You are on page 1of 71
LAS BELLAS ARTES EN EL VIRREYNATO DEL PERU. EL ARTESANO NEGRO EN LA ARQUITECTURA VIRREINAL LIMENA Horros esclavos, morenos, mulatos, zambos, cuarterones quinterones y requinterones, los negros fueron numerosos en Ja artesania virreinal, En este primer estudio nos referimos solamente a los que actuaron en las diversas obras en esta ciu- dad. Hay necesidad de muchas otras péginas para tratar el tema que ahora reducimos a la medida de un ensayo inducti- Yo para nuevos y mas detenidos estudios iitiles para la socio- Jogia y Ia economia del arte colonial. Aun cuando aun seré di- ficil fijar conclusiones definitivas, intentamos con este esfuer- z0, fruto de la recoleceién de centenares de fichas, poner de la- do las estereotipadas y vulgarizadas ideas—que miran de un solo lado—acerca de la esclavatura negra en nuestras socieda- des yirreinales. Lo que intentamos es también poner este a- sunto en sus justas relaciones. No se trata pués tampoco de realzar la obra del negro en la arquitectura y coustruccién ya que él niimero de estos, comparativamente al de eriollos y me- tropolitanos, es en proporeién pequefia, més si de darle sus méritos y proporciones. Y creemos ignalmente indispensable decir ya desde ahora que las posiciones aleanzadas por algu- nos de estos sujetos no son en verdad una conquista de posi- ciones que realizaban los artesanos de esta raza, ni la de una eoncesién por parte de los metropolitanos 0 eriollos, sino eon- SELLAS ARTES EN EL VIRREYNATO DEL PERG 361 es de Nisam sso crepe secuencia de un hecho natural, sin voliciones especificas; he- cho natural que por lo mismo que era natural se iba eum- pliendo sin oposicién particular ni esfuerzo concientes e intencionales. Aun cuando no admite paralelo con el caso in- dio, wn ambiente conciliatorio, cireunstaneial, expontineo en muchos casos, favorecié esta emancipacién e intromisién. Co- mo decimos, aun serd diffeil sefialar las vausas funcionales pa- xa este fonémeno endosmético que resolvié mas ffcilmente el rduo problema de Ja diseriminacién racial que aun agita a muchos pueblos adelantados culturalmente, Afortunada- mente para nuestros futuros estudios, los archivos peruanos, y particularmente el Archivo Nacional del Perf, contienen innfimeros documentos que son la més preciosa fuente de in- vestigacién y los hitos para establecer el nivel socioeconémi- co de esta casta social que hasta hoy no se ha situado his- téricamente con partienlar esmero. Desde los primeros afios de Ia conquista de América, los negros con ofitio menestral acompafiaron a los capitanes y ayentureros. Eran indispensables para cumplir los trabajos més rudos, si bien a las rdenes de los maestros y artesanos libres, europeos, que resolvfan de inmediato las necesidades meednicas. Por supuesto no hablamos de los otros muchos que como peones y domésticos, igualmente- encontramos. en ‘el séquito de estos oficiales. Estos morenos eran por lo to- min oriundos de Hspafia, Segin el historiador D. Antonio de Herrera, en 3 de Setiembre de 1501 nombraron los Reyes Catélicos. en Granada, Gobernador de la Espaiola, Indias y Wierra Firme, a D. Nicolés de Ovando, Caballero de la Ox- ‘den de Aleéntara y Comendador de Lare; en las instrue- ciones que se le dieron mandéscles que no consintiese ir ni estar en las Indias jndias ni moros. ni nuevos convertidos; pero que dejara introducir en ellas negros esclavos con tal que, nacidos en poder de cristianos. Ms adelante, Ovando, por carta fechada en: Sevilla, 15 de setiembre 1505, pidié al Rey 362 REVISTA DEL ARCHIVO NACIONAL Fernando, permiso para la entrada de negros. Para conti- nuar Nitiiez de Balboa sus descubrimientos en las costas del Mar del Sur, construyé en 1516 al 17, con admirables traba- jos, cuatro bergantines, en donde intervinieron no solo caste Manos e indios sino hasta cincuenta negros. En Ja primera decena del siglo el comereio interlope era activo. Al Mayor- domo Mayor del Rey, se le concedié licencia y privilegio pa- ra introducir los esclavos por término de ocho aiios; la des- poblacién de indios y las prédieas del P. Las Casas propug- nando el empleo de negros para sustituirlos, fué el origen de estos pedidos y licencias. Hubo facilidades y restricci nes, empero las necesidades comerciales y agrivolas tendie- ron cada vez més a intensificar este inumano comercio, aun cuando no fué Ja erueldad el distintivo general de la esela- vitud en las posesiones espafiolas. En muchos coneiertos y tratos de venta de esclavos se indica que ha sido ganado en buena guerra; asi conquistado quedaba legitimada la posesién del esclavo. Se habian da- do vasos de probarse por parte de algunos que fueron ven- didos en las costas africanas 0 en algin otro Ingar por eau- sa injusta, poniéndoseles en libertad. Pero estos eran los me- nos, quiz si hasta insignificante en nimero como para dar méritos a tan benévolas disposiciones. Aun cuando las leyes facultaban la emaneipacién, esta fué priictieamente concedi- da en muchfsimos casos obedeciendo a otros factores morales que se ejercieron en nuestra sociedad virreinal como vamos