relajarme, pero aquí no hay nada, y la celda en sí está construida para darme ansiedad. Me agarro a las sábanas, las aprieto con las manos e intento concentrarme en la sensación de las fibras. Pero son muy finas y solo me recuerdan dónde estamos Pero el dolor está ahí, esperándome. Esperándonos. No creo que sea tan terrible fingir, aunque solo sea durante un tiempo, que Hudson es mío y dejar que él finja que yo soy suya Por un breve instante pienso en protestar, en apartarme. Pero tengo la mente tan nublada, el cuerpo demasiado débil y la voluntad de resistirme no existe. Porque es Hudson. Mi compañero. Mi mejor amigo. Mi otra mitad. No creo que sobreviva. Y, si lo hago..., ¿seré como Falia, una sombra de mi antiguo yo, que muere un poco más cada día sin alcanzar el final que brinda la muerte? Yo habría dado lo que fuera por ocupar su lugar. Lo que fuera con tal de que mi hermano no estuviera ahí tumbado, frío y sin vida.