Joseph Sand
Christopher Dare
Alex Holder
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} | EL PACIENTE |
- Y EL ANALISTA |
Las bases del proceso psicoanalitico
BDsito.
Edicién revisada y aumentada por
oseph Sandler y Anna Ursula Dreher
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PAIDOS
Buenos Aires
Barcelona
México
gilu era posible, de modo tal que el lector interésado pueda
surirse camino por si solo en la espesa jungla de los escritos
psivanalitices actnales
Tu ies citas de obras publicedas en inglés, nos hemos to-
hertad de uniformer en lo posible la grafia de elertos
‘conivos. Algunos autores tal vez se alarmen al ver que sus
» se eonvirtieron en “2” o viceversa, y que desaparecieron
certos guiones de los vocatlos compuestos. Bn general, al
uilitizar la. palabra “fantasfa” en inglés se lo hizo con ts forma
‘aulasy”, aungue se conserv6 la grafia “phantasy” en los frag-
soentos extvafdos de Freud y de los autores kleinianos. Espe-
Jos que Auestros colegas nos disculpen estas licencias lite-
«gucvemos agradecer en especial a Jane Pettit.su meticulo-
< worreeehin de pruebas y su ayuda editorial; a Paula Shop,
uv vealizd cuidadosamente el procesamiento. del. texto por
compttadara, y a Vietoria Hamilton y Bruna Seu, que colabo
n fa investigacién bibliogrdfica. Klara King hieo una
labor en lo tocante al aspecto'gréfico de la impre-
nie
id dul libru, que apreciamos debidamente. Tambiéniestamos,
ss deuda con el Bdith Ludowyk-Gyomroi ‘Trust, de Londres, y
wan ta Purdacion Sigmund Freud, de Franefort, por la ayuda
\wnnciers destinada a solventar los gastos de preparacién de
sta seganda edieién, Por iltimo, queremos agradecer a Alex
Hotdler sus numerosss y duiles sugerencias,
dy AULD,
Londres yPrancfort,
agosto de 1991,
2
1. INTRODUCCION
Este libro versa'sobre los conceptos elinicos fundamentales
del psicoandlisis y su significado. Muchos de los conceptos que
fueron surgiendo en psicoanélisis, en particular aquellos de
Jos cuales nos ocupamos aqui, han ido ampliando su significa-
do con los afios, y uno de nuestros propésitos es examinar
ciertos conceptos liendamentales precisamente desde el punto
‘de vista de esos cambios en st significado y ei el uso que se les
dio, No e8 nuestra intencién que este libro constituya una
suerte de diccionario o de glosario, aunque sf creemos que
nuestro examen de tales concepto8 eonduciré a una mejor com-
prensién del papel que cumplen en ¢l psivoandlisis actual.
En los dos primero’ capitulos comenzamos por analizar
algunos términos especificos. Varios autores se han ocupado
de las consecuencias filoséficas que acarrean log cambios de
sentido de los conceptos cuando se los transNere de su contex
“to original a otro (p. e}., Kaplan, 1964; Sandler, 1983; Schafer,
1976; Schon, 1963). En este aspecto, la teorta psicoanalitica
presenta problemas que le son propios. Aunque a menudo se
piensa que ella es un sistema de pensamiento totalmente inte-
grado y coherente, esto dista de ser cierto, No todos los cancep-
tos psicoanaliticos han sido bien definidos, y a medida que el
psicoandlisis evolucioné y se modificaron algunas facetas de
su teoria, el significado de dichos concepto: «ambié también.
Por otra parte, en algunos casos un término Irs sido usado con
distintos signifieados ineluso en un mismo mon 6 sel d
rrollo bistérico del psicoandlisis, de lo cual son '
13plos los maltiples significados de términos eomo yo (Hartmann,
1956), 0 como identificacién ¢ introyeccién (Sandler, 1960b).
