1995 TERRITORIOS SIN MODELO'
Se ha dicho que las periferias urbanas son espacios donde el “sertido del lugar” no
existe, donde la ausencia de historia y la falta de determinaciones locales reducen a
cero la identidad del focus en el sentido clisico. Cuando tanto discurso sobre la
proyectacién urbana ha querido basarse en el respeto y la fidelidad a ese genius
loci, descubrir as periferias como lugares sin dentidad espacial se propone a veces
como una afirmacién liberadora y polémica
‘Sin embargo, se puede partir de un andlisis diverso. Y afirmando que, efecti-
vamente, el sentido clasico del lugar ha desaparecido en aquellas areas urbanas
donde prevalece la discontinuidad de las formas construidas pero, donde los
‘espacios vacios son predominantes, hay otro sentimiento del lugar caracteristico
elde la sensaci6n expectante de los vacios y el de la de indiferencia de las cons-
trucciones.
No estamos diciendo que las construcciones periféricas se definan por ser
indiferentes en si mismas como objetos, sino por ser indiferentes entre si. Es su falta
de diferencias sensibles lo que hace de la periferia un terreno vertiginoso de image-
nes, que los fotdgrafos y cineastas contempordneos han sabido atrapar, pero que
los arquitectos asumimos con dificultad. La fuerza de esos paisajes radica en que la
actividad y la construccién —temas que tradicionalmente tratan los arquitectos—
son siempre mas débiles que la presencia continua del espacio vacio. ¥ ese prota~
_gonismo de los vacios continuos y contiguos aparece como condicién del lugar
periférico precisamente porque ahi nila “diferencia” nila “repeticion*, en el sentido
de Gilles Deleuze,? han ocupado el espacio,
‘Como urbanista, tiendo a ver la caracteristica més atractiva para proyectar la
periferia en esta especial fuerza del lugar. Si superamos la vision grandilocuente de
la periferia como “poblado global’, tecnocréticamente uniforme y atomizado,
y también las tradicionales visiones sélo denunciatorias y regeneracionistas —que
asocian periferia a especulacion, desorden y miseria sin ver mas alla—, nos encon-
traremos frente alas dfcultades estéticas que implica siempre eltrato con el vacio,
pero también con el reconocimiento de un campo de libertad para el pensamiento
urbano que puede orientarse como posibilidad de futuro y aun de presente, sin
limitarse a deficiencias pasadas
Por no tener forma establecida como estructura urbana genérica, los lugares
periféricos son sobre todo ocasién y oportunidad. “Desde Andrea Palladio a Bruno
Taut, a Tony Garnier o a Frank Lloyd Wright, los nuevos territorios arquitecténicos
se han imaginado en los margenes de la ciudad establecida, Los espacios periferi
0s de lo todavia no hecho, solicitados sélo por referencias discontinuas de la urba-+ Peter Cook, Arcadian City, 1976.
2 Barcelona 995
5 Centro regional de Metrowest,
Farmingham, Massachussets
+ Publicado orignamenteen AAW, lICento
Aloe: perferiae nuove central nliearee
mevopotane, Rea, Min 1995,
2 DELEUZE, Giles, Diterencieyepecién 1968
Eeicones car. in, 587
5 ftvaldodeltxtode presenaciindel programa
elLabortortrtansme, ‘Projet la
peri Bareeions 199
nidad compacta pero sugerentes sobre todo, han sido por esta flexibilidad e! lugar
de a invencién de tipos formas urbanos.
