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La responsabilidad civil ante el nuevo milenio: algunas preguntas para el debate Sumario: 1 {Todo dao debe queda separa? IL. asta db legal plvora del Rey? Il Cuno dato debe queda reparado? TV. {Pucde legislador quien éecida el concepto de perjudicado? V. Cone Cerrado el siglo XX y, amigos como somos casi todos de los t6picos del calendario, no es mala cosa que un trabajo en homenaje a la memoria de mi amigo Roberto Lépez Cabana sirva de cauce para un debate acerca de algut las grandes preguntas con las que el nuevo milenio se abre en el mundo de ponsabilidad civil, con seguridad el Ambito de mayor tros das. Un debate que centré buena parte de las wtimas conversaciones que ‘mantuve con él a ambos lados del Atléntico, desde que en agosto de 1987 nos conocimos en Buenos Aites gracias a la amable invitacién que me curs6 para asistic a las Jomadas de Derecho civil. Desde entonces hablamos mucho sobre dafios y estabamos en constante contacto epistolar (casi siempre por esos medios electrdnicos que tanto le gustaban a él) Es tiempo de hacer balance ~y a contri- buir en ello quieren servic estas lineas— sobre determinadas cuestiones, algunas, de las cuales se han ido abriendo paso casi con el cardcter de unos auténticos corolarios o dogmas de fe, que no por aparecer muchas veces como imprejuzga- dos dejan de ser algunos cificilfsimamente digeribles. Va por ti, querido Roterto. ‘Ya me estoy imaginando das respuestas. I. TODO DANO DEBE QUEDAR REPARADO? objetiva se ha producido sin que haya iva e inalterada redaccién del art. 1902 cambiado una sola coma en la pri 232 MARIANO YZQUIERDO TOLSADA Civ, Los presupuestos ideol6gicos propios de Ia etapa codificadora habfan pro- porcionado una estructuracién del sistema como algo marcadamente individua- lista. Se estaba ante un determinado modo de ser de Ia relaciones econémico- sociales bien diferente a lo que tenemos ahora ante nuestros ojos. Una revoluci6n industrial cuyos efectos ain no se habfan dejado sentir en profundidad, una ganadera y artesanal sin grandes empresas, con escasos ct de distribucisn y publicidad, y en la que ferias y mercados constituian punto de encuentro, sin intermediarios, entre fabricantes y consumidores, partes ‘su ver-de un simplfsimo contrato de compraventa. Un estado de cosas en el que predominabe el transporte por tracci6n animal, donde el trfico aéreo era atin teria de cencia-ficci6n y en el que, en fin, a idea clave de a responsabilidad ‘slo podia ser el hecho del hombre, en cuanto reprobable. Conviene no entrar en detalles de alg a cbligaci6n de repa- rar aparecfa en semejante escenario de resultas de la calificacién del hecho como algo reprobable, ligero y negligente. No esté ausente el influjo de los canonistas, rmedievales: se paga, se indemniza, se repara... porque se ha pecado. Quedaba edificado el sistema de responsabilidad civil sobre 1a nocién de culpa o negligen- cia, acaso entendiendo que su cometido no era tanto asegurara la victima de un dato su derecho al resarcimiento como procurar una moralizacién de los com- portamientos individuales. ‘A nadie se le escapa que en la actualidad la copla ya no es la de “no hay res- ponsabilidad sin culpa”, sino otra bien distinta: “que todo daio quede reparado, haya o no calpa”. La persona se dice- necesita una defensa més enérgica frente \s derivados de la aparicién de inventos, aparatos, méqui- jones, productos enlstados o embotella- elementos que a todos benefician, pero ian desu irrupcién enel mercado. quienes se be ‘Todo esto ya lo conociamos, y hasta, en términos generales, nos ‘mos de que muchas desgracias producidas por la economia moderna sean pt ‘cargo de quien instala el riesgo en el mercado con pingle beseficio propio, aun~ {que muchas veces sin que exista reproche culpabilistico. ¢Por qué, entonces, €8 comiin en la actualidad vol ‘verdadero retomo al subj atentie saludablemente el rigor probatorio de | cinda de ella a fin de que los dafios que son resultado de riesgos inhere i jgrosas puedan imputarse sobre el patrimonio de quienes I cabo y se cran por ello, y otra bien distinta que todo daft deba enc raci6n al margen de la causa que verdaderamente lo produjo ; Tam ‘comunidad de propietarios hacerse cargo de la lesiGn causada al peat6n por el toldo que se desprende sobre la via pabl cado, perono pudo soportar vientos de cien kil6metros por hora? LARESPONSABILIDAD CIVIL ANTE EL NUEVO MILEMI: 23 3 Mis que retornar al subjetivisme, I ivismo, 1o que todo jurista moderno y sensato se debe preguntar es cusl debe ser el exacto sentido que tiene la elaciGn causal en e! sistema de la responsabilidad civil: silos sistemas de responsabilidad subjetiva con presuncién de culps favorecen la prueba de ésta; los de respot tiva prescinden, simplemente de ella, pero dejan abierta la po tacin el demandaco logra demosar la rupture del nexo de casalida, pro- anda el caso forte, Ie fra mayor In condita del pr icado 0 la actuacién exclusiva de un tercero, Probando, en suma, que la causa del da fue “propia” sino “ajena” ee Y si resulta, en fin, que el Cédigo ci dice que nadie ha de responder de reverse 0 que, aun previstos, sean ‘entender por qué extrafia raz6n la postmo- dafo fortuito debe encontrar reparacién en no se encuentra, que se ocupe el Estado del bienestar demidad reclama qui algin sitio y que, dello. El que el papel protagénico de la culpa se atenie y h rentes y variados criterios de imputacién de corte objeti dos en ideas como el riesgo o la garantia nu atenuar los restantes elementos de la respons. Tanto que se presentan ya como algo irreconoci estran una respon. sabilidad v ente en und institucién de beneficencia, onl seguro del mismo nombre rgio en eo que BARBERO denomina crite: ri imienton, le weriterio de m de la re - Tidad. Una espons aque haya sempre en fi suena ue denominar responsable de un suceso desgraciado, aunt