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ARQUITECTURA, EN TEORIA ESCRITOS 1986-2010 Jorge Francisco Liernur Sociedad (e-Tlerele de Arquitectos nobuko nut Jorge Fran Arquitectura, pias cept Scies 1986.20 222B: 21615 em Cn "SBN 978-967-584.067-) 1. Teotia de a 00 720091 otc SCA Tora Presto dela St bs rel Sire Dectién dela Colac Jose sane Disoo ena Homan anaes Dieho gic Ka Pane Fotcratia de pe Neal Hickosty Yotfica dela arquitectura Hecho el depdsito que marca a ley 11.728 Impreso en Argentina / Printed in Aigenina La reproduccién total o parcial de este bro, en cualquier forma que sea, ‘déntica © modificada, no autorizada por los editcres, viola derechos te" servados; cualquier utlizacién debe ser prewamente soetada © 2010 SCA/nobuko ISBN; 078-987-584-297-7 Septiembre de 2010 ste iro fw inpreso tle dana mera cri pa Neo Etitogatca do ores SA. Bucarl 1160, Copia ieabblegratka.cam /ywxbblogeliacon ce senda corte e-mail: cp67@cp67com - wow 4 ines - Argentina ADU - Cluded Universita FPabelon 3 Planta Ba -C Tek (64-11) 4786-7244 {428 HA Buenos Al ! | Jorge Francisco Liernur ARQUITECTURA, EN TEORIA ESCRITOS 1986-2010 Sociedad Central de Arquitectos nobuko 1S FUENTES DE LOS ARTICULOS PUBLICADO: 4. La lengua de las cosas: cultura material e historia| Ponencia presentada alas Jomadas Interescuelas y/o de-| partamentos universitarios de Historia (wun Femando Alia: ta, Anahi Ballent, Adrién Gorelik,y Graciela Sivestn), 1988, Publicada en Area revista de la Secretaria de Investigacion] y Posgrado, FADU, UBA, 1993. 2. “Hierro 3": para una critica de la condicién urbana contempordnea Ponencia presentada en el Segundo Encuentro Interna- ional de Fensamiento Urbano organizado por la Secre-| tarfa de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, 2006, Publicada en Otra Parte, n° 11, 2007. 3. La fbrica como texto Publicado en Punto de Vista, agosto 1986, 4. Sarlo, Schorske, Berman: tres aproximaciones a ‘a modernidad, la metrépoli y ta Periferia Publicado en revista SUMMA, abril 1989, 5. Hacia una cultura excorporada Ponencia presentada a la Conferencia internacional body’ Buenos Aires, 1996. Publicada en Anybody, any, MIT Press, Cambridge (‘Towards an ex-corporate culture, 1997, yen Revista de Arquitectura, Sociedad Central ag [Arquitectos, julio 1997. . “Any: 6. La tiinica de Venus. Para un reconsideracién det, ‘tiempo en la arquitectura contempordnea Publicado en ASTRAGALO, Madrid, 1996, 7. Vigencia de Tafuri. Consideraciones sobre ta critica lcontempordnea de arquitectura en América latina Ponencia presentada al simposio *Posibilidades y pro- lblemas de la critica de arquitectura contempordnea’, JUNAM, México, Facultad de Arquitectura, 2003; publica- da en RA, Revista de Arquitectura de la Universidad de Navarra, Espafia, N° 8, julio 2006. 8. Acerca de la actualidad del concepto simmetiano de metrépoli Ponencia presentada a las Jornadas Internacionales:"Ac- tualidad del Pensamiento de Simmef" Universidad de Bue- nos Aires; Goethe Institut, 2002; publicada en Estudios, |sociolégicos XXI, 61, El Colegio de México, México DF, 2003, y en RA, Revista de Arquitectura de la Universidad ide Navarra, n° 6, 2004, 9. Arquitectura y ciudad: gpara qué la belleza? Publicado en Block, 1, CEAC/UTDT, 1997. 10. Acerca de la delicadeza: consideraciones sobre la obra de ROR Publicado en “The architecture of Richter Dahl Racha’ (On act. Some thoughts on the architecture of Richter & Dahl Rocha’) Birckhauser, Basel, Berlin, Boston, 2006. ervacion, parques teméticos. contemporaneos SAGE! 11, ldntidad,preservacion, Fos eflexiones sobre tres ejem nee ‘on Handbook of Architectural Theory editions, Cambridge, 2010. 112. Mangado primer tiempo: entre (a dificultad como} tad virtud y la virtud como dificultad ; Publicado en A&V Monographs n? 133, Madrid, Espana, 2008. 