Ya se verd cudn mareadamente los problemas a que dan lugar
estos significados multiples se encuentran presentes en los
conceptos que aqui consideraremos. En psicoanilisis nos en-
contramos ante la siguiente situacién: el significado de un
concepto aslo se puede discornir eabalmente examinando el
contexto en el que se lo emplea. Y esto se complica atin més
por el hecho de que distintas escuelas de pensamiento
psicodindmico han heredado, y modificado luego segiin sus
necesidades, gran parte de la misma terminologfa bisica (v,
gr. en la psicologta junguiana el significado de términos como
‘yo, si-mismo y libido es diferente del de la bibliografia freudia-
na). Puede considerarse que la finalidad general de este volu-
men es el inttento de facilitar la comunieacién no sélo dentro
del Ambito del psicoandlisis clinico, sino también en todas
aquellas circunstancias en las que es menester conceptualizar
en términos psicodin4émicos apropiados ciertas situaciones que
difieren de la cldsica‘en el tratamiento psicoanalitico —como
Jas que se presentan en la psicoterapia y en algunas varieda-
des de asistencia social individvalizada—. Bsta necesidad os
tanto mayor por la importancia que se Je da a Ia formacisn en
psicoterapia como parte.de la educacién psiquidtriea genet
En este sentido, vale la pena recordar que In palabra “psi-
coandlisis” no remite tinicamente a un particular método de
tratamiento sino tamibién a todo un cuerpo tesrico que aspira
a constituir una psicologia general. Algunos de sus conceptos
pueden considerarse fundamentalmente técniens 0 propios de
Ja clinica, y no forman parte del modelo psicolégico general de!
psicoandlisis: de ellos se ocupa este libro. Entre los conceptos,
clinicos de esta indole se incluyen, por ejemplo, el de resisten-
cia, que se refiere a un conjunto de fenémenos clinicos, aun
cuando también puede considerarse a la resistencia como una
manifestacién especffica del funcionamiento de los mecanis:
mos de defensa (y,como tal forma parte de la psicologia psicoa-
nalftica general y puede decirse que existe tanto en las perso-
nas “normales" como en las que padacen alguna perturbacién
psfquica). Importa tener presente el distingo entre los concep-
14
Los psicoanaliticos clinicos y los de la psicologia psicoanalitica
general (o “metapsicologia”)
Si bien los eonceptos clinicos del psicoandlisis pneden apli-
carse fuera del consultorio psicoanalitico y, en cierta medida,
a cualquier situacién terapéntica, tal vez este empleo exija
tuna nueva evalitacién y una posible redefinicién de los concep-
tos. De este modo, volviendo a la palabra resistencia, que fue
definida en un principio en el psicoandlisis como resistencia
frente a la asociacién libre, no hay duda de que un fenémeno
en esencia idéntico puede presentarse incluso en la far-
macoterapia, por Ia negativa de un paciente a tomar alin
‘medicamento que puede serle provechoso; en este caso, si bien
el proceso de resistencia del paciente quizd sea semejante al
que tiene ante sf el psicoanalista, ya no serfa sostenible def
nir el concepto en funcién de la asociacién libre. Todos los
psiquiatras y asistentes sociales estan familiarizados con el
fenémeno de la resistencia en situaciones en que interviene
otro tipo de comunicacién y no la asociacién libre.
El deseo de dar una definicién precisa de un concepto, par-
ticularmente si es de uso clfnico, no puede ser totalmente
satisfecho cuando se ha de emplear ese concepto en circuns-
tancias diversas, La tentativa de formular definiciones exac
tas dio origen a dificultades e incongruencias.en la exposicién
de los conceptos psicoanaliticos en la.creciente-cantidad de
glosarios y diccionarios que hoy existen en la-especialidad (p.
ej., Bidelberg, 1968; Hinshelwood, 1989; Laplanche y Pontalis,
1973; Moore y Fine, 1967, 1990; Rycroft, 1968). Las virtudes y
los defectos de estos diccionarios ponen de manifiesto que la
adopcién de un criterio histérieo es una condicién sine qua non
para comprender cualquier cancepto psicoanalttico, motive por
el cual aqui procederemos siguiendo un orden mas 0 menos
cronolégico.