a verlo més adelante, Aquella exeusa politica o de eonseien- cia fué sin embargo superada en muchisimos casos, No fné remisa la justicia eclesidstica a través de sus fiscales, para protegerlos. Y los actos de humanidad y filantropia fueron practieados por muchos particulares aun cuando los factores econémicos imperaban para proteger y cuidar a quien representaba un fuerte valor capital. Su vigor y fuerza eor- poral eran euidados como los de una méquina, El fenémeno ‘econémico de la reposicin tampoco ha sido suficientemente Snvestigado en su influencia para el ewidado de estos indi- 363 LAS BELLAS ARTES EN EL VIRREYNATO DEL PERG viduos. El indio que en otras tareas pudo también servir en da peonada menestral o agricola tenia menos resistencia y ca- ? pacidad ; la recomendacién de la trata del afrieano — preco- nizada por el mismo P. Las Casas. — para librar al indio de sn eselavitud, sumiendo por iréniea consecuencia a aquella en inferior posicién social, aleanzé planos que hasta hoy ha- bian permanecido en la ignorancia de nuestros historiadores Reecientemente Harth-terré ha deseubierto y puesto de ma- nifiesto documentos que prucban que los indios peruanos del comin podian adquirirlos para su servicio doméstico y menestral (1). En este estudio sefialamos uno 0 dos de es- tos casos. Desde los primeros dias de la fundacién de Lima estin los negros presentes. Son servidores de los nuevos poblado- res y a ellos se les carga los més rudos trabajos de la edifica- cién de la vivienda y Jas faenas del campo. Son cada vez mis. Un siglo después de la fundacién, el Censo de Montes- elaros de 1614 acusaba algo més de diez mil, superando ¢in- 0 veces mAs el mimero de indios (2). Y se siente Ia comi- sién de delitos desde los pr'meros dias por parte de aquellos que se fugan de sus amos, E] Cabildo tres meses después de su fundaeién, (3 Abril 1535) redacta unas ordenanzas entre cuyas disposiciones ya se hace referencia al negro; no po- Gr& cortar Arboles para hacer carbén, ni que estos carguen @ los indios ni entren a sus viviendas, salir de noche de casa (1) Emilio Harth-terré, Informe sobre el Descubrimiento de Docu- ‘mentos Wue revelan la Trata y Comercio de esclavos Negros por los In- dios dei comin, durante el virreinato. Hdicién bilingue: castellano e i gigs, 86 pigs. Ed. Tierra y Arte, Lima, 1960, Del mismo autor: El Escla- Vo Negro en la Sociedad Indopertana, Jorumal of Inter-american Stu dies, de la School of Interameriean Studies, Universidad de Florida, Gat nesville, vol. IIT No. 3. July 1961. (2) José Barbagelata. Desarrollo Urbano de Zima. (Apuntes His- ‘rieos) Concejo Provincial de Lima, Lima, 1945. (p4g. 65). 364 REVISTA DEL ARCHIVO NACIONAL de sus duefios a ranchear; todo esto bajo severas penas de azo- tes, ¥ en muchos casos sefialados, la pérdida de sus genitaies euando eran préfugos o cimarrones. Esta ordenanza £ué pro- clamada por Pedro (de la Peiia), el pregén negro del Ca- pildo (8). Las penas eran rudas para tener a raya a estos sujetos oriundos de tierras salvajes y cazados como fieras, cnando fugados, daban rienda suelta a sus imstintos. Pero si este era el lado violento y cruel, por otro lado aparecen las Inces de la caridad y de la filantropia, No todos estos mo- renos eran seres salvajes, bozales, ¢ indémitos. La edueacién doméstica y la religién apaciguaban muchos de estos instiu- tos. La ordenanza de Carlos V, en 1538, determinaba que to- dos Ios que tuviesen esclavos negros los enviasen a la iglesia a hora fija para aprender la doctrina cristiana. Tampoco no todos venfan de continente lejano; muchos eran ya nacidos en Ia tierra americana, dulcificado el earde ter, urbanizado en sus costumbres, apegéndose a la servi- dumbre doméstica y familiar caracterizimdose muchisimos de ellos por la lealtad de sus patronos, Algunos lograban asi Ja manumisién, 0 mediante el trabajo de sus manos con el conocimiento de almin oficio menestral que les habia permi- tido su duefio, proporeionado por algtin maestro libre. Uno de los mas antiguos ejemplos del aprendizaje menestral que conocemos documentariamente es el del Domingo, esclavo de Antonio Rodriguez, carpintero, que lo vendié eon su madre de edad de 70 afios, a Baltazar Guillén, Imego de ensefiarle el oficio para que pudiera conseguir su _liber- tad (4), Cristobal, esclavo de D. Juan Sénchez recibié el aprendizaje de la carpinterfg con Hernando Moreno para iguales fines (5). En ese mismo afio de 1556, Pedro, negro (8) Libros de Cabildos de Lima. Libro I, Atio 1534-1539, Lima, 1935, (pags. 22 y sgtes). (4) Fol, 460. Lorenzo Martel, 1557. Sece. Notarial. Archivo Na- cional del Perd. (5) Fol. 961. B. Gascén, 1556, See. Not, ANP. LAS BELLAS ARTES EN EL VIRREYNATO DEL PERG 865 horro, se asienta con el maestro Francisco de Morales, afa- mado alarife de Lima, y por cuatro afios, para saber del ofi- cio. Morales le habia de dar de comer, beber, vestir y cal- zar (6). Ya libres se concertaban para hacer obras elemen- tales de albafillerfa. Andrés, moreno de color negro, horro, res'dente en Lima, se concierta en 1553 con D. Bartolomé de Quifiones para