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306 ESCRITOS DE PEDIATRIA ¥ PSIL_ANALISIS ‘Estapo ESQUIZOIDE P. = perseguidores T. = psicoterapeuta Fic, 18 tos: Para adentrarme mas en el tema deberia prestar atencién 2 Ia posicién depresiva y a los origenes del sentimiento de in- como a la capacidad para experimé dady conilictos y tensiones, etc. Todo esto debo omitirlo. He tratado de demostrar que un estudio de la teoria del cuida- do infantil nos lleva a la teorfa de Ja salud mental y del tra no psiquitrico (véase el capitulo 3 de esta tercera parte} Es la madre quien sienta las bases de la salud mental a par- fl .vés del cuidado corriente que presta a para esta tarea. La mala ene su origen en los re- trasos y las deform: ynes y confusiones de las, primeras fases dei crecimiento de la organizacion medio-indi- viduo, La mala salud mental surge imperceptiblemente de las dificultades ordinarias inherentes a la naturaleza humana y que ala tarea del cuidado infa de una nifiera o del maestro. ; ee | 8. OBJETOS Y FENOMENOS TRANSICIONALES (1951)! ESTUDIO DE LA PRIMERA POSESION? «NO Yow Introduccién Se sabe que los nifios recién nacidos tienden a utilizar los los pulgares para estimularse la zona erége- para satisfacer los instintos de dicha zona y también para lograr una tranquila unién. También se sabe que al cabo Ge pocos meses los nifios de uno y otro sexo se aficionan a jul- ‘gar con munecas y que la mayorfa de las madres les dan algtin ‘objeto especial en espera de que, por asi decirlo, se conviertan cen adictos a tal objeto. Hay una relacién entre estos dos grupos de fenémenos que se encuentran separados por un intervalo de tiempo. El estudio del desarrollo que conduce del primero al segundo puede ser provechoso y dar aplicacién a una cantidad de importante ma- terial clinico que ha sido un tanto descuidado. 1. Basado en un escrito ledo ante la Sociedad Psicoanalitica Britania, el por Fairbairn en muchos lugares (1952, pag. 35). 308 ESCRITOS DE PEDIATRIA ¥ PSICU4NALISIS La primera posesién Aquellos que casualmente mantengan un estrecho contacto jereses y problemas de las madres ya estardn al tanto de Jos riquisimos patrones que los bebés ponen de manifiesto en su utilizaci6n de la primera posesi6n «no yor. Estos patrones, cuan- do se manifiestan, pueden ser objeto de observacién directa. Se comprueba una amplia variacién en la secuencia de acon- tecimientos que empieza en el acto de llevarse el pufio a la boca jo por el recién nacido y que a la larga culmina en la con- secucién de un osito de trapo, una mufieca 0 algtin juguete que reviste importancia y que in orales, aunque éstas pueden fs, Hay otras muchas cosas impor- tantes que se pueden estudiar, entre ellas: nar, producir un objeto. ‘La iniciacién de un tipo afectuoso de relacién objetal He presentado los términos «objeto transicional» y «fend- ‘menos transicionales» para designar la zona intermedia de la experiencia, entre el pulgar y el osito de trapo, entre el erotis- mo oral y la verdadera relacién objetal, entre la actividad crea- dora primaria y la proyeccién de lo que ya ha sido introyectado, entre la inconsciencia primaria de la deuda y el reconocimien- to dela deuda («Di: jta!»). ‘De acuerdo con esta definicién, los balbuceos del pequefio 0 Ja forma en que cualquier otro pequefio tiene su repertorio de canciones y melodfas que canta mientras se dispone a acostar- se, entran en la zona intermedia en forma de fenémenos tran: Sicjonales, junto al uso que se hace de los objetos que no son par- te del cuerpo del pequefio todavia y que atin no son reconocidos como pertenecientes a la realidad externa. ‘Se reconoce por lo general que el planteamiento de la natu- raleza humana es inadecuado cuando se efecttia en términos de relaciones interpersonales, aun cuando se tenga en cuenta la elaboraciOn imaginativa de la funcién, la fantasia en su tota- lidad consciente e inconsciente, incluyendo el inconsciente re- OBJETOs ¥ FENOMENOS TRANSICIONALES (1951) 309. primido. Para describir a las personas hay otra forma que sur- ge de las investigac y que sugiere la posi alcanzado la fase en que es una unidad (con una membrana li- mitrofe, un interior y un exterior), que en dicho individuo hay tuna realidad interior, un mundo interior que puede ser rico 0 po- bre, que puede estar en pazo en estado de guerra. Yo afirmo que si hay necesidad de este doble planteamiento, también la hay de un planteamiento triple; hay la tercera parte de la vida del ser humano, una parte que no podemos ignorar, una zona intermedia de