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De la cosa a la Cosa: verdad, vacio, muerte. Los caminos de das Ding From the thing to the Thing: Truth, Emptiness and Death. The Ways of das Ding Por Agustin Kripper! RESUMEN El presente trabajo se propone mostrar que las teflexio- nes de Lacan sobre la cosa, que tienen su punto de inicio fen el escrito sobre la cosa freudiana y se profundizan en el seminario sobre la ética del psicoandliss, estén ordena- das por un esquema fundamental. Para ello, mediante una lectura minuciosa, se reconstruiré Ios argumentos que Lacan emplea para dar luz ala cosa en “La cosa freudiana o sentido del retorno a Freud en psicoanslisis’ (1956) y en El Seminario 7. La Etica del Psicoandlisis (1959-60), Se vers ast que pese a las viarias diferencias que existen entre un momento y otto, ciertos rasgos estructurales se mantienen constantes, En la conclusién, se discutiré la caracteristica principal del esquema de la cosa, a saber, el desnivel inherente a la estructuracién, subjetiva inseparable de la Cosa Palabras clave: Lacan - La cosa - Verdad - das Ding - Muerte ABSTRACT This paper aims to show that Lacan’s reflections on. the thing, which have their starting point in the écrit about the Freudian thing and are deepened in the seminar on the ethics of psychoanalysis, are ordered by a funda- mental scheme. In order to do so, through a close reading, the arguments that Lacan used to give light to the thing. in “The Freudian thing or the meaning of the return to Freud in psychoanalysis” (1956) and The Seminar ?. The Ethics of Psychoanalysis (1939-60) will be rebuilt. So it will be palpable that despite differences between one point and another, certain structural features remain constant. In the conclusion, it will discuss the main featu- re of the scheme of the thing, namely, the unevenness inherent to the subjective structuring that is inseparable from the Thing. Keywords: Lacan - the thing - truth - das Ding - death ‘Universidad de Buenas Aires, (UBA), Faculad de Psicologia. Cstedra de Psicologia Fenomenologla CONICET. Doctorando en Filosofia (Universidad de Buenos Aires) Mier jstencal. Buenos Aires, Argentina bro del proyecto de invesigacion UBACYT (20142017): “Aniculae cin de las conceptualizaciones de J. Lacan sobre la libertad con los conceptos fundamentales que estucturan la direccién de la cura: in- terpretacisn,transfeencia, posiign del analista, asociacion lire y acto analiico™ E-Mail: agustinkripper@ gmail.com sha de presentacin: 30/09/2018 Fecha de aceptacin: 17/08/2017 FACULTAD DE PSICOLOGIA- UBA | REVISTA UNIVERSITARIA DE PSICOANALISIS (2017, N* 17) pp. 167-176 [ISSN 1515-3804 «167 En el seminario La ética del psicoandlisis, tras haber introducido y desarrollado das Ding, la Cosa, por varias sesiones, Lacan sefiala: “Se equivocarfan si ereyesen que esta nocién de ‘la Cosa’, que este afo les traigo como una laboracién nueva, no estaba contenida en lo que aborda- mos en los afios anteriores” (Lacan, 1989-60: 162)". ¥ recuerda que la expresién “Ia Cosa” ya estaba contenida en el titulo de un trabajo suyo de 1956 sobre “el sentido del retorno a Freud en psicoanslisis". ;Cémo entender esta aclaracién: como un comentario al pasar sobre una ‘mera homonimia, 0 como un antecedente fundamental, en cuyo horizonte elaborard sus conceptos? El presente twabajo responde por la segunda opeidn, Para mostrar, se reconstruirén los arguments claborados por Lacan en. tomo a la cosa (tanto en “La cosa freudiana...” como en. EI Seminario 7) y se interrogars cémo las elaboraciones de das Ding intentan dar respuesta a la cosa freudiana planteada al principio. La verdad de la cosa En el articulo publicado en 1986 en La evolucién psiquidtrica (como la reescritura de un discurso realizado en Viena en noviembre de 1955 y reiterado, con nuevos desarrollos, en diciembre de ese ao en su seminario)?, “La cosa freudiana o sentido del retorno a Freud en. psicoanslisis”, Lacan anuncia que “el sentido de un retor- no a Freud es un retorno al sentido del Freud” (Lacan, 1966c: 388)’. Freud, con su descubrimiento, pone en tela de juicio la verdad, la cual pasa a incumbir todos y queda Inscrita en el centro de la préctica analitica. Asi, “La cosa freudiana...”, la primera elaboracién de Lacan de la cosa como tal, seré estudiada en este apartado por medio de Ja eita y el comentario, dado que se trata de un escrito complejo y Ileno de matices. El punto que nos interesa principalmente, la articula- cidn de la verdad a partir de su prosopopeya de la cosa: “La chose parle d’elle-méme”. Con esto Lacan quiere decir lacosa hablad'elle-méme en el doble sentida de que habla, por si mismat y de s{ misma. Asi, en la boca de Freud, la verdad se pronuncia “Para ustedes, soy as el enigma de la que se ascabulle an pronto come aparece, hombres que tanta se esfuerzan por Aisimularme bajo los oropeles de sus conveniencas soci les, No obstante, acmito que # emarazo es sincero, porque, aun cuando se hacen mis heraldos, no valen més por evar mis colores que sus bites, que son semejantes a ustedes, fantasmas. ;Adénde voy, cuando he pasado a ustedes? ,DSnde estaba antes de ese paso? ¢Acaso seo ding alsin dia Pero pata que rn donie estoy, voy ‘ensefarles por qué signo pueden recanocerme. Hombres, ‘excuchen, les igo el sereto, Yo, la verdad, hablo’ (Lacan, 19663: 408-09) Deesta primera cita,extraemos tres cuestiones. Prime- ro, a verdad es un enigma en dos direcciones: ella rehtye yes rehuida (porque se escabulle apenas aparece y porque «168» es disimulada por los hombres). Segundo, hay una diferencia de valor entre la verdad y los hombres (que cequivalen a los habitos con que la representan), es decir, entre la verdad y la serie hombres-habitos-fantasmas. Tercero, la verdad esta inextricablemente articulada con la temporeidad: su futuro (adénde voy") y su pasado (*dénde estaba") son indeterminables (“acaso algin fa"), pero su presente puede determinarse (“para que me encuentren donde estoy") por el hecho ("por [un] signa”) de que la verdad habla Lacan, a diferencia de la filosoffa, ve en las opiniones vulgares no un pardsito de Ia verdad, sino sus agentes secretos, La articulacién del discurso del error (esto es, los deslices) puede dar cuenta de la verdad contra la eviden- cia, Esta astucia de la razén obra asi sin los filéso‘os: “Pero, aely todo, no han hecho caducar ni postergarindel- ridamente lo que me deben. Es pagadero después de ayer y antes de mafana. Y poco importa que se abalancen para hacerle honor o eval, porque os agarraré por detrés en ambos casos. Ya huyan de mien el engafioo piensen poder capturarme en el ero, yo los lcanzo en la equivocacin, de La cual no tenen refugio. Donde el habla més eauta muestra un lger tropiez0, no esté ala altura de superidia 10 publica este hecho ahora- y, después de