hacerle en su casa, la puerta principal con sus postigos de tabla larga clavada con cnatro abrazaderas, argollas y tejuelos en los quicios y otras més para Ja recé- mara, el zaguén y la buerta (7). Ms adelante veremos que Ta tendencia de estos fué a la carpinteria. Este aprendizaje era proporcionado por el propio due- fio a sus esclavos si aquel era maestro. En el caso del car- pintero Juan Lépex espafiol de la metrépoli coineiden carac- toristicas que es digno de mencionar aqui. Casado con estla- va, que ya tenia una hija, posefa entre sus bienes, adquirides durante el matrimonio, a varios esclavos. A dos de ellos, Gaspar, criollo, y a Juan su hermano, de veintiuno y diez y siete afios, ha ensefiado el oficio. Dispone testamentaria- mente que queden libres asi como la hija de su mujer, Fran- cisca, mulata, de trece afios, pagando de sus bienes su liber- tad por el amor que el dicho Juan Lépez la tiene y buen ser- vicio que él debe a la dicha su mujer. En cambio, Gerénimo, esclavo viejo y Alntonio, aserradores quedan por sus bienes a su fallecimiento, los cuales heredaré su mujer, 0 en su de- fecto, por muerte prematura de ésta, para el Monasterio de la Mereed (8). (6) Fol, 882, Diego Gutiérrer, 1555-1556. See. Not. ANP Vid B. Harth-terré, Como eran las casas en Lima en el Siglo XVI; en Mar del Sur, Lima, Mayo 1950; No. 10. (1 Fol, 961. Schastién Vasquez, 1553. See. Not. ANP... «+ (8) Testamento, 3 de Junio 1598. Fol. 590, Garcia Lépez,) 1598. See. Not. ANP. & 366 REVISTA DEL ARCHIVO NACIONAL Si estos eran morenos limefios, también los hubo metro- politanos que alcanzaron, algunos, cierto prestigio pues el propio Cabildo legé a encomendarle trabajos de alguna im- portancia ptiblica, Unos eran esclavos, tal Anton, natural de Jerez de Badajoz, esclavo del maestro de carpinteria Fran- ciseo Ruiz quien lo vendié a Alonso Gémez del mismo ofi- cio. El esclavo era apto para el trabajo y tenfa 22 afios (9). En cambio, Francisco de Gamarra (que se permitia apellido y preposicién nobiliaria) de oficio albafiil, era natural de Tlerena (Espafia); declaré en su, testamento ser hijo legiti- mo de Juan Garrido, esclavo que fué de Juan de Burgos, ve~ cino de esa cimdad (10). Simén de la Sal, oriundo de Sevi- Mla es esclavo del maestro de carpinterfa Juan de Lote- ro (11); Francisco Becerra, homénimo del eélebre extreme- fio Maestro Mayor de la Catedral y su contemporéneo, es oficial de albatiileria; desempeiié el cargo de Mayordomo de la Cofradia de Negros Horros de Nuestra Sefiora de la An- tigua en la Catedral de Lima. El testamento es de por si un documento revelador de la mayor importancia en estas investigaciones. No siempre hemos podido poser la mano sobre el de algim maestro de categoria, pero el de Gamarra es de suyo valioso acerca de estos morenos que venian de la metropoli. Gamarra habia obtenido su libertad en Espaiia antes de venir a las Indias. All fué casado con Isabel Terranova (el nombre de su casta que le sirve de apellido), esclava del carpintero Luis Zam- rano en quien tuvo un hijo Juan Zambrano, usando asi el gentilicio del patrén de su mujer (como que el hijo era por esclavitud del vientre, esclavo de Zambrano); tuvo tam- bién otra hija natural, Ana, criolla de la Villa de Monaste- rio (Espafia) y que ahora a su lado, aqui, querfa, volyer a (9) Fol. 776, Juan de Padilla, 1560. Seee, Not. ANP. (10) Testamento, 26 de novicmbre 1597. Fol. 1611, Juan Gutiérrez 1597, Sece. Not. ANP. (11) Fol. 251, Rodrigo Gémiez de Baeza, 1582. Sece. ANP. LAS BELLAS ARTES EN EL VIRREYNATO DEL PERG 367 | ee ere rr ong donde habia nacido. Tuvo ademfs en Iea otro hijo, Francis- co, que residia allé y era eselavo de Don Diego de Angulo. A la saz6n, Gamarra estaba casado con Maria de Valenzue- la, morena libre en la cual no habia tenido hijos... De estos morenos albaiiiles del medio siglo XVI desta- can Pedro Hernéndez, horro, que habia sido eselavo del maestro de plateria Juan Fernéndez veeino de la eiulad de ‘Trujillo (del Pert) (12). Mateo Roque, natural de la Isla de Puerto Rico (13). Luis de Lagama, carpintero, que ha- bia sido esclavo de Dofia Francisca Pérez de Orozco, viuda del Secretario D. Juan de Espinal y su hijo Diego. En el concierto de deudo con Juan de Alvarado, mereader (14) fi- guran ignalmente como morenos horros Lorenzo de la Cruz, albafil y Feo. Fernandez, (sillero). Juan de Mora, alcanza ser Alarife oficial de arguitectura, y asi lo hace constar en ol concierto para una portada y su arco para la Capilla de la Cofradia de Ntra. Sra. del Agua Santa en la Iglesia de la Mereed (15). Entre estos debemos referimos a Rafael Man- riqne, maestro albafil que falleee con testamento en 1622 (16). Por este documento nos enteramos que habia sido es- clayo de D. Francisco Manrique de Lara, Factor y Regidor do Lima en los afios de 1575 a 1594. Se habia desposado tres veces con morenas horras; dejaba todos sus bienes a su tni- ca hija Marfa Rafael, entre ellos una casa que iba labrando (12) Testamento, 8 de Bnero 1560. Diego Ruiz, 1560 — 63. Seee. Not. ANP. (13) Dote, 8 de Julio 1597. Fol. 826, Juan Gutiérrez, 