experimentacion, a la cual contribuyen tanto la realidad interior como la vida exterior. Es una zona que noes disputada, ya que ninguna reivindicacién se hace por cuen- ta de la misma, salvo la de que exista como lugar de descanso para el individuo metido en la perpetua tarea humana de man- tener separadas, ya la vez interrelacionadas, la realidad interior yexterior Es frecuente referirse a la «puesta a prueba de la realidad», asi como establecer una clara distincién entre la apercepcién y la percepci6n. Lo que hago es reclamar la existencia de un esta- do intermedio entre la incapacidad y la capacidad creciente del pequefio para reconocer y aceptar la realidad. Por consiguiente, estoy estudiando la sustancia de la ilusidn, aquello que le es per- pequefio y que en la vida adulta es inherente al arte y jén. Podemos compartir el respeto por la experiencia o deseamos, podemos reunir y formar un grupo sobre la base de la semejanza de nuestras experiencias ilusorias, Esta es una de las rafces naturales del agrupamiento entre seres humanos. ¥ sin embargo, ¢s marca de locura que un individuo exija demasiado de la credulidad de los demés, forzdndoles a re- conocer que se comparte una ilusién que no es la de los demas, Confio en que se entienda que no me estoy refiriendo exac- tamente al osito de trapo del pequefio ni al uso inicial que éste hhace del punto (pulgar, dedos). No estoy estudiando especifica- mente el primer objeto de las relaciones objetales. Lo que me Desarrollo de un patrén personal En la literatura psicoanalitica hay abundantes referencias al progreso que se realiza desde «la mano en la boca» a «la mano 310 ESCRITOS DE PEDIATRIA ¥ PSIC enlos genitales», pero quiza se hable menos del que conducea la ‘manipulacién de verdaderos objetos «no yo». Antes o después, el pequetio, en su desarrollo, presenta la tendencia a mezclar en su ppatrén personal objetos que no son él, es decir, objetos «no yor. Hasta cierto punto, tales objetos representan el pecho, pero noes especialmente éste el punto que estamos tratando. ‘En el caso de algunos nifios, el pulgar se mete en la boca mientras los dedos acarician el rostro por medio de movimien- tos de pronacién y supinacién del antebrazo. Entonces la boca cs activa en relacién con el pulgar, pero no en relacién con los Gedos. Los dedos que acarician el labio superior, o alguna otra parte, pueden ser o convertirse en mas importantes que el pul- gar que se halla en la boca. Es més, esta actividad acariciadora fa veces se encuentra sola, sin la més directa unién pulgar-boca (Freud, 1905; Hoffer, 194 En la experiencia comtin sucede una de las cosas siguientes, y que vienen a complicar una experiencia autoerética como es el chuparse el pulgar: 1a) con la otra mano el bebé coge un objeto externo, por ejemplo tuna parte de la sébana o manta, y se lo mete en la boca junto con los dedos; 0 ina u otra forma, sostiene y chupa la tela,’ 0 no llega ‘a chuparla, Los objetos que se usan de modo natural ineluyen las servilletas y (més adelante) los pafiuelos, depende de lo que esté més a su aleance: 0 leros meses el bebé empieza a arran« frecuencia, se traga la lana, llegando a cau- sar problemas; 0 4) profiere sonidos con la boca, balbuceos ruidos anales, las pri- ‘eras notas musicales, tc. ‘Se puede suponer que los pensamientos, 0 las fant enlazan con estas experies ‘A todas estas cosas las otra parte, de todo esto. mo fendmenos transicionales. Por tudiamos un pequefio determina- 3. Bjemplo reciente lo hallamos en la manta-mufieca del nite la A Twoyearcld Goes to Hospital, de Janes Robertson (Tavistock Clinic), ‘se ademas Robertson y otros “4 Aquf posiblemente podria haber una explicacion d termine fica: habitaren el ea transicionalo intermedi. OBJETUS Y FENOMENOS TRANSICIONALES (1951) 311 do) puede surgir alguna cosa o fenémeno —tal vez un ovillo de Jana en una esquina de la manta o del edred6n, o una palabra, ‘o.una tonadilla, o algiin amaneramiento— que se haga de vital importancia para el pequefio a la hora de acostarse y que sea una defensa contra la angustia, especialmente la de tipo depre- sivo (Illingworth, 1951). Quizas el nifio haya encontrado y uti- lice algiin objeto blando o el cobertor de la cuna; entonces este ‘objeto se convierte en lo que yo llamo objeto transicional. Este ob- jeto sigue siendo importante. Los padres se enteran de su valor y lo llevan consigo cuando van de viaje. La madre deja que se fenémenos transicionales em- ocho y doce meses. Dejo jacién significativa infancia pueden persistir du- pieza a manifestarse a los