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Bykasi. UNA VEZ MEXICO no hubo respuesta favorable para los ciudadanos franceses, por lo que, en los primeros meses de 1838, su gobierng presento un ultimatum al gobierno mexicano para que pa. gara, o de lo contrario harfa uso de la fuerza. México rech relaciones, bloquearon el puerto de Veracruz e incautaron 26 el ultimatum; los franceses rompieroy varias embarcaciones mexicanas desde el mes de abril. Ha. cia noviembre la situacién se agravé, la escuadra francesa comenz6 a bombardear el puerto. Y como “a rio revuel- to ganancia de pescadores”, Santa Anna consideré que el ataque francés era la ocasi6n adecuada para reivindicarse frente a la nacién por su desastre en Texas. Santa Anna marché a Veracruz, y a las primeras de cam- bio, el 5 de diciembre cayé herido, por lo cual fue necesario que le amputaran la pierna. Su participacion no sirvié para nada, y fue hasta el 9 de marzo de 1839 cuando finalmente el gobierno mexicano acept6 pagar los 600 mil pesos y se firmé el tratado de pa gano algo con la famosa guerra de los pasteles fue Santa Anna, que fue perdonado por la sociedad y regresé al po- con Francia. El (nico mexicano que der poco tiempo después. Las barras y las estrellas A fines de 1847, el historiador Lucas Alamén escribié: “El ba- dia $ del préximo diciembre se completan tres siglos les de la muerte de Hernan Cortés. @Quién hubiera podido pensar en aquella época que a los tres siglos de la muerte del gran conquistador, la ciudad que é] sacé de sus cimien- tos habia de estar ocupada por el ejército de una nacién que entonces no habia tenido ni el primer principio?” CAPITULO 2. LA EROCA DE LA ANARQUIA: EL LIMBO MEXICANO 16224055 eae & Mézico antes de la guerra y después de la guerra Lapidarias palabras que resonaron en la conciencia de todos los habitantes de la Republica. Un pafs que habia na- cido a la vida independiente tan solo 26 afios antes, con tres siglos de existencia real, con una extensi6n territorial de mas de cuatro millones de kilometros cuadrados y con siete millones de habitantes estaba ocupado militarmente Por un ejército invasor. La guerra habia iniciado en mayo de 1846 y para el 14 de septiembre de 1847 la bandera de Estados Unidos ondeaba en Palacio Nacional. — © ERase. uA viz MExteo, Cuando iniciaron su independencia en 1776, los esta dounidenses solo ocupaban la costa este de Norteamérieg —las famosas 18 colonias—, el Océano Atlantico; sin embargo, buscaban que su territo. rio también tuviera una salida hacia el Océano Pacifico poy s decir, la que colindaba con el oeste y para ello era necesario extender su territorio g costa de lo que fuera. A este interés por tener salida a ambos océanos se le la~ m6 “transcontinentalidad” y fue fundamento, en la primera mitad del siglo XIX, de la politica expansionista de Estados Unidos, Mientras en México el caos era parte de la vida cotidiana, desde las primeras décadas del siglo XIX Estados Unidos comenz6 un proce: 9 de expansiOn territorial por medio de compra, cesién o guer En 18386 el gobierno estadounidense apoyé la indepen- dencia de Texas. En 1845 los texanos decidieron incorpo- rarse a Estados Unidos, situacién que tensé las relaciones entre Washington y México. Para extender su territorio hacia el oeste, Estados Unidos nec itaba obtener la parte norte del territorio mexicano y aproveché la inestabilidad politica del pais para comenzar la guerra. El 24 de abril de 1846 hubo un intercambio de tiros, apenas una escaramuza, entre soldados mexicanos y esta- dounidenses, en los limites entre Texas y Tamaulipas. El desencuentro fue el pretexto idéneo para que el presidente James Polk, a través del Congreso estadounidense declara- ra la guerra a México el 13 de mayo de 1846. Al comenzar la guerra la situacién del pais era desas- trosa —como lo habfa sido en los Gltimos veinte afios— gobiernos inestables; la hacienda ptiblica en quiebra; in- tentos