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oft ensamiento Cor Richard Rorty El giro lingiiistico Introducclén de Gabriel Bello Paidés /1.C.E.-U.A.B. PENSAMIENTO CONTEMPORANEO Coleccién dirigida por Manuel Cruz Richard Rorty El giro lingiiistico Dificultades metafilosdficas de la filosofia lingiifstica Sequido de “Diez afios después” y de un epitogo del autor ala edicién castellana Introduccién de Gabriel Bello L. Wittgenstein, Conferencia sobre ética J. Derrida, La desconstruccién en las fronteras de la filosofia P.K. Feyerabend, Limites de la ciencia JF. Lyotard, ¢Por qué filosofar? A.C. Danto, Historia ¥ narracién T.S. Kuhn, ¢Qué son las revoluciones cientificas? M. Foucault, Tecnologtas del yo N, Luhmann, Sociedad y sistema: la ambicion de la teoria 9. J. Rawls, Sobre las libertades Ediciones Paidés 10. G. Vattimo, La sociedad transparente L.C.E. de la Universidad Autonoma de Barcelona 11. R. Rorty, El giro lingtitstico Barcelona - Buenos Aires - México COCEN\S fe eroase ‘Titulo original: The linguistic Turn: Recent Essays in Philosophical ‘Method (pags. 1-39) Publicado en inglés por The University of Chicago Press, Chicago ‘Traduccin de Gabriel Bello Cubierta de Mario Eskenazi y Pablo Martin Badosa ¥ edlicién, 1990 rosumenteprohibidss, sin Ia autoriaeiéaexrtadelostulares del “Copy Miistassnscionesstmbltcldnsen las lees lareprodeccion tao patil de esta aba por’ ler meio a procedmiento, comprendidos I eeprogeais el tatament informatio, fy stibucign de cjemplaren de ella mediante alguier » ptstomo public. Que © 1967 by The University of Chicago Press, Chicago © de esta edicién Ediciones Paidés Tbérica, $.A., ‘Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona, Instituto de Ciencias de la Educacién de la Universidad Autonoma de Barcelona, 08195 Bellaterra ISBN: 84-7509-015-1 Depésito legal: B-18.174/1990 Impreso en Hurope, S.A.. Recaredo, 2 - 08005 Barcelona Impreso en Espaita - Printed in Spain SUMARIO Introduccion. Richard Rorty en la encrucijada de la filosofia postanalitica: entre pragmatismo y her- menéutica, Gabriel Bello . 1. Rorty: identidad y diferencia : 2. La deriva postanaiitica y el horizonte post: loséfico : : : 3. Entre el darwinismo social y el darwinismo filoséfico . 4. Entre pragmatismo y hermenéutica EL GIRO LINGUISTICO. Dificultades metafiloséficas de la filosofia lin- gilfstica ae 1. Preliminar 2+ La busqueda de un punto de partida neu- tral 3 3. Filosofia del Lenguaje Ideal versus Filo- sofia del Lenguaje Ordinario 4. Criterios de eficacia en la filosofia anali tica : : 5. Prospeccién para el futuro: descubri miento versus propuesta Bibliografia Diez afios despu Veinte afios después 16 26 33 45 47 47 76 116 129 135 159) INTRODUCCION RICHARD RORTY EN LA ENCRUCIJADA DE LA FILOSOFIA POSTANALITIC: ENTRE PRAGMATISMO Y HFRMENEUTICA 1. Rorty: identidad y diferencia Cuando Rorty se dispone a escribir «The contingency of Selfhood», trabajo que acabara formando parte del re- iente libro Contingency, Irony and Solidarity, comienza tsanscribiendo un poema de Philip Larkin que expresa dos formas de temor a la muerte. El poeta lo poetiza como temor a la extincién de la propia diferencia y, pa- rece que sobre todo, de la propia identidad. La diferen- cia vendria dada por el inventario, idiosincratico y rigu- rosamente intransferible, de lo que es posible e impor- tante; y el temor a su extincién vendria a ser el de morir sin haberlo expresado en algin tipo de figuraci6n cultu- ral (cientifica, literaria, plastica, etc.) que perdure como testimonio de la singularidad y unicidad propias. La iden- tidad, por el contrario, llega con el encuentro de o con algo comtin a todos los hombres en todas las épocas; y uno no habrfa muerto satisfecho de no haber logrado salir hacia la comunalidad, mas all de la clausura en la Fropia diferencia! 1, R. Rorty, Contingency, Irony and Solidarity, Cambridge/ Nueva York, Cambridge University Press, 1989, pags. 2325 (a partir de ahora me referiré a este libro como CIS). El trabajo “The Contingency of Selthood», aparecié originalmente en la London Review of Books, 88 (mayo, 1986), después de haber servido de base a una de las Conferencias Northcliffe, dadas en €l University College de Londres, en febrero del mismo afio. 10 INTRODUCCION Inmediatamente Rorty extrapola la distincién implici- ta en el poema de Larkin para filtrar a su través la eterna querella entre la poesia y la filosofia, la «tension entre el esfuerzo por lograr autocreacién mediante el reconoc miento de la contingencia, y el esfuerzo por conseguir universalidad mediante la trascendencia de la contingen- cia» (CIS, 25). Rorty cree que esta tensién traspasa la filosofia desde Hegel y, particularmente, desde Nietzsche, Por no remontarnos a Platén expulsando al artista