Maud -Mannoni -
El nino, su “enfermedad”
y los otros
| Cheah, MB Miniles.4
E] psicoandihsis de nivios
Cab. L.ED sinfema 0 la
Prefacio
EL PSICOANALISIS DE NINOS A PARTIR DE FREUD.
El psicoendlisis de nifios es psicoandlisis., Tal la conviccién de
Freud al ocuparse en 19081 de Ja cura de vn nifio de cinco afios
afectado por una neurosis fébica. La adaptacién de la. técnica
a le situacién particular que representa para cl aduilto el aproy
‘marse a un nifio, no altera el campo sobre el cual opera el ana
lista: ese campo es ef del lenguaje (incluso cuando el niffo to-
davia no habla). El discurso que rige abarce a los padres, al nifio
yy al analista: se trata de un discurso colectivo constituido alte
dedor del s{ntoma que cl nifio presenta. El malestar de que se
habla es objetivable (en le persona del nifio); pero la queja de
los padres, aunque su objeto sea el mifio real, también implica
la representacién que de la infencia tiene el adulto. La sociedad
Ie confiere al nifo un status puesto que Jc encomienda, sin que
41 lo sepa, ta realizacién del futuro del adulto: Ia misién del nifc
consiste en reparar el fracaso de los padres, ¢ incluso en concre
tar sus suefios perdidos. De este modo, las quojas de los padres
con respecto a su descendencia nos remiten ante, todo a la pro.
blemética propia del adulto. Tales caracteristicas vuclven a encon
trarse cuando, en ef anilisis, el adulto nos habla de su pasado.
Lo que nos expone no es tanto una realidad vivida como un sue
fio frustrado, :
En el psicoandlisis ‘tal como se constituys al comienzo, la
infancia s6io figuraba (en lo que de ella informaban los adultos)
como recuerdos reprimidos. No se tratabe tanto de un pasado
« S, Freud, "Historia de Ia fobia de un nfo de cinco aries”real como de Ja manera en qué el sujeto lo sittia ‘dentro de cierta
perspectiva: al reconstruir*su infancia, el sujeto reordena un’ pa-
sedo de acuerdo con su deseo. Lo mismo sucede con el nifio pe-
quiefio que, en su juego, eordena ‘su mundo presente o pasado
de acuerdo con lo que quicte: Es entonces cuando surge st
que apunta a an.adulto imaginario o real (incluso a un ima;
nario compaficro). El discurso que tiene Iugar en psicoandlisis,
gn el caso del nifio y en el det adulto, nos remite pues no tanto
a una realidad como 2 un mundo de deseos y de ensofiaciones,
Esta verdad fue perdida de vista, desde 1918, por Ia
mera analista que sc coupé de nifios? y de este modo desde sus
comicnzos ef anilisis se desarrollé en dos direcciones opuestas: en
una de cllas los descubrimientos de Freud se mantienen por com
pleto (sobre todo él Edipo y Ia transferencia); en Ia otra, se pro-
ice un alejamiento de tales descubrimientos con ef fin de modi-
ficar'una realidad: el nifio se convierte en el soporte de Jas bue-
nteneiones que los adultos climentan con respecto a él.
