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CAPITULO 3 La Revolucién Industrial 1780-1880 Rhiannon Williams “Bl ejfecio de voluncarins irlaadés en Phoenix Pesky Dubliz», 1782, ‘grabado en clist de cobse de T. Harpur de Eeislip 05 ASos comprendidos entre 1780 y 1880 fneron cruciales en la con- figuracién de las industrias textiles del mundo moderno: un siglo de innovacién tecnolégica y de extensa pro- duceién de lienzos estampados y tejidos que representaria un papel may activo en la Revolucién Industrial. Se pasd répida- mente de la produccién doméstica al taller yee ahi a la Fabrica y, a medida que mejo- raban las comunicaciones y los fabricantes respondian a la demanda de la nueva burgue- sfa, los mercados se fueron expandiendo 35 dentro y fuera de las propias fronteras, haciendo legar el gusto por la moda a todas las zonas geogrificas y clases sociales La produccién del algodén jugé un impor- ante papel en esta expansiéin: el algodén que se importaba de Oriente tuvo poca importancia en el mercado textil de Occi- Gente hasta finales del siglo XVIII; sin embargo, a partir de 1830, en Estados Uni- dos —que habfa empezado a cultivarlo desde principios de siglo— constituia la tercera parte de las exportaciones americanas. En el Reino Unido, que necesitaba el algodén TA HISTORIA DEL08 TRETHES como materia prima suponta la mitad de las importaciones, Fécil de lavar y con un coste bajo, este textil adquirié gran importancia social y contribuyé al bienestar de la gente y de sus hogares, aspecto al que hasta el mo- mento no se habia prestado gran atencién. Ta oferta y la demanda de textiles operaba ahora a escala internacional a través de la red de moda cosmopolita creada por los fabricantes de las diferentes regiones. Dus- traciones periédicas como la de Ackermann: Repository of Arts, Literature, Commerce, Manufactures, Fashions and Politics (1809- 1828) y libros ilustrados como el de Thomas Hope Household furniture and Interior De- coration (1807) —considerado como la biblia del estilo clésico— aseguraban que las modas en el vestir y en el mobiliario no marcacan s6lo la tonica a seguir en Francia e Inglaterra sino que también Uegaran hasta las colonias americanas, A lo largo del siglo XVII Amé- rica se convirrié en un gran escaparate en el que se exhibia todo tipo de tejidos importados, y lo mds ixdnico de todo es que a medida que la calidad de sus propios procctos mejorabe, muchas veces se les etiquctaba como si fueran productos importados a fin de asegurar una buena venta. Nuevos inventos Hacia 1780 los inventos de Kay, Arkwrigth y Hargreaves habjan colocado a Inglaterra a Arbre des Indes> (Arbol indio),algodn estempedo ars en mates de Mulhouse, 70, nice qu a se temples hog dla 1A REVOLUCION INDUSTRIAL. 17821889 la cabeza de Ja industria textil. Pero aunque el hilado y el tejido eran mucho més rdpi- dos, todavia existian bastantes problemas: la calidad del hilo era muy variable, la velocidad del huso era inadecuada y la capacidad del tejido retrasaba lz produccién. Ia nueva industria inglesa del algodén tenia sn centro en Lancashire, donde el clima hémedo favorecia a las fibras del algodén, se disponia de energia hidréulica y el combustible era barato. La incorpora- cién de la neva maquinaria resulté un Gxito ya que se aumenté la producciéa; pero también se hicieron patentes los pro- blemas sociales que derivaban de esta nueva siuacién, como la falta de regulaciéa en las fabricas y talleres y La ineroduccién de una nueva mano de obra que inclula a mujeres y nifios. Sin embargo, pronto se solucioné uno de los problemas técnicos de Ja nueva industria cuando Samuel Czompton perfeccioné en 1779 su méquina o «mula de hilar» que combinaba las caracterfsticas del bastidor de Arkwright y de la hiladora de Hargreaves, lo que permitfa un hilado nds resistente en la trama y en la urdimbre. ‘También fue erncial la invencién del telar mecinico de Edmund Carewright en 1785 que utilizaba una urdimbre vertical y fun- cionaba a vapor. La maquina de vapor de ‘Watt se introdujo en 1783 y provocd la oposicibn de los tejedores de telares ma- nuales que vefan amenazada su forma de ganarse la vida, y que incluso se organizaron cn geupos que ocasionaron grandes distur bios entre 1812 y 1826. A pesar de ello, la méquina la vapor fue aceptada y perfeccio- nada y hacia 1820 ya se podia tejer a gran velocidad, Fn 1840 John Harrison de Black- burn fabricaba telares que mas tarde se exhibirfan como una de las maravillas de la Exposicin de 1851. Un solo hombre podfa ahora hacerse cargo de seis telares a la vez, aunque todavia habria que esperar hasta finales del siglo XIX para poder utilizar el telar completamente automitico inventado por J. H. Northrop. En los Estados Unidos la industeia cextil comenzé a expandirse una ver. suprimidas las restricciones imperantes durante la In- dependencia (1776). La mecanizacién