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PH ae Ren YY yr ALMA Y VIDA ALMEYDA - BIOGRAFIA AUTORIZADA ‘OBRA, PENSAMIENTO Y MILAGROS DE UN IDEALISTA ‘Todos los derechos reservados. Esta publicacién no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, fu registrada en, o Gransmitida por, un sistema de recuperacid: de informacién, en ninguna forma ni por ningiin med Fatoquimice, electranice, magnético, electrodptica, por Fatoeopia ‘© cualquier oo, sin permiso previo por escrito de la edicorial IMPRESO EN LA ARGENTINA Queda hecho of deporito que pretiene da ley 11.723, © 2012, Random Howse Mondadori S.A. Humberto 1.555, Buenos Aires, www:megustaleercom.ar Esta edicidn de 15.000 ejemplares se termind de imprimir en Printing Books $.A., Mario Bravo 835, Avellaneda, Buenos Aires, en el mes de junio de 2012, piego ‘Alea y vida = te, Denes Aires: Sedarmericans, 22D pL BeIG em. (Biopentins y tetisianion) 1, Mais Jenks Almeyda ografiae | Theale A Sofia, Ail y Serena, mis tres hijas, al motor que munca me leva a decir “iw rindo® ‘Lu, que canine siempre a mnt lado y me apaya ticondicionalmente. A mis viejos, Silvia y Oscar, que me dievon la vida c hicterom tanto por mt. A mis hermanas, Silvina y Carolina, de quienes aprendiy aprendo muchisimo. A todos mis sobrinos » cuiadas. Ami abwela Mechita. A Clarits, que es vida y pura alegria A miabuelo Luis, que me guia desde donde este, A mis amigos, que me aceptan con todas iis locieras, A tados los que Dios puso en mi camino ome ayndaron a ser la persona que soy hoy, Gracias al fiithol, que me ize crecer, ine dio alegrias, gloria y felicidad. Gracias « todos los que confiaron siempre en miy alos que mo también, porqac gracias a ellos sace la fucraa para seguir adelante, ¥ un gractas « Dios, por encima de todo; jamds dejé de confiar en él, siempre respondic J me acepta asi como soy, con todos mis defectos y virtudes. (MA) A Cami y Luli, mis princesitas futbolevas y compinches de tribuna. A Verdnica, sostén de mi estructura emocional, A mi vieja, por estar siempre, y empujar siempre, A mi viejo, por enseiarme a querer el fiithal y a River A Marcela y Mariano, por hermanos y buenos consejeros. A Marta Susana, pov su ejemplo de lucha. A mis amigos, familiares y afines, que hicieron fuerza por el ascenso (por el libro), aunque no pudieran ver a River ni en la sopa. Al todos los que se bancaron mi malbamor de estas dos atias. Ya lapelotita, que nos sigue nutriendo de historias que valen fa pena ser contadas, (DB) PROLOGO (1) La vida del furbolista no es color de rosa, Mucha gente se deuiene sdlo en lo econémico pero detrds hay historias incref- hles. Yo llegué a levantar chicles masticados del piso porque mis padres no tenian para comprarme golosinas, en mi casa hacia cola para ir al baftio —y agarraba la tabla siempre ca- Jentita—, rave mucho miedo cuando me vine con 15 aiios a vivir a Una pension y¥ me mori de vergiienza el dia que en River me vieron con los baldes y secadores por los pasillos del Monumental y me reconocieron como el chico que ya habia debutado en Primera. En el fitbal sufri mi primera gran decep Federico Vairo, mi descubridor y consejero, me envid una carta documento reclamindome dinero de una transferencia. La pasé como el demonio en Parma, donde me mandaron a robar a mi propia casa, y en el Brescia, el dia que la barra brava mos apreté impunemente delante de los dirigentes. Mordi una toalla y ahogué el grito cuando, minutos antes de primer parado en un Mundial, ¢l médico me metié unos pinchazos en el abdomen para anestesiarme la pubalgia. Me deprimi al dejar el fitbol y también tuve serios problemas con el alechol: dos veces me descompuse, hubo que llamar a laambulancia y pensé que me moria. Me exploté el corazén de alegria cuando volvi al fiitbol y lloré como nunca cuando nos fuimos a la B. Lo sufri como nm cuando la muerte de un ser querido, y esa misma madrugada com- prendi que mi tnica revancha posible era devolver a River a Primera. Se me hizo interminable. No el libro, sino cste campeo- nato, Por momentos !a pasé mal. Una vez, por ejemplo, no me podia dormir y me fui a remar a las 2 de la madrugada; necesitaba oxigenar mi cabeza, No vefa el momento de que este calvario se terminara de una vez. Es algo muy lindo tener un libro propio. Yo ya habia plan- tado un arbol y disfruto con Lu de nuestras tres hermosas hijas. Me faltaba el libro. Y es gratificante tenerlo, pero tam- bigén medic loco, porque le estas mostrando tus pensamientos y vivencias fntimas a toda la gente; te abris demasiado, y ante una sociedad tan extrafia que seguro que en el fururo habra muchos que me recalcarén mis errores y melo gritaran en las canchas. ‘Conté muchisimas cosas que nunca habia hecho publicas y aunque por momentos me dio cierto pudor, o temor, porque quizas sorprenda a tantos, en el fondo no hago mas que mos- twarme tal cual soy, qué voy a andar ocultando, sia mi me gusta ser transparente? A Diego Borinsky lo conoci ¢n mis primeros afios en River y siempre valoré la fidelidad con que transcribia mis palabras en sus notas de £/ Grafica. Por eso hice el libro con 4. Aunque, pobre, terminé sufriendo mis recurrentes pro- blemas de organizacién. Es uno de los errores que tengo: de repente armo una reunién para las 5 de la tarde y en ese mo- mento me doy cuenta de que cité a tres personas distintas. Aci est el libro. Gasté pero esta. La vida del futbolista no es tado color de rosa. Mas allé del orgullo personal, me gus- taria que estas paginas sirvieran para que la gente entienda un poce mas al jugador de futbol. Pienso en Lu, en mis viejos, en mis hermanas y cunados, en mis sobrinos, en mis suegros, en mi abuela Mechita que esta, y en mi abuelo Luis que se 10 fue, en mi bisabuela Teresa que me llevaba al parque a jugar y me hacia la gamba para completar el dos contra dos. ¥ pienso mucho en mis hijas. Para ellas sera raro leer este libro porque vminarin de conocer a su padre. Se enterarin de remas que no sabian, de cémo me crié, de los errores que cometi y se- guiré cometiendo. Pero ante tedo espero que terminen de comprender que los valores que siempre les transmitf son los que me inculearon a mi y estén en este libro. Ojala les guste. A ellas y atodos. Matias Atmrypa PROLOGO (I) — Dale, esté bueno, pero tiene que ser en libro distinto, un libro fuera del sistema. La frase qued6 rebotando dos afios dentro de mi ca beza come la pelotita de un flipper. Matias la solté, con entusiasmo, en noviembre del 2009, sentados ambos en las escalinatas de su complejo de Benavidez atin en obra, ya finalizadas las 100 preguntas de El Grdfico. No imaging ese momento que su mirada fuera tan revolucionaria: hacer una biografia en la que el protagonista relate sus vi- vencias y pensamientos, sin el protagonista relatando sus vivencias y pensamientos, era realmente un libro fuera del sistema. Una pileta sin agua. Una bicicleta sin ruedas. Mas © menos asi. Después del puntapié inicial, en dos alos (2010 y 2011) nos encontramos s6lo cuatro veces. De veinte llamadas, lo enganchaba en una, De diez mensajes de texto, me de- yolvia dos. Llegué al extremo de hablar con él una ma- fiana, combinar para vernos esa misma noche, llegar hasta la guardia de su barrio cerrado y chocarme con la respuesta del encargado de seguridad: “Almeyda no esta” jzCémo no esté?! |No puede ser! Puede. Mas de una vez volvi a mi casa entre ofuscado y dolido, pateando piedricas ¢ imporencia, y me descargué con Verénica, mi mujer: “Se termind el libro, no va, con 13 este pibe es imposible” Lo que mas me apenaba es que tenia la conviccién de que Matias no lo hacia de agran- dado, sino de colgado. Un libro distinto, fuera del sistema, gpero como? La llave maestra para destrabar el cerrojo fue Luciana, la primera dama. Es la misma notera de TV que con 21 aftos le gritaba a Matias, desde abajo del micro que trans- portaba a la Seleccién Nacional en Francia 98, que estaba enamorada de él. Si detris de todo gran hombre hay una gran mujer, hasta puede ocurrir que ademas de gran mujer exista una secretaria stiper eficiente. Fue el caso. Gracias a Luciana, el promedio de 4 reuniones en 2 afios subid a9 en 4 meses del 2012. Las charlas comenzaron en casete de cinta y terminaron en grabador digital. Empezaron con un jugador y conclu- yeron con un director técnico. De River ambos, por su- puesto. Arrancaron en su complejo y siguieron en su casa. Me recibié en cueros y descalzo, con un short de River apenas, también en piyama de abuelo con botones, y con jean y puldver, Nos encontramos en el quincho de su casa para que Matias pudiera fumarse sus 4 o 5 puchos durante las dos horas de entrevista, vigilados por apellidos ilustres del fitbol que saludaban desde las camisetas encuadradas: Ronaldo (Inter), Baggio (Brescia), Weah (Milan), Roberto Carlos (Real Madrid) y Vieri (Inter), entre otros, ademis de los amigos: Chamot, Ortega, el Kily, Sensini, Simeone, Maradona. Las reuniones siguicron siempre mds 0 menos la misma rutina, los miércoles a la noche, después de que durmiera a sus hijas. Infaltable el mate con dos cucharadas de azicar por ronda para entrar en calor, la critica de los altimos par- tidos de River —no ya de periodista a DT sino de hincha a DT, con la ilusién de sentirse por un momento ayudante de 4 campo—, las dudas pendientes de la cita anterior y luego los temas del dia. Cerribamos, pasada la medianoche, mientras se fumaba, parado, el dltimo cigarro al lado de la ventana abierta, imaginando qué podia ocurrir el fin de semana. Mas de una vez, hablando del hipotético ascenso, lo vi morderse el labio inferior, cerrar los ojos y murmurar: “Por Dios, por Dios” Daba la vida por este ascenso. Nuestra mesa de trabajo resulté ser una mesa de ping pong, No habia modo de esquivar el desafio. Su empefio, concentracién para ir cantanda el resultado pelota a pelota, y su fervor para festejar los puntos me sirvieron para corro- borar su espirita competitive. El deportista tiene ese gen in- corporado, El resultado es lo de menos. No