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ee JOsE DONOSO alan singh ig JOSE DONOSO’ Ea me te a Sen 3 - <= (8Cyl a ies 150), 86 ches a See sovtg en sve de rd sven eee Soir es ors ct pe ae soda aye ome ss cee Ee sae Sister Sw tae ates cee (be CRE ope theta ion ge foe soe eae ee Se ote det oni ) _ OBSCENO, yd even de" expe ue erence ab oe JOsE DONOSO re \ S \ BL OBSCENO s PAJARO | DE LA NOCHE a é A 22% ——————— ae | os para ‘MIS PADRES (Cobras ogi forogrtcn de Coe Malet, Primers ein: dicemiee 1979 ‘Segunda eden ja 1972 “Teer iin dene 1972 (Cann edi nvienbee 1974 Quis ida: juno 1977 Sox edisn noice 1979 ‘lpia edi: mayo 198) (Ge ei: bl 1985 {0197 198: Jot Donoso Derr exusivorde asin en sling recor pa tate end 1s 1s Eloal Sax Baral, 8. A Chee, 270° 08 Bala ‘Ben sh-s2-c206-3 Dep eg B. 1.047 - 1985 Inpro pata Ding pre dee pln ii ino de caer, pe "yu sintousswl'mms pe for npn se cc, iene epi» co peo \ Every man who has reached even his intellectual teens begins to suse pect that life-is no farce; that it is not genteel comedy even; that it flo- wers and fructifies on the contrary ‘out of the profoundest tragic depths Of the essential dearth in which its subject's roots are plunged. The na- tural inheritance of everyone who is capable of spiritual life isan unsub- dued jorest where the wolf howls and the obscene bird of night chat- ters. Hiaxny Jans Sn., writing to his sons Henry and William, MISIA RAQUEL RUIZ Iloré muchfsimo cuando la Ma- dre Benita la llam6 por telefono para contarle que la Brigid habia amanecido mueria. Despues se consol tun poco y pidio mas detalles: —La Amalia, esa mujercita tuerta que medio la servia, no’sé si’se acuerda de ella —Cémo no, la Amalia —Bueno, como le digo, la Amalia le hizo su tacita de 1é bien cargado, como a ella le gustaba de noche, y dice la Amalia que la Brigida se quedo dormida al tiro, tranguilita como siempre, Parece que antes de acostarse habia estado zurciendo una camisa de dor- mir preciosa de raso color crema. yy, qué bueno que ne dijo, Madre por Dios! Con la pena se me estaba olvidando. Que hagan un paquete con ella y que la Rita me la tenga en la por- teria. Es la camisa de dormir de novia de mi nieta la Mali, la que se acaba de casar, se acuerda que le estu- ve contando. En Ja luna de micl la rajé con el cierre de la maleta, Me gustaba lievarle trabajitos ast a la Brigida para 'que la pobre se entretuviera un poco y todavia se sintiera parte de la familia, Nadie como Ta Brigida para estos trabajos finos. ; Tenfa una mano...! Misid Raquel se hizo cargo del funeral: velo- rio en Ia capilla de Ia Casa de Ejercicios Espirituales de la Encarnacién de Ia Chimba, donde la Brigida paso sus tltimos aftos, con misa solemne para‘las cuarenta asiladas, las tres monjas y Jas cinco huerfanitas, y asistencia de sus propios hijos, mueras y nietas. Como se trataba de la wiltima misa que se celebraria en la co- pilla antes de ser execrada por el Arzobispo y demoler Ja Casa, la canté el Padre Azécar. Luego, entierro’en 1 mausoleo de los Ruiz, como ella siempre se lo ha- bia prometido. El mausoleo, por desgracia, estaba bas- tante leno, Pero con unos cuantos telefonazos misié Raquel dispuso que, fuera.como fuera, se las arregla- ran para hacerle un lugar a la: Brigida. La confianza ‘que misié Raquel cumpliria su promesa de dejarla descansar a ella también bajo ese mérmol hizo que los afios postreros de la pobre vieja transcurrieran tan apacibles: su muerte fue como una lamita que se apa- 6, segin Ia retérica anticuada pero conmovedora de la Madre Benita, Dentro de un tiempo, claro, iba a ser necesario efectuar una réduccién de algunos restos se- pultados en cl mausoleo: tanta guagua de cuando no habia remedio ni para la membrana, una mademoi. selle muerta lejos de su patria, tfos solterones cuyas identidades se iban volviendo borrosas, para encerrar esa misceldnea de huesos en una cajita que ocupara poco espacio. "Todo resulté tal como misié Raquel lo dispuso. Las asiladas se entretuvieron durante toda la tarde en ayu- darme a decorar Ia. capilla con colgaduras negras. tras viejas, las intimas de la finada, lavaron el cadé- ver, lo peinaron, le metieron los dientes postizos en la-boca, le pusieron su ropa interior mds primorosa amenténdose y loriqueando durante'las deliberacio- tgs aceren de Ia toilets final mis adecuad, se deck leron por el vestido de jersey gris-marengo y el chal rosado, ese que la Brigida guardaba envuelto’en papel de seda y se ponia los domingos, Arreglamos alrededor 2 del féretro las coronas enviadas por la familia Ruiz Encendimos los cirios. jsf, con una patrona como mk sid Raquel, si que vale la pena ser sirvientel {Qué setio- ta tan buena! zPero cudntas tenemos la suerte de la Brigida? Ninguna. La semana pasada no més, miren lo de la pobre Mercedes Barroso: un furgén de la Benefi- cencia Publica, ni siquiera respetuosamente negro, vino 8 llevarse a la pobre Menche, y nosotras mismas, sf, pa~ rece mentira que nosatras mismas hayamos tenido que Cortar unos cuantos cardenales colorados en el patio de Ja porteria para adornarle el cajén, y sus patrones, {que por teléfono se lo llevaban prometiéndole el oro Jel moro a la pobre Menche, espera, mujer, espera, Ten paciencia, para el verano’ sera mejor, no, mejor cuando volvamos del veraneo porque a ti no te gusta fa playa, acuérdate cémo te azorochas con el aire de ‘mar, cuando volvamos, vas a ver, fe va @ encantar el Chalet nuevo con jardin, tiene una pieza ideal para ti tencima del garage... y ya ven, los patrones de la Men- che ni se aportaron por la Casa cuando falleci6, ; Pobre Menche! Tan mala suerte! Y tan divertida para con- {ar chistes cochinos y tantisimos que sabia. Quién sabe de dénde los sacaba. Pero el funeral de la Brigida fue muy distinto: tavo coronas de verdad, con flores blan- as y todo, como deben ser las flores para los entierros, ¥ hasta con tarjetas de visita. Lo primero que hizo la Rita cuando trajeron el atatid fue pasarle la mano por debajo para comprobar si esa parte del cajén venia bien esmaltada como en los atatides de primera de an- tes: yo la vi fruncir la boca y dar su aprobacion con la cabeza. {Bien terminadito, el ataid de la Brigidal Hasta en eso cumplié misié Raquel. Nada nos defrau- 1d, Ni la carroza tirada por cuatro caballos negros ‘enjaezados con mantos y penachos de plumas, ni los ‘autos relucientes de la familia Ruiz alineados a lo lar igo de la vereda esperando la partida del cortejo. Pero el cortejo no puede partir todavia. En el dti- B mo momento misié Raquel se acuerda que en su celda tiene una bicicleta un poco averiada, pero que con unos cuantos arreglitos puede quedar de lo mas buena pata regalérsela a su jardinero el dia de San Pedro y San Pablo, anda, Mudito, anda con tu carro y tréemela para que mi chéfer la meta en la parte de atras de Ja camioneta y asi aprovecho el viaje. gue no piensa venir a verns mis, mis Raquel? —De venir voy a tener que venir, cuando vuelva la Inés de Roma. —iHa tenido noticies de misié Inés? Nada, Le carga escribir cartas, Y ahora que le fracas6 el famoso asunto de la beatificacién y que Jerdnimo firmé traspasando la capellania de los Azcoi- tia al Arzobispado, debe estar con. la cola entre las piernas y ni postales va a mandar. Si se queda mur cho més en Roma seri milagro que encuentre esta Casa en pie. —El Padre Azécar me estuvo mostrando los pro- yyectos de la Ciudad del Nifio. ;Son preciosos! ; Viera ‘qué ventanales! Los planos me consolaron un poco... ‘que ésta haya sido la titima misa en la capilla —iCuentos del Padre Azicar, Madre Benita! ;No sea inocente! Es un cura politiquero, de lo peor. Esta propiedad que Jeronimo Azcoitia traspasé al Arzobis- po es muy, pero muy, muy valiosa. ; Ciudad del Nitfo! Apuesto que después de'la demolicién lotean todo esto y lo venden y la plata se hace sal y agua. ;Por Dios ‘que se esta demorando el Mudito, Madre, y la Brigida esperando para que la enterremos! En qué se habra quedado el Mudito? Claro que es tan grande la Casa, tuno se demora en llegar por los pasillos y corredores Ta celda donde tengo guardados mi cachivaches y al Mudito es flaco y erclengue. Pero estoy cansada, quiero ir a enterrar a la Brigida, quiero irme, es de. ‘masiado impresionante para mi todo esto, toda una vida que entierro, la pobre Brigida sélo un par de “4 a — ae aflos mayor que yo, Dios mio, y yo para cumplir con Imi promesa fe cea mi nicho om el mausoleo pare que ella se vava puidriendo en mi lugar, calenténdome el hnicho con sus despojos para que los mios, cuando de- salojen a los suyos, no s¢ entumezcan, no sientan miedo, cederle mi nicho por mientras fue la vinica ‘manera de cumplir mi promesa porque: hasta. parien- tes a que una le ha quitato el saludo durante aos reclaman no sé qué derechos a que los entierren en fen el mauisoleo, pero ahora no tengo miedo que me ‘quiten mi lugar, ella esté abi, reservindomelo, calen- tindomelo con su cuerpo como cuando antes me te- nia la cama abierta y con un buen guatero de agua Caliente, para acostarme temprano cuando llegaba can- sada con mis correteos en el invierno. Pero cuando yo me muera ella tendré que salir de mi nicho. {Qué le voy a hacer! Si, si, Brigida, voy a emplear abogados para que despojen’a esos parientes de sus derechos, pero duudo que ganemos los pleitos.. tendrs que salir. No sera culpa mia. Ya no sera responsabilidad mia, Brigida, qué sabe una qué van a hacer con una des- pués de muerta, No puedes decir que no me he por- ado bien contigo, te he obedecido en todo, pero tengo miedo porque cuando, te sequen no se qué hardn con tus huesos que entonces ya no le importarin nada a nadie..., qué sé yo en eudntos afios mas me voy 4 morir, por suerte tengo muy buena salud, ffjese que este invierno no he pasado ni un solo dia en cama, ni un solo resfrio, Madre Benita, nada, la mitad de mis nietos con la. gripe y mis hijas telefoneéndome ‘que por favor las vaya a ayudar porque en la casa tie- nen hasta a las empleadas enfermas. iQue suerte! Lo que es aqui casi todas las asila- das cayeron, Claro, esta Casa tan fia, y tan caro que esti el carbon... ‘—Fijese. js el colmo! Tanto hablar de la Ciudad del Nifio y mire la miseric en que las tienen. Yo les 5 voy a mandar una limosnita cuando vaya al fundo. No sé qué habré quedado de las cosechas de este afio pero algo les mandaré para que se acuerden de la po- bre Brida, ¢Cupo la bcc, Jena? chofer se sienta junto a misié Raquel. Ahora pue den patil cochero se encarma on la caro Ia fuera se pone los guantes calados para.manejar, los caballos negros piafan inguietos, Iagrimean los ojos de tas wiejas que salen aa veredaareborads, tions, iendo, para despedir el cortejo. Antes que misié Ra- auel de ia orden de patida yo me acerco su venta- nilla y'le entrego el paquete. —2Qué es esto? Espero. —ia camisa de dormir de la Mali! ;Por Dios! Si este pobre hombrecito no se acuerda a mi se me olvida y hubiera tenido que tirarme la carreta para acé otra ez, Gracias, Mudito, no, no, espera, que espere el Mu- dito, Made, toma, para tus cgarillos, para tus vi ios, toma, Toca la bocina, Jenaro, que parta el corte. Jo, Ais, etonces, Madre Bent ore —Adiés, misié Raquel. Adios, Brigid... Adis... Cuando el sitimo auto desaparece al doblar la es- quina, nosotros entramos, la Madre Benita, yo, las Viejas que van dispersdndose murmuradoras hacia sus patios. Yo cierro el portén con tranca y lave. La Rita sierra la mampara de vidrios tembleques. Una vieja rezagada recoge una rosa blanca de las baldosas de la porterfa, y bostezando, agotada con tanta excitacion, se la preside en el movio antes de perderse en los co rredores para buscar a sus amigas, su plato de fsguachenta, su chal, su cama. “re 16 EN EL RECOVECO de un pasillo se detuvieron delante de la puerta que condené con dos tablas clavadas en cuz. Yo ya habia aflojado los clavos para que resul- tara fécil sacar Jas tablas y ellas subieran al otro piso. Las