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Rene Ce monn nen ene Terakenr ly tar eioa are tom POAC eR onto tere descrédito del sacerdote cuyos buenos POC MMSrer iat One eT nn asumir como é1una “direccién” abusiva? éPuede el anal ER erty investidura la del médico- cuando, laiciza- Coe hee cena e en a stay podra evitar ni el eugenismo, ni la segrega- Rey nce REE Tee Cae Cg een tonto acme CRTEy ee MSE neo Rises earn Poe snya aero rere COPE nT Sep eTUIEy dela terapéutica? SOS SCUP NED zh aT RCo RC Del Jacques Lacan Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista OO aE Bee cee ra eater Kerker Gonzalez, Liliana Kruszel, Mario Elkin Ramirez, Piedad Se ue ec ree ry i Cuadernos del INES Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista Ricardo Nepomiachi Julia Benavides Angela Fischer Fernando Gomez Cristina Gonzélez Liliana Kruszel Mario Elkin Ramirez Piedad Spurrier Susana Strozzi Patricia Tagle — Cuadernos del INES No. 2 ISBN: 958.93-6411-5 Publiacién del Instituto de Ia Nuova Recuela Lacaniana INES. Directors del INES: Gracin Brodsky Presidenta Consejo Consultivo det INES: Alicia Arenas Miembros del Consejo Consultiv del INES: Lisbeth Ahumado, Blida Ganosa, Nora de Medina, Andrés Molina, Ronald Portillo, Susana Strozi CCentros de Investigacién y Doceneia en Pricoandlisis del INES: CID Bogoté, ID Caracas Declavecin, CLD Cavacas Las Meresdee, CID Gusyanui, (CD Lima, CID Maracaibo, CTD Mami Dinectoes de ln publicacién: Gracila Brodsky Director do la edieién: Orlando Mejia Desgrabacién: Gloria Gonsdles, Gladys Martines y Andrea Mojiea Revisin final: Laura Arsiningas y Orlando Mejia us én Portada: "Volo Nacional”, Miguel Angel Rojas Fotografia blanco y negro y hnja de enes, 2008 Primera Baicin Noviembre de 2004 Bair: ‘Centro de Investigacién y Doceneia en Pscoanslisia do Bogota Gra, 118 No. 9-54, OF 602 + Tel: 611 2955, Telefax: 611 2002 E-mail: idbogota@colnedo.ape.org Bogoté, Colombia Note Batorial ‘Problems tdenicos impldieron deagrabar algunas intervensiones, por lo cual lamentablemente no se pudieron public Diagramaclén ¢ impresion: ‘Net Educstiva, Tel: 212 96 29 Bogeté, Colombia ConTENIDO ‘Paesentacton Alicia Arenas ic 1 m. ™ Exancusmro AGERCA DEL. TRIES DE FREUD Y DEI DESEO DEL, PSICOANALISTA pe Jacques Lacan Ricardo Nepomiachi Sobre et contesto Mario Bikin Ramiroz La DIscIPLina DEL COMENTARIO Comentario de Julia Benavides (Cid Bogota) Comentario de Mario Elkin Ramirez (Cid Bogota) Comentario de Angela Fischer (Cid Lima) La LOcica ELA CURA ‘Trazando limites Piedad Spurrier (Cid Lima) El desco del analista, partenaire del sintoma histérico, frente ala relaci6n sexual que no existe Liliana Kruszel (Cid Miami) Lachieadel vecindario Gristina Gonzélez (Cid Caracas, Las Mercedes) Las Pensprcrivas DEL. concePro Aquello que no se domestica Patricia Tagle (Cid Lima) Deseo del analista e impotencia: un punto de partida Susana Strozzi (Cid Caracas, Declaracién) El por-venir de un deseo Fernando Gémez (Cid Lima) 35 89 43. 61 63 1 89 103 105 19 11 Del Tvieh de Freud » dol deveo del psicoanelista PRESENTACION Una vez al afio, los docentes del Instituto Nuova escuela se retinen para trabajar sobre un texto de Lacan elegido previamente. Esta vez se trata de Del Trieb de Freud y del Deseo del Psicomnalista, de 1964. El seminario consta de cuatro partes: El argumento, la disciplina del comentario, la ldgiea de la cura y las perspectivas del concepto. Del Argumento se hace cargo un colega invitado de alguno de los. otros Institutos existentes y que estén bajo el auspicio del Institute du Champ Freudien, En esta ocasién nuestro invitado ha sido Ricar- do Nepomiachi, del Instituto Clinico de Buenos Aires, ICBA, a quien hemos de agradecer el tiempo que dedicé a nuestro evento haciéndose ‘cargo del argumento y permaneciendo luego con nosotros durante dos dias para comentar cada trabajo presentado. Su capacidad de trans- misi6n y su especial modo de formular las preguntas fueron decisivos para que pudiéramos ir desentrahando algunos de los misterios que el texto presenta, De las otras tres partes del seminario se hicieron cargo nueve docentes de los Centros de Investigacién y Docencia del INES, los CID actualmente en funcionamiento en las ciudades de Bogota, Caracas, Guayaquil, Lima, Maracaibo y Miami. El seminario que les presentamos se realia6 er: Septiembre del 2008, en la ciudad de Buenos Aires, en ocasién del Primer Encuentro Ameri- cano, lo que hizo posible ineluir también dentro de la actividad una presentacién de enfermos en el hospital Borda, realizada por nuestros colegas de la EOL, Jorge Chamorro y un equipo compuesto por Silvia Baudini, Carlos Dante Garefa, Ernesto Derezensky, Daniel Millas y Nestor Yellati. Quedan en nuestro recuerdo la gran experiencia en la entrevista demostrada por Jorge Chamorro, las egudas intervenciones de los integrantes del equipo, reflejando cada une un éngulo de la pre- sentacién, y la animada conversacién final que s° logré suscitar entre los presentes. Hacemos propicia la presentacion de este libro para agra- 1 ee decor su trabajo, que permitié a nuestros docentes asistir a una expe- rieneia que en algunas de nuestras ciudades no es posible atin. EI seminario es un modo de intercambio que permite preparar- nos para Ia actividad que se desarrolla en los CID, de extremo a extre- mo del continente. E] Instituto tiene la funeién de ofrecer un espacio donde los psi- coanalistas cumplen un rol docente, lo que es muy distinto a decir que nuestros docentes son psicoanalistas. Es lo que hace la diferencia en- tre ensefanza y discurso universitario. Se trata de los distintos mo- dos que tiene un psicoanalista para ejercer la funcién de causa. Ha sido nuestra experiencia que la sola existencia de un lugar que ofrece esta posibilidad, produce efectos de transferencia en la ciudad. El Ins- tituto es pues, una de las herramientas que un psicoanalista puede usar para hacer existir el psicoandlisis, EL ARGUMENTO Del Tried de Froud y del detso del psicoanatists ACERCA DEL TRIEB DE FREUD Y DEL DESEO DEL PSICOANALISTA DE JACQUES LAcAN* RICARDO NEPOMIACHI Quiero agradecer al INES, en particular a Graciela Brodsky, el haberme hecho esta invitaeién, porque para mi es un honor poder com- partir con ustedes este trabajo y también el gusto de recibirlos en nuestra casa que espero puedan hacerla propia en la medida en que podamos avanzar en este horizonte en que nos encontramos, a propé- sito de la construccién de una comunidad de trabajo verdaderamente ‘Tenemos este texto breve, tal vez el mas brove de todos los Escri- tos. Bs un resumen de las intervenciones que hizo Lacan en el marco de ese coloquio que tuvo lugar on Roma en 1964 en las visperas de su seminario XI. Esta referencia a ese momento no es banal. Saben uste- des que Enero de 1964, el comienzo del seminaris XI, marea un mo- mento fundamental en lo que es la ensefianza de Lacan en el contexto de la politica del movimiento anali Habia pensado hacer referencia a este momento, pero el trabajo que hizo Mario Elkin Ramirez del contexto en el que esta ubicado politicamente el texto, antieipando los desarrollos que va a hacer en su seminario comenzado tres dias después, les serd de mucha utili- dad. Hse coloquio termina el 12 de Enero, ol 16 de Enero es la primer clase del Seminario XI, referencia suficiente para ir directamente al grano. El trabajo que les voy a proponer esta orientado por Jacques-Alain Miller, quien nos ha transmitido un estilo de lectura, un modo de abor- * Para a prevente ec so tendon cuents el texto de a vers eastellana de los orto, Siglo XX Buitoree. (Cuadernos del INES - 2 = dar los textos de Lacan, en el cual es fundamental reconocer ¢] mo- mento, la enunciacién de los enunciados de Lacan, Es muy importante reconocer que la ensefianza de Lacan no es ensefianza de autor, que es una ensefianza que avanza semanalmente allo largo de todo sus seminarios, y que en ese avance, se pueden en- contrar continuidades pero también discontinuidades. Esto que nos ha transmitido J-A. Miller en su esfuerzo también semanal del curso de la Orientacién lacaniana, orienta nuestras lecturas y le da a nues- tro trabajo una perspectiva en la cual podemos encontrar que si los textos de Lacan no son de entrada transparentes, sin embargo, tienen una légica, y nos toca a nosotros, de algtin modo, hacer el esfuerzo de encontrar endl es esa légica y eudl es Ia coherencia que tiene cada uno de estos textos, Les voy a proponer, como primera parte del argumento que voy a sostener con respecto a este texto, levarlos por un trayecto que nos permita orientarnos en su lectura a partir de un eje. He tomado uno, hay otros posibles, algunos van a estar presentes tanto en las ponen- cias sobre la disciplina de comentario como en lo que se refiere a la perspeetiva del concepto, pero he ordenado ese eje de leetura a partir de considerar cual es ol movimiento que vamos encontrar en este tex- to de lo que ha sido el movimiento permanente a lo largo de la ense- fianza de Lacan, de lo que podrfamos presentar en términos muy ge nerales como el campo de la palabra y la economia freudiana. Estas serian las dos vertientes desde donde les voy a proponer hacer este trayecto de lectura a propésito del texto, y hay en ese senti- do, una frase fundamental que todos ustedes recordardn, con la que termina un pérrafo diciendo: CUMAIAMOGAP ca frase esta incluida y seguramente la retomaremos en el pirrafo elegido para su comentario por Julia Benavides, Me hice una pregunta a propésito de esta frase que tomé como conclusiva en el texto: Cual fue el punto de partida de Lacan? Uste- des saben que el punto de partida de su ensefanza, que él mismo fecha en 1958 con el texto Funeién y campo de la palabra y dei lenguaje, fue reconocer al inconsciente eomo método de desciframiento. Reconocer el inconsciente descubierto por Freud, digo deseubierto en ese uso y estatuto que le daré Freud, que no es el estatuto que tenia tanto en la psicologia como en la filosofia. Anteriormente la nocién de incons- 12 al Trieh de Froud y del deseo del pricoaalista ciente -a propésito de esto vamos a tener el trabajo de Patricia Tagle del concepto de T'rieb en la tradicién de la lengua alemana- que nos va a hacer muy dtil para el osclarecimiento de lo que funda auténticamente estos conceptos que se usaban en la tradicién como inconsciente y pulsién. El inconsciente, entonces, como un procedi- miento de lectura, un método de desciframiento, un tipo de tradue- cién, de un texto fundamental del cual parte Fred, que es el suefto. Ustedes recordaran que en el texto de La interpretacién de los swefios hay una erudita referencia a lecturas sobre la cuestion de los sueiios. Es decir, que el punto fundamental no es el hecho de que el sueiio se presente como un signo enigmético, un signo a ser descifra- do, un signo portador de una significacién, que quiere decir algo, se- gin la tradicién. La cuestién, a partir de Freud y particularmente de Lacan, en ese punto y déndole todo su fundamento, es