esto, seré lun poco ms dif hacer como «i nada hubiese pacado, ya +03 en buena 0 mala compatia ( .), Porque ia inteneién sms inocente te desconcirta una vez que ya no puede jocultar que sus acts falldos son los mis logrados y que sus racasos cumplen sus deseos mas secretos. En cualquier «230, ano basta mi escape ~primero del ealabozo de Ia fortaleza donde ereen rtenerme con la mayor seguridad situindome no en ustedes, sino en el ser mismo~ para ddemostrar su derrota? Vagabundeo en lo que consideran lo ‘menos verdadero por esencia: en los suefios, en el modo fen el que las agudezas mis gongorinas y el nonsense [sinsentido) mis grotesco de los retruécanos desafian el sentido, y en el azar -no en a0 ey, sino en 0 contingen- cia, Y nunca procedo con mis seguridad a cambiar la faz el mundo que cuando Te doy el perf de la nariz de Cleopatra’ (Lacan, 19663: 410. Algunas proposiciones surgen de esta cita, Primero, los hombres le deben a la verdad algo cuyo plazo no pertene- ce al pasado (“después de ayer”) ni al futuro ("antes de mafiana"), sino al presente. Segundo. a es0s vencimientos los hombres no pueden hacerles frente -casi en el sentido de vor stellen, ponerlos ante ellos como objeto de la repre- sentacién-, porque no son algo ante lo que puedan estar delante (“los agarrard por detrés"). Tercero, la verdad no puede ser objeto de estrategias, como la huida en el engafo y la captura en el error, dado que ella los alcanza en la equivocacién en tanto que falta de estrategia. Cuarto, cuando el habla tropieza, falla a su perfidia, es decir, la deslealtad del habla se evidencia; respecto de a intencin, el inconsciente muestra que su fall es el mayor logro y su fracaso es el deseo mas secreto. Quinto, los hombres buscan retener la verdad situandola en ellos mismos, pero ella se les escapa situéndose en al ser: asi, deambula en ACULTAD DE PSICOLOGIA - UBA | REVISTA UNIVERSITARIA DE PSICOANALISIS (2017, N° 17), pp. 167-176 [ISSN 1515-3894 las formaciones del inconsciente (suefios, chistes, calam- bures) y, por articularse de una forma particular eon el azar, es contingente en su causalidad ("el perfil de la nariz, de Cleopatra”) pero necesaria en sus consecuencias (nunca procedo con més seguridad”) Asi, el comercio de la verdad no se ubica en el pensa- ‘miento (Ia conciencia o el yo), sino en las “cosas”, en un sentido preciso: la verdad se comunica rebus, “por medio de las cosas” (en cuanto ablativo plural de res, cosa en. latin), a través de esas “cosas” (retomando a Freud, 1900-01: 285-86). Ademés, las cosas son los signos del habla de Ja verdad: si la nariz de Cleopatra cambié el curso del mundo, fue por haber entrado en su discurso como significativa, Y la carrera analitica tras la verdad no debe guiarse por la astucia de la razén, sino por el rastro de Edipo, para quien la hora de la verdad se da en Colono. Hasta aqui llega la prosopopeya Por Jo tanto, la pregunta fundamental es: ¢Quién habla? No el yo {moi} en su narcisismo. Freud es como Acteén, porque a la vez que intenta poner bajo su rastro ‘8 unos perros despistados desde el principio (los posfreu- dianos), no puede refrenar su carrera apasionada por Afrodita (Ja verdad). ¥ Ulega tan lejos como ala gruta donde la verdad mora y donde Diana le oftece la muerte como el Iimite del discurso psicoanalitico: “el simbolo sustituye ala muerte para aduefiarse del primer brote de Ia vida.” (Lacan, 1966a: 412) Para Lacan. por lo tanto, hay que llevar a los psicoa- nalistas de nuevo al punto de partida, revelado por la verdad: “Yo hablo”. A lo que deberta agregarse: "No hay habla sin lenguaje”. La verdad dijo de y por s{ misma: “Yo hablo”, Para poder reconacer a ese “yo” [je] por el hecho de que habla, no hay que abalanzarse sobre él, sino dotenerse en las aristas del hablar. La expresién: “No hay habla sin lenguaje”, significa que el lenguaje es un orden constituido por leyes. En ese sentido, no es una expresién natural, un cédigo, una informacién ni una superestruc- tura. Y aquf Lacan presenta por primera vez en un escrito- una diferencia sistematizada entre el significado y el significante, donde este wltimo recibe la primacta en la jerarquia. Dado que funcién simbélica es omnipresen- te en el ser humano, los conflictos del individuo en este orden repercuten sobre é La pregunta por quién habla lleva a Lacan a interpretar Ja consigna freudiana sobre el yo y el ello, Aqui se puede leer una primera “metapsicologia”. un primer esquema del sujeto, Asi, el sujeto heredero de la verdad reconocida no es el yo [moi]. En la obra de Freud, esto se evidencia, por un lado, en el hecho de que el inconsciente esté separado de las funciones preconscientes, y, por el ott, en la formula: "Wo Es war, soll Ich werden”. La estructura- cidn significante de ella permite a Lacan dar una serie de precisiones. Primero, Freud no escribié das Ich y das Es, giros con los que suele referirse a las instancias de la segunda tpica. ¥ aun asi, segundo, con Das Teh und das Es Freud procuré mantener a distincién fundamental entre el sujeto verdadero del inconsciente y el yo [moi] constituido en su nicleo por una serie de identificaciones alienantes. En definitiva, tercero, la formula reza: Wo FACULTAD DE PSICOLOGIA - UBA | REVISTA UNIVERSITARIA DE PSICOANALISIS (2017, N* 17) pp. 167-176 ISSN 1515-3804 (donde) Bs (el sujeto, sin articulo objetivante) war (estaba, en un lugar de ser). soll (debo, en un sentido moral) left (Yo [je], distinto del yo {moi]) werden (surgi [venir aaujour], nacer, venir al mundo, venir a la luz ~heidegge- sianamente, por ende podria traducirse incluso por “apare- cer’= de ese lugar de ser): “Donde el sujeto estaba, debo yo aparecer”, Cuarto, la homofonia entze el aleman Bs y la “s" francesa permite homologar el Ello con el sujeto. Quinto, la traduecién de Es por soi (s{ mismo) es preferible ala de ca, pues ésta responde al das como “c™, es decir, produce una objetivacién, Pero, por otra parte y en un sentido contrario, esa “c" le sugiere a Lacan un neologis- mo, “s'érre, “serse”, que expresa la subjetividad absoluta, en su excentricidad radical, para decir, en vez de “Donde eso era (Lat oit cai)”, la f6rmula: “Donde se era [La ott stait], es mi deber que yo [il llegue a ser’ Asi, las funciones del mot y del je no deben comparar- se mediante una concepcién gramatical, sino mediante tuna concepeidn Linguistica. Al sujeto no hay que hablarle de 61 mismo (0 sea, de su yo [moil), pues el sujeto s6lo habla de su yo, y lo hace a otto yo, En cambio, al sujeto hay que hablarle “literalmente de otra cosa es decir, de luna cosa otra que la que esté en juego cuando él habla de si mismo-, que es la cosa que les habla” (Lacan, 1966a: 419), Pero si esa cosa es accesible para el sujeto, sélo Io es en la medida en que éste, al hablarle al analista, susci- ta en él su respuesta, y porque