huérfanas sacaron los clavos y las tablas y ayuda- ron a stibir ala Iris Matcluna. Ya, guatona, e& que me da miedo, Ia escalera no tiene baranda, le faltan pel- Gafos, todo cruje con el peso de esta gorda. Suben espacio, estudianido dénde poner cada pie para que no se derrumbe todo, buscando lo firme para izar a Ia Iris hasta el piso de arriba. Hace diez afios que Ta Madre Benita me mand6 condenar esas puertas para ‘olvidar definitivamente esa regién de Ia Casa, no vol ver a pensar en limpiarla y ordenarla porque ya no nos queda fuerza, Mudito, mejor que se deteriore sin in- Quietarnos. Hasta que las cinco chiquillas aburridas de Fevolotear por la Casa sin nada que hacer descubrieron Gque esa puerta se podia abrir para escalar hasta las ga- lerias clausuradas que rodean los patios por el piso de arriba, subamos, chiquillas, no tengan miedo, miedo a ‘qué si'es de dia, vamos a ver qué hay, qué va a haber, nada, mugre como en toda la Casa, pero por lo menos tiene la gracia de que esté prohibido andar por abi por- ‘que dicen que puede desmoronarse. La Eliana les reco- Inienda sigilo para que no las vayan a ver desde abajo, ‘aunque hoy el peligro es poco, todas estan congre- gadas en la porteria despidiendo a la Brigida. Pero mejor no exponerse, la Madre Benita anda de malas, hhagan algo «til, chiquillas de moledera, recojan €30, ayuden a limpiar este montén de cucharas y platos que hhay que limpiar ahora que van a hacer remate, doblen Jas servilletas, cugntenlas, barran, pénganse a lavar, Taven siquiera Ia ropa de ustedes, andan asquerosas de cochinas, no se Jo leven jugando... shshshshshsh, chiquillas, shshshshshsh... cuidado, que después nos castigan.. ircun lan un patio y luego otro hasta Hegar a Ia 7 puerta que la Eliana empuja: una habitacién con vein- fe catres de fierro mohoso, unos desarmados, otros cojoe, Faodecillas que faltan, remiendos en los alam- bres de los somieres, dispuestos en dos hileras contra Tos muros como los catres de un internado. Dos venta: nas idénticas: altas, angostas, alfétzar amplio, vidrios pintados color chocolate hasta Ja altura de wma per- Soma para que nadie vaya a ver 1o que hay afuera sal vo esos nubarrones velados por la refilla metalica y los barrotes. Tambien aflojé los clavos con que yo mismo habia clausurado esas dos ventanas. Las huérfanas ya saben abrirlas y las abrieron a tiempo para despedise de la carvoza de la Brigida conducida por los cuatro caballos empenachados, seguida por nueve autos cuen' fa Ia Eliana, ocho la Mella, no, nueve, no, ocho, no, rueve y cuando desaparece el cortejo los chiquillos del barrio vuelven a invadir la calzada con sus carreras detras de la pelota. ;Buena, Ricardo! j Chutéala, Mito! Carrele, oérrele fuerte, Lucho, pésala, ahora, chutéala, ya, gol, zoo0o0!, agudo chillido de la Mirella que cele: bra el goooo000000! de s:s amigos y aplaude y les hace Ta Iris se ha quedado atris, amodorrada en el fondo del dormitorio, sentada en'un somier. Bosteza Hojea su revista. Las luérfanas hacen morisquetas a Jos transeuntes, hablan a gritos con sus amigos, se sientan en el alfzar, se ien de una sefiora que pasa, bostezan, Cuando comienza a escasear la luz la Iris Hama a ia Eliana =z 0ué queris? Me prometiste que me ibai a leer ésta del perro Pluto con el marinero Popeye. No, Me debi el pago de dos Ieidas —Esta noche me voy a juntarme con cl Gigante para hacer nanay. Mafana te pago. —Masana te leo, entonces. 1a Eliana vuelve a pegarse a los barrotes de la ven- 18 | day +2 \ | tana, Comienzan a encendorse los faroles de la calle. En la casa de enfrente una mujer abre su balen. Mien- tras se peina el pelo largo y retinto, mirando la calle, pone la radio, rattattatimtatattatatat, estridencias Encopadas de guitarras elétricas y voces gangosas in- aden el dormitorio, levantan a la Tris del somier, la ponen de pie en el pasllo entre las dos hileras de ea- {res al oir babals, babalttayé, va, échanos un bailecito, Gina, la animan las huerlaniias, échale no més, con tun gesto de yegua hace caracolear las largas ondas de 51 pelo contonedndose entre los catres al avanzar, é- tasis en los ojos entornados igual a las artistas que sa- Jen en las novelas, ya no tango flojera, ya no bostez0, quiero salit a bailar como esa artista que se Ilamaba Gina y que vivia en un convento de monjas malas en esa de Corin Tellado que me leyé la Eliana. La Tris se detiene, Hiurga en sus bolsilos. Saca un rouge morado yy se pinta los labios: su blanda carne infantil se trans- Jorma en masa cruda cuando se pinta la boca con ese horrible kipiz oscuro. Ya pues Gina, échale, bailanos, y avanza bailando entre las dos filas de catres, muéveie bien movida, asi, asi, més, més, En el alféizar la Eliana esté encendiendo dos cirias que se robs de Ia capilla ardiente de la Brigida: ella sélo puede promover, es ‘menor, los chiquilos de la calle no la aman a gritos Zilla sino que a la Tris, lla no tiene tetas que mostrar ni muslos que lucir. Despacha a las otras huérfanas a fa ventana de mas allé y ayuda a la Iris a subirse al alfiza “Mira, Gina, legs el Gigante, —Gritale que voy'a sélir cuando se acuesten las viejas “Los cabros quieren que les bales. Queda sola en Ia ventana iluminada. Quiebra la cadera, Adelantando los pechos se cif: el suéter con tuna larga caricia que recorre todo su cuerpo y termina arremangéndose la pollera para mostrar los. muslos 19 ‘gruesos, de masa’ vibrante, mientras con la otra mano se sube el pelo, frmciendo los labios como per’. be: sar con loca pasién, En la calle, el grupo que se va jun- tando debajo del farol Ia aplaude. La mujer que se esti peinando en la ventana de enfrente aumenta el volumen de Ia ‘musica, acodéndose en su balaustra- da para mirar. La Iris comienza a moverse, muy fenta, sélo restregando un muslo contra otro, al prin- cipio, agitindose entera al ritmo del babalii desenfre- nado después, girando, el pelo embravecido, los brazos estirados, las manos abjertas:como si buscaran algo 0 alguien, girando otra, otra vez, encorvindose, estirén- dose, deja caer hacia atrés"su cabeza, Ia cabeza y todo’ el pelo vertido hacia adelante después, gira to- da encajada dentro del ritmo del rock, del frug, qué * sé yo qué serd con tal de bailar girando para mostrar los muslos y los calzones cochinos y las tetas bambo. ledndose, la lengua caliente que también busca, bailar cn el alféizar para que Ia aplaudan y la gente de la calle la celebre griténdole échale ao mis, Gina, mijita, échale no més mijita linda, que se te muevan harto las tetas, que se te desarme cl poto, que arda la Casa, que -ardamos todos. ¥ el Gigante, con su enorme cabezota de cartonpiedra sale al medio de la calle a bailar como si bailara con la Iris, la Iris se cimbra, mueve su cin- tura y gira y se agita y chilla alld arriba encerrada en su jaula iluminada por los cirios, suspendida en el flanco de la Casa, bailando como una Virgen que se hhubiera vuelto loca en su hornacina. El Gigante se para en Ia vereda de enfrente para llamarla: Gina, Gina, baja para que hagamos nanay, gritale ti, cabro, 2 mf no me oye porque estoy encerrado aqui’ dentro de esta cabeza de cartonpiedra hedionda, iQue bajis, Ginal —Oye, Eliana, pregintale al Gigante qué me. trajo de regalo hoy, si ne, no bajo. Plata no, dice, pero te tiene cinco revistas de Co- 2» tin Ted yun rouge none pro bueno con et Selva So sr en my as TR sibel fore, ni no seal es. Tet occa pts prs sep eas * ‘no me leis ti me lee la Mirella, asi que no me impr Peipero a ti te gusta como te eo yo porgu te voy contando el cuento y explicandote,p porue sit poae seca Teg mu Stl, guy or sn et eco etic lx ots de Cor $y dl Pats Bol ems de asin es Gunde mie ane sce de tsi parm mir: os ‘yor rcs tel pors de se pata ri qu no ee rm nna ses, sing, hones se Peete ds in In ja argue ate sue tage es ecu samo Siargderetar connie yoru pst ome hago shy va vara tr pls done lay ares sue sin hls us Pa Soe he ‘ane oun eu er eando nad Cini me a f llevar a uno de ess efifieios altos que se ven alla en el centro para que yo baile en un concurso y me Steele pn pa a cra dg go dan Srna de bala nr deus Toscan Tata til ny tov 9 Ta ttt de Je lam Wiser tse Muto In Madre Ben Tos “ey ta Iwas evan er ria is vee inno 90s —gCon qué me vai a pagar si el Gigante no te da plates? ET se encoge de Bombo "pore ne en que Pg antes ue t cs cpt te nd «carne om es 7G bpp ae core, y no pga evan Tas Mi dnbin: Gon de eter dos qe a Gigante te va a dar hoy y el rouge, quedo pagada. —eMe ereis huevona? Una revista y un par de pine ada gt “tle ero ine rgala el estche del rouge cuan- ‘do se te acabe la pintura. tuche del oes —Hecho. LA MADRE BENITA permanece en Ja porteria, m «quiets un segundo, las manos juntas y los ojos cerra. dos. La Rita y yo esperamos que se mueva, que abra lo oo,» lov abr y semueve yme hae un sf para que Ta siga, ya sé que la tengo que seguir encorvado Fale Se ae el, cera ‘su hijo imbécil arrastrando un juguete, Sé para qué quiere que la siga. Lo hemos hecho tantas veces: lim. Bla J a deo Ja meri. Que repartra sus cosas ‘entre sus amigas dijo mist re sus Pallers dijo como nl exo fuer un ealego pars Schr Fitas, no quiero ver la pieza de la Brigida, Madre por Dios, no quiero, no quiero revisar nada ni ver nada, no $10 Puede haber nada que tenga valor ast es que 10 quiero ver >, aga lo que quiera costs Mae Beni, eps eis ees ten pores, jan a quedar felices con cualquier recuer ri Bia, tan queria que 7 agen fee sigo por los correcores arrastrando I sobre cuatro rudas, donde pongo escabas, baldes tr os, plumeros. En el patio de la cocina un grupo de Viejas rodea a Ia Madre Anselma pelando papas en un fondo... lindo el funeral de Ia Brigida... el abrigo de misié Raquel estilo princesa, dicen que vienen mu. cho otra vez. el cochero tenia bigoes, no sé si esti bien que permitan que los cocheros. de las carvoras le primera usen bigotes, es como una falta de respeto. tema para meses, otro grupo de viejas mas alld ya ol 2 vidaron el funeral, ya olvidaron a la Brigida, estén ju gando a la brisca sobre un cajén de aaucar. Cuidado Eon eva grads, Madre, es grada, no sombra, y desembo- feamos en otro patio que no es el patio donde vi la Brigida asi es que hay que seguir por més pasillos, tuna, otra pieza vacia, hileras de habitaciones huecas, mis puertas abiertas 0 cerradas porque da lo mismo {que estén abiertas o cerradas, més piezas que vamos atravesando, los vidrios astillados y polvorientos, la penumbra pegada a las paredes resecas donde wna go Tina picotea el adobe secular buscando granos. Otro pa tio. El patio del lavado donde va no se lava, el patio de las monjitas donde ya no vive ninguna monjita porque hora no quedan mas que tres monjitas, el patio de la palmera, el patio del tilo, ste patio sin nombre, el patio de la Ernestina Gomez, el patio del refectorio ue nadie usa porque las viejas prefieren: comer en la Cocina, patios y claustros infinitos conectados por pa sadizos interminables, cuartes que ya nunca intentare- mos limpiar aunque hasia hace poco usted decia s, Mudito, con escobas y plumeros y trapos y baldes ¥ jaboncillo, uno de estos dias, en cuanto tengamos tiempo, 1o vamos 2 limpiar todo, porque esto esti hhecho un asco. Cuidado, Madre, yo la ayudaré, demos la vuelta alrededor de estos escombros, mejor por este corredor que remata en otro patio mas, en un nivel distinto, para cumplit con funciones olvidadas, abierto a habitaciones donde las telarafias ablandan Jas resonancias y a galerfas donde quedaron pegados los ecos de trdngitos que no dejaron noticia, o serin ratones y gatos y gallinas y palomas persiguiéndose entre las ruinas de esta muralla que nadie terminé de demoler. ‘Me adelanto a la Mare Benita. Me detengo junto a un grupo de casuchas de lata, de tablas, de cartén, de ramas, fragiles y plomizas, como construidas con los | naipes manoseados con que las viejas juegan a juegos 2B antiqusimos, Usted a intentado tantas ves conven cer a las viejas