que introduce, inventa un método de desciframiento cuyo sopor-e es Ia funcién de 1a palabra en un campo del lenguaje. Y es esta articulacién, entonces, entre el deseo y la funcién de la palabra en un campo del lenguaje, a la que Lacan de entrada en su ensefanza, va a prestar particular atencién con respecto al descubri- miento freudiano. Ustedes saben que esta nocién de deseo para Lacan, la tenemos (aid prowess on ents texts va a ovations waa nociGe Sinaaaeee tal dentro del campo de su ensefanza. Si seguimos a Freud, también sabemos que ademés del campo de signit én quo ai a Gel texto cel et, lias en particular a partir de Los tres ensayos para una teoria sexual, no solo significacién sino también satisfaccién. Es otro registro. Y alredecn de estos dos registros, entre sigaifiacion y satisfaccién, entre deseo e instintos, py 6 sogin ets texto ent 2 aie eins Ese primer movimiento de Lacan, que le permite hacer esta relectura de Freud, es introducir como fundamenta \- ola dimensign propia de lo simbolice, Es doc, ii pectiva que introduce Lacan para distinguir la posicién del sujeto ite (Cundernos del INBB © 2 del yo y situar el lugar del Otro para distinguir lo simbélico de lo imaginario. Y es en relacién a estas dos vertientes que me interesaria sefia- larles un pérrafo que van a encontrar en la pagina 251 de los Escritos que corresponde a Funcién y campo de la palabra y del lenguaje cuan- do introduce todo el valor de la historizacién en él campo psicoanali- tico: el sentido del acontecimiento dado por el acto de la palabra al decir Y entonces serta decir demasiado que fuésemos a trasladar es- tas observaciones al campo del psicoandlisis puesto que estén ya en él. Se refiere a la cuestién de la historizacién. Pero lo que me inieresa es lo que dice a renglén seguido: Y puesto que el desintrincamiento que producen allé entre la técnica de deseiframiento del inconsciente y la teorta de los instintos, y aun de las pulsiones, cae por su propio peso. Lacan dice cae por su propio peso esta distincién entre la técnica del desciframiento y las pulsiones, que pone aqui equivalente a los instintos. Tal vez no cae por su propio peso si entendemos que Hl in- forme de Roma es una entrada critica en el movimiento analitico y que lo que no cae por su propio peso se refiere a Ja literatura psicoanalitica de la época, en la cual la técnica de desciframiento in- consciente se hacia a la luz de la vida instintiva del sujeto. Es decir, que habia alli una conjuncién en los textos clasicos postfreudianos entre el inconsciente, su desciframiento y la teoria de los instintos, En verdad Lacan esté haciendo aqui caer por su propio peso este valor de la palabra como dadora de sentido que lo lleva a lo que califica acd ‘como desintrincamiento entre el desciframiento y los instintos. ‘Me parece que este pérrafo tiene su peso porque con respecto a la frase elegida entre El deseo estd del lado del Otro.y el goce esta del lado de La Cosa, podtiamos pensar que alli también est proponiendo un tipo de desintrincamiento, aunque se trata de entender que no es equivalente, Que si bien hay allf una distineién a hacer no sera equi- valente a lo que esta proponiendo en este primer texto que he tomado como referencia. Entonces si Lacan hace eaer el peso de reconocer Ia funcién de la palabra en el campo del lenguaje como instituyente y como fundamental de la experiencia analitica, la pregunta es acerca de cual es el destino que le va a dar a esta cuestién de los instintos, pulsiones, que pone de forma equivalente, Ustedes saben que esto esta muy bien presentado en el primer paradigma del goce de J-A. Miller cuando marea alli de qué modo este movimiento de Lacan lo lleva a va i ia ta ry et cer cl ppt poner la dimensién propiamente econémica on el eje imaginario. Es decir, si uno se pregunta por el destino de Ia libido, la libido es imagi- naria, allf la libido esté atribuida al yo como instancia imaginaria y este es el primer movimiento de esta disyuncién, de este desintrincamiento que lo podemos leer ahora desde la perspectiva de ubicar, por un lado, la dimensién simbélica, la dimensién de reconoci- miento del deseo y deseo de reconocimiento y, por el otro lado, en el eje imaginario, la economfa freudiana, la dimension propiamente libidinal. El paso siguiente que va a dar Lacan es de qué modo resolver este problema del desintrineamiento, de qué modo enlazar lo que habia desintrincado en esta primera instancia y esto es !o que corresponde a ese otro momento de su ensefianza que probablemente sea la més clé- sica de Lacan, la que va del aiio 56 al afo 58, que tiene un valor funda- mental con una cantidad de textos y de produccién que es notable. Hay que recordar que los Seminarios IV y Y, simultaneamente con Instancia de la letra en el inconsciente o la razin desde Freud, La Significacién del falo, De una cuestién preliminar a todo tratamiento posible de la psivosis y La direccién de la cura y los principios de su ‘poder, toda esta elaboracién de Lacan en esos tres afios, configura el nitcleo de su ensefianza més establecido, mas clasico, mas difundido y que més hemos conocido, seguramente. Alli de lo que se trata, a diferencia de ese primer momento, es de, a partir de la consistencia, de la articulacién de lo simbélico, darle su Tugar a lo imaginario captado ahora del lado de lo simbélico. Ese es un momento fundamental en cuanto a nuestro interés en este texto porque esel momento en el que retranscribe la pulsién en términos significantes. Ahora ya no se trata de esa primera disyuncién, de ese primer desintrincamiento, sino que eseribe la pulsién en términos significantes, Es decir, constituye una doctrina significante de la pulsién. Recuerden que con la férmula de Ja pulsién en el grafo del deseo, es cuando escribe la pulsién en términos significantes,s 0 D, articu- lando lo supuestamente imaginario de la libido en términos propia- mente significantes y lo va a decir en Direecin de la Cura y los prin- cipios de su poder: “La interpretacién en Freud es tan osada que, habiéndola vulgarizado, no reconocemos ya su alcance de méntica Cuando denuncia una tendencia, lo que é1 llama Trieb, una cosa muy diferente de un instinto, el frescor del descubrimiento nos enmaseara Jo que la Trieb implica en s{ de un advenimiento de significante”. 15 Cuadernos del INES - 2 > Encontramos la diferencia que nos va a ocupar entre Trieb e instinto, lo que la Trieb implica en st de un advenimiento de significante. Bs el momento en el cual, a partir de operar con la materialidad del significante, le es posible conjugar la dimensién propiamente libidinal de la que es portadora la nocién de Trieb freudiana. En este punto lo que va a proponer, es una significantizacién de la pulsién sefialéndola ‘como advenimiento de significante y lo que tiene de efecto de significante. No habria mas que recordar el segmento del grafo del deseo don- de debajo de la formula de la pulsi6n, esté presente la dimensién del deseo de tal modo que podrfamos establecer la equivalencia, en el sen- tido de poner alli al significante, la pulsién como advenimiento significante, la pulsién significantizada y su significado, el deseo. En esta perspeetiva podriamos decir que el deseo es el significado de ese significante en el que esta captada la pulsién. {Cual va a ser el problema? Ustedes trabajaron el texto Subver- sin del sujeto de 1970, donde ya esta presente la funcién propiamente mortificadora del significante, la funcién de menos que introduce el efecto del significante, que va a ser reconocida y nombrada por Lacan en términos freudianos, como ese valor de goce mortificado que lo escribe -«p y que es la castracién. Recuerdan ese parrafo final: La oas- tracién es que el goce esté prohibido para el que habla y esa prokibi- cién es lo que Lacan va a asigarle como funcién al significante para demostrar de qué modo, toda la funcién de interdiceién del Edipo, no es sino una metiifora que retoma esta incidencia estructural del len- guaje. Es docir, para el ser que habla, en principio, esto mortifiea su goce, su goce esta perdido, Y le da estatuto y fundamento a lo que -6- Del Tvieb de Proud y dat deseo del peicoanatista entonces el mito del Edipo, esa metafora, viene’a representar como escena en la que de lo que se trata es esta incidencia del lenguaje para el ser hablante, En este punto encontramos que significantizar la libido, hacer de Ja pulsién advenimiento significante, reconocerla como inscrita en la demanda inconsciente de la cual el deseo es su significado, lo leva a encontrar el tope allf también, en Ia medida en que el deseo no seré sino libido mortificada, en la medida en que la libido esta apresada en Jas redes del significante. Esta libido apresada en las redes del significante que funda el matema de la pulsién, sabemos que lo va a tener que completar con otro matema cuando se encuentre con este tope del deseo en tanto mortificacién, en tanto efecto de la mortificacién de goce, que vendra aubicar ese rasgo de complementariedad, ese complemento que es para la estructura la funcién del fantasma. A esta posicién tendrai que res- ponder algo més y ese algo més seré la sombra de! fantasma que viene a completar entonces lo que podlemos reconocer como momento de significacién, de significantizacién de la libido. (0a) Y este complemento, este rasgo de complementariedad, esto que tiene que venir a ese lugar, recordemos que el @ mintiscula en este punto no es sino imagen de algo viviente captada en lo simbélico, es decir, inscripta en lo simbélico. Recuerdan ustedes la formula en Le Direcci6n de la Cura al final cuando esta haciendo el comentario critica de la fantasmagoria kleiniana y dice que no habria problema si consideramos que de lo que se trata en el fantasma es de la imagen puesta en funcién significante. Jmagen puesta en funcién significant. Es decir, viene a responder alli a ese llamado a un complemento, a una complementariedad en la medida en que del otro lado, del lado del deseo como significado, allf no tenemos sino el estatuto de falta en ser que es el otro nombre del menos fi, es otro nombre de la cas- tracién, es otro nombre del efecto mortificante del significante y en- tonees, sobre esa falta en ser, al final de Instancia de ia letra cuando dice “Ia metonimia de la falta en ser”, es que Lacan la articula con el deseo, es la manera como va a plantear la cues:ién de la recupera- cién de algo del ser. ary Aa ep SS Ss Insisto en esto porque veremos de qué modo, en este texto, hay una reversin con respecto al valor fundamental que tiene el fantas- ma en este grafo como recuperacién de lo viviente, como recuperacién de ser pero destacando que se trata de imagen puesta en funcién significante. Sobre estas cuestiones seguramente volveremos a propésito del pSrrafo elegido por Mario Elkin Ramirez, que retoma alli la cuestién del Edipo y del Nombre-del-Padre, esa articulacion a la Ley que esta- blece Lacan para el deseo y también de qué modo se puede pensar ahi Ia cuestién