13, (Es el punto de vista, estdpido! Publicado en Positions, n° O, Rotterdam/Cambridge, 2008. Dll -e5 el punto de vista, estupido! i |, Sabemos que la Modemidad se constituye en un do- bie movimiento paraddjico: la impulsan las leyes de hie- ‘ro de la universalizacién y la expansion ~del capital, del consumo, de la iqualdad politica, de la raz6n= pero para| imponerias necesita y atiza las fuerzas de lo singular la burguesfa, lo nuevo, las naciones, las subjetividades—. Sin embargo, obvia en apariencia, esa constituci6n pa- raddjica no ha orientado los estudios de historia de la} arquitectura del perfodo. Aunque el empleo de las ideas de ‘movimiento moderne’, o incluso de *arquitectura mo- dema’ supone la creencia en una vigencia intemacional de ambas construcciones, esos estudios se han articu- lado en torno a “logros’ y ‘descubrimientos’ locales, des- Cuidando las determinaciones que provienen de la con- dicién universal 0, mejor, universalista y universalizadora’ dela cultura moderma. En contraste con el debate en otros ambitos como el} coma tai para. cuya explicacién la expansién| constituye un factor crucial las narraciones 1B |cansnicas de la ‘erquitectura moderna” ignoran la exs- Itencia delimperialismo, el colonialismo y el neocolonialis- mo, ¢ incluso incerporan de manera insélitamente débil las consecuencias de la globalizacién. Especialmente a la hora de explicar la emeigencia Idet “fundamental desplazamiento en la cultura y la so- ciedad’ que ocurrié *en algin momento entre 1890 y 1918, como propone el “statement” de esta revista, para lesas narraciones esa expansién no tuvo lugar, o si lo |tuvo, no fue una condicién determinante. A juzgar por lellas uno podria recortar/ignorar el conjunto de las his }torias que vivia la humanidad en esos affos: la explica- |cidn de la arquitectura modema solo necesita vidrio, ace- 10, capitales, obreros y artistas de las grandes ciudades inoratlinticas. Ast, como obvia consecuencia de esa mi ada incapaz de ver objetos distantes (jmiope!), en vez ide determinada por los procesos que instalaron al capi- talismo urbt et ofbl, y con ellus 2 lus intrincades inter [cambios culturales que esa misma instalacion acarred, la arquitectura moderna suele ser mostrada con base lexclusivamente local, europea y norteamericana. | Siguiendo a Raymond Wiliams, la renovacién de esa. |narracién canénica, o més bien la introduccion de una lexplicaci6n mas compleja necesita de la multiplicacion \de las visiones externas al punto de vista euronorteame- Iricano. En “The Politics of Modernism” el estudioso brité- inico ha destacado la centralidad de la inmigracion en '@ ‘creacién de lo que llama la més crealiva, pero actualmen- |te canonizada fase de la cultura moderna. Para revigott zar esa creatividad, Williams ha propuesto la necesidad de nuevos puntos de vista. “tis time to explore (that pha s2)-he writes with something ofits own sense of stian= geness and distance, rather than with the comfortable land now internally accommodated forms of its ‘incorpo- {ation and naturalization“... Itinvolves looking from time to time, from outside the metropolis: from the deprived vesiands, where diferent forces are moving, and from iz stor Word wich has alvays been peripheral tothe smetropoiitan systems: u,paredsicamente, [a contracara de esta version eur rorteamericana de los relatos de la arquitectura moder- reise sostene en posiciones nacionalistas (0 “poscolo- es) manifesténdose en dos tipos de expresion. La panera eslade la denuncia, esto es a demostracién de que el poder colonial imperial o *multinacional" de origen| rrommo supone la destruccién o la defermacién de los tejdos culturales preexistentes. La