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"Caótica Ana"
LUZ SÁNCHEZ-MELLADO
30 mar 2023 - EL PAÍS
Hace un mes escaso, el 3 de marzo, Ana García Obregón me dijo en una entrevista que
estaba muerta en vida y yo me la creí a pies juntillas. Hace 15 años, Juan José Cortés confesó
exactamente lo mismo meses después de perder a su pequeña Mari Luz a manos de un pederasta
asesino: “Ando, como, respiro, pero estoy en coma”, afirmó, mirando a los ojos, sin sombra de
duda. Remueve el alma constatar que las madres y los padres de hijos muertos prematuramente
expresen de esa idéntica y terrible forma su manera de permanecer en este mundo después de
enterrar a sus criaturas. No viven, aseguran: vegetan. Nadie es quién para juzgarlos. Solo ellos
conocen la devastación íntima que produce esa tragedia. El resto solo podemos imaginarla, temblar
de miedo y tocar madera. Aquel cercano y frío día de marzo, tres años después de la muerte de su
hijo, Aless, a los 27 años, tras dos de lucha contra el cáncer, Ana Obregón declaró también que su
mejor momento del día era cuando se iba a la cama, porque perdía el conocimiento unas horas. Y
que, en todo este tiempo, no había gastado ni un euro en pastillas para anestesiar su dolor porque los
duelos hay que atravesarlos a pelo y, si la herida duele más cada día, es porque se ha elegido la cura.
Confieso que al ver a Ana en la portada de la revista ¡Hola! recogiendo en un hospital de
Miami a su nueva hija, gestada por vientre de alquiler a cambio de una cantidad no pequeña de
dinero, me debatí un rato entre el estupor y la pena hasta que la compasión ganó la partida. Porque
lo verdaderamente demoledor de esta historia es que todo puede ser cierto. Que Ana esté muerta en
vida. Que respire por la herida. Y que, para intentar soportar lo que le quede de existencia, haya
decidido hacerse con un ser humano como tratamiento paliativo. No olvidemos que, además de a su
hijo, ha enterrado a su padre y a su madre en un par de años. No seré yo quién la lapide. Solo espero
que Ana García Obregón hija, su bebé de encargo, gestada durante nueve meses por una tercera
mujer usada al efecto, no herede, además de su nombre y apellidos, su triste destino de pobre niña
rica. (390 palabras)
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C/ Dr. José Pérez Martínez, 6
"Comprar bebés"
Najat El Hachmi, 30 de marzo de 2023, EL PAÍS
Decía Ana Obregón en una entrevista que hay dos clases de personas: las que han enterrado
a un hijo y las que no. Todos creímos que esa pérdida tan terrible y el dolor que comporta
supondrían una madurez ética y moral. Puede que, muy ingenuamente, dimos por sentado que quien
ha sufrido tanto habrá desarrollado una compasión profundamente humana, la misma que nos
despertó la presentadora cuando falleció su hijo. Pues bien, comprobamos que no, que hay dos tipos
de mujer en este mundo: las que entienden que gestar a un ser humano y parirlo es un acto
importante con enormes implicaciones emocionales, físicas y mentales, con riesgos para la salud de
la madre, un acto que no puede hacerse por dinero, y está ese otro tipo de mujer rica que cree que
sus deseos están por encima de cualquier consideración, que tiene derecho a someter a otra mujer,
siempre pobre, siempre desesperada, a la terrible explotación que supone convertirla en un simple
horno donde cocer al bebé que luego va a considerar suyo, no porque lo haya parido o adoptado,
sino porque lo ha comprado. Lo terrible de este caso es que una madre que sabe lo que es perder el
fruto de sus propias entrañas, que ha vivido la maternidad en primera persona, pueda llegar al
aberrante acto de arrancarle a otra madre la niña que ha alumbrado. Por si no hubiera indecencia
suficiente en el hecho de comprar una hija por catálogo, encima la presentadora sale del hospital en
silla de ruedas como si realmente hubiera sido ella la que ha pasado por el trance físico. Por si no
bastara, muchos medios han titulado que “Ana Obregón es madre a los 68 años”, algo que no hace
más que camuflar un delito de simple y llana explotación de las capacidades reproductivas de
mujeres pobres, esas mujeres de las que, por supuesto, la prensa rosa nunca habla cuando un famoso
“es” padre o madre por esta vía.
Me dirán los defensores de la muy simpática presentadora que existe la gestación voluntaria
y altruista, por hacer un favor o un bien a la humanidad. Busquen a ver si encuentran a alguna de
esas felices preñadas por vocación que pasan por nueve meses de intenso proceso biológico para
luego regalar a su bebé como quien regala unas flores. No las van a encontrar, no existen. Lo que sí
pueden encontrar con un solo clic es un enorme mercado de tráfico de niños y alquiler de úteros a
disposición de quien pueda pagarlos. (422 palabras)
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C/ Dr. José Pérez Martínez, 6
«Gestantes anónimas»
Luz Sánchez-Mellado. 17 de marzo de 2022, EL PAÍS
Puede que, a su debido tiempo, un puñado de parejas españolas que estrenan paternidad
ahora tengan que armarse de metáforas y responder a sus hijos la pregunta más trascendente de
todas. La de cómo vinieron al mundo. Puede que, entonces, les cuenten que mamá, o papá, o los dos
juntos, no podían tener niños ellos solos. Que lo intentaron todo, y nada. Pero que lo deseaban tanto,
tantísimo, que pidieron ayuda a una señora muy buena de un país muy lejano para que les hiciera el
favor de incubar su semillita, alumbrarla y entregar el recién nacido a sus verdaderos padres para
poder al fin estar juntos. Esta es, más o menos, la historia que le cuentan todos los padres por
vientre de alquiler a sus hijos. Pero puede que de los que estamos hablando tengan que dar
explicaciones añadidas. Porque puede que el niño o la niña se conforme con un cuento tan bonito.