le gané ninguno. Este libro superé mil barreras ¢ incertidumbres. Las propias, nacidas en la volatilidad del personaje, las que generé River en la A y mas tarde River en la B. No es un libro convencional. No sigue un desarrollo estrictamente cronoldgico de sus yivencias. Es un muestrario de remas, personajes y circunstancias que intentan pintar las mil fa- cetas que tiene el mundo del farbol. “No soy un fandtico de las biografias, pero me parecié buenisimo lo que me pasaste, traci de que vaya y vuelva con los tiempos”, me sugirié Eduardo Sacheri, nuestro Fontanarrosa futbolero del siglo XX, y me senti mas o menos como se debe haber sentido un jugador de la Seleccién después de haber escu- chado una charla técnica del Flaco Menotti. Un libro distinto, fuera del sistema. Parido y desarro- lado en el periodo mas oscuro de la e: juste con el hombre que fue bandera, capitdn y timonel en estos afios. Un libro nacido de sus entraiias, elaborado con testimonios valientes y emotivos. Para entender mejor la vida de los dos: de Almeyda y de River. tencia de River, Dreco Borinsky 1 INTRODUCCION Sin corazén no hay historia Matias Jestis Almeyda es uno de los tantisimos habirantes de este pais que se crié corriendo detris de una pelova de fatbol y un afortunado que logré transformar el suefio de millones en realidad: ser futbolista profesional. A modo de introduceién, como una hoja de ruta —o un GPS, para estar a tono con los tiempos actuales—, sintetiza- remos en estas lineas la vida de Matias con la mayor cantidad de datos posibles en el menor espacio posible, para que luego, si, con el mapa de grandes trazos ya en la cabeza, el lector pueda salir por los caminos laterales ¢ internarse en todos los temas que nuestro protagonista aborda con emocién y franqueza, con visidn critica y coraje inusual. Pensiones, representantes, liderazgos positivos y negativos, acomodos, entrenadores, di- rigentes, compafieros, concentraciones, falsedades, negocios, apretadas, adicciones, transferencias; en sintesis, dolores y ale- grias con los que convivid, goz6 y topez6 durante su carrera. A partir de sus vivencias personales, la intenciGn de este libro es decodificar y entender un poquito mejor la amplia gama de personajes y facetas que cruzan el peculiar mu ndo del fiitbol. Viajar de lo particular a lo general. Matias Jestis Almeyda nacié el 21 de diciembre de 1973 en la ciudad bonaerense de Azul, 300 kilémetros al sudoeste de vw la Capital Federal. Hijo de Oscar y Silvia, hermano menor de Silvina y Carolina, esta casado con Luciana Garcia Pena, ex modelo y notera de telévisién, que ademas de ser hincha de River practicaba deportes en el club cuando ni sofaba ser la esposa de Matias y tener tres hijas con ék: Sofia (11 afios), Azul (9) y Serena (6). Matias se erié en el Barrio Obrero General San Martin de su ciudad y ademas de estudiar hasta segundo aio del secun- dario aprendié folklore durante 8 afios en la Pefia Frontera 5ur, con la que viajo, compitio, y hasta se preseaté en el viejo Canal 7. Empez6 en el futbol organizado a los 6 afios en Boca de Azul —vaya paradoja— aunque alli sdlo se entrend y no disputé ningtin partido oficial, segan aclara con celeridad. Lucgo, con Alumai fue subcampedn provincial en 1986. Jugaba como volante por derecha y también de delantero. Fuentes bien informadas aseguran que hasta habria sido go- leador un ato. Contra codos los preceptos periodisticas se usa el potencial porque no existen registros fehacienves que validen semejante proeza, aunque Matias intente sostenerse ¢n un cuadernito de apuntes de Lilo, su amigo del alma. A los 13 pidié el pase a Cemento Armado y fue dirigido por su papa. A esa edad se probé sin éxito por primera vez en River. Un amigo de Oscar con contactos en Boca le insistio para que tentara suerte en el Xeneize, pero Matias ya tenia a River en su cabeza. Se preparé un afio cn su ciudad y regresd al Monumental. Federico Vairo, un reconocido exdefensor del club de los afios 50 y gran maestro de inferiores, lo fichd y —sin saberlo—, le dejé el apodo para siempre: “Ey, vos, Celeste, juga para aquel lado, y vos, Pelado, para este otro” Usaba el pelo bastamte mis corto que ahora. River lo acepté pero no le dio pensién. Matias deambulé entre un hotel de media estrella en Constitucién, donde compartia baiio, heladera y —lo peor— el cargamento de 18 milanesas que su mamé le preparaba religiosamente en Azul, una casa en Temperley con conocidos del pago chico y el hogar familiar de Nora, su novia de entonces, en Barracas. Cuando en el club advirtieron sus condiciones lo terminaron sumando a la pensién. Se eruz6 la banda roja por primera vez a los 15 afios, en 7* divisién, luego siguié en 6*, juga 6 partidos en la Reserva y, acomienzos de 1992, con 18 afios recién cumplidas, tuvo su bautisme en una pretemporada. Gon Leonardo Astrada le- sionado, Daniel Passarella lo hizo debutar oficialmente en la primera fecha del Clausura 92. Fue el viernes 21 de febrero, en el Monumental, con una victoria por 2-1 ante Union de Santa Fe. Jugé los 90 minutos y fue calificado con 6 puntos por El Grafico y con 7 por Sélo Fitbal, Entre aquel Clausura y los tres tormeos siguientes, es decir dog aiios calendario (1992 y 1993), Almeyda disputé en coral 7 partidos. Una estadistica demoledora, capaz de cumbar al mas optimista. Matias no bajé los brazos, la peled y en 1994 comenzé a jugar mas seguido, sumé 11 partidos con Passa- rella ¥ 10. con Gallego, gané sus primeros dos campeonatos ¥ rlos Babington le dio la tirularidad definitiva en 1995. Al siguiente conquistaria la Copa Libertadores, la segunda en la historia de River, convirtiendo un gol clave en la se- mifinal de vuelta ante la Universidad de Chile (1-0), que le sirvié al conjuneo de Ramon Diaz para clasificarse a la final. Asi pagé con creces su deuda com los hinchas de River, que ya en ese momento le agradecian su conmovedora entreg en la Libertadores anterior habia errado el vinico penal de los siete pateados en la definicidn ante Nacional de Medellin, que privé-a River dealcanzar la final. A veces el fatbol y la justicia sedan la mano. A comienzos de 1996 disputé en Mar del Plata el Preolim- pico clasificatorio para los Juegos de Atlanta. La rompié, No sdlo corrié, trabd y recuperd, sino que hasta sacé de la galera 19 um sombrero y habilité a sus compaieros como si fuera Ri- quelme. El Barcelona pidié condiciones. Lo siguieron Mé- naco, Sevilla, Real Madrid. Mientras los clubes hacian cola en las oficinas del Monumental y se sacaban chispas, Matias deshumbraba en los Juegos Olimpicos, sobre todo en la go~ leada 4-0 de Argentina ante Espaiia en la que rompié el tra- vesafio tras una jugada maradoniana. Alli nacié Ja gran con- fusién de quienes lo buscaban: pensar que Matias salia del mismo molde de Diego Armando. Hubo once ofertas concretas para comprarlo y su cotiza- cién subia mas que el riesgo pais en tiempos de De la Rua: 500.000 délares por dia. Se informé que el Madrid entre- gaba a Fernando Redondo come parte de pago de Almeyda (no hay error en los nombres), pero al final su destino fue el Sevilla porque Matias habia dado su palabra a los anda- luces. “;Usted esta seguro de lo que hace?”, le pregunté el entonces presidente de River, Alfredo Davicce, con los ojitos girando como trompos, mientras los directivos de la Casa Blanca esperaban en una sala contigua. Fue la transferencia mas cara del fiitbol argentino hasta ese momento: 9 millones de délares. Mas que la de Maradona al Barcelona. Un aito mas tarde, el Real Madrid salia campedn y el Sevilla se iba al descenso. “Soy un crack para elegir”, acota hoy un sonriente Matias. En la Selecci6n Mayor debuté el 24 de abril de 1996. A pesar de padecer una insoportable y traicionera pubalgia fue titular en los 5 partidos que disputé la Seleccidn de Passa- rella en Francia 98. Jugé todos los minutos salvo los tiltimos contra Holanda, cuando se produjo la debacle, A Corea- Japén 2002 arribé con un gemelo desgarrado y apenas se anoté con 63 minutos en el infausto empate con Suecia. Re- dondeé 49 partidos con la Celeste y Blanca y grité un gol: a Brasil, en San Pablo, por las Eliminatorias 2002. Flojito para elegir rivales. Su ultima funcién con la Seleccidn fue el 19 de 20 noviembre de 2003: 1-1 en Barranquilla ante Colombia por las Ehminatorias. ‘Tras su decepcionante estreno en el fitbol europeo, Lazio lo adquirié al afto siguiente y alli encontré la horma perfecta de su zapato. En un campeonato donde analistas y publico en general llegan al éxtasis con una barrida desde el piso antes que con un combo de caiio-mofio-gambera, Almeyda pri- mero se consagré como el mejor futbolista del campeonato, segtin opinion de los periadistas, luego realizé un aporte de- cisivo para la obrencién de un par de Copas y finalmente fue participe del ansiado Scudetto en la temporada 1999/00, se- gundo y ultimo campeonato ganado hasta aqui por la Lazio en su historia. Fueron los tres mejores afios de Matias, los afios en los que tocé el recho, con 5 titulos y un incremento brusco de su cotizacién: en junio del 2000 fue transferido al Parma en 23 millones de délares, incluido como parte de pago en la venta de Hernan Crespo del Parma a la Lazio. Permanecié dos aiios y ganéd una Copa Italia, para cerrar luego este primer ciclo europeo con otras dos temporadas en el Inter, lapso en el que sufrié una lesi6n importante en tibia y peroné de su pierna derecha. Alli comenzaria una ctapa con altibajos, traumaticos vai venes, con anuncios y contraanuncios, dias oscuros, de buis- queda frenética para encontrar su lugar en el futbol y en la vida. Quiso regresar a River pero le bajaron el pulgar. Se en- trend en Independiente unos dias pero se marché antes de debutar porque su padre estaba en una supuesta lista de se- cuestradores. Jugé 5 partidos en el Brescia italiano pero se bajé del barco cuando comprobé que los dirigentes le abrian Ja puerta a la barra brava para que los apretara impunemente. Estuvo a un paso de firmar con ¢l West