separatistas de algunos estados de la federacién —como Yucatan, ademas de la guerra de castas que los 92. Carimu.o 2. LA €POCA DE. LA ANARQUIA: EL LIMBO MEXICANO 1822-1855 , mayas libraban ferozmente contra Ja poblacién blan- cat cacicazgos locales; la indiferencia de algunos estados dela republica que prefirieron no intervenir en la guerra; jevantamientos militares a la orden del dfa, y sobre todo no existia una conciencia de unidad nacional, el sentido de nacion estaba ausente. EL JUEGO DE LA SILLA OC La guerra contra Estados Unidos no impidié que las fé indi ‘ ciones politicas continuaran enfrascadas en una cadtica lucha por la silla presidencial. Durante los dos anos que q duré el conflicto, el pais tuvo siete president Pero no solo eso, en diciembre de 1845 —casi en visperas de - la guerra— Mariano Paredes y Arrillaga, hombre que - estaba al mando de la mejor div ision del ejército, dio un s golpe de Estado y se apoderé de la presidencia al grito io de “orden y monarquia”. Era increible: el presidente de te una repitblica pidiendo volver ala monarquia Su intento d fracasé porque en el mes de mayo de 1846 estallé la guerra internacional. IS, ee a~ El La ambicién estadounidense encontré las condiciones te propicias para iniciar una guerra y obtener como botin mas ae de la mitad del territorio nacional. La resistencia mexicana fue escasa, y donde la hubo, ineficaz. El ejército extran- \S- jero avanz6 répidamente desde el norte con las tropas al = mando de Zachary Taylor. En el trayecto se entablaron al- n gunas batallas en las que el ejército mexicano intenté de- én tener a las tropas invasoras, sobre todo en La Angostura, jos entre Saltillo y Ja capital de Nuevo Le6n, y en Monterrey. 93. ‘7 2=0UtSCS Ease. UNA VEZ MEXICO CURA Y GUERRILLERO | E19 de marzo de 1847, las tropas del general Winfield Scott iniciaron la invasi6n a Veracruz. El padre Celedonio Domeco de Jarauta (1814-1848) —eclesidstico espafiol desembarcado en Veracruz en 1844—, fue nombrado capellan del 2° regimiento de infanteria en los limites de Puebla y Veracruz. Enardecido como el resto de la poblaci6n por los seis dias de asedio norteamericano que dejé el puerto en ruinas, organizé una guerrilla para hostilizar a los convoyes de abastecimiento norteame- ricano que se tendian sobre la ruta de Veracruz hacia el Valle de México. Con la ayuda de civiles, eclesiasticos, e incluso presos liberados y obligados a unirse a la guerrilla a punta de pistola, el padre Jarauta utilizé el factor sorpresa para diezmar a los hombres del general Scott en la region de Perote; Puente Nacional y Sotavento. Firmada la paz con los estadounidenses en febrero de 1848, el padre Jarauta desconocié los Tratados de Guadalupe Hidalgo, se negé a licenciar a su tropas, desconocié al gobierno y exigid la continuacién de la guerra con Estados Unidos. Este levantamiento liderado por el padre Jarauta fue sofocado al poco tiempo; capturado en Guanajuato, fue fusilado en julio de 1848. Sin embargo, en otros lugares, los estadounidenses avanzaron como “Pedro por su casa”, como en Puebla, en donde entraron sin disparar un solo tiro. El ejército de Scott siguié la ruta de Cortés desde Veracruz hasta la Ciudad de México. La desunién del pais frente a un enemigo co- miin era evidente. La guerra internacional demostré que para algunos estados, el conflicto no era asunto de “interés CAPIIUTO 2. LA CPOCA DE.L-A ANARQUIA: EL LINBO MEXICANO 1022-1055 nacional” y para algunos grupos de la sociedad, como lo femostt aron el clero y los polkos, menos atin. | Los Po! | En febrero de 1847, en plena guerra contra Estados Uni- dos, Santa Anna, por entonces presidente en funciones, tomo el mando del ejército para salir a combatir a las tropas estadounidenses que avanzaban por el norte. En su lugar dejo al vicepresidente Gomez Farias —como en 1833—, quien ni tardo ni perezoso quiso intervenir los bienes de la Iglesia para financiar la guerra contra