iba a representar un papel fundamental en la industria de la regién, donde siempre habia escascado la mano de obra, los salarios cran 57 a il eager wea aa, teem arson tape Pedr ‘Anuncio de los teidos ingleses que se podian adquiri en el mercado, cal y como aparece en el Ackermann’: Repostory de noviembre de 1811; 1 elustrina» (algodbn al que se ha sacido bello); 2 algodén estampedo: 3 ‘eMerino> (lans); 4 «tachemir> (lana). muy altos y la demanda cade vez mayor. EL algodén, procedente de las Indias Occiden- tales, se habla adaptado muy bien a las condiciones climéticas de los estados del sur, aunque su proceso resultaba muy dificil, hasta que en 1793 Ely Whitney invensé su méquina desmotadora de algodén; con ella se separaba mecdnicamente las semillas de las fibras y gracias a que funcionaba a vapor una desmotadora podia hacer el tra bajo que antes habrian tenido que hacer 50 esclavos. Sin embargo, no ra tarea facil adquirir el conocimiento y la tecnologia necesarios para las nuevas y complejas madquinas textiles, ya que la comunicacién con Europa se hizo dificil durante la guerra de Independencia, las guerras revoluciona- tias y Nepolednicas y la guerra de 1811- 1814; a todo esto se sumé ademas la prohi- bicién de comereiar con Gran Brerafia encre {LA HISTORIA DE LOS TEXTILES 1804 y 1819. La antigua metrépoli prohibié Ia emigracin de trabajadozes profesionales y la exportacién de maquinaria hasta 1842, Jo mismo que Francia, que habia estrechado ya los lazos comerciales con las antiguas colonias inglesas. Precisamente, fue esta situacién la que desperté el ingenio de amuchos; la méquina de hilar —la «jenny»— ya se utilizaba desde antes de la revolucién, pero no fue hasta que Samuel Slater, un aprendiz de Arkwright al que se ha llamado el padre de la industria americana del algo- dba, emige6 sccretamente a Estados Unidos —disfrazado de granjero— cuando este pais adquirié en, 1790, el bastidor de Arkw- right con su capacidad para hilar hilo resis- tente en la urdimbre. Con la ayuda de Moses Brown, un comerciante cudquero, instalé la primera factoria textil de Arkw- right en Pawtucket, en Rhode Island, Los Estados Unidos Ocras mejoras incroducidas posteriormente por los americanos Charles Danforth y John Thorpe, que en 1828 introdujo su maquins continua de hilar, proporcionaron un hilo de gran calidad y casi doblaron la velocidad del hilado. Un comerciante de Boston, Frederick Cabot Lowell —que habia estudiado la maquineria texril durante un viaje que realiz6 a Inglaterra entre 1810- 1812— Hlevé a América el telar mecinico ‘Tsabajando con Paul Moody, un ingeniero de gran talento, instald en 1814 la primera hilanderia y telar mecénico bajo el mismo techo, el llamado «sistema Waltham». Tras un incendio se trasiadé de Waltham a Merrimack, niicleo alrededor del cual se estableceria la ciudad de Lowell, importante centro del algodén. Las primeras méquinas de hilar eran manuales © funcionaban a vapor, pero més tarde pasé a utilizarse la energla hidrdulica y 1a industria textil se empezé a congregar alrededor de los valles de la costa este. Rockdale, en Pensilvania, agrupa a una serie de pueblos con sus espectivas factorias textiles, que ejemplifica muy bien la Revolucién Industrial vivida en Estados Unidos. Fue en Lowell donde Samuel Batchelder y William Cromton in- trodujeron los primeros telares mecénicos para la confeccién de elegantes tejidos. Hubo una crisis en las industrias textiles 58 de Fstados Unidos cuando los fabricantes de Inglaterra se deshicieron del excedente de tejidos tras las guerras napolednicas, pero los precios proteccionistas de 1824 garantizaron la supervivencia de estas nue- vas industrias, junto con la de la lana, que habia sido fundada en 1792 en Massachu- setts por John y Arthur Scholfield, tras emigrar de Yorkshire. La tela para los uniformes durante la guerra de 1812 asi como la modas del siglo XTX por los pan- talones, la hicieron prosperar. Hacia 1867 In industria americana de Ia lana gozaba de fama internacional y habla ganado una medalla de oro en la Exposicién Universal de Paris, Segiin su propia relacién «en estilo, gusto y perfeccién de manufactura superamos a los ingleses y aos acercamos mucho a los franceses», y aun afiade «nues- tros tejidos son mis baratos que los de Europa». Algodones estampados En las uiltimas décadas del siglo XVIII la industria textil de Gran Bretafia se orient més hacia la produccién de tejidos de algo- dén que hacia la fabricacin de los wradicio- nales pafios de tana; de hecho tlegd a poner en peligro la situacién de los tejedo- res de lana y estambre cuya capacidad tée- nica habia quedado muy rezagada en com- paracidn con los méodos utilizados ea las fabricas, situacién que no mejoraria hasta mediados del XTX. Sin embargo, los nuevos tejidos de algodén eran toscos, muy sencillos y se los blanqueaba con cloro; por otro lado habia