1597. Sec. Not. ANP. (14) Dendo, 9 de Mayo 1595. Fol. 670, Ramiro Bote, 1595. See. Not. ANP, 5) Concierto, con ol P. Naypero y Gaspar de los Reyes, Mayor- domo de la Gof, de Ntra. Sra. del Agua Santa en la Merced, Lima. Ar- chivo Mereedario; y Fol. 397, Bartolomé de Torquemada, 1595. Sec. Not. ANP. (16) Testamento, 28 Stbre, 1622, Fol. 803, Francisco Gonzélez Bal- efzar, 1622. See. Not. ANP. Fol, 26. N, de Grado, con ct REVISTA DEL ARCHIVO NACIONAL Sd eae SU y una dote de un mil dostientos pesos. Hl documento reve- Ja que habia poseido um estlavo albafil Juan Bran que ha- bia sido del Dr, Muiioz (?) y al morir dejaba otro Francis- co oficial de albanil de ctarenta y cuatro afios de edad al cual, era su volintad, concedfa la libertad dando cuatrocion- tos pesos, y si no, pague de jornal cada dia un patacon y lo demés sea para ayuda de sw libertad... ‘A medio siglo XVII encontramos aun uno que otro de estos forimeos. Francisco Sudrez de Acosta o comunmente Franeisco de Acosta, cantero en la Catedral de Lima bajo Jas rdenes de Juan Martinez de Arrona y de Pedro de No- guera en los trabajos de las Portadas; es natural de Baree- los, en Portugal, mulato libre y a quien se califieaba en las planillas “‘el negro Acosta’; fué ejecutor de la portada de la Iglesia de San Lazaro, Hacia fines del siglo XVI los maestros morenos libres son numerosos. Han recibido la ensefianza de los maestros metropolitanos y criollos, y también de los negros horros; con sus jornales han conseguido en algunos easos su liber- tad como lo tenemos dicho. Hsta ensefianza era dada con toda buena 6-y sin encubrirle seoreto alguno al mismo tiempo que doctrinéndolo aun no siendobozal. Son los prolegémenos de una intromisién dentro de la sociedad menestral criolla ¢ indigena que se-va haciendo-lentamente; suave, y sin obstécu- Jos raciales. ste aprendizaje era de varios modos: uno era el esclavo bozal, ignorante, que recibia las leeciones del maestro para hacerlo oficial; otro era el ya oficial que trabajaba en el taller del maestro para servirle de ayudante y practicar, me- jorando de esta suerte su situacién econémica. Pero no siem- pre el esclavo aprendiz obtuyo su libertad; su aprendizajé era para redituar un mayor provecho a su propio duefio, sea al- quiléndolo o en su reventa. Pero en uno u otro caso, tanto el maestro éspafiol o el criollo, y el mismo moreno, libre 0 es- clayo, daban al ayndante o aprendiz todos sus conocimientos TAS BELLAS ARTES EN EL VIRREYNATO DEL PERG © 369 sin encubrizle seereto alguno; que por parte del aprendiz ha- bia el compromiso de no hacerle falla en el trabajo. Bl trato era solemne. De estos son numerosos los docu- mentos que se descubren en Ja Seccién Notarial del Archivo Nacional. Los hay extrafios y curiosos que impiden hacer una generalizacién; pero de todo ello se desprende una considera- cién partienlar, y es que parece establecerse tna jerarauia en- re el maestro y el oficial, y que esta jerarquia no tomé seria consideracién la diferencia racial. Hl maestro Diego Felipe, espaiiol, recibid de aprendiz a Gregorio Lépez, moreno crioilo de esta ciudad, al mismo. tiem- po que a Juan Pumilla (Puma Tella), indio de Wauricocha (Huamanga) (17). Jnversamente, ¢l joven catalan Juan Calbo, natural de Barcelona, de 17 afios, se allega a Mateo Roque, mulato ofi- cial de carpintero, para que le ensefie el ofivio (18). Un ca- so original en el aprendizaje es el de un esclayo amaestran- do a otro. Gaspar Sape, esclayo de D. Juan Pérez de Nas varro es puesto por su patrén como aprendiz de Antén de Monz6n, albafiil, negro y esclavo de D. Juan de Vargas para’ que aprenda a ser oficial de asentar adobes. D. Juan Pérez pagaria a Monzin en sus propias manos, 30 pesos de a nueve por el tiempo que demorare Sape en saber bien el trabajo (19). Hl interés en ensefiarle quedaba ast en el a- premio para obiener la prebenda. Francisco Garefa negro esclavo de D. Bartolomé Garcia se puso al servicio del maes- tro albafiil Lorenzo de la Cruz, igualmente moreno horro, para ayudarle a hacer una portada de ladrillo conforme « la hechura de la de Juan de Lumbreras tiempo durante el cual habia de ensefiarle a labrar adobes, e inclusive hacer un arco (20). Para aprenderlos a hacer de adobe D. Alon- 7) Fol. 775, Castillejo, 1599-1602. See. Not. ANP. (18) Fol. 695, Feo. Gonzfloz Baledzar, 1598. See, Not. ANP. (19) Pol. 254. Bartolomé de Torquemada, 1698, Sec. Not. ANP. (20) Fol, 492, Juan Gutiérrez, 1585. See. Not. ANP. 370 REVISTA DEL ARCHIVO NACIONAL: so de la ‘Cerda pone al servicio del maestro Alonso de A+ renas, Maestro Mayor de Canterfa, a su negro Antén (21)- ¥ asi vemos cémo otros maestros espaiioles reeiben de apren- dices a los negros, sin que esto pareciese menoseabar la dig- nidad menestral ya que Alonso de Arenas era ya por entou- ces maestro competente y de prestigio. Y no solamente él. Tenemos registrados otros. Pedro Faleén, alarile del Cabil- do, Ximén de Prado, carpintero, Juan Cano, Franeciseo de Castafieda y hasta el afamado moreno de quien ya hemos eserito, Franciseo de Gamarra. ‘Vemos también eémo los indios ayudan o se asientan