Sucede que el psicoanalista que se enfrenta con el nifio par-
ticipa de Ja cura con’ sus propios prejuicios (su-contratransferen-
cia). Ya antes de Freud sucedia que el médico no quisiera escu-
char lo que el nifio no solo Ie signiticaba a través de su sintoma
sino incluso lo que trataba de poner enpalabras. Freud nos da
el ejemplo de a tests de medicina sostenida en 1881 por Debac-
ker,’ quien presentaba sus conclusiones dejando de lado todos fos
2 Hug Hellmuth,
3 Citado por Freud cn “La interpretactén de los sueBios”. Freud cita la tesis
e medicina defendida en 1881 por Debacker: se trata de tn muchacho de
‘race aos que desde In edad de once afios tiene noches agitadas, terrores noc:
tumos v alucinacfones. En suetios se le aparece el diablo, sole o acompariado,
y ke gtita: “To cenemes, te tenemos.” En ese momento, el
olor a alguitrin y a azulze, el fuego quema su cuerpo desnudo, Empiczs a
No, na 50 f0Y Yo, yo no hice nada”; o también: “Déjenme,
que designa al mismo tiempo al 6
gano del funcionemiento urinario y al sexo, lugar de deseo para
el nigio y para Ja nifia) es el que la madve utilizé. Por cierto,
entiende que al hacerlo evita emplenr otro término que implicaria
el riesgo de designar a a vez el sexo de clla y lo que a ella Ie
falta. Ahora bien, toda In interrogacién de Juanito —durante Ia
primera parte de la obscrvecién— se refiere visiblemente a lo que
Here 0 no tiene s# madre. El nifio busca la palabra adecuada a
costa de innumerables rodeos y estd dispuesto a mientir para que
se le diga -(o se le devuelva) Ia verdad. En realidad, Juanito —2
Jn edad de tres afios—, sabe a qué atenerse acerca de Ia diferencia
le sexos, pero no se atreve a concederse el derecho a tal saber que
ef adulto quiere anufarle. Cuando ta madee, pues, Ie responde con
una verdad-mentita: “Por supuesto que si, gpor qué?” el nifio
carece de palabras para traducir fo que piensa: “Pensaba solamen-
te”, Ie dice al adulto que no lo escucha,
Durante esta observacidn vemos de qué modo Jusnito (que
todavia no cs un newrético) se mistifica cada vez que choca con
la resistencia del adulto. Para conservar su autoestimacién. (que
pasa a través del Otro) restringe su pregunta —o, més bien, su
respuesta— al nivel ca que el adulto acepta que permanezea. Se
da a s{ mismo Ja palabra mistificante que responde al deseo de]
adulta.
Retomemos el conjunto. La busqueda de una palabra pre
momentos— un acento angustiado:
isa tiene para Tuanito
“'S. Freud. “ITistorinies clinicos”. Las reflexiones que aqui expongo acerca
diel caso de Juitira, estin divectamente inspiradas en un trabajo original pre
sentado por F. Dolio en un grupo de estudio de Ta Eseucla freudiana’ en ma
yo de 1963,en el momento del nacimiento de fa hermanita esa busqueda sub-
yace a le posicién de Juanito frente ef deseo de los padres. Evi-
dentemente esté buscando puntos de referencia identificatorios,
tarea que por cierto se le hace dificil ya que el padre lo remite
a las referencias maternas y con ello le significa que cuando se
trata del sexo Ia pregunta tiene que ser formulada 2 través del
ideal materno. Ahora bien, ¢ la madre —como vemos— le gustan
las nenitas y al mismo tiempo no deja de considerar al sexo de
su hijo como “an cosita graciosa” de le que le habla & su amiga
fatima. El sexo de Juanito es un objeto que puede ser mirado
(por el adulto) pero intocable para 1 mismo, es algo que “‘co-
cierne” a los offos, 0 bien se lo admite como algo funcional (uti-
nario), pero es condenado como ugar del deseo de Juanito. Ahora
Dien, la pregunta que subyace a las incursiones de Juanito en el
dominio det lenguaje es ciertomente ésta: {qué es lo deseable? La
respuesta materna 2 la situacién exdtica creada (por ella) cuando
se dedica cuidar al nifio, es Ia siguiente: no hay que tocérselo,
“es una porqueria” es decir. que del sexo de Tucvito solo se ocupa
para desvalorizarlo en el plano natcisiste, El sexo del muchacho
es querido por ella como érgario urinario y no como lugar de
deséo. En vano Juanito trata de obtener de su padre ta desmentida
del discurso de la madre, incluso la valorizaci6n ética del deseo.
Su padre condena a Juanito a que permanezca frente al sinsentido,
a que solo sea el objeto pasivo amado por une madre que no desea
a ningdn hombre. Ella misma participa en un juego cuerpo a cuerpo
con stt hijo y al mismo tiempo rio deja de condenar verbalmente
todo lo que al sexo se tefiere. El deseo de la madre consiste, por
cierto, en que Juanito no sea el amo de su deseo masculino,
La enfermedad de Juanito (fobia a los caballos) —nos dice
Freud— comienza a los cuatro affos y nueve meses. Comienza con
el temor 2 que su madre se vaya. “Cref que ie hebies ido y que
ya no tenfa mamé para que me mimara.” Esta repentina angustia
‘ante Ja posibilidad de perder a la madre parece haberse super-
puesto a las discusiones de fos padres que [uanito pudo haber
escuchado. Confiere tanta importancia.a las palabras qué ha podido
sorprender, precisamente porque en Ja realidad se tope con el
5 Al nacer un hermano menor, el nifio no sabe st puede seguix creciendo 0 si
es neeesario que sige siendo chico para siecuarse al deseo del aduito.