poca variedad: copa de cama, terliz, fustdn y rayas muy simples, todo ello ade- cuado para cl cstampado, pero sin interés en si mismo. Los tejidos estampados eran demasiado complicados para los nuevos telares y no se produjeron cambios hasta que John Mercer introdujo la mercesizacién en 1850. No obstante, este textil basico resultaba crucial para un mercado que tenia que proporcionar nuevos y baratos modelos escampados, segtin los cinones vigentes. Para los vestidos de las mujeres la moda prescribia utilizar materiales sencillos, pro- vincianos y féciles de lavar, estampados de pequefias flores 0 muselinas blancas 2 tono con el clasicismo de la moda; aunque a los tejedores europeos les resultaba dificil emu- 1A REVOLUGION INDUSTRIAL 1780-1880 lar la excelente muselina que se impoztaba directamente de la India. Para las ocasiones formales se preferia normalmente la seda, y sungue los estampados eran mds pe- quefios, la seda resultaba cara y se segufa tejiendo en incdmodos telares manuales. Hacia finales del siglo XVIII los estam- pados con moldes se fueron sustituyendo poco # poco por los grabados en clisé de cobre, que habian ampliado el tamaiio de la imagen, aunque por lo general eran monocromaticos. Para los trabajos de color mis elaborados se seguian utilizando Los grabados en madera, con tiras de metal y rodillos que realzaban la precisién de la impresidn grabada. Los mejores ejemplos los proporciona William Kilbura, diseda- 59 Algodén estempado grsbado en madera, Gisufado y escampido por Willem Kilburn hacia 1798 dor y grabador inglés, cuyos disefios fueron siempre muy elogiados por «representar maravillosamente la navuraleza en sus di- bujos». Los grabados en clisé de cobre se difundieron por toda Europa y América, aunque se utilizaron més cn Ios muebles que en los vestidos, excepto en el caso de los pafiuelos tan populares. Londres y des- pnés Lancashire se convirtieron en los cen tros ingleses de mayor producciéa hacia mediados de los ochenta. En Francia los Toiles de Jouy continuaron siendo la prin- cipal atraccién del mercado, recibiendo ade- iis la proteccién seal, primero de Luis XVI y més tarde de Napoleén I. Jouy estuyo en funcionamiento hasta 1843, y ademés pro- movié la creaciin de otros establecimientos 1A HISTORIA DE 10S TEXTILES Escenas de ls vide dion, algodéa estampado en dlisé de cobre, de Ruan, hacia 1825. similares en Parfs, Ruan, Burdéos, Marsella y Provenza, Mulhouse, praximo al centro de estampacibn de Basle, Francia y Alema- nia, asi como a la empresa de sus primeros fandadores, que inclufa a la familia Koech- lin, se habia convertido en un centro im- portante. Al no existir ya las restricciones que tenian por objeto proreger los intereses de la industria sedera, la industri del algo- dén estampado se extendié répidamente, contando con centros importantes en Ho- landa, Alemania y Suiza, as{ como en Fran- cia y Gran Bretaiia, En términos generales, Estados Unidas siguid las tendencias mar- cadas por Europa, la influencia francesa se dejé sentir particularmente entre los afios 1780 y 1790: la alianza habia estimulado el gusto por el estilo francés. Los gustos fran- céfilos de Thomas Jefferson —que habia vuelto de Francia con 85 cajas de mercan- cias—, James Monroe y John Quincy Adams as{ lo confirman, Entre 1816 y 1839 la case que José Bonaparte ocupé en Point Breeze, Nueva Jersey, era un claro ejemplo del gusto francés de la época. Hacia 1820 se hicieron muy populares los disefios forma- les de rayas, las escenas clisicas de gran tamafo y elementos arquitecténicos como los pilates, Ademds muchos emigrantes se establecieron a lo largo de la costa este entrando a formar parte del comercio textil y ayadando a difundir asi la influencia Francesa, 60 Pero al mismo tiempo que se desarrollaba esta técnica del estampado, comenzaron a apreciarse una serie de deficiencias en la calidad de los tintes: las dificultades se centraban en los pigmentos, que no eran sélidos y tampoco proporcionaban una ga- ma muy variada de colores, a consecuencia de lo cual los tejidos que se fabricaban en serie tendian a desteflirse con gran rapidez, ‘Ademis, los tintes que se aplicaban en la seda y la lana no zesultaban apropiados para el algodén. Con Ja introduccién del rojo de Turquia, un pigmento utilizado en Francia por M. Papillion que se levé a Glasgow en 1790, mejoré la situacién. Este pigmento utilizabs el alumbre como mor- diente y se aplicaba mas sobre el lienzo ya tcjido que sobre el hilado, creando asi un tinte brillante en el algodén y en el lino. Este proceso tuvo mucho éxito y fue répi- damente adoptado, aunque el tintorero John Wilson advertfa en su libro Light’ and colour and What Colouring Matters are that Dye Cotton and Linen (1786) que se necesitaben entre 20 y 30 fases diferentes para conseguir el color perfecto. Inevita- blemente, el rojo de Turqnia puso de moda el disefio monocromo del algodén, en el que se destacaba el rojo sobre un fondo bianco. Sin embargo, hasta la aparicién de los tintes sintéticos en la mitad del si- glo XIX no se conseguiria una amplia gama de colores sélidos. 