You are on page 1of 95
MITOS Y RELATOS ae ‘SECRETOS DE LA GRAN CIUDAD Prepirese a descubriz os secretes que eaconden algunas casas y Sea el Serena Sete POL SLO OS erg a ete at er ee la India descarnada, que todavia existe. Pero cuide de quitarse del aso de la carroza del malvado, y xechace la invitacién de asistir a.una boda macabra. Mire de cerca a las mornias de San Angel, y conezea la estromecedora historia de la doncella y los cuatro embrujados. Después de leer este libro, usted ya no va a querer salir de noche, no sea que se encuentre a un aparecido que carga jana cuz, y que congela la sangre con sus lamentos. Porque los Se ee ee eee ene eee Bak €0IciOoNes ISBN | wi Mitos y relatos de la Colonia Mites y relates de la Colonia © Derechos reservados 2003, © Editorial Epoca, S.A. de CY, Emperadores'No. 185 CP. 03300—México, D.F email: edesa@data net mx Tels: 56049046 50049072 ISBN: 970-6272-66-6 Las caracteristicas tipograficas de esta obra no pueden reproducirse, almacenarse en un sistema de recuperacion o transmitirse en forma alguna por medio de cualquier pro- cedimiento mecénica, electrénico, fotocopia, grabacién in. femet o cualquier otro sin el previo consentimiento por es- crito de la Evitorial Impreso en México — Printed in Meco EL SOPLO DEL DIABLO En cl pedregal ce San Angel, en una extensién que inicia en el lugar donde hoy se yergue el monumento a Alvaro Obregén, y termina en la primera parte de ciu- dad universitaria, tuvo lugar un episodio singular en los aiios finales del siglo xvi, que dio lugar a esta le- yenda. Don Rodrigo Gémez de Villanueva recién llegaba a la ciudad capital, procedente de Espaiia. Con su fami- lia y un gran deseo de progresar, vino a tomar pose- si6n de las tierras heredadas por su padre, un viejo sol- dado de Hemén Cortés. El caudal de Don Rodrigo era escaso, de modo que conforme llegs, apenas si pasé una noche en alguna Posada para descansar del largo viaje en barco, y po- der trasladarse de inmediato a su nueva casa Asi lo hizo al dia siguiente muy de mafiana, pero en cuanto el cochero se alejé con el caruaie, dején- doles con las maletas en ef suelo, la sorpresa fue grande y desalentadora. La casona se hallaba en rui- ‘nas, mientras que las tierras de labrado que se exten- dian al frente, estaban yermas, secas, y mds ldgubres Se velan por los pedregales oscuros que al fondo de las tiertas se vislumbraban, Doha Lorenza comunicé a su esposo su inquietud, lo mismo que su hijo Ramén, pero Don Rodrigo no se © _ Milos y relatos de ta Colonia amedrenté; hombre de carécter firme, confiaba en que Ievantarfan el lugar con el esfuerzo de la familia No obstante, més allé de la desolaci6n, el lugar era ‘opresivo, sombrio; una fuerza extrafa parecia dominarlo todo. Conforme avanzaron hacia los terrenos, sintieron mas presente esta atmésfera, cuando de pronto, una oleada de aire se impulsé a una gran altura pare arro- jarse sobre ellos y hacerlos detener, desconcertacos. —Padre, es un vaho caliente... Lo sentis? Don Rodrigo nocontesté al muchacho, porque en ese ‘momento, una carcaiada retumbé en el lugar, en ecos que hacian pensar en un festin de seres perversos. Asustados, miraron hacia todas partes, la carcajada seguia, y entonces, ubicaron el lugar de donde pro- cedia la casa cn ruinas. Don Rodrigo se adelanté ha- cia ella y grité, —jEh!

You might also like