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Sanación Con Sonidos
Sanación Con Sonidos
Vivir es fascinante, sobre todo cuando nos mantenemos atentos a cada experiencia,
cuando disfrutamos cada instante como si fuera el primero, cuando no dejamos de
sorprendernos. Si, en este mismo momento, fueramos plenamente concientes de los
colores que nos rodean, de las sensaciones táctiles, gustativas y olfativas, de los sonidos
que nos circundan ; no podrìamos evitar sentir una profunda gratitud hacia la vida : las
preocupaciones se irìan, se esfumarian como por arte de magia, reemplazadas por el
hechizo de estar vivos, de gozar del privilegio de existir.
El sentido del oido, en especial, es el que con mas facilidad nos evoca un estado interior
de armonìa, nos impulsa hacia adentro con contundencia, nos hace literalmente “vibrar”,
es decir, nos energetiza y bendice. Todos, alguna vez, cuando fuimos niños, estuvimos
embelesados con el sonido de un tambor, de una corneta, de un sonajero. Desde que el
ser humano hizo su debut en el planeta, sintiò fascinación por los sonidos de la
naturaleza: a veces temor, a veces intriga, a veces una simpatía profunda. E
inmediatamente quizo ser autor, tambièn el, de sonidos hipnotizantes :empezò a
experimentar con el sonido, haciendo sus propios instrumentos generadores de
malabarismo, de pasiòn, de emoción religiosa. Los chamanes de todas las latitudes han
usado la música para entrar en estados de trance, y las grandes religiones no habrían
sido lo que són sin sus contextos musicales. Los tambores, los instrumentos de viento y
de cuerda;y en general todos los instrumentos que hemos desarrollado en la historia de
la cultura, han sido el desenvolvimiento de esa inclinación natural por escuchar y
disfrutar de los efectos anímicos del sonido. El origen de la música es ese mismo.
Asì que, desde el comienzo, el sonido fuè terapia. Y el sonido se estructurò, se
complejificò, se aprendiò a escribir, a representar y a reproducir. Y viò Dios que la
mùsica habìa sido hecha, y que la mùsica era buena. Su efecto es indiscutible,
inmediato. Hasta podrìa decirse que no hay estados anìmicos sin mùsica, que no hay
mùsica que no sea sinònima de algún estado del alma. ¿Cómo, entonces, no reconocer
que la mùsica es terapia?. Siempre lo fuè, siempre lo serà.
Pero solo hasta hace unas dècadas se acuñò el tèrmino “musicoterapia”, y se empezò a
investigar en forma sistemàtica su efecto en el ser humano, con el fìn de buscar el
tratamiento de la enfermedad. Juliette Alvin (1967), una de las pioneras de esta
especialidad científica, la define como "El uso dosificado de la música en el
tratamiento, rehabilitación, educación y adiestramiento de adultos y niños que padecen
trastornos físicos, mentales y emocionales". La Facultad de Ciencias de la Recuperación
de la Universidad de Museo Social Argentino, la define como "Una rama de la
medicina recuperativa, que mediante la música se ocupa de coadyuvar en la
recuperación orgánica, espiritual y emocional de personas con diversas deficiencias".
Benenzon (1976) la define como "Especialización científica que se ocupa del estudio e
Investigación del complejo Sonido - Ser Humano, sea el sonido musical o no, tendiente
a buscar los métodos diagnósticos y los efectos terapéuticos de los mismos". Otros ,
dentro del contexto de la psicoterapia, opinan que "Es el hacer música entre el paciente
y el terapeuta, para tratar de reestablecer la comunicación perdida". Benenzon (1976).
El efecto terapèutico de la mùsica se conoce desde hace muchos siglos. Hay registros de
papiros médicos egipcios del año 1500 A.C. en los que se hace referencia al
encantamiento que la música tiene, relacionándola con la fertilidad de la mujer. Y la
Biblia nos habla de David , cuando efectuaba música curativa frente al rey Saúl.