1A REVOLUCION INDUSTRIAL 178041880, Desarrollos en el estampado La completa mecanizacién de la técnica del estampado se consiguié en 1783 cuando ‘Thomas Bell patent} una méquina estam- padora de rodillos o cilindros: cada rodillo llevaba un clisé de hueco grabado capaz de imprimir ua tinico color de forma continuada sobre un lienzo de hasta 66 centimetsos. Al principio, utiliz6 la energia hidrétlica y des- poés el vapor, la estampacién por rodillos redujo el trabajo y aumenté la produccién, En 1827 un miembro del Trade comentaba: «Se necesitan cuatro minutos para estampar a mAquina el disefio de un tejido de algodén, mientras que dos personas tardarian seis horas si tuvieran que hacer el mismo trabajo a mano.» Al principio se utilizé la estampa- ciéa por cilindros para los estampados mo- rnocromos en clisé de cobre, pequefios disefios que se repetian por toda la tela, en combina- ciéa con los grabados en madera para los 61 stampaco en cli de cobre, disesiado para Jouy por Jean Baptisce Huet hacia 18051810. motivos florales policromos. El estampado en azul de ultramar, que yuxtaponia el rojo y el azul y se usaba mucho en los paéuelos, es bastante represenrativo del espirita que animaba a la industria internacional del siglo XIX: inventado en Inglaterra, recibié su nombre de Hartman de Munster en 1808, y fue perfeccionado por Daniel Koech- lin Schouc de Mulhouse y James Thompson de Clitheroe, Lancashire, Se fueron afiadiendo otros colores y utili- zando los grabados en madera 0 un pincel fino, y esto continué en 1830 cuando la precisién técnica y la mejora de las tintas para la estampacida permitieron imprimir varios colores en un mismo disefo, ¥ cuando los cilindros pudieron grabarse mecénica- mente, el trabajo del artesano manual ya no fue necesario y el pantégrafo enté en fun- cionamiento en la primera mitad del siglo XIX. Inglaterra exportaba 2 todo el mundo este tipo de tejidos fabricados en serie, y ‘Mariposa, elgodén inglés estampedo con mold, de hacia 1950, pronto las fabricas francesas aportaron sus propias versiones. Dirigidos a amplios sec- tores de la poblacién, los econdmicos algo- dones de Lancashire fueron mis tarde criti- cados por reducir su precio a expenses de la calidad en sus colores y disefios. Sin embargo, este hecho apenas influyé en la enorme demands que recibfan sus estampados. Los fabricantes de Estados Unidos tenfan que Juchar constantemente contra las importa- ciones; las reproducciones extranjeras de libros como el de Audubon Birds of America (1827-1828) estaban muy solicitadas. Colchs americana tela en un telar de Jacquaed, obea de W, Hicks, Indiana, hacia 1850, ISTORIA DE LOS TEXTILES La estampacidn por rodillos fue ganando terreno y hacia 1824 ya se utilizaba en Lowell, aunque la confecciéa de las Hamadas «telas de esclavo> y de sencillos tejidos de algodén abarcaba la mayor parte de la produccién ru- ral, y a tal efecto existian establecimientos de estampacién en Rhode Island, Boston y Fila delfia. Telares Se habfan hecho considerables progresos en el campo del hilado y de la produccién de pafios estampados; sin embargo, la manu- factura de estos tejidos seguéa descansando en la técnica de los telares manuales, que requerian muchas horas de trabajo y resulta~ ban muy caros, Muchas sedas estampadas sc habfen hecho de esta manera, pero eras demasiado caras para acceder al mercado de Ja moda. En Francia se consiguié un avance importance cuando Joseph Marie Jacquard cred el telar que Hlevaria su nombre. Bl telar de Jacquard era una versién mecanizada del telar manual que, gracias a una serie de ganchos y alambres y a unas tarjetas de cartn provistas de agujeros, permicia mani- pular los hilos de la urdimbre sin necesidad de hacerlo manualmente, por lo que el telar ‘manual se volvié obsoleto. Ademas se podian preparar por separado los disefios en las tarjetas antes de que Hlegaran a manos del tejedor, y podian cambiarse répidamente en el telar una vez que se hubiera empezado a tejer. Como resultado, se aceleré la producciéa sin encarecerse mucho los costes de la misma. Los tgidos de Jacquard se exhibieron por primera vez. en la Exposicién de Paris de 1801 y el némero de estos telares aumentd durante las primeras décadas del siglo XIX, primero en Francia y hacia 1820 en Inglaterra y Estados Unidos. Sin embargo, el telar de Jacquard todavia tayo que vencer algunas dificultades antes de aleanzer el éxito, por una parte era una maquina costosa y los disefiadores y encargados de usar las tarjetas necesitaban un aprendizaje previo. Pero, por otra parte, se adecuaba perfectamente a los estampados florales tan de moda en 1830, en los que destacaba