cuat espacio a propésito para cualqui Los patrones instaurados en. rante la nifiez, de tal forma que el objeto blando originario con- ‘mia siendo absolutamente necesario a la hora de acostarse 0 bien cuando el pequeiio se siente solo o cuando se cierne la amenaza de un estado animico depresivo. En la salud, no obs- tante, hay una extensién gradual de la gama de interés y a la larga la gama ampliada es mantenida, incluso cuando la an- gustia depresiva esta cerca. Puede que reaparezca, a una edad més avanzada, cuando la privacién se cierne sobre el indi duo, la necesidad de un objeto o de un patron de comporta- miento dado, iniciado a una edad muy temprana, La primera posesién es utilizada en conjuncién con unas técnicas especiales que emanan de la primera infancia y que pueden incluir las actividades autoeréticas mas directas, y exis- tir con independencia de éstas. Gradualmente, en la vida del pe- las muriecas y los ju- ‘0s tienden a jugar con juguetes duros, tienden a seguir adelan- te hasta la adquisicién de una familia. Es importante observar, sin embargo, que no hay ninguna diferencia perceptible entre ni- Ros y nifias en lo que hace al empleo de su posesion «no yoo ori- ginaria, a la cual he denominado «el objeto transicional», ‘A medida que el pequefio empieza a utilizar una serie de so- nidos organizados (mum, ta, da) es posible que aparezea una «palabra» destinada al objeto transicional. A menudo el nom- bre con que los pequetios denominan a estos objetos es signifi- guetes duros. En 312 ‘ESCRITOS DE PEDIATRIA Y PSICUANALISIS ccativo, y generalmente al mismo se incorpora parcialmente al- ‘guriaipalabra usada por los adultos. Por ejemplo, «baa» puede ser el nombre en cue: salvo la madre misma. También puede ser que el pequefio se vea tan turbado en su desarrollo emocional que no pueda dis- frutar del estado de transici6n, o que se rompa la continuidad de los diversos objetos utilizados, De todos modos, puede que Ia continuidad se mantenga de manera oculta. Resumen de cualidades especiales en la relacién 1, Elnino afirma una serie de derechos sobre el objeto y nosotros nos mostramos conformes con ello. Sin embargo, desde el co- ‘mienzo es caracteristica una cierta abrogacién de la omnipo- tencia. 2. El objeto es afectuosamente acunado y excitadamente amadoy mutilado, 3. No debe cambiar, a menos que lo cambie el pequeto, 4. Debe sobrevivir al amor instint ial que al odio y, si éste ‘es uno de los rasgos, ala agresién pura 5., Con todo, al nino debe parecerle que da calor, se mueve, tiené textura o hace alguna cosa que parezca mostrar que posee vita lidad o realidad propia. 6. Desde nuestro punto de vista procede del exterior, pero no des- de el punto de vista del pequetio. Tampoco procede de dentro; no se trata de una alucinacién. 7. Su destino es que gradi Imente se permita su decatectiza wranscurso de los afios quede, mas rise lamenta su pérdida, Perde significado y esto es poraue los fenémenos transicionales han sido de-fundidos, se han ppor todo el territorio intermedio entre la «realidad psiquica interior» y «el mundo exterior tal como es percibido por dos personas en comiins, es decir, por todo el campo cul- tural. En este punto mi tema se amplia para dar cabida al tema de los juegos, de la creaci6n artistica y la apreciacion del arte, del sentimiento religioso, de los sueiios, y también del fetichismo, el decir mentiras y robar, el origen y pérdida del sentimiento afec- LY FENOMENOS TRANSICIONALES (1951) 313 ién a las drogas, el talisman de los rituales obse- Relaci6n del objeto transicional con el simbolismo Es cierto que el fragmento de manta (0 de lo que sea) sim- boliza algiin objeto parcial, como puede ser el-pecho. Sin em- argo, su importancia no reside en su valor simbél como en su realidad. El hecho de que no sea el pech dre) reviste tanta importancia como el representar al pecho (0 ala madre). Cuando se emplea el simbolismo, el pequefio ya estaré dis- tinguiendo claramente entre la fantasia y la realidad, entre los objetos interiores y los exteriores, entre la creatividad primaria y la percepcién. Pero el término «objeto transicio- nal», con arreglo a mi sugerencia, deja lugar para el proceso de hacerse capaz de aceptar la diferencia y la semejanza. Creo que se puede hablar de la rafz del smo en el del pequeno parece que el objeto transi es lo que vemos de este re rimentacién. Resultaria posible comprender el objeto transicional sin al mismo tiempo comprender plenamente la naturaleza de bolismo. Parece ser que el simbolismo slo puede ser estudiado