You are on page 1of 363
GRAZIANO GASPARINI — LUISE MARGOLIES ARQUITECTURA Be GN CENTRO DE INVESTIGACIONES HISTORICAS Y ESTETICAS FACULTAD DE ARQUITECTURA Y URBANISMO UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA GRAZIANO GASPARINI LUISE MARGOLIES ARQUITECTURA INKA ..- Otro mérito del presente estudio es su contribucion a una corriente que en aitos recientes ha tratado de comprender las civiliza- ciones andinas 4 través de minucio- sas investigaciones de una actividad particular, en este caso, técnica de construccién y arquitectura, No se trata simplemente de mejores catdlogos de las obras de metalurgia, agricultura, cerémica, 0 de técnicas para conservar y alma- cenar los productos, aunque tales recopilaciones nos sertan muy tti- les, Se trata de un esfuerzo de acer- carnos a la tecnologia andina, re- sultado de una praxis milenaria, de evidentes éxitos en condiciones difi- ciles, sin paralelos en otros cont nentes John V. Murra Cornell University CARACAS All rights in this book are reserved. Printed in Venezuela by Graficas Armitano Parece que un solo arquitecto ha construido ese gran niimero de monumentos... Alexander von Humboldt. INTRODUCCION El estudio del Tawantinsuyn ha tenido durante aios tres dimensiones: 1—los caminos, terrazas, templos, silos y ciudades, cuya presencia fisica, belleza, utilidad, tamaito y destreza en la cons- tsuccién han atraido la admiracion desde 1532. Tanto los aven- tureros que presenciaron su destruccién como los estudiosos que desde el siglo XIX han medido, dibnjado, fotografiado y excava- do los monumentos, concuerdan que estamos frente a un logro Pumano que urge mejor comprension; 2—la tradicién oral dindstica que narra las legendarias hazaias de los reyes pero también describe las instituciones incaicas fue recopilada durante los primeros dos o tres decenios después de la invasion por autores europeos como Betanzos, Polo y Cieza. Aunque fragmentaria, la informacion procedente de estas fuentes escritas acerca de la organizaciin econdmica, social y politica puede ser til en el etfuerzo de comprender las obras publicas y monumentales de una civilizacion; 3.—la utilizacién de los datos andinos e incaicos con un afin de interpretacion comparativista. En el siglo XVII, el énfasis era en lo utépico de la organizacin social andina. En este iltimo siglo la moda ha cambiado con frecuencia: "socie- dad esclavista”, “feudal”, “sotalitaria", “modo de produccién asidtico” 0 “imperio socialista’, cada una de estas etiquetas ha tenido sus adeptos, buscando en otras latitudes modelos para explicar el fendmeno extraordinario documentado por la arqui- tectura y la etno-istoria. En condiciones ideales, cada una de estas tres dimensiones hace su aporte; cada una por si y las tres en colaboracién pue- den promover la bisqueda de nueva informacion y su verifi- cacion. En la prictica, cada una de estas actividades tiene la tendencia de caer en manos de especialistas separados, que no siempre aprecian ni saben evaluar la informacion que propor- cionan las otras dos. Una de las cualidades de la obra de Gasparini y Margolies es su atencién a dos de estas tdcticas en su estudio del Tawan- tinsuyu: combinan y contrastan lo que le dicen en el terreno sus propias observaciones y mediciones més lo que han logrado VIL aprender de las pocas excavaciones de asientamientos y centros administrativos incaicos con la informacion de las fuentes escri- tas. Si Garcilaso de la Vega nos ofrece una descripcion del templo de Wiragocha de Cacha, Gasparini y Margolies se tras- ladan al lugar y contemplan, miden, dibujan, fotografian lo que se supone ser el mismo monumenio. Parece una tdctica obvia; Ya la habian asado en el sigho XIX precursores como Squier 0 Bandelier. En nuestro tiempo L. E. Valcarcel 0 John H. Rowe siguieron este método en el Cusco. Pero en la mayoria de los casos, la coordinacin de estas tdcticas y su verificacién por la excavacién, tropiezan con obsticulos de los mas diversos indoles. Un buen ejemplo de como ninguna téctica por si sola puede resolver las grandes preguntas que sigue ofreciendo el estudio del Tawantinsuyu, se encontrard en el tercer capitulo, donde los autores tratan de la arquitectura doméstica, Fuera de la region del Cusco y lejos del qhapag-fan, la carretera real, lo cotidiano y doméstico a penas ha sido objeto de estudio en el Tawantinsuyn. Arquedlogos tan expertos como W. C. Bennett nos dicen que en gran parte del territorio que segin la tradi- cién oral ha sido conquistado por los ejércitos del Cusco, eb estudioso no encontraba en las aldeas la menor traza fisica de tal ocupacion. Las investigaciones de Hudnuco (1963-65) confirmaron que en el valle de Huallaga, cuyos babitantes sabemos servian su mit'a no solo en instalaciones estatales como Hudnuco Pam- ‘pao en Pampu, sino también en el mismo Cusco, a primera vista no habia restos incaicos identificables como tales. Al veri- ficarse los datos proporcionados por la visita casa-por-casa, cometida en 1562 @ Iitigo Ortiz de Zititiga, con le informa- cin conseguida en el terreno por etndlogos quienes entrevista- ron la poblacién actual de Huallaga, se lograron dos resultados: 1.—sabiendo que Ichu fue hacia 1532 sede de la autoridad entre los Chupaychu, principal poblacién del valle, una bis- queda minuciosa de la vivienda més compleja en el lugar logré ubicar una pequena y tnica cantidad de cerdmica de manufac- Vil tura cusqueia, confirmando arqueologicamente lo aseverado por el informante de la fuente escrita; 2.—se ubicaron en el terreno las instalaciones estatales ale- jadas de la carretera real. Entre ellas, asentamientos tan dife- rentes como un santuario del culto incaico y las aldeas donde vivian y cultivaban las familias de los"treinta casados”, mit- magkuna casquetios guardando una serie de fortalezas fronteri- zas, Desgraciadamente, hasta hoy estas instalaciones estatales “en provincia”, como también algunas de las que describen Gasparini y Margolies, quedan sin excavar. Otro mérito del presente estudio es sw contribucién a una corriente que en afios recientes ha tratado de comprender las civilizaciones andinas a través de minuciosas investigaciones de una actividad particular, en este caso, técnicas de construccién y arquitectira, No se trata simplemente de mejores catdlogos de las obras de metalurgia, agricultura, cerdmica, 0 de técnicas para conser- var y almacenar los productos, aunque tales recopilaciones nos serian muy titiles, Se trata de un esfuerzo de acercarnos a la tecnologia andina, resultado de una praxis milenaria, de evi- dentes éxitos en condiciones dificiles, sin paralelo en otros continentes. Si queremos comprenderla tendremos que tomar en cuenta no solos los datos proporcionados por los laborato- rios de palenologia o de spectrografia de los metales, sino tam- bién las formaciones