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Leccién 5 La ciudad medieval Con la lenta caida del Imperio romano y todo lo que éste suponja en cuanto a organizaci6n politica e instituciones, el mundo occidental va cambiando de aspecto, y las ciu- dades, las antiguas civitas romanas, decrecen de tal mane- ra que muchas de ellas desaparecen por completo. La po- blacién, entonces, se disemina por todo el drea rural, dejando de estar agrupada en grandes concentraciones. Este hecho es acaso uno de los més importantes para comprender todo lo que seri la Edad Media y verdader: mente esencial para la inteligencia de su proceso urbano. La Edad Media europea empieza poniéndose a nivel de una rudimentatia sociedad agraria, que seré la base de su economia y de su desenyolvimiento posterior. El régimen sefiorial que se establece en toda Europa, el feu- dalismo, tiene fundamentalmente esta base agraria. El rey cuenta con sefiores feudales que le apoyan y le sostie- nnen en caso de guerra y alos cuales otorga el dominio de 04 Leceién 5: La ciudad medieval vastos territorios, Sobre ellos gobierna el sefior casi con poderes absolutos, obteniendo del campo todos sus te cutsos y sometiendo a la poblacién campesina a una ser- vidumbre completa de vidas y haciendas, El cardcter agrario de la sociedad y de la economia me- dievales modifica sensiblemente el rostro de Europa. El hecho de estar la poblaci6n diseminada hace que, poco a poco, toda la tierra sea objeto de cultivo, cambiando y humanizindose el paisaje; estableciéndose, como ha di- cho muy bien Luis Diez del Corral!, un continua, un trabado y vivo tejido geogrifico humano. El labriego fue la piedra angular de Occidente, cLagro, su morada y su tarea fundamental, «la que contsibu- yeron con el labriego, el monje, el noble, el burgués, el prin- cipe y hasta el emperador en persona, Esta situacién suponfa un contraste y diferencia nota- bles con lo que habia sucedidlo en el mundo antiguo yen el mundb islémico, donde la funcién rectora de la socie- dad habia correspondido enteramente a las ciudades y donde la poblacién se habia concentrado en algunas de éstas de gran desarrollo y volumen. En el mundo islémico, como ya tuvimos ocasién de acentuar, gran parte de la poblacién se acumulé en las ciudades, y la explotacion agraria se reducia muchas ve- ces a cultivos intensivos agrupados en torno a estos cen- tros urbanos. Puede decirse que, en el islam, de la vida némada se pasa, sin un asentamiento campesino, sin transiciones, a la vida urbana, Es posible que el cardctet agrario de la sociedad europea durante la Edad Media 105 Brevehistoria del urba fuera favorecido por las caracteristicas naturales del sue- Jo en Francia, Germania ¢ Inglaterra, que se presta a ese cultivo continuo por sus excelentes cualidades agricolas. En cambio, el campo, para los musulmanes, era la mayo- ria de las veces una pequefa vega 0 un oasis de gran fe- cundidad, en medio de un desierto imposible para todo cultivo. Es, pues, indudable que un determinismo geo- grifico condicion6 también la distribucién demogriica fen unas y otras culturas. Toda la cultura europea durante Ja Edad Media tiene un acusado carcter terricola, como ha observado Luis Diez del Corral, a cuyas pagines, ya citadas, me remito: El carécter campesino de la cultura europea manifiéstase de esta suerte en sus més diversas facetas: en el arte, en Ia vida eclesiistica, en la politica y la organizacién social, en 1a eco- noma y en la vida militat, No implica tal apreciacién una ac- tinud romantica de desvalorizacién de Ia ciudad europea frente al campo. Es evidente que lo més excelso de la cultura europea ha surgido en la ciudady no en el campo -en menor grado, desde luego, que en el mundo antiguo 0 en buena parte del