chivo expiatorio cuya tinica intervencién en el datio con: desgra- vente, 0 de tener detrés a un asegurador o a una Administracion ido surgiendo dife- ivayasi se atentan! de causa. “nico elemento de la responsal ne hasta hac Spe ge een neuen han ver con el dio que se enjuicia. El dato que da DE ANGEL sobre el estudio dela aa Californiana del Corazén es curioso: “cuando un grupo a - i6logos examinaron los expedientes de 319 viet ues cardi una divisién de opit a hubo acuer fueron som antes supiers 1008, hubo nes de tres a dos en la mayor parte de los casos y sélo en 47 © DE ANGEL, en Comenario, ot S el Cio civil (at. 1902), 8, ed Bosch, Bacelons, 2000, pi. c 24 [MARIANO YZQUIERDO TOLSADA Hasta la fecha, a lo més que se habia Ilegado era a deducir la relacin causal ppor medio de la prueba de presunciones, con o sin cita expresa del art. 1253 se presumié la causalidad con el hecho de que poco los un tractor que desprendifa chispas por el tubo de ‘escape. Pero esa técnica, consistente en enlazar un efecto a un proceso causal no ‘enteramente verificado, pero alrededor del cual existe un enlace preciso y direct segiin las reglas del criterio humano, ha quedado ya superada. Desde iuego, ‘caso més emblemitico fue el del aceite de colza desnaturalizado. Habia que con- denat como fuera al Estado, dadas las magnitudes de la tragedia. La formula de la sentencia de la Sala Segunda de 26 de septiembre de 1997 consistié en condenar Director del Laboratorio Central de Aduanas) cuya atribu- lacionado con la salud pi clasificar las sustancias de cara a su tratamiento arancelario! Pero es que los aceiteros, tinicos causantes de la introduccién para el consumo humano de un aceite que era de uso indus- mayor condena de nuestra historia (unos 5. en fin, fingiendo una de exclusivo cardcter tr nes de délares) se resol de causalidad con un servicio p Il. _ ,HASTA DONDE LLEGA LA POLVORA DEL REY? ‘Pocas voces se han alzado, y de modo reciente, contra un sistema como el espafiol en materia de responsabilidad de las Administraciones Pablicas que eva casi medio siglo recibiendo parabienes doctrinales y siendo considerado ‘como uno de los més protectores del mundo. No podia ser de otra manera, pues ruestras normas le dicen al perjudicado que recibiré una indemnizacién aunque el dafio haya sido consecuencia del funcionamiento normal del servicio pibico. ‘Un sistema de responsabilidad que, si se me permite el chascarrillo, tiene como factor de atribuci6n a “la pélvora del Rey", que repara dafios que muchas veces no encontrarfan reparaci6n si su autor fuera un empresario privado y que se aproxima més a las normas de asistencia social que alas que deben regular la res- Ponsabilidad civil de manera sensata. 'Y es que, si bien es verdad, como dice MARTIN REBOLLO, que el princi- bésicos del Estado de Derecho (pu una actividad que, como la de los po cios col incluso del que se ha debido al correcto fu hasta incluso del que es consecuencia de acontecimien! c ‘LA RESPONSABILIDAD CIVIL ANTE EL NUEVO MILENIO: 235 Eso s6lo puede suponer que el disefio de la responsabilidad de los pod cos en Espafia no tiene ningin carécter profilético, no sirve para aportar na las pautas de calidad y de buen funcionamiento que deben tener los servicios casos en que éstos funcionen mal, como ‘medianamente bien y hasta muy bien, ni quienes tienen a su cargo las prestaciones pondrén lo con exquisita correc- algo se ha mejorado desde que la Ley 4/1999 ha reformado 145.2, de modo que la accién de regreso de la Administracién conta el ¢ actué con dolo 0 né be ser ejercitada en todo 196 “podrd exigir” por "), Algo, pero poco Fijémonos en la sentencia del Tribunal Supremo 14 de junio de 1991, cono- ida entre los estudiosos espafioles como el “caso de los aneurismas gigentes” y tomada como paradigma de los excesos del sistema. La paciente presentaba en ambas car6tidas, y el cirujano opt6 por reducir primero la /éndola con un clip al no ser viable otra posibilidad. Pero, ra cat6tida no suministrd suficiente flujo de sangre al cerebro, lo que prociyjo a la enferma graves secuelas. La intervencién facultativa fue irreprochable, pues no habfa motivos para pensar a priori que los riesgos habefan sido menores si se hubiera intervenido antes sobre la carOtida izquierda. Con todo, el Supremo dijo que un supuesto de responsabilidad que tiene cardcter objetivo sig sconsideracién total delat ceunsiancasy conducts 7 Quienes lo crean, organizan, control ue procediaentoncesla condena del INSALUD, pu aha de ser Ia incidencia,a efectos de caus intervencién quintrgica fada a cabo en un Centro de la Seguridad So. Ni siquiera es necese- rio probar que el servicio paiblico se ha desenvuelto de manera anémala”, dice la sentencia de 29 de octubre de 1998. Seneillamente, el Presupuesto piblico de un pafs como el nuestro no se puede permit la cobertura de un sistema tan poco realista que, al hacer respon sables a las Administraciones también de los dafios producidos por el funciona- Todnico relevant pala f 26 MARIANO YZQUIERDO TOLSADA, riento normal de los servicios piblicos, no concede otra alternativa que la de no prestarios. {Es eso el Estado social? Por eso n0 es de sorprender que, de espaldas a tencias de los smpos kayan preferido *faute de service” de jembre de 1996 y 28 de octubre de 1998) y ace- 8), en el derribo de edificios ruinosos (senten- 6 ara el cierre de esta- de 5 de junio cia de 14 de mayo de 19 blecimientos centencia de9 de én de especticulos piiblicos (sentencia de 23 de mayo de 1995). También en la prestacién del servicio psiquiétrico, que si no es anormal, no permite condenar ala Adminitracién por el suicidio del interno (sentencia de 5 de mayo de 1998). Es cierto que las novedades legislativas han introducido paliativos interesan- snen un cierto margen de tolera iento, 0 lo que es lo mismo, que el sino el completo enjuiciamiento de brio propio del