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El hombre que barria la estacion Franco Vaccarini @ | cantaro Eten oper bans maces apes Wansates lasts pe mata (lpefimem. Dard - Benge Cntasp, 388° [Lis igi, PLM (hme et: i ad Seren Ha Eo Fe ieee en pee ea ack COD seb eTE © bance Porro che Pale $A 200 (Eton! Portes de aden A beer paar diel Carpe MA il Aveda Besos Enoslodls Halen ihidie, prewinens de Barces Auer Alpena - Seemed piceeriees ick ap 473k Beiprracien ia Anperitins © Pramned in ftrpmmma Si Phe Mo ue promote So erparedaesen paral ronal of abrearreamaes of atepader le canara ee ees UMaine, madlanry fommregues, digiabzarsha y thin wma, ny ol par peeks rts del edict. Sy infec td rma po a Leyes PZ y 24.488, Libros para leer en buena Lora jQué placer, leer! jQué placer, leer un libro interesante, ocurrente, emocionante! jQué placer serio, ir pasando las paginas de un cuento de misterio! (Qué diversién, descubrir como bailan las palabras de una adivinanza y dejar que vengan los chisponro- teos de los trabalenguas! Hora de Lectura es una coleccién para leer en buena hora. Para que disfrutes de autores argentinos contem- poraneos y descubras el universo hiterano. Para que salgan los libros de los rincones polvo- rientos y olvidados, y se vuelvan protagonistas de un placer compartido, Los libros de la coleceién Hora de Lectura estin estructurados en jugosas secciones que postbilitan um mejor acceso a la literatura, La obra presenta textos de diferentes y variados géneros, que conforman el multifacético rostro de la literatura para bos chicos de hoy. Las ilustraciones co- laboran con la construccién del sentido de los textos y tefwerzan el valor cstético de la palabra, En Apunten... jjuego!, encontramos consignas de comprension, produccién y narracién oral que nos permiten generar un espacio de placer compartido en el aula, y hacer de la lectura y de la escritura acti- vidades comunitarias. En la seccidn Aqui me pongo a contar, los autores hablan acerca de su vida y de su trabajo, em respues- ta a una entrevista que muestra los entretelones y la cocina del oficio de escribir. En Las mil y wna hojas, te brindamos datos cu- rioses vinculados con los textos. Para que abras asi algunas de las tantas puertas al mundo que la litera- tura ofrece. jSean todes bienvenidos a esta propuesta para disfrutar de la buena literatura en una profunda y creativa Hora de Lectura! El hombre que barria la estacion —Mami, squé es ese ruido? —Dormi/ tranquilo, Huguite, son las naranjas. Ya le dije a tu padre que hay que podar ese Arbol. De noche, me sobresalta ofr los ruidos en el techo de la casa, pero después me acuerdo de que son las naranjas (o me lo recuerda mami, si la despierto de madrugada). $i, las naranjas maduras que el viento desprende de las ramas del naranjo y deja caer sobre las chapas. Igual, a veces pienso que no son las naran- jas las que hacen ruido: una vibracién, un tono dis- tinto despierta mis fantasias y todo pucde suceder. Puede suceder que me pase La noche en vela, esperan- do un ataque mortifero en la oscuridad, o que vaya exyendo en el sopor que anuncia el suefio, pero es un sueho que me aspira, un remolino que me empuja al pozo sin fondo de la noche. No soy el Gnico que duerme tan mal en el pueblo. Yo tengo catorce afios, pero hay hombres grandes que también tienen miedo, aunque no lo digan. No lo dicen, pero yo veo sus ojeras del color de las uvas, el mal humor, la inquictud.., porque algo oscure pa- rece amenazarnos a todos hace un tiempo, desde que se empezé a ver a ese hombre en la estacién de tren. Yo los entiendo, lo que no entiendo es que, lue- go, a la luz del dia, no pwedan reirse del miedo noc- turno; porque ye si me rio con mis amigos, con Luis y también con Valentin, y nos contamos historias de miedo y, aunque parezca extrafio, esas historias nos alivian y nos dan risa, como la del enamorado que fue a buscar a su novia muerta. Es una de mis preferidas: El pobre enamorado consigue entrar al reino de la muerte a través de los swetios y, luego de buscar deses- perado en desiertos sin fin, desiertos de arena negra, de vientos enfermos y calientes, encuentra a su ama- da. Comienzan a caminar, pero entonces él comete un error irreparable: ansioso, la toma de la mano para guiarla a través de las sombras y, entonces, ella desa- parece, porque no se puede tocar a unm muerto hasta traerlo de regreso al reino de la vida. BS hombre que bavia le estecian a A pesar de que son historias truculentas y tristes, nos reimos porque, al fin y al cabo, son inventadas, como la del hombre sin cabeza que esperaba cn un puente a los que se atrevian a cruzarlo a medianoche. Se les abulanzaba con sus manos abiertas, manos de aire, manos que no podian hacer dao, pero si causar un terror sin limites: —jDame tu cabeza! [Dame tu cabeza! —clamaba el desdichado. Risas nerviosas, si, pero eso es mejor que estar obligado a no. demostrar el miedo, a guardarlo en una cajita oscura en el fondo del alma, en un rincén es- condido y hiimedo donde crecerd como el musgo, ca- da vez mis, sin control... ¥ asi, esa clase de gente no sabe por qué esta tan malhumorada, con ojeras y sin paciencia, y le echa la culpa al clima, al trabajo oa una noticia del diario. Pero no: es el miedo. Es el hombre de la estacidn. Tamboriles es un pueblo chico, un pueblo de una sola calle donde se agrupan cl almacén de Ramos Ge- nerales, la peluqueria del Loco Prieto, la merceria de dofia Faustina, el correo y