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TEORIA Y JUEGO DEL DUENDE Feperico Garcia Lorca 1898 ~ 1936 Powered by CamScanner INTRODUCCION Jeorla y juego del duende se ha publicado en dos versiones, Lg primera aparecié en el tomo vil de las Obras completas de Federicg Garcfa Lorca editadas por Losada, en 1942, a partir de un Original aparentemente defectuoso y que corresponderia a la version expues- ta en la Residencia de Estudiantes de Madrid. En 1984 Christopher Maurer publicé en Alianza Editorial dos volimenes de Conferencias y utilizé para este texto la copia mecanografiada que el poeta ley en Buenos Aires el 20 de octubre de 1933, conservada en el Archivo Garcia Lorca; esa exposicién hace parte de una serie de intervencio- nes como la conferencia sobre E/ cante jondo realizada en el Centro Artistico y Literario de Granada en 1922, o sobre La imagen poética de don Luis de Géngora, pronunciada en el Ateneo de Granada en 6 y que demuestran, junto con sus precisas respuestas a multi- ples entrevistas, la permanente y sistemética reflexion de Garcia Lorca sobre la creacién estética. A partir de estos textos se puede afirmar la existencia de una poética muy coherente que siempre parte de la realidad, “pero esta realidad es sometida a una profunda transformacién poética, que construye un mundo no irreal, sino ultrarreal donde se aprehende la esencia de los fenémenos de la realidad que ha servido de materia prima”. Garcia Lorca describe este proceso de transformacion en tres fases con los términos ima- ginaci6n, inspiracién, evasi6n, titulo de otra de sus conferencias, Gictada en varias ocasiones entre 1928 y 1930, y llega a su plena formulacién en Teoria y juego del duende, en la que esas tres fases adquieren los nombres de “musa”, “Angel” y “duende”; la musa Seria la inteligencia, el angel seria la gracia, la inspiracién, mientras mee diferencia la establece Lorca con el duende que, see” ' fe adentro, del dolor, de la conciencia de la desgracia para 1. GARCIA-POSADA, ry rieo, Obras, t, | 4 Miguel, “Introduccién general", en GARCIA LORCA, edicién, Madrid: Akal, 1982, p. 36. Powered by CamScanner revelar las causas esenciales, para lo cual “la referencialidad es a todas luces insuficiente y el poema exige la presencia del simbolo”?. La primera etapa de la produccién de Federico Garcia Lorca, nacido en 1898, se inicia en 1918, a sus veinte afios, con un libro en prosa: Impresiones y paisajes y con él se inicia una prolifica carrera que truncara la muerte en 1936; a este primer texto le siguen E/ libro de poemas, Poema del cante jondo, Suites, Canciones y el Romance- ro gitano, con el cual culmina lo que se puede llamar la etapa que algunos criticos consideran la primera madurez lorquiana. El éxito del Romancero gitano en 1928 le genera una crisis que lo hace dudar sobre el camino que sigue la poesia y lo lleva a iniciar una nueva etapa, que se expresa en el libro Poeta en Nueva York en el que el poder misterioso se manifiesta con la mayor contundencia. El duende tiene aqui su maxima expresién en tanto la muerte y la herida de la conciencia, el dolor y la protesta, la angustia y el sufrimiento constituyen los elementos fundamentales de un proceso de creacién poética que se resuelve en un denso simbolismo. En su proceso creativo el autor ha realizado, desde el comienzo, algunos ensayos dramaticos con trabajos como E/ maleficio de la mariposa y una serie de textos, que luego se clasificaran como teatro de camara, para culminar, en 1927, con el estreno de Mariana Pineda. E| teatro de Garcia Lorca persigue la consolidacién de un espectaculo que integre la representaci6n, la danza, la musica y las artes plasticas con una intencionalidad didactica que a menudo acu- de al teatro de titeres. La produccién dramatica de Lorca, ocupa- cién predominante de su quehacer artistico después del regreso de América, llega a un momento culminante con dos tragedias: Bodas de sangre (1933) y Yerma (1934) y se cierra con dos dramas: Doha Rosita la soltera y La casa de Bernarda Alba. 2. Ibid, p. 37 Powered by CamScanner | Con todo, es preciso sefalar que aunque el teatro oc més su tiempo, la poesia sigue produciendo textos de gran inten). dad, como Lianto por Ignacio Sanchez Mejfa, de 1934, Ep a elegia funeraria la fiesta brava, con su componente de drama y ii muerte violenta, se entiende a la luz de la teoria del duende que le permite al poeta expresar la hondura del dolor causado