de la ciudad justa segin la universalidad de las ideas. Y afiade que los filésofos importantes de nuestro propio siglo son los que han intentado seguir el impulso poético de los roménticos rompiendo con Platén y «viendo la libertad como el reconocimiento de la contingencia»; y filésofos postnietzscheanos como Wittgenstein o Heidegger habrian escrito filosofia para chacer patente la universalidad y la necesidad de lo individual y lo contingente» (pag. 26). No pretendo seguir ahora estos hilos, sino utilizar la distincién de Larkin y su explotacién por parte de Rorty para referirme, a mi vez, a la identidad y a la diferencia del propio Rorty, asf como a otras identidades y a otras diferencias filoséficas* Pues cuando se esta refiriendo, 2, ‘Tomo los conceptos de cidentidads y «diferencia» en un sentido préximo al de la ldgica formal de la identidad. Esta ‘equivaldria a la relacién de pertenencia de un individuo a una clase que, por eso mismo, es comin a todos los individuos afeo- tados por dicha relacién ‘de pertenencia, Cualquier individuo 0 caso no afectado por tal relacién es, por eso, diferente, Esta conceptualizacién formal es insuficiente, La adopto. provisional- mente por dos razones. Para mantenerme, por ahora, al margen de la «iilosofia de la diferencias, tal como aparece en G. Vattimo (Las aventuras de la diferencia, Barcelona, Peninsula, 1986, VI), y para lamar la atencién respecto a la solidaridad tedrica de conceptos como cidentidad», «diferencia» y «comunidad» que hoy constituyen claves filossficas indudables, pero cuyas tradi- ciones respectivas son, en gran parte, inconmensurables. A esos tres conceptos habria que afiadir el de «alteridads, de tan acu sada presencia en la tradicién fenomenoldgica y, sobre todo, en una filosofia como la de E. Levinas. (Véase mi trabajo «La cons- truccién de la alteridad en Kant y Levinds», en J. Muguerza y IDENTIDAD Y DIFERENCTA MW ‘a propésito del poema de Larkin, a los poetas y a los filgsofos; 0 cuando se refiere a Platén y a Nietzsche, 0 a Heidegger y a Wittgenstein, o a los filésofos postnietzs- cheanos, 0 a los filésofos mas importantes de este siglo, no solo los esté insertando en un cédigo de la referencia historiogréfica; los est transportando, en un movimiento metonimico, a un registro icOnico o imaginario, cuyo efec- to pragmatico es la construccién de un modelo axiolégico de identidad. Al introducir la cléusula «the more impor- tant philosophers...» lo que hace Rorty"es construir una relacién axioldgica que afiade, a la funcién de referencia histérico-tedrica de los nombres de fildsofos 0 de corrien- tes mencionados, la funcién identificatoria que, de hecho, le sirve para construirse su comunidad de pertenencia 0 identidad filosoficas. Pero, al tratarse de su cédigo, mues- tra lo que en el poema de Larkin apareceria como dife- rencia: Ia conformacién (filosdfica en este caso) del in- ventario idiosincratico de Rorty: su sentido individual de lo que es filosdfico-moralmente importante. Finalmen- te, conviene no perder de vista una ultima cosa que hace Rorty al introducir su cédigo como regla de valoracién. Dada su apuesta por la contingencia y en contra de la R. Rodriguez Aramayo [comp.], Kant después de Kant, Ma- Buenos Aires, Amorrortu, 1977, pag. 183, sobre el concepto de simaginario», y las paginas inmediatamente anteriores, para su En el mismo sentido cabria citar a C. Castilla del Pino (comp.), 2 INTRODUCCION universalidad 0, en otras palabras, por la universalidad de la contingencia, su regla de valoracién jams podra ser una ley (del ser o de la razén) y deja en libertad a cual- quiera de seguir su ejemplo: introducir otra regla de valoracién filoséfica, tan diferente de la de Rorty en su énfasis axioldgico, como igualmente contingente en su ne- cesidad y alcance valorativos. Me parece que nos estamos acercando a la entrafia de la diferencia que Rorty introduce en la filosofia al construir- se a s{ mismo como diferente (si es que, por el momento, Ie concedemos hablar de él en estos términos). Pues Ror- ty no s6lo estaria abriendo la puerta a la contingencia de toda valoracién, incluida la sya,’ sino cerrandosela a cualquier proyecto de metavaloracion: la de un hipotético Otro capaz de introducir su valoracién no ya como un cédigo contingente, sino como una Ley necesaria y uni versal, supuesto Espejo de la Naturaleza, Ojo de Dios, 0 Consenso Racional que expresa la posicién metavalorativa de una historia devenida Absoluto Comunicacional; ° un Otro, por tanto, que, dotado, no de una competencia axio- légica corriente y, por tanto, contingente, sino de una 4. Que yo sepa, Rorty no ha hablado explicitamente de la scontingencia de la’ valoracién», como lo ha hecho de la del len. guaje, el yo y la comunidad; pero esa «cuarta> contingencia est implicita ‘en su propia le parezca confusa, sélo que con argumentos mas radicales. Ahora Rorty duda de que exista una actividad especifica, diferencia a la manera de un «género natural», a la que podamos Ila- mar «filosofia» (tal como pudiera aparecer en la expre- sién «problemas de la filosofias); y tampoco cree que exista tal cosa como «el lenguaje» (en cualquiera de los sentidos que pueda tener en la expresion «problemas de lenguaje»). Lo que en realidad hace Rorty al someter a los filéso- fos lingiiisticos a sus (de ellos) criterios meramente hipo- téticos de coherencia, es desconstruir la figura de la fi- losofia que ellos habian construido como expresién de su propia diferencia hacia fuera (la filosofia tradicional) y, hacia dentro, de su comin identidad o comunidad de per- tenencia. El término «desconstruccién», innegablemente derridiano, ha sido usado ya por R. Bernstein para refe- tirse a Rorty en un sentido similar al que yo mismo acabo de emplear’ Y no cabe duda de que emplearlo en un 6. R. Bernstein, Philosophical Profiles, Londres, Polity Press, 16 INTRODUCCION contexto de habla sobre «filosofia lingitistica» del estilo anglosajén acostumbrado, aun puede ser provocativo. No importa. Dejemos a los provocados con sus néuseas y si- gamos la pista de la desconstruccién rortiana.’ 2. La deriva postanalitica y el horizonte postfiloséfico Dejemos claro, ante todo, que Rorty, en 1979, se con- fiesa postanalitico en los objetivos filoséficos, pero no en el método. Sentado esto,’ volvamos al punto en el que co- mienza a gestarse la autodiferenciacién filoséfica de Ror- sera LA DERIVA POSTANALITICA 7 no sea que el pez de la desconstruceién, que acaba de piear, se nos descuelgue del texto hacia Ia marea de con- Pixtos ¥ pretextos circundantes, Es bien cierto, se puede replicar, que si la diferencia rortiana va de «desconstruc- Gion» Rorty podra ser todo lo desconstructivo que se quiera, pero eso no le hard diferente. Pues, dejando a un ado a Derrida, los mismos fildsofos lingiifsticos que Rorty desconstruye habrian hecho lo propio —al menos lo ha- brian intentado— con los filésofos tradiajonales y sus pro- blemas. ¢O no pretendian disolverlos? Podria haber, en todo caso, una diferencia de éxito, no de método. ¥ val- dria decit lo propio de fildsofos analiticos como Quine, Sellars, Davidson (de quienes Rorty se reconoce deudor), 6 cl propio Putnam, que «desconstruyeron» algunas di tinciones conceptuales (analitico-sintético, transcendental- empirico, dado-construido, esquema, contenido, etc.), que habian sido consideradas «dogmas» por parte de la pri- mera generacin de filésofos analiticos (Ayer, Carnap, etc.)? in entrar en los problemas conceptuales que puede plantear el término «desconstruccién» conviene introdu- cir una diferencia no ya, si se quiere, en el método sino en la actitud desconstructiva de uno y otros, que con- vendra calificar, ya desde ahora, de actitud ética. Y afia- dir en seguida que esta actitud ética no sdlo no es rele- vante para los problemas teorico-conceptuales (cosa que podria pensarse desde un supuesto neutralismo «ligico» hoy insostenible), sino todo lo contrario, como espero hacerlo ver en las paginas que siguen. Los filésofos lin- gilisticos se disponen a desconstruir pero con el objetivo de, una vez instalados a su aire y a sus anchas en el viejo 9. Vease sobre esto FEN, cap, VI, «Representaciones privile das», donde Rorty revisa las correspondientes eriticas de Sel lars y Quine a lor mencionados dogmnasy tambicn las i donde revisa Ia desconstruccisn de Davidson, Pero quia don dese pueda apreciar mejor las consecuencias de este tipo de esconstruccion es en el trabajo «The World Well Lost», que forma parte de The consequences of Pragmatism, Cambridge, Cambridge University Press, 1982 (a partir de ahora CP), 18 INTRODUCCION solar de la filosoffa, re-construir un edificio categorial de nueva planta y, sobre todo, filoséficamente mas funcional y luminoso que las afiejas y tradicionales estancias pseu- dofiloséficas. Comienzan, para ello, con declaraciones me- tafilosoficas acerca de la forma que habria de adoptarse como norma del quehacer filosdfico. Hablan de una for- ma que habria de devenir normal en el trabajo filosé- fico, no de una ya realizada y, por tanto, descriptible; de una forma «pors o «a» realizar, objetivable tnicamente en términos de un «es» platénico que, de hecho, lo que significa es «debe». El significado pragmético de expre- siones como «lo real es x» 0 ex es real» es, de hecho, «s6lo debemos tomar por real a x». Ala inversa, pero den- tro de la misma estructura pragmitica, el significado de expresiones como «la filosofia debe ser x» lo que da a entender, también pragmaticamente, es «la filosofia “es” lo real