Professional Documents
Culture Documents
A D AR W IN
(Y VUELTA)
EN SAYO SO BRE A L G U N A S
CON STAN TES DE LA B IO F IL O S O F 1 A
E T IE N N E G IL S O N
D e la A cadem ia Francesa
Segunda ed ición
PAMPLONA
Primera edición: diciem bre 1976
Segunda edición: febrero 1980
Prólogo . . .................... 9
P refacio................................................................... 19
I. Prólogo aristotélico............................ 23
II. La objeción mecanidsta ............................ 51
III. Finalidad y ev olu ción ................................. 79
A. El « fijis m o » ............................ *........ 79
B. E l tr a n s fo r m is m o ................................ 97
L a m a r c k ....... . .................................. 98
D a r w in sin lá .e v o l u c i ó n .......................... 115
L a e v o lu c ió n sin D a r w i n .................... 142
D a r w in y M a lt h u s ...................................... 170
E v o lu c ió n y t e l e o l o g í a ......................... 186
IV. Bergsonismo y finalidad................ 207
V. Límites del m ecanicism o........................... 237
VI. Constantes biofilosófic.as............................ 269
Apéndice I. Linneo, observaciones sobre los
tres reinos de la naturaleza......... 303
Apéndice II. Darwin en busca de la especie. 308
Indice de cuestiones tratadas........................... 339
Indice de n om b res............................................... 343
PRO LO G O
M adrid, 20 de ju n io d e 1976.
R o b e r t o Sa u m e l l s .
12
A ristóteles, D e las partes de los animales, I, 1.
decir, la razón fundada en la experiencia sensible.
Nada separaba la ciencia de la filosofía, pues ésta
era el am or de la sabiduría o búsqueda y conside
ración de los prim eros principios y de las primeras
causas. Cada ciencia conducía al conocim iento de
sus propios principios, que era su propia sabiduría.
Todas estas sabidurías particulares conducían al-
conocim iento de los principios absolutam ente pri
m eros que les eran com unes y que form aban el ob
jeto de la sabiduría prim era y absoluta, a m enudo
denominada m etafísica.
La biología de A ristóteles tiene su sitio en este
cuadro general. En prin cipio, incluye un conjunto
de conocim ientos positivos debidos a la observa
ción de num erosos naturalistas. A ristóteles n o pre
tende ser uno de ellos, pero hace m ucho uso de sus
trabajos, y los conocim ientos que les debe le han
hecho m erecedor, en cualquier época, de la estima
de sus sucesores. Cuando se dignan hablar de esta
parte de„su obradlos naturalistas m odernos le reco
nocen, de buen grado, com o uno de los suyos, in
cluso de los más grandes. Y sin em bargo, com o he
m os visto, él n o pretendía serlo; prefería el trabajo
de construir, a partir de los hechos recogidos por
los sabios, la sabiduría propia de cada ciencia.
Esta sabiduría era a sus ojos la obra de la razón,
mas, puesto que ésta (la sabiduría) consiste en el
conocim iento de los prim eros principios de una
ciencia, y que, en cuanto que tales, los principios
son indem ostrables, A ristóteles se dedicaba, necesa
riam ente, a establecer, en cada ciencia o en cada
clase d é ciencia, los principios que eran indem ostra
bles p or ser prim eros y tam bién, evidentem ente,
verdaderos, pues bajo su luz se hace inteligible
todo un orden de la naturaleza. La noción de fin es,
para él, u n o de éstos. Es el térm ino, el acabamien
to del devenir de tod o ser viv o, animal o planta.
Puesto que su devenir llega siempre a buen tér
mino y puesto que la razón de este éxito n o radica
en ninguna de sus partes aisladamente considera
das, es preciso que ese futuro térm ino presida des
de el prin cipio la disposición de las partes. Es lo
que A ristóteles llama telos, to ou eneka , to dia ti o
skopós, e incluso la causa del buen término- de la
opéración: aitia tou eu, lo que hace que el devenir
transcurra herm osa y buenamente y desem boque a
un estado de este tip o: to aitión tou kalós kai or-
thós. N o se sale del orden físico, que es el de la
naturaleza (p h ysis). Quizá haya que salir d e él si
se quiere llegar a la causa de esa causa, pero sería
al m etafísico a quien correspondería hacerlo, y no
al naturalista, que, a su m odo, n o es sino un físico.
