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Contamos con las siguientes: Sevilla, Jacobo Cromberger, 1520 (BN de Lisboa);
Sevilla, Juan Croniberger, 1531 (BN de Viena); Sevilla, Juan Cromberger, 1533
(British Library); Sevilla, Dominico de Ftobertis, 1541 (BN de París); Burgos,
Felipe de Junta, 1562 (conocemos dos ejemplares, uno en la BN de Madrid y otro en
la de París); Burgos, Felipe de Junta, 1562 (British Library); Sevilla, Sebastián
Trujillo,1567 (Hispanic Society of America); Alcalá de Henares, Sebastián Martínez,
1585 (B Municipal de Orléans); Madrid, Francisco Sanz, c. 1704 (BN de Madrid) y
Madrid, Francisco Sanz, s.a. (biblioteca privada).3
Autoría
A día de hoy, está obra está considerada anónima. Debido a las relaciones que se
establecen entre La poncella y la Crónica de don Álvaro de Luna, algunos
estudiosos, como Puymaigre o Quicherat, han considerado la posibilidad de que se
tratase del mismo autor. Puymaigre se basa en el dato de que la historia de la
Poncella aparece en la Crónica antes incluso de ser publicada, puesto que el autor
de la Crónica la conocía, no es inviable pensar que se trata de la misma persona. A
esta teoría se suma la aparición de palabras francesas en ambas obras, lo que
parece una indicar la estancia en Francia de uno o ambos autores.
Otra de las teorías que se barajan es que fuese Hernando de Pulgar, ya que este
conocía bien la cultura francesa, realizó misiones diplomáticas al país, por lo que
allí tuvo información de primera mano sobre la historia y la cultura francesa. No
obstante, Quicherat descarta la autoría de Pulgar.
Datación
No se ha conservado ningún manuscrito cercano a la posible fecha de redacción
original, por lo que la historia textual de la obra se inicia con la edición
sevillana de 1520, de la que derivan todas las demás y que se sabe que no es la
primera impresión del texto.
Por testimonios de las versiones anteriores sabemos que pudieron existir dos
versiones manuscritas diferentes, o solo una versión manuscrita preparada para la
imprenta.
Espejo de príncipes
El texto es un “Espejo de príncipes”, el relato, escrito en clave de caballería,
ofrece como modelo el ejemplo de un personaje histórico, cercano en el tiempo de su
redacción, por lo que Isabel conocía su figura y, además, podía sentir algunas
similitudes, como la lucha por la legitimidad del trono, la fortaleza de la
monarquía o la pacificación de un reino en crisis. Los espejos de príncipes, en la
Edad Media, pretendían ser la guía espiritual para el buen gobierno, ya que se
entendía que la base para el buen gobierno estaba en la educación. Una educación
controlada por el sector eclesiástico y de corte moral. De la nueva Reina, Isabel,
tras la lectura de esta obra sabemos que se espera que haga de Castilla la gran
potencia que fue un siglo antes.4
Intención de la obra
Por tanto, está claro que su intención es la de transmitir una enseñanza tanto
moral como política. En la narración de los hitos de la Reconquista, esta se
entiende como una empresa de Dios, que hace gala de su poder. La voluntad de Dios
explicará muchos momentos en las crónicas. Estos autores además insisten en que no
se debe ofender a Dios, pues esto lleva a la destrucción de los pueblos. Esta idea
se extiende por toda la obra. Además, la figura de Juana de Arco tal y como se
presenta en la obra viene muy bien para remarcar la intencionalidad didáctica de la
obra.
Debido a los intereses del autor es muy importante que la figura en la que se basa
sea Juana de Arco, peor a su vez no es necesario mencionarla y mucho menos escribir
fielmente la historia. El modelo que se le quiere poner a la reina es el de mujer
que lucha por el poder monárquico y la legitimidad de su trono.
Destinatario
El libro está dirigido principalmente, como hemos comentado, a Isabel la Católica.
Fue una reina que gozó de muchos libros que fueron dedicados a ella, esto no se
debe tanto a sus cualidades personales sino más bien a la profunda crisis que
atravesaba Castilla en el último tercio del siglo XV. Después, cuando su monarquía
esté establecida, será la propaganda la que se encargue de sacralizarla.
En los primeros años del reinado, las obras intentan “consolar” a la soberana,
afanándose en dar consejos. Es aquí donde se sitúa La poncella de Francia, cuyo
autor escoge el modelo caballeresco para trasmitir su didactismo.La Poncella de
Francia
Manuscritos y ediciones antiguas
Los manuscritos y ediciones de la obra desde la segunda mitad del siglo XV hasta
finales del XIX suman cerca de treinta referencias, entre testimonios conservados y
las citas de impresiones y manuscritos perdidos; tal número parece asegurar ese
éxito editorial.
