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No siempre fue asi. Es lo que habitualmente decia mi madre, logue repetia una y otra vez como si fuera un conjuro capa, de borrarlo todo. Las excusas de mamé ante cada nueva marca en su ros- tro, en sus brazos, en su cuerpo, alimentaban mi imaginario ‘como el cuento que dicen que te leen antes de dormir. Lle~ guéa creer que mi madre era una tonta o que un demonio la torturaba por las noches, una especie de posesién que habia visto en una vieja pelicula y que me obsesioné al punto de investigar sobre los entes que se apoderan del cuerpo hu- Es fascinante todo lo que se puede encontrar con solo es- cribir “posesin” en Google. La lista parece infinita, pero va ‘as allé de toda ficcién. Las historias basadas en hechos rea~ les, como el caso de la pelicula, me impactaron. Hubo noches {que no pude dormir por ver esos videos en los que los cuer- pos se sacuden sin razén aparente. A mama debia pasarielo ‘mismo, por eso las marcas. Era eso. Estaba convencida, Se lo dije a mi hermana. Pero clla rio tan fuerte que no me dio oportunidad de defender esa hipétesis, Insist. Pero no hubo caso. —iQué imaginacién la tuya! Siempre igual. Deja dé tantas pavadas, que te hace mal. Flor es la mas grande de las dos. Me leva cuatro ais ‘Atin mantengo fresca en mi memoria su fiesta de quince. Llevaba un vestido amarillo como el de La Bella y la Bestia. Fue en a casa de mis abuelos, en Pilar. Fue un sueno. Asado, pileta y un gran baile bajo las estrellas, con DJ y luces que parecian salidas de una nave espacial. Si, soy una freaky, lo confieso. Recuerdo que intenté mantenerme despierta todo el tiem- po. Esa fue una de las primeras noches que pasé en vela. No queria perderme ningun detalle Estoy segura de que fue unos dias después de la fies- ta cuando le vi a Flor una marca parecida a las de mama Cuando le pregunté qué le habia pasado, me respondié que se habja cafdo, que iba como loca con los rollers y que no pudo frenar a tiempo. Le cref ese y otros tantos pretextos. Las historias de mama y de Flor eran cada vez mas elabo- radas. Pensé que la torpeza podia ser un mal genético. In- dagué en el tema. Me preocupaba seriamente que pudiera heredar ese nivel de estupidez. Mantuve esa tonta paranoia hasta que fui yo la que tuvo su primera marca. Recién ahi supe de dénde provenian esos moretones, esas cicatrices que no solo quedan en el cuerpo. La mia no fue por una trompada, como esas que se ven ‘en las peliculas, sino por un apretén. Uno muy fuerte que se dibujé en mi brazo luego de querer zafarme. No quise seguir jugando en la pileta. No fue como otras veces. Sus manos me tocaban de manera diferente. Su mira- da y su aliento eran distintos. No era él. No parecia ser pap4. Algo le pasaba. {También estaba poseido? :Mi familia estaba maldita? Dicen que hay espiritus que se apoderan de las casas y toman el control de cada uno de los que habitan alli. 2¥ si estaba pasando eso? Cémo podia saberlo? ‘Cuando Flor vio mi brazo, me pregunt6 qué me habia pa- sado. Yo también inventé una excusa tonta. No me animaba 4 contarle que algo raro estaba pasando con papi. Quizie era una idea mfa, cémo podia saberlo. Sospechaba que lo habian cambiado, pero no podia decirlo hasta estar del todo segura. Cémo iba a explicar mi teoria si no tenia pruebas. No bastaba con decir que nuestro padre habia cambiado, que se notaba en su mirada, en su modo de hablar, en lo que hacia, hasta en su respiracién... {Cémo? ‘Creo que pasaron dos o tres semanas hasta que volvi a quedarme a solas con él, Estaba en mi habitacién cuando se aparecié sin tocar la puerta. Se lo veia contento porque le habian cambiado la guardia en el hospital. Hace mucho que quiero hablar contigo, pasar un tiem- po juntos —me dijo. Me sentia extraiia, incémoda, no como otras veces. Tam- bién tuve miedo. Si, miedo. Es cierto que siempre me acusaron de tener una gran ima- ginacién para todo. “Una inventora de historias” solia decir mi mama, Hasta en el colegio tenfa esa fama. Por eso llegué a temer que lo que me estaba pasando en realidad ocurriera solamente en mi cabeza. Que las peliculas y los libros que habia visto y leido, de alguna manera, influyeran en mi for- ima de ver y actuar. Podia ser... Por qué no? Quizas era mi mente la que estaba generando todo esto, la que no me per- mitia ver con claridad, la que estaba deformandolo todo. Intenté, juro que intenté que mi imaginacién no me em- pujara a sentirme tan extrafta con ély me obligué a tratarlo como siempre lo habia hecho. Negué todo lo ocurrido. Ne. gué mi marca en el brazo, las de mamé y las de Flor. Quis sofiaba despierta, solo fantaseaba. Era probable. Quién no fantase6 alguna vez? ;Quién no se sinti6 observado, perse guido? Quizis esto era lo mismo. Podia ser. ‘Asi que me relajé y me animé a preguntarle por sus i timas cirugias. Es un gran cirujano, uno muy reconocido, Salvé muchas vidas, Su consultorio siempre esta a full y, en cel hospital, para muchos es un héroe. Todos hablan de ese dia que en una urgencia salvé la vida