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se sul emsombria. Cuando me se conta la puerta nel banguito verde yoy sabia er, ex bir apenas, pee abora que enconiré eo de sombria puedo decir que esa escuela eva ast, exe grado era techos, todo pintado Irene Gruss lacie den gris yun amavile act Sominio, td loner, esl palabra purest Desde las entradas de un diario fntimo y los re ‘cuerdos de la infancia se despliega tna historia de pa fragmentos hilvanados a partie de la mirada ino- ‘cente pero precisa nunca ingenua— de una ni- fia que abriga el deseo de escribir. En Una leera familiar, el registro y la memoria de los primeros afios de escuela, la actividad poli tica de los padres, los cambios familiares y socie les, el dolor de las pérdidas y de los primeros amo- res van moldeando poco a poco una bisqueda personal de belleza en la que Irene Gruss, una de las voces ms notables de Ia poesfa argentina con- tempordnea, pone su aguda percepcién esta vex servicio de un relato que entrelaza la ficcién y la sombre: las paredesaltas yl ngabrgsetse at © BNOLALUNA frsou7S1 108321 Clivonu! LUNA LETRA FAMILIAR, Irene Gruss UNA LETRA FAMILIAR ‘BAJOLALUNA ROSANA GUARDALA Grass, Irene ‘nue aia - 3 - Baer Ai: Bajo La Las, 2007 fopranset3s em, ss gy 9108-32-1 1. Naa Augen Talo Opa © lene Gras {© bsj le ana, 2007 je Aaa Tl 988 2° C (Crig7ABB Borns Aes, Replica Argnina ‘wl com sso 978-987-9168-5241 usta hecho depo que eee a ey 11.733 Tings en Arena “adr ets sin pened ei ‘Mi agredecimien into «Hobe Uhre ya Gute Rodriguez Ala per den padi como som ‘y desu madre como la orm 1 nombrade Breruciads _ytnda ls verones ‘denna mina, que no puede prsir te Lae Seer Por gud ecabao sempo crmamente ini! ‘act lgar ye dpa y precipita on oe? WG. Seman eR aca ist La etna de mi padre me gusta no porque el traz0 sea se- solamente, es pausado. El abarrotaba el papel de notas, posdatas a cada uno cescritas a los costados, en cada borde o espacio en blanco ‘que le quedaba. «Decile a J que estoy bien, que no se preo- ‘cupe y tate de vender su alma al diablo lo més pronto posible, asf se divierte de una vez en la vida.» xMe olvidé cde poncrle a Mamita en la ilkima que no puedo darle las, rosas de siempre para nuestro aniversario, pero, mi amor, aqui van estas palabras como rosas para vos.» «Estoy cosiendo una sorpresa para mis queridos. Eso me mantie- ze concento, Aqui en el pabellén somos todos artesanos.» No sé cémo hacia para que le entrara todo en una 0 dos hhojas con esa letra y ancha. Mi hermano dibuja Ia letra y redondea: como si se cansara de pensar o que a imitad de camino se aburriera —levanca la lapicera y pone cara de para qué sirve todo—, ahi se manda un resoplido con la boca y pone un final: «mi amor todo tuyor: «y asi serd siempres; wen la sal del mar y en la-aventura del vien- ton. Aunque es menor que yo, ély mi padre me ensefiaron lo que es escribir carts-como la gente. Mi madre también scribe hermoso pero se la pase diciendo «Ay, si estuvieran aqui conmigo», como si ella no escuviera fenémeno adon- de sea que se va. La lewra de Selva, mejor no hablar. Dice que es porque no le gusta, que lo de ella es el dibujo. Pero bien que en la escuela todo le sale perfecto. Qué hace entonces, disimula? Af los que més me gustan son los que escribfan con esas plumas largas de péjaro o de ganso, hasta me imagino el trabajo de apoyar y que no se les rompiera la punta. Porque para e50 si que hay que saber escribie, me decia hace un ‘montén, cuando era més chica. sas liminas japonesas que ajo alguien... la textura del papel parecia una cartulina rugosa, de esas importadas carisimas. Ah{ se vela bien el trabajo de apretar con la pluma y la delicadeza como cargaban latinta china (zchina 0 japonesa?) y les sala sin que se cortiera nada. Debe ser por eso que mi padre tiene esa lapicera negra, Ja Parkers a él también le gusta