al haber escuchado el mensaje invertidamente, el analista puede devolvérselo haciéndole reconocer su verdad. El problema es de qué verdad se trata. No es la “adeequatio rei et intellectus ~el concepto de verdad desde que hubo pensadores y nos condujeron por los caminos de su pensamiento-", pues “los intelectos como los nuestros, ciertamente, estarén a Ia altura de la cosa que nos habla, mejor dicho, que habla a nosotros” (Lacan, 1966a: 420). Asi la definicidn aristo- télica de la verdad, la concordancia entre el pensamiento yyla cosa, no orienta el intelecto del analista, que se orien- ta por la cosa que le habla Finalmente, Lacan profundiza en la naturaleza del yo. Buscar en la segunda t6pica un yo “operacional”, como pretenden los posfreudianos, es incorrecto, porque el criterio de la operacionalidad no permite distinguir el uso que en anilisis se hace del yo “del uso corriente de cualquier otra cosa, de este pupitre (...). Los discursos gue les conciernen (, . .) coineiden punto por punto” (Lacan, 1966a: 421). Por un lado. al igual que el yo [moi]. el pupitre depende del significante, que al llevar su funcién a lo general, hace que sea algo més que un troz0 de madera, Por otto lado, las significaciones a las que el upitre remite son tan dignas como las del yo [mot], como se ven en el hecho de que ellas puedan envolver a ese yo [moi], y de que Lacan pueda prestar al pupitre su voz para que sostenga un discurso sobre su existencia, su historia y su destino, atributos que uno adjudicarfa al yo {moi} Pero tampoco reside la diferencia entre el pupitre y el yo en la posesin de conciencia, porque simplemente no existe um yo percepcién-conciencia: la conciencia (como auto-conciencia) no surge de una instancia de mecanismo intimo o subjetivo, ya que la reflexiGn es una re-flexion, «169 un reflejo, el efecto de un dispositive objetivo. Tanto el pupitre como el hombre poseen su imagen por efecto del cespejo, y siel hombre puede verse verse, es por medio de su imagen, y no por una auto-captacidn espiritual, Asi, Lacan discute con las formas bastardas de la fenomenologia que omiten lo central de la diferencia con fel hombre: que el pupitre no habla. Pero, en este punto, Lacan hace hablar al pupitre, asf como antes hizo hablar ala verdad: ~yDe qué modo, pues, es el yo [moi que ustedes tratan fen el anilisis mejor que el pupitre que soy yor" (.. ‘Aunque yo [moi] no sea mis que un simple pupite que Jes habla, soy el pacient ideal: (. . ) estoy curado de antemano. Puesto que lo nico que tienen que hacer es sustituir mi discurso por el suyo, soy un yo perfecto, ya {que munca he tenido ou diseurso (...). En lo que dijo a ‘i capricho, no tenfa nada que decir. Por ia azn de que (mismo era una palabra: "yo" [mo), como sueto grama- sical. (..) [Lo cual ifustral Ia divisa freudiana, que, fexpresada come: ‘La ol ate le je dot tre [Donde lla, el yo debe ser], confirmana, para nuestro benefiio, cl carter dil de una traduecin que sustantifica el ch indole una al doit que traduce l sol, y Bia el precio del Bsa tasa dela 6” (Lacan, 19662:425.26), Asi, primero, el pupitte es el paciente perfecto, pues su discurso es reemplazable en su totalidad, ya que carece de “otro discurso”, es decir, de inconsciente. Segundo, en cuanto yo [moi), sujeto gramatical, el pupitre queda priva- do de la palabra propia -referida a ese otro discurso-. Tercero, a raduccién “Donde era ello, el yo debe ser”, hace pasar de un yo [je] de primera a uno de tercera persona (sustantivado") y objetiva el £s-sujeto en un “eso” (“sa Para coneluir este apartado, resumamos nuestra lectu- ra de “La cosa freudiana...”. La cosa, como la verdad que habla, brinda una imagen de una verdad que rehdye y es. rehuida, de estatuto diverso al de los vanos hombres, y s6lo aprehensible en el instante. Es una verdad que no esté enfrente sino detras, en el lugar siempre activo de producir la equivocacién, y opuesta a la intencién como Ja parte inconsciente, habitando el hombre y no la mera realidad, y siendo contingente en su causa pero necesaria, fen sus consecuencias. La verdad queda asociada al ‘momento de Edipo ante su muerte como limite al discur- so. Por lo demés, la divisa freudiana sobre el yo y el ello tiende, precisamente, a no objetivarlos, a ponerlos del lado del sujeto en la lectura de Lacan. Por eso, no hay que hablarle a paciente del yo, sino de “otra cosa” que impli- ca.una verdad, esto es, que busca ya no una adecuacién, entre la cosa y el intelecto, y que parte de la direccionali- dad de la palabra hacia el otro. Cabe sefialar que la cosa aparece bajo dos modos en este texto: por un lado, esté la cosa freudiana propiamen- te, a saber, la verdad que habla; pero, por otro lado -algo quiza menos advertido-, también esté la casa-yo, esto es, el pupitre. Si trazéramos una topologia sencilla, répida- mente hallarfamos una desnivelacién: la verdad es esa “cosa” que siempre se le sustrae al yo, por ser éste una «170» “cosa-objeto” Esta diferencia de niveles es reduplicada por el concepto de verdad propuesto por Lacan: una verdad como adecuacisn de la cosa al intelecto (segin la ingenua relacién intencional entre la conciencia y el objeto) y una verdad como instancia previa, de ilumina- cidn y apertura (Ja verdad en el sentido més originario de Heidegger), atada inevitablemente a la palabra y el lenguaje, Ese escalonamiento de los estatutos explica, en efecto, que Lacan ponga “la cosa” en el lugar de la “Sabiduria de Dios” de Pascal -cuya prosopopeya Lacan imita, o més bien, parodia, diriamos'-. En efecto, tanto Dios como el inconsciente son instancias transcendens por excelencia, Consideramos esta “diferencia ontolégi- ca” ~cuya inspicacién en la heideggeriana, entre ente (yo) yy ser (verdad-cosa)~ serd un aspecto clave que retornara fn las reformulaciones en torno a la Cosa en el seminario sobre la ética. La topologia de la Cosa Ala mitad de su seminario sobre la ética, Lacan obser- vva que Freud respondis a la experiencia analitica con el término das Es, olvidada por los posfredianos, y agrega que, “para recordar el cardcter primordial, primitive de esta intuicién en nuestra experiencia, llamo, este afio en. cl nivel de Ia ética, a cierta zona referencial la Cosa (Lacan, 1959-60: 169). Asi, el Es leido en la divisa freudia- nna para dar sustento a la prosopopeya, teaparece en El Seminario 7. Pero ahora debemos estudiar las primeras clases de este seminario, donde Lacan traza, a partir del aparato freudiano, Io que llamarfamos una “topologia de la Cosa”-que él denomina “topologia de la subjetividad’ (Lacan, 1959-60: $5), pero que renombramos asi porque exige incluir en su seno “{ntimo-exterior” lo extranjero: la Cosa-. Reconstruiremos los argumentos de Lacan a favor de esta topologia, a fin de mostrar que se ordena segiin tuna biparticién ~el lado de acd y el