segunda —no nece- setamente auténoma respecto de la primera as la de la reivindicaci6n de figuras 0 movimientos que constru- yen cénones locales, no tanto en presunta oposicién al ‘canon euronorteamericano sino mas bien como su com plelamiento. Aunque no lo parezce, dado que no ponen ‘on discusién la premisa de una consiitucion endégenal de la arquitectura moderna, esas posiciones configuran un envés inofensivo de las visiones euronorteamerica- nas. Es més: precisamente porque se acepta esa condi-| Imitadas condiciones de sus respectivos contextos sino lexactamente en lo contrario, esto es en la capacidad de Le Corbusier, de Picasso, de Mondrian o de Zaha Hadid ide articular en la gestacién de sus creaciones un ia astisimo de sugerencias, conocimientos, imégenes y vperencias: precisamente el mundo de la moderida, | mundo global. En el mismo sentido, figuras paradigmticas de los pre- guntos ‘contracanones' o de los candidatos arepresen- [J] tar las poriferias en un canon ampliado, como les de Luis Barragan, Oscar Niemeyer o Hassan Fathy tienen que| ger reducidas a SUS contexlos locales como expresio~ nes de esencias intransferibles mas allé de sus fronte- ras nacionales, cuando en realidad se trata igualmente| ide extraordinatias personalidades, sensibles a esa misma| vastedad de estimulos brindados por la modemidad. Ill, Resulta claro entonces, que si se trata de poner en ‘cuestion este tipo de concepciones igualmente limitadas, la construcci6n de un instrumento como el aportado por esta nueva publicacién es de extrema importancia. Es que en la l6gica de esas ideas, mientras que el historiador euronorteamericano estaba en condiciones| materiales de estudiar todas las historias de la tierra, so~ metiéndolas a sus puntos de vista (absolutamente leg’ timos, por cierto) y, lo que es més importante, generai-[O] zando continuacién (vale decir construyendo uns cultura global obviamente noratidnticocentrada), presuntamen- te para enfrentarlo, el historiador “post-colonizado’, el na tivo relativista, condenaba toda universalizacion, debien- do autoimponera su trabajo una concentracion exclusiva en su propia realidad *profunda’ En tanto se piense que la respuesta a la globaliza~ cién no deberia ser la segmentacién sino precisamen- te la ampliacion de esa misma globalizacién, esto es el ‘cuestionamiento de cualquier hegemon‘ao coagulacién de| Centros -econémicos, politicos, étnicos 0 culturales~ de Poder, discutir no tanto la integracién del canon, agre- gando 0 quitando algunos de sus componentes, sino) mas bien las légicas y fundamentos de su consiitucién, les una tarea imprescindible. En otras palabras: preci. |samente porque fueron producto de esfuerzos huma- nos que condensan todo el pasado en la linea del tiem- |e, poo tamén todo planeta en linea dl espacio, |los logros de Le Corbusier o de Hassan Fathy no per. tenecen a nadie en particular sino a todos los que ha- bitamos en él. Por eso, sipartimos de la premisa de que la cultura de la modemidad es global por definicién, no deberiamos loponer lo local a lo universal sino, en todo caso, introdu- cir puntos de vista que inevitablemente son localizados para construir miradas sobre la totalidad del universo huma- no, disputando desde ahi con las formaciones que por el |peso del poder y de los recursos han acaparado para si esas tareas. Sibien en apariencia se trata de un acto de resisten- cia a los intentos de dominacién por parte de *Occiden- {o% la negacién del canon 6 lo que es la misma de una narraci6n* sintesis o generalizanie, no es sino un nuevo modo de prolongar esa dominacién, estimulado por la fal Isa noci6n de la “caida de las ideologias’ Frente a la ne~ |cesidad de contar con explicaciones que articulen el con~ |junto mas amplio