como aprendices con los maestros negros. El mulato Barto- Jomé Tello recibe a Juan Yopo natural de Chota, para en- sefiarle y le ayude en su oficio pagindole por sus servicios treta pesos por cada un afio. Bl maestro espafiol se mezelé con el indio y el negro en el grupo menestral. En los Libros de Bautizo de nuestras Parroquias deseubrimos esta reunion, Muchos casos pueden citarse; damos éste por considerarlo uno de los més anti- guos: no habian traseurrido ocho afios de la fundacién de Lima. En 1543, en el bautizo de Beatriz, india doméstica del carpintero Cristébal de Santana, es padrino Pedro de Agui- lar, espafiol, y Juana, negra del maestro Ventura (22). Competentes algunos y libres otros, tratan sus servicios a buen precio. Domingo de Mendoza, moreno libre, se pone a soldada con Miguel de Montoya por 190 pesos al afio, ¢o- mida y casa. Y los vemos crecer asi en importaneia menes- tral conforme a la calidad de maestro 2n cuyo taller se asien- tan. Alonso de Arenas, ya citado, tuvo numerosos ayudan- (21) Pol. 905, Esteban Pérez, 1589, See. ANP. (22) Libro de Bantizos del Sagrario. Catedral do Lima. Rev. del Archivo Nacional del Perd, Tomo XI, Ent, II p. 229; y Tomo XII, Ent. II p. 229; y Tomo XII, Ent, I, p. 103. LAS BELLAS ARTES EN FL VIRREYNATO DEL pred 87 a a a aa tes morenos, La reefproca es igual. Pedro de Mendoza, crio-~ Mo espaiiol, hace asiento y concierto para ayudar al maestro carpintero, Diego Lépez, mulato, por tiempo de un aio a 160 pesos al afio cumpliendo en todas lus obras que mandare (23). Y no es excepeién el zambo Francisco Ventura, pardo li- bre natural de Cajamarca, hijo legitimo de Juan de Ventura negro y de Juan Marfa india, difuntos, se asienta con Juan Ventura Rabelo, maestro earpintero por tiempo de cuatro a- fios (24) . Fernando Joseph es un mulato libre, oficial de ensam- Dlador; en 1639 se asienta con Pedro de Noguera para asi tir en su casa y trabajar en todo aquello tocante a dicho ofivio que Pedro Noguera le ordenare y mandare. Por su labor du- rante dos afios habia de pagarle el maestro 1050 pesos; es de- cir 525 cada afio. A la sazén Pedro de Noguera so hallaba en pleno trabajo de la Silleria del Coro de la Catedral de Lima, trabajo en el que se qued6 solo luego que se quebraron Jos conciertos de compaiifa con Imis Ortiz de Vargas, Fran- viseo Lépez de Najara y Alonso Vasquez de Vargas, la au- sencia de Gaspar de la Cuevaly la muerte de Martin Alonso de Messa. (25). Es importante indicar, sin desmedro del arte escultérico de Noguera, que el mulato Fernando Joseph no era un advenedizo en su oficio. Desde 1623 tenia un ta- Mer de carpinterfa de muebles en donde recibfa entargo de manufacturarlos (26). Algunos criollos tuvieron hijos naturales con esclavas, © con morenas libres. Asentaron estos a sus hijos como a- (23) Fol, 154, Niffiez de la Vega, 1594. See. No. ANP, (23 bis.) Fol. 313, Grist6bal de Pineda, 1620-23, See. Not, ANP. (24) Fol. 1185, Sebastifn de Mendoza, 1656. See, Not. ANP. (25) Fol. 104, Gabriel de Ravaneda, 1639. See. Not. ANP. Vid. Emilio Harth-terré y Atborto Marquez Abanto, Las Bellas Artes en el ‘Virreinato del Pera; La Silleria del Coro de 1a Catedral de Lima, Re= vista del Archivo Nacional, Tomo XX, Ent. I, Lima, 1956, (26) Fol. 280 via. Gerénimo B. de Quiroz, 1622-23, See, Not. ANP. 372 REVISTA DEL ARCHIVO NACIONAL HS Ba GE URE prend’ces, Tenemos casos; tal por ejemplo el hijo de Miguel de Briarte, carpintero flamenco; su hijo, esclavo de vientre, fué puesto por el padre como aprendiz de Andrés de Verga- ta (vevino del Callao) en 1587 (27). Crist6bal Martinez, Pi- loto del Mar del Sur asenté a su hijo Cristébal, mulato libre de 20 aiios, con Melchor Martinez, carpintero, por término dg tres afios, vestir y casa (28). En 1563 la ley dispuso que cuando se vendieren tos hijos de espaitoles en esclavos so diese preferencia a sus padres si los querfan comprar para libertarlos (29). Sin duda que tal sucediera con los ya cita- dos. En cambio lo impedia a los esclayos morenos que se ca- saran con indias. Ha sucedido. Bn los legajos de “Testamen- tos’, en el Archivo Arzobispal encontranios algunos casos. Fin 1647 descubrimos el de Miguel, negro congo, esclavo de Do- fia Juana Carrasco, con Nicolasa Carrasco, india natural de Hudnuco (30). En los documentos que hemos publicado sobre la fabri- ca de las Casas para el Santo Oficio a fines de del siglo Xvi encontramos informacién bastante averea de las eondicio- nes de trabajo de estos morenos, tanto horros como esclavos. Con respecto a estos tiltimos son alquilados por dia para ser- vir como jornaleros en diversas tareas en las que resulta- han provechosos por su fuerza fisiea. Por lo comin los ve- mos como aserradores 0 albafiiles de obra gruesa. Pero en Ja obra, se juntan como en enjambre los libres y los esclavos, ‘aun cuando figuran en las planillas algunos indios; son los menos. No parece haber mayor distincién entre unos y 0- tros; y los jornales que se les paga no som por la raze (87) Fol, 263. R. Gémez de Baeza, 1587. See. Not. ANP. (28) Fol. 321 vta. Castillejo, See, Not. ANP. (29) Recopilacién