En las ciudades de Europa, la fuerza simbslica y convencional de los centros
tradicionales ha reducido en los citimos afos laimaginacién de otros tejidos urba-
nos, El pensamiento tipologista y la visién objetual del edificio arquitecténico —su
complementaria paradoja— reruncian a entender la meacla de infraestructura y
vacios, de servicios masivos y pequefia vivienda, de movilidad y de privacidad,
como el terreno figurativo para formas urbanas mas contemporineas. Y el esfuerz0
de arquitectos y urbanistas parece haber seguido demasiado de cerca el interés de
financieros y politicos por la recuperacién de las ciudades centrales” >
LA PERIFERIA VIL Y LA PERIFERIA ESPLENDIDA
Han pasado cinco aos desde que se escribieron estas lineas, y la palabra periferia
aparece de nuevo como una palabra estropeada, En cinco afios la industria de a cutu-
ra arquitectonica —las revista, las conferencias, los congresos y toda casta de work-
shops—hahecho de un concepto util, polémicamente restablecido parala discusion
intelectual, un tépico de moda que quiza s6lo repite palabras y alertas superficales.
Hace pocos afos era dificil separar la idea de periferia del tono denunciatorio
con que, enla década de 1970, se habia unido ala critica del crecimiento residencial
especulativo, La periferia de la década de 1970 era un concepto dialéctico que se
relacionaba con una discusién ideolégica de la ciudad en términos estructurales de
centro-periferia, ciudad-campo, industriaterciario, privado-pablico, promotor-
usuario. Las graves deficiencias de accesibilidad, servicios y urbanizacién que se
evidenciaban en los nuevos suburbios de residencia masiva, en el extrarradio de las
grandes ciudades, introducian, junto con el descontrol de arquitecturas nunca bien
tratadas porignorancia o carestia,o por amivas, la sensaciOn de ser lugares urbanos
donde la continuidad con la ciudad central se habia perdido por completo, y con
ella el sentido de participacion de sus moradores en las ventajas de la ciudadania.
No es éste el lugar para repasar todas las reflexiones, experiencias y posturas
que, sobre las periferias de las ciudades europeas, vieron las décadas de 1970 y
1980, sin duda un periodo fértl en intenciones y experiencias, y todavia bastante
incomprendido en susresultados, En todo caso, comparten esa identificacién de las
periferias metropolitanas con la especulacién abusiva, con el déficit de infraestruc-
turas y con la segregaci6n explotadora del espacio social. La perferia vil esté pre-
SOavnois9a135 SoLx3L
ou168
sente tanto en el neorrealismo italiano como en El Jarama de Rafael Sanchez Ferlo-
sio 0 en el pijoaparte de Juan Marsé,* y la arquitectura progresista respondia a esa
periferia vil propaniendo la propiedad publica del suelo, los barrios piloto, la disci-
plina urbanistica y las mew towns. Algunos intentos més refinados, como las pro-
puestas de “ciudad-territorio" o de "metropolicentrismo", que empezaban a com-
prender que la denuncia dialéctica no se superaba, a la larga, comparando la
periferia con la ciudad central, sino imaginando un territorio urbano més complejo,
tuvieron el éxito intelectual que merecian, pero no su aplication practica
La periferia vil continaa presente. Todavi
hoy solemos leer repeticiones del
término “periferia’, en general de cardcter ideologico, aplicado como categoria
sociolégica, denunciatoria de deficiencias respecto a un paradigma de ciudad
homogénea, con poco esfuerzo teérico para aceptar lo que de especifico tiene
como condicién urbana porque, a prior, se rechaza. Evidentemente, las grandes
ciudades han seguido creciendo con gravisimas deficienciasy escandalosas corrup-
telas, Las condiciones de vida, de transporte y de cohesién social de sus habitantes
son dramaticas en muchos casos. Con todo, la respuesta a estos hechos seria dema-
siado corta siinsistiéramos solamente en el estigma negativo y opaco de la periferia
vil, que, sin embargo, tenemos bien presente aun cuando hablamos de aproxima-
ciones positivas ala periferia
También en la década de 1970, un trabajo seminal de Melvin Webber, en ple~
ro furor estructuralista funcional, interpretaba la periferia como el estadio terminal
de las ciudades, como la formula ttima ala que el progreso tecnolégico y la comu-
nicacién miitiple podian llevarnos. La socializacién del individuo no tenia por qué
producirse en un espacio comin —Ia cludad—, yla"vecindad” (intercambio y con:
tacto) podia producirse sin proximidad (propinquity). La ciudad total de Webber>
descubria en términos urbaristicos la aldea global de Marshal Mc Lughan, y abriala
puerta a una visi6n optimista de la dispersién territorialy ala superaci6n del modelo
urbano compacto. Ni contigiiidad ni continuidad eran ya requisitos de una urbani-
zacion global en la que todo tipo de medios de comunicacién habian vencido ala
geogratia, La “frccién del espacio” que tanto habia preocupado a los te6ricos de
la economia espacial, y que estaria en el origen de la existencia misma de las ciuda-
des, era, porfin, nulao de una importancia casi despreciabl.