econdmicas, sociales politicas que per- mitieron el uso suficiente de la energia humana en los Andes, Vista ast, la tecnologia podria ser una téctica mds, sumada a la lingiiistica, a la arqueologia, la etnologia contempordnea y la llamada etno-bistoria, Todas ellas trabajan con datos frag- mentarios, falta de cumulacin y de critica en el uso de la infor- macidn; las limitaciones inherentes aun planteamiento tardio y parcial, Pero coordinado con los demds, el estudio de las técnicas de construccion y de los constructores, nos prometen cruzar umbrales en el esclarecimiento del logro del bombre andino, Joun V. Murra Cornell University AGRADECIMIENTO. En 1972, el Consejo de Desarrollo Cientifico y Humanistico de la Universidad Central de Venezuela, nos aprobé el proyecto de investigacién titulado “Arquitectura Inka”. La ayuda econé- mica recibida nos permitié aumentar el tiempo de dedicacién a la investigacién documental y realizar més viajes a Ecuador, Pert y Bolivia. La idea de realizar un estudio sobre la arquitectura Inka, anali- zando las manifestaciones espaciales, volumétricas y formales y, ademés, intentar de entender las directrices del Estado en las acti- vidades constructivas, comenzé a madurarse en la década del 60 y llegé a la decision de realizarla en 1970, cuando asistimos al XXXIX Congreso de Americanistas que tuvo lugar en Lima. Seguidamente, comenzamos a estructurar el programia y esta- blecer los limites precisos de los puntos a tratar. Coincidimos en que se debia incluir una parte dedicada a los establecimientos urbanos y también estuvimos de acuerdo de no tratar areas relacionadas con otras actividades culturales. Como estudiosos del atte y arquitectura precolombinos, siem- pre nos Ilamé Ia atencién el escaso interés que desperté la arquitectura de los Inka. Los libros sobre esa cultura son bas- rante numerosos, mas, casi siempre se trata de textos que enfo- can la totalidad de las manifestaciones culturales y artisticas. En ellos, la arquitectura encuentra lugar obligado y se le dedi- can unas pocas paginas de caracter apologético, puesto que no se puede ignorar el testimonio mas evidente, tangible e impor- rante de esa cultura. ‘También hay que tomar en cuenta que la mayoria de los auto- res que han tratado de arquitectura incaica, son arquedlogos, antropélogos culturales, historiadores 0 historiadores de arte. Es decir, especialistas de indiscutible capacidad en su campo, pero, a veces, ajenos al lenguaje interpretacién del historiador de la arquitectura. De la misma manera, el solo lenguaje del historiador de la arquitectura hubiera resultado algo seco y 4spero si no hubiese contado con el espaldarazo de una inter- pretacién antropoldgica. De ahi la raz6n del acoplamiento. Reconocidos historiadores de Ja arquitectura peruana, como XI Emilio Harth-terré, Santiago Agurto, Fernando Belaunde Terry, Victor Pimentel, José Garcia Bryce, Héctor Velarde, Manuel Chavez Ballén, Oscar Ladrén de Guevara y tantos otros, han aportado contribuciones tan valiosas para el conocimiento de esa materia, que nuesto trabajo podria parecer algo pretencioso. Convien sefialat, sin embargo, que el motivo que nos impuls6 a tealizatlo, viene de la profunda admiracién que tenemos para el hombre andino, para las evidencias arquitectonicas de una caltura que dejé huellas imborrables desde Ecuador hasta Boli- via, para el culto sincero que profesamos hacia la ciudad que ostenta ocho siglos de vida ininterrumpida y que, es a la vez, el ejemplo de estratificacibn’histérica y arquitectbnica mas admi- rable y emocionante de América: el Cusco. Este libro, tiene todos los defectos y fallas de los estudios | que por primera vez se comprometen con el desarrollo exten- sivo de un solo tema y dedican todo su contenido a una materia que hasta ahora solo habia merecido un interés compartido con otros aspectos de Ia cultura Inka. La falla principal, y de ello estamos conscientes, es que atin falta mucho para lograr una obra que aspire a ser completa. No se trata, en consecuencia, de un estudio exhaustive, Todo lo contrario, Es més bien un nuevo esfuerzo que pretende destacar el gran valor de esa arqui- | tectura, una invitaci6n a seguir investigando y —sobre todo— un llamado a conservar un patrimonio insubstituible que, la- mentablemente, va destruyendo el abandono, la desidia, la ig norancia, la falta de recursos, el turismo mal encauzado y Jos seudo restauradores. Es mucho lo que atin falta por conocer en el area del mundo andino. Las investigaciones son escasas y, por lo tanto, tam- bién Io son las informaciones que ellas proporcionan. Ia realizacién de este libro fue posible gracias a las ayudas que, de una forma u otra, hemos recibido de personas e institu- ciones. En primer lugar, debemos agradecer al Consejo de Des- arrollo Cientifico y Humanistico de la Universidad Central de Venezuela, por haber aprobado el proyecto y financiado parte del tiempo de nuestras investigaciones y viajes. Pero, la ayuda cientifica mas valiosa nos la brindé John H. Rowe, quien, en XID | ana demostracién de gran amistad y colaboraciéa, ley6 todo el texto y aporté observaciones y sugerencias de incalculable valor. | Lo mismo hizo también John V. Murra, cuyos conocimientos del mundo andino nos fueron de gran utilidad. También quedamos profundamente agradecidos a Craig Mo- cris por asistirnos en lo referente a Huanuco Pampa. A los arquitectos Teresa Gisbert y José de Mesa por datos y fotos de | Bolivia. Al Instituto Nacional de Cultura del Peré y a José Correa Orbegoso, por habernos facilitados planos y asistencia. Al Departamento de Antropologia de la Universidad de Yale, por habernos facilitado varias fotos de principios de siglo. Al hablar de fotografias, debemos agradecer al Sr. Abraham Gui- Ilda, quien nos facilité varias fotos de su fabuloso archivo, fuente inagotable para todos los investigadores que en los tiltimos cin- cuenta afios han necesitado fotografias del Per’ precolombino y colonial. Tampoco podemos dejar de agradecer Ia ayuda que de distintas maneras nos ofrecieron José y Rosalia Matos Mar, Manuel Chavez Ballon, Emilio Harth-terré, Santiago Agurto, Alberto Rex Gonzalez, Luis Guillermo Lumbreras, Fernando Cabieses, Hernan Crespo Toral, Ann Kendall, Elias Mujica, Emma Velasco Caceres, Geraldine B. de Caballero. Al poeta y amigo J. J. Castellanos, por haber revisado nuestra versi6n cas- tellana, Para todos, nuestro sincero agradecimiento. Graziano Gasparini - Luise Margolies Caracas, 1977 XI Capitulo Primero Capitulo Segundo Capitulo Tercero Capitulo Cuarto Capitulo Quinto INDICE INTRODUCCION AGRADECIMIENTO INDICE MAPA ANTECEDENTES TECNICOS Y FORMALES LOS ESTABLECIMIENTOS URBANOS El Cusco, 46 - Establecimientos de la regién central, 72 - Extablecimientos del ghapag-han, 103 - Establecimientos en el Qollasuyn y en la costa, 