peligro serio. Es cierto que suceden cosas que antes hubieran escapado a nues- tro entendimiento [...] Y si nos abandonamos a la suerte de las crudas realidades a las que debemos enfrentamnos irrevocablemente, si no les damos abrigo en nuestras cabezas y en nuestros corazones para que alli se asienten y se transformen en hechos gracias a los cuales podamos madurar y en los que sepamos hallar un sentido, en- tonces nuestra generacién no esté preparada para la vida? 1. Hillesum escribe estas atimas palabras en su diario: “Una quisiera ser un blsamo desramado sobre tants heridas” (E. Hillesum, Una vida conmo- cionada. Diario 1941-1943 {c.5,. 5]. 200). 2. E.Hillesum, El corazon pensante de los barracones, Cartas, trad. N. Fernéndez Diaz, Rub (Barcelora), 2001, p. 55. 260 La GRACIA DE LA COMPASION ‘Todavia en Holanda, un aio antes de su muerte, escribié: EI sufrimiento no afecta a la dignidad humana. Con esto quier decir que se puede sufrir con y sin dignidad. La mayoria de | gente de Occidente no entiende el arte de sufriry siente el mied de mil formas. Eso ya no es vida, tal como la vive la mayorta d Ja gente: con miedo, resignacién, amargura, odio, desesperaci Dios mio, se puede entender perfectamente. Pero... Estoy todo Jos dias en Polonia, en los campos de batalla, se podria deci. veces se me impone una visién de venenosos campos verdes d batalla. Estoy con los hambrientos, con los maltratados y mor bundos, cada dia estoy all, pero también estoy aqui com el jazmi y el troz0 de cielo ante mi ventana, en una sola vida hay éspaci para todo. [..] veces tengo que agachar de pronto la eabez como si tuviera un enorme peso sobre el cuello. Y mientras ag cho la cabeza, sabiendo todo lo que hay y cémo es esta époc siento al mismo tiempo la necesidad, con un gesto casi automs tico, de doblar las manos. Ast podria estar sentada durante hora Lo sé todo y puedo soportarlo todo y cada vez soy més capa d soportario. Al mismo tiempo tengo la seguridad de creer que | vida es bella, con valor y lena de sentido. A pesar de todo." En marzo de 1941, Hillesum escribié en su diario acerca d Ja manera de abrir un espacio para esta realidad en nuestros co razones: Y finalmente: jno deberiamos, de ver.en cuando, abrimos de ps en par a esta tristeza césmica? Un dia seguramente podré deci a Tise Blumenthal, “Si, la vida es bella, y la valoro nuevament al fin de cada dia, aun cuando sé que los hijos de madres, y t eres una madre de ésas, estin siendo asesinados en los campos d concentracién, Y debes poder soportar tu tristeza; aun cuando ps rece aplastarte, serds capaz de pararte de nuevo, porque los sere hhumanos son tan fuertes; y tu tristeza debe hacerse una parte int gral de ti misma, parte de tu cuerpo y tu alma; no deberfas hut sino soportarla como una adulta. No alivies tus sentimientos a tra vés del odio, no busques vengarte con todas las madres alemana Hillesum, Una vida conmocionada, pp. 115-116. 261 ESPIRITUALIDAD PARA LA SOLIDARIDAD porque ellas también en este mismo momento estn lamentando a sus hijos muertos y asesinados. Dale a tu tristeza todo el espacio y el abrigo en ti misma que se merece, porque si todo el mundo Soporta su duelo honrada y valientemente, la tristeza que ahora colma el mundo amainaré. Fero sino preparas un abrigo decente para tu tristeza, y més bien reservas 1a mayor parte del espacio dentro de ti para el odio y los pensamientos de venganza —desde Jos que nacerén nuevas tristezas para otros y otras— entonces la tristeza nunca terminard en este mundo y se multiplicard. Y si hhas dado a la tristeza el espacio que sus orfgenes suaves exigen, entonces podrds decir con verdad: Ia vida es bella y tan rica, Tan bella y tan rica que a una le hace querer creer en Dios” * Aunque Hillesum no era cristiana, los evangelios influyeron profundamente en su transformacién. Viviendo la paradoja del suftimiento compartido, se sentia “arrebatada por una especie de melanedlica serenidad”’, como el apéstol Pablo, quien es- cribié a los cristianos de Corinto: “Es firme nuestra esperanza respecto a ustedes: pues sabemos que, como son solidarios con nosotros en los suftimientos, asf lo serdn también en la consolacién” (2 Co 1,7). Conclusion, . No deseamos que haya més dolor en el mundo. Simplemente tenemos el deseo, y la necesidad, de compartir el dolor que ya esta allf, para aligerar la carga para todas y todos nosotros. Queremos ser cada vez més parte de Ia marcha de ta huma- nidad, con su suftimiento, su esperanza y su alegria, porque si no podemos compartir el suftimiento del mundo, entonces su belleza no puede sanamos y la solidaridad no puede lenar nuestro vacio. 