lado de all respecto del significante- que instaura, empero, una diferencia 0 desnivelacién, Lacan constata que el principio de realidad no es una ‘mera prolongacién del principio del placer, sino que hace resurgir mas alld algo que gobierna nuestra relacién con el mundo. En efecto, qué quiere decir la “realidad” en el proceso de reencuentra en Mds alld del principio det laceres problemitico: la accién moral “introduce algo nuevo en lo real” (Lacan, 1959-60: 31), En el Proyecto de psicologia, Freud concibe un organismo que no esti hecho para satisfacer la necesidad, sino para alucinarla: por eso precisa una instancia de realidad comin principio de correccién. Este desdoblamiento de los sistemas intenta contrarrestar Ia inadecuacién fundamental del primero, pero en un equilibrio frégil donde, de intervenir demasia- do pronto o demasiado tarde, el principio de realidad deja currir displacer. La originalidad de Lacan radica en ver en la opasicién del principio del placer y del principio de realidad “el orden de la experiencia propiamente ética” 0 ‘moral, y no el intento de una explicacién mecanicista: se trata del “verdadero sentido (para nada comin] de esta ACULTAD DE PSICOLOGIA - UBA | REVISTA UNIVERSITARIA DE PSICOANALISIS (2017, N° 17), pp. 167-176 [ISSN 1515-3894 palabra”, “realidad”, que para el hombre siempre “se constituye” (Lacan, 1959.60: 50-51) Esta lectura topolégica, y no biolégica, del aparato, redobla en espejo la oposicién entre el principio del placer y el principio de realidad con otra: la oposicién freudiana entre Jo inconsciente (Sachvorstellungen) y lo preconscien- te (Wortvorstellungen), pero leida de un modo particular, Para Lacan, ambos campos forman un conjunto conectado por las Bahnungen, y sélo aparecen separados por la distincién entre “Ia operacidn del lenguaje como funcién [et habla] -a saber, el momento en que ella se articula y desempena un papel esencial en el preconsciente- y la estructura del lenguaje -segin la cual se ordenan los elementos puestos en juego en el inconscientes~ (.. . ) Hay una relacién (....) entre la cosa y la palabra. (Lacan, 1958-60: $9), En ambos campos, regula la cadena signifi cante, “que va del inconsciente més arcaico hasta la forma articulada de la palabra, en el sujeto, todo eso sucede entre Wahrnehmung y Bewusstsein (...) [y] debe tener que ver con el inconsciente” (Lacan, 1959-60: 66) Con esta interpretacién de Lacan, el limite queda corrido: “Sache y Wort estin estrechamente vinculadas, forman una pareja, Das Ding se sitia en otra parte" (Lacan, 1959.60: 60). Das Ding es el secreto de ese principio de realidad paradojal, siempre en peligro y movido por la presién del apremio de la vida: “el principio de realidad funciona, de hecho, aislando al sujeto de la realidad [mundo fisico}” (Lacan, 1959-60: 60). Desde un punto de vista “genético”, la experiencia de satisfaccién del sujeto “est suspendida del otro”, el Nebenmensch, que permite Ja conformacién de “los procesos de pensamiento en la subjetividad del sujeto” y que constituye el punto en el que se articula el placer, punto “siempre dejado vacio, enigmético (. . . ): qué es la realidad para el hombre” (Lacan, 1959-60: $3-54). Alli interviene esa realidad que se relaciona con el sujeto de modo intima: el Neben- ‘mensch, cuya f6rmula articula “lo marginal y lo similar, laseparacidn y la identidad, ‘Ast, [eita a Freud] el comple jo del Nebenumenscit se separa en dos partes, una de las cuales se impone por un aparato constante, que perma- rece unido como cosa’ (Lacan, 1959-60: 67)". La Cosa es lo que e! sujeto afsla en su origen al experimentar al préjimo como algo extranjeto (Fremde). Ast, el complejo del objeto queda divido en dos partes: todo lo que en el cbjeto es cualidad, puede ser lado como stributo, eae denteo dela carga del sistema yy constituye las Vorstllungen primitivas alrededor de las cuales se jugaté el destino de lo que est reglado segin las leyes del Lusty del Unlus (....)- Das Ding es algo total ‘mente diferente Esta es una divisén original dels experien- cia dela realidad (...} aquello que, desde el interior del sujeto, resulta llevado en el origen aun primer exterior ( D, que nada tiene que ver con es talidad en la que el sujeto debers mis tarde ubicar los Quaittszechen, quele indiean que ests ene] camino adeouado pata la bisqueda de la satistaccign (...). El Ding como Fremde (...) es quello en torno a lo cual se organiza todo ef andar det sujeto (..} un andar de contol, de referencia, relacién al mando de sus deseos (..). Ese objeto, das Ding, en tanto que Otro absolute del sujto, es lo que se trata de reencontrar (.. . ). Se reencuentran sus coordenadas de placer, no el objeto, En este estado de ankelaslo y de fsperaro, se76 buseada, en nombre del principio det placer, la tensién 6ptima por debajo de la eual ya'no hay pereepeisn ni esfuerz0” (Lacan, 1959-50: 67-68), Por eso mismo, Lacan aclara que el principio del placer gobierna la basqueda del objeto imponigndole sus rodeos, pero “mantiene siempre la busqueda a cierta distancia de aquelio en torno a lo cual ésta gira” (Lacan, 1959-50: 74) “Die Sache ist das Wort des Dinges” ([rase que tadu- cimos “Ia cosa-asunto es la palabra de la Cosa”), afrma Lacan. En efecto, ene! nivel de las Vorstellungen, la Cosa literalmente no esté: es ausente o extranjera. Asi “existe lo bueno y lo malo, y después existe la Cosa. Lo bueno y lo malo ya entran en el orden de la Vorstellung, estén ali como indices de lo que orienta la posicién del sujeto, segin el principio del placer, en relacia alo que nunca sera mis que representacién, bisqueda (....) de algo que siempre estd a cierta distancia de la Cosa, aunque esté regulado por esa Cosa, la cual esté més alli” (Lacan, 1989-60: 80) Empero, asi la topologia de a Cosa podria resumirse alo que et “simple de mente”, segin Lacan, entenderia como la oposici6n entre das Ding y el mundo subjetivo del inconsciente (dicotomias del estilo: el “mis aca y el “més alls” del principio del placer, det significante, del lenguaje, etc. }. Esto es un error, segin él, porgue al colocarse asta das Ding en el centro, se olvida que “ese das Ding estéjustamente en el centzo, [pero] en el sent do de lo que estéexcluido (.. [de] exe exterior” (Lacan, 1959-60, 89). Lo crucial en esta topologia es “ese lugar central, esa exterioridad intima, esa extimidad, que es la Cosa” (Lacan, 1959-60: 171), es decir, “ese campo mis alld del principio de! placer, en el sentido en que el campo del principio del placer estd més alld del principio det placer [de nuevo lo intimo-exterior]” (Lacan, 1959-60: 129; el subrayado es nuestro) Esta tltima frase pareceria expresar cierta reduplica- cién de s{ mismo del propio principio que, por su efecto, siempre deja escapar algo. A nuestro crterio, la frase darla con la nocidn de extimidad