que duerman en las habitaciones. Ha cls pleas sna, grandes, todas vais, las que quieran, en el patio que quieran, yo y el Mu- dito se las acondicionaremos para que atiedén dss, Madre tenemos miedo son Gomasiad grandes 4 Tos techos demasiado altos y las murallas demasiado {gruesas y pueden haberse muerto o rezado mucho en ‘esas piezas y és0 da miedo, son hiimedas, malas para el ‘reuma, son oscuras y vastas, demasiado espacio, y noso- ‘tras no estamos acostumbradas a piezas con tanto es- pacio porque somos sirvientes acostumbradas a vivir cn piececitas chicas repletas de objetos, en Ia parte de atris de las cases de_nuestros patrones, no, no Madre Benita, gracias, preferimos estas casuchas endebles construidas al resguardo de los corredores porque que- ems estar lo més cerca posible unas de otras para sentir otra respiracion en Ia easucha del Indo y el olor @ hojas de ié afejas y otro cuerpo parecido al de luna agitindose en otro insomnio al otto lado del ta que y las toses y los pedos y las flatulencias y las pesadillas, qué importa este frio gue se cueld por las ramuiras de las tablas mal ajustadas con tak de es tar juntas a pesar de la envidia y de la codicia, a pesar el miedo que va apretujando nuestras bocas desden- tadas y frunciendo nuestros ojos legafiosos, juntas para ira la capillaal atardecer en bandadas porque da mic- do ir sola, agarradas unas de los harapos de las otras, pot los clausiros, por fos pasadizes como tineles que ho se acaban nunca, por las galerias sin luz donde qui- zis una polilla me tora la cara y me hace chillar por- ‘que me da miedo que me toquet en la oscuridad cian dono sé quién me toca, juntas para espantar. las sombras que se descuelgan de las vigas y avanzan des- perezandose ante nuestros: ojos cuando Ia penumbra comienza. Aquf viene la vieja alegadora que se pinta las cejas con carboncillo. Y agui viene la Amalia, bue- 24 % Glan Ia casucha de la Brig nas tardes, Amalia, no tengas pena, espérame por aaui {que quiero hablar contigo después que termine de arte- no, no, gracias, el Mus fo me va a ayudar como siempre, mira, est abrien- do el candado de Ia ruca de Ia Brigida, Y la Rosa Pé tex, capaz de alborotar un patio entero con sus chis- nes, Buenas tardes, Carmela, si, si te van a venir a buscar, espera, majer, pero hace diez afios que espe- ras y nadie viene, dicen que Rafaelito arrend6 una ‘casa en que Ie sobra una pieza, este pelito que tengo Guardado aqui, mire no mis madre Benita, es de ¢l, Gel nif, de cuando yo lo criaba, rubio como pelo de Choclo y nada de agua de manzanilla como otros, asi lo fenfa antes que comenzara a oscurecérsele, lstima que ‘hora, dicen, esté pelado, fo amé por teléfono el tro dia pero la sefiora nueva esa que tiene me dijo Ilé- Shelo otro dia, espera, Carmela, pero la Carmela espera To que todas esperan con las manos cruzadas sobre la falda, mirando fijo a través de los grumos de resina ‘acumulados en los ojos, por si divisan eso que avan- a y erece y comienza a taparles Ta luz un poguito al principio, casi toda la luz, y después toda, toda, toda, Toda, toda, tinieblas de repente en que no se puede gitar porque en la oscuridad no se puede encom far la vor para pedir aunilio y una se hunde y se pierde en las tinjeblas repentinas una noche cual- Tuiera como anteanoche la Brigida. Y mientras es- eran, Tas viejas barren un poco como Io han hecho {oda Ta vida o zurven, o lavan o pelan papas o lo que haya que pelar o lavar, siempre que no se necesite ‘mucha fuerza porque fuerza ya no queda, un dia igual f off, tna manana repitiendo Ta anterior, una tarde rremedando las de siempre, tomando el sol sentadas en Ts cuncta de un claustro, espantando las moseas que se ban en sus babas, en sus granos, los codos clavados, fn las rodillas y la’ cara cubierta con las manos, can- ‘a sadas de esperar el momento que ninguna cree que sO CE CHILE fa Y M)AMUCADE UNIVEs espera, esperando como han esperado siempre, en otros patios, junto a otras pilastras, detras de los vi Gries do otrae ventanat, © x2 entzetionen cortanda car ddenales colorados para adornar el cajén de palo en que se llevaron a la Mercedes Barroso, para que no se vaya sin ni siguiera una flor la pobre Menche aun- ‘que no sean mas que estos cardenales polvorientos, por Dios que era divertida cuando bailaba esos bailes que Je ensefé la Iris Mateluna, frug, rock, y las otras huer- fanitas y hasta nosotras llevando el compés palmo- teando para que bailaran juntas, la Tris con la Men: che... pobre Menche... de puro gorda se debe haber muerte la Mercedes Barroso una noche igualita a la que va a comenzar ahora ‘Me retiro un poco para que usted entre, Aqui ca- ben apenas el peinador con espejo y el catre de bron- ce, El desorden de las sdbanas es tan leve que nadie adivinaria que una mujer agoniz6 en ellas hace cuaren: tay ocho horas. Aqui s gue viva la Brigida: Esta unidad es ella todavia, mantiene viva a otra Brigida mientras su cuerpo comienza a agusanarse: este orden peculiar, estos objetos que fue gastando con sus aficiones o sus ‘manias, esta intencién de elegancia, mire, Madre Be nita, cémo colocé las palmas del Domingo de Ramos en tin éngulo de la estampa de la Anunciacion, cémo recubrié con papel de regalo de Pascua la botella de cocacola que usaba como florero. Retratos de la fami- lia Ruiz. Santos. Sus manos cuidadisimas fueron ca- paces de reconstituir los bordados de unas casullas ‘que cl Padre Azécar se llev6 porque dijo que eran del Siglo dieciocho, demasiado valiosas para dejarlas per- derse en esta Casa, lo tinico de valor que hay aqui Madre Benita, lo demas es todo basura, increfble que la oligarquia de este pais haya sido incapaz de reunir més que mugres aqui. Y sobre el peinador usted palpa con la punta de los dedos, sin mover los objetos, Ia fila perfecta formada por el dedal, el alfiletero, la % lima, la tijerita, las pinzas, el polissoir para las was, tode en orden ‘sobre la carpeta blanca, fresca, almi- donada. Usted ¥ yo hemos venido a descuartizar ta Brigida viva, Madre Benita, repartirla, quemaria, aventarla, climinar a la Brigida que quiso perdurar en el orden de sus objetos. Borrar sus rastros para Que mafiana 0 pasado nos manden a otra vieja, que comenzaré a hollar este sitio con la forma particu- Jar, a penas distinta pero inconfundiblemente st que ira tomando su agonia, Suplantara a la Brigida Como la Brigida suplanté a... no recuerdo cémo se Ila maba esa vieja silenciosa, de manos deformadas por Jas verrugas que vivia en esta casucha antes que lega- ra la Brigida, La noticia de que Ia Madre Benita ya comenz6 a limpiar la ruca de la Brigida cunde por la Casa. Acu- den viejas de otros patios a curiosear. La Madre Bo- nita jamas les da preferencia a las pedigiiefias y por eso, al principio, no se acercan mucho: merodean calladas, ‘© murmurando bajito, pasar y vuelven a pasar frente ‘a la puerta, acercéndose poco a poco mas y més. Al ‘guna se atreve a detenerse un segundo: Je sonric an- gelicalmente a usted, a mi me guia un ojo y yo le guifio el ojo del Mudito. Pasan cada vez més lenta ‘mente frente a la puerta hasta que ya casi no se mue- ven, pegadas como moscas ¢ una gota de almfbar van ennegreciendo la entrada, susurrantes, torpes, clamo- rrosas, hasta que usted me rvega que las ahuyente, que se vayan, Mudito, vayanse, por Dios, déjennos trabajar fen paz, después las vamos a llamar. Ellas vuelven a alejarse un poco, Se sientan en el borde del corre: dor, al pie de las pilastras, las manos inquietas en la falda, mira la colcha de raso azulino de la Brigida, dicen que es de pura pluma, a quién se lo iran a dar, yo ereo que esas cosas buenas se las ira a evar misid| Raquel para su casa de ella, mira la radio, Zunilda, |, apuesto que la van a mandar a un remate porque las a ratios son cares, ai me gustaria tener radio como Ja Brigida porque ella se quedaba en cama los domin- for pare ith mse cangda de a Catdel y © Re Buss of mibe Gade mi cama sign do Cuando haga frfo. ¥ese chal nego, mize pues Cler =”. Se ete tse ope chal nore que yo. somsba a Sito diana scl que le repel sort Ma para eae ee eee ee eee oxle Ja Brigida no le gustaba el negro... estara nue- Tic envicve le nianchesy Tos alors det go nia qu nadie read oan bona del fan ar ao’ leant ls dos hoje dl olen para Sacre al cored jars ose Une srsoea Tou que pretge al echon Gel ona covrosto del Somer" ela de dates ents ops fen siimeles, goon, Gato, LrgorSlandos aw Brno‘ forba, docemn eto de pequetes ea jd cn omar Cn a, vile dec a lana, jaboere To, sapate tapar, bol talla abollada, gorra de bafista color frambuesa” todo ciopelado, homogéneo, quietisimo bajo el polvo Sea ener oa ee Soave que ty motto minino Come, harper Se a eee ee eres ear a gfe eon es oes Tajerias torial momenitncaments mane de ad tor de trapon ajon de neva eae asia de Sst spate tl oape oon arose te movileton par einer, MES y to page Skate de a eam y mire Nace Bena tain de bajo del pater eure cl peor 9 el ebigne » deirés de la cortina del rincdn, todo agazapado justo Schau das de nie he dene os To se quede asl con ls manos cass :Deconoce a esta Brigida que domé,el polvo y Ia inutilidad? ¢La .» 28 desconcierta esta Brigida? Ab, Madre, usted no Jo sabe, pero esa vieja tenia més vericuetos que esta Casa: cl Alfietero, la tijerita, el polissoir, el hilo blanco, si, todo ordenado a la vista de cualquiera sobre la carpeta blan- ca. Muy conmovedor. Pero ahora, de repente, usted tiene que encarar a esta otra Brigida no oficial, la ‘que no se exhibia sobre la carpeta almidonada, rei- zna de las asiladas con su funeral de reina, que des- de Ia pulcritud de sus stbanas bordadas, con sus manos perfectas y sus ojos afables dictaminaba con sélo insinuar, ordenaba con un quejido o un suspiro, cambiaba el rumbo de vidas con el movimiento de un dedo, no, usted no la conocia ni la hubiera podido co- nnocer, la mirada de la Madre Benita no penetra debajo de las camas ni en los escondrijos, es preferible cor ppadecer, servir, permanecer a este lado, aunque es0 sig- hifique matarse trabajando como se ha matado usted durante afios entre estas viejas-decrépitas, en esta Casa condenada, rodeada de imbéciles, de enfermas, de mi- serables, de abandonadas, de verdugos y victimas que se confunden y se quejan y tienen frio y hambre que usted se desespera por remediar, la enloquecen con Ta anarquia de Ia vejez duefia de todas las prerroga ‘gas... pobre viejecitas, hay que hacer algo por ellas, si, tisted se ha matado trabajando para no conocer el re vés de Ia Bri ‘Suspira al inclinarse para sacar de debajo del so- mier un paquete cuadrado hecho con papel de manila amarrado con un cordelito, Lo sacudo con mi trapo ¥ arriscamos las narices porque el cuartucho se Tena de pelusas. Usted comienza a desenvolver el paquete: tun cartén de esos en que antes venfan montadas Jas retratos de estudio, con guirnaldas en realee y Ia fir- ma del fotégrafo grabada en oro en una esquina, pero sin la fotografia. Llevo el papel y el cartén al cen- tro del patio para iniciar la pila de mugre que seré 4 hoguera, Las viejas acuden con la intencién de escar- 2» bar para apoderarse de Jo que encuentren, pero es poco, muy poco. Nada. Claro, esto recién comienza Yva\a ver bueno. Porque la Brigida era rica ria, dicen, Es cuestion de esperar un rato Viejas siguen vigilandonos apostadas en sus sitios del corredor 6 paseandose. Todo lo que usted encuentra esti amarrado, em. paquetado, envuelto en algo, dentro de otra cosa, ropa harapienta envuelta en si misma, objetos trizados que se rompen al desenvolverlos, el asa de porcelana de tuna tacita de café, galones dorados de una cinta de Primera Comunién, coms guardadas por el afin de guardar, de empaquetar, de amarrar, de conservar, sta poblacién estatica,reiterativa que no le comunica su seoreto a usted, Madre Benita, porque es demasiado cruel para que usted tolere la nocién de que usted y yo y las viejas vivas y las viejas muertas y todos Estamos envueltos en estos paquetes a los que usted cexige que signifiquen algo porgue usted respeta a los ‘eres humanos y si la pebre Brigida hizo tantos paque- titos, reflexiona la Madre Benita refugiada en Io sen- timental, fue para levantar una bandera diciendo Quiero. preservar, quiezo salvar, quiero conservar, Quiero sobrevivir. Pero le aseguro, Madre, que la Bri Zida tenia métodos més complejos para asegurar su sobrevivencia... paquetis, sf, todas las viejas hacen paquetites y los guardan debajo de sus camas. ‘Abramos los paquetss, Mudito, no vaya a haber algo importante, algo que... es incapaz de concluir st frase porque teme amarrar con ella una idea que carezca de coherencia, y en vez, comienza a jugar al juego de suponer que desatando nudos, deseavolvien- do trapos, abriendo sobres y cajas, va a encontrar algo ‘que vale ia pena salvar. No, todo a la basura. Trapos ¥ mas trapos. Papeles, Algodén café con la sangre de tuna herida pretérita, Eavoltorio tras envoltorio. 