4. E. Hllesum, An Interrupted Life: The Diaries, 1941-1943 and Letters from Westerbork, Prologo de E. Hoffman, Introdueeién y Apuntes por J G. Gaarlandt, Nueva York, 1996, pp. 96-97. 5. Hillesum, ET corazén pensante, 9p, 92-93. 262 La GRACIA DE La COMPASION La gracia de la Tercera Semana es compartir el duelo d Dios por nuestro mundo herido. Vemos este dolor y duelo divi no mds claramente en el sufrimiento y la muerte de Jestis. Pedi ‘mos sentir empatia con él. El enfoque no esté en el dolor, sin en el estar con el que sufte por amor. Por dos mil affos, la con templaci6n de la pasién ha ayudado a sus seguidores a soporta con las cargas de otros. Les ha ayudado a superar sus temores Jes ha fortalecido para aguantar las tribulaciones que tienen qu enfrentar quienes luchan contra el suftimiento. 263 19. La solidaridad de Dios La prueba de que Dios nos ama es que Crist siendo nosotros tadavia pecadore ‘mud por nosotro (Rm 5.1 La contemplacién de la pasién de Cristo —desde 1a Citim Cena hasta el sepulero— nos ayuda a conocerlo mejor, amarl més profundamente y a seguirlo més de cerca [104]. Tambi¢ deberia impulsarnos a responder a la gente crucificada de hoy fortalecernos contra la adversidad. Con este propésito, Tgnaci recomienda que busquemos en la contemplacién del suftimien to de Cristo “dolor con Cristo doloroso, quebranto con Crist quebrantado, ldgrimas y pena intema de tanta pena que Crist pas por mf” [203]. Esto es una schola affectus, un ejercici que ablanda y fortalece el corazén. Ignacio propone que contemplemos la pasién de Cristo de mismo modo en que contemplamos los otros eventos de s vida, entrando en la historia por nuestra imaginacién, como § tuviéramos una parte secundaria en el drama’. Primero, escogemos una seccién del relato de la pasién (pc ejemplo, Jestis en el huerto, su arresto, Jestis ante Pilato, la cru 1. Véase el capitulo 9, LESVIRITUALIDAD PARA LA SOLIDARIDAD cifixi6n, etc.). Como en las otras contemplaciones de la vida de Cristo, (1) nos fijamos en los participantes del drama, (2) escu- chamos lo que estén diciendo, y (3) obser permitiendo que todo esto nos mueva. Para la pasién de Cristo, Ignacio sugiere tres perspectivas mas: (4) “considerar lo que Cristo nuestro Sefior padece”®, (5) “considerar cémo a divini- dad se esconde”, y (6) “considerar cémo todo esto lo padece por mis pecados” [192-197]. Reflexionamos sobre los seis pun- tos conforme nos mueva la narrativa (no hay un orden fijo para estos puntos). Finalmente, respondemos conversando con Dios y con Cristo, expresando nuestros sentimientos y pensamientos y pidiendo ayuda, quiz4 para avanzar o para tomar alguna accién [199]. Ignacio espera que esta contemplacién genere una empatia con Cristo que tenga un efecto practico en nuestras vidas. amos sus acciones, Por amor a nosotros Me am y se entre a sf mismo por mi (Ga2,20) {Qué significa Ia afirmacién de que Cristo suftié por amor a nosotros y por nuestros pecados (193, 197, 203]? La respuesta del catecismo es que murié por nuestra felicidad etema, para salvarnos de la ruina, y, sobre todo, para ganar nuestro amor. Profundizar en el significado de esto es un don que nos viene menos por la raz6n que por la contemplacién y el ritual. Quie- nes viven y sufren como Cristo son seguramente quienes lo comprenden mejor. Algunas personas percibirén su significado por medio de la cadencia del himno folel6rico de los afroameri- canos: “;Estuviste alli cuando crucificaron a mi Seffor?”. Otras Ja vislumbrarén durante la procesin del via crucis o al compa- rar a un mértir como Oscar Romero con Cristo, Sin embargo, aunque una explicacién racional tiene un valor limitado en esta cuestiGn, el ofrecer unas reflexiones breves nos ayudaré a 2. Ignacio agrega “en la humana”, evitando la idea de una suftida divin, 266 La soupaRpan pe Dios quitar del sendero los obstéculos innecesarios y a orienta la contemplacién y la reflexién Aunque el sufrimiento no es ni bueno ni deseable, el amo que sufre inspira y humaniza como pocas otras cosas. Es po eso que contemplamos la pasién de Cristo. Su muerte coroni una vida de amor (Hb 10, 5-10). Jestis proclamé la buena nue va del amor de Dios por todos, especialmente por los pobres } los pecadores, y asf proclamé el fin de la pobreza, el hambre } la exclusién (Le 6, 20-26) (esta inmensa bondad de Dios es I “gloria” de Dios). Aunque los poderosos percibieron esto come una amenaza, Jestis