las casas de los vecinos: unas treinta casas con frentes blancos y jardines al fondo, jardines con limoneros, cirvelos y naranjos. Tamboriles no tiene vereda de enfrente, porque enfrente estén la estacién de tren, los Molinos Muji- ca, que guardan las cosechas de los campos, y el Club Social, con camcha de fitbol y salén de baile. Tamboriles, entonoes, es un caserio rodeada de es- tancias y maizales, y lo peor que mos pasaba hasta hace un tiempo era el aburrimicnto a la hora de la siesta; y digo la siesta porque, con Luis y Valentin, viaja- mos todas las mafanas a Chivilcoy en Tramsportes 2 Froaoe Wacea rin Automotores La Plata (em Tamberiles no tenemos escuela secundaria) y nos queda una larga tarde por delante. A-veces, atiendo el almacén (mi papé es el dueiio del dnico almacén del pueblo), pero igual me sobran horas y nos juntamos, con Luis y Valentin, a char- lar, a jugar al firbol y, a veces, también a hacer los deberes. Mi casa estd [ena de libros. Hace unos aos, mi papd encontré unos de magia y de alquimia abando- nades en un bance de la estacién. Mi papa, ademas de almacenero, es un aficiona- do a la alquimia, y esos libros no hicieron mas que AUMmentar su entugiasme por la materia, La miquina del movimiento eterno es un viejo anhelo de mi pa- pai, cuando le sale la vena de alquimista inventor, Un artefacto que se mueva sin parar, sin ningtn tipo de combustible, es decir, sumamente econémico y que pueda adaptarse a determinados usos industriales. Pero esas son utopias: las miquinas necesitan com- bustible, mantenimiento, cuidados. En cuanto a convertir el plomo en oro, segiin pa- pd, el asunto es simple. La transformacién se refiere al mundo espiritual de cada uno: cémo convertir sentimientos negativos —por ejemplo la envidia, los celos, el odio— en sentimientos positives como la solidaridad, la comprensidén, cl afecto. Y eso es con- vertir el plomo en oro, La dnica alquimia posible es la interior, jura papi’, 1 Si qsicren suber mils conss sobre la alipsimas, vayan a Las mil y una bejas, Hace ya mucho que el tren no pasa por estas vias; poco a poco, una avanzada de yuyos fue superando los pedregullos, y hoy gramillas resecas crecen como ser- pentinas por los durmientes y los rieles, La estacién se fue deteriorando, la pintura se descascaré en las pare- des de chapa 'y madera y, entre las hendijas que dejan las junturas, el viento gime como una vieja Horona. Si, la estacién es un poco triste, pero eso no ten- dria nada de extratio. Lo extraio es lo que vive alli, donde todo parece muerto y abandonade, eso que ha Mlenado de inquie- tud y movimiento al pueblo, como si fuera Navidad o Carnaval, Por eso, esta noche hay una gran reu- nidn en el Club Social de Tamboriles para ponernos todos de acuerdo, para decidir si hay fantasmas o no en Tamboriles. IV El sol se habia hundido lentamente detris de los montes de cucaliptos, y una gran parte del ciclo es- taba manchada de rojo y morado. ‘Con papa Marcelo y mama Ethel partimos despa- cio hacia el chub, A esa altura, la gente habia regre- sado a sus hogares, se habia dado un bafiio y puesto ropa limpia. Habia reunién en el club, un acontect- miento ajeno a la rutina, por una causa que algu« nos se tomaban en broma y el resto, muy en serio, porque quicn mas, quien menos, todos tenian alpun amigo o pariente que habia visto lo que habia visto en la estacién. Y¥ habia egado la hora de aclarar qué eran esas cosas raras, antes de que los rumores y la supersti- ion nos convirticran a todos en aprendices de brujos, come habia dicho don Gadea: “Acd, cada vecino pone una ristra de ajos en la puerta de la casa; parecemos aprendices de brujos. {Da wergitenza ajena, carambal”. Don Gadea es canoso y corpulenta y tiene la piel de la cara colorada, Es el vecino mus prestigiosa de Tamboriles y, por eso, presidente del Club Social, ademuis de ser el papa de mi amigo Luis, Pocas veces el pueblo conocié tanta actividad: en la cantina se preparaban docenas de empanadas y se enfriaban bebidas; en una enorme parrilla habia lar- gas filas de chorizos; y bizcochuclos, tortas criollas y alfajores con dulce de leche, en el mostradar. ‘Luis es delgado como un junco, pecoso y lento para tode, menos para pensar. Para ¢l, lo de las visiones es pura sugestién y nada mds que sugestidn. Por el contra- rio, Valentin cree todo bo que le dicen y un poco mas, porque es muy dado a la imaginaciém. La imaginacién es, para él, una segunda realidad y, a veces, la promera: ree en los aparecidos, en la mulénima, en la haz mala, en la Viuda Vestida De Negro Que Te Ahoga En La La- guna. Es de creerse todo. Le decis: “Ahi viene un clefan- te caminande por la ruta”, y él se va.a verlo y después pregunta: “Che, pero donde esta el elefante?”. Su ex- ceso de imaginacién lo convence de que todo es posible. 