Bromwich de Ingla- terra pero no arreglé porque el intermediario le pedia una camisién y no estaba dispuesto a semejante chantaje, Se puso la camiseta de Quilmes cinco veces para dispurar la Liber 21 tadores. Anuncié su retorno a River, y el dia de la revisién médica y de los flashes felices se arrepintié, apagd el des- pertador, se quedé en la cama y declaré que se retiraba del fistbol. Decidié dedicarse al campo y le duré dos meses. Volvid y se deprimié. Pensé y proyecté su partide despedida en Azul que luego suspendio por superposicién de fechas. Llevé ju- gadores de segunda y tercera divisién a Suecia y Noruega, y se enganché jugando un par de partidos en el Lyn, por el campeonato de Noruega, ante la insistencia del entrenador, que lo conocia de haberlo enfrentado en una Copa europea. Fue invitado por el Cholo Simeone para integrar su cuerpo técnica. Se alisté en el Showbol de Maradona, Intenté acom- pafiar al Beto Acosta jugando en la Primera C.con Fénix pero rompié todas los records con 2 expulsiones en 3 partidos. Participé en el Super 8 con los veteranos de River hasta que uno de sus compafieros, un tal Enzo Francescoli, talento su- premo y ojo clinico para mirar mas alla, le comenté al pasar: “Te veo bien, gno querés que le pregunte a Gorosito si te hace un lugar enel plantel?” Le pregunté. TInmerso en una de las crisis morales y futbolisticas mas agudas en la historia de River, el retorno de Matias —pisando los 36 afios y tras cuatro sin competir— soné como un chiste de mal gusto. Innecesario. Tal vez por el afecto y el respeto que habia sabido ganarse dentro de la comunidad futbolera, no abundaron los comentarios agrestvos, pero predominaba la sensacién de que regresaba sélo para ayudar en el armado del grupo, como lider afuera, y para jugar algunos minutitos por partido y despedirse desde adentro como tanto anhelaba. Un salvoconducto a su intringulis mental. Matias necesitaba mas a River de lo que River lo necesitaba a él. Pero, jah, sor- presa!: termind dando el presente en 17 de los 19 encuen- tros y fue elegido por los hinchas como el valor mas alto del equipo en el Apertura 09, 22 Asi como no existen datos fehacientes de sus inicios go- leadores, en su defensa hay que decir que tampoco se co- noce en el planeta una proeza similar a la de Matias, el de las quimeras, pidiéndole prestada la letra al tango. Cuatro afios sin jugar y un retorno pleno-a las canchas, cuando Ja gran mayorfa, a esa edad, ya se ha retirado. Incluso con marcas atléticas que dejaron aténitos a los diferentes preparadores fisicos del plantel, que buscaban y no encontraban antece- dentes similares en los libros. Sien su primera etapa en el club, Matias habia sabido ga- narse el earifio de los hinchas por su entrega incondicional, hasta el punto de haber sido ovactonado al errar un penal que privaba a River de una final de Copa Libertadores, su segundo ciclo lo condujo en forma vertiginosa hacia la cima de la idolatria, un romance furiose con la gente que erecid exponencialmente. Matias es cristalino, y su accionar estaba a la vista. En sus altimos meses vistiendo la camiseva de River jugé con la agujita del velocimetro en rojo, consciente de que es- taba en el limite de sus posibilidades. Y mas alla del limite también. La recta final del infausto Clausura 2011 que desem- bocé en el descenso lo encantré con las costillas fisuradas, con su capacidad pulmonar —su principal herramienta de trabajo— disminuida. Como sia Palermo le prohibieran usar la cabeza. O a Picasso las manos. Su imagen de gladiador romano quitindose a los poli- cias de encima y besindose ¢l escudo de su camiseta frente al rugido del colisco boquense representé para algunos una muestra absurda de populismo barato. Aquellos hinchas de sangre caliente, en cambio, comprendicron enseguida que nadie representaba los sentimientos de ese instante tan fiel- mente como Matias: desesperacién, angustia, impotencia, dolor. Fue el afiche de la cavistrofe. Un anticipo exclusive de dolorosa concrecién 40 dias después. 23 Era tan notorio que Matias llegaba al final sin reservas que ni siquiera pudo dar el presente en Ja revancha de la Promo- mn contra.Belgrano. La suma de amarillas fueron la evi- dencia incontrastable de su falta de timming. Las piernas ya no respondian a los mensajes de su cabeza. No tiene nada de qué lamentarse ni arrepentirse. No se hubiera permitido otra cosa, Estiré la cuerda en forma milagrosa y se marché como habia prometido que se irfa: sin una gota de combustible. Seco. Sin mas para dar. Son muy poquitos los furbolistas que juegan desgarrados, infiltrados, machucados y todos los “ados” posibles. Que no evalian riesgos ni miden conveniencias, justo en un ambito que tiene como principal valor la especulacién. Tipos que se la juegan de verdad. Que tienen el caracter para llamar al pre- sidente del club menos de 24 horas después de consumado e! peor desastre en la historia, con el cadaver de la victima ain tibio, para avisarle que esta dispuesto a afrontar el desafio de timonear el barco en la B Nacional. Un salvavidas de plomo s6lo apto para valientes de verdad. La historia de Matias Jestis Almeyda sigue abierta. Como su corazGn inmenso, Sin corazén no hay historia, Sin co- razon no hay libro, A disfrurarlo. 24 2 INFANCIA “En mi casa habia que hacer cola para ir al bafio; yo era el ultimo —y agarraba la tabla siempre calentita—” Manzanas con naranjas. Desde pequefios, en el colegio nos ensefan que no se pueden sumar. Aunque se trate de dos frutas, manzanas con naranjas no se suman. Son ricas las dos, pero di Banos y zapatillas tampoco se suman. No tienen nada que ver unos con otras. En la cabeza de Matias, sin embargo, confluyen, encuentran un erigen en comin, se asocian a una etapa dificil pero hermosa, plagada de suefios y de carencias. “¥o tengo algo con los bavios y las zapatillas", admite, y un estudiante de psicologfa con una sola clase cursada se luciria con sus conclusiones al entrar a la casa de nuestro protago- nista en Nordelta. —En mi casa habia que hacer cola parair al banio. Termi- nabas de comer y la frase que se escuchaba en el pasillito era “Dale, ite falta mucho?, apurate” Yo era el mds chico de los tres hermanos ast que siempre agarraba la tabla calentita. Era el dltimo. Por eso, ahora en mi casa hice diez bafios. Diez, 0 sea: batios, en mi casa, no faltan, Con las zapauillas es mds 0 aintas. 25 menos lo mismo, Nosotros teniamos un jean para todo el atio, que se usaba para fiestas, campleaiios, bautismos, y un par de zapatillas con la misma funcidn y vida util. Debian durar los 365 dias. Pobres pero limpios, ése era ellema de mi mama. La ropa podia ser vieja, pero estaba impecable, mi mamd lavaba todos los dias. Y siempre estabamos bariados y perfumados. Pevo clavo, a las zapatillas yo las usaba para jugar ala pelota y por eso llegué a estar con los dedos que me salian para afuera. ¥ ctando ya no podia jugar mds le pedia a mi bermana Ca- rolina que me diera las de ella, porque calzdbamos lo mismo. Ella me daba las zapatillas y se las arreglaba con alguna san- dala o um zapato. Viste, las mujeres se arreglan con otra cosa. Hoy, en mi casa, por eso, después de recorrer los diez bavios, si abris mi ropero, se te vienen las zapatillas encima. O sea: en mt casa, zapatillas no faltan. Acumulo tantas que las voy regalando, pero no regalo las que estan votas, eb, sino en buen estado, Si te doy un par de zapatillas, quedate tranquilo que recibis un lindo regalo de mi parte, porque valoro mucho mis zapatillas, siento que te estoy dando un buen regalo. Disfruto de estas cosas, porque nunca dejo de mirar para atras. El arbol genealégico de Matias tiene un tronco que abarca distintos paises de Europa. Por el lado del padre hay ances- tros alemanes y espafioles. Por el de la madre, un bisabuelo italiano y una bisabuela pampa, india. La columna italiana proviene de un pueblito llamado Gangi, en Sicilia. Segin parece, subfan grupos numerosos a una embarcacién y los mandaban a cruzar el océano. Y se ve que.a los de Gangi les pusieron el cartelito “Azul, sin paradas intermedias”, porque seguin destaca Matias, muchos de los bisabuclos de sus amigos de infancia son todos de Gang. El apellido Almeyda, sin embargo, es de Portugal. “Es- ive hace un tiempo en Portugal, por un partido despedida, 26. westa leno de Almeidas, pero Almeidas con i", aclara Matias. Al poner la palabra “Almeida” en google, el primer resultado «ue aparece es la villa perteneciente al distrito Da Guarda, en la region centro, limitrofe con Espana, cerea de Salamanca, eon 8.500 habitantes. Almeida es una ciudad amurallada en la {rontera mas vieja de Europa. Fundada en 1296, el gentilicio es Almeidense y al ingresar a estas pampas, algtin funcionario de aduana distraido con las coimas que le iba a pedir al nave- ante de turno, le anota mal el apellido y lo deja para siempre con “y” El componente autéctono de nuestro personaje no viene dado sé6lo por el antepasado indigena. Papa Oscar integra de joven un grupo de folklore llamado Los Nocheros, una ver- dadera premonicién de éxito. Canta, toca cl bombo y, por supuesto, les transmite a sus hijos cl gusto por ese upo de nmisica, del mismo modo que hoy Matias hace lo propio con sus tres hyas. —Toda la familia se inclind por el folklore. Nos metimos on la peria Frontera Sux, donde mi viejo llegé a ser presidente. Habia un quincho para 100 personas, con un escenario, y abi se armaban las reuniones de baile y zapateo. Todo se solven- taba con vifas y con esa plata se compraban los westidos, la ropa de gaucho, las botas. Era muy familiar el tema, Empexd mi hermana Silvina, con 4 afios, Y alli terminé conociendo a Alberto, que hoy es su esposo, un romance bien de pueblo. Luego arrancé Carolina y finalmente yo, que habré hecho zapateo entre los 4 y 12 aitos, mas o menos. Ensaydbamos tres dias por semana y una ver por mes se hacia una pefia, Yo era rubio y llamaba la avencién, todo vestido de gancho, con sombrero. Decian que era un gaucho trucho. Viajdbamos