Vida Cristiana Lección 3

LÁGRIMAS EN UNA REDOMA

La Segunda Bienaventuranza—Los Que Lloran
Texto Bíblico: Esdras 10:1-44; Nehemías 9:1-38; Daniel 9:1-20.

Versículo Clave: “Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu

redoma; ¿no están ellas en tu libro? (Salmo 56:8).

Para Memorizar:

Bienaventurados los pobres en espíritu,

porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurado los que lloran,
porque ellos recibirán consolación.
Bienaventurados los manos,
porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los de limpio corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.

Leer la Lección
I. Introducción.
La palabra “Bienaventurado”, para los que oían a Jesús ese día,
quería decir gozo divino y perfecta felicidad. Describía la clase de
alegría que experimentaban sólo los dioses o los muertos. En las
Bienaventuranzas, Jesús describe el carácter cristiano que fluye desde el
interior; describen las actitudes que deben verse en nuestra vida hoy.
La segunda bienaventuranza, obviamente, va en contra de la
sabiduría humana. De hecho, si sustituimos la palabra
“bienaventurados” por “felices”, parece contradictoria: “Felices los
que lloran”. La sabiduría humana no valora el luto ni la tristeza.
 A pocos les gusta llorar. ¿Ha llorado usted? ¿Por qué ha llorado?
Hay muchos motivos que llevan a los hombres a llorar; motivos de
temor, enojo, gozo, dolor, pérdida material, enfermedad, luto, orgullo
herido, etc.
II. Definición de la Bienaventuranza (Mateo 5:4).
A. ¿Quiénes son los que lloran?
“Los que lloran son los pobres en espíritu quienes han llegado
a ser conscientes de su propio pecado ante Dios. Las lágrimas
manifiestan un sincero arrepentimiento y deseo de
reconciliarse con su Señor”.
B. ¿Por qué lloran?
1. El concepto de “llorar”.
La palabra para lloran proviene del termino griego
“pentheo” y significa “llorar por” o “lamentarse por”. Es
quizás la palabra más fuerte y severa de varias palabras
griegas que expresan dolor o tristeza. Es el tipo de dolor
que se apodera de una persona y no lo deja ir. Indica un
pesar que comienza en el corazón, toma posesión de toda
la persona, y se manifiesta exteriormente.
2. El motivo es moral y espiritual.
Es un reconocimiento del pecado y la ofensa ante Dios; es
el dolor por la desobediencia y el fracaso, y la compasión
por la condición espiritual de los que nos rodean. Es el
“llorar” por mis propios pecados y por el pecado en la
vida de los demás.
3. El justo tiene motivos para “llorar”.
a. Por su propio pecado (Salmo 51:1-4,7-12); por el
efecto que el pecado tiene en el mundo (Santiago
4:1); por los pecados en la vida de los demás que los
conducirán al infierno (2 Timoteo 3:1-5; Gálatas
5:19-21; Romanos 1:18,19,21-31).
b. El creyente aprende amar a Dios a tal grado que, le
apena que Dios, su propio Dios a quien ama, sea
deshonrado. “Los que lloran”, por lo tanto, se centran
en Dios; no en el hombre (Ezequiel 9:4; Salmo
119:136; Esdras 10:6; Daniel 9:19,20).
c. Dice a la letra un canto: “Y te pido perdón por mi
país; pido salvación por mi país”.
III. Bendición de la Bienaventuranza.
A. Recibirán consolación.
1. La palabra “consolación” es parakaleo, que se refiere a
“uno llamado a nuestro lado”. Esta palabra puede
significar amonestar, exhortar o alentar (vea Lucas 3:18;
1 Corintios 1:10; Hebreos 2:18). En el presente texto, se
refiere al Señor “que viene a nuestro lado” a consolarnos.
2. “Recibirán consolación” es una promesa firme de Dios.
El verbo en tiempo futuro no indica que tendrán que
esperar para recibir la consolación; sino expresa más bien
certeza de que efectivamente reciben consuelo.
3. La Biblia enseña que el Dios nuestro es un Dios de
consuelo (2 Corintios 1:3,4a). En Isaías, leemos que el
Mesías sería Alguien que consolaría a los demás (Isaías
61:1-3; Lucas 4:16-21).
B. Recibirán consolación—¿Cuándo?
1. En esta vida presente: Dos fuentes de consolación.
a. El consuelo de Sus promesas (1 Juan 1:7).
Para experimentar esta consolación que Jesús
promete, primeramente es necesario experimentar la
aflicción y lágrimas que llevan al arrepentimiento y
compasión.
b. El consuelo de Su cuidado y protección (Romanos
8:28; Hebreos 13:5; Mateo 28:20).
2. En la vida futura (Salmo 30:5).
El llanto no es un visitante permanente; está aquí por la
noche y luego se va, y luego viene el canto a establecer su
residencia. En esta vida siempre habrá una sucesión de
llanto, luego alegría, luego llanto, luego canto y así
sucesivamente. Es solamente en el cielo que la alegría
tendrá su residencia permanente en nuestros corazones
(Apocalipsis 7:17; 21:4).
Conclusión:
Es únicamente cuando nos damos cuenta de que nuestros pecados rompen
el corazón de Dios, que somos los candidatos más adecuados para la
reconciliación y consolación (2 Corintios 7:10). Dios está profundamente
preocupado con respecto al pecado y sus consecuencias. La pregunta aquí
es: ¿a usted y a mi nos preocupa? Si usted ha estado llorando por sus
necesidades espirituales, ahora es el momento de venir al Señor.