oriental-; pero tratdoase de unas ciudades que eran campesinas por estar envueltas y entaizadas en una $0 ciedad de tal indole, de donde seles origind, paradéjicamen- te, la posibilidad de vacar a otros menesteres y de desarrollat tun tipo de vida y cultura sw generis, de un carter méxime mente ciudadano (pags. 148-149). Sabida es la importancia que en Ia cultura y en la vida medieval en general adquiere la organizacién monéstica Frente al cristianismo griego y bizantino, de carfcter 106 Leccién 5: La ciudad medieval eminentemente urbano, la vida religiosa de Occidente se caracteriza también por esta dispersi6n agraria. El mo- nasterio es un centro rcligioso aislado, independiente de la ciudad y vinculado profundamente al campo. Gran parte de la colonizacién agraria europea fue debida a es- tos centros monacales, que coadyuvaron a dar plastici dad y flexibilidad a ese «continuo» a que anteriormente hicimos mencién Dentro de ese «continuo», de ese tejido geografico hu- mano, se engarzarén las ciudades de una manera perfec: tamente organica sin que se rompa su continuidad ni se altere su estructura. Tampoco serén demasiado grandes. Una ciudad de gran tamafio romperia precisamente la continuidad del susodicho tejido. Asi vemos que, al final de la Edad Media, de la poblaci6n del Imperio germani- co, que comprendia unos 12 millones de habitantes, slo el 10 0 el 15% vivia en las ciudades, Estas alcanzaban, sin embargo, el némero de 3.000, y la razén no era otra cosa que su pequefiez, ya que s6lo 10 0 15 rebasaban los 10.000 habitantes. Se realizaba, por consiguiente, en la Edad Media euro- pea el esquema ideal del asentamiento rural, ejemplo de la colonizacién continua de todo un territorio. Los gedgra- fos han estudiado algunos esquemas abstractos de este tipo, y uno de los més conocidos es el lamado sistema exagonal, en el que por medio de una red de exigonos, que abarcan completamente una extensi6n territorial, se sittian jerarquicamente los diversos centros, desde la mas elemental aldea hasta la capital del condado, de la region o dela nacién, Donde este tipo de reparto jerarquico de Jos centros urbanos puede darse con caracteres mils 107 Brevehistoria del urbanismo gcométricos es precisamente en el asentamiento agratio, ya que otros tipos de asentamiento, como el del némada o el de la civilizacién industrial, no obedecen tan claramen: te a estos patrones. De todas maneras, se comprenderd que no se trata més que de abstracciones muy crudas, que slo muy por encima pueden ayudar a interpretar la reali- dad, no a representatla, Eliseo Reclus, estudiando la dis. tribucién de las ciudades francesas de origen medieval, considera que su relacién espacial parte de la distancia que puede recorrerse a pie en una jomada de ida y vuelta Fig. 21. Mont St. Michel. (Dibujo del autor) La ciudad de los tiempos medios, propiamente tal, no aparece hasta el comienzo del siglo Xt y se desatrolla fun- damentalmente en los siglos XII y xIIl. Antes de este mo- mento dominaba completamente la organizacién feudal agratia de la sociedad. Frente a ésta, el crecimiento de las 108 Leccién 3: La ciudad medieval ciudades se origina principalmente por el desarrollo de grupos especificos de tipo mercantil y artesano. El ver- dadero motivo que da nacimiento a la ciudad medieval, y que en cierto modo es el fundamento de toda sociedad en general, es el comercio y Ia industria, que empieza a despuntar pasado el aiio 1000 cada vez con mas fuerza. Con el desenvolvimento del comercio en los siglos XI y XIl se va constituyendo una sociedad burguesa que se ‘compone no solamente de mercaderes viajeros, sino de otras gentes asentadas permanentemente en estos cen- tros donde el trafico se desarrolla: puertos, ciudades de trinsito, mercados