mirar las letras distincas Pero a mi hermano le pueden poner un cascote encre los ddedos y escribe igual de bien, le da siempre lo mismo. Yo lo envidio porque cadz vex que me toca ir a fa librerfa a comprar una lapicera no termino nunca de elegi. Le rayo las hojas de los blocks al vendedor para probar todas y me voy llevandome algo que todavia no me convence. Lo que yo me ij, principalmente, es si voy a tenerlecarifio yvice- versa. Porque sila pluma fuente no encaja bien en fa mano dena, con un calorcito tinico, cémo se va a escribir si no. Mi padre nunca cambié su Parker; hasta la usa para los pagarés que hace en la muebleria. Yo ahora no salgo si no guardo [a que més prefiero en la valija. En la escuela me ‘mando la parte de que no me importa nada que no sea mi lapicera. Qué van a entender. Yo Me ACUERDO cuando una vez 2 la tarde no fuimos 2 la playa porque mi abuelo se murié en el jardin de adelance Estaba jugando con él a subirnos a las rejas de la ventana, y de repence él se eansé y me dijo que iba a dormir una siestta. Yo estaba parada junto al rosal, entonees él vino y se acost6 al lado mio para dormirse acompafiado. Pero vino mi madre y la abuela Sara saiay entraba de la casa 2 los gritos haciendo un escéndalo que no entendia. Lo van a despertar, me decia yo, esté lo més ranquilo y lo escin rmolestando. Y a mi me sacaron del jardin y después no pudimos ir ni a los médanos. Me gritaban que me quede quiera y callada. Y mi abuelo se fue, porque yo no lo vi més. Y ahora cuando me pregunean digo que se murié ala siesta. Ni él ni yo nos hicimos problema. Estaba tan tran uilo, y ellos vinieron y lo jorobaron todo el tiempo. Lo taparon con una lona grande que levébamos 2 la playa para acostarnos todos juntos ya mi me decfan que salga de ahi, no ves, que vaya a la:cocina. ¥ no lo vi més. Nia mi abuelo ni aesa lona tampoco porque dijeron que no servi, que estaba vieja ‘Me vor a la calesia, Ella me grita que no puede, que hace la sopa. Grita y corta la zanahoriay el zapallito hasta que saltan al piso. Yo le pido que vayamos ala calesita pero se cnoja peor. Bajé sola la escalera yen la vereda doblé y segut caminando por la via muerta del tranvia. Es més indo por ahi porque el pasto se mueve debajo de las zapatills ‘Arranqué esas flores ils del costado y me fui chupéndoles el allo verde Cuando llegué, el caesivero estaba del lado de adentr. Le golpet la rejay slid. Me pregunta que qué hago y yo le pregunco que a qué hora va a abrir. Falta, dice, falea. Dice ‘que son las diex todavia, entonces me siento. Yo espero, total... Espero tranquila. El érbol mds alco se mueve y las hhojas me hacen cosquillas en los ojos con la luz, asf que a cada rato tengo que bajar las pestafas y la cabeza. Los caballos y la carroza y todo esté tapado con la ona ‘Cuando se levante, corro y me subo. El calestero silba y ‘me mira, Agarré la campana de madera de la sortija y se puso a lustrarla. Yo miro para otro lado pero creo que falta poco. Le pregunté la hora y me pregunta qué hago acd tan temprano. Le cuento que ella est picando la sopa y no tenfa tiempo. {Falta mucho?, le digo. A cada rato se rie y dice que falta. Al me pongo triste y mizo l Lona. Levanto los coquitos de los eucaliptos y hago que juego. Ahora tengo hambre y me siento y me aprieto la bariga. Espero. Levaneé la cabeza y miré el sol. Por la calle veo un auto negro que se para y ella baja y me lama a los gritos antes de bajase, asomiada por la ventanilla. Me dice que me an- duvo buscando en toda la casa, por todos lados, que me quede tranquila asf sentada, Ella me abraza y llora. Yo no Je creo porque me agarra muy fuerte, no como si me estu- vera retando pero parecido. Que le prometa que no lo voy a hacer més, que 2 la tarde me trae pero que por favor no le haga ms esto. Me compra un pirulin y no le creo. ‘Volvemos a casa y subo la escalera