apropiadamente en el proceso de crecimiento de un individuo y que, en el mejor de los casos, su significado es variable. Por consideramos la hostia del Sagrado Sacramento, iza el cuerpo de Cristo, creo tener razén al decir que para la comunidad catdlica es el cuerpo, mientras que para l protestante es un su un recordatorio y que, esencial- ‘mente, no es el cuerpo real. Sin embargo, en ambos casos es un simbolo, ‘Una vez, después de Navidad, una paciente esquizoide me pregunt6 si habia disfrutado comiéndomela durante las fiestas. Y luego me pregunt6 si realmente me la habia comido o sdlo en fragmento de manta, etc.), que marcha hacia la expe- ta doble. aper aan au ESCRITOS DE PEDIATRIA ¥ PSICUWALISIS [DESCRIPCION CLINICA DE. UN OBJETO TRANSICIONAL Cualquiera que esté en contacto con padres e hijos dispon- rd de una variedad infinita de material clinico ilustrativo.* Los siguientes ejemplos los doy meramente para que los lectores re- ‘cuerden material semejante producto de su propia experiencia. Dos hermanos: Contrastes en el uso precoz de las posesiones Deformacién en el uso del objeto transicional. El nifio X, aho- ra hombre sano, ha tenido que luchar para llegar a la madurez. La madre «aprendié a ser madre» cuando X era pequefio y pudo evitar cometer ciertas equivocaciones con otros nifos gracias a lo que habia aprendido en el caso de X. La madre te- nia también otros motivos externos de angustia en el momento de curar a X, casi completamente sola. Se tomé muy seriamen- te su trabajo de madre y durante siete meses amamant6 a X. La madre piensa que en este caso fue demasiado tiempo y el pe- © los dedos y al habia tomado el lizado un chupete o recibido otro in apego muy fuerte y precoz a la que persona, y lo que el pequefio nece- la persona de la ‘A partir de los doce meses adopté un conejo que solia abra- zar afectuosamente, y terminé por transferir este carifio a los conejos reales. Este conejo dur6 hasta que el pequeno cumpli cinco 0 seis afios. Cabria calificarlo de consuelo, aunque jamés poseyé la auténtica cualidad de objeto transicional. hubiese sucedido con un verdadero objeto a ser més importante que la pequeio. En el caso de este chico las angustias que cul minaron en el momento del destete a los siete meses fueron la causa del asma subsiguiente, que el pequefio superé en forma gradual. unico ariculo que he encontrado sobre Sider dign de comentario por un olga, Vee también Abraham (19 ya Lindner (1879) ‘OBIETOS Y FENOMENOS TRANSICIONALES (1951) 315, Fue importante para él coger un empleo lejos de su ciudad na- tal. El apego por su madre sigue siendo muy poderoso. El caso entraen la amplia definicign del término «normal» o «sano» Este hombre no se ha casado. Uso tipico del objeto transicional. El desarrollo del hermano menor de X, Y, ha sido en general normal. Ahora tiene tres hi- Jos sanos. Fue amamantado durante cuatro meses y luego le destetaron sin ninguna dificultad.’ Y se chupaba el pulgar ya durante sus primeras semanas, lo cual hizo «que su destete re- sultase més facil que el de su hermano». Poco después del des- los cinco 0 seis meses, adopts el extremo de la manta, donde terminaba el pespunt faba que un poquito de lana sobresaliese en el extremoy ‘ba para hacerse cosquillas en la nariz. No pasé mucho tiempo antes de que esto se convir- tiese en st «baa», palabra que invent6 él mismo apenas fue ca- rr sonidos organizados. A partir del aio de edad, manta fue sustituida por un jersey suave, de una corbata roja, No hallaba en esto un «con- suelo», como en el caso de su depresivo hermano mayor, sino Era un sedante que siempre funcionaba. Este es un ejemplo tipico de lo que denomino objeto transicional. Cuando Y era pequefio no caba duda de que si alguien le daba su «baa», inmediatamente se ponia a chuparlo y se le pasaba la angus- tia, de hecho se dormia en pocos minutos si la hora de acostarse estaba cerca. Al ‘iempo no dej6 de chuparse el pulgar, hasta que tuvo tres 0 cuatro afios de ‘edad. Se acuerda de que se lo chupaba y que a resultas de ello una parte del dedo se le habfa endurecido, Ahora que también ales padre se interesa por que sus propios hijos se chupen el ulgar y utilicen sus propios «bas». Los detalles del caso son puestos de relieve en la tabla de la pagina 316, donde se indica el historial de los siete nifios nor- males de esta familia. Al consultar con un padre o una madre, a menudo resulta valioso obtener informacién acerca nes de los nifios dre compare los fran sus caracte iversos nitios y le permite recordar cules ticas a edad temprana. 