puesto en pensamientos...», donde «lo real» signi- fica, de hecho, «lo que debemos tomar por real». En cual- quicra de las dos definiciones (de la realidad 0 de la filosofia) lo que tenemos aqui es una decisién ética dis- frazada de ontologia o, si se quiere, una ontologia que encubre el criterio moral (contingente) que la esta gene- rando. El teorema de Thomas lo enuncia con sencillez: «Si los hombres definen ciertas situaciones como reales, ellas acaban siendo reales en sus consecuencias», lo cual, por otro lado, nos ilustra sobre el cardcter ético, y no ya sdlo légicometédico, de artilugios conceptuales de tanta aparente inocencia como las definiciones. Lo mismo puede decirse de «filoséfico», «bueno», etc. Para el caso de la filosofia lingiiistica, por «platénico» quiero significar aqui dos cosas. Una, que los fildsofos lingiiisticos, cuando creen o dicen estar haciendo meta! osoffa con pretensiones de validez general, lo que en rea- lidad hacen es una definicién normativa 0 codificacin axiolégica (metafiloséfica) del significado y, por tanto, del 10. Citado en A. Schuzt, El problema de la realidad social, Buenos Aires, Amorrortu, 1974, pag. 310. LA DERIVA POSTANALITICA 19 valor positive 0 negativo de la actividad llamada «filoso- fia» y de sus productos; se limitan a construir una norma de uso del término «filosoffa», y un cédigo metédico de su correspondiente practica. La otra, que, con las generali- dades universales («forma légica», «andlisis conceptual», ‘everdad necesarias, etc.) a que recurren en el mejor es- tilo platénico, encubren disfrazan de necesidad la ra- cal contingencia de su propia apuesta metafiloséfica. ¥ esto es una falsificacién sin paliativos," bajo la forma de una ptitio principii: dar por sentadé lo que, en todo caso, exigiria una demostracién a partir de algtin punto indiscutido. Basta, para ello, sustituir al propio deseo, verdadero punto de partida e indicador supremo de contingencia (el contingente poder de definir lo real se- gin el deseo) por un mbito de necesidad, poblado de leas, esencias, hechos atémicos o significados analiticos, como base de derivacién del cédigo metafiloséfico. Si se compara esta actitud con la de Rorty, descrita en el parrafo anterior, se puede apreciar una clara diferen- cia: la que existe entre el si, de aceptar, y el no, de re- chavar, la contingencia de toda codificacién y, por su- puesto, de toda codificacién moral. La actitud de rechazo de la contingencia lleva a buscar fuera, en la mente de Dios, en las leyes de la Naturaleza, en las leyes econémi- cas de la Historia, en las reglas del Método Cientifico, 0 en los presupuestos regulativos de la Comunicacién Trans- cendental, etc., una conexidn necesaria que, operando de «confort metafisico»,® permita conjurar la contingencia En el trabajo «Transferencia v falsificacién (sobre la ivacion subyacente a la retorica naturalista)s, recosido como cap. IV de mi libro El retorno de Ulises..., op. cit., puede verse cl analisis de un caso similar de cfalsificacién 12, Esta expresidn es usada por Rorty en «Solidarity or Ob- jectivity2», en J. Rachman y C. West (comps.), Post-analityeal Pi losophy, Nueva York, Columbia University Press, 1985, pag. 13. Rorty se inscribe, asi en el pathos tragico del pragmatismo, sefia- lado, entre otros, por dos viejos pragmatistas como S. Hook (Pragmatism and The Tragic Sense of Life, Nueva York, Basic Books, 1984), y P. Kurt (Forhiden Fruit. The Ethics of Humanism, 20 INTRODUCCION del tiempo y su azarosidad (y, eventualmente, autocons- tituirse en administrador 0 arrendatario del conjuro; 0, como habria que decir en estos tiempos que corren, en consejero-delegado, 0 ejecutivo, de la multinacional «Ne- cessity & Method Corporations, o de alguna de sus fi- liales provincianas). Por el contrario, la aceptacion de la contingencia conlleva el rechazo de cualquier tipo de «con- fort metafisico» con el que Rorty se compromete tempra- namente. A punto de terminar «Dificultades metafiloséficas de Ja filosofia lingiiistica», cuando Rorty ensaya una prospec- cidn, también metafilosélica, sobre los futuros posibles de la filosoffa, introduce dos distinciones que abren la puerta a su inequivoco compromiso posterior con la contingen. cia, ya su rechazo de cualquier tipo de econfort metafisi- co». La primera es la cistincidn entre «filosofia como pro- puesta» (de figuras de significado y valor contingentes); la segunda, la distincién entre «describir» y «cambiar» la mente. Lo primero conlleva descubrir el vocabulario, filo- séficamente fundacional, que pueda hacer de Espejo de mente de forma que clla, por su parte, pueda funcionar como Espejo de la Naturaleza: es el supuesto basico de la epistemologia. La desconstruccién de ambos espejos, mas os consiguientes