yo primero. Desde abajo hay olor a sopa rica, la que ella hace. ESTOY EN EL ESTUDIO. La abuela Sara me puso una ban- queta a un costado asf miro tranquila lo que hace. Aci no tengo que hablar y tampoco me dan ganas porque entra tuna luz linda por ef ventanal y la abuela canta suavecito smientras prepara el yeso y se enjuaga las manos y wuelve 2 agarrar Ia espécula, La modelo es una sefiora grande y se queda quieta como yo porque la abuela le pide que se ponga ast, con la luz que le da de costado. La abuela Sara se re siempre, no se enoja nunca. Cuan- do hacen tun descanso, nos lleva ala modelo y a mf la co- cina y prepara gajos de manzana para cada una. Reparte los sajos y abre grande las manos; después vuelve lo que hace como si nada le pesara,liviana va. Yo mio y a veces no veo la hora de que termine porque al final viene lo més lindo: Ja modelo se baja de la tarima, me viene a buscar y me levanto y las tres comemos frente al ventanal unas naranjas rellenas con esa crema rica que mi abuela hizo a la mafia- na. Se tie y la modelo y yo tambien. Es lo mas lindo por- aque la uz nos da a las tes juntas y da ganas de ponerse a bailar. La abuela a veces pone un disco y nos ensefia a bai- Jar chacarera o zamba. Me gusta cuando se enjuaga las manos, se las seca con el erapoy el olor le queda igual, una rmexcla de olor a yeso con ese perfume que tiene siempre. Casi no me taen a esta casa pero es lo que més quiero; no hay euido, LLAARENA es més pesada aquf que en la playa. Pero subir los imédanos hasta esta loma me gusta. Ah{ viene el verde, ahi se-va, empieza la loma. ‘Me senco en la arena y me acuest, as miro el cielo y todo desde artiba, hasta la zorea ab{ abajo que carga vaya a saber qué porque esti siempre vactay la via es corta y toda coxidada, no llega ni al fondo de ese pozo grande de arena; los primos y mis hermanos venimos cosriendo y unos nos ‘metemos ah adentro, y los que se quedan abajo la empu- jan, y los que estamos arriba nos morimos de risa. All lejos esti el faro gordo que avisa a los barcos. Arranco las uias de gato y les saco el jugo: después me limpio con la arena porque es més pegajoso que mi abuela. :Para qué vas sola al médano? —me pregunt6 mi madre ayer y anteayer tam- bbién—. :Por qué no te quedés con Selva, que es mds gran- de? Y yo me vengo aunque me cans las piernas y me lst- ‘me con los yayos. Apurada y sol, yno tengo miedo ni fo Selva me ensefié el otro dia una oracién que dice «El viento ulula», Me la pasé diciéndomela porque es linda y cs la verdad: el viento ulula y aqut artiba hasta la arena ulula, A-mi madre le da miedo por el frio porque justo subo cuando vaa bajarse el sol. Yo estoy alta y lo miro bajar tan despacio... Ah{ empieza a ponerse todo blanco, hasta el pasto del mismo color; el are tiene un color rarfsimo des- pués de lo dorado que se pone antes de que el ol se muera, ‘cuando no aparece més. Yo ime quedo quieta, casi ni respi- ro hasta que lo tapa un médano, FuELA Vez que lo vi en calzoncillos. La impresién que me dio verlo ast y llorando con una congoja, todo, la primera ver que lo vias —Cerrd la puerta, cerrala, por favor —le dijo a mi madre y corti a sentarse en la cama de espaldas haciendo «que miraba la ventana. Y mi madre me mix6 entonces con tuna cara medio de perro y ceeré con lave Pero seg llorando tan fuerte. Antes de que mi madre cerrara la puerta lo vi agachado agarréndose la pelada, y aplaudia y loraba. Eso es la desazén, digo ahora que me aprendf a palabra. Después me contaron que fue cuando se muri la abuela Sara, y yo era chica, no sabia Mi padre era feo en calzoncillos. Me di media vuelta y ‘me fal jardin, Eran como ls ocho, casi de noche, pero me fai igual, asf los mosquitos me comieran crida, no pensaba entrar a la casa hasta que no oyera que dejé de llorar. Blanca era la camisea y el calzoncillo a rayitas grses,ftsi- mo