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MUSICOTERAPIA Y SONIDOTERAPIA

Por Fernando Baena Vejarano


director@ventana-alser.com

Vivir es fascinante, sobre todo cuando nos mantenemos atentos a cada experiencia,
cuando disfrutamos cada instante como si fuera el primero, cuando no dejamos de
sorprendernos. Si, en este mismo momento, fueramos plenamente concientes de los
colores que nos rodean, de las sensaciones táctiles, gustativas y olfativas, de los sonidos
que nos circundan ; no podrìamos evitar sentir una profunda gratitud hacia la vida : las
preocupaciones se irìan, se esfumarian como por arte de magia, reemplazadas por el
hechizo de estar vivos, de gozar del privilegio de existir.

El sentido del oido, en especial, es el que con mas facilidad nos evoca un estado interior
de armonìa, nos impulsa hacia adentro con contundencia, nos hace literalmente “vibrar”,
es decir, nos energetiza y bendice. Todos, alguna vez, cuando fuimos niños, estuvimos
embelesados con el sonido de un tambor, de una corneta, de un sonajero. Desde que el
ser humano hizo su debut en el planeta, sintiò fascinación por los sonidos de la
naturaleza: a veces temor, a veces intriga, a veces una simpatía profunda. E
inmediatamente quizo ser autor, tambièn el, de sonidos hipnotizantes :empezò a
experimentar con el sonido, haciendo sus propios instrumentos generadores de
malabarismo, de pasiòn, de emoción religiosa. Los chamanes de todas las latitudes han
usado la música para entrar en estados de trance, y las grandes religiones no habrían
sido lo que són sin sus contextos musicales. Los tambores, los instrumentos de viento y
de cuerda;y en general todos los instrumentos que hemos desarrollado en la historia de
la cultura, han sido el desenvolvimiento de esa inclinación natural por escuchar y
disfrutar de los efectos anímicos del sonido. El origen de la música es ese mismo.
Asì que, desde el comienzo, el sonido fuè terapia. Y el sonido se estructurò, se
complejificò, se aprendiò a escribir, a representar y a reproducir. Y viò Dios que la
mùsica habìa sido hecha, y que la mùsica era buena. Su efecto es indiscutible,
inmediato. Hasta podrìa decirse que no hay estados anìmicos sin mùsica, que no hay
mùsica que no sea sinònima de algún estado del alma. ¿Cómo, entonces, no reconocer
que la mùsica es terapia?. Siempre lo fuè, siempre lo serà.
Pero solo hasta hace unas dècadas se acuñò el tèrmino “musicoterapia”, y se empezò a
investigar en forma sistemàtica su efecto en el ser humano, con el fìn de buscar el
tratamiento de la enfermedad. Juliette Alvin (1967), una de las pioneras de esta
especialidad científica, la define como  "El uso dosificado de la música en el
tratamiento, rehabilitación, educación y adiestramiento de adultos y niños que padecen
trastornos físicos, mentales y emocionales". La Facultad de Ciencias de la Recuperación
de la Universidad de Museo Social Argentino, la define como  "Una rama de la
medicina recuperativa, que mediante la música se ocupa de coadyuvar en la
recuperación orgánica, espiritual y emocional de personas con diversas deficiencias".
Benenzon (1976)  la define como  "Especialización científica que se ocupa del estudio e
Investigación del complejo Sonido  - Ser Humano, sea el sonido musical o no, tendiente
a buscar los métodos diagnósticos y los efectos terapéuticos de los mismos".  Otros ,
dentro del contexto de la psicoterapia, opinan que  "Es el hacer música entre el paciente
y el terapeuta, para tratar de reestablecer la comunicación perdida".  Benenzon (1976).

