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LA NOVELA PICARESCA HISPANOAMERICANA: UNA TEORIA DE LA PICARESCA LITERARIA Maria Casas DE FAUNCE Universidad de Puerto Rico Seria temerario hablar de novela picaresca hispanoamericana sin haber resuelto previamente un problema fundamental que afecta al género: el de su definicién. Conscientes de esta realidad, hemos tra- tado de despejar primeramente la i ita «qué es novela picaresca» y, asi, resuelto el conflicto, aplicar su f6rmula a Ja literatura hispano- americana para averiguar si efectivamente existe esta modalidad en ella y cudles son sus caracteristicas dentro del género. El género picaresco ha originado una copiosa literatura critica que, no obstante, ofrece un reducido ntimero de estudios globales que lo analicen dentro de todas sus dimensiones y posibilidades. Todavia més parco ¢s el total de sus definiciones, inadecuadas en su mayoria. inadecuada, decimos, porque suelen basarse en la estructura de un solo titulo. Ajustar estas definiciones exclusivistas a todo un corpus picaresco origina una serie de errores que, a su vez, nos sumen en un mar de confusiones sin solucién aparente. Otro problema capital con respecto al estudio de la picaresca es- triba en que el término frecuentemente se aplica en un doble senti- do, no siempre especificado. A nuestro entender, existen dos realida- des picarescas: una, de filiacién literaria, y otra, de indole social. Am- bas componen la fauna genérica de lo picaresco. Definiriamos el gé- nero picaresco como aquella filosofia que acomodaticiamente acep- ta el orden establecido, en beneficio propio, y que se burla o critica, a la vez, el convencionalismo social que permite esta situacién. La filosofia picaresca se rie de la sociedad, de sus prejuicios y, en ocasiones, de lo que considera sus mitos (amor, honor, patriotismo, tra- bajo, virtud...) con amable sonrisa o punzante sarcasmo penetra cn la sustancia de la realidad para liberarla reflexivamente de lo super- fluo y presentarla al desnudo, como una serie de valores puros y uni- versales, desprovistos de artificio. La picaresca social esté integrada por una serie de tipos vivos 966 MARIA CASAS DE FAUNCE rtenecientes a una determinada categoria, Ia baja en una u otra de Sip sooalidadas la econémica, la moral o ambas combinadas. A este grupo pertenecen don Lope Ponce, hijo del Vicario de Carmona, Alon- so de Contreras, el Duque de Estrada o Torres Villarroel, En ocasio- nes, hallamos picaros de filiacién quijotesca. Picaros que vivieran mol- des literarios similares a los del hidalgo manchego en el 4mbito caba- lleresco, aunque, claro esté, sus enfoques difieran. Documentan la separ poser ged windiagcgersstearapecr diversas Jenguas, como, por ejemplo, la History of Vagrants la grancy (London, 1887) en it , de Ribton-Turner y, en espaol, qui- siéramos destacar Sociedad y delincuencia en el Siglo de Oro (Grana- da, 1971), basada en el manuscrito granadino del padre Pedro de Leén (S.1., 1545-1632) y editado por Pedro Herrera Puga. i La literatura picaresca ¢s simplemente una categoria estética. Sus manifestaciones siguen corrientes y modalidades literarias de diver- sas indoles (poética, dramética, narrativa, etc.), aunque en ocasiones se habla de «género picaresco» como sinénimo de «novela picaresca». La picaresca literaria es exponente de la filosofia anteriormente expuesta y corresponde al grupo de Ia denominada «literatura com- ». Asi considerada, tan picaresca es la obra de Luciano de Samosata (2125-1927) titulada El Pardsito, como Lazarillo de Tor- mes. En ambas obras, sus respectivos autores exponen i} mente el valor de lo acomodaticio, haciendo que sus protagonistes traten de justificar su «libertad de estado» y su «cumbre de buena fortuna» por medio de unas experiencias vitales aprendidas del me- dio social correspondiente. Varia la indumentaria del picaro. Y unas veces puede llevar toga, otras calzas, armadura, tricornio, hébito, faldas, pantalones, sarape..., lo