la excelente variedad del disefio y el color. Su produccién fue aumen- tando durante toda esta época, con trabajos en algodén, estambre y en la manufactura de alfombras. Resultabe muy ficil realizar di- {LA REVOLUGION INDUSTRIAL, 1780-1880 sefios de contornos curvos y complejidad figurativa, aoorde con el gusto por el natura- lismo, En Estados Unidos se hicieron muy populares los cubrecamas, tejidos a menudo con escenas conmemorativas en las que se inclufa un pequefio texto asi como la firma del tejedor. A partir de 1824 se afiadid al telar cle Jacquard un dispositivo que trabajaba con varios hilos de la urdimbre que se levan- taban mediante unos ¢jes y que resulta muy adecuado para los pequefios disefios geométricos o florales. A lo largo del siglo XIX fueron aumentan- do las criticas contra los progresos técnico: Ta mecanizacibn conseguidos en las artes tex- tiles, en cl sentido de que se los culpaba de haber degradado el gusto general del piblico en materia de arte y disedio, Estas criticas se originaron en Gran Bretafia, de forma para~ déjica, al mismo tiempo que se criticaban 63 Seda para mobiliario de Prolle de Lyon, 1876, tecciopelo rizado y oo sizado sobre fondo de sucda. Reslizado para Gillow (mis tarde Waring, and Gillow). abiertamente los tejidos y disefios industriales, el pais recibia el apodo de «El gran taller dei mundo». Asi, por ejemplo, en 1844 The Journal of Design hacia un comentario sobre los tejidas «malos y baratos» que se veadian al por mayor en los siguientes términos: «Se registran al afio mis de 600 disefios para estampar en calicd, lo que supone s6lo una tercera parte de todo lo que se produce. ¥ en el empefio por conseguir nuevos patrones se cometen todo tipo de absurdos y barbaridades: los adornos creados por los fabricantes no tienen ni pies ni cabeza y lo que consiguen es tuna combinacidn de formas de lo més incon- gruente.» Las descripciones que se hacen nos hablan de brocados decorados com flores, terciopelos y tejidos de estambre, estampados profusamente decorados con motives arqui- tecténicos yuna continua utilizacién de estilos y temas histéricos. Proliferaron los estableci- LA HISTORIA DE105 TEXTILES (Obra ans de Berlin de acia 1855, ‘Alfombra de ondo americana, de mediados del XIX, fhedha con bile de Inna y algndBn sobre lino 64 mientos de estampacién, sobre todo en la Alsacia, cuyos econbmicos y colorides tejidos estampados por rodillo adquirieron gran re- nombre. El mercado de la seda, aunque mucho menos importante en comparacién, segula recibiendo una gran demanda, si bien la importancia de Londres fue disminuyendo, sobte todo cuando a partir de 1826 se elimi- naron las restricciones que pesaban sobre las importaciones francesas, lo que aumenté la importacibn de las sedas de Lyon. Ea Gran Bretafia los esfuerzos por mejorar la calidad de los disefios se vieron recompensados con Ja inanguracién en 1830 de las primeras Government Schools of Design. Gon la ayuda de parrocinadores como Henty Cole (més tarde director del South Kensington Museum), se establecieron nuevos criterios con la espe- ranza de que los artistas trabajaran para las industrias y no sélo por cuenta propia. Tam- bién The Royal College of Art y la Royal School of Needlework formaron parte de esta iniciativa, E, igualmente, se cred en Francia en 1832 la Societé Industrielle de Mulhouse junto con una Escuela de Disefio. Gustos y tendencias La pérdida del buen gusto no sélo se reflejé en los tejidos industriales, sino que también se hizo notar en las labores de costara a las que se dedicaban las mujeres de la €poca victoriana en sus racos de ocio, Estas labores domésticas abarcaban desde cafiamazos hasta labores de aguja en los que se utilizabun dibujos y aplicaciones, todo ello muy de moda en la primera mitad del siglo XIX. También tuvieron mucho éxito los trabajos de lana de Berlin, con un punto de cafiamazo muy facil de hacer, Hacia 1800 Hlegaron a Gran Bretafia numerosos disefios proceden- tes de Berlin que proporcionaban modelos de fécil y spida confeccién y muy baratos; en 1840 se disponfa de aproximadamente 14,000 disefios de este tipo. Los motivos eran muy variados: flores, motivos religioso- sentimentales, referencias a la Arcadia y copias de cuadros, trabajados sobre lanas de chillones colores, Tales piezas adornaban los hogares de la clase media: decoraban sillas prie-dieu, pantallas ¢ incluso zapatillas. Se impzimieron numerosos manuales que ser- vian de guia y ayuda a las mujeres en estas tareas, entre ellos el de Henry Wood, 4 {LA REVOLUCION INDUSTRIAL 1780-1880 La Exposiciin Universal de 1851, sus edificos y visirantes. Algodén escampade por filles, fbricado en Manchester et 1851 Useful and Modern work on Cheval and Pole Screens, Ottomans, Chairs and Seltees, for Mounting Berlin Needlewok (1845), que fue uno de los més populares. Bordados El resurgimiento del gotico en Gran Bretafia y América hacia 1840 animé a muchas mu- jeres a emprender labores de bordado para la iglesia, De este modo se acometié el crabajo eclesidstico utilizando vécnicas basicas, principalmente las aplicaciones. Hacia me- diados de siglo hicieron su aparicién en escena los bordadores profesionales que, guia- dos por arquitectos como A. W. Pugin, G. E. ‘Absnicos ingleses de hac 1860, bordados con abalorios. 