Estado social det rasero el dafo causado por la empresa privada, que acta porque quiere hacerlo y ‘que forman parte determinados riesgos estadisticamente tipicas que el trado ha de esumir también como propios * No esté siendo infrecuente que entonces, desde el proy mas, se recurra al cmodo expediente de la ine» declare que se trataba de un dari soportarlo por parte del per en la tramitacién de un expediente, la de la Sala de lo ci trativo del TS.J. del Pais Vasco, en un caso de actuacién s reacio a ser objeto de diagnéstico. En la Sala Tercera del Supremo, pueden vei lade 18 de cctubre de 1999, para un supuesto de lesi6n ocular causada por pelota a inervencin guise "ANTALEON, cit, pig. 244, ( [LA RESPONSABILIDAD CIVIL ANTE EL NUEVO MILENIO: 237 de goma lanzada por la Guardia Civil en una manifestacién violenta, o lade 3 de cetubre de 2000, para un caso de intervencién de vasectomfa con embarazo pos- terior. En la versién reformada por la Ley 4/1999 se establece, como complemento brd responsabilidad cuando los dafios provengan de que no se hubiesen podido prever 0 evitar segiin el jentos de la ciencia o de la técnica existentes en el ‘momento de su producci6n, Bsté claro que en la mente del legislador slo han estado presentes los muchos casos en que las Administraciones sanitarias venfan siendo condenadas por las transfusions sangufneas q virus del SIDA o de la hepatitis C en épocas en las a tar el dafio (problema de antijuridicidad/causa de justi ds bien se trata de una circunstancia d in). de causalidad, de una concre- tente en el sistema (y hasta iade31 de mayo reforma afecta al propio criterio de uso hay quien de la responsabilidad regresado a un sistema cuenta de que el precepto s6lo es un parche (parche important por el funcionamiento normal de los servicios piblicos. YY que no se diga que quienes decimos estas cosas queremos demribar el Estado de Derecho *. Ni tampoco que no hay nada de sorprendente en este pro- ces0 hist6rico, pues a nadi el que haya obligaciones asumidas por el as del terrorismo (Ley 32/1999, de 8 de octubre) 0 sntos y contra la libertad sexual (Ley 35/1995, de 11 de ligaciones no atienden a problemas de responsabilidad civil c 238 MARIANO YZQUIERDO TOLSADA de junio de 1985 (R.A.J. 3202), “no puede confundirse la responsabi monial del Estado, que es consecuencia del funcionamiento de femnizacién de los datios y perjuicios sufridos por una per izacién de una conducta delictiva, aunque se trate de un acto asumir en abla tamt 6 prestaciones que el Estado asume y alas que todos contribuimos con gusto con ‘nuestros impuestos, colaborando a que quienes han tenido {a desgracia de ser ‘mas de delitos violentos vean sofocada en parte su tragedia, Aut ingenierfa social para la que no hay jue recurti 2 1.72 ne Ge aes civil por un dafio que, desde luego, no ha sido causado por las Administraciones. Wl. ,CUANTO DANO DEBE QUEDAR REPARADO? EL nuevo milenio nos planta ante otra pregunta preocupante: el que dafia gesté obligado a reparar el daiio causado? Cualquierjurista responderfa que sf, y {que justo eso es lo que proclama paladinamente el art. 1902 C.civ. (0 el 1101, si ‘nos movemios en sede de responsabilidad contractual). Sin embargo, la tendencia actual gonsiste en decir que no: que, al menos en determinados sectores de activi- ue hay que reparar no es el dafio causado, sino el daiio que de antemano gislador como dafio verosimil, como dafo estadisticamente correspon- diente a sucesos de la concreta etiologia de que se trate. Es entonces el legislador quien decide el precio de una vida, de una incapacidad temporal o de unas lesio- nes invalidantes. Es él el encargado de decidir cuanto lucro cesante es que que como indemnizacién debe corresponder a quien resulte perjudicado. En un trabajo con las limitaciones de espacio propias de esta obra solamente se puede dar una idea aproximada de est tipo de disefios de la nueva responsabi- lidad civil automovi Desde luego, uno de los problemas de mayor entidad de cuantos se dan cita en el complejo mundo de la responsabilidad por dafios es el dela valoracién de los dafios corporales, tanto en lo que se refiere a su dimensiSn puramente fisica como en lo referente al dafio moral consecuente al corporal. El que se trate de dafios que se resisten a cualquier exigencia rigurosa de prueba sobre su cuantfa ha determinado un tradicional y sistemético abuso del principio de que el quantum indemnizatorio es algo reservado al prudente arbitrio del juz gador. Por eso uno de los debates més interesantes de esta parcela del Derecho civil es el que trata de dar con formulas que sirvan para introducir una cierta uni- formidad en la indemnizacién del dafo corporal. c LA RESPONSABILIDAD CIVIL ANTE EL NUEVO MILENIO: 239 En efecto, si nos deteneios en el terreno de los accidentes de circulacién, sin duda el de mayor litigiosidad de cuantos quepa imaginar, el panorama ha sido siempre desolador. Desée hace tiempo, todo han sido intentos de introducir una infnima uniformidad en un sector que se ha visto ttadicionalmente presidido por una disparidad de criterios en materia de indemnizaciones realmente lamentable, llegdndose a conceder unas sumas por los jueces de las grandes ciudades que, com- paradas con las que se otorgan en las pequefias 0 en las zonas rurales, son verdade- Tamente desorbitadas. Bueno es que se restrinja ese arbitt ue lleva a que ‘un muerto *valga" en un determinado Tugar de Espafa el doble que en otro lugar: tento de introducir baremos en este sector de la responsabilidad por ido lugar ya en la Orden de fe 1991, que pretendfa reduci ‘ducit mecanismos de certeza y seguridad ‘ayo, del Fiscal General del Estado, que recomendaba que dichos criterios fue- iscales afin de "onificar criterios, de forma que las no sean nunca inferiotes a las seialadas en mo es bien sabido, se encuentra establecido en el Anexo al octava de la Ley 30/1995, de