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Justicias indigenas y Estado Violencias contemporaneas Maria ‘Teresa Sierra Rosalva Aida Hernandez Rachel Sieder {editoras) 323172 D278 Justicias indigenas y Estado ;violencias contemporineas / Marla ‘Teresa Siera, Rosalva Aida Hermindet y Rachel Sieder (editoras) .— México: FLACSO México ; CI 428 paginas : lustraciones, mapas, gréficas; 17x23em ISBN 978-607-9275-10-S (Flacso Mexico) ISBN 978-607-486-213-3 (CIESAS) I. Indigenas de México — Relaciones con los Gabiernos ~ Estudio de Casos 2. Indigenas de Guatemala ~ Re- Jnciones con los Gobiernos ~ Estudio de Casos 3 Indigenas de Méxica — Justicia Social - Estudio de Casos 4. Indigenas de Guatemala — Justicia Social - Estudio de Casos 5. Indigenas ~ Derechos Civils 6, Derechos. Indigenas 7. Multiculturalismo 8. Marginalidad Social 9. Mujeres Prsioneras 10. Violencia I. Sierra Camacho, Maria Teresa, editora Il Hernindee Castillo, Rosalva Aida, editora IIL Sieder, Rachel, editora Primera edicidn: marzo de 2013 DR. © 2013, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede México, Carretera al Ajusco 377, Héroes de Padierna, Tlalpan, 14200 México, D.F. DR. © 2013, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologia Social Juarez 87, col, Tlalpan, 14000 México, DE. , ISBN 978-607-9275-10-5 (Flacso México) ISBN 978-607-486-213-3 (CIESAS) Este libro fue sometido a un proceso de dictaminacién por académicos externos de acuerdo con las nor- mas establecidas por el Comité Editorial de la Flacso México y del CIESAS. Queda prohibida la reproduccién parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra, sin contar previamente con ta autorizaci6n por escrito de los editores, en términos de la Ley Federal del De- recho de Autor y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables, Impreso y hecho en México. Printed and made in Mexico. indice general Agradecimientos ...... 6.06.0... cece eee sessed Introduccién. Rosalva Aida Herndndez, Rachel Sieder y Maria ‘Teresa Sierra. ae Politicas indigenistas y neoindigenistas en el marco del neoliberal yladisputa porlos derechos indigenas . ee 7 La reconfiguracion del Estado y su impacto en los pueblos indigenas peace 2B La transformacién del campo juridico y las nuevas configuraciones del Estado neoliberal en México y en Guatemala... . . . « ce 1B La disputa por lajusticia y su significacién politica desde las practicas. Redefiniendo la soberania y los margenes del Estado eee eee eet 31 Referencing ejects seers recreate vee al Primera parte Las reformas legales y su impacto en la justicia indigena Capitulo 1, Las practicas de justicia indigena bajo el reconocimiento del Estado. Ecaso poblano desde la experiencia organizativa de Cuetzalan (Clamdia Chavez y Adriana Terven ee ee SL Meirocknccion sere ere eerercmn eerste eae tag ett sl Las politicas de reconocimiento dela divensidad Sl y suimpacto en la reconfiguracion della justicia indigena. ©... 2.0.0... fsa El campo judicial en el municipio de Cuetzalan y a instrumentacién dela justiciaindigena oficial... 0... 2 Ogee sere 60 Hacia la conformacién de un proyecto propio y colectivo e justicia, 2... 71 Alcances en la busqueda de la equidad de género en la defensa legal. La CAMI yel Juzgado Indigena Consideraciones finales . Capitulo 2. Reformas legales, espacios y modalidades de la justicia indigena de los mayas en Quintana Roo Maniac! Buenrostra Alba... . Introduccién . . Quintana Roo feeme ac reformasevulculurdes. 0 se La oficiafizacién de lajusticia maya... « . : toe rr Le experiencia de los jueces tradicionales mayas de Quintana Roo. ‘Los juzgados tradicionalex mayas Lee Los jneces tradicionales ya prictica delajusticia, 62... . El campo juridico maya yla interaccién de las autoridadlesindigenas 2.6... Conclusiones - Referencias... : . bee Capitulo 3, Oaxaca: un paso atris. Reforma neoliberal y regresion enel reconocimiento de derechos autonémicos de los pueblos indigenas: el caso de Tlahnitoltepec Juan Carlos Martinez. . Introduccion... La justicia indigenay sus muevos retos ..... « Onaxacay «lrecemocimicnte de derechos de les pueblosindigenes.. as nommas “progresistas” de Oaxaca de 19902 1998. Asistencialismo y vuelta 2 los margenes de la ley (2000-2008) . Las bases del arreglo politico oaraquenoy elrscanocimiento de los anos noventa .. . « El ejerciciode la zutonorsiaen Tlahuitoltepec . .... « « Conclasiones, Los nuevos retos de la autonomia en Oaxaca Referencias... Segunda parte Justicia y jurisdicciones indigenas en los margenes del Estado Capitulo 4, Desafios al Estado desde los margenes: justicia y seguridad en la experiencia de la policia comunitaria de Guerrero Maria Teresa Sierra. . see Reforma del Estado en Guerseray svimpacto en los campos de la justicia y de la seguridad comunitaria LLogicas y précticas de la justicia comunitasia. regional: intezlegalidades, derechos y pluralismo juridico . OL 89 89 96 ~.. 108 .. 107 14 118 121 123, 123 rag 127 132 . 138 138 140 182 . 13 El Sistema de Seguridad, Justicia y Reeducacion Comunitaria: aconstruccidn del campo juridice.. 5... Asambleas Regionales come espacias maximos de justicia: el peso delo colectivo y la disputa por los derechos... ese Haciendo justicia en Asamblea Regional. Dinamicas interlegales en el gjercicio del derecho propio... . . bccn ce eee ee ‘Conclusiones. Las apuestas del reconacimiento: respeto y autonomia. 6. ss Lenguajes y practicas contrahogemonicas en el ejetcicio de la justicia commnitaria . La dimensién subaltema de lajusticia comunitaria Referencias 0. 2. bbe tere ees Anexo . . . . eee Capitule 5. La politizacion de la justicia zapatista frente a la guerra de baja intensidad en en Chiapas Mariana Morac tte ee ete eee Los municipios auténomos zapatistas: la autonomia pork vi via ede los hechos ylos efectos dele guerrade baja intensidad (1994-2000)... “El gobierno del cambio”: fas. erties del Redoyl enargen dela tolerancia (2000-2006)... La resolucion de conflictos en in region del Caracol W. Los contlictos agraries. Flmontoreoylavigikncia en el Ministerio Pablo. Casos de conilicto en el ambita doméstico . . . Conclusions... ee Referencias ©... ee Capitulo 6, Soberanias en disputa: justicia indigena, violencia y efectos de Estado en la Guatemala de posguerra Rachel Sieder cose . eee betes Camanchaj: un caso de linchamiento. Tres asesinatos: un caso de coordinacién cate el derecho indigena ya jus Laantropologiadel Estado . . Estado y violencia : iaen Santa Cr 1a multiculturalizacién de la justi Nuevas formasde inseguridady violencia... ee ee Condlusiones Referencias... . 225 ald . 167 2 179 . 180 184 . 186 . 187 189 = 189 201 218 118 221 » 229 . 231 . 234 . 238 . 241 Tercera parte ‘Mujeres indigenas, apropiacién de derechos y exclusiones Capitulo 7, Les despertares de mujeres mayas en el altiplano de Guatemala: derechos y valores ético culturales mayas Marra Macleed ee 289 Introduccisn oe bevee eee -. 259 Proceso de paz, reformas malticulturales y cooperacion internacional . . sees 262 Contexto estructural y organizativo de mujeres indigenas del altiplano 2... 266 Consideracionesmetodologicas 6. occ e eee 270 Las experiencias y visiones de Jas mujeres de las cornunidades. 2.2... 277 Reflexiones finales. cones 290 Referencias eee » 292 Capitulo 8. ;Del Estado multicultural al Estado penal? Mujeres indigenas presas y criminalizacién de la pobreza en México RosalvaAida Herninder. we 299 Dela malticultwralizacién de la justicia ala criminalizacion de la pobreza y ladisidencia social . bene - 300 Hombres y caujeres indigenas ante la justicia penal. . » 306 Didlogos interculturales en el Cereso femenilde Adiacholoaya. 5. ee 313 Analisis delas trayectorias de exclusion de las indigenas presas: hacia una perspectiva, interseccional . . Lobe eee eee eee 317 Reflexionesfinales. ee be ee ee BRB Relerencias . . , 330 Anexo . Cuarta parte Disputa por los derechos, territorio y violencia Capitulo 9. Derecho ala tierra y el territorio: demandas indigenas, Estado y capital en el isto de’ "ehonieper lisa Cruz Rueda... Introducciin . . . bee ev eect eee ee La regidn del istme de Tehuantepoe bee v eee ence eee ever 3B Entre el reconncimiento de la diferencia y fa diversidad coltural el avasallamiento de los territoriosiodigemas ©. ee eee . MS Desregulacian y rerregulacién del Estado en materia agraria y su impacto en la disputa ante el manejo de los recursos naturales y de los derechos indigenas. 6... 2 349 La problemsdtica del ejercicio juridico de los derechos indigenas y la politizacion del derecho: entre el dereche social y el multiculturalisme Relacién de tensdin entre el reclama de derechos de los pueblos indigenes, la desregulacién y rerregulacién del Histado: campesinas y campesinos afectados porlos parques edlicos en el istmo de Tehuantepec. Conclusion . Referencias Anexo. . 22. bone eee Capitulo 10. Lagunas de excepcién y cosmopolitismo subalterno: conflicto agrario y zapatisme en Chiapas Mejandro Cerda Garcia ce ee . Multiculturalizacion del Estado: retrocesoy obsticulos Pee ee BRE Lagunes de excepcion y usos ideol6gicos del derecho... 22 eee 392 Conflicto ageario en Fl Nantze: los usos del derecho como exclusion 397 Disputando jurisdiccion territorial: la tiesra y sus recursos . 403 Jaridizacion del contlicto y persistencia del paramilitarismo. 409 ‘Usos de lo ilegal: 1a autonomia testitorial zapatista eS Conclusiones . . . Referencias » 423 Agradecimientos A gradecemos ampliamente «1 apoyo brindado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologia (Conacyt) para financiar el proyecto colectivo “Globalizacién, derechos in- digenas y justicia desde una perspectiva de género y de poder: un enfoque comparativo” (lave U51240-5), bajo la coordinacion de Maria Teresa Sierra y de Rosalva Aida Hernan- dez, del cual este libro es uno de los principales resultados. Consideramos de fundamental importancia reconocer los financiamientos del Conacyt en el area de Ciencia Basica para desarrollar proyectos de investigacion de largo alcance, lo que, en nuestro caso, permitid combinar el trabajo de campo antropolégico con la discusién tedrica sobre temas de gran relevancia actual, referidos a la cambiante relacién del Estado con los pueblos indigenas, en la coyuntura contempordnea de Méxicoy de Guatemala. Un resultado muy importante del proyecto fue también fa formacién de recursos humanos, fo que permitié vincular la docencia con la investigacién y, sobre todo, acompafar la formacion académica de quienes en fa actualidad son nuestros colegas, varios de los cuales colaboran en este libro. Asimis- mo, como parte del proyecto, desarrollamos el seminario "Etnicidad, Genero y Derechos Indigenas’, en ef Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologia Social (CIESAS), coordinade por las tres editoras del libro. El seminario expandié nuestras re- Aexiones a colegas y estudiantes de otras instituciones, y permitié el enriquecimiento y la ampliacion de los debates que guian la obra. También estamos muy agradecidas con el apoyo institucional del CIESAS porque nos ha ofrecido el espacio académico y el soporte material, administrativo y humano fun- damental para el buen curso del proyecto. Queremos mencionar la participaci6n activa de colegas y asistentes de investigacion que participaron a lo largo del proyecto y fueron de gran importancia para su desarrollo y laformacién del libro: entre ellos, Angela Ixkic Duarte, Yacatzin Bravo, Ursula Hernandez, Ulises Fierro y Mercedes Pisoni. ly a Jastciasindigenasy Estada. Violenclescontemperineas Nuestra investigacién se beneficié en un inicio del proyecto binacional “Indigenous Rights, Globalization and Gender: Towards a Comparative Methodology’, financiado por el programa UC MEXUS'-Conacyt-Collaborative Grant, que nos permitié interactuar con colegas norteamericanos: en especial, agradecemos la colaboracién de Maylei Blac- kwell, Shannon Speed, Renya Ramirez, Odilia Romero y Juan Herrera, quienes fueron la contraparte del proyecto en los Estados Unidos, y en el cual participaron las integrantes de nuestro equipo en México. Pero muy especialmente queremos agradecer a las organizaciones indigenas y de derechos hamanos, a las autoridades indigenas y alos vecinos de las comunidades en fas diferentes regiones de nuestro estudio en México (Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Morelos, Puebla, Quintana Roo) yen Guatemala (Quiche), asi como a las mujeres indigenas presas en el Centro de Reinsercién Social (Cereso) femenil de Morclos, quienes nos permiticron documentar sus procesosy, en la medida de lo posible, desarrollar con ellos y ellas didlogos y apuestas de investigacién colaborativa. Ademis del aporte académico, nuestro interés en la publicacién de este ibro es contribuir al desarrollo de debates urgentes y relevantes para los propios actores sociales, especialmente los pucbtos indigenas. 