Estados Unidos. Para evitarlo, el clero alenté en la ca- pital del pais un movimiento de jévenes de las clase media y alta, conservadores, cuya aficion era bailar polka —de ahi el sobrenombre de polkos—, para desconocer a Gomez, Farias, lo cual propicid que Santa Anna dejara la campania en el norte y regresara a la Ciudad de México a destituir a Gomez Farias y poner orden. E] consul norteamericano en México, John Black, per- cibié con claridad la triste realidad mexicana y lo plasmé en su correspondencia: “¢Qué pueden pensar las naciones extranjeras de esta gente, que bajo ninguna circunstan- cia deja de entregarse a luchas civiles para aniquilarse reciprocamente, no obstante que mas de la mitad de su pais se encuentra ocupado por fuerzas extranjeras, y la otra en peligro de correr la misma suerte? Su conducta los exhibe como incapaces, tanto para gobernarse por sf mismos, como para ser gobernados por los demas, aun- que su proceder los arrastra a este iltimo destino, hasta el grado de que, si persisten un poco mas, no dejaran otra 95 fo Fast: uva viz MEXICO alternativa a nuestro pafs que someterlos a su protecciéy, paternal”, : ias politicas internas habfa que sumay la demostrada incapacidad de Santa Anna en el arte de |g guerra; las rencillas y envidias entre otros generales que dividieron al ejército; lo mal preparadas y armadas que se encontraban las tropas mexicanas. Resulta inconcebible que en la Angostura, en febrero de 1847, Santa Anna haya tenido al borde de la derrota a Taylor y en el tiltimo momento decidiera retirarse. [gual- mente inconcebible fue la actitud del general Juan Alvarez, quien meses después, en la Ciudad de México, mientras una parte del ejército se batia en Molino del Rey (8 de sep- tiembre), argumentando una “falla de comunic: 6n” no lanz6 su caballeria para apoyar a las tropas mexicanas y permanecié incélume en la Hacienda de los Morales, vien- do cémo aniquilaban a sus compatriot: La mayor resistencia que opuso el ejército mexicano a los estadounidenses fue tardia y Hegé cuando se encon- traban en el valle de México a punto de iniciar su tltima ofensiva. Del 19 de agosto al 14 de septiembre de 1847, batalla tras batalla, las defensas mexicanas fueron cayendo en poder de los invasores: Padierna (19 de agosto), Chu- rubusco (20 de agosto), Molino del Rey (8 de septiembre) y Chapultepec (13 de septiembre). Todavia el dfa 14 la po- blacién civil presenté una infructuosa resistencia sin que pudiera evitar la ocupacién total de la ciudad. Ese dfa, en la vispera de conmemorar un afio mas de vida independiente, México fue humillado. 96 CapfsULo 2. La EPOCK DEL ANARQUIA: FL LIMBO MEXICANO 1822-1855 ‘mr pr Los NiNos HEROES La historia oficial se encargé de reducir la batalla de Cha- pultepec exclusivamente al sacrificio de los seis cadetes conocidos como Nios Héroes, pero aquel 13 de sep- tiembre murieron alrededor de 900 soldados mexicanos. Todo tipo de historias se crearon alrededor de los “ninos héroes”. Muchas se exageraron, otras se distorsionaron, y no pocas fueron inventadas. Desde finales del siglo xix la epopeya de los cadetes del Colegio Militar ya habia permeado en la conciencia colectiva como una de las narraciones clasicas de la historia de México. Definirlos como martires les otorgaba una connotacion de religiosidad civica y los colocaba lejos de la realidad historica. Indudablemente no eran nifos: en septiembre de 1847 Francisco Marquez y Vicente Suarez andaban por los 14 afios de edad; Agustin Melgar y Fernando Montes de Oca tenian 18; Juan de la Barrera 19 y Juan Escutia 20, Sin embargo, no queda lugar a dudas so- bre su heroicidad. Fueron héroes por haber tomade las armas para defender el territorio nacional; porque no tenian la obligacién de permanecer en el Castillo por sucondicién de cadetes y decidieron quedarse volunta- riamente; porque con escasas provisiones y pertrechos militares resistieron el bombardeo de mas de un dia