Por la des. aparicion del amigo a través de imagenes desoladas en las que conjuga la metafora y el simbolo: Upa cada Y su sangre ya viene cantando: cantando por marismas y praderas, resbalando por cuernos ateridos, vacilando sin alma por la niebla, tropezando con miles de pezurias como una larga, oscura, triste lengua, Para formar un charco de agonia junto al Guadalquivir de las estrellas. Jorge E. Rojas Otalora Profesor Asociado Departamento de Literatura § aut Pre Powered by CamScanner TEORIA Y JUEGO DEL DUENDE Seforas y senores: Desde el ano 1918, que ingresé en la Residencia de Estu- diantes de Madrid, hasta 1928, en que la abandoné, termina- dos mis estudios de Filosofia y Letras, he oido en aquel refinado salon, donde acudia para corregir su frivolidad de playa francesa la vieja aristocracia espafiola, cerca de mil conferencias. Con ganas de aire y de sol, me he aburrido tanto, que al salir me he sentido cubierto por una leve ceniza casi a punto de convertirse en pimienta de irritacién. No. Yo no quisiera que entrase en la sala ese terrible mos- cardon del aburrimiento que ensarta todas las cabezas por un hilo tenue de suefio y pone en los ojos de los oyentes unos grupos diminutos de puntas de alfiler. De modo sencillo, con el registro que en mi voz poética no tiene luces de maderas, ni recodos de cicuta, ni ovejas que de pronto son cuchillos de ironias, voy a ver si puedo daros una sencilla leccin sobre el espiritu oculto de la do- lorida Espana. El que esta en la piel de toro extendida entre los Jticar, Guadalete, Sil o Pisuerga (no quiero citar a los caudales junto alas ondas color melena de leon que agita el Plata), oye decir con medida frecuencia: “Esto tiene mucho de duende”. Ma- nuel Torre, gran artista del pueblo andaluz, decia a uno que cantaba Powered by CamScanner | Feperico Garcia Lorca cantaba: “Tui tienes voz, tt sabes los estilos, Pero no triunfarg, munca, porque tti no tienes duende”. En toda Andalucia, roca de Jaén y caracola de Cadiz, la gente habla constantemente del duende y lo descubre en cuanto sale con instinto eficaz. El maravilloso “cantaor” E] Lebrijano, creador de la Debla, decfa: “Los dias que yo canto con duende no hay quien pueda conmigo”; la vieja bailarina gitana La Malena exclam6 un dia oyendo tocar a Brailowsky un fragmento de Bach: “iOlé! iEso tiene duende!”, y estuvo aburrida con Glick y con Brahms y con Darius Milhaud. Y Manuel Torre, el hombre de mayor cultura en la sangre que he conocido, dijo, escuchando al propio Falla su Nocturno del Generalife, esta espléndida frase: “Todo lo que tiene sonidos negros tiene duende”. Y no hay verdad mas grande. Estos sonidos negros son el misterio, las raices que se cla- van enellimo que todos conocemos, que todos ignoramos, pero de donde nos llega lo que es sustancial en el arte. Soni- dos negros dijo el hombre popular de Espafia y coincidio con Goethe, que hace la definicion del duende al hablar de Paganini, diciendo: “Poder misterioso que todos sienten y que ningiin filésofo explica”. Asi, pues, el duende es un poder y no un obrar, es un lu- char y no un pensar. Yo he ofdo decir a un viejo maestro Builarrista: “El duende no esta enla garganta; el duende sube Por dentro desde la planta de los pies”. Es decir, no es cues tion de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es deci de Sangre; es decir, de viejisima cultura, de creacién en acto. a Este“ poder misterioso que todos sienten y que ningun 6 cat” i ismo l6sofo explica” es, en suma, el espiritu de la tierra, el mus) 8 Powered by CamScanner TEORIA Y JUEGO DEL DUENDE duende que abraz6 el corazén de Nietzsche, que lo buscaba formas exteriores sobre el puente Rialto o en la mtisica de Bizet, sin encontrarlo y sin saber que el duende que él perseguia hab{a saltado de los misteriosos griegos a las baila- rinas de Cadiz 0 al dionisiaco grito degollado de la siguiriya de Silverio. Asi, pues, no quiero que nadie confunda al duende con el demonio teoldgico de la duda, al que Lutero, con un senti- miento baquico, le arrojé un frasco de tinta en Nuremberg, ni con el diablo catélico, destructor y poco inteligente, que se disfraza de perra para entrar en los conventos, ni con el mono parlante que lleva el truchiman de Cervantes, en la comedia de los celos y las selvas de Andalucia. No. El duende de que hablo, oscuro y estremecido, es des- cendiente de aquel alegrisimo demonio de Sécrates, mérmol y sal que lo aranié indignado