2No ‘ve, Madre Benita, que lo importante es envolver, que 30 el objeto envuelto no tiene. importancia? Voy amon- tonando basura en el patio. Zumba el enjambre de vie- Jas escarbando, peleéndose por un corcho, una perilla de bronce, los botones guardados adentro de una caja de ‘é, una plantilla para zapato, la tapa de una lapicers. A veces limpiamos la ruca de una‘asilada recién rhuerta ¥ entre sus cosas aparece un objeto que reconocemos: sta anilla negra de madera para colgar cortinas, por ‘ejemplo, es Ja misma que tiramos a la basura Ia sema- ha pasada cuando se mur la Mercedes Barroso, ¥ ella, a su vez, la habia rescatado porque si, para nada, de los despojos de otra muerta, y ésa de otra y de otra y de otra. ‘La vieja desdentada gue me guifié el ojo se prueba la gorra de batio color frambuesa contonedndose al son de'los aplausos de las demas. La Dora deshace Jos res- tos de una chomba apolillada, ovillando Ja lana crespa y atiadiendo pedazo con pedazo para lavarla y tejer dina chaquetita para el nifio que va a nacer. Este pa- fquete: éste. Usted se va poniendo tensa, impaciente, lene que ser este paquete el que contiene Ia clave para saber lo que la Brigida quiso decir. Este. ¢Quiere abrir To? Bueno. Si, Mudito, abrirlo con respeto porque la Brigida lo envolvié para que yo comprendiera, no, Mar dre Benita, no, no se engaie, la Brigida hizo este pax Gquete y los demas porque tenia miedo. Fue reina, ver Gago, dictadora, juez, pero amarraba cosas y las guardaba como todas’ las viejas. Sé que usted esti implorando que este paguete contenga algo mas que basura, Le saca el papel café y lo bota. Aparece otro papel, ms frégil, arrugado, lo rompe, lo deja caer Al suelo. ¢Para qué sigue abriendo y rompiendo en- yoltorios, éste de tafetén color manzana, debajo un ‘envoltorio de diario —Roosevelt y Fala y la sonrisa de Stalin a bordo de un barco—, si tiene que. saber que no va 2 encontrar nada? Esta hombrera de algodén plo- mizocera lo que le daba blandura y volumen al paquete. at Escarba, deshace la hombrera con sus uilas urgentes y deja caer el algodén. Queda un paquetito duro que usted sostiene entre su indice y su pulgar. Quita la capa de lienzo apercancado y aprieta un poco... si si, Dios mio, hay algo adentro, algo duro, definido, esta unidad que palpo ansiosa, Sus dedos se entorpecen desanudando cl lienzo: una bola de papel plateado. La raja, la rom- pe: el papel plateado queda convertido en escamas sobre la palma extendida desu mano que tiembla, Yo voy a soplar esas escamas para que se dispersen pero usted alcanza a apretar el pufio a tiempo arreba- tandosclas a mi aliento, y sus dedos, en un segundo, reconstituyen la bola plateada. La redondea, Ja en- durece con Ia ansiedad de sus gestos lamentables. La mira, Me mira a mi, invitindome 4 reconocer yo tam- ign Ia unidad de lo que ha reconstituido.”Avanza hhasta la puerta, Las viejas se detienen, callan: sus ‘ojos siguen la trayectoria de su brazo y luego el arco de la bolita brillante al caer. Corren para lan- zarse al monton de basura en busca de eso plateado que surcé el aire. Seguro que volveremos a encom trar esa bolita entre los despojos de otra muerta, ¢Por qué se cubre la cara con las manos, Madre? Haye corriendo por los pasillos, por las galerias, por los patios, por los claustros, las viejas siguiéndola, pidign- dole, las caras nudosas, los ojos implorantes y legatio- Sos, una voz opaca porqu® la chalina le protege la boca de un frio imaginario, de un contagio imaginario, otra vyoz aspera de tanto fumar, de tanto tomar té hirviendo para calentar el cuerpo aterido, manos extendidas para tocarle el hébito, para retenerla, para sujetarla por el delantal de mezclilla, por una manga, no se vaya, Madre, yo quiero el catre de bronce, a mi sus anteojos {que a veces me prestaba porque yo no tengo anteojos y me gusta leer diarios aunque sean viejos, una frazada para mi porque paso tanto fro en las noches hasta en las noches de verano, yo era amiga, a m{ me queria 32 . nis, yo era vecina por ta derech, yo por la inguerda, Fee ortuba Ins uf hasta las was de los pies v ade ‘Sas tos calles porque cuando so era joven trabajaba vpetnanicuras aie queria mucho més que ala Ama ii gue le cobraba de mas por lavarle la ropa, tnazas Teatedes de madera me sujetan los brazos, boeas ohagnns exigen cosas que 20 5€ qUE som, YO SOY ve aris ijeritaexa mia, mie el pelo de Rafaeli, Madre Benita que pena que el io estépelado ahora y hasta gordo diken que se ha puesto, una aguja que le presté SPotr dia'no mis, y yo un crochet, ¥ yo unos boto Sie 'Bstas manos roseeas tienen mas fuerza que 18s Mins dedos que eroven como ramas para retenerme, rues raegnsy letanfas me amarran, para ti, ara 1, Mare Benita, yo quiero, yo necesito, por que no me Tega ami ol 1 que fe sob i Brigid mire que fan pobre, now'a ésa no, 2 mi, démelo a mi, éa dhe Tam de ladcona, nose descuide con las cosas thine que se lag puede robar, démelo a mi, a mi, vejas Ur votes blandas como bolas de pelusas que la nece Sando la codiciaalborotan en un rincén, was requie Biajedas, ropa inmunda que se les cae del cierpo tredpos hediondos de vejer me arriman contra esta shanpara de vidios rtes, a llave,abro, sag, cietro. Tage rar a lave por fers. ba saco 9 me fa meto EEE! Wetato del delantal. Por fin, Dios mio! Se que Garon prisioneras detrés de Ia. puerta, acumulando sien, Por low hoyos de los vidios quebrados se aso ro aus brazon, gus Tostros descompuestos or. 10s MManje.. se apaga el rumor de sus voees implorando LAS VIEIAS, EN pores o en grupos, van abandonan do Ia cocina’ como si parieran, no a dormir, sino 2 tsinrprare a a oxida, Eel bio de la co Gina lena de escafon, de mesas de marmol pringosas con sobras de comida. de plls de ollas como mom mentos de hollin y grasa en los lavaplatos atorados, Jas voces, como los carbones, van extinguiéndose a medida que pasan las horas y"Tos minios. que no pasa, Tas altimas en partic eran siempre las seis que se sentaban en la ese mds ceva del calor de ln cocina, junto a la Brigida, un grupo de intimas que yo siem- pre veia revolotear sirededor de la iis Mateluna, Fegalindole Goloes'y revistas,entretenindose en ha cetle peinados estrafaarios como a tna muricea, Yo me sentaba in poco ms ld en la misma mesa, Esc ‘hando el runruneo sempitemo de sas voces me iba Adormeciendo hasta que despuce de tomar mi ultimo Sorbo de tc dejaba caer in cabera sobre mis brazos Cruzados en Ia mesa, Las ofa comentar cosas! una de ellas se hizo dafio con piedrecita en el pie, la Bri- ida informaba que misia Raguel recbi6 tm. postal de tisié Inés desde Roma, alguna adivinanea cien ve ces repetida, on cuerto para entetener a fa Tis sen u tadg en Ja falda de la Rita, que la arrebozaba con le punta de su chal, Esa noche, no me acuerdo cuél de ellas, repetia mis o menos este cuento: ‘Erase tna vez, hace muchos, muchos afios, un se- orén muy rico y muy piadoso, propietario de grandes extensiones de tierra en todo el pais, de montaias en ‘lnorte, bosques en el sur y rulos en la costa, pero més {que nada de ricos fundos de riego en Ia comarca Timi- fada al norte por el rio Maule, cerca de San Javier, Cauquenes y Villa Alegre, donde todos lo reconocfan como cacique. Por eso, cuando vinieron malos tiempos, fis de cosechas miserables, de calor y sequia, de animales envenenados y de nifios. que nacian muertos © con seis dedos en una mano, los ojos de los cam pesinos se dirigieron hacia’ el cacique en busca de al guna explicaciOn para tanta desgracia. Este seior tenia nueve hijos varones que Jo ayudar ban a atender sus tierras, y una hija mujer, la menor, » Ia luz de sus ojos y la alegria de su corazén. La nifia cera rubia y risueia como el trigo maduro, y tan he endosa que. su habilidad rara los quehaceres de la asa llegé a darle fama en la regién entera. Cosfa,y bor Gaba con primor. Fabricaba velas con el sebo que el fando producfa y frazadas con la lana. Y en\ verano, cuando Tos abejorros zumbaban golosos sobre la fruta Temadura, el aire de la arboleda se ponia azul y picante om el fuego que sus sirvientes encendian debajo de las pailas de cobre, donde revolria moras, alcayotas, mem Brillos y ciruelas, transformindolos en dulees para re galar a gusto de los hombres de su casa. Aprendié &tas inmemoriales artes femeninas de una vieja de ‘manos deformadas por las verrugas que, cuando murié Ta madre de la nifia al dara a luz, se hizo cargo de cuidarla, Al terminar la ultima comida del dia, des pues de presidir la mesa donde su padre y sus herma 4, hos cansados se sentaban con las botas polvorientas, 35 lla, mimosa, los iba besando uno a uno antes de re- tiratse por el pasadizo alumbrado por la vela con que su nana la guiaba, para dormir en la habitacién que = compartian. ‘Quizé por Jos privilegios que el lazo con la nifia ‘granjeé a su nana, o porque como no encontraban ex: plicacién para tanta desgracia era necesario culpar a alguien y los malos tiempos producen malas ideas, comenzaron a circular rumores. El caballerizo se lo debe haber dicho al quesero o el quesero al caballe- rizo o al hortalicero 0 a Ia mujer 0 a la sobrina del, herrero. En la noche, grupos de peones murmuraban encucillados junto a las fogatas encendidas detrés del chiquero, y si sentian acercarse a alguien se callaban de repente, El rumor cundié lentamente pero cundié, hhasta que lo supieron los gafianes de la era y los pas- tores en los cerros mds lejanos del fundo: se decia, se decfa que decian © que alguien habia oido decit quién sabe dénde, que en las noches de luna volaba por el aire una cabeza terrible, arrastrando una lar. © guisima cabellera color trigo, y la cara de esa cabeza era Ja linda cara de la hija’ del patron... cantaba el pavoroso tué, tué, tué de los chonchones, brujeria, maleficio, por eso las desgracias incontables, la mise- ria que ahogaba a Ios campesinos. Sobre las vegas secas donde las bestias agonizaban hinchadas por la sed, la cabeza de la hija del patron iba agitando enor- mes orejas nervudas como las alas de los murciélagos, siguiendo a una perra amarilla, verrugosa y flaca como sti nana, que guiaba al chonchén hasta un sitio que los rayos del astro cémplice sefialaban més alld de los cerros: ellas eran las culpables de todo, porque la nina era bruja, y braja la nana, que la también en estas artes, tan inmemoriales y femeninas como las mis inocentes de preparar golosinas y manejar la casa. Dien que fueron sus propios inquilinos los que co- menzaron estas murmuraciones, y que siguieron los. 36 inguilinos de los fundos colindantes, y se Jo contaban a los afuerinos, que, al dispersarse después de la ven Gimia o de la trilla, esparcieron los rumores por toda a comarca, hasta que nadie dud6 que la hija del car cique y su nana tenian embrujada a toda la region. ‘Una noche en tn rancho, el mayor de los herma- ‘nos se levanté demasiado pronto de la cama de la mujer con que tenia amores, para regresar a la casa de su padre