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silencio de fa madre. La madre no le dice que no desea al matido
sino que oculta esa yerdad (peligro.de que se vaya del hogar) afe-
rréndose 2 su hijo (4 una idea de chico gentil). No bien Juanito
deja a su madre se produce ia angustie. Su sexo, lugar de tensién,
pertenece a su madre para que ella Jo mire. El nitio esta atascado
en su evolucién viril: choca con el deseo de la madre que con-
siste en no desear un hombre y con el deseo del padre que consiste
en verlo adecuarse al deseo materno. Ambos padres son voyeurs
del sexo de su hijo y de su deseo. Con ese deseo se divierten, a é1
se refieren a las conversaciones eit Jos adultos, es el vinculo que
une al padre con Freud. El padre no le habla a Frend de su propia
sexualidad, sino por cierto de la de su hijo (es decir, de la suya
vivida a través del sexo de su hijo). Y¥ también a través de Jua-
nnito vemos cémo la madre sborda sus problemas con su amiga.
GEsté bien 0 no (tal es Ja pregunta velada que Juanito plan
tea a su padre) que.a uno le guste jugar con las nenas? El padre
se limita a consignar (para informarle a Freud) el nacimiente del
deseo en su hijo; conoce las dificultades de Juanito pero 10 deja
con su perplejidad: ef sexo sigue siendo ei enigma. El nifio le
hace saber a su madre que conoce Je diferencia existente entre
el sexo como Srgano urinario y cl sexo como lugar dei deseo, pero
choca con una posicién de rechazo (la madre porece decitle: si
es asi, entonces no te quiero més — y el nifio parece contestarte:
imala suerte! * A Juanito le falta el apoyo del padre para sentir
ue tiene derecho & abandonar la relocién dual en Ja que la madre
quiere encerrarlo.
La legada de una nueve smitiré a Juanito, en
el momento en que acepta ajustarse a la actitud regresiva propues-
ta por el padre (dormir en una bolsa para suprimir tode tenta
cién de deseo), volver a tener confianza cn su propio cuerpo. A
esa sirvienta puede hablerle —ce nos dice— ce la desnudez de
sitvienta te
« Jwanrto: Entonces zoy yo quien bajaté a acostarme con Marield.
Mamé: ¢De verdad quieres dejar a tu mamé ¢ irte’a acostar abajo?
Jessa: Oh, volver» sobje mahana 2 la matina para desayonar« i a
‘Mant: Si de veras quieres dejar 2 papd y a mamé, entonces tome tu sobre-
todo y ti pantalin.... ;Y adids!
Juanito toma su rope y se va por la escalera para acostarse con Matield,
pero, por supuesio, lo traen de vueka,
35ella (esa mujer se acepia como ser desproyisio de pete) sin en-
contrarse en peligro de sevsemenazado con la mutilacién (como
sucedi6 con su madre: “Si haces eso voy a llamar al Dr. A. pare
que te corte te cosita de hacer-pis"). De ese modo Juanito ovede
Imostrar st potencia...La sirvienta se aeepta coma lugar de te falta
¥ a partir de alli Juanito encuzntra una posibilidad para velver a
satectizarse en el plano narcisisia. Por eso, euands su padre le
dice: “Probabiomente ido miedo al ver una vez la enorme
cosita de hacer pis del caballo. Pero no debes tener. miedo ~
Los animales grandes vienen una cosita de hacer pis grands, Jos
animales chicos fa tienen chica”, Juanito puede iesponderle’ em.
hhacer pis crecerd conmigo euando yo erezea porgue tiene raice
A partir de ese momento por mas que el adulto lo amenace
castrarlo él sabe que al deseo. st paral noe
cierto el deseo es lo que cl ni
se limita a obscrvar ul tamasio de las cositas
animales grandes y chicos, y que Tues
carle a su hijo ewél
creacién,
Juanito: Sin embar;
Ex papre: Pero mamé ive quien te dio a luz
neces a mama y a mi.