un montén, Hegantos a ir al Canal 8 de Mar del Platay una vez al programa Feliz Domingo en Buenos Aires, pero bailé sdlo el grupo de mayores, yo acompané mirando, Nos fue bien, porque el grupo de Frontera Sur era casi profesional a a7 nivel de folklore, de los mejores. Nuestra pena tenia como los equipos de futbol: Inferrares, Reserva y Primera, ¥ la verdad es que en folklore nunca llegué a jugar en Primera, apenas alcancé hasta la reserva. Si bien no consigue entrar en los registros de la Federa- cién Internacional de Estadisticas e Historia de Zapateo, Matias al menos se da un gusto de los grandes, cuando fes- teja su cumpleatios niimero 30. Durante muchos afios, los 21 de diciembre son un rito en su campo de Azul: se celebra el nacimiento de Matias con padres, tios, sobrinos, hijos, el car- nicero, el gomero, el mecanico y la mar en coche. Se juntan unas cien personas, Suele contratarse a algtin grupo de mii- sica y el programa esta cantado: asado, vino y baile pa’ todo el mundo. E] 21 de diciembre de 2003, sin embargo, hay un escenario demasiado grande. A Matias no le termina de ce- rrar el asunto, hasta que de golpe, desde el fondo surge una voz cavernosa que conoce bien de haberla escuchado tantas veces en los viejos y queridos casetes de cinta. No puede ser otro que Horacio Guarany. —Fui derecho a darle un abrazo. Mi sero fue stempre chocar una copa de vino con Guarany y esa noche pude cum- plirlo en reiteradas ocasiones, porque la verdad, chocamos unas chantas copas. En la primera, Horacio le metid un trago y la liquide en dos segundos. “Es bueno éste, cheeeeeeeee”, me dijo. Canté una hora y media y después lo maté a pre- guintas, parecia uno de esos fans pesados que no te dejan res- pirar. En una le pregunté qué velacton tenia con la prensa, ¥ su respuesta me quedé marcada, porque él habia tenido algunos roces: “Lo manejo con un sentimiento, siempre es uno que me critica contra 30 mil que me vienen aver” Me quedd grabada esa respuesta, después me regalé su biografia y me gusté mas todavia. Hoy, para no perder esas costumbres sagradas, si Matias anda por cl living y observa en su radio de accién a alguna 28 de sus tres hijas, y justo esti sonando el equipo de musica, cae la pregunta, que no apunta precisamente al examen de man naen el colegio. Horacio, papa”; “Es Mercedes Sosa, papa”; “Son Las Nocheras, papa*; “Es el Chaqueno, papa” Y papa Ma- lias sonrie, porque al folklore lo lleva en la sangre: Tozudo como se lo ve hoy, el pequeito Matias segura- mente piensa que si no-es con el baile, a Primera llegaré con el futbol, Justo enfrente de Frontera Sur esta la sede de Ce- mento Armado, el club de barrio cuyo nombre parece ele- pido a propésito para quien Inego sera una auténtica pared de la mediacancha. Alli se termina de formar como futbolista. Son los tiempos en que juega un rato a la pelora, crnza la vereda, y la energia que atin le queda (este muchacho no se cansa nunca) la termina de consumir zapateando. © baila un rato y la polenta que le sobra la canaliza pateando a la pelota. El nifio Matias es un loco por el deporte. La bici forma parte de su anatomia: a tedos lados va pedaleando. A la es- cuela, a las clases de educacidn fisica y a los entrenamientos. Un Forrest Gump sobre ruedas, Le gusta mucho el boxeo y se queda con su viejo viendo las inolvidables peleas de Hearns, Leonard o Hagler. También le tran los autos y cuando hay carreras de TC en Olavarria y Tandil va con el padre; el abuelo, un par de tios y primos a hinchar por Mar- tinez Boero, Todavia se corre en las rutas y la banda de los Almeyda arma el campamento al costado de la “pista”, se ‘© y espera a que pasen los autos. Papa Oscar es mecanico ¢, incluso, ha llegado a correr un Rally de la Pro- mocional 850 con un Renault Gordini comprado entre varios amigos. A Matias también le Ilaman la atencién las motos y aspira a correr en alguna de ellas. Y un poquito mis alla se entusiasma con las raquetas. come un asa —No me acuerdo qué-campeonato habia ganado Vilas pero yo andaba todo el dia con una vincha blanca y diciendo que seria jugador de tenis, Claro que en el hogar familiar no existe respaldo mone- tario para sostener una carrera en el deporte blanco. Apenas staleanza a duras penas para llegar afin de mes. —Somos de clase media baja. Mi viejo hizo hasta segundo ano de colegio y mi mamd hasta sexto grado. Dejavon porque tenian que laburar, asi de simple. El papd de mi mamd, mi abuelo Luis Calcagno, era policia y para que mi viejo teviera un sueldo todos los meses lo metid a laburar con él. Como.ami papa siempre le gustaron los autos y habia aprendido el oficio, entré como mecdnico en la policia, Pero habia que hacer ex- tras, entonces mi viejo también pintaba casas y empapelaba, Con mi mama, en un momento, pusieron una especie de pa- naderia en el galpon de casa: se vendia pan casero, alfajores de maicena, lo que saltera. Nosotros ayndabamos también. Mi vieja era ama de casa y lo aywdaba a mi viejo a desarmar los motores. Mas de una vez la vi levantando motores de To- rino con mi viejo, de verdad, La importancia del sacrificio, aprender a darles valor a las cosas, no son materias tedricas que sé ensefian en la escuela, sino experiencias que surcan la vida y dejan su huella. No se transfieren, es dificil encontrar su significado en palabras. Se viven y se sienten. —La casa familiar era la tipica que dan los gobiernos. Mi viejo espero unos cuantos atios para salir en un sorteo. En el barrio habia 100 familias y 30 casas, y nos toed por sortea, A pagar en 30 atios. Es la misma casa donde siguen viviendo mis viejos, slo que fa pude modificar con la plata que me dio el fitbol. La casa tenia 32 metros cuadrados, dos habita- ciones, un batio, la cocina y el living comedor muy chiquito. Yo dormia con mis dos hermanas en wna pieza y en la otra, pared de por medio, mis viejos. Entre las dos habttactones 30 poniamos el televisar blanco y negro y niirabamos media wle cada uno, lo que se aleanzaba a ver. No habia calefac- cidn, y el agua caliente era eléctrica, se enchufaba al tanque de 30 litros, y eso eva toda, Tampoco habia estufas, entonces cuando hacia frio mi vieja abria la puerta del horno para valentar la casa. Con el tiempo, pudieron comprar sna a querosén. ‘Treinta y dos metros cuadrados. El quincho cubierto, que es una dependencia mds de la casa actual de Matias en zona norte, y en la que nuestro protagonista desgrana su historia de vida, duplica ficilmente aquella superficie, Tiene mas de un baiio, por supuesto, y camisetas encuadradas que le dan color al ambiente y sirven para repasar la carrera de nuestro hombre. Pero ya habra tiempo para eso. —Por suerte, siempre pudimos comer. Era comida de olla, guisos, pucheros, lentejas, polenta, pera la panza se llenaba. Pan con manteca y azicar y, de vez en cuando, con dulce de leche. Galletitas » Coca Cola no existian, no sabiamos lo que eran. A fin de mes se solia complicar y entonces ibamos a comer a la casa de mi abuelo Luis, el capo de la tribu. Cuando es asi, todo es mds claro, Desde chiquito te das cuenta, porque vos pedis y no bay. Una vez yi viejo nos juntdé a los tres hermanos, yo era chiguito, pero no me lo olvida mas. Nos dijo: “Miren, cuando entren aun hiosco o mercado, si ven una golosina o algo que les guste, no me pidan, porque no tengo para comprarles, El dia que yo tenga, se los voy a ofrecer” Yo llegué a comer chicles del piso, en serio, porque ni chicles se podian comprar. Los agarraba masticados del piso y me los metia en la boca. Asi cra, cuando no habia plata, nos ibamos 2 0 3 dias a comer a lode Luigi. ¥ seguro que algo de guita también le pasaban. Quedarse de brazos cruzades y no aportar a la causa es una actitud que no encuadra en el pensamiento del joven Ma- tias. Nadie le pide nada, pero algo tiente que hacer. uM —Llevaba los diarios viejas de la casa de una vecna a la de otra, Edith era muy amiga de mi mam. Tenian una hija mujer y yo, el nico varonctto, era una especie de hijo para ellos. Me regalaban cosas y también me hacian retivar los dia- rios viejos y yo se los Hevaba.a Chela, que era otra viejita que vivia cerca de casa en un ranebito, entre gallinas + pollitos, No sé qué hacia ella con los diavios, a mi me regalaba dos buevos por llevarle el diario (zSera a partir de alli que Matias comenzé a ser un jugador con huevos?). Un tiempo después, ayudaba a acomodar en una verduleria cerca de casa y el viaje de 7° grado me to gané vendiendo cobre y carton. Buscaba plomo por los-talleres de bobinas y después los vendiamos en un lugar de chatarras, Lo hicimos con cuatro companeros y con esa plata nos pagamos el viaje de egresados. — A dénde fuiste? —A La Plata. ¥ un solo dia —se vie con ganas Matias—. Pensa que abora se van a Disney, juna cosa de locost — Qué mensaje les bajas a tus hijas? No debe ser facil acerles entender el valor de las cosas. —Les hablo mucho a mis hijas, pero también lo charlé con Ja pstcdloga, porque tampoco ellas tenen la culpa, Por abi pro- testan por la ropa y de repente wenen diez pantalones o stete pares de zapatillas, viven bien y es imposible hacerles entender lo que pasé yo. Mi hija mas grande una vez me dyo: “Ya me tenés cansado contdndome la historia de tus xapatillas y tus pantalones” Igual se habla. Es para que valoren, Con Lu sa- bemos que es una materia de por vida: hablarles, inculcartes humildad y hacerles valorar todo lo que cuestan las casas, Matias cursa la primaria en la escuela N° 17 Bartolomé Mitre y el secundario en el Normal, ambos de su cuidad. ¥ Escuela publica, lagicamente. En la secundaria termina el primer ano y al siguiente agarra la época en que viaja una se- a2 mana por mes para probarse en River hasta ganarle por can= sancio al examinador de talentos. Le terminan justificando las faltas pero se lleva 9 de 11 a examen. Sélo zafa con Bio- logia y con Educacién Fisica, por supuesto. Da cuatro bien en diciembre y a marzo no llega, tira la toalla antes, porque ya esta instalado en Buenos Aires inmerso en