y largo, no°era como su trae de bafio azul, era otra ESA ESCUELA era sombrfa. Cuando me senté contra la puer- ten el banquito verde yo ya sabia leer, y escribir apenas, pero ahora que encontré eso de sombrla puedo decir que ‘sa escuela era asf, ese grado era sombrio: las paredes alas y los techos, todo pintado al aceite de un gris y un amari- Io caca. Sombrio, ésa es la palabra. Por eso me sent{mal desde el primer dia, lejana. El resto de los chicos parecfa estar lo mds bien. Hablaban con la smaestra como si nada y la maestra para mf también estaba ppintada como las paredes. Le brillaba la cara gorda y el rouge le hacia la boca més fea. La ofa toser y queria irme de la impresién. Cuando la maestra me pregunté el nom- bbe y dijo «Veni, senrate con los demise, dejé el banco como quien se va de su planeta a sentarse con marcianos. APARECIERON unos tanques por Ia avenida. Los tanques son peores que el viento cuando quiere romper todo. Pasan yy hacen un ruido que tapa hasta los ofdos. Mi madre nos agarra como abrazindonos y nos tira a Selva y a m{ por ais del tapado, Mi hermano se escap6 cortiendo y volvié llorando. Ella lo levanté en brazos y se puso a gritar @Ase- Selva se re de nervios y yo me asusto por los tirones. Ahi me doy cuenta de que mi madre también esté nerviosa; lene dsperas las manos y estén sudadas. Cuando llegamos, casa le pide a Selva que ponga Radio Colonia, asi se ente- ra mejor. Con la cartera todavia colgada del hombro, aga- sacl telefono y lama a la tia Aida. Gritando dice: «Aida, no sabés. Qué cosa?, zlibertadora, qué libertadora? ;Dios iol, hay que terminar esos vestdos, mafiana mismo ter- rmino las costuras y te veo: Chau». Y yo sé que hablan de algo que no es es0. {Qué vestidos, si ella no cose y tiene la ‘méquina de Ia abuela Sara de posaflorero. Ahora dice que vayamos a jugar al jardin y eso quiere decir que se va a poner a anotar unos papeles que siempre terminan en el ceesto. O se le eaen o los tira hechos un bollo. En el jardin agarré un palito para dibujar las letras en la tierra del can- tero pelado pero no tuve ganas. Todavia me hinchan los tirones, como si taviera el tapado puesto y stuviésemos en Ia avenida, ‘A la hora de la cena mi padre casi no hablé. Coman, decia ella nada més. Mi padse puso un disco, tiene cara seria 0 de enojado, si no, no hubiese puesto esa miisica Igual, el ruido de las cucharas es més fuerte. Comemos mirando el combinado. Yo ME ACUERDO aunque fuera muy chica de cuando mi padre estwvo preso. Me acuerdo porque fbarmos los domin- {0s y Selva corrfa como loca por los pasills y mi madre la atajaba para que no hiciéra bochinche. Ella hecia su famo- sa torta de limén, y 2 la entrada nos tevisaban a Selva y 2 smi, ya mi madse aparte, con mi hermano a upa. ¥ mien- ‘ras nos tocaban unas gordas horibles, otras desarmaban la torta. «Es la rutina —declan—, a ver si estos comunistas ‘taen algo raro.» Eso decfa una gorda pero otra le contesta- ba que no, «los del comunismo en eso se portan bien, los peores son los otros, los del pabellén 4, esos s{ te jodens. Mi madre miraba las migas y las juntaba en su pafiuelo para la cabeza, uno que era marrén con cuadrados verdes, de seda vieja, Selva se la pasaba corriendo de un lado a otro ‘como si estuviera en una plaza. En el pabellén estaban con- tentos, nos convidaban con mate y con pedacitos de torta, alfajores todos aplastados, y al final dela visita sonaba un timbre mds fuerte que el de la escuela, uno que no termi- naba nunca, y ahf mi padre nos daba unos monederitos de sisal que habia tejido en la semana, y nos acariciaba la cabeza y las manos como si fuera la ilkima vex que nos vela, Esa cara que ponfa no me la olvido; no era que estu- viese triste ni serio, era‘otra cosa que me dejaba la boca seca y no la podia cerrar; se me secaba la garganta y queria irme ‘pido. Tenfa ls manos clientes