1 University of California, Institute for Mexico and the United States, Introduccion Rosalva Aida Hernandez, Rachel Sieder y Maria Teresa Sierra* Eni este libro abordamos le transformacién de la relacién que tiene el Estado con los pueblos indigenas desde el foco privilegiado de la disputa por los derechos y la justicia en tiempos de fuertes cambios marcados por la globalizacién neoliberal, las politicas multi- culturales y los procesos de transictén politica que afectan la naturaleza del Estado y de la sociedad en México y en Guatemala. En particular, destacamos las tensiones entre las po- liticas multiculturales y de reforma penal, dirigidas a reconocer derechos indigenas y for- mas alternativas de justicia, y las nucvas paliticas de seguridad nacional que prommueven el endurecimiento del Estado y de los controles de nueva indole sobre la poblacién. Lo que parecieran las caras opuestas de la moneda son, en realidad, dos expresiones de un mismo proceso de construccién de Estado en nuestros paises, que responden a las exigencias de la globalizacién econémica de generar nuevos modelos de gobernanza. Hacia finales de la primera década del siglo XX1, los procesos de reconocimiento étnico y de gobeman- za multicultural parecen haber llegado a sus limites y constituyeron, incluso, un obstéculo para las nuevas politicas que apuntan a procesos de recentramiento del Estado y a fortale- cer su cardctes cepresivo y de apertura al capital transnacional. Por esa razén, Jos trabajos de este libro destacan dos puntos importantes: (1) el fin del reconacimiento como la politica abanderada del Estado; y (2) la respuesta de los actores sociales indigenas a esos proce- sos. Nos interesa en especial el andlisis de las formas en que mujeres y hombres indigenas organizados confrontan el nuevo contexto de politicas represivas y gobernanza estatal, me- diante la resignificacién de los discursos de derechos, a partir de practicas y epistemologias propias, y a través de la reconstitucién de la justicia comunitaria. En resumen, el objeti- ‘wo general del libro es explicar y comprender ef devenir de las reformas multiculturales + Profesoras investigadoras del CIESAS México, “We Rosalva Aida Herndudes, Rachel Sieder ¥ Maria Teresa Sierra como una forma de control a partir de las lecturas y significaciones que los actores han generado tanto en los Ambitos de la justicia como en los de la organizacién politica, en contextos donde el discurso multicultural esta siendo sustituido por un reforzamiento de la cara represiva del Estado. El entorno anteriormente descrito constituye el marco en el cual hemos desarrollado un proyecto de investigactén colectivo en el que aos propusimos documentar experien- cias concretas del sentido en que las politicas multiculturales, implementadas porel Estado en la primera década del siglo XX1, estaban incidiendo y transformando campos sociales claves de la vida de los pueblos indigenas: [os espacios de la justicia y los espacios orga- ninativos y de reivindicacién de derechos de los actores indigenas. Buscamos analizar la manera como la globalizaci6n estaba redefiniendo las configuraciones étnicas y materiales de los pueblos indigenas y, en particular, el impacto que tenia en Jos espacios de la justicia ya organizacién colectiva. Destacamos asi un doble proceso: por una parte, la globaliza- cién econémica ha incrementado la desigualdad social, impulsando procesos acelerados de migracion, y nuevos patrones de exclusién y marginacisn. Por otro lado —mediante la articulacién de procesos locales, nacionales ¢ internacionales—, ha generado nuevas con- diciones para el reconocimiento y la reivindicacion de los derechos culturales y politicos de los pueblos indigenas. En el marco de esos procesos de transnacionalizacion de dere- chos, nos interesd, asimismo, mostrar la manera en que el nuevo contexto de politizacion de ks identidaces culturales de los pueblos indigenas ha creado espacios de negociacién entre los géneros para redefinirlo que se entiende por ‘cultura’, “tradicion’ y “derechos” De esta manera analizamos la tensién que apunta Boaventura de Sousa Santos entre los aspec- tos regulatorios y emancipatorios de los derechos (Santos, 2002), y el papel productive y de poder que desempenian la ley y las identidades culturales en esos procesos. Este libro colectivo da continuidad a una serie de debates académicos y politicos, en Jos que hemos participado las editoras a lo largo de casi veinticinco anos, que abordan las relactones de los Estados fatinoamericanos con los pueblos indigenas y su acceso a la jus- ticia social. Varios de los debates que involucraron la critica a las politicas indigenistas y las neoindigenistas cobraron nuevas dimensiones en el marco de las reformas legales mul- ticulturales que se propagaron en México y en otros paises de América Latina desde fos anos noventa. Esto propicio importantes discusiones conceptuales en torno alas derechos indigenag las autonomias, el pluralismo juridico y la tensién entre los derechos colectivos de los pueblos y los derechos de las mujeres (Assies, Van der Haar y Hoekema, 1999; Sie- der, 2002; Hernandez, Paz y Sierra, 2004; Postero y Zamosc, 2005; Davalos, 2005; Marti 1. Puig, 2007; Valladares, Pérez y Zarate, 2009). Tales planteamientos coincidieron en ob- jetar las visiones coloniales, homogeneizadoras y liberales sobre los sistemas juridicos in- digenas y los conceptos universalistas de los derechos y la ciudadania, manejados por los Estados nacionales. En el proceso, el xeclamo de los derechos —promovido por los actores Intrdboccion 4s indigenas y sus organizaciones— se potencié y adquirié nuevos sentidos como referente de reivindicaciones politicas ¢ identitarias en la lucha por fos derechos colectivos de los pueblos indigenas (Sierra, 2004a; Speed, 2007; Pitarch, Speed y Leyva, 2008). Se hizo ne- cesario documenta y discutis los alcances de los cambios politicos y legales dirigidos a reconocer la diversidad cultural y generar mitadas criticas de dichos procesos en los espa- os locales, nacionales y transnacionales. Los casos de México y de Guatemala —por los contrastes que implican en términos de formacién del Estado nacional y la forma en quese ha construido su relacién con los pueblos indigenas, asi como por la compleja y estrecha interconexidn de su poblacién y sus fronteras— permitieron ampliar Ia visién comparati- va sobre los efectos de la globalizacién y el camabio legal qne se gestaron en ambos paises. En el proyecto colectivo planteamos varias preguntas que guiaron nuestras indagaciones: acémo han impactada las reformas legales multiculturales en el campo juridico y su ple- ralizacion (; y la justicia2, zcdmo han incidido esas reformas en las estrategias de lucha de los pueblos indigenas y en la movilizacién de sus identidades étnicas?, ;qué imaginarios de justicia y derecho se construyen y se disputan desde los margenes del Estado?, gcomo han participa- do hombres y mujeres indigenas de manera diferenciada en la disputa por Ja justicia y los derechos?, zen qué sentido Ja disputa por los derechos globalizados (derechos indigenas, humanos, de género y ambientales, entre otros) posibilita la construccién de nuevas iden- tidades y ofrece alternativas para confrontar al poder?, qué dice toda esto delas formas en que se construye ol Estado desde los margenes?, y gqué revela de la capacidad regulatoria y sepresiva, aunque también emancipatoria, del derecho? La dindmica de la investigacién nos hizo priorizar las formas concretas en que los ac- tores indigenas construyen y viven el Estado en contextos de alta exclusién, marginacion, pobreza y racismo. A fa vez nos lev a discutir el concepto “margenes del Estado’, que ha sido muy influyente en Jos campos de la antropologia juridica y politica en los ultimos afios. En la propuesta original de Veena Das y Deborah Poole (2004), los mergenes del Es- tado son regiones y poblaciones aparentemente periféricas de la nacién, donde las relacio- nes de poder estin marcadas por la ambigitedad legal y la violencia. Segtm Das y Poole, cs en esos margenes donde se evidencia la naturaleza y la construccién del Estado: de hecho, la existencia de los margenes espaciales y sociales es un supuesto necesario para sti confor- macién y funcionamiento, cuya naturaleza se revela a través de estudios etnograficos. Los pueblos indigenas son, por excelencia, un ejemplo de los margenes: histéricamente han sido definides como el “otro” no civilizado, o no modemo,y de esta manera han sido esen- ciales para la construccién de las jerarquias raciales que subyacen tras los Fstados-nacién. La ambigiiedad legal que prevalece en los margenes implica que las poblaciones margina- das siempre estan sujetas a la posibilidad de fa violencia, lo cual ha sido una constante eu. hh elaboracién de los modelos dominantes de organizacion econémica y de gobernanza cia indigena y justicia estatal), y en las concepciones mismas del derecho 16 Rosalva Aida Hernandes, Rachel Sieder y Maria ‘Teresa Siena neoliberal. Para los pueblos indigenas, estar en los margenes del Estado implica estar, en la célebre frase de Poole, “entre la amenaza y la garantia" (Poole, 2004: 36). Se promete la ga- rantia de derechos y la aplicacton justa de la ley; pero, en la prictica, lo que predomina esla arbitvariedad y la impunidad. Desde esta perspectiva analitica, las reformas legales de teconocimiento étnico y de decentramiento del aparato judicial del Estado constituyen, en efecto, no una descen- tralizacién real del poder ni una forma de reconocer autonomias, sino, més bien, nuevas, tecnologias de poder, de regulacién y vigilancia que marcan los limites de lo legitimo, y consecuentemente definen los limites de] Estado. Como sugieren varios de los trabajos en este libro, mediante la nueva legalidad oficial multicultural se pretendi6 imponer limites al ejercicio de la autoridad indigena que desaffa cada vez mas la forma y los fandamen- tos del Estado-nacién. Sin embargo, no todo es regulacién y dominacién. La propuesta de Boaventura de Sousa Santos y de César Rodriguez Garavito (2005) de una “legalidad cosmopolita subalterna” apunta la manera en que los imaginarios sobre la legalidad se de- baten en los espacios ambiguos o margenes del Estado, en los ambitos de la globalizacion confemporanea. Das y Poole también enfatizan en la creatividad de los margenes y en las formas econémicas y politicas alternas que germinan en ellos. Como claramente demues- tran los estudios etnograficos en este libro, a través de elaboractones alternativas de justicia y de gobierno, los pueblas indigenas organizados reconfiguran los espacios de justicia y de autoridad en los margenes, y asi desafian los imaginarios dominantes del Estado. Efectiva- mente, por medio de sus practicas y propuestas ‘reimaginan’ al Estado desde lo subalterno, retando su propia condicién de subalternidad. En ultima instancia, fa presente investigacion colectiva tiene la intencion de contri- Duic al desarrollo de una mirada critica sobre las politicas de reconocimiento para colocar en Ja discusién las alternativas de vida y de justicia social que los pueblos indigenas estén construyendo, en una