Contamos con las siguientes: Sevilla, Jacobo Cromberger, 1520 (BN de Lisboa);
Sevilla, Juan Croniberger, 1531 (BN de Viena); Sevilla, Juan Cromberger, 1533
(British Library); Sevilla, Dominico de Ftobertis, 1541 (BN de París); Burgos,
Felipe de Junta, 1562 (conocemos dos ejemplares, uno en la BN de Madrid y otro en
la de París); Burgos, Felipe de Junta, 1562 (British Library); Sevilla, Sebastián
Trujillo,1567 (Hispanic Society of America); Alcalá de Henares, Sebastián Martínez,
1585 (B Municipal de Orléans); Madrid, Francisco Sanz, c. 1704 (BN de Madrid) y
Madrid, Francisco Sanz, s.a. (biblioteca privada).3
Autoría
A día de hoy, está obra está considerada anónima. Debido a las relaciones que se
establecen entre La poncella y la Crónica de don Álvaro de Luna, algunos
estudiosos, como Puymaigre o Quicherat, han considerado la posibilidad de que se
tratase del mismo autor. Puymaigre se basa en el dato de que la historia de la
Poncella aparece en la Crónica antes incluso de ser publicada, puesto que el autor
de la Crónica la conocía, no es inviable pensar que se trata de la misma persona. A
esta teoría se suma la aparición de palabras francesas en ambas obras, lo que
parece una indicar la estancia en Francia de uno o ambos autores.
Otra de las teorías que se barajan es que fuese Hernando de Pulgar, ya que este
conocía bien la cultura francesa, realizó misiones diplomáticas al país, por lo que
allí tuvo información de primera mano sobre la historia y la cultura francesa. No
obstante, Quicherat descarta la autoría de Pulgar.
Datación
No se ha conservado ningún manuscrito cercano a la posible fecha de redacción
original, por lo que la historia textual de la obra se inicia con la edición
sevillana de 1520, de la que derivan todas las demás y que se sabe que no es la
primera impresión del texto.
Por testimonios de las versiones anteriores sabemos que pudieron existir dos
versiones manuscritas diferentes, o solo una versión manuscrita preparada para la
imprenta.
Espejo de príncipes
El texto es un “Espejo de príncipes”, el relato, escrito en clave de caballería,
ofrece como modelo el ejemplo de un personaje histórico, cercano en el tiempo de su
redacción, por lo que Isabel conocía su figura y, además, podía sentir algunas
similitudes, como la lucha por la legitimidad del trono, la fortaleza de la
monarquía o la pacificación de un reino en crisis. Los espejos de príncipes, en la
Edad Media, pretendían ser la guía espiritual para el buen gobierno, ya que se
entendía que la base para el buen gobierno estaba en la educación. Una educación
controlada por el sector eclesiástico y de corte moral. De la nueva Reina, Isabel,
tras la lectura de esta obra sabemos que se espera que haga de Castilla la gran
potencia que fue un siglo antes.4
Debido a los intereses del autor es muy importante que la figura en la que se basa
sea Juana de Arco, peor a su vez no es necesario mencionarla y mucho menos escribir
fielmente la historia. El modelo que se le quiere poner a la reina es el de mujer
que lucha por el poder monárquico y la legitimidad de su trono.
Destinatario
El libro está dirigido principalmente, como hemos comentado, a Isabel la Católica.
Fue una reina que gozó de muchos libros que fueron dedicados a ella, esto no se
debe tanto a sus cualidades personales sino más bien a la profunda crisis que
atravesaba Castilla en el último tercio del siglo XV. Después, cuando su monarquía
esté establecida, será la propaganda la que se encargue de sacralizarla.
En los primeros años del reinado, las obras intentan “consolar” a la soberana,
afanándose en dar consejos. Es aquí donde se sitúa La poncella de Francia, cuyo
autor escoge el modelo caballeresco para trasmitir su didactismo.La Poncella de
Francia
Manuscritos y ediciones antiguas
Los manuscritos y ediciones de la obra desde la segunda mitad del siglo XV hasta
finales del XIX suman cerca de treinta referencias, entre testimonios conservados y
las citas de impresiones y manuscritos perdidos; tal número parece asegurar ese
éxito editorial.