124 ARQUITECTURA DOMESTICA La planta circular, 147 - La falsa boveda, 151 - Tipos de vivienda, 168 - La costa, 184 - La Kancha, 186. LA ARQUITECTURA DEL PODER La Kallanka, 204 - Los Templos, 229 - El Qorikancha, Cusco, 229 - Templo de Wiragocha, Ragchi, 243 - Templo de Huaytard, 264 - Islas del lago Titicaca, 270 PROBLEMAS TECNICOS Y ESTETICOS La estética, 330 NOTAS Y REFERENCIAS INDICE DE NOMBRES Y DE LUGARES GLOSARIO CREDITOS FOTOGRAFICOS Y DE PLANOS xv VIL XI Xv XV 8 135 201 313 343 348 355 357 ano 2 a S He 5 ~ ot. CUSIPAMPA i na HUANCAPAMPA, av Capitulo Primero ANTECEDENTES TECNICOS Y FORMALES CaP{TULO PRIMERO ANTECEDENTES TECNICOS Y FORMALES La descripcién de los establecimientos urbanos y de las cons- trucciones incaicas que nos legaron los cronistas del siglo XVI, tienen en muchos casos el valor del testimonio ocular. Muchos de ellos tuvieron la oportunidad de conocer, observar y descri- bir varios conjuntos que hoy han desaparecido o se encuentran muy deteriorados, alterados 0 en ruina, Los templos, dedicados a un culto idolatrico, inadmisible para la mentalidad contrarre- formista del fanatismo religioso hispanico, fueron destruidos y sus piedras labradas se aprovecharon en la construccién de remplos cat6licos 0 en Jas casas de los conquistadores. De todas maneras, una buena cantidad de restos constructivos incaicos han Iegado hasta nuestros dias, porque ubicados en lugares apartados 0 ignorados. Otras construcciones se conservan en sitios abandonados, y no faltan las estructuras que fueron par- cialmente aprovechadas para los nuevos usos impuestos por los espafioles. La propia ciudad del Cusco es un buen ejemplo de estratificacién cultural. Otras construcciones que lograron sobrevivir a las destrucciones ocasionadas durante la conquista y el largo periodo colonial, sufrieron, en cambio, el deterioro producido por los elementos, los derrumbes, la vegetacion, el prolongado abandono y la ignorancia de los hombres. Algunos cronistas y visitadores, ademas de relatar los hechos de Ja conquista, de recabar informaciones para intentar una seconstruccin hist6rico-cronolégica de los Inka y de extenderse en detalladas relaciones de visitas, anotaron las caracteristicas de los establecimientos urbanos y de las construcciones que observaron en sus andanzas por el altiplano y la costa. Se fijaron en los sistemas constructivos, en los trazados urbanos y en las formas de las casas; se asombraron con el tamafio de las piedras y clogiaron Ja perfecta unién de los sillares. Aun- que en el siglo xvr las construcciones debian ofrecer una mas clara comprensién de las complejas funciones y usos a que estaban destinadas, las informaciones que tenemos al respecto, son bastante escasas. Las investigaciones recientes realizadas en varios conjuntos urbanos y arquitecténicos, han permitido es- rablecer con bastante precision, las caracteristicas formales y espaciales. En cambio, es més dudosa y frecuentemente basada en hipétesis, la identificacién de los usos que cuvieron muchas de las construcctones de los pequefios zampu o grandes centros administrativos del extenso Tawantinsuyu.”) La divessidad existente entre los tipos de construcciones, no ha permitido determinar satisfactoriamente las actividades que se venian desatrollando en sus espacios interiores. La tipologia de las construcciones destinadas a depésitos, qollga, es mas identifi- cable que la de la arquitectura doméstica representada por una gran variedad de recintos rectangulares de diferentes dimen- siones. El nimero variable de estructuras agrupadas en el. sis- tema de hancha es de facil identificacién formal. No obstante, resulta dificil determinar cuales sirvieron de vivienda y a qué uusos se destinaron aquellas que no Jo fueron, También. los edificios para la colectividad, como los grandes galpones, a veces llamados ballanka, 0 Jos espacios destinados a ocupacién temporal para cumplir con la obligaci6n de la mit’, han mere- cido diferentes interpretaciones funcionales. La arqueologia y Ja etnografia estan contribuyendo al esclarecimiento ¢ identi- ficacién de los usos y hasta el presente se han logrado resultados satisfactorios aunque limitados. Una ayuda considerable para el historiador de la arquiteccura incaica, la brinda el caricter repetitivo que esa arquitectura ticne en las formas y en las funciones. Esta peculiaridad se manifiesta tanto en las obras que toman como “modelo” a las de la ciudad del Cusco,®) como en las que acatan las directrices de una técnica institu- cionalizada y luego aplicada en cualquier lugar de la Sierra conquistada. Cabe adelantar de una vez, que la arquitectura Inka de la costa tiene un caricter diferente, porque asimilé y adapt las experiencias de las culturas locales. Es posible, ademds, que los limitados conocimientos alcanzados en la téc- nica de Ia construccién y las similares directrices del Estado en todas las obras, hayan contribuido ain més en fijar el caricter repetitive. ‘Aunque las observaciones de Jos cronistas son meramente desctiptivas en lo que a urbanismo y arquitectura se refiere, constituyen una fuente de informacién de conocimiento obli- gado, méxime si el mismo centro urbano 0 monumento, Ila- maron la atencién de autores diferentes, actives en momentos temporales distanciados, La variedad de Jas descripciones es 4a muy heterogénea: va desde la informacién muy escueta hasta la prolijidad de los detalles. Los datos que tenemos sobre la ciudad del Cusco 0 sobre el Qorikancha, han sido de gran ayuda para intentar una reconstruccién hipotética de la capital incaica y de su templo principal. Si a esas fuentes se afiaden las versiones de los viajeros del siglo xx, la suma de referen- cias aumenta. Para la mejor comprensién de muchas obras arquitecténicas, constituye un aporte valioso la serie de ilus- traciones elaboradas en el siglo pasado: las de Squier, Wiener y los admirables dibujos de Angrand,©) permiten apreciar cual era el estado de conservacién de muchos monumentos hace mas de un siglo y comprobar, lamentablemente, cémo la des- truccién y el deterioro no se han detenido. Sobra afiadir que las investigaciones cientificas realizadas en las tiltimas cuatro décadas, establecen el aporte mas valido para el mejor conocimiento de habitat incaico. Sobre la antigiiedad de algunas construcciones del Cusco y alrededores, sobran especulaciones. Los supuestos periodos “megaliticos” y las comparaciones entre los. grandes bloques de piedra de Tiwanaku y Saqsaywaman, para demostrar una relacién de similitud coexistente, se identifican con opiniones superadas, puesto que, desde hace més de treinta afios, Rowe ha determinado el perfodo temporal en el cual se produjo Ja arquitectura incaica. De la misma manera, la antigiiedad del reino incaico, apoyada en leyendas transmitidas por “recorda- dores” profesionales, ha