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La condición humana
A este respecto no es de gran importancia que una nación esté formada por
iguales o desiguales, ya que la sociedad siempre exige que sus miembros
actúen como si lo fueran de una enorme familia con una sola opinión e interés.
Antes de la moderna desintegración de la familia, este interés y opinión
comunes estaban representados por el cabeza de familia, que gobernaba
de acuerdo con dicho interés e impedía la posible desunión entre sus
miembros.33
La igualdad de los miembros de estos grupos, lejos de ser una Igualdad entre
pares, a nada se parece tanto como a la igualdad de los familiares antes del
despótico poder del cabeza de familia, excepto que, en la sociedad, donde la
fuerza natural del interés común y de la unánime opinión está tremendamente
vigorizada por el puro número, el gobierno verdadero ejercido por un hombre,
que representa el interés común y la recta opinión, podía llegar a ser
innecesario.
Pero este nadie -el supuesto interés común de la sociedad como un todo en
economía, así como la supuesta opinión única de la sociedad refinada en el
salón- no deja de gobernar por el hecho de haber perdido su personalidad.
Como sabemos por la más social forma de gobierno, esto es, por la
burocracia (última etapa de gobierno en la nación-estado, cuya primera
fue el benevolente despotismo y absolutismo de un solo hombre), el
gobierno de nadie no es necesariamente no-gobierno; bajo ciertas
circunstancias, incluso puede resultar una de sus versiones más crueles
y tiránicas.
Por el contrario, el auge de este último tipo de sociedad sólo indica que los
diversos grupos sociales han sufrido la misma absorción en una sociedad que
la padecida anteriormente por las unidades familiares; con el ascenso de la
sociedad de masas, la esfera de lo social, tras varios siglos de desarrollo,
ha alcanzado finalmente el punto desde el que abarca y controla a todos
los miembros de una sociedad determinada, igualmente y con idéntica
fuerza.
La condición humana
Bajo las circunstancias modernas, esta carencia de relación «objetiva» con los
otros y de realidad garantizada mediante ellos se ha convertido en el fenómeno
de masas de la soledad, donde ha adquirido su forma más extrema y
antihumana." La razón de este extremo consiste en que la sociedad de
masas no sólo destruye la esfera pública sino también la privada, quita al
hombre no sólo su lugar en el mundo sino también su hogar privado,
donde en otro tiempo se sentía protegido del mundo y donde, en todo
caso, incluso los excluidos del mundo podían encontrar un sustituto en el
calor del hogar y en la limitada realidad de la vida familiar.
CAPÍTULO LABOR