7 La madre chabia aprendide de su primer hijo que era una buena idea dar Jeel bibern mientras le amamantabas es decir tener en cuenta el valor post vo de los susttutos, y por este medio consiguié un destete ms fel que con X 316 ESCRITOS DE PEDIATRIA ¥ PSICUANALISIS (Con frecuencia es posible obtener del nif informacién acer cade los objetos transicionales; por ejemplo, Angus (de once afios y nueve meses) me dijo que su hermano «tenfa toneladaside ‘0808 de peluche y otras cosas» y que antes «tenfa otros ositos# a continuacién me hablé de é! mismo, diciéndome que nunca habfa tenido ositos. Dijo que solia golpear el extremo de la cuer- asta que se dormia. Probablemente la caer y abi terminaba todo. Sin embargo, habia algo més, aunque se mostraba remiso a hablarme de ello. Se trataba de un conejo color ptirpura y con ojos encarnadas. «No le queria. Solfa tirarlo por ahf. Ahora lo tiene Jeremy. Yo se lo di, Se lo di.a Jeremy porque era malo. A propésito se caia de la cémoda. Todavia me visita. Me gusta que me visite.» Se sor- prendié a s{ mismo al dibujar el conejo color parpt servard que este pequefio de once afios, con el sent cuando describia las cualidades del objeto tran: ‘madre se mostré sorprendida de que Angus ‘se acordase del conejo purpura, objeto que pudo reconocer fi cilmente en el dibujo. Pulgar —Objeto transicional Tipo de nivo. X- Varin © Madre Cone} Fijcign materna Yo. Varga + Beas Libre Mellizos Mujer © Chupete Burro (amigo) Madurez tarda Varén QO «Bes Ee(protector) Psicopata latente Hijos Mujer 0 Buen desarrollo de Mujer + Buen desarrollo YY Varen + * Unnémero infinite de objetos blandos parecidos que se distin color, longitud, anchura, y de buen principio se sometian a separacién y e ‘Me abstengo deliberadamente de darles més casos a pecialmente porque no quiero dar la impresién de que tstoy relatando es raro. Practicamente en todo caso hay algo interesante en los fenémenos transicionales o en la ausencia de los mismos (véase Stevenson, Olive, 1954). OBJETOS 1 ¢ENOMENOS TRANSICIONALES (1951) 317 EsTupto TEORICO Tomando como base la teorla psicoanalitica de aceptacién universal se pueden formular diversos comentarios, anal, representar las heces (pero no es por esta raz6n que es Sus- ceptible de oler mal y de no ser lavado).. Relaci6n con el objeto interior (Klein) Resulta interesante comparar el concepto del objeto transi- onal con el concepto kleiniano del objeto interior. El objeto es un concepto 10 que es una posesién. Y con todo tampoco es (para el pequefio) un objeto exterior. Es preciso formular la compleja afirmacién que sigue. El nifio es capaz de emplear un objeto transicional cuando el ob- jeto interior esté vivo y es real y lo su! demasiado persecutorio). Pero las cualidades de este objeto in- terior dependen de la existencia y comportamiento del objeto exterior (pecho, figura materna, cuidados ambientales en ge- iecho de que el objeto exterior sea malo o fracase lirectamente a la muerte 0 a la indole persecutoria interior. Cuando el objeto exterior falla de manera , el objeto interior deja de tener significado para el pe- persis quefio y entonces, y sélo entonces, el objeto transicional pierde también su sentido. Asf pues, el objeto transicional puede re- presentar el pecho eexterior», pero lo hace indirectamente, al representar un pecho « El objeto transicional nunca se halla sometido a un control magico como le sucede al objeto interior, ni esté fuera de con- trol como lo esta la madre real. 318 ESCRITOS DE PEDIATRIA ¥ PSILUANALISIS Musién-desilusion “Con el fin de preparar el terreno para efectuar mi propia aportacién positiva a este tema, debo explicitar algunas de las cosas que, a mi modo de ver, se dan por sentadas con demasi da facilidad en numerosos escritos psicoanaliticos que tratan del desarrollo emocional infantil, si bien en la préctica se las sobreentiende. No hay la menor p lad de que un pequento pase del principio del placer al id, 0 que se di rija y sobrepase una identificaci6n primaria (véase Freud, 1923, pag. 14)," a no ser que exista una madre lo bastante buena.’ La madre que es suficientemente buena (y que no es necesariamente la madre verdadera del pequefio) es la que realiza una adaptacién activa a las necesidades del pequeto, es decir, una adaptaci iva que gradualmente va dis nuyendo a tenor de la creciente habilidad del pequefio para explicarse el fracaso de la adaptacién y para tolerar los re- sultados de la frustracién. Como es natural, lo més probable es que la madre verdadera del pequefio sea mas adecuada que cualquier otra persona, ya que la adaptacién activa exige sentida con respecto al pequi tuales. ‘La madre «buena», como he dicho, comienza con una aday tacién casi completa a las necesidades de su pequefio y a medi. da que el tiempo va pasando se adapta de un modo menos y menos completo, gradualmente, con arreglo a la creciente ha- bilidad del pequefo para afrontar los fallos de la madre. Entre los medios de que dispone el pequefio para afrontar este fallo maternal se cuentan los siguientes: sin, De esta manera la ilusén tiene un valor po sitivo, Véase también a Freud (1950). ceanso que le proporciona| OBIE. . Y FENOMENOS TRANSICIONALES (1951) 319. La experiencia del pequetio, repetida a menudo, de que hay un I sporal para la frustracién. Al principio, naturalmente, El recuerdo, el revivir, del pasado, el presente y el Si toda va bien, de hecho el pequefio incluso puede sacar provecho de la experiencia de la frustracién, ya que la adapta- cién incompleta a la necesidad hace que los objetos sean rea- les, es decir, que sean odiados al igual que amados. La conse- cuencia de esto estriba en que si todo va bien, la continuacién dela adaptacién a sus necesidades durante demasiado tiempo, sin que se le permita su disminucién natural, puede perturbar al pequefto, ya que la adaptacién exacta es parecida a la magia yeel objeto que se comporta perfectamente pasa a no ser mejor ‘que una alucinaci6n. Sin embargo, al principio, la adaptacién necesita ser casi exacta y, a menos que asi nifo no lees posible empezar a desarrollar una capac tar relaciones con la realidad exterior, ni siquiera una capaci- dad para formarse un concepto de dicha realidad. Lailusién y el valor de la ilusion La madre, al principio a través de una adaptacién de casi el ‘ciento por ciento, provee al pequefio de la capacidad para la de que su pecho es parte suya, del pequeno. Est, por asi decirlo, bajo control magico. Lo mismo puede decirse en smminos del cuidado infantil en general, en los momentos de tranquilidad que hay entre las excitaciones. La omnipotencia ‘es casi un hecho de la experiencia, A la larga la tarea de la ma- dre es la de desilusionar gradualmente al pequefio, pero no ten- dra la menor esperanza de éxito si primeramente no ha sido ca- az de dar suficientes oportunidades para la - Dicho de otro modo, el pecho es creado por el pequefio una y otra vez, partiendo de su capacidad para amar o (podria decirse) lo de la necesidad. En el bebé se desarrolla un fenémeno al que denominamos pecho dela madre."° La madre co- 10. Aqu incluyo todo lo referente dice que Ia palabra specho» se usa, creo, en re- Jacién tanto a la técnica maternalizadora como al término fisilbgico propia 320 [ESCRITOS DE PEDIATRIA Y PSI. .NALISIS. Jocavel pecho real justo alli donde el pequetio se halla dispuesto, “a crear,y lo hace'en el momento apropiado. Desde el nacimiento, por tanto, el ser humano se ocupa del problema de la relacion entre lo que es percibido objetivamente y Toque es concebido subjetivamente; y para la solucién de este pro- blema no hay salud para el ser hurmano que no haya sido puesta cenel buen camino por la madre. La zona intermedia a a que me es- toy refriendo es la zona que le es permitida al pequevio entre la crea- ‘ividad primariay la percepcién objetiva basada en la puesta a prue- icionales representan las sin la cual para el ser ht jea de una relacién con un La idea que ilustra la figura 19 es unto tedrico al comienzo del desarrol siguiente: que en un de todo ser humano, erto marco aportado por la madre, el pequefo, dentro di capaz de concebir la cesidad suscitada por la tensién in: que al principio el pequeio sepa qui En este momento se presenta la madre. Ordinariamente, da él pecho y su potencial necesidad de alimentar. La adaptacién de Ta made alas nevesidades del pequefio, cuando es lo suficien- temente buena, da al pequetio la ilusion de que existe una rea- lidad exterior que corresponde a la necesidad de crear del pro- pio pequeio. Dicho de otro modo, hay una coincidencia entre lo que la madre aporta y lo que el pequefio es capaz de conce- bir. Para el observador, él pequefio percibe lo que en realidad le preserita la madre, pero esto no es todo. El pequeno percibe el echo solamente en la medida en que éste podria ser creado ismo y en aquel preciso instante. No se produce un cambio entre la madre y el pequefio. Psicolégicamente, el pe- quefto se alimenta de un pecho que forma parte de sf mismo, mientras que la madre da leche a un pequefio que forma parte de ella misma. En psicologta, la