espejismos,” sera el objeto preferente Nueva York, Prometheus Books, 1988). Para el caso especifico de Rorty, véase el (por atro lado muy critico) articulo de D. Leland, sRorty on the Moral Concern of Philosophy: A Critique from a Feminist Point of Views, Praxis International, nim. 8 (octubre, 1988), 275. Leland se refiere a la «metaphisical alonences», que seria el punto de partida de la conversacién filosdfico-comunal, En un sentido similar, R. Bernstein suele referirse a la «carte: xian anxiety», cuyo conjuro constituiria la nefasta raiz de todo sfundamentalismo» (Bevord Objectivism and Retativism, Fila delfia, University of Pennsylvania Press, 1983, pag. 16), 13. Quiero llamar Ia atencién sobre el papel que juega Ja metiifora del Espejo, en la desconstruccién, tanto en Ia de Derri- da (Gashé emplea la palabra ‘mirror’ en’ el titulo de su obra sobre Derrida, cit.) como en la de Rorty, que la usa, por su parte, en el titulo de su primer libro (FEN), Otra palabra que guarda LA DERIVA POSTANALITICA 2 de FEN. Lo segundo, en cambio, lo que implica es cam- bjar el lenguaje, en la perspectiva explicita de un conduc- tismo lingilistico que Rorty comienza a adoptar en FEN (paz. 165) como «conductismo epistemolégico». Sera el programa que Rorty hard suyo y, con él, una forma de filosofia, préxima a la poética heideggeriana, al juego es- tético de Nietzsche, y a la correspondiente ética desfun- dada y desfundante, que habra de encontrar en CIS su mejor expresién. i ‘De las distinciones anteriores naceran otras como len- guajes anormales versus lenguajes normales (a partir de Ja distincién kuhniana entre ciencia normal y ciencia re- volucionaria), filosofia edificante versus filosofia sistema- tica y epistemologia versus hermenéutica, las tres intro- ducidas en la tercera parte de FEN. En este contexto los conceptos de «edificacién» y «conversacién» sustituyen sistematicamente a los de «conocimiento» e «investiga- cién», cuyo significado es la desconstruccién de la rela- cién jerdrquica entre la perspectiva epistémica y la pers- pectiva moral, con la consiguiente liberacién o desfunda- mentacién de la tiltima. Lo cual no deja de ser una ma- nera de afirmar la diferencia de la moral respecto a la epistemologia y, como consecuencia, el vaciado de sentido de la epistemologia que Rorty sélo puede ver en el in- tento de «funda» la moral que inspira nuestras institu- ciones." Mas distinciones del mismo tenor son solidari con ‘mirror’ una relacién metonimica, glass (vidrio}, también Uulilizada por Rorty para referirse a la supuesta esencia de nues- tra mente (la primera parte de FEN, se Gtula «Nuestra esencia de vidrios) es, asimismo, empleada por J. J. Lecercle (Philosophy trought the Looking Glass. Language, Nonsense, Desire, Hutchin- Son, 1985) para simbolizar el espacio (imaginario) donde se juega cl complejo de espejos entre filosofia, mente y lenguaje, en el mbito del pensamiento postestructuralista francés. 14, Esa funcion esta claramente asumida por H. Putnam en The Many Faces of Realism, La Salle, Ill, Open Court, 1985, en su defensa del realismo. E1 mismo ‘tipo de defensa que po- demos encontrar en K. Popper, Teoria cudntica y el cisma en Tisica, Madrid, Tecnos, 1983, pag. 26, donde el autor confiesa que 22 ANTRODUCCION dad frente a objetividad, democracia frente a filosoffa, y comunidad frente a método (de demostracidn 0 justifica. cidn). Con estas distinciones Rorty emprende un giro pragmatista que le permite: a) referir toda justificacién, tanto epistémica como moral, a las prdcticas sociales (contingentes), y 6) eliminar «la autoridad y la racionali- dad de la epistemologia» como fundamento/sede (de la necesidad) de toda justificacién posible." En el contexto anterior, la filosofia tendera a mezclar- se con el resto de la cultura, en un horizonte postlilos6fico que Rorty vuelve historica y culturalmente plausible pre- sentandolo como analogo al horizonte cultural postreligio. so surgido de la Iustracién, mas conocido como secular zacién. Estas serén las consecuencias del pragmatismo, cuyo andlisis da lugar al conjunto de trabajos que inte- gran el libro del mismo titulo." Disminuiriamos, sin em- sus motives para defender et realismo son «en parte racionales, gn parte ad hominem, y en parte inchiso éticos». Estos consis- fenen que sin el realismo epistémico (que ¢l defiende de las Interpretaciones de Ta mecsnica cuantica proximas a la mistica) Serfa imposible conservar el sentido y, por tanto, 1a. memoria, de acontecimientos como los de THiroshima y Nagasaki: 10 que faut esta en juego es el valor del ) destruye a), mientras gue Rorly sigue beneficiandose "de aparecer “manteniendo @) Gomo mascara te moralidad, Este pecado s6lo puede ocurrit, laro esta. si se parte del supuesto (no