el dia en que tom6 cicuta, y del otro melancélico demonillo de Descartes, pequefio como al- mendra verde, que, harto de circulos y Iineas, salié por los canales para oir cantar a los marineros borrachos. Todo hombre, todo artista Hamar Nietzsche, cada escala que sube en|a torre de su perfecci6n esa costa dela lucha que sostiene con un duende, no con un Angel, como se ha dicho, preciso hacer esa distincion fundamental ensu niconsu musa. Es para la raiz de la obra. ' : El angel guia y regala como San Rafael, defiende y evita i i briel. como San Miguel, y previene como San Gal Fl Angel deslumbra, pero vuela sobre la cabeza del hombre, est por encima, derrama su gracia, y el hombre, sin ningtin esfuerzo Powered by CamScanner eae. | Feperico GARCIA Lorca . esfuerzo, realiza su obra osu simpatfa osu danza. El angel de} camino de Damasco y el que entro por las rendijas del bal. concillo de Asis, 0 el que sigue los pasos de Enrique Susson, ordena y no hay modo de oponerse a sus luces, porque agita sus alas de acero en el ambiente del predestinado. La musa dicta, y, en algunas ocasiones, sopla. Puede relati- vamente poco, porque ya esta lejana y tan cansada (yo lahe visto dos veces), que tuve que ponerle medio corazén de marmol. Los poetas de musa oyen voces y no saben dénde, pero son de la musa que los alienta y a veces se los merienda. Como en el caso de Apollinaire, gran poeta destruido por la horrible musa con que lo pinté el angélico Rousseau. La musa Gespierta la inteligencia, trae paisaje de columnas y falso sa- bor de laureles, y la inteligencia es muchas veces la enemiga Ge la poesia, porque imita demasiado, porque eleva al poeta enun trono de agudas aristas y le hace olvidar que de pronto se lo pueden comer las hormigas 0 le puede caer en Ia cabeza una gran langosta de arsénico, contra la cual no pueden las musas que hay en los monéculos o en la rosa de tibia laca del Pequefio salon. Angel y musa vienen de fuera; el Angel da luces y la musa - formas (Hesfodo aprendié de ellas). Pan de oro o pliegue © tunicas, el poeta recibe normasen su bosquecillo de laure- les, En cambio, al duende hay que despertarlo en las tiltimas habitaciones de la sangre. Y rechazar al 4n, miedoa la frag XVII, yel Bel y dar un puntapié ala musa, y perder el sancia de violetas que exhala la poesia del siglo ed &ran telescopio en cuyos cristales se duerme la enferma de limites, 10 Powered by CamScanner TEORIA ¥ JUEGO DEL DUENDE La verdadera lucha es con el duende. Se saben los caminos para buscar a Dios, desde el modo barbaro del eremita al modo sutil del mistico. Con una torre -aminos como San Juan de la Cruz. Y aunque tengamos que clamar con voz de Isaias: “Ver- daderamente ttt eres Dios escondido”, al fin y al cabo Dios manda al que lo busca sus primeras espinas de fuego. Para buscar al duende no hay mapa ni ejercicio. Sdlo se sabe que quema la sangre con un tépico de vidrios, que agota, que rechaza toda la dulce geometria aprendida, que rompe los estilos, que hace que Goya, maestro en los grises, en los platas y en los rosas de la mejor pintura inglesa, pinte con las rodillas y los puftos con horribles negros de bettin; 0 que desnuda a Mosén Cinto Verdaguer con el frio de los Pirineos, o lleva a Jorge Manrique a esperar a la muerte en el paramo de Ocajia, 0 viste con un traje verde de saltimbanqui el cuerpo delicado de Rimbaud, 0 pone ojos de pez muerto al conde de Lautréamont en la madrugada del boulevard. Los grandes artistas del sur de Espaiia, gitanos 0 flamencos, ya canten, ya bailen, ya toquen, saben que no es posible nin- guna emocion sin la llegada del duende. Ellos enganan ala ' gente y pueden dar sensacién de duende sin haberlo, como os engafian todos los dias los autores o pintores 0 modistas literarios sin duende; pero basta fijarse un poco, y no dejarse llevar por la indiferencia, para descubrir la trampa y hacerle huir con su burdo artificio. Una vez, la“cantaora” andaluza Pastora Pavon, La Nitia de los Peines, sombrio genio hispanico, equivalente en capaci- capacidad ] a como Santa Teresa, 0 con tres Powered by CamScanner Feperico Garcia LORCA as dad de fantasia a Goya 0a Rafael el Gallo, cantaba en una tabernilla de Cadiz. Jugaba con su voz de sombra, con su voz de estatio fundido, con su voz cubierta de musgo, y se la enredaba en la cabellera 0 la mojaba en manzanilla o la per- dia por unos jarales oscuros y lejanisimos. Pero nada; era imtitil. Los oyentes permanecian