importantes, villas artesanas, etc. En estas ciudades se establecen personas que ayudan a to- dos los menesteres que el desenvolvimiento de los nego- cios exige: armadores de barcos, constructores de apare- jos, de barriles, de embalajes diversos, incluso geografos, paral trazado de las cartas maritimas, etc. La ciudad va por consiguiente, atrayendo un ntimero cada vez mas considerable de personas del medio rural, que alli en- cuentran un oficio y una ocupacisn que en muchos casos, les libera de la penosa servidumbre del campo. Esta so ciedad burguesa, que paulatinamente se va desarrollan- do, es el estimulo dela ciudad medieval. Pirenne ha di- cho que nunca con anterioridad existié una clase de hombres més especifica y estrictamente urbana que la burguesia medieval: Esta burguesfa se encuentra en principio en contradic ci6n con el orden feudal y sefiorial establecido, y de aqui surgen no pocas dificultades para su desenvolvimiento y, en consecuencia, para el desenvolvimiento de las ciud: des. Esta burguesia lo que necesitaba fundamentalmente 109 Breve istoria del urbanismo acre AA Fig. 22. Londres en la Edad Media, ciudad comercial y porta, (Drbuj del auton) era libertad de accién para el normal desarrollo de sus negocios. Desde luego, como ha estudiado Pirenne, no trataba de derrocar, ni muchisimo menos, el orden esta- blecido, que era fundamentalmente aceptado, sin que se discutieran los derechos nila autoridad de principes, no- bles y clero, Lo que la burguesia necesitaba era, simple- mente, franquicia para desarrollar sus operaciones co- merciales. No se trata, pues, de un movimiento politico ni de una teoria de los derechos del hombre, como suce deri, andando el tiempo, en el siglo xvi. Se trata de ob- tener, dentro del orden establecido, las mayores posibili- dades para el desarrollo de su actividad, Al principio, los privilegiados en el sistema feudal intentaron oponerse a las pretensiones de la burguesfa, pero luego se avinieron aellas, adaptindose, ya que prefirieron sacrificar un mal entendido orgullo sefiorial para obtener, en cambio, pin- Leecin 5: La ciudad medieval aiies ventajas materiales que provenian del cada vez més floreciente desarrollo de los centros comerciales La ciudad medieval se constituye, pues, como un area de libertad en medio del mundo rural citcundante, some- tido a un vasallaje casi absoluto, Poco a poco van cayen- do en desuso antiguos derechos sefioriales que impiden el prospero desenvelvimiento de las ciudades. Por ejem- plo, hornos y molinos en los que el sefior obligaba a mo- ler y cocer el pan de los habitantes; monopolios por los que el sefior tenfa privilegio de vender sin competencia en determinados periodos los productos de sus tierras (trigo, vino, etc.); el derecho de requisar viviendas en la ciudad para uso suyo y de sus caballeros en las épocas en que habitaran en ella; el derecho a ‘evas obligatorias en caso de guerra; la prohibicién, por razones estratégicas, de construir puentes, con perjuicio notable para el tréfi- co, etc. Todos estos privilegios, que podian suponer ren- tas y beneficios para el sefior, no compensaban del dazio que con ellos se hacia ni de las ventajas que este mismo sefior podia obtener de una ciudad y de un comercio flo- reciente. Por eso los propios sefiores acabaron por califi- car de pillaje y extorsisn estos antiguos privilegios suyos No se puede separar el estudio de las ciudades medie- vales de su paralelo desenvolvimiento jurfdico por medio, de franquicias, fueros, cartas puebles y otros instrumen- tos legales, que favorecieron su desarrollo, En Espaiia esto dio como resultado la constitucién del municipio, tuna de las instituciones més ventajosas y democriticas de nuestra Edad Media, En Espafia era muy importante