idea de intercambio se basa en una ilusién. ‘mente dicho. No es imposible para una made ser tna madre Jo bastante buc- Fic. 19 Fic. 20 En la figura 20 se da forma a una zona de la ilusién a fin de strar lo que yo considero ser la principal funcién del objeto y de los fenémenos transicionales. El objeto y los fenémenos insicionales ponen en contacto a cada ser humano con aque- que siempre sera importante para él: una zona neutral de experiencias que no serén disputadas. Acerca del objeto transi- ional cabe decir que se trata de un acuerdo entre nosotros y el bebé en el sentido de que nunca le preguntaremos: ¢Concebiste ti esto ote fue presentado desde fuera? Lo que importa es que no se espera ninguna decision a este respecto. No debe formularse la pregunta. Este problema, que indudablemente preocupa al pequefio, al comienzo oscuramente, va haciéndose cada vez més eviden- tea causa de que la principal tarea de la madre (después de la de aportar una oportunidad para la ilusién) es la desilusién, ‘nar con respecto a la tarea del des- ia existiendo en forma de la misién de padres y educadores. Dicho de otra manera, este asunto de la ilusién corresponde de forma inherente a los seres humanos y ingtin individuo lo resuelve por si mismo, aunque una com- prensién tedrica del mismo puede aportar una solucién igual- érica. Si las cosas van bien en este proceso gradual de sn, el terreno queda abonado para la serie de frustra- cones que reunimos bajo el nombre de edestete», Pero no debe olvidarse que cuando hablamos de los fenémenos (puestos es- pecificamente de relieve por Klein) que se arraciman en torno al-destete, estamos dando por sentado el proceso subyacente, en virtud del cual se dispone de la oportunidad para la ilusién y para la gradual desilusién, Si la relacién ilusién-desilusién se 322 ESCRITOS DE PEDIATRIA Y PSICUnNALISIS. descarrfa,el nifio no es capaz de alcanzar una cosa tan normal como es el destete, ni reaccionar an tal caso resulta absurda la mé tete en el caso del nifio normal. Cuando presenciamos la com- pleja reaccién que se pone en marcha a causa del proceso de destete en un nifio dado, sabemos que dicho proceso puede te- ner lugar en tal nifio porque el proceso de ilusién-desilusion se esta desarrollando tan bien que podemos hacer caso omiso del ‘mismo mientras hablamos del destete. amos aqu{ por sentado que la tarea de la aceptacién de la realidad jams es completada, que ninguin ser humano esté li- bre de la tensién que ocasiona el relacionar la realidad interior con la exterior y que el j6n lo aporta una zona intermedia de experiencias que no es disputada (el arte la reli- gién, etc.) (véase Riviere, 1936). Esta zona intermedia se halla en continuidad directa con respecto a la zona de juegos donde el nifio pequefio se epierde» al jugar, En la infancia, esta zona intermedia es necesaria para la iniciacién de una relaci6n entre el nifio y el mundo y esto es po- sible gracias a una buena maternalizacién en la fase critica pre- coz. Esencial para todo esto es la continuidad (en el tiempo) del medio emocional exterior y de los elementos especificos del medio fisico, tales como el objeto u objetos transicionales. Los fenémenos transicionales son admisibles en el peque! debido a que los padres reconocen intuitivamente la tensién herente a la percepci6n objetiva, y no vamos aqui a disputar subjetividad y objetividad del pequenio, aqui, donde se hal objeto transicional ‘Cuando un adulto pretende que aceptemos la objetividad de ‘sus fenémenos subjetivos nosotros diagnosticamos locura. Sin ‘embargo, si el adulto es capaz de disfrutar la zona intermedia y personal sin pretender nada, entonces podemos reconocer la existencia de nuestras propias zonas intermedias y nos com- place ver ejemplos de coincidencia, es de ‘munes entre los miembros de un grupo artistico, religioso o fi- loséfico. Quisiera en especial llamar la atencién sobre el escrito de Wulff citado anteriormente. En dicho escrito se aporta un ma- terial clinico que ilustra exactamente aquello a lo que me estoy refiriendo bajo el titulo de objetos y fenémenos transicionales. Existe una diferencia entre mi punto de vista y el de Wulf, dife- OBJEIUS Y FENOMENOS TRANSICIONALES (1951) 323 rencia que se refleja en que yo utilizo el término citado mientras que él emplea el de «objeto-fetiches. El estudio del escrito de Wulff parece demostrar que al utilizar la palabra «fetiche» ha retrotraido a la infancia algo que es propio de la teoria corrien- ite donde dar cabida al concepto de que el | nifio es una