a una hora decente. Ella le grité desde el revoltijo de mantas caldeadas por st cuerpo: ““apuesto que tt hermana no ha llegado a la casa todavia. Las brujas vuelven cuando canta el gallo y comienza a clarear... I [a azote hasta hacerle sangrar la boca, hasta ‘que lo confesara todo. Y después de oir le pegé més. Conzié a las casas del fundo a contarselo a su segundo hermano y después a otro y a otro, y los nueve her- manos, ni en concilidbulos ni solos, se resignaban a ‘aceptar que el rumor fuera més que una mentira ne- fasta que los manchaba a todos. El terror entraba desde Ia intemperie de los miserables al ambito res- guardado de la casa regida por la hermana a quien era imposible creer otra cosa que una nifia transparente yy feliz. No debfan creerlo. Bastaba con no aceptarlo. ¥ dejaron de hablar del asunto. Sin embargo, volvian cabizbajos del trabajo del dia, sin vender animales en la feria ni acordarse de recoger la cosecha antes que cayera el chubasco. Ya no bebjan libre y alegremente como ‘antes, porque los frenaba el temor de que el vino Jes soltara la Tengua frente al padre, que no debja saber nada. ‘Sin embargo, todos juntos algunas veces, y después que decidieron que era mentira, solos, cada uno por Su cuenta, como escondiéndose de los demas para que ho fueran a suponer que aceptaban siquiera una pizca de verdad en los rumores, los hermanos solian acudir __ 5 de noche a la puerta de la habitacion de la nifia, Ofan 37 siempre lo mismo. Adentro, la hermana se reia. con st vieja y contaba adivinanzas o cantaban un poco, ¥ Ueapucs las ofan rezar ealves y rosarios hasta que las sentian apagar las velas y quedarse dormidas. Jamis foyeron otra cosa y jamés dejaron de ofr la repeticion de lo mismo. No era nada. Sélo una isla femenina en fesa casa de hombres, inaccesible para ellos, pero n0 peligrosa. ¢ Cuando salian a hacer las correrias de que las acusaban, entonces? Después de un tiempo de vi gilancia, seguros de la falsedad de los rumores, fueron 2 contarselos, al padre para que castigara a los culpa bles de la difusién de tamafio chisme. El cacique, loco de ira y de dolor, interragé a su hija: los ojos de la mii permanecieron tan claros al responder con negativas a acusaciones que su inocencia no aleanzaba a compren- der, que el padre se calmé, y sentando a su regalona fen sus rodillas Ie pidié que le cantara alguna cosa. El hermano menor, sonriente ahora, tomé la guitarra de ‘un rincén del estrado para acompafiarla: Al mar me arrojara por una rosa pero le temo al agua que es peligrosa repiquen las campanas con el esquilén que si no hay badajo con el corazén, En el cuiarto contiguo los hermanos decidieron que seria sabio esperar unos dias, pero que sin duda era necesario deshacerse de la nana, porque de haber culpa fue suya, al envolver con su presencia equivoca Ia ino- cencia de la nila, 2Qxé importancia tenia, por lo de- mds, sacrificar a una vieja andnima si eso saldaba el asunto en forma limpia? Se fueron a dormir con el 4nimo tranquilo después de mucho tiempo de desvelo, ‘Ala uma de la madrugada un pen golpes la puerta del dormitorio del cacique: —Patrén, patroneico, alli afuera andan la perra amarilla y el chonchén... 38 Y¥ huyé a perderse antes que el cacique, blandiendo su ramal, apareciera envuelto en la camisa de dormir y el poncho, en la puerta del cuarto, gritando para des- pertar a sus hijos, para despertar a todo el mundo, que se vistieran, que corrieran, que los mozos ensillaran y montaran y salieran... los diez hombres dejaron una polvareda en Ia noche galopando a campo traviesa, pre- iguntando, buscando, escuchsndo, no fueran a perderse el chonchén y la perra, y es'a oportunidad tinica para desvelar la verdad, Un aullide lejano torcfa el rumbo del ‘opel hacia el bosque. Un graznido, una piedra que ro- daba por wna ladera los hacia remontar montafias bus- cando en cuevas:que podian ser entradas a Ja sala- manca de las brujas. Bajaben al rfo porque el ladrido de un petro, que podia ser la perra amarilla, los con- ducia hasta’ allé, pero no eza, no era. nunca Is perra ‘amarilla, y cant6 el gallo y clare6 el alba y dejé de ser la hora de las brujas y los diez hombres tuvieron que ., regresar abatidos por la dervota a las casas del fundo. Al'llegar sintieron alborote de hojas en las vifias: —Agérrenla, agirrenla, es la perra amarilla que se ‘quiere meter en Ia casa, el chonchén no debe andar lejos. YY los diez hombres’ se precipitaron sobre ella para cercarla como en una topeadura y cortarle el paso, para pillarla y azotarla y metarla ahi mismo, los caba- Ios encabritados y los rama‘es volando, Ia perra perdi- da en la polvareda de los cascos que no lograron impe- dir que se hurtara a ellos 5 se perdiera en la luz im- precisa de la alborada. Mandaron a los peones que Ia buscaran, Que Ia encontraran costara lo que costara porque la perra era Ja nana y Ia nana era la bruja. Que no se atrevieran a volver sin la perra amarilla, Que Ia mataran y trajeran el pelle} : El cacique, seguido por sus hijos, forzé Ia puerta del cuarto de la nifia, Al enirar dio un alarido y abrié + Tos brazos de modo que su amplio poncho oculté inme- diatamente para los ojos de los demas lo que s6lo sus ojos vieron. Encerré a su hija en Ia alcoba contigua. Solo entonces permitié que los demas entraran: a vieja yaefa inmévil en su lecho, embadurnada con un- gilentos magicos, los ojos entornados, respirando como si durmiera, 0 como si el alma se hubiera ausentado del cuerpo. Afuera la perra comenz6 a aullar y a arafiar 1a ventana: Aqui esté, métenmela o los mato yo a todos. La perra dejé de aullar. La nifia loraba en la pieza donde su padre la dej6 encerrada, —iNana! ;Nanita! Que no la maten, papa, que no Ja maten, que la dejen volver a su cuerpo. Sino la ma- tan yo le juro que confieso todo. —=Tii callate. No tienes nada que confesar. Salieron al patio a reconocer el cuero ensangren- tado. No result6 dificil pillarla, parecia cansada, acu- -trucdndose temblorosa bajo la ventana de la nifia: eso fue lo que aseguraron los peones mientras los diez se- fiores examinaban el pellejo de la perra amarvilla, Ahora no quedaba mas que deshacerse del cuerpo de la bruja. No estaba ni viva ni muerta. Podia seguir siendo peligrosa: enterrar el cuerpo de una bruja sue- le envenenar leguas y leguas de buena tierra de le. branza, de modo que hay que deshacerse de ella de otra manera, dijo el cacique, Mand6 que ataran el cuerpo de la malhechora a un érbol para que la'azota- yan hasta que despertara y todos oyeran la confesién de sus crimenes. El cuerpo lacerado sangré, pero ni Tos ojos ni la boca de la bruja se abrieron, aunque no dejé de respirar, suspendida en una regién distinta ‘ala vida y a la muerte. Entonces, como ya no quedaba fra cosa que hacer, tumbaron el arbol a. hachazos. Y¥ Tos nueve hermanos con sus inquilinos y los ingui nos de los fundos vecinos llevaron el cuerpo de la bruja al Maule, y lo echaron al agua, amarrado al tronco para que no se hundiera, 40 El cacique Se quedé en las casas. Una hora después que se apagé la gritadera del gentfo partié con su hija a la capital. La encerré en un convento, para que tumas monjitas de clausura se ocuparan de ella: nadie, ‘nunca més, ni siguiera sus nueve hermanos que tanto Ta querian, volvieron a verla. ‘Mientras tanto, por la orilla del Maule se desplegé la cabalgata, siguiendo el cuerpo que flotaba rio aba: jo. Si lo velan acercarse a la orilla lo alejaban con pi canas. Cuando la corriente parecia arrastrarlo al cen- tro del caudal lo atrafan con garfios. En la noche, con los mismos garfios, sujetaban el cuerpo de la bruja a Ia orilla mientras ellos desensillaban sus cabalgaduras, encendian fuego, comian cualquier cosa, y tendiéndose fen sus pellones y ponchos, antes de dormir relataban cuentos de brujas y aparecidos y de otros monstruos con cuyos rostros se disfraza el miedo en tiempos mar Jos, Contaron lo que sabian de las brujas, lo que se murmuraba desde hacia generaciones, que alguien Je dijo una vez a un abuelo que era necesario besatle el sexo al chibato para poder participar en las orgias de las brujas, y hablaron del miedo, del de antes y del de ahora del de siempre, y cia el silencio, y para ah yyentar las figuras que’ Se querian perfilar en la no- ‘che se felicitaban porque por suerte, esta vez, las bbrujas no lograron robarse a la linda hija del ca cique, que eso era Jo que querian, robirsela para co serle los nueve orificios del cuerpo y transformarla cn imbunche, porque para eso, para transformarlos en imbunches, se roban las brujas a los pobres inocentes y los guardan en sus salamancas debajo de la tierra, Gon los ojos cosidos, el sexo cosido, ef culo cosido, la boca, las narices, Ios oides, todo cosido, dejindoles cerecer el pelo y las uiias de las manos y de'los pies, idio- tizindolos, peor que-animales Ios pobres, sucios, pio- josos, capaces sélo de dar’ saltitos cuando el chiva- ; 10 y las brujas borrachas les ordenan que bailen.. a el padre de alguien, una vez, habia hablado con alguien que decia que una vez vio un imbunche. y el miedo le paralizS toda un lado del cuerpo, Aullaba = tun perro, Volvia a caer él silencio sobre las voces ast tadas. Los ojos de los peones semiadormecidos bi aban cuando las Tamas de la fogata vencian las som- bras de las alas de sus chupallas. ‘Ensillaron temprano a la mafiana siguiente. Solta- ron las amarras del tronco y durante todo el dia, a rrayo del sol y por los cerros pelados de Ia costa siguie- ron el curso del cuerpo de la bruja rio abajo. De cx serfo en caserio se fue corriendo la noticia de que por fin se llevaban a la bruja; que la comarea quedaria li bre de maleficios, que las mujeres tendrian partos nor- males y ne habria inurdaciones, y a medida que avan zaba la cabalgata una Iegién de pobladores y colonos fe fue uniendo a ella. Antes que cayera el sol se dieron cuenta que el mar estaba cerea. El rio se ensanché, so segindose. Aparecié un islote. Bancos de arena sua Vizaron las riberas. Bl agua, en vex de verde, era ceni- $ cienta, hasta que alld lejos avistaron rocas negras y Ia linea blanca de las olas.de la barra. Los nueve hermanes en una lancha, con garfios y cordeles, arrastraron a la bruja hasta la barra: las corrientes la habian ido desvistiendo y revolviéndole los jirones de ropa y de pelo. Los pescados que mor disquearon su carne flotaban muertos alrededor de Ia Iancha, El tropel de inquilinos a pie y a caballo, de colonos, de nifios con sus perros, de vecinos, de curio ‘sos, subieron a la coliza frente al mar. Muy tarde, el ‘viento que soplaba en sus ponchos trajo el aullide de triunfo que lanzaron Ios nueve hermanos: por fin ha- bian logrado que el cuerpo de la bruja traspasara Ja montana de olas vertiginosas y que el mar se lo tra gara, Quedé apenas un punto que fue disolviéndose sobre el mar dorado del poniente, Lentamente la ca- Dalgata se dispers6 en el camino de regreso. Cada uno is a volvié a su pueblo o a su rancho, tranquilo ahora y on el miedo zpaciguada porque por fin se iban a ter ‘minar Tos tiempos malos en la comarca ‘Dije que esa noche en la cocina, las viejas, no me acuerdo cual de ellas, da Jo mismo, estaban contando ids o menos esta conseja, porque Ia he oido tantas veces yen versiones tan contradictorias, que todas se confunden. Aigunas variantes afirman que los herma- fhos no eran hueve sino que siete o tres. La Merce- des Barroso contaba una version en la que los peones aterrorizados ante la furia del cacique habrian car nneado a una perra cualquiere para mostrar el pellejo, Y que asi la verdadera perra amarilla habria que- dado viva. Solo lo esencial siempre permanece fijo: el fmplio poncho paternal cubre una puerta y bajo su diserecion escamotea al personaje noble, retiréndolo del centro del relato para desviar la atencién y la ‘venganiza de Ia peonada hacia la vieja. Esta, un per Sonaje sin importancia, igual a todas Jas viejas, un poco brija, uh poco alcahueta, un poco comadrona, tun poco llorona, un poco meica, sirviente que carece de Sicologia individval y de rasgos propios, sustituye fla seforita en el papel protagénico de Ia conseja, expiando ella sola Ia culpa iremenda de estar en com facto con poderes prohibides. Esta conseja, difundida por todo el pais, es originaria de las tierras del sur Gel Maule, donde los Azcoitia han posefdo sus feudos desde el coloniaje, Inés, claro, porque al fin y al cabo tiene ‘sangre Azcoitia por el lado de la madre de su madre, también sabe una versién de este cuento, La Feta Ponce se la debe habe: contado cuando Inés era nif, En su mente aterrada separd, y seguramente ol Vids, la conseja de la nifadbruja de Ia otra cara de la Imismna Teyenda: esa orgullosa tradicion familiar que Conservatt los Azcotia, de una niiabeata que murié en flor de santidad encerrada en esta Cast a comienzos 15 del siglo pasado y cuya beasficacion ha sido un frace “a so tan estruendoso que hasta los comentaristas de la radio y de los periédicos se han reido de ella. Pero la cconseja sigue viviendo en las voces de las abuelas cam- pesinas que invierno tras invierno la repiten, alterén ola cada ver un poquito, para que sus nietos acurra cados junto al brasero vayan aprendiendo lo que es el miedo, ‘Aqui mismo, en la cocina de Ia Casa, se ha contado tatitas veces, que la Iris se quedé dormida de aburri rmiento en Ia falda de Ia Rita, chupsndose el pulgar. Ya esta grandota para eso pues Rita, tiene que quitar- le esa costumbre tan fea, dicen que poniéndole ajf en al dedo se les quita, © caca, caca de perro... 