coyuntura donde se estan cerrando las opciones para debatir los de- rechos colectivos en los espacios de la legalidad estatal, al mismo tiempo que aumentan las presiones sobre sus recursos naturales y sus territorios. Los problemas parecen ser, no sélo que las retoricas del multiculturalismo neoliberal han llegado a su fin y que se ha agudiza- de la cara represiva y vigilante del Estado, sino que también, las demandas de autonomia y defensa de los derechos colectives de los pueblos indigenas son rechazadas por las elites dominantes que reivindican un modelo liberaly universalista de derechos, ala vez que pro- mueven Ja apertura al gran capital. De esta manera se oponen a la tendencia de construir Estados plurales, segun sucede en otras paises latinoamericanos, reduciendo las posibili- dades de un modelo de desarrollo participative y més justo. Silas promesas y utopias que el liberalismo hizo a los pueblos indigenas del continente munca llegaron a cumplirse, queda dlaro que el neoliberalismo tampoco ha ofrecido remedios sustantivos a su marginaliza- cién. Por el contrario, han aumentado la exclusion yla violencia hacia ellos. Introducein IF La dimension ctnogrifica de nuestra investigacién permite documentar y analizar tales tensiones y procesos a partir de las practicasy de las representaciones de los actores sociales, destacando sus entendimientos y sus vivencias desde sus propios contextos y marcos de posibilidad, lo cual es uno de los principales aportes de los trabajos incorpora- dos en el libro, En diferentes niveles, cada uno de los estudios de caso de este proyecto es producto de los didlogos politicos de larga data en los que hemos participado los autores. En mayor o menor medida, las metodologias colaborativas fueron parte de esos didlogos, ynos permiticron replantear las preguntas de investigacién a partir de las propias bisque- das y necesidades politicas de los hombres y Jas mujeres indigenas con quienes trabaja- mos. Aunque no todas nuestras investigaciones fueron colaborativas cn el sentido mas tradicional del término, todas partieron de Ja necesidad de contribuir, a través de nuestra labor investigativa, a los procesos de resistencia de los actores sociales. Las metodologias dialégicas que varios de los autores reivindicamos no se plantean transformar la realidad con base en un metodo 0 teoria que se considere infalible, como lo hicieron muchas de las propuestas de investigacién-accidn del pasado, sino gue se proponen la reflexidn junto con los y las actoras sociales sobre las problematicas de una realidad social compartida.! A partir de los didlogos ciaboramos conjuntamente una agenda de investigacién que se originé en la necesidad de que nuestro conocimiento fuera relevante para los actores so- Gales con quienes colaboramos Considerames importante dar cuenta de la trayectoria que han seguido nuestras in- degaciones, con el fin de situar las problemiticas que abordamos en este libro y destacar los contextos y los cambios profundos que han marcado la selacidn de los pucblos indigenas con el Estado en las tiltirmas décadas, y sus efectos particulares en el campo juridico. Mas ade- lante nos referimos alos hallazgos de la investigacién, en los que se destaca la comparacion entre los procesos que se investigaron en México y en Guatemala. Politicas indigenistas y neoindigenistas en el marco del neoliberalismo y la disputa por los derechos indigenas Durante los afios ochenta y principio de los noventa, analizamos y criticamos el impac- to de las politicas indigenistas integracionistas en la vida de hombres y mujeres indigenas (Hernandez, 1988, 1995}, sefialando que los discursos liberales sobre la iguafdad y la ciu- dadanja universal craa otra forma de encubrir la violencia y la exclusi6n implicadas en las concepciones monoculturales y universalizantes de la identidad nacional. Junto con otros 18 Rosalva Atda Herndndes, Rachel Seeder y Maria Terese Sierra colegas documentamos también el sentido en que el desconocimiento de los operadores de la justicia oficial sobre el derecho consuetudinario indigena estaba detras de las viola- ciones a los derechos humanos de los indigenas, lo cual desnudaba el monismo juridico del derecho estatal y la vigencia de sistemas juridicos plurales que habian sido silenciados y colonizados por los poderes hegeménicos (Stavenhagen e Iturralde, 1990; Chenaut y Sierra, 1995). Aligual que muchos académicos, seguimos con interés y entusiasmo el auge del movimiento indigena en el continente, sobre todo a partir de las movilizaciones re- Jacionadas con el rechazo al V Centenario del llamado “Encuentro de Dos Mundos’” en 1992, asi camo con el surgimiento de nuevos actores politicos que sustituian sus identida- des “campesinas’ por “identidades indigenas’, como referentes de movilizacién politica. En uri nuevo contexto sefialamos la importancia que tuvieron los discursos sobre los derechos y las demandas de reconocimiento cultural de los movimientos indigenas, como ventanas alternativas para repensat los Estados nacionales en América Latina (Sieder, 2002; Castro y Sierra, 1998). Las reformas constitucionales colombianas en 1991, con fuerte sustento en el Con- venio 169 dela Organizacién knternacional del Trabajo (OIT, 1989), marcaron el inicio de los nuevos “vientos multiculturales” en todo el continente. Esas reformas han sido consideradas unas de las mas avanzadas en el reconocimiento de los derechos indige- nas, ya que no séfo consolidaron los tesguardos indigenas, sino que también especifi- caron otros derechos, como fa jurisdiccién indigena y el derecho propio, la regulacién de la distribucién de ticrras dentro de los resguardos, el reconocimiento de derechos territosiales, el diseno y la implementacion de planes de desarrollo, fa promocion de la inversién publica y la representacién ante el gobierno nacional, asi como el papel de la Corte Constitucional para dirimir controversias entre la jurisdiccién estatal ya indigena (Sanchez, 1998). Esta experiencia llevé a muchos académicos a preguntarse sobre los ambitos estruc- tural y politico que podrian estar inflayendo en que cl Estado colombiane — y posterior- mente otros Estados latinoamericanos— estuviera dispuesto a llevar a cabo reformas multicuiturales en la Constitucién y en la legislacion ordinaria (Assies, Van der Haar y Hoekema, 1999; Sieder, 2002; Van Cott, 2000; Yashar, 2004). Al mismo tiempo, proliferd una importante cantidad de escritos y debates con respectoa la autonomia y alos derechos politicas de los pueblos indigenas y sus aleances, mediante lox cuales pudiera repensar- se el modelo de Estado y nacién, tomando como referencia la experiencia nicaragtiense sobre los estatutos autondmicos en 1987 (Davalos, 2005; Diaz Polanco, 1996; Gonzalez, 2 Apesar delentusiasrma que despert6 la reform indigena de Colombia, ilamé laatencin que se llevaraacabo en un pais donde sélo 3.4% dela poblacion se defineindigons (| 378 884, sogiia ol Censo Nacional de Pobla- cin [2005]). Ferredoccién 19 Burguete y Ortiz, 2010). La antonomia se convirtié en el lenguaje principal que tradujo los reclamos de los pueblos indigenas — especialmente después del levantamicnto armado del Ejercito Zapatista de Liberacién Nacional (EZLN) en México durante 1994— y que impulsé el debate publico y la articulacién del movirniento indigena en México y en los distintos paises de América Latina Durante la década de 1990, muchos paises reformaron sus constituciones para re- conocer, en distinto grado, los derechos culturales y politicos de los puchlos indigenas. Donna Lee Van Cott (2000) calificé la ola de reformas camo el Nuevo constitucionalismo multicultural. Las reformas se percibieron, en un primer momento, como un logro de las fuchas indigenas def continente, y generecon un clima cultural y politico de aperturay opti- mismo hacia las posibilidades emancipatorias de las reformas y los horizontes que vislum- braban para los pueblos indigenas. Sin embargo, varios autores matizaron el entusiasmo que la multiculturalizacion de los Estados latinoamericanos estaba despertando, y sefia- laron las limitaciones de las reformas y apuntaron gue el reconocimiento de los derechos indigenas era compatible con las reformas estructurales neoliberales, En 1999, el antrapélogo holandés William Assies escribié que el “proyecto cultural” del modelo econémico neoliberal requeria de un nuevo tipo de ciudadania “menos de- pendiente del Estado” en cl que los ciudadanos se responsabilizaran de su bienestar, y se- fialaba que ‘la desagregacién del Estado se podria acomodara las demandas autonémicas de los indigenas” (Assies, Van der Haar, y Hoekema, 1999: 68). En un sentido similar, el antropélogo ecuatoriano Diego Iturralde advertia que el reconocimiento de los derechos colectivos, inchuidos los derechos autonémicos de los pueblos indigenas, no eran incom- patibles con las kigicas reformistas de los Estados latinoamericanos (Iturralde, 2000). Aiios después, esa linea de analisis se popularizé con el concepto “multicultaralismo neo- liberal’, acuhado por Charles Hale (2002), y retomado por varios de los autores de este libro, Dicho concepto scfiala que cuando las reformas multiculturales dejan las respon- sabilidades sociales en manos de lox pueblos y de las comunidades indigenas, responden alas necesidades de descentralizacién y de creacin de una sociedad civil més participa- tiva, objetivos que corresponden a los de la agenda neoliberal. Los llamados “regimenes de ciudadan‘a posliberales” (Yashar, 2004) encontraban eco en las sociedades indigenas que estaban dispuestas a tomar las responsabilidades de seguridad, justicia, educacion y salud, que corresponderian al Estado, en un esfuerzo para construir sus propios proyectos de autonomia politica. Las discusiones sobre el constitucionalismo multicultural (Yrigoyen, 2019) se Ileva- ron a cabo al misme tiempo que una importante ola de trabajos de antropologia juridica documents los sistemas juridicos indigenas y las précticas de justicia en diferentes reali- dades latinoamericanas (Chenaut y Sierra 1995; Garcia, 2002; Martinez, 2004; Orellana, 2004; Sierra, 2004b). Se desarrollaron de esta manera visiones criticas con respecto al de- 20 Rowalva Aida I feensindez, Rachel Sieder y Maria Teresa Sierra recho indigena y sus usos politicos, y se destacé el impacto de los procesos en la revitaliza- ci6n de las identidades étnicas. En el entorno mexicano posterior ala Jlamada contrarreforma indigena de 2001 (G6- mez, 2004), nos dimos a fa tarea de analizar la manera en que el nevindigenismo, promo- vide por la administracion de Vicente Fox, impulsé politicas multiculturales en las que el concepto “cultura” se vio separado de su dimensién politica y territorial, convirtiéndose en ‘un eufemismo para hablar de lo que antes se conocia como ‘folclor indigena’ Los sisternas normativos indigenas quedaron reducidos a “usas y costambres’; y sus demandas autond- micas, a meras demandas por el “reconocimiento cultural’. Paralelamente a que el Estado se retiraba de importantes reas de fa vida social, mediante los nuevos modelos de politica publica, se estimulaba la participacién local en el “proceso de desarrollo”, sin cuestionar ef modelo de desarrollo impuesto, ni mucho menos las politicas macroeconémicas que han empobrecido cada vez mas ala poblacién indigena (Hernandez, Paz, y Sierra, 2004). Sin embargo, a la vez que nuestros andlisis del neoindigenismo apuntaban hacia Los usos politicos de la diversidad como una nueva forma de gobernanza, acorde con las politicas ncoliberales de autogestién y promocién de participacién ciudadana, nuestro trabajo con organizaciones indigenas nos mostraba que se trataba de un proceso muy complejo y lleno de contradicciones, mediante el cual el Estado también se estaba cons- truyendo, imaginando y disputando desde abajo. De esta manera, experiencias novedo- sas de justicia indigena y comunitaria, formuladas y reformuladas en los margenes o ena “ilegalidad’, es decir, en abierta confrontacién con hs