de ese rasgo de imposihilidad que le asigna Lacan al deseo en este texto de El Trieb de Freud y el deseo del analista, Cuestiones de la imposibilidad, también volveremos sobre esto, siguiendo el comentario del pérrafo elegido por Angela Fisher. Hay un momento que nos permitird dar el paso para entrar en la consideracién de nuestro texto que est presente en el escrito Sobre el informe de Daniel Lagache, es cuando esta reconsiderando Ia eues- tin del Ello freudiano a partir de la materialidad del significante una ver mas. En la pagina 638 dice lo siguiente: se demuestra de hecho por el desmontaje de la pulsién segiin su fuente, eu direceién, su meta y su objeto. El punto es el siguiente: és tanto como decir que todo es allé significante? -€1 habia afirmado que todo alli es significante, habia afirmado que la pulsién no es sino advenimiento significante, habia afirmado que la pulsién se capta a nivel de la materialidad del significante- y anota: Sin duda que no, sino estructura. Hay aqui un momento de viraje fundamental porque hay que recordar que en el Seminario III, el de la psicosis, establece una equivalencia entre la nocién de estructura y la de significante. Y aca esta afirmando que diodo allf es significante? Sin duda que no, sino estructura. Es decir, desprende a la estructura de su pura equivalencia al significante, Avan- zaré sobre la idea de pensar una estructura que incluye un elemento heterogéneo al significante. Pero agrega: “Por eso dejamos ahora de lado eu estatuto energético”. Estructura, No todo es significante. De- Jjamos de lado por ahora su estatuto energético. Esto es lo que dice en su Informe sobre Lagache. Les leo un pérrafo més de la pégina siguiente: La imagen confusa del Ello coma ‘depésito de las pulsiones’, que lo repele tan justamente or el asentimiento que recibe de un organicismo grosero, se endereza en efecto gracias al sentido que recibe en nuestra perspectiva. El sen- 18 at tris se Frac del cas gal pe tido que recibe en nuestra perspectiva es el de significante, Entonces esto le permite cuestionar la idea del Ello como ese depésito de las pulsiones que refiere a un grosero organicismo 03 ese punto, Si ustedes me pudieron seguir, hasta ahora legamos al umbral de nuestra cuestién fundamental: Un corte, un momento de ruptura, un salto, un paso que va a implicar reconsiderar ahora en los términos que recién les lefa, cudl es o cémo darle estatuto energético a lo que formando parte de la estructura no es significante. Siendo todo significante en la estructura, qué estatuto darle a lo energético que en ese momento dice, dejamos de lado. Es alli donde aparece como fundamental lo que introduce en el Se- minario VII de la Btica. Es decir, haber retomado la nocidn de la Cosa, la nocién de Das Ding, para ahora poder reconsiderar ya no en su esta- tuto imaginario, ya no en su estatuto puramente simbélico, sino en lo que sera su estatuto real, la dimensién real de gove, la dimensién real de la libido y que, ustedes recuerdan, introduce exactamente el 9 de diciembre de 1959 en ese seminario de la Etica, sefialado por ustedes como {ntimamente ligado con el contexto de este exloquio donde se dis- catia y se debatia en torno a las cuestiones de Ia ética y la ciencia. Esta nocién de Das Ding la introduce on esa clase a propésito de lo que Lacan plantea como insuficiencias concernientes a las consideraciones que se hacian en torno al principio del placer y del principio de realidad y la distingue alli del otro término aleman Die Sache donde se trata de la cosa significada. Eso para introducir un término que Ie permita dar cuenta del estatuto de lo no simbotizado, de lo no simbolizable, de lo heterogéneo al significante, de lo que esta fuera irveductiblemente de lo simbélico. Lo presenta como el lugar del goce y como tal prohibido, irreductiblemente prohibido, al punto que lo hace equivalento alli al lugar que viene ese objeto prohibido por exceloncia que es ta madre. La madre la hace equivalente al Das Ding. Pero lo que hay de fundamental en este paso es que ubica al goce pulsional en lo real. El goce pasa, en este Seminario VII, a ser considerado a partir de Jo real como fuera del sistema simb6lico e imaginario, pero tiene el problema que se presenta con este eardeter de goce absoluto, con la trasgresién como tinica via posible para alcanzar el goce. ‘Veremos de qué modo en la medida en que avanza su ensefanza inmediatamente con el Seminario VIII sobre La transferencia en el Banquete con la cuestién del objeto agalmético, en el Seminario X de -19- (Cuadernos del INES - 2 La angustia con la promocién del objeto @ mindscula, le va a permitir avanzar sobre lo que nombraré como mticleo elaborable de goce, de tal modo que no se trataré solo de este cardeter absoluto del goce, tal como estd presente en el Seminario VII retomado bajo la forma de Das Ding. Podemos decir que en este punto tenemos de mevo una disyuncién, y desintrincamiento entre la libido en este caso transcripta en térmi: nos de deseo como efecto de significante y la Tibido tomada en este esta- tuto de real fuera de significante y significado que es Das Ding. En este punto queda el deseo del lado del principio del placer, el deseo respon- diendo por el principio de homeostasis y dol otro lado La Cosa como més alld, con este caracter de exceso pero también de imposible. Es decir, en este punto llegamos precisamente a nuestro texto donde en el primer pérrafo Lacan propone reconsiderar: La pulsién, tal como es construida por Freud, a partir de la experiencia del inconsciente, prohibe al pensamiento psicologizante ese recurso al instinto en el que enmas- cara su ignorancia por la suposicién de una moral en la naturaleza. Entonees se trata una vez més de eémo articular pulsién, emo articular libido e inconseiente, eémo articular la pulsién en esa radicalidad de la consideracién del estatuto del inconsciente estrue- turado como tun lenguaje. Ustedes saben que este es el eje fundamen- tal del Seminario XI, articular la sexualidad al inconsciente estructu- rado como un lenguaje, es el famoso aforismo que dice: la realidad del inconsciente es sexual. Este es un eje fundamental y comienza en pri- mer término con el que se induce en este texto, la pulsién, Ustedes saben que la pulsi6n va a ser uno de los cuatro conceptos fundamenta- les con los que va a presentar el Seminario XI junto a inconsciente, repeticién y transferencia éQué destino para el deseo y la demanda en esta reconsideracion conceptual? Es evidente que la noeién de deseo y de demanda queda inscripta en la dimensién del inconseiente. Es decir, se establece alli también esa disyuncién entre pulsién e inconsciente, esa distineion que va a tratar ahora de anudar. Lacan vuelve a afirmar en este pérrafo la radicalidad y la nove- dad que implica la nocién freudiana de pulsién. El campo pulsional que reconoce Freud, impide toda idea de recurrir a esa moral en la naturaleza asf sea bajo una nueva forma de reclasificacin, porque es as{ como Lacan consideré que fue tomado por el postfreudismo el es- tatuto de la teoria de los instintos en Freud, una reclasificacién de ese -20- Del rich de Freud 9 det deseo del psiconnatisa organicismo, de esa naturalidad supuesta de la sexualidad humana que, afirmaba Lacan en el seminario de la Btiea, se predicaba bajo ese evangelio de la relacién genital. Es decir, hay alli toda una critica y en a reconsideracién de lo que encontramos como fundamento decisivo en Tres ensayos para una teorfa sexual cuando Freud plantea que pen- sar Ja sexualidad a nivel de lo humano nos lleva a tener que rever, recuerdan ustedes, toda idea de que haya una mutua atraccién entre los sexos y que no hay una armonfa preestablecida entre la pulsién y su objeto. Esto es Freud, esto esta afirmado er. estos términos por Freud. Esto se olvidé en la medida en que hubo este recurso de consi- derar una moral de la naturaleza. ‘Liegamos al parrafo que les habfa propuesto como je: Bl deseo estd del lado del Otro y el goce del lado de La Cosa. Otra vez los vuel- ve a desjuntar. Otra ver, vuelve a establecer esta disyuncién como una especie de rectificacién de lo que habfa producido en lo que considera- mos como la significantizacién de la pulsién. Pone la significacién de un lado, pone el problema de la satisfaccién del otro, pero ya estamos en otro punto, en el sentido de este desintrincamiento, porque ahora se las tiene que ver con el estatuto real del goce. Es asi que empiezan a aparecer los rasgos que nos permiten distin- guir una vertiente y la otra, El deseo hecho de imposibilidades. Fl deseo en tanto se funda por la prohibicién del incesto, en tanto que esta arti- culado fundamentalmente a la eastracién, es lo que estatuye su cai ter de imposibilidades en la medida en que esta sometido a la Ley, en la medida en que vacila, en la medida en que del lado del deseo, va a plan- tear en este texto Lacan, hay un impase marcado en Jos términos de las imposibilidades. Por el contrario, la pulsién ahora est presente més allé del principio del placer. La pulsién no conoce la probibicién. Saben ustedes que -esto est més presente en el Seminario XI cuando deseribe su trayecto- la pulsién hace su trayecto y alcanza su satisfaccién. Y lo que lo lleva a la conocida formula de el sixjeto siemore es feliz a nivel de su satisfaccién pulsional, que habria que ponerlo en contrapunto con la infelicidad del deseo marcado aqui en los términos de las imposibilida- des y que ser motivo de las infelicidades del deseo, Jo retomaremos a través de los casos que vamos a escuchar donde esta presente este pun- to de partida de la infelicidad del deseo, que no solo le corresponde a la clinica de la neurosis sino que se trata de un punto estructural, que esté planteando Lacan aqui al sefialar al deseo en tanto articulado a la aie (Cuadernos del INES - 2 ——* falta en ser, a la castracién, a la prohibici6n, a la negativizacién de goce mareado por vacilacin, imposibilidades, impases. Y esto de impase nos podria hacer resonar también con respecto a Ja cuestiGn del pase, que va a adquirir todo su peso en los aiios siguien- tes porque, precisamente, la cuestién del deseo del analista nos va a evar a interrogarnos de qué modo, cudl es la solucién que va a propo- ner Lacan para el deseo, en el sentido de salir de su vacilacién, salir de sus imposibilidades, salir del impase al que est condenado, en la medi- da en que estd sometido a la Ley y articulado a la eastracion, esa solu- cién la va anombrar deseo del analista. Es decir, que supone un paso en Ja experiencia analitica para alcanzar la solucién del deseo tomado en ese punto de sus imposibilidades, porque no calificara el deseo del analista del lado de las imposibilidades, del lado de la vacilacién, del ado del impase, sino que ser precisamente signo de un pase, sefal, vorificacién de un pase, este nuevo advenimiento de un deseo fundado en otro lugar que en el lugar en el que viene fundando el deseo. Habia pensado hacer un comentario sobre el deseo