Ordenacién y Superv «ala Disposicién de los Segu ciGn de Vehiculos de Motor de 24 de diciembre pérdida sufrida y de la ganancia que hayan dejado de obtener, previsibles 0 que conocidamente se deriven del hecho generador, inclu los dafios morales, se cuantificardn en todo caso con arreglo a os ¢ dentro de los Unites indemnizatoriasfjados en el anexo de la presente ley Consiste, a grandes rasgos, en una serie de tablas a las que hay que recurrir en caso de tratarse de indemnizaciones por muerte, lesiones permanentes, inca- ( 240 [MARIANO YZQUIERDO TOLSADA, pacidades temporales y dafios morales, que se presenta con una especie de brin- dis al sol queinvita a pensar que su autor quiere que al perjudicedo se le resarzan, cfectivamente, cuantos dafios haya suftido: el apartado primero, n® 7 del Anexo dice, en efecto, que "para asegurar la total indemnidad de los dafios y perjuicios ‘causados se tienen en cuenta, ademas, las circunstancias econdmicas, incluidas las que afectan a la capacidad de trabajo y pérdida de ingresos de la circunstancias familiares y personales y la posible existencia de circunstancias excepcionales que pueden servir para ia exacta valoracién del davio causado" Pero lo cierto es que, a la hora de la verdad, el sistema tabular es todo menos _generoso, pues ese misino n°7 también establece que “la cuantfa de la indemni- zacién por dafos morales es igual para todas las victimas y la indemnizacién por los datos psicofisicos se entiende en su acepcién integral de respeto o res- ‘auracién del derecko a la salud”. Las tables vienen a asignar acada tipo de dafio tuna cantidad determinada en la que se entiende subsumida la idemanizacién por dafio moral, que €s igual en todo tipo de mi valorativo no Jjuega cuando haya existido delito doloso (apartado primero, n 1). ‘Curiosamente, los dafios materiales sf se habrén de reparar de manera integra (att ‘con lo cual se dard la paradoja de que un viajente de comercio 0 un taxista que, como consecuencia de un accidente, detiene su actividad durante lun mes a la espera de que le reparen el vehiculo, obtendré ura indemnizacién {ntegra por el lucro cesante, pero el que sufre una lesién que le impide trabajar durante ese mismo mes, vers que la indemnizacién se ha de sujetar ala ciones de las tables. La reparecién del vehi niente que la reparaciGn de la tibia, lo que, como en se ‘ocupar en absoluto al Tribunal Constitucional. Jo que se querfa era i6n de los dafios d resultado no se ha conseguido con sma, ¥ lo peor es que el ‘Supremo ha invitado a la desobedienci ede en la sentencia de 26 de ‘marzo de 1997 (EDE 1108), dictada para un caso en el que la Ley 30/95 no era de aplicaci6n, dada la fecha del suceso enj ponente aprovechd que el Pisuerga pasa, las perversidades del sistema. Esta sentencia, auténticamente provocadora por lo ‘que tuvo de subversivo, generd un auténtico caos en las Audi espafiolas, que han vuelto a una anarquia que va desde Is inflexible de los baremos hasta el libertarismo més éerata declarar su no aplicacién * "Vessel comentario de la sentencia que elabors REGLERO CAMPOS, C.C.C. 44, pgs.823, ys ( LA RESPONSABILIDAD CIVIL ANTE EL NUEVO MILENIO: 241 Hay que recordar, lisa y lanamente, al Tribunal Supremo, que las sentencias no son el lugar oportuno para expresar opiniones doctrinales en cuestiones no relacionadas con los motivos del recurso. Tembién convendria que el Tribunal Supremo supiera (que lo sabe) que si se dan en una ley tachas de incons lidad, el juez dispone de una herramienta: 1a cuesti6n de incon (todo menos dejar de aplicar w sionalidad Jey vigente). ¥ sobre todo, no deberia el Alto tun Estado de Derecho en el que el juez se encuen- tra supeditado a la ley, y no Ia ley al juez. ‘Sin embargo, la sentencia hizo mella, pues vendria luego la Sala Segunda a ahondar en la idea de que el juez no se halla sometido a la ley (0 al menos, a esta, Jey): la sentencia de 5 de julio de 1999 (EDE 18441) dice que “no se puede sus- traer a la funcién jutisdiccional la aplicacién del quantum indemnizatorio en cada caso conéreto, por ser @ los Jueces y Tribunales (..) a los que corresponde examinar las circunstancias concurrentes en los hechos y de ahi deducir las stimas a pagar”, Se puede decir que shora, a pesar de contar ya con una norma de rango legal, Ja uniformidad es menor ain que cuando tal norma no exista, pues las maneras de aplicar el sistema son tan distintas que el resultado constituye una broma de ral gusto. De la mucha jurisprudencia manejada por MEDINA CRESPO llama la atencién que ni cia Provincial. Por ejemplo, la Se de 24 de octubre de 1997 y 25 de s si los dafios causados exceden de las mismas, exceso “todo el esplendor de su poder y puede hacer absolutament quiera”’, Pero la Secci6n 7 prefiere pensar que el sistema sirve s lorar los dafios causados sin culpa, de modo que, cuando culpa haya, lo aplicable seré el régimen comin de los Cédigos civil y penal (sentencia de 25 de abril de 1997). En cambio, la Seccién 15* prefiere la insumisiGn: si se aplican los baremos en el caso conereto es porque en el caso concreto coincide la libre valoracién del juez con la valoracién legal, pero el juez puede prescindir de Ia ley cuando ésta no le guste (sentencia de 19 de junio de 1997). Por su parte, In Secci6n 17* entiende, con mejor crterio, que el Sistema consttuye un auténtico estatuto de imperativa aplicacién. ‘Anarqufa semejante se da en otras Audiencias Provinciales, con lo que ni siquiera podemos decir ya, por ejemplo, que en Madrid “se paga” mejor que en pequefia, Habré que ver cada Seccién de cada Audiencia. No hay principio de territorialidad, sino de personalidad, al mas puro estilo visigodo ™ MEDINA CRESPO, La valoraidn evi del dao corpo '* SMBDINA CRESPO, La valoracn de los dos personales ca ln, La Ley, 24 6 septembre de 1997, 242 MARIANO YZQUIERDO TOLSADA ‘Y mejor no dedicar ni una linea a comentar la