otra variante de la ausencia de metalenguaje. Por sélo citar un ejemplo de dicha ausencia: “la interiorizacin de la ley (.. .) nada tiene que ver con la ley” (Lacan, 1959-60: 369). Esta diferenciacién de preeminencias también actia en la operacién del juicio sobre el préjimo: su instalacién sustrae un elemento que se va al fundamento, por fuera del campo de aprehensibilidad de contenidos. Pero inaprehensibilidad en el contenido podré resttuirse por el arte, en cuanto indice dela Cosa, como un vacfo. A ello se dirige Lacan hacia la mitad de su seminario. FACULTAD DE PSICOLOGIA - UBA | REVISTA UNIVERSITARIA DE PSICOANALISIS (2017, N° 17) pp. 167-176 [ISSN 1515-369 < 171 > El vacio de la Cosa Lacan, reformula en El Seminario 7 la topologta recién deseripta desde otros dos Sngulos. Por un lado, un éngulo tico, a partir de la Critica de ta razén préctica de Kant. AL djudicarle al Woh! (el bien-lo bueno) la funcién del princi- pio del placer, y al Gute (el Bien), el lugar de la Cosa, reproduce el mismo esquema formal. Asi, el camino del placer no es gobernade por un Soberano Bien, y con respecto a das Ding, “estamos en una posicin enigmitica” (Lacan, 1959-60: 119). Por otro lado, la diferencia entre el objeto y la Cosa también es formulada en los términos de lalibido: “este objeto [de la libido] no es la misma cosa que ésaala que apunta en su horizontela tendencia [la pulsién, Jeemos nosotros). Entre el objeto, tal como est estructu- rado por la relaci6n narcisista, y das Ding, hay una diferen- cia” (Lacan, 1959-60: 123), diferencia en cuyo espacio se sitda el problema de la sublimacién, Se evidencia que estos planteos reproducen la misma topologia de la Cosa, Por otra part, la sublimacién condu- ce a Lacan articular la Cosa a partir del vacfo. Ella es entendida como la operacién que “eleva un objeto (...) ala dignidad dela Cosa” (Lacan, 1959-60; 138). Elejemplo de las cajas de fésforos dispuestas por Jacques Prévert demuestra que una caja de fsforos no es un mero objeto de uso, sino que puede, en cierta disposicion especial, ser una Cosa: “el cardcter completamente gratuito, prolife- zante y excesivo, casi absurdo, de esta coleccién, apunta- ba de hecho a su cosidad de caja de f6sforos (...) [a] esa Cosa que subsisten en una caja de fésforos” (Lacan, 1959-60: 141) Para sustentar su idea del vacio en el arte, Lacan cita Ja conferencia "La cosa” de Heidegger, de 1954, y retoma Ja distincién que, segin €!, el filésofo hace para la jarra entre su uso como utensilio y su funcién significante ~ segin el sesgo de Lacan, entre significado y significante-. Asi, la jarra es, en cuanto significante, un puro significan- te sin nada de significado particular esa nada es “Io que caracteriza a a jarta como tal. Es justamente el vacio que crea, introduciendo asi la perspectiva de llenarlo. Lo vacio y lo leno son introducidos por la jarra en un mundo que, por s{ mismo, no conoce nada igual (..) Sila jarra puede estar lena, es en la medida en que primero, en su esencia, est vacia” (Lacan, 1959-60: 149)". La jarta es “un objeto hecho para representar la existencia del vacto en el centro de lo real que se lama la Cosa’, y, por ende, ese vacio se presenta en la representacién “como un nihil, como nada, y por eso el alfarero (...)erealajarra alrededor de ese vacio (.), ex nihilo, a partir del agujero” (Lacan. 1959-60: 151) El modelado del significante coincide con la introduccién, en lo real de una béance, un ex nihilo coextensive de la Cosa, La cosa es el vacio més alld de la mediacién, podria decirse, y ni la ciencia ni la religién, por su naturaleza, pueden darnos la Casa, dado que de ella nos separa el significante. Asi, “la Cosa es aquello de lo real que padece de esa relacién fundamental, inicial, que compromete al hombre en las vias del significante, debido al hecho mismo de que esté sometido al (..) principio del placer, (J la dominancia del significante” (Lacan, 1959-60: 166) ans Al avanzar en sus elaboraciones, en especial a partir del vacio, Lacan vuelve a colocar la Casa como un efecto el significante. En el campo de lo simbélico, sélo se representa la Cosa que padece de! signficante, por medio del mismo grado ceto de ese significante, la esencia de la significancia como tal: el vacio. Por eso, en el arte “busca- ‘mos en la ilusidn algo en lo que la ilusién misma, de algiin modo, se trasciende, destruye, mostrando que sélo esti alli en tanto que significante. Esto vuelve a dar eminen- temente la primacfa al domino del lenguaje (Jel signifi- cante” (Lacan, 1959-60: 166). As{ Lacan habla de das ‘Ding como de una "vacuola", En el psiquismo un tipo de rodeo puede articular el placer con la realidad, pero otro tipo también puede “hacer aparecer como tal el domino de la vacuola. Se trata de proyectar como tal cierta trans- gresién del deseo” (Lacan, 1959-60: 186). El bien, como el primer rodeo, nos mantiene alejados de aquello alo que el segundo rodeo tiende: “nuestro goce [das Ding) {Qué me es més proximo que ese projimo, que ese niicleo de mi mismo que es el del goce, al que no oso aproximar- me?™, pues el goce “implica la aceptacién de la muerte (Lacan, 1959-60: 224.225 y 229). Aguf Lacan se dirige al final de este seminario. La muerte de la Cosa Hemos visto cémo Lacan avanza en El Seminario 7 desde una diferenciacién entre el més acd y el més alld del significante con un punto “ex-céntrico”, a una experiencia en la que la Cosa sélo entra en nuestro campo estético por obra del vacio como tal, la pura significancia, Finalmente, Lacan concluye su seminario con su lectura de Antigona, que le permite articular la Cosa como deseo de mueree. Una altima figura es esbozada por Lacan a partir de las referencias al goce: la pulsién de muerte, que “s6lo puede ser definida en funcidn de la cadena significante (Lacan, 1959-60: 255). Asi, los acontecimientos estén sometidos a una pulsién de muerte en la medida en que hay una cadena significante, ylo que Lacan llama “Volun- tad de Otra-cosa” es, a nuestro juicio, voluntad de destruc- cidn y de creacién al mismo tiempo, en la medida en que la referencia de ambos es la nada, El ex nihilo tiene esa doble diceccionalidad: la voluntad de comenzar de cero ya sea como punto de llegada o de partida- es una estructura topolégica continua, Equivale a lo que El Seminario 2 llama la funcién instituyente del sentido, ahora enunciado asf: “hay en algiin lado, pero ciertamen- te fuera del mundo de la naturaleza, el més alld de esa cadena, el ex mihilo sobre la que se funda y se articula coma tal” (Lacan, 1959-60: 287), El punto de creacién ex nikilo permite, con el significante, articular la pulsién hist6ricamente, Lacan introduce asf una segunda bartera, mis verda- ddera ~que se agrega a la primera, el bien-, que nos separa del campo central: ella detiene al sujeto ante “el campo innombrable del deseo radical”, “de la destruccién absoluta” (Lacan, 1959-60: 262). Esta barrera se ve en la ACULTAD DE PSICOLOGIA - UBA | REVISTA UNIVERSITARIA DE PSICOANALISIS (2017, N° 17), pp. 167-176 [ISSN 1515-3894 paraddjica experiencia de Io bello en Antigona, En la obra de Séfocles, la imagen fascinante de la propia Antigona posee un misterio cuyo poder disipador respecto a todas las demds las hace desvanecerse, Todo gira en torno a su belleza y su lugar en “el entre-dos de dos campos simbs- licamente diferenciados” (Lacan. 