del analista, pero hay dos trabajos en perspectiva del concepto que se refieren a esto y vamos a poder conversar al respecto en su momento, Cuando Lacan nos da la imagen del lagarto que pierde la cola, en ese parrafo ubica al objeto a como nticleo del goce viniendo a respon- der por el deseo y articula el deseo del lado de la pérdida, de la automutilacién, Ese pérrafo donde dice: Los objetos que pueden so- meterse a provechos y pérdidas no faltan para ocupar su lugar, se re- fiere al lugar del deseo reproduciendo la relacién del sujeto con el ob- Jeto perdido. Pero solo en ntimero limitado pueden Uenar un papel, el niimero limitado ustedes saben son los cuatro instancias episodicas de Lacan del objeto a, un papel que simbolizaria perfectamente la automutilacion del lagarto, su cola soltada en la desesperacién. Mala: ventura del deseo en los setos del goce. Las malaventuras del deseo, cuando avanza hacia el goce, tiene que jugar su objeto y esto que esti presente aqui les recomiendo releer Ja pagina 70 del Seminario XI, donde Lacan retoma su comentario sobre el fort da. Lo retoma porque su primer comentario sobre el fort da es para destacar el valor simbélico del par de la oposicién fonemé- tica fort da y dice que el objeto esté perdido. Pero en este Seminario XI, hace una reversién de la cuestién y apunta todo el valor del juego del lado del carretel. Al punto tal que es ah donde debemos designar, 22. —________________ ut tvieb ae Pred y det deseo det picoanatiota dice en ese texto, al sujeto. En verdad no es el sujeto, el sujeto del sujeto del significante. Habria que decir, al ser. Al ser recuperado en ese rasgo de complementariedad que le viene por ese carretel y donde plantea, entonces, también allt, este rasgo de automutilacién. El ea- rretel es algo que se desprende del cuerpo del nifio. Es decir, entra el cuerpo en el campo pulsional. En la nociGn pulsional se trata del cuer- po. Yes algo del propio cuerpo que tiene que poner en juego y seran las zonas erégenas, seré la presencia alli de ese particular andamiaje, montaje, que propone Lacan en el Seminario XI donde muestra de qué modo el trayecto de la pulsién gira alrededor del objeto a. Otra consecuencia fundamental para destacar, es con respecto a Ja segunda tépica de Freud cuando dice: Lo que el sujeto recibe por ello de descwartizamiento pluralizante, eso aplica a la segunda tépica de Freud, las identificaciones se determinan allf por el deseo sin satis- facer la pulsién. Es decir, el modo de satisfaceién del deseo es la iden- tifieacién, no asf es el modo en que se satisface la pulsién. Sabemos que la pulsiGn se satisface por la via del sintoma, no por el lado de la identificacién y con este argumento es con el que Lacan va a cuestio- nar toda idea de la direccién de la cura del lado de la identificacion. Es que va a plantear justamente el deseo del analista yendo contra Ja identificacién, apartando la demanda en la transferencia del lado de Ja identificacién, para conducirlo a la pulsién. Seaala claramente que toda orientacién de la cura del lado de la identificacién, lleva al impase de condenar entonces el sujeto a estas imposibilidades, a este punto de impase del deseo, en la medida en la cual de lo que se trata es de levarlo a reconocer que el sujeto esta dividido por la pulsion. Dice que la cura ¢s posible conducirla en este sentido, de que el sujeto se reconozea més alla del fantasma, en el Seminario XI: aquellos que han ido més allé del fantasma hicieron conmigo la experiencia de la pulsién. Hacer la expe- riencia de la pulsidn es reconocer esto, que la pulsion divide al sujeto y cal deseo, deseo que no se sostiene sino por la relacién que desconoce de esta divisién con un objeto que la causa. Tal es la del fantasma. Ahora resulta que el fantasma viene a una funcién de desconoci- miento, Desconoce, el fantasma, el objeto que causa la divisién del sujeto y el deseo, es decir, desconoce, cual es la verdad del deseo, cuya verdad es que la causa es pulsional. Y viene entonces el fantasma a ocupar un lugar homélogo al lugar del yo en el grafo. Bs decir, cuando a partir de todo su desarrollo sobre la instaneia _maginaria le asigna 2a Cuadernos del INES -2 al yo la funcién fundamental de deseonocimiento, aparece entonces el fantasma, esa articulacién entre el sujeto barrado y el @ mimiscula que sostiene al deseo, poniendo en juego objetos en relacién a la pose- sién del objeto perdido. Fl fantasma como desconocimiento, descono- ce la verdad de la causa, Entonces la orientacién del andlisis para que el sujeto reconozea Ja causa yerdadera, seria més alla de las identificaciones, poder Ile- varlo al punto de reconocer la causa y ah estd el supuesto surgimien- to del deseo del analista. En esta perspeetiva que esta planteando Lacan uno podria decir, se desea para no saber nada acerca de dénde se goza. Como hay algunas cuestiones planteadas para trabajar, quiero recordarles que del Seminario XT he retomado esta resefia para avan- zar sobre la perspectiva en que no se va a tratar el deseo del lado del Otro y la Cosa del lado del goce, sino nuevamente el esfuerzo de arti- cular lo que aqui aparece disjunto: el Otro y la Cosa. Es decir, aliena- ién y separacién son los modos con los que Lacan va a operar para demostrar de qué modo del Otro, no desde de la Cosa, deja un resto, nticleo claborable de cosa que va a tener su lugar en la estructura como elemento heterogéneo no significante, pero no fuera de ella; esto cs lo que luego le va a permitir avanzar sobre la escritura de los eua- tro discursos, donde tenemos ol lugar del sujeto y dos significantes, es decir, tres términos que son recuperables por el significante, y otro término, el objeto a mimiscula, que no siendo significante es posible inseribirlo en el mareo de 1a estructura. Por otra parte, también hay consecuencias, y me parece que la conelusién fundamental con respecto a este punto seria de qué modo Lacan aqui, de la estructura del fantasma considerada en su funcién. de desconocimiento, sostiene el deseo, pero lo lleva al punto de soste: nerlo en el punto este de no querer saber dénde goza; la inversion que propone aqui es la escritura del piso superior del discurso del analista, segtin la cual el sujeto se reconoce dividido en su deseo por la causa, que es la causa pulsional, su causa de goce Preferiria poder responder las preguntas en el contexto de los trabajos de los colegas de la NEL, del INES, a lo largo de la jornada y podremos conversar, preguntar, comentar, estatuir esta ocasién ‘como una verdadera relacién de trabajo, si ustedes estdn de acuerdo. Gracias. = Del Trieh de Freud y dat deseo del psiconnatists Sobre el contexto* ‘MARIO ELKIN RAMIREZ Bl contexto en el que Lacan lo pronuneié y luego lo eseribié, es clave para el discernimiento de este texto. Se trata de una interven- cién en el segundo coloquio, convocado en Roma por Enrico Castelli, sobre los problemas introducidos en la ética por los efectos de la cien- cia, sus aporias y sus cuestionamientos, Roma habfa sido una ciudad no solamente importante para Freud -quien pasé horas reflexionando ante la estatua del Moisés de Miguel Angel-, sino también para Lacan. Allf, habia pronunciado “el diseur- s0 de Roma”, como se lamé a Funcién y campo de la palabra y el lenguaje donde se introdujo el germen de una revolucién en psicoané- lisis, la del “inconsciente estructurado como un lenguaje”; bién le sirvi6 de excusa en su tercera visita, para darle un titulo extra- ho a su conferencia: La tercera, en la que presenta el inicio de su re- flexién sobre la clinica borromea El tema del Coloquio de la presente intervencion tendré también una resonancia en Lacan, un afio después, en la leceién inaugural de su Seminario de 1965-1966: La ciencia y la verdad. Con lo cual se de- muestra que Lacan era absolutamente sensible a la ética de las conse- cuencias de Ja ciencia, por lo que pudo seftalar sus efectos forelusivos sobre el sujeto, Pero, lo impactante de la circunstancia de encontrarse en Roma en 1964 en este coloquio, es que su intervencién escande dos actos cruciales, en los que Lacan se encuentra atormentado e incomprendido, pero también, insumiso y heroico!. El primer acto es su leccién tiniea del Seminario Los Nombres-del-Padre el 20 de Noviembre de 1968 luego por R, Nepomiachi nel Argumento (ft pag, 10) 41 Cuando digo horoic sigo onal titulo a Stuart Sehnederman quien escribe un libro Tlamado “Lacan: La muerte de un héroe intelectual, 1896, Gedisa, Bareaoaa, Pero espero detostratlo on esta argumentation. a5 Cuadernos del INES - 2 de la cual hubo un silencio, y aparecié el segundo acto, la leccién in- sugural del 15 de Enero de 1964, del Seminario XI, tres dias después del Coloquio de Roma. Fue a Roma antes de proclamar que habfa sido excomulgado. La referencia dominante para Lacan en ese coloquio de filosofia fue Spinoza; un eco de su didlogo con él, en este texto, son las pregun- tas por la ética del psicoandlisis subyacentes al deseo del psicoanalis- ta: Va a caer en la prédica que hace el descrédito del sacerdote cuyos buenos sentimientos han reemplazado la fe, y asumir como él una “di- reccién” abusiva”® |...] éPuede el psicoanalista envolverse en esa an- tigua investidura, cuando, laicizada, se dirige hacia una socializa- cién que no podra evitar ni el eugenismo, ni la segregaci6n politica de Ia. anomalia?"