Para éste, la orientación de tod o devenir hacia su
fin es la más alta propiedad de lo que él llama la
«form a» d el ser viv o. Esta célebre «form a sustan
cial», cuya inexistencia se encargará Descartes de
anunciar al m undo, se justifica, según A ristóteles,
por el sólo h ech o de que, a m enos de considerarlo
causa, el devenir del viviente se hace inexplicable
en tanto que devenir orientado hacia un térm ino.
N o hay otra razón para afirmar la causa final,
pero ésta era una a los ojos de A ristóteles, y ve-
rem os cóm o ha conservado su fuerza a los ojos
de m uchos sabios m odernos que constatan qué
quienes niegan la finalidad natural n o han encon
trado aún nada que explique de otro m odo los
hechos de que ésta da razón, contentándose con
negarla.
Protestando contra estos sabios, uno de ellos de
claraba hace p o c o : «L os finalistas pueden llevar la
razón y tienen, sin duda, derecho a pensar a su
gusto, p ero n o a afirmar que la evidencia científica
está de .su p a rte.» Estos finalistas n o piensan «a su
gu sto», sino im pelidos por la evidencia de hechos
que, siguiendo el ejem plo de A ristóteles, desean
. hacer inteligibles. -P or lo que y o sé, ni siquiera
pretenden que la evidencia «cien tífica» esté de su
parte; la descripción e interpretación científica de
las ontogénesis y de las filogénesis siguen siendo
idénticas a lo que son, sin necesidad de recurrir a
- los principios prim eros, transcientíficos, de mecani
cism o o de .finalidad. La esencia natural ni destruye
la finalidad n i la dem uestra; am bos principios per
tenecen a la filosofía de la ciencia dé la naturaleza
que hem os llam ado su sabiduría. L o m ejor que
pueden hacer los sabios, en cuanto tales, para acla
rar el problem a de la finalidad natural, es n o ocu
parse dé él. Son. los más cualificados de todos para
ocuparse, com o filósofos, d e l problem a; si así lo
desean; p ero para ello és necesario que acepten
filosofar.
II. L A O B JE C IO N M E C A N IC IS T A
Y más adelante:
A. EL «FIJISM O»
(Ps. C IV , 24)
¡t-
I »8. Los seres Naturales... son más perceptibles
por los sentidos (5 ) que los demás (6 ), se ofrecen
por doquier a nuestra mirada. Y o m e pregunto p or
qué el Creador ha puesto al hom bre, dotado de
tales sentidos (6 ) y de in telecto, en el g lob o terrá
queo, donde n o se ofrecen a los sentidos sino esos
seres Naturales (7 ), construidos con un m ecanism o
tan admirable y asom broso. ¿P or qué otra causa
puede ser, sino para que el O bservador de tan mag-
niñea obra se' vea im pelido a admirar al Artesano;
y a alabarlo?
: 14 Buffon, Histoire des animaux, cap. I , ed. d t., pág. 236 AB.
Este punto de vista se remonta a A ristóteles: «C on todo, si
no pudo definir, y , sobre todo, nombrar la espede, Aristóteles
vio bien su carácter esencial, el mismo que usamos nosotros
coino criterio, extraído de la reprodu cdón ... H e aquí, pues,
que tenemos, la espede definida por él acoplamiento y la fecun
didad, exactamente igual qu e en nuestros días.» E d. Perrier,
Jjct PMosophze zoologzqtte avant Danoin, París, Alean, 1884,
pág. 13. Si la posibilidad de cruces fecundos define la espede,
su existencia n o es verdádera sino a partir dél m om ento en que
le es im posible evoludonar.
|f; ,s En el m ism o capítulo sobre El asno: si el asno y d ca-
-hallo provinieran d d m isino tronco, si fueran de la misma fa
milia, se les podría aproximar, volver a hacer caballos a base
de mulos y «deshacer con d tiem po lo que d tiem po habría
hecho». Recojam os esta joya: si n o pudieran reprodudrse entre
dos, «e l nqpro sería al hom bre lo que d asno al caballo».