fa- vorecer la creacién de centros urbanos capaces de conse- uit una colonizacién de los terrenos conquistados a los aa [Breve historia del urbanismo musulmanes. Para estimular el asentamiento de los colo- nos en nuevas ciudades era muy importante atraerlos con beneficios y fueros especiales. Asi se constituyeron nue- vas fundaciones de ciudades completas y, en algunos ca- 30s, de barrios en ciudades ya existentes, Son frecuentes, por ejemplo, los bartios de francos que aparecen en mu chas poblaciones, sobre todo de Navarra, y que tienen dentro del conjunto urbano estructura y fisonomia parti- culares. Estos francos eran colonizadores a los que se atraia con privilegios y que venian del otro lado de los Pi- rineos. Al final de la Edad Media se furdieron con el res- to dela poblacién espafiola. En general, solfan gozar de los privilegios que correspondian al ciudadano; es decir, al que hubiera vivido dentro de la ciudad durante un de- terminado perfodo de tiempo, la mayoria de las veces un afio y un dia, sin que importaran ni se tuvieran en cuenta otras condiciones de nacimiento, profesidn, etc tras causas, dice Pirenne, influyeron en el nacimien- to de las comunidades. Entre éstas, una de las més po- tentes fue la necesidad, prontamente sentida por los bur- gueses, de un sistema de contribuciones voluntarias para atender a las obras comunales mas ap:emiantes, funda- mentalmente la construccién de la muralla de la ciudad. La necesidad de esta muralla, que caracteriza la ciudad medieval, fue en muchos casos el origen de las finanzas municipales, Répidamente esta contribucién adquirié cardcter obligatorio, extendiéndose no sélo a la fortifica- ci6n, sino a otras obras comunes, como el mantenimien- to de las vias puiblicas. Aquel que no se sometia a esta contribucién era expulsado de la ciudad y perdia sus de- rechos, La ciudad, por consiguiente, acabé por adquirir a2 Leceién 5: La ciudad medieval tuna personalidad legal que estaba por encima de sus, miembros. Era una «comuna» con personalidad juridica propia e independiente. ) Resumiendo todas estas caracteristicas, repitamos la defi- nicién que finalmente estableci6 Pirenne, diciendo que la ciudad de la Edad Media, tal como existi6 en el siglo x11, era ‘una comuna comercial e industrial que habitaba dentro de un recinto fortificado, gozando de una ley, una administea- cién y una jurisprudencia excepcionales que hactan de ella una personalidad colectiva privilegiada (véase Leccién 2, pag. 32). La ciudad medieval, aunque gozaba de todos estos pti- vilegios que acabamos de enunciar, no ¢s, sin embargo, tuna ciudad aristocritica, y en eso se diferencia funda- Fig. 23. Avila, (Dibujo del autor) Breveistosia del urbanismo wd z) Fig. 24 Pisa, Area dela Catedeal 1. Catedral, 3. Bapristerio. 2. Campanile 4, Cementeri, Bjemplo de agrupacién de edifciosrepres is elo der difcios representativos en un érea vents, (Di 14 Leccn 5: La ciudad medieval mentalmente de la ciudad antigua, ya que ésta era ala vez, como ha dicho Max Weber, elasiento de la nobleza y precisamente surgié como tal sede nobiliaria. En cam- bio, la ciudad europea occidental de la Edad Media se siente a si misma como ciudad antinobiliaria, como sede del estado llano o tiers état. En su aspecto fisico, Ja ciudad medieval es también al- tamente caracteristica. En general, pot necesidades de defensa, se sitia en lugares dificilente expugnables: en colinas o sitios abruptos, en islas, en inmediaciones de rios, principalmente buscando confluencias o meandros para utilizar los cauces fluviales ccmo obstéculo para el enemigo. Una situaci6n ideal era la de una colina rodeada por el foso natural de un rio, como, por ejemplo, Toledo, 6 un espolén avanzado en la confluencia de dos cursos fluviales (Segovia, Cuenca). El tenerse muchas veces que adaptar a una topogtafia irregular condicioné la especial fisonomia de la ciudad medieval y su pintoresqnismo! El trazado de las calles tenia que acomodarse a las dificulta- des del emplazamiento, y por eso resultaban irregulares y tortuosas, En general, las calles importantes partian del centroy se extendian radialmente hasta las puertas del re- cinto fortificado,| Otras calles secundarias unfan estas ra- diales, muchas veces formando cfrculo en torno al centro. Fiste es, en lineas generales, el pat:én que se ha llamado radioconcéntrico y que se repite mucho en la ciudad me- dieval. El perimetro de las ciudades, en estos casos, solia set sensiblemente circular o eliprico; resultaba el mis econémico y el de mas facil defensa. El centro de la ciu- dad lo ocupaba siempre la catedial o el templo, por lo cual la ciudad adquirié una prestancia espiritual de pil us Breve histosia del uebenismo mer orden, La misma plaza de la catedtal solia ser la que servia para las necesidades del mercado y en ella se eleva- ban los edificios més caractetisticos de la organizacién ctudadana: el Ayuntamiento o la Casa de los Gremios (Guildhall), esta kima en aquellas ciudades florecientes donde la organizacién gremial habia adquirido gran de- sarrollo. Ain se conservan espléndidos monumentos de este género en ciudades del norte de Francia, de Flandes y de Alemania. Estos ndcleos, presididos por la catedral, que era algo asf como la plasmacién de los anhelos espiti- tuales de toda la ciudad, constitufan el verdadero centro civico de la organizacién utbana. De él, como hemos di- cho, salian las calles radiales més importantes, que en ge- neral eran las tinicas de trfico, Las secundariassolfan set Sinicamente para uso de peatones, Fig. 25. Lugignano (Italia) Tipo de ciudad radioconcé ig 25 Lane p idad radioconcéntriea, 116 Leccién 5: La ciudad medieval En la constitucién de las pequefias ciudades o villas me- dievales no puede perderse de vista la fuerza de atraccién que ejercen Jos grandes monumentos, focalizando toda la estructura de la ciudad, La mayoria de las veces por su prestigio religioso, al que se une, reforzandolo, su valor es- tético, este tipo de edificios sobresalientes, catedrales, grandes abadias, santuatios de peregrinacion, etc., on de cisivos en la morfogénesis de la ciudad medieval. Asi lo explica Pierre Lavedan. En la organizacién del plano se afirman dos ideas directrices, envolvimiento y atraccién. En- volvimiento por una serie de casas de un edificio particular- mente precioso, sea por su valor moral, sea por su solidez material en vista de la defensa: en general, la iglesia, Atrac- cién de la circulacién por este edificio y nacimiento de una serie de vias dirigidas a él, Se tiende asf a un tipo de plano ue los urbanistas llaman «tadioconcéntrico», es decir, he- cho de radios y de circulos, como la tela de arafia’. El mtimero de ciudades radioconcéntricas en el Occidente medieval es vastisimo, desde las que reflejan perfectamente el tipo a las que lo hacen de una manera mas aproximada, Bram, en Francia; Nordlingen, Fridnhausen y Havelberg, en Alemania; Lugignano y Aversa, en Italia; Vitoria y Pam- plona, en Espaia, son ejemplos sobresalientes. Sin embargo, la variedad de esquemas planimétricos de las ciudades medievales es inagotable, por la sencilla on de que no existen ideas previas y todas surgen con crecimiento natural y orginico. Con énimo de hacer una especie de clasificacién, que no deja de ser ingenua, pero que puede ayudar metodolégicamente a ordenar la mul. 17 Breve historia del urbanismo tiforme expresién planimétrica de la ciudad medieval, Luigi Piccinato ha definido asi algunos tipos fundamen: tales: (a) ciudades lineales, Son las formadas