del Bran Metal que habia en el pabellén. Hasta me acuerdo del humo que sla cusn- do secaban las toallas. Mi madre dice que es increfble que me acuerde tan bien. Pero yo me acuerdo hasta de cuando ‘ra ms chica todavia; yo tengo una memoria de jabalt Lo BUENO de irnos al patio de atris era cuando nos junté- bbamos Graciela, Cristina y yo a hacer que éramos monjas. (Cada una trafa un paftuelo del padke, porque los de mujer zo sirven ni para los mocos, y nos lo poniamos en fa cabe- asin atarlo ni nada. Ah{ mirdbamos el cielo y cada una era cada cual. Yo me sentia una monja especial, como si Juana de Arco estuviese vestida de nionja, Cuando llegaba diciem- bbe empezaba a sentirme sola porque ya no habia clases y el calor era para morirse hasta el otofio. Una vez.me invitaron una comunién. Yo siempre mirando de lejos la festa. A mi compafiera de grado Ie hicieron un vestido que era més de ‘monja que de comunién, pero igual quedaba linda. Yo casi ro comfa aunque tenia un hambre loco. Todavia me dura- ba la bronca por lo que habia dicho mi madee la noche ances. Le pregunté con furia por qué no podia tomar la comunidn, y ella estiré el cuello seria y me dijo: «Porque nosotros creemos en el Hombres. Asi con maytscula, por- que no era el hombre vulgar y silvestre como mi padre 0 cualquier vardn, aunque yo no entendiera qué tenia que yer éso con tener un vestido para la comunién; el Hombre era el ser humano, y que Dios no existiao estaba para enga- far a a gente. Pero a la fiesta podia ir porque eran amigas del cole ‘Cuando terminé la fiesta, me dieron un souvenir y una masita, Siempre elijo de esas que tienen anicar blanco y rosado porque parecen medio tristes como yo. Al llegar a casa mi madre me pregunté cémo estuvo y yo de bronca no le contesté nada y me fui derecho ala pieza. Selva seguia cestudiando para el examen de francés y no me hablaba. Me metf en la cama y sofié que yo era Juana de Arco toda de blanco. Cristina me dijo que si queria cuando fuera gran- de podia tomar la comunign, pero que la macana era que de grande es sin vestido. ‘Veo LA Luvin. Desde esta ventanita, la mejor de coda la casa, apenas veo entero el mandarinero y el costado de los Tiris. Ac vengo a estar triste, No como la dentadura pos- tiza de mi padre. La pone en una taza en la mesita de luz y se duceme la siesta. Cuando yo me muera no quiero ser ‘como esa taza nila dentadura puesta ahi. Estar triste es dis- Tinto porque es algo hermoso, no feo como eso. El cuando cduerme a veces sonsfe pero a veces no, porque estd con esa cara sin la dentadura. Se queda con el diario abierco entre las manos y a veces se le cae al piso; eso a mi y a mi herma- no nos da risa. «Miralo, miralo ahora», me dice mi her- mano, y ahf tenemos que salir corriendo porque se puede despertar y ahi mi madre nos mata Veo la taza y no me da ganas de mirarlo. Entonces me vengo ac al pieza de cachivaches del fondo. Hay de todo aqui adentro pero no me interesa nada. Me doy vuelta y sscucho mejor la lluvia. Hago como la del libro que mi ‘madre nos ley6 el otro dla, Alicia en el pats de las maravi- las, Esa Alicia es mds rara que yo. Se mete por todos lados, no sé de qué maravillas hablan, pero para mf que lo hace de seria que est. Y rodavia no entendfsbien qué le pasa, por qué es asf de sola en su jardin y en su pieza. Huérfana debe ser, seguro, me debo haber perdido la parte que lo explican, Casi al final me abut del libro y me fui a otro Jado, Hacta demasiadas cosas, ba a demasiados lados para rm, El libro del péjaro azul es més lindo. Y con ese nom- bre. Alicia parece una chica rica, con esos vestidos tan lin- dos de los dibujos. Esté parando y las gotitas chorrean de las mandarinas ‘como i las hubieran pintado encima y la pintura les cho- ‘reata. Yo no vengo a pensar. Para pensar esté el paraiso con cl jazmin del pais alzededar. Estar triste