sentencia de la Audiencia Provin- cial de Teruel de 15 de abril de 1997, segin la cual la Ley 30/1995 fue derogada y tener ademés rango superior. puede bastar con leer la mencionada sentencia de 26 de marzo de 1997, junto alas opiniones exptesadas por el Profesor PANTALEON ". En términos generales, se acusa a la Ley de violar el prine (art. 14 CB), dado que, por un lado, se prescriben indemnizaciones dafos personales, pero no >. Se discrimina entre las victimas de a jtaciones del baremo. Pero, ademés, se dice te cuando, a partir de un determinado nivel indemnizacién por el lucro cesante s¢ mutila, mientras que el que ‘mantenia unas rentas més normales, se ve resarcido, con fo que personas que suften dafios de distinta entidad alcanzan una indemnizaci6n idéntica Se dice también que el sistema viola el derecho fundamental a la vida y a Ja integridad fisica, pues siel art. 15 C.E. ordena al legislador ordinario una pro- teccién de tales derechos, tal proteccién no se consigue si el Iegislador civil dicta tuna norma que confisca la indemnizacién y no procura un efectivo derecho al ios de reserva de la judicial efectiva (art. 24.1), aducién- ‘dose que con este sistema se quita a los érganos judiciales su funcién de valorar la entidad real del dafio y su ‘exact éndoles en meros autématas, y se quita por io mismo al justiciable su derecho al pleno ejercicio de sus pretensiones resarcitorias. Desde luego, lo que no cabe admitir es que una ley injusta es, por injusticia de una ley es cuestién pol itucional por ir en contra de los dictados del C6digo, ia de 26 de marzo de 1997. Hay que recordar al Tribu- sino a lo sumo leyes inconstitucionalé y porello ‘supondrd C LA RESPONSABILIDAD CIVIL ANTE EL NUEVO MILENIO: 283 una alteracin, minusproteccién o derogacién de éste para el dentes de er no necesariamente seré un caso de in que silo hay, serd razones. Con REYES su trabajo critica sobre la sentencia: “Dos sorprendentes ilegalidad de la ley y la soberanta del juec™. ‘Al margen de la mayor o menor con: nalidad, cuando un juez duda sobre la co fad de una ley, desde luego que no tiene otra salida que la de plantear la oportuna cuestidn de inconsttucio- nalidad. Todo menos dejar de aplicar la ley, que es justo 1o que propone la rui- dosa sentencia de 26 de marzo de 1997 a la que me he referido antes. Sendas cuestiones de inconstitucionalidad se han venido planteando alo largo de Is toda- via corta vigencia de Tribunal Constitucional tomé caitas en 100, de 29 de junio, se acumula- ‘on las diferentes cuestiones planteadas por distintos Juzgedos y Audiences. largamente esperada, que ya ha merecido ella sola una com- pleta monografia®, y dela que corresponde aqui destacar algunos puntos: a) La sentencia considera que no existe violacién del principio de ig lazgos: la tencia de las tachas de inconstitucio- id ‘(Fondamentos décimo y undécimo). El que un daiio derivado de accidente de cir- Juez, es porque ciada para un conct y por la necesidad grado de certeza “, pero, dentro por igual. Nada tiene de extrafio tampoco, que los dafios corporales se encuentren sujetos @ ateriales, pues el que haya pluralidad de regime- nes no significa que no se aplique uno y otro por igual a todos los ciudadanos. Pero predicando esa aparente neutralidad del sistema, el Tribunal no cat en la cuenta de que no hay igualdad de trato entre el taxista que deja de trabajar un mes para que le arreglen el coche y el que deja de trabajar un mes para que le arreglen ia. Y en tercer lugar, entiende la sentencia que si, a partir de un determinado zado por su alta se puedan hacer con un “Aunque ya hay algun entencia que plica por ranéndeuna pretend anaog Ley 30/1995 aesionesproducdas fuera del mito de la circulcisn de veheulos de moto. Lade 21 de noviembre de 1998 (EDE 26831) lo apical dai corporal eausodo or un caballo. La Auli a de 5 de junio de 1997 a una lesibn provocads po tua de plato devnaducha mal insalcs, MEDINA da cuenta dedstosyoos easosen el Tyo. desu cada La valoraci civil... Madd, 1999, pigs. 95 ys ¢ 246 MARIANO YZQUIERDO TOLSADA nivel de ingresos, queda mutilada la indemnizacién por el luero cesan tratados de manera tendencialmente igual supuestos que son bien dist lun reproche que se podré hacer al sistema valorativo, pero no es atente contia el art. 14 C-E,, dado que la Constitucién no garan supuestos desiguales hayan de ser siempre tratados de manera desig 3s en que la sentencia merece mas crti- 38 econdmicos de que se ocupan las iempre se leha podido crticar, accidentes, desde luego va a tener que aj ‘mantener tn nivel de vida semejante al q siniestro, Pero sobre- sjador por cuenta ajena salario lo va a continuar perci lucro cesante alguno, las Tab! mismo si no tenia ingreso alguno: en ambos casos no hay que probar perjuicios econémicos, pues ya se encarga la ley de presumirlos furis et de iure. ) La sentencia entiende que no se vulnera al derecho a lavida y ala integri- dad fisica y moral (Fundamentos séptimo, octavo y, sobre todo, noveno). Segiin el T.C, el art 15 CE, no agota su contenido en un simple reconocimiento de tales derectos, sino que incluye un mandato al legislador para que toda norma ‘que éste dicte contribuya a que los derechos a la vida e integridad psicofisica no queden vacios de contenido. Pero, siendo ello as, el sistema valorativo de la Ley 30/1995 noconstituye un desarrol ‘mandato, Una cosa es la proteccién del derecho a la vida y otra bien dist econémicos que las agresiones a l mente, part la integridad). fsa, a juicio del Tribunal, no es cuestién que tenga contenido constitucional, por més que el art. 15 se ocupe de la protecci6n de los derechos que constituyen el sustrato de todo régimen de reparacién de daiios. O Jo que es o mismo, los derechos fundamentales previstos en el precepto no requieren de una espe ‘mismo, el mandato hecho los cauces de la tutela resarcitoria sean dignos y suficientes: ese