A aquella emblematica proclama podemos referir el desarrollo posterior, enla
década de 1980 sobre todo, de una justificacién elogiosa del desorden territorial y
del empirismo periférico. Las Vegas segin Robert Venturi, Blade Runner, la metati-
sica espacial de Wim Wenders, y desde antes, el empirismo periférico de David
+ Manuel de Sola Morales, Perifera abrupta,
Montigals,Badslons, 286,
2 Manuel de Sols: Morales, UHospitalet,
Barcelona, 997
3 Manuel de Sola Monies, Sant Nazaire,
1995:
4 Shsdel Zago Kips, Metapolis, Los
Angeles, 1991.
'5 Manuel de Soli Mor
Roterdam, 1992.
Alexanderpelder,
4 SANCHEZ FERLOSIO, Rafal, arama 953,
Ediciones Destin, Barcelona, 20064; MARSE,
an, Ctimastacdes con Teresa 966 Sex ara,
Burcelons,2005"1y MANE, han, Randa del
Gina 984), Edi Crea, 2009.
5 WEBBER, Melin, “El odenen a vers
caida in prosinida [963], en WINGO,
London, Claes yespicio, kos Tu, Viasat
ear, 576
6 SOLA MORALES, Maruelde, “The cute of
Description” en Perspecz 25. Yale, 983.+ Hockney y el pop art, introducian una atencién y una estima a los espacios vacios
y descompuestos que pronto desembocaria en la presentacién espléndida y pos-
moderna dea perferia, Los suburbios americanos, los centros comerciales, de ocio
y de deporte, talleres, gasolineras, almacenes, garajes y servicios repartidos con
accesibilidad difusa, sefialan las imagenes de un territorio hecho de carreteras y
mas carreteras,
Elconsumismo acritico se extiencle también asi al territorioy, en algunos casos,
‘se nos proponen la espontaneidad, la urbarizacion difusay la coordinaci6n indirec
ta1no solo como tendencia sino como modelo, y el teritorio resultante no tanto
‘como lugar de tensiones sino como periferia espléndida y admirable.
Laverdad es que la aceptacion acritica de la periferiaespléndida, las defensas,
a priori del desorden periférico y los elogios estéticos del caos urbano como para-
dligma figurativo no son faciles de sostener més allé dela intuicion incial. Todavia
% conocemos muy poco, sorprendentemente poco, nuestras periferias urbanas,
ynuestra cultura ha aplicado pocos instrumentos a su experiencia. No tenemos hoy
tuna explicaci6n comparable a la que hace treinta afios proporcionaron, por ejem-
plo, las escuelas francesas de geografia humana. Pierre George, Yves Lacoste,
Maximilien Sorre, Georges Chabot y, antes, Paul Vidal de la Blache, Jean Tricart,
‘Maurice Halbwachs o Hans Bernoulli habi
‘creado las categorias para la compren-
sin de las distintas areas urbanas, y casi toda la taxonomia que usamos todavia
= responde a aquel entendimiento compacto de la ciudad (concéntrica, monocén-
«< trica, policéntrica, centro-periferia; zona industrial, detransicién, suburbio, arrabal,
y)! e- centro de negocios, comercial, de transporte, ciudad-mercado, ciudad-puente,
da @ a a? ciudad-puerto, ciudad-regién, etc.)