sido desmentida mediante pruebas irrefutables proporcionadas por la arqueologfa. La inconteni- ble expansién territorial de los Inka comenz6 con la victoria de Pachakuti sobre los Chenka, lograda, segin Cabello Bal- boa, en los afios finales de la década del 30 del siglo xv. Es decir, alrededor de 1438. Antes de esa fecha, es posible suponer que las fronteras del territorio incaico debian encon- trarse en las cercanias del Cusco. Por lo tanto, fue hacia la mitad del siglo xv cuando el propio Pachakuti inicié la remodelacién y reconstruccién de la ciudad del Cusco y, de paso, dio inicio a las actividades constructivas que luego continuaron sus suce- sores Thupa Inka y Wayna Qhapaq. Es posible suponer, por consiguiente, que la arquitectura incaica vinculada al “estilo 1. BL signo formal dé los Inka —el srapecio— identifica la presencia de la ‘altura conguitadora desde Ecnador baste Bolivia. cusquefio”, haya aparecido de repente y con caracteristicas dife- rentes a las existentes en el valle del rio Hlustanay, antes de Ia victoria sobre los Chenka. De ahi, que Pachakuti puede ser considerado como el iniciador del caricter repetitive de esa arquitectura. Las obras que se realizaron después de su muerte, primero bajo Thupa Inka y luego con Wayna Qhapag, sea, desde 1478 a 1525, aproximadamente, repitieron y difundie- ron las mismas caracteristicas, con arreglo a un tipo uniforme. En el lapso de unos ochenta afios (1450 - 1530), se llevé a cabo la casi totalidad de las obras emparentadas con el “es- tilo cusquefio”: hasta Ecuador por el Norte y Bolivia:por el Sur, el signo formal de los Ika — el trapezio — se impuso como el sello que identificé la presencia de la cultura conquis- tadora. Si los cronistas del siglo xvt expresaron su asombro por el tamafio de las piedras y la perfecta unién de los sillares, hoy asombra la ingente actividad constructiva desplegada en un tiempo relativamente tan corto. Ademés, si a las obras ar- quitectonicas se afiaden los caminos empedrados, puentes, nales de ittigacién, andenes para la agricultura, canalizacién de rios, etc., se debe aceptar que s6lo con una organizacién de riguroso control de las respectivas obligaciones y un ritmo intensivo del trabajo tributatio, mir’a, fueron posibles logros semejantes. La unidad formal evidente en las construcciones que los Inka levantaron en todas las regiones serranas conquistadas, no pudo, sin embargo, formarse sin las influencias artisticas y técnicas de otras culturas; los Inka las asimilaron y desarro- Iaron hasta transformatlas en una expresion propia, Los rela- tos de los cronistas y principalmente las encuestas de los visi- tadores, ponen en evidencia el gran mosaico étnico que existia “antes de que fuesen sefioreados por los Incas”, Culturas ante- riores, con tradiciones y experiencias diferentes, seguramente proporcionaron nuevos conocimientos a los Inka, Rowe ha se- fialado cémo kes soluciones urbanas del reino Chimi, formadas por grandes recintos rectangulares amurallados, pudieron in- fluir en los recintos habitacionales de disefio ortogonal.‘®) Tam- bién fueron al Cusco desde el reino Chimd, para trabajar y ensefiar, artesanos expertos en trabajos de metalurgia y olleros de la costa fueron enviados a varios centros de la Sierra. La tendencia tardia de los Inka para trazar los centros habitados con ptincipios de ordenacién cuadricular, calles rectas y solu- ciones ortogonales, pudo derivar de Chanchan y otros centros costeros y, més seguramente, de la vecina Pikillaqta y otros establecimientos Wari. Si bien es cierto que desde el punto de vista artistico, Tiwa- naku no tiene nada que ver con Saqsaywaman,® no se puede ignorar un nexo de continuidad de las experiencias técnicas y formales tiwanaquenses en la arquitectura incaica, Los monu- mentos de Tiwanaku tienen una calidad técnica y artistica jamas igualadas. Si la conquista de la regién del lago Titicaca, que incluye ‘Tiwanaku, fue realizada por Pachakuti alrededor de 1450, es probable que el Inéa-planificador quedara impre- sionado por el acabado de los monumentos tiwanaquenses. Segiin Bernabé Cobo, Pachakuti ordend a sus acompafiantes estudiar esa técnica tan perfecta, descofocida para los Inka, a fin de ui en la region del Cusco. Es probable, en con- secuencia, que la influencia arquitecténica de ‘Tiwanaku se ma- nifestara en Jas obras incaicas mediante dos canales de trans- misin: primero, con Ja introduccién de una técnica litica de gran calidad; y segundo, con Ia aceptacién, por parte de los Inka, de algunos elementos formales y resultados estéticos que, si bien encontraron luego su propia expresién, permiten iden- tificar el origen. Vamos por parte. Tratemos primero de averiguar como pudo darse una técnica esmerada en las construcciones de piedra del nuevo Cusco, Ademés del supuesto interés demostrado por Pachakuti hacia la técnica Iitica tiwanaquense, hoy sabemos que para construir las casas del Cusco fue muy solicitada la mano de obra de los canteros Lupaga del Qollasuyn y que ese aporte posiblemente debio sepresentar una exigencia dentro del tributo laboral obligatorio: mit’a. La demanda de artesanos Qolla para realizar trabajos de canteria, queda patentizada en el informe de la visita hecha en la Provincia de Chucuito por Garci Diez de San Miguel, en el afio de 1567.1) Este informe, que Murra considera “.. .la fuente més antigua y més deta- ada del siglo xvi que se ha encontrado hasta el momento para el Qollasuyu. ..”,(12) ofrece datos muy valiosos para la etnohistoria. En el interrogatorio que Garci Diez hizo a Pedro Cutinbo, otrora gobernador del cacicazgo principal de la par- cialidad Anansaya de Chucuito, se investig6 acerca de los ti- butos que daban a los Inka. “. . .Preguntado qué tributo daban al ynga en su tiempo y en qué cosas dijo que le daban tres mil indios para la guerra algunas veces le daban todos los indios que querian para hacer paredes y casas...”.(13) Los principales de la parcialidad de Urinsaya de Chucuito ". . . pre- guntados qué tributos y otras cosas daban al ynga en su tiempo dijeron que daban al ynga indios para la guerra ¢ indios para hacer casas en el Cusco... y que le daban indios para poner por mitimaes en Jauja y en Llajapallanga y en la banda en Ja Provincia de Quito y en Vilcas y en Andahuailas y en el Cuzco yen Yucay y en Caracara y Ayaviti y en Pacari y en Cochabam- ba y en los Chitiguanes y en Tarabuco y en Pocona y en Cho- collabamba y en Topisa que es més de doscientas leguas de esta provincia...” Los principales de la parcialidad de Anansaya de Acora“. . .faeron preguntados que tributo paga- ba este pueblo (Acora) y los subjetos a él en tiempo del ynga dijeron que le daban indios para la guerra muchos y para que le hiciesen casas y chacaras en el Cuzco... e indios para poner pot mitimaes en muchas partes. . .”