(pags: 832-833). Y on efecto, Lacan acababa de ser segregado politicamente, habia sido tratado como una anomalfa que debia extirparse, habfa sido vic- tima de un eugenismo que no pudo evitar, por parte de una orden que comparaba, tres dias después, con: “una comunidad religiosa desig- nada por el término indicativo, simb6lico de sinagoga, y que Spinoza la padecié. El 27 de Jutio de 1656 primero- singular bicentenario, ya que corresponde al dle Freud- Spinoza fue objeto del Kherem, excomu- nidn que responde justamente a la excomunién mayor; esperé durante cierto tiempo para que le aplicaran el chammata, que consiste en aadir la condicion de la imposibilidad de un retorno” (Lacan, 1973: 9) ‘Una excomunién que Lacan recibfa de la IPA por haberse tam- bien apartado de los dogmas que estandarizaban, a Freud-padre del psicoandlisis, que petrificaban al nombre del padre; mientras él habia anunciado la pluralidad de los Nombres-del-Padre, era un politefsmo insoportable, una impiedad intolerable porque demostraba que la tum- ba del padre estaba vaca. En ese sentido, las razones de su excomu- nin para la IPA fueron tan frégiles, un alegato sobre la técnica, cuan- do lo que Lacan denunciaba que estaba en juego era la ética “B] 19 de Noviembre de 1968 el nombre de Lacan -segiin Jacques Alain Miller- se encuentra barrado, borrado de las listas de los analistas didactas, de la comisién francesa de los didactas, segan el mandamiento de la IPA. [...] y al dia siguiente, el 20 de Noviembre, Lacan pronuncia la leccién de apertura de su Seminario de Los Nom- bres del Padre ...] dice también que ha tenido la noticia ayer en la noche” (Miller, 1992; 16). Dal Tvieb de Froud 3 del deseo del petoanalista Por eso, al final de esa lecci6n tinica de ese Seminario decfa Lacan que “el nombre de Freud no ha cesado de volverse cada vez mas inope- rante, éMientras que si mi recorrido es progresivo, si incluso es pru- dente, no es porque més que contra aquello que quiero promover, es hacia el hecho de que el andlisia corre el riesgo siempre de resbalar hacia la impostura? No voy a quejarme. Por tanto diré que- habiendo, después de dos aftos, enteramente confiado a otros la conduccién, al interior de un grupo, de una politica, para dejar a lo que tenia que decirles a ustedes el espacio de su pureza- en ningin momento, les he dado el pretexto de ereer que para mi no habia diferencia entre el si y el no”(Citado por Miller, 1977; 110). Pero la pregunta de Lacan en la intervencién que hoy nos ocupa es si el psicoanalista habré de envolverse en ese velo de Maya, si ha de cobijarse con el manto de la investidura del sacerdote para usar su fe, aqui, buenos sentimientos, y asumir una “direecién” abusiva de la cura? Si va a resbalar en la impostura de un velo, de una investidura cuyo tinico propésito es el abuso del poder de las psicoterapias? Su respuesta es en este escrito: iNo!. El deseo del analista no puede con- ducir a la impostura de un nuevo poder, los principios del poder de la cura del psicoandlisis estén precisamente, en la renuncia a esa impos- Por es0, no se envuelve como el héroe antiguo en el velo de Maya ante la tragedia, para protegerse. El velo es la impostura que lo conducirfa a una posicién sacrificial, a la acep- tacién de la inminencia de un destino. Por ello el segundo acto de Lacan que este texto escande es el inicio de un nuevo momento de su ense-~ fianza con Los cuatro conceptos fundamentales del psicoandlisis: La evocacién de este contexto es algo més que una anéedota, en la clase inaugural de ese Seminario Lacan se pregunta de entrada éen qué estoy autorizado? Y declara: “No crean, aqui tampoco, que se tra- ta de un. juego metaférico, que sera pueril mencionar al abordar el campo, Dios mfo, tan largo como serio, que tenemos que cubrir. Creo ~ y ustedes lo verén ~ que, no s6lo por los ecos que evoca, sino también por la estructura que implica, ese hecho introduce algo que, al princi pio de nuestra interrogacién, concierne la praxis psicoanalttica” (Lacan, 1973: 9). CCusdernos del INES - 2 Lo que reafirma que, en eft 'Y agrega: “No estoy di- ciendo aunque la cosa no serta imposible- que la comunidad psicoanaliticn sea una Iglesia, Sin embargo, indiscutiblemente, surge Ja pregunta sobre lo que en ella puede tener de res ee spinoza, y concretamente su Etica, mas que por una identificacién que escandalosamente quisiera equipararlo con aquel antecesor: Lo dice cla- ramente a continuacién en el Seminario XI: “No quiere esto decir que sea yo en tales coyunturas un sujeto indiferente. No crean tampoco que Para mi- como tampoco, supongo, para el antecesor cuya referencia y hasta precedencia no vacilé en evocar- sea esto cosa de comedia, en el sentido de una cosa de risa [...] tiene que ver més bien con la. posicién en que estuve durante estos dos aiios, la de saber que me estaban nego- ciando; y me negociaban justamente quienes, respecto de mi, estaban en posicién de colegas y hasta de alumnos”. (Lacan, 1973: 10) Reconoce un error, el haber dejado por dos atios en manos de otros, colegas y alumnos, la politica, para ocuparse de la pureza de su ense- fanza. Por ego, en adelante, habré una dimensién politica que se inte- gra.a su dimensién epistémica y, por supuesto, la ética implicada en la cura, Este ultimo aspecto trabajado en el texto del Trieb que trato de contextualizar. Cuando, en la misma serie de las preguntas anterior- mente citadas contintta interrogrindose si: “éCual es el fin del anélisis, més alld de la terapéutica?”. Ese error politico es el que corrige al iniciar con Los cuatro conceptos fundamentales del psicoandlisis otro momento de su ensefanza, y las bases de su causa freudiana, Lacan recibe como consecuencia de ese error politico, el que fue negociado, Pero Lacan no se queda en Ia queja de la gran histérica que sehala al mundo que “era el objeto de un odioso intereambio”. Si bien, el fondo de Ia cuestién era que la Sociedad Francesa de Psicoanélisis, tenia por edleulo de su habilitacién internacional ante la IPA, la des- autorizacién de la ensefianza de Lacan, que no cumplia con las reglas estandarizadas. Lacan encuentra un sesgo eémico del asunto y vuelve esa tragedia una comedia, la gran comedia del mundo. Si bien una excomunién no era cosa de causar risa y esta por completo alejada de lo comico, para Lacan hay en el asunto algo de inmensas dimensiones 28 Del Trieb de Freud y dl deseo del pricoanalieta eémicas que no se le escapa. Es un sesgo que no puede ser aprehendi- do sino por un psicoanalista y que nos sefala que, contrariamente a Ja verborrea de los derechos humanos que defienden la dignidad hu- mana, ser negociado no es insdlito. Cada quien, en todo instante y a todos los niveles, es negociable, ya que cualquier aprehension un tan- to seria de la estructura social nos revela. el intereambio, El intercam- bio en cuestion es el intercambio de individuos, es decir, de soportes sociales que son, ademés, lo que se llama sujetos, con todo lo que ello entratia de derechos sagrados a la autonomia, segtin dicen. Todos sa- ben que la politica consiste en negociar, y en su coso al por mayor, por paquetes, a los mismos sujetos, Hamados ciudadanos, por cientos de miles, La sitwacién no tenia entonces nada de excepcional, si se des- carta que el hecho de haber sido negociado por aquellos que Uamé hace un momento colegas ¢ incluso alumnos, recibe a veces, visto des- de afuera, otro nombre (Lacan, 1973: 10). reud habia dilucidado esa posicidn como una forma de ela- boracién de la tragedia humana. Pero aqui no es el desmentido en el que ¢l mundo se reduce a un juego de nifios o el fin del mundo a un flatus divino, sino el Es una via que Lacan ealifi- a inchiso como la manera analitica de vivir ese real, la eleva enton- cos a la dignidad de una ética. Desde adentro, puedo decirles que esta dimensién es cabalmente legitima, que puede vivirsela desde el punto de vista analttico, y aun, a partir del momento en que se la percibe, de una manera que permite superdrsela -a saber, desde el dngulo del humor que, aqui, no es mas que el reconacimiento de lo cémico (Lacan, 1973: 10-11) Es la alusién que nos hace comprender que en el texto del Trieb de Freud, Lacan diga: Sélo podremos agué observar que, con la salvedad de ese libertino que era el gran cémico del siglo del genio, no se ha atentado en él, como tampoco en el siglo de las luces, contra el privile- gio del médico, no menos plies sin ices, Es otros” me . 832) 28. Cuadernos del INES - 2 (GEREN. 0 verdad de la traicién de la que era objeto por sus alumnos y colegas. ¥ cémo el precio de esa traicién era mantener- se en la impostura del estafu quo, del esténdar y renunciar a los prin- cipios del psicoandlisis. Pero al mantenerse en ese falso pudor, cohija- do por la investidura del cura o del médieo de Ia orden, escondia la verdad de que su fundamento era la segrogacién politica de lo que hace anomalia al establecimiento. Por esta razon en ‘ ‘cuatro conceptos ful an donde des: pliega lo que aqui apenas es la alusién a lo cémieo, dice que no se trata de un comentario marginal al psicoandlisis, “Este comentario ~dice- no esté fuera del campo de lo que aporto respecto a los fundamentos del psicoandlisis, pues fundamento tiene mas de un sentido, y no nece- sito evocar la Cébala para recordar que en. ella uno de los modos de la manifestacién divina, identificado propiamente, en este registro, con el pudendum. Seria de veras algo extraordinario que, en un discurso analitico, nos detenemos justamente en el pudendum. Sin duda, los fundamentos tomarfan aut la forma de interiores (ropa. interior), si Jos mismos no estuviesen ya un tanto al aire. Algunos, desde afuera, pueden asombrarse de que en esta nego- ciacién hayan participado, y de manera muy insistente, algunos de mis analizados, e incluso dnalizados que atin estaban en anélisis, Entonces surge la pregunta -écémo es posible una cosa semejante, a no ser que exista, en las relaciones con sus analizados, alguna. discor- dia que ponga en cuestion el propia valor del andlisis? ¥ bien, partien- do justamente de lo que puede ser materia de eseéndalo, podremos cenir de manera mas precisa el llamado psicoandlisis didéctico -esa praxis, o etapa de la praxis, por que todo lo que se publica dejada en la sombra-, y aportar algunas luces respecto a sus fines, sus limites, sus efectos. En esto ya no se trata de una cuestion de pudendum. Se trata de saber qué puede, qué debe esperarse del psicoandilisis, y qué ha de ratificarse como freno, y aun como fracaso” Lacan, 1973:11). Es algo qne esta en consonaneia, como desarrollo, con lo que en El Trieb de Freud brevemente alude al preguntar si “éEl psicoandli- sis tomaré el relevo, no de una escatologfa, sino de los derechos de un -20- Del Trieh de Freud y del dees del peiccanalista fin primero?” A la hora de responder a lo que se puede y debe esperar de un anélisis como fin dltimo, Lacan responde eon algo con un mas alla que no es el més alld de ultratumba, metafisieo, recordemos que el coloquio era filoséfico, sino que tiene un sentido fisico, preciso, opuesto al sentido religioso de la IPA. Y no coloca alli al didacta. Por eso a la pregunta “Cuél es el fin del andlisis més allé de la terapéuti- ca?” responde: “Pues, lo hemos dicho sin entrar en el resorte de la transferencia, es el deseo del analista el que en tiltimo término opera en el psicoandlisis”(pég. 833). Es lo que hay que verificar a la hora de hacer un analista. Esto explicarfa una parte del titulo del texto que nos ocups,y que creo es la primera vez que se incroduce en el psicoa- nilisi specto a Ta primera parte del titulo, es el abrebocas de su Se- minario XI, porque si Lacan va a dedicarse a elucidar los principios del psicoandlisis, contra los esténdares de la IPA, en este texto hay una anticipacién de los mismos. Referencias LACAN, Jacques. L’Excommunication en Le Seminaire Liure XI, Les quatre concepts fondamentaucc de la psychanalyse, 1973, Seull, Paris. ‘MILLER, Jacques-Alain. Comentario del Seminaria inexistente, 1992, Manantial, Bue- nos Aires MILLER, Jacques-Alain,L’Excommunication, la communauté peycharalytique en Pramce 1, Suplement au nimero 8 ¢’Ornicar?, bulletin périodique de Champ Freudien, 1977, Paria, a I ‘La DISCIPLINA DEL COMENTARIO Del Teich de Froud y dol deseo det peicoanalista Comentario de Julia Benavides Parrafo seleccionado: «Las pulsiones son nuestros mitos, ha dicho Freué. No hay que en- tenderlo como una remisién a lo itreal, Rs To real lo que mitifean, segzin [a que es ordinario en los mitos: aqui el que hece el deseo repro- Guciendo en ello la relacién del sujeto con el objeto