0, no, déjenla a Ia pobre que ya se le irs a pasar, no ven que los primeros meses del embarazo son los peores, an- dan cansadas, sofolientas, con la guata lena de flatos, se les hinchan las piernas, se les ponen coloradas, y hhasta varices salen, miren las piernas de la Tris, gordas las ha tenido siempre pero ahora parece que el eléstico de los soquetes le fuera a rebaiar los tobillos, Yo no estaba dormido, Pero no levanté la cabeza de mis brazos cruzados sobre la mesa al oir que la Iris {iba a tener un hijo, porque tampoco Ia hubiera levan- tado si hubieran repetido que los parches de papa son mejores que los parches de colillas para el dolor de cabeza, o que si la Clemencia no fuera tan egofsta me prestaria ese lavatorio floreado que tiene, son slo quejumbres que el hilo de sus voces va ovillando y el ovillo no crece, es otra version del silencio... no: una arcada, la Iris vomitando, las viejas sostenién dole la frente para que vomite sin dolor, la Iris Hori- queando, Mudito, ven a limpiar el vomito, apirate antes que se apersone por aqu la Madre Benita y co: ‘mience a preguntar cosas, ‘Me negué a hacerlo, Miré a las seis viejas de frente. Entonces, hice un gesio indicando que me habia dado cuenta del emba- 4 n Ge esta tonta de la Tris, r razo de la Tris, si, si, no me vengan con cosas, por ¢59 ce que ustedes andaban tan juntas, calladitas alrededor ralonedndola y consintien- Gola en todo, por eso es que tiene las tetas tan grandes, Si ya estaba notando algo raro yo, voy a llamar a la ‘Madre Benita que dira lo que hay que hacer en un caso ast, yo no me quiero meter en boches, capaz que des pués me echen la culpa a mi ZA ti, Mudito? Si no eres més que un pedazo de hombre. Ouién te va a estar echando la culpa a ti, Lloraban de la risa a pesar de que el Mudito seguia blandiendo su amenaza: la fueron inutilizando con la risa que anegaba sus ojos, con el insulto de sus indices fetorcidos sefiakindolo, hasta que sus burlas pisotea- ron y aniquilaron la amenaza, no Mudito lindo, por favor no nos acuses, no seas malo mira que estamos enamoradas de ti, tan precioso que eres, quédate aqui con nosotras, te conviene, te vamos a hacer carifitos Hleos que te van a gustar porque eres tan macho, tan hombre sobre todo, cémo serés de hombre que ni, te atreves a salir a la calle, si no te quedas callado Mudo de mierda te vamos a echar a la calle y te vamos @ robar las llaves y no te vamos a dejar entrar nunca ings a la Casa y te vas a perder en las calles como soca- Vones oscuros donde te persigue don Jeronimo de Az- Coitfa y los doctores y los carabineros con sus perros Si, Fueron a buscarlos. ¢No sabes que los tienen sin comer varios dias para que estén hambrientos y san- guinarios? Zés... basta el chasquido de dos dedos del Earabinero para que los perros se lancen a la noche Tadrando, Aullan persiguiéndome por las calles y la iuvia, el parque leno de bestias Jadrindome por ave- nidas’intolerables, por el puente, me descuelgo por fos fierros del puente hasta el rio, aiillan persiguién- dome por las piedras resbaladizas, por estos monto- nes de basura podrida, tropiezo en una rama, caigo, me 4s corto en un tarro filudo que puede envenenarme, cep- ticemia, tétano, mirenme las manos coloreando de Sangre, me incorparn eon las manos y las rodillas san- grientas, huyendo por debajo de los puentes, entre los matorrales raquiticos de este tajo de piedra donde el viento se traga mi voz y me deja mudo, no puedo ms, ayadenme, les imploro que me ayuden, les juro ‘que no las voy a delatar, no te creemos, acusete, ma: icén, Mudito de mierda, eres una porqueria, basura, basura, corro y corro para que no me alcancen-poraue igo patas galopando detrés de mi, sus alientos fétidos ¥y sus getas hirviendo, sus garras me derriban y quiero incorporarme pero no puedo porque sus colmillos me tumban @ la orilla del agua que arrastra los desperdli- cios de la ciudad... me estin destrozando, estos ani- males de hocicos fosfcrecentes, me descuartizan, col- mllos, lenguas humeantes, ojos que agujerean la no- che, bestias que me éespedazan y gruflen arrancén- dole al doctor Azula ‘os trozos de mis visceras ca- lientes que él se esta spropiando, que chapotean en el ccharco de mi sangie disputandose tripas y cartilagos, orejas y glindulas, pelo, ufas, rétulas, cada miembro mio que ya no es mio porque yo ya no soy yo sino ‘esas piltrafas sanguinolentas. —;Quibo? Me quito las manos de ta cara. Las miro, las reco- nozco: la Dora, la Brigida, la Moria Benitez, la-Ama- lia, la Rosa Pérez, todas salvo la Rita que se Hevé a la Tris para acostarla. Nos vai a acuisar? Les prometo que nc. Me pongo en cuatro patas en 1 suelo'a limpiar el vomito de esa hija de un presiia- Fo que una mafiana en Ia cama le rebané el gazmate fa su mujer y la Iris despert6 nadando en la sangre de surmadre: mirenme limpiar el vomito de la Iris. ¢ Pero por qué se van? .No las aplaqué to? No se vayan asi, no me dejen, 46 % do ayudar, si, sf puedo, yo guardo las llaves de todas Jas puertas de esta Casa por si alguna vez las necesitan, yy pueden necesitarlas, no me digan que no, no me des- Drevien este poquito de poder que pongo a disposicién Ge ustedes... ustedes no saten que son sélo seis viejes ¥y necesitan ser siete, siete es un mimero magico, seis no, déjenme ser Ia séptima bruja, no se vayan, quiero ayudarlas y puedo. No se fueron. Aceptaron mi ayuda y yo se los agra- deci, La Brigida fue la que dij “Este conoce bien la Casa. Que él nos busque una ppieza, un entretecho escondido, alguna parte que nadie Eepa que existe, para criar el nifto milagroso, que va fa nacer del vientre de la Tris... Mudito, entiendes, bis: anos donde... que nadie sepa... que nadie oiga... que nadie vea... ‘Sélo cuando les dije que habia encontrado el lugar Jjusto, un s6tano, quedé aceptado y me permitieron ser Ta séptima bruja. a LA CAPELLANIA FUNDADA por el padre de la reli sgiosa cuya beatificacién Inés intents promover en Roma, ha mantenido esta Casa unida a la familia Az coitia durante un siglo y medio. Fue, al comienzo, una modesta Casa para monjas de clausura que el terrate- niente canstrayé en sus reas propiedades de Ia Chim al norte de Ia capital, que alojaria a su hija durante su vida, y después de su’ muerte el Arzobispo podia de- Sie gu wo dale Ia ase, Sin embargo, leealmen te ya que no en la prictica, el mayor de fos descen- dientes del fundador, el que lleva y transmite el apelli do, conserva el derecho a venderla, traspasarla, di vidirla, demolerla, o donarla si se le ocurre, Jamas ingin Azcotia ha eeredo estos derechos, reiterando asi de generacién en generacién la lealtad de Ia fx nilia con la Iglesia, ademas de cierta indiferencia por algo tan improduetivo como una capellania defines del Siglo diciocho. Sin embargo, al testa, o en el lcho muerte, ningin Azcoitia deja de poner en claro el taspaso de la propiedad de esta Casa, entre sus cuian- fiosos bienes, a su heredero, recordando ast, finalmen- te, To que en realidad nunca olvidaron: que esta ce pellania sepultada en archivos, preocupacién de tias beatas y primas pobretoris, vincula y emparienta des: 48 de hace mucho tiempo a los Azcoitfa con Dios, y que ‘ios le ceden la Casa, a cambio de que El les conserve Sus privilegios. En todo caso, antes de que comiencen 2 sentirse rondados por lo indescifrable, que no nos nolesten con cuestiones de monjitas y asilos y curas {ntrometides y solteronas vergonzantes y capellanias ‘que carecen de vigencia en el mundo contemporsneo. Que Monsefior haga Io que se le antoje con la famosa Casa. Por suerte estamos muy lejos de necesitar el di- rnero que podria producir la venta de la propiedad. Los Cambullones y componendas, los heroismos y sactifi- ‘ios de la politica de esta Patria que estamos creando: hnos eavuelven, no podemos derrochar atencién en co- a5 que no conducen a nada. ¢Que Monsefor dice que Ta hija del fundador de la Capellania hizo milagros y merece una beatificacién? Bueno, que él se preocupe fi le interesa: a él le corresponde lo mistico, lo espi- ritual. A nosotros, la rudeza de lo politico, de fo mate- Trial, ;Que'el Arzobispo no nos moleste con consultas Innecesarias respecto a la Casal Monsefior sabe per fectamente bien que tiene licencia para agregar todos los patios que quiera, construir cuéntos pabellones ne- cesite, levantar otro piso mas, ampliar claustros y prolongar galerias y derribar murallones si se le oct fre hacerlo, con tal que no pretenda que el dinero para obras salga de nuestros bolsillos. ‘Abandonado a las necesidades sin concierto de dis- tintos tiempos, este edificio crecié tanto y tan andr- ‘quicamente que ya nadie recuerda, y quizé sélo a la pobre Inés le interesa saber, cual fue el sector inicial, Tos patios primitivos destinados a encerrar a la hija del fundador. La ciudad cruzé el rio hacia el norte ¥ ‘Se poble esta orilla, Se organizaron callejuelas misera- bles que fueron desplazando mas y mas lejos tas char ceras cuyos tomates y melones mutrian a Is ciudad, has- ta que las callejielas de Ja Chimba, al avanzar, se trans: formaron en avenidas con nombres de reivindicadores 49 de derechos obreros, y al rodear y dejar atras a Ia Casa de Ejercieios Espirituales de la Encarnacion de la Chimba, Ia enquistaron, muda y ciega, en un barrio bastante central ‘En la época de Ja fundacién de la capellania nadie pensé que podria legar a faltar un hombre del ape- Hido para heredar y transmitir sus derechos, ya que los hijos varones del fundador eran, como consta en Jas actas de Ia época que tuve cuidado en ineluir en el dossier que Inés se llevé a Roma, nueve, y se casarian, y como todo el mundo, tendrian muchos hijos y nie- {os y bisnietos, Pero los Azcoitia, desde siempre, fue- ron genie muy. de a caballo, muy pendenciera, de modo que en cuanto estallaron las guerras de la In- dependencia organizaron montoneras tan feroces que Ja comarca al sur del Maule resulté infranqueable para el enemigo espafiol. Los Azcoitia se cubrieron de glo- Ha. Todos los patriotas hablaban de ellos. Pero su nimero quedé muy mermado. ‘Ademds, como por una maldicién, durante el siglo que siguid 1 la Independencia, la familia Azcoitia pro- dujo mds que nada hembras, bellas y acaudaladas y viirtuosas, que se casaban pronto y bien, emparentando a los Azcoitia con toda Ia sociedad de la época por la ‘sdbana