El psicoandlisis se desarrollé en gran medida por obra de
Frend y en el curso de sus trabajos, pero a.to largo de su
evolucién el propia Freud modificé muchas veces sus formula
ciones originales, revisando sus conceptos y aadiendo nuevas
dimensiones a Jos procedimientos téenicos..Lo mismo cabe afir-
mar de la evolucién del psicoanslisis con posterioridad a Freud.
De ahf que al referirse a tal o cual aspecto del psicoanslisissea preciso aclarar de qué época se est hablando y que sea
conveniente, por eso mismo, dividir la historia del psicoandli-
sis. en-varias etapas 0 fases. (como hizo Rapaport, 1959), a
partir de los primeros trabajos.de Freud.
Después de recibirse de médico-en Viena en 1881 y de
trabajar un tiempo como fisiélogo en el laboratorio de Meynert,
Freud viaj6.a Francia para estudiar con el eminente neurélogo
Chareot. Lo impresion6 el paralelismo trazado por éste entre
el fenémeno de la disociacién mental inducida por hipnosis y
Ja disociacién entre una parte consciente y otra inconsciente
de la mente que-pare ir en las enfermas que presenta-
ban marcados sintomas histéricos. Segin Charcot y otros psi-
quiatras franceses, principalmente Janet, dicha disociacién
obedecfa a una deficiencia, héredada o adquirida, del sistema
nervioso que impedia a la mente actuar como una unidad, por
asi decir. Al volver a Viena, Freud comenz6 a colaborar con
Joseph Breiiér; quiei habia aténdido como médico a la célebre
‘Anna O., y comprobado que los:sintomas histéricos que ésta
padecfa mejoraban si se la dejaba hablar libremente en estado
de hipnosis, Desde que colaboré con Breuer, Freud quedé per-
suadido de que la disociacién de la mente en regiones cons-
cientes-e:ineonscientes no era privativa de las psiconeurosis
sino que se manifestaba en todas las personas, Gonsideré que
la aparicién de los sintomas neuréticos se debfa a la irrupcién
de fuerzas inconscientes hasta entonces sofoeadas y que no
podian hallar expresién adecuada de ningiin otro modo. Co-
menz6 a ver en esta disociacién un proceso activo de defensa
por el cual la conciencia del individuo se protegia para no ser
avasallada por sentimientos y recuerdos desagradables 0 ame-
nazadores.
Est creencia en un proceso activo do disociacién siguic’
vigente, en una u otra forma, y ocupé un lugar central en los
escritos psicoanaliticos, si bien en distintos momentos Freud y
otros autores pusieron el acento en diferentes. aspectos del
contenido de esa parte disociada e inconsciente de la psique
En un principio (sobre todo en el curso de sits primeros traba-
jos junto a Breuer), entendié que el contenido inconsciente del
cual el sujeto pretendia defenderse consistfa en recuerdos de
tun suceso traumstico real, que tenfan una carga emocional.
16
En el libro que ambos publicaron, los famosos Estudios sobre
la histeria (1895), se postulaba que por detrés de los stntomas
del paciente neurético se hallaban ciertos sucesos traumaticos
reales, y que estas experiencias habjan dado origen a una
“carga de afecto". Esta tiltima, al igual que el recuerdo del
suceso traumatico, habia sido activamente disociada de la con-
ciencia y hallaba expresién convirtiéndose en los sintomas.
Sobre esta base, el tratamiento debia consistir en una serie de
intentos destinados a volver a traer a la conciencia los recuer-
dos olvidados, produciendo simulténeamente una descarga de
afecto bajo la forma de “catarsis” o de “abreaccién”
Puede decirse que la primera fase del psicoandlisis incluye
los trabajos que Freud y Breuer realizaron juntos y se extien-
de hasta 1897, cuando Freud descubrié que muchos de los
“recuerdos” de esas experiencias traumdticas (en especial, ex-
periencias de seduccién) que narraban lag pacientes histéricas
no eran, en rigor, recuerdos de acontecimientos reales sino
mas bien deseripciones de fantasias (Freud, 1950a (1887-1902).