posible de hechos, ideas eimpresiones [pasados y presentes en los que estamos inmersos, —las ideologfas* justamente—, 0 bien participamos de mane~ ra activa de su construccién, o bien nuestro aporte crt: co seré reemplazado por ese extraordinario instrumento de dominacién, tan inteligentemente analizado por Anto- nio Gramsci, que es el ‘sentido comin’ Y en nuestra dis> ciplina el ‘sentido comin’ se apoya en esas namaciones ‘canénicas, de las que no es posible prescindir, incluso ara autolimitarse a habitar en el universo presuntament® ‘aut6nomo de la ‘realidad local’ Por eso, discutir la dinémica global de la constit= cién del canon implica al mismo tiempo la saludable ne |cesidad de descentralizar los procesos de elaboracion Y a construcci6n delactticayy de la historia. En las actuals Condiciones, esta descentralizacién no sélo es posible, Sino imprescindible, De ella emergerén nuevas cons- trucciones historiogrdficas, precisamente porque la glo-| palizacién aporta medios técnicos (desde el abarata- mriento de los desplazamientos ficos hasta las bibiotecas ‘mline) para que tales construcciones sean creadas, y permite ademas que en los cruces y oposiciones de tna infinidad de puntos de vista puedan consolidarse nuevos relatos, no menos provisories que los anterio- res, pero seguramente mas verdaderamente globales ymenos provincianos. Sin importar donde esas provin- cias estén localizadas, si en el sudeste de Asia, en los ‘Andes centrales 0 en el Atléntico Norte. IV. La construccién de una “nueva historia” de este tipo| es, en parle, una tarea que debemos realizar desde to- das las posiciones, pero no comienza ahora. En realidad contamos ya con un enorme conjunto de trabajos que| han iluminado de manera parcial algunos de los mo-| mentos y hechos més significativos para comprender el ‘espacio ampliado de la historia de la arquitectura de la| modernidad. Sélo la ausencia de intentos de nuevas na-| rraciones totalizadoras ha hecho que no ocupen lugares| de relevancia. En la cadena de acontecimientos, perso~ nalidades, instituciones, procesos y obras que constitu yen esa historia, esos trabajos son eslabones tramos parciales de gran importancia que esperan la creacién| de las piezas faltantes para que, obviamente de manera) Provisoria, puedan constituirse nuevas lineas de sentido. Entre esos eslabones ya existentes ocupan un Iu- gar de gran importancia los estudios sobre la relacién ofiente/occidente en la base de los procesos creativos| Que revolucionaron ta disciplina a comienzos del siglo Pasado. Desde los diferentes trabajos sobre el ‘Viaje a Oriente" de Le Corbusier, hasta los que han abordado las relaciones de sectores de la cultura norteamericana con |Japén, pasando por los innumerables estudios sobre ¢| |japonismo en la arquitectura europea, o sobre el inte- rés de los expresionistas alemanes, no sdlo en la culty- rajaponesa sino también en todo el mundo ‘oriental’ de- de ol norte de Africa hasta Birmania, la “nueva historia? [cuenta con importantes tramos ya recorridos. El examen de las Exposiciones Internacionales como ceniros de difusién, y muchas veces de la *reinvencin® de los de métodos de construccién y modelos de vida di- Herentes alas tradiciones occidentales, también se ha en- Tiquecido en los ultimos afios con contribuciones rele- \vantes que constituyen otros eslabones ya visibles del |relato al que nos estamos refiriendo, \V. Pero la construccién plena de esa cadena no puede prescindir del abordaje de numerosos puntos atin débiles, Ciertamente, no existen equivalentes en arquitectura al del efecto de las méscaras *primitivas’ de! Musée del Homme en Picasso. Pero zcémo es posible que la des cripcién de la emergencia de las modalidades modemis- {tas de habitar, no se