que quiera vestir, pero la apariencia externa no altera su esencia de observador y ta que acusa y, para mayor impacto, divierte. La aportacién espafiola al género consiste en haber cristalizado elementos dispersos, presentindolos en forma ventajosa a sus sitos y ie pee Es decir, populariza el género literario bajo la for- ma de picaresca. No menos significativa es la segunda contri- bucién espafiola: bautizar al protagonista. Provisto de una aureola de incienso espafiol, el nuevo personaje a otras literaturas, aun- que los criticos, imados por su fuerte y novedoso aroma, hayan tratedo de asociar al picaro como producto inmanente de esa ecle- sidstica Espafia en el! momento de su descomposicién total. El resto, la materia picaresca, puede hallarse en vetas de diferentes geologias. Finalmente, no podemos adentrarnos en el tema «novela picares- ca hispanoamericana» sin tratar de resolver previamente el cadtico Panorama que presenta el término «novela picaresca». Para ello pro- ponemos una solucién basada en principios establecidos por Claudio Guillén en su trabajo Toward @ Definition of the’ Picaresque*. Esta 1 C. Guitutn, «Toward a Definition of the Picaresques, the Iii Congress of Imernational Comparative, Lierasure,’ pp- 255206. ko LA NOVELA PICARESCA HISPANOAMERICANA 967 cleccién no ¢s arbitraria. Se justifica en el andlisis comparativo de los estudios criticos dedicados a la picaresca y en el convencimiento de que, a nuestro juicio, Guillén es cl autor que ha tratado el tema con rigor cientifico, con abarcadora profundidad, no limiténdose al 4m- bito espafiol, y con una visién general que incluye las grandes litera- turas europeas. Su estudio fundamental, The Anatomy of Roguery: A Comparative Study in the Origines and Nature of Picaresque Litera- ture (tesis doctoral presentada ante la Universidad de Harward, Cam- bridge, Mass., 1958), est4 inédito aunque son numerosos los investi- gadores que lo han consultado, tanto en América como en Europa. paces : desia’el ayia seal Go y en prosa, punto de vista de un ente acomodaticio cuya filosofia existencia, subjetiva y unilateral enfati- za cl instinto primario del individuo que no ha desarrollado las fun- ciones espirituales, ni la sensibildad anticipada en el hombre. En prin- cipio, se ocupa de narrar una vida que podriamos denominar vulgar en oposicién al personaje heroico que destaca por sus méritos espiri- tuales. Técnicamente, la narracién sucle ofrecer la complej de dos puntos de vista narrativos: el del protagonista como tal, que a $u vez puede presentar dos matices: a) el del picaro, y 5) el del ex picaro, y un segundo punto de vista que corresponde al narrador in- truso. El relato, generalmente, sigue un proceso lineal, en el que se indican los antecedentes, estado y desenlace o suspenso de la expe- riencia del picaro. El ingenio del personaje es el ingrediente que sirve pars de manifiesto su astucia y presta a la obra el tono fes- tivo de la burla que divierte sepciieee resent echt Pree ee do, reflexivamente, la catarsis moralizante o diddctica i te al género. La novela picaresca puede clasificarse, segiin Guillén, en tres ca- tegorias: 1) novela picaresca en un sentido estricto o clasica, 2) nove- la picaresca en sentido lato y 3) novela miticamente picaresca. Sit- viéndonos de los ejemplos que ofrece la literatura espafiola del Siglo de Oro serian modelos del primer grupo El Lazarillo 0 Guzmdn; del segundo, Hija de Celestina, y del tercero El Diablo Cojuelo. Existe otra modalidad que yo propongo, que se compone de obras en las que se incluyen elementos picarescos sin que su propdsito fundamen- ne escribir una novela picaresca, como en el caso de Fl Qui- La novela picaresca en un sentido estricto 0 clésica, destaca, a jui- cio de Guillén, por ocho elementos caracterfsticos: 1) el picaro, 2) la biografia, 3) una visién parcial de la realidad, 4) un tono reflexivo, 5) un ambiente materialista, 