.(15) E] testigo Fran- cisco Vilacutipa, cacique principal de Ja parcialidad de Anan- saya de Mave, declaré una edad de 100 afios y dija que fué 1 pelear con Guainacaua (Wayna Qhapaq) contra los indios de Tumipampa. Sobre los tributos dijo que". . . le daban indios para sus mitas para que le hiciesen casas en el Cuzco... .”.09 También los indios principales de Juli dijeron que “....le daban indios para Ja guerra y otros indios para que le hiciesen casas en el Cuzco. ..”."7) La opinién conclusiva del visitador Garci Diez sobre los tributos es. . .que todos los indios en general declaran que daban al ynga en su tiempo indios para la guerra todos los que pedia y dicen que para una guerra que hizo contra los de Tumebamba que es en el partido de Quito mas de trescientas leguas de la dicha provincia (de Chu- cuito) le dieron seis mil indios y que asimismo le daban indios 9 2.3 Los Aymara de boy ¢ indias y machachos para su servicio y pata sicar oro plata en las minas y para que le hiciesen casas en el Cuzo...”. Es decir, todos los principales de los Lupaga del Qollasuyu declararon que daban indios para hacer casas y paredes en el Cusco. Hay otras relaciones de visitadores. Por ejemplo, en Ia visita realizada en la provincia de Cajamarca en 1540 por Cristbal de Barrientos, también se indagé sobre los tributos que Caja- marca daba al Estado Inka, Al respecto, dice el informe que . -declararon los dichos sefiores de Caxamarca que servian al ynga algunos de ellos con gente de guerra, con maiz € ovejas e ropa de lana e papas € chufio ¢ coca € ojotas e con municiones: e que la gente de guerra daban algunas de las dichas parcialidades. E todos servian en Jo arriba declarado, € que esto daban en cantidad. ..”.(19) En el informe de Ba- rtientos no se menciona el tributo de la energia humana para construir casas en el Cusco. En cambio, en la visita que en: 1549 realizaton Juan de Mori y Hernando Alonso Malpartida en la provincia de los Chupaychu, los principales ".. .dijeron se quedaban en el Cuzco a la continua cuatrocientos indios € indias para hacer paredes.. .”.20 Otra visita muy detallada y de fundamental importancia para la etnohistoria, es la rea- lizada por Iiigo Ortiz de Ziifiga en 1562, en la provincia de Len de Hudnuco.?!) EI visitador recab6 una gran canti- dad de informaciones durante su recorrida entre los Chupaychu, Jos Yacha y los mitmagkuna cusquefios. Aqui interesa sefialar que entre todos Jos entrevistados, s6lo uno, Cristobal Xulca Condor, dijo que". . .daban albafiles para hacer las casas del Inga en el Cuzco y en otras partes donde se hacian y para esto daban tres indios de cada pachaca uno. . .”.22) ‘Todos Jos dems, informaron que daban hombres pata la guerra, para cuidar los puentes, mantener los caminos, vigilar las fortalezas y que también daban carpinteros, mercaderes, olleros, tejedores, etcétera, La declaracién de Xulca Condor deja entender que ademas de mandar albafiles al Cusco, se mandaban también “en otra partes donde se hacian las casas”, Es decir, en los sitios donde los Inka constru‘an fampu o centtos administrativos como el de Huanuco Pampa. De todas maneras, es interesante u observar que en la visita hecha a los Lupaga de habla Aymara, por Garci Diez, casi todos los entrevistados declararon que para cumplir con Ia obligacién de la mit’s, uno de los servicios mas requeridos fue el envio de canteros al Cusco para cons- ttuir casas. En cambio, las informaciones obtenidas en las visi- tas realizadas en otras regiones, revelan una escasa patticipacién de la energia humana local en Jas construcciones cusquefias. Esta ‘observacién permite suponer que los canteros del Qollz- suya 0 habjan perdido su fama de expertos artesanos en los trabajos de piedra y que, en consecuencia, es posible la presen- cia de una experiencia técnica de los Qolla en los edificios més representativos del Cusco. Cabe otra observacién: en nin- gin otto lugar de Ia Sierra hubo monumentos comparables a los de Tiwanaku. Podrian mencionatse los de Chavin, pero Ia calidad de la técnica litica es inferior a Tiwanaku, Ademis, Ja antigiiedad de Chavin descarta cualquier posible sobrevi. vencia de experiencias artesanales entre los grupos étnicos que allf encontraron los Inga en su expansion territorial. En otras palabras: los grupos humanos que desde el Norte, iban al Cusco, como los Chupaychu, para trabajar en las casas, carecfan de una tradicién técnica desarrollada en los trabajos de piedra. Sus construcciones eran hechas con piedras de recoleccién, al igual que las de los Wanka, los Chanka y, seguramente, las de los propios cusquefios antes de Pachakuti Sin embargo, también con los canteros Lupaga, que en gran timero iban al Cusco, existe la dificultad para demostrar su perpetua habilidad en el corte de las piedras. En efecto, entre Jos monumentos de Tiwanaku y las obras incaicas, median varios siglos sin construcciones con piedras labradas. Mas bien se puede afitmar que no se conocen obras realizadas con esa técnica durante el Petiodo Intermedio ‘Tardio. Por lo tanto, también los Lupaga tuvieron que aprender cémo cortar piedras, puesto que ellos no estaban construyendo con piedras cantea- das, Pero, como en Ia regién lacustre existian varias muestras esmeradas que testimoniaban un antiguo dominio en la can- teria labrada, ¢s probable que los habitantes de esa misma region fuesen los preferidos. Si fueron tan habiles en el pasa- do, podian serlo nuevamente para satisfacer las exigencias de 12 4, Tiwanakn, En la base de la estructura lemada Akapana, bay sillares en forma de paralelepipedo, com caras lias y perfectamente juntados unos a otros. Son similares a los que los Inka hicieron mucho més tarde para el Qorikancha los Inka, Ademés, tenian los modelos a 1a vista. La base del muro de la estructura Iamada Akapana en Tiwanaku, tiene sillares cortados y pulidos en forma muy simi- lar a Jos que mucho més tarde se hicieron para el Qorikancha: con caras lisas y no almohadilladas. Hileras de sillares regu- lates y trabados se conocen en varios muros de los monumentos supérstites de Tiwanaku. Si, al parecer, la técnica de canteria trabajada con juntas perfectas, aparecié en el Cusco de forma subita, es admisible considerar una cransmisién de experiencias tiwanaquenses en las obras ambiciosas del renovador Pachakuti. ‘Ademés de Cobo, también Cieza de Leén recogié versiones que indican Ia posible influencia de la arquitectura tiwana- quense en las construcciones incaica. Dice que ".. .oyé afir- mar a indios que los ingas hicieron Jos edificios grandes del Cazco por la forma que vieron tener la muralla o pared que se ve en este pueblo: y atin dicen mis: que los primeros ingas platicaron de hacer su corte y asiento en este Tiaguanaco. . (23) Parece, sin embargo, que el trabajo esmerado de los can- teros debio impresionar