instituciones de justicia estatales, daban opciones para pensar en modelos alternativos de derecho y de justicia que no se su- bordinaran a los marcos legales estatales cuyas visiones integrales de desarrollo ponian en juego las identidades colectivas, étnicas y de género. Las propuestas sobre el doble efecto dela globalizacién del derecho desde la perspectiva de la hegemonia y contrahegemonia, desarrolladas por Santos, nos ofrecieron un marco de referencia para comprender las di- namicas contradictorias y las tensiones involucradas en el papel regulatorio y emancipa- torio de los derechos (Santos, 1998, 2002, 2008); perspectiva que inspira varios de los trabajos en este libro. Como parte de nuestras trayectorias de investigacion, nos interesé conocer las res- puestas desde abajo y la manera en que hombres y mujeres indigenas se han dado ala tarea de renegociar sus propias definiciones de lo que entienden por cultura, tradicién, justicia yautonomia (Hernandez, 2002, 2008; Macleod, 2008). En los estudios analizamos la for- ma en que los procesos de politizacion de las identidades culturales se han convertido en espacios de movilizacion, en los que se combinan las demandas del reconocimientoy de la sedistribucién. Al trabajar con organizaciones indigenas en México y Guatemala, nos dimos cuenta de que la politizacién de las identidades ha estado aunada a una tendenciaareflexio- nar sobrelas practicas culturales propias — las que antes se concebian simplemente comola ineredceién al vida misma—, y a sisternatizar, teorizary filosofar sobre ellas. En el proceso de “nombrar” la cultura se han dado negociaciones entre los géneros para definirla. Las mujeres indige- nas organizadas estan luchando en sus propias comunidades, as{ como frente al Estado, para legitimar nuevas tradiciones no excluyentes. Las investigaciones nos mostraron que estamos en un momento de globalizacién y neoliberalizacién cuyas consecuencias son contradictorias para los hombres y las mujeres indigenas en México y Guatemala. En este sentido, reconocemos que el potencial eman- Gipatorio o regulatorio que pueden tener las politicas de reconocimiento cultural y las reformas legislativas relativas a los derechos indigenas, depende mucho del tejido social existent en Jas regiones donde se llevan a cabo. Aunque nuestros estudias se han centra- do sobre todo en las regiones indigenas de México y Guatemala, no dejamos de reconocer que las experiencias creativas, generadas desde la subalternidad, sc han alimentado tam- bien de los horizontes emancipatorios que se gestaban en otros paises latinoamericanos, como fue el caso de Ecuador y Bolivia, donde ias transformaciones constitucionales de 2008 y 2009, respectivamente, implicaron apuestas radicalmente diferentes para pensar el Estado y la sociedad desde visiones plurinacionales y descolonizadoras (Ytigoyen, 2010).* Otra preocupacidn recurrente en esos afios fue el debate sobre los limites del recanoci- miento y la desigualdad. Algunos autores, como Héctor Diaz Polanco (2007), han insis- tido en la critica a las visiones reduccionistas del reconocimiento de derechos culturales y han visto la necesidad de incorporar la perspectiva estructural de la desigualdad social en el debate sobre [as identidades y las autonomias. Este era el “clima cultural” y los debates teénicos y politicos predominantes cuando iniciamos, en 2007, el proyecto colectivo de investigacion que dio origen a este libro. Dada nuestra trayectoria de investigacién, nos propusimos analizar el impacto de di- chos procesos de reforma legal en espacios y dindmicas claves de la vida de los pueblos y comunidades indigenas, como son el campo de la justicia y de las luchas politicas de las organizaciones indigenas. Diversos estudios habian documentado las formas cotidianas del cjercicio de los derechos y el peso de las ideotoglas discriminatorias y de genero en elacceso a Ja justicia para los indigenas (Chenaut, 2004, 2008; Hernandez, 2002; Sierra, 2004b; Terven, 2009), Pero habia muy pocas investigaciones que dieran cuenta del nue- ¥o momento de crisis en el que se encontraba la gobernanza multicultural y que plantea- ran en qué sentido los cambios legales que parecfan dar opciones al reconocimiento de derechos, y a la diferencia cultural en la ley, estaban impactando ambitos fundamentales dela vida de los pueblos: su cotidiancidad, asi como las respuestas a tales procesos.“ Que- riamos analizar si solamente se trataba de una nueva retérica, 0 si se estaban generando Para una vision critica de estos process, nase Walsh (2010). Para una excepcion en el caso. de Guatemala, véonse Cumesy Bestos (2007) el cd Roselva Aida lernéndes, Rachel Sieder y Maria Teresa Sierra opciones diferentes que apuntaran a fortalecer la autoridad étnica y los espacios propios de resolucién de conflictos, como apuntaba la reforma legal, Estudios en otros paises, como Colombia (Santos y Garcia Villegas, 2001), habjan avanzado en propuestas similares so- bre el impacto de jas reformas legales en el campo juridico; no obstante, su objetivo fue, principalmente, ofrecer una visidu diferenciada de las justicias (oficiales, alternativas, in- digenas), sin tener la preocupaci6n de generar una mirada comparativa de los procesos ni discutic el sentido en que las identidades impactan las dindmicas legates y las disputas por los derechos. El privilegio de contar con colegas y estudiantes interesacos en investigar tales problematicas en distintas regiones de México y de Guatemala significé una opor- tunidad unica para analizar Jas pricticas y las representaciones con respecto a la justicia ya los derechos, asi como a las formas que asume el Estado en distintas configuraciones sociopotiticas, y el impacto de dichos procesos en la construcci6n de nuevas subjetivida- des étnicas e identitarias. En el transcurso de nuestra investigacién, nuestros dos ejes principales de andlisis —el impacto de las reformas multiculturales en los espacios de la justicia y su incidencia en la lucha politica de las organizaciones indigenas— se vieron cada vez mas afectados por el contexto cambiante que ha marcado la relacion del Estado cou los pueblos indigenas en los ultimos afios (2008-201 1), obligando a la reformulacién dealgunos planteamientos, Fs asi que debimos considerar Jos nuevos contextos de la reforma del Estado en materia penal y en materia de seguridad nacional, lo cual ha impactado de manera directa las lagicas dela gobernanza neoliberal, sustento de las politicas multiculturales en Mé anes similares en Guatemala. Esto ha significado un desplazamiento de las retoricas multi- culturales por los discursos sobre el desarrollo, la pobreza, la seguridad nacional yla guerra contra el narcotrafico, afectando directamente, y de manera diferenciada, alos hombres y alas mujeres indigenas. ico, con expresio- Varios de los estudios en este libro documentan los nuevos procesos, especialmen- te los vinculados con la reivindicacidn de derechos (véanse los capitulos de Elisa Cruz y de Alejandro Cerda), también analizan situaciones que revelan los limites de las opcio- nes multiculturales, asi como el endurecimiento del Estado, como sucede con casos de criminalizacién de la pobreza, que ha evado a mujeres indigenas a las carceles (véase el capitulo de Rosalva Aida Hernandez). Tales entornos revelan asimismo, de manera ctuda, las tensiones y ambigitedades que marcan la relacion del Estado con los pueblos indigenas, y dejan ver las formas cotidianas y violentas de construccién estatal en las poblaciones marginalizadas. Dc esta manera, a los dos ejes centrales de nuestra investi- gacin colectiva anadimos una tercera linea de indagacién, relacionada con los cambios legales que dan cuenta del endurecimiento estatal y su incidencia en las politicas mul- ticulturales, reduciendo cada vez. mas sus alcances, y lo que esto implica para pensar el Estado desde los margenes. Introduccion La reconfiguracién del Estado y su impacto en los pueblos indigenas Desde una mirada comparativa destacamos a continuacton los apotes ylos retos de nuestro estudio considerando las distintas experiencias de investigacion. En esta direccion distingui- mos tres grandes tematicas: (a) la transformacién del campo juridico y las nuevas configu- raciones del Estado neoliberal; (b) la disputa porla usticia indigena y comunitaria desde los mirgenes del Estado; (c) la politizacién de las identidades y ol reclamo de derechos. Latransformacién del campo juridico y las nuevas configuraciones del Estado neoliberal en México y en Guatemala A diferencia de las reformas constitucionales de los paises andinos, la reforma constitucio- nal mexicana del afio 2001 acerca de los derechos indigenas no reconocié territorios ni jurisdiccionesindigenas. El movimiento indigena y algunos sectores de la sociedad civil or- ganizada cuestionaron ampliamente la reforma, calificandola de limitada porque reconoce una serie de derechos que no permite ejercer. Si bien el Capitulo Segundo constitucional —en el que se concentra la mayor parte de los cambios legales en materia indigena— es. tablece el derecho a la libre determinacién de los pueblos indigenas que se ¢jercera en wn marco de autonomia, deja que las legislaciones estatales definan el aleance de dicha auto- nomia, lo que significa subordinarla alos intereses regionales y partidarios (Gomez, 2004). Tomando en cuenta que la mayoria de los congresos estatales contintian bajo el control de las fuerzas caciquiles regionales, fa autonomia reconocida en el inciso “A” del Articulo Se- gundo de fa nueva ley, no ha pasado de ser una mera figura discursiva sin sustento juridico gue permita implementarla. Una limitacién fundamental de la reforma mexicana es el no reconocimiento de los pueblos indigenas como sujetos de derecho, sino como objetos de atencion por parte del Estado, pues no los considera en su carécter de entidades de derecho publico sino como entidades de interés publico. Asimismo, los derechos sobre la tierra se subordinan alosderechosde terceros ya establecidos, es decir, ala propiedad privada, entre otros aspectos. De esta manera, la reforma, en lugar de garantizar derechos, los minimiza mediante la subordinacion alos preceptos constitucionales y ala pretendida unidad nacio- nal, y delinea ademas una serie de politicas que no rmpen con el tradicional asistencia- lismo del Estado mexicano hacia las poblaciones indigenas.* Tales limites son verdaderos 3 Para un desarrollo aritico de les limites y aleances de la reforma constitucional al Articulo Segundo de le Constitucién menicana, vanse Gamer (2004) y Lopes Barcenas (2004). 24 Rosalsa Aids Herndnde7, Rachel Sieder y Maria Lenexa Sioa obsticulos para el ejercicio de los derechos colectivos que los pueblos indigenas reclaman, como se documenta alo largo de este libro. Enel debate politico y legislative referente a los derechos indigenas, previo alarcforma de 2001, un sector importante dela clase politica mexicana esgrimis el tema delos derechos de las mujeres indigenas como argumento para rechazar las demandas autonémicas del movimiento indigena, La descalificacion de los llamados “usos y costumbres’, sehalandolos como esencialmente violatorios de Jos derechos de las mujeres, fue utilizada politicamen- te en contra del derecho a la justicia propia ya la autodeterminacién. En esa coyuntura, las mujeres indigenas organizadas levantaron sus voces para demandar al Estado sus derechos colectivos como pueblos indigenas y para demandar al movimiento indigena su derecho a cambiar aquellas formas culturales que atentan contra sus derechos humanos. En varios de los estudios de caso incluidos en este libro, damos cuenta de la manera en que las mujeres in- digenas fijan la pauta sobre cémo repensar la justicia indigenay fa autonomiaa través de una perspectiva dinamica de la cultura: a Ja vee que reivindican el derecho a la autodetermina- cién, lo hacen a partir de una concepcisn de Ja identidad como construccién historica que se reformufa cotidianamente (véanse los capitulos de Chavez y Terven, Macleod y Sierra). En Guatemala, los compromisos del Estado para reconocer los derechos indigenas nunca se tradujeron en una reforma de la Constituciénde 1985. La firma delos Acuerdos de Paz de diciembre de 1996 puso fin a 36 aitos de conflicto armado, y sefialé el término de Ih tradicional ideologia segregacionista como rectora de la politica del Estado: los Acuer- dos hicieron hincapié en la necesidad de garantizar los derechos humanos y los derechos colectivos de los pueblos indigenas.