de las Leyes de Indias, Lib. 77. Tit. 57. Ley. 6. (80) Logajos de Testamentos, 9/n. Siglo XVIL Arch. Arzobispal do Lima, LAS BELLAS ARTES WN EL VIRREYNATO DEL PERG 373 sino por la eficacia y rendimiento. D2 esto trataremos mAs adelante. Pero como hemos hablado del indio artesano que se entremezcla con estos morenos en algunos trabajos debe- mos dat a conocer aqui uma nota que resulta mayor de sig nifieancia. Por lo menos asi lo consideramos dentro del marco de nuestro trabajo. Se trata de la que D. Juan de Sa- racho hace! en la carta de pago que otorga a D. Diego de Aramburu por el salario de su negro Amador, el cual como jornalero comin esté ganando cuatro reales diarios ayudan- do al maestro Esteban Gallego en su trabajo de yeserias en Ja Sala y el Secreto porque no era bastante el servicio del indio para esta obra (31). Los hechos menudos de la préetica mostraban como las proposiciones del P. Las Casas eran exactas en esto de la re- sistencia y vigor, y justificdbase asi su doctrina pragmética. En la historia de nuestra artesania hay muchos casos que evidencian la prefereneia referida, Y en el eurso natural de Ja seleceién descubrimos ffcilmente esta affinidad. El in- dio, lo decimos una vez mAs en esto de la artesanfa, se dedic6 a oficios més delicados y propios de su temperamento; y su capaeidad y fortaleza; oficios més suayes que reclamaban pa- cieneia y minuciosidad. Los vemos ocupados en obras suntua- rias: en el dorado, la ensambladura y talla de madera y la pintura. Las labores gruesas de la construccién, tal la ado- beria el canteo de ladrillos (excepto la canterfa), el trabajo recio de la carpinteria llamada entonees de lo blanco, y par- ticularmente el aserrfo, fueron dados a los negros, por la co- mrin a los esclavos. En las provineias el esclavo negro era empleado en estas labores aun cuando el clima no favorecia, su presencia en algunos lugares altos, en donde el medio (1) Documentos en Legajos Inquisieiin, Sec. Historica, ANP, ‘Véase de Emilio Harth-terré y Alberto Marquez Abanto, Las Casas del ‘Tribunal de a Inquisicién, Rey. del Archivo Nacional del Per, Tomo XXIL, Entr. 1. 1957. 874 REVISTA DEL ARCHIVO NACIONAT, geogrifico y la contextura del indio aborigen eran concomi- tantes (32). Un documento acerca de las obras de conservacién del puente colgante de crisneja sobre el Rio Apurimae, en 1590, es igualmente. revelador en este sentido. Por una Real Pro- visién se dispuso la compra de un centenar de negros para sustituir a los indios de mvita obligados a la reparacién y cui- dado del puente. El clima, y la rudeza de los trabajos, in- convenientes para muchos de estos indios conseriptos en las provincias aledafias, causaba entre ellos enfermedades y muerte. Don Garcia Hurtado de Mendoza dispuso entonces la compra de esos negros con el dinero de las comunidades indigenas con la condicién de que al término de los trabajos pasaran a ser propiedad de aquellas. Disponfa igualmente Ja Provisién que el tercio de estos esclavos fuesen mujeres — y se explica las buenas razones que el gobierno tuvo para ello — y el fruto de los contubernios, el multiplico, pasase igualmente a ser propiedad de la comunidad india (83). Del eximen de las cuentas que se Ievaron durante la ejecucién de los trabajos de construccién de las Casas del Santo Oficio, aparece, como tenemos dicho, pocos indios tr Dajando en ellas, Pero el jornal se equipara para unos y otros. Conviene hacer esta indicacién aun cuando nuestra (82) En el concierto celebrado con el maestro Sebastifin Martinez, para la reconstruceién del Convento de la Merced, en ol Cuzco, a raiz del terremoto de 1650, el P. Juan Riquelme exigié en 1651 que el maestro ha de ensefiar a los indios y negros el arte de picar piedra, Doenmentos de Arte Cuzquefio publieados por Jorge Cornejo Bouron- cle en la Revista del Archivo Histérico del Cuzeo, No. 3 (1952). (83) Emilio Harth-terré y Alberto MArquez Abanto, El Hist6- rico Puente sobre el Rio Apurimac, Revista del Archivo Nacional del _ Perf, Tomo XV. 1961. LAS BELLAS ARTES EN EL VIRREYNATO DEL PERG 875 * investigacién no versa particularmente sobre los jornales que se pagaban al indio artesano; pero aqui si en un parale- lo que establecemos sumariamente como indispensable pa- trén de equivalencias sociales. Felipe Chumbi (febrero 1591) recibe 8 reales de jornal por su trabajo en la Sala de la Audiencia, a igual que un buen esclayo aserrador (que al- gunos solo aleanzaban cuatro). Los maestros eriollos como Luis @émez, Francisco Salazar, Juan de Aguirre ganaron hasta 16 reales (dos pesos) y, vemos que a Pedro Ruiz de Vega, moreno albaiiil se le paga igual jomal, A Diego Gar- cia, indio carpintero, por ocho dias, se le dié de jornal dos pesos (de a nueve reales) equiparindolo asi al maestro es- pafiol. Otro indio, Marcos, cantero (1585) cobré un jornal de ocho reales diarios por labrar piedras; y Martin Tacuxi, igualmente indio albafiil un, jornal semejante. Vemos pues que por lo comfin un pedn esclavo, sin oficio especializado, cobraba cuatro reales de jornal, hasta ocho en caso de ser aserrador; un indio