20 fraare Wacearind Luis considera que Valentin, a los trece aitos, pa- rece de seis, que no quiere crecer y que es un idiota, Valentin piensa que Luis, con sus trece afos, parece un anciano de ochenta, que envejecid prematuramen- te y que no cree ni siquiera en él mismo, Asi son mis dos amigos, s¢ sacan chispas, pero no nos levamos tan mal; supongo que yo soy un Factor de equilibrio. Me considero el rey del equilibria; en parte, gracias a mi hermana Zulma, que se la pasa le- yendo cosas de astrologia. “Vos sos de Libra. Los li- brianos son muy equilibrados", me repite. Pero, cuando esta enojada conmigo, me cambia las cosas: “Los librianos son todos desequilibrados, por eso buscan desesperadamente el equilibrio. Vos estis loquite, nene, raji de aca”. Zulma no vino a Ja rewnién: prefirié quedarse con la abuela Filomena en casa, porque a ella le da miedo en seno escuchar historias de fantasmas y solo con la abuela se siente segura, La abuela es capaz de desma- yar aun perro rabioso de una trompada en el hocico. Tiene un caracter de perros y parece invencible, asi que Zulma se quedé bajo su ala, a donde mo ge atre- veria a acercarse ni el famtasma mas corajudo. v Una vez que todo el mundo se senté a las mesas, don Gadea tomd el micréfono. —Seflores, cosas que escapan a nuestro control se vienen rumoreando en el pueblo. Lo mas sano es cor- tar por lo sano. Creo que todos tenemos que hacer un examen de conciencia y decir esta noche lo que hemos visto, si es que hemos visto algo. Dominga Fernindez fue la primera en levantar la mano y contar su historia, —Bueno, como todas las tardecitas yo me cruzo la via para juntar los huevos de mis gallinas... Ustedes saben que mis gallinas son muy caminadoras y que... —Dominga, vanvos, al grano, no se demore en de- talles —la interrumpié Gadea, Dominga, que es medio renga y timida, pidid dis- culpas y fue al grano: 22 fraare Wacearind =Yo lo viadon Luciano, qué quieren que les diga. Un clamor de asombro recorrié la sala, No habia uno solo en el pueblo que no hubiera conocido a don Luciano. —Era don Luciano, con una escoba, barrienda la estactén. Parecia tan don Luciano y era don Luciano. Con wna escoba. Y Dominga remarcé: —Y estaba barriendo la estacidn. Los mas viejos comenzaron a recordar que barrer la estacién era algo que a don Luciano podia llevar- le horas, a la espera del tren de la tarde. Le gustaba hacerlo, mientras disfrutaba del sol y hablaba con al- gn vecino, Hacia unos afios habla muerte de viejo, un poco antes de que un decreto del Gobierno sus- pendiera el servicio de trenes a Tamboriles por con- siderarlo antiecondmico. Pero muchos extrafiaban el tren, porque era barato y porque un viaje en tren cs seguro y bonite de hacer. El tren va cruzando solita- rio grandes extensiones como un largo dragon. Como me dice Zulma: “Viajar en tren es mas romantico”. Tamboriles tiene la ruta 30 muy cerca, por eso no fue tan dramatico que dejara de pasar el tren; pero la estactén abandonada comenzé a verse cada vez mis a4 fraare Wacearind triste y sucia. Después de todo, no era tan ilégico que don Luciano viniera a poner un poco de orden. Pero habia que seguir con los testimonios, asi que don Gadea Ilamé al siguiente testiga. —Quién ha visto algo mis? —bramé con su voz de baritono. ¥ luego, mas bajita, dijo: —Muchas gracias, Dominga, Puede ir a sentarse. Y Dominga se fue a su silla, erguida, muy segura de lo que habia dicho. Se acercé el Vasco Lazcoz: —Sefores, tengo mucho que decir. Lazcoz es cien por ciento pelado, altisimo y muy delgado. Ticne un sentido del humor muy particular: tode el mundo recuerda el dia en que condujo su Ford Falcon por la calle principal de Tamboriles (principal y tinica) con la gorra puesta con la visera hacia atris y los anteojos negros en la nuca. Mas de uno creyd que estaba manejando con la cabeza al revés, como un biho, y hubo un principio de panico, que se aca- b6 cuando el Vasco bajé del auto a las carcajadas y la gente vio que tenia la cara del lado correcto. Asi que el Vasco Lazcoz tomé la palabra: —Yo he visto a dos personas en un rincén de la estacién, en cl banco de madera, dindose unos besos BS hombre que bavia le estecian 3 muy apasionados. De inmediato pensé que se trata- ba de fantasmas y me acenqué decidido a confirmarlo. jOh, sorpresa! ;Saben lo que vi? Al Rubén San An- drés con una chica que no quiero decir cémo se Hama. Todo cl mundo estallé en aplausos y carcajadas. Rubén San Andrés y su novia, Sarita Montiel, no tu- vieron mas remedio que reirse también, aunque los dos tenian las caras de color rojo brillante. Pero, al fin y al cabo, tenian casi treinta afios cada uno y estaban a punto de casarse, asi que unos besos en el banco de la estacidin de tren no escandalizaban a los padres de Sarita, ms bien los aliviaban. El Vasco, que habia cumplide con su papel de ser el cGmico de la reunién, bajo del escenario y subié el Loco Prieto. Ei Loco Prieto fue muy expeditivo: —He visto.a don Luciano yo mismo, pasando la es- coba por el andén. Estoy muy aliviado de que nuestra amiga Dominga haya visto a don Luciano, porque crei que estaba volviéndome loco. Aqui se produjo una especie de risa contenida por parte del auditorio, ya que si hay algo que Pricto no necesita es volverse loco, Hace rato que consiguid ese titulo, confirmado el dia en que le dijo.a un pat- sano, poniéndole la navaja en cl cwello; “Mira qué lio 26 fraare Wacearind hacemos si te corto aca”. El paisano salié de la pe- luqueria con el pelo a medio cortar, y hay que decir que desde entonces son pocos los que se aventuran a hacerse cortar el pelo por el Loco Prieto, quien no deja de jurar que solo quiso hacer una broma, vi YY asi fueron pasando los vecinos que creyeron ha- ber visto al hombre que barria la estacién, aunque no todos estuvieron de acuerdo en que ese hombre se pa- recia a don Luciano. Concordaban, si, en un punta: habia un hombre barriendo la estacién al atardecer, cuando era muis de noche que de dia. Un hombre que, de pronto, desaparecia_ Para algunos, don Luciano, el antigwo encargado de la estacién; para el resto, un desconocida, Hubo otras testimonios que prestaron los charlatanes