Contamos con las siguientes: Sevilla, Jacobo Cromberger, 1520 (BN de Lisboa);
Sevilla, Juan Croniberger, 1531 (BN de Viena); Sevilla, Juan Cromberger, 1533
(British Library); Sevilla, Dominico de Ftobertis, 1541 (BN de París); Burgos,
Felipe de Junta, 1562 (conocemos dos ejemplares, uno en la BN de Madrid y otro en
la de París); Burgos, Felipe de Junta, 1562 (British Library); Sevilla, Sebastián
Trujillo,1567 (Hispanic Society of America); Alcalá de Henares, Sebastián Martínez,
1585 (B Municipal de Orléans); Madrid, Francisco Sanz, c. 1704 (BN de Madrid) y
Madrid, Francisco Sanz, s.a. (biblioteca privada).3
Autoría
A día de hoy, está obra está considerada anónima. Debido a las relaciones que se
establecen entre La poncella y la Crónica de don Álvaro de Luna, algunos
estudiosos, como Puymaigre o Quicherat, han considerado la posibilidad de que se
tratase del mismo autor. Puymaigre se basa en el dato de que la historia de la
Poncella aparece en la Crónica antes incluso de ser publicada, puesto que el autor
de la Crónica la conocía, no es inviable pensar que se trata de la misma persona. A
esta teoría se suma la aparición de palabras francesas en ambas obras, lo que
parece una indicar la estancia en Francia de uno o ambos autores.
Otra de las teorías que se barajan es que fuese Hernando de Pulgar, ya que este
conocía bien la cultura francesa, realizó misiones diplomáticas al país, por lo que
allí tuvo información de primera mano sobre la historia y la cultura francesa. No
obstante, Quicherat descarta la autoría de Pulgar.
Datación
No se ha conservado ningún manuscrito cercano a la posible fecha de redacción
original, por lo que la historia textual de la obra se inicia con la edición
sevillana de 1520, de la que derivan todas las demás y que se sabe que no es la
primera impresión del texto.
Por testimonios de las versiones anteriores sabemos que pudieron existir dos
versiones manuscritas diferentes, o solo una versión manuscrita preparada para la
imprenta.
Espejo de príncipes
El texto es un “Espejo de príncipes”, el relato, escrito en clave de caballería,
ofrece como modelo el ejemplo de un personaje histórico, cercano en el tiempo de su
redacción, por lo que Isabel conocía su figura y, además, podía sentir algunas
similitudes, como la lucha por la legitimidad del trono, la fortaleza de la
monarquía o la pacificación de un reino en crisis. Los espejos de príncipes, en la
Edad Media, pretendían ser la guía espiritual para el buen gobierno, ya que se
entendía que la base para el buen gobierno estaba en la educación. Una educación
controlada por el sector eclesiástico y de corte moral. De la nueva Reina, Isabel,
tras la lectura de esta obra sabemos que se espera que haga de Castilla la gran
potencia que fue un siglo antes.4
Intención de la obra
Por tanto, está claro que su intención es la de transmitir una enseñanza tanto
moral como política. En la narración de los hitos de la Reconquista, esta se
entiende como una empresa de Dios, que hace gala de su poder. La voluntad de Dios
explicará muchos momentos en las crónicas. Estos autores además insisten en que no
se debe ofender a Dios, pues esto lleva a la destrucción de los pueblos. Esta idea
se extiende por toda la obra. Además, la figura de Juana de Arco tal y como se
presenta en la obra viene muy bien para remarcar la intencionalidad didáctica de la
obra.
Debido a los intereses del autor es muy importante que la figura en la que se basa
sea Juana de Arco, peor a su vez no es necesario mencionarla y mucho menos escribir
fielmente la historia. El modelo que se le quiere poner a la reina es el de mujer
que lucha por el poder monárquico y la legitimidad de su trono.
Destinatario
El libro está dirigido principalmente, como hemos comentado, a Isabel la Católica.
Fue una reina que gozó de muchos libros que fueron dedicados a ella, esto no se
debe tanto a sus cualidades personales sino más bien a la profunda crisis que
atravesaba Castilla en el último tercio del siglo XV. Después, cuando su monarquía
esté establecida, será la propaganda la que se encargue de sacralizarla.
En los primeros años del reinado, las obras intentan “consolar” a la soberana,
afanándose en dar consejos. Es aquí donde se sitúa La poncella de Francia, cuyo
autor escoge el modelo caballeresco para trasmitir su didactismo.La Poncella de
Francia
Manuscritos y ediciones antiguas
Los manuscritos y ediciones de la obra desde la segunda mitad del siglo XV hasta
finales del XIX suman cerca de treinta referencias, entre testimonios conservados y
las citas de impresiones y manuscritos perdidos; tal número parece asegurar ese
éxito editorial.