1959-60: 298). Antigona obtiene su brillo de ese lugar, en el que las metéforas del ente se distinguen de la posicién del ser, de un limite: la suerte de “una vida que se confundiré con la muerte segura, muerte vivida de manera anticipada, muerte que se insinda en el dominio de la vida, vida que se insinda en la muerte” (Lacan, 1959-60: 299). Asi, la Are de Antigo za representa el limite de la vida humana: ella "no puede mis literalmente, Su vida no vale la pena ser vivida (...) (Que Antigona salga aside los limites humanos (..) [signi fica] que su deseo apunta (...) al mds allé de la Ate (Lacan, 1959-60: 315-316)". Antigona se dirige hacia la Af, porque el hombre toma el mal por el bien, porque algo del mas allé de los limites de eta A'S se volvi6 para ella su bien propio. Lacan compara la situacién de Antigo na con la de ottos héroes de Séfocles, como Edipo en las postrimerias de su existencia: “son personajes situados de entrada en una zona limite, entre la vida y la muerte (Lacan, 1959-60: 327) Esto explica por qué Lacan desacuerda con Hegel. Para el filésofo, el conilicto se formula entre dos partes~ Antigona (leyes divinas) y Creonte (leyes de la polis) que, en dltima instancia, pertenecen al mismo nivel. Por el conttario, Lacan retoma ese conflicto reproduciendo el esquema de la topologia de la Cosa, el desnivel: es “lo que, en efecto, es del orden de la ley, pero que no esti desarrollado en ninguna cadena significante, en nada” (Lacan, 1959-60: 334). En suma, “Antigona representa, por su posicgn, es limitraical que sis all§ de todos los contenidos,(..} mantiene valor Snico de su se. Ese valor es, esencialmente, de lenguale era del lengusje ni siquiera porta ser concebito,y el ser de aguél quehha vivide no podsiaseras{desprendido de todo lo que transmitié coma bien y eomo [eontenido} (J. Esa ppureza, esa separacién del ser de todas las earactersicas el drama histrico que atravess 60s limite, el ex niilo alrededor del cual se sostiene Antigona(..} es] elcorte que instsura en la vida de hombre la presencia misma del Tenguaje™ (Lacan, 1958.60" 335). La belleza de Antigona es e1 momento de realizacién de la Ate, lo cual establece una relacién con el més alld del campo central, pero también nos prohibe captar su verda- dera naturaleza: la belleza sumerge las diferentes formas fen juego en una ceguera esencial, Pero atin pasa algo mis alld que no puede ser mirado: Antigona “se identifica con ese inanimado en el que Freud nos ensefia a reconocer la forma en que se manifiesta el instinto de muerte” (Lacan, 1959-60: 337). Lacan nombra este movimiento de Antigo- nala realizacién del deseo puro como “deseo de muerte”, El deseo de la madre, que funda toda la estructura y da a luz a sus hijos, ¢s a la vez un deseo criminal que produce una descendencia deincesto: “en la medida en que la FACULTAD DE PSICOLOGIA - UBA | REVISTA UNIVERSITARIA DE PSICOANALISIS (2017, N* 17) pp. 167-17 | ISSN 1515-3604 comunidad se rehisa a {perdonar el crimen], Antigona debe hacer el sactificio de su ser para mantener ese ser esencial que es la At@ familiar” (Lacan, 1959-60: 339) Lacan no deja lugar a dudas: el hombre accede “al instin to de muerte, su propia relacién con la muerte”, mediante “la virtud del significante y en su forma més radical’ (Lacan, 1959-60: 352). Cuando el sujeto articula una cadena significante, percibe que él puede faltar en esa cadena. Esta es “la articulacién esencial del no-saber como valor dindmico, el descubrimiento del inconsciente” (Lacan, 1959-60: 352). La funcién de lo bello ilustra esta ‘misma relacién del hombre con su muerte En suma, la funcién del deseo debe conservar una relacién fundamental con la muerte, Por eso, la termina~ cién del andlisis debe enfrentar al sujeto con la realidad de Ia condicin humana. A esto Freud Io llamé el fondo de la sefial de la angustia, “la Hifflosigkeit, el desamparo, en el que el hombre en esa relacién consigo mismo que es su propia muerte” (Lacan, 199-60, 362). Asi, retomando el, ejemplo de Edipo en Colono, Lacan afirma que el héroe, Edipo, es “quien efectivamente avanzé en esa zona (...) hhasta el mf phymai del verdadero ser-para-la-muerte, a su. maldicién consentida, a los esponsales de su anonada- ento, considerado como término de su anhelo” (Lacan, 1959-60: 368-69). Por lo demds, el propio Lacan aclara que esta topologia es homéloga a la de la Cosa: reaparecen los dos campos, en este caso “el circulo interno, ser-paracla- muerte, los deseos en e! medio, y la renuncia a la entrada en el efrculo externo” (Lacan, 1959-60: 380) ‘A nuestro parecer, Lacan retoma y complejiza sus elaboraciones sobre Edipo en Colono de] Seminario 2, segin las cuales esa obra ilustra el comienzo del mas alld del principio del placer: “cuando la palabra esti comple- tamente realizada, cuando la vida de Edipo ha pasado completamente a su destino, ;qué queda de Edipo? (Lacan, 1954-85, 344), En efecto, Edipo vive con una vida que es muerte. La vida, para Freud, no es otra cosa que tun rodeo obstinado, (ransitorio ¢ insensato hacia a muerte, Su sentido no es tan humano, si un sentido es un. orden, pues “en él, la vida insiste en entrar, pero él expre- sa quiza algo que esté totalmente més allé de ella, (..) la muerte” (Lacan, 1954-55: 347). De esta manera, el masoquismo primordial, como la tltima palabra sobre la vida cuando ella es desposefda de su palabra, serfa la maldici6n tiltima expresada al final de Edipo en Colono: “Més valdrfa no haber nacido", cita Lacan’. La vida no quiere curarse: “la reaccisn terapéutica negativa le es sustancial (...). [La vida es) esencialmente alienada, existente, vida en el otro, est como tal unida a la muerte (Lacan, 1954-55: 348) :Qué diferencia encontramos entre la leetura de Antigona en El Seminario 7 y la de Edipo en El Seminario 22 La muerte como ese lugar més alld -muerte que para el er humano sélo tiene sentido, es decir, debido al signi- ficante- es lo que tienen en comtin. La mortalidad debe ser el horizonte insoslayable en la cura analitica, En efecto, es el mismo punto al que habia llegado Lacan en. 1955, en “Variantes de la cura-tipo”, donde plantea que los efectos del instinto de muerte en la wansferencia «ars» pueden evitarse si el analista despoja el narcisismo de su. yo de los deseos para reducirlo a “Ia