Hy & « La periferia espléndida no dispone de un arsenal taxonémico equivalente. Pero
c a
. tampoco lo tenemos en los campos mas amplios de la observacion y de la critica. El
cine y la fotografia son, ciertamente, los grandes maestros de la geografia urbana con
temporanea,y tenemos que valernos de sus representaciones paranuestro progreso.
No obstante, los arquitectos apenas hemos avanzado en el conocimiento analitico
que la arquitectura y el urbanismo precisan para actuary para avanzar en el conoci
rmiento de las periferias. Muchas palabras se abocan en el esfuerzo por definilas,
pero tienden a recurrirconstantemente ala metafora y la imagen, més que ala des-
ripcion. El debiltamiento actual de la cultura de la descripcion,® aparece aqui tam-
bien como uno de los riesgos que mas cobran fuerza en nuestro momento, y la ten-
ddencia a sustitur la descripcién por lafiguracién (imagenes, metafora, analogias) nos
impide avanzar con seguridad en el dominio intelectual de las periferias urbanas,
SOaVNOIDD3135 SOLXSL
69170
PROYECTAR LA PERIFERIA
En el Laboratorio Internacional de Urbanismo, “Proyectar la periferia", que inicia-
‘mos en Barcelonaen la primavera de 1991, y que hemos repetido por cuatro afios,
intentamos una aproximacion a los proyectos y a las ideas aplicadas alas periferias
de distintas ciudades europeas, no entendiéndolas negativamente como degrada-
cidn dela ciudad central, sino, al contrario, como territorios activos del posible pro-
recto contemporéneo de metr6pol
No hay duda de que, en este planteamiento, partimos de una actitud positiva
sobre las periferias urbanas. No sélo eso, también de la conviccién de que se trata
de un tema prioritario para el futuro de la ciudad europea. Pero queremos ver la
periferia como un dato concreto, como un lugar de caracteristicas fisicas precisas,
de in-diferencias e identidades, de formas y distancias, materiales y movimientos.
Noes facil. EIhecho de que muchos talleres del Laboratorio eligieran para el trabajo
problemas de periferia muy determinados por fragmentos de la ciudad preexisten-
te muestra la preocupacion de sus responsables por una actitud terapéutica, aun
apreciando las oportunidades proyectuales de los lugares elegidos.
Pero “proyectar la periferia” es hablar de una idea que no necesariamente
coincide con el campo geografico de la periferia existente. Proyectos de periferia
pueden hacerse, desde luego, para recuperar algunos desgraciados suburbios
preexistentes, pero también para crear otras periferias validas ex novo. € incluso
hay proyectos periféricos dentro de las ciudades centrales 0 proyectos periféri-
cos sin lugar, “atopicos” 7
Pues si las imagenes plésticas de lo periférico abundan ya como dato estético
no tiene sentido imaginar propuestas urbanisticas, social y arquitectonicamente
positivas de estos fenémenos sin necesidad de ‘recoser” o “monumentalizar” Io
cexistente? No hay pensamiento nuevo de como integrar edificios, vacios y accesos
construyendo lugar y paisaje de forma simultinea? ¢Ha de ser a idea del fragmento
necesariamente una excusa autojustifcativa, o podemos crear fragmentos con sen-
tido estructural de alcance més amplio? La “repeticion sin concepto” ala que alude
Gilles Deleuze, no puede sustiturse por una “diferencia sin repeticion
‘Alo largo de los seminarios del Laboratorio, varia ideas aparecieron con cierta
fuerza inicial Por ejemplo, trabajar con el concepto de “resistencia” material (Rober-
to Collova) dada por trazados, arquitecturas y limites topograficos preexistentes
que definen, en sus distintos grados de dureza, las formas propias de la periferia
dlistintas de las de la ciudad ordenada, 0 laidea de la “destruccién del lugar” (Enric
Miralles), también definiendo la periferia como algo que estéen larmateria fsica de
7 GREGOTH, vitor, ‘Delastopi’.en UR3/,
Barcelona, 192.tn lugar hist6ricamente determinado, pero sobre el que hay que actuar ala contra,
borrando. Afrontando como “monumento" o“nicho" (Carsten Juel-Christiansen)
tratamiento de los lugares no urbanos 0 no transformados en el sentido clésico.