Muchas leyendas, cosmogonías y ritos sobre el origen del universo en diversas culturas,
le dan al sonido un protagonismo creador. Segùn las escrituras Indostànicas de los
Vedas, fuè con mantras o sonidos como se estructuraron las leyes de la naturaleza que
rigen el universo. Para los egipcios el Dios Thot creó el mundo con su voz. Chamanes
de todas las latitudes no rebajan en sus rituales de sanaciòn el uso de canciones y
sonidos que se apoyan con la danza, la expresión corporal y la ejecución instrumental.
Los griegos , y en especial Pitágoras, estudiaron la mùsica con gran atención. Para este
mìstico de la matemàtica y la geometría, la clave del universo estaba en las
proporciones matemàticas, que descubriò que estaban presentes tambièn en las
proporciones de las escalas musicales, que el mismo decìa escuchar en la bòveda
celeste, cuando entraba en estados extàticos. Aristóteles hablaba del valor médico de la
música y Platón la recomendaba con las danzas para los terrores y las fobias.En el siglo
XV, Ficino se esfuerza por una explicación física de los efectos de la música, uniendo la
filosofía, medicina, música, magia y astrología. Ficino aconsejaba como remedio para
la melancolía ejecutar e inventar aires musicales. El primero que intentò sistematizar
información sobre el tema fuè, probablemente, en el siglo XVII, Burton , que reunió
todos los ejemplos disponibles de curación por medio de la música.
Se clasificaban en tres grupos ,en el siglo XVIII, los efectos de la música : Calmante,
incitante y armonizante. En el siglo XIX, Esquirol, psiquiatra francés, ensayó la música
para curar pacientes con enfermedades mentales. Y Tissot, médico suizo, diferenciaba la
música incitativa y calmante y estimaba que en el caso de epilepsia estaba
contraindicada la música. Pero el verdadero precursor de lo que hoy en dia se entiende
por musicoterapia Musicoterapia fue Emile Jacques Dalcroze; quien sostenía que el
organismo humano es susceptible de ser educado eficazmente conforme al impulso
músical. Sus discípulos fueron pioneros de la Terapia Educativa Rítmica.
Desde mediados del siglo XX se empezò a aplicar una actitud mas cientìfica al estudiar
el efecto terapéutico del sonido y de la música, y cada vez hay más conocimientos y
técnicas de diversa índole para curar heridas emocionales. Cabe destacar las
investigaciones de Hans Kayser, en la Alemania de 1920, sobre el efecto de los
armónicos; también los aportes de Hans Jenny, el científico suizo fundador de la ciencia
de la cimática sobre la relalción sonido-forma, y las investigaciones de Barbara Hero
sobre el efecto de la voz humana. Todo esto respalda las tradiciones esotéricas de los
cabalistas, de los pitagóricos y de otras escuelas que, desde tiempos remotos, han
considerado al sonido como un agente activo en procesos de sanación y de crecimiento
espiritual. Parece que la clave està en el efecto de los llamados “sonidos armónicos”,
que tienen una particular influencia terapéutica y sanadora, y que se caracterizan
matemáticamente por ser proporciones fraccionarias mùltilos exactos de una frecuencia
básica. Están presentes en el sonido de una cascada y en ciertos cantos sufis,
gregorianos, chamánicos y tibetanos.
Podrìa decirse que, dentro del amplio espectro de acciones que pueden denominarse
“musicoterapia”, hay unas experiencias màs elaboradas o estructuradas, y otras màs
corporales, primarias e intuitivas. Las primeras suelen inclinarse por lo que
corrientemente se denomina “mùsica”, es decir, por composiciones musicales
planificadas, interpretadas con partitura, en las que se usa una escala musical que tiene
reglas fijas de lo que es armònico e inarmònico. La mùsica “clàsica”, la mùsica “nueva
era”, y los instrumentos clàsicos (violin, piano, guitarra, flauta, etc) definen esa
tendencia. Pero hay tambièn quienes prefieren una relaciòn màs instintiva, menos
“mental” con el sonido; que es la que diò inicio a la relaciòn ser humano-sonido : son
los sonidoterapeutas. Conviene diferenciar entonces la “musicoterapia” de la
“sonidoterapia”, si es que dejamos el primer tèrmino para los que prefieren utilizar
productos musicales altamente elaborados en la sanaciòn del ser humano.