demostrado} que «morale ¥ moral fandadas son sinénimos, Este supuesto gratuito es und de' los objetos de In desconsiruccion rortiana ° IS) Vease FEN. pag. 165, y «Solidarity or Objectivity, en op. cit, pigs. 11 y"sies Pg. "Me refiero, obviamente, a CP, sobre todo a su introduc: ciém, que eb la que da el titio al libro, ¥ que ha sido elesida LA DERIVA POSTANALLTICA 23 argo, la importancia del discurso sobre la «postfilosofia» si nos limitaramos a verlo como la constatacién un tanto tragicémica de la autoextincién de una profesién otrora respetada y respetable. El problema es, precisamente, el del status de esa supuesta respetabilidad, pues de lo que se estaria tratando (en el discurso de la muerte de la filosofia) es del fin de su posesién en exclusiva de las cla- ves y criterios del valor «validez» moral a la que habria que liberar no sélo de la epistemologia, sino también de la filosofia, y dejarla irrumpir en el mas amplio émbito de la «conversacion de la humanidad». La filosofia no tiene por qué dejar de contribuir a ella (como la poesia, la novela, la critica literaria, el cine o el periodismo), pero ya no desde una posicisn de privilegio con la excusa del «fundamento», curada de la obsesion de creerse el Gran Arquitecto de la Cultura 0, quizA en tono menor, la Distribuidora de Apartamentos y Bungalows en la ur- banizacién del mismo nombre. Esta es la motivacién pro- funda del desplazamiento de Rorty hacia el discurso de la critica literaria en CIS, asi como de su cambio de status (en J. A. Gim- bernant y J. M. Gonzalez (comp.), II Encuentro Hispanomexicano de jilosofia moral y politica, Madrid, Instituto de Filosofia del CSIC, 1988). Precisamente con la intencién de descalificar a Rorty y a su orno filosdfico (pragmatisino, hermenéutica, postes- tructuralismo, etc.), desde el mismo titulo se contrapone una supuesta tradicién de «filosofia seria» u otra supuesta tradicién de «filosofia de la libertad» (véanse las respectivas caracteristi- cas en la pag. 139), sin otro fundamento que la libérrima y con- tingente arbitrariedad del autor. Es que Sosa no se toma su propia libertad en serio (al colocarla del otro lado de la serie- dad) 0, peor atin, que no toma en serio cualquier ofra ejercita- cién del filosofar libre que no sea la suya o la de los amigas de la «seria necesidad? Si fuera asi, como sospecho, estariamos ante un caso de dictadura moral que no por encubierta (6 acaso por eso) deja de ser menos pura y dura, resultado de una previa apropiacién privada de una competencia metaaxiolégica que ni siquiera se digna exhibir. Desde Iuego no sirve como excusa decir que utiliza los dos rétulos en cuestién «por conveniencia terminoldgica» (pig. 140), No hay conveniencia inocente. Y me- nos terminolégica. Bi segundo ejemplo nos lo proporciona Apel (Estudios éticos, Barcelona, Alfa, 1986), En el primer estudio («El problema de tuna teoria filoséfica de los tipos de racionalidad>) hay un mo- mento (pigs, 21-22) donde distingue entre: a) «racionalidad fito- séfica (reflexive trascendental)s, y b) «racionalidad Igico (for. | que ni siquiera merece el nombre de «filoséfica» segéin Ia axiologia apeliana, Atin més al margen queda c) Ia «critica global de la racionalidad» a cuyos titulares se la «facilita» (pag, 23) la practica de Ja falacia abstractiva (pag. 22). zNo se da a entender ‘gue los ecriticos de la racionalidad global» incurren en 0 recu: rren a Ia falacia abstractiva porque ya vienen arrastrando una ‘iencién perversa contra la razén, desde no se sabe dénde ni cuando? Casualmente, después del libro de V. Farias sobre Hei- dogger y el nazismo, o del de W. Bartley IIT sobre Wittgenstein y la homosexualidad, quiz ya sepamos de donde viene la inten: Gién perversa, ;Ah!, no debemos olvidar que Nietzsche estaba loco, No pretendo atribuir a Apel estas explicaciones/imputacio- nes de inmoralidad, Me limito a apuntar la coherencia entre elas y su posicién metafiloséiica 26 INTRODUCCION 3. Entre el darwinismo social y el darwinismo filoséfico Esta es la situaci6n dialéctica en la que desemboca la posicién rortiana, y en la que Rorty ha de adoptar una estrategia critico-polémica: acosado por el alma en pena de la necesidad. Expulsada por la desconstruccién de al- gunos de sus cuerpos textuales ® preferidos (filosofia lin- giiistica, epistemologia, filosofia sistematica, etc.), se reen- carna en el cuerpo-texto de sus criticos bajo la forma de realismo (aunque slo sea internalista: Putnam, Mar- golis), de método o nostalgia de método (Bernstein), de racionalidad comunicativo-transcendental (Habermas e, implicitamente, Apel), y de la necesidad eabstracta» de algtin criterio critico, esgrimida desde un universalis- mo en clave feminista o clasista (R. Comay, N. Fraser, y D. Leland), o bien en