haya hecho cargo de estos fenéme- inos? Se ha estudiado de manera brillante el lento proceso de pasaje, ransformacién y difusién internacional del mo- \delo del bungalow’ desde la Bengala del siglo XVII has- ta la California de la segunda posguerra, Varias invast- igaciones han abordado los procesos de prefabricacion de modelos transportables de viviendas (y otros programas) len madera 0 hierro fundido, destinados al vasto mundo |colonial. ;C6mo no percibir que en ellos latian algunos de los principales mitos —transparencia, pilotes, indus~ {rializacién, relaciones fluidas interior-exterior, cuestion= miento a los modos tradicionales de vida, desenraiza- ‘miento— que estén en la base t6pica de la mademnidad? Estaban en lo cierto los participantes de la Conference of Tropical Architecture (1953) acerca de la condicion a tropical del paradigma modemnista: gNo se ha advert do que e! Pabellén de Barcelona fue una estructura de| verano, ms apropiada, si permanente, para zonas de| fetemo clima cAlido, que para las largas temporadas frias| de Alemania? Fue la emergencia de la ‘antropologfa” lo que per- mitis un salto epistemolégico en el nticleo constitutive de la Arquitectura como disciplina occidental: el paso de una version mitica de sus origenes en la *cabafia pri- fo mitivat o en la “gruta’, a un estudio ‘cientifico” de esos| rmismos orfgenes, identficados con las contemporéneas sociedades “primitivas’. Con las ideas de Semper, las| consecuencias de este pasaje mediado porlas construc- ciones caribefias reproducidas en la Gran Exposicién de| 1861—magnificamente analizadas en estudios de los | ‘timos afios—, se expandieron a lo que constituirian los| fundamentos de la *arquitectura moderna’. En este contexto, la asociacién de la Sagrada Fami-' lia de Gaul con las estructuras de graneros en el nor- te de Africa, pierde el cardcter un tanto extremo que po-| drfa suponerse en algunos estudios, y se articula con las relaciones establecidas entre los arquitectos ca) nistas alemanes y las Investigaciones de Leo Frobenius especialmente en el entomo de Karl Emst Osthaus-, consiruyendo de este modo un vasto mundo de repre~ sentaciones en el que de un lado a otro circulan image- nes e intenciones de purificacién ‘primitiva’ Y el oiro gran t6pico modernista, el techo plano gno s obviamente una estructura transplantada desde los ci mas secos norsaharianos a las lluviosas regiones de la Europa templada? Se ha visto a la reivindicacién de la Cubierta tradicional de faldones por parte de Schultze- oO 'Naumburg come una posicién anacronica e injusta fren-| te a las abstracciones modemistas de Oud 0 Gropius| Pero la verdad es que en su *acusacién’ de *arabizan-| tes" a las construcciones del Weissenhof de Stuttgart, a =.= .. el tebrico derechista no se equivocaba. La cuestién ahing reside en negar que efectivamente el modelo inspirador Ide esos cubos blancos deberia buscarse en las costas Idel Mediterrdneo, lo que se llevaba de narices con cual- quierreivindicacién de racionalidad pava justiicar su em- cleo; reside en cambio en advatirlo de desvalorizador que len‘a esa vinculacién de las formas modemistas con aque- las estructuras “primitvas’, en el contexto de la Alemania |de 1990. Desvalorizacién que todos aceptaban, V1. A partirespecialmente del ‘uicio" desmitificador pro- imovido por ‘The Architectural Review” en 1954, la gran lestacién modemista brasilefia ha sido aislada y reducida ‘al contexto de su ‘especificidad local’ Pero hasta enton- ‘ces ~y porlo menos desde la gran exposicién en el MOMA, Ide 1942— las ideas arquitect6nicas alli enunciadas ha~ Ibjan iluminado los tableros de los arquitectos de todo el mundo, consliluyendo lo que me gustaria llamar la fase tropicalista® de la arquitectura