mandat nifica que el principio de total reparacién del dafio encuentre su asiento en el art. 15 CE” (Fundamento octavo). Es recomendable una lectura reposada del Fundamento noveno para com- probar hasta qué punto puede la ambigiledad erigirse en patrOn de un discurso deliberadamente falto de decisi6n, Por un lado se afirma que el compromiso constitucional del legislador se cumple con la cuantificacién econémica de la [LA RESPONSABILIDAD CIVIL ANTE EL. NUEVO MILENIO: 245 vida y Ia integridad desde un necesario respeto del ser humano, Pero, por otro, el argumento que se usa para concluir que la baremacién legal no es contraria al art. 15 es el basado en que el baremo y las diferentes jecada por los jueces cuestionantes es cia. Que los jueces y magistrados sean va facultad de juzgar (art. 117.3 CLE.) no significa que el legislador esté impedido de establecer un sistema de valoracidn unif facultades propias del poder judi del derecho a ta tutela judicial efectiva i ded alguna de que el Perjudicado individualice el dao padecido y pretenda el resarcimiento de cuanto la Tabla V. En este Fundamento vigésimo (y rs atin, en el vigésimoprimero), se ha dejado llevar el T.C. por Ia cortedad de prefieren creerse que lo que no estéien. Jas Tablas no esté en el mundo, en vez de afirmar sin ambages todo lo contrario: que en el sistema hay Tablas, pero hay también més cosas. Es un sistema con bbaremos, no de baremos €) Finalmente, el sistema atenta contra el principio que prohibe la arbitra- riedad (ast. 9.3 C.E.). Esen el Fundamento vigésimoprimero en el que se encuen- ‘ra el gran aldabonazo de la sentencia de 29 de junio de 2000. Al Tribunal le parece razon iposici6n de limites resarcitorios, como justo contrapeso de ‘una responsabilidad que no exige la culpabilidad del causante. Si con arreglo a la ey, no hay ue valor par nda el grado derepoche que quepa hace l eon- (or, y 8¢ responde incluso en los casos en que el dafio corporal se ha debido, lo de un mecanismo del automévil (art. 1.1 de la Ley de Res- y Seguro), no es arbitrario que latutela judicial efectiva se vea ivamente, Pero cuando el daiio se ha debido a la “culpa rele- vante” del conductor, no es justo que parte del mismo pueda quedar sin reparar. Es decir, que es arbitrario que deba ser el perjudicado quien cargue con parte de las conseouencias, pero s6lo lo es cuando haya existido culpa. Si no, no es arbi- ttaria la irresponsabilidad civil del conductor. En resumen, el apartado B de la Tabla V (factores de correccin por perjui- cios econdmicos) es inconstitucional cuando las lesiones se han produeido por una culpa relevante, Con ello, no sélo el TC. inventa un nuevo concepto jurfdico © Aforunadsexpresion de MEDINA, La bendicén cnsttuciona del baremo, itp, 35. C 246 MARIANO YZQUIERDO TOLSADA que con seguridad se convertiré en un “fil6n para futuros estudios doctrinales” (Fundamento noveno del Voto Particular del Excmo. Sr. Conde Martin de ‘ima estard dispuesta a aceptar amistosamente que a: relevante? (Voto Particular del Excmo. Sr. Garrido Fe MEDINA CRESPO se hace una pregunta importante": gno podfa haber aprovechado el T.C. para mostrar su parecer acerca de las otras dos Tablas de correccién por perjuicios econdmicos (la Il y lalV, comespondientes, respectiva- mente, alas indemnizaciones por muerte y por lesiones permanentes)? La tes- puesta s{ denota una buena culpa relevante del propio T.C. estaba obligado a pronunciarse, pues el art. 39 de la Ley Orgénica del Tribunal Constitucional dis- pone que “Cuando la sentencia declare la inconstitucionalidad, declararé igual- acto con fuerza de ley a los que deba ero se ha preferido dar una respuesta ‘ante una extrafiasituacién en la que es de desear que veri. Mientras tanto, siguen pendientes de respuesta otras cuestiones de inconsti- tucionalidad planteadas por otros Juzgados y Tribunales, ante un sistema que, tras el discreto remiendo de la sentencia del Tribunal Constitucional, sigue sin ir una solucién completa y global. Pero, desde luego, hay esta otro s{ntoma de cémo viene la responsabilidad civil del nuevo milenio: el que por accién 1 omisin cause dafio a otro, est gado a reparar... el dafio que diga el legislador, coincida 0 no con el efectiva- ‘mente suftido. Porque, ademés, no se piense que el sistema es siempre infrarres- 1rador: probablemente los aseguradores dirén que los perjudicados cuenta la ventaja de que no es necesario demostrar lucro cesante alguino, pies ya se encarga de imponer una indemnizacién por perjuicios econémicos. Y he cierto que en buena parte algo hemos avanzado, pues al menos ahora se consigue ‘una indemnizacién por el lucro cesante, cuando con anterioridad la secular cica- judicial se olvidaba normalmente de este concepto indemnizatorio. Dirén a Cc LA RESPONSABILIDAD CIVIL ANTE EL NUEVO MILENIO: 27 Jos aseguradores que entonces la viuda del indigente no se ve forzada a demostrar unos inexistentes ingresos para obtener 13.707.170 pesetas (cifra act para 2001 por Resolucién de 30 de enero de 2001, de la Direccién Gener Seguros y Fondos de Pensiones; al cambio, unos 68.500 délares en concepto de datio moral (pues lucro cesante no hay) io s6lo cubre una pequefa pate di 1, y quedando el dafio moral ocultado entre lineas? Pero eso es pecata minuca para el mundo asegurador, que mira con ofos -2o-105, Hermanitas de los Pobres en el que el anciano se hallaba acogido, por mucho que se emapefela sentencia de 31 de mayo de 1972 (R.A.J. 2787), ») Pero ademés, puede suceder que haya en el caso concreto parientes inclui- dos en alguno de 1os grupos que, con arreglo al sistema, deberén percibir una indemnizaci6n, pero que no deberian hacerlo con arreglo al sentido comin. Una madre de familia que desaparece de su domicilio para fugarse-con su amante y deja, 4 su marido ante la tesitura de tener que atender a su trabajo y sacar adelante en solitario a sus dos hijas