de abajo, manejando el poder que emerge de! Corrillo junto al brasero, moviendo los hilos tenues ‘que enredan a los hombres con sus cuchicheos y mur- muraciones, con ese beso nocturno que rige el suefio de sus hijos, con la sonrisa de despedida que destruye © preserva reputaciones y tradiciones, mujeres discre- tas, silenciosas en su mundo de costuras y sirvientes y enfermedades y visitas y novenas, con los ojos gachos Sobre las sedas multicolores del bastidor mientras las Asperas voces masculinas se enardecen discutiendo ‘cosas que nosotras no entendemos ni debemos enten- der porque nosotras sélo entendemos cosas sin impor- tancia como el calado que adorna el borde de un es- 50 cote, o si vale Ja pena encargar a Francia guantes de Cabritilla,o si el cura de Santo Domingo es buen o mal predicador. Y mientras el poder de la familia cundia, Soult bajo generaciones de mujeres empareiiacles pero incapaces de transmitir el apellido ni conserva fa unidad de la familia, la linea masculina de los Azcot tia se fue debilitando: cada generacién producia mt chas mujeres, pero un solo ‘ombre, menos en el caso Gel. clérigo don Clemente de Azcoitia, hermano del padre de don Jerdnimo. El apellido corria peligro de Cxtinguirse, y con él, preberdas, derechos, posesiones, poder, sinecuras, honores, que al repartirse entre pri- Ios de otros apellidos disolverfan la fuerza de ese tin 0 Azcoitia necesario en cada generacién. Inés y Jerénimo no han tenido hijo. El apellido de- saparecera después de ellos. Eso lo saben. La fortuna ‘se repartira entre parientes que no los estiman, inst fuciones que no les interesar, legados, caridades. El Ar- zobispo esperaba esta Casa con el proyecto de Ia: Cite dad del Nifio listo. Jeronimo podia traspasarla cuando ‘quisiera, pero como con una esperanza insana de que Gl aitero inservible de su mujer procreara, jamés ha ‘podido desprenderse de nada, ni siquiera de las cosas fds indtiles. Por eso es que cuando de repente firmé Ia serie de documentos trespasando en vida la pro- piedad real de esta Casa al Arzobispo, mientras Inés se demora en Roma, nadie lo pudo creer. Ni la Madre Benita lo cree, a pesar de su entusiasmo con el pro- ‘yeeto. Ni yo, a pesar de mi miedo. Pero el Padre Azécar hos advirtié que fuéramos pensando en preparar la Casa para un remate de lo que él lama todas estas mugres, previo a la demolicién que so tardaré en ini- Giarse en cuanto la Casa quede vacia. Esta manzana de muros llagados por Tos enlucidos que se han ido desprendiendo tiene el color neutro del Sdobe, Rara vez se vislumbra desde afuera un reflejo Log MORE RO Semoe de rntnas cians de polo, © st ciegas porque yo las cerré con tablas remachadas y ‘vueltas a remachar, y otras atin mas ciegas porque, por ser peligrosas, yo Tas tapié. En las tardes, el barrio © bullanguero de’ casas modestas que nos rodea, en casas también de teja y adobe pero pintadas de rosa o Celeste 0 lila 0 crema, se van encendiendo las luces, Stroman las radios de las peluquerias y panaderias Y los televisores en las cantinas repletas, mientras en Bilas y en el taller de reparaciones de motos y en el negocio de comprawenta de novelas y revistas usadas yen el despacho de la esquina, se teje y entreteje la Yida de este barrio que nos excluye. NNo sélo he ido condenando todas las ventanas que ddan hacia afuera, También adentro de la Casa he clau- surado secciones peligrosas, como el piso de arriba, por ejemplo, después quc la Asuncién Morales se apo- y6 en la balaustrada y se desplomo todo, con balaus trada, madreselva y Asuncion. Ahora no se-necesita tanto’ espacio, por eso hay que ir limiténdolo. No-es ‘como antes, cuando el Arzobispo subvencionaba regia- mente la Casa y todos los afios la elegia para hacer su retire, acompattado de clérigos copetudos, canénigos, secretaries, didconos y subdisconos, amigos, parientes, y hasta algiin Ministro de Estado muy beato. Grupos Ge caballeros principales, congregaciones religiosas, co- Tegios de seforitas de corazén purisimo, las corpora: ciones més distinguidas del pais solicitaban fecha con meses de anticipacién con el fin de venir a encerrarse én esta Casa para retomar contacto con el Sefior. Des- de el pilpito y en el confesionario, frailes de pico de foro exhortaban a la penitencia y al Sacrificio, a la mag- nanimidad y al arrepentimiento, inflamando vocacio- res cuya luz, a veces, uminaba la Historia. Algunas noches se ofan hasta muy tarde, detrés de las puertas de las cien celdas que formando U abrazan el patio de Jos naranjos, lantos y quejidos: el dolor de los que descargaban’ sus culpas en flagelaciones nocturnas, 52 quedaindo con el cuerpo lacerado pero con el alma pris: fina, para entregaria a la tafana siguiente, después de una comunién fervorosa, a plicidos suefios mons” SSies en el rincén mis florido de la huerta, suefios que ‘olfan culminar en una limosna espléndida. Hoy, claro, a nadie se le ocurre venir a hacer ejer cicios espirituales en la Casa de Ia Encarnacion de la Chimba, Existen colegios inundados de luz, con ca Tefaccién 0 ventilados segin la época del ao, sus ventanales abiertos al panorama incomparable de Ja Cordillera nevada, dispuestos a acoger penitentes. CPara qué arriesgarse, entonces, a que sean los g6rgo- fos de las cafierias descompuestas y Ios guarenes co- Triendo en el entretecho, no un examen de conciencia, Tos que produzcan el desvelo? Hasta hace poco —ahora ya no- solfan retirarse a esta Casa las alumnas de al- iin colegio insignificante o los miembros de cualquier Corporacién mezquina, para sostener sus platiquillas Com el Sefior y escuchar tibios sermones inspirados en Jas consabidas injusticias sociales, no en la Magnificen- cia y en la Célera y el Amor de Dios, como en los bue- ‘nos, tiempos. Pero qué se Je va a hacer. Dicen que ya nada es como en los buenos tiempos. Sin embargo, esta Casa se conserva igual, con Ja persistencia de las cosas ini files, Ahora hay sélo tres monjas donde antes una con- ‘gregacién entera velaba por Ia comodidad de los pent fentes para que sus almas volaran sin trabas materiales falas regiones més puras del éxtasis. Solo tres monjas, y, claro, las viejas, que van muriendo y siendo reem- Plazadas por otras viejas idénticas que también muc- Fen cuando llega la hora de dejar sitio para otras viejas {que lo reclaman porque lo necesitan. ¥ las huérfanas Gue mandaron un dia, hace casi un afio, por un par de Semanas, Madre Benita, usted tiene espacio de sobra para alojarlas por un par de semanas mientras le ponen y Jas terminaciones al pabellén nuevo del orfelinato, 33 usted sabe que las terminaciones demoran tanto ¥ que los obreros de ahora se emborrachan y no cumple, ¥ auf endan lao cinco hverfanitas perdidas en este Bevinfo hambrientas, aburridas, sin que nadie les or ganice na vida porque el Padre Aaiear siempre pro- ote que en una semara més, Madre Benita, un pat de Semanas mas, y nadie se acuerda de ella, Yo tengo las Tlves y cierto las puertas, Seforas tecomendadas por tl Araobispo.o por tes nos algilanceldas para guar dar sus cachivaches, no tienen ningin valor, pero son onitas de las que una no st resuelve a desprenderse y aque no caben en las cas tanto mis chicas en que tina vive ahora, Ellas aparecen de vez en cuando por qu a buscar alguna cova, © a pagar meses atrasados, st os have falta esa plata, hemos Hegado a eso, a “Ie necesdad de arrerdar Tas oeldas. para. pagar las cuentas mds apremiantes porque el Arzobispo manda ‘muy poco dinero. Lo que mds manda son cammiones Con desechos, santos quebrados que no se pueden te Fara la basura porque son objetos de culto y ay que Fespetarlos, montones de revstasy diaioy vejos que poblando habitacines y habitaciones con sus ho Ticias de urgencia desvaneetda transformadas en al mento de los ratones, completando mi biblioteca de ncilopedias truncas, de colecciones empastadas, de isan, Life, La Esjora, de literatara que ya nadie le, Gyp, Concha Esping, Hoyos y Vinent Camere, Vill. exits, camionadas de oe incaneaon flies ae fo fancionan, sacos fata retobar quien sabe qué, dazos de alfombras gostadas,colgaduras, sllones des. fondados, cualquier cosa, que van lenando plezas y piezas que nunca terminan de Ienarse. . Terdnimo, jams en toda su vide, ha pisado esta Cas nso rbot pare Roma, venta muy seguido, doo, yees tes veoes por semana, para CSearbar en las maletasy entre los tastos de las cus: tro csldas grandes qu, como duete de esta Casa, 50 ¢ 54 % jncurables corre apropié, La autoridad del timbre en que mete el dedo Jrno'lo saca hasta que Ja pobre Rita con sus juanetes ‘2 abrirle indica sw preeminencia. A Yeoes la acompafiaba misié Raquel Rulz, que Is esc Uheba paciente sin tratar de disuadirla, mientras la ‘fein hurgar en sus cajones repletos, sacando papeles Yretratos y planos y reliquias que quiz podrian Ue Jar a servtle, indicindome que le bajara el canasto Stiondo de encima del armario, que moviera el rollo de alfombra de pasillo para alcanzar una sombrerera fe cuero donde podia haber un envoltorio donde podia haber un sobre donde podia haber guardado hace afios niles ciesto certificado importante o cierta fotografia, Figo le bajaba el canasto y le pasaba la sombrerera a 2 kar gue Yo sabia que el certificado no estaba ahi, por Que yo conozco To que con‘ene cada cajén, cada co Sisto, cada maleta, cada tail, cada armario de sus Caldas mejor que ella misma... Sin embargo, reunien- Go lo gue pudo, Inés partié a Roma, muy elegante, nu sobria, con los papeles que yo mismo le metf en line plebeya bolsa de plistico para presentar su peti Won ante los cardenales purptireos, que movieron la {Mita solemnes, magnifiss, insinundole que todo fo que Hevaba era inservible, que mejor se quedara pantila en su patria y diera una limosna digna de su rango. Ty falta de interés de los Azcoitia por esta Casa es secular. Como si le tuvieran un miedo que no se con- fecan ni asi mismos y prefieren desentenderse de fll en todo sentido menos en el de mantener el dere- Sho de propictarios, Yo s6lo sé que hayan hecho uso fie sas derechos esa ver que mandaron a don Clemente s gonizar aqui. Esa vez también dijeron hay tanto es- paglo de mas en la Casa, pero agregaron: al fin y al Ripe es un Azcoitiay tiene derecho a que lo reeiban. ‘Era un ancianito may tanquilo y muy triste cuan- 4 do lo trajeron. La Madre Benita le daba de comer 55 cucharada por cucharada como a una guagua, y entre ella y yo lo. desvestiamos para acostario. Yo 10 aye daba'a hacer sus necesidades, porque como no avisaba © tenfamos que estar atentos para que no ensuciara sa ropa varias veses al dia. Don Clemente sonreta triste sin decir’ nada, sentado en un sillén junto a la ven- tana, apeyado en su bestén, hasta gue Poco a poco, como quien va descoriendo muy lentamente una cor. ting, Ia soprisa se le fue desvaneciend y dejo solo tna pena fija allada en sos facciones de Arcoitia, Des pues fuimos otando que esa trstera de sus ojos azles Se-anegaba en Isgrimas, que tin buen dia comenzaron 2 resbalarle por las meillas com si sus ojos Ya no tuvieran fers para retenerla, Se pasaba semanas enteras sentado en su poltrona de tertiopelo mirando los naranjos del patio, tanguilo, sin pedir alimento, sin reclamar gue To limpiaran, silencioso, con las 1k: stimas cayéndole por la cara y empapandole la sofana como la baba de un aio empapa su pechera. Hasta ue comenzé a quejarse suaveiente al principio, como tun animal, como si algo le doliera, nada mds, como tn perro que tno acariia caando se queja y le pre funta que te pasa viefo, qué te pass, aunque uno sabe aue el pobre bruto no puede contestar se quele por algo que une no entiende, y uno se desespera porque 10 entiende para hacer algo’ por alviarle el dolor y acallar e$0s quejdos enloquetedores, Despucs de ut tiempo os quejdos de don Clemente no eran que. fides sino gemidos, ya n0\ se quedaba ‘tranquil, Como antes, sentado en su poltrona mirando ios na: ranjos del patio. Comenas a