El efecto terapèutico de la mùsica se conoce desde hace muchos siglos. Hay registros de
papiros médicos egipcios del año 1500 A.C. en los que se hace referencia al
encantamiento que la música tiene, relacionándola con la fertilidad de la mujer. Y la
Biblia nos habla de David , cuando efectuaba música curativa frente al rey Saúl. 
Muchas leyendas, cosmogonías y ritos sobre el origen del universo en diversas culturas,
le dan al sonido un protagonismo creador. Segùn las escrituras Indostànicas de los
Vedas, fuè con mantras o sonidos como se estructuraron las leyes de la naturaleza que
rigen el universo. Para los egipcios el Dios  Thot creó el mundo con su voz.  Chamanes
de todas las latitudes no rebajan en sus rituales de sanaciòn el uso de canciones y
sonidos que se apoyan con la danza, la expresión corporal y la ejecución instrumental.
Los griegos , y en especial Pitágoras, estudiaron la mùsica con gran atención. Para este
mìstico de la matemàtica y la geometría, la clave del universo estaba en las
proporciones matemàticas, que descubriò que estaban presentes tambièn en las
proporciones de las escalas musicales, que el mismo decìa escuchar en la bòveda
celeste, cuando entraba en estados extàticos. Aristóteles hablaba del valor médico de la
música y Platón la recomendaba con las danzas para los terrores y las fobias.En el siglo
XV, Ficino se esfuerza por una explicación física de los efectos de la música, uniendo la
filosofía, medicina, música, magia y astrología.  Ficino aconsejaba como remedio para
la melancolía ejecutar e inventar aires musicales. El primero que intentò sistematizar
información sobre el tema fuè, probablemente, en el siglo XVII, Burton , que reunió
todos los ejemplos disponibles de curación por medio de la música. 

Se clasificaban en tres grupos ,en el siglo XVIII, los efectos de la música : Calmante,
incitante y armonizante. En el siglo XIX, Esquirol, psiquiatra francés, ensayó la música
para curar pacientes con enfermedades mentales. Y Tissot, médico suizo, diferenciaba la
música incitativa y calmante y estimaba que en el caso de epilepsia estaba
contraindicada la música. Pero el verdadero precursor de lo que hoy en dia se entiende
por musicoterapia Musicoterapia fue Emile Jacques Dalcroze; quien sostenía que el
organismo humano es susceptible de ser educado eficazmente conforme al impulso
músical. Sus discípulos fueron pioneros de la Terapia Educativa Rítmica.

Desde mediados del siglo XX se empezò a aplicar una actitud mas cientìfica al estudiar
el efecto terapéutico del sonido y de la música, y cada vez hay más conocimientos y
técnicas de diversa índole para curar heridas emocionales. Cabe destacar las
investigaciones de Hans Kayser, en la Alemania de 1920, sobre el efecto de los
armónicos; también los aportes de Hans Jenny, el científico suizo fundador de la ciencia
de la cimática sobre la relalción sonido-forma, y las investigaciones de Barbara Hero
sobre el efecto de la voz humana. Todo esto respalda las tradiciones esotéricas de los
cabalistas, de los pitagóricos y de otras escuelas que, desde tiempos remotos, han
considerado al sonido como un agente activo en procesos de sanación y de crecimiento
espiritual. Parece que la clave està en el efecto de los llamados “sonidos armónicos”,
que tienen una particular influencia terapéutica y sanadora, y que se caracterizan
matemáticamente por ser proporciones fraccionarias mùltilos exactos de una frecuencia
básica. Están presentes en el sonido de una cascada y en ciertos cantos sufis,
gregorianos, chamánicos y tibetanos.