‘Mientras, otros talleres (Adriaan Geuze-West 8, Alex Wall, Lucio Semerani-Gigetta
Tamaro, Henk Dall-Meccanoo, Wolf Prix-Coop Himmelblau) planteaban separar lo
circunstancial de lo periférico a través de un salto a escalas mayores de los modelos
y mecanismos de proyecto.
LA DISTANCIA INTERESANTE
Es importante reconocer las condiciones espaciales especificas de las periferias. En
las que, convencionalmente, entendemos como espontaneas, la distancia entre los
cbjetos construidos no es casual, los espacios entre ellos si. Criterios de localizaci6n
de actividades, preferencias de acceso, ventajas de publicidad o, por el contraio, de
escondite, explotacién individual de topografias o vistas preeminentes, priman el
emplazamiento de os edificios, sin respeto a un orden previo de conjunto. Hay ahi
un sistema de distancias que organiza los emplazamientos y que constituye lalogica
escondida de la ocupaci6n del territorio: distancia ala finca vecina, distanciaal mar,
distancia ala ciudad o al aeropuerto, distancia al metro mas préximo, distancia ala
calle o ala carretera
Todo un tejido de distancias relativas sitia de forma progresiva usos y edifi-
ios, a partir de las relaciones de cada unidad activa respecto a todo el sistema
metropolitan. Directamente, sin pasar por una homogenizacién horizontal por
grupos o familias, de edificios 0 de usos. El dialogo entre edificio y sistema urbano
es individual, lo que no quiere decir que sea directo, sino que pasaatraves de infra-
estructuras y servicios que resultan ser, asi, laforma més general del territorio urba-
nizado.
La colocacion, aparentemente erratica, de fragmentos de calle, fébricas,tale-
res, almacenes, restaurantes de carretera, gasolineras, discotecas, parques acuati-
cos 0 prehistéricos, granjas, centros comerciales, expositores de muebles, parques
de oficinas, etc., puede ser analizada en términos de uso del suelo e intentar plani-
ficarse con categorias actualizadas de zonificacién: strips, centers, parcelaciones,
areas de servicio, nudos de comunicaciones, parques temticos, et.
Pero este progreso zonificador no llegaria a servir, como en las tradicionales
onificaciones tipolégicas, para reconocer las maneras distintas con que operar en
SOawNOIDD3T35 SOLxaL
te1m
elinterior de esas zonas. Y fatalmente tiende a separar unas de otras, creando recin-
tos auténomos con cierta distancia de respeto, en apariencia neutra, y convencio-
rnalmente “libre” o verde", que evite conflictos de vecindad en el funcionamientoo
cen la forma,
Ladistancia entre zonas 0 paquetes autonomos es la ley —negativa— por la
que. de hecho, se construye la periferia. Una ley que cruza la superficie del terri
torio con medidas, y donde la distancia es siempre entendida solamente como
dato defensivo, ignorante de relaciones y propositive de nada, sin interés propio,
de forma casual
Con todo, el juego de esas distancias podria convertirse en un juego intere-
sante. En realidad lo es, cuando vemos la riqueza de situaciones que produce y
las posibilidades de interpretacién estética, arquitecténica y paisajistca de esas
situaciones. La proyectacion de la periferia puede conjugar la autonomia y la efi
ciencia, que som las dos condiciones necesarias para una periferia positiva, con el
entendimiento de los vacios como distancias "interesantes", criticamente elegi-
das por su capacidad figurativa y por su racionalidad ecolégica y paisajistica. No
se trata de pensar en los vacios periféricos como areas que proyectar en si mis-
mas, sometidas también ellas ala disciplina de un disefio —mas o menos mini-
‘mo— de zonas verdes 0 naturales. Quiza deberiamos dejarlos sin forma, pero
reconociendo su valor abstracto de distancia, y haciendo de esa distancia un
argumento compositivo de la forma urbana periférica
Trabajar con distancias no es trabajar con los vacios como objetos. Es casi lo
contrario de ese ingenuo descubrimiento de recientes diseAadores que han crei-
do ver en los vacios —urbanos, periféricos o exteriores— la ocasion de conver-
titlos en objetos, en solares para edifcios a cota cero, en arquitecturas sin volu-
men, Esa banalidad ya ha demostrado conducir solamente al hiperdisefio, y al
cansancio.