* También enfatizaron en la necesidad de mejorar la si- tuacidn de las mujeres indigenas, sujetas 2 discriminacién, no solo étnica, sino también de género, Después de la firma definitiva, un paquete de reforraas a la Constitucién para in- corporar los compromisos de los Acuerdos fue negociado entre los partidos politicos en el Congreso Nacional y finalmente fue sometido a un referéndum nacional,en mayo de 1999, de acuerdo a lo estipulade en la propia Constitucién. Vas opasitores al reconocimiento de 6 £128 de marco de 2001 la comandante zapatista Esther ya médica tradicional nahua Mariade fests Patricio, integrance del Congreso Nacional Indigena (CNT), hablaron ante ¢l Congreso de la Union para defender la Samad: iativa de 1.ey dela Cocopa, que reconacia derechos politicos y territoriales a los pueblos indige- bas. Las dos representantes indigenas reclamaron el derecho a una cultura propia, pera la ver refirieroa los cesfaerzos que las mujeres estin haciendo cn sus comunidades para transformar aquellos elementos dela tra dicion que vonsideran oprestios y excluyentes La Constitucion contiene dos articulos que hacen referencit alas obligaciones del Estado hacia la poblacign indigena (arts. $8 y 66), pero na hay un reconocimiento explicito de lox derechos de los pueblos o chudada nos indigenas. § _Lasderechos y fi situacidn de Ia poblacién indigena estan presentes, ea mayur o menor medida, e2 los doce acuerdos individusles que fueron negociados entree] gobierno y laguerrila, pera el que mas se enfocd en esa femitica fine el Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indigenas,firmado en mayo de 1995. Jes derechos indigenas se movilizaron en contra de la aprobacién de las reformas, alegan- do que implicaria la “balcanizacién’ del pais y el ‘racismo al revés” (Jonas, 2000; Warren, 2003). El voto, ejercido por menos de treinta por ciento del electorado, rechazé el paquete de reformas. No obstante, el Congreso guatemalteco, en 1997, ratificé el Cenvenio 169 deb OMT, lo que oftecia un instrumento potencialmente “justiciable” para el movimiento andigena y sus aliados. De hecho, la judicializacion de las demandas indigenas en los afios posteriores al conflicto armado sc ha centraclo cn las garantias establecidas en el Convenio, como el reconccimiento del derecho indigena o la garantia de la consulta previa (Fulmer, Snodgrass-Godoy y Neff, 2008; Padilla, 2008; Sieder, 2010). De igual manera, los movi- mientos indigenas en México han invocado el Convenio 169, y demandan la consulta pre- via, libre ¢ informada, cuestionando, asi, los megaproyectos que promueven los gobiernos federal y estatales (véanse Cruz y Martinez, ambos en este valumen). Al decretar la atencidn especifica.a los pueblos indigenas, las politicas y los programas malticulturales impulsados después de la guerra en Guatemala significaron una ruptura con el pasado. Cosa que contrasta con México, donde, de alguna forma, hubo cierta conti- mutidad en las politicas indigenistas o “‘neoindigenistas” después de la reforma constitucio- nal de 2001 (Hernandez, Paz, y Sierra, 2004). Independientemente de esa diferencia, en ambos paises se privilegié el campo de la justicia como un drea de intervenciones estatales multiculturales. Las reformas sc insertaron en las politicas de modernizaci6n de los apara- wos de justicia, fuertemente influenciados por tendencias globales en favor de incrementar ed acceso a la justicia para los sectores marginados, y han estado promovidas por las agen- Gias multilaterales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y cl Banco Mun- dial (BM) durante la década de 1990 (Domingo y Sieder, 2000; Hammergren, 1998). En México, loslineamientos constitucionales de 2001 delimitaron el alcance delas re- formas en materia de justicia, que se redujeron a reconocer los sistemas normativos inter- nos de las comunidades indigenas y a establecer ciertas garantias para el acceso a la justicia del Estado, como reconocer costumbres y especificidades culturales en el proceso judi- dal, asi como el derecho a intérpretes y traductores’ En general, se trata de reformas que se sitian en los marcos de un “pluralismo juridico aditivo” (Hoekema, 1998) en el que Jos sistemas juridicos indigenas se consideran auailiares de la jurisdiccin estatal, con li- mitados margenes para ejercer una reaf autonomia. Si bien en el texto constitucional se hace referencia a la libre determinacién y ala autonomia para aplicar sus propios sistemas “ El Informe del dtagnostcn det acceso a tas justcia de tos indigenss. '4 caso de Orwaca, elahorade por la Oficina en México del Alt Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanes (OACNUDIT- México, 2007), revela que el acceso ala justicia de los indigenas esti marcado por h discriminacién y la cantinwa vio- Iacién a sus derechos establecidos en la Constitucién, En el capitulo de Alda Hernéndez (en este mismo vo- Tamen) se documenta que esos derechos son letra muerta para los presos yl presas indiyeras, %6 Rosalva Alda Hernindez, Rachel Siedery Matla Teresa 5 normativos en la resolucién de conflictos, no se reconoce explicitamente el derecho de las autoridades indigenas de ejercer fanciones jurisdiccionales de administracién de justicia, como sifue el caso con las ultimas reformas constitucionales en Los paises andinos ( Yrigo- yen, 2010). El reconocimiento limitado ha tenido incidencia en los alcances de las refor- mas posteriores realizadas en las legislaciones estatales (Sierra, 2010). Hasta mayo de 2011, no todos los estados mexicanos habian realizado cambios le- gales a sus marcos constitucionales, por ejemplo, Guerrero y Morelos.” Algunos, como Chiapas (1994), Oaxaca (1995 }, Campeche (1996) y Quintana Roo (1998), entre otras, reformaron sus constituciones antes de 2001, pero no en todas se han adecuade sus mar- cos legales a la nueva ley del Articulo Segundo constitucional. Oaxaca rebasa en varios puntas lo dispuesto en la reforma constitucional nacional, y Quintana Roo tiene propues- tas innovadoras en materia de justicia. Otros estados modificaron sus constituciones pos- teriormente a2001: San Luis Potosi (2003), Puebla (2004), y, mds recientemente, Chiapas {2009)" ¢ Hidalgo (2010). San Luis Potosi cuenta con una ley reglamentaria sobre dere- chos indigenas (2003)," lo mismo que el estado de Oaxaca (1998)." En San Luis Potosf, se tuvo la astucia de tomar la reforma nacional como piso para elaborar algunas propues- tas que la rebasan, como el hecho de considerar las comunidades indigenas entidades de derecho pablico y ne solamente como entidades de interés publico, segtin lo establece el Articulo Segundo de la Constitucién.* El reconocimiento de la justicia indigena en las reformas estatales mexicanas tiende a plantearse como una instancia mas de mediacion y como medio alternative a la justicia del Estado (justicia alternativa a la via jurisdiccional ordinaria en Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosi, Hidalgo), o bien se hace explicita su subordinacién a la justicia estatal (Campeche), su calidad de justicia auxiliar (Chiapas y Campeche). En San Luis Potosi y 10 Endl estado de Cucrreto, apenas en abril de 2011, seintredujo una nuevaley. “Ley 700" sobre derechosin- digenas,sin antes establecer una reforma constitucional (véase el capitulo de Sierra on este libra).En Morelos, se han realizade cuatra iniciativasde ley al respect, La uktitna se presents el 28 de abril de 201 1, pero ninguna ha sido aprobada. 11 Bsta nueva ley sobre derechos indigenas en Chiapas, que deroga la Ley de 1999, ha sido ampliamente crit cada por las organizacioncs indigenas, debido a que viola el desecho de consulta, por su visiba desarrollista y por lasimportantes restricciones a la autonomia de los pueblos indigenas y especialmente con respecto al accesoa los recursos natutales (véase Baca de Polen [s.£}) 12 Ley Reglamentaria del Articulo 9 dela Constitucién del Estado de San Lis Potosi sobre Uerechas y Cultura Todigena, septiembre de 2003 (111,-ULL, 2003). 13. Leyde Derechos de los Pueblos y Comunidades Indigenas de Qaxaca (CIII CEO, 2001). 14 Laley de justicia indigena de San Luis Potast, uno de los pocos estados que la han desarrollado, se cistingue por ser el resultado de un amplio proceso de consulta a las comunidades indigenas y una concepeién no esencialista del derecho indigena (Avila, 2003). A pesarde sus innovaciones, ia ley indigenareproducelasres- tricciones fa autonomia indligena, tal como lo revela el hecho de que lajusticia de las autoridades indigenas signe considerandose como justicia ausiliar dela estatal. Qaindana Roo, en algunos cacos, se considera que las autoridades indigenas tienen ambi- tws jurisdiccionales en el espacio de sus comunidades, y en otros, como en Oaxaca, se da el seconocimiento en los entornos municipales (Anaya, 2004 y 2008; Recondo, 2007). Pero Is alcances de la justicia indigena estan acotados y delimitados por el Estado. Algunas le- gesbaturas estatales instituyen nuevas figuras, como los jueces de paz y los de conciliacién imdigena (Chiapas), que deben hablar la lengua indigena y ser abogados. También se han imstituido los juzgados de conciliacién (Campeche), el Consejo dela Judicatura de la Jus- fica Indigena y los magistrados de asuntos indigenas (Quintana Roo), o bien se crearon Ios nuevos juzgados indigenas que comprenden al juez indigena como al agente mediador, ¥inculado al Centro Estatal de Mediacién (Puebla e Hidalgo) (Sierra, 2010), sein vere- amos en algunos estudios incluidos en este volumen. En resumen, las reformas sobre la justicia indigena en México son parte del proce- s0 de modernizacion judicial que busca fomentar la mediacidin y la resolucién alternativa de conilictos, pero no se plantean el reconacimiento efectivo de las jurisdicciones indige- nas y de sus derechos de autonomia. Con mas o menos fuerza podemos afirmar que es0s procesos promueven la oficializacton de la justicia indigena para adecuarla a los marcos ‘constitucjonales, cs decir, al Estado de derecho, contribuyendo asia su regulacién y a las smevas formas de gobernabilidad hegemonica. A pesar de los marcos restrictivos del re- conocimiento de la justicia indigena, se han generado procedimientos de seivindicacién identitaria y de fortalecimiento de la autoridad étnica que, desde la subalternidad, buscan readecuar y redefinir tales marcos legales con resultados diferenciados, segim muestran va- fos capitulos de este libro. En Guatemala, aunque no se logré que los compromises contenidos en los Acuetdos de Paz fueran constitucionalizados, cl papel preponderante de la cooperacin internacio- nal en su implementacién logré cierta apertura oficial a la justicia no formal y auna serie de medidas que intentan aumentar el acceso a Ja justicia estatal para la poblacién indigena. Sin embargo, nunca hubo un intento gubernamental de legislar sobre fa justicia indigena, como ocurrié en varios estados mexicanos. A finales de 1990, el Poder Legislativo guate- malteco respondid, mediante la creacion de cinco “Juzgados de Paz Comunitarios’, a las demandas que hicieran fas organizaciones indigenas acerca del reconocimiento legal de su autonomia jurisdiccional. A diferencia de los juzgacos de paz existentes en Guatemala, donde fos jueces son abogados, estos cinco juzgados menores estaban conformados por jueces no letrados, escogidos por la comunidad local. LLos jueces tenian las facultades de aplicar Ia conciliacion, la mediacion, el “derecho indigena’, y el derecho estatal.