callados. s All estaba Ignacio Espeleta, hermoso como una tortuga romana, a quien preguntaron una vez: “&Cémo no trabajas?”; y di,con una sonrisa digna de Argantonio, respondié: “éCémo voy a trabajar, si soy de Cadiz?” Alli estaba Eloisa, la caliente aristécrata, ramera de Sevilla, descendiente directa de Soledad Vargas, que en el treintano se quiso casar con un Rothschild porque no la igualaba en sangre. Alli estaban los Floridas, que la gente cree carniceros, pero que en realidad son sacerdotes milenarios que siguen sacrificando toros a Gerién, y en un Angulo, el imponente ganadero don Pablo Murube, con aire de mascara cretense. Pastora Pavén terminé de cantar en medio del silencio. Solo, y con sarcasmo, un hombre pequenito, de esos hombrines’ bailarines que salen, de pronto, de las botellas de aguardien- te, dijo con voz muy baja: “iViva Paris!”, como diciendo: “Aqui no nos importan las facultades, ni la técnica, ni la maestria. Nos importa otra cosa”, Entonces La Nifia de los Peines se levanté como una loca, tronchada igual que una llorona medieval, y se bebid de un trago un gran vaso de cazall sin voz, sin aliento, Pero... con duende, dela cancién para d 12 la como fuego, y se senté a cantar sin matices, con la garganta abrazada, Habia logrado matar todo el andamiaje ejar paso a un duende furioso y abrasa- Powered by CamScanner TEORIA Y JUEGO DEL DUENDE dor, amigo de viente 'gados de arena, que hacia que los oyentes se rasgaran los traje icon el mismo ritmo con que antillanos del rito, apelotonados ante la imagen de Santa Barbara, se los rompen los negros La Nina de los Peines tuvo que desgarrar su voz porque sabia que la estaba oyendo gente exquisita que no pedia formas, sino tuétano de formas, mtisica pura con el cuerpo sucinto para poder mantenerse en el aire. Se tuvo que empobrecer de facultades y de seguridades; es decir, tuvo que alejar a su musa y quedarse desamparada, que su duende viniera y se dignara luchar a brazo partido. iY cémo canté! Su voz ya no jugaba, su voz era un chorro de sangre digna por su dolor y su sinceridad, y se abria como una mano de diez dedos por los pies clavados, pero llenos de borrasca, de un Cristo de Juan de Juni. La llegada del duende presupone siempre un cambio radi- calen todas las formas sobre planos viejos, de sensaciones de frescura totalmente inéditas, con una calidad de rosa recién creada, de milagro, que llega a producir un entusiasmo casi religioso. En toda la musica arabe, danza, cancion 0 elegia, la llegada del duende es saludada con enérgicos “iAld, Ala!”, “iDios, Dios!”, tan cerca del “iOlé!” de los toros, que quién sabe si sera lo mismo; y en todos los cantos del sur de Espana la aparicién del duende es seguida por sinceros gritos de “WWiva Dios!”, profundo, humano, tierno grito de una comunica- cién con Dios por medio de los cinco sentidos, gracias al duende que agita la voz y el cuerpo de la bailarina, anes real 13 Powered by CamScanner Feperico GARCIA Lorca poética de este mundo, tan pura como la conseguida por el rarisimo poeta del siglo XVII Pedro Soto de Rojas a través de siete jardines, 0 la de Juan Climaco por una temblo- realy rosa escala de Ilanto. Naturalmente, cuando esa evasion esta lograda, todos sien- ten sus efectos: el iniciado, viendo como el estilo vencea una materia pobre, y el ignorante, en el no sé qué de una auténtica emocidn. Hace afios, en un concurso de baile de Jerez de la Frontera se llev6 el premio una vieja de ochenta afios contra hermosas mujeres y muchachas con la cintura de agua, por el solo hecho de levantar los brazos, erguir la cabeza y dar un golpe con el pie sobre el tabladillo; pero en la reunién de musas y de angeles que habia alli, bellezas de forma y bellezas de sonrisa, tenia que ganar y gané aquel duende moribundo que arrastraba por el suelo sus alas de cuchillos oxidados. ‘Todas las artes son capaces de duende, pero donde encuen- tra ms campo, como es natural, es en la musica, en la danza y en la poesia hablada, ya que estas necesitan un cuerpo vivo que interprete, porque son formas que nacen y mueren de modo perpetuo y alzan sus contornos sobre un presente exacto. : Muchas veces el duende del miisico pasa al duende del intérprete, y otras veces, cuando el miisico o el poeta noson tales, el duende del intérprete, y esto es interesante, crea una nueva maravilla que tiene en la apariencia, nada mas, la for-

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