a lo largo de tun camino como Stia, la antigua Stigia, ciudad italiana del siglo xt en la que el centro de la calle bisica se ensan- cha formando una elegante plaza potticada. En Espaiia son muchas estas ciudades itinerantes formadas sobre todo a lo largo del camino de Santiago, Burguete, burgo de Roncesvalles, tiene atin, como tenia en la Edad Me- dia, una sola calle que coincidia con el camino de Santia- go. Estella, Logrofio, Santo Domingo de la Calzada y Burgos, aunque ampliadas y transformadas, todavia re- velan su origen itinerante. La villa mas tipica entre las de este tipo es Castrojeriz, el Castro Sigerici, donde un noble de estirpe goda, Si gcrico, alz6 su castillo, Siguiendo la falda del cerro del castillo se extiende una ealle de més de un kilémetro de larga, arteria dorsal del pueblo, Otra tipica villa de cami- no es Sarria, en la provincia de Lugo, De acuerdo con Ia clasificacién de Piccinato, siguen ahora (b) las ciudades emueiales, En éstas, en lugar de una calle generatrizy sus paralelas, aparecen dos calles bisicas que se cortan ortogonalmente, En el fondo hay poca dif rencia con las ciudades del apartado (c), que podemos de- nominar aiudades en excuadra, De éstas nos ocuparemos a continuacién, al hablar de las ciudades regulares medieva les, Pequefias ciudades eruciales son Castelfranco Veneto, en Ttalia; Bounigheim, en Alemania, y Focea (Logroiio), en Espaiia. El tipo (d) lo constituye el llamado muclear. A este tipo pertenecen, més o menos, la inmensa mayoria de las ciudacles medievales formadas en torno a uno o mas 18 Leccién 5:La ciudad medieval puntos dominantes (iglesia, catedral, abadia, castillo, etc.) Ya hemos insistido en el formidable valor aglutinante de Jos grandes edificios representativos y en su influencia en Ia estructura del tejido urbano. Hay también ejemplos muy claros de estructura binuclear (¢), Como caso curioso podemos citar las plantas en espina de pez (8). Una calle principal de la que salen otras secundarias paralelas entre si, pero oblicuas ala primera, Algunas bastidas francesas, Francavilla a Mare en Ttalia y Guernica en el Pais Vaseo pueden clasificarse asi A estos tipos afiade también Picci- nato las ciudades acrépolis (g) y las radioconcéntricas (h). Las (g) no constituyen un tipo propiamente dicho porque cs tan general, por razones obvias, utilizar eminencias to- pogrficas que desde las civlizaciones més primitivas se ha venido haciendo. De las ciudades radioconcéntricas ya hemos destacado su sefialada significacién’. Fig, 26. Francavlla a Mare (Italia), Tipo de ciudad en espina de pet (Dibujo del autor) Breve historia del urbunismo De todas manetas, por este camino Ilegarfamos, dada la enorme variedad de las ciudades, villas y burgos me- dieyales, a tener que establecer tantos tipos como ciuda- des existen. En cuanto a morfologia, es mas claro que nos reduzcamos a los tres tipos fundamentales, en los cuales caben Inego todas las variantes y diversidades, Es- tos tres tipos fundamentales son el irregular, el radiocon- céntrico, donde lo més frecuente es que falte la rigidex de la geometria, y el regular; sobre todo cuadriculado 0 en tablero de damas. Esta es la clasificacién adoptada por el especialista en Geografia urbana Robert E, Dic- kinson’ Evidentemente, por tratarse de ciudades de crecimien- to organico y natural, precdomina en la Edad Media la ciudad irregular 0 muy levemente geométrica. Pero esta irregularidad no quiere decit, ni mucho -nenos, caos, como pudo entenderlo en el siglo xvit un racionalista como Descartes. Las ciudades, en su natural motfologia, siempre tienen un sentido, Bien sea por su adaptaci6n a la naturaleza to- pogrifica del terreno, por la nucleizacién que promue- ven sus edificios y estructuras fundamentales, por