Podrìa decirse que, dentro del amplio espectro de acciones que pueden denominarse
“musicoterapia”, hay unas experiencias màs elaboradas o estructuradas, y otras màs
corporales, primarias e intuitivas. Las primeras suelen inclinarse por lo que
corrientemente se denomina “mùsica”, es decir, por composiciones musicales
planificadas, interpretadas con partitura, en las que se usa una escala musical que tiene
reglas fijas de lo que es armònico e inarmònico. La mùsica “clàsica”, la mùsica “nueva
era”, y los instrumentos clàsicos (violin, piano, guitarra, flauta, etc) definen esa
tendencia. Pero hay tambièn quienes prefieren una relaciòn màs instintiva, menos
“mental” con el sonido; que es la que diò inicio a la relaciòn ser humano-sonido : son
los sonidoterapeutas. Conviene diferenciar entonces la “musicoterapia” de la
“sonidoterapia”, si es que dejamos el primer tèrmino para los que prefieren utilizar
productos musicales altamente elaborados en la sanaciòn del ser humano.

Retomando esa fascinación original por el sonido, esa relaciòn primitiva con el entorno
por medio del sentido del oido, fuè que el ser humano empezó a experimentar con
diversos tipos de sensaciones auditivas y esto lo motivó a construir sus propios
instrumentos musicales para generar distintas melodías. Esa relaciòn mas antigua, mas
“arqueològica” por decirlo asì, es la que muchos opinan que tiene una ventaja sobre la
musicoterapia : al estar menos elaborada, nos conecta de forma más contundente con el
cuerpo, con su potencial autosanador. La sonidoterapia hace uso de sonidos elementales,
no necesariamente encadenados en frases armónicas y en estructuras complejas, como
ocurre con la música. Muchos de esos sonidos son imitaciones de sonidos naturales,
como los que produce el “palo de agua” colombiano, y el “oleógrafo”, un tambor lleno
de pepitas que imitan el sonido de las olas del mar. El sonidoterapeuta es un intèrprete
libre de sus propias emociones y de las emociones que percibe intuitivamente en el
grupo, que està màs interesado en fluir libremente y en forma mas bien experimental ;
que en seguir un plan musical previo. Al igual que en el jazz, o en la mùsica indostànica
de las “ragas” ,pueden existir unos principios generales sobre el manejo de los
instrumentos, la influencia en el organismo y en la mente de ciertos efectos acústicos; la
secuencialidad, etc. Pero el manejo de esos principios bàsicos no rigidiza en modo
alguno al intèrprete , y esto le permite sentir y dar cauce a la energìa que està captando
en la o las personas que estàn recibiendo sanaciòn en ese mismo momento.

La sonidoterapia està basada en que el sistema mente-cuerpo es una entidad vibracional


compleja, igual que todo en el universo, que puede concebirse como una gran red de
energìa y conciencia en evolución. Y como el sonido es vibraciòn, entonces lo que
sucede es que , por leyes de resonancia, cada cèlula del organismo responde al sonido
activando la inteligencia biològica codificada en la molécula del ADN, que es la que
permite que el cuerpo no cometa errores a los que llamamos “enfermedades”. El estrès,
las emociones negativas, y los bloqueos energèticos generan “ruido” o “estàtica”, que
impide que la infinita inteligencia que potencialmente posee el cuerpo humano, sea
escuchada por òrganos y sistemas endocrino, respiratorio, nervioso, digestivo, etc. Los
sonidos armònicos emitidos por la voz humana o por instrumentos ètnicos, equilibran
ese problema en una sesiòn de sonidoterapia, al susurrarle al cuerpo humano cual es u
verdadero status: la plena salud, es decir, el uso pleno del enorme potencial de
inteligencia, energìa y creatividad que naturalmente posee.
Hay correlaciones muy bien estudiadas entre las energías de los llamados chakras o
centros energéticos del aura humana y ciertos colores y notas de la escala musical. A
cada color le corresponde una vibraciòn, y viceversa. Inclusive, hay formas geomètricas
correspondientes a colores y vibraciones especìficas; y los sonidos pueden
materializarlas, evocarlas, o producirlas en los planos energèticos sutiles ( no
reconocidos aun por la medicina ortodoxa) . Se han hecho experimentos haciendo vibrar
granos finos de arena con notas musicales emitidas por un violìn, y se ha observado que
a diversas notas siempre se producian figuras geomètricas diferentes cuando
comenzaban a vibrar los granos de arena en una superficie tensada. De modo que ya es
un hecho reconocido que los sonidos son moduladores de frecuencia capaces de
intervenir positivamente en los seres vivos. La música apoya la vida : por eso se sabe
que las plantas que son expuestas a música barroca o a melodías indostánicas crecen
más que aquellas que están en ambientes silenciosos, y que cuando sòn expuestas a
mùsica Rock pesada o a frases musicales inarmònicas; las plantas marchitan y mueren
pronto aunque reciban agua , fertilizantes y luz adecuados.