mas que el sistema constructivo. En efecto, la técnica que luego desattollaron los Inka pata contener Jos tettaplenes, adopt6 soluciones diferentes a la de Tiwanaku con sus grandes monolitos verticales hincados en la tierra. Esos Be 5. Pakara, Restos de puerts de doble jamba y doble dintel monolitos, colocados a alterna distancia uno de otro, aseguran mayor estabilidad a las piedras menores colocadas entre ellos. Ademés del eventual interés demostrado hacia la técnica litica, el cual pudo contribuir a mejorar el aparejo de los muros cusquefios, también es posible que algunos elementos formales tiwanaquenses hayan encbntrado aquella aceptacién inspiradora”, que Iuego permitié la formacién y proliferacién de rasgos formales hoy identificados como incaicos. Hay que hacer la salvedad, sin embargo, de que slo nos referimos a elementos formales arquitectinico-ornamentales y no a formas volumétricas de conjuntos monumentales. En la arquitectura Inka no se dieton edificios similares al Kalasasaya, Akapana, “templete semisubterrineo” 0 Puma Punku. Tampoco sirvie~ ron de modelo las finas decoraciones que, como las de la “puerta del Sol”, enriquecen algunos monumentos de Tiwa- naku. Es posible que la diferente concepcién religiosa de los Inka, impidiese la aceptacion de simbolismos iconolégicos extrafios. Los contados componentes formales de la arquitectura Inka, también aparecieron ya formados. Eso hace més dificil intentar una posible evolucién de los mismos en el area que origind el “estilo cusquefio”. Una expresion arquitecténica que evi las ornamentaciones y definié su identidad mediante una vigo- rosa sobtiedad, facilita la comparacién con algunos formalis- ‘mos similares forineos, Asi, es muy posible que la tan repetida doble jamba de los vanos incaicos tenga sus antecedentes for- males en la arquitectura del Qollasuyu. No por es0 se deben mitar s6lo los ejemplos de Tiwanaku, puesto que existen mues- tras anteriores mucho més antiguas como en Chitipa y Pukara. Desde los ejemplos de Chiripa hasta los del “estilo cusqueiio” ntedian mis de veinte siglos, lo cual demuestra la continuidad y_aceptacion de determinados elementos formales. En el pala- cio de Pilco Kayma, obra incaica en territorio Qolla (isla de Coati en el lago Titicaca), se encuentra el ejemplo més repre- sentativo de conciliacién tiwanaquense-incaica: la doble jamba del vano rectangular, propio de Tiwanaku, adopta forma tra- pezoidal incaica y conserva a ambos lados del dintel el “signo escalonado”, que con tanta frecuencia decora las puertas, ven- 14 6. El vano rectangular de doble jemba con “signo escslonado”, propio de Tissenaku, asimila la forma trapezoidal incaica 9 produce, durante la ocupacién del territorio Qolla, wna forma que sume las dos experiencas tanas y nichos de los monumentos de ‘Tiwanaku. También el uuso decorativo de os nichos, como Jos del conjunto de Puma Punku, pudo ayudar en la decisién de considerar como orna- mental a un elemento que desde tiempos remotos fue siempre utilitario. La diferencia entre los vanos tiwanaquenses ¢ incaicos, es- triba en la forma: rectangulares los primeros, trapezoidales los segundos. Es arriesgado afirmar que la forma trapezoidal es de paternidad incaica, En cambio, si se puede asegurar que los Inka lograron transformar esta forma en un sello de iden- tificacién, Con relacién al “signo escalonado” que también aparece con frecuencia en obras netamente incaicas, 1io es el caso de extendernos en nuevas suposiciones ¢ interpretaciones. Fs indudable que debi6 tener un elevado simbolismo y alterna significaci6n en los diversos horizontes culturales que lo repre- sentaron antes de los Inka. Por es0, 0 hay motivos para creer que se invent una sola vez. Tampoco le corresponde a este trabajo una detallada des- cripcién y andlisis del conjunto de Tiwanaku. No obstante, por disponer de una buena y rara documentacién focografica, hemos preferido enriquecer la seccidn ilustrativa y limitarnos 5 Tiwenaku El “signo etcalonado” en uno de del conianto de Pama Panu Al lado, Ollantaysambo. Eb "signo escalonado” en una cousteaccion Inke. los fragmensos de las puerias 8 9. Tiwancku. Los monolitos de la “pared balconera’ que Squier Wamé “the oottasuyy 42. Ls forma del puma segsin Rowe y otras dos posibles alteretivas ficaciones impuestas en la colonia, por lo general, se adapta- ron al trazado que sirvid de asiento a a capital incaica. Es tun buen ejemplo de persistencia del plano y, al mismo tiempo, el documento mis antiguo del trazado de Pachakuti. Las cinco breves decripciones del Cusco anteriores al incendio de 1535, son bastante escuctas y no fepresentan un aporte fundamental para determinar Ja “idea” de ciudad. Sin lugar a dudas, la visién que tuvieron del Cusco los primeros espafioles que en- traron en cla, no fue transmitida satisfactoriamente. Segura- mente, la suma de investigaciones recientes, ha permitido ela- borar una “idea” mas precisa. Lo que se perdié con el incendio de 1535, fueron principalmente las partes estructurales de madera y los techos de paja. En cambio, el trazado, que es el hecho urbano que mis se resiste en desaparecer y que atin hoy se puede experimentar, ha sido la base insustituible para las investigaciones urbanisticas. La ciudad fue ubicada entre los rfos Tullumayo y Huatanay que corren en sentido Noroeste-Sureste. Tenia forma de puma con la cabeza coincidiendo en la fortaleza de Saqsaywaman y la cola en Ia unién de Jos dos rfos. Hasta hoy, este lugar conserva el nombre de Pumac Chupan, que significa: cola del puma. Rowe sefiala que el espacio entre las patas de adelante ¥ atras, cortesponde a la plaza de Haucaypata.('®) El mismo autor observa que el trazado de las calles, por adaptarse a la topografia y a la forma del puma, no originé una sola manzana cuadrada y, més bien, una gran variedad de tamafios. Aunque hay una gran cantidad de calles rectas que sugieren la intencién de imprimir principios de orden al contexto urbano, es dificil saber si hubo la intencién de lograr un trazado, cuadricular. Es mis probable que, ademas de las dificultades impuestas por Ja topografia, las manzanas tuvieran tamafio diferente, porque debian satisfacer la jerarquia y las necesidades de las distintas panaga, La forma del puma sugerida por Rowe, se adapta entre los rios Huatanay y Tullumayo; la zona “sagrada” de la ciudad que, dicho sea de paso, tiene un 4rea relativamente reducida, Si Pachakuti pens6 en el Cusco como capital de futu- 10 desarrollo, parece improbable que no tomara en cuenta areas 50 43. 