de siempre. EH Laucha Reynoso, por ejemplo, vio tantos fantas- mas juntos que no alcanzaria una enciclopedia para deseribirlos; y no solo en la estacién, los vio incluso en el patio de su casa; hasta dentro del baio era ca- paz de ver famtasmas el Lawcha Reynoso. Foe el Vasco Lazcoz quien volvié a provocar La risa del awditorio: 2a fraare Wacearind —jPard de tomar, Laucha! —le grité sin piedad. Don Gadea, nuevamente en su caracter de lider del Club Social de Tamboriles, tomé la palabra: —Enton- ces, la mayoria ha visto... digamos... a un desconaci- do barriendo la estacién de tren. En esto estamos de acuerdo. Algunos dicen que es el fantasma de don Lu- ciano y otros dicen que no, que es un fantasma des- conocida, Creo que debemos concentrammos en esto, y sabrin disculparme los amigos, como el sefior Rey~ nose, que ha visto demasiados fantasmas como para perseguirlos a todos (aqui nucvamente hubo algunas risas en el puiblico); lo mejor que podemos hacer es establecer una guardia para aclarar este asunte, Pro- pongo que patrullas rotativas de tres o cuatro vecinas vigilen la estactén cada atardecer, hasta que podamas llegar a la verdad. Asi que necesitamos voluntarios. Entonces ocurrid algo lamentable: miré a mi papa, seguro de que iba a levantar la mano, pero parecia muy ocupade en hacerse el distraido. El resto de los vecinos también parecian muy ocupados, asaltados por pensa- mientos profundes acerca de cudintas hormigas come por dia un oso hormiguero o algo asi, suponge, por la cara de concentracién que tenian. Fue Dominga la que dijo timidamente: 4 fraare Wacearind =Yo quiero ir Y, casi al unisono, Valentin, Luis y yo levantamos nuestras manos. jEra una oportunidad imperdible para vivir una aventura y lucirnos! Bi caos que se desaté en la sala fue atronador. —Increible, una mujer y tres muchachitos. Increi- ble. No lo puedo creer. Increible. Don Gadea tenia ganas de decir cosas mucho peo- res, pero se habia atascado: —Increible. No puedo creerlo. Mi papa fue el primero en decir: —Perdén, estaba un poco distraido. Y¥ levanté la mano, y levanté un poco su imagen, come unos cuantos mas que hicieron lo mismo, aun- que sin demasiado énfasis, Claro que a Dominga la descartaron porque era mujer y a nosotros porque éramos “muchachitos”. Fue Dominga la que dijo: —A mi nadie me va a prohibir nada, —A mi tampoco —dije yo, envalentonado. Rn fraare Wacearind —No sé a Dominga, pero lo que es vos, no te mo- vés de casa. —Papd estaba furioso conmigo. Asi se armé cl primer grupo de woluntarios, mas Dominga, a la que nadie se atrevid a contrariar. Des- pués, don Gadea invité a todos a comer y a beber al- g0, alguien puso miisica y el clima se hizo festive. La musica me hizo acordar de que en casa tenia un disco imperdible de Los Manteles Verdes. A Zulma le encantan Los Manteles Verdes y, la verdad, tienen unas letras muy graciosas, que hablan de amores frus- trades, terriblemente dramaticos. Una de esas cancio- nes se [lama “Hipocresia” y, al escucharla por primera vez, crei que Hipocresia era un griego de los que papa cita cuando me habla de alquimia. Pero no, el griego era Hipécrates y practicaba la Medicina en lugar de Ja alquimia; sin embargo, desce ese dia, Los Mante- les Verdes me parecieron un grupo de filésofos que hacian musica para poder mantener a sus familias y, cuando mi hermana pone el disco, los escucho disi- muladamente. — Me acompafian a buscar unos discos? —les di- je 4 mis amigos. A los pocos segundos estabamos en la pwerta del club, mirando la negrisima noche. Decidimos hacer BS hombre que bavia le estecian uu una carrera hasta casa, pero, de pronto, di contra al- guien y cai despatarrado al suelo. El hombre contra el que choqué cra fuerte como una estatua, porque el golpe ni lo hizo tambalear. —jPerdén! Pidié perdén y desaparecié rapidamente, par el la- do contrario.al que ibamos, hacia la ruta 30. —Che, alguien lo conace a este tipo? —pregunté. Ninguno de los tres lo conocia y, la verdad. nos dio mala espina. Era alto y vestia de negro y, si bien pidid disculpas, no nos parecié muy amistoso. A pesar del choque con la estatua, fuiimos a ca- sa, donde la abuela Filomena jugaba a la “Carrera de mente” con mi hermanita Zulma, que se resistié a prestarnos los discos, pero accedié después de que Valentin le hiciera unos ruegos. Walentin y Zulma se llevan bien y, cuando yo la cargo, ella me responde- “Valentin no es mi amor, ¢5 mi debilidad”. Amor y debilidad, parece, son dos cosas distintas para las mujeres come mi hermana Zulma. Lo que Hevo entendido del asunto lo puedo ex- presar asi: con el amor uno puede ser muy exigente; es amor y, por lo tanto, fuerte, para toda la vida, inoxidable. El amor es un puente entre dos, y puede BS hombre que bavia le estecian ab resistir cualquier peso. La debilidad no es bo mismo: tener debilidad por alguien es sentir deseos de pro- tegerlo, o ser vulnerable a sus pedidos, a sus rucgos, a sus deseos. Es fragil, es una relacién entre un dé- bil que pide y que, al hacerlo, provoca debilidad en él otro, por lo menos mientras que se le dé la gana. Ya Zulma le dio la gana de prestarle los discos no ami, nia Luis, sino a Valentin, que es su debilidad. Volvimos al club, pero, para nuestro asombro, el enorme salén estaba en silencio y la gente miraba hacia el centro, donde un hombre vestido de negro permanecia sujeto por las gruesas manos de dos peo- nes de una estancia vecina. De inmediato reconoci al hombre que, un rato antes, me