el sueno gi- yante de ser futbolista. “Es algo pendiente que me queda y lo voy 4 terminar, no sé cémo pero lo voy a cumplir™, asegura, y no hay que subestimar su yoluntad. Sus hermanas, Silvina y Carolina, que le llevan 4-y 2 aiios, si concluyen la secundari La mas grande se rectbe de maestra y ejerce como. practi- cante en séptimo grado. Y entre el alumnado de la clase se encuentra su hermano varén. —Devolvé el titulo de la primaria, esta viciado de nulidad. —No, no, la tieve apenas seis meses, y no ponia notas, tenia poca parnapaciin, Mis amigos sabian, claro, en estos lugares se sabe todo, pero igual yo me portaba como un rey. Mi bermana nunca ejercid, estuvo ese avio, se casd joven y twve que dejar para trabajar. Fue cajera en un supermercada, después tuve familia y no trabajé mas, Mi otra bermana, Carolina, vino a estudiar fonoasdiologia a Buenos Atres, pero como no nos po- dian mantener a los dos, dejé que yo hiciera mi carrera y se volvid a Azul. —Carolina es clave en esta historia, entonces... —Si, si, saeraficd se carrera por la mia. Hoy las dos son amas de casa y viven en Azul. Como buen hermano varén de dos mujeres, Matias tiene como tarea fundamental custodiar la reputacién familiar, Las dos se terminan casando con los noviecitos de la infancia: Alberto llega cuando Matias tiene 4 afios y Martin, a los 13. Son esos romances de pucblo, noviazgos eternos. Codigo de otras épocas aquello de “hacer el novio”, que hoy Matias evoca tan bien: 33 — Alberto le venia a hacer el novio ami bermana, como se decia. Llegaba en bictcleta a las seis de la tarde y le charlaba afuera, en la puerta, Todavia no te dejaban entrar a la casa. Eso era hacer el novio. Mi mama me mandaba afucra para que controlara. “Andé al medio”, me decia. Yo era chiguito, y para mi cuttado era muy gractoso, Tenia una bicicleta lena de luces que a mi me volvia loco, y entonces por abi me daba unas monedas y me decia: “Te presto la bict y andé a com- prarte algo” Y yo aprovechaba y rajaba. Habra sido en algunas de esas distracciones, entonces, que la cigiiefia decide pasar por Azul y traer a sus seis sobrinos: Nahuel, Ayelén, Jeronimo, Clarita —su debilidad—, Joselina y Delfina. 4 3 LA PELOTA “Los picados de barrio contra barrio eran por el kilo de naranjas, ahi te curtias en serio” En el fatbol profesional, Matias convierte 11 goles. En realidad son 8 entre Argentina, Espaiia, Italia y la Seleccién mas otros 3 de dudosa reputacién que se agrega de su fugaz paso por la liga noruega. Hasta aqui, con buena voluntad, se. pueden contrastar los datos y dar fe de Ja estadistica. Ahora, que afirme que su carrera arrancé con un promedio yoleador similar al de Batistuta ya entra en el terreno de las hazaias incomprabables. —Reite, pero yo era habilidoso y goleador. Empecé a pa- tear alos 6 anos. Vivia con la pelota encima, sentia amor por la pelota. Yo legaba del colegio y como tenia dos hermanas mujeres y a veces los amigos no estaban, me ponia a patear en el patio de mi casa. Habia wna pared que daba aun galpdn y la nsaba como fronton, ¥ encima relataba en voz alta. Gam- beteaba las plantas y como sobre la pared habia una grande y muy tupida, hacia de ceenta que era el arco y pateaba abi. Evan todos goles. Al menos para mi relator, que era yo. ¢La vocacién nace o aparece un dia en que la rompés en el picado del barrio? ;Cuiindo el futbol deja de ser un juego 35 en la cabeza y el alma del que corre detris de una pelota, el pasatiempo preferido para disfrutar con amigos, para pasar a convertirse en una alternativa laboral, en una opcién de fu- turo, en una profesién con nombre y apellide? —No sé los demds, pera el swefio mio era ser jugador de fitbol desde que recuerdo. Teresa, bisabuela por rama materna, es un personaje cen- tral en los primeros pasos de Matias, protagonista digna de esas peliculas italianas cruzadas por vinculos familiares po- tentes y entrafables. Una auténtica martir entregada a la noble causa del chico que quiere patear y suefia ser futbolista. —Me llevaba al parque de Azul con la pelota, porque mi vieja se quedaba aywdando a mi viejo con los trabajos. Yo vivia cerca del Pargue de Azul, que es grande, lindo, uno de los mejores parques de la provincia. Por abi mi bisabuela venia un par de dias a day una mano a casa y a la tarde me llevaba al parque a jugar Yo iba con algunos amigos de la cnadray ella jugaba conmigo. Armabamos un par de arquttos y haciamos un dos contra dos. Llegd a verme en Primera, Me contaron que miraba mis partidos por la tele con la mano en el Cristo y cvando yo erraba un pase, le pegaba al Cristo y le decia: “Te dije que lo tenias que ayudar, te le dije” Asi era Teresa, mi bisabuela, Murié hace unos 10 afios. Un personaje excepcional, que hasta me aconsejaba a la hora de darle a la pelota. Me Hamaba “mi Maradona”, pero al mismo tiempo me pedia que le pegara a rastrén, porque a mi se me iban todas las pelotas por arriba. La estadistica no miente. Aquel defecto a la hora de re- matar indefectiblemente por arriba del travesafio es una de las falencias mas notorias que detectari quien sera uno de sus principales maestros en los pasos iniciales en el futbol grande, pero también su sombra negra, su pesadilla recurrente, ese vozarrén que suena con tan poco glamour y sentido de la pedagogia. Ya habr4 tiempo para recordar el particular trato 36 que lo relaciona con el Tolo Gallego, porque antes de River, Matias debe superar otras etapas, las que sin dudas dejan una lla para siempre en el espiritu y el estilo. —Jugdbamos picados barrio contra barrio por naranjas. Mi barrio eva de calles de tierra, con mucho potrera, El Ba~ vio General San Martin. Abora se poblo y es uno de los mds lindos de Azul pero cuando era chico habia mucho baldio. Jigar a la pelota, armar chozas tipo indio y cazar pajaritos ran nuestras actividades preferidas. El barrio contra barrio se jugaba por-el kilo de naranjas, Cada barrio tenia su equipo ) era una tradicion jugar por las naranjas, Abi te curtias en serio, Porque por abi jugaba uno de 7 afios, pero entraba uno de 12 y te la tenias que bancar, Eso se terminé un poco, la- mentablemente. Yo era habilidoso, aunque cueste creerlo. Y havia la diferencia. Después se me fie. En algit momento, en ulgun lugar, se me fue... Atencién, paren las rotativas: el primer club oficial que alberga a Matias es Boca de Azul. —Me entrené dos semanas pera no llegué a jugar ningiin partido, jamds me puse esa camiseta —se defiende con inten- cones de limpiar su curriculum. Empieza alli porque un amigo del barrio lo invita, pero las dategorias se encuentran algo mezcladas, y entonces el mejor amigo y companero del cole, Lisandro Arriando, Lilo, le sugiere que lo acompafie a Alumni, un club que respondiendo a la tra- dicién del nombre, se especializa en la formacidn de jugadores. Hoy, la camiseta de Alumni, blanea con rayas negras verticales, es una de las que adorna el quincho de la casa de Nordelta, alli donde si hay algo que no faltan son baiios y zapatillas. —En Alumni estuve entre los 7 y los 12 atios. Jugdbamos en cancha grande, porque en el interior casi no se juega al baby, Ademds, entrdbamos en los campeonatos provinciales, contra equipos de la zona como Las Flores, Tapalgué, Rauch, Tandil, viajébamos mucho. Era todo a pulmén, bien fami- 7 lian. Habia. una comision de padres, se bacian rifas, se vendian tortas. Una época hermosa. El primer viaje lo hicimos a Dai- reaux. Nos sebimos a una combi, bablan sacado los asientos, yentré todo el equipo ahi, no sé como hicimos pero entramos todos, Alla pardbamos en casa de familia. Yo jupaba de 8 y de 9. Me destacaba, metia muchos goles. Ex 1986 llegamos a ser subcampeones provinciales, perdimos la final contra Hu- racin de Tres Arroyos. De Alumni me fuia Cemento Armado porque la comision de padres se disolvié. El club estaba mds cerca de casa y encima el técnico era mi viejo. —Cémo era que te dirigiera tu viejo? —Me cagaba a pedos todo el dia, Me ponia pero yo tenia mas trato con el Cholo, el otro técnica. Igual, cada vex que se referta a mi era para retarme. Mi viejo es gritén y a cada rato escuchaba el “No tirés pelotazos, Matias”. A mime daba sun poco de vergienza, pero estaba bien, no hacia diferencia por el hecho de ser su hija. EI hijo es Jestis. Tiene motivos Don Oscar Almeyda para invertir tanta energia, tanta dedicacién en su tinico hijo varén. Por el lado de la madre son todas mujeres, sus dos hijas mayores también, entonces Oscar pide y pide que el iltimo le salga varoncito. ¥ sin test genético mi ecografia en mano que permitan develar con anticipacin el misterio, sino con la luz celeste o rosa de la sala de espera que anuncia el sexo minutos después del nacimiento, Oscar mira al cielo y hace una promesa, el 20 de diciembre de 1973, la noche ante- rior al parto: si sale come espera, le pondra de nombre Jesus, sin saber los milagros que protagonizara su hijo machiro de grande, Se apiada, eso si, y se lo pone de segundo nombre. Por sino le gusta. Ya lanzado en su carrera como futbolista en el pago chico, un dia, cuando tiene 9 afios y acompafia a mamé Silvia a hacer 38 los mandados, Matias Jesus ve el drmibus La Estrella atra- vesar la avenida principal de Azul, y suelta el comentario al pasar, como esos chicos poseidos por visiones que parecen daber de antemano qué les deparara el futuro. “/mmaginate tuando me vaya para Buenos Aires y vos me vengas a des- pedir, mam”, le susurra Matias, sin darle cabida a las dudas, dando por sentado un hecho demasiado fantasioso a esa altura, - Yo soiaba con ir ala Capital, pensaba que podia avanzar un paco en mi carrera pero también creia que el dia que bu- hicva que firmar un contrato, me dirfan: “Bueno, pibe, gracias por todo, volvete a tx cixdad”, Ese dia me veia regresando a Axul con mi bolsite y empezando a trabajar en el campo. esa le pifiard, aunque sin estar muy lejos. Lo salva su coraje, La personalidad para encarar a un tal Daniel Pas- sarclla y preguntarle si va a tener alguna chance en el club porque es la hora del primer contrato y, si el panorama pinta tin sombrio como hasta entonces, esta dispuesto a irse a Sar- miento de Junin. ¥ ahi siva a estar ms cerea de Azul. Pero eso viene mas adelante. 