Tuanrro: ZY An:
L vapse: De
ro; Nu
Por Su parse, subsiste. Porque por
introduce frente a un padre que
hacer pis dv los
“i cepaz de expi-
yo soy tuyo.
au no es iafa y de
EL psoney An
Jeantto: jEso
perivacee a mi, mami y at
vest
Espliquenos un pees mis, En realidad, de
Juanito sospechaba las ie plicacion
pero el padre se negaba a revshivsel
labras que tenia devweho a esperar. No le quieren decir que nacig
de un padre y de una madre. y csta verdad sin embargo le es
Recesaria pare que pueda adquivir sentido una identificacién vitil
Tuanito se procatra esa respuesta que el adulto le » dio
de un tema fantasinitico:
std todo cat
5 genitales de las dos sexes,
- Juanito ne reeibid fas pas
por medio
“Cuando solo hay un caballo y el carro
gado, tengo miedo. Y cuando hay dos
ballos y est
tudo cangado no tengo miedo”; significando'con ello que sabe que
Ja procteacién no es algo que realiza Ja madre sola, En esta rica
‘observacién merece subrayerse fo siguiente: cn el momento (cerca
de-los tres afios) en que Juanito legs a tomar conciencia de su
cuerpo enorgulleciéndose de su sexo de vardn, en ese momento
intervene Ja madre para desnarcisizarlo reduciendo el sentido del
sexo a una necién puramente it se trata de unr Grgano para
hacer pis, dé tnd’ porueria, eso no tiene nada que ver
con la fecundidad. En el instante en que justamente [uanito ne
cesita, para poder realizaric como varéa, sentir que ha nacido
de un padre y de una madre .
Lo que persigue tanto en uno como en otro de sus padres
es su posicisn frente al deseo con el fin de power por su parte
localizarse en funcién de una escala de valores. Pero Ja tiniea
escala de valores que-se Ie proponte vs el ideat pasivo materno (ser
un chico gentil-que hace mimos}. La sed de conovimiento de
Juanito esta directamente vinculada con sus investigaciones sobre
el sexo (es decir, sobre el sentido de su existencia: gde dénde
vine?, ghacia qué debo tender?). La riqueza de exe nifio le hace
cuplit por si mismo, mediante una sucesidn de temas miticos, 1a
insufiefencia de las respuestas de lus-adultos. Logra (a costa de
una fobia) imponer al aduko su saber y, cuando no puede hacerlo,
logta mistificarse mids bien que ser mistilicado (io cual al menos
supone una especic. de liberseién interior y permite salvaguardar
posibilidades intclectuales: me miento —parece devit et niio—,
por consiguiente puedo seguir plantedndome preguntas mis alli
de Ja mentira, siempre que respete una regia del juego que con-
siste en’ hacer como sino comprendiese nada}. La incervencién
ds Froud, al verbalizar cl deseo del padre ("Desde antes de que
te nacieses yo sabia que tt padre deseaba un hijo”), seré por
cierto decisiva al aportar la ayuda que cl nifio hasta cnterices 30-
lisitaba en vano al adulto. Al introducir de este modo el oréculo
de la anterioridad del padre, Freud le permite a Juanito encontrar
su deuda para con el padre. Todo el discurso de este nifio se halla
en ef nivel de lo que el adulto puede soportar de él —y por mo-
mentos Jusnito con el engafio responde (para si mismo) al en-
gaiio del adulto. El nifto logra engaiarse casi consciontemente y
por eso sigue siendo inteligente —es verdad que lo consigue a costa
de un episodio nesrético: por no tener ef derecho de significarseverdaderamente en el Tengligje, es en el sintoma donde manifiesta
le que tlene que decit. El sintoma se convierte en un lenguaje
cifrado cuyo secreto es guardado por el nifio: No son los mitos
Jo que molesta a les nitfos (cigtiefia, repollo). sino ef engatio del
adulto que adopta ta pose de estar diciendo la verdad y de ese
modo bloques i niio cn Ja sucesin de sus incursiones inte.
lectuales.