perdido. ‘Los objetos que pueden someterse a provechos y pérdidas no faltan para ocupar su lugar. Pero sélo en ntimero limitado pueden lenar un papel que simbolizaria perfectamente la automutilacién del lagarto, su cola soltada en la desesperacién. Malaventura del deseo en los setos del goee, que aeecha a un dios maligna, Este drama noes el accidente quese cree. Bs de esercia: pues el deseo viene del Otro, y el goce esta del lado de la Cosa. (psig. 882) ‘Me interesé particularmente este parrafo porque leo en estas li- neas una anticipacién de la propuesta de desmontaje de la pulsién que elabora Lacan meses después en el Seminario XI, ya la vez, por el anudamiento que hace de la pulsién de muerte freudiana y libido; a partir de la creacién de un mito nuevo, mito que introdujo cuatro aiios antes, en Posicién del Inconsciente. ‘Lacan toma la afirmacién de Freud sobre el eardcter mitico de su doctrina de las pulsiones, afirmacién que aparece en la Conferencia 32, donde subraya lo imprescindibles que son pare el trabajo analitico y ala ver, lo poco claras que resultan. Esta afirmacién la ubico como una respuesta 35 afos después a la pregunta que en la Carta 78 del 12 de Diciembre de 1897, le hace Freud a Fliees: éPuedes concebir qué son los mitos endopsiquicos? El més reciente engendro de mi trabajo de pensamiento: la oscura percepci6n interna del propio aparato psi- quico incita a ilusiones de pensamiento que naturalmente son. proyec- tadas hacia fuera, y de manera caracteristica al futuro y a un més allé. Inmortalidad, recompensa, todo el més allé son figuraciones ast de nuestro interior psiquico... psicomitologia. -35- (Cuadernos det INES - 2 Dal rieb de Freud y dl deseo det psicoanatita Son muchas las respuestas que da a esta pregunta y fundamenta el uso del mito para transponer la metafisica a la metapsicologia, tal como lo plantea en Psicopatologta de la vida cotidiana. La alusién de Freud al “més reciente engendro de mi trabajo” a la luz del Trieb de Lacan, pienso que se refiore directamente a “E] Proyecto” donde en la constitucién del juicio, aparece 1a Cosa como lo inasimilable. Ala altura de este escrito, Lacan ya ha transformado el mito del Edipo freudiano produciendo la Metéfora Paterna. En esa época y en los afios siguientes de su ensefianza, para lograr este producto, daba Tugar al uso del mito como “io que da forma discursiva a algo que no puede ser transmitido en la definicién de verdad”, tomo como referen- cia El Mito individual del Neurético y ademds una breve referencia del Seminario IV, que me parece muy importante y que es donde intro- duce el mito y su uso, precisamente para tratar lo real; en este semi- nario se trata del momento cuando aparece la angustia; ahi indica que “Al ser lo real por naturaleza pleno, es preciso para hacer un agu- jero real, introducir un objeto simbélico”. Se sirve del mito para cen- trar el valor de las llamadas teorias infantiles de la sexualidad. Ahora, toma el mito de Ja pulsién que lo conduce a la elaboracién de una sola pulsién; hace de las dos pulsiones freudianas una, las unifi- ca, “..n0 hay que entenderlo como una remisién a lo irreal. Es lo real lo que mitifican, segtin lo que es ordinario en los mitos: aqut el que hace el deseo reproduciendo en ello la relacién del sujeto con el objeto perdido”. Entiendo acd que revela la estructura desiderativa del deseo y en esa medida, la funcién del sefiuelo introducido por la misma estructu- ra de la pérdida, equipardndola a la funeién que en el lagarto cumple el desprendimiento de su cola, como rastro engaiioso de una presencia imposible en el humano, como intento de atraparlo, de restaurar esa pérdida; se refiere aqu{ a la multiplicidad engariosa del objeto del de- 0, Hay que tener en cuenta que una de las facultades que le da Lacan a la libido como érgano, es que no se le pueden hacer tajos pues se reproduce, aca esté apuntando directamente a esa desgracia del deseo por estar cereado de goce. Lo ilustra la respuesta a M. Safouan en la clase del 10 de Junio de! Seminario IV: “ -6- Lacan en Posicién del Inconsciente, recurre al mito para aportarle algo nuevo a la sexualidad; inventa el mito de la laminilla para poner en su lugar le libido, como lo que es: un érgano. En la descripcién que hace de ella como un érgano, la representa diferente a un campo de faerzas, como la habia concebido Freud. Nuevamente el esfuerzo a través del mito de dar una articulacién simbélica a este érgano “irreal” que ubica ‘como precediendo lo subjetivo, pero que lo condiciona a la vez por estar enchufado directamente en lo real. El hecho de plantear asi este érgano ‘como lo que precede a Io subjetivo y a la vez condiziondindolo, nos hace pensar inmediatamente en las operaciones por las cuales formula la causacién del sujeto: Alienacién — Separacién. Entonces, eso que le da el nombre de érgano que precede al suje- to, es “la Cosa”, como eso inasimilable (Das Ding que Freud nos pre- sent6 en “El Proyecto”; goce que es anterior al sujeto; asi es como en el parrafo ubiea el goce como respuesta del sujeto del Iado de la Cosa, en oposicién al deseo que viene del Otro. Lacan nos dice que esta laminilla representa esa parte del vivien- te que se pierde al producirse por las vias del sexo, pero vuelve a insta- larse, se apresa en la dialéctica del sujeto, se recupera en el tiempo que llama Separacién. Esta libido es prosentada como un érgano, un ser que contiene la muerte; sentido mortifero que es privilegio del sujeto hablante, ya que por efecto del significante le es revelado. Lacan nos dice que esto es “... porque el significante como tal, al tachar al sujeto de buenas a primeras, ha hecho entrar en él ol sentido de la muerte. (La letra mata, pero lo aprendemos de la letra misma), Por esto es por Jo que toda pulsién es virtualmente pulsién de muerte.” Es la causa que se introduce en el sujeto y lo divide, el efecto del significante, La operacién de separacién tal como la explica en Posicion del inconsciente, introduce una torsién que Lacan llama el traslape del inconsciente: “Reconoceremos en ella lo que Freud lama Ichspaltung 0 escisién del sujeto, y captaremos por qué, en el texto donde Freud la introduce, la funda en una escisién no del sujeto, sino del objeto (Falica coneretamente). La forma légica que viene a modificar dialéeticamente esta segunda operacién se lama en I6gica simbdlica la interseccién, 0 también el producto que se formula por una pertenencia a- y ~4. Esta funcién aqui se modifica por una parte tomada de Ia earencia a la caren- cia, por la cual el objeto viene a encontrar en el deseo del Otro su equi- valencia a Jo que él es como sujeto del inconsciente” pag. B21 7 ‘Cuadernos del INES - 2 Del Trieb de Freud y dal deveo det peiconnatista Plantea una equivalencia entre el sujeto tachado y el objeto a. En esta operacién el sujeto dividido resulta equivalente al objeto a res- peeto del deseo del Otro, es decir, ol objeto es el sujeto, lo que nos hace pensar que los dos términos de la formula del fantasma definen al sujeto -38- Comentario de Mario Elkin Ramirez Parrafo seleccionado: “Pero Freud nos revela que es gracias al Nombre-del-Padre que el hombre no permanece atado al sorvicio gexual de la madre, que la agresién contra el Padre est on el principio de la Ley y que la Ley ‘esté al servicio del deseo que ella instituye por la probibicién del in- esto”. (pag. 831) Que comience por un “pero”, es decir, por una conjuneién indica- tiva de una objeci6n, una contraposicién al desarrollo anterior hace ‘que, necesariamente, haya que acudir a los parrafos antecedentes. Lacan venia argumentando que la pulsién no es el instinto, esto implica para el psicoandlisis no suponer una moral en la naturaleza. Es una idea “planteada en un Coloquio de Filosofia ~ en la que Lacan presenta una clara oposicién a Locke, quion adjudicaba una moral divina al Estado de Naturaleza, y es también una toma de partido por Hobbes quien, al contrario, supone que esa moral sélo emerge en ol Estado de Derecho. Si hiciéramos coincidir este debate con nuestro mito moderno de Totem y tabti, en efecto, antes del asesinato primor- dial y la emergencia del sentimiento de culpa, no habia otra moral que la del “hombre lobo para el hombre”. Es un comentario que tiene su importancia respecto al pérrafo en ‘cuestién, porque si el tema del Coloquio donde es promunciado el dis- curso que nos ocupa, era la ética de los efectos de la ciencia, Lacan esta planteando desde el psicoandlisis el origen de la ética. Y no es del instinto de donde esta proviene, ni de Ia libido, pues tampoco Ia libido es igual al instinto. La ética, como en Spinoza, pro seo recortado por Freud del campo de Ia praxis que aqui es equivalen- te al principio de la realidad, Si es una ética del deseo no es una moral. -29- Cuadernos del INES - 2 Aunque el deseo hoy se halle bajo la tiranfa moral de exigencias idflicas. Podriamos decir que es porque en la mentalidad contemporénea el amor es una pasiOn central en las vidas humanas, que tanto las histé- ricas del noveccento como las anoréxicas actuales, es de amor que el amor estd, entonees, confinado, encerrado en los pensamientos de deseo y en la omnipotencia del pensamiento, es en la fantasfa donde se extingue el amor, en una pura realizacién imaginaria, sin satisfac- cién real. Que Lacan pueda sefalar que no hay relacién sexual, en- cuentra aqui su antecedente. Lacan llama ese destierro de Venus la decadencia ‘lca sion con la que, finalmente se encadena nuestro parrafo. der a ea cada que viene Ia objec iniil del prrafo. Porque Fred contradice esa decadencia teol6gica, amplfa el campo al dirigirse hacia otro lado, en vez de una nostalgia del hijo por esa fusién amorosa con la madre, coloca el Nombre-del-Padre como una funci6n que libera al hom- bre de la esclavitud sexual a la que la madre lo sometia. Es el Nombre- del-Padre el operador de una fimcién de separacién de la posicién alienada del sujeto, vuelto objeto sexual al sorvicio de la madre, Es una lectura novedosa del Edipo freudiano, Pues en su argumen- tacién, Freud privilegia los sentimientos del hijo, su apetito incestuoso, su decepcién cuando la castracién, residuo de la operacién del Nombre- del-Padre, lo separa de la madre. Y la rivalidad contra el padre, Pero aqui Lacan sehala otra perspectiva. El nifio es un objeto al servicio sexual de Ja madre. ¥ es el Nombre-del-Padre el que lo libera de esa posicién ‘Tiene mucho sentido, cuando el hijo viene a ponerse en la serie inconsciente pene-regalo-heces, de la mujer bajo el Edipo, cuyo sepultamiento o resoluciGn no es evidente. E antiguo deseo del falo, trocado por el deseo tener un hijo del padre, es, finalmente, reeditado por el advenimiento del hijo de su esposo. Fs lo que hace que el nifio pueda ser el objeto sexual de toda madre. Y pueda reclamarlo como teclave al servicio de ou ecxuclided, aaa -40- Dal rich de Freud 3 dat deseo del psiconnalista + remem Por ello hay ese enamoramiento, esa estructura de engafio narci- sista