un cuerpo-texto desconstructor de las propias distinciones de Rorty (B. Herrstein Smith). eQué es lo que hace Rorty? Trata de escabullirse de la red de la necesidad de «tener que» esgrimir argumentos mejores, mas convincentes y, sobre todo, mas fundados que...; esto es, se niega una y otra vez a reelaborar por su parte la malla légico-categorial de la necesidad de forma que sea «mas resistente que...» 0 «as fina que...», y logre prevalecer en algin sentido sobre las de sus opo- nentes. Simplemente renuncia a emplear la estrategia ar- gumentativo-fundamentadora, como renuncia a todo in- tento de ofrecer algo «mejor que...», 0 «mas necesario que...», Ja Naturaleza o la Razén o la Metafisica, etc Si Rorty aceptara ese juego, aun cuando, eventualmente, encontrara un argumento o una categoria «mas fundados que...», habria caido en la trampa de los «reciarios» de la necesidad: por mucho que los hubiera vencido, lo habria hecho con sus (de ellos) reglas y se habria convertido en uno de ellos. 19. Sobre la visién del texto como cuerpo (y del cuerpo como texto) véase M. Henaft, Sade, La invencién dei cuerpo liber- tino, Barcelona, Destino, 1980 (sobre todo, 1 y 9). DARWINISMO SOCIAL Y DARWINISMO FILOSOFICO 27 Lo que, en cambio, trata de hacer Rorty es limitarse "4 desconstruir la pseudonecesidad logica del cimiento/ fundamento de las edificaciones argumentales que ame- hazan seducirle con su confort metafisico 0, en caso fontrario, con venirsele encima. La tactica empleada por Rorty en este punto consiste en mostrar que lo que los otros pretenden que sdlo se puede conseguir con un fun- Gamento que funde una cadena de necesidad firme y se- gura, se puede lograr de otro modo. ¢Qué es lo que se puede hacer de otro modo? y, gcudl es ese «otro modo»? Lo primero defender, justificdndola, la propia tradicién moral 0, lo que es lo ‘inismo, la propia comunidad socio- cultural de pertenencia (no ya, ahora, la filoséfica). Para eso, mantiene Rorty, no es necesario recurrir a ningin tipo de fundamento exterior a independiente de ella misma como la realidad exterior, o la naturaleza, o el método cientifico, o la analiticidad del lenguaje. Basta la prictica de la conversacién sobre el resto de las practi- cas comunales, incluida la conversacién misma. En esto, en eno tener que» conectarla con la cadena de la nece- sidad, consiste la contingencia de la comunidad; y en epoders hacerlo conversacionalmente reside el pragma- tismo hermenéutico de Rorty que le ha enfrentado a la manera tradicional y establecida de entenderlo.” 20, La tictica metédica de Rorty puede verse en accidn en va- rios lugares como por ejemplo, en FEN, pags. 165-170; en. «The De-Transcendentalization of Analytic Philosophy», en R. Hollin- ger (comp), Hermeneutics and Praxis, Notre Dame, Indiana, University of Notre Dame Press, 1985, pigs. 97-103, y en «Solida rity of Objectivity2, en op cit. pags. 11-16. La categoria de sconversacién> es introducida por Rorty en FEN, parte tercera, cap. VII, bajo el epigrafe «conmensuracién ¥ conversacién». El intento de Rorty es el desmarque de la ¢} temologia («conmensuracién») y Ia introduccién de Is hermenéu- tica convencional como eexpresién de esperanza de que ¢l espa- cio cultural dejado por Ia epistemologia no llegue a Henarse» (pig, 287). E1 (érmino ‘conversacién’ lo toma Rorty de M, Oakhe- sott, de quien cita «On the Character of a Modern European States, en On Human Conduct, Oxford, 1975, En realidad, donde Oakhesott introduce la idea de «conversacién» es en The Voice 28 INTRODUCCION En este punto, no obstante, la critica ético-politica a} rortismo podria tomar el relevo de la epistémica, ya pro, venga de los ficles a la epistemologia, ya de los adeptos a] Pragmatismo metédico institucional. El acoso de Rorty podria articularse de modo parecido al siguiente. Bien tu te permites el Iujo de renunciar al econfort metafisi. co», pero puedes hacerlo porque tienes las espaldas bien cubiertas por el confort socioeconémico (y cultural) de tu comunidad de pertenencia: la sociedad , op. cit., pag. xiv\— N, Fraser Monta una argumentacién critica devastadora. Algunas conclt- siones son del siguiente tenor: «EI discurso politico de hecho queda restringido por Rorty a aquellos que hablan la lengua del beralismo burgués. Quien se aparte de este vocabulario carece simplemente de cualquier sentido de solidaridad. De igual modo, resulta que los partidarios del liberalismo burgués poseen el Monopolio del hablar sobre las necesidades y los problemas so- ciales de la comunidad»... «Analogamente, no hay lugar para sujetos colectivos de discursos no liberales.”