albafiil ocho reales y como maestro has- ta diez y seis reales al igual que el artesano espafiol; pero también diez y menos segiin su capacidad. ‘Adelantémionos aqui a un ex4men valorativo acerca del eselavo. De su precio y de su rendimiento erematistico cuando era alquilado. Un buen esclavo con oficio podia va- ler corrientemente 500 pesos. En 1554, Alvaro Correa, alba- fil, vende uno a Hernén Gonzélez en 400 pesos (34). En 1557 el carpintero Antén Rodriguez vende el suyo, incluyen- do en la venta la madre del esclavo de edad de setenta afios, a Baltazar Guillén en 500 pesos (35). Bn 1560 el carpin- tero Francisco Ruiz vende el suyo — que es natural de Je- rez de Badajoz — al carpintero Alonso Gémez en 325 pesos det plata ensayada que eva el equivalente de 470 pesos de a mue- (4) Fol. 187, Bartolomé Gaseén, 1554, See. Not. ANP. (85) Fol, 460 vta, Lorenzo Martel, 1557. See. Not. ANP. 376 REVISTA DEL ARCHIVO NACIONAL ye reales (36). Una Provisién de Carlos V en Madrid a 25 de Febrero de 1580 seiialaba el precio de los esclavos; en 100 ducados (un ducado equivalfa a once reales y medio de ve- lin) para las islas de Cuba y Puerto Rico; 110 en Nueva Bs- pafia; para el Perit y Rio de la Plata, 150; y hasta 180 para la Capitania de Chile. Pero como veremos estos precios te- nian muchas variantes segiin la calidad del mismo esclavo. Los que acabamos de sefialar para las transacciones en Lima se mantuvieron en promedio durante el iiltimo medio siglo XVI; pero descubrimos tratos con precios mucho mayores. Bn 1599 dos esclavos de casta bafiol, de 25 afios, albaiiil y carpintero respectivamente, fueron vendidos por D. Geré- nimjo de Silva en 1000 pesos cada uno (87). Los previos promedios del siglo XIVI mejoran en el siglo siguiente. Al- canzan hasta 600 corrientemente, pero debemos tener pre- sente que la moneda se ha desvalorizado y el peso es ahora de ocho reales (38). En 1649 cl carpintero Juan Rodriguez compré uno, Gaspar Angola de 25 afios, en 630 pesos (39). Por 860 pesos se vendié al albaiiil moreno, esclavo del Inqui- sidor D. Luis Osorio de Lodio (40). El Contador D. Pedro de Santisteban, vendid el suyo en 1665 por 904 pesos (41). Encontramos precios altos ya desde 1620. No es de extrafier- nos la calidad de trabajo y su capacidad fisiea cuando se pagaban tan elevados precios por gentes del oficio, Sebas- tién Rodriguez, maestro de carpinterfa vendié uno de los su- yos al Convento de Santa Clara Inego de haberlo adiestrado ‘en quehaceres menestrales. ie pagaron 1000 pesos por él (86) Fol. 776, Juan de Padilla, 1560, Sec. Not. ANP. (87) Fol, 1182 vta. Gémoz de Baeza, 1599. Sec. Not. ANP. (88) Manuel Moreyra y Paz Solan, En tomo a Dos Valiosos Documentos sobre Potosi (Los Quintos Reales y las Pragméticas Se~ erotas sobro Ia Moneda). Lima, 1953. (89) Fol, 108 vta. Luis de Escobar, 1649-59. See. Not. ANP. (40) Cnentas de D. Juan Castilla Benavides, Legajo 54. Tribu: nal de la Inquisicion, Sec. Hist6rica, ANP. (41) Fol, 651, Gregorio de Herrera, 1665. See. Not. ANP. TAS BELLAS ARTES EN EL VIRREYNATO DEL PERG v7 (42). Uno de los mas altos precios que hemos encontrado para estos esclavos capacitados es en la venta que hace cl Me. carpintero Joseph Lorenzo Moreno del suyo nombra- do Ignacio, criollo de 25 afios. El Capitin D. Juan de la Dagan pagd por é1 1300 pesos (43). E] rendimiento de un esclavo era igualmente vario, Ya hemos visto como algunos retribuian a sus patrones hasta ocho y diez reales diarios en el siglo XVI, Usto significaria um rendimiento bruto del einenenta por ciento de la inver- sién. Considerando el costo de la alimentacién, que en ese entonces segtin algunas planillas era de un real y un cuarti- Ilo hasta un real y medio, la proporeién se reduce en mucho, que junto con los riesgos de enfermedad y muerte, hacian del esclavo una pieza de consideracién. La equivalencia mas adecuada sera sin duda la compa- racién de su costo con el jornal comfin. De este modo un es- clavo equivalfa en el siglo XVI a un millar de jornales si con- sideramos el de un jornalero comin y para el precio prome- dio del esclavo. En el siglo XVII el jornal del peén no hax bia variado; un oficial podia ganar hasta doce reales y muy excepcionalmente un excelente maestro dos y medio pesos diarios por los dfag que trabajaba de modo que la relacién sigue siendo la misma que en el siglo anterior. Por otro Indo Jo que se refiere al costo de 1a comida el trabajador comtin li- bre, con un salario de 30 pesos al afio, recibfa en la Sierra si era indio o mestizo un real diario para carne mas un ‘“raqui” de maiz (44). En algunos asientos es especifiea un real en (42) Fol. 1300, Juan de Valenzuela, 1620. See. Not. ANP. (43) Fol. 534, Gaspar de Quesada, 1657, Sec. Not. ANP, (44) Raaui, “Barreno, 0 tinaja boquiancha (de) medida como media hanega (fanega) y os de barro’ (Vocabulario de Ia Lengua Que! ehua, Diego Gonailez de Holguin). Media hanega de 4ridos, sogun el marco de Castilla es aproximadamente 27 litros y medio de capacidad. 