de la madre que se piensa completa, en la relacién que Freud sefialaba, que a no ser por la prohibicién del incesto, fuera la més perfecta. Allf, como dice Lacan més adelante que la mujer “tenga que pasar por la misma dialéctica -cuando nada parece obligarla a ello: necesita perder lo que no tiene”. No parece obligada de manera natu- Si la madre no hace esa renuncia, sera elfSHEBBpara el hijo, que es otro nombre del “‘permanecer atado al servicio sexual de la madre”. Prueba de ello, es el parrafo ulterior cuando dice que: Como Leonardo de Vinei, que no por ge- nio era menos sufriente de su disposicién homosexual y por ello quedé fijado al signo de esa sonrisa hermosa y siniestra de Atropos, la Madre Parca que cortaba los hilos del destino, de la que jams se liber6. El Nombre-del-Padre da una libertad que en el mejor de los casos sitta al nifio como sintoma de la pareja y no como objeto de! fantasma sexual de la madre, o como falo de la misma. Pero ademas, di reget origen de Ta ética para ef psicoanalisis, Si hay trans- mision del Nombre-del-Padre, hay agresidn hacia el padre, si hay agre- sién al padre hay Ley, si hay Ley hubo Bejahung, y entonces, mas allé del principio del placer, habré juicio. Que el principio de la Ley, del derecho, se halle en la agresién al padre, es de nuevo una evoeacién al paso del Estado Natural al Estado de Derecho, pero no mediante la creacién de un Leviatdn colectivo, sino de una agresién fundamental al padre primordial, que muerto, es decir, vuelto simbélico, volveré como Nombre a instalarse como superyé individual. Con una particularidad suplementaria, asf funda- Eee Cuadernos del INES - 2 Del Tvieb de Freud y del desso del psicoanalisto Fn adelante, el ineonsciente muestra queef desea esté aforradn al GED) \0 coal cs un a , a asuncién de la castracién lo conduee al principio de ou maduracién, de su normalizacién sexual. Porque asumir la castra- cién crea la carencia con que se instituye el deseo. Bl desco es deseo de deseo, es deseo del Otro, hemos dicho, 0 sea sometido a la Ley. Bl recorrido de Lacan por el desmontaje del Trieb de Freud, por Jos avatares amorosos de la libido, por los desenlaces edipicos, es para ju condicién sefialar que el saldo de esas operaciones genera un cién, de donde sai entonces, oe el deseo. 42 Comentario de Angela Fischer Pérrafo seleccionado: «La libido en Freud es una energfa susceptible de una cuantimotria tanto mas holgada de introduc en teorfa cuanto que es imitil, puesto que sélo son reconocidos en ella ciertos quanta de constancia. Su color sexual, tan formalmente mantenido por Freud como inscrito en lo més fntimo de su naturaleza, es color-de-vacio: suspendido en la Juz de una hiancia, Esta hiancia es la que el deseo encuentra en los limites quele impone el principio llamado irénicamente de placer, por ser remitido a una reali- dad que, por su parte, bien puede decirse, no es aqui sino campo dela praxis. Hs precisamente de ese campo del que el freudismo corta un deseo cuyo principio se encuentra esercialmente en imposibilidades» (pigs. 830-831) Después de dictar esta conferencia en Roma en el marco de la discusién de los problemas de la ética por efecto de la ciencia, Lacan inaugura la ensefanza del Seminario XI Los Cuatro Conceptos Fun- damentales del Psicoandlisis. Este seminario marea un momento de viraje de su ensefanza en relacién a la construccién de los postulados psicoanaliticos sobre la base de ente; Por otro lado en el Seminario VII La Etica del Psicoandlisis, del afio 1959-1960, sostiene que nuestra préctica psicoanalitica no tiene que ver con la moral y da el sustento al deseo del analista. El parrafo elegido se refiere a uno de los conceptos fundamenta- les del psicoandlisis que es el ol cual a su vez per- mit za de Lacan abor- 43. Cuadernos del INES - 2 da esta articulacién precisando los impases y callejones sin salida en los que la préctica se ve afectada. La eoncepcién de 1a pulsién y de la libido permite precisar las cuestiones que competen propiamente a la experiencia analitica y se oponen al discurso de la ciencia, en tanto que no hay instinto en los, sujetos, no hay un modelo a seguir, ni un modo de adaptacién feliz del sujeto a su entorno. Las dos primeras lineas correspondon a Ia definicién de la libido freudiana como una energia; éPor qué Lacan aborda la libido como Freud la postula? Es lamativo porque Lacan justamente en este mo- mento, en su Seminario XI toma este coneepto de la libido y la define como un érgano y organismo instrumento, utilizando el mito de la laminilla, dejando de lado la definicién energética. Empecemos por el término energia. En Televisién Lacan da una precisi6n valiosa, dice que la “energia natural no es tal, por un lado es una constante numérica, una cifra construida por la fisica para poder operar y no una sustancia o fuerza de vida como lo aborda el mito libidinal freudiano, La progunta que surge es, {Por qué Freud necesita el concepto de energia para la libido y por qué tendria una orientacién a la vida?ZQué lleva a Frend a sostener este principio cuando en realidad su propia préctica elfnica le revela el empuje de los sujetos a lo mortifero? Sabemos que Freud toma este concepto de la fisica. Desde Newton la energfa sirve para mover una masa, también se refiere a la habili- dad de hacer un trabajo, trabajo como fuerza, y esta fuerza a su ver da una direccién al impulso. La energia sélo es medible, caleulada por los efectos. Si un cuerpo se mueve, esto ha sido posible porque tiene energia. El monto de la energia es una aplicacién de la termodinémi- a que permite dar cuenta de la energia en términos de calor y mo miento; es lo que leva a Freud a usar el término de entropia, Ademés, Freud, en su esfuerzo por construir y comprender la vida psiquica, transpone conceptos biolégicos, como Io precisa Lacan en el Sominario I. Nos dice que Freud toma de la biologia de su tiempo la concepcién binaria de la vida. La teoria de los instintos no puede dejar de tener en cuenta una biparticién fundamental entre las finalidades de Ja preservaci6n del individuo y las de la. continuidad de la especie. 1 LACAN, Jacques. Seminario I. Los eseritos éenicos de Freud, p.186, Buenos Aires altorial Paidss, 2001 are Del Trieb de Proud y dl desco dl psieoanaista Froud en Teorfa General de la Neurosis Podemos decir que a lo que Lacan se refiere en estas dos primeras Iineas| tanto a la vida individual como a Ta de Tos organismos vivos de Ta espe- El origen de la libido esta mareada por un binarismo, que tiene como origen a la pulsién sexual, es como Lacan lo dice en este parra- fo -su color sexual- que a su vez es la contrapartida de las pulsiones dol yo. Asi, tenemos que Freud divide la libido, en libido del yo y libido del objeto. En el capitulo VI de Mas allé del principio del placer, cuando Freud establece la divisién entre pulsiones del yo y pulsiones sexuales, toma en cuenta la oposicién entre el individuo y la especie, asf tendrfamos las pulsiones del yo que preservan al individuo, y las pulsiones sexuales que preservan a la especie. Bs desde esta perspectiva que encuentra una relacién con la concepeién de Weismann, en un abordaje morfalégico de la sustancia viva, discierne en ella un componente pronunciado ha- cia la muerte, el soma....y otro inmortal, justamente ese plasma germinal que sirve a la conservacin de la especie ,a la reproduecién.? : J-A. Miller en Biologia lacaniana nos dice que Freud estuvo bien orientado en esta semejanza con la divisién de las pulsiones que estable- ce, sin embargo el impase ests en Freud en no poder diferenciar lo que es propio de Ia especie o de la vida en general, y lo que compete al enerpo, al organismo de un sujeto, por Ia acci6n del signi‘icante en el cuerpo. ‘Freud, por decirlo de alguna manera, lo separa y le imprime a cada tuna, una “fuerza” estableciendo una lucha entre ambas, sin poder ver que se trata de una continuacién, o del reverso de la misma medalla, 2 FREUD, Sigmund. Qbras Completas, . XVI, p43. Buenos Aires, Editorial Amorrort, 1998 15 ‘Cuadernos del INES - 2 Del Tvieb de Proud y dl deseo del pslcoanaista Para Freud la muerte afectarfa al viviente en tanto tal, el cuerpo individual obedece a la misma légica que la vida en general, y es por eso que ubiea las pulsiones de vida desde el origen de la vida. Cuando de lo que se trata es que el organismo, cuando es afectado por el significante, introduce la muerte en relacién a la sexualidad. La muerte en Ia vida misma del sujeto. Lacan en el Seminario XI nos ensefia que, efectivamente, la dis- tincién freudiana entre pulsién de vida y pulsién de muerte es verda- dera, pero que son los dos aspectos de ia pulsién. La pulsién es una, por decirlo de esta manera, y ademés sefialaré que las pulsién sexual hace surgir la muerte como significante. Por eso explica la libido como un mito para poder cercar Io real en juego que es introducir la libido asociada a la muerte. Nos dice Lacan que la muerte no es exclusiva de la pulsién de muerte sino que también est presente en las pulsiones sexuales y por lo tanto en la libido, Se conjuga asf en el inconsciente la sexualidad y la muerte, Lacan muestra que la muerte y la libido estén finalmente asocia- das, Es cl verdadero sentido de su mito de la laminilla: la libido es un ser mortifero, nos dice. Bs la libido como puro instinto de vida, es decir, de vida inmortal, de vida irreprimible, de una vida que por su parte no necesita de ningtin érgano, de vida simplificada e indestruc- tible. Es justamente lo que se le sustrae al ser viviente por estar some- ido al ciclo de la reproduccién sexual. ¥ de esto son los representan- tes, los equivalentes todas las formas numerables del objeto a.* Es mediante la laminilla que Lacan enfatiza que de lo que se tra- ta en el psicoandlisis, es la relacién eon el Otro, que produce el sujeto del inconsciente efecto del significante. Es asf, como puede explicar la afinidad esencial de toda pulsion con la zona de la muerte y concilio las dos caras de la pulsién- Ia pulsién que, a un tiempo, presentifica la sexualidad en el inconsciente y representa en su esencia, a la muerte. La laminilla entendida como érgano e instrumente tiene un bor- de, se inserta en la zona erdgena, es decir, en uno de los orificios del cuerpo, en la medida en que estos orificios estén vinculados con la 3 LACAN, Jacques. Seminario XI Los cuatro conceptor fundamentales, p. 205, Buenos ‘Aves, Editorial Pads, 2001, 4 LACAN, Jacques. Op. Cit p 207. 