persistié en anunciar que los ttimos seriar los primeros y los primeros serfan los iiltimos, ya que Dio: exalta a los humildes y humilla a los exaltados. Por esta causa —por la gloria de Dios y de una humani dad pisoteada— Jestis dio su vida libremente. El motivo fue ¢ amor, incluyendo el amor por los enemigos. No se suicid, per al llegar su hora no huy6: “Nadie me quita (la vida: yo la do} voluntariamente” (Jn 10, 17-18; cf. 12, 27-28; 18, 11; Hb 12, 2) Para los ojos de la fe, la pasién de Cristo expresa el amor de Dios mismo. En esto se manifest6 entre nosotros el amor de Dios: en que Dio: envié al mundo a su Hijo nico para que vivamos por medio de él En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios sino en que él nos amé y nos envié a su Hijo como vietima de ex piacién por nuestros pecados. [...] Y nosotros hemos conocido } hemos crefdo en el amor que Dios nos tiene. (1 Jn 4, 9-10.16) A la luz del inmenso amor de Dios, ;qué puede significar I carta de Juan —y el mismo Ignacio— al afirmar que Jess mu: 1i6 por nuestros pecados {¢f. 193, 197]? ;Seré que Dios Padre envié a Jestis a morir como un chivo expiatorio para aplacar I ira divina? Si es asf, entonces la “gloria” de Dios queda er entredicho, 267 ESPIRITUALIDAD PARA LA SOLIDARIDAD EL Nuevo Testamento dice que Jestis “sobre el madero He v6 nuestros pecados en su cuerpo” (1 Pe 2, 24; cf. 2 Co 5, 21; Rm 8, 3). Aunque la interpretacién comiin es que él solo Hevé nuestros pecados, los pasajes no dicen eso. Antes de la ve da de Jestis, todos los seres humanos Hevaban el peso de pecados; y nosotros seguimes Hevéndolos ahora, como los no- ticieros nos avisan noche tras noche. La fuente del gran sufti- miento de a humanidad son la avaricia y el desdefio, la idola- tria del poder y la violencia, a adiccién, la ceguera culpable, el rechazo a acoger al forastero o a perdonar. Este egofsmo es lo que agrava el sufrimiento accidentaP, es lo que hace que la proce- sign de la humanidad sea tan trégica. Todos compartimos, si bien en diversos grados, la carga de los pecados de nuestra raza. EI Nuevo Testamento presupone esta carga humana univer- sal al reportar que Jestis, también, eligié sufrir las consecuen- cias del pecado. Jestis se urié a nuestra procesién ensangren- tada, y, a pesar de ser inocente, como nosotros sufrié el legado del pecado, aun hasta la muerte. Dios no lo envié a morir en lugar nuestro como un chivo expiatorio para aplacar la ira di- vina. El Nuevo Testamento reformula el lenguaje tradicional acerca del sactificio y transforma su significado, Cuando dice os pueden ilustrarel punto, Cuando el huraedn Katrina devas- 16 Nueva Orleans en 2005, las imagenes medisticas de la tragedia espan- taron al mundo —imégenes de afroamericanos humildes inmovilizados, ¥y aun muertos, en sus barrios humildes por falta de medios de transporte ppara huir—. Pas6 algo similar cuando el huracsin Mitch devast6 América Central en 1998. EI Gobierno de El Salvador habfa reasentado # muchos desplazados de guerra indigertes sobre terrenos planos y propensos a la inundacién, Mucho antes, la agricultura comercial habia deforestado el frea y agotado el suelo. Las consecuencias del huracan Mitch fueron de~ sastrosas para esta gente pobre. Fl mismo patrn se repitié con los tere motos de 2001, que destruyeron principalmente los precarios hogares de adobe de los pobres, especialmente aquellos construidos en las laderas. Se podria hacer un andlisis similar de las enfermedades. Los desastres natu rales ocurren, pero gran parte de nuestro sufrimiento, y la mayor parte de fuestra amargura,vienen de causas que son morales y no naturales. 268 La souuparipan ne Dios que Jestis murié como un sacrificio por el pecado', eso signific que en él Dios se ha acercado y se ha unido a la procesién de k humanidad, cargando con las consecuencias de nuestros fallo morales como el resto de nosotros. El punto es la solidarida y el amor de Dios. En el rio Jordan, Jestis toma su lugar entr la gente que Juan esté bautizando por el arrepentimiento d sus pecados. El Padre (“una voz desde el cielo”) y el Espirit (“como una paloma”) sancionan este acto de solidaridad cor una humanidad pecaminosa y doliente (Mt 3, 13-17). Pablo emplea otra metéfora provocativa para itustrar la mis ma buena noticia. Dice que Jestis cay6 bajo la condena de k Ley (Ga 3, 13). ,Qué significa esto? La Ley de Moisés apunt: el dedo al pecado y condena al pecador. Pablo dice que Je mismo, aunque inocente, sufrié la condena que era consecuen cia del pecado. Se