‘* Original- mente, los cinco juzgados se concibieron como un proyecto piloto que se extenderia a los 15 Para un anilisis etnogréfico detallado del juzgado de par.comunilario en Santa Marla Chiquirmula, Totonica pan, véase Rasch (2008), a8 Rosalvg Aida Hernandez, Rachel Sieder y Maria 'leresa Sierra ottos trescientos y mas municipios del pais, pero nunca sucedié."* Los Juzgados de Paz Co- munitartos eran, en efecto, una instancia de mediacién y conciltacién promovida por el aparato {udicial, pero, pese a todo su ropaje ‘multicultural’, nunca lograron convertirse en una instancia de “derecho indigena’ lo que se debi6, en parte, auna marcada revitalizacién del derecho indigena no formal en espacios no oficiales después del conflicte armado. El movimiento maya nacional puso gran énfasis en la “‘recuperacién’ y sistematizacién de su derecho propio en las décadas de 1990 y 2000, y la cooperacion internacional apoys esos esfuerzos de forma significativa. Los procesos organizativos en todo el pais reflejaron cons- teucciones panmayas, concentradas en la revalorizacion de fas epistcmologias indigenas y en el fortalecimiento de la “cosmovisién maya” (Sieder y Flores, 2011). A diferencia dela situacion en ctertas estados de la Republica Mexicana, la fuerza de la reivindicacion del de- echo propio por parte del movimiento indigena nacional guaternalteco, combinado con la falta de recursos estatales y la historica distancia entre el Estado y las comunidades indige- nas, implied que, en Guatemala, el Estado nunca lograra —y ni siquiera tuviera interés— convertirse en el regulador del derecho indigena. ELapoyo de la cooperacién internacional para la implementacién de la paz en Guate- mala fue también fundamental para la apertura de una serie de “ventanillas indigenas” (Coj- ti, 2005) o dependencias estatafes en el aparato judicial oficial, tales como una procuraduria de los derechos indigenas dentro dela Procuraduria de Derechos Humanos (PDH), las de- fensorias indigenas en el Instituto de Defensa Pena‘ Publico (LDPP), o nuevas instituciones, como la Defensoria de fa Mujer Indigena (DEMT). ’Fodas esas instituciones emplean profe- sionales indigenas y trabajan para proteger los derechos individuales y colectivos de los pue- blos indigenas: la Procuraduria de los Derechos Indigenas en el PDH da seguimiento alas violaciones a los derechos colectivos de los pueblos indigenas; las defensorias indigenas en elIDPP offecen defensa legal en idiomas indigenas para los acusados en procesos penales y tratan de promover la coordinacién entre el derecho indigena no formal y las instancias judi- ciales del Estado; yla DEML atiende casos individuales de violaciones a los derechos de mu- jeres indigenas, offeciendo servicios de conciliacion y acompafiamicato psicalégico y legal enilos procesos judiciales. Todas esas instancias tambien han sistematizado gran cantidad de informacién acerca de las violacionesa los derechos colectivos e individuales delos pueblos 16 Los Jurgados de Paz Comunttarios eran vigilados por el Poder Judicial oficial, y los jueces comunitarios re- cibian formacisin de parte del Poder Judicial lo cual llevé a sitaaciones absurdas, ca les que consultores no indigenas conteatados por el 6rgano judicial daban eapacitacién alos jucces indigenas sobre cémo aplicar el “derecho indigena” (Rasch, 2008). Hubo wa gran rechaze por parte del movimiento iadigena nacional, que rteclamaba cl reconacimiento de la autonamia jnrisdiccionat de las autoridades indigenas comuaitarizs no cestatales y etiticaba alos Jozgados de Par Comunitazivs como un ‘caballo de Toya” que mantenia vigilancia estatal sobre cl ‘derechs indigena cierta autonomia. en comunidades donde las autoridades indigenas hahian operado con laeoduccion 29 imdigenas. De esta manera han constituido un apoyo importante alas demandas del movi- mienio indigena nacional guatemalteco para que sus derechos colectivos, como pueblos, se admiitan o, por lo menos, los exijan con mayor fuerza. En los aitos que siguieron a la firma de la paz, también se impulsé la formacién dein- kézpretes judiciales en idiomas indigenas, como unmodode aumentarelacceso ala justicia formal." Sin embargo, aunque hubo cierta apertura a la diversidad cultural en el aparato formal de justicia estatal, sigue siendo altamente ineficiente y carece de la capacidad de res- ponder a Jas necesidades de la poblacidn en materia de justicia y seguridad. or esa razén, bestrategia que han seguido las organizaciones indigenas en Guatemala para fortalecer a kas autoridades comunitarias y para “tecuperar” y fortalecer su propio derecho, con logicas calturales “mayas’ ha tenido mucho respaldo por parte de la poblacion. En la primera déca- da del siglo XX1, hubo una revaloracidn critica de las politicas multiculturales neoliberales yde las estrategias para “entrar al Estado” que habia seguido el movimiento indigena nacio- nal guatemalteco en los aiios noventa. Ante fas politicas neoextractivistas fomentadas por los distintos gobiernos, el movimiento redirigié su mirada hacia las cuestiones socioeconé- micas, como tierras, territorios y recursos naturales. Y en los niveles comunitario y regional se vislumbra una construccion de poder local indigena que marca una distancia, por le me- nos en términos discursivos, con respecto alas instancias de poder del Estado. Durante el desarrollo de nuestra investigact6n, nos tocé constatar la ultima ola de re- epnocimiento multicultural, cuyos impacts fueron importantes en el campo juridico de has regiones indigenas de nuestro estudio. También pudimos observar el posterior despla- zamiento de las retéricas multiculturales. En México, el gobierno federal y los gobiemos locales interpelaron a los pueblos indigenas como si fueran campesinos pobres a quienes habia que integrar al desarrollo, o como si fueran delincuentes, en aquellos lugares donde hos procesos organizatvos atentaban contra la “seguridad nacional’: porque los pueblos indigenas rechazaron megaproyectos (véase Cruz, en este libro}, exigieron jurisdicciones (véanse Sierra y Mora, en este libro) o derechos territoriales (véase Cerda, en este libro). En Guatemala, seguin mencionamos, las reformas al sistema de justicia, impulsadas a raiz de los Acuerdos de Paz, que reconacen los derechos de los pueblos indigenas a la justicia propia, no implicaron ua reconocimiento pleno de los derechos colectivos de los pueblos indigenas en la practica ni tampoco un mayor acceso a la justicia del Estado y, segin nos muestra el capitulo de Rachel Sieder, actualmente prevalece la percepcin generalizada de que hay mayor inseguridad ciudadana y nuevas formas de violencia social. 17 Através de la Misibn de las Naciones Unidas para Guatemala (Minugua), que oper entre 1994 y 2004, se promovi6 en el occidente del pais cl Progeama Multicultural de laJasticia, Lucgo, las mismas Naciones Uni- das lo cemaron cuando las mnedidas que promovia empezaron a i mdsallé del simple aumento en el acceso a Ia justicia extatal 30 Rosalva Aids Hemindes, Rachel Sieder y Maria Tesess Sierra Paralelamente, dos nuevas reformas constitucionales crearon el marco de legalidad necesario para las politicas represivas del Estado mexicano hacia las organizaciones indi- genas y campesinas: la Reforma Penal de 2007 (véase Hernandez, en este libro) ya Ley de Seguridad Nacional presentada por el Bjecutivo a principio de 2010 (véase Cerda, en este libro). En el primer caso, fas reformas en materia penal —cuyo propésito suponia moder- nizar el Estado mediante la desburocratizacion y la creacién del marco legal para el com- bate al crimen organizado— han tenido un doble efecto: por un lado, las apuestas por la justicia oral y Tas justicias de mediacién, consideradas alternativas, proporcionaron el nue- vo marco legal para insertar en ellas las nuevas modalidades de las justicias indigenas re- conocidas en las nucvas leyes. De este modo se redujo su sentido y su alcance de justicia indigena (véase a Chavez y Terven, en este libro) y, por otro lado, fa promocidn de medidas disciplinarias y de vigilancia dirigidas al control de los sospechosos, sean 0 no narcotrafi- cantes, se han utilizado para criminalizar a los movimientos sociales y la pobreza. Se han encarcelado principalmente a hombres y mujeres pobres que parlicipan en el narcomenu- deo, muchas de ellos indigenasy campesinos. En el segundo caso, se han ampliade las fa- cultades del ejército y su margen de accién en nombre de la “seguridad nacional’, al mismo tiempo gue se militarizan muchas de las regiones indigenas donde existen procesos orga- nizativos (véase el capitulo de Alejandro Cerda, en este volumen). La lucha contra el narcotrifico y la inseguridad generalizada también se refleja en las politicas de seguridad en Guatemala, [as que evidencian un endurecimiento y una creciente militarizacion dela seguridad publica, En diciembre de 2010, el gobierno decreté un “Esta- do desitio focalizado’ en el departamento de Alta Verapaz, supuestamente para combatir el narcattéfico. La suspension temporal de las garantias constitucionales ha constemado a los defensores delos derechos humanos, quienes temen que ese tipo de medidas puedan usarse para reprimir los movimientos indigenas y campesinos con la cobertura de la ley. En México, en el nivel local, muchas de las reformas multiculturales que se iniciaron durante la década de los noventa han sufrido retracesas y, en otros casos, se han impulsado espacios autonomicos en los margenes del Estado, Los costos de su defensa han sido muy altos para las organizaciones indigenas (véanse Sierra y Cerda, en este libro}. Juan Carlos Martinez, en su capitulo, nos habla de una regresién en los derechos autondmicos de los pueblos indigenas en Oaxaca, y vincula ese proceso con los cambios estructurales de la re- gidn, ya que el Estado pluralista que resultaba aceptable ala economia politica del estado hasta finales del siglo XX, se ha convertido en un obstéculo para la apertura de los recursos naturales al capital transnacional, como es el caso de los proyectos de energia edlica en el istmo de Tehuantepec y también en Oaxaca (véase Elisa Cruz, en este libro), En varias regiones, como en la Sierra Norte de Pucbla (Chavez y Terven), la zona maya de Quintana Roo (Buenrostro}, las regiones indigenas de Chiapas (Mora y Cerda), ‘9 Guerrero (Sierra), las politicas publicas multiculturales, incluido el reconocimiento del derecho indigena, continian de manera paralela a las nuevas formas de control y vigilan- adel Estado, desarrollando lo que Michel Foucault (1975) ha definido como ‘efectos veguiatorios” que se articulan con [as practicas y los discursos de actos de represion y de vagilancia estatal Podriamos decir que, durante el desarroflo de nuestra investigaci6n, pudimos eviden- Gar cambios en el Estado come sistema, es decir, en las instituciones y en las practicas que se materializan en las dependencias gubernamentales (véase Abrams, 1988), que una de las amtoras caracteriza como un transiciGn del Estado multicultural neoliberal a un Estado penal (véase el capitulo de Hernandez}: un Estado que expande su influencia a través de cadigos civiles y penales que limitan las libertades y controlan alos individuos, pero que, a knvez, reduce su presencia en lo que respectaa sus responsabilidades sociales, El desarrollo de has politicas neoliberales en México no s6lo requiere limitar los ya de por si reducidos espacios autonémicos ganados en algunas regiones indigenas para permitir la entrada del gn capital, sino que, al mismo tiempo, requiere un aparato de control punitivo para la pro- testa social, fortaleciendo de esc mode el rostro penal del Estado. Paralelamente, en cl Estado conta efecta, la construccién discursiva, los imaginarios ylas wepresentaciones (Mitchell, 1999) varian mucho en las distintas regiones donde se trabajo, ariaciones que dependen de los encuentros y desencuentros que los pueblos indigenas han tenido con sus précticas materiales y discursivas. Para las mujeres indigenas presas y para