Las distancias son medidas sin cualidad, son ritmos de presencia y ausencia
‘Como los silencios musicales, ayudan a entender las frases sonoras por el ritmo de
las pausas, y por la espera constante del intervalo. Mas ain, podemos pretender
que el proyecto dea periferia utlic las construcciones para hacer sentirlos vacios
igual que Frederic Mompou perseguia, con la belleza de escasisimas notas, hacer
cirel silencio, crearlo.®
Trabajar con las distancias, hacer de su dominio una experiencia cultural, es lo.
ue las periferias metropolitanas permiten y agradecen. La suma de distancias,
como una inmensa integral, permite un juego estratégico en el espacio. Como las
8 MOMPOU, redee,“Mascacalc’s en
Paquet suites parplno, Bucelons Parisfarmacias en la ciudad, que deben alejarse distancias minimas de su vecina mas
préxima. En las periferias planificadas, son las normas de minimos las que actaan
mas decisivamente. Minima distancia entre casa y calle, entre valla del jardin y
fachada, entre vehiculos y peatones, entre carr bil y tranvia. Pares de lineas para-
lelas corriendo sobre el terreno, marcando limites invisibles que ocupan el espacio
entre edificios, que sera vacio de uso y de significado, pero en cambio lleno de
medidas obligatorias. Distancias minimas que hay que curplir
Distancias maximas también, entre casa y escuela, entre comercio y transporte
pblico, entre campo de juego y centro urbano, con una logica del bienestar social
que la urbanistica funcionalista quiso imprimir con leyes de fuego. Distancias para
elasoleo y la sombra, para defenderse del ruido y las vistas, para la seguridad entre
vehiculos y personas, para dvidirel suelo privado y el publico. Resultado: los vacios
Lurbanos guardan distancias minimas o maximas, estan llenos de ellas, pero carecen
de refiexion sobre el interés conjunto de esas distancias. Pero en el espacio urban
como en el suprematismo, o como en los bodegones de Giorgio Morandi las dis-
tancias interesantes estan cargadas de intencién sobre la separacion positiva entre
varios objetos diferentes.
Sin embargo. la pérdida de regularidad clisica, constante hasta el urbanismo
‘moderno, reclamaba en cambio otras regularidades en la tipologia, el material, los
us05, los vollimenes. La explosién de las reglas urbanas que el movimiento moder-
‘no produjo, al liberar la posicién de los edificios de las alineaciones viarias y sustituir
las tradicionales condiciones de continuidad por la repeticién voluméttica y tipol6-
gica, ha resultado ser menos convincente a medida que se extendia a escalas mayo-
res de actuacién. Las periferias urbanas actuales muestran como el valor de las
separaciones y distancias cambia al crecer la escala del territorio urbano, y ello
resulta especialmente evidente observando, a gran escala, la multplicacién de peri-
ferias planificadas.
Acssa gran escala, se dra que estamos volviendo a un modelo gotico del espa-
cio, Su falta de regularidad podria proyectarse desde la ley de las separaciones
mutuas como juego regulador. La forma de las distancias vacias es el tera, y el
protagonismo de la separacién es laalternativa periférica alacontinuidad unificado-
ra, gran virtud de la ciudad tradicional compacta. Ganamos en libertad, perdemos
‘en método: el urbanismo de la periferia puede ser quiza la construccién de episo-
dios por inducci6n y estrategia, La deduccién, aqui, se encalla enseguida.
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