unié a la raza humana y soport6 las conse: ccuencias del pecado como todos los demés. ;Significa esto que murié para pagar nuestra deuda con un Dios vengativo? No Significa que Dios mismo, en vez de exigir la justa condenc de la Ley contra los pecadores, prefirié unirse a los pecadores ¥y compartir con ellos la carga del pecado. Esto es lo que tant¢ asombré a Pablo. “Apenas habré quien muera por un justo. [...] La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavia pecadores, murié por nosotros” (Rm 5, 7-8). Acercén. dose de esta manera, Dios pone el poder divino (el Espiritu) 3 la disposicién de los seres humanos para liberarlos del pode: del pecado y Ia Ley. Para algunas personas todo esto ser4 mito y locura, perc para otras es Ja expresién suprema del amor y cambia el color del universo: murié por mf, por mis pecados. Y aunque muri¢ de una vez por siempre, el drama continia hoy. Estamos pre- sentes en el drama, por todas partes; somos gente crucificads y gente que crucifica a otros. Como la devocién popular siem- 4 Peejn Rm 3,25: 1 Jn 2,2; 4, 10; 1 Pe 1, 18:19: EF 5,2: Hib passim. 269 [ESPIRETUALIDAD PARA LA SOUDARIDAD pre ha reconocido, somos en algtin sentido cémplices de los que martillaron los clavos —y de los que siguen martillindolos hoy (cf. Hb 6, 6)—. Nosotros también estamos crucificados. La pasién de Cristo continda, especialmente en las personas que sufren por hacer el bien. En este morir (y resucitar) la divinidad estd escondida —y revelada— La divinidad se esconde [No ten(a apariencia ni presencia: (lo vimos) 1 no tenia aspecto que pudigramos estimar. (53,2) Ignacio recomienda (punto $) que consideremos “eémo la divi- nidad se esconde” [196]. Jestis hubiera podido pedirle a su Padre enviar legiones de Angeles para rescatarlo (Mt 26, 53) Pero no hubo batallas angélicas, ni rescate milagroso; no hubo nada que disfrazara la tortura y el ajusticiamiento brutales. Precisamente al esconderse, sin embargo, la divinidad revela su mayor esplendor. Revela ta completa solidaridad de Dios con nuestra debilidad y sufrimiento, Habfa sido asf para Jesis desde el inicio, Nacié en un pesebre; vivi6 y labors oscuramente por treinta affos. Se negé a convertir piedras en panes o a atraer las multitudes por el espectéculo (Mt 4, 1-11; of. Jn 7, 3-6). Al curar a los enfermos, los Hevaba aparte para no ostentar, y prohibja que divulgaran su curacién (Me 1, 43-44; 3, 12; etc.). No aparecfan “signos del cielo” (Me 8, 11-12; etc.) para validarlo, Si la gente no podfa reconocer que Dios estaba trabajando de esta manera tan ordinaria, entonces nunca reconocerfan a Dios de otro modo. Las ‘manifestaciones del poder, sean estas convencionales 0 milagrosas, son incapaces de revelar la “gloria” de un Dios que desea unirse a la procesi6n de la humanidad como un peregrino més. La crucifixién y muerte de Jess revelan su gloria y la de su Padre, dice Juan (In 8, 28; 17, 1; etc.). En el Evangelio de 270 La SoupaRAD DE Dios Marcos, Jestis es reconocido como Hijo de Dios en la mism: cruz: “Al ver el centurién [...] que [Jestis] habia expirado d esa manera, dijo: *;Verdaderamente este hombre era hijo d Dios!" (Mc 15, 39). Los sacerdotes y los escribas, esperandc otro tipo de Mesias, gritaban: “jE! Mesfas, el Rey de Israel! que baje de la cruz, para que lo veamos y creamos”. Podemo: simpatizar con ellos. {No preferirfamos a un Mesfas qu pudiera bajar de la cruz, en vez de uno que clamé “Dios mio Dios mio, ;por qué me has abandonado?"? ,No prefeririamos : tun Dios que lo bajara de la cruz? EI Nuevo Testamento invierte nuestras expectativas. Mien tras que los judfos exigen milagros y los griegos piden prueba: convincentes, Pablo anuncia solo a Cristo crucificado, el pode y la sabiduria de Dios (1 Co 1, 22-24). Y bien se puede argti que esta muerte ignominiosa se ha convertido en el simbol ‘més poderoso de todos los tiempos. El profeta ajusticiado s toma en la figura mas influyente en la historia, Al esconderse Ja divinidad revela su gloria. ‘Oscar Romero fue asesinado en 1980 por las mismas razones y de una manera muy parecida a la de Jestis. Aunque su muert parecfa un sinsentido en el momento, hoy nos parece lena d sentido. Romero se ha convertido en un punto de referenci respecto a lo que significa ser cristiano y humano, y a lo qu significa ser Iglesia. Jestis —y Romero— practicaron un amor crefble, Un amor solidario y crefble es eficaz’. Tal amor inspira fe, esperanzi y amor. Produce vida. El obstéculo més fuerte para la bondad no es la fuerza bruta ni los bloques de concreto, sino los frios corazones que no se conmueven. Solo un amor que se acerca S.J. Sobrino, Jesucristoliberador (©. 