48 abertura cierre de 1a hiancia del inconsciente, tal como lo muestra toda nuestra experiencia! Las zonas er6genas estén vinculadas con el inconsciente porque es alli donde se anuda a ellas la presencia de lo viviente. Es lo que J-A. Miller en El lenguaje aparato del goce, en el paradigma IV que se re- fiere al goce normal pregunta éPor qué elegir poner de relieve lo que se abre y se cierra? Es para volver al inconsciente homogéneo, a una zona erégena, para mostrar que hay una comunidad de estructura entre el inconsciente simbélico y el funcionamiento de la pulsién. Este or- denamiento le va permitir establecer en el Seminario XI, a la transfe- rencia como la puesta en acto de Ia realidad sexual del inconsciente. EI mito de Ja laminilla, como Lacan Jo introdujo, es una nueva definicién de la libido, va no més como deseo significado, no mas como das Ding, goce masivo fuera del significante que s6lo se alcanza a través de la transgresi6n, sino la libido como érgano, objeto perdido y matriz de todos los objetos perdidos. En Biologta lacaniana, J-A. Miller aborda estas cuestiones para poder ubicar el sintoma como aconteci- miento del cuerpo. ‘Toda la construceién de Lacan eonsiste en traer de otra dimen- sién un elemento que se inserta en el vacfo que escande esta cadena y en todos los casos es un elemento de vida. Para poder introducir el goce hay que introducir un elemento de vida, que podriamos llamar recordando a Weismann, el inventor de la diferencia entre soma y ger- men, un bi6foro, un elemento que lleva vida. Bidforo = (a). La construceién de Lacan obliga en la parte mas clasica de su enseanza a insertar un biéforo en la eadena simbélica mortificada. "El bioforo es 1o que Hams (a), con los valores diferentes que le dio a este término. Y la férmula del fantasma ($ rombo a) traduce la ineer- cién del bidforo en el punto de intervalo de la cadena significante. Este bidforo evidentemente recibié valores diferentes.”* Alo largo de la ensenanza de Lacan, el bidforo se volver no re- presentativo tomado de lo real, y finalmente un pura quantum de libido, Jo que lamard plus de goce. 5” LAGAN Jacques. Op. cit. p 207 8 MILLER, Jacques-Alain. Biologia lacaniana y aconteciminto del cuerpo, p. 48. Buenos ‘Ares, coleccién Dive, 2002 Cuadernos del INES - 2 Y cuando nos habla de la naturaleza del objeto usa la metafora del color de vacio, en tanto que la cadena significante de la pulsién hace un recorrido, recorrido que envuelve al objeto pulsional. Es de color de vacio porque todos los colores libidinales estén en el fondo concentrados en lo que Lacan llamé el objeto a. La quinta Iinea: Esia hiancia es la que el deseo encuentra en los limites que le impone el principio irénicamente de placer, para ser remitido a una realidad que, por su parte, bien puede decirse no es ‘aqui sino campo de la praxis. Es precisamente de ese campo del que el freudismo corta un deseo cuyo principio se encuentra esencialmente en imposibilidades. Aqui se refiere Lacan a la concepeién freudiana de la experiencia mitica de satisfaccién como lo fundante del deseo, tal como aparece on La interpretacidn. de los sueios, capitulo VIL. Con esta nocin de la experiencia mitica introduce también en esa légica la nocién del objeto perdido ‘Ya en Freud habia “indicios” de que en la libido esté presente la pulsién de muerte, Una manera de entenderlo es lo que muestra la repe- ticion incesante de la primera satisfaccién. La satisfaccién obtenida por la repeticién no es equivalente a la satisfaccién exigida, siempre habré un déficit, y es este menos de satisfaccién lo que empuja a los sujetos a la muerte, en biisqueda de una satisfaccién completa que nun- ca llega, que es lo vemos en los casos de las adieciones o de la anorexia. Freud en su texto, Mas allé del principio del placer capitulo VIL nos dice que el principio del placer es una tendencia que esté al servi- cio de una funcién: la de hacer que el aparato anfmico mantenga una consiante ...0 en el nivel minimo posible el monto de la excitacién’. ‘Sin embargo, ya en este capftulo Freud relaciona el principio del pla- cer con la pulsién de muerte. E] principio del placer es el principio de la homeostasis, El deseo por su parte, encuentra su cerco, su proporci6n fijada, sw limite y en la relacidn con este limite se sostiene como tal, franqueando el umbral impuesto por el principio del placer.* Es en la experiencia analitica que se dard cuenta que es insufi- ciente el principio del placer, es el placer mismo que pone limite al 7 FREUD, Sigmund. Op. Git.Tomo XVM, p. 60. 8 MILLER, Jacques-Alsin, Zaireichor, Nuevos Inquisicioner Clincos. p. 99. Caracas 1998, = Del vic de Freud y dl deseo del psicoanatista goce, que hay una homeostasis propia del cuerpo que impide al goce ir més alla de un cierto punto, y que para ir més alld hay que franquear a barrera del placer hacia el dolor: es el camino sadiano. Pero no es suficiente, sino que el lenguaje mismo como tal tiene ese efecto sobre el cuerpo del ser hablante: le mortifica el goce? La diferencia entre la satisfaccién y la realizacion introduce una hianeia. Por un lado tendremos que apuntar a la realizacién de un deseo que es lo que nos demuestra en La interpreiacién de los suetios, y por el otro tenemos el camino de la pulsién siempre dirigida a la satisfacci6n, Lacan nos dice en el Seminario XI, que la experiencia analitica después de Freud “no mostré més que desdén respecto de lo que apare- ce en esa hiancia”. ¥ es esta hiancia la que es obturada por el discurso psicologizante en tanto que al usar la norma, el standar, supone un modo de adaptacién on la manera de un para todes, coagulando el de- seo y desconociendo el modo de goce particular. También desde el discurso de la ciencia, donde el cuerpo de los, sujetos es tomado cada vez como un objeto, tal como lo muestran los exdmenes paraelfnicos, donde el “vinculo” se hace con sofisticadas méquinas de diagnéstico, En aras del desarrollo, se ofrecen cada vez més cirugias y métodos para prolongar la juventud, taponando la po- sibilidad de subjetivar Ia finitud de la vida del sujeto, el enigma de la sexualidad, asf como con la muerte. Lo que el psicoandlisis transmite es que las antinomias entre de- seo y goce, son susceptibles a Ia operacién analitica por el deseo del analista. El deseo del analista, resorto de un desec nuevo, producido a partir de la falta y no del mitico encuentro con el objeto, operaré ocu- pando el lugar del objeto causa del deseo, el a, tomando la metifora del texto, oeupando los colores del vacio. 9 MILLER, Jacquee-Alain. Soninario inevistents, Buenos Airs, Baitorial Manantia, p. 4, 1992 (Cusdernos dsl INES - 2 Discusién Lizbeth Ahumada: A partir del argumento y de los tres traba- Jos de los colegas, quisiera retomar una pregunta que el texto me sus- cit6, en una linea de un parrafo definido y preciso, pagina 832, para que ustedes me ayuden a repensar la pregunta o la posibilidad de res- ponderla; me refiero a la frase que dice: “esto por la razén de que la pulsi6n divide al sujeto y al dosoo...”, sor qué diferencia sujeto y de- 800? porque no habla de que la pulsién divide al sujeto del deseo. Mi pregunta puntual es: si se trata de una antinomia, équé sujeto es osc? Mario Elkin Ramfrez: Yo no creo tener la respuesta, pero veo una via de resolucién en lo que Ricardo Nepomiaehi nos sefialaba en el argumento, que esa frase tal vez. se entienda en el viraje que consti- tuye este escrito en el pensamiento de Lacan. Que la pulsién divida al sujeto en el grafo del deseo se entiende, se trata de una relacién del sujeto a los significantes de su demanda, porque es la pulsién como montaje gramatical y en esa medida, la division que le viene al sujeto de la pulsién es porque los significantes de su demanda lo dividen, inscriben en Ja castracién ete; pero lo que tii sefalas es muy intere- sante porque casi es la bisagra del texto que nos muestra el viraje de esa concepcién a la otra, que Ia pulsidn divide al deseo y esto es para- déjieo, porque ya uno no sabe cémo responder que en ei grafo el deseo es un residuo que no entra en la pulsién. En el recorrido en el grafo del gran A ala pulsién, queda un resto, el deseo, es decir, no es reductible el deseo a la pulsién, algo no se dice; es Ia diferencia entre deseo, de- manda, necesidad; porque deseo alli es como la exquisita diferencia entre lo anhelado y lo obtenido cuando se pasa por el lenguaje. Enton- ces que la pulsién divida al deseo es enigmético en el punto que ti lo seftalas, pero ese deseo entra en circuito con el fantasma y entonces creo que es ahi donde ya en el recorrido, cuando entra en relacién con el fantasma, es que la pulsién puede cristalizar algo, porque si el fan- tasma es la puesta en escena del deseo, es su realizacién, entonces de vuelta la pulsién incidiendo sobre el fantasma repereute sobre el de- seo, de nuevo le muestra una dimensién del sujeto, ya no en relacién con los significados de la demanda sino al objeto que es el residuo que no pudo la pulsién agarrar y por eso Lacan tuvo que inventarse lo del -50- Del rie de Freud y de deseo dal peicoanalis fantasma y ahf cojea el texto, cojea la concepeién del grafo y por ego es que Nepomiachi nos sefiala que es a partir de abi, donde ese a todavia 8 imagen, todavia no es lo que llamamos goce sino como un resto, por eso él tendré que construir la teorfa alienacién separacién, para decir ‘qué es lo tratable de eso porque ya la pulsién no nos sirve como mon- taje gramatical, sino que hay otra cosa que no agarré; esta via tal vez pueda sefalar algo, Julia Benavides: Encuentro en Posicién del inconsciente esta cita: “Por esta via el sujeto se realiza en la pérdida en la que ha surgi- do como inconsciente, por la carencia que produce en el Otro, segtin el trazado que Freud descubre como la pulsién més radical y a la que denomina pulsién de muerte” pag. 822. Entonces, ubiedndola en el texto del Trieb, es precisamente algo que antecede, que est en el pun- to mismo de la constitueién del sujeto, punto inasimilable que esté antes de que efectivamente, el sujeto sea mordido por el significante, Entonees, me parece que eso separara las aguas entre sujeto y deseo. Ricardo Nepomiachi: Efectivamente es una frase que tiene su ‘enigma, en la medida en que, me parece, tiene que ver con cierto habi- to que hemos incorporado, de pensar la divisién del sujeto del Indo del significante. Precisamente ahi hay algo que irrumpe para plantear que es la pulsidn la que divide al sujeto y al deseo, introduciendo abi una divisién entre sujeto y deseo a la que no estamos acostumbrados, el sujeto lo pensamos como sujeto del inconsciente, como sujeto efecto del significante, como sujeto del deseo, falta en ser, Y acd, hace una reversi6n tal, que pone a la pulsién como causa de la divisién, ya no se trata del momento del significante como causa de la divisién y su con- secuieneia es que divide al sujeto del deseo, pone al sujeto en un lugar diferente al del deseo y después habria que discutit, c6mo esto lo sigue elaborando, lo han referido en los comentarios, en las operaciones de alineacién y separacién, tratando de ver de qué modo conjugar esta ‘cuestién del objeto a y el sujeto del deseo; entre alineacién del lado del deseo, separacién del lado de la pulsién. Ronald Portillo: Me parece una pregunta muy pertinente, yo creo que la presentacién del argumento de Ricardo Nepomichi y la intervencién en su exposicién de Julia Benavides, dan cuenta @ mi -51-

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