razén de sus sendas y caminos convertidos en calles, por la eco- nomia y I6gica disposicién de sus murallas y por tantas otras cosas que impiden que predominen e! puro capri cho y falta de sentido. Todo esto prodiujo como conse- cuencia la realidad de unas ciudades de singular belleza y caricter, Dificilmente podemos encontrar a lo largo de {a historia conjuntos urbanos tan conseguidos, ambien tes superables a los medievales, desde el punto de vista de los valores visuales. Estas ciudades, perfectamente 120 Leceién 5: La ciudad medieval definidas con su cerco de murallas, que hacen el papel del marco en la obra de arte, con sus voltimenes sabia- ‘mente escalonados y presididos por la dominante de la catedral o del castillo, producen siempre un efecto en- cantador, sino han sido expoliadas, alteradas 0 arrasadas, por el crecimiento masivo de los tltimos tiempos. La ciudad medieval es un medio homogéneo y a la vez plenamente identificable en todas sus partes. No hay nada en ellas que disuene ni rompa su sutil tejido; y, sin embargo, ninguna calle se confunde con otra, ninguna plaza o plazuela deja de tener su propia identidad, nin- gin edificio deja de hablar su propio lenguaje, eso si, perfectamente jerarquizados y sometidos por su sigaifi- cacién y valor simbélico a los grandes monumentos re~ presentativos que dominan en volumen, scala y exce- lencia, Esa identidad sin romper la armonia del todo es algo que muy pocas veces en el curso de a historia ha ca- racterizado al fenémeno urbano. Nos hace pensar en el correlato pléstico de un humanismo medieval, feliz re~ sultado de un mundo en orden. Tema de meditacion ante la attoz y masiva uniformidad de la metr6poli mo- demna o ante las distorsiones que produce la lucha de in- tereses, imagen de un mundo en desorden en el que el hombre no ha encontrado su sitio. Como ya hemos dicho, la urbanistica medieval no ha desconocido tampoco un sistema de planificacién anti- gua como el mundo: la ciudad trazada a cordel, cuadi cular ortogénica, en tablero de damas 0 como se la quie- ra llamar. Desde Mohenjo-Daro 0 Kahun, pasando por las ciudades hipodamicas o los castros romanos, siempre que se ha querido implantar una ciudad a fundamsentisse 1a [Breve historia del urbanismo Leecién 5: La ciudad medieval ha solido apelar « tan sencillo expediente como trazar so- bre el terreno ura cuadricula, No podta faltar esto en la Edad Media, que también hubo de verse en la necesidad de crear ciudades ex novo por razones de colonizacién, VILLENEUVE e de repoblacién, de seguridad militar 0 politica, etc, Pee ones El caso mas famoso de todo el urbanismo medieval planificado es ede las bastidas francesas, situadas en viejas tierras aquitanas, entre el Garona y la Dordofia. Su nombre, («bastida»), es nombre provenzal que viene de bastir y que equivale a plaza fuerte STE. FOY Am RERUN te Fig. 27. Panos debastics frances (5 Francesa. (Stewan, A Prospeatof Cities) Fig. 28, Plaza central dea astda de Montpasice (Stewart it) 122 123 Brovehistoria del urbanismo Los reyes de Francia y de Inglaterra luchaban en los confines del Garona y del Macizo Central y cada uno por su lado levantaba bastidas para fortificar y mejorar sus fronteras, Lo mismo pasaba entre los reyes de Francia y los condes de Tolosa, enfrentados en la guerta de los al- bigenses. ‘Todas las bastidas seguian trazados regulares en table- ro de damas y nunca formas radiales o en estrella que hu- bieran podido derivarse de los trazados radioconcéntri cos. En cambio, el Renacimiento, como consecuencia de las fortificaciones abaluartadas en forma de estrella, con- cibe unas ciudades ideales de este tipo radial. Una de las bastidas mds perfectas, en cuanto a regularidad de pla- no, es la de Montpazier, fundada en 1284 