moderna, Y no necesaria 'o exclusivamente por su exotismo. Mientras que la ante- ‘rior operacién del MOMA en 1933 era inevitablemente \eida como la exhibicidn, en otros territorios, de unos jem los acufiados en Europa, lo que demostraba la estacién ibrasilefa era que, efectivamente, la arquitectura moder ina se habfa constituido en un nuevo lenguaje, capaz como tal de servir de medio creativo de expresion y comunicar cién que permitia dar cuenta de especificidades locales. (Como lo reconocerfan los arquitectos australianos; el brise-soleil magnificamente empleado por sus colegas brasileios se mostraba como un dispositive que permitia ‘una verdadera internacionalizacion de aquel lenguale. El mundo calido de la gran franja tropical y subtrop cal del planeta despert6 y mantuvo abiertos los nuevos temas y posibilidades explorados en Brasil de manet@ brillante, rebotando en nuevas reflexiones por parte 4& los maestros can6nicos de las zonas templadas y 1795 det léntico norte. Elimpacto de India ene caso deLe oe pusier se emparenta no s6lo con la fascinacion eer ci or Pakistan on Kahn, sno también con las exPe= ceocias de José Luis Sert en Sudamérica, de Richard] (\K)) Nauta en Puerto ico, de Mios van der Rohe en Santi fo de Cuba, de Emst ay en Kenya, de Gropivs en Bag-| 9 El paso del “Impero" ala “Comunidad Briténica de aciones’estmui una fase de modernizacion de infraes- tructuras en los teritorios ultramarinos, la que se expre- 5 en los trabajos igualmente “ropicalistas" de Fry Drew xy Cubbit en Africe, 0 de Sydler y Boyd en Australia. VII, La emergencia de los jévenes organizados en toro al Team X en la segunda posguerra no puede dejar de’ leerse como una reaccién europea ante el cambio de con- diciones en ese estado de la expansién global del capi- talismo, No s6lo porque se venian abajo los imperios que| habian constituido el fundamento de la cultura modema) cenlos principales paises del continente, sino por la ame naza de pérdida de centralidad que suponfan la simulta nea expansion *socialista’,y la contracara de la hegemo- nia norteamericana. Es en este contexto como deberfa| considerarse esa emergencia en el campo que nos inte" tesa, Los CIAM de la posguerra se caracterizaron por la| indtil esperanza de integracién con un medio norteame~ ‘icano hosti a los radicalismos modemistas, el rechaz0 y la relativa autoexclusién ‘socialsta’, y la entusiasta dis“ Ponibilidad de varios grupos latinoamericanos sobre ta] ‘que se apoyaron los viejoslideres de la prequerra. No es: por azar que haya sido José Luis Sert, con sus comple-| jos lazos en esas varias direcciones, quien ocupara ellU- gar de equilibrio en ese esquema. Pero los jévenes del Team X no querfan ningtin equilibrio sino mostrar, en un ‘mismo movimiento, por un lado que los brise soleil eran} cspositivos para paises pobres adecuados cuando no se disponfa del dinero y la técnica que permitieran el uso de! oo—"SS—=<“AS”lllllllllel— kl aire acondicionado, y por ott, que los norteamericanos eran luna suerte de ‘nuevos salvajes’ ~como los ingenieros cor- busieranos— incapaces, por carecer de la cultura adecua- ida, de comprender el nuevo mundo tecnolégico que ellos Imismos habian estado creando. Pero el desprecio y abandono de esa breve estacién -tropical® no se produjo al margen de olro regreso a la Ipureza® de los “otros": sélo que esta ver, esto ocurrié en la forma de la fascinacién por una vivacidad e intensidad urbana que ‘Occidente” parecia haber perdido, El modelo de la ‘cashbah" ocupé el lugar de las “cabaflas" y "grutas* de los afios veinte. \VIIL. Paralelamente a la recuperacién europea de centra- lidad en la reconstruccién del *canon’, las nuevas nacio- nes, la mayoria pobres, surgidas del mundo colonial cons- tituyeron lo