En general, la percusión hace que tomemos conciencia de nuestra naturaleza corpórea y


de nuestros impulsos primarios, sexuales e instintivos, así como nos permite sentir una
mayor conexión con la madre tierra de la que hacemos parte,. Una persona muy
soñadora, distraída o idealista puede equilibrar su tendencia a perder contacto con lo
más vital que hay en la existencia, exponiéndose a sonidos rítmicos como los del
candomblé brasilero.
Los instrumentos de viento, por el contrario, nos hacen soñar, nos ayudan a sentirnos
conectados con los aspectos más elevados del sentimiento. Las cuerdas pueden variar en
su efecto, pero en general tocan nuestras fibras emocionales y nos contactan al amor, a
veces a la nostalgia y a la tristeza. La voz humana de tonos altos nos espiritualiza,
sublima y nos hace perdonar, mientras que la grave nos da firmeza interior y fuerza para
enfrentar la vida.
La forma màs comùn de utilizar los sonidos para sanar, es realizar un concierto de
sonidoterapia. En Colombia, ya algunas personas sòn pioneras en ese trabajo :Swami
Gavaksha, por ejemplo, estuvo en india durante seis meses ,y en la ciudad de Pushkar,
entrenàndose en este arte milenario, que ya dominaban los chamanes de la religión
“bon”, antes de la llegada del Budismo al Tibet, hace màs de dos mil años. Su profesor
fuè parvez, un discípulo de sanadores, monjes budistas de ladhak, una colonia
tibetana. Desde el año 2002, ha estado ofreciendo conciertos de sanaciòn con
sonidoterapia tibetana en el “Centro de Desarrollo Transpersonal”, y en numerosos
auditorios de Bogotà.

La sonidoterapia tibetana se caracteriza por incluir los sonidos de los “cuencos


tibetanos”, que son elementos cóncavos de aleaciones complejas que responden a la
percusión y al frotamiento produciendo un sonido parecido al de las campanas, pero
más profundo. En un concierto de sonidoterapia tibetana el sonido combinado de los
instrumentos y de la voz gutural despierta en el sistema mente-cuerpo del escucha
procesos de sanación y desintoxicación tanto neuroquímica como emocional, asociados
con un efecto de armonización de los hemisferios cerebrales. Se produce una
armonización de los centros y canales energéticos de los cuerpos sutiles, y todo esto
genera un efecto de sanación integral.

Un concierto de sanación con sonidos tibetanos es una sesión grupal de hora y media, en
la que se escuchan, se interiorizan, y se asimilan las influencias energéticas y
vibracionales producidas. En un concierto de sanación el escucha se interioriza y
contacta estados más silenciosos de su propia mente. Un estado de profunda relajación
y alegría interior, a la vez que una sensación de liberación y ligereza, caracterizan el
estado psicológico del asistente a la sesión. Por su parte, el interprete de los
instrumentos entra en un estado de trance, que le permite generar los sonidos
instrumentales y de voz más adecuados a las características de la conciencia del grupo
asistente. Muchas personas encuentran ideal también el ambiente de un concierto, para
realizar sus prácticas de meditación. Durante los conciertos que hace Gavaksha, se
escuchan sonidos de toda ìndole: mantras tailandeses en idioma pali, mantras tibetanos
y en sànscrito, Didgeridoo (el primer instrumento de viento que tuvo la humanidad, en
Australia), Kalimba ( africano), Tampura, Xilófono, silbatos, etc. Resulta como una
especie de viaje por diversas influencias ètnicas, agrupadas alrededor del tema tibetano.
Y las personas visualizan, sienten que entran y salen por laberintos, que visitan
pirámides o se esconden en cuevas, etc. Puede resultar siendo una verdadera aventura
interior estar en uno de sus conciertos, que sòn como un trance , pero producido sin
Yagè ni sustancias externas.