44. La forma del puma sentado en una escultura Wari » en wm grabado de Squier de futura expansién. No hay que olvidar que la ciudad trazada por Pachakuti s6lo tenia unos sesenta o setenta afios cuando la Iegada de los espafioles. Muy pocos para una ciudad conce- bida con una ambicién a largo plazo. Que fuese una ciudad con miras a crecer, lo demuestra Garilasco cuando afirma que .. al poniente del arroyo (el Huatanay) no havian hecho edificios los Reyes Incas: s6lo havia el cerco de arrabales, que hemos dicho. Tenfan guardado aquel sitio para que los Reyes i ».".09) Esta l6gica prevision, para fucuras expansiones, demuestra que Pachakuti tom6 en cuenta el crecimiento de la ciudad dentro de su programa de plani- ficacién, Cabe entonces la pregunta siguiente: la forma del puma fue pensada tomando en cuenta el tamafio que habria alcanzado toda la ciudad, o se limitd a la zona “sagrada”? Ese planteamiento offece una alternativa a la forma del puma su- getida por Rowe. El tamafio del puma de Rowe resulta peque- fio para la gran ciudad ideada por Pachakuti y cuyo crecimiento fue prematuramente truncado por la conquista. Al Sur de Jos rfos Huatinay y Tullumayo hay otro: el Chunchulmayo, que también se une con el Huatanay, Su nom- bre significa “el rio de las tripas”. Ea otras palabras, la basriga del puma. Este dato permite intentar otra alternativa a la forma del puma, aun cuando se dejen Ja cabeza y la cola en los mismos sitios. Lo que cambia es la posicién del felino: en lugar de un puma largo y achatado, es un puma sentado, como el publicado por Squier y la esculeura encontrada en Wati. Con se proposicion, el arca de la ciudad aumenta considerablemente. Oxra posible forma puede ser Ia de un puma recostado, la cual también aumenta el area urbana. Entre los rfos Huatanay y Tullumayo se encontraban los emplos, los palacios reales y los de los ayllu reales antecesores Bajo el cuidado de las distintas panaga. Pero el area urbana debi6 ser mucho mayor y compuesta por varios barrios. Los nombres de algunos de ellos han sido comprobados. Otros, segiin Rowe, tienen més bien un valor “simétrico”. Lo cierto cs que la ciudad que vieron los espafioles antes del incendio de 1535, debia dar la impresién de un conjunto urbano bas- 31 mmr 005 8S glare SM frp Ee] se Dae) Vista oblicua de le cindad. Bn primer plano la fortaleza de Saqsay. terminando en Pumac Chupan, la zona urbana Inka delimitada Tallumayo 9 Hustanay 46. En las calles del Cusco. tante compacto. De lo contratio, el autor de Noticia del Pert, gue vio la ciudad al mismo tiempo que Sancho, no hubiera dicho que el Huatanay es un “rio el cual baja por medio de la ciudad”. Afade luego que “...Bsta ciudad era grande, extensa y.de mucha vecindad, donde muchos sefiotes tenfan casas; eta muy junta y de buenos edificios. . .”,20 Pedro Sancho dice que “...muchas casas hay en la ladera y otras en el Ilano...”. Desde Sagsaywaman vio “...en torno de Ja ciudad muchas casas a un cuarto de legua y media legua y una legua, y en el valle que esti en medio rodeado de cerros hay mas de cien mil casas...” incluyendo los depésitos, qollqa\?") Ta cantidad de habitantes asombr6 a Pedro Pizarto: Ver Ia gente que este Cusco habia que ponia admira- cién. . .”22) En 1553 Cristobal de Molina dice que la ciudad + -€ta muy grande y muy populosa, de grandes edificios y comarcas. Cuando los espafioles entraron la primera vez en ella; habia gran cantidad de gente, seria pueblo de mis de cuarenta mil vecinos, solamente lo que tomaba Ja ciudad, que artabales y comarcas, en detredor de Cusco, a 10 6 12 leguas, creo yo que habria 200.000 indios, porque era lo més poblado de todos estos reinos. ..”.(23) Si el autor de la Noticia seialé que el rio pasaba “por medio de la ciudad”, es de suponer que las andenerias al Suroeste del rio Huatanay debieron dar la impresi6n de for- mat un conjunto integrado con el area poblada para permitirle esa observacién. Ademis, las casas de los barrios en Jas laderas de los cezr0s, las de los suburbios y el gran ntimero de gollga, al Sureste de Ia ciudad, debieron dar vida al area urbana pla. nificada y ofrecer una visién del conjunto bastante impresio- ante. Sancho estimé en 10.000 el néimero de casas en el valle y Cristobal de Molina en 40.000 vecinos la cantidad de sus habitantes, lo que equivaldria a una poblacién de 200.000 personas. Cifras abultadas y seguramente derivadas de aproxi- maciones basadas en experiencias impactantes, que poco ayu- dan hoy a formular una estimacién més precisa, Reputados investigadores contemporaneos4 han afirmado que los Inka no fueron constructores de ciudades y que esa 53, 47. Casco. Vitta de la ciudad desde la fortaleza de Sagseywaman, actividad no es comparable con la desarrollada por las culturas del Horizonte Medio y del Periodo Intermedio Tardio. Hardoy sefiala que es més facil establecer criterios pata definir como ciudades a Teotihuacdn, Tenochtitlan, los centros Maya 0 a Chanchan que con respecto al Cusco.?5) Existen divergencias entre las definiciones que pretenden dar una explicacion pre- cisa de lo que es una ciudad. Se ha considerado como indis- pensable tomar en cuenta el néimero de sus habitantes, la densidad de sus viviendas, la variedad de actividades, la hete- togeneidad de la sociedad urbana, la permanencia del estable- cimiento, la concentracién de productos para la subsistencia, el caracter de su estructura urbana y otra cantidad de factores que contribuyen a diferenciar la vida de la ciudad de la vida rural. Se trata de conceptos que ayudan a precisar la idea 34 48. Cusco, La calle do Hatunrumyoc, generalizada que hoy tenemos de Ja ciudad y que, probable- ‘mente, no son todos aplicables a Ia “idea” de ciudad que tuvo Pachakuti cuando reconstruyé | Cusco. Es posible que Pacha- kuti, més que al sentido de “ciudad” que se ajusta a nuestras definiciones, pensara en la construccién de Ja representacion fisica del poder. En otras palabras, mis gue una ciudad quiso construir una capital. El Cusco-capital como forma urbana in- caica, fue la representacion monumental de la “sede del poder”. Es incuestionable que el Cusco fue la sede de los poderes poli- tico y religioso: por eso, se le puede considerar también como centto ceremonial. Si el Cusco alcanz6 esa jerarquia urbana y tanto prestigio en un lapso que no supera las siete décadas, ¢s posible, sin miedo de no coincidir con todos los actuales postulados definitorios, de considerarla una ciudad. Y con el titulo de “ciudad la definié Pedro Sancho, el primero que esctibié sobre el Cusco. El aspecto del Cusco debié ser bastante uniforme: codas las casas, templos y palacios eran de una sola planta y todos los techos de paja. En consecuencia, la relacién volumétrica entre sus edificios fue pareja, puesto que no hubo ninguna construc- cién semejante a las pirimides mexicanas que impusiera su yolumen dimensional para destacarse como punto de impor- tante referencia visual. Fue la topografia la que imprimié mo- vimiento a la textura urbana y, seguramente, fue el gran espa- io libre producido por la unién de las dos plazas, Haucaypata y Cusipata, el episodio