39 4 LA PRUEBA “Mi vicjo me decia: ni bien llegas, integrate con algiin grupito, porque si te quedas parado, solo, nadie te va a pasar la pelota”. La prueba es un instante bisagra. Hay cracks que se api- chonan y terminan antes de empezar. Hay muy buenos proyectos que no soportan la presidn, otros que no re- ciben ni un pase de sus ocasionales compafieros y algunos mas que justo cuando hacen un jugadén tienen al entre- nador de turno mirando para otro lado. Existen chicos que jamas consiguen un contacto para medir su potencial y otros que aterrizan sin padrino y asi sdlo les queda hacer la de Messi, esquivando rivales como conitos para recibir la merecida atencién del caso. —Hoy las cosas cambiaran mucho, porque hay tal nece- sidad y urgencia por encontrar cracks que tenés ojeadores por todos lados y te vienen aver atu lugar de origen. Hoy todos tos clubes grandes estén haciendo acuerdos con las clubes chicos de pueblos por si surge algsin fendmeno. Alumni, por ejemplo, que forma tan bien a los pibes, ya tiene propwestas para hacer convenios con River u otros equipos. Antes, en cambio, era mucho més dificil Hegar, conseguir la prueba. 40 La gran oportunidad se le presenta a Matias en marzo de 1987, cuando tiene 13 aftos. ¥ no piensa desaprovecharla. Las inferiores de River han ido a jugar a Tapalqué, a 60 kiléme- wos de su ciudad, y semejante acontecimiento no va a pasar advertido para la Liga de Azul, que decide agasajar a los ilustres visitantes con un clasico asado de campo. —Federico Vairo estaba al frente de la delegacion de pibes de River y a esa comida fui con mi viejo y con un dirigente de Cemento, que se llama Héctor Pavone. Se sabia que iba air River abi, y como mi suento era ser jugador de fatbal, in- sistt para ir a hablar. Mi viejo charld con Vairo y le preguntd ctdndo probaban jugadores. A mi me presentaron como una de las promesas de Azul. Recuerdo que salié una foto en el diario de mi ciudad, donde Vairo me estd mirando y yo estoy paradito mirandolo a él. En esa nottta yo decia que me ibaa probar a River, que me habian dado fecha para julio, pero en realidad me habian dado fecha como le dan a cualquiera, sini sigtiera me habian visto jugar. Unos meses después, cuando llegé julio, Hamames por teléfono al club y nos dijeron: “EL martes empiezan las pruebas” El futuro comienza a delinearse con mas claridad. Esta mas cerca. © parece que esta mas cerca, en realidad. Porque Matias es uno de los miles de chicos que eligen ese filtro casi infranqueable de un club ilustre como River; en sus divi- stones inferiores y cualquier eventual compaiero sabe que el deal lado que viste la misma pechera es también un rival en la lucha despiadada por conseguir un cupo en esa elite. —Vine con mi viejo, me inscribieron y estuve cuatro dias. Paramos en lo de mi to Carlos, el hermano demi papa, y mi tia Francis, al lade de ATC. Vine para jugar como 8 09. Yo eva habilidoso, te repito, Esta todo registrado en el cuaderno de mi amigo Lilo, que lo rescaté y me lo regalé hace poco. El 41 anotaba las formactones, los gales, todo, y yo tengo 17 goles en 12 partidos, —No son estadisticas oficiales. —No, no, vamos a ir a la Liga de Azul y abi tiene que estar. Igual, @ la que voy es que en mi cindad yo marcaba una diferencia grande, me gambeteaba a todos, pero llegié a River y fisicamente era muy inferior a ellos. Era recontra petiso, todavia no habia pegado el estirén, Me probé de 8 y al segundo entrenamiento, Vairo me puso de 5. Me sentt bien, pero parece que no alcanzd. La prueba es un submundo repleto de factores que ex- ceden, la mayoria de las veces, la capacidad para pegarle bien ala pelota. Se ponen muchas cosas en juego ademas de habi- lidad y talento. —Por un lado, es el instante que sonds y buseas; por el otro, la prueba es un momento muy jodido, terrible. Aparte, yo era recontra timida y mi viejo me decta: “Ni bien egas, integrate con algin grupito, porque sino te quedds parado, solo, » después no te la va a pasar nadie” Abi, como la ma- yoria de los pibes eva de Buenos Aires, y muy pocos venian de afucra a probarse, ensegnida te sacan por la tonada, ¥ si eras de afuera, no te daban pelota, Los pibes que ya estan en las inferiores del club son en general antipaticos, se piensan que ya son jugadores de Primera, entonces llega uno a prueba y lo miran mal. Es un momento feo, pero habia que bancarsela. En el club, primero ibas a la oficina del futbol amateur y te decian: “A las 2 de la tarde hay que estar en el vestuario” Te camblabas al lado de todos, cada uno con su ropa, a mi sélo me dieron la pechera, ¥ empezaban a leer la lista de cada par- tido, Abi estibamos todas formades esperando que me nom- bren, después se hacia la entrada en calor y tenias que entrar, —:Hay acomodos, papelitos con recomendaciones? 42 —En mi caso, si los hubo, no los vi. Seguramente existiran. Me acuerdo que venian jugadores con papelitos, se la daban a Vairo y escuché que él dijo: “Na, a mi estos papelitos no me sirven, primero bajd la panza y despuds veni a jugar” Se ve que era alguno que venia vecomendado. Eso si: evan bastante agrios en despedir a las jugadores, No me olvido que cuando terminaron esos cuatro partidos de prueba, Vairo se acercd a mi viejo y le dijo: “Mire, el pibe juega bien pero a ignaldad de condiciones con el del club, nos quedamos con el del lub” Después entend{ que a todos le decian mds 0 menos lo mismo para despedirte. Yo, ignal, también habia venido a vivir una experiencia y estaba feliz, Para mi, ver el Monumental de al lado por primera vez o pedirles autdgrafos a jugadores pro- fesionales era todo un suceso. Todavia tengo en algiin rincon el bolsito de Rivermanta firmado por Goycochea y Borrelli. Cabezadura, obstinado y tenaz, Matias Jestis no se va a conformar con un simple bolsito autografiado y la feliz ex- periencia de conocer el Monumental. Aunque de chico lo obligaran a sentir por los colores opuestos, se le ha metido River en la cabeza, y no piensa dejarlo ir asi nomds. Un ju- gador es la suma de talento, dedicacién y espiritu. Sin una de esas patas, la mesa no se sostiene. —Cuando te rebotan, en estos casos se pone a prueba la en- tereza de cada uno, la reaccidn frente a la adversidad. Vatro nos habia dicho que podiamos volver y yo pensaba cumplin Asi que al afio siguiente le dije a mi viejo que me queria probar otra vez. Mi viejo llamé de nuevo a Vairo, le recordd que éramos los de Azul, que queria Hevar otra vex al pibe, que aunque sea para entrenarme una semana can los chicos de River, que eso me iba a venir muy bien. Y vine. El tema habia cambiado. Yo habia pegado el estirdn, tenia un afto mds de futbol en Azul, vine una semana entera y fui derecho a probarme de cinco. No era facil. River miraba en el atio como 10.000 pibes. Fui en julia y algo les gusté, porque Vairo 43 le dijo a mi viejo: “Trdigamelo una semana mids el mes que viene”. Ast hicimos en agosto. Y otra vez en septiembre. ¥ en octubre y noviembre, mientras en la escuela estaba al limite con las faltas y quedé libre, pero mis viejos hablaron y les di- jeron que me estaba jugando el sueno de mi vida, entonces al menos me dejaron dar las materias a fin de afio, —Hasta que llega diciembre, el mes bisagra, diciembre de 1988... —No melo olvido mds. Fue en el sector de las canchas de tenis, en sit momento estaba la cancha de futbol de so- cios. Habia un paredoncito donde todos esperaban y yo es- taba en la punta con mi mama y mi papa. Vairo se acercé y nos dijo: “El chico queda” jA la mierda: el chico queda! jEl chico queda! ;Qué frase imborrable! “El chico queda, pero con dos condiciones: que traiga el pase libre de Alumni y que se haga cargo del lugar para vivir. Tiene que presentarse el 31 de enero del atto que viene”, El chico, queen Azul es conocido como Mato o Cabeza, acaba de recibirel bautismo que lo acompafiard por el resto de su carrera y que hoy despierta todas las preguntas en los mas pequefios que lo han visto hasta hace unos meses correr de acd para alld con semejante melena y no entienden cémo le pueden decir Pelado. El tema es simple: Vairo no tiene un disco rigido en su cabeza para acordarse de memoria los 10 mil apellidos por afio que corren delante de sus narices y en- tonces las indicaciones son: “Eh, Celeste, vos para alla, y vos, Pelado, para este otro lado”. —Fue en la segunda prueba, y yo tenia el pelo al ras, justo me lo habia cortado antes de ir a River y me quedé para siempre, Son esas cosas increibles. Bueno, lo cierto es que Vatro me aprobe y tenia que resolver los otros temas, que no eran sencillos. Yo estaba federado en Alumni y jugaba a prés- 44 tamo.en Cemento, entonces mi viejo le tnvo que ira bablaral presidente de Alumni para que me deje iv: “Mi hijo tiene esta postbilidad, y la tinica manera de que River lo fiebe es con el pase libre” Por suerte le contestaron que no me than 4 cortar Ja carrera y te dieron el papelito. Abora todo eso cambié y se quedan con un porcentaje del pase por una venta a futuro, pero entonces era mas sencillo Lo de la pensién, se verd mas adelante, merece un capitulo en si mismo. No hay manera de pagarle un alojamiento en la gran ciudad, porque en Azul el dinero no sobra, sino mas bien lo contrario. Como si se tratara de un gitano, Matias deambulara sin destino hasta dar con su morada definitiva. Mientras tanto, ya tiene la estrategia clara para no pagar bo- leto en micro. —Cuando me fui de Azul, si salia mi tema, el comentario era: “;Y, con la que puso el viejo, 3como no va a quedar en River?!" 