96 Etieone G ilsol
. |
bros están unidos por relaciones de descendencia
de un tron co com ún. P or una parte, insiste en If
idea dé que, así com o «la especie n o es sino uná;
palabra abstracta y general», así tam bién, «n o hay
qüe olvidar que las familias son obra nuestra; qué
n o las hem os produ cido sino para desahogar núes*
tro espíritu; que si éste n o puede com prender ]§
verdadera ilación de los seres, es culpa nuestra*
y no de la naturaleza, que sólo contiene in divf
d u ós». M as, si esto es cierto, ¿cóm o es posible quej
al descender grado por grado en la escala se llegui
a individuos cuyo cruce fecundo sea im posible!
¿ Y por qué, al constatarlo, se vuelve B u ífon contra;
la n oción de fam ilia, com o si n o acabara d e cons¿
tatar su vacuidad? Es porque tom a en serio tá¡
palabra. Si se admite que las relaciones entre las
especies puedan ser de tip o fam iliar, es posible que
cualquier especié proceda de cualquier otra; y Bufl
fon sé para en el um bral de ese transformismo;
universal, hipotético en su espíritu más amena
zador:
B. el t r a n s f o r m is m o
^Finalidad y evolución
Darwin y Malthus
f j" T . Malthus, op. cit., F irst Essay, cap. I, ed. cit., pági
nas 9-10.
::W
■ M
uxilÊk
Evolución y teleología
.12
L ’évólutíon créatice, op. á t., pág 571.
13
O p. á t., tbid.
14
O p. á t., pág. 571.
cisam ente que, a diferencia del arte, la naturaleza'
n o calcula, n o reflexiona, no escoge. Y por eso,
cuando nadie viene a em brollar su funcionam iento,
n o se equivoca. Y , finalm ente, p or eso, m ovida des
de dentro hacia un fin que ignora, pero que lleva
consigo, la naturaleza n o hace nada en vano. La
naturaleza, sin prototipos ni ensayos, triunfa a la
prim era o fracasa definitivam ente. Nada menos pa
recido al trabajo del artesano hum ano, guiado por
la inteligencia, pues lo que le caracteriza a éste es
poder equivocarse. La naturaleza n o trabaja, «com o
el obrero hum ano, uniendo partes», sino produ
ciendo todos cuya existencia im plica la de eso que
nosotros llamamos sus partes. N o hace plantas o
animales con órganos; hace órganos produciendo
animales y plantas. Y quiere las partes en su vo
luntad del to d o ; com o el D ios de Tom ás de Aqui
n o, la naturaleza n o quiere esto con vistas a aquello,
sino que quiere que esto sea con vistas a aquello..
Es significativo que el pensam iento sienta la misma
necesidad de escapar al antropom orfism o hablando
de la naturaleza y hablando de D ios ls.51
22
Bergson, op. dt., pág. 537.
■Por pobre que sea el resultado, se verá en .acción
- el proceso en su totalidad y, sobre tod o, en su rea
lidad 23.
Lejos de considerar la finalidad com o una noción
caduca, Bergson pretendía hacerla revivir con una
forma más pura, y, en cierto sentido, lo consiguió,
pero no del tod o. C on él dejaba de existir la n o
ción ingenua de una producción del presente por el
futuro. Se elim inaba hasta el concépto más simple
de una adaptación del presente, que es, al porve
nir, que no es tod a v ía 24. La energía que necesita
el origen de tod o m ovim iento estaba, si n o ex
plicada, p or lo m enos nom brada. P o r e l contra-
irlo, n o se había intentado nada para resolver un
:problema más inm ediato: ¿cóm o se expande el elan
fyital en rayos divergentes cuyas unidades de com
posición son organism os? 25. Bergson no podía re
vivir, en su respuesta, la noción de «form a sustan-
27
W . M . E lsásser, A tom and Organism, pág. 124. ’ .
hiera a los hechos observados, del m ism o m odo,
ninguna «teoría de los organism os» será definiti
vamente satisfactoria, «a m enos que incluya la
noción válida de una idea a m enudo sostenida en
el curso de la historia de la biología: que los
organismos representan una form a de materia
ap arte»28.