65 Street y G. F, Bodley, volvieron a recuperar las técniicas para trabajar el oro y la seda del Opus Anglicanum. A partir de 1860 se crea- ron las primeras compaiias de muebles ecle- sidsticos, como por ejemplo la de Watts and Co. de Londres, cuyos disefios de inspiracién medieval se oponian completamente a las vestiduras catblicas ricamente adorniadas que llegaban del Continente. ‘Al igual que en la Inglaterra victoriana, el bordado doméstico gozabe de gran aceptacion en Estados Unidos. Se hacian obras en lana de Berlin, encajes de hilo, ganchillo, tejidos con abalorios, todo ello puesto muy de moda por Jas publicaciones de los diatios; eran muy populares el Godey's Lady's Bock la Peterson's Magazine, en los que se daban consejos y se mostraban nuevos disefios. Los bordados tradicionales ya no despertaban ningiin interés, por el concrario, se pusieron de moda los estilos y tendencias propios de los Estados Unidos: los articulos adornados con abalorios hacian referencia a los estam- pados indios de Norteamérica. Sobre todo destacan las colchas americanas, aunque tam- bién se confeccionaban en Europa y en la Inglaterra victoriana; a menndo se hacian mediante la aplicacién de motivos cortados de zarazas y lanas de colores. Las labores LA HISTORIA DE Los TEXTILES realizadas con trozos de varios colores predo- minaron en la segunda mitad del siglo XIX, aunque hacia 1870 las telas acolchadas se vieron restringidas en su mayor parte a los centros rurales ya que en las ciudades se consideraba que eran algo excéntricas y ya pasadas de moda, La Exposicién Universal de 1851 En 1851 Londres celebrd una gran exposicién que permitia valorar la importancia de los vances conseguidos en el campo de la fabri- cacién textil. Le Exposicién Universal pre- tendia promocionar el arte de todas las na- ciones, asi como el libre comercio de la industria y manufactura,¢ incluia exposiciones de todas ios partes del mundo. La maquinaria textil y los productos estaban dividides en vatias categorias; entre los inventos se hallaba la maquina de tejer alfombras de pelo de terciopelo, de Pardoe, Hoormans y Pardoe, y los pafios de caucho de Mackintosh para los » impermeables. La aportacién americana fue considerable: varias firmas inglesas compi- tieron por el innovador telar mecinico de alfombras reversibles de Erastus Bigelow, y Crossleys de Halifax, Yorkshire, compré su telar mecinico de alfombras de Brusclas. EL Art Journal Ulustrated Catalogue co- menté que eran superiores los encajes, aba- nicos y bordados del Continente, aunque también fueron muy alabadas las rica y adornadas alfombras persas. Inglaverra pre- senté una «Corte Medievaby disefiada por A. W. Pugin, que representaba el resurgimiento del Gético, con motivos herdldicos y bordados obra de Newton, Jones y Willis de Birming- ham. También se pusieron de moda los chales, muchos de ellos tejidos y estampados segtin los disefios de Pine, muy similares a los de Paisley. Procedian de los originales de Cachemira y se confeccionaban en muchos lugares, sobre todo en Lyon, Paisely, Norwich y Viena. Hacia 1860 se incorpord con gran éxito a este mercado Ia industria de Ja lana CGariosay exécic colcha amesicana de hacia 1885, de ‘sodas barcadae con abalorios. 66 TA REVOLUICISN ISDUSTRIAT 780-1880 de Estados Unidos. Los estampados de Paisely mis elaborados contaban con cientos de com- binaciones de colores. En Ja Exposicién de 1851 también destacd la supremacia inglesa en ka fabricacién en serie de articulos bisicos, y el papel de primer orden jugado por Francia, sobre todo Lyon, en la produccién de Injosos textiles; esta titima recibié nume- rosos encargos hacia finales del XIX cuando el gusto por la elegancia y la ostentacién puso de moda los textiles mis elaborados, y resultaban extraordinarias las sutiles y delica- das combinaciones de color, disefio y vextura. En conjunto, le Gran Exposicién sirvié ‘para establecer una serie de reformas en lo que se refiere a los gusts y tendencias precedentes que habian entrado en crisis; en las exposiciones universales posteriores se examinaron exhaustivamente los textiles, in- uyendo la Exposicién Mundial de Paris de 1855 en la que se exhibié el «telar de Dan- gon» (una versién del telar manual), La or ‘Chal de cachemirs con westampado de Paisley», confeccionado en la Indie hace 1860 para el mercado enropeo, Feria Mundial de Nueva York (1858), la Exposicién Universal de Paris (1867) y la Exposicién Ceatenaria de Filadelfia (1876) fueron otras tantas ocasiones para exhibir y evaluar todos estos materiales. Hacia 1850 los patcones de discfio comen- zaron a cambiar: @ fin de que el disefio pudiera adapiarse a la mayor parte de los textiles, se aconsejaba utilizar mis los motivos simples y convencionales que los. dibujos trididimensionsles, asi como evitar fa imita- Gidn de otras formas artisticas. Los arquitectos se ocuparon también de los diseiios textiles; Owen Jones realizé varios estudios sobre adornos y elementos de decoracién, y su publicaciin ‘The Grammar of Ornament (1856) tao mucha influencia, aunque en manos menos expertas que las suyas tal variedad y profusion de motivos podia con- ducit a una desconcertante confusién. Jones trabajé con Warners durante los afios serenta, produciendo pafiuclos de seda que rompian {LA TISTORIA DE 108 TEXTIIES con las tradiciones de la época victoriana, Sin embargo, aungne estos tejidos se adaptaban pesfectamente al telar de Jacquard y a las récnicas del estampado por rodillos, signieron consticuyendo una minosfa, mientras que el 809%. de los estampados de los vestidos y mohiliario doméstico eran de disefios florales. Tintes Otra caracteristica importante de este periodo fue Ja sustitucién de los tintes naturales por los sintéticos. Estos tlrimas aparecieron hacia 1850 a partir del uso de los tintes de anilina, basados en el benceno que se extraia del alquitrén de hulla combinado con acido para conseguir el color. El primer colorante siné- tico, la Hamada «malvefna>, lo obtavo W. H. Perkin. Mas tarde, la industria de los tintes de Alemania y la de Basle en Suiza consi- guieron importantes logros en este campo durante el siglo XIX. Fue en Europa donde comenzé a experimentarse por primera vez con la anilina, hacia 1830; y ya hacia finales de 1850 existia una amplia gama de pigmen- tos: en 1858 se crearon con gran éxito el ‘magenta o fucsina, un rosa pirpura brillante, cel azal ptirpura y los verdes brillantes, capaces de tefiir el tejido en un tinico proceso. Habla Los primezos tintes de aniline: aacstras originales de 1s smaiveina de Perkins (1856) y In alizarina cS] un tinte en particular muy apropiado para el algod6n, la anilina negra, fabricada para es- tamper en calicé por John Lightfoot entre 1860-1863. ‘Todos estos tintes se aplicaban facilmente sobre la lana, pero para el algodéa se necesitaba el empleo de mordientes; los mordientes deticientes debilitaban la fuerza de los tintes sintéxicos en comparacién con Jos tintes naturales como el indigo o la rubia. En consccuencia, muchos trabajos continuaron utilizando las viejas técnicas del teftido, salvo cen los casos en que se requeria de un tono 0 matiz en particular, Hacia los afios sesenta del siglo XIX se afiadieron otros colores al repertorio de los europeos —el marron y amarillo de Manchester y el azul Congo en 1884, junto con un sustituro del indigo de ‘Alemania—. Hacia 1880 Alemania abarcaba Ja mitad de la produccién de los tintes curo- peos y se ocupaba de atender el creciente mercado americano. La anilina también suscité muchas criticas, como queda patente en el siguiente comen- tario de uno de los principales lideres de las campafias en contra de la utilizacién de tintes de anilina, William Morris: La campafia de Morris durante los afios setenta provocé en buena medida la vuelta a los cintes naturales como reaocién contra Ja industrializaci6n de la época ‘Nuevas miquinas La maquina de coser se introdyjo a mediados de siglo, tanto para la produccién a pequefia escala como para las labores domésticas. Esto provocd la aparicién en Inglaterra y Estados Unidos de una serie de talleres dedicados a este tipo de trabajos, en los que se utilizaba a nifios como mano de obra a fin de obtener mayores benclicios. Estos talleres, asi como las primeras fébricas de prendas de vestir, utiizaban grandes cantidades de tejidos econdmicos, como un tipo de lana reciclada —y por tanto de muy mala calidad— que se introdujo en 1814, y toda una fuente de materiales baratos dn el que se pretendia abastecer el creciente mercado de prendas y tejidos industeiales fabricados en serie. Los disefiadores, ocupados con las modas tan LA MEVOLUCION INDUSTRIAL 17601880 “Libro de muescres en el que se exhiben varias ‘combizaciones de tjidos de soda y lana sobre chal de ‘achemira; probablemente francés, de Ly6a, 1500-1820, 6o ‘Un ejemplo de rakajo hordado & miguina, de HL Holdsworth, Manchester, Inglaters, 1853, LA HISTORIA DE LOS TEXTILES 70 complejas y voluminosas de la época vieto- Tiana, encontraron en la maquina de coser un instrumento muy dtil, aunque fundamen- talmente se la utilizaba para labores més simples y pricticas como la ropa interior 0 Jos muebles del hogar. ‘Thomas Saints, ua ebanista inglés, patenté en 1790 el primer prototipo de maquina de coser, aunque ésta no se utilizé con fines comerciales hasta 1830, cuando el