habia chocado en la calle. —Lo encontramos espiando por una de las venta- nas. jEste hombre esconde algo! —grité uno de los peones. El desconocido dirigia la mirada hacia el piso y era imposible ver los rasgos de su cara, aunque si se apre- ciaba la nariz quebrada, el perfil de dguila Su gesto de ensimismamiento, la fortaleza fisica que noté al rebotar contra su cuerpo, y ¢l enigmitico silencio me hicieron pensar que se trataba de un tipo de persona diferente de todas las que yo habia conocido. Fue don Gadea, entre intrigado y cortés, quien se acercé al hombre: —Sefior, tal vez debamos pedirle disculpas en un momento, pero es preciso, es extremadamente pre- ciso que nos explique su presencia en este pucblo ig fraare Wacearind ¥ Su, por cierto, extratia actitud de espiarnes por la ventana, —jEs cierto! (Yo también lo vi merodeando y cho- qué contra él hace unos minutos! —grité un poco apresurado, pero me resultaba muy necesario expre- sar mi opinién. Era muy emocionante haber visto primero a ese individuo, y el pueblo debia saberlo, El hombre me observé apenas con el rabillo del ojo; ahora, estaba furioso. —Muy bien, muy bien. El sefior se ya a explicar —retomé don Gadea. —Me Ilamo Folcanelli, nada he de ocultar. Mi padre, absorto, no se pudo contener: —jEl mage Foleanelli! jE] gran alquimista! Folcanelli escuché esas palabras y sonrid; pero fue solo por un segundo: sus dientes despidieron un bri- llo metalico y luego cerné la boca, dibujando un rictus de crueldad y amargura. —jSoy cl mago Folcanelli y puedo hacer que to- dos ustedes se conviertan en plantas! —bramé—. jMaldito sea este pucblo! jMaldito sea el pueblo de Tamboriles, y sus familias y sus mascotas! Un trueno espantoso sacudié los cimientos del salén y se oyé el ruido de Ja Nuvia sobre el techo de chapas. Hubo una inmediata confusién entre los asistentes; algunos corrierom afuera y quedaron abstraidos al ver la compacta oscuridad, quebrada abruptamente por los relampagos, y el agua que caia del cielo como una catarata. Un viento salvaje cern yabrié puertas y ventanas, destruyé los nidos de los pajaros, volé chapas, y quebré troncos y ramas de los drboles mis viejos. Hubo gente que corrié a su casa, a ciegas, arries- gandose a ser golpeada por los objetos que volaban por el aire, urgida por saber como estarian sus seres queridos, Fueron diez minutos de caos y descontrol. Finalmente, se corté la luz y un silencio sepulcral, a? Froaoe Wacea rin un silencio de voces humanas adn no repuestas de la sorpresa, siguié a la oscuricad total, Ahora todo el pueblo estaba a oscuras, azotado por una tempestad de fuerza inaudita, doblemente brutal por lo imprevista. Papa grité mi nombre, hacienda lo Misme que otras personas, asi que el silencio fue se- guido por un infernal griverio, donde todos parecian buscar a alguien. Nadie volvié.a preocuparse por el mago, que desa- parecié de nuestra vista misteriosamente, como de- vorado por las siibitas tinieblas que desencadenaron sus palabras. Poco a poco, la voz de Gadea se impuso y envid a dos personas para ver lo que pasaba con los generado- res de corriente eléctrica. Nos encomtrames con papa ¥ mami, a tientas, y nos fuimos a casa; era obvio que la reunidn habia concluido. Hi breve trayecto a casa se hizo eterno. Una rama me gollped en la cara y senti que me sangraba la nariz: algo tibio en medio de la frialdad y la furia del mun- do. Papa, que traté de serenarme, me obligo a rezar en voz alta el padre nuestro y asi, con esforzada mar- cha, con rezos temblorosos, con la mariz magullada, legamos a casa. BS hombre que bavia le estecian 4 La abuela Filomena, que conocié los terremotos en su Napoles natal, habia mantenido las cosas bajo control, sobre todo el dnimo de Zulma que, al vernos llegar, se puso a lorar inconteniblemente. Afuera bramaba una fuerza que conociamos por primera vez, y las lamparas de querosén proyecta- ban misteriosas y deformes sombras sobre las paredes del comedor. Algunas de ellas parecian el perfil de un Aguila sonriente, Un dguila, si, Folcanelli. Una hora muis tarde, la tormenta cesd y, luego, val- vid la luz, Supongo que asi como nos fuimos a dormir nosotros, se habran ido.a dormir las treinta o cuaren- ta familias de Tamboriles, con angustia y temor. Papa me conté que Folcanelli cra un mago famoso por hacer fabullosos shows de magia, hasta que un dia se volvid loco-y, de buenas a primeras, desaparecid. —¥ ahora esta aqui, entre nosotros. El asunto es que los dias pasaron, y ya nada se supo del mago y tampoco del hombre que barria la estacién. Todos comprendimos que los dos eran la misma persona. Sedientos de una explicacién que cada dia se alejaba mds, con Luis y Valentin volvia~ mos cada atardecer hasta las vias, sofiando con algin acomtecimiento sobrenatural. 