los y las zapatistas victimas de la guerra de baja intensidad o de los estados de excep- Giém, el Estado como efecto sevincula estrechamente con la violencia, aunque las mujeresy bos zapatistas participen en esa construccién desde su pandptico (el sistema penitenciario), odesde sus margenes (las regiones autonomas). Los imaginarios del Estado estén marca- dos por la represién y la violencia que se han vivido a través de sus instituciones militares y policiacas, como sucede también en Ja Montana de Guerrero (Sierra). Para los jueces indi- ganas de Cuctzalan (Chivez y Teeven) y de Quintana Roo (Buenrostro), para los alcaldes maayas de Guaternala (Sieder y Macleod) y aun para los integrantes dela Policia Comunita- ia de Guerrero (Sierra), elimaginario del Estado incluye, asimismo, los limitados espacios de reconocimiento 0 diilogo, participando en su construccidn social negociando o desa- Gando los limites de su sobcrania. La disputa por la justicia y su significacién politica desde las practicas. Redefiniendo la soberania y los margenes del Estado H campo juridico, como espacio institucional y de poder (Bourdieu, 1987), y la justicia, ‘como apuesta ético-politica, constituyen referents analiticos privilegiados para el andlisis de las dindmicas cambiantes de la relacién entre el Estado y los pueblos indigenas y para 3h Rosalva Aida Hernindez, Rachel Siedery Matis Teresa Sie documentar el impacto de la politizacién de las identidades y la construccién de nuevas subjetividades étnicas. Como hemos sefialada, las reformas multiculturales se han tradu- cido en leyes que reconocen ciertos niveles del pluralismo juridico en las configuracio- nes estatales, y eso ha propiciado que los actores indigenas tengan respuestas diferenciadas para negociar, disputar y apropiarse de los cambios legales. Los cambios legales impactan Jas instituciones mismas de la justicia indigena, asi como sus dmbitos de competencia y el ejercicio de la autoridad, al mismo tiempo que redefinen la tension entre la legalidad y la ilegalidad en la que operan los campos juridicos subalternos. Se configuran, asi, nuevos es- pacios de pluralidades normativas complejas, conectadas y constituidas mutuamente, en las que la regulaci6n nacional y transnacional impacta la regulacién local. En este apartado, destacamos la dimension prictica de la justicia, come espacio insti- tucional de resolucién de conflictos y de entramados normatives, en términos de su capa- cidad regulatoria y disciplinaria, yen lo que revela en tornoa ladisputa por su significacién. Las apuestas para construis y fortalecer la justicia propia, con base en el ejercicio dela au- toridad indigena y comunitaria, constituyen una de las principales exigencias gestadas en las comunidades y pueblos indigenas en México y en Guatemala, come sucede también enel resto del continente americano, Los alcances del reconocimiento en materia de juris- dicciones indfgenas y la posibilidad de las comunidades de poner en practica sus sistemas juridicos dependen de cada contexto y de las historias que han marcado la relacién con los poderes regionales y estatales, En el caso de México, observamos la heterogeneidad de respuestas y manifestaciones elas justiciasindigenas y comunitarias en los distintos estados ante los cambios legales. La comparacién con Guatemala revela que la construccién de espacios altemnativos, paralega- les de justicia indigena y comunitaria no necesariamente responden a las lgicas de regu- lacién definidas por el Estado, sino que se construyen, muchas veces, en oposicién con los actores gubernamentales. Los espacios de la justicia, por su papel productive en la vigilan- cia yen la regulacisn social, y por los efectos en el imaginario politico, revelan nuevamente dimensiones fundamentales sobre el Estado coma sistema y sobre el Estado coma repre- sentacidn (véase el capitulo de Sieder, en este libro). En todas las regiones que se investigaron cs posible destacar la reconfiguracién del campo juridico regional y estatal como impacto de las reformas legales nacionales 0 in- ternacionales, las tensiones que se generan en las dindmicas de poder local y con el Esta- do, y especialmente la apropiacién que hacen los actores locales de los nuevos espacios de justicia que acomparian a esos procesos. Por eso Ja comparacién de tales experiencias nos revela dimensiones importantes del poder regulatorio del Estado, del significado diverso de la justicia y del sentido en gue se construyen las respuestas desde abajo; posibilita tam- bién constatar la generacion de modelos alternativos de derecho y justicia sustentados en otros referentes éticos y politicos. La comparaci6n de las distintas experiencias que se in- Introduccion, B vestigaron permite destacar dos grandes tendencias en las respuestas que gestan los acto- res indigenas para responder a los nuevos contextos de pluralidades normativas generadas mediante las reformas legales: (a) respuestas de acomodamiento a las disposiciones del Estado que llevan ala oficializacion de la justicia indigena, (b)-y respuestas contrahegemo- nicas de una ctnicidad subversiva que desnuda el poder regulatorio y represivo del Estado, impugnando sus margenes y disputando la soberania. La oficializacién de las justicias indigenas y las politicas de negociacién Un rasgo distintivo de las experiencias analizadas y subordinadas al Estado, en las que se pone en juego el modelo de justicias alternativas, es justamente el proceso de oficializacion de la justicia indigena y su impacto en la construccién y el significado de la autoridad y ef derecho indigena. Dichos procesos responden a la doble logica del multiculturalismo neo- liberal (Hale, 2002): por un lado esta el reconocimiento acotado de derechos culturales, y, por el otro, se encuentra el impacto sobre las categorias étnicas y sus efectos diferenciado- resen la autoridad indigena. Los casos del Jumgado Indigena de Cuetzalan, en Puebla, y del nuevo sistema de justicia indigena, en Quintana Roo, son paradigmaticos para revelar ios sentidos diferenciados de dichos procesos en los actorcs locales y el acomodamiento que han provocade en el campo juridico regional y comunitario. Si bien el cambio legal defi- nido por el Estado tiene el efecto de construir desde arriba, desde el poder, la vision oficial de la justicia indigena, los impactos en el campo juridico local estan diferenciados. En él inciden de manera fundamental los procesos organizativos y la posibilidad que tienen los actores incigenas de apropiarse de dichos marcos legales para darles otros sentidos. La experiencia del Juzgado Indigena de Cuetvalan, analizada por Claudia Chavez y Adriana Terven, revela cl doble proceso que trajo consigo la instalacién de esa nueva ins- titucién en la Sierra Norte de Puebla, La imposicion de los juzgados indigenas en el nivel municipal desconocey deslegitima la justicia indigena vigente en el nivel comunitario —la justicia de paz—, lo que propicio la fragmentacién de las autoridades tradicionales pero, a} mismo tiempo, creé un espacio en el nivel municipal que ha generado expectativas y wp- ciones para fortalecer lo que se est reconsteuyendo como justicia indigena desde el dere- cho propio, que va mis alld del modelo folclorizante y de justicia alternativa impuesto por el Estado. En ese proceso de reconstitucion de la justicia indigena, las mujeres nahuas de Cuetzalan, en la Sierra Norte de Puebla, han desempefiado un papel fandamental al pro- mover lo que han Ilamado una “justicia intercultural con perspectiva de géncto” (Mejia, 2008; Terven, 2009). La incidencia de las mujeres organizadas en la Justicia Comunitaria se ha logrado, por un lado, mediante la participacién de las integrantes de la organizacion de mujeres Mascualsiuamej Monsenyolchicauanij (Mujeres indigenas trabajando juntas} en 34 Rosalva Aida Hernandez, Rachel Sieder y Maria Teresa Sierra el Consejo del Jugado Indigena, buscando influiren la maneraen que se replantea el dere- cho nahua y los procesos conciliatorios. Paralelamente han creado también, desde 2003, fa Maseuasiuatkali (Casa de la Mujes Indigena) donde son atendidas las mujeres victimas de violencia sexual y doméstica, y se trabaja de manera coordinada con el Juzgado Indigena, Fuc Ja large historia de reflexion y movilizacién en tomo a los derechos indigenas y derechos de las mujeres la que posibilité que las mujeres y los hombres de Cuetzalan pudieran apropiarse ¢ incidir en los espacios oficiales generados como parte de las refor- mas roulticulturales neoliberales, La capacidad negociadora de las auloridades indigenas tiene, sin embargo, sus limites en el marco regulatorio impuesto por el Estado, porque estd caracterizada por la ambigitedad legal y deja ilegibles las competencias y alcances de los jueces indigenas, Lo cierto es que se han abierto algunas opciones nada desdefa- bles para el Jucgado Indigena, que significan alternativas para fortalecer proyectos pro- pios mas alla del espacio judicial, como bien lo analizan Claudia Chavez y Adriana ‘Terven eneste volumen.'* Enel otro extrema, el caso de los nuevos jueces tradicionales de Quintana Roo, coma parte de un nuevo sistema de “justicia maya’, institucién creada también por el Poder Ju- dicial, que revela la capacidad regulatoria y vigilante del Estado, al construir nuevos suje- tos étnices con el respaldo oficial para atender asuntos menores, sin mayor resistencia. En este caso, la falta de procesos organizativos en la regién parece haber significado la acep- tacién pasiva de los nuevos modelos de la justicia indigena que se han impuesto en espa- cios comunitarios debilitados. A diferencia de lo que sucede en Cuetvalan, no se observa la incidencia de reivindicaciones de género en Ja justicia maya, aunque el discurso de los derechos, legitimado por el Estado, ha introducido fos derechos de las mujeres acotando el ejercicio de la autoridad étnica. No obstante, aun en esa experiencia de marcaca oficiali- zacion de la justicia maya, es posible observar hi agencia social y las apropiaciones que los actores hacen de esos espacios que, a pesar de sus limites, generan opciones que propician Ja revaloraci6n de las identidades ¢tnicas (véase el capitulo de Manuel Buenrostro). En ambas experiencias, la oficializacién y la construccién de la justicia indigena da cuenta de las Igicas de yobernanza multicultural del Estado con las cuales pretende res- ponder alos reclamos de inclusion de los pueblos indigenas, En esos contextos se ve al Es- tado como el respaldo institucional que garantiza la legitimidad de las autoridades y como {a instancia que otorga los recursos, aunque limitados, que sustentan a la autoridad indi- 18 Esto es atin més evidente cuando se compara esa institucion con los jazgados indigenas instaladas en oteas tegiones indigenas de Puebla. Tal es el caso de Pahuatlin, donde el nuevo Juzgadn Indigena se.sobrepuso al Juzgado Municipal mestizo vigente, sin conseguir la legitimidad que tiene ef Ju7gado en Cuetzalan. Otro peo ceso significative de apropiacion y Fortalecimiento del Jucgado Indigena es el Juzgedo de Huchuetla, tambien enle Sierra Norte de Puebla (Maldonado, 2011). Introduccion 38 gena. Las acciones contestatarias de las organizaciones, cuando mucho, negocian dichos marcos, pero no los desconocen ni los confrsntan. A diferencia de esas experiencias, ef modelo oaxaqueno de reconocimiento implico una sespuesta diferente, que partié de reconocer la justicia indigena vigente y sus institu- ciones y, por un buen tiempo, representé un referente de la puesta en practica de la autono- mia comunitaria a nivel nacional, permitida por la ley (Anaya, 2004, 2005; Martinez, 2004, 2011; Recondo, 2007). El analisis de Juan Carlos Martinez en este libro sobre el campo juridico mixey su adecuacidn alas nuevas reformas estructurales ncoliberales muestra que se estén cerrando los espacios a la autonomia indigena ante las presiones del capital trans- nacional, Aqui es de esperar que la fuerza identitaria delas comunidades mixes seguramen- te