urbano més importante de la ciudad. Por lo tanto, Ia solucién planificada que buscé resaltar el sitio de més jerarquia dentro del contexto urbano, deriva de una experiencia espacial y no volumétrica, a plaza de Haucaypata estaba rodeada de edificios de gran significacién simbélica y representativa dentro de Ja estructura politico-religiosa incaica. De esos edificios se trata en el capi- tulo cvarto, en un intento de captar la forma arquitecténica de esos grandes galpones, llamados también zallanka. Hacia el lado Norte de la plaza habia los edificios rela- cionados con el “linaje” del Inka Wiragocha: Kiswarkancha y Cuyusmanco. La telaci6n entre los dos nombres no es muy 56° clara, Sin embargo, varias versiones dicen que en Kiswarkancha estaba el templo de Wiragocha “el creador”, y que Cuyusmanco fue el edificio en el cual se refugiaron los espafioles durante la rebelién de Manco Inka y que en el mismo sitio se encuen- tra la Catedral. Hacia el Iado Noroeste de la plaza habfa otros dos grandes galpones: el de Cassana y el de Coracora, Restos de los muros de Cassana, despojados de su dignidad originaria, decoran hoy el interior de un restaurant. Segiin Garcilaso, el galpon de Cassana tuvo un espacio techado enorme: podia co- bijar tres mil personas y fue asiento del Convento franciscano. Detris de ese galpon se encontraban Jas estructura de Yachay- wasi, la escuela de los nobles. La existencia de esa escuela es algo dudosa. Garcilaso es el tinico autor que menciona este establecimiento que probablemente ¢s el fruto de su imagi- nacién. Quiso dotar al Cusco de una “universidad” para exaltarlo y, de paso, impresionar a sus lectores europeos. En el lado Sureste de la plaza, donde Jos espafioles levantaron el templo de la Compaiifa —una de las obras mas notables de la arqui- tectura colonial latinoamericana— habia el conjunto de Ama- rukancha, telacionado con el “linaje” de Wayna Qhapag. Separado por el actual callején Loreto, le seguia el complejo de Aqllawasi, donde hoy esti el convento de Santa Catalina. Mis attiba, el gran recinto de Hatwnkancha, Hlacia el Sur, donde el rio Huatanay, no habia construcciones debido a la unién de la plaza de Haucaypata con la de Cusipata. Ese gran espacio urbano fue fragmentado y parcelado a partir de 1534, cuando comenz la reparticiéa de los solares entre los espaitoles. Segiin Garcilaso, en la plaza de Haucaypata, frente a Amaru- Aancha, hubo una construccién de planta circular, “un hermo- sisimo cubo rendondo” con clevado techo cénico, que posible- mente pudo ser el swnturwasi, Su forma debid establecer el elemento vertical dentro de la horizontalidad del conjunto. Con tespecto al tamafio de la plaza de Cusipata, tampoco hay datos fidedignos. Es costumbre considerar que su extension iba del rio Huatanay hasta la actual ubicacién del convento de San Francisco. Sin embargo, es posible que la plaza destinada a las actividades publicas, no debié ir més allé del limite que 57 - 49. Cusco. Posibles dimensiones de las plazas de Haucaypata y Cusipeta. 1) Plaza de Haucaypsia 2) Plaza de Cusipata. Epoce Ince: 2) Kuyusmanco b) Kiswarkancha ¢) Coracore d) Cassana 0) Yachewasi $f) Amarukencha 8) Agllswai b) Hatankancha i) Pacamarke. Epoca colonial: A) Catedral B) Triunfo C) Sagrada Familia D) La Compaiia B) La Merced F)San Francisco G) Cara de Garcilaso. LIMITES PLAZA INCA RIO HUATANAY O_o __100__150m — hoy define 1a casa de Garcilaso, Desde alli hacia arriba, segura- mente haba andenes cultivados 0 “maizales” segtin, los datos suministrados por documentos de reparto de solares. 38 |=" 51, Cusco, Restor de las obras de canalizaciin del rio Huctanay a wnos diet Uilémeiros de la ciudad, Betanzos dice que Pachakuti mand6 canalizar los rios Hua- tanay y Tullumayo, antes de emprender la reconstruccién de la ciudad, a fin de evitar posibles inundaciones en el 4rea ut- bana. Ese magnifico trabajo de ingenieria, visible hasta hace unas décadas, sigue cumpliendo sus funciones de drenaje bajo las actuales calles de la ciudad. Mis alla del pueblo de San Sebastidn, a unos diez kilometros del Cusco, aiin quedan res- tos del Huatanay canalizado, Segiin el autor de la "Noticia del Perit” el rio Huatanay “...desde que nace, mis de veinte leguas por aquel valle abajo, donde hay muchas poblaciones, va enlosado todo por el suelo, y las barrancas de una parte y otra hechas de canteria labrada, cosa.nunca vista ni oida. . ."26) 60 52. Cusco. La canalizacion del rho Huatonay em el centro de le ciudad a la slsara de Ia calle Sapbi. La foto es del aiio 1934 cuando el rio estabe deteubiert, Hoy todo el cauce det rio que pase por la ciuded esté cubierio Aunque existen versiones que consideran al rio Huatanay como Ia linea divisoria entze el alto y bajo Cusco, Hanan Cusco y Hurin Cusco, es seguro que la divisién urbana en dos mitades pas6 por Ja plaza en sentido Noroeste-Suroeste, sobre el eje que coincide con los caminos que van hacia Cuntisuyu y Anti- suyu. El sistema de mitades 0 parcialidades duales fue muy difundido en el mundo andino y ain es vigente en casi todas las comunidades indigenas. Henansaya y Hurinsaya fueron los “ términos en Runasimsi, el idioma oficial incaico. En el idioma agar de los Aymara y otras etnias del Qollasuyn, se conocen como Alasea y Maasaa, La mitad correspondiente a la parte Hanan, alta, ha sido considerada de mayor prestigio que la parte baja, Hurin, Sobre el origen de esta organizacion dual, no existe un acuerdo compartide. En el mundo andino no tiene lugar ni fecha de nacimiento, Parece, casi, que existio desde siempre. Desde que el hombre que cultivaba las tierras altas se dio cuenta que no podia subsistie sin ciertos controles Y contactos con las tierras bajas y viceversa. Pudo originarse de la necesidad de establecer contactos entre los distintos pisos ecolégicos. Las dos partes se juntan en un lugar simbélica- mente agradable, rinkuy, que no descarta las rivalidades porque la divisién estaba asociada a estructuras de poder muy claras. En el Cusco la division fue més sofisticada: cada mitad se identified con igual nimero de “linajes” 0 clanes reales; Jos mis antiguos fueron los de Hurin Cusco; luego sucedieron Jos de Hanan Cusco. Bspeculaciones recientes han planteado las posibles rivalidades entre Hurin y Hanan, as{ como la posi- bilidad de que dos reyes gobernaran simultineamente en cada una de las dos mitades, del “desdoblamiento” de los gober- nantes para “fabricar” Ja secuencia dinéstica y de otras supo- siciones relacionadas con aspectos no muy claros de la divisién dual. Para el presente estudio, el sistema de las mitades Hanan y Huurin interesa principalmente por estar vinculado con la orgi- nizacién urbana del Cusco y con la de otros establecimientos fundados por los Inka, Desde el Casco salfan los cuatro caminos hacia las cuatro 62"

You might also like