sola figura que. bajo sus mascaras, a sostiene: Ia lel amo absoluto, la muerte (Lacan, 1966b: 348). Asi, el término ideal del analisis del yo seria que el sujeto, tras haber reencontrado los orige- nes de su yo por regresién, progrese a “la subjetivacion de su muerte” (Lacan, 1966b: 348). De este modo, “pars el eujeto, Ia realidad de ou propia muerte no es de singin modo un objeto imaginable, y el analista no puede saber nada de ella, no més que cualquier oto, salvo que él e¥ un ser destinado @ mont Por lo tanto, suponiendo que aya reducio todos los prestigios desu yo para acceder al ‘serporada-muerte’, ningin ott saber, sea inmediato © construide, puede ser preferido por 6) para conver en un poster, sin que por esto sea abolida simplemente. Ast ‘pues, ahora puede responder al sujeto desde el lugar desde donde quiere responder, pero ya no quiere nada que deter sine este lugar” (Lacan, 1968b: 349) Entonces, de nuevo, frente a todo esto, icusl serfa la novedad aportada por El Seminario 7? Que “més allé no esté solamente [a] la relacién con la segunda muerte, es, decir, con el hombre en tanto que el lenguaje le exige dar cuenta de lo siguiente: de que no es, Esté también [b] la libido, aquello que, en instantes fugaces, nos impulsa mis alld de ese enfrentamiento que nos hace olvidar (..), el tinico momento de goce que conace el hombre” (Lacan, 1959-60: 355). Es decir, el goce serfa la novedad del, planteo. Ahora bien, la formulacién de Lacan sobre el, goce en El Seminario ? es més bien seminal. Por eso puede decisse que el horizonte de la cura, a esta altura, no ha cambiado sustancialmente, Conelusiones: de la cosa ala Cosa En Fl Seminario 7, después de pronunciar las palabras que abren este trabajo, Lacan recuerda que “la expresién. ‘la Cosa freudiana’” sorprendié a los colegas que pensa- ban que su filosofia era combati la eificacién, y desmien- te esto: “elegi ese titulo adzede”, porque “hablo de la Cosa” de un’ modo que les produjo malestar, a saber, hhaciendo “hablar a la Cosa” (Lacan, 1959-60: 163). Asf en “La ciencia y la verdad”, se lamenta de que su escrito no fuese comprendido: algunos entendieron su retorno a Freud como un humanismo contrario a la reificacién del hombre, mientras que otros vieron en la cosa un retorno aa cosificacién contra la que habia combatido la psico- logia. Ahora bien, al evocar en 1966 Lacan el texto que leva “el titulo ‘La Cosa freudiana’” (Lacan, 1966¢: 867) se da una operacién subrepticia: él pone una maydiscula donde debfa haber una minUscula. Como hemos vist, “La cosa freudiana...” de 1986 no se escribe la Cosa, {Qué sucedié en e] medio? El paso por el texto del Proyecto de psicologta durante El Seminario 7 (de hecho, un segundo paso, pues ya El Seminario 2 contiene una primera inter~ pretacidn del Proyecto, que articula la pulsién de muerte como insistencia de lo simbélico) ame FACULTAD DE PSICOLOGIA -UBA | REVISTA UNIVERSITARI Ahora bien, esta segunda lectura de la letra de ese texto, de ese Ding con maytiscula, es la que traslada sus cfectos a la grafia de Ia Cosa en Lacan, y esto sumado al uso muy propio que éste hace de la leva maylscula. Asi, empleada en un primer momento para distinguir una relacién de subordinacién entre dos dimensiones, la simbdlica y la imaginaria -cuya diferencia puede pensar- se en términos transcendentales, esto es, una dimensién constituyentey una constituida-, es natural que al despla- zar al limite de lo simbélico a Jo real, esa mayiiscula efectie una distincién. Dado que el limite entre lo que std mas acd y més allé ~entre el ser y el ente- se despla- zade a oposicién entre lo simbélico y lo imaginario hacia otra entre lo simbélico-imaginario y lo real ~del par princi pio de placer-principio de realidad, al par significante (englobante del primero)-Cosa-, es ldgico que Lacan lo asiente en la grafia, Entonces, ¢qué se persiste del “La cosa freudiana, en El Seminario 7? La diferencia de condicién entre la verdad y los hombres, entre la cosa y la conciencia, entre el inconsciente y el yo. Esa cosa huidiza, instanténea, activa, allende, contingente, anti-intencional, limite de la vida y deldiscurso, inobjetivable, inaprehensible, siempre otra, verdad originaria y no derivada, atada a la palabra, figura parédica de Dios, ese transcendens; jacaso no haallamos el eco de todo esto, de la diferencia ontolégica gue ella supone, en El Seminario 7? Si la verdad de la prosopopeya obedece a las forma- ciones del inconsciente, en el interin el Vite se corr: del par verdad-yo se pas6 al par significante-Cosa ~soste- nido cada uno por una lectura diferente del Proyecto de psicologia-. Pero ta légica de la diferencia persiste. Sila Cosa se delimita, en una topologia de dos campos, uno més acd y otro més alla, del centro y Io cizcundante, del vacio y el contenido, de la vida y la muerte, de los deseos y el deseo puro, del placer y el goce, entonces todo el Circuito se ordena por un desnivel. La cuestidn pasaré por la esencia de la conexidn entre ambos dominios: relacién de interior-exterioridad, Cosa efecto del significante mas no reabsorbible, y demds figuras, todas las cuales bordean un punto indecible. Quizé la puesta a punto de esa nueva topologia de la extimidad que se avizora, sea una funda- mental novedad de El Seminario 7. A eso indecible nos dirigiremos para concluir. En “La ciencia y la verdad”, Lacan aclara lo que quiso decir en 1956: “piensen en la cosa innombrable que, si ‘pudiera pronunciar esas palabras ["Yo, la verdad, hablo...”), iria directo al ser del lenguaje -si debemos oirlas como ddeben ser pronunciadas: en el horror-" (Lacan, 1966e: 866). La Cosa es precisada en los términos del ser del lenguaje: ~Prestar mi vox para sostener esse palabras intolerables ‘Yo, la verdad, hablo, va mss all de a alegor’a. Exprsa, sencillamente, todo lo que se puede decir de ia verdad, de la Gnica verdad -a saber. que no hay metalenguale (.0, aque ningin lenguaje podria decir lo verdadero sobre lo verdadero, pues la verdad se funda en el hecho de que ella habla, yque no tiene otro medio para hacerlo (fundarse)- [DE PSICOANALISIS (2017, N* 17) pp. 167-176 [ISSN 1515-3694 Es poreso queelinconsciente -que dice lo verdadero sobre lo verdadero~ estéextrucurado como un lenguaie, y que yp, cuando ensefio eso, digo lo verdadero sobre Fre, que supo dejar a la verdad -con el n hablar. Esa falta de lo verdadero sobre lo verdadero -que cesta todos los trapiezos del metalenguaje (..)~ es el lager del Urverdréngung.