. para cl discurso de comunidades radicales que contesten los discursos dominan- tes.» (pag. 267), Si Frasier tiene razén, Rorty habria incurrido en el vicio del Privilegio moral autoatribuido que, como he pretendido soste er aqui, constituye el objeto de su pretensién desconstructiva. En este contexto no puedo analizar suficientemente la cuestion, Que debe permanecer, por tanto, abierta 32 INTRODUCCION tes, mientras que vuestro delirio™ os la impide. Eso es, en fin, lo que se esconde bajo vuestra pretension de que la filosofia debe ser la que levante el mapa de la cultura y distribuya en él lugares y papeles a las ciencias, al arte, a la religién y a la politica; ya se autoidentifique con la razén que traza ese mapa al autocriticarse a si misma (Kant, Apel), ya con el alguacil o el acomodador que se- fiala a cada uno su sitio en él (Habermas). Yo, concluiria Rorty, no trato de hacer Filosofia (con mayiisculas), sino sdlo filosofia (con mintisculas). Como veis, en el fondo, se trata de que yo no compario el privilegio que vosotros concedéis a la filosofia: es la tiltima mascara de vuestro propio privilegio. ¢No decfs, en vuestro discurso, que 24. Este giro del didlogo no es estrictamente rortiano, pero, dada su denuncia de toda clase de espejismos, podria serlo sin mayores problemas. J. J. Lecercle, en su Philosophy Through the Looking Glass, cit, distingue entre «delirium» y delire. EL autor nos remite al caso de Schereber, bien conocido en la lite: ratura psicoanalitica (vase J. Lacan, Escritos, I, México, S. XI, 1971, pags. 65, 125 y 350), quien, 2) por un lado, presenta sinto mas de excitacién mental hasta la locura, alucinaciones durade- ras, confusion mental y lenguaje absurdo; por otro, sin embargo, ») estos sintomas desaparecen cuando, sin renunciar a sus com vieciones delirantes, Schereber comienza a escribir sus memo- rias para convencer a los que le encerraron en el psiquidtrico de que esta sano, y para expresar sus convicciones a un publico més amplio. La fase b) es la que, segin Lecercle, «interesa a la filosofia, pues, en ella, el paciente expone su sistema, intenta ir mas alla de los limites de su enfermedad ¢ introducir en ella método, en cuyo contexto aun duda entre la ciencia, por la que se esfucrza y suspira, y la ficcion mas desatada» (p. 1). Con el delire no nos encontramos, pues, ante la carencia de significado, sino ante su empacho. Seria demasiado facil vincular este delire con una supuesta fase a) filosdfica: la peranoia derivada del miedo a Ja carencia de cualquier tipo de «confort metafisico» (Rorty), ¥ a la dene gacién de la consiguiente situacién tragica; expresiones como sansiedad cartesiana» (Bernstein) traducirian, precisamente, esta iacién de la que surge una necesidad de certezas, de origen netamente compulsivo. De esta naturaleza serian todos los. in- tentos de no perder pie de algtin tipo de necesidad: Ia paranoia desatada por el terror a la contingencia, ENTRE PRAGMATISMO Y HERMENEUTICA 33 estais en contra de los privilegios de clase, raza 0 sexo? gPor qué, entonces, os atrincherais en el de La Filosofia? qNo 0s dais cuenta de que ahi mantenéis en conserva todos los que decis querer erradicar? Deberias ser mas coherente. Pero ese es un problema vuestro, no mio, etc. 4, Entre pragmatismo y hermenéutica El didlogo anterior podria ser intermiftable, como sos- tiene McIntyre que lo es toda pretensién de argumenta- cién moral, en una época metaéticamente emotivista como Ja nuestra. Dada la inconmensurabilidad de las premisas axiolégicas de partida, el resultado sdlo puede ser la no conclusividad.” Sera mejor, por eso, interrumpirlo en este punto. Entretanto, parece mas practico, en este contexto, que tratemos de trazar un mapa del territorio de la obra de Rorty, que nos permita contar con una perspectiva glo- bal, mas apegada a su terreno textual. Lo ensayaré sobre la base de tres criterios: el de los centros 0 nticleos de atencién, el cronolégico y el textual. Tomaré como pri- mer punto de referencia Jo que voy a presentar como tres centros 0 focos de atencién que, si no estoy equivocado, constituyen los hitos tedricos del trabajo de Rorty. Los Vincularé, al mismo tiempo y respectivamente, a los tres voliimenes hasta ahora principales de su obra, publicados €n 1979 (FEN), 1982 (CP) y 1989 (CIS), y asociaré a cada uno de ellos un conjunto de trabajos menores pero en modo alguno insignificantes. Debe tenerse en cuenta, no obstante, que cada uno de los niicleos de atencién teérica traspasa, de forma recurrente, toda la obra de Rorty, por mas que en algiin momento y en alguno de los textos logre arrastrar el énfasis, Esto hace que los temas se encabalguen de texto en texto y de periodo en periodo, de 25, Véase A, Macintyre, After Virtue, Notre Dame, Indiana, University of Notre Dame Press, 1981 (tr, cast: Barcelona, Cri tica, 1987, pags. 19 y sigs.)

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