44 fraare Wacearind Paulatinamente, ir a la estacién se convirted en un rito. Parapetados detras de unos yuyales que crecian en las vias, ya ni mirdbamos cl andén. Nos contaba- mos chistes, peliculas, anéedotas y, por es0, no acver- times el silencio de esa tarde, ultima tarde, el silencio y el leve viento que se levanté y que produjo un tem- blor em los yuwyos. Fue Valentin el primero que lo vio: —jEl barredor! jMiren! ‘Una persona alta, vestida de negro, barria con par- simonia y absoluta concentracién el andén. Por unos minutos lo contemplamos sin atrevernos a tomar una iniciativa, Fue Luis, el menos crédulo, el mas frio de los tres, quien decidié grinar; —jFoleanelli! El hombre se quedé quieto y, con unos lentisimes movimientos, fue girando su cara hacia nuestro es- condite. De pronto, dirigié sus pasos hacia mosotros, resueltamente, como quien no se detienc ante nada_ Nos miramos: jqué ibamos a hacer? Paralizados, tironeados por el miedo y la curiosidad, seguiamos clavados alli, mientras Folcanelli se nos venia en- cima, rabioso, Bajé las escaleras del andén y cruzd las vias. Estaba ya a pocos metros cuando no pude soportar mis y me enderecé, Senti que un pelotén BS hombre que bavia le estecian a7 de fusilamiento se aprestaba a tirar del gatillo, pero Folcanelli me dijo: —Nuevamente te cruzds en mi camino, muchachi- to. ¥ supongo que no estaris solo. Luis y Valentin no tuvieron mas remedio que le- vantarse. El viento agité el sobretodo negro del mago, quien dijo; —Ahora si, los tres mosqueteros, los pequefios entrometidos. ;Qué esperan de mi? ;Que los coma? ¢Que los convierta en hongos, en piedras, en sapos? No ejerzo esa clase de magia, jowencitos, lamento desilusionarlos. —Sefior Folcanelli, no queremos nada de eso, se lo aseguro. Pero no lo entendemos. Mi padre nos hablé de usted, sabemos que es un mago célebre. ;Qué es- ti buscando? Escuchd mis palabras con atenciin. —jAh!... Hl aburrimiento es la fuente de toda aventura. {Por qué tanto interés por la historia de un viejo mago arruinado? Disculpen, si eso es todo, si de verdad se trata de simple curiosidad, les diré lo que estoy buscando. “Hace mucho tiempo, cuando dejé el espectaculo, harto de la fama y con dinero suficiente para pasar 43 Froaoe Wacea rin mis dltimos aies, opté por una vida andénima y soli- taria. Comencé a viajar disfrazado por todo el pais y, en uno de esos viajes, me detuve en este pueblo, intri- gado por su pequeriez y su belleza. Era un dia vento- 80, de dirboles inclinados. Me parecié un lugar donde podria quedarme a vivir unos dias, pero, despucs de un rate de caminar por su tnica calle, me enteré de que no habia una miserable hosteria para recibir a un forastero. Dormi en esta misma estacién, sobre un banco de madera. "Mc tome el tren siguiente, creyendo que cra para siempre, pero pronta constaté que habia cometido una torpeza imperdonable: habia olvidado un morral con mis libros mds preciosos, Mis preciosos libros de alqui- mia, de magia, de filosofia [Creo que hubiera sufrido menos si me hubiesen robado todo mi dinero! Regresé en cuanto pude, jpero los libros ya no estaban! *Hablé con el vicjo boletero, el sefor Luciano, quien declaré no saber nada del asunto. Yo le crei: era un buen hombre, jAy, como odié en mi cora- z6n al ladrén que habia tomado bo que no le per- tenecia! Aquel pobre viejo, el boletero, traté de consolarme, pero lloré y no pude dejar de mal- decir a este pueblo. ¥ en estos dltimos tiempos, 54 fraare Wacearind mi fria se hizo incontrolable, Por eso, para atormen- tar a este pueblo que me quité mis libros, me disfrazo como si fuera don Luciano y barro la estacién, igual que €; aunque sé que yo sabria perdonar si tan solo los libros aparecieran.., Pensé en mi padre, inocente del lio que habia pro- vocado, y le pregunté: — De verdad perdonaria? Folcanelli, por un instante, fue un dpuila: fijé en mi su mirada como si yo fuera una presa que observa- ba desde una altura ilimitada. Pero, luego, se ablandé: —Te doy mi palabra. pAcaso hay algo que puedas hacer por mi? Papa estaba consternado, El mago y nosotros le contadbamos la historia de los libros que él habia en- contrado, de los libros que habia leido y releido en tantas noches largas..., pero que no le pertenecian. El mismo Folcanelli parccia comprenderlo, Estaba ensi- mismado, observando a papi, escuchandolo. —Esos libros, sefior Folcanelli, han sido mis amigos: me han hablado de mundos ajenos a mi experiencia y que, sin embargo, senti familiares. Papa puso los libros sobre la mesa: —Puede Ilevarlos, y disculpe. Simplemente los en- comtré; pero déjeme decile que le estoy agradecido. Folcanelli seguia examinindolo a papa y, de vez en cuando, nos miraba de reojo a los demas: a Zul- ma, a la abuela, a mama Ethel y, claro, a bos “tres S2 fraare Wacearind mosqueteros”. Finalmente, se levante y dijo, con su voz metilica de pronto suavizada: —Al fin y al cabo, los libros estén en buenas ma- nos. ¥ yo los he leido demasiadas veces. Permitame, sefior Marcelo, perdonarlo. La suerte, a veces, es muy justa: usted necesitaba estos libros mas que yo mis- mo. Me explicaré mejor con un poema: jconocen a Juan Ramon Jiménez? — El de Platero y yo? —dijo Valentin. —H mismo. 6 escribid un poema maravilloso que dice asf: Yo no soy ye. Sev este que va a emi lado sie yo verlo; que, a veces, voy aver ¥ que, a veces, olvido. Ef que calla, sereno, cuando hablo, el que perdona, dulce, cuando odio, el que pasea por demde wo estoy, él que quedard eu pie cuando yo muera. Este pocma —agregé Folcanelli— expresa todo cuanto siento ahora. Estos libros ya no me pertene- cen, ni los necesito, jAdiés y muchas gracias! o4 fraare Wacearind Dio media vuelta y se fue, pero no pude evitar co- frer tras él, — Seftor Folcanelli! 2¥ cémo viaja usted? Largé una carcajada. —En colectivo, muchachs, JO pensis que puedo wolar? Y se fue despacio hacia la ruta. Apunten... jjuego! 1. A ver si se animan a completar, cntre todos, el siguiente crucigrama con los personajes del cuento (solucién, en pagina 60). 1. Emap. 3. Antgue encacgade de ly evianion. 4. Padre de Huge 7. gue cuenta Gy Bestonia. 