6) observaciones relacionadas con ciertas clases sociales, 7) un movimiento ascendente en un plano social o moral y 8) una aparente falta de composicién. En mi exa- men de la literatura encontré que tres de estas categorias son comunes Hagpe, Chapel Hill (N. C.), International Comparative Literature Association, 168 MARIA CASAS DE FAUNCE todas las obras: 1) visién de la realidad, 2) el tono reflexivo y 3) las observaciones relacionadas con ciertas clases sociales. A esta catego- ria creo debe afiadirse otra que es ¢l elemento de comicidad. El picaro se distingue de otros tipos literarios en que ¢s producto raging coe rier 8 meh lfc gee wreak hr lado. La psicologia jiterario presenta un jrome de co- locacién final, «cumbre de toda buena fortuna», que diria Lazaro de Tormes, enfrentado con una incompetencia vocacional que se preten- de soslayar por medio del ingenio. El picaro se guia por el instinto de unos impulsos primarios en busca de gratificaciones sensoriales y no de goces espirituales. Producto de un ambiente, el picaro se yecta en su mundo como un prisionero del mismo. Su salida el fin del picaro: un cambio de personalidad o la muerte del indivi- duo. Personaje y ambiente, repetimos, son inseparables en la picares- ca literaria. Para evitar un desenlace fatal, que tefiirfa la obra con un posible sentido trigico, tradicionalmente impropio de la categoria artistica, correspondiente 4 un héroe, y no a un ser infimo como el picaro, se prefiere explicar su «caso» particular después de cuyo examen el per- sonaje queda justificado como parésito social que se nutre a expensas de incautos. Otras veces, el autor se ite concretar ¢l intento moralizador de su natracién. Explica el «caso» en términos de un proceso literariamente patolégico: origenes, sintomas y cura. En la novela picaresca, el picaro representa varios papeles fun- cionales: determina el punto de vista narrativo, establece la subjeti- vidad del asunto, mantiene las unidades de accién y tono y, con su ingenio, es autor de la burla que origina el elemento de comicidad, frecuentemente. captado por los lectores como una impresién de lige- reza y diversion. La comicidad mitiga la intencién diddctica de la obra cuyo propésito, de estirpe clasicista, es ensefiar deleitando. Entre tantos juicios dispares como ha originado la novela pica- resca, se destaca rotunda, incuestionable, definitiva una unanii con respecto a su punto de vista narrativo en su modalidad autobio- grafica que contribuye a crear el plano pallet, SEED y perso nal de la visién picaresca. Ademés, genera una ai era de intimo acercamiento entre picaro y lector, sin barreras que perturben su in- mersi6n en el mundo del narrador, de un impacto directo en la mente receptora. La novela picaresca sensu lato es aquella en que las caracteris- ticas previamente esbozadas se transforman, preservando ciertos ras- 0S que son indipensables para que la novela continde siendo pica- resca. Compartimos las opiniones de Claudio Guillén y de Lazaro Ca- rreter cn la creencia de que un cambio en el punto de vista narrati- vo, el elemento autobiografico, no debe ser razén para que una no- vela deje de ser picaresca. Por otra parte, una aventura, narracién episédica, una sdtira so- Gial o un caso de necesidad material, tampoco constituyen un ejemplo de esta categoria. A esta breve lista, afiadirlamos que tampoco son LA NOVELA PICARESCA HISPANOAMERICANA 969 picarescas las novelas en torno a un personaje socialmente margina- do (ladrén, criminal, pirata, usurero, trapisondista o arribista), ni a un individuo perteneciente a las bajas esferas (un criado —por mis amos que tuviera—, un mendigo, un proletario, etc.). Quisi¢ramos ¢s- ere que la conducta delictiva del picaro admite gradaciones. Sustancial de esta categoria sigue siendo la existen- cia : - filosofia vital Picaresca, preservada en una unidad cstructu- ral, personaje ambiente, siempre permaneciendo la burla como expo- nente del ingenio