incida en el rumbo que sigan los cambios legales y las posibilidades de confrantatlos o resignificarlos. Respuestas contrahegeménicas de la justicia en los margenes del Estado La otra cara de la oficializacién de la justicia indigena es la experiencia de organizaciones indigenas que, en contextos de fuertes tensiones y arraigados procesos organizativos, estin disputando al Estado la definicion oficial de la justicia indigena y develando los limites del reconocimiento para la practica de la justicia propia. Experiencias come la de la Coordi- nadora Regional de Autoridades Comunitarias (véase el capitulo de Marfa Teresa Sierra), las de las Juntas de Buen Gobierno zapatistas (véase el capitulo de Mariana Mora) y de las alcaldias indigenas en Guatemala (véase el capitulo de Rachel Sieder) permiten analizar el papel productivoy contrahegem@nico del derecho, y también revelan el potencial creative e innovador de esas experiencias para promover, desde lo colectivo, modelos alternatives de justicia, basados en la reconstitucién del derecho propio — en mutua relacin con el de- techo estatal e internacional— y en el ejercicio de la autonomia comunitaria, En varias de las experiencias, las nuevas normatividades, que en algunos sentidos se contraponen a las jerarquias tradicionales de género, en mayor o menor medida impactan as relaciones entre hombres y mujeres. El derecho indigena se reformula en muchas co- munidades de Chiapas, en didlogo con Jas nuevas leyes zapatistas, como la Ley Revolucio- naria de Mujeres y con el derecho nacional ¢ internacional. En el caso de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias, las mujeres indigenas dan una lucha, aunque inci- piente, para influir en los espacios de imparticién de justicia. Se trata de procesos dificiles y Tlenos de contradicciones, pero que nos hablan dela flexibilidade historicidad de la justicia comunitaria yconfrontan cualquier perspectiva esencialista del derecho indigena. Como hemos sugerido aqui, tales apuestas contribuyen a construir Estado desde los mérgenes, polemizando [os significados mismos dela justicia, dela seguridad comunitaria 36 Rosalva Aida Heméndey, Rachel Sieder y Maria ‘Leresa Siena y la capacidad de decidir sobre el buen orden y fa buena distribucién, es decir, la capaci- dad de los indigenas, hombres y mujeres, de decir su derecho (Bourdieu, 1987). En este sentido, aun las autoridades zapatistas de las Juntas de Buen Gobierno en Chiapas estan mis interesadas en resolver los problemas inmediatos que en la confrontacion frontal con el orden juridico estatal, tal como lo revela Mariana Mora en su capitulo, Es la fuerza de lo colectivo la que sustenta la legitimidad de dichas experiencias, confrontando, mediante la practica, el lenguaje mismo de la hegemonia impuesto por el Estado (Roseberry, 1994).Al mismo tiempo ofrecen apuestas contrahegeménicas, en Ja medida que subvierten la legali- dad instituida, a través de la creacion de nuevos modelos, aunque incipientes, de derecho y sociedad (Santos, 2005; Santos y Rodriguez-Caravito, 2005). En ese proceso, el recurso a lo legal y alo ilegal, y la vernacularizacién de los derechos humanos dan cuenta de la fuerza y ercatividad de esas experiencias y sus implicaciones para gestar alternativas legitimadas, disputando finalmente los imaginarios de fa justicia y la soberania del Estado. Las circunstancias anteriormente descritas, con mayor o menos fuerza, revelan que la interlegalidad y la mutua constitucién de legalidades cilegalidades diferenciadas son el ras- gocommin del derecho indigenay comunitario (Santos, 2002). Las dinémicas mismas de ia justicia obligan a ir mas alld de Las visiones esencialistas del derecho indigena y los derechos humanos, ¥ a desarrolfar propuestas creativas sobre el ejercicio de los derechos individua- les y colectivos. Asimismo, en el proceso se resignifican los modelos de la justicia basados enlas apuestas por la paz y el “buen vivir’, como parte de las perspectivas integrales de vida colectiva, rebasanda las visiones liberales individualistas y la impunidad que suelen preva- lecer en el sistema de justicia oficial. Las formas concretas en que se actualizan las normas y los alcances de la justicia indigena son, sin embargo, diferenciados y dependen de los con- textos que historicamente han definido la relacion de los poderes locales y estatales con las organizaciones y autoridades indigenas. En el caso de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) (véa- seel capitulo de Maria Teresa Sierra), una instancia regional c interé¢tnica de justicia comu- nitaria e indigena revela dos aspectos principales, entre otros: (1) la construccién de una justicia propia, y (2) una jurisdiccién indigena territorial, que rebasan en mucho las defini- ciones oficiales de las justicias indigenas y los marcos normativos constitucionales. Por lo mismo, las autoridades estatales la califican de ilegal y desde esa posicién negacian y pre- sionan continuamente a la CRAC, pasando de fa amenaza al hostigamiento y finalmente a la busqueda de acuerdos. Por otra parte, el éxito de esa experiencia ha sido, en gran medida, su enorme flexibilidad para adecuarse a distintas exigencias y coyunturas, pero, sobre todo, la gran legitimidad de que gozan entre los hombres y mujeres integrantes de la Comuni- taria, quienes defienden ampliamente su institucién. Tal fuerza y legitimidad sustentadas en lo colectivo han sido claves en el respeto que han conseguide de parte de los mismos fancionarios del Estado, quienes finalmente toleran a la CRAC. Al mismo tiempo se dis- Introduce 37 tinguen porque impulsan un discurso incluyente, no esencialista, de las identidades y de fos derechos, yapelan también ala legalidad que les da el derecho nacional e internacional, con lo cual descalifican el discurso oficial dela ilegalidad, Desde las practicas, la CRAC, or gano principal de la Comunitaria, cuestiona y negocia los margenes del Estado, obligando asu continua redefinicién. Por su parte, la experiencia mas reciente de las Juntas de Buen Gobierno en Chiapas, en cl Ambito ce la justicia regional, evidencia procesos samamente novedosos que van mas alls de las posiciones aislacionistas que han marcado la relacién de las comunidades zapa- tistas con las instituciones oficiales en los diferentes campos (salud, educativo y politico). Pareciera ser que el éxito que han tenido las Comisiones de Honor y Justicia zapatistas, al abrirse a dirimir asuntos para todo tipo de actores, sean o no de filiacion zapatista, les ba generado un importante reconocimiento y legitimidad para mostrar un aspecto clave de su politica publica: que ellos apuestan a poner en practica una ética politica de la justicia que no se base en la impunidad ni en la corrupcién, apelando a un lenguaje incluyente de derechos y de respeto a la legalidad zapatista. Como bien documenta Mariana Mora en su capitulo, la experiencia zapatista muestra, con especial fuerza, el peso de los margenes don- dese gesta la relacidn con el Estado y la posibilidad de disputaros como actores colectivos. En el caso de las autoridades mayas en el Quiché guatemalteco, que analiza Rachel Sieder, se observan procesos similares, en fo que respecta a la fuerza de fa justicia indige- na renovada, legitma e interlegal, y su capacidad para cuestionar la soberania del Estado. La historia de violencia, exclusion y racismo que ha marcado la telacién del Estado con Jos pueblos indigenas, junto con la impunidad generalizada, implican que el Estado no tie- ne legitimidad ni voluntad para regular los conflictivos y violentados tejidos sociales co- munitarios. Eso mismo ha propiciado la emergencia de distintas modalidades de justicias comunitarias, legales, ilegales y paralegales fuera del control det Estado pero sin buscar confrontarlo, Un aspecto distintivo del caso guatemalteco es el proceso de politizacién de la identidad étoica que se inicié después del conflicto armado, implicando que hoy los ac- tores indigenas estin produciendo nucvas categorias que valoran la cosmovisién y la iden- tidad maya, como parte de un movimiento politico por ganar autonomia y derechos en general (sobre el tema, véase también el capitulo de Morna Macleod). Junto con los procesos que dan cuenta de [as dus tendencias que impactan el campo de la justicia, es notorio que Jas nuevas regulaciones que llevan al endusecimiento del Es- tado —como en el caso de la reforma penal— estan afectando negativamente las condi- ciones de acceso a fa justicia del Estado, especialmente para las mujeres indigenas sujetas a un proceso judicial. El capitulo de Rosalva Aide Meméndex documenta la huella que bass dejado las nuevas reformas penales en la vida de las mujeres presas, fas cuales ponen en evi- dencia la otra cara del reconocimiento y la falta de garantias constitucionales, desnudando la faceta autoritaria y racista del Estado penal, En estos casos, fa capacidad de agencia social 3B Rosalva Aida Herndndea, Rachel Sieder y Matia Terese Sierra se reduce al minimo, ante el peso impune del poder judicial. Y aun en ambitos en que la fuerza organizativa de los pueblos es mayor, el uso de los nuevos dispositivas penales para reprimir las luchas de las comunidades indigenas en defensa de los recursos naturales es una marcada tendencia regional (veanse el capitulo de Alejandro Cerda y el de Elisa Cruz). La politizacion del derecho indigena y la constraccién de identidades Ademas de analizar los actos cotidianas del Estado y la manera en que se negocia o se de- safia su soberania, sobre todo en el ambito de la justicia, en este libro ahondamos en la indagacion sobre la capacidad productiva del Estado y en la manera en que sus discursos y pricticas han construido nuevas identidades indigenas, que reproducen o contestan su hegemonia. Las reformas multiculturales son parte de procesos mas amplios que han transfor- mado el concepto “indigenas’, Ilevandolo de lo analitico y legal a la idea de autoadscrip- cién, creando un nuevo imaginario colectivo y un espacio transnacional gue, en algunas acasiones, ha permitido compartir experiencias, pensar estrategias conjuntas, y establecer vinculos entre grupos tan diferentes como los nahuas de la Sierra Norte de Puebla y los mayas-Kiche’ de Guatemala. Para muchos de los actores sociales con quienes trabajamos, las identidades locales (como los cuetzaltecos, pedranos o miguelerios), las adscripciones lingiiisticas (tojolaba- les, cakchiqueles, nahuas, mixtecos), o las identidades campesinas eran los espacios de au- toidentificacién mas importantes hasta hace algunas décadas. Lo itdigena como identicdad politica es de reciente construccién. Transit6 por los caminos rurales de Los cinco conti- nentes, llegando a las aldeas mas aisladas, a través de talleres, marchas y encuentros en los que dirigentes comunitarios, integrantes de organizaciones no gubernamentales (ONG) o religiosos de la teologfa de la liberacin empecaban a popularizar el concepta para referirse alos “pueblos originarios” y denunciar los efectos del colonialismo en sus vidas y territo- tios. Asi, a los términos de autoadscripctén local se anadié un nuevo sentido identitario: el ser indigena, y, en el caso de Guatemala, cl ser maya, que edificé una nueva comunidad amaginaria con otros pueblos oprimidos del mundo. Varios analistas sefialan que el movi- miento por los derechos indigenas naci6 siendo transnacional (Brysk, 2000; Tilley, 2002), ya que desde sus origenes fue mas alla de las luchas y las autoadscripciones locales. A diferencia del concepto analitico ‘grupos étnicos’, “indigenas” cruzé las limitadas fronteras de la academia y apunté hacia Ja formulacion de una agenda politica que iba mas alla de los problemas locales inmediatos que enfrentan los pueblos que se identifican con Ja nueva autoadscripcidn, El nivel de apropiacién de Ja nueva identidad transnacional de- pendié mucho de los procesos organizativos en cada region y del acceso que tuvieran a

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