8. be apodan “el Waara”, ‘VEETELALES 1 Abeela de Huge. 2. Amiga de Mego, muy delgado, 5. Mochacho a! que ‘viewsn besando.a ana chica en la eviacion. & Madre de Huge Sa Para trabajar en la caspeta £1 sentimiento no es sentir que miento Asi habla de la alquimia el papd de Hugo: “En cuanto a convertir cl plomo cn oro, scgiin papi, el asunto es simple. La transformacién se refiere al mundo espiritual de cada uno: como convertir sen- timientos negativos —por ejemplo, la envidia, los celos, el odio— en sentimientos positives, como la solidaridad, la comprensién, cl afecto, Y eso es con- vertir el plomo en oro. La dnica alquimia posible es la interior, jura papa". 2. pQué es un sentimiento negativo? Mencionen algunos. 3. gEn qué se podria transmutar positivamente una caracteristica personal como el egoismo? Posi- blemente, en generosidad. Completen el siguiente cuadro de transformaciones alquimicas: La mezquindad, @1 ....-..cs0ssserenm la imtolerancia, en la soberbia, en........... la indiferencia, en ... la impaciencia, en el. desamor, en ........ Para no parar de compartar Podriamos decir que una comparacidn es apreciar las diferencias y las semejanzas entre distintas per- sonas, objetos, situaciones y cualquier cosa respecto de la cual se puede decir: es como... es distinto de... * “Luis es delgado como un junco...”, 4. .De qué otras maneras podriamos describir la delgadez de Luis? + “El tren va cruzando solitario grandes extensio- hes como un lango dragdn”. §. @De qué otra manera podriamos referimos a un tren que cruza solitario? 6. gY si hablaramos del sol? @ Beillaribe C0010 secciavesstsinanrenseesensssttvanneesesntanriaaees 60 7. g¥ de un drbol? 8. Z¥ de un sueiio? * Incretble COMO... cesses Historias truculentas: sin truco y nada lentas ‘Las historias truculentas y tristes que se contaban Hugo, Luis y Valentin les provocaban risa, porque sa- bian que eran inventadas. 9. gEn qué situaciones de la vida cotidiana puede surgur el miedo? Por ejemplo, si se oorta repentinamen- te laluzen..., yse escuchan terribles.... y aparece entre las sombras un... Imaginen y escriban. Aqui me pongo a contar Entrevista a Franco Vaccarini Franco Vaecarini se lama Francisco Juan, pero prefiere que le digan, simplemente, Franco, Nacié en 1963 en Lincoln, en la provincia de Buenos Aires. Tiene dos hijas, Camila y Valentina. Es el séptimo de ocho hijos; tiene cuatro hermanas, todas mayo- res que él, y tres hermanos. —;Cémo seria para vos un cuento ideal? —Aquel que Me permitiera recrear experiencias con la sugestién que les da el paso del tiempo, pero como si estuvieran ocurriendo boy, ahora. Gracias a la literatura, podemos hacer presente con el pasado. Creo que ese es el secreto de la eterna juventud, tan buscado por bos alquimistas, El tiempo que pasé es un combustible prodigiose para um escritor, vuelve a las personas y a las cosas que ya mo vemos. un tanto extrafias, como si nunca hubieran sido reales. Asi que un cuento ideal es aquel que combine acertadamente lo familiar com lo extrato. a —jLe das a leer tus textos a alguien antes de Ilevarlos a una editorial? —Si, cs fundamental tener lectores confiables, se- veros. Con dos.o tres aleanza; mis es vanidad, como dijo Vicente Battista. — Es cierto que un dia buscaste el namero de Borges en la guia telefénica y lo Damaste? —$i, yo queria conocerlo cuando terminé la se- cundaria y esperaba el llamado del servicio militar. Mi bermana mayor me dijo que su mimero figuraba en la guia, asi que lo Ilamé un lunes, me atendiéd una mujer que habra sido Fanny, el ama de llaves, y me pidié que llamara el miércoles siguiente. Lo hice y a las dos horas ya estaba haciéndole la entrevista a Borges, que conservo en un casete. Borges se me pre- senté como un anciano amable, modesto, frigil, que supo pasar por alto mis nervios y mi torpeza, y me hablé como si yo estuviera a la altura de sus pensa- mientos. Ese era su estilo: se hacia el distraido y te hablaba como si fueras otro Borges y no un mucha- chito asustado... Ly —;Cémo es el lugar de tu casa donde trabajis? —Es el rincén de un patio cubierto; tengo la com- putadora, libros, carpetas, la pipa de mi abuelo, una escultura hecha por mi esposa Mechi, papeles con direeciones de Internet, libros de poesia que me lle- gan porque hago comentarios en wna revista, y otros libros que me gusta tener a mano y que van rotando, de acuerdo con mis necesidades del momento. — Qué significado tenian para vos los trenes en tu infancia? —En este cuento, yo hablo de un caserio que se llama Tamborles, inspirado cn Palemén Huergo, un pueblito de una sola calle y de una sola vereda, por- que enfrente de las casas estan la estacién de tren y las wias. Ver llegar a una bestia mecanica tan impresio- nante en medio de esa soledad era una experiencia fas- cinante y a la vez aterradora para un chico. Imaginate que yo iba al pucblito en un sulky con mi mami, para haces las compeas, y de pronto la bocina, el estruendo, el movimiento de gente, esa cosa monstruosa... A la vez, la gente que trabajaba en los trenes irradiabs no- bleza, no sé, desde el boletero a bos guardas creo que se sentian orgullosos de sus trabajos. Yo sentia por a6 ellos el mismo respeto y admiracién que por el médi- co de la familia. Los trenes y las estaciones son para mi portadores de imagenes muy entrafables; siempre me alimentaron la imaginacién y me hicieron pensar en muchas historias. Esta es una de elas. BY, Las mil y una hojas oo Con la a de alquimia... La alquimia es el arte de transformar o convertir