~ (Lacan, 1966: 867-68) ne de inconsciente= Por lo tanto, en diltima instancia, el valor de la proso- popeya persiste en su ncleo esencial, si bien precisada con nuevos desarrollos y con un sentido més afinado de la ausencia radical de una palabra dltima, de un metalengua- je: he aqui lo indecible. A su vez, esto lo leva a Lacan a saldar las cuentas con sus insinuaciones, con esto corregi= das, de equiparacién entre la Cosa y el nodmeno kantiano: una verdad que habla tiene poca cosa (sie. ] en comin con un néumeno que, segiin recuerda la razén pura, la cierra. (.) El médium (...) es la causa: no como una categoria de la légica, sino como causando toda su efecto” (Lacan, 1966: 869). La Cosa es causa como el notimeno, pero difiere de él porque habla: ella se incluye en el sen &xtimo del campo del lenguaje, y no es lo que queda fuera de la experiencia, sino que habita esa experiencia. Enton- ces eso indecible no deja de decirse siempre. Asi, en El Seminario 7, Lacan articula ese lugar paradsjico de la Cosa fen términos como significancia, vacfo y muerte. Pero la logica de la argumentacién no guarda mucha distancia respecto de “La cosa freudiana Para concluir, retomando la hima cita, dejemos asentado que Lacan se verd Ievado a hacer un desplaza- miento hacia Ja causa. La causa sers otro nombre de la, cosa", Como precisars Lacan en El Seminario 11: “la causa se distingue de lo determinante que hay en una cadena o, en otras palabras, de la ley” (Lacan, 1964, 29) Finalmente, esa causa no ser mas que otro nombre, procedente y derivado, de esa fuente que es la cosa, REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Ade Peutos Salvador, A (1994), Los Bsrts de Jaoques Lacan, Varian tes textulee. México: Siglo XI Freud, S. (1900-01. La interpretacén de os suefios En Obras Com pletas, Buenos Aires: Amorrortu, Vol. NEV, 1986 Heidegger, M, (1927). Sein und Zett, Max Niemeyer: Tubinga Heidegger, M. (1954 in Conferenciasy articlos, Bar ‘elona: Ediciones del Serb, 200, Lacan, 1, (195455). El Seminario. Libro 2. El yo en la Torta de Freud yen ia tenea pscoanalitia. Buenos Aires: Paidés, 1983, Lacan, J, (1958-60), BI Seminario, Libro7. La iia del Petoandlsts, Buenos Aes Pidés, 1992 Lacan, J. (1962-63), El Seminar, Libro 10. 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Notas (Ctamos la edicidn castellana de lot seminarios, pero modificae mos Ia traduceiin euando es necesario, "EL tule del dgcurso en Viena fue “El sentido de un reorne a Freud en el psicoandlisis", mientras que en Pars, “Sentido de un retorno a Freud en el psicoandlisis" (De Frutos, 1994: 343.345}. El passje del artculo indeterminado al determinade da cuenta del lento de la operaciin de Lacan, Nétese que el encabeza- do del texto, “La casa frousiana”, es afiadio recién al momento de su publicacsn, "Hiemos cotejado los pasajes que diferen entre las versiones de 1986 (La evolucién priquadtiea) y 1966 (Esentos) mediante De Frutos, 1994, ‘Segin traduce la edicidn de Siglo XX, de a expres °aqut Lacan ya elabora el problema de la béance entre Ia causa y 1 efecto que tetomars en Ei Seminario I: “entee I causa y lo gue ella afecta,esté siempre lo que cojea" (Lacan, 1964: 30). Siguien- ddo a Pascal, para qulen la causa del amor es un “no s€ qué” ape nat perceptible, desproporcionado respecto de sus enormes elec: ts (Ia nariz de Cleopatva}, Lacan parece esbozar el problema de sa brecha entre la causa y l efecto en los términos de una verdad, {el inconsciente. Un pérrafo, agregado en 1966, que habla de “la Incidencia dela verdad como causa” y de “una revisi del proce- 0 de Is causaldad” (Lacan, 19669: 398), es,» nuestro juiio, una relectura de Lacan que da cuenta a posterior’ de elaboraciones ul- teriores a partir de elementos que ya estaban abi presences. Sebre Ta ita de Pascal, ef. Pascal, 1886, 83-84 "En la edicin de los Zxertor de 1966, dice “voire qui parle en nous", pero en la edicién de la coleccién Points, de 1970, se lee voire qui pare & ows ‘Lacan se vale aaqut, a su manera, de! etiea que Heidegger ex liza de la concepcién tradicional de la verdad (el. Heidegger. 1927: 987 B y 48), pues la sitda en una instancia previa, 0 #63, condli= cia de posibiidad, del discus constataivo “en un ejercicio en el que Lacan imita la enunciaién,e estilo y las expresiones dela Sabidutia de Dios, pe) :"No exp ‘verdad ni cansolaci de ls hombres, Yo soy quien os ha formado ¥ Ta tnica que puede ensefaros quitn sols. Pero a0 os encontes ahora en el estado en que yo os he formato” (Pascal, 1866: 183) Asi, el complejo del proximo se separa en dos componentes, uno de los cuales impone por una ensambladura constant, se mantic. 1ne reunido como una cosa del mundo [als Ding beisammenblett], mientras que el otto es comprendigo por decir, puede ser reconducido a una natica del cuerpo propio" oud, 1895: 376.377). Nétese que Etcheverry agrega “del mun- iendo ate otro matiz dice, a «ars» 44a" To que en alemsn es a mera “2083”, tergiversando as el tx to y obstaculizando la interpretacién de Lacan, ya que respecto del signifcante a "cosa del mundo’ es Jo que estéen el mundo, mien- teas que la nuda cosa esté més alld Para esta distinién, Lacan se inspira probablemente en este pa saje de “La cosa” de Heidegger: “La antigua palabra alemana thing significa Ia reunién (coigacin). y concretamente Ia reunin para atar de una cuestin que esté en liza, en Itgio. De abt que las antiguas palabras alemanas ching y ding pasen a sgnifcar asunto; ‘ombren todo aquello que les coneierne a os hombres de un mo: do u otro, que va con ellos, lo que, consecuentemente, esti en ‘uestion” (Heeger, 1958: 167). Empero, entce ambos palabras Heidegger establece una continuidad y derivacién, mientras que Lacan erige una sepsracin radical Es probable que Lacan formule esl a partir del este testo: “Lo propio de la esencia de la arra no es nunca fabricado por la pro Aduceibn (J. Lo que es este reipiente que tiene este aspecto como esta jarra, lo que es a jarra como es esta cosa-jarra no se puede experimentar nunca, ni mucho menos pensar de un modo adecua «176» Ao, desde el punto de vista del aspecto™(Hedegger, 1954 128). La tsencia, el "es, Lacan lo ee como el significante que condiiona Ta entrada en el mundo del aspecto, es deci, del signifcando. En ese sentido, el significant, como tal. no significa naa: ese vaio. “El alfreo, que con el toro da forma aa pared yal fondo, lo que Jhaver no es propiamente ajar (..).moldea el vacto (.). La cosi- dad del recipiente no descansa en modo alguno en la materia dela echo, sino ene vac que acoge” (Heidegger 1954: 124. slo determinant y el contenido, lo determinado. Lacan precisa algunas referencias: versos 559-560, 613-614 y 6234095, “Lacan probablemente se apoye en este pasaje de Heidegger palabra romana res [en alemsn, el asunto, lo que esté en cues Uidn, como derivado de la cosa] aguello que coneierne al hombre, aquello sobre Jo que se discute, el caso. Para designar esto, los romanos utlizaban también la palabra causa” (Heide ger, 1954 128) ACULTAD DE PSICOLOGIA - UBA | REVISTA UNIVERSITARIA DE PSICOANALISIS (2017, N° 17), pp. 167-176 [ISSN 1515-3894

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