menores, cobraria, en caso de muerte del marido en acci- dente de cizculacién, un minimo de 68.500 délares (si el falleido tenfa menos de sesenta y cinco afios). Initante especticulo que slo se puede corregir si no se "© “Ver MEDINA CRESPO, La valoracién legal del dato corporal, Mei 1997, pb, 390, y Las ererios que pran la regul Mcqueen el que ae decres por tun bando solemae que no habia perjeizados porque la compa bananera no tela persona, en Centenario del Cédigo chil (Asti 1880, pf. 2082. ROGEL VIDE, La responsabilidad ev exrracontract --—-—-—-a} LA RESPONSABILIDAD CIVIL ANTE EL NUEVO MILENTO: 249 entiende literalmente lo que dispone el Anexo de criterios para la determinacién de la responsabilidad y la indemnizacion en su apartado primero, 4°. que “Tienen la condicién de perjudicados, en caso de fa Jas personas enumeradas en la Tabla I”, habr4 que entender qui que se pruebe que, por mucho que estuvieran all enumeradas, no han recibido per- juicio. La ley no puede inventar perjudicados, sino establecer una presuncién de que cuando una persona muere, determinados parientes sufren su pérdida. Presun- cidn que admite, claro esté, prueba en contrario. La norma s6lo puede pretender regular una cuestin de legitimaciGn activa, dando por hecho que concuiren en el caso los elementos de la responsabilidad civil, Pero si no hay dafo, no habré ni que abrir las Tablas. En resumidas cuentas, una comprensi6n recta de las mismas debe partir de que lo que en ellas se contiene es una doble presuncién: que los incluidos enellas son perjudicados efectivos y que los no incluidos no han recibido perjuicio Pero ambas presunciones son enervables por prueba contraria salvo que se pre- fiera decir que el legislador ha preferido hacer las cosas rematadamente mal. ©) No sé si tiene mucho sentido que la medida del dafio moral dependa de que el concreto pariente concurra 0 no con otro beneficiario. Asf, sil deja s6lo un hijo menor, éste cobra 20.560.754 pesetas, pero si tambi vi lo cobraré 5,711,321. Parece como si el autor de la tabla nos convencer de que el padre, Esto, por poner @) “Se equiparan a la ausencia de cényuge la separacién legal y el divor- regla aclaratoria( inyuge: es que ya no hay Jo obstante, oreiado tiene derecho a la pension regulada en el art. 97 del le corresponderd wna indemnizacién igual al 50 por 100 de las Aijadas para el cényuge en el grupo I”. Es decis, que el cényuge separado 0 el divorciado que viniera percibiendo una pensién compensatoria, es colocado en ‘una Tabla I que regula el dafio moral, cuando lo que se le esté queriendo conce- der es una compensacién material por la pér pensién. ¥ esa compensacién material se cus Te corresponderia en caso de convivencia matital ‘cényuge querido es lo que sirve de medida del perjuic que dejé de ser cényuge 0 del que dejé de ser qu . ¥ luego, claro esta, hhabré que aplicar los factores de correccin por perjuicios econsmicos (Tabla II), * Principio de ia doble presuncin det quc habla MEDINA en Las principiosqueinspiran, igs.219 220. 5 ® MARIN LOPEZ, Los perjudicadas por la muerte en accidente de crculacén, Acanzati Ci 19971, pg. 24 "Ver MEDINA CRESPO, La veloracién legal del da € 250 [MARIANO YZQUIERDO TOLSADA que aumentarén una indemnizaci6n que, aunque fijada con arreglo a la Tabla I, ya era en concepto de perjuicio econsmico. Ast por ejemplo, si el muerto, que ‘ontaba cincuenta afios de edad, enfa ingresos anvales netos superiores a 50.000 <éGlares y venfa pagando a su ex esposa 2500 délares al mes, cotresponderén a ésta 34.250 (Ia mitad de 68.500) por la Tabla I, y entre el 51 y el 75 por ciento més por la Tabla II. Habré quien diga que es poco si ella era mujer joven que ‘gozaba de buena salud, pero también quien piense que se trata de un buen nego- ‘que el legislador no distingue segiin cual sea el importe ra revisable o no, ni tampoco se ha acordado de que la lo propuesto se extingue si la mujer vuelve a casarse 0 convive ‘con otra persona, ni de que la pensién no se extingue por fa muerte ¢) Si se prevé que la separacién legal y el divorcio es lo mismo que la ausen- jo moral cia de cényuge, de tal manera que no © resarcible, lo mismo deberfa suceder en el caso de separaciGn de hec! ia aclaratoria (2) equipara las uniones de hecho a las de no las desuniones de hecho a las separaciones legales. “En los supuestos de concurrencia con uniones co caso, de aquéllos 0 éstos con cényuges no separados legal cidn fijada para el cényuge en el grupo Ise distribuird entre los concurrentes tla que les hubiera correspondido de os" y quiénes son “éstos"? Es claro que se de bigamia de hecho (dos uniones de hecho rrencia de cényuge separado que venfa peri 3d0) con convivente more convivente los 68.500 délares que le corresponderian por la unién no conyugal (consolidada) a la conyugé separado la mitad de esa cantidad, sino que esa cifta marca lazio moral del convivente se valora en 45.500 da cio econdmico del cényuge separado que ya no percibiré pens ‘en 22.800. Ast debe ser entendida la norma, y no, como quiere la sentencia de la Sala Segunda de 5 de julio de 1999 (EDE 18441), que prefiere conceder la mitad a cada mujer, 3 MEDINA ci, pg. 336 % FERNANDEZ ENTRALGO, Valoraciéa y eserinieno del dato corpora, Maid, 1997, fg. 201 © MARIN LOPEZ, Los pejudiados..cit pS. 27 a C LARESPONSABILIDAD CIVIL ANTE EL NUEVO MILEM: 21 Eso sf, que sea el legislador quien defina el concepto de perjuicado, sin ser ni de lejos la solucién ‘es preferible al casuismo y ala falta de critezio con la que nos viene obsequiando la jurisprudencia, sobre la que no hemos legado nunca a tener muy claro si sigue un criterio de transmisin a los herederos del derecho al resarcimientoo si prefiere més bien la teorfa del derecho propio de los perjudicados, sean o no herederos. En la jurisdiccién penal, los Fiscales han ejet- citado durante afios como verdaderos autématas la acci6n civil sin tenerse que