metales comunes, como el cobre o el plomo, en uno sumamente valiosa: el oro, Sin embargo, el auténtico propésite de la alquimia no es producir oro, ya que esta transformacién de un metal en otro simboliza la transmutacidn interior del ser humano. El horno del alquimista tiene forma de calabaza, que representa la imagen del mundo, y la practica de la alquimia [ewa al descubrimiento de un espacio si- rilar en uno mismo, “la caverna del corazén”. sa Arnald de Willanova her um céleber akquimnista medeewal To Con la f de Fulcanelli... Se considera a Fulcamelli el Gltimo de los alquimis- tas, y su figura estd rodeada de misterio. Algunos es- tudiosas sostienen que vivid en Francia entre 1877 y 1932, y que su nombre era Jean Julien, Se le atribu- yen bos libros Las moradas frlosofales y El misnerio de las catedrates, Hay quienes afirman que conocia el secreto de la eterna juventud_ Con la o de Orfeo... En la mitologia griega. Orfeo cs el musico por exce- lencia. Con su lira, aplacaba la furia de las tempesta- des, y encantaba a los animales, a los seres humanos y a los dioses. Segiin cuenta la beyenda, el dia de su casamiento con la bella Euridice, esta murié a causa de la picadura de una serpiente. Desolado, Orfeo des- ciende al temible mundo de los muertos en busca de su esposa, ‘Conmovidos por la belleza de su miisica, los dioses infernales le permi- ten liberarla, con la nica condicién de que no se vuclva para miraria an- tes de que llegue la luz del dia. Acuciado por la duda, Orfeo vuelve la cabeza atrés antes de tiempo y pierde a Euridice para siempre. m2 Con la t de tren... En nuestro pais, los primeros trenes tuvicron como punto de partida los principales pwertos: Buenos Ai- res, em 1857, y Rosario, en 1863, El estado promovid la ampliacién de la red ferroviaria hasta 1880. Des- pués, las lineas principales estuvieron en manos de compafias privadas, sobre todo inglesas, En 1915, habia en la Argentina 33.700 kilémetros de wias de ferrocarril, Los trenes desempefiaron un papel fundamental en cl transporte de los productos agricolas que se exportaban, En 1948 el gobierno argentino tomé posesién de los ferrocarriles y la red ferroviaria continudé crecien- do hasta 1954, cuando llegé a los 47 mil kalametros de extensién, el mayor récord de extensién en su historia. Durante las décadas de 1960 y 1970 se redujeron varios ramales, y para fines de los afios 1990 La situa- cién de los ferrocarriles argentinos era ya muy nega- tiva con respecto al estado general del sistema y de las postbilidades de revertir el deterioro, sin impulsar una reforma profunda En 1992, cuarenta y cuatro afos después de su nacionalizacién, los ferrocarriles ~ at Le wll : vuna Bead volvieron a manos privadas y se cerraron muchos ra- males que no resultaban econémicamente rentables Pero no solo se trataba de desactivar wn medio de transporte simo que en lineas como las del Ferrocarril Belgrano quedaron sin recibir el «tren aguatero» unas 43 estaciones. Con las primeras clausuras decretadas por el Gobierno en la década de 1990, numerosas lo- calidades del pais quedaron aisladas, Los pobladores ms viejos s¢ quedaron a sobrevivir y los mis jévenes se fweron en busca de wn futuro mejor. Tren del fin del mando, en Ushuaia, provincia de Therma del Fuego Ehombre que barria la estacién ....,...-+-4.5 , i - ‘Aquime pongoa cantar .....--+..s.5.00r ++ 67 Horde Lecturd A partir de les 8 altos ho de io sehen * Cristina Gath Aanporcias * Graciela Repain Une gorra colereda en ef fin def monde « Ehio E. Condos eye el of del somtvera « Angeles Durimi Gchonovio + Eduardo Abel Gasinex y Douglas Wrighe \Rignd, ef moge de Jos comines = Luciano Saracino. ‘Apartic de los 9 anos Corumbornbe » Corunibé = Sitvia Grau ‘Bl aébel de popatnitos + Murtia Cristal, Bogrolios insdltas + Miguel Angel Palermea Cgentos Con humor Ausores varios Selver of univers y otras axentos de chicos + Florencia Cartan JAiged en ef pas de tos Mocnro + Lisckine Sazacimo- Apartic de les 10 airos (bacope deore = &f no de los palabras + Graciela Repim Pare olegror af cortero y ober comales « Beatriz. Actis “Gi gran Grancaleone” y otras cwentos * Lucia Laragione 8 poreible robo del escondite secreto + Juan Pedro Mic Loughlin Bedraro de het ces” y offs leyendas argentina: « Liliana Cinetto “te Bor de oro" y otros feyendas evgentings - Liana Cimerno ‘A partir de bos 14 afios (Ganes de fener merdo - France Vaccarini Megen crimen = Franco Vaccarinl Ue msterio que cayé del Geko ~ Juan Pedro Mc Loughlin teen se anime @ bojar of sdtane? + Juan Pedro Mc Loughlin Lectura fl hombre que barria la estacién Huge view en Tambenkes, un pueble cercane a Chiwilooy por fi cval ef trem hace hos que mo pase Sin eribarge, muchos han wisto a una fgura misteriosa barriende la eilacion al atardocer. en ol faetaema de don Lucione, ef antiquo guanda? Muchas hi peters ee erajam on le erundén de bes wecimos on ef Club Social, pere-solo el nanador y san compinches se alveverhe @ enlrentar al enigrdtics personae nipirads en los tccucrdss de su intancis, France Vaca fini nos efrece una animada ordeica en bo que fo fallon mages, nd vonrines, ri mipberion, France Vaccarini Franco Waccaeind nackd en 1963, en le non rural del partkdo bonaserease de Lincoln Gerd 1903 vive em Buenot Aires. Gand ef premio face de Vapor 2086. En esta cobeccién ha peblicado Mingun crimen y Ganes de fener micda, roo. ihewocines de Marana Epellaven SE race

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