La segunda fase abarea desde el momento en que Freud
rechaz6 la teoria traumatiea del origen de la neurosis hasta
comienzos de la década de 1920, cuando introdujo el denomina-
do “modelo estructural” del psicoandlisis (Freud, 1923). Esta
segunda etapa refleja el pasaje del énfasis primitivo en los
sucesos externos (la situacién traumdtica) al énfasis puesto en
los deseos, instigaciones y mociones inconscientes y la forma en
que estos impulsos se manifiestan en la superficie. Por esta
paca se llegé a considerar que tales deseos inconscientes eran
en gran medida de indole sexual. Fue la etapa en la que la
atencién se dirigié predominantemente a lo que provenia de
dentro del individuo, a In forma en que se repetfan una y otra
vex en el presente las reacciones infantiles, La atencién se dos-
plax6, asimismo, al estudio de lo que podriamos lamar la tra-
duccién que hace el analista de las producciones conscientes del
paciente a fin de averiguar su significado inconsciente. De he-
cho, Freud dijo que la finalidad del psicoanslisis era “volver
consciente lo inconsciente”. Kin esta fase hubo, pues, un brusco
pasaje (previsible si se tienen en cuenta los tnevitables vaive-
nes del desarrollo tedrico) del examen de la rel»ridn del indivi
duo con la realidad externa al estudio de su relacion con I
Wydel desarrollo del nifio los. apremios instintivos quedaban
adheridos a figuras significativas de su entorno, u “objetos”
—para emplear el término impersonal, poco feliz, con que los
psicoanalistas deseribieron.a estas figuras importantes desde
el punto de vista emocional—. Se suponia que cada deseo in-
consciente tenfa un objeto, y que el mismo objeto podfa ser el
receptor de deseos muy opuestos, manifestados tipicamente en
sentimientos de amor y odio hacia la misma persona. Esta am
bivalencia era en s{ una de las fuentes de conflicto psiquico mas
potentes, Freud opinaba que en las relaciones que los adultos
entablaban entre. sf se repetian (a menudo de un modo muy
distrazatlo) sus adhesiones y conflictos infantiles, y que esta
tendencia-a la repeticién estaba con frecuencia en la raiz de
muchisimas de las dificultades que le relataban sus pacientes
Entre los primeros conflictos del nifo reconstruidos me-
diante el andlisis, hubo una constelacién que se estimé uni-
versal:-¢l:camplejo.de Rdipo, en que el nifio de alrededor de
cuatro o cinco afios debe enfrentar un conflicto muy intenso en.
sus deseos y relaciones objetales. Bn esencia, Freud lo conce-
bfa como ei deseo del niiio pequerio de mantener relaciones
sexuales con su madre, de poseerla por completo, y a la vez
desembarazarse de alguna manera del padre —el anhelo de
matarlo noefa inusual—. Segiin Freud, estos deseos estan en
pugna con-el amor que el nifo siente por su padre y con el
temor de que éste lo rechace 0 le inflija algin dato fisico, en
particular un dao en sus genitales a modo de represalia (la
denominada “angustia de castracién”). Respecto de la nina
pequefia se presenta un cuadro bastante similar, aunque en
este caso los roles de los padres estan invertidos; sin embargo,
se considera que tanto en los nifios como en las nifias existen
las dos constelaciones opuestas —en el varén, ¢l deseo de ser
posefdo por-el padre y desembarazarse de la madre—, debido
a Ja bisexualidad innata de todos los seres humanos, sea cual
fuere susexo.
Estas concepeiones sobre el funcionamiento pstquico y la
sexualidad infantil fueron producto dela segunda. fase del
psicoandlisis, perfodo de intensos estudios acerea de las vieisi
tudes de las mociones pulsionales inconscientes, en particular
las sexudles (Freud, 19054), y sus retonos o derivaciones. Si
20
las hemos deserito aqui.con algin detenimiento ha sido por la
importancia que revisten para un examen més detallado de
los conceptos clinicos que se analizan en el préximo capitulo.