experiencia sana. Y sin em- fenémenos transicionales son sanos y uuniversales. Es més, si ampliamos el uso de la palabra efetiche» para que cubra los fenémenos normales, tal vez perderemos parte del valor que tiene el término en c Preferirfa conservar la palabra «fetiche» a fin de describir el objeto que es empleado a cuenta de la desilusién de un falo ma- ces iria mas allé y diriamos que hay que dar cabi- palabra bjeto, nos acercamos al objeto tran- importancia reside en el concepto de "artiendo de ahi, podemos considerar el objeto transicional como falo materno en potencia, el cual, empero, al principio era un pecho; es decir, la cosa creada por el pequefio y al mis- mo tiempo aportada por el medio ambiente. De esta manera creo que un estudio del empleo que el pequeiio hace del objeto transicional y de los fenémenos transicionales en general pue- de arrojar luz sobre el origen del ol tiche y del fetichis- ‘mo, Sin embargo, algo se pierde al trabajar retroactivamente mo hasta alcanzar los fené- rincipios de la experien- RESUMEN Se llama la atencién sobre la riqueza que para la observa- cién aportan las primeras experiencias del nifo sano tal ‘como se expresan principalmente en relacién con la primera posesién. Se establece una relacién temporal retroactiva entre la pri- mera posesin y los fenémenos autoersticos, as{ como con el habito de chuparse el pufo o el pulgar, asf como una relacién proyectada hacia adelante hast los primeros muiie- cos blandos y juguetes duros. La primera posesién se relaciona 324 ESCRITOSDE PEDIATRIA Y PSIL. .WALISIS. tanto corel objeto extemno (el pecho dela madre) como con los objetos internos (el pecho mAgicamente introyectado), atunque es distinta'de una y otra cosa. objetos y fenémenos transicionale fiencia. Esta fase precoz del desarrollo es capacidad especial que tiene la madre para adaptarse a las ne- cesidades del pequefio, permitiéndole asi a éste la ilusién de que las cosas que él crea existen realmente. Esta zona intermedia de experiencia, indisputada en lo que fenencia a la realidad interior o exterior (compar- a lo largo de toda la vida dentro periencias propias del arte, la religién y el como de la labor cientifica creadora, ~~ Por consiguiente, cabe afirmar que la ilusién tiene un valor positive. Por lo general, el objeto transi del pequefio va siendo decatectizado paulatinamente, especialmente a medida que se desarrollan los intereses culturales. En lapsicopatologia: Puede plantearse la adiccién en términos de regresi6n a la fase precoz en que los fenémenos transicionales no son dispu- tados. Puede describirse el fetichismo en términos de la persisten- cia de un objeto especifico o de un tipo de objeto que data de la experiencia infantil dentro del campo transicional, enlazada con la desilusién de un falo materno. La pseudologia fantdstica y el robo pueden ser descritos en términos de la necesidad inconsciente y apremiante que siente ividuo de tender un puente sobre la laguna de la conti- nuidad de la experiencia con respecto al objeto transicional. 9. LA MENTE Y SU RELACION CON EL PSIQUESOMA (1949) «tveriguar qué es exactamente lo que comprende a os cle- mentos mentales irreductibles, en especial los de naturaleza di- rndmica,constituye, en mi opinién, una de nucstrs finalidades ‘més fascinantes. Tales elementos tendrian necesariamente un. equivalente somatico, probablemente también neurologico, y de esa manera, mediante el método cientifico, reduciriamos el antiquisimo hueco que hay entre la mente y el cuerpo. Me aventuro a predectr que entonces la antitesis que ha inrigado alos fildsofos resultard que se basa en una ilusin. Dicho de ro modo, no cr qu la marae exsta realmente como ended, posiblemente es sorprendente que esto lo diga un psicélogo (la Cursiva es mia). Cuando decimos que la mente Influye on el cuerpo o viceversa, lo que hacemos es utilizar una cémoda abreviacion de una frase mas engorrosa...» (Jones, 1946). Esta cita que let en Scot (1948) me extimul6. poner en or- den mis props ken sobre tan vastoy aif tam Eee ‘ma corporal, con sus aspectos espaciales y temporales, sporta aloo pintcariento del agrema gue de so ene ividuo y creo queen él no hay ningun lugar evidente Ja mente, Sin embargo, en la labor clinica tor eroottnne con la mente en forma de entidad localizada en algons tenes 1. Escrito lefdo ante la Seccidn Médica de la Sociedad Psicoldgica Briténi ‘exsel 14 de diciembre de 1949, yrevisado en octubre de 1953, Brit. J. Med. Psy. hol, vel. XXVIL, 1954,

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