agitarse en su celda, a golpear la puerta y los vidrios de la ventana, hasta ‘ue sus gemidos se tiansformaron en aulldes y rom, pié los vidrios y casi derribé la puerta con sus solpes, asi es que tavimos que cerrara eon lave por Gue de otro modo lo encontrsbammos perdido por eetos corredores y era muy dificil arastralo hat su 2h. g 56 da porque pataleaba y gritaba con el poco de voz que = parecié encontrar otra vez, sflabas que sonaban a mie- = Go y noche y carcel y oscuridad y engatio, esas cosas, ‘0 pedazos de esas cosas que gritaba cuando lo dejé- bbamos para que se durmicra en la noche y nos agarra- ‘ba la ropa para que no nos fuéramos, se incorpora- ba, queria seguimes, no nos dejaba ponerle’ la ca misa de dormir para acostarlo peleando con nosotros para que no lo desvistiéramos ni lo abrigaramos, pero tampoco queria quedarse vestido, rajé sus sotanas, las ancianas las iban remendando, pero las volvia a rajar y no dejaba que se las pusiéramos. Andaba a medio Yestir en su celda, y completamente desnudo después ‘que le cerramos la puerta con lave, y desnuudo se aso- maba a su ventana pidiendo socorro, que vinieran a acompafiarlo, a rescatarlo de este hospital terrible en que lo maltrataban. Ni la Madre Benita ni las viejas entraban a la pieza de don Clemente desnudo, sélo yo, y me echaba, roto de mierda, andate de aqui, no me toques, si me tocas te mato de un bastonazo, y volvia a asomarse desnudo a su ventana de vidrios rotos. Las viejas y las monjitas ya no se atrevian a cruzar el patio de los naranjos, Decidimos que lo mejor era condenar los postigos de su celda, Pero lograba romperlos. Has- ta que yo, una noche, mientras don Clemente dorm con ladrillos y cemento, le tapié la ventana, Ia primera ventana de la Casa que tapié. Después —esto fue ini- ciativa mia— Ia pinté por fuera del mismo color del ‘muro, Ahora no se nota donde hubo ventana. Hasta que una tarde don Clemente derribé la puer- ta de su celda, Salié a recorrer los pasillos, desnudo, apoyado en su bastén, y durante el rosario, con todas las asiladas reunidas, se present6 como Dios lo eché val mundo en el presbiterio, rompiendo a bastonazos todo Jo que encontraba, mientras las viejas gemian y 4 chillaban y hufan escandalizadas por don Clemente des- 37 nudo que profané 1a capilla, que profand sus ojos pu: rificados por la vejez y la miseria y el sufrimiento. Al dar un basronazo, el auciauo se cayé y sc golpes en la cabeza. Yo corti a cubrirlo con un alba. Me lo llevé su celda, donde murié Hlorando de pena, mudo otra vez, un par de dias més tarde. ‘Quedan viejas que se enorgullecen del hecho de que hhan estado tanto tiempo en Ia Casa que recuerdan esa tarde terrible en que don Clemente de Azcoitia entré desnudo en la capilla. Yo no les creo. Quiz Io digan porque saben que es lan facil confundir a una vieja fon otra vieja. En todo caso, una de sus mayores causas de terror, lo que les impide transitar solas por Ios co- rredores cuando se acerca el anochecer, es que dicen que don Clemente se aparece completamente desmu- do y las persigue, y que ellas ya estin demasiado ‘viejas para correr. Cuentan que a veces lleva el som- brero y las ligas puestas. O los calcetines y los zapatos. O una camiseta que no le tapa el ombligo. Nunca lleva puesto nada més, Cuando se sabe que don Clemente ha hecho una de sts apariciones, un estremecimiento de fervor sacude la Casa, las viejas se encierran en sus rucas @ rezar rosario tras rosario, avemarias y padre nuestros y salves, he ofdo el murmullo de las viejas enloquecidas, itracionales, reiterativas, rezando mAs ¥ mas rosarios porque aseguran que con sus rosaries, conseguirdn vestir el énima del pobre don Clemente, fa quien Dios tiene cendenado a rondar por la Casa desnuido en castigo por haberlas escandalizado con la echibicién de sus vergiienzas y que Dios s6lo perdo- ard al clérigo cuando tantas, tantas viejas hayan rezando tantos, tantos rosarios, que El, en su Miseri- cordia, consienta en it devolviéndole poco a poco su indumentaria, para que asi pueda entrar vestido en el Reino de los Cielos, Ifientras tanto, tiene que seguir rondando esta Casa para recordarles a las viejas que recen por él y ast Digs le vaya devolviendo zapatos, ¢/ 38 sotana, calzoncillos, si, Jos cakoncillos son lo més ur- gente. Dicen que hace mucho tiempo que don Clemente hho aparece «in calcetines ni camiseta. Por lo menos eso. Es 1o légico que los calzoncillos sean lo proximo que Dios le conceda. Que sean largos, rezan las viejas. 'Y de franela para el invierno. El murmullo de sus ro- sarios al aiardecer envuelve Ta Casa con un runruneo de insectos atareados en hilar, la tela de esos calzon tills y don Clemente, desnudo, de repente asalta a {ana vieja en la penumbra cuando ella cree que va pen- sando en otra cosa. 9 4 LA RITA JAMAS veia sangre en los calzones de la Iris. Ella misma se los lavaba, Pobre chiquilla sin madre. Y con el frfo, los sabafiones le hinchaban las manos. Pero sangre, nada, ‘Se encerré con ella en una pieza para interrogarla. Nunca has tenido sangre? Bah, ustedes creen que yo Soy una pura cabra chica no més, y no, soy mujer, me da Ia regla todos Ios meses y me sale harta sangre, soy la tinica de las huérfanas que tiene la regla, las demas si que son cabritas chicas y por eso me aburro con ells... es que cuando tengo sangre yo misma lavo mis calzones para no molestarla a usted que es tan buena ‘conmigo, pues sefiora Rita. La Rita no Ie creyé ni una palabra. La conocia de- masiado bien: la Tris no era limpia, ni considerada con los demés, Traté de insinuarle cémo sucedian las cosas centre un hombre y una mujer. ¢Pero cmo, si ella mis ma eta virgen? No estaba muy segura de nada. No sa- bia qué pensar. No entraban nunca hombres en la Casa, La Iris ni se habia asomado a la calle desde que la trajeron, Pero la pobre chiquilla sabfa tan poco del asunto que pasa con los hombres, que bostezaba aburrida con la conversacién, incapaz de fijar su men- te en lo que la Rita le preguntaba con toda cautela ¢ 0 para no abritle los ojos porque era inocente, casi no Ta ofa, chupandose el pulgar, ya, déjate, no te metas el dedo en la nariz ni te comas los mocos chiquilla co- china, encrespandose el pelo con un dedo mientras la Rifa hacia prodigios de discrecién con sus pregun- tas... si, era inocente. Pero la Rita no le pudo creer que lavaba sus propios calzones cuando tenia la regla. La estuvo observando: claro, nada este mes, ni el si- guiente, mentira que lavaba ninguna cosa. Y lo peor ‘era que seguia engordando y engordando, y poniéndo- se mas floja y més sofolienta. La Rita acudié donde la Brigida con la zozobra de su secreto, Ella, que lo sabia todo, debia saber tam- bign como eran esas cosas: tuvo dos guaguas, claro que nacidas muertas, quién sabe por qué, asi 10 quiso Dios. ¥ al poquito tiempo se le murié el marido. Desde ssa cama la Brigida escuché con muchfsimo interés lo que Ia Rita le contaba y después de meditarlo medio minuto dijo que, claro, era un milagro. Cuando nacen nifios sin que un hombre le haga la cochinada a una ‘mujer es milagro... baja un Angel del cielo y ya esté. Milagro. Claro que lo primero era hacer examinar a la Iris para quedar seguras del embarazo. La Marla Benftez es meica. Pero cémo le vamos a contar el mi- lagro, pues Brigida, para que Io sepa toda Ia Casa antes de Ja hora de la oracién y nos roben a la Tris, y al nifio o se Ja leven para castigarla porque Ia gente de ahora es muy hereje y no cree en milagros, dicen que ahora hay gente que no cree ni en la Virgen. Pero la Brigida insistié en convocar a la meica: que la examinara con mucho cuidado, sin meterle nada por- que la Iris era virgen, para que la chiquilla no se diera cuenta de lo que le estaba pasando, La Maria Benitez dijo que si: esta esperando guagua, no digo yo, si estas chiquillas de ahora quedan prefiadas con olet un par de pantalones. Para pegarle un tapaboca y que no dijera mas por 6 querias sacrilegas, le participaron que se trataba de un jnilagro. Qued6 apabullada. Que nadie mas Io supiera. ‘Todas las viejas eran unas envidiosas que than a tratar de robarles el nifio, mientras que asi, lo cuidarian en- tre ellas tres no més, en secreto, y las tres tomaron té en el cuartucho de Ia Brigida y como la Amalia les estaba sirviendo, también Ie contaron lo del milagro: Somos cuatro, no, cinco confesé la Rita, que le habia! confiado sus primeras sospechas a la Dora, que como también sabia escribir la reemplazaba en la porteria y anotaba los mensajes telefnicos del Padre Azécar } de los parientes y patrones de las asiladas. Ast es {que eran cinco. ¥ ctiando se dieron cuenta que Ta Rosa Pérez comenz a rondarlas, curiosa por saber qué hhacian siempre con Ia Iris, Ia Brigida, que tenia muy Buena cabeza, opiné que para protegerse seria mejor contarle lo del milagro a esa chismosa, porque si no, Ge puro metete las iba a descubrir y entonces, por Dios, se iba a venir Ia Casa abajo, capaz que se le ocurriera telefonear al Arzobispo para delatarlas: ‘si, mejor contarle todo, Asi seria ella la que con més celo Gefenderia el secreto. Porque era necesario que nadie, | ‘Absolutamente nadie mis que ellas seis tuvieran ¢l privilegio de saber que la Iris estaba esperando una ‘uaguita, Entonces, la Brigida comenzé a hablarles: Amalia, sirve las galletas que hay en ese tarro. La Madre Benita anda en Babia con esto de que van a demoler la Casa y van a construir la Ciudad del Nifio ya ella le-van a dar el puesto de ecénoma jefe, eso dicen que le prometis al Padre Azécar. No se fija en nada, nien las chiquillas, después que al principio traté de hacerles clases y todo, y ustedes ven cémo Tas anda trayendo vestidas. Cuando a la Tris se le co: sience a notar la guagua voy a regalarle un abrigo café ‘que tengo guardado, Le va a quedar grande. Si la Ma- Gre Benita me pregunta algo voy a contestarle pero Madre, si este pobre éngel andaba tiritando de Frio, a por eso le regalé este palté que le queda un poco gran- Ge pero en cuanto tenga un tlempecito se lo Voy a arte flar para que le quede bien. Y después, sin que nadie fas que nosotras seis sepa, va. anacer Ja guaguita. Hay que buscar una pieza en el fondo de Ia Casa para guardarla escondida, que nadie vaya a saber que el filo nacié, y asi va'a crecer lindo y santo, sin salir Jamis en toda su vida de esa pieza en que Io esco dimos de los males del mundo. Y cuidarlo bien cuida- ito, al niifo. Tan lindo que es cuidar una guagua farroparia con chales para que no vaya a tener frio darle de comer... lavarla.. amarrarla bien amarrada fn sus pafales... vestitla, Y euando vaya ereciendo lo més importante de todo es no enseftarle a hacer nada mismo, niva hablar siguiera, ni a caminar, asf siem- pre nos va a necesitar a nosotras para hacer cualquier Sosa. Ojalé que ni vea ni ciga. Nosotras seremos sus amés buenas que le vamos a adivinar cualquier sefal {que nosotras no més comprenderemos y tendré que epender. para todo de lo que nosotras le hagamos. Ast sla dnica manera de eriar a-un nifio para que sea Santo, eriarlo sin que jamas, ni cuando crezca y sea hombre, salga de su pieza, ai nadie sepa que existe, cuidéndolo siempre, siendo sus manos y sus pies. Cla- fo que nosotras nos iremos muriendo, Pero no impor. ta: Viejas siempre babré. Y a pesar de lo que dicen, Casa sicmpre habré, misié Raquel me estuvo diciendo gue lo de la: demolicion eran puras cosas del Padre Azscar para sacarie plata 8 ha familia Azcoitfa, al ma- ido de misia Inés, que es tan buena, Cuando una de nosotras se muera hay que elegir a otra y el nifo iré pasando de vieja en vieja, de mano en mano, hasta ‘gue él haga su voluntad y wn dia decida que ya esta Bueno de tanta muerte y nos Heve a todas 2 Ia Gloria El imbunche. Todo coside, los ojos, la boes, el culo, el sexo, las narices, los oidos, las manos, las piernas, Desde el fondo de su origen rural en otra region y en 8

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