3, n. 11), p. 412. “Lad en la histor no hay amor sin solidaridad y no hay solidaridad sin encarnacién. Uns solidaridad que no estédispuesta a participa en la suerte de aquellos con {quienes se solidariza” no seria solidaridad, ni amor real, Ibi, p. 410. an ESPIRITUALIDAD PARA LA SOLIDARIDAD en una costosa solidaridad es capaz de transformar ese obs- téculo. El evangelio anuncia que Dios se ha acercado asf justamente. En Jestis crucificado brilla la divinidad, Decir que Dios es- taba en Jestis en la cruz no deberfa cambiar mucho nuestra idea de Jestis; deberfa cambiar nuestra idea de Dios. Como la Igle- sia siempre ha ensefiado, Jestis colgado en la cruz es el mejor desvelamiento de Dios. EI hace esto precisamente porque era tan humano. Como lo dice Leonardo Boff: “Humano asf como Jestis solo podia ser Dios mismo”. Los milagros son como lustre en el pastel y pueden distraemnos de esta buena noticia. En América Latina, los pobres se refieren a Diosito. Hablan de Jesusito y de Papd Dios. Son diminutivos y términos de carifio que expresan su creencia en un Dios quien se acerca, comprende, perdona —un “pequefio Dios”, pequeiio como ellos mismos, a quienes el mundo solo desdefia—. Este es el Dews ‘minor, e1 Dios menor. Puesto que Dios camina entre nosotros Y comparte nuestros sufrimientos, este Deus minor es siem- pre mayor, Deus semper maior’. Al compartir nuestra flaqueza, Dios es mis maravilloso y més poderoso atin, y desaffa nues- tras ideas acerca de la divinidad y el poder, LL Bol, Jesucristo el Liberader, Buenos Aires, 1974, p- 256, CF. ibid pp. 410-416. Ver también Pousset, LFF, p. 157. A diferencia de nuestros credos, las liturgies oficiales y el discurso religioso comin y Corriente, la Biblia demuestra poco interés en enfatizar la omnipotenci de Dios. Cada referencia a Dios como “todopoderoso” u “omnipotente” en la versida Reina-Valera de! Antiguo Testamento traduce el hebreo EI Shadday. Aunque no sabemos cul es el sentido exacto de Ei Shadday, sf salemos que no significa “Dios Textopoderoso”. En el Nuevo Testament, cada ejemplo de “todopaderoso" es una traduccién de la palabra griega pan- tocrator, que traduce la palabra hebrea sebaoth, parte dela expresin “Yahvé sebaoth, “Sefior de los ejércitos (celestales)”. Esta expresion bien puede in- terpretarse como "Sefior todo-soberano” (a diferencia de “todopoderoso”), siempre que recordamos que la soberanta de Dios no es “de este mundo”. 22 La soupaaipan be Dios La pasién de Cristo nos ensefia dénde podemos encontra hoy al Dios escondido, Elie Wiesel relata una horrible ejecu cidn en el campamento de muerte de Auschwitz. “Cuando pas delante de 61 todavia estaba vivo, Su lengua estaba roja ati sus ojos no se habfan apagado. Detrés de mi of la misma pre gunta del hombre: *;Dénde esta Dios, entonces?”. ¥ en mf sent una voz que respondia: “,Dénde est? Af esta, est colgad ahi, de esa hora..." Wiesel es judo, y los cristianos comprenden. Dios sufre las victimas de la injusticia. Decimos que la pasién de Crist 1no termin6 en el ato 27 de nuestra época. El sigue sufriendo hoy: “Sefor,jeusndo te vimos hambriento |...] 0 sediento {...] foraster [..-] 0 desnudo [...] enfermo 0 en la careel {...}?”. ¥ el Rey dir: “En verdad les digo que cuanto hicieron a uno de estos het manos mios més pequeiios, a mi me lo hicieron”. (Mt 25, 35-39) Cay6 en tierra y oy6 una vor ime persigues?”. El pregumts: soy Festi, a quien ti persigues” ue Te deca: “Saul, Sail, por qu {Quién eres, Seftor?” ¥ él: *¥ ‘ich 9, 45) Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que Ci vive en mi. (Ga 2, 19-20) ‘Completo lo que fata a las tribulaciones de Cristo en mi came, favor de su cuerpo, que es la Iglesia. (Col 1,24) Cristo sufre hoy en sus seguidores, incluyendo a las perso nas quienes, sin una fe explicita, reproducen el amor de Jest gan el precio. Su pasién contintia, primero, en los que so perseguidos, como lo fue él, por la buena noticia y en defens de la dignidad humana. Pero no deberfamos reconocerlo tam bién, presente en grados diferentes, en todos los que sufren’ 8. E. Wiesel, La noche, rad. F. Warschaver, Barcelona, 2002, pp. 84-85. 