3878 REVISTA DEL ARCHIVO NACIONAL plata para la racién de los arrieros. Aun cuando los precios de los esclavos comunes habfan aumentado, la relacién con el jornal segairé aproximadamente la misma para los efectos de nuestra comparacién de lo que costaria un esclavo — 0 una maquina hoy — si multiplicamos el jornal bisico de un obrero no especializado, por mil. Y asi podemos juzgar que la adquisicién de una pieza de éhano entonces no solamen- te no estaba al aleance de todos sino que ignalmente recla- maba cuidados particulares para evitar su pérdida irrepara- ple o su invalidacién. Su valor provenia, ciertamente, de la necesidad, de sa ntilidad. $u cuidado era igualmente una consecuencia de ello, Esto nos descubre la realidad econémica y social: al es- clayo se le pagaba, o se pagaba a su amo su equivalente en rendimiento; era un objeto y st utilidad se podia igualar fiduciariamente a la produceién del hombre libre. ‘Algunos ejemplos documentarios nos ilustran, para el siglo XVII la renta de un jornalero esclayo 0 lo que uno Ii- bre estimaba sn tarea en el obrador de un oficial criollo. Bn 1656 el escribano D. José de Ovalle alquila por dos afios a su esclavo Diego Malamba aserrador por 10 pesos men- suales (esto resulta un promedio de euatro reales diarios) (45). En esos mismos afios, el alarife Pedro Fernindez de Valdez se concierta con Diego de Rojas, por 6 reales al dia como su oficial de albafil y por tiempo de un afio (46). En otros casos, y conforme a la habilidad, la retribueién era mayor; y hasta pudiera parecer exhorbitante. En la rein- yindicacién que hace el maestro de pintar cuadros Francisco Consideréndose unos veinte dias de trabajo al mes pues muchos eran los dias feriados y festivos, en cada uno, Segin el Sumario del Concilio de Lima, 1583, eran 66 los de cumplir para los eriollos. Los indios tenian hasta 90. (45) Fol, 876, Gaspar de Quosada, 1656, See. Not. ANP. (46) Fol, 1067, Gaspar de Quesada, 1055, See. Not. ANP. TAS BELLAS ARTES EN EL VIREEYNATO DEL PERG 379 Gareja, vecino de esta ciudad, exije que D. Hernando Mer- cadillo, en el asiento de Huaneaveliea, le pague cuatro pesos diarios por cada dia del afio y medio que, desde que sé habia fugado, lo habia cobijado, Mercadillo por el jornal y aprove- chamiento que como tal oficial pintor me valia su trabajo (47). Debemos decir que estos esclavos pintores, eran algunos Dastante competentes. Sefialamos el caso de Andrés de Lie- Dana, moreno esclavo de D. Francisco de Liebana quien en compaiifa de Diego de Aguilera, Francisco de Hscobar y Pe- dro Fernfndez de Noriega, pinté los lienzos de uno de los euatro lados del claustro grande de San Francisco, represen- tando la vida del Santo, en competencia con los otros tres criollos (48). Un estudio muy prolijo que hemos Ievado a eabo sobre el costo de algunos elementos indispensables y otros necesa-~ rios, nos revelan una informacién suficiente para algunas conelusiones inmediatas, y nos conceptiién lo que significaba una adquisicién de este género, 0 lo que representaba el es- fuerzo jornalero para conseguir los medios elementales de subsistencia. Expondremos solo las cifras tiltimas de nues- tros céleulos para evitar una engorrosa y dilatada explica- cién que no tiene cabida en estas paginas. Nuestra compara~ cin ge basa en el precio del pan elaborado, que a juicio de un sociélogo peruano, D. Joaquin Capelo, es el primer ar- Hioulo de la vida (49). Hn 1599, el kilo de pan vostaba alre: dedor de 28 marayedis, o 3 cuartillos (el cuartillo era mone- da equivalente a 8 y medio maravedis). Cotejada esta can- (47) Poder, Fol. 1054, Pedro Diaz de Zérate, 1628. See. Not, ANP. (48) Fol. 741, Pedro Pérez Landero, 1671. See, Not. ANP. Hste do- cumento ha sido publicado por Lohmann Villena en la Rev. Histériea, Lima, Tomo XIV, Ent, II. (49) Joaquin Capelo, Sociologia de Lima, Lib, Galland, Lima, 1895. Comentario sobre la harina y el trigo, Cap. V, part. IIL, p. 162/63; sobre los salarios y jornales de oficiales, Cap, I, part, I p. 37; sobre cl precio del pan, Cap. ILL, part. IV, p..94. 380 REVISTA DEL ARCHIVO NACIONAT, tidad con el jornal de un pedn, necesitaba este trabajar dos horas y evarto para obtenerlo (el jornal era alrededor de do- co maravedis por hora de trabajo y de doce horas Ta jorna- da). Una situacién anormal, de crisis econémiea por el blo- queo, maritimo se produjo a fines de la primera veintena del siglo XVII que puso ¢l pan a real y medio el kilo, pero pron- to fué superada por las diligencias de la Audiencia y el Ca- pildo (50). Dos siglos después, en 1884, a raiz de la Orde nanza de 29 de Diciembre de 1883, el precio del. pan era de 20 centavos el kilo y subié hasta 24 centavos en 1895. Para el jornalero limefio signifiedbale un equivalente de trabajo de dos horas a dos horas y euarto. Como se ve no habia va- riado en nada las condiciones en uno y otro siglo. Segién ek economista francés Jean Fourastié (61), en el primer dece- nio del siglo XIX (18011810), um obrero francés necesitaba trabajar dos horas y algunos minutos para adquirir el kilo de pan. Esta es una comparacién muy interesante si la rele- cionamos con lo que se pagaba de jornal al obrero, libre o

You might also like