es otra cosa. Ni ‘canto ni nada. Miro el pasto y lo hago de blanco y negro ‘Como una pelicula terrible. Cuando yo me muera quiero «que todo sea en blanco y negro. Asi no se puede morir una, tiene que ser una tristeza perfecra. CON LILIANA nos metemos en el bafio de la Bobe a char- lar. Decimos que vamos a alisar el papel higiénico y nos quedamos ahi hasta que alguien nos grita que quiere entrat. La Bobe usa esas servlleticas azules que vienen cnvolviendo las manzanas. Es un papel suave y es lindo cstirarlo. Lo vamos poniendo arriba de la madera que la Bobe tiene al lado del inodoro. Una se sienta ahi y Ia otra se apoya en la baftadera. Mi madre y la tia Aida gritan para que salgamos y no les hacemos caso, Liliana quiere ser artista de reato y yo le digo que todavia no sé. Cancamos en secreto as{ no escorcha nadie. Qué suerte tener una prima asi que teentiende todo, hasta cuando nos peleamos ppor quin quiere ser Siss{ la emperatriz y quién va a ser la hermana, después nos ponemos de acuerdo y jugamos lo més panchas. Con Selva no puedo ponerme de acuerdo ‘nunca; no es una hermana, un caballo es. 2 EL SOMBRERO de mi padre es el mis elegante de todos. Cuando vamos a lo del Zeide y la Bobe por Péaj 0 Rosh Hashanah, cualquiera, es el que tiene el sombrero més lindo. Los demés, salvo el Zeide, llevan uno gastado, 0 se Jo ponen de lado, a lo guapo 0 a lo pobre, sin que les Jmporte la ceremonia. Yo creo que por ahi pasa el asunto. Mi padre disimula mejor que todos que no le importa la seligidn. Peto los tos hacen muecas y se rien de costado entre ellos, 0 nos miran y nos guifan para que hagamos como que nos importa o que nos tentemos, y la Bobe se enoje y vaya a la cocina con cara de wal que siga hinchan- do le coca menos sopa». Con Liliana nos la pasamos yendo y Viniendo al bafio o a la ocra pieza para que la risa no se nos note, pero es al cuete. Selva, en cambio, siempre seria ‘como una reina. La tileima vex le toc6 leer a mi hermano porque era el mayor de los nietos. ¥ como hablaba con la eta, el Zeide creyé que era.a propésito y lo mands ala silla de vuelta. Mi madre no sabia cémo hacerle entender que siempre habla asf y abrazaba a mi hermano. Cuando volvemos a casa, mi padre cuelga el sombrero en el coso ese que trajo de la mueblera, con unos ganchos de madera y bronce para los paraguas. Hasta la forma como lo cuelga es elegante. Con cuidado, como si fuese algo tan importance como un libro de tapa dure y papel biblia, asf lo pone. Nadie usa ese perchero salvo al, y cuel- ga su sombrero. r | | ‘Mr{ Manto me llevé ayer a lz eancha, a la popu, como 4 dice. Habia que subir por unas gradas altisimas y cuan- do llegamos casi arriba de todo, él me dijo sencate y habia aque sencarse abf, en esa especie de tablones de cement. «Esto es Boca, miré bien, miré todo» Se saludaba con medio mundo y se rela con una alegria que no le vi nunca Yo estaba como atontada por el barullo tremendo que hacta la gente pero més que nada estaba esperando al pan- chero porque Mario me habia prometido pancho y Bid. “Una festa nos vamos a dar, vasa ver» ¥ el hombre vino y todo, y mi tfo me compré pero recién en el entretiempo. ‘Asi que el primer tiempo lo vi més © menos esperando. ‘Cuando entraron los de Boca ala cancha se paré el mundo entero y yo cet que me cala porque parecta que el piso temblaba a lo bestia, y los de arriba se agarraban de los que estdbamos més abajo. «Guarda con la nena, gine, grité Mario 2 no sé quién y me sostenia muerto de risa. Yo me senté pero él se qued6 parado y hasta saltaba. Para olvidar- sme del miedo levanté la cabeza y ahi vil cancha por pri ‘mera vez, Enorme, con los jugadores como mosquitos ahi abajo, corrlan y se cafan y segutan jugando como silos gol- pes que se daban no les hicieran un pito. Ni un gol en el primer tiempo. Mario se tomé una cerveza entera y estaba con