por Eduardo I de Inglaterra, duque de Aquitania, Los nombres que reciben estas ciudades declaran ex- presivamente su otigen. Villeneuve, por su novedad; Vi- llefranche, por sus franquicias; Sauveterre, por su segu- tidad; Beaumont 0 Montjoie, por el aspecto del lugar, son nombres tipicos. En Espaiia también encontramos nombres patecidos que igualmente corresponden a ciudades creadas de nuevo y casi siempre de plano regular: Villanueva, Villa franca, Villarreal, Salvatierra, etc. Torres Balbas, en el libro Resumen bistorico del urba- nismo en Espasa, dedica una gran extensién, con nota- ble aportacién de datos, al estudio de las ciudades regu- lares en la Espafia medieval. El lector curioso podra, pues, acudir a este texto®, Sangtiesa y Puente la Reina, en Navarra, fundadas por Alfonso I el Batallador (1104- 1134) son las mas antiguas, anteriores a las més conoci- 14 Leccidn 5: La ciudad medieval fo UL» PSI nor so OOS Foo Scanlan oa) ig. 29. Villareal {Castelln), Plano dela primitvachadad,(Dibujo dln wot) das del otro lado de los Pirineos. Lerin, Viana, Huarte- ‘Araquil son también villas navarras bastante regulares. Otro grupo interesante encontramos en Levante. Como dice Torres Balbis, hay en la comarca de Castellin varias villas y ciudades cuyo niicleo central conserva, por la ley de persistencia del plano, la perfecta regularidad de su trazado primero: Castellén, larreal, Nules, Almenara, Sonefa, ete. Casi todas deben sur creacién a Jaime I y a sus inmediatos sucesores, los reyes de la monarquia aragonesa-catalana’, Las villas levantinas son de mas geométrica regulari- dad que las navarras. En Castilla, la antigua Briviesca, de abolengo romano -Virovesca-, mudada de emplazamiento y reformada, debe sin duda su trazado actual a principios del siglo XIV y responde a la influencia de las bastidas del sudoeste de Francia, A la misma influencia, comprensible por vecin- 135 Brevehistoria del urbanismo eS a P| et Fig, 30, Brivieses, Plano, (Dibujo del autor) dad geogrifica, pueden asignarse las villas vascongadas como Salvatierra, Durango, Bermeo, Tolosa, Bilbao, Marquina y Gamica que ha estudiado Julio Caro Baroja’ Al final de Ia Edad Media los Reyes Catélicos funda- ron algunas ciudades regulares como Puerto Real (Cé- diz) y Santa Fe (Granada), esta tltima consecuencia de convertir en ciudad permanente el campamento estable- cido por los reyes en el asedio de Granada, ‘As{ como terminada Ja Reconquista el impetu espaiiol encontré en la colonizacion americana el amplio campo donde aplicar sus excedentes de energia, asi en estas ciu- dades regulares del final de la Edad Media esté el esboz0 dela gran tarea urbanistica hispanoamericana, que llené tun continente de ciudades trazadas con rigor geométrico yamplitud de planteamiento muy superiores alo que po- dia hacerse en el viejo y trabajado solar de la metropol 126 Leccién 6 La ciudad del Renacimiento Hubiera sido légico pensar que en el Renacimiento, cuan- do el mundo se expande con ansiedad de nuevas realiza- ciones, cuando el hombre se libera de tantos vinculos tra- dicionales, cuando la critica da nuevas alas al pensamiento y cuando se revisan tantas costumbres pretétitas, se pro- dujera una honda transformacién en las ciudades de los hombres. Sin embargo, en realidad nada o casi nada de esto pasa, El Renacimiento es sobre todo un movimiento intelectual. En el campo del urbanismo sus primeras contribuciones re- sultan insignificantes si se las compara con la arquitectura del mismo periodo y con las escenogrificas realizaciones, con los grandes telones del fondo del tilimo barroco! En efecto, poco representan las realizaciones y hasta las ideas urbanisticas del quinientos si se las compara 197

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