Si bien dentro del modelo psicoldgico de la segunda fase dichos
coneeptos pueden considerarse relativamente simples y direc-
tos, la evolucién seguida por el pensamiento freudiano hizo
que surgieran luego complicaciones, como veremos,
La tercera fase puede remontarse a 1923, aio en que se
produjo un cambio decisivo en la conceptualizacién del funcio-
namiento psiquico por parte de Freud, quien ala sazdn estaba
profundamente impresionado por algo que venia viendo ope-
rar en sus pacientes y sélo podia concebir como un sentimien-
to inconsciente de culpa. Por otra parte, en la aplieacién siste-
métiea de la divisién “tépica” del aparato psiquico, con sus
sistemas Inconsciente, Preconseiente y Consciente, comenza-
ron a aparecer ciertas incongruencias y contradicciones, y esto
Hlevé a Freud a postular un nuevo modelo teérico, Quiz seria
mas apropiado decir que introdujo un nuevo punto de vista, ya
que la nueva formulacién no reemplaz6 per entero a las ante-
riores sino que més bien coexistié con ellis. A esta situacién
nos remitiamos antes, cuando nos referimos al hecho de que el
psicoandlisis, en euanto conjunto de conocimientos en proceso
de desarrollo, no posee un modelo teérico plenamente integra-
do y coherente, En 1923 Freud formula, en El yo y el ello
(1923b), su “modelo estructural”, 0 lo que ha sido denominado
también la ‘segunda t6pica” dela psique: la divisién tripartita
del aparato psiquico en lo que él llamé ello, yo y superyé:
El ello pasé a corresponder aproximadamente a gran parte
de lo que antes abarcaba el concepto de Inconsciente, Puede
entendérselo como la zona de la mente que contiene las mocio-
nes pulsionales primitivas, con todog sus elementos heredita-
rios y conatitucionales, Esta regido por el principio de placer y
funciona de acuerdo con el proceso primario. Durante la ma-
duracién y desarrollo del individuo, y como consecuencia de su
interaceién con el mundo exterior, una porcién del ello experi-
menta modificaciones y se convierte en el yo. Se supone que la
funci6n primaria del yo es la autoconservacién y Ia adquisi-
cién de medios para adaptarse simulldiciinente a las pr
nes del ello y a las exigencias de la realidii. {il yo nly
21apacidad de postergar la descarga instintiva o de controlarla
merced a una variedad de mecanismos, ineluidos los mecanis-
mos de defensa. La tercera instancia psiquica, el superyé, sur-
gia como una suerte de precipitado o residuo interno de los
primeres conflictos del niffo, particularmente en relacién con
sus padres u otras figuras de autoridad, y de sus identificacio-
nes con ellos. El superyé es el vehiculo de la conciencia moral;
incluida la parte de esta tiltima que se considera inconsciento,
ya que Freud entendia que grandes sectores tanto del supery6
como det yo y del ello operaban fuera del estado consciente.
Vale Ja pena mencionar que en esta teoria “estructural”
hay, nuevamente, un cambio de énfasis respecto de la que
prevalecié en la fase anterior. Se concibe el papel del yo como.
el de un mediador encargado de resolver los problemas y de
satisfacer en todo momento las demandas procedentes del ello,
el superyé y el mundo externo, A fin de cumplir con estas
exigencias a menudo antagénicas entre si, el yo debe crear a
veces las més complicadas soluciones de compromiso, y en
liltima instancia estas transacciones pueden dar origen a los
sintomas, que si bien resultan penosos 0 afligentes para quien
los sufre, son la mejor adaptacién posible que el individuo es
capaz de lograr en determinadas circunstancias. Se considera
que estas soluciones de compromiso pasan a formar parte del
cardcter y de la personalidad del sujeto, y gravitan en su elee-
cién de carrera profesional y de los objetos de su amor, asf
como en todo lo que hace de él un individuo singular.
Esta fase de la evolucién del psicoandlisis se extendié has
ta la muerte de Freud, en 1939; no obstante, establecer esta
fecha es algo arbitrario, ya que lo que denominamos la cuarta
fase abarca las contribuciones de otros psicoanalistas aparte
de Freud, y ya desde el primer momento en que algunos de sus
colegas se asociaron a él y a su obra y se identificaron con sus,
concepciones, produjeron aportes importantes para la Leora
y la prdctica del psicoanilisis.