9. Sobre la discutida identidad de los hermanos y hermanas més pequeic cen Mateo 25, véase el esmerado anilisis de J. R. Donohue, “The “Parabl of the Sheep and the Goats: A Challenge to Christian Ethics”, Theologic Studies 47 (1986), pp. 3-31 273 EESpIRITUALIDAD PARA LA SOLIDARIDAD incluyendo a gente enferma y a pecadores quienes lo rechazan? Cristo, “el mismo hoy” (Hb 13, 8), se acerca a todos ellos, como él lo hacia hace dos mil afios. Aun cuando no todos se identifican con él, él sf se identifica con ellos. Conclusion La contemplacién de la pasién nos acerca a Cristo y nos inserta més profundamente en la procesién de a sufrida humanidad. “Si Dios nos ha amado de esta manera, también nosotros debe- ‘mos amamos unos a otros” (I In 4, 9-11; ver [197}). Hoy des- cubrimos la divinidad escondida en la debilidad. Compartimos la pena de Dios por la humanidad y por nuestra tierra herida. Colocamos nuestro propio sufrimiento dentro de un contexto més grande. Finalmente, nos fortalece la persecuci6n que es la suerte de todos los que toman en serio el evangelio y la vida misma. 274 20. Bienaventurados los perseguidos Mas ain, nos gloriamos hasta en ta ribulaciéh sabiendo que la tribulacién engendra la paciencia: la paciencic virtud probada; la virtud probada, esperanza ¥ la esperanza no fala, porque el amo de Dios ha sido derramado en nuestros corazone por el Espiritu Santo que nos ha sido dad (Rm 5,3. Dicen que ningtin acto bueno queda impune. Tal vez la vid no sea tan perversa como eso, pero quienes estén decidido a actuar justamente deberian prepararse para pagar un alt precio, sobre todo si optan por los pobres en nombre de Dios “Cuando doy comida a los pobres, me laman santo”, dect Monsefior Helder Camara de Brasil; “cuando pregunto por qu los pobres no tienen comida, me Haman comunista”. + Una afrodescendiente le abre los ojos a sus colegas sobre ¢ racismo en su lugar de trabajo. A un colega blanco le pare ce que sacar a relucir este asunto provoca hostilidad en lo otros trabajadores. + Algunas personas de un barrio pobre han sufrido grave trastomos por la negligencia que reina en el hospital pablic Sus familias piden a Pedro, que es abogado, acompaiiarle 1, Lacesencia de la religisn es la solidaridad, a la que deben servir todas demas pricticas religiosas (oraci6n, ritual, ete). Ver St 1,27; Mt, 12:2: 31-46; Rm 13,8-10; Os 6,6; Mi6, 8; ete 215 [ESPIRITUALIDAD PARA LA SOLIDARIDAD a a alcaldfa municipal para buscar soluciones. Pedro esté consternado por la complacencia de los oficiales ante el pro- blema. Al tomar la palabra a favor de las familias, él experi- menta el mismo desdefio, ahora dirigido hacia él. + Maria protesta contra el aborto y se encuentra almorzando sola en la cafeteria”, Aunque Jestis proclamaba la paz, a menudo se encontraba enredado en conflictos. La buena noticia provocaba la division (Le 12, 49-53; 16, 16-17). Jestis siempre insistia en desenmas- carar las doctrinas y las précticas de “mala noticia”, las que tor- cfan la verdad de la misericordia divina y la dignidad humana. Jestis bien hubiera podido pedir a los enfermos que regresaran al dia siguiente, para evitar una bronca acerca de la curacién en el dfa sébado. Pero él quiso hacer una bronca: “Levéntate ahi en medio!” (Me 3, 3). No debe extraiiar que su mensaje provo- cara oposicién, A sus seguidores Jestis les decfa que deberian esperar lo mismo (Mt 10, 24; Jn 15, 20; Me 10, 30); y a lo largo de los siglos, cuando los seguidores han sido fieles, han sufrido perse- cuciones. “Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jestis, sufriran persecuciones” (2 Tm 3, 12; cf. 1 Ts 3, 3-4; 1 Pe 2, 21), Ciertamente, no toda la hostilidad en contra de la Iglesia merece ser Hamada persecucién, porque la infidelidad y el comportamiento escandaloso también pueden provocar Teacciones hostiles. ‘Al protestar contra el aborto, espero que Marfa coloque este problema en su contexto social y cultural. Las sociedades que ofrecen a las mujeres la ‘pcién del aborto con frecuencia les niegan opciones y recursos sociales, ‘educacionales y de salud para sf mismas y sus familias; todo esto, I falta de apoyo a muchas mujeres en su embarazo, contribuye a las alarmantes incidencias del aborto. El desprecio ala vida de los no nacids es parte de tun desprecio més general a la vida, reflejado en la carencia de vivienda y de servicios sociales, la violencia domeésticay social, y el militarismo, 276 En décadas recientes, por causa de su fe los cristianos ha soportado calumnias, amenazas, espionaje, robos, asaltos, exili prision, palizas, torturas, y muchas veces la muerte, Los cri tianos sufrieron duramente bajo los regimenes comunistas también bajo los regimenes capitalistas, sobre todo en Amé: Latina, Este continente del Sur se destaca por