picaresco. Las mutaciones admisibles corresponden mas bien al nivel de la técnica narrativa, Permitiéndose tranposicio- nes de la materia picaresca (de un hombre a una mujer o grupo de personas), o del punto de vista narrativo (de una primera persona a tercera), 0 de una serie de episodios que pueden reducirse a una sola ilustracién (implicitamente explicativa del «caso»), Nos resultaria oportuno recordar el proceso evolutivo tal y como fuera expuesto por Lazaro Carreter: en la primera ctapa se establecen laa Fespraidistiohion ha ta:ncrlasglcoeace fants aieands so ean can a un supeditado nivel de originalidad 7. Llamamos novela miticamente picaresca aquella que utiliza la de- finicién cotidiana del término picaro expuesta con un toque de lige- reza, comicidad, burla o sarcasmo. La definicién cotidiana ha sido de- sarrollada por la Real Academia Espafiola al Mamar al picaro: bajo, Tuin, doloso, eiale, de honra y vergienza, chistoso, alegre, placente- ro y decidor, Esta lista puede ampliarse con otros sinénimos de pica to como; bellaco, bribon, granuja, canalla, rufidn, vaina, zascandil, pillo, brib6n, astuto, disimulador, sagaz, taimado, travieso, enreda- dor, golfo, guaja, quidam, badulaque, andarrio, modrego, paria, mal criado, infame, ladino, arrastrado, truhén, galopin, tuno, menguado, fresco, caradura, vil, ruin, follén, charrén, belitre, tronera, calavera, «pinta», perdulario, apache, «bala», polizén, indeseable, maleante y «atorrante». Podriamos consultar mas y mas diccionarios de sinéni- mos hasta completar la némina de variantes en toro a picaro, pero no es tal nucstro propdsito, pues con examinar lo ya expuesto nos basta para comprender Ia historia del vocablo y su evolucién semén- tica, Observamos, en la serie anterior, como la palabra picaro conser- " su matiz peyorativo original, aunque trasciende del dambito social al moral. También dulcifica su tono con la acepcién de «travieso» y se americaniza en «a » y eatorrantes, Aforrante devuclve a la palabra su aspecto social, mientras apache le afiade una dosis de cruel- dad que no tuviera anteriormente. Asi, pues, el término picaro osci- la entre significados tan aparentemente dispares como travieso y cruel, dependiendo de la Ean recibida por parte de un critico, de un autor 0, simplemente, de un lector. El fenédmeno, légicamente, ope- BL Peemneo Licanc Cometen, ?. Otra particularidad de Ree eae re eens ales Seat ak Yate nista f de i i as Es 2 = Pefuelas en su obra Mito, literatura y realidad. Asi, pues, el picaro ha crecido, multiplicando sus posibilidades li- terarias, 7 oscilan, como ya dijimos, entre travieso y cruel, mientras, por otro lado, la novela picaresca del Siglo de Oro ha modificado su sentido original para convertirse en vehiculo de nuevas experiencias. Para comprender esta evolucién conviene recordar sus ambigtiedades y las ibilidades ya presentes en los cldsicos =: aspecto éti- 0, ¥: moral, critica social, satira, diversién, vida vulgar, etc. Estos problemas se han manifestado en el proceso de este estu- dio, remitiéndonos a obras ajenas por completo a nuestro tema, si bien en ellas encontramos vidas vulgares, que oscilan entre el prole- tariado y la perversién, la travesura y el alegato. Los elementos pica- rescos de estas novelas merecerian, sin duda, nuestra consideracién, aunque nos desviarian por completo del propésito fundamental de nuestro trabajo, prolongando el total de novelas incluidas, pars, a fin | de cuentas, decir de ellas que no son novelas picarescas, si bien se- 3 L. Zamora PLlowss, Quince Ufas y Casanova, aventureros: Novela histé- rico picaresca, México, Talleres Graficos de la Nacién, 1945, t. I. p. 23. ae C. Pefustas, Mito, literatura y realidad, id, Gredos, 1965, p. 104. decir que se diferencia de las anteriores por su énfasis en lo social © costumbrista y porque ¢l punto de vista no cs cl del picaro, de su picardia, sino el de un observador que ha interpretado subje- tivamente la filosoffa