francés Baptiste Thimonnier realiz6 los uniformes militares, a pesar de Jas numerosas amenazas y protestas que recibié de los sastres locales. Los americanos Elias Howe y Walter Hunt buscaron solucio- nes alternativas para sustituir el trabajo del cosido a mano; Elias How parenté en 1841 sa maquina de punto de cadeneta, pero fue Isaac Merrit Singer, empresario a la vez que inventor, el que promocioné la maquina de coser en todo el mercado internacional. En 1856 ya se podia adquitir con facilidad cazto para trabajos industriales como del hogar. Por éltimo, mencionar también que la em- presa de Wheeler and Wilson rivalizé en importancia con la de Singer. Estas méquinas —activadas mediante un pedal © un mecanismo manual— podian coser de forma ininterrumpida, y constituian Ja iiltima etapa en la mecanizacion de la produccién textil Contemporineas de estos inventos son Jas maquinas de bordar, en 1854 José Heil- mann de Mulhouse exhibié en la Expos Industrial de Francia una maquina de bordar en la que habla estado trabajando desde 1828. Las 140 agujes podian ucilizarse al mismo tiempo sobre el bastidor. Al aio signiente un fabricante de seda de Manchester, Henry Houldsworth, obtuvo la patente que le aseguraba los derechos exclusives de la produccién. Se bordaron disefios a pequefia escala para chalecos y tapicerfas, mientras que los adornos de los vestidos se fabricaban en serie. El Journal of the Society of Arts de 1852 describe los motivos utilizados en estos bordados: «con dos hebras se hace una flor; con tres flores tenemos el dibujo que se va a repetir 20 veces para hacer una tira; y con cuatro tiras decoramos un mantel.» Las mi- quinas bordadoras se utilizaron en toda Gran Bretafia e Irlanda y a partir de 1851 se exhibieron ejemplos de estos bordados en todas las exposiciones internacionales. En el ‘iltimo cvarto del siglo KIX eparecieron mé- {LA REVOLLCION INDUSTRIAL 1780-880 quinas més avanzadas como la de Rieter que utilizaba una lanzadera. En la alta sociedad victoriana existfa una gran demanda de bor- dados en blanco sobre blanco para la ropa de lenceria as{ como de crespones en seda negra para los vestidos de luto. ‘También a partir de los setenta aparecieton méquinas para hacer encajes; durante los afios sesenta de este siglo la industria de las méquinas de hacer punto habja intentado la mecanizacién de este tipo de labores, y hacia 1787 consiguié adaptar estas méquinas a los tejidos de malla ast como para géneros de punto como las medias y caleetines. John Heathcote sentd las bases de la industria de Jos encajes con su maquina de tejer mallas 0 redecillas, patentada en 1809, La méquina de Pusher en 1812 y la de Leaver en 1813 hicieron posible decorar las mallas con dibu- jos, y hacia mediados del XTX Nottingham (Inglaterra) se convirtié en el centro mundial de los encajes industrisles, fieles reproduc- iones de la mayoria de los encajes que se trabajaban a mano. 7 “Eneaje hecho con una miguins de “Leaver, probeblemente es de Artes y oficios Hacia los aiios ochenta del si- glo XIX el interés por las me- jozas técnicas y la mayor pro- Guecibn en todos los campos de la fabricacién textil se vio desplazado por la preocupacién existente en torno a las artes y oficios; William Morris inicié este movimiento a través de la creacién de su compaiifa Mo- ris, Marshall, Faulkner and Co. en 1861 (en 1875 se con- vertiria en Mortis and Co.). Esta firma tenia su centro de J operaciones en Londres y Ox- fordshire, donde producta bor- dados, tejidos estampados para el mobitiario, rapices y papeles ppintados, la mayoria de los cua- les representaban temas nara- ralistas © medicvales. Los tex- tiles de Morris contaban con un mercado muy reducido de- bido a su elevedo coste, pero tuviezon una amplia repercusién, Durante los afios se- tenta, Morris y las escuelas de diseiio inspi- raron un movimiento a favor del arte del hordado que arrajo la arencién de los inte- reses europeos y estadounidenses, defendié los talleres de artesania y en general a los trabajos manuales en contra de los articulos y productos realizados a maquina. Criticé al trabajador que no era responsable directo de su propio producto y a la importancia que se concedia a los beneficios que pudie- ran sacarse de los textiles industriales. La postura adoptada por las industrias sent6 las bases del disefio textil durante el tiltimo perfodo de la época victoriana, cnando los artistas y grupos de artesanos se unieron a Ja causa de Morris: «No se trata de suprimir esta 0 aquella maquina de acero o de latén, sino de acebar con la gran maquinaria de tiranfa comercial que nos oprime a todos.» Gracias @ Morris, los textiles cobraron un interés y preocupacién social ademas de industrial, 1A HISTORIA DE Los TexeTHLES ‘Topi disefindo por Gonea Stolzl en 1929, realizado en los studios Bauhaus 72

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