Esta pareja que tiene dificuttades con su propia sexualidad
Giiets aeenconivar en Jusnito ef mito de una infancia “puta” o
“perversa”, expresign de Ia ropresisn del adulto o incluse de sus
Provecciones, En realidad, Juenito ro es ni el nifio ingenuo que
dueria “quedarse solo con su linda mamé” ni 1 nifio perverso
constantemente en busca de sensaciones sesuales diversas, Aquella
Tepresentacién es la que emana del mundo fantasmitico [phantas.
mastique] del padre 0 de la madre. £1 niflo esté en busce de un
adve en el que se pueda apoyar. Teme, por otta patte, que sa
madre lo abendone y esté dispuesio a desarvollar une fobic para
Sxpresar en ella su angustia, que es también el temot de estar
gneerrado en una situacién dua! sin salida. Juanito tiene la im
twicién precisa de lo que necesita para vivir y lo expresa en le
medida de sus posibilidades en su palabta y si no en su sintoma
La historia de juanito es In de un niffo enfrentado con al
‘mito del edulto. Es Ja palabra del adulto la que lo habré de ma.
Ei) determinaré las modilicaciones witetiones de su personalided
El nifio aparece como el soporte de los fantasmas y dat vyoyeurisme
Se los adultos. Se mueve en un mundo en el cual lo modicho ec
Bessa una dificultad, un drama en la paveje de los padres, drama
muy claramnente percibido per el nifo. El facior traumatizente, rl
somo se Jo puede vistumbrar en una neurosis, no es nunca, un
Tacimiento de por si real, sino to que de éste han dicho 3 ca.
lado quienes estén a su altededor. Som Ias palabras. o ss ausencia,
asoriedas con Ja escena penosa las que fe dan al sujeto los ele,
Prenles ue impresionacén su imaginacién. Em: El-hombre de los
{obos? la palabra de la madre: “No puedo vivir més act”, se aeons
por lores de bartiga en los que la sangre desemperia un papel
¥. Ge los que el nifio es testige. “Las quejas de In madte nee
dice Freud— le prodacen una impresién muy intensa, y mis lonse
7 S. Freud, "Historisles etinicos"
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habré de aplicérsele8 a si mismo.” En efecto: vemos que més tarde
el sujeto sufve Ia alucinaciéin de Is pérdida de un dedo y que en
in lad adulla tone preorupasionee delirentes a propésito de su
natiz que se convierte en un verdadero euerpo fentasmadoy le
hace retomar Jas pelabres de la madre: “No puedo vivir més ast.
Una cura psicoanalitica se presenta como el desarrollo de
tna historia mitica, Es~posible volver a encontrar en fe historia
del sujeto ese palabra de la niadre, vinewlada con una emocién
corparal para el niffo, que signa al traumatismo y permanece coma
una marca de Ja que el discurso del sujeto conserva la impronta.
BI faptasmn, ¢ incluso el sintoma, aparecen como une méscera
cuyo papel consiste en ocultar ef texto original o ei acontecimiente
perturbador, Mientras el sujeto permanece alienado en su fantas-
mma, el desorden se deja sentir en el nivel de lo imaginario: en el
caso de Juanito es su fobia de ios cabailos-y en ef del hombre de
los lobos sus fobias y finalmente su alienacién en ese cuerpo fan.
tasmado. E] sintoma —como Freud nos fo muestra— incluve siem-
pre al sujeto y al Otro. Se trata de una situacién en fa cual el
enfermo trata de entender, dando un rodeo a través de un fan-
tasma de castracién, le manera en que él se sittia frente al deseo
del Otro. “Qué quiere de mi?” es Ta pregunte que se planiea més
alla de todo malestar somético. La tarea del médico consiste en
hacer que rebote Ta interrogaciéa que el sueto formula sin sibel,
pero pare ello es necesario que sea capar de dirigir su escucha
hacia olte lugar, diferente del sitio en que surge le crisis
Erikson nos brinda una notable demostracién de esto en
un estudié acerca de una crisis, que en primera instercia habia
side denominada “neuroldgica", en un niio de cinco aiios, Sam.
A través de la presentacién del caso, el autor se esfuerza por mos-
trarnos de qué manera en el origen de un sfntoma aparentemente
orgénico es posible hacer surgir el acontecimiento psicoldgico per
turbador. Cabe pensar que el entrelazamiento de factores psicols
gicos y sométicos constituye de por si un problema insoslayable.
Pero la originalidad de le sctitud de Erikson reside en el hecho
Ge que se eafuerza en lograr que la enfermedad ‘‘hable”. La con-
Sidera como tina situacién ent la que el sujeto ¥ su entomo se
encventren implicados. Para comprender el resorie dinémico de
# Evie H. Erikson, Infoncia y sociedad, ct,