7¥ qué podta poner mi viejo: una empanada, podia poner! Lo de nuestra famiha era una vida bastante sacrifi- cada, Recibiamos mucha ayuda de mi abuelo Luis, que era el capo de la tribx, Como policia retirado habia agarrado la vigilancia de la fabrica Piazza, que es la curtiembre de cneros de Azul. Luis Galeagno. Por sw padre tengo el pasaporte ita- liane. El bisabuelo Luigi es otro al que hay que hacerle un monumento. Bueno, mi abuelo tenia entonces la custodia de estos camiones, Miviejo tenia un Torino y con in par mds c1s- todidbamos a los 10.6 15 camiones de la fabrica. Una locura porque en esos camiones habia, no sé, medio palo verde o un palo en mercaderia. Y los3 a4 autos que los cuiddbamos cra uno manejado por mi viejo, otro por mi vieja y otro por mi tia. ¥ yo aprovechaba y hacia que me trajeran a Buenos Aires en esos autos. Me dejaban por donde esta abora Puerto Madero, qite en ese momento era una ruina, puro abandono. Eso sé: habia que tener paciencia. Fran viajes largos, de 7 horas mas o menos, porque lox camiones venian a 50 por hora: la ritia AS era mala, los camiones viejos, y encima iban con mucho peso. Yo mie tiraba en el asiento de atris'y dormia como ie tronco. Alla atras, tirado, en el dulce sopor que le brinda ¢l andar del Torino, el joven Matias acuna un suefio que tropezard un par de veces antes de llegar ala meta. Igual, a este muchacho, si hay algo en lo que no le van a ganar es en terquedad. 46 5 PENSIONES “Tenia un calentador porque ala noche me daba miedo ira la cocina, y a veces me hacia les fideosen la habitacién” Para los seleccionadores de talento de los diferentes clubes, los miles de chicos que pasan por aio delante de sus ojos entran, en principio, en tres categorias. Los buenas, los troncos y los que tienen ciertas condiciones pero no pueden ser declarados atin ni buenos ni troncos. Son tantos para mirar, y tan escaso el tiempo para eva- luarlos, que la primera medida es ubicarlos en uno de esos tres recipientes, como simplifican las empresas que reciclan residuos: ¢l verde, el rojo y el amarillo. Por supuesto que hasta el mas sabio maestro de inferiores se equivocara, no una, sino diez y cien veces. Son muy conocidos los casos de futbolistas consagrados que recuerdan cémo los bocharon o dejaron libres en un par de clubes antes de llegar al definitive. Al Burrito Ortega, en River, lo ven quebrar la cincura un par de veces y ya les alcanza para ponerle en la frente el se- lito de “bueno”, Como viene de Jujuy, al instante le reservan un lugar en la pensién del club, Comida, techo y cuidado extremo. Al nifio Matias, en cambio, después de verlo y re- contraverlo por casi medio aiio, le dan el carné de admision. Pero hasta ahi: nunca, ni en sus épocas mozas, lograra des- 47 lumbrar por sus cualidades técnicas. Entonees, conseguite alojamiento, porque crack esta claro que no sos. —En Azul yo no iba a dormir solo ni siquiera a la casa de mi abuela. Era de extratiar mucho a mis viejos. ¥ si iba a la casa de mi mejor amigo, Lilo, terminaba durmiendo con sus padres porque a la noche Horaba. No sé por qué. Lo charlé en terapia, lo estuve tratando, pero no sali nada todavia. Un pelotedo terrible, La marea de la infancia y la crudeza del autodiagnéstico nos ayudan a imaginar cudnto ha debida sufrir el pequeiio Matias para intentar coronar sus suefios de fiitbol. Cuando el jugador comienza a brillar en Primera, y sale en la tele, y se compra el auto tltimo modelo, y se gana a la mas linda del barrio, despierta una envidia furtbunda. Pocos reparan en el sacrificio enorme que ha debido atravesar para llegar hasta ahi. Nadie piensa en el embudo gigante que se ha tragado a 95 de cada 100, para que apenas unos poquitos, los mas aptos que consiguen sobrevivir —por citar una versién furtbolera del origen de las especies de Charles Darwin—, logren al fin sonreir ante los flashes de la fama. Matias Jestis hoy exhibe brazos musculosos, Lo que ha re- mado en esos primeros afios en Ja gran ciudad no tiene nombre. Conserva grabadas las primeras palabras de su padre apenas se concreta su ingreso: “Hijo, ests seguro? Nosotros te vamos a apoyar porque es tu suefio, pero mira que vas a tener que coci- narte solo y lavarte la ropa, eh” —Yo no sabia ni hacer un huevo frito, pero igual les dije que si. Era muy grande mi sueno de ser futbolista. El punto de partida de su experiencia de gitano marca Ba- rracas. Aristébulo del Valle y Herrera, a 8 cuadras de la cancha de Boca. Lindo vecindario para un jugador de River, pero es lo que hay, sobre tado para un chico que no va solo a dormir ni 4g alo de los abuelos. Para arrancar es lo mejor, porque al menos justo enfrente del Hotel Guanami (media estrella sin valida n oficial), vive la ta Aurora. —Una pensién muy humilde, mi habitaciin era la N° 21. Habia dos camas y una especie de aparador de madera, donde guardaba mis cosas: desde remeras y medias basta leche en polvo, fideos y yerba. Tenia un calentador nipo garva- fita porque a la noche me daba miedo ir a la cocina, y a veces me hacia los fideos abi misma, en la habitacion. Comia arroz, polenta y fideos todos los dias, salve cuando mi vieja me trata el cargamento de milanesas, Las guardaba en wna heladera de esas de antes, una Siam gigante. Pero era la heladera de todo el hotel y volaban, habia que compartirlas aunque fuera contra mi voluntad. Al principio estaba solo, después vino mi umigo Daniel Gémez, Pato, que abora trabaja en Buenos Aires Football. El es de Azul, de una familia mas pobre que la nuestra. Se probé en River pero no lo ficharon, entonces se quedé conmigo a hacerme compania. Aparte tenia a mi tia enfrente, con ellos cerca iba zafando, En lo de mi tia eran una banda, ocho chicos en un tres ambientes, por esa no iba todos los dias, A veces me llamaba para que fuera a comer con ellos, pero lo mds intportante es que yo sabia que sime pasaba algo, la tenia enfrente, Si tenia fiebre y me sentia mal, sabia que podia cruzar y estaban mis primos y mi tia. Me ayndaron mucho. La primera evidencia del progreso la percibe al tener que dejar de compartir baiio y comida con 40 personas. La pen- sién la costean entre unos cuantos azulefios fervorosos y pu- jantes: abuelo, padre, tios, vecinos, “wn montin de gente”, como destaca el protagonista. Después del primer aio, River ya le paga una beea de 100 pesos; tampaco para mudarse al Sheraton, pero ese pequefio aporte le permite saltar a un mo- oi] noambiente que Compartira con su hermana y con una amiga de ella, Valentina. Sigue en el mismo barrio enemigo, a 20 metros de la pensién anterior, Para entrar a su nuevo hogar debe subir por la escalera de una oficina y desviarse por una puertita. Casi como un ocupa que ha tomado a la fuerza una de las dependencias, al fondo de las oficinas. — Mi hermana estuvo un tiempo pero se tuvo que ir porque no nos podian mantener a los dos. Yo me quede con su amiga, viviendo los dos en la misma habitacion casi un ano. Un ca- ballero, me porté como un caballero, de verdad. La tereera parada de esta particular travesia al mas alla nos ubica en el sur del conurbano, cada vez mis lejos del lugar de trabajo: Temperley. Una casa en un lindo barrio, con dos ha- bitaciones y un living para compartir con cuatro conocides de Azul, entre ellos su futuro cufiado. La mejoria salta a la vista. El viaje, eso sf, te lo regalo. Darwin, sin embargo, lo ha dotado de suficientes recursos. —Eran dos horas y media hasta River. Caminaba basta la estacion de Temperley, de ahi tren a Constitucién, subte a Retiro, tren a Barrancas de Belgrano y caminata o trote hasta River. No pagaba un peso, habia aprendido a colarme en todos lados. Al tren en Temperley entraba empujando, era imposible que te controlaran, un olor... En el subte tirabas el molinete para tu lado y se destrababa, En Retiro encontraba los tickets de las que ventan, los que no estaban fichados, los levantaba del piso y ya tenia paga la vuelta, porque no tentan la hora marcada en ese momento. Esas cosas estan mal, no bay que hacerlas... pera yo no tenia mucha opcdn. Sino hay opcién con el transporte, imaginemos con el pan nuestro de cada dia. — Yo salia de casa con un té con leche o con un mate cocido en la panza, viajaba, entrenaba y tenia que volver y comer en mi casa. A los chicos de inferiares, abora, les dan de comer en el club, cambié mucho todo: El otre dia pasé por la con- 50 fiterfa y cuando wn grupo de chicos termind de comer, habla sobrada el juga. ¥ dije: "O el jugo es muy feo o estan Lenos". ¥ estaban llenos, porque les dan dos platos y postre, Ojald nos hubiesen tratado asia nosotros, Yo tenia hambre de verdad, me comia cualquier cosa. — Tomaste algo prestado sin avisar? —Algo haciamas, Pasdbamos por una panaderia cerca de Barrancas y Rojitas, el guatemalteco que también legs a ta Primera, sacaba siempre dos facturas: una para cada uno. Un enomeno. No sé como lo hacia. O por abi pasabamos por esas freterias que tienen todo afuera y alguna manzanita te He- vabas. Era hambre, no bay nada que hacerle, Cuando hablo con los mas jévenes les crento que he cometido errores, claro, pero tuvimos snerte, porque nunca nos pasé nada, No le pasa nada (malo), y comienza a palpitarse el mo- mento de que le pase algo (bueno), Se acerca la hora de la verdad, el instante cumbre, el punto de inflexién: o debut en la Primera y contrato después; o regreso a la casita de los viejos con la derroraa cuestas después de haber hecho un curso acelerado de maduracién. ;Parada, chofer! Ultima escala antes de acomodarse en el cinco estrellas, que no son cinco pero para el que lo habita es como si lo fuese. La pensién del club, claro. —A fines del 91 habia empezado a jugar en la Reserva. Un dia se lesiona no me acuerdo quién de la Primera y me llevan al banco. El cuerpo técnico ya me empexaba a prestar mas atencién. Me acuerdo que en el entrenamiento, Gallego le dice a Sabella que me va a concentrar. “Te voy a acompanar atu casa asi te hacés el balso y venis”, me dijo el Tolo, que era ayndante de Passarella. Vivo el Tolo, queria saber donde y con quién vivia. Yo ya tenia un auto. Un Fiat 147 usado, el primero que teve. En esa época-vivia con Nova, mi novia 51 de entonces. El Tolo se suind al auto y fuimos para Barracas. Imaginate la escena, yo no sabia qué charlar, Cuando Ile- gamos le tuve que decir que