bronca. Hablaba con todos y se ve que era amigo del panchero porque no le cobré nada; euando me dio la Bids ime acaticié la cabeza y Mario sacé del bolsillo de la cam- pera un Nuestra Palabra dobladito en cuatro, le levantd la gorra y sc lo puso ahi el panchero se acomodé la gorra de vuelta y me guifié un ojo: «Boca esté que pela; gracias, cumpar, dijo y subié hasta arriba de todo. ‘Uno que se agarraba de los hombros de Mario grité de golpe: «Golazo, viva Perén, carajor. Yo me di vuelta y vi s justo la cervera que le escupié Mario empapdndole la camisa y la cara. eRajé, gorla, comunista de mierda», le dijo el tipo sacudiéndose la cami. ‘«Quedate tranquilo que cuando venga la revolucién todos vamo! a ser bosteros; and a que te la lave Evitals —le grité Mario y me agarré de la mano y bajamos como cuatro escalones—. Viste que fiesta, Boca camped, Booo, sritaba. Me dio risa y después no me costé nada llegar hasta abajo. ‘Ala sada cantamos juntos Merceditas como diez cua- dras seguidas sin parar, chochos porque Boca gané, Cuan- do cantamos juntos ¢s lo mejor de todo. Desruts de lover todo el dia le pedi ir al médano un rati- to porque se acabé el verano y el tren salfaa la noche. Mi ‘madre preparaba todo apurada y dijo que si, as{no la escor- chaba. Era cierto que casi se habfa acabado el verano, por- que hacfa fifo y medio se nubl6. Un cardo me raspé toda y ime limpié con saliva para que no se note. Cuando llegué arriba, respiré. Los médanos estaban més hermosos que todos los dias juntos yel sol se fue cayendo mas répido por que se nublaba entero l cielo, Dale —yo le pedia—, deja- sme algo para mi, sol. ¥ de repente un solo rayo, uno solo, encendié el claro de la loma. ¥ nunca, nunce me voy a poder olvidar de eso. Yo estaba triste pero cuando bajé el sol eayé conmigo casi rodando en la arena. Por eso me fi 6 contenta para siempre. En el viaje no hablé ni hacta baru- Ilo como los demés. Miraba el campo y después vino la noche y no se veia nada. Me apoyé en el hombro de mi madre y después me dejé dormirme en su falda, me acari- ciaba la cabeza, Ella es buena, La r10R del card tiene el color més hermoso. Es tan her- sos como el girasol. Penso en lo que le debe haber cos- tado crecer en la arena y encima con ese ello feo llegar dar esa flor preciosa. Cuando sea escritora voy 2 contar Estoy ENAMORADA, colorada y roja. Hoy vino un nuevo, centté diciendo permiso y yo me di vuelta para ver quién «era yera lo mas hermoso del mundo que vien toda la vida. Roberto se llama, Roberto Gallini. Lo dijo con una voz {que me impresioné porque era suave y linda. Se sent6 por el medio y yo que estoy adelante con Furtado me doy vuel- tay me asomo para mirarlo. Peor, porque me pongo mas colorada y siento que los cachetes se me hinchan mas toda- via. Por suerte la transpiracién no la puede ver desde aht en el medio. Furtado saca su pafiuelo y me earga porque tengo |a cara empapada. Me quiero moris, es hermoso. Alto y todo. {Cémo puede gustarme uno tan alto y rubio? Es raro pero me encanta, La tarada leyé mi composicién en vou alta, a todo el mundo; qué viva, tema libre pidié, lo més ficl que hay. Justo hoy, zc6mo se le ocurre haceeme pasar semejante papelén delante del nuevo divino? Y Furtado {que me mira sigue riéndose. «Muy bien, muy bien —dice la maestra después de leerla—, ojalé fuera as{ en Mate- mitica, zno? Tanipida es, de lo peor. Seguro que Gallini ‘es bueno en Matemética y esta tarada lo hizo al propio. A la hora de Desenvolvimiento, Gallini pregunté cusndo tenfamos Miisica porque él toca la guitarra y canta zambas. ;Encima cantall! Es el amor. La POESIA de Ia escuela me hincha. Para empezar, hay que ‘studidtsela de memoria, es una porquerfa porque habla de cosas que a nadie le importan, a quién le van a imporcar las rieses 0 el vergel, esa pavada.

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