de un bebé que habia Iegado casi muerto, rescatado de la calle, envuelto en una bolsa de plastico. También logré que un hombre volviera a respirar después de darle varios golpes en el pecho. Es0 lo vi Papa era una especie de Dios. En la habitacién, sentado en mi puf violeta —que en ese entonces era mi color favorito—, me conté algunas emer- gencias que habia atendido en el hospital. La lista parecia no tener fin. Hasta que se detuvo en el caso de una chica de ‘mas o menos mi edad, dijo que tenia doce o trece aiios. Tuvo que hacerle, segiin él, una cirugia muy compleja. Me tomé del brazo y simul6 cada corte en mi. Ya lo habia hecho otras veces... pero todo cambié cuando hizo la iiltima incisién, el ‘ajo final ‘Comencé a llorar. Tenfa una nueva cicatriz. No hubo ne~ cesidad de un bisturi. No grité, no dije nada, Solo lloré. —Tontita —dijo—. {No querias que te contara? No te pongas asi, Solo queria mostrarte lo que hice. Yo sabia que no era solo eso. Yo sabia que no estaba bien. — {Por que? Pregunta la mujer sentada frente a mi garme y sin compadecerse, Solo escuch, én cuando interrumpe con una pregunta zada,y controla casi obsesivamente la I Hace calor en este cuarto. Siento que serla dnica, 0 el resto lo disimula bien, 7 que eatin detris de la mesa se mantiencs inewionn miran sin siquiera regalar una minima mueca, il Tomo el agua del vaso que colocaron cerca de mi, Le fal ta frio. No importa, necesito una excusa para respirar y asi poder continuar. —Lo que habia pasado ese dia no estaba bien —aclarofir- me, como si necesitara defenderme- La lapicera de la mujer que escucha, que pregunta, atra- viesa la hoja de un lado a otro. Es zurda. Tiene el bloc co- locado de manera extrafa bajo su brazo izquierdo, Esté ca- sada, leva un anillo y parece no importarle que una de las mujeres sentadas a su lado golpee con fuerza el teclado de una notebook. Lo que habia ocurrido ese dia era prueba suficiente para demostrar que papé no era el mismo. Me mira sin juz- toma nota, de ver simple, hasta for- roja del grabador ‘me ahogo. Parezco Cuando Flor llegé a casa, me animé y le conté lo que ha- bia pasado. Me miré como si supiera de lo que le estaba hablando. Me abrazé fuerte y me pidié que no dijera nada. Que si hablaba, podriamos perderlo todo: a mamé, a paps, Ja casa... Estaba segura de que nos iban a separar, que Is gente iba a hablar mal de nosotras. La escuché sin entender. Le dije a los gritos que parara, que yo sabia lo que pasaba, que podia explicarlo todo, que podfamos tratar de que las cosas volvieran a ser como antes. Solo debjamos encontrar Ja manera de ayudarlo, de sacar al usurpador que estaba en el cuerpo de papa, —Papa no es papé —grité—. ¢Lo entiendes? Papa no es papi. Flor me abraz6 y lloramos juntas. Ese mes, el monstruo —decidi llamarlo asi— visit6 mi ha- bitacién tres 0 cuatro veces més, La ultima me hizo hacer algo que me avergonz6, me asqued. Me enojé tanto conmigo misma, que dije que era hora de hablar. Tenia que buscar a alguien que me ayudara, que entendiera en serio lo que estaba pasando. @Un exorcista, tal vez? Una ver. habia leido algo sobre un sacerdote, pero en casa nunca fuimos muy creyentes. Solo ‘me bautizaron y lo hicieron para no sentir culpa por si algo me pasab: Ete mismo dia, me met otra vez en internet a buscar mis informacién. Asi descubri una escuela que te ensefia cémo hacer el proceso de liberacién. En realidad, te prepara para asistir en la lucha contra el demonio. Segiin parece, hay de- ‘monios de todo tipo, capaces de adentrarse por completo en el cuerpo de una persona o de objetos inanimados. Hay mi- les de peliculas que muestran muttecos poseidos. Miré un montén de documentales sobre el tema y me puse encontacto con un asesor dela escuela a través de un mail. Le ‘conté que sospechaba quea mi marido(obviamente le menti) le estaba pasando algo raro, que parecia otra persona, que hacia cosas que nunca antes habia hecho. Le dije que estaba convencida de que algo se le habia metido y que lo estaba transformando, que temia que lo perdiéramos para siempre. Me sugirié que antes de ponerme en contacto co éleora y maestro de la escuela, euniera pruebas. Me pidie gue rezara por la mafiana y por la noche. Le dije que no Zubia. Me mand6 la oracién del Padre Nuestro, del Ave Ma. tia y el Credo, Que rociara las sibanas de mi cama, donde jupuestamente dormia con mi marido, con agua bendita Me recomend6 que pasara por la iglesia més cercana y que recogiera el agua en una botella, Que rociara los espacios frecuentes en los que se movia, que echara el agua en el té oenel café y que intentara “salpicarlo” de alguna manera, Que llevara adelante este plan por lo menos durante diez dias que estudiara atentamente si manifestaba algin cam- bio. Me pidié que lo anotara todo en una libretita para des- pués mostrérsela al sacerdote. En el mail aclaré que lo mas. importante para levar adelante la tarea era tener “FE". Lo puso asi, todo en mayiiscula. Era la tinica manera dehacerlo. —

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