Una linea de evolucién destacable de esta cuarta fase, aun-
que ya evidente en la obra del propio Freud, recibié fuerte
impulso con la publicacién de la obra de Anna Freud El yo y
los mecanismos de defensa, en 1936, y de la obra de Hart-
mann La psicologia del yo y el problema de la adaptacién, en
22
1939. Anna Freud puso de relieve el papel de los mecanismos
de defensa en el funcionamiento psiquico normal y extendié el
concepto de defensa a fin de inchuir la defensa contra los peli
gros provenientes tanto del mundo exterior como de los impul-
sos instintivos internos. Hartmann hizo particular hincapié
enel desarrollo innato de lo que él denominé la “esfera libre de
conflictos” dentro del yo. Si Freud habia apuntado de continuo
hacia los fenémenos clinicos y habia sefialado de qué manera
surgen en el individuo determinadas habilidades y capacida-
des como un medio para resolver los conflictos, Hartmann
sostuvo que hay muchos Ambitos de funcionamiento patquico
normal que tienen una evolucién relativamente auténoma y
no son el producto de un conflicto mental, Lo que se dio en
Hamar la “psicologia del yo” represents el particular interés
de muchos psicoanalistas en situar en el centro de la-atencién
el funcionamiento yoico normal junto al-anormal, Pero como a
1o largo de este libro nos ocuparemos en el momento oportuno
de los aportes destacados de otros psicoanalistas aparte de
Freud, no es preciso que les mencionemos aqui en detalle. Sf
conviene puntualizar que gran parte del pensamiento psicon-
nalitico actual, sobre todo el vinculado a la situacién clinica,
hunde firmemente sus rafces todavia en la segunda fase del
psicoandlisis. Al describir a sus pacientes, los psicoanalistas
siguen haciendo uso del modelo tépico (o sea, el de la segunda
fase) junto a los conceptos propios de la teoria estructural de
la tercera fase —aunque algunos psicoanalistas (v. g., Arlow y
Brenner, 1964) han hecho esfuerzos heroicos por formular la
teoria psicoanalitica basdndose exclusivamente en los coneep-
tos de la teoria estructural.
Desde la década de 1960 en adelante, la psicologia del yo,
que habia arraigado en Bstados Unidos, comenzé a ceder paso
en cierta medida ante una serie de nuevos ‘vances, que se
examinarén en los capitulos que siguen, Mencionemas, entre
otros, la “psicologia del si-mismo” de Heinz Kohut y el enfoque
de las “relaciones objetales” propuesto.por Edith Jacobson,
Hans Loewald y Otto Kernberg. Lag concepciones de este tilti-
mo pueden considerarse un producta tanto de la psicologfa del
yo como de los puntos de vista de Melanie Klein. En Gran
Bretafia la escuela kleiniana tnyo enorme influencia, asf como
a 23la-obra‘de los teéricos britanicos de:las relaciones objetales,
como: Ronald Fairbairn, Michael Balint y Donald Winnicott.
En los uiltimos afios.se ha valorado Ja importancia de los éseri-
tos de Wilfred Bion, y las-controvertidas opiniones de Jacques
Lacan:han desempenado un significative papel en la eoncep-
cién del psicoandlisis vigente en ciertos cfreulos intelectuales.
Para muchos, la‘obra de los psicoanalistas evolutivos, initiada
con Margaret Mahler y continuada por los llamados “observa-
dores de bebés”, como Daniel Stern y Robert Emde, tiene fun-
damental importancia para la comprensién psicoanalitica del
desarrollo humano.
La teorfa psicbanalitica de la mente ha sido-objeto de ela-
boraciones sustanciales-desde la época de Freud, y la brecha
que separa las diversas teorfas de su aplicacién practica se ha
ido ampliando en fgrma permanente. Por lo tanto, se-ha vuelto
més necesario atin examinar y reexaminar los conceptos clini-
cos del:paiéaanslisiss- *
eather sess ean einen