Contamos con las siguientes: Sevilla, Jacobo Cromberger, 1520 (BN de Lisboa);
Sevilla, Juan Croniberger, 1531 (BN de Viena); Sevilla, Juan Cromberger, 1533
(British Library); Sevilla, Dominico de Ftobertis, 1541 (BN de París); Burgos,
Felipe de Junta, 1562 (conocemos dos ejemplares, uno en la BN de Madrid y otro en
la de París); Burgos, Felipe de Junta, 1562 (British Library); Sevilla, Sebastián
Trujillo,1567 (Hispanic Society of America); Alcalá de Henares, Sebastián Martínez,
1585 (B Municipal de Orléans); Madrid, Francisco Sanz, c. 1704 (BN de Madrid) y
Madrid, Francisco Sanz, s.a. (biblioteca privada).3
Autoría
A día de hoy, está obra está considerada anónima. Debido a las relaciones que se
establecen entre La poncella y la Crónica de don Álvaro de Luna, algunos
estudiosos, como Puymaigre o Quicherat, han considerado la posibilidad de que se
tratase del mismo autor. Puymaigre se basa en el dato de que la historia de la
Poncella aparece en la Crónica antes incluso de ser publicada, puesto que el autor
de la Crónica la conocía, no es inviable pensar que se trata de la misma persona. A
esta teoría se suma la aparición de palabras francesas en ambas obras, lo que
parece una indicar la estancia en Francia de uno o ambos autores.
Otra de las teorías que se barajan es que fuese Hernando de Pulgar, ya que este
conocía bien la cultura francesa, realizó misiones diplomáticas al país, por lo que
allí tuvo información de primera mano sobre la historia y la cultura francesa. No
obstante, Quicherat descarta la autoría de Pulgar.
Datación
No se ha conservado ningún manuscrito cercano a la posible fecha de redacción
original, por lo que la historia textual de la obra se inicia con la edición
sevillana de 1520, de la que derivan todas las demás y que se sabe que no es la
primera impresión del texto.
Por testimonios de las versiones anteriores sabemos que pudieron existir dos
versiones manuscritas diferentes, o solo una versión manuscrita preparada para la
imprenta.
Espejo de príncipes
El texto es un “Espejo de príncipes”, el relato, escrito en clave de caballería,
ofrece como modelo el ejemplo de un personaje histórico, cercano en el tiempo de su
redacción, por lo que Isabel conocía su figura y, además, podía sentir algunas
similitudes, como la lucha por la legitimidad del trono, la fortaleza de la
monarquía o la pacificación de un reino en crisis. Los espejos de príncipes, en la
Edad Media, pretendían ser la guía espiritual para el buen gobierno, ya que se
entendía que la base para el buen gobierno estaba en la educación. Una educación
controlada por el sector eclesiástico y de corte moral. De la nueva Reina, Isabel,
tras la lectura de esta obra sabemos que se espera que haga de Castilla la gran
potencia que fue un siglo antes.4
Intención de la obra
Por tanto, está claro que su intención es la de transmitir una enseñanza tanto
moral como política. En la narración de los hitos de la Reconquista, esta se
entiende como una empresa de Dios, que hace gala de su poder. La voluntad de Dios
explicará muchos momentos en las crónicas. Estos autores además insisten en que no
se debe ofender a Dios, pues esto lleva a la destrucción de los pueblos. Esta idea
se extiende por toda la obra. Además, la figura de Juana de Arco tal y como se
presenta en la obra viene muy bien para remarcar la intencionalidad didáctica de la
obra.
Debido a los intereses del autor es muy importante que la figura en la que se basa
sea Juana de Arco, peor a su vez no es necesario mencionarla y mucho menos escribir
fielmente la historia. El modelo que se le quiere poner a la reina es el de mujer
que lucha por el poder monárquico y la legitimidad de su trono.
Destinatario
El libro está dirigido principalmente, como hemos comentado, a Isabel la Católica.
Fue una reina que gozó de muchos libros que fueron dedicados a ella, esto no se
debe tanto a sus cualidades personales sino más bien a la profunda crisis que
atravesaba Castilla en el último tercio del siglo XV. Después, cuando su monarquía
esté establecida, será la propaganda la que se encargue de sacralizarla.
En los primeros años del reinado, las obras intentan “consolar” a la soberana,
afanándose en dar consejos. Es aquí donde se sitúa La poncella de Francia, cuyo
autor escoge el modelo caballeresco para trasmitir su didactismo.