que por varias décadas se conocié como el | Torecr Mundo’ Para el ‘Mundo | ihre’, como gustaba de llamarse el nuevo espacio central de la posguerta, amplia- do al Japén, los pueblos cuyas culturas habfan sido vistas o len su presunta incontaminaciGn como reservorios de “pi mitivas" purezas, pasaron a considerarse desde entonces bajo la nueva denominacién de. “subdesarrollo” ‘Ala hora de considerarlos argumentos de estos deba- tes, los procesos de independencia, la irrupcién de masas de inmigrantes en los paises occidentales, la difusién in- ternacional de formas y proyectos culturales hasta enton- ices ensordinados, las nuevas demandas simbdlicas las 9 igantescas demandas infraestructurales, las distorsiones Y Jamarguras de las enormes derrotas que hicieron derrurn- barse al mundo colonial ~incluyendo sus valores cultura les, y las no menos enormes esperanzas abiertas PO! jesas derrotas, no parecen haber existide para los estudio” /sos euronorteamericanos , que han venido cons las narraciones canénicas de la historia de la arquitecture ylas ciudades del siglo XX. 0 al menos, no parecen habe! sido factores a tener en cuenta para explicar as crisis or ralazgos los feagrupamientos cultural las soluio- ir sécricas, os experimentos que caracterzaron ala ‘aquitectura y los estudios urbanos en ese periodo. Pero esa cancelacion sélo puede concebirse como enunciada desde algunas saciadas cultures contem= pordneas. En las décadas que siguieron ala Segunda Guerra Mundial, el optimismo consumista del nuevo Occidente ampliado tenfa en un horizonte demasiado cercano las amenazadoras presencias de la catéstro- fe nuclear y posibilidad més que cierta de un estado de rebelién generalizado. De manera que de las cabafas tribales o del “cu- bismo" y otras soluciones vernéculas que tardfamente reivindicaba Rudofsky, de las *cashbah" que entusias- maban a Candils y a los Smithson, y de los ‘pueblos" de Arizona 0 las aldeas Dogon que inspiraban a Van Eyck, la atencién se desplaz6 hacia la extraordinaria| | Apscidad autogeneratva que se descubria —yano en! poblados alejados y antiguos de Africa subsahariana, ‘0 de la América desértica~ sino en el corazén mismo de las nuevas inmensas construcciones urbanas que, sin orden, ni previsin, ni recursos, ni esperanzas surg ana una velocidad nunca vista en esas mismas geo gratlas consideradas ahora ~more econémica— como de distorsionado *desarrollo® Las ‘villas miseria,‘callampas’, favelas’,“bidonvilles’ ‘shanty towns" constituyeron en los setenta, una de- ™mostracién en los hechos de la posibilidad de poner igual ‘mente en cuestién a la desordenada ciudad mercantii- 2ada y ala autoritaria nocién modemista del plan. En un. lima cultural abonado por los situacionistas, asf como 2 SS meni partdarios del ‘No Pan‘o de un ur a ar cpeae planners’, pero también por la reali-| ee sa de sendos congresos de la UIA en ana revolucionaria (1963) y en Buenos Aires |(1969)= las campafias de John Turner y de Leonardo Benevolo culminaron en la experiencia de PREVI en Peri, |Fue en Lima esta vez donde se concentré el renovado |entusiasmo delas principales figuras de e808 anos, des. |de Christopher Alexander hasta James Stirling, pasando | por Aldo van Eyck 0 el grupo de Atelier 5. |1X, En el nuevo inicio de siglo, la pobreza extrema vuelve fa ser sefialada como un modelo, esta vez focalizada en |una de las mas explosivas concentraciones urbanas del | mundo: la de Lagos. En la forma del presunto funciona- | miento del mercado sin Estado y sin ley, este modelo es | presentado como uno de los dos “futuros* de *Occiden- te" El oro, el de un mercado perfecto garantizado por un | poder absoluto, se nos describe en la forma de *Chinat,

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