de la artilleria enemiga que hacia cimbrar Chapultepec entero. Frente a estos hechos, la edad poco importaba. Pero el mayor mito que rodea a los nifios héroes es la conmovedora escena en la cual Juan Escutia —que no era cadete del Colegio Militar— tomé la bandera na- cional y decidié arrojarse desde lo alto del Castillo de Chapultepec antes de verla mancillada por los invasores. Esta version es absolutamente falsa. Juan Escutia no murié por un salto ni envuelto en una bandera, cayo abatido a tiros junto con Francisco Marquez y Fernando Montes de Oca cuando intentaban huir hacia el Jardin Erase una vez MEXICO Botanico. La bandera mexicana fue capturada Por los estadounidenses y devuelta a México hasta el siglo xx, FRAUDE OSEO | Unas semanas después de la visita del presidente es- tadounidense Harry S. Truman a la Ciudad de México (marzo de 1947), y de su declaracién frente al Monu- mento a los Nifios Héroes: “Un siglo de rencillas se borra con un minuto de silencio”, que abrio las heridas de la sociedad mexicana, se dio a conocer una noticia que ocup6 las primeras planas de los diarios. Durante unas excavaciones al pie del cerro de Chapultepec se encon- traron seis restos dseos que el gobierno anuncié eran de los Nifios Héroes. Los restos fueron autentificados por varios historiadores y por el Instituto Nacional de Antropologia e Historia. Nadie se atrevio a contradecir la “verdad histérica”, avalada por el presidente Miguel Aleman con un decreto que declaré que aquellos restos pertenecian sin duda alguna a los Nifios Héroes. En 1952 se inauguré su nuevo monumento —conocido hoy como el Altar a la Patria— y en él se depositaron los Niflos Héroes, donde reposan hasta nuestros dias, Pero los restos Oseos que se encuentran en el Altar de la Patria no son los de los Nifios Héroes. Aquel 13 de septiembre de 1847, cuando el ejército invasor asalt6 el Castillo de Chapultepec, murieron mas de 900 soldados, incluidos desde luego los seis famosos cadetes. Se tiene documentado donde cayo muerto cada uno de los cadetes. Incluso, se sabe que Agustin Melgar murié dias después, pero fue tal la cantidad de muertos regados en las laderas del cerro yenel Castillo, que era imposible que alguien reuniera nada (CAPITULO 2. LA EPOCA DEL ANARQUIA EL. LIMBO MEXICANO 1922-1055 mas a los seis Nifios Héroes y les dieran cristiana se- pultura juntos. Los partes militares norteamericanos refieren que luego de la toma del Castillo se recogieron los cadaveres de ambos bandos y se incineraron para evitar una posible epidemia. Los restos encontrados un siglo después (1947) seguramente son de comba- tientes de la batalla, pero es imposible que fueran de los Niflos Héroes. da sobre Palacio Nacional. Su ejército ocupé la Ciudad de México del 14 de 1847 al 12 de junio de 1848. Unos dias ida de la capital el gobierno federal cambié la sede de los poderes y se comenzaron las negociaciones de paz para poner fin a la La bandera de Estados Unidos fue 1: ablecié en Querétaro, en donde guerra. Con la presencia del ejército invasor, el paisaje urbano de la capital del pafs cambié radicalmente. La actividad co- tidiana iniciaba a las cinco de la mafiana y terminaba cerca de las siete de la noche. Los conventos fueron convertidos en cuarteles y hospitales; la mayoria de los oficiales toma- ron las s abandonadas por sus duefios dfas atrés. Gran na el hecho de indignacién causé entre la poblacién mexi que los invasores entraran a las iglesias fumando o con sombrero y tomaran los confesonarios para dormir. Con el paso de los dfas, la vida cotidiana empezé a tener visos de normalidad dentro de la ocupacién militar. “Ne- gocios son negocios”, habran pensado los propietarios de sastrerias, barberias, tiendas, fondas, mesones y tabernas. Rapidamente se acostumbraron a la presencia yanqui en la ciudad y sustituyeron sus letreros y anuncios con otros... pero en inglés.

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