¿E s verdaderam ente tan antigua la idea? P or lo
que recuerdo, es más bien nueva. La noción de
que los seres vivos no podrían estar divididos en
dos partes, una estrictamente determinada por las
leyes de la físico-quím ica y la otra de naturaleza
diferente y au tón om a 29, hubiera parecido absurda
a Descartes y falta de sentido al m ismo A ristóteles.
Creo que el F ilósofo hubiera dicho: sí, los seres
vivos organizados y los seres inorganizados cons
tituyen dos clases distintas, mas no porque consis
tan en dos especies que difieran en la materia, sino
porque sus m aterias están determinadas p or formas
diferentes. Y p or ello recurren los filósofos a esta
noción de form a, sita en la materia sin ser ella
misma m ateria, y cuyo mecanismo, naturalmente,
no quiere a ningún precio. La elim inación carte
siana de la «causa form al» es lo que hace necesario
imaginar dos especies de materia, com o si la ma
teria en cuanto tal pudiera com portar un principio
interno, de distinción. Más que llamar «form a »
(u. o tro nom bre cualquiera) a aquello en virtud de
28
O p. cii.t pág. 123.
O p. cit., pág. 124.
lo cual la materia viva difiere de la materia no
viva, lá física m oderna renuncia, sim plem ente, á
nom brarla.
P or nuestra parte, sin preguntarnos si está nue
va postura recuerda a la del b iólog o R ostánd, que
denunció Claude Bernard por atribuir a la «orga
nización» una eficacia propia, dem os la bienvenida
a esta teoría organísmica (organismic theory) 30 y
observem os sus esfuerzos por devolver la vida
a cierto núm ero de ideas antiguas.
Para empezar, nuestro b iólogo aprecia lá pre
sencia de una analogía entre su noción científica
de «cla se» y el antiguo concepto filosófico de los
«universales». «P o r más que los m odernos sean
más abstractos y operácionales que los filósofos de
la Edad M edia, no hay que extrañarse de que al
gunos de los problem as y com plicaciones relacio
nados con las investigaciones sobre la naturaleza
de los organism os estén dotados de perennidad» 3\
O bserva a continuación el b iólog o, en los he
chos, indicios dé la presencia de elem entos perte
necientes a un orden distinto al orden físico. Esto
quiere decir que, «p o r más que haciendo uso dé
un m étodo de aproxim ación descriptivo y de espí-;
ritu positivo seamos a m enudo capaces de eliminar
supuestos m etafísicos im plícitos, hay que recono
cer que, en nuestro caso, hay cierto obstáculo es
pecífico, más o m enos ocu lto, que hace a esta aprb-
30
Op, cit.j pág. 108.-
Op. cit., pág. 38.
xiínación m enos fecunda en biología que en fí
sica» - i
En tercer lugar, fijém onos en la distinción del
orden físico respecto del b iológico: «A dm itim os
que haya en el reino de los organismos regulari
dades cuya existencia n o puede ser lógico-m atem á
ticamente deducida de las leyes de la física, por
más que n o se pueda establecer ninguna contradic
ción entre esas regularidades y las leyes de la física.
Brevem ente dich o, la existencia de estas regulari
dades n o puede ser probada ni refutada a partir de
las leyes de la física. Los problem as relativos a la
derivación - de estas regularidades a partir d e las
leyes de la física pertenecen a la clase de los in
s o lu b le s »33.
Cuarta n oción , la presencia en los seres vivos de
un elem entó n o deducible dé la física:
38
Op. cit., pág. 137.