Retomando esa fascinación original por el sonido, esa relaciòn primitiva con el entorno
por medio del sentido del oido, fuè que el ser humano empezó a experimentar con
diversos tipos de sensaciones auditivas y esto lo motivó a construir sus propios
instrumentos musicales para generar distintas melodías. Esa relaciòn mas antigua, mas
“arqueològica” por decirlo asì, es la que muchos opinan que tiene una ventaja sobre la
musicoterapia : al estar menos elaborada, nos conecta de forma más contundente con el
cuerpo, con su potencial autosanador. La sonidoterapia hace uso de sonidos elementales,
no necesariamente encadenados en frases armónicas y en estructuras complejas, como
ocurre con la música. Muchos de esos sonidos son imitaciones de sonidos naturales,
como los que produce el “palo de agua” colombiano, y el “oleógrafo”, un tambor lleno
de pepitas que imitan el sonido de las olas del mar. El sonidoterapeuta es un intèrprete
libre de sus propias emociones y de las emociones que percibe intuitivamente en el
grupo, que està màs interesado en fluir libremente y en forma mas bien experimental ;
que en seguir un plan musical previo. Al igual que en el jazz, o en la mùsica indostànica
de las “ragas” ,pueden existir unos principios generales sobre el manejo de los
instrumentos, la influencia en el organismo y en la mente de ciertos efectos acústicos; la
secuencialidad, etc. Pero el manejo de esos principios bàsicos no rigidiza en modo
alguno al intèrprete , y esto le permite sentir y dar cauce a la energìa que està captando
en la o las personas que estàn recibiendo sanaciòn en ese mismo momento.
Un concierto de sanación con sonidos tibetanos es una sesión grupal de hora y media, en
la que se escuchan, se interiorizan, y se asimilan las influencias energéticas y
vibracionales producidas. En un concierto de sanación el escucha se interioriza y
contacta estados más silenciosos de su propia mente. Un estado de profunda relajación
y alegría interior, a la vez que una sensación de liberación y ligereza, caracterizan el
estado psicológico del asistente a la sesión. Por su parte, el interprete de los
instrumentos entra en un estado de trance, que le permite generar los sonidos
instrumentales y de voz más adecuados a las características de la conciencia del grupo
asistente. Muchas personas encuentran ideal también el ambiente de un concierto, para
realizar sus prácticas de meditación. Durante los conciertos que hace Gavaksha, se
escuchan sonidos de toda ìndole: mantras tailandeses en idioma pali, mantras tibetanos
y en sànscrito, Didgeridoo (el primer instrumento de viento que tuvo la humanidad, en
Australia), Kalimba ( africano), Tampura, Xilófono, silbatos, etc. Resulta como una
especie de viaje por diversas influencias ètnicas, agrupadas alrededor del tema tibetano.
Y las personas visualizan, sienten que entran y salen por laberintos, que visitan
pirámides o se esconden en cuevas, etc. Puede resultar siendo una verdadera aventura
interior estar en uno de sus conciertos, que sòn como un trance , pero producido sin
Yagè ni sustancias externas.
En América Latina se han desarrollado en los últimos tiempos varias asociaciones tales
como: La de Argentina fundada en 1966 y en 1968. Se realizaron allí las primeras
jornadas Latinoamericanas de Musicoterapia; y en el transcurso del mismo año se fundó
la Asociación Brasileña, al año siguiente la Uruguaya, Peruana y Venezolana.