Cualquier persona, sin ser un especialista en sonidoterapia, puede tener experiencias


interesantes con el poder sanador del sonido. Bastaría con comprar algunos
instrumentos sencillos, como marimbas, flautas, palos de agua y similares, que se
consiguen en ferias artesanales, y empezar a probar con ellos, poniendo toda la atención
en el efecto relajante del sonido o pidiéndole a alguien que los toque para nosotros
(mientras escuchamos acostados en el piso, cubiertos con una manta), sin pretender que
suene melodioso o musical. Sólo se trata de disfrutar del sonido, de estar con él y de
olvidar lo que sucede a nuestro alrededor.

Pero también podemos asistir a conciertos profesionales de sanación. El Centro de


Desarrollo Transpersonal en Bogotá ofrece sesiones semanales, conducidas por Swami
Amano Gavaksha. El es un filòsofo colombiano, graduado con honores en la
universidad Javeriana, que ha ejercido la docencia universitaria desde 1987. Hizo
estudios interdisciplinarios en la Universidad Maharishi, Iowa, Estados Unidos, en
1991, ha sido practicante de múltiples sistemas de desarrollo personal y meditación
desde 1975. Psicoterapeuta transpersonal , ha ejercido también la asesoría
astrológica topocéntrica, y ofrecido servicios de sanación por medio técnicas de
origen japonés, americano, y tibetano. Es autor del libro ”El Retorno a lo
Sagrado”, publicado en el año 2000. Su principal actividad desde 1988 ha sido
enseñar Meditación Transpersonal. El costo de cada sesiòn de sonidoterapia
tibetana es de $ 25.000 pesos por persona, y hay que confirmar asistencia en el tel
2456279, o en el celular 3108648883. tambièn hay información al respecto en la
pàgina web suya: www.ventana-alser.com

En lo que se refiere a la musicoterapia, quienes deseen pueden buscar por Internet


información sobre personas e instituciones investigadoras como Edgar Willems,
pedagogo, educador, y terapeuta , Karl Orff, experimentador de  la creatividad , placer
de la ejecución musical ,y la relaciòn terapeuta-paciente, la Asociación Nacional de
Terapia Musical de Estados Unidos, y la Sociedad Británica de Musicoterapia dirigida
por Juliette Alvin

Desde 1958 en la Academia de Viena, se dictan cursos especializados en Musicoterapia


con práctica en hospitales psiquiátricos y neurológicos.  en Salzburgo, Herbert Von
Karajan, fundó un instituto de Musicoterapia, con una orientación hacia la investigación
Neuro y Psico-Fisiológica.

En América Latina se han desarrollado en los últimos tiempos varias asociaciones tales
como:  La de Argentina fundada en 1966 y en 1968.  Se realizaron allí las primeras
jornadas Latinoamericanas de Musicoterapia; y en el transcurso del mismo año se fundó
la Asociación Brasileña, al año siguiente la Uruguaya, Peruana y Venezolana.

En el año de 1970 se fundó la Sociedad Antioqueña de Musicoterapia y en el año de


1972 la colombiana.  En febrero de 1987 se refundieron estas dos Sociedades en una,
que controle y estimule los trabajos en este campo de Terapia Musical.

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