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Tp2: Poética del cancionero Folclérico. Andrés Kazimierczak. Leyenda de a catia comin Eno Norost se ice que Keroinks (a calandra) era una mujer muy hermosa y provorativa que todos los hones deseatan poo alas daspreiaha cruelmente, Michis legaron a suiidarse por su amar no coresporid yl viento cardilerana levaba hasta la mje as vaces dels amas en pera. que reclaaban su presencia. Ela ignoraba estas voces ycatataburlor con su meloisa voz Un hombre se empei en se rrad par Kererikay en un primer mmamerts pare ogra reclmene, ero al pac tiempo oi comenzé = akardonarla ya coquetear con irs. €l hombre al sentir despechade, se lené de rencor y meiante a invacacién de poderes maicos hizo que se transformara en un parc “la calandria’, quardando su condicin anterior de cantor, El canto de la calandria De haber sabido lo caro que le saldria poner en palabras su admiracién por esa ave, hubiese medido sus elogios hacia ella. Todos los dias a pattir de los primeros brotes de primavera se levantaba antes de ir a trabajar para dedicar Un ratito al huerto que, con esmero y paciencia iba tomando forma en un rincén del parque de su casa Ahi estaba ella, casi tinico testigo de su labor, para regalarle su canto y compajiia durante la tarea como granjero. Los dias hicieron que ese huerto vaya tomando color, y una vez puestas las cafias que servian de gulas los tomates empezaban a pintar y crecer con gran velocidad. De manera casi ritual, cada mafiana que se acercaba a esa parte de la casa con intenciones de trabajar en las plantas, casi autométicamente, se acercaba ella, que comenzaba a enredario entre cantos y graznidos haciéndole perder nocién del tiempo, pero brindando gran felicidad y algunas llegadas tarde al trabajo. Se convittié esto en una costumbre y no imaginaba posible el progreso de esos tomates, que a la vista Parecian crecer generosamente cada dia, sin ese canto, sin esa compaiiia que aparecia solo durante su presencia en ese lugar. Ya préxima la cosecha, se puso muy ansioso y contaba uno por uno los frutos de ese trabajo que, él crefa conjunto, 27 tomates cortaria el proximo. Lo que no sabia era que ese ser emplumado se iba adelantar ese amanecer y sin esperar el habitual encuentro comié a picotazos hasta el tltimo de sus tomates y. desaparecié. De més esta decir la traicién y abandono que sintié esa mafiana, al no tener su canto, dolide mas por eso que a ver al huerto rasado. Un poco para no mirar mas hacia esa parte de la casa y debido al silencio que generaba no tenerla, en un momento lo distrajo la voz de una vecina a la que nunca habia escuchade, el balbuceo de una cancién que venia de una quinta que estaba detras de la suya. Con los dias consiguié cruzarla en el almacén del barrio en donde se enter que se acababa de instalar en lo que alguna vez fue la casa de fin de semana de sus abuelos, que tenia 27 afios y que tenia dos nombres Carla Laura. Ya desde hace tiempo dejé de pensar en “Su Calandria” compafiera cantora de sus labores, aunque cuando sale por las tardes al parque a regar y escucha canturrear a la vecina, algo familiar de su voz lo distrae, algo lo inquieta y muchos de esos dias llega tarde al trabajo.

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