preguntar quién es el pesjudicado ni quién el heredero ni hacer averiguzciones complicadas. Asi, sin interesarse por las normas del Derecho de la responsabili dad civil, ni tampoco (menos atin) por las del Derecho de sucesiones, resulta ‘mucho més sencillo y oSmodo no hablar de derecho propio ni de transmisiéa hereditaria: vale con una indemnizacién global concedida “a quienes stan los herederos”®, Pueden verse las sentencias de 12 de mayo de 1980 (R.A.J. 1908) y 15 de febrero de 1989 (R.A.J. 1574), como exponente de validacién de meca- nismo tan poco técnico.La jurisdicci6n criminal no distingue los diferentes tos 4e datos, y engloba todos los posibles en sumas a tanto alzado, con lo que termi- nan recibiendo indemnizacién Ios herederos, sin mds, y pot unos dafos, no demostrados, que sélo los verdaderamente perjudicados podrfan percibir. El panorama es curioso: jy si no hay més herederos que un colateral del cuarto ‘grado que Hevaba més de diez afios sin ver al ahora fallecido (art. 954 c.iv.)? si'él fallecido deja viuda y también hijos independizados econémicamente, {"heredan” éstos teniendo aquélla solamente su cuota legal usufructuaria? : si, no existiendo personas liamadas ala sucesién intestada con arreglo a los ats. 930 Yy 8s., resulta ser el Eslado el llamado a heredar (art. 956)? No creo yo que el Estado nos ame tanto como para considerarse perjidicado por nuestra muerte ‘Menos mal que alguna importante sentencia, como la de 15 de abril de 1988 (RA.J.2777) dice que los Tribunales de Instancia, “deseckando toda inclinaciéna la comodidad, deben declarar en sus sentencias, nominatim y en cuanto sta posi- ble, las personas a las que debe pagarseosatisfacerse le indemnizaciGn, ast como la cuantia de la misma y la summa, cantidad o cuota que corresponde a cada uno de los beneficiarios”, y no proceder “con singular apatia y siguiendo la ley del minimo esfuerzo" (sin) “asumir la ingrata e improba tarea de indagar quiénes eran los parientes més préximos". Una sentencia que contrasta con tantas otras que, aunque pparezca que abandonen el criterio de la leitimacién “ex lure hereditais, dicen ue, a falta de descendientes, el derecho a la indemnizacién debe pasar a los ascen- ¥, por tiltimo, aos hermanos (sentencias, también de la Sala Segunda de 2 de julio de 1979, RAJ. 2978, y 9 de febrero de 1981, R.A.I. 506). Si no existe transmisin hereditaria del dafio consistente en la pérdida de la vida, ;con base en ue criterios se gradiia el circulo de personas con arreglo a un orden que tampoco Vea PANTALEGN, La ndenniacion por caus de lesiones 0 muerte, A.C 1989, pi ou. 252 MARIANO YZQUIERDO TOLSADA ¢s precisamente el de los lamados a suceder ab intestato? ,Cémo se puede decir gue para que el sufkimiento de los padres se tenga en cuenta es preciso que no haya oit0s “perjudicados mas directos”? Parece -se lamenta LACRUZ- "como si 10s padces no lorasen la muerte desu hijo aunque éste se haya casado y tenga descen- ‘encia". "El sistema es de una artificiosidad flagrante,y sirve tnicamente para alte- rare] orden sucesorio en favor de soluciones mas realistas y adaptadas al caso", 0 para que la sentencia de 23 de diciembre de 1985 (R.A.J. 6459) diga que la prela- cidnha de iendo un orden l6gico de afinidad con el causante, (..) de inmediatos a él los que reciban la indemnizacién, con sms, yniegue legitimacién a los sobrinos que concurfan con el ido. Yes que una cosa es que, en ausericia de otras personas, haya que buscar a los nietos como allegados més cercanos (sentencia de 15 de abril de 1988, EDE. 3036), y otra que no pueda haber concurrencia de perjudicados por la muerte. Ms realisa es entonces la sentencia de 26 de junio de 1986 (EDE 44 admite Ia concurrencia de conyuge ¢ hijos. En a sentencia de 20 de abrit. (RAJ, 2101) se afirma la legitimaci6n de los padres en concurrencia con el c6n- yuge vindo, pero en la de 2 de julio de 1979 (R.A.J. 2978) se afirma lo contrario: Ss6lo la tendrén en ausencia de c6nyuge viudo (2). En las de 20 de octubre de 1986 y 6 de abril de 1989 (EDE 6537 y 3655, respect.) se admite Ia concurrencia de hhermanos y padres. Si al tiempo de la muerte los hijos ya no eonvivian ni depen- dian econémicamente de la victima, y estaban casados, ello no les resta legtima- cin active, “porque los padres siguen siendo centro de afectos para los hijos cuando las relaciones paternofiliales estén bien cimentadas” (sentencia de 26 de junio de 1986, R.A.J. 3201), En fin, que si un sistema tabular sirve para terminar con este batib bienvenido sea. Pero para que la bienvenida sea completa, todo sistema tabular deberis tomarse como plasmacién de aquello que es regularment que por ello quede precluida la posible confluencia, en cada caso, de perjudi dos no tabulares, de posible concurrencia de parientes no tabulados pero sf dam- nificados, de personas perjudicadas que no alguno de parentesco, asf como le posible presencia en las tablas de quienes, figurando en ellas, no han suftido perjucio alguno en el caso conereto. V. CONCLUSION En este breve trabajo he querido esbozar lo que son solamente algunas de las cuestiones que el modemno debate de la responsabilidad civil tiene entre manos. Unas van referidas @ los factores de atribucién, 0 lo que es lo mismo, al porqué de Ja responssbilidad (1 y 2). Otras se preguntan por el qué dela eparaci6n, 0, si se *LACRUZ BERDEIO,lements de Derecho civ, vol." Barcelona, 1985, pg. 522 LA RESPONSABILIDAD CIVIL ANTE EL NUEVO MILENIO: 253 prefieze, por el quantum de la misma para exigitla (a quién reparar: 4). La invita a pensar en un futuro apasionante en una parcela del Derecho civil cuya evolucién en la segunda mitad del siglo XX era vertiginosa, pero que al menos parecfa tener un rumbo muy definido, Los tltimos aos se han encargado de demostrarnos que no es as. . Oras, por el legitimado activamente

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