la manera en qu las y los cristianos, junto con otros, han sufrido por defender los pobres, especialmente después de que los obispos catélice asumieron ese compromiso en la Conferencia de Medellin ¢ 1968. A nivel mundial, los cristianos estén recuperando sus rafce Desde los tiempos de Constantino, cuando la Iglesia se alié cc el poder secular, las Iglesias cristianas a menudo han perdi¢ de vista lo centrales que son para su Hamado el testimonio pr fético y 1a consecuente persecucién. Ahora, cuando la mayor de los cristianos viven en los pafses pobres, la Iglesia del St pobre desafia a los cristianos de otros lados a romper su alia za con los poderosos y a echar su suerte con los relegados, t como lo hizo Jestis. De ahora en adelante, el ponerse del lad de las victimas es el precio de la credibilidad de la Iglesi Como Jo dijo el poeta y mértir de Bolivia, Luis Espinal: “Ur religién que no tenga la valentia de hablar a favor del hombr tampoco tiene el derecho a hablar a favor de Dios". Esto in plica que la Iglesia auténtica seré una Iglesia perseguida. Entonces necesitamos una espiritualidad para tiempos ¢ persecucién, Sugiero que esta incluya los siguientes elementos’ Primero, una espiritualidad de persecucién nos recorda que la persecucién es inevitable para quienes defienden la ve dad y la dignidad humana. Puesto que hemos sido instruidos Espinal, “Religin”, en Oraciones a quemarropa, Sucre, 1981, p. 88. Para lo que sigue, me inspira en parte J. Sobrino, Liberacién con esprit Apuntes para una nueva espiritualidad, Santander, 1985, capitulo “Bspiritualidad de la persecucién y del martirio”. 27 ESPIRITUALIDAD PARA LA SOLIDARIDAD pensar que el conflicto es malo, tendemos a evitarlo o suprimir- lo. Pero defender lo justo siempre conlleva el conflicto. Seguir a Cristo significa llevar diariamente la cruz de un costoso testimo- nio. Si no hay oposicién, debemos preguntamos el porqué. “Ay cuando todas las personas hablan bien de ustedes!, pues de ese modo trataban sus antepasados a los falsos profetas” (Le 6, 26). Segundo, esta espiritualidad nos preparard para la persecu- cién. “,Quién de ustedes, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene para acabar- la?” (Le 14, 28). Esto no es tanto un reto para medir nuestra fortaleza como una invitacién a reconocer nuestra debilidad y abandonamos en fe al cuidado de Dios. Los salmos expresan esta fe y esta libertad: Yalié,jeudntos son mis adversarios, eudntos los que se alzan conra mi! jCuénts los que dicen de mi "Que no espere salvacin de Dios”! Pero ti, Yahvé, mi escudo protector, ‘mi orgullo, el que levanta mi frente Invoco a gritos a Yahvé, ¥y me responde desde su monte santo, Me acuesto y me duermo, me despierto: Yahvé me sostiene No temo a esas gentes que a millares se apostan en tomo contra mi ‘Levéntate, Yahvé! ; vame, Dios mi 3! (Sal 3, 1-8) Los evangelios nos invitan a una fe radical. Cuando el barco se hunde y los discfpulos entran en panico, Jestis los reprend. “Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” (Mt 8, 26). Mas tarde les advierte a no tener miedo a Ia persecucién: “En cuanto a. ustedes, hasta los cabellos ce su cabeza estén todos contados (Mt 10, 26-31). Los disefpulos no deberfan preocuparse por lo que dirén cuando sean arrastrados ante las autoridades, “porque 2718 BIENAVENTURADOS LOS FERSEGUIDOS no serdn ustedes quienes hablen, sino el Espiritu de su Padre « que hablaré en ustedes” (Mt 10, 20)°. Prepararse para la pe secucién no significa preocuparse por ella, sino aprender a m preocuparse. Tercero, esta actitud se basa en el poder de Dios, que “s realiza en Ia flaqueza”. Pablo escribe: “Con sumo gusto seguir gloridndome sobre todo en mis flaquezas, para que habite ¢ mi la fuerza de Cristo, Por eso me complazco en mis flaqueza: en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y la angustias sufridas por Cristo; pues, cuando soy débil, entonce es cuando soy fuerte” (2 Co 12, 9-10). El poder de Dios s ‘manifiesta en los sufrimientos de Pablo: “La muerte actia ¢ nosotros, mas en ustedes Ia vida” (2 Co 4, 12). Asf como la di vinidad se revela escondiéndose en la pasién de Jestis, la glor de Dios brilla en los seguidores perseguidos. Cuarto, la persecucién sufrida por la causa de Ia justi produce consolacién: alegrfa, claridad de visién, y confirm. cin, Jestis les recomienda a los discipulos “alegrarse (...] saltar de goz0" cuando sean perseguidos (Le 6, 23). Pablo cribe que Dios “nos consuela en toda tribulacién” (2 Co 1, 4) Monsefior Oscar Romero se