Enel Bosque de los Cuentos, donde queda el castillo de
Cenicienta y la cabajia de los siete enanos, estaban también las
casas de los tres chanchitos hasta que el Lobo Feroz las soploy
dertib6, menos la de ladrillos. El tiempo pasé, los tres chanchitos
s@ casaron y tuvieron cada uno tres chanchitos. Asi que, cada vez
que se junta en el bosque la familia entera resulta todo un fiestén.
Justamente en enero, la abuela de los chanchitos preparé, para el
cumple de Chanchifrisa, una pifiata casera de ramas de pino.
Una preciosura de pifiata, con estrellitas de luciérnagay repleta
de manzanas de caramelo. Estaban todos haciendo chinchin con
copitas de rocio cuando aparecié en la fiesta el nieto del Lobo Feroz,
un labito terrible, Enojade porque no lo habian invitado, se ubicé
debaje de la pifiata, inflé los cachetes y se dispuso a soplar. Pera
faltaba la frase, asi que se tragé el aire y grité: “Soplaré ysoplaré, y
\a pifiata reventaré” . Tomé envién de nuevo, soplé y la pinata estallé
‘en pedazos. Las luciérnagas se apagaron del susto, y las manzanas les
cayeron en el cocoa todos. El lobito levanté una, le pegé un
mordiscén y se alejé riéndose juajuajua, juajus.
En febrero, para el cumpleanos de Chanchulin,
el més chiquito dela familia, laabuela fue abuscar <§
alos castores. “Una pifiata de madera, hecha por
profesionales, va a ser més resistente”, pens.
Lo malo fue que, cuando les comentaba quela
iba a rellenar de hormigas picantes y cascarudos
) abrillantados, el que estaba escuchando detrés
de un tronquito era jel nieto del Lobo Feroz! Que se
Bia ‘elamid de gusto y se agendé bien la fecha de la fiesta, Ma |
4
5 & Sa )
=Otra vez el lobito se presenté a la hora de la pifiata.
Llegé a toda velocidad en su triciclo, frené y se paré
sobre el asiento. “Soplaré y soplaré, y la pifiata
reventaré”, rugié, y la pifiata hizo enseguida “crac”.
Cuando los invitados se agacharon a buscar las
hormigas y los cascarudos, los picoted una bandada
de pajaritos con antifaz que el nieto del Lobo habia
contratado para robar las golosinas.
En marzo, cumplia afios el chancho mayor, el dela casa
de ladrillos. La abuela se rompia la cabeza pensando en
la pifiata. Preguntaba por todas partes; le decfan: “de ‘
barro”; “de piedra”; “de cascaritas de nuez pegadas con fe ew
baba de caracol”. Hasta “de ladrillo, para que el lobito
no la rompa’, le dijeron. “zY con qué la levantamos?,
jpesadisima!”, respondié, Hasta que, una tarde,
mientras tejia escarpines para sus nietos, tuvo
una idea y tejié sin respirar y sin parar. Una pifiata
espeluznante. Un gran chancho dientudo de lana.
Cuando el nieto del lobo llegé esa vez ala fiesta
y Vio la pifiata, se puso a dar vueltas y vueltas del
miedo. La pifiata era impresionante. Por fin, junt6
valor, se chupé el aire de los globos del cumpleafios y
soplé sin acordarse de su frasecita. Del viento que se levanté,
salieron volando los manteles y los peluquines y se les vio la bombacha a
todas las chanchitas. Pero al chancho-pifiata no se le movié ni un punto.
jTan bien tejido estaba! El nieto del lobo quedé como un salvavidas
desinflado. La abuela lo recogié, lo guardé con la sombrilla y la reposera
dela playa y volvié a la fiesta. Con una tijera, corté el nudito que el
chancho tenia en la cabeza y tir6 de la lana rosada, para alegria de todos
los chanchitos. Que se pelearon por los caramelos, y los chocolates que
iban cayendo sin ruido. Hasta que los probaron y como también eran de
lana, los escupieron y se fueron a jugar a la mancha-lobo.
Cecilia Pisos