picaresca y la utiliza como medio expositivo de u ideologia, olvidéndose de las relaciones y de la funcién del pica- ro y su ambiente, en la justificacién del «caso» individual de un esta- do de picardia. Chamijo de Roberto Payré; Don Pablos en América (1932) de Enrique Bernardo Nifiez; La vide imitil de Pito Pérez (19383 de José Rubén Romero; Tata Lobo (1952) de Ermilo Abreu Gémez y Aventuras de Perico Majada (1962) de Iidefonso Pereda Valdés. Para finalizar, podemos decir que el examen de la novela hispa- noamericana nos ha afirmado en cl hallazgo definitivo de la existen- cia indudable de una novela picaresca hispanoamericana cuyo caréc- ter, de acuerdo con los libros estudiados, se nos presenta, en gene- ral, estrechamente cefiido a los patroncs peninsulares del género. Jun- to a estas tendencias encontramos rasgos particulares, entre los que destacan la aportacién del tema politico y una cierta dependencia del errant Coe eee compartir de algén modo picardia de la obra, presente en varias novelas. Por otra parte, conviene recalcar una preferencia de parte de Ia novelistica hispanoamericana por la narracién indirecta, predominan- do el autor omnisciente en la mayoria de las obras examinadas, con una inclinacién combinatoria de las nuevas tendencias narrativas vi- gentes cn el momento de su creacién. El estrato social predominante entre los picaros es la clase media baja, si bien entre los hispanoamericanos existen casos de posicién més clevada, como diplomiticos, generales, incluso un presidente. Ejem- plos insdlitos entre los protagonistas de la literatura picaresca penin- sular, por otra parte, presentes en la fauna picaresca social. Curiosa- Mente, no encontramos ejemplos dz mujeres picaras como protago- nistas, aunque la picardia se manifiesta en algunos personajes secun- Por tratarse de un género hibrido desde sus origenes y no falto de , la novela picaresca permite la manifestacién del mesti- zaje comdnmente atribuido a la literatura hispancamericana, aclima- LA NOVELA PICARESCA HISPANOAMERICANA 93 eee Se ee Cones coe em losmiaren, Opes tanto en el lenguaje y en las costumbres como en las condiciones y proble- mas de un pais o de una época determinada. El fluir del tiempo y las nuevas corrientes artisticas que han ido apareciendo, tanto dentro como fuera de Hispanomérica, se han acli- matado estéticamente a la picaresca hispanoamericana para mantener vigoroso un oO tan tradicional y enriquecerlo con asuntos y técni- cas de act . Es esta, a nuestro modo de ver, la contribucién més significativa de la novela picaresca hispanoamericana. En Hispanoa- mérica, la novela picaresca demuestra ¢! mestizaje principalmente en el trasplante de personajes y tipos clisicos del géncro, de situaciones, de ideas y de técnicas que han sido asimiladas y dentro de ffaa ublcacisa wesdctouas por ticdio del:Icagunte verodcalo: de las cos- tumbres locales, de las condiciones regionales y de todo aquello que sea familiar al ambiente y a la idiosincrasia del mundo hispanoamericano. Muchos casos muestran, ademas, la proyeccién de la realidad y proble- mitica local 0 nacional hacia preocupacioncs universales. Geogréficamente, se destacan las contribuciones aportadas al gé- nero por paises como Méjico y Argentina, mientras otros, entre ellos Puerto Rico, no han cultivado esta modalidad literaria. Son destacables, en nivel de gran mérito dentro del género pica- resco, Fernandez de Lizardi, Payrd y Zamora Plowes. Hasta donde hemos estudiado e investigado, la novela picaresca hispancamericana tiene un vigor y una consistencia que la definen como un género propio; faltaria comprobar hasta dénde la novelis- tica espafiola contempordnea ha continuado este género con igual pu- janza y voluntad. La verificacign de esto queda propuesta para futu- ras investigaciones, ya que nuestro campo se ha limitado por hoy a estudiar la novelfstica picaresca hispanoamericana,

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