1 tan. Nunca sé qué significan exactamente y ex
perim ento la desagradable sensación de que se
me quiere hacer tom ar alguna cosa por alguno,
alguna persona. E n tod o caso, no sería prudente
tomar aquí la palabra «creación » en su sentido
teológico, o religioso, o incluso propiam ente me-
tafísico; su sentido probable es, más bien, «la to
talidad de la realidad dada», el conjunto de lo que
está a nuestro alcance. La principal precaución de
la nueva biología parece ser seguir un curso que
m edie entre el vitalism o y el m ecanicism o; sólo por
hacer esto nos descubre el hecho turbador de que
la existencia misma de lo biológico no es suscepti
ble de una explicación mecanicista, y, naturalmen
te, no sólo en tanto que existe, sino en tanto que
im plica la existencia de seres organizados. A l darse
cuenta intensam ente de esta ausencia él m ism o,
nuestro científico, se dirige a la física estadística,
para dejar, p o r lo m enos, la puerta abierta a la p osi
bilidad de aquello cuya realidad no se puede negar.
Todavía están ahí los hechos que quería expli-
* car lá biología de A ristóteles. Se le reprocha, a
veces amargamente, haberlos explicado m al, pero
actualmente ni se exp lica n 39. Las interpretaciones
Lugduni Batavorum
T heodorüm H aak M D G C X X V
E x Typographia
Joannis W Ühefmi D e G root
O bservationes
in
Regna I I I . Naturae
Carolus L innaeus.
M .D .
D A R W IN E N BUSCA D E L A ESPECIE
Variaciones espontáneas,
Sabiduría y ciencia, 47-49. Í88 ; orígenes verdaderos
Selección natural, 115, 121, de las especies, 186.
126, 139, 164; artificial e
inconsciente, 3 3 0 -3 3 8 ; Variedad y fertilidad, 320.
im probable, 2 8 8 , 2 9 2 ; Vida, vitalism o, 45, 73, 225,
nunca observada todavía, 287; y finalismo, 269-
223. 270; y mecanismo, 253-
Sentido común y filosofía 255; d e Bergson, 227,
tradicional, 252. 231-233; de Elsässer, 238-
Supervivencia de los más 240; orgánico e inorgáni
aptos, 123. co, 250-252; y genio, 228;
. Sustancia aristotélica, 51-53. rechazado, 300.
Adán, 82. Bianconi, 220.
A dler M . J., 115. Boecio, 94.
Agassiz L ., 175, 309. Bois-Reymon du, 210.
Agustín San, 53, 81, Í18. Bonnet de Gihebra Ch., 119,
Alain de Lille, 93. 120, 121, 122, 184, 241,
Am yot J., 53. 285.
Airgyll, duque de, 200, 201. Bossuet B., 178.
Aristóteles, 23-50, 51, 53, Boutroux É m ., 254.
57-62, 68, 69, 70, 79, 84, Broglie L. de, 288.
90, 91, 92, 94, 95, 100, Broom R ., 288.
110, 119, 189, 191, 217, Brunelle L ., 291, 334.
219, 226, 231, 237, 238, Brunschvicg Léon, 219.
243, 253, 258, 260, 261, Buenaventura San, 118.
267, 268, 269, 272, 274, Buffon, 89, 90, 91, 93-97,
275, 279, 280, 281, 285, ,9 9 , Ï02, 103, 109, 149,
286, 287, 295, 298, 299, 174, 175-, 186, 216, 242.
301. 313, 316, 317.
Arquím edes, ■53, 54. Buker S., 187.
Ávicena, 286.
Gagnebin, 288.
Dallas W . S;, 115. Galiano, 211.
Daniel, 334. Gavin de Beer, 177.
Daniels G ., 197. G eoffroy Saint-Hilaire Isid.,
Darwin Ch., 39, 61, .83, 84, 175.
90, 95, 97, 98, 100, 102, Goethe, 98.
114, 115-119, 122-177, Goudge T . A ., 78.
182-201, 204, 205, 210, Gouhier H ., 207.
212-216, 220, 221, 223, Graham W ., 199.
225, 239, 241, 242, 270, Grassé Piêrre-P., 206, 287.
282, 283, 291, 293-295, Gray Asa, 140, 141, 142,
- 308-338. 194, 195, 309.
Darwin Francis, 141,. 142, Gréene John C ., 290.
157, 159, 163, 164, 165- Grmek M . D ., 284.
171, 196, 197, 200. G ronovio J. E ., 307.
Daudin H ., 120. Guye, 288.
Delacroix E ., 40. Guyénot E ., 291.
D em ocrito, 43, 63.
-Descartes,' 31, 49, 52, 54, Haeckel E., 169.
55, 56, 58, 61, 62, 67, 70,
Harvey W ., 119, 121.
. 71, 80-84, 88, 158, 169, HeracHto, 59, 293.
250, 261, 274, 281, 282, Himmelfarb Gertrud, 123,
297. 125, 159, 166, 178, 180,
D iderot, 98.
187.
Dieterlen P ., 41.
H itler A d., 294.
Dirac P . A . M ., 60. Hoaghland H udson, 224.
Dobshansky.. T h e o d o s iu s ,
H ooker J., 126,. 127, 173,
2 9 3 ...“' . v . • 174, 176, 187,
D ilips, R ., 224, 225..
Hume, 68.
I>d;;Bps Ch., 235.
Hutchins R . M ., 115. •
H uxley J., 289, 290, 295.
H uxley T . H .j 121,130, 131,
Einstein A ., 280, 294. 168, 195, 196, 197, 210,
Eiseley Loren, 1 2 4 ,1 6 1 ,1 6 3 . 282, 309.
Elsässer W . M ., 244, ,245,
247, 248, 250, 253, 258,
260, 264, 267. Ionesco Eug., 192.
/
Jacob Fr., 202, 300. M alpighi, 121.
Janet Paul, 207, 208, 209, Malthus T ., .170, 171, 172,
229. 177-186, 322:.
Jenofonte, 19. Mansion A ., 38.
Juan San, 53. Marcelus, 53.
M aria, 53, 55.
Marta, 53, 55-
Kant Im ., 77, 116, 198, 199. Martins Ch., 98, 314, 325.
M ateo, 53.
Maupertuis de, 297, 298.
La Bruyère, 292. M ersenne M ., 70.
Lagrange Louis de, 60. M itchourino, 334.
Lalande A ., 279. M oisés, 130, 324.
Lamarck, 98-115, 124, 129, M onod J., 197, 247, 248,
134, 144, 152, 162, 174, 268, 291, 295, 296.
186, 189, 205, 212-215, Mozart W . A ., 40.
242, 270, 282, 283, 285,
3 i4 , 316, 317, 325, 334.
La M ettrie, 210, 282. Nageotte, 256.
Langan T ., 52. N ewton A ., 184.
Laplace, 210, 217, 218. N ewton L ., 71, 72, 146,
Lawson Is., 307. 147, 158, 163.
Le B lond, 25. Nietzsche Fr., 116.
Lecom te du N ouy, 288.
Leibnitz, 1 2 1 ,1 5 8 , 215, 218,
Oken, 98.
250, 297, 298. Owens J., 35.
Lem oine P ., 114, 202, 203,
205, 269, 270, 286, 287.
Lenoble, 70. Paley W ., 129, 130, 180
Lepechinskaia O ., 256. 239-242..
Lem er M . P ., 38. Pascal Bl., 250, 267.
Lewis D . S;, 17. Peck A . L., 25.
Limoges C., 172, 173, 177, Peckham M orse, 115.
185, 192, 334. Perrier Edm., 95, 97.
Linneo, 84, 87, 94, 102, Piveteau J., 89, 91.
103, 203, 317, 327. Platón, 19, 45, 53, 94.
Lippman, 288. Plotino, 53, 227.
Loewenberg R . J., 197. Plutarco, 53, 55.
Lotze, 251. PJenant, 291.
Louis P ., 25. Pritchard, 175.
LyeU Ch., 126, 141, 153,
175, 222, 309.
Rabelais, 286.
Ramsbottom J., 124.
Maistre J. de, 235. Ravaisson J., 229, 230.
Malebranche M ., 68, 118, Richet Ch., 192, 288.
121, 133. Robinet A ., 207.
Romains T., 116. Steffens, 98.
Rostand Jean, 78, 100, 114,i Suárez Ft., 130.
115, 205, 206, 287. Sully James, 168, 170.
TEMAS NT
1 * Historia y espirita / José Orlandis
2 * Literatura de la Revolución bolchevique / Luka
Brajnovic
3 •• Fe y vida de fe (2.a edición) / Pedro Rodríguez
4 •• Las políticas demográficas / Manuel Ferrer, Ana
María Navarro y Alban D’Entremont
5 *• Diálogos sobre el amor y el matrimonio (2.a*edi
ción) / Javier Hervada
6 * Represión y libertad / Rafael Gómez Pérez
7 * La crisis de la energía / Juan Manuel Elorduy y
Mario Alvarez-Garcillán
8 é A los católicos de Holanda, a todos / Cornelia J. de
Vogel
9 * Manual sobre el aborto / Dr. J.C. Willke y esposa
10 ° El Fuero: pasado, presente, futuro / Jaime Ignacio
del Burgo
11 * Progresismo y liberación / José Luis Illanes y
Pedro Rodríguez
12 ** La ciencia en la vida del hombre / Enrique Gutié
rrez Ríos
13 •• La aventara de existir / Juan José Rodríguez
Rosado
14 * Política y cambio social / Leandro Benavides
15 •••* Introducción a la economía (2.a edición) / Fran
cisco Errasti
16 *a Papeles sobre la «nueva novela» española / Manuel
García Viñó
17 • El sueño y sus trastornos / Luis María Gonzalo
18 ••• La poesía personal de Leopoldo Panero / César
Aller
19 La aventura de*la teología progresista / Comelio
Fabro
El cine de los años 70 / José María Caparros Lera
" G ran des in terpretacion es de la h istoria (2 .a ed i
c ió n ) / L u is S u árez
22 * L ib erta d en la socied a d d em ocrática / J .C . Lam -
berti
23 0 L a últim a edad / D ie g o D íaz D om ín gu ez
24 ’* H ablan d o de la relatividad / J .L . S yn ge
25 ' En m em oria de M on s. Josem aría E scrivá de Bala-
gu er (2 .a e d ició n ) / A lv a ro d el P o rtillo , F ra n cisco
P o n z y G o n z a lo H erran z
26 9 P erson alidad y ce re b ro / Juan Jim én ez V argas
27 9 L a en cru cija d a econ óm ica actual / F ra n cisco D o
m ín gu ez del B río
28 9 0 El vu elco d e la tierra / Juan B on et B eltrán
29 9 * A cceso al M erca d o C om ún / E d ició n dirigida p o r
B a rto R o ig y V íc to r P ou
30 9 9 D e A ristóteles a D arw in (y vuelta) (2 .a e d ició n ) /
E tien n e G ilson
31 * G ram scii. E l com u n ism o latino / R afael G óm ez
P érez
32 99 D iv o rcio (2 .a e d ició n ) / V a rios
33 99 E l len gu aje del cu erp o (T om o I) I. E d m on d B arbo-
tin
34 •• 9 El len gu aje del cu erp o (T om o II , Las relacion es
in terperson ales) / E d m on d B arbotin
35 99 9 ¿P o r qu é cre e r? (2 .a e d ició n ) / San A gu stín
36 °9 En torn o a C ervantes / G u illerm o D íaz-P laja
37 99 9 In terp reta ción y análisis del arte actual / V arios
38 •• 9 D ios en la poesía española de posgu erra / M anuel
J osé R od ríg u ez
39 09 De F reud a F rankl / E u gen io F izzotti
40 9 C u rso de in icia ción al m arxism o (4 leccion es) /
T .J . B la k ely y J .G . C olb ert
41 *9 L os h erejes de M arx / M an fred S p iek er
42 9 D iá log o m arxism o-cristian ism o / M an fred S p iek er
43 9 C reación y m isterio / P ascu al Jordán
44 *9 A n alítica d e la sexualidad / V a rios
45 *9 El enigm a del h om b re / M anuel G uerra
46 "9 N ew m an. El cam in o hacia la fe (2 .a e d ició n ) / José
M orales
• L a fe d e la Iglesia (3 .a e d ició n ) / T e x to s d el C ard.
K a ro l W ojty la
48 ** R etos actuales de la revolu ción industrial / Fran
c is c o E rrasti
49 ’* A gonía de la sociedad opulenta / A ugusto del N o ce
50 *** C rítica de las utopías políticas / R ob ert Spaém ann
E n p re p a ra ció n :
Santo T om ás d e A qu in o (2 tom os) / Jam es A .
W eish eip l
P roblem as y perspectivas de la C om unidad E u ro
pea / P edin i y B ranchi
NT ARTE
1 ** El ám bito del h om bre / L u is B o ro b io
N T CIENCIAS E X P E R IM E N T A L E S
1 •*°* Plantas y anim ales d e España y E u ropa (2 .a ed i
c ió n ) / H arry G arm s (800 p ta s.)
2 In trod u cción a la estadística. (T om o I) / M . J.
M o ro n e y (650 p ta s.)
3 In tro d u cció n a la estadística. (T om o II) /M .J . M o
ro n e y (650 p ta s.)
E n p re p a ra ció n :
H istoria de las m atem áticas / Jam es F . S co tt
N T C IE N C IA S S O C IA L E S
1 •• In trodu cción a la sociología / A n ton io L u cas M arín
N T E D U C A C IO N
1 * R ea liza ción person al en el tra b a jo / O liv e ro s F .
O tero
2 * L a ed u cación , com o rebeldía I O liv e ro s F . O tero
3 " Los adolescen tes y sus. problem as (2 .a e d ició n ) /
G era rd o C ástillo
4 *° L as posibilid ad es del am or con yu gal (2 .a e d ició n ) /
R o d rig o S a n ch o
5 "° L a ed u cación d e las virtu des hum anas (3 .a ed i
c ió n ) / D a v id Isa a cs
6 ** E l tiem p o lib re de los h ijos / José L u is V a rea y
Javier d e A lb a
7 * A u ton om ía y au toridad en la fam ilia (3 .a e d ició n ) /
O liv e ro s F . O te ro
8 * Sugerencias para una ed u cación cristiana / L u
cia n o G ó m e z A n tón
E n p re p a ra ció n :
L a ed u ca ción de las virtu des hum anas (II) / D avid
Isa a cs
N T F IL O S O F IA
1 * In trod u cción a la an trop olog ía filo só fica I J osé
M igu el Ib á ñ e z L a n g lois
2 #* L a su p resión del p u d o r y otros ensayos / Jacin to
C h oza
E n p re p a ra ció n :
E tica cien tífica y cien cia ética / S tan ley L . Jaki
N T H IS T O R IA
1 L a C on stitu ción de la II R ep ú blica / F ern a n d o d e
M eer
En p re p a ra ció n :
H istoria de las religion es (3 tom os) / M an u el G u e
rra
N T L IT E R A T U R A
1 *" In trod u cción a la literatu ra / J o sé M igu el Ib á ñ ez
L a n g lois
N T M E D IC IN A
1 ■* A b o rto y con tracep tivos (2 .a e d ició n ) / J. Jim én ez
V argas y G . L ó p e z G arcía
N T R E L IG IO N
1 * ¿Q u é es ser ca tó lico ? / J osé O rlandis
2 ** R azón d e 'ia -e sp e ra n z a / G o n z a lo R ed o n d o
3 *• Juan P a b lo I . L os textos de su p on tifica d o / A lb in o
L u cian i
4 * La fe y la form a ción intelectual / T om ás A lvira y
T om á s M elen d o
5 •** Santa M aría en las literaturas hispánicas / Lau-
ren tin o M .a H errán
6 * V Juan P a b lo II a los un iversitarios
En p rep a ra ción :
Juan P a b lo II a los m atrim onios
N T V A R IO S
1 E l ángel de la arqu itectu ra / L u is B o ro b io