alegraba de que la Iglesia es tuviera siendo perseguida por ponerse de parte de los pobre “Me alegro, hermanos (y hermanas), de que nuestra Iglesia se perseguida precisamente por su opci6n preferencial por los pe bres y por tratar de encararse en el interés de los pobres”. de nuevos 5, Ver también Le 1, 30.38; 8, 50; 24, 36-41; Mt 14, 26-31; 28, 5.105 Le 1 22-33; Rm 8, 31-39; | Jn 5, 5, Se Ven las ralces veterotestamentarias« cs confianza radial ante las amenazas en Dt 7, 17-24; 20, 1-4; Jos 1, 1+ Je 7, 1-25; 2 Mt 8, 18; Sal 20, 8; 44, 2-8; Is 7,9; ete 6, Sobve el regocijo en la persecucisn y la consolacién en las adversidade ver St 1,2; Hoh 5,41; 2. Co 1,3-7; 7,4; 1 Ts 3,7; Jn 16,33; Hb 10,32-3 1 Ped, 13.19, 219 LESPIRITUALIDAD PARA LA SOUDARIDAD. Un cristiano siempre debe de alentar en su corazén la plenitud de la alegria. Hagan la experiencia, hermanos (y hermanas), yo he tratado de hacerla muchas veces y en las horas més amargas de las situaciones, cuando més arrecia la calumnia y la persecucisn, uunirme intimamente a Cristo, el amigo, y sentir mis dulzura que no la dan todas las alegrias de la tierra.” Un testimonio como este refleja la claridad de vision que la persecucién muchas veces produce. Muchos prisioneros de conciencia han atestiguado cue su tiempo en la cércel les ha ayudado a ver las cosas més claramente. De esta manera la persecucién confirma nuestro compro- miso. Demuestra que los idolos de la riqueza y el poder estan bajo amenaza. Tal vez los perseguidos incluso sientan que estén participando en esa gran tribulacién que anuncia la victoria de Dios. “Eso es necesario que suceda. [...] Esto ser el comienzo de los dolores de parto” (Me 13, 7-8; cf. wv. 9-13). La persecu- cidn significa que el antirreino esté siendo vencido y que el rein do de Dios esté cerca (2 Ts 1, 45; Heh 14,22; 1 Pe 4, 16-17). Quinto, la consolacién en tiempo de la persecucién inspira la audacia. Esto se refleja en la siempre alegre Teresa Pérez, catequista y abuela de Los Sitios, un pueblo rural de EI Salvador. Para el primer aniversario de los asesinatos de 1989 en la UCA (Universidad Centroamericana) se realiz6 una celebracién en Los Sitios, donde uno de los martires, Ignacio (Nacho) Martin-Baré, habfa trabajado. Durante la misa, Teresa Je recordé a la congregaciéa que mucha gente habia salido de la parroquia después de la muerte de Nacho (por varias 7. Homilias del 15 de julio y del 20 de mayo de 1979, en Romero. Su pensa ‘miento (e. 12, n.2), vol. VIL, p. 7; vol. VI, p. 362. Predicando en una misa Pore presbitero asesinado Rafae! Palacios, Romero dijo: “Pademos presentar junto la sangre de maestros, de obreros, de campesinos, Ia sangre de nuestros sacerdotes, Esto es comunién de amor. Seria tiste que en una patria donde se cesté asesinando tan horrorosamente, no contéramos entre las vitimas tam- bin a los sacerdotes” (Hoomili dl 30 de junio de 1979, iid, vol. VIL,p. 30). 280 BBIENAVENTURADOS LOS FERSEGUIDOS semanas el ejército habfa convertido la capilla en su cuartel) “Bueno, pero yo digo —continué Teresa— si la muerte no: encuentra aqui sirviendo a a Iglesia, pues jbienvenida sea!” Mucha gente pobre exhibe la misma valentfa que Teresa Sus antepasados mayas escribieron en su epopeya Popol Vit: Ellos agarraron nuestros frutos, cortaron nuestras ramas, y quemaron nuestros troncos, pero nunca pudieron matar nuestras races. EI sufrimiento produce la resistencia, la resistencia product el cardcter, el cardeter produce la esperanza (cf, Rm 5, 3-4; | Ts 1, 4), y la esperanza produce el amor pleno que “expulsa ¢ temor” (1 Jn 4, 18). Sexto, una espiritualidad de persecucién nos enseiiaré ‘amar @ nuestros enemigos (Mt 5, 43). El bendecit a los per seguidores mantiene la amargura a raya y vence al mal con ¢ bien (cf. Rm 12, 14.21). Séptimo, aguantar la persecucién y amar a nuestros enemi gos exigen la creatividad. Una espiritualidad de persecucics nos ayudard a hacernos “astutos como las serpientes y sencillo! como las palomas” (Mt 10, 16). En su trato con adversarios tanto Jestis como Pablo utilizaban una amplia gama de técticas Segiin la situacién, Jestis se escondia, volteaba mesas, vilipen diaba a sus enemigos ptiblicamente, los desenmascaraba cot preguntas reveladoras, esperaba serenamente a que lo arrestarad © se callaba. Pablo denunciaba, amenazaba, engatusaba, hut apelaba al emperador o diestramente confrontaba a los fariseo ccon los saduceos (Hch 23). 32.35; Rm 12, 17,21; | Co4, 12: 2Co7, 4; 1 Ts

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