vivia con mi novia y su familia. Ellos también eran bastante humildes. Me esperé abajo y a la semana vino la propuesta para que fuera a vivir a River, Yo estaba muy flaco. Un dia me pesaron y estaba en 70, al otro mes, en 64. No me alimentaba bien, tenia mucho viaje, poca comida y bastante actividad fuera de casa, Pateaba una pelota y apenas ta levantaba un metro del piso. Me comian mucho las piernas en la semana, entonces me agarré Passa- rella y me dijo: “Si querés seguir en River, tenés que venir a vivir a la pension” Matias se rie y el rostro se le llena de arrugitas en la comi- sura de los ojos. La picardia se le mezela con la nostalgia. Cada vez que lo piensa, asegura hoy, todavia no entiende cémo no se volvié a su ciudad. E! primer aio llora dia por medio. La noche es el refugio de todas las angustias. Antes de irse a dormir piensa cuanto le gustaria estar con sus viejos, con sus hermanas. Es un trauma que le dura hasta su etapa europea y lo termina empujando a cerrar ese ciclo y a colgar los botines por primera vez. Habla con la familia por teléfono una vez por semana. No existen los celulares y en el hotel-pension-comu- nidad sélo hay un teléfono para compartir, como las milanesas y el bao. La odisea parece llegar a su fin cuando en uno de sus retornos esporidicos a Azul, papa Oscar lo pesca in fraganti a su hijo varén llorando en soledad, —Nosotros pensamos que lo estas disfrutando, que sos feliz. alla, pero si es para sufrir no queremos que vuelvas a River —le advierte. Matias ya comienzaa definir su rozudez, ¥ dice que no. —:Qué es lo peor para un chico del interior en una pension? 52 ~El lugar donde vivis, En Azul nuestra casa era chica pero teniamos un bate para nosotros solos. Ademds, a los 16 0 17 anos empieza la incertidumbre y la ansiedad. “sY si-yo le Jerre a esto?”, te preguntds, ~iQué se podria hacer para que los chicos no sufran ose desarraigo? -Hoy todavia es peor, porque a los chicas del interior los traen a los 12 afios, Les hacen un mal muy grande, A esa edad, un chico tiene que vivir con sus papés, jqué importa st Jeger ono al futbol! Mas adelante, el tiempo que ese chico no estuvo en la casa, lo va a sufrir, Yo pondria un piso de 15 Wilos para venir a una pension de nn club. El valor de vivir Junto a tw papas, de disfrutar los cumpleanos, de compartir momentos buenos y malos,,. Aparte, una vez que estén acd, deleria ser obligatorio el estudio para todos. Ct ‘ompletar el se~ twndario y aprender 4n oficio, En todos los clubes. 5Cudnto le puede costar eso a un club? Pensa que de los 80 que hay en lina pension como la de River, por ejemplo, llegardn a jegar n Primera 2, 5 0 10, ¥ los otros, ssabés donde terminan? EI actual entrenador de River se pone serio con la radio- fialia de situacién. La busqueda de este libro, ademas de eontar vida y obra de nuestro gladiador, es intentar v jarde lo particular a lo general, lograr observar el escenario desde “wriba, con perspectiva, para que le sirva a alguien, Matias ence cl peso de la responsabilidad, Pero alguna vez ha sido thico, Y travieso. Y esas vivencias se las transmite a sus com- ‘Palicros mas jévenes primera, y luego a sus dirigidos. Para {We ho repitan esos errores que a él no le han costado caro, pero bien que podrian, Entonces no esconde. Y cuenta. Matias no es el cerebro de ‘Una banda de boqueteros pero un par de meses en el club le ileanzan para tener en su cabeza el plano de las instalaciones, 33 ‘Todavia no esta la renovada pensién ubicada detris de la piscina olimpica, entre otras cosas porque tampaco esta la piscina olimpica. Duermen en unas 30 cuchetas, subiendo a_ presidencia, tiltimo piso a la izquierda. La descripcin de los hechos, 22 afios después, es casi fotografica. Y la eseapada, cinematografica. No hay cimaras de seguridad, tampoco en- | cargado de pensién —todas adquisiciones de la modernidad, propias de tiempos mas peligrasos—; entonces junto a Clé- rico y Rojitas trepan la reja de Figueroa Aleorta, que no en vano para algo estan bien entrenados, se mimetizan en la os- euridad y salen disparados hacia Plaza Italia para ver en vivo a Gladys, Ia bomba tucumana. El regreso es a pie, cuando ya asoman los primeros rayos de sol, El plan, sin embargo, puede fallar. —¢Vos qué haces a la tarde? —le pregunta un directive de fatbol amateur a Rojitas unos dias mas tarde. —Duerma ta stesta, después me levanto, hago abdomi- nales y flexiones de brazos —responde. —eY vos Almeyda? — Lo misma, st estoy con él. —Bueno, a partir de mafana, los dos no duermen mis la siesta, ni hacen abdominales, van a trabajar en el club de 2a 8 de la tarde. Vos, Rojitas vas a ira la APA a buscar las plani- llas. Y vos, Almeyda, a limpieza. Lampazo, balde, lavandina y demas. Primero, a com- prarlos por el barrio. ¥ después, a limpiar. A ver'si alguien se atreve a decir que Matias Jestis no conoce los pasillos, los miticos pasillos del Monumental... SH 6 DIVISIONES INFERIORES “Yo fui siper profesional hasta los 18-y después de los 35, en el medio no hice las cosas muy bien”. Curso acelerado de maduracion. Pérdida de la inocencia. Brecha profunda entre la edad real y la que exige convivir en un vestuario con compaferos curtidos a patadas en la vida. LI fatbol dara importantes recompensas a quienes consigan saltar todas las vallas, pero antes los someterd a un proceso cruel y peligroso. —Con 15 afios estds sin tu familia, en un club, y en rea- lidad no sos un nene de 15, En el vestnario que compartis com tus companieros empezds a escuchar comentarios pe- sados, para nada acordes con la edad. Aunque parezca in- creible, en ese momento yo ya tenta compatieros que eran padres, tipos con mucha calle. Y de golpe empezds a ver de toda, entonces se te va abviendo la cabeza y madurds antes de lo previsto. La edad del pavo, en mi casa por lo menos, no la teve, el fiitbol no me dio tiempo « tenerla. Hoy quizds es mas normal, pero en ese momento escuchabas que uno se fumaba un parvo, que otro tal cosa, de todo escuchabas. Y algunos de nosotros, que veniamos de pueblos tranquilos, no entendiamos nada, abriamos los ojos come dos de oro, Abi 55 aprendés a vobarte el shampoo, por ejemplo. Yo digo que las pensiones les abrian a los chicos del interior la posibilidad de venir a un club como River, pero también hay que deciy que en las pensiones estan todos los victos. No puede haber silo 1 @ 2 personas para cutdar en la pension, tiene que haber mucha mds gente. También es fundamental el psicdlogo para contener. Tendria que haber de todo en las penstones: gente para ensenar modales, para que aprendas un idioma, para formarte como persona, porque estin todo el dia abi. El en- trenamiento dura como maximo 3 horas y te queda mds de medio dia libre, es una edad clave. A favor del chico que viene del interior hay que apuntar que al menos no debe convivir con la presencia permanente del padre en los partidos. Una presién descomunal por res- catar a toda la familia del subsuelo social en que se encuentra para cambiarle el estatus de aqui a la eternidad. Son absoluta mayoria los que se pierden por el camino. Porque no toleran la carga, porque no estin dispuestos al sacrificio extremo, porque no tienen suficiente entereza mental para encarar cada desafio como si fuese el ultimo. —Yo tweve dos companeros de la 73 que eran unos mons- truos. Rojitas, el guatemalteco, un mediocampista que Hegé a jugar en Primera, algunos partidos en la Seleccion de su pais y en San Lorenzo, pero se quedé. Otro era Gustavo Insau- rraldé, un defensor tremendo. Yo siempre admiré a Nesta, el italiane, y te puedo asegurar que este eva cinco veces mejor que Nesta: zurdo, pateaba tiros libres, penales, era guapo, ca- beceaba bien, metiz goles y tenia una técnica impresionante. El Negro wenia de Laferrere, tenia que tomar 3 0 4 colec- tivos, A veces venta a entrenar y a veces no. Un desperdicio, Nos hemos reencontrada hace unas anos con él y con varios chicos de la categoria, y le dije: “Negro, jcémo dejaste pasar el 56 tren!" Es ast. Se da en muchos casos. En inferioves tends que cnidarte muchisimo; sino, no Hegas. ‘| joven Matias se cuida como no volverd a hacerlo hasta casi el final de su carrera. “Yo fui setper profesional basta los 18-y despicés de los 35, en el medio no hice las cosas muy sorprendera con su confesién, al momento de pasar bien lista a sus flaquezas, en las charlas finales que le han dado vida a este libro, Se acuerda de las carencias de los primeros tempos: una cancha en Ciudad Universitaria para 3 divisiones, 0 sea una cancha para 80 pibes. Pelotas, poquitas. Imposible quedarse a pulir defectos después de hora, Pero a la vez resalta el espi- ritu docente de quienes dirigfan. No pensaban en ganar para conservar el sueldito; aspiraban a ensefiar, a formar. —No se buscaba el resultado, sino que el jugador mejorara on la técnica, que aprendiera a hacer buenos pases, cambios de frente, se trabajaba bien. Hoy no es asi. Si una divisiin no consigue resultados, al técnica lo echan, Eso es culpa del sistema, El sistema cambio porque se acabaron los proyectos, salvo bonvosas excepeiones coma las de Vélez y Lanis, y River, que estd volviendo. Federico Vairo fre uno de los grandes maestros que recuerdo del club. No solo fue el que me fiche sino también el que inculcaba el estilo histérico. El te decia que en River la pelota la tenias que pisar, que el que no la pi- sara no iba a’jugar nunca en River. ¥ éramos todos pisadores. Te hacia agarrar amor a la pelota, esto transmitia Vairo. Ya caminando hacia la primera encontrara a Jorge Busti, otro sabio orfebre al que evoca con carifio, igual que al Flaco Pitarch y a Alejandro Marcone, el profe al que 20 aitos des- pués convocar para que dirija desde el ambito de la prepara- cién fisica su emprendimiento Buenos Aires Football. Quien no olvida sus origenes, jams perdera su esencia. Alejandro Sabella, actual entrenador de la Seleccién Na- cional, es otro nombre que resalta con rojo en su abrupto 57

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