Pero también que un día se haga más preguntas. Que echen cuentas. Que aten cabos. Que acudan a
como quiera que entonces se llame la hemeroteca y conozcan la realidad sin florituras.
Sabrán entonces que las mujeres que los parieron a cambio de equis dinero tuvieron que
hacerlo bajo las bombas de un tal Vladímir Putin que invadió Ucrania a sangre y fuego el año que
nacieron. Que sus padres fueron a recogerlos por su cuenta y riesgo a un país en guerra y, una vez
allí, exigieron al Gobierno ayuda para volver a casa tras culminar una práctica ilegal en España. Y
sobre todo se enterarán de que casi nadie, casi nunca, habló de las madres que los parieron. Que casi
nadie pensó, o no lo dijo, en que las mujeres que los llevaron dentro nueve meses como carne de su
carne y sangre de su sangre y los entregaron con el cordón umbilical aún caliente pudieran sufrir
depresión posparto, miedo extremo, hambre, frío, bombardeos, éxodo forzoso. ¿Por qué habrían de
hacerlo? Ellas mismas firmaron voluntariamente un contrato para gestar por pura pobreza al bebé de
unos españoles para quienes, por no tener, no tienen ni nombre, o no lo dicen. Para algunos son,
simplemente, “las gestantes”. Así, sin paños calientes, cuando hasta los hornos de oferta tienen
marca y garantía de dos años por si sufren con el uso. Dirán entonces que ellos lo hicieron todo por
amor. De acuerdo. Pero ni en el amor ni en la guerra todo vale. (408 palabras)
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«Los vientres de alquiler son un negocio y una forma de explotación de las mujeres»
Àngels Barceló, Cadena Ser, 30 de marzo de 2023
En este país somos muy dados a reabrir debates que ya teníamos superados. Y si el motivo
de la reapertura es un titular en el que aparece una famosa artista, rondando los 70, y que no ha
superado el peor de los duelos que existe, la pérdida de un hijo, ya ni les cuento. Ana Obregón, con
68 años, ha pagado para que otra mujer tenga un hijo que ella va a inscribir como suyo. Pagar para
que otra mujer tenga un hijo, que luego el que paga le va a llamar igual, hijo o hija, es una práctica
ilegal en España. Y lo es porque es una práctica que tiene su fundamento en la explotación del
cuerpo de otra mujer. Es así de sencillo. Y como en este país esta práctica está prohibida, los y las
que tienen dinero eligen en un catálogo qué país les puede prestar este servicio. No es Ana Obregón
la primera ni la única que lo hace, aunque en ella se junten otros factores que hacen su decisión
todavía más polémica.
Dice el Comité de Bioética de España que el deseo de tener un hijo, por muy noble que sea,
no puede realizarse a costa de los derechos de otra persona. Y esto es lo que se hace cuando alguien
paga por un bebé, es así de sencillo. En España, esta práctica se reguló, ya hubo debate en su
momento, otros organismos internacionales condenan igualmente esta práctica que vulnera los
derechos de las mujeres. Pero ahora resulta que en este país no lo teníamos tan claro. El titular es
demasiado jugoso, el blanqueo que de esta práctica hacen revistas y medios que se dedican a la
crónica social ha dado la idea a algunos de que a lo mejor este es buen material electoral.
Así que, el PP, por ejemplo, ha pensado que era un buen momento para dar un giro a su
postura hasta ahora, y dice estar dispuesto a abrir un debate serio y sosegado, como si esto en
España fuera posible, para regular este tipo de gestaciones, los vientres de alquiler, siempre que no
medie una prestación económica. O sea, que haya mujeres que, como si fueran una ONG, presten su
cuerpo de manera altruista. Los vientres de alquiler son un negocio, así de sencillo, y una forma de
explotación de las mujeres, así de sencillo, y reabrir este debate, porque un caso determinado, que
tiene además muchos más elementos de polémica, como la edad o el momento emocional de la
contratante, está en boca de todo el mundo es una muestra de irresponsabilidad. En España los
vientres de alquiler son ilegales. (441 palabras)
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avances médicos y tecnológicos como la nuestra en la que la esperanza de vida cada vez se alarga
más, ¿quién decide quién puede ser madre y quién no? ¿Todavía debemos supeditarnos a la edad
biológica? La pequeña Ana tendrá, sin duda, lo más importante: será querida, cuidada y educada.
Tres condiciones indispensables que deberían ofrecer todos los padres a sus hijos.
Desafortunadamente no siempre es así, aunque éstos tengan la edad biológica para
engendrarlos. Tener hijos debería ser también un acto de responsabilidad y consecuencia. Siempre y
en todos los casos. Y lo único reprochable a Ana